LUNES
Año 52 | No. 33
DIARIO DE LA JUVENTUD CUBANA
EDICIÓN ÚNICA | 01:00 A.M. | 20 CTS
Fidel Es cierto que los poetas atrapan instantes de la vida y los fijan en la historia Generalmente el pasado vago y nostálgico O el presente inmediato con sus fuegos sutiles y sus reverberaciones Pero qué difícil atrapar el futuro y colocarlo para siempre en la vida de todos los poetas, de todos los hombres. Poema Fidel, de Miguel Barnet
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ESPECIAL
LUNES
28 DE NOVIEMBRE DE 2016
juventud rebelde
por EMIR SADER*
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Fidel, sinónimo de Revolución
FIDEL se ha vuelto sinónimo de Revolución, desde las primeras fotos de aquellos barbudos que habían tumbado un dictador en el ya lejano año de 1959. Más todavía para nosotros, en América Latina, para quienes la revolución era un fenómeno distante en el tiempo y en el espacio —en Rusia, en China, con Lenin, con Mao—. Fue Cuba y con Fidel, quien planteó para nosotros y para tantas generaciones, la revolución como actualidad y apuntó hacia que la revolución era posible, aquí mismo en nuestro continente. Fidel encarnó a la revolución en América Latina, pero también para todo el mundo, porque Cuba levantaba de nuevo la idea del socialismo, cuando este se había vuelto algo aparentemente petrificado, postergado. Yo empecé mi militancia política en 1959 repartiendo un periódico —Acción Socialista—, que tenía estampada la imagen de unos barbudos que habían tumbado un dictador —en aquel momento, de América Central, no se hablaba por aquí todavía de Caribe—, posando como si fueran jugadores de fútbol. Luego mi generación se volvió la
generación de la Revolución Cubana, que nos sedujo a tantos, con la convocatoria de los estudiantes para terminar con el analfabetismo en Cuba, con la reforma agraria, con la reforma urbana, con la fundación de la Casa de las Américas, con la soberanía frente al imperialismo, con la proclamación de la Revolución como una Revolución Socialista, con la resistencia en contra del intento de invasión de Bahía de Cochinos, frente al intento de cerco naval a la Isla, con todo lo que venía de allá, que nos alentaba y nos apuntaba caminos. Solo pude ver a Fidel cuando visitó Chile, durante el Gobierno de Allende. En sus varias visitas por ese país, hasta su discurso final en el Estadio Nacional. Después, inmediatamente después del golpe en Chile, pude encontrarme con él por primera vez, en La Habana, para discutir las consecuencias del golpe. Inolvidable verlo entrar, enorme, alto, enérgico, simpático, afectuoso. Ver como él tenía infinita capacidad de oír a las personas, de preguntar mucho, sobre Chile, sobre el golpe, sobre Allende, sobre Miguel Enríquez y el MIR, sobre Brasil.
Vivir en los otros
por YUNET LÓPEZ RICARDO
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DICEN que Fidel ya no está, que los relojes acabaron por vencer al guerrillero, que la biología y la naturaleza nos recordaron que también él era humano; pero el Jefe de barba suave crecida en la Sierra y ojos chispeantes, para vivir por su pueblo, no creyó nunca en relojes ni leyes físicas. Y desde hace unos días me encuentro más con Fidel. Los corazones rebeldes no saben de infartos, las ideas siempre se han burlado de las ausencias del cuerpo. Fidel está andando por las calles de Cuba, se detiene y anuda la pañoleta de los niños, aparece en los sueños, interviene en las conversaciones de los viejos y los debates de los jóvenes. Fidel vive en nosotros. Lo veo aquel 25 de noviembre de 1956, cuando tenía puestas sus botas de bajar luceros, graduó las mirillas de los fusiles y acomodó a la libertad como una niña recién nacida en su mochila de combatiente. Esa noche, el joven líder comenzó desde México el viaje de regreso a Cuba. Pero este día 25, con la misma luna luego de sesenta años; el invierno no fue tan diferente. Con su impaciencia victoriosa, el jefe de la expedición no esperó la madrugada y, asido a su barba de luz, su uniforme verde olivo, la estrella de Comandante, los ojos de sus hermanos guerreros, la reciedumbre de los ceibos nonagenarios y sus botas de soñar acordonadas, pasadas las diez emprendió otro viaje... «El Comandante murió»; murmullan voces discontinuas desde la medianoche. «El alma se salva aunque muera el cuerpo», dice una anciana de muchos collares en una esquina. Hay poca gente en la calle, parece como si los días
se negaran a caminar y como pájaros flechados caen los minutos. Caras pensativas, serias, y en medio de aquel aire denso con lloviznas interiores en el parque, como una señal de presencia eterna, alguien prendió la radio e inundó todo la voz de Fidel. Oír su palabra encendida como los hornos del monte nos llena de fuerza. Y luego la canción de Sara, como una invitación para seguir la batalla de la vida, «canto y llanto de la tierra, canto y llanto de la gloria, y entre canto y llanto de la tierra, nuestra primera victoria». A los héroes se les recuerda sin llanto. Y veo entonces a Fidel en la casita humilde de la Ciénaga, donde Nemesia espera su abrazo de algodón, y está luego sentado a la mesa con los carboneros, como aquella navidad de 1959. Ahora no siente siquiera el peso de la mochila y los días de marcha, sube ágil las pendientes hacia la Comandancia de la Plata, donde hay árboles lastimados por las balas y hombres sin miedo a las heridas; y desde allí, dirige su ejército de barbudos. Fidel caminó siempre después del camino recto y asfaltado, y hasta donde los mulos arriban fatigados luego de escalar empinadas horas, llevó maestros y médicos, conversó con los campesinos más olvidados y con ellos compartió sus ideas de calzar a los niños, proteger a la tierra y sus sembradores, el planeta, la vida, el hombre. Como las costuras que abuela termina en mis vestidos y dan la impresión de que serán eternas, Fidel está zurcido a esta Isla y a su gente; y hoy nuestro abridor de caminos se reparte por Cuba.
DIRECTORA: Yailin Orta Rivera SUBDIRECTORES EDITORIALES: Herminio Camacho Eiranova,
DIARIO DE LA JUVENTUD CUBANA Fundado por Fidel el 21 de octubre de 1965
Tuve el privilegio de convivir con su presencia en la vida cubana por muchos años, conocer cómo un dirigente se interesa por todo lo cotidiano de un país y del mundo, pronunciarse todo el tiempo sobre todos los problemas, ser el más radical crítico de la Revolución, apuntando problemas y alternativas, implacable con los errores, pero siempre apuntando hacia alternativas y despertando esperanzas. Haber presenciado sus discursos en la Plaza de la Revolución tantas y tantas veces es de las experiencias más impresionantes que uno pueda tener. En una de esas concentraciones, siempre para millones de personas, se homenajeaba a los muertos por el acto terrorista que tumbó a un avión cubano, que mató, entre otras personas, a un equipo de deportistas juveniles cubanos. Con todos los cuerpos presentes en la Plaza, Fidel hizo uno de sus discursos más emocionantes, que concluyó diciendo: «Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla». Provocó las lágrimas de aquellos cubanos que se habían desplazado de todas partes para oírlo hablar durante horas al sol.
