M I P E Q U E Ñ O M U N D O

1 MI PEQUEÑO MUNDO L a soledad: puede ser una condena o una ocasión para buscar dentro de uno mismo, la ocasión perfecta para ir más allá de los lí

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1 MI

PEQUEÑO MUNDO

L

a soledad: puede ser una condena o una ocasión para buscar dentro de uno mismo, la ocasión perfecta para ir más allá de los límites marcados por las pautas establecidas. Un camino hacia un mundo infinito tan sólo amenazado por el miedo a la pérdida del autocontrol. La tristeza: una distorsión que oscurece la comprensión de la esencia y existencia de uno mismo, sumiéndola en un mundo paralelo e irreal que reprime el verdadero fin. El espacio: una forma de establecer fronteras a nuestras percepciones, distintas configuraciones para crear nuestra realidad según la necesidad vital, una relativa interpretación de la realidad. El tiempo: una pauta que predispone nuestros actos, un concepto para separar las escenas de nuestra existencia en recuerdos, momentos e ilusiones. Una aparente línea recta que se divide constantemente en decisiones transcendentales. La curiosidad, el aprendizaje y el conocimiento: impulsos que determinan vida e inteligencia, razones para manejar tiempo o espacio y conseguir alcanzar el verdadero propósito. El amor: la unión más poderosa con el todo, la razón por la que la soledad y la tristeza consiguen doblegar los límites del espacio y del tiempo, con el fin de satisfacer la curiosidad, poner en práctica lo aprendido y aspirar al conocimiento. Un día más camino en todas las direcciones y..., siempre encuentro el mismo límite. Más allá de la luz no hay nada. Busco la razón de mi existencia en este lugar que me asfixia, que me subyuga…,¡tan diferente a ese mundo anhelado! Aquí he nacido, aquí he llorado… ¡No permitiré morir olvidado! Me llamo Izan, tengo veintisiete años, soy huérfano desde los catorce, vivo bajo una bóveda artificial y por eso camino de un lado a otro cada día. Como un animal enjaulado busco la libertad, cual ser racional pretendo encontrar un vestigio, una salida que dé respuesta al motivo de este cautiverio. Cada día contemplo con mis ojos un espacio finito, un mundo de tan sólo tres kilómetros de diámetro donde comparto mi vida con un lago, colinas, árboles, una gran pradera, tres casas, un cobertizo y dos sótanos bien profundos. Cuido con recelo los escasos animales del bosque y de mi granja con el fin de mantener las especies. De

todos ellos destacan mis fieles amigos, siete gatos y un perro. Todo ello se encuentra dentro de esta media esfera, refugio de mi cuerpo, prisión de mi mente. La razón por la que no he perdido el juicio, hasta ahora, está motivada por el ansia de llegar a entender la causa de esta situación, pequeño espejismo del gran mundo que sé que existe. Me atormenta esta condena cuando despierto, tras haber caminado y navegado en mis sueños por los interminables campos e inmensos océanos de las leyendas relatadas por mis padres, cuando pienso y me pregunto: ¿por qué no me dieron las claves de la verdad que busco?, ¿qué razón les condujo a no hablarme nunca del lugar donde nos encontramos?, ¿qué es esta miniatura de realidad en la que vivo?, ¿por qué no hay más personas en este lugar? Mi padre, en sus últimas horas, me suplicó que estudiara a diario, que siguiese las enseñanzas de Sazó (un profesor virtual, mi único amigo con cara humana), que leyese todo el contenido de los archivos y libros de la biblioteca para que, llegado el día, pudiera entender los hechos de nuestra existencia y la misión que nos fue otorgada en Gavian. Dicho cometido está todavía lejos de mi comprensión. He escuchado repetidas veces a mis padres hablar de Gavian, un lugar alejado de la Tierra (el planeta original de donde provienen todas las imágenes de los documentales). ¡La Tierra!, con sus maravillosos paisajes, inmensos océanos, gran variedad de plantas, animales, personas… Todo eso es inmenso con respecto al pequeño círculo de mi hogar. Tampoco entiendo el sentido tan hermético de esta instalación: ¿de qué o quienes me protege o me aísla?, ¿qué es Gavian en sí? Poco puedo decir, tan sólo que es una planta de generación biológica, con un mecanismo que irradia luz cada doce horas y crea una atenuación casi completa otras doce, además de desprender agua de su bóveda cada dos días. Todo ello está calculado y programado para que simule las condiciones óptimas de atmósfera y clima de algún lugar de la Tierra. Desconozco el lugar donde se gestiona todo, de donde se obtiene la energía… Esa duda repleta mis ansias de exploración, de conseguir ir más allá de los límites, buscar el sentido, la función y el fin. Pero además, sufro el tormento de la soledad de mi especie, el no poder compartir tantas ideas con alguien racional, no virtual, que refleje emociones. Dos ojos que puedan percibir mi rostro y a través de los cuales pueda leer las alegrías, los miedos y el amor. Tal como eran los ojos de mi madre, de mi padre, dos puntos por los que podía penetrar mi mirada y sentir. Añoro la efusividad de sus abrazos, los cálidos besos en la mejilla, los sabios consejos, la protección innata, la enseñanza… Sus últimas instrucciones consistieron en facilitarme todo tipo de métodos de autocontrol para poder vivir en soledad y obtener la fuerza necesaria hasta que, trascurridos dieciséis años, intentase salir de aquí. Nunca me desvelaron la razón de esa espera y hacia donde saldría. En su lecho de muerte, mi padre me habló de un acceso que conectaba con otro lugar, pero no me pudo indicar dónde se hallaba. Estas últimas palabras confirmaron mis intuiciones acerca de la existencia de más cúpulas y personas. Por este motivo, tengo las fuerzas necesarias para buscar cada día una salida. Se lo debo todo a ellos, sólo podría reprocharles la falta de respuestas concretas a mis lógicas preguntas. No entiendo cómo han podido dejarme sin dar solución a mis interrogantes, inmerso en un mar de dudas, con tanta información de la Tierra y tan poca de Gavian. ¿Qué oculta ésta para que ningún rastro haya sido encontrado en todo este tiempo?

