MERCEDES FORMICA Y SU NOVELA A INSTANCIA DE PARTE. ENTRE LA SECCIÓN FEMENINA Y EL FEMINISMO

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Christine Lavail

Christine Lavail Université de Paris X-Nanterre

MERCEDES FORMICA Y SU NOVELA A INSTANCIA DE PARTE. ENTRE LA SECCIÓN FEMENINA Y EL FEMINISMO En 1953, la abogada Mercedes Formica, destacado miembro de la Sección Femenina de Falange1, lanzó una campaña en pro de los derechos de las mujeres con la publicación en el diario ABC, el 7 de noviembre, de un artículo titulado “El domicilio conyugal”. A raíz de ese artículo, su actividad se centró en difundir la necesidad de una reforma del Código Civil en favor de las mujeres. Entre 1953 y 1958, fecha en la que tuvo lugar dicha reforma, Mercedes Formica escribió una serie de artículos, dio conferencias y se entrevistó con el jefe del Estado y con personalidades del momento2, y publica además en 1955 una novela sobre el tema, A instancia de parte. Esta novela, calificada de “feminista” por un sector de la crítica actual3, ocupa una posición doblemente problemática: por un lado, su estatuto de obra literaria llama la atención dentro de una campaña esencialmente periodística y merece ser cuestionado; mientras por otro lado, la obra plantea el lugar ocupado por Mercedes Formica en la sociedad, entre la Sección Femenina y el feminismo. El concepto de “paratopía” desarrollado por el lingüista D. Maingueneau para situar las obras designa una “localidad paradójica” que no es sino “una negociación entre el lugar y la ausencia de lugar” y “que vive de la imposibilidad misma de estabilizarse” (Maingueneau 2004: 52-53). Aparece entonces como una criba de lectura interesante para comprender tanto las relaciones de M. Formica con la literatura como su posicionamiento frente al grupo político dominante al que supuestamente pertenece –la Sección Femenina de Falange– pero del que paulatinamente se aleja. Intentaremos analizar estos dos niveles de paratopía, tanto literaria como de identidad, pero antes habrá que definir la sociedad de referencia, ese “lugar común” al que todos pertenecen y al que se adhiere particularmente Mercedes Formica. Podremos entonces ver cómo los personajes de la obra crean un espacio de disensión y cómo se establece una dinámica de negociación entre estos espacios, que convierte a Mercedes Formica en un personaje paradójico, difícil de clasificar. El lugar común: la sociedad de referencia Con la victoria de las tropas nacionales en abril de 1939, la situación femenina experimentó un retroceso después del paréntesis liberador que había representado la Segunda República. El nuevo orden social que pretendía implantar el régimen de Franco se basaba en la sumisión de las mujeres y en su supeditación al hombre en todos los aspectos de la vida. La sociedad franquista se fundamentaba por lo tanto en la división social de los roles y remitía a las sociedades tradicionales patriarcales en las que lo masculino se suele asociar a la inteligencia, a la actividad y al espacio público, mientras lo femenino se halla relacionado con los sentimientos, la pasividad y el espacio privado. De este modo, las mujeres vieron cómo se

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Mercedes Formica entró a formar parte de la Falange en 1935 y pronto fue nombrada por José Antonio Primo de Rivera Delegada Nacional del SEU femenino. En 1942 dirigió la revista de la Sección Femenina Medina y, aunque dimitió a los seis meses, nunca dejó de ocupar cargos de relevancia en la organización femenina. 2 Mercedes Formica se entrevistó con Franco el 10 de marzo de 1954 y seguidamente con el entonces Ministro de Justicia, Iturmendi. 3 En particular por María Elena Bravo en su introducción a la edición de Castalia en colaboración con el Instituto de la Mujer, Madrid, 1991 (col. “Biblioteca de Escritoras”, 22). A esta edición remitirán las citas del texto.