Ricardo Ronquillo Bello y Yoerky Sánchez Cuellar SUBDIRECTOR DE DESARROLLO: Yurisander Guevara Zaila SUBDIRECTOR ADMINISTRATIVO: Enrique Saínz Alonso
Fidel siempre sorprendió a todos con su audacia. Desde aquella primera, el asalto al cuartel Moncada, al desembarco del Granma, hasta sus iniciativas posteriores, ya desde el poder, valiéndose siempre del factor sorpresa de la guerrilla. Cuando Fidel abrió las puertas de todas las embajadas para que los que quisieran irse de Cuba se fueran. Permitiendo que llegaran embarcaciones desde Miami, para recogerlos. Un gesto audaz que él supo revertir a favor de la Revolución, como todo lo que él hacía. Como cuando proclamó que el chico Elián sería recuperado por Cuba, objetivo que parecía imposible pero que él logró. Como cuando él afirmó que Cuba recuperaría a sus cinco héroes presos en EUA, lo cual parecía absolutamente inviable, pero él supo construir, una vez más, la estrategia victoriosa para conseguir una vez más lo imposible. Fidel fue sinónimo de Revolución por más de 50 años. Quien quisiera saber de Revolución y del Socialismo bastará dirigir sus miradas hacia él. Él, junto con el Che, apuntará para tantas generaciones el horizonte del socialismo, de la Revolución, del compromiso militante. Fidel fue la personificación de la Revolución y del Socialismo. Su vida y sus palabras han sonado siempre como la voz más fuerte, más digna, más vibrante, con más esperanza, con más coraje que la Historia ha conocido. *Sociólogo y cientista político brasileño
Ante la certeza de su mortalidad y la ilusión del espiritismo, en el mundo de los vivos sigue andando un hombre con gorra militar, espejuelos de carey gastado, discurso bajo la lluvia, estrategia en los combates, un desafiador de riesgos respetado hasta por los enemigos, el guardián de nuestra historia. La madrugada del 25 fue mucho más larga que mis 25 años. Y no fui la única que sintió por las calles de La Habana el aroma de los cedros y naranjos de Birán, o el humo perfumado de velas y lámparas de gas de la antigua casona de pilotes de caguairán, donde naciera hace 90 agostos quien movió a la Isla más que el ciclón de ese año 1926. Después de un mundo de victorias y desvelos, como un rumoreo de gotas el cuerpo de Fidel se fue, de poco a poco. Pero ante esos ojos esperanzadores que ya se cerraron y las cenizas del gigante que dormirá en Oriente, agradezco a la vida que mi «guerrillero del tiempo» nos durara más de 90 almanaques. Desde ayer, si algún cubano se sintiera un poco huérfano, respirara ausencia o tuviese el pecho estrujado; el abuelo de millones de niños, «novio» de todas las muchachas y padre de los jóvenes se hace viento, despeina los naranjos de Birán y llena el suelo de florecillas blancas, emerge de las ideas y nos deja hablar con su acento redentor, sale de las fotos y nos abraza, nos ilumina. Hoy su Granma es un país. El capitán ha muerto, pero no se fue. Fidel, con sus botas de bajar luceros siempre está aquí, sacando para Cuba la libertad de su mochila guerrillera. Este día 25 el jefe de la expedición no esperó la madrugada, con su barba de luz, uniforme verde olivo y la reciedumbre de los ceibos nonagenarios, pasadas las diez dispuso la proa. No fue de Tuxpan a Los Cayuelos, navegó desde Cuba hasta la inmortalidad; porque Fidel nunca ha creído en relojes ni leyes biológicas, sigue en el mundo de los vivos con su estrella de Comandante. Fidel está en nosotros.
REDACCIÓN: Territorial y General Suárez, PIZARRA: 7882-0155, 7882-0346, 7882-0789 Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba. TELÉFONO ATENCIÓN A LECTORES: 7881-8265 APARTADO: 6344 CORREO ELECTRÓNICO:
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28 DE NOVIEMBRE DE 2016
Un pueblo a media asta por SUSANA GOMES BUGALLO
[email protected] por ENRIQUE MILANÉS LEÓN
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ES mayúsculo el dolor cuando la bandera enmudece y se para a mitad del asta. Cuando, cual madre que pierde a un hijo, se aparta desconsolada y solo atina a evocar. Cuando, transido de sufrimiento, su escudo palidece hasta fundirse en la estrella. Cuando se niega a subir el resto de su colina y aferra sus cinco franjas a una altura en medianía desde donde estar más cerca del líder que se despide. Que la enseña amada muestre sus lágrimas tricolores, como aquellas que vertió un infausto mediodía a la vera de Dos Ríos, parece solo el principio: en tierra, también la gente parece andar incompleta, buscando su otra mitad. Desde el viernes 25, a cada cubano le falta un trozo: Fidel mismo nos enseñó cómo hacernos comandantes. ¿Quién puede derrotar a un país pequeño con once millones de comandantes tras un Jefe como él? Nadie ha podido.
por REINALDO CEDEÑO PINEDA
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FINAL de los 200 metros pecho. Es agosto de 1991. Son los Juegos Panamericanos y el complejo Baraguá estalla. No se me olvida. Hay un joven cubano, un chico de dieciséis años. Le dicen Mayito. Es el favorito sentimental, mas los especialistas hablan de los norteamericanos Diebel y Mayfield, sin olvidar al argentino Minelli. El cubano ha dicho en la mañana clasificatoria que va a por todas. Lo miran incrédulo. Cuba jamás ha logrado un título panamericano de natación. Lo mejor data del lejano 1955, en México, cuando Manuel Sanguily logra la plata, precisamente en los 200 metros pecho. ¿Será un presagio? Mayito tiene por delante cuatro piscinas para estrenar la historia. Fidel se aparece en las finales de la natación de América. Se planta en las gradas. Hincha como un aficionado. Comienzan las brazadas. En los primeros 100 metros, Diebel va delante, todavía en los 150; pero Mario González lleva un empuje extra. Desde el público, alguien nada en el aire, bracea. La gorra verde quiere salírsele. El pecho, revienta… Los metros finales. ¡Sí! El cubano rebasa a Diebel. No hay quien lo detenga. Saca de la alberca un nuevo récord panamericano. ¡Cuba, qué linda es Cuba!, grita el narrador. Las cámaras van
Pero ahora que el líder del Moncada toma a solas otro Granma para irse a Santiago, nos deja con la certeza de que estamos mutilados. No hace falta palparnos: son fracturas del alma. Hay un quiebre dentro de usted y de mí, del otro y de hasta del que no ha llegado aún. Un sismo en la identidad. Un cambio climático. Un calentamiento espiritual. Nos embarga la pena; podemos proclamarlo porque solo un pueblo que pare héroes semejantes tiene derecho a llorar. Todos los verbos cubanos se quedan en la mitad. En adelante, habremos de recuperar —como los músculos dormidos o el nervio sin conexión— las costumbres alegres. El Jefe no nos perdonaría la amargura perenne. Aunque un pedazo nuestro se ha ido con él, estaremos intactos: en su cotidiana vuelta, Fidel nos guiará, con la enseña, a lo más alto del asta.
Instantes en la memoria al brazo en alto, al triunfo. Van a Fidel. Van al aplauso. Es otro escenario. Y otro año. 7mo. Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba. El panorama internacional es complejo a finales de 1999. Fidel lo compara con un «juego de ajedrez de 500 piezas». La metáfora, cuando se lanza sobre el cauce de una idea, siempre la ilumina. Integraba la delegación de Santiago de Cuba, junto a varios de mis colegas y profesores. Era un muchacho vehemente. El muchacho se ha ido, pero la pasión ha quedado. Hablamos de la necesidad de argumentos y no de artículos patrioteros, de latidos más que de consignas. Y Martí, siempre de la mano, con su verbo esclarecido: «Dígase la verdad que se siente, con el mayor arte con que se pueda decirla». Todos querían un instante junto al Comandante, el suyo; pero las sesiones se alargaban, la madrugada se iba entrando, el cansancio asomaba. Ya los pasos abrían la puerta, cuando el propio Fidel nos llamó, llamó a Santiago. Nos arracimamos a su lado, como pudimos. El lente nos dibujó. A algunos apenas se les ve el rostro, pero están ahí, detenidos en ese momento. Hay momentos así, como un braceo en el aire, como el relámpago de un flash, como un segundo, que no se van jamás.
MI mamá está sobre la cama y llora. No entiende lo que ha pasado. Quiere levantarse pero está convaleciente. Quiere salir a la calle pero está de reposo absoluto. Tiene ganas de hablar con la gente que conoce, necesita que alguien le explique. Siente dolor y no es por su pie operado. Me cuenta una y otra vez la historia de cuando conoció a Fidel en una visita casual a su centro de trabajo. De que él se tomó una fotografía con las mujeres de allí y que a la semana envió copias para todas. De que a ella no le gusta mucho la política pero quería a Fidel. Quiere ver su foto pero está lejos de su casa, aquí conmigo, y no la tiene. Le enciendo el televisor y se conforma un poco con estar en sintonía con toda Cuba y el mundo. Ella es muy emotiva. Llora a cada rato. Le brillan los ojos demasiado cada vez que escucha una historia. Yo todavía no sé bien qué sentir. Ando rara y confundida. Como si solo cuando lo repiten por la televisión pudiera convertirse en algo de verdad. No se lo digo a nadie. No pronuncio la frase ni la pronunciaré. Eso creo. Un amigo lejano me envía un mensaje. Quiere saber cómo estamos aquí. Yo me pregunto cómo está él allá. Debe ser extraño. Tengo ganas de hablar con quienes lo han idolatrado a mi lado. Algunas personas me llaman y converso. Solo una palabra revolotea en cada charla. Tremendo, dice la gente como si ese adjetivo resumiera todo lo que ocurre hoy, lo que ocurrirá mañana, lo que sentiremos, pensaremos y haremos por estos días, por estos meses, por estos años. Claro que todos somos mortales. Pero algunos lo parecen menos que otros. Claro que todos nos iremos algún día, pero los hay a quienes no imaginamos partiendo. Claro que hay familiares más cercanos que cualquier estadista, pero hay líderes que están dentro de la vida propia aunque nunca se haya intercambiado ni una palabra con ellos. No puedo sentir lo mismo que mi mamá. No puedo pensar como quienes cuentan más años. Mi generación, la que nació con el 90, tiene a Fidel como ese hombre tremendo del que se dice de todo, del que se cuenta de todo, del que se siente de todo. Y nosotros hemos ido armándonos una imagen de entre lo que recordamos, lo que estudiamos y lo que vivieron los cercanos a nuestro entorno. Andamos en un camino a medias entre la leyenda y la realidad, salpicado con los leves momentos en los que lo vimos cerca. Y en este mundo
ESPECIAL
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El viaje infinito nuevo en el que todo se sabe desde cualquier latitud, hasta nos llega la rabia enferma de quienes no le han querido bien y no saben vivir con eso. Más allá de las subjetividades y realidades que pueda intentar legar cualquiera a esta generación, están los hechos, que nunca mienten. Los que conocemos, los que vivimos cada día, los que nos han formado, los que nos hicieron quienes somos. Y después de todo eso, está el sentido común, la capacidad de admirar la coherencia, y Cuba andando rumbo a un futuro, pero viene construido con las mismas esperanzas locas de quienes lo dan todo por amor. Eso es lo que nos hace admirar, entender y defender frente a quien sea, que Fidel es grande, es único, es un elegido y se lanzó a hacer lo que pocos de quienes lo señalan desde lejos han intentado jamás. Cualquiera puede saber de su estirpe. Nadie se aventuró a hacer heroicidades cuando el mundo se pintaba eternamente liso. Nadie se burló de los imposibles como él; nadie escribió la historia de los sin historia; nadie dijo, si no la primera palabra, al menos la definitiva. Por eso todo el que cuestione a los líderes, lo primero que debe hacer es cuestionarse si lo hubiese hecho mejor. Y, si se respondiera positivamente, pues se impondría entonces contestarse por qué no lo hizo. Eso pienso siempre ante quienes hablan por hablar, yo que no tengo tantos cuentos para contar como mi mamá y los suyos. Ella llora otra vez. Porque este 25 Fidel partió a otro viaje, pero sin contarnos de su plan. Ya no es el mismo joven con el que había que tener el corazón bien puesto para poder seguirlo. Esta vez se llevó consigo toda una leyenda que empezó a construirse mucho antes de aquel noviembre y que no acaba nunca. Le hubiésemos seguido de nuevo, aunque él no quiso contarnos. Seguro tiene otros planes dentro de su expedición interminable. ¿Por qué ha partido ahora, Comandante?, le diríamos intentando aprender de su manía de saber y preguntar. Él callaría y seguiría andando, haciendo, enseñando con los actos, con su método infalible de conducir hacia el triunfo mostrando cómo se hace. Entonces nos daríamos cuenta de que esta es otra travesía de las suyas. Y le seguiríamos. Porque escogió otra vez un 25 de noviembre. Es una buena fecha para salir, llegar, entrar y triunfar. Para reemprender su viaje infinito y que desde esta Cuba que soñó nosotros continuemos andando.
