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MARIA POEMA
LIRICO POR
ADOLFO
PREMIADO POR
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SIOARD PEREZ
LA JUVENTUD OATOLIOA
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BOG-OT.A. IMPRENTA DE COLUNJE y VALLARINO
\1 SANCO DE LA REPU8L1CA _ •••••••.•••••. ,..A
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AItANGO
PROLOGO.
EN el año de 1871, la sociedad que con el nombre de " La Juventud Católica" se habia organizado poco tiempo ántes en la capital, y que á la sazon florecia ya en otras poblaciones del país, abrió un concurso literario en honor de la Inmaculada Concepcion de la SantíRima Vírgen, dando por tema el mismo sublime dogma; y eligió el jurado de calificacion que debiera fallar sobre la adjudicacion del premio y la concesion del accesit. El autor de la poesía á que tenemos el honor de llamar aquí la atencion, acostumbraba, de tiempo atras, contribuir anualmente COll alguna composicion en verso á la fiesta que la Iglesia celebra en conmemoracion de aquel inefable misterio. Dando, pues, mayor extension al plan de la obra que preparaba, envióla nuestro autor al concurso, más bien con la mira de dar cumplimiento á su filial costumbre, que por aspiracion á un premio á que no pretendia hacerse acreedor.
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PROLOŒO.
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Las condiciones establecidas para el desempeño del argumento eran: "estilo y lenguaje elevados, y pensamientos teológicos." Ciñéndose el señor Sicard, con severa fidelidad, á las condiciones especificadas por el Consejo de la Sociedad, di6 á su plan preconcebido proporciones más vastas y atrevidas, que á la vez que abrazaran el sagrado tema en su parte teol6gica, dejaran libre y desahogado campo ]1ara los desarrollos. Antes de llamar la atencion á algunos pasajes que resaltan, ya por la belleza del pensamiento, ya por la valentía y brillo de la imágen 6 por el vigor y armonía del lenguaje, creemos oportuno mencionar aquí la opinion, que corre entre personas autorizadas, de que los temas sagrados, y sobre todo las verdades teológicas, se resisten á ~ntrar de una manera directa en los moldes de la poesía. Esto, á nuestro juicio, tiene por causa la imposibilidad de que el todo éntre en una ,de sus partes. Más fácil es trasplantar un cedro centenario de su montaña á un florero de salon, que dar una idea de la pureza de la Madre de Dios comparándola con objetos del dominio únicamente de los sentidos. Esta dificultad es de tal magnitud, que seria de todo punto imposible el vencerla sin la presencia y el auxilio de la Fe, así respecto del autor como de los lectores. Al decir "la Fe," nos referimos á la virtud teologal que lleva este nombre. En ésta se apoya la poesía
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del señor Sicard, y, por tanto, creemos oportuno consignar aquí, aunque con la desconfianza que nos inspira la escasez de nuestras fuerzas, algunas observaciones sobre la Fe. Desde luego se hace necesario establecer la distincion entre la,Fe, virtud sobrenatural; la fe, afecto natural del ánimo; y la conviccion, resultado de un procedimiento anterior. La primera nos viene directa y sobrenaturalmente de Dios, para nuestros fines eternos. La segunda nos viene indirecta y naturalmente de Dios, esto es, está en la naturaleza humana, y se refiere á fines temporales. La tercera, la conviccion, es resultado de reflexiones propias; ó de los argumentos de un tercero, ya de palabra ó por medio de libros; ó de una serie de hechos, &c. &c. , Aunque éstas son distintas, suelen marchar de acuerdo. La Fe es á la conviccion la que un viviente ~ su cadáver: idénticos en forma, tamaño y organizacion; y sin embargo, la diferencia es la que hay entre la vida y la muerte. La conviccion es hecha de piezas; la Fe es enteriza. Para cruzar un lago cuya opuesta orilla se divisa con la simple vista, no es necesaria la brújula; mas ·es imposible sin este aparato atravesar el mar para llegar á determinado puerto. Así mismo, las obras cuyo desarrollo y fin están al alcance del entendimiento, pueden coronarse á impulso de una simple conviccion; pero aqcella cuyas dimensiones, término y
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fruto se hallan á una distancia que excede á la pre: vision intelectual, no pueden efectuarse sin la fe. La desesperante lentitud de los desarrollos en las grandes obras destruiria el pristigio del principio fundamental sobre el cual se 'está obrando, si la fe, "que nunca sabe cuándo está vencida," no sostuviera aquel prestigio hasta coronar la empresa. La Fe sobrenatural es inseparable del esfuerzo, del valor y de la fortaleza, porque las verdades de fe no son meros enunciados; son mandatos urgentes de la Sabiduría Eterna. Cada verdad relativa á la duracion del hombre es un grito de alarma, y la Fe es el 6rgano con el cual . oimos esos gri~os. Se dice comunmente: