Los bienes y la gente AMARTY A SEN *

Comercio Exterior, vol. 33, núm. 12, México, diciembre de 1983, pp. 111 5-1 123 Los bienes y la gente " La lucha por la existencia material ha termi

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Comercio Exterior, vol. 33, núm. 12, México, diciembre de 1983, pp. 111 5-1 123

Los bienes y la gente

" La lucha por la existencia material ha terminado. Se ha ven· cido. Ha pasado la necesidad de represión y disciplina. La lucha por la verdad y por esa indescriptible necesidad, la belleza, empieza ahora, sin que ninguna de las necesidades más bajas la obstaculice. "Nad ie necesita vivir menos o ser menos que su superior" . 1 1.

1NTRODUCCIÓN

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ientras que la necesidad de "vivir menos o ser menos que su superior", en cierto sentido puede haber terminado, aún existe el hecho trágico de que las vidas de la mayor parte de la población mundial están muy lejos de ese ideal. En contraste con la expectativa de vida de los países ricos a mediados de la década de los setenta, más de las dos terceras partes de los países de " bajo ingreso" tienen una expectativa de vida por debajo de los 50 años .2 La mayoría de la población mundial no tiene acceso a servicios médicos y hospitalarios regulares, o al agua potable. Los niveles de alfabetización son todavía escandalosamente bajos en la mayoría de los países de bajo ingreso. Incluso en los países ricos, las personas relativamente pobres tienen una vida limitada en muchos sentidos. 3 Una gran parte de la población del mundo no

1. Hugh MacDiarmid, poeta escocés, "Lament for Great Music", en Collected Poems, MacGibbon and Kee, Londres, 1967. 2. World Development Report 7982, tabla 21 . Los países de "bajo ingreso" se definen como aquellos que tienen un PNB de menos de 410 dólares. Véase también H. Singer y J. Ansari, Rich and Poor Countries, Allen and Unwin , Londres, 1977; ).P. Grant, Disparity Reduction Rates in Sociallndicators, Overseas Development Council, Washington, 1978, y M. D. Morris, Measuring the Conditions oftheWorld's Poor: The Physical Quality of Life lndex, Pergamon, Oxford, 1979. 3. Véase, por ejemplo, C. jencks, lnequality, Basic Books, Nueva York, 1972; A . B. Atkinson, The Economics of lnequality, Clarendon Press, Oxford, 1975; W. Beckerman, The lmpact of lncome Maintenance Program-

* " Drummond Professor" de economía política, Colegio All Souls, Universidad de Oxford. [Tradu cc ión proporcionada por la AlE, con pequeños cambios editoriales.]

AMARTY A SEN *

podrá escapar a la necesidad de "vivir menos o ser menos" -muchísimo menos- que sus superiores . Este trabajo está relacionado con algunos temas básicos para el análisis del desarrollo. La temática general de esta conferencia, "Cambio estructural, interdependencia económica y desarrollo mundial", sólo puede discutirse después de haber caracterizado co n claridad la naturaleza del proceso de desarrollo. En este trabajo se sostiene que el proceso de desarrollo económico se debe concebir como la expansión de las "capacidades" de lá gente. Este enfoque se centra en lo que la gente puede hacer y el desarrollo se ve como un proceso de emancipación de la obligada necesidad de "vivir menos o ser menos" . El enfoque de las capacidades se relaciona con aquellas caracterizaciones que conciben al desarrollo como: 7) la expansión de bienes y servicios, o 2) el aumento de la utilidad, o 3) la satisfacción de las necesidades básicas, aunque difiere fundamentalmente de ellos . Las tres secciones siguientes se dedican al análisis de diferencias y semejanzas. Otro tema básico se refiere a la comprensión del proceso de crecimiento económico y cambio estructural que permite ampliar las capacidades. Esto implica ocuparse de los "derechos" de la gente, entendidos como el dominio de las familias sobre conjuntos de bienes y servicios. En las secciones 5 y 6 tratamos estas cuestiones brevemente. Al estudiar este tema es también indispensable examinar el uso de los derechos y los factores que los rigen, por ejemplo, la distribución de bienes y servicios dentro de las fami lias y su utilización para generar capacidades. La conversión de derechos en capacidades origina muchos problemas económicos y sociales difíciles, algunos de los cuales se tratan en la sección 7. En la sección 8 se aborda el llamado "problema alimentario mundial", a la luz del enfoque de las capacidades, y se le relaciona con los derechos y la conversión. El trabajo termina con algunas conclusiones (sección 9). mes on Poverty in Four Developing Countries, Organización Internacional del Trabajo, Ginebra, 1979, y P. Townsend, Poverty in the United Kingdom, Penguin, Harmondsworth , 1979.

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2. BIE NES Y SERV ICIOS Y CAPACIDADES

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s frec uente que se defina el desa rro ll o eco nó mi co como la expansión de la disponibilidad de bienes y servicios de un país. El énfasis en el creci mi ento del PNB per cápita es un a versión muy simp le de la definición ge nera l. Sin embargo, en ell a hay algun as ve ntajas obvias. Po r ejemplo, es un buen antídoto co ntra la te ntac ió n de co nst ruir cast ill os en el aire, despreciando la relac ión entre bienes y servicios y prosperidad. Sin embargo, aunqu e los bi enes y servi cios son vali osos, no lo so n po r sí mi smos. Su va lor radi ca en lo qu e pu eden hacer por la gen te o más bien, lo qu e ésta pu ede hacer con ellos. 4 Debemos destacar es te im portante probl ema porque el "fetic hi smo de las mercancías" -pa ra usa r la ex pres ión de Marx- 5 es un fenómeno mu y exte ndido, y el hec ho de que el intercamb io de bi enes y servicios desempeñe un pape l importante en la soc iedad moderna ti end e a mantener ese fetichismo. Si las capac id ades de cada person a se relacionaran únicamente (y positivamente) con la di sponibilid ad nac iona l de bienes y se rvicios, qu izás no habría peligro en ce ntrar el análi sis en su oferta total. Pero este supuesto no es vál id o . No só lo ex iste el problema de la di stribu ción de la producció n naciona l entre familias e individu os, sino que tambi én la co nversión de bi enes y serv icios en capacid ades varía enormem ente co n ciertos parámetros, por ejemplo, edad, sexo, sa lud, relaciones soc iales, cl ase social , educación, ideología y o tros muchos factores interrel ac ionados. Tóm ese el caso de los alim entos y la nutrición . La nutrición de las personas no depende solamente de la disponibilid ad de alim entos per cá pita en la comunidad, sino tambi én de su distribuc ió n y de factores como: 1) edad y sexo (y si es mujer, si está embarazada o lactante); 2) nivel de metabolismo, estatura y peso; 3) actividad ; 4.l co ndic iones sa nitarias (incluyendo la presencia o no de parásitos intestin ales); 5) clima; 6) necesidades sociales de diversión y relac ion es comuna les (incluyendo el ofrecimiento y la aceptac ión de alim entos); 7) educación en general y en parti cular co noc imi ento de cuestion es alim entarias y sanitarias; 8) acceso a los se rvicios médicos y su uso, etc. La capacidad de una persona para estar bien alimentada no se puede relacionar directam ente co n la oferta nacional de alim entos ni , incluso, co n el acceso individual a el los. El objeto de este trabajo al tratar el " probl ema alimentario" es destaca r la importanc ia de ampl iar la posibiUdad de estar bien alim entado, así como otras capacidades relacionadas co n ella, como eliminar el hambre, disfrutar de los alimentos y de las relaciones socia les, etc. Sería un error considerar solamente el- tema de los alim entos. 4. A.K. Sen ex pone las razones para centrarse en las capacidades al analiza r el bienestar (véase " Personal Utilities and Public judgement: or Wh at's Wrong with Welfare Economics?", en Economic j ournal, núm. 89; "Equality of What?, en S. McMurrin (ed.), Tanner Lectures on Human Values, vol. 1, Cambridge University Press, Cambridge, 1980 (reimpreso en A. K. Sen, Choice, Welfare and Measurement, Blackwell, Oxford , y M IT Press, Cambridge, Mass.), y Commodity and Capabilities, Hennipman Lecture 1982, North Holland, Amsterdam (en prensa) . Este enfoque se puede enco ntrar por lo menos en Adam Smith y en Marx, como se ve. en A. K. Sen, " Poor, Relatively Speaking", en Oxford Economic Papers, núm. 35, y Comm odities and Capabilities, op. cit. S. K. Marx, Capital: A Critica/ Ana lysis of Capitalist Production, traducción de S. Moore y E. Aveling, editado por F. Engels, Sonnenschein, Londres, 1887.

