Las palabras mágicas Alfredo Gómez Cerdá

Las palabras mágicas Alfredo Gómez Cerdá FORMACIÓn PERSONAL Colección El Barco de Vapor, serie naranja, n.º 20 Madrid, Ediciones SM, 2009 Ramón es

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LAS CATEGORÍAS DE PALABRAS
LAS CATEGORÍAS DE PALABRAS 1. EL SUSTANTIVO El sustantivo se ha definido como una palabra que sirve para designar personas, animales o cosas que tiene

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Las palabras mágicas Alfredo Gómez Cerdá

FORMACIÓn PERSONAL

Colección El Barco de Vapor, serie naranja, n.º 20 Madrid, Ediciones SM, 2009

Ramón es muy apreciado por sus amigos debido a su imaginación. Siempre inventa juegos. Su madre piensa que es muy travieso, y con sus amigos, Ramón idea un plan para conseguir el afecto de su madre. Se finge mudo, luego ciego y después sordo y, con la ayuda de un globo mal pintado, simula escaparse de casa. En el momento en que su madre ve el globo con la cara pintada volando, se da cuenta de que Ramón solo necesitaba más atención y cariño. Ambos se piden perdón. Son las palabras mágicas.

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a sp e c t o s d e s t a c a b l e s Los temas

• La necesidad de sentirse querido. La madre de Ramón no le muestra su afecto. A Ramón le duele esta actitud y hace todo lo posible por ganarse su amor. • La amistad. Ramón encuentra el cariño y apoyo que le faltan en sus compañeros de juegos: Amparo, Cipri, Juana, Rúper… Ellos lo admiran y con ellos se siente bien. Gracias al apoyo de todos, resuelve el problema. • La enuresis. Ramón no controla la orina. Se apunta el origen psicológico del problema. La madre de Ramón lo hace sentirse culpable y eso empeora la situación. Además, no escucha la opinión de los médicos. • La imaginación como vía de escape. Ramón es un gran lector e inventa sus propias historias, en las que por fin es protagonista ¡y se casa con la princesa!

Aportaciones a la formación

Educación para la salud. La madre de Ramón se preocupa porque su hijo come poco. También le preocupa mucho el problema de la enuresis. Sin embargo, el médico apunta a un problema de afectividad y el psicólogo denuncia la inseguridad del niño. Se apunta al bienestar psicológico como parte fundamental de la salud. Ramón necesita la medicina del cariño. La autonomía y la toma de decisiones. Ramón no se queda de brazos cruzados ante la situación. Con la ayuda de sus amigos, lleva a cabo un plan que hará que su madre cambie de actitud. El final es un nuevo comienzo en su relación.

Sugerencias de trabajo Para comprender 1. L a

madre de Ramón se preocupa mucho por todo. Trata de entenderla. Piensa en todas las cosas de las que tiene que hacerse cargo. 2. E  n la página 42, hay un dibujo donde aparece Margarita con gesto de enfado. Conserva rasgos como el peinado y el vestido, y dibuja a la nueva Margarita, la que al final le pide perdón a su hijo, y es amable y dulce con él.

Para reflexionar

1. “Perdón” puede ser una palabra mágica. ¿Qué otras palabras son mágicas? Piensa en palabras que sirvan para consolar a alguien que está triste, para animar a alguien, para hacer que se sienta querido, para mostrar interés por los demás… Puedes hacer un mural con ellas. 2. La madre de Ramón habla mucho y escucha poco. ¿Crees que los mayores te escuchan? ¿Alguna vez has sentido que te trataban como si fueras “demasiado pequeño”? ¿Qué les dirías a los mayores sobre cómo tratan a los niños? 3. La situación de Ramón habría sido mucho peor de no haber tenido a sus amigos. ¿Cómo se sentiría sin ellos? ¿Para qué “sirven” los amigos? ¿Qué puedes hacer por un amigo que tiene un problema?

© Ediciones SM

Para crear 1. L  levar

globos a clase para que los estudiantes los inflen y, de forma similar a Nicolás, dibujen su cara en el globo. Después, se pueden atar los hilos de todos los globos con un nudo como muestra de unión. 2. R  amón siempre está imaginando historias. Pedir a los estudiantes que escriban una nueva aventura protagonizada por Alí Pérez y la princesa Robustiana. Pueden hacerlo por grupos y representarla, como hacía Ramón con sus amigos.

Para ir más allá 1. B  uscar

en una enciclopedia o un diccionario el significado de “enuresis” e informarse sobre la enfermedad. 2. Investigar sobre la profesión de los psicólogos. Pueden hacer una entrevista al psicólogo de la escuela para averiguar en qué les puede ayudar. 3. A  l principio, la madre de Ramón no sabe demostrar a su hijo que lo quiere. Demuestra a un amigo o familiar que lo quieres. Envíale una tarjeta en la que muestres tus sentimientos (no hace falta que sea el Día de la Madre, o del Padre… para hacerlo). 4. E  n Las palabras mágicas se citan el libro de La isla del tesoro y Las aventuras de Huckleberry Finn. Búscalos en la biblioteca, expresa si te gustaría leerlos y por qué.

La s p a l a b r a s má gic a s • Al fr e do Góm ez Cerdá

Ficha técnica

Temas tratados

resumen

© Ediciones SM

Textos y poemas

“El que tiene imaginación sin instrucción tiene alas sin pies”. Joseph Joubert

PLAN LECTOR

Textos y poemas

“La imaginación sirve para viajar y cuesta menos”. George William Curtis

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Textos y poemas

“Solo una madre sabe lo que quiere decir amar y ser feliz”. A. von Chamiso

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Textos y poemas

“Una madre perdona siempre; ha venido al mundo para esto”. Alexandre Dumas, padre

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Textos y poemas Debajo de la cama Debajo de la cama hay un sitio estupendo para esconderse o inventar juegos Es un refugio un campamento Es la reserva de Toro Quieto Toro Sentado Toro Pequeño familia de indios y de tramperos

PLAN LECTOR

Es una casa para pequeños gnomos azules duendes de viento magos enanos y Pulgarciertos o Pulgarcitos o Juan sin miedo Bajo la cama el Universo Charo Ruano

Conoce al autor Alfredo Gómez Cerdá Alfredo Gómez Cerdá es uno de los más conocidos escritores españoles de literatura infantil y juvenil. Nació en Madrid, en 1951, y estudió Filología Española. Obtuvo el premio El Barco de Vapor en 1989 con Apareció en mi ventana. Su amplia bibliografía incluye títulos como Las palabras mágicas, Con los ojos cerrados, Peregrinos del Amazonas, El monstruo y la bibliotecaria, La sombra del gran árbol, Sin máscara y Cuaderno de besos. Colaboró en Aprenda II, un proyecto educativo realizado en San Antonio, Texas (Estados Unidos).

un gesto enigmático, o de un objeto olvidado en el fondo de un baúl, o de una gota de lluvia jugueteando en el cristal de tu ventana, o de unas pisadas inquietantes... Y por el contrario, una historia muy sencilla quizá nos exigió años de reflexión y dudas. Cuando pienso en la inspiración suelo recordar el comienzo de un libro magnífico de Juan Farias, El estanque de las libélulas. Y me imagino al propio Juan, sentado a su mesa, tratando de “inspirarse”. Empecé a dibujar. Lo hago cuando no sé qué escribir. Dibujé un botijo, dos mariposas y el fusil de chispa de un beduino, escribí la palabra pan y le pegué un mordisco porque eran ya las once, dibujé una rana y la rana saltó a cazar a la mosca que daba vueltas alrededor de mi nariz, dibujé más cosas y un niño descalzo. Y surgió el milagro, es decir, el libro. Pero... ¿qué fue lo que inspiró de verdad a Juan Farías? ¿El botijo? ¿Las dos mariposas? ¿El fusil de chispa del beduino? ¿El pan? ¿La rana? ¿La mosca? ¿El niño descalzo? Quizá le inspiraron todas esas cosas a la vez, o quizá algo que no llegó a dibujar pero que bullía desde hacía mucho tiempo en su cerebro. ¿Sabrá él de verdad lo que le inspiró? Pero la pregunta no dejan de repetirla: “Escritor, ¿en qué te inspiras?”. Reconozco que he encontrado una respuesta, que utilizo siempre: “Me inspiro en dos miradas”, digo. “¿Y cómo se come eso de las dos miradas?”, vuelven a preguntarme, con cierto tono de broma, pensando que yo les estoy tomando el pelo. Pero mi respuesta es seria y meditada.

Las miradas del escritor Es muy improbable que un escritor se haya librado a lo largo de su vida de tener que responder unas cuantas veces a algunas preguntas, que se repiten de manera obsesiva, y que formulan por igual los niños, los adolescentes, los adultos y hasta los ancianos: “¿Cuánto se tarda en escribir un libro?”, “¿Cuáles son tus temas preferidos?”, “¿Escribes a mano, a máquina o con ordenador?”, etc., etc. ¡Siempre las mismas preguntas! De todas ellas, la que me sigue dejando más perplejo y confundido, la que más trabajo me cuesta responder es la siguiente: “Escritor, ¿en qué te inspiras?”. El dato del tiempo empleado es algo objetivo y cuantificable, lo mismo que el tema o el propio estilo literario; sin embargo, hablar de la fuente en la que bebe tu propia inspiración suele resultar mucho más peliagudo y confuso. ¡Puedes inspirarte en tantas cosas! Y el lector, y las personas en general, deberían saberlo. Puedes inspirarte en sentimientos, en recuerdos, en vivencias, en lecturas, en obsesiones, en noticias del periódico... A veces detalles insignificantes La mirada interior pueden servir como punto de partida. A veces me inspiro en una mirada interior, Una historia muy compleja bien pudo surgir es decir, miro hacia adentro, hacia mí mismo, de un recuerdo, o de un silencio luminoso, o de y trato de descubrir quién soy y quién he sido. PLAN LECTOR

Entre los pliegues de mi memoria descubro infinidad de cosas que siempre me estremecen: niños que han dejado de serlo, personas que se han ido, paisajes irreconocibles, emociones inexplicables... Algunas las siento tan vivas dentro de mi cerebro, que tengo la impresión de poder rozarlas con la punta de mis dedos; otras, sin embargo, están veladas, como si las viera a través de un cristal empañado por el tiempo. La gran novedad de la narrativa del siglo XX ha sido penetrar hasta la complejidad ilimitada de la persona, y desde allí narrar. Muchas veces, cuando el escritor busca y rebusca en los recovecos más íntimos de su personaje, en realidad lo que está haciendo es indagar dentro de sí mismo. ¡La cantidad de personajes e historias que llevamos dentro! Eso sí, la mirada interior puede tener algún inconveniente. Si uno escribe mirando siempre hacia adentro, de espaldas a la realidad, con las ventanas de la casa bien cerradas para que el mundo exterior no nos distraiga, tal vez causemos la impresión en el lector de ser demasiado egocéntricos y autocomplacientes. O dicho de una manera más clara, de estar a todas horas contemplándonos el ombligo. Y los ombligos dejan de ser maravillosos en cuanto se miran demasiado. Ejemplos abundan en la literatura. La mirada hacia fuera El escritor pertenece a una sociedad, a un lugar, a un tiempo... Pertenece al mundo, esa bola monstruosa y bella suspendida en medio de un infinito y ordenado caos. Y el mundo tiene un pasado y un presente. ¿Tendrá también un futuro? Y el mundo está lleno de personas que son como el escritor: tienen brazos, piernas, pulmones, arterias... También esas personas tienen sentimientos, pasiones, sueños, frustraciones... El escritor debe saberlo. PLAN LECTOR

El escritor no solo debería abrir las ventanas de su casa de par en par, sino también bajar a la calle y chocarse con la gente, y mirar a su alrededor. Creo que una de las cualidades más importantes que debe poseer un escritor es andar por la vida con los ojos muy abiertos, observándolo todo y tomando buena nota de ello; y con los oídos muy atentos, y con los cinco sentidos a flor de piel. Que la vida nos penetre por los poros, o por donde sea, y que nos zarandee de arriba abajo. “Lo que pasa en la calle”, escribió Antonio Machado en su Juan de Mairena. El poeta lo escribió con intención de fustigar a la retórica ampulosa y a los retóricos; pero la frase tiene otro sentido fuera de su contexto. “Lo que pasa en la calle”. Es una frase hermosa y sencilla. Yo pienso que lo que pasa en la calle, quizá en su propia calle, no puede ser ajeno al escritor. Creo que es innecesario añadir que el mundo que nos rodea es una fuente inagotable de temas, de historias, de personajes... Es bueno que el escritor salga de sí mismo, de su pequeño mundo, de su miserable autocomplacencia, y mire a su alrededor con verdadera curiosidad. Eso basta. Las dos miradas juntas Me inspiro, por tanto, en dos miradas. Pero, ¿eso quiere decir que unos libros son producto exclusivamente de la mirada interior y otros de la mirada hacia fuera? A veces sí, pero por lo general una mirada se contamina de la otra, y viceversa. Un libro —y menos en los tiempos en que vivimos— no es algo compacto y uniforme. En una misma obra puede haber varios planos y varias direcciones. Y aunque en literatura infantil y juvenil todavía se tiende en exceso al clásico “planteamiento, nudo y desenlace”, todos sabemos que la fórmula saltó en pedazos hace mucho

tiempo. Por tanto, en una misma obra pueden confluir esas dos miradas, con todo lo que cada una de ellas aporte, y construir un conjunto armónico y bello. Esas son, por tanto, las dos miradas a las que me refiero cuando me preguntan en qué me inspiro. La cosa, claro, podría complicarse mucho más, porque cada mirada engloba a otras muchas. Y es que, en definitiva, son infinitas las miradas que deben alumbrar la inspiración y el camino de un escritor. Conoce a Alfredo Gómez Cerdá Color preferido: Sin duda, el del arco iris. Comida preferida: Salvo la berza, de la que no soporto ni su olor, me lo como todo. Pero me quedo con un buen pan de pueblo, jamón, queso y, sobre todo, fruta, mucha fruta. No sé si podría vivir sin fruta. Puntos fuertes: Soy pacífico, sensible, dialogante, trabajador, perfeccionista, ordenado... Puntos débiles: El trabajo, el perfeccionismo, el orden (ya lo dijo alguien: nuestras mejores virtudes son nuestros peores defectos), también soy obsesivo, maniático y por las noches me quedo dormido en el sofá hasta las tantas. Ah, en otro orden de cosas, las cosquillas son otro de mis puntos débiles. Lo que más me gusta hacer (Dejamos aparte escribir y leer, que para mí casi son la misma cosa): Pasear solo por las mañanas o acompañado por las tardes, soñar cosas imposibles, oír música de todo tipo, observar los paisajes y los paisanajes, acariciar, las películas sin efectos especiales, el teatro, una cena informal con un grupo de amigos, viajar en coche a ninguna parte en especial... Un recuerdo: La hoguera de Sant Antoni. Mis abuelos maternos eran de Canals (Valencia). A PLAN LECTOR

él no lo conocí, pues murió joven, y ella, aunque vivía en Madrid, celebraba todos los años la fiesta de su pueblo, Sant Antoni, el 17 de enero. Y lo hacía al más puro estilo valenciano, con fuego. En el patio de su casa, que era muy grande, hacíamos una hoguera al anochecer. Toda la familia se reunía en torno a las llamas, formábamos un corro y cogidos de las manos cantábamos algunas canciones. Cuando ya solo quedaban los rescoldos, los niños comenzábamos a saltar una y otra vez la hoguera. Aquellas llamas siguen aun alumbrando mi memoria. Alguna curiosidad: Pues... una que tiene que ver con la Editorial SM y con el Premio El Barco de Vapor, que gané en 1989. ¿Saben dónde me enteré de que había ganado ese premio? Pues fue dentro de un ascensor. Y entonces no había teléfonos móviles. Eso sí, no pienso explicar cómo ocurrió.

Textos de apoyo ¿Qué es el afecto? Aproximación al afecto En general se suele identificar el afecto con la emoción, pero, en realidad, son fenómenos muy distintos aunque, sin duda, están relacionados entre sí. Mientras que la emoción es una respuesta individual interna que informa de las probabilidades de supervivencia que ofrece cada situación, el afecto es un proceso de interacción social entre dos organismos o más. Del uso que hacemos de la palabra afecto en la vida cotidiana, se puede inferir que el afecto es algo que puede darse a otro. Decimos que “damos afecto” o que “recibimos afecto”. Así, parece que el afecto debe ser algo que se puede proporcionar y recibir. Por el contrario, las emociones ni se dan ni se quitan, solo se experimentan en uno mismo. Las emociones describen y valoran el estado de bienestar (probabilidad de supervivencia) en el que nos encontramos. Solemos describir nuestro estado emocional por medio de expresiones como “me siento cansado” o “siento una gran alegría”, mientras que describimos los procesos afectivos como “me da cariño” o “le doy mucha seguridad”. En general, no decimos “me da emoción” o “me da sentimiento” y sí decimos “me da afecto”. Además, cuando utilizamos la palabra emoción en relación con otra persona, entonces decimos “fulanito me emociona” o “fulanito me produce tal o cual emoción”. En ambos casos, se alude básicamente a un proceso interno más que a una transmisión. Parece que una diferencia fundamental entre emoción y afecto es que la emoción es algo que se produce dentro del organismo, mientras que el afecto es algo que fluye y se traslada de una persona a otra. A diferencia de las emociones, el afecto es algo que puede almacenarse (acumularse). Utilizamos, por ejemplo, la expresión “cargar baterías” en vacaciones, para referirnos a la mejoría de nuestra PLAN LECTOR

disposición para atender a nuestros hijos, amigos, clientes, alumnos, compañeros, etc. Lo que significa que en determinadas circunstancias, almacenamos una mayor capacidad de afecto que podemos dar a los demás. Parece que el afecto es un fenómeno como la masa o la energía, que puede almacenarse y trasladarse. Por otra parte, nuestra experiencia nos enseña que dar afecto es algo que requiere esfuerzo. Cuidar, ayudar, comprender, etc., a otra persona no puede realizarse sin esfuerzo. A veces, no nos damos cuenta de este esfuerzo. Por ejemplo, la ilusión de una nueva relación no nos deja ver el esfuerzo que realizamos para agradar al otro y para proporcionarle bienestar. Pero, en la mayoría de los casos, todos experimentamos el esfuerzo más o menos intenso que realizamos para proporcionar bienestar al otro. Por ejemplo, cuidar a alguien que está enfermo requiere un esfuerzo y es una forma de proporcionar afecto. Tratar de comprender los problemas de otro es un esfuerzo y es otra forma de dar afecto. Tratar de agradar a otro, respetar su libertad, alegrarle con un regalo, etc., son acciones que requieren un esfuerzo y todas ellas son formas distintas de proporcionar afecto. Ahora bien, a pesar de las diferencias, el afecto está íntimamente ligado a las emociones, ya que pueden utilizarse términos semejantes para expresar una emoción o un afecto. Así decimos: “me siento muy seguro” (emoción) o bien “me da mucha seguridad” (afecto). Parece, pues, que designamos el afecto recibido por la emoción particular que nos produce. Por último, todos estamos de acuerdo en que el afecto es algo esencial en los humanos. No oiremos ninguna opinión que niegue la necesidad de afecto que todos los seres humanos tenemos. En este sentido, todos tenemos la sensación de que

la especie humana necesita una gran cantidad de afecto contrariamente a otras especies, como los gatos o las serpientes. Esta necesidad se acentúa al máximo en ciertas circunstancias, por ejemplo, en la infancia y en la enfermedad. En resumen, nuestro conocimiento del afecto nos permite señalar algunas características claras: •E  l afecto es algo que fluye entre las personas, algo que se da y se recibe. • Proporcionar afecto es algo que requiere esfuerzo. • El afecto es algo esencial para la especie humana, en especial en la niñez y en la enfermedad. Pero ahora nos queda por decir qué es ese algo al que llamamos afecto y que tiene, entre otras, las propiedades que hemos visto. Señales de afecto Hemos planteado que el afecto es una necesidad de todos los organismos sociales, ya que se refiere al trabajo que un organismo realiza en beneficio de otro. En la evolución de las especies sociales hacia grados más complejos de estructura social, aparecen nuevos comportamientos que tienen como función mantener la estructura social de la especie. En la especie humana aparecen normas, valores, rituales y señales afectivas cuya función es el mantenimiento de la estructura social del grupo. Las señales afectivas, en particular, se expresan en un amplio repertorio de conductas estereotipadas, genética y culturalmente, cuya función es garantizar la disponibilidad afectiva de quien las emite con respecto al receptor. La sonrisa, el saludo cordial, las señales de aceptación, las promesas de apoyo, etc., sirven para comprometer a quien las emite y constituyen una fuente de afecto potencial para el receptor. Tanto la Etología como la Antropología estudian profusamente este tipo de señales o comportamientos. PLAN LECTOR