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juventud rebelde
El Comandante somos nosotros Los jóvenes cubanos hablan de Fidel en tiempo presente. No puede ser de otro modo, él les enseñó que las utopías se hacen realidad y que el destino de la Patria les pertenece
Foto: Tomada de Facebook por YAHILY HERNÁNDEZ, GLENDA BOZA, ROBERTO MARTORELL, HÉCTOR CARBALLO, DORELYS CANIVELL y HAYDÉE LEÓN
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«ESTABA en las áreas del Obelisco a los Mártires de Pino III,acampando con los jóvenes de la ruta juvenil 60 Aniversario del desembarco del Granma y Día de las FAR, justo a los 60 años de su partida desde México, cuando supe de la muerte de Fidel. Todos nos abrazamos y hubo lágrimas, pero un ¡Viva Fidel! también. En ese momento y para toda la vida nos sentimos partícipes de la historia de la Patria», recuerda Susel Luis Isalguez, una joven camagüeyana de 20 años. Ella creció en Camagüey escuchando anécdotas donde el Comandante era protagonista. «Crecí en un ambiente de lucha, por eso su figura nos enorgullece a todos, aún después de no estar físicamente», comenta. Susel, alumna de tercer año de la especialidad de Licenciatura en Turismo en la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y Loynaz, confiesa que Fidel, «es el padre de todos los cubanos, igual que Céspedes, porque nunca traicionó su única ambición: el amor infinito al pueblo». Yo podría decir mucho más —insiste— pero mis palabras no alcanzan para agradecerle por pensar en la mujer. Él se creció por encima de sus iguales en la manera de ver a la mujer cubana, a la que le dio igualdad de derechos y deberes, y plena participación en la sociedad nueva que emergía. «Entendió magistralmente que en la emancipación de la mujer
estaba también la justeza de la Revolución. Solo por pensar en nosotras hay que admirarlo y respetarlo por siempre», recalca. Fidel siempre pensó en los jóvenes, por eso ellos le devuelven ese amor. En todo el país otros que, como Susel, crecieron con el magisterio único del Comandante en Jefe, compartieron con JR el sentir de una pérdida que impulsa a hacer más por Cuba. Harold Díaz Pedraza, trovador camagüeyano de 36 años, mira su reloj y comenta, «he amanecido junto a mi guitarra, mi hijo y el dolor compartido de amigos y familiares. «Fidel no solo es quien trazó el camino de su pueblo, sino también, inteligencia y empeño que derrumban muros colosales. En él se da un encanto, convergen cualidades que son inspiración para los artistas de ahora y lo serán para los que están por descubrirse. Él es el artista mayor por crear y soñar una obra gigante: el futuro de una patria libre», reafirma. Pedraza no habla de Fidel en tiempo pretérito, sino en presente. «Fidel lleva innato el talento de la determinación, el del riesgo sin temer a los reveses, el de la convocatoria a luchar», agrega. «Así lo siento», subraya quien toma resuelto la guitarra y junto a su pequeño Harland le canta a Fidel «Él, aseguró, es el Himno de los cubanos para el combate».
rudo, guapo, capaz de aguantarse cualquier lagrimita. Pero Nosvis no se avergüenza de confesar cómo cuando supo de la muerte de Fidel a la mañana siguiente, se le salieron las lágrimas. Al principio le costó creer en aquello que informaba la revista especial de la televisión, pero luego supo que era cierto. «Me conmoví, yo lo admiraba desde niño, era una gran persona», me comenta mientras conversa con un amigo sobre la figura del Comandante en Jefe. Este joven cuentapropista asegura que no faltará a las actividades a realizarse para rendir homenaje póstumo al máximo líder de la Revolución Cubana.
TAMBIÉN LOS «GUAPOS» LLORAN
Quien conoce a Nosvis Abreus Martínez ni puede imaginarse a este cienfueguero fornido, de 26 años, llorando. No es que sea insensible, sino que su fisonomía va más con un muchacho
Foto: Tomada de Cubasi
Foto: Tomada de Facebook
«Allí estaré, no puedo faltar. Fidel fue una persona grande, que nos dio tremendo ejemplo, por eso hay que recordarlo». ¿Te gustaría parecértele en algo?, le pregunto. «Sé que es demasiado general, pero podría decirte que en su personalidad, esa manera suya de ayudar a los demás, de luchar por nuestro país. A mí me gustaba mucho aquella frase que repetía: “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”, y tenía razón». PORQUE PENSÓ EN LOS JÓVENES
«Hoy es un día triste. Fidel le dio muchas posibilidades a las personas, sobre todo a jóvenes negras y humildes
como yo», dice Yuarlenis Calderón, joven pinera de 29 años y licenciada en Derecho. «Si no hubiera sido por él y la Revolución, por mi color de piel y condición de mujer no hubiera podido estudiar esta carrera de manera gratuita. Eso se lo agradeceré siempre. «Fidel veía en los jóvenes el futuro de la Patria. Por eso, mi compromiso es seguir sus pasos, sus ideas, y luchar por mantener lo que él y toda la generación histórica lograron para nosotros con sacrificio», comenta. Rafael García, joven ingeniero industrial que trabaja en Etecsa, también de Isla de la Juventud, todavía no acepta la
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UN GRAN SOÑADOR QUE NUNCA RENUNCIÓ
Foto: Tomada de Cubasi
noticia. Le es imposible creer que el hombre al que Cuba y el mundo le deben tanto humanismo y solidaridad ya no esté entre nosotros físicamente, aunque sabe que sus ideas, ejemplo y virtudes nos acompañarán para toda la vida. «Desde el dolor y el agradecimiento digo: “Yo soy Fidel”. Seguir sus pasos es mi compromiso. Por él soy revolucionario y militante de la UJC. Gracias a Fidel y a la Revolución me hice ingeniero industrial. Desde mi trinchera daré siempre lo mejor para mantener y defender el legado que nos deja. Es un ejemplo de humano y de revolucionario y sus ideas vivirán por siempre», afirma.
UN MAESTRO EJEMPLAR DE LAS IDEAS
Vinculado de diversas maneras a la labor de las organizaciones juveniles en el país durante los últimos 20 años de su vida, al holguinero Alber Cambar Cabrera se le dificulta hablar en tiempo pasado del legado de Fidel a los jóvenes, porque a sabiendas de la triste noticia, le parece un tema enraizado en la actuación cotidiana del líder de la Revolución. «Lo primero que nos brindó Fidel fue su prédica con el ejemplo personal. Pienso entonces que su legado nos impulsa a continuar sus sueños de justicia y a trabajar mucho para conquistar un mundo mejor.
Foto: Tomada de Cubasi
«La primera vez que vi a Fidel yo era estudiante, en una actividad patriótica en homenaje a Martí,en Dos Ríos. Estuve a muy pocos metros de distancia de él, le escuché hablar como a un padre. Mi sueño era saludarle, abrazarlo, pero nunca lo logré. «El Comandante siempre fue muy especial, lo recuerdo siempre jovial, sonriente, haciendo preguntas. Inculcando el amor por el estudio, la superación, la investigación, por la laboriosidad. «Por eso para mí, el principal deber de los jóvenes es defender todo lo bueno y humano que se ha logrado dentro de nuestro país y en otros sitios del mundo en pos del bienestar de la gente, de sus derechos, para que se pueda mantener frente a los que todavía odian y destruyen. «La defensa de la Revolución se libra en el campo de las ideas, y en eso los cubanos contamos con un ejemplar maestro como Fidel».
Para Dennys Pérez Acanda, presidente de la AHS en Pinar del Río, «Fidel es el gran artista del siglo XX por la obra que es la Revolución Cubana. Ejemplo para todo el mundo, sobre todo para los países más sufridos,esos que sienten el peso de los de arriba. «Fidel colocó a Cuba en el mundo, la hizo sentir. Y ese es el legado que nosotros como artistas tenemos que defender, siempre desde una obra crítica, rebelde. «También lo veo como el gran soñador que nunca renunció a su propósito, a la independencia, a ayudar a todos los que lo necesitaban sin ningún tipo de interés. Se esforzó para unificar los pueblos de América por una causa justa. «Ahora que se ha ido, lo primero que debemos sentir es respeto por la gran obra de la Revolución y mantener lo que se ha logrado. Siempre confió mucho en los jóvenes, la Revolución la hizo siendo un joven. Nos toca a nosotros defender la historia desde todos los puntos de vista, no podemos perder la historia porque nos perderíamos a nosotros mismos». «A Fidel nada lo apagará» dice Ludey Liudys Izquierdo Carballo, presidenta del Movimiento Juvenil Martiano en esa provincia: «La muerte de Fidel ha sido un golpe muy fuerte para todos los jóvenes cubanos, incluso para los que no lo son y se sienten amigos de Cuba. «Siempre pienso en la confianza que tuvo en las nuevas generaciones, las tareas que les dio, los programas que llevó a cabo con la batalla de ideas o cuando la liberación de Elián,y todo eso lo protagonizaron los jóvenes. «Uno piensa que todo lo que hagamos para recordarlo será poco, para estar a la altura de su figura, para homenajearlo. Creo que nunca podremos
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resignarnos y acostumbrarnos a esa pérdida. «Fidel es Cuba. Nos deja todo el ideario, su obra, los proyectos sociales, la idiosincrasia de los cubanos que de cierta manera está influenciada por su pensamiento. Fidel somos nosotros». VINE A JUGAR PELOTA EN SU HONOR
«Siempre lo decía, que los jóvenes teníamos que prepararnos porque no solo somos el presente, sino el futuro de la Patria. Lo expresaba en sus discursos, pero también lo practicaba. Siempre entre los de su equipo de trabajo estaban los jóvenes, como muestra de la confianza que tuvo en las más nuevas generaciones. Así era en todo, un ejemplo». A Yunier Mora Hechavarría, joven profesor del Inder en Guantánamo, parece apretársele el pecho. Dice que siente mucho pesar tras el fallecimiento del Comandante en Jefe. Que después de escuchar la noticia no había salido de la casa y que en su barrio la gente está callada y triste, como nunca en su vida los había visto. Que ha llorado, pero en verdad no se debe llorar a Fidel, porque nunca va a estar muerto. «Hay que honrar su partida siendo fiel a la obra que nos dejó. Defender las conquistas por las cuales empeñó su vida al sacrificio», explica. «Hoy vine a jugar pelota en su honor, porque a Fidel le gustaba y fue un gran inspirador del béisbol cubano y del deporte en general. Cuando entré al campo de pelota no me querían dejar batear porque decían que estaba un poco decaído, pero arranqué para el home y di tremendo batazo por encima de la cerca, pero ni este ni ninguno va a ser nunca más grande que el propinado por el Comandante cuando fundó esta Revolución y ahora,sin él físicamente,tenemos que hacerla mejor».
Foto: Alberto Medina Cruz
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28 DE NOVIEMBRE DE 2016
juventud rebelde
Carilda Oliver Labra
Voy a nombrar toda Cuba, voy a nombrar a Fidel «Gracias por todo, Fidel», escribió Carilda cuando la Revolución era aún una promesa. Hoy, la poetisa enfrenta el dolor de la pérdida y todavía le agradece al Comandante por cuidar los nombres que tiene la libertad por HUGO GARCÍA
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MATANZAS.— La casona de Tirry 81 no es la misma desde este sábado. Un silencio inusual inunda la vetusta vivienda. Ya casi comienza a oscurecer. Aunque su frágil salud le impide atender las solicitudes de entrevistas de diversos medios de prensa, Carilda Oliver Labra accedió a conversar con Juventud Rebelde sobre los lazos de amistad que la unieron a Fidel. Su esposo nos recibe y acompaña hasta la habitación de la poetisa. Él fue el encargado, a las 6:30 de la mañana del sábado, de ponerla al tanto del doloroso suceso. Ella está sentada en un sillón al lado de su cama. Su voz no es tan luminosa como en otras ocasiones y sus ojos azules languidecen por las lágrimas. Su rostro refleja tristeza. «Al recibir la noticia nos vino encima el estremecimiento de la obra descomunal que ha realizado en una sola vida. Siempre nos hemos preguntado de qué extraños materiales cósmicos se conforma un ser cuya influencia espiritual ya se extiende a millones de personas. «Hay mucho de Fidel en cada cubano, hay mucho de Fidel cuando afrontamos con entereza los obstáculos, cuando miramos al futuro con esperanza. Sin lugar a dudas, nos ha legado una compulsiva necesidad de luchar por la perfección de nuestra sociedad, de hacernos dignos de esa obra que es la propia Revolución y que como todas las grandes acciones todavía está en marcha». Cuando le preguntamos sobre cuándo conoció a Fidel, su memoria se remontó a la época en que él estudiaba en primer año y ella en tercero de la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana. Por la calzada frente a su casa pasó Fidel con los rebeldes el 7 de enero de 1959, en su avance triunfal hacia la capital. Ahora, al imaginarse que la urna con sus cenizas volverá igualmente triunfal a transitar frente a su hogar en el itinerario hacia su destino final en Santiago de Cuba, esta mujer solloza, se tapa la cara con las manos, llora conmovida… Llueve fuerte. Carilda acaricia en su regazo a un gato amarillo. Pensamos que no podría proseguir en medio de su aflicción, sin embargo, toma un aire y con voz rajada se remonta a marzo de 1957, cuando escribió el Canto a Fidel, un verdadero desafío a la sanguinaria maquinaria batistiana. «Recuerdo con profunda nostalgia la visita de Fidel a Matanzas y su intercambio con nosotros en el Valle de Yumurí, en ocasión de un aniversario del poema Canto a Fidel. También, el último encuentro con él durante una celebración en el Palacio Presidencial y en la cual pudimos saludar al amigo de Cuba, Gabriel García Márquez. Entonces nos dijo algo que es difícil de olvidar. Hablábamos de
Canto a Fidel No voy a nombrar a Oriente, no voy a nombrar la Sierra, no voy a nombrar la guerra —penosa luz diferente—, no voy a nombrar la frente, la frente sin un cordel, la frente para el laurel, la frente de plomo y uva: voy a nombrar toda Cuba: voy a nombrar a Fidel. Ese que para en la tierra aunque la luna le hinca, ese de sangre que brinca y esperanza que se aferra; ese clavel en la guerra, ese que en valor se baña, ese que allá en la montaña es un tigre repetido y dondequiera ha crecido como si fuese de caña. Ese Fidel insurrecto respetado por las piñas, novio de todas las niñas que tienen el sueño recto. Ese Fidel —sol directo sobre el café y las palmeras—; ese Fidel con ojeras vigilante en el Turquino como un ciclón repentino, como un montón de banderas. Foto: Ramón Pacheco Salazar
José Martí; él comentaba uno de los pensamientos de nuestro Héroe Nacional. “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz, pero lo que no puede ser guardado ni en diez universos es la indestructible necesidad de amar”. «Entre muchos de los rasgos de su pensamiento existe una convicción profunda de que es la cultura, definitivamente, lo que libera a los pueblos, y esto guarda una profunda relación con su interés extremo en desarrollar el potencial científico y artístico de la Patria. «A lo largo del tiempo los artistas y escritores hemos disfrutado del privilegio de dialogar con el resto de la sociedad, de enriquecer el carácter de la nación con nuestras obras. Para Fidel el arte no es un lujo, es una necesidad, porque en ese arte late la salud de la Patria, porque en ese arte se describe con excelencia la nobleza del cubano. «No podemos despedirnos, el adiós es una palabra que se ocupa del pasado, tal vez lo menos tangible se constituya en lo imperecedero, lo casi fugaz, eso que llamamos poesía, lo que apenas hemos sentido y evapora su presencia dejando un raro aroma y una levedad tremenda. A esto nos atrevemos, a tocarlo en el poema, en el poema que nunca es él, y sin embargo, no hay otro modo de tenerlo».
—¿En algún momento el Comandante en Jefe habló del poema Canto a Fidel? —Él me dijo, «Carilda, te debo mucho a ti, porque escribiste sobre un hombre que quisiera ser». Era un hombre delicado y culto. «La entrevista que le hizo el reportero norteamericano Herbert Matthews fue lo que me motivó a escribirlo, porque tuve la suerte de recibirla y saber que de verdad Fidel estaba vivo en la Sierra Maestra, hasta había una fotografía del periodista con él. Me asombré y en el mismo momento escribí el poema. Era la prueba de que estaba vivo y al saber eso, yo que lo conocía, me maravillé, era el apóstol contra el dictador». —¿Usted pensó en las consecuencias? —No, nada, no me importó, pero mi mamá lo leyó y empezó a llorar diciéndome que si yo me había vuelto loca. Si Batista descubre, me dijo, que una muchacha tan joven le escribe a ese hombre, su terrible enemigo, no te van a dejar viva, porque Batista es un tremendo asesino. Aun así, con todos esos peligros, lo envié a la Sierra Maestra. «Me parece imposible que haya muerto, siempre pensé, y quise, morir primero que él.»
Por su insomnio y sus pesares por su puño que no veis, por su amor al veintiséis, por todos sus malestares, por su paso entre espinares de tarde y de madrugada, por la sangre del Moncada y por la lágrima aquella que habrá dejado una estrella en su pupila guardada. Por el botón sin coser que le falta sobre el pecho, por su barba, por su lecho sin sábana ni mujer y hasta por su amanecer con gallos tibios de horror yo empuño también mi honor y le sigo a la batalla en este verso que estalla como granada de amor. Gracias por ser de verdad, gracias por hacernos hombres, gracias por cuidar los nombres que tiene la libertad. Gracias por tu dignidad, gracias por tu rifle fiel, por tu pluma y tu papel, por tu ingle de varón. Gracias por tu corazón. Gracias por todo, Fidel. (marzo de 1957)
juventud rebelde
LUNES
ESPECIAL
28 DE NOVIEMBRE DE 2016
07
El hombre feliz que nos salva Nuestros héroes lloran. Gerardo, uno de nuestros Cinco, en esa postura común, revive en estos días tristes algunos de sus recuerdos íntimos para aliviar el dolor compartido
La cercanía a la que asirse. Foto: Estudios Revolución
El día después, los héroes al frente del tributo joven. Foto: Tomada de Facebook
por NYLIAM VÁZQUEZ GARCÍA
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Después llegaron las anécdotas, esas que ardía en deseos por contarle y que Fidel escuchó atento. «El centro de detención de Miami es un edificio de 13 pisos y al lado estaba el inmueble de la Corte donde los jueces ven a los presos para los diferentes procesos; los dos edificios se conectan por un sótano. Para llevarte de una instalación a otra era largo: te desnudaban en un lado, te revisaban, te ponían la ropa de ir a la Corte, te encadenaban e ibas para ese sótano, donde hay un parqueo. Los presos van en fila, encadenados, entrando a la Corte. Un día estábamos formados y yo me doy cuenta de que hay un preso en una de las filas; la fila nuestra iba a tener que pasar por delante de la suya para entrar a la Corte. Y yo me doy cuenta de que el tipo tiene una cara de loco del carajo, tiene unos espejuelos amarrados con esparadrapo y nos está mirando fijamente. Y yo le digo a los muchachos: “Oye, tengan cuidado, porque ese tipo que está en la esquinita nos está mirando con cara de malo y tiene tipo de loco”. No podía hacer nada, porque estaba encadenado y hay 40 guardias, pero por lo menos nos podía escupir o cualquier cosa de esas. «Cuando pasamos por ahí el tipo nos dice: “¿Ustedes son los cubanos?” Sí, le digo. Y dice: “Resistan cojones, porque Fidel nunca los va abandonar. Yo vine en el 80, pero soy cubano y …” él siguió hablando y gritando, porque la fila no puede detenerse. Para nosotros eso fue una inyección tremenda, una reacción así de un cubano, que llevaba casi 20 años en ese país… fue algo bien emotivo en esos primeros días. «Y la otra fue también al principio del arresto,contarle cómo fue que nosotros supimos de aquellas declaraciones suyas en la Cumbre de presidentes en Portugal, en octubre de 1998, cuando Lucia Newman lo entrevista informalmente en un pasillo y le pregunta: “Comandante,¿qué se puede decir de las diez personas que arrestaron?” Tengo entendido que ellos van a juicio; lo que yo pueda decirte los puede perjudicar, pero si es verdad que ellos trabajaban para Cuba, Cuba nunca los va a abandonar. No son palabras textuales, pero en esencia fue eso lo que dijo, según recuerda Gerardo. El hombre que hablaba había vivido en dos tiempos: uno feliz con el Comandante cercano y otro lejos de todo lo
SUS ojos son varias capas de transparencias. Ha llorado. Los hombres de esta Isla han llorado,los héroes de Cuba han llorado. Las huellas del dolor siguen clavadas en su mirada,pero camina firme por la escalinata, rodeado de jóvenes, para el tributo. Gerardo Hernández Nordelo tal vez no tenga tiempo en estos días para el desplome —hay mucho que hacer para honrar a Fidel— pero muy seguramente será otra vez el propio gigante, como tantas veces en prisión, la fuerza para ese extra necesario, para seguir y hacer. A lo largo de 16 años muchas veces esa figura imponente, esa voz poderosa y esas manos infinitas fueron asidero constante. A los tres meses de su llegada contó que en las horas más duras pensaba en que si algún día tenía la oportunidad, quería contarle a Fidel algunas anécdotas de la prisión. Él, que estaba condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años de encierro, básicamente a morir en una cárcel de máxima seguridad, acarició entre sus sueños de libertad el diálogo con el Comandante, para que supiera cómo los