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les vetaba la posibilidad de acceder a otro espacio que no fuera el hogar y la Sección Femenina quedó encargada de difundir esta ideología, creando así el género a partir del sexo. Desde un punto de vista jurídico, este retroceso en la situación de las mujeres quedó materializado por una legislación machista y discriminatoria, heredada del Código Civil de 1889 y que afectaba sobre todo a las mujeres casadas. La ley consideraba al esposo administrador de los bienes de la sociedad conyugal y representante legal de su mujer. El adulterio demostrado de la mujer era un delito castigado con una pena de 6 a 12 años durante los cuales la mujer se hallaba encerrada en una cárcel o un convento; pero si el marido mataba en el acto a los adúlteros sólo era desterrado por 3 meses. Además la Ley de Enjuiciamiento Civil establecía que la mujer que se separaba –culpable o no– perdía el “domicilio conyugal”, y quedaba depositada en casa de un familiar o en un convento, y se la privaba de la guarda de los hijos. A instancia de parte, novela que se podría calificar de realista, se hace eco de esta situación de las mujeres en el adulterio. La trama presenta dos parejas relacionadas con esta temática: la pareja central formada por Julián y Aurelia en la que esta última, víctima de una encerrona tramada por su marido, se verá acusada de adulterio, depositada en un convento, privada de su hijo y por fin deportada a Filipinas, su país de origen; la segunda pareja es aquella formada por Chano Maldonado y Esperanza, en la que Chano ha sido engañado por su mujer a la que termina perdonando pero, al oponerse al código social establecido, es rechazado y se convierte en un paria social. El lazo entre ambas parejas lo forman los hombres ya que Chano, en lo más bajo de su decadencia, ayuda a Julián a tender la trampa para Aurelia. Desde luego, si estas parejas ilustran por sí solas la situación precaria de las mujeres frente al adulterio, unas palabras de Julián son también particularmente significativas de la problemática, dice: “Si mi mujer me engañase le pegaría un tiro” (Bravo 1991: 149) y matiza, dándole forma a su proyecto, “No quiero matar a mi mujer. No soy un asesino. La vida la da Dios y solo Él puede quitarla. La dejo vivir, pero aparto a mi hijo de su lado” (Bravo 1991: 150). Estas parejas ejemplifican la situación precaria de las mujeres en el adulterio y, de forma más general, en la sociedad franquista. En el caso de A instancia de parte, las condiciones socio-históricas de la creación de la obra son fundamentales y el texto no puede ser entendido sin el contexto. Sin embargo, este contexto no sólo es la expresión de una realidad sino que aparece como un “lugar común” en el sentido propio de la palabra, es decir un lugar que pertenece a todos –la sociedad franquista–, que M. Formica reivindica implícitamente al formar parte de la Sección Femenina pero contra el que se alza en su novela. El problema reside pues en la actitud que adopta M. Formica ante este “lugar común”, actitud que puede ser aprehendida mediante el concepto de paratopía que Maingueneau define como “lo que da la posibilidad de acceder a un lugar y lo que prohíbe toda pertenencia” (Maingueneau 2004: 86). Por lo tanto, este aspecto es el que nos va a interesar pero antes, hay que analizar cómo se pone en funcionamiento la paratopía. Análisis de los personajes: un espacio de disensión En A instancia de parte, la paratopía que implica la empresa creadora de M. Formica se pone en obra mediante algunos personajes de forma individual o colectiva. Frente a Julián, que pertenece al grupo socialmente dominante por ser hombre y porque respeta los códigos de la sociedad, Chano así como las mujeres plantean de forma problemática su pertenencia a dicha sociedad.

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En el caso de Chano, al negarse a castigar a su mujer, se encuentra en una situación paratópica ya que está fuera de su “papel de hombre”, tanto desde un punto de vista social como sexual. Las referencias a esta doble pérdida de estatuto abundan en el texto y el personaje se encuentra definido ora como “un muerto civil” (Bravo 1991: 112) ora como lo contrario de “un hombre completo” (Bravo 1991: 130). Él mismo afirma, al recordar su actitud hacia su mujer, “Yo no soy un macho en el sentido que se da a esa palabra. Yo no he sido un matón. He sido, simplemente, un hombre bueno” (Bravo 1991: 168). Es interesante notar cómo Chano deja de plantear el problema en términos sexuales/sociales para desplazarlo hacia el ámbito de lo moral. Así, la novela conduce a evocar la injusticia de su caída social que acarrea también una caída moral. Según Maingueneau, los personajes paratópicos siempre se hallan en una frontera, en un límite, y pueden pasar de una situación máxima a mínima o vice versa. En el caso de Chano, la paratopía se pone en marcha por ambos procesos. En efecto, al perdonar a su mujer, Chano pasa de una situación social máxima a mínima ya que lo pierde todo –trabajo, amigos, consideración– y se convierte en poco más que en un alcohólico y en un mendigo; pero al mismo tiempo, desde su situación social mínima pasa a una situación moral máxima para su mujer que lo considera como su salvador y “desea(ba) besar el suelo que pisa(ba)” (Bravo 1991: 131). Sin embargo, pasa de esta situación moral máxima a una situación moral mínima cuando termina por aceptar tender una trampa a Aurelia y entrar en el juego de Julián, lo que él mismo define como una “canallada” (Bravo 1991: 155) que lo llevará a