El mi smo principio se ap li ca a las merca ncías en ge neral. El desa rroll o no co nsiste so lame nte en aum entar su oferta, sino en ac recenta r las capac idades de la gente. Lo primero es importa nte so lamente de un a forma in strum enta l y co ntin ge nte derivada de la impo rtacia real de lo último.

3. CAPAC IDADES Y UTILI DAD

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no se puede sent ir tentado a creer que el razo nami ento anterior debe co ndu cir a ce ntrarse en la utilidad como medida de va lor, que es lo qu e la econom ía tradicional del bienestar ti ende a hacer. Pero limitar nu estra atenc ión en la utilidad hace que se vea a la gente de forma muy limitada . La fel ic idad o la compl eta satisfacc ión de los deseos sólo representa un aspecto de la ex istencia hum ana. Se puede argüir que se valoran las capacidades porque so n un reflejo de la libertad , in cluyendo, entre otras, la li bertad de co nseguir la fel icidad . Es un a c uestión del dominio que la gente tien e sobre sus propias vidas para sustituir, como dijo Marx, "e l dominio de las circunstancias y el azar sobre los individuos por el dominio de los individuos sobre el aza r y las cin cu nstancias" 6 j o hn Rawl s7 ha dicho que los utilitaristas tienden a ver a la perso na como una ubicación de placer o deseo, un lugar en el que se da ese hecho valioso llamado "utilidad". Y esto no es suficiente. Por ejemplo, el hambre, la mu erte por inanición y la fa lta de alimentos son fenómenos socia les terribl es no sólo porqu e no produ ce n utilid ad. Hay en ellos un fracaso fundamenta l de la libertad. No juzgamos la gravedad de la situ ac ión por la cantid ad preci sa de in fe licidad causada ni po r la med ida mental de privación o fa lta de utilidad subjetivas . Es inevitab le que en un tem a tan importante como éste haya diferencias de enfoqu e. En este ensayo no me propongo aducir razones detalladas sobre por qué la base utilitarista de la economía del bienestar tradicional ti ene defectos fundamentales. Ya he tratado este tema más extensamente en otro lugar8 y no lo debatiré aquí. Pero hay un aspecto práctico relacionado con él que no se ha tratado mucho y que es esencial para evaluar y estim ar el desa rrollo y el cambio estructural. juzgar la importancia de un asunto por la medida mental de feli cidad o satisfacción de los deseos puede producir un sesgo profundo, ya que tales métricas mentales reflejan, a menudo, un compromiso derrotista con la dura realidad movido por la desesperanza . El ca mpesino in seguro, el peón ex6. K. Marx y F. Engels, " Th e Germ an ldeology". Traducción inglesa de Marx; véase D. Mclellan (ed.), Karl M arx: Selected Writings, O UP, Oxford University Press, Oxford, 1977, p. 190. 7. j . Rawls, A Th eory of}ustice, Harva rd University Press Cambridge, Mass., 1971. 8. Véase K. Sen, Collective Choice and Social Welfare, Holden-Day, San Francisco, y North Holland, Amsterdam, 1970; " Personal Utilities and Public judgment. . .", op cit.; " Utilitari sm and Welfarism", en }ournal of Philosophy, núm. 76, y " Rights and Agency", en Phi/osophya nd Public Affairs, núm. 11 . Véase también j. Rawls, op. cit. ; B. Wi lliarns, " A Critiqu e of Utilitarisrn", en J. Smart y B. Wi lliams, Utilitarianism: For and Aga inst, Ca mbridge University Press, Ca mbridge, 1973, y A. K. Sen y B. Willi arn s (eds.), Utilitarianism and beyond, Cambridge University Press, Cambridge, 1982. En defensa del enfoqu e basado en la utilidad, véase K. Ng., " Welfari sm: A Defense Aga inst Sen's Attack", en Economic journa/, núm . 91, y los trabajos de Have, Harsanyi y Mirrlees, en Sen y Williams (eds.), op. cit., así como, en la misma obra, la tesis antiuti litarista de Oasgupta, Elster, Hahn , Hammond, Hampshire, Rawl s, Sca lon, Taylor y otros.

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plotado y ca rente de tierras, el cri ado domést ico ca rgado de trabajo, el ama de casa esclav izada, pu ede n enfrentarse a su difícil situ ac ión en form a ta l qu e las qu ejas y el descontento qu eden sume rgid os bajo un a aceptac ión alegre ante la necesidad de un a supervivencia monóton a. 9 'Los mi serabl es sin espe ran za pierden el va lor de desear un trato mejor y apr.enden a obtener place r de pequ eñas co ncesion es. Las privac io nes aparecen sordas y mu das en la métrica de la utilidad . En estas situaciones el descontento y la falta de utilid ad, en lugar de ser resultados trágicos (como en un a va loración utilitari sta), habrían constituido una afirmación positiva de potencia lid ad creat iva. Pu esto que el desarrollo económico ti ene mucho qu e ver co n la rea lizac ión de cam bios estru cturales para vencer las desigualdades y ex plotaciones que ca racteri za n al mundo, nunca se exage rará demas iado la importanc ia de cuestion ar el método utilitarista de va lorac ión. La posibil id ad de co nseguir la felicidad es, desde lu egci, im portante en sí mi sma, y se puede consid erar como una de las mu c has capac id ades rel acionadas con el desa rrollo . La di sc repancia con el utilitari smo está en su insistenci a de qu e todo -incluyendo todas las otras capaci dades- se juzgue exclu sivamente por su utilidad. Así, el juicio sobre la importancia de cualquier cosa se identific a con la utilid ad asociada a ella. La eliminac ión del hambre, la pobreza, la desiguald ad, la explotación, el analfabetismo y otras privaciones se considera importante en sí mism a, sólo si y en la medida en qu e haya un incremento neto de la utilidad. Es esta visión estrecha basada en la utilidad de la economía del bienestar tradicional la qu e la hace inadec uada para eva luar la acción y las medid as políticas en general, y en el desa rrollo y el cambio estructural, en particular.

en " nutrición, salud, casa, agua, sanidad, ed ucación y otros bienes esencia les", lo relac io na directa mente co n un buen número de ca pac id ades impo rtantes. Pero también hay diferencias significativas . Primero, las "necesid ades bás icas" se defin en en términos de bienes y servicios (en pa labras de Streeten, "determin ados bienes y se rvi cios· necesa rios para co nseguir resultados ciertos"), 12 aunqu e la atenc ión se ce ntre eri la d iferencia en las merca ncías requeridas por distintas personas para satisfacer las mism as neces idades hum anas. A unqu e se reconozca el ca rácter con tin ge nte de ta l demanda , se sigue ce ntrand o el interés sobre los bienes y servicios. Empero, tal demand a a men udo pu ede no deri va rse de un conjunto específico de capac id ades, puesto que la relació n entre bi enes y capacid ades pu ede ser un a co rrespond encia de muchos a uno, co nsigui éndose las mi smas capacidades con más de un conjunto específi co de bienes y servicios (po r ejemp lo, diferentes co mbinaciones de alim entos y se rvicio s sa nitarios pueden producir el mi smo nivel de nutrición) . Opera r so bre el espaci o de los bienes en vez de hacer lo directamente sobre el de capac idad es supon e problemas ad icion ales. En segundo luga r, la demanda de bienes y se rvi cios para capacidades específi cas puede no ser un a decis ión independ iente de cada persona, debido a la interdepende nc ia soc ial. Por ejemplo, la habilid ad de apa rece r en públi co sin timidez 13 o la parti c ipación en la vida de la comunidad 14 dependen del consumo de otros. Esto no só lo ti ene co mo co nsecuenc ia que la privación absoluta de capacidades puede adoptar la forma de un a privación relativa en términos de bienes e ingresos, 15 sino que quizás no se puedan espec ifica r las necesid ades de bienes y se rvi cios.

4. CAPACIDADES Y NECESIDADES BÁS ICAS

1enfoqu e de las " necesidades básicas", 10 que ha desempeñado un pé\pel importante en la literatura reci ente sobre desarrollo económico, tiene alguna simil itud con el de las capacidades. Como ha se ñalado Paul Streeten, "el co ncepto de necesid ades básicas nos recuerd a qu e el objetivo del desarrol lo es proveer a todos los se res hu manos de la oportunidad de una v.ida plena" .11 Esto supon e rec haza r tanto la eco nomía del bienestar basada en la utilid ad como el cá lculo del crec imi ento basado en la d isponibilidad de bienes y servicios. El enfoque de las necesidades básicas y el de las ca pacid ades comparte ese rec hazo. M ás específicamente, el énfasis puesto por,el enfoque de las neces i dad~s básicas

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9. Véase A.K. Sen, "Fa mily and Food: Sex-Bias in Poverty", en P. Bardh an y T.N. Srini vasa n (eds .), Rural Poverty in South Asia (en prensa); A.K. Sen, " Food Battles: Conflicts in the Access to Food", Coromandel Lecture, 12 de diciembre de 1982; reimpreso en Mainstream, 8 de enero de 1983, y j . Elster, " Th e Sour Grapes" , en Sen y Willi ams (eds.), op . cit. 1O. Para distintas form as de ca racterizar las necesidades básicas, véase Mahbub ul Haq . Th e Poverty Curtain , Colum bia University Press, Nueva York, 1976; A.O . Herrera et al., Catastrophe or New Society? A Latin American World Model, IDRC, Otawa, 1976; OIT, Emp loyment, Crowth and Basic Needs: A One-World Problem, Ginebra, 1976; D. Ghai,AR. Kahn , E. Lee y T.A. Alfthan, The Basic Needs,Approach to Deve /opment, OIT, Ginebra, 1977; K. Griffin, lnternationallnequality and National Poverty, Macmi llan, 1978; P. Streete n y S. Burki, "Basic Needs: So me lssues", en World Development, núm . 6; G. Chichilnisky, " Basic Needs and Globa l Models: Resources, Trade and Distribution" , en A ltern atives VI, y P. Stretten, co n S.j. Burki Mahbub ul Haq, N. Hicks y F. Stewart, First Things First: Meeting Basic Needs in Developing Countries, Oxford University Press, Nueva York, 1981. 11. P. Streeten, First Things First . . ., op. cit., p. 21.

En tercer lu gar, las neces id ades básicas se " interpretan en términos de un mínimo de ca ntid ades específicas" de bienes y servicios co ncretos y la estru ctura implíc ita es la de alca nza r un nivel mínimo de capacidades. 16 El enfoqu e de capac id ades, por el co ntrario, no se limita a este uso sino que puede utilizarse para juzga r la " ventaj a" individual a cualqui er nivel. 17 ' En este se ntido, el enfoq ue de las necesidades bás icas supon e que se dé un a aplicac ión parti cul ar de la est ru ctura del enfoq ue de las capacidades. Este último enfoq ue se pu ede aplicar para juzgar ventajas y privacion es, tanto en los países ri cos co mo en los pobres, 18 así como para otros objetivos, como juzga r la extensión rea l de la desigua ldad. 19 En cuarto lu ga r, el co ncepto de "necesidades básicas" es m·ás pasivo que el de "capacidad", y se pu ede argumentar qu e la perspectiva de una libertad positiva se relacion a de una forma natural 12. /bid. 13. Véase Adam Sm ith , An lnquiry into the Na ture and Ca uses of the Wea lth of Na tiom, 1 776 . 14. P. Townsend, op. cit.

1S. Véase A. K. Sen, "Poor, Re latively Speaking" , op. cit. 16 . Véase P. Streeten, First . .. , op. cit., pp. 25-26 . 17. Esto se puede hacer por medio de comparaciones vectoriales (para

obtener un orden parcial) o por ponderación o índi ces (lo que da un orden más completo) . Los problemas técnicos subyace ntes, así como los empíricos, se tratan en A. K. Sen, Bienes y servicios y capacidades, Hennipm an Lecture (en prensa). 18. A.K. Se n, " Poor, Relatively Speaking", op. cit. 19. A.K. Sen, "Equality of What"?, op. cit.

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con las capacidades de una persona (¿qué puede hacer?), más que con la plena satisfacción de sus necesidades (¿qué se puede hacer por una persona?). Mientras que la perspectiva de la plena satisfacción de las necesidades tiene algunas ventajas obvias en el caso de seres dependientes (por ejemplo, los niños) , para los adultos responsab les la de las capacidades puede ser más adecuada para ver lo que supone y relacionarla con el tema de la libertad . Esta distinción es realmente un problema de perspectiva y énfasis pero puede tener cierta importancia al analizar los objetivos generales del desarrollo. Las controversias sobre el enfoque de las necesidades básicas han estado más relacionadas con aspectos estratégicos que fundamentales. Se ha argumentado, por ejemplo, que concentrarse en las necesidades básicas puede ser un obstáculo para construir una base material sólida de prosperidad económica. Empero, la prosperidad económica no se desea por sí misma, sino por las capacidades futuras, que pueden no conseguirse en caso de que no exista expansión económica. Así, el debate puede enfocarse como el conflicto entre aumentar las capacidades en este mismo momento (cubriendo las necesidades básicas), o una expansión a largo plazo (mediante la prosperidad económica). Analizado así, el debate puede presentarse bajo su forma tradicional -familiar en la literatura sobre planificación-, 20 (capacidades ahora frente a una mayor expansión de capacidades en el futuro). Aunque el concepto valor no sea aquí el tradicional de utilidad (utilidad ahora frente a más utilidad en el futuro), como el que frecuentemente ocurre en la teoría. Otra crítica al enfoque de las necesidades básicas surge de la preocupación de que, al concentrarse simplemente en la demanda mínima, se podría debilitar la oposición a la desigualdad en general. " Necesidades mínimas, no más" , es una caricatura conocida -e injusta-. Pero si se considera el enfoque de las necesidades básicas como una simple aplicación del de las capacidades, quedaría claro que otros aspectos relacionados con estas últimas (incluyendo la igualdad de capacidades) 21 no están influidos por una atención especial en las necesidades básicas en una cierta fase del desarrollo. Es necesario sacar el enfoque de las necesidades básicas del estrecho compartimiento en que parece haberse confinado. Esto se conseguirá viéndolo como parte del enfoque de las capacidades, con el que está relacionado desde el punto de vista de la motivación. Todos los restantes aspectos (eficiencia, igualdad, etc.) pueden considerarse surgidos del enfoque de las capac idades. 22 (La contribución de ese enfoque es, sobre todo, hacer que la métrica de la ventaja y el logro eviten el fetichismo de centrarse en los bienes y en el subjetivismo de la utilidad más que llevar a una concentración indebida en lo mínimo o lo inmediato.) El enfoque de las necesidades básicas no aparecería incompleto y causante de posibles errores si se incluyera en uno más general y si tuviese un impacto en la formulación de medidas concretas. 20. Véase S. Chakravarty, Capital and Oevelopment Planning, MIT Press, Cambridge, Mass ., 1969; G.M. Heal, The Theory of Economic Planning, North Holland, Amsterdam, 1973, y P. Dasgupta, The Control of Resources, Blackwell, Oxford, 1982. 21. Véase A.S. Sen, "Equality of What?", op. cit. 22. Esto incluye problemas de incentivos y conflictos entre eficiencia e igualdad. La verdadera importancia de estos conflictos es un problema empírico importante y complejo al que hay que enfrentarse tanto co n el enfoque de las capacidades como con otros más tradicionales.

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S. DERECHOS, ESCASEZ DE ALIME NTOS Y HAMBRE

as capacidades de las personas dependen, entre otras cosas, del conjunto de bienes que pueden dominar. En todas las sociedades existen reglas que determinan quién tiene el uso de qué y la gente persigue sus respectivos objetivos sometidos a esas reglas. Por ejemplo, en una economía de prosperidad privada, el uso depende de la propiedad y el interca mbio. El conjunto de bienes entre los que una persona puede elegir un subconjunto se llama "s us derechos" 23

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Para verlo con más claridad, supongamos que un a persona posee en un principio 20 unidades del bien 1 y 30 unidades del bien 2. Esto se puede llamar su vector de dotación. Puede quedarse co n esos bienes si así lo decid e, pero también los puede cambiar mediante el come rcio o la producción. Cualquier otro conjunto de bienes que no costara más que el precio de mercado de 20 unid ades del bien 1 y 30 unidades del 2, se incluye en sus derechos. De tal modo, se incluye cualquier otro conjunto dentro de los límites del presupuesto. Y lo mismo los que puede adquirir mediante la producción ("intercambio con la naturaleza"), o una mezcla de producción y comercio. Las posibilidades de comercio y producción se recogen en un "mapa de los derechos de intercambio", donde se especifican todas las dotaciones, todos los distintos conjuntos de bienes sobre los que tiene dominio (por ejemplo, a través del comercio o la producción) . El vector de dotación y el mapa de los derechos de intercambio determinan el derecho total de una persona, representando la oportunidad real de adquirir conjuntos de bienes en su situación particular. Estos derechos incluyen también lo que esa persona puede obtener mediante reclamaciones al Estado, por ejemplo el derecho al seguro de paro (si no encuentra trabajo) o el subsidio social (si sus ingresos están por debajo de ciertas cifras mínimas). En muchas economías estos derechos son lo suficientemente importantes como para dar un alto nivel de seguridad, pero en otras son mínimos o no existen. En situaciones difíciles, una depresión, por ejemplo, su existencia podría ser vital para la supervivencia. El enfoque de los derechos relaciona el dominio real sobre bienes y servicios de una persona o familia con las reglas de los mismos en ese sistema y la posición re al de la persona o familia en el sistema (por ejemplo: la propiedad o dotación iniciales) . Esta forma de enfocar el problema contrasta con otras que evitan la cuestión del dominio, dando por hec ho de una manera general la disponibilidad de los bienes para su distribución entre la población. Esto último incluye teorías (como la malthusiana sobre la población) que se concentran en la producción media alimentaria per cápita como el indicador clave determinante de la escasez de alimentos y otros desastres, 24 así como las que reconocen explícitamente desigualdades en la distribución y no estudian las 23. El concepto de derechos se ha visto con más detalle y utilizado en análisis por A. K. Sen, "Starvation and Exchange Entitlement: A General Approach and lts Application to the Great Bengal Famine", en Cambridge journal of Economics, núm. 1, 1977, y en Poverty and Fa mines: An Essay on Entitlement and Oeprivation, Clarendon Press, Oxford, 1981. Véase también K.j. Arrow, "Why People go Hungry", en New York Review of Books, núm. 29, Nueva York, 15 de julio de 1982. 24. T.R. Malthus, Essay on the Principie of Population, Londres, 1798. Sin embargo, véase tambi én de Malthus, An lnvestigation of the Cause of the Present High Price of Provisions, 1800, donde apa rece, aunque en forma rudimentaria, un esquema de sistema de derechos; sobre ello, véase A. K. Sen, Poverty and Famines . .. , op. cit.

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ca usas de tales desigualdades. Puesto que se sa be qu e estas desiguald ades ca mbi an drásticamente en períodos breves (y no só lo a largo plazo) se impone la necesidad de rea li za r un análisis ca usa l del tipo qu e requi ere el enfoqu e de los derechos. Que un a persona sea capaz de ejercer dominio sob re la ca ntidad sufi ciente de alim entos para no morir de hambre depende de la natural eza del sistema de derechos que opere en la economía en cuestión y en la propia posición de la persona en esa sociedad . Si reflex ionamos sobre esto vemos qu e es algo co mpl etamente obvio, pero millon es de personas han mu erto a ca usa de posiciones qu e ignoran el enfoqu e de los derechos y se co nce ntran en ca mbio en va ri ables tales como la oferta de alimentos por unidad de población. In clu so cuand o la proporción tot al de alim entos para la población es alta, determin ados grupos pueden morir por su falta de habilid ad para ejerce r dominio sob re un a ca ntid ad suficiente de alim entos. Ver el prob lema alim entario como en el enfoqu e malthu siano, en términos de la producción alimentaria o la ofert a per cápita, puede se r un erro r mortal, literalm ente hab lando. Para ilu st rar este punto, haré un as breves refe rencias a algunas expe ri encias co nc retas de hambre y escasez de alim entos en el mundo moderno, basadas en casos estudiados co n detalle, que he tratado en otro lu ga r.25 7) En la Gran Escasez de Bengala (1943), cuando muri eron alrededo r de tres mill o nes de personas, la disponibilidad de alimentos por unid ad de población no era espec ialm ente baja; de hec ho era 1% más alta que en 1941, cuando no se dio ese problema. Las víctimas (trabajadores rurales sin ti erra, pescadores) sufrieron un a ca ída drásti ca de sus derechos de mercado debid o a que sus sa lari os e ingresos en dinero fueron insu ficientes frente a un alza de precios de los alim entos ocasionada por un a infl ación de demanda en un auge eco nómi co bélico. La expa nsión urbana se satisfi zo mediante rac ion am iento de alim entos a precios co ntrolados, aisland o de esa manera a los compradores urbanos del alza de los precios de los alim entos del resto de la eco nomía. 26 2) Durante la hamb run a en Wollo, Etiopía (1973), la disponibilid ad de alim entos per cápita era en ge neral norm al. Aunque la producción en Wollo fue mu cho más baj a a causa de una sequía, no se ll eva ron alimentos de otras partes del país e incluso 25. Sobre aspectos relacion ados co n esto, véase S. Aziz (ed.), " Th e Fight Against World Hunge r", número especial de Development, núm. 4, 1982; S. Aziz (ed .), Hunger, Politics and Markets: Th e Rea l/ssues in the Food Crisis, New York University Press, Nueva YorK, 1975; L. Taylor, " Th e Misconstrued Crisis: Lester Brown and World Food", en World Oeve lopment, núm. 3, 1975; M. Lipton, Why Poor People Stay Poor, Temple Smith , Lo ndres, 1977; K. Griffin, lntern ationalln eq uality . .. , op. cit.; R. Sin ha y A.G. Drabek (eds.), Th e World Food Problem : Consensus and Conflict, Pergamon, Oxfo rd , 1978; A. Ghose, Short Term Changes in Income Distribution in Poor Agrarian Economies, O IT, G inebra, 1979; K. Parikh y F. Rabar (eds.) Food forAl! in a Sustainable World, II ASA, Laxenberg, 1981; E. Oughton, " The Maharashtra Drought of 1970-73: An Analysis of Scarcity", en Oxford Bulletin of Economics and Statistics, núm . 44, 1982, y T.N. Srini vasa n, "H un ger: Defining lt, Estimating lts Global lncidence and A lleviatin g lt", en D. Gale j ohn so n y E. Schuh (eds.), Role of Markets in th e World Food Economy (en prensa). 26. Véase A. K. Sen, Poverty and Famines . .. , op. cit., cap. 6. Además, hubo otro s factores, por ejemplo un importante aumento en los precios del arroz causado por la especul ación de un os cuantos comerc ian tes y un a política absolutamente inepta del Gobierno, que co ntribu yó a aum entar el pánico más que a tranquilizar los ánimos.

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algunos se saca ron de Wollo, lo que produjo una gran escasez con precios estables, ya que la capacidad de la población de Wollo pa ra comp rar alim entos había caído con la producción agraria. 27 3) En Harerghe, Etiopía, en 1974, el grupo m ás afectado fu e el de los pastores, quienes no solamente perdieron sus animales por la sequía, sino por, lo qu e es c uantitativamente más importante, el ca mbio en los precios relativos de anim ales y productos derivados respecto a los cereales. Esto los obligó a vender sus hatos para co mprar granos, que en co ndi cion es norm ales eran calorías baratas .

El meca nismo de mercado desempeñó en este caso un papel destructivo: la ca íd a general del ingreso (en la agricultura y en la ganadería) provocó qu e los co nsumidores de productos animales más ri cos los sustituyeran por ce rea les básicos, elevando as í los precios relati vos de estos últimos.28 4) En Bangladesh, en 1974, la disponibilidad de alimentos per cáp ita era la más alta del período 1971-1975. Las inundaciones de ese año redujeron la producció n que se cosec haría pero antes provocaron una pérdid a de empleo qu e afectó a los trabajadores rurales y redujo de inmedi ato sus derechos en el mercado . Estos últimos también di sminuyeron por un alza en el precio del arroz deb ido a presiones infl acionari as generalizadas. 2 9

Los casos de hambrunas mu estran dramáti ca mente la importanci a de las variaciones de los derechos en cuestiones de vida y mu erte -un papel que no puede adjudicarse a variables como el índice de disponibilidad de alimentos o la producción per cápita. La releva nc ia de los derechos es muc ho más amplia de lo que se puede deducir d e estos ejemplos. Verbigrac ia, al determinar las causas de la desnutric ión endémica de mu c has economías en desarrollo, como la India, el sistema de derechos es de gran ayuda para analizar la form a en qu e mu chos grupos laborales no son capaces de dominar un a ca ntidad suficiente de alimentos. Otro ejemplo es el de los trabajadores sin tierra cuyo único recurso digno de tal nombre es su fuerza de trabajo, y su situación depend e de form a importantísima del funcionamiento del mercado de trabajo . En ca mbio, para los pequeños propietarios (medieros) , existe también el problema del derecho a cultivar la tierra en cues27 . Véase A. K. Sen, Poverty and Famines . .. , op.cit., ca p. 7. También en otros casos se ha o bserva do un "movimiento con trarrestador", es decir, un a sa lida de alimento s de las áreas deprimidas, por ejemplo en lo s casos de Irland a en 1840 y de Bangladesh en 1974 . En ello s la demand a efectiva se reduce más que la oferta de alimentos (véase A. K. Sen, Poverty and Famines . .. , op. cit., pp. 160-162). 28. Véase A.K. Sen, Poverty and Famines . .. , op. cit., cap. 7. El desarrollo de un a agri cultura co mercial de mercado co ntribuyó también a este descenso, afectando la disponibilidad de buenas ti erras que los pastores pudieran utili za r. 29 . Véase A. K. Sen, ibid. , cap . 9. Tambien M. Alamgir, Famine in South Asia- Political Economy of M ass Starvation in Bangladesh, Oelgeschlager, G unn and Hain , Mass., 1980, N. Islam, Oevelopment Planning in Bangladesh: A Study in Political Economy, Hurst, Londres, 1977. Otra medida negati va fu e la decisión del Gobierno de Estados Unidos de suspender la ayud a alimentari a a Ba ngladesh (por sus relac ion es co mercial es co n Cuba) precisamente cua nd o era más necesa ri a (se cor ría el peligro de hambre y los inventarios en el sistema de distribución pública eran muy bajos; véase al respecto D.F. McHenry y K. Bird, "Food Bungle in Bangladesh", en Foreign Policy, núm . 17, verano de 1977, y R.Sobhan, "Politics of Food and Fa mine in Bangladesh", en Economic and Political Weekly, núm . 14, 1979) . En co nsec uencia, la ayud a pública, med iante la c reac ión de derec hos co ntra el Estado, se retrasó.

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los bienes y la gente

tió n y la esenc ia de sus derec hos depende del status lega l y prácti co de tal derec ho y de las c ircun stancias eco nóm icas vige ntes.

sa nitari os, medic in a, ed ucac ió n, etc ., en distintos países pobres, hay que ap li car en mayo r medi da el enfoque de los derec hos. 31

No es ésta la ocas ión pa ra entrar en deta ll es sob re el func ionami ento de los sistemas de derec hos, pero es fác il ver la impo rtancia de su análi sis ta nto en el co ntexto de fa llas no frecue ntes (po r ejemp lo, la escasez de alim entos) como en el de prob lemas más frec uentes (desnutric ió n endé mi ca). En nin gun o de los dos ca sos se pu ede obtener un a idea ve rdadera de la cantidad de alimentos (u otros bienes y servic ios) disponi bles para determ in ados grupos labo rales co nsid erand o só lo la ex iste ncia de alim entos (o de otros bi enes y se rvic ios), qu e es un a de las mu c has influ encias qu e afectan , fund amentalm ente a través de los prec ios relati vos, a los derec hos de los di stintos gru pos.

Este problema quizás no sea muy serio pa ra los derechos sobre los alimentos pero sí pa ra la capacidad de esta r bien alim entado,

6. INGRESO Y DERECH OS

uesto que los alimentos se compran y se vende n en el mercado de form a direqa y en ellos gastan gran parte de sus ingresos los económica mente más débil es, podría ser interesa nte ver los derec hos a los alim entos desde ese pun to de vista. En los últim os años se ha reconocido qu e el hambre se debe más a la in sufic iencia de ingresos qu e a la escasez de alim entos. Esta fo rm a bastante simpl e de ver el problema de los derec hos es incompl eta pu esto qu e esos ingresos hay qu e ga narl os . Po r lo tanto, hab ría qu e estudi ar las ca usas de la inca pac id ad de ga nar lo suficiente, in vesti ga r las do tac ion es (incluyendo la fu erza de trabajo) y la posibilid ad de interca mbio (in cl uyend o emple9 y sa lari o). Sin embargo, el nivel de in greso es un a va ri able clave para comprende r el derec ho a los alim entos y puede co nsid erarse as í sin perd er la esenc ia de un enfoqu e más co mpleto .

que es -como se trató anterio rme nte- la preocupac ió n rea l cuando un o se interesa en los derec hos sob re los alim entos. La capac idad de estar bien alim entado depende, ent re otras cosas, de la sa lu d (po r ejem plo, la prese ncia o no de enfe rm edades parasita ri as in testin ales) 32 y tam bién de la ed ucac ió n y de los conoc imi entos so bre nutrició n. Los derec hos a la sa ni dad y a la edu cac ió n no se ca lcul an bien med iante ín d ices totales de ingreso rea l. Po r tanto, cuand o se trata de la capacidad de esta r bi en alimentado, el ingreso deja de ser un pa rámetro adec uado y además del derec ho a los alim entos hay qu e co nsid erar el de los bienes y servicios complementarios. Es importa nte reco rd ar esto al aplaudir el reco noc im iento de la inc ide ncia de l ingreso en el hambre.

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El poder del ingreso depend e, naturalmente, de los prec ios y por tanto tenemos qu e consid erar la noc ió n de " in greso rea l", corregid a po r los prec ios. El ingreso rea l es un 'índi ce po nd erado y depend e en gran medid a de qu é ponde raciones se elij an. A l considerar el do minio sobre los alim entos en situac ion es difícil es se ría apropi ado ace ntu ar la po nderación de los alim entos y en algunos contextos se ría útil hacer una estim ac ió n directa de la magnitud de ese dominio si se gastase todo el in greso en ellos. 30 Pu esto que la incidencia del gasto en alimentac ió n es siempre muy alta en el presupu esto de los pobres en los países en desa rro ll o, el tema de la po nderac ió n no es tan co mplejo al con sidera r específicam ente el derec ho a los alim entos en ellos. Sin embargo, para otros bienes y servicios (educación, servicios sanitarios, transporte) el ingreso rea l puede resultar una form a di stante de ve r el tema de los derec hos. El gasto en estos bi enes y servicios pu ede no constituir una parte importante del presupu esto total, por lo qu e su peso en el índi ce de precios será relativamente pequ eño . Un ca mbio en el precio o di sponibilidad de estos bi enes y se rvi c ios quizás no se refl eje mu c ho en el índi ce de l in greso rea l. Aún más, la ex istenc ia de restri cc iones en la ca ntid ad hace poco claro el enfoqu e del ingreso . Si no hay hospital ni esc uela en las ce rca nías -o si su capacid ad es mu y limitada- el in greso del posi bl e usuari o quizás no nos diga si pu ede o no utili za r los servic ios. En estos casos, hay qu e estudiar los derec hos de una manera más elaborada. La form a más rápid a, basada en el ingreso, puede aclararno s poco sobre lo que la ge nte puede o no adq uirir. A l examin ar las tremend as diferenc ias en el acceso a los se rvicios 30 . Véase A .K. Sen, ibid., pp. 63-70, 104- 111 y 145- 150.

7. DI STRI BUC IÓN DENTRO D E LA FAM ILI A Y CAPAC IDADES

a capac idad de ali me ntarse, co mo se dij o en la secc ió n anteri o r, no es sól o un problema de derec hos sob re los alim entos, sino qu e depend e ta m bién de otros bienes y serv icios, como los sanitarios, médicos y edu cati vos. De hec ho, incl uso cuando se han co nside rado todos estos fac to res, qu edan todavía otras raz ones de ca mbi o en la ca pac idad de alim entarse, como vimos en la secc ión 2.

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Una es la di stribu ció n de los alim entos y otro s bi enes d entro de la famili a. Mi entras hemos hablado de los derec hos de las personas, los procedimi entos usuales de p rodu cc ió n e interca mbi o só lo se aplica n a las familias, siend o otros los qu e determin an la di stribuci ón dentro de la familia.33 Hay que tras ladar los derec hos de las famili as al co nsum o rea l de los miembros d e ell a. H ay info rm ac ió n qu e mu estra qu e en los pa íses pobres de d istintas partes 'd el mund o hay un a di stribu ció n muy des igual de alim entos dentro de la familia. 34 A l estudi ar este probl ema surge la dific ultad de qu e la relac ión entre consum o de alim entos y ca pac id ad de alimentarse bien ca mbia co n la edad , el sexo, el nivel de acti vid ad, el embarazo, la lac tanc ia y otras vari ables. Po r ejem pl o, no se co nsid era co mo evidencia de discri m inación sexual la menor ca ntidad de alimentos qu e la mujer consume e ~ comparac ió n con el hombre, argum entand o qu e éste necesita más ca lo rías . Sin embargo, los ll amados req uerimi entos de ca lo rías que el Comité de Expertos de la FAo3 5 estab lec ió son muy arbitrarios, tanto po r su metodol og ía ge neral (a l só lo co nsid erar el peso, la estatura y la acti vid ad) como po r 31. Véase A.K. Sen, " Poo r, Relati ve ly Speak in g", op. cit. 32. Véase, por ejempl o, N .S. Scrim shaw, "Effect of lnfecti on o n N utri ent Requirements", en Am erica n }ourna/ of Clinical Nutrition, nú m. 30,

1977. 33. La teo ría de qu e las transnac io nales fu era del mercado p ueden co nsid erarse com o si fueran d e mercado no es m uy co nvin ce nte ni desde el punto de vista teó ri co ni del práctico, aunqu e haya sido útil en algun os aspectos co ncretos (véase G. Becke r, A Treatise on the Family, H arva rd Uni ve rsity Press, Ca mbrid ge, M ass., 198 1 ). 34. Véa nse, po r ejem p lo, los trabajos de A. P. den H artog, " Unequ al Di st ri bution of Food w ith in th e Ho use ho ld ", en FAO News letter, vo l. 1O, núm . 10, oct ubre-d iciem bre de 1973, y de S. Shofi eld , Village N utrition Studies: An Annotated Bibliography, IDS, Bri ghton, University of Sussex,

1975. 35. Véase FAO/WHO Expert Com mittee, Energy and Protein Requirements, FAO, Ro m a, 1973.

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la manera en q ue se especifican los niveles de activid ad (especialm ente al subestima r la energía empl eada en el trabajo del hoga r) .3 6 Por lo tanto, qu e el menor co nsumo de alim entos de las mujeres apa rezca compensado por menores " requerimi entos" no es una demostración defin itiva de la ause ncia de sesgos antife menin os en la di stribu ció n fa mili ar, como a veces se sosti ene. En efecto, como se dijo al discutir el enfoque de las " necesidades bás icas" (secc ión 4), la idea de que se req ui eren determinados bienes y servi cios pa ra sati sfacer determinadas capacidades es in sosten ible. H ay "equilibrios múltiples" de energía y trabajo, así como variaciones de unas personas a otras .3 7 Hay correspondenc ias de " mu c hos a uno" entre bi enes y serv icios (alimentos, sa lu d, ed ucac ión, etc. ) y los niveles de nutrición. Simplemente establecer req uerimi entos es menos científico de lo que parece y a veces ha ayud ado a ju stifica r sesgos sistemáticos en el tratamiento de grupos di stintos, como hombres y mujeres. A l juzga r el bienestar de los d istintos grupos y el papel que desempeñan en la sociedad, sería más sensato observa r directamente los logros más que el co nsumo de al im entos. Por ejemplo, es más sensato buscar signos médicos de desnutrición y morbilidad y mortali dad causadas por desnutrición que estimar prim ero la ca ntid ad de alim entos consumidos por un a persona y lu ego ver su relac ión co n supuestos requ erimi entos. En cuanto al enfoqu e de las capacid ades, lo correcto es observar la morbilid ad o la desnutrición , puesto que nuestro último objetivo no es saber cuánto come una perso na, sin o su capac idad pa ra nutrirse. Pueden hacerse, sin embargo, dos objec iones. Primero, puede resultar difíci l medir las capacidades y se pu ede argüir qu e no so n tan d irectas como las ca ntid ades de alim entos. Ésta es, hasta cie rto punto, una objeción seria . Sin embargo, también lo son los problemas qu e surgen al observar quién come cuánto. Para conseguir los datos exactos sobre la ca ntidad de ca lorías y otros nutrientes que consume cada miembro de la famili a, sería necesa rio no solamente saber cuá nto come cada uno en una comida fami liar, sino ponderar exactamente todos los compo nentes consumidos por cada uno. Es difícil afirmar qu e tal interfe rencia no afecte los hábitos alim entarios . Quizá sea relativamente más fácil establecer las características nutricionales y los datos de enferm edad y mortalidad .3 8 La segunda objeción sería que observar tales características no nos diga mucho quizá sobre la desigual distribución de alimentos. Esto es cierto, pero dado que el interés final del consumo de alimentos se basa en sus efectos sobre la nutrición y sus consecuen36 . Véase, entre otros, L. C. Chen, E. Huq y D'Souza, " A Study of SexBiased Behaviour in the lntra-Family Allocation of Food and th e Utilization of Hea lth Care Servi ces in Rural Bangladesh" , Harvard School of Public Hea lth, 1980, y A.K. Sen, "Public Action and th e Quality of Life in Developing Countries", en Oxford Bulletin of Economics and Sta tistics, núm. 43 , 1981. 37. Véase P.V. Sukhatme, Nutrition and Poverty, lndian Agricultura! Research lnstitute, Nueva Delhi, 1977; S. Davidson, R. Passmore, j.F. Brock y A.S. Tru swell, Human Nutrition and Dietetics, Churchill Li vingstone, Ed imburgo, 1979, y T.N. Srinivasan, op. cit. 38. Se debería destacar que la valoración de capacidades, que representa un conjunto de posibilidades, no es idéntica a la valoración del uso real de las capacidades, reflejado en un resultado concreto . El problema puede ser menos difícil cuando se qu ieren evitar serios problemas de desnutrición o alto nivel de enferm edades o de mortalidad. Sobre este problema general, véase A.K. Sen, Commodities and Capa bilities, op. cit.

cías, la pérdid a pu ede se r pequeña. 39 La esencia de l enfoqu e de las ca pacid ades es ver el co nsumo de bi enes y se rvi cios simplemente como un med io de generar ca pacid ades y si podemos conoce r éstas y cómo se utiliza n, no lamentaremos la falta de una info rm ac ión detall ada sob re dicho co nsumo. Debe ríamos aceptar qu e al tratarse de ca pac id ades menos eleme ntales que la posibi lid ad de alim entarse bien , los prob lemas pu eden ser más serios . A veces puede ser más fácil observar los in sumas de bi enes y servic ios que las capacidades y su utilizac ión y pu ede resu ltar práctico utili za r datos ajustados de bienes y se rvicios como indicadores de las capac idades. 40 Pero esto es simplemente un aspecto táctico y nu estro interés sigue rad icando en las ca pacidades. Inc lu so en estos casos podría usa rse el co nsumo de bi enes y se rvi cios como un in d icado r ad ec uado de las ca pac idades. La importanc ia de los derechos radica en su papel para determin ar las ca pacidades. Concentrarse casi exclu sivam ente en los derec hos puede se r vital desde el punto de vista de las medidas a tomar y sobre todo en casos de problemas como las hambrun as. Por otro lado, es muy importa nte reco rd ar que los derec hos constituyen sólo una parte del tema al tratar prob lemas menos extremos, como la desnutrición end émica y el alto nivel de morbilid ad y mo rtalidad. Es algo que merece, sin duda, una seria atención , especialmente al adoptarse medidas sobre reforma agrari a, política de empleo, seguridad social, alimentos para program as de trabajo, etc. Sin embargo, en un ataque más integral co ntra las privaciones (y contra la forzada necesid ad de " vivir menos o se r menos" que lo que la sociedad puede lograr) no se debe olvidar que el enfoque de los derechos es incompleto. 8. COMENTARIOS SOB RE EL PROBLEMA ALIMENTARIO