había salvado de tanto, cómo se aferraron a su inocencia comprobada, a su ejemplo y a aquella promesa suya: «Solo les digo una cosa: ¡Volverán!». Fidel Castro no necesita de fechas, es una presencia más allá del 25 de noviembre de 2016 y se me antoja que en estos días nuestros héroes habrán de volver a las casi cinco horas que también forjaron el material de sus enterezas. Ocurrió el 28 de febrero de 2015. Como escribiera Fidel, habían pasado 73 días desde aquel 17 de diciembre que nos trajo a Ramón, a Gerardo y a Tony, los tres que nos faltaban y que completaron por fin a los Cinco. Gerardo recordaba cuánto se especuló previo al encuentro y sobre el porqué no ocurrió antes. Y allí otra huella más de la sensibilidad del hombre que anhelaban ver: «él estaba dando un poco más de tiempo para que nos sintiéramos más cómodos con nuestra vida después de habernos rencontrado con los familiares». Como desde el principio, Fidel los cuidaba: «Lo principal a su llegada era saludar a sus familiares, amigos y al pueblo, sin descuidar un minuto la salud
y el riguroso chequeo médico», escribió el Comandante un día después del encuentro. Gerardo, que para entonces tenía en su pecho la medalla de Héroe de la República de Cuba, que disfrutaba de dormir al calor de su amada y con Gema completando el cuadro de familia; allí, aquella tarde, desparramado en una butaca… en casa,calificó aquel día como«una de las experiencias más importantes de mi vida». Sus hermanos también lo sintieron así. Cada quien se escuda ahora en su propio Fidel y a mí me gusta pensar que nuestros Cinco vuelven al Comandante, al guerrillero que forjó el carácter de toda una generación, pero sobre todo a ese Fidel feliz que los recibió en su casa. Quiero pensar que el brillo en los ojos de Gerardo al revivirlo es el mejor modo de enjugar sus lágrimas de estos días, las suyas, las de los Cinco. «Lo que más me gustó, aparte de tenerlo tan cerca,fue que se trató de un ambiente nada protocolar,un ambiente familiar,muy animado, muy acogedor, en una sala relativamente pequeña de su casa, y ahí estábamos sentados como se sienta uno con un familiar, con un tío, un abuelo, un vecino, conversando animadamente». Entonces Gerardo reconoció que estaban tensos, así que el líder, con sus casi 90 y, como siempre, se hizo cargo de la situación. «Bueno, cuéntenme algo de la prisión. ¿Había muchos mosquitos?». Esa fue la primera pregunta de Fidel en el encuentro con los Cinco, recordó Gerardo. «Nos reímos y enseguida comienza a contarnos: “Sí, porque en Isla de Pinos teníamos bastantes mosquitos… Bueno, no me has dicho nada de Gema, no me has contado nada de Gema…”». Uno imagina la voz del gigante «Y a mí me llamó mucho la atención que se acordara de la niña por su nombre», completa Gerardo. «Él mismo le pidió a su esposa si había alguna botella para hacer un brindis,comimos con él y fue bien ameno. Nos sentimos como en familia y le dimos las gracias por todo lo que él representó para nosotros en estos años de lucha, por haber dicho que volveríamos y por haberlo hecho realidad y él nos dijo: “Lo único que lamento es que no haya podido ser antes”, pero nosotros sabemos que no fue por falta de esfuerzo, ni de empeño de nuestro Gobierno».
suyo, en un ambiente sumamente hostil, donde también Fidel fue la fuerza telúrica que sostuvo a los Cinco. Y sus ojos revelaban el brillo de la emoción, porque lo contaba en un presente de libertad y, mientras hablaba, Adriana pasaba a ver si tenía hambre, si quería tomar algo… ya no más la soledad, la incertidumbre, la rutina cruel de la cárcel. «Estábamos en el hueco y el preso de la celda del frente nos dice: “¿Vieron el periódico?. Tiren la línea para mandárselos”». La línea llegó y ellos leyeron. «Leímos las palabras y luego nos los pasábamos entre nosotros. Ese fue un día importantísimo, muy alentador. Desde ese día sabíamos que no había nada que pudiera doblegarnos o rompernos. Tuve siempre el deseo de contárselo y agradecerle». Volvemos al día que vivieron ellos y que los cubanos vimos en esas imágenes hermosas que transmitían el buen ambiente, ese espacio de intimidad, como el padre que comparte con sus otros cinco hijos varones. «Conversamos de todo y me gustó mucho que para el final de nuestro encuentro llegaron algunos familiares suyos a visitarlo —sus nietos— y me gustó mucho ver la reacción suya con los niños en su familia: los mimaba, les hacía gracia como cualquier abuelo. «Las horas se nos fueron volando, casi cinco horas, y él no quería que nos fuéramos. “Ah, ¿pero ya se van?”, preguntó Fidel. Si por él hubiese sido, hubiésemos seguido, pero sabíamos que debía descansar», recordó Gerardo. «Fui feliz durante horas ayer. Escuché relatos maravillosos de heroísmo del grupo presidido por Gerardo y secundado por todos, incluido el pintor y poeta, al que conocí mientras construía una de sus obras en el aeródromo de Santiago de Cuba. ¿Y las esposas? ¿Los hijos e hijas? ¿Las hermanas y madres? ¿No los va a recibir también a ellos? ¡Pues también hay que celebrar el regreso y la alegría con la familia!»,escribió Fidel el 1ro. de marzo de 2015. Un Fidel feliz nos salva de su partida. Es cierto, delicado, pone transparencias en los ojos de Gerardo, de los Cinco, de los hombres y mujeres que amanecen en estos días silentes. Pero el guía que inspira semejantes lágrimas será siempre el autor intelectual de esa fuerza telúrica llamada a impulsarnos a seguir y hacer… a salvarnos.
LUNES
28 DE NOVIEMBRE DE 2016
Mensaje del Consejo de Iglesias de Cuba por el fallecimiento de Fidel
La guayabera de Fidel es la más querida de la colección, dijo Carlo Figueroa, director de la Casa espirituana.