Durante gran parte de mi infancia me hicieron creer que vivíamos en un recinto experimental en un nuevo mundo, que cumplíamos una misión y debíamos esperar el momento oportuno para salir y reunirnos con más miembros. Acostumbrado a esta vida, viví sin dudar de la versión que me habían contado. Con el tiempo empecé a tener recuerdos durante el día y sueños durante la noche, en los que siempre me veía rodeado de gente. Nunca he podido confirmar si eran fruto de mi imaginación a causa de la falta de compañía humana o, si bien, pertenecían a recuerdos de mi más pronta infancia. Recordé las noches en que mi padre no dormía en casa y mi madre me decía que le gustaba dormir de vez en cuando en la colina más alta, bajo el árbol más longevo. Ahora tengo la certeza de que salía de este lugar y regresaba al día siguiente. Hoy puedo intuir muchas cosas atando cabos y dejando a un lado la inocencia de la niñez. Observando hace meses, con atención, el entorno de Solvendo (así es como llamaban mis padres a nuestra cúpula) recordé que un temblor removió el suelo causando desprendimientos, tumbando árboles y dañando parte de las instalaciones. A raíz de este hecho investigué cada centímetro de mi mundo en busca de una señal que me mostrase el punto donde había quedado sepultada la salida. Todas y cada una de las observaciones, recuerdos, incoherencias o preguntas sin respuestas de Sazó, son pistas que he ido anotando y estudiando con todo detalle. Apuntes que motivan mi día a día, sueños que sustentan mis fantasías de evasión, razones para creer que este lugar no ha sido creado para una sola familia, sino para muchas, y que más allá de estas instalaciones hay un mundo nuevo por descubrir y habitar, otras personas a las que conocer, sentir y amar. Todos estos años me he alimentado de mis propios pensamientos, me he motivado con ilusiones, he dudado hasta de las recomendaciones, he pensado en buscar la salida y lanzarme a la aventura ataviado de la única razón que me mantiene, la fe ciega en mí mismo, en mis ideas y mis esperanzas. He llegado a la conclusión de que Solvendo es una esfera que de alguna forma se comunica con otras, también habitadas, que forman un conjunto que se llama Gavian o tal vez forme parte de algo más grande del mismo nombre. Podría estar flotando en el espacio, como un satélite artificial de un planeta pendiente de ser habitado, pero intuyo que estoy sumergido bajo la corteza de un astro con ese mismo nombre porque cada vez que mis padres discutían y veían nuestro pequeño hábitat de una forma negativa, tenían la costumbre de maldecir el planeta. Sólo cuando se enfadaban con nuestra forma de vida lo llamaban así. Sucedía en esos casos y además iban siempre asociadas las palabras planeta y Gavian. El concepto relativo a estar debajo de algo ha sido muy recurrido por ellos en vida. A pesar de la apariencia de luz y expansión que el techo en forma de cúpula consigue, la sensación que siempre ha predominado en mis observaciones ha sido la de estar bajo tierra, en un hueco subterráneo perfectamente habilitado para hacer perdurar la vida durante años. La instalación funciona mediante un sistema autónomo de energía ilimitada que me protege a una indeterminada profundidad de lo que pudiera existir en el exterior de Gavian. En definitiva, todo ha sido creado para proteger nuestra especie de un mal en superficie que ignoro. Encontré algunos datos sobre geología en una impresora asociada a un ordenador que se quemó por una extraña razón, justo días antes de que me quedara sin la compañía de mis progenitores. A esa computadora jamás se me permitió acceder, estoy seguro de que me hubiese resuelto muchas dudas.