n los últimos decenios ha vuelto el pesimismo malthu siano y el llamado " problema alimentario mundial" es objeto de gran preocupación. Razona mi entos basados en modelos han señalado la posible desapa ri ción de la "ex istenc ia material " en distintos sitios del pl aneta, 4 1 así como un futuro de mu erte por inanición en esca la mundi al. Estos análisis han modificado la visión del gran público sobre el probl ema alimentario y el futuro del mundo, d ebido a inform es terríficos de los medios de comu nicac ión que exageran los inform es de los expertos. A l escribir este trabajo, en The Times del viernes 17 de junio de 1983 apareció un reportaje con titulares ll amativos: "Peligro de muerte por in anición en 65 naciones" . " Más de la mitad de las naciones en desarrollo del mundo no podrán alimentar a su poblac ión a fin ales de este siglo, según un informe de las Nac iones Unidas hoy". Y segu im os leyendo : "esta triste conclusión se obtuvo por medio de una computadora a la que se le di eron datos sobre sue lo y clima de 11 7 paíse s, según el Fondo para Actividades de la Población de las

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39. Nótese, sin embargo, que la posibilidad de disfrutar del consumo de alimentos o de utiliza rlos por razo nes sociales puede ser una ca pacidad importante y no podemos identificarl a con la nutrición. Véase M. Douglas y B. lsherwood, Th e World of Goods, Basic Books, Nueva York, 1979. Pero tampoco es un buen indicador de estos usos func iona les de los alimentos la ca ntidad de alimentos consumidos. Se requ iere un análisis más complejo de las capacidades. 40. Véase A.K. Se n, Commodities and Ca pabilities, op. cit. 41. Véase, por ejemplo, j.W. Forrester, World Dynamics, Wright-AIIen, Cam bridge, Mass., 1971; D.N. Meadows et al. , Th e Limits to Growth, Potomac, Washington , 1972; M.O. Mesa rovi c y E. Pestel, Mankind at Turn ing Point, Dutton, Nueva York, 1974, y L.R. Brown y E.P. Eckholm , By Bread Alone, Pergamon Press, Oxford , 1974.

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Naciones Unidas, patrocinador del estudio en colaboración con la FAO" (p . 5).

con el de la produ cc ió n alim entari a per cá pita no es en sí mism o de gran significac ió n.

Es cierto que la preocupación sobre el futuro económico del mundo debería provocar una actitud seria. Sin embargo, los estudios serios no han confirmado ese pesimismo. No es difícil construir modelos de la catástrofe teóricamente simples (¡que qui zá contengan complicados programas de computadoras!) . Sin embargo, la mayoría de los estudios serios de pronósticos a largo plazo no han profetizado tal desastre y muestran que existe un amplio margen para aplicar políticas activas. 42 Frente a ello no es razonable el pesimismo malthusiano, aunque se puede diferir de los supuestos utilizados en estos modelos.

Si se analiza el probl ema mediante el enfoque de los derechos, resulta claro qu e no hay ra zón a priori para qu e una política sólo bu sque la expansión de la produ cción al imentari a. M ás bien el problema consi ste en dec idir qu é tipo de crecimi ento eco nómico provocará una el evación establ e del ingreso real en general y de los grupos pobres y vuln erabl es en particular. La gravedad del problema de supervivencia y nutrición no nos debería transformar en fisiócratas.

Este resurgimiento neomalthusiano lleva al pensamiento económico a la confusión por dos motivos importantes. Primero, centrarse en variables tan poco confiables como la producción alimentaria por unidad de población es un error del método malthusiano que ya se abordó en la sección 5. El problema de los derechos en general, y de los derechos a los alimentos en particular, se sumerge en el tosco cuadro de la oferta y la disponibilidad . A menudo se ignora que lo que puede llamarse " optimismo malthusiano" ha matado realmente a millones de hombres. Al centrarse el análisis en la variable malthusiana de la producción alimentaria per cápita, frecuentemente se ha visto la situación con bastante optimismo, incluso cuando ha habido serias razones económicas para esperar tremendos problemas en determinados grupos laborales y en tales circunstancias una política basada en el optimismo (en relación con la producción alimentaria per cápita) ha permitido que se desarrolle una extensa escasez de alimentos que pudo haberse evitado fácilmente. En segundo lugar, al concentrarse en los supuestos problemas a largo plazo, el neomalthusianismo distrae la atención de los sufrimientos y las miserias existentes. La imaginaria necesidad de contrarrestar el hipotético problema futuro oscurece la necesidad de un avance positivo ahora. El verdadero problema no es que el mundo se va a hacer desagradable, sino que ya lo es. Y lo ha sido a largo de la historia, con una vida humana desagradable, animalesca y corta . La producción alimentaria per cápita ha ido aumentando en todo el mundo. Sin embargo, ha disminuido en algunos países, la mayoría africanos. Esto, en sí, no es un desastre. No es necesario que todos los países produzcan la totalidad de los alimentos que consumen (eso pasa en muchos países ricos, por ejemplo en la Gran Bretaña). El verdadero problema es que la caída en la producción per cápita en muchos de ellos va unida al descenso del ingreso real y para muchos grupos laborales disminuye también el derecho a los alimentos. Esto ocurre en muchos países debido a la reducción de otras variables económicas, como cultivos no alimenticios, producción industrial , empleo y minería. El "problema alimentario africano" es realmente preocupante por el descenso del poder económico para obtener bienes y servicios, especialmente alimentos. Que este descenso económico se asocie 42 . Véase por ejemplo W. Leontief et al. , The Future of the World Economy, Oxford University Press, Nueva York, 1977; A.O. Herrera et al., op. cit.; lnterfutures, Facing the Future, OCDE, París, 1979; H. Linnemann, MOIRA: A Model of lnternational Relations in Agriculture, North Holland, Amsterdam , 1981 ; S. Aziz (ed.) , Hunger, Politics .. ., op. cit. , y "The Fight Against ... ", op. cit. ; L. Taylor , op. cit. ; K. Griffin, lnternationallnequality . . ., op. cit.; R. Sinha y A.G . Drabek, op. cit. , y M.S. Swaminathan, " Agricultura! Progress: Key to Third World Prosperity", Third

World Lecture, Third World Foundation, 1983.

Según el enfoque de los derechos, la cu estión de la producción alimentaria es importante por sí misma en dos aspectos. En primer lugar, el precio rel ativo de los alimentos dependerá de la oferta . También si hay un descenso en la producción mundial , se reflejará en una subida de esos precios. Pero este razon amiento no supone necesariamente que cada país deba producir sus propios alimen tos, sino que la oferta mundial debería igualar a la demanda, que no es lo mismo . Puesto qu e en muchos países pobres los ingresos están subiendo en el correspondiente incremento del consumo de alimentos per cápita, el tema de la oferta y la demanda exige una tasa de expansión de la producción mundial bastante más rápida que el crecimiento de la población . El segundo aspecto es que dadas las ineficiencias e incertidumbres del mecanismo de mercado, para determinados grupos laborales puede ser más seguro cultivar sus propios alimentos que depender de otras fuentes de ingreso. 43 Esto es una cuestión de juicio económico, y de nuevo lo importante no es la producción en sí, sino la cantidad mínima de alimentos que puedan dominar los grupos más vulnerabl es. 44 El tema de los derechos a los alimentos representa un aspecto del problema alimentario en el que la producción desempeña un papel importante, aunque contingente . Pero como dijimos, la capacidad de alimentarse bien no depende solamente del derecho a los alimentos . También está el tem a de los derechos a bienes y servicios complementarios, como los sanitarios y educativos y sobre todo el de la distribución de alimentos dentro de la familia. El éxito de algunos países en eliminar la desnutrición endémica y su incidencia en enfermedades y mortalidad (por ejemplo China y Sri Lanka) se ha basado en un paquete de medidas en el que a un acceso igualitario a los alimentos se ha unido el acceso a servicios sanitarios y a la educación elemental. Una política de distribución de alimentos gratuita o subvencionada ha estado acompañada por una política sanitaria y educativa . Ya he tratado estos temas en otras ocasiones, 45 por lo que aquí sólo señalaré qu e gracias a esta política China y Sri Lanka han conseguido unos niveles sanitarios y de longevidad muy superiores a los de otros países con un PNB per cápita similar (Paquistán o la India), y por lo menos iguales a los de países mucho más ricos en términos de PNB per cápita (como Brasil o México) . El aspecto más difícil de la política alimentaria es el de la distribución de alimentos dentro de la familia . Es muy fuerte la evidencia de un sesgo sistemático contra la mujer, e incluso contra las niñas frente a los niños en muchos países en desarrollo, espe43 . Véase A.K. Sen, Poverty and Famines. .. , op. cit., caps. 7, 8 y 10. 44. Véanse R. Sin ha y A.G . Drabek, op. cit., y S. Aziz (ed.), " The Fight