Un gigante en guayabera No era frecuente ver a Fidel sin su uniforme verde olivo, y eso hace más atractiva la camisa que en una colección espirituana preserva la impronta del Comandante texto y foto LISANDRA GÓMEZ GUERRA
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SANCTI SPÍRITUS.— Al centro de la sala, resguardada en una vitrina que prende de la pared, una camisa blanca y de mangas largas, con las marcas aún de la extraordinaria personalidad que la portó, se distingue del resto de las prendas de vestir que resguarda la Casa de la Guayabera. Se muestra inmensa, pulcra, única, a semejanza de quien la exhibió: Fidel Castro Ruz. Llegó a la única colección de su tipo en el país y la mayor del mundo, el 12 de junio de 2009 y, desde entonces, se convirtió en una de las reliquias más queridas y amadas del patrimonio espirituano. El 14 de junio de 1994, el Comandante en Jefe desfiló en Cartagena de Indias, Colombia, durante la 4ta. Cumbre Iberoamericana, vistiendo la prenda nacional de Cuba. No pocos seres enmudecieron aquella jornada al observar al histórico líder despojado de su legendario uniforme verde olivo. Así consta en la carta firmada por Rolando Alfonso Borges, quien fungió durante varios años como jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y que llegó junto a la camisa a predios yayaberos, de manos de Ciro Bianchi y Sylvia Mayra Gómez, responsables de muchas otras donaciones a la cuna de la guayabera. De acuerdo con Carlo Figueroa, director de la institución, en una ceremonia sencilla en la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena, muy cerca del balcón donde el líder histórico le habló al pueblo espirituano como parte de la Caravana de la Victoria en enero de 1959, se entregó la pieza a la colección, y por un tiempo se mostró en el Museo Provincial General. Al inaugurarse el 4 de junio de
2012 la Casa de la Guayabera, se posicionó en el sitio más importante de la sala de exhibición. Como muestra de agradecimiento, los integrantes del entonces proyecto sociocultural La Guayabera, le enviaron al eterno guerrillero una camisa en miniatura con sus firmas. Como ya son más de 210 prendas las que integran la colección —explica Carlo Figueroa— cada cierto tiempo se cambian las que se muestran y de esa forma, se conservan; pero nunca las de Fidel, Raúl y Almeida. «Quienes visitan la institución, sean residentes aquí o en el extranjero, siempre preguntan por esa camisa», añadió. Para que nadie tenga duda de su sui géneris historia, otro amigo de Fidel y de Sancti Spíritus, el reconocido fotorreportero Liborio Noval, obsequió la instantánea que él mismo le hiciera, al paso elegante y triunfador del Gigante con su guayabera. POR LOS 90
Pero no solo de esa forma Fidel Castro está presente en la colección de la Casa de la Guayabera. Hace unos meses, el artista de la plástica Nelson Domínguez solicitó intervenir la camisa que él donara en 2014. Al concluir, una inigualable obra artística «floreció» de la prenda de vestir blanca de mangas cortas. El rostro de Fidel y la bandera cubana, desde entonces, figuran en la espalda de esa guayabera. Esa fue una de las formas que encontró el reconocido pintor, dibujante, ilustrador, escultor, grabador y ceramista cubano para homenajear la llegada de los 90 del Comandante en Jefe. Ese valor añadido a la pieza de vestir la ha convertido en centro de atención de quienes llegan, diariamente, a la Casa espirituana que cuenta la historia de un gigante en guayabera.
LA comunidad cristiana de Cuba, particularmente aquella nucleada alrededor del Consejo de Iglesias de Cuba, ha recibido la noticia del fallecimiento del Comandante Fidel Castro Ruz con un sentimiento de tristeza profunda, mitigada solamente por la convicción de que seguirá viviendo en el alma de la Nación Cubana. Como movimiento ecuménico, siempre sentimos cercano a Fidel por su firmeza y constancia en la lucha por la unidad, la justicia, la paz y el amor hacia el ser humano, que son los mismos valores y principios de la fe cristiana. Solamente podremos honrar su legado desde el compromiso patriótico con su pensamiento y obra, en la convicción de que, como a él, Dios nos
confortará y nos guiará por sendas de justicia por amor de su nombre, y que el bien y la misericordia nos guiarán todos los días de nuestras vidas (cf. Salmo 23, versos 3 y 6.) “… Porque este Dios, es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aún más allá de la muerte” (Salmo 48:14.) Con gratitud por su vida, ¡hasta siempre, Fidel! Fraternalmente, Consejo de Iglesias de Cuba Joel Ortega Dopico, Presidente. La Habana,26 de noviembre del 2016.
Hoy en la Mesa Redonda
Hasta Siempre Comandante (2) LA Mesa Redonda de este lunes continuará acercándose a la huella cubana y universal que deja Fidel Castro y actualizará informaciones sobre el tributo que nuestro pueblo y amigos de diversas partes del mundo le rinden al líder de la Revolución Cubana. Cubavisión, Cubavisión Internacional, Radio Habana Cuba y el sitio en YouTube de la Mesa Redonda transmitirán este programa a las siete de la noche.
Regulaciones del tránsito en La Habana en ocasión del traslado de las cenizas del líder histórico de la Revolución Cubana LA Comisión Provincial de Seguridad Vial de La Habana informa a la población, que en ocasión de realizarse el traslado, en las próximas horas, de las cenizas de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz por el itinerario que rememora La Caravana de la Libertad en enero de 1959, se prohíbe el estacionamiento o parqueo, el día 30 de noviembre a partir de las 06:00 de la mañana y se producirán cierres operativos de tránsito, hasta que concluya esta actividad en las vías siguientes de la Capital:
•Paseo desde Ayestarán hasta calle 23. •Calle 23 desde Paseo hasta Malecón. •Malecón desde 23 hasta Prado. •Ave. del Puerto desde Peña Pobre hasta Fábrica. •Fábrica desde la Ave. del Puerto hasta la Vía Blanca. •Vía Blanca, desde Fábrica hasta la Carretera Central. •Carretera Central desde Vía Blanca hasta la Virgen del Camino.
•Calzada de Güines desde la Virgen del Camino hasta el Puente del Cotorro. •Calle 101 (Cotorro) desde el Puente del Cotorro hasta el Puente de la Monumental. •Carretera Central desde la Monumental hasta el límite con la provincia Mayabeque. En tal sentido, la Comisión exhorta a los usuarios de la vía a cumplir con las disposiciones establecidas en las presentes Regulaciones, además de mantenerse atentos a las indicaciones de los agentes de la autoridad que se encuentren en el lugar y la señalización correspondiente, con el fin de evitar aglomeraciones innecesarias de vehículos y la ocurrencia de accidentes del tránsito, al tiempo que ofrece disculpas por las molestias e inconvenientes que pudiera ocasionar la aplicación de estas medidas. Comisión Provincial de Seguridad Vial de La Habana