Desde entonces, mi vida aquí ha estado motivada por la búsqueda de respuestas a todas mis preguntas, sabiendo que todas ellas las encontraré cuando consiga salir. Desde este momento relataré en mi diario cada una de las pistas que me ayuden a abandonar el vientre artificial que me protege, así como todo lo que me sirva para resolver cada una de las incógnitas que rondan por mi mente, obsesión implantada en mi interior, desesperación que temo sufrir cada día que pasa. En mi ansiada búsqueda por una salida, mientras recopilaba todos los datos del análisis del terreno, he reconocido tres zonas en las que hay árboles inclinados, que han crecido en diagonal. Son los únicos y es extraño porque la luz proviene de arriba y la gravitación es como la de la Tierra o muy similar. Además, la parte más alta de estos árboles ha crecido buscando la verticalidad. Este curioso caso me conduce a una conclusión basada en posibles efectos de los temblores. El terreno en estas tres zonas debió desplazarse, arrastrando a los árboles y a sus raíces, dejándolos así de inclinados justo en el momento en que cesó el desprendimiento. He llegado a plantearme que en alguno de estos tres lugares haya quedado sepultado el acceso a las otras cúpulas. Por lo tanto, tengo tres posibilidades y mucho que escavar. A esta conclusión he llegado hace escasos días, tengo tres años por delante para salir, pero anhelo a alguien a quien poder preguntar y del cual obtener respuesta. Una zona está casi en medio de Solvendo, otra en la mitad del camino entre el centro y un extremo y la tercera cerca de uno de los extremos. Si la estructura de la cúpula es totalmente esférica, para así retener y recuperar el agua que se filtra y reutilizarla de nuevo, lo lógico será que el acceso esté en el extremo, ya que habrá menos recorrido hasta otra cúpula. Claro que eso siempre que la supuesta otra instalación esté alineada con ésta a la misma altura, pero, ¿y si está debajo de ésta? Si así fuera descarta la opción de la que está a medio camino y quedan dos posibilidades. Entonces tengo que decidirme por una sin atender a más teorías posibles. Durante años he pensado en múltiples interpretaciones acerca de estas instalaciones. La conclusión final de lo que recuerdo vagamente y lo que he llegado a interpretar con los años, es que Gavian es el planeta que han colonizado nuestros ancestros y nuestro fin es, o era, poder vivir algún día en el exterior. La fatalidad me ha sellado en este pequeño hábitat, aislándome de compañía humana, así como de las respuestas que mis incesantes preguntas rondan por mi cabeza, centro de divagaciones, tormento de mi soledad, condensador de esperanzas. Algo en mi interior vislumbra un amplio espacio donde potenciar mi caudal infinito de inquietudes, no sé si es una videncia o un espejismo de mis deseos, pero cobra más fuerza cada día que pasa. Tal vez se trate de un autoconvencimiento de mi mente para evitar caer derrotada, presa de la locura o la desesperanza, pero es algo que veo tan claro que no me permite dudar en ningún momento. He podido reflexionar sobre mí mismo, observándome como una pieza más en este dilema y entendiendo que soy un elemento con una razón de ser, un engranaje en una vasta maquinaria que se ha parado y ha de emprender su funcionalidad. La llave que active el mecanismo abrirá a su vez la puerta que me permita ver mi destino, mi legado y mi verdadera función en esta misión. En los escenarios de mis pensamientos destaca una imagen omnipresente en buena parte de mis sueños, mi principal sustento en mis momentos más angustiosos, la imagen de una mujer creada por mi mente como síntesis de cada una de las actrices de los filmes que he visionado y tal vez ciertos rasgos de mi madre. No tiene nombre, no existe, pero perdura cada día en mi imaginación, cual protagonista y compañera de

múltiples escenas que trascurren dentro de mi cabeza. Cuando estoy despierto son secuencias de la vida que desearía tener, cuando duermo son sueños tan reales, que en ocasiones no llego a distinguirlos de la realidad. Cada vez que intento interpretarlos, busco la forma de darles un sentido, encuentro gran diversidad de explicaciones, pero últimamente perdura en mi interior una conclusión que lo relaciona todo. En mi ansiada lucha por entender esta situación, en la que pretendo evadirme de este lugar y explorar el mundo que tiene que esperarme ahí afuera, de alguna forma en mis sueños, logro desplazarme a mi futuro y ver qué hay en él. Esto me sirve para comprender mejor el mecanismo donde se encuentra la llave y como funciona todo. La puerta hacia el futuro se halla aquí, en este punto concreto de mi singular mundo. Ha llegado el momento de enfrentarme a mi complejo cúmulo de divagaciones, de enfrentarme al deseado futuro con respuestas, donde sin duda se encuentran las versiones físicas de cada uno de los personajes creados por mi imaginación. Estoy preparado para asumirlos como reales, para poder tocarlos, para dar uso a mi voz cada vez que tenga que dirigirme a uno de ellos. Ahí afuera me toparé con la realidad que necesito para poder seguir viviendo. Puede que me dé miedo pero ya estoy preparado para afrontarlo, es el momento de optar por transformar esta visión en una realidad. Mañana empezaré a escavar en la zona más cercana al extremo de Solvendo.

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