Un organismo social no solo necesita el apoyo de sus congéneres en el presente, sino que, también, necesita tener alguna seguridad de que este apoyo se mantendrá en el futuro. La función de las señales afectivas reside en satisfacer esta necesidad. Cuando una persona sonríe a otra le está transmitiendo la confianza de que puede contar con ella en el futuro, que es y será reconocida como miembro de su grupo y que, por tanto, está dispuesta a proporcionarle afecto cuando lo pueda necesitar. El resultado es que la persona que recibe la sonrisa experimenta una emoción positiva. No obstante, el hecho de emitir señales afectivas no asegura, en todos los casos, una cesión futura de afecto, debido a que esto dependerá de la capacidad real de trabajo que pueda realizar el emisor. Esto explica cómo, en la práctica, personas que emiten señales afectivas (sonrisas, saludos, promesas, etc.) luego no pueden proporcionar la ayuda requerida ya que no disponen de la capacidad necesaria para realizar un trabajo. Esta divergencia entre intención afectiva y capacidad afectiva real causa frecuentes y variados conflictos en las relaciones humanas. Las señales afectivas son también un modo de incentivar la reciprocidad en el intercambio afectivo, puesto que su receptor experimenta una obligación para compensar el afecto (potencial) recibido. Si un organismo que realiza un trabajo en beneficio de otro, es decir, que proporciona afecto real al otro, no emite señales afectivas, corre el riesgo de no ser compensado por el otro. Así, no solo ayudamos a los demás sino que, además, hacemos que lo sepan para que los mecanismos sociales (genéticos y culturales) responsables de establecer un compromiso e intercambio recíproco actúen. En resumen, el afecto es la necesidad que tienen todos los organismos sociales de recibir ayuda y colaboración de sus congéneres para poder sobrevivir. El afecto se proporciona

mediante la realización de cualquier clase de trabajo (no remunerado en el caso humano) en beneficio de la supervivencia de otro individuo y, por tanto, es transferible y limitado. A medida que aumenta la complejidad social de las especies aparecen las señales afectivas, comportamientos estereotipados cuya finalidad es garantizar la cohesión y la reciprocidad en el intercambio afectivo del grupo. La economía del afecto, en las relaciones sociales humanas, es enormemente compleja y el conocimiento que hoy día tenemos es muy general y tosco. Esperemos que en los próximos decenios puedan cambiar significativamente las actitudes científicas hacia fenómenos tan fundamentales para la supervivencia humana como lo es el intercambio afectivo. M. P. González, E. Barrull, C. Pons y P. Marteles www.biopsychology.org

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Textos de apoyo Enuresis funcional La enuresis es la emisión no voluntaria de orina por el día o por la noche, a una edad en la que se espera que haya control al respecto, es decir, más allá de los 3-4 años. La enuresis puede ser: • Primaria: si el niño nunca ha conseguido controlar su pipí. • Secundaria: si, después de un periodo de control, no consigue volver a él. • Diurna • Nocturna • Mixta: en ambos momentos del día. Hay una serie de factores que pueden predisponer al niño a padecer este trastorno: • Algún problema físico: una vejiga pequeña o de musculatura débil. Esto lo primero que habría que averiguar. • Iniciar demasiado tarde el hábito del control del pipí; una vez pasada la edad óptima, alrededor de los 2 años, es más difícil. • Circunstancias críticas emocionalmente (factor psicológico): nacimiento de un nuevo hermanito... • Factor hereditario: es frecuente que alguien de la familia haya tenido el mismo problema; si es así, es conveniente explicárselo al niño para darle seguridad. • Un ciclo del sueño muy profundo que le impide recibir el aviso de “vejiga llena”. • Padecer algún otro trastorno al que la enuresis vaya asociado.