Against. . ." , op. cit. 45. Véase A.K. Sen, " Public Action .. .", op. cit. , y " Developm ent: Which Way Now?", en Economic }ournal, núm. 93, 1983.

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comercio exterior, diciembre de 1983

cialmente en Asia. 46 Esto se puede aplicar a las diferencias observadas en fallas de la capacidad respecto a la nutrición, 47 y parece relacionarse también con el hecho de que a pesar de las ventajas biológicas de superviviencia femenina, en muchos de estos países las mujeres tengan una menor longevidad (y mayor mortalidad en casi todas las edades).

3) trabajar para eliminar los sesgos contra mujeres y niños allí donde existan (lo que supone educación y movimientos políticos además de distintos tipos de programas alimentarios, especialmente para los niños).

El problema es especialmente grave en Asia . Es interesante observar que mientras la relación entre la población femenina y la masculina es 1.02 en África y 1.05 en Europa y Estados Unidos, en América Latina es 0 .99, 0.96 en Asia Oriental (lo mismo en China), 0.96 en el Sudeste Asiático y 0.93 en Asia meridional (0.94 en la lndia). 48 Hay un gran número de complejos factores causantes de este fenómeno , pero el relativo descuido de la mujer en la distribución dentro de las familias (tanto de alimentos como de servicios sanitarios) puede influir de manera importante. 49 Así como puede haber un "problema alimentario africano" especial , con problemas de producción , puede haber un "problema alimentario asiático", con sesgos en la distribución de alimentos dentro de las familias (y de bienes y servicios complementarios).so

n este trabajo se ha intentado ver el tema del desarrollo como una expansión de las capacidades de la gente y las implicaciones que ello trae consigo. Esta perspectiva difiere de la que se centra en los bienes y servicios, de la que un caso simple es el PNB y su tasa de crecimiento (sección 2). Supone también rechazar el punto de vista basado en la utilidad, frecuente en la economía de bienestar (sección 3). También difiere del enfoque de "necesidades básicas" , aunque algo ayuda el verlo desde una perspectiva más amplia (sección 4). Es importante entrar en estos temas básicos para comprender y analizar las exigencias del desarrollo, incluyendo la naturaleza de los cambios estructurales necesarios.

La política a seguir para resolver este " problema alimentario asiático" es muy compleja, puesto que es muy difícil cambiar las formas de comportamiento familiar. El papel de la educación, especialmente la educación política , es importante para la solución del problema a largo plazo, como lo es el del empleo y el del poder económico de las mujeres. A corto plazo se podría reducir la discriminación en las niñas, mediante alimentación infantil suplementaria, actuando de forma directa (en las escuelas y otros programas de alimentación pública infantil) . Probablemente tal intervención podría reducir la desnutrición femenina y la alta morbilidad, además de reducir la desnutrición en general. No hay sólo un "problema alimentario mundial". Son muchos, aunque relacionados entre sí, los problemas de los derechos a los alimentos y a la capacidad de alimentarse. Podemos incluir, entre otros: 7) generar y garantizar el derecho a la alimentación de las familias en los distintos grupos laborales (incluyendo no sólo los problemas de producción alimentaria, sino seguridad del ingreso, política de empleo, distribución pública, reforma agraria y cambios estructurales en la economía); 2) generar y garantizar el derecho a bienes y servicios complementarios (especialmente servicios sanitarios y educación, probablemente mediante medidas públicas), y

46. Véase, por ejemplo, P. Bardhan, " On Life and Death Questions" , en Economic and Political Week/y, 4 de septiembre de 1974; A. P. den Hartog, op. cit. ; S. Schofield, op. cit.; L.C. Chen, E. Hug y D'Souza, op. cit. , y J. Kynch y A.K. Sen , " lndian Women : Well-being and Survival" , Allied Publishers, Bombay, 1980; A. K. Sen, Poverty and Famines . .. , op. cit., y J. Kynch y A.K. Sen, " lndian Women: Well being and Survival" , 1982 (de próxima publicación en Cambridge }ournal of Economics) . 47. Véase J. Kynch y A. K. Sen, op. cit., y A.K. Sen y S. Sengupta, " Malnutrition of Rural Children and the Sex Bias" , de próxima publicación en Economic and Política/ Weekly. 48. Véase ONU, Demographic Yearbook 1981 , Nueva York, 1982. Los

últimos censos de China sugieren una relación aún más baja mujer-hombre, de alrededor de 0.94. 49. Véase J. Kynch y A.K. Sen, op. cit. 50. Deberíamos mencionar que el sesgo sexual alimentario parece ser menor en el Sudeste asiático. También allí la relación mujer-hombre es mucho más alta que en el resto de Asia, alrededor de 1.01.

9. CONCLUSIONES

E

La creación de capacidades se relaciona con los derechos, en cuanto al dominio sobre bienes y servicios. El análisis económico basado en variables como la disponibilidad de alimentos per cápita o PNB per cápita pueden inducirnos a error en la comprensión del problema del hambre y de la privación en general. Los sistemas de derechos y la posición de determinados grupos laborales en tales sistemas merece un análisis cuidadoso (sección 5) . Aunque el ingreso es una buena variable intermedia para estudiar el derecho a los alimentos, no lo es tanto cuando se trata de otros bienes y servicios, incluyendo los complementarios. Tampoco lo es como base para un análisis causal de las diferencias en nutrición (sección 6). El problema de la distribución de alimentos dentro de la familia provoca una serie de cuestiones particularmente complejas. Dada la firme evidencia del sesgo sexual en algunas zonas del mundo, especialmente en gran parte de Asia, los problemas derivados de las medidas tomadas pueden ser especialmente serios. Los sesgos sexuales pueden analizarse mejor en términos de las diferencias de capacidades y logros en la nutrición, que según las diferencias en el consumo (incluyendo la cantidad de alimentos tomada). Los primeros tienen mayor relación con los objetivos últimos y se evita el absurdo y difícil problema de observar el consumo individual en una comida familiar (sección 7). Aunque el problema alimentario mundial ha sido muy estudiado en los últimos decenios no se han analizado correctamente sus dificultades. Algunos "problemas alimentarios" requieren un análisis separado, aunque no independiente. Ya hemos hecho algunos comentarios sobre ellos (sección 8), incluyendo los derechos a los alimentos, a bienes y servicios complementarios (sanidad, medicina, educación) y la transformación de los derechos familiares en capacidades personales (incluyendo el importante problema de la distribución dentro de la familia). El proceso de desarrollo no consiste esencialmente en extender la oferta de bienes y servicios, sino las capacidades de la gente. Al centrarnos sobre estas últimas nos vemos obligados a ver los problemas teóricos y las medidas prácticas bajo una luz especial. Necesitamos prestar más atención a crear y asegurar los derechos y convertirlos en capacidades. Algunos de los problemas prácticos subyacentes son tan complejos como simple el enfoque básico. Esto, por supuesto, no es infrecuente en economía. D

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