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Aunque suele mejorar espontáneamente con el paso del tiempo, es un tema que no debe ignorarse. El primer paso será determinar la causa del problema o el factor que lo haya desencadenado. Nunca se debe ridiculizar ni castigar a un niño por este hecho, ya que ello, muy al contrario de hacerle reaccionar, puede provocarle importantes problemas emocionales. En algunos casos, se utilizan tratamientos farmacológicos, pero suelen tener bastantes efectos secundarios, por lo cual no es muy aconsejable. Se aplican, asimismo, técnicas de aprendizaje al control, aparatos de alarma (pipi-stop)... según el caso. La maduración nerviosa es condición indispensable para que pueda lograrse dicho control: • Alrededor de los 18 meses, el niño puede anticipar la sensación de pipí y/o decir que está mojado. • Sobre los 2 años, se inicia el control: primero de día, y algo más tarde de noche. • Alrededor de los 4 años debe haberse logrado. No olvidemos que las edades son orientativas, pues todo depende de la maduración de cada niño. Web de Orientación Psicológica Infantil de Barcelona: http://www.psicologoinfantil.com

Textos de apoyo NO VER, NO OÍR Y NO HABLAR, como el protagonista de Las palabras mágicas Lo más representativo de Nikkô (Japón) es el Tôshôgu, lugar donde descansan los restos del famoso shôgun Tokugawa Ieyasu. En su honor se elaboró este templo sintoísta, según dicen el más barroco de Japón. Una de las visitas obligadas en el Tôshôgu son las graciosas estatuas de madera de tres monos, según dicen, sabios, que se tapan los oídos, los ojos y la boca respectivamente (como el “no ver, no oír y no hablar”: los monos no quieren hacer ninguna de las tres cosas). Hay una leyenda que dice que los monos eran espías de los dioses para enterarse de lo malo que hacían los hombres. De esta manera, si los monos hacen gestos tratando de imitar al hombre su condición de animal irracional lo hace libre de culpa.

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Actividades Acción y reacción Necesitas: • Un globo pequeño • Un sorbeto flexible • Cinta adhesiva • Un alfiler con cabeza • Un lápiz con borrador Montaje: Coloca el extremo más largo del sorbeto en la boca del globo. Si la boquilla del globo queda floja entonces sujétalo con cinta adhesiva. Pincha el sorbeto con el alfiler en la mitad y clávala en el borrador del lápiz. Infla el globo con cuidado de que no se despegue el sorbeto y deja escapar el aire. PLAN LECTOR

¿Qué está pasando? El gas sale rápidamente del globo en donde se encuentra a mayor presión, produciendo una reacción sobre el sorbeto y el globo, que hará que juntos giren en sentido contrario. Este es el mismo principio por el cual se elevan los cohetes.

Actividades Estática en movimiento Necesitas: • Un globo • Una lata vacía de aluminio Preparación previa: Infla el globo con aire y ata el final. Luego frota el globo contra su pelo limpio unas 10 veces. Ahora coloca la lata en el suelo y, sin tocarla con el globo, hazla moverse alejándose de ti. Si se te acaba la estática del globo, recárgalo frotando el pelo nuevamente.

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¿Qué está pasando? Al frotar el globo este se carga negativamente. Esta es una carga de energía electrostática. Al aproximarlo a la lata, esta distribuye sus cargas en ambos lados. Como es un cilindro, los lados están muy cerca y son curvos, por ello al repelerse las cargas iguales del globo y la lata, esta rota.

Actividades El peso del aire Necesitas: • Dos globos • Un gancho de ropa • Una percha para colgarlo • Hilo Montaje: Infla los globos y los sujetas al gancho con hilo. Cuelga el gancho y ajusta los globos en los extremos, hasta que esté nivelado. Ahora revienta uno de los globos y observa qué pasa con el gancho.

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¿Qué está pasando? El aire que contienen los globos pesa. Al quitar uno de ellos, la balanza se inclina hacia el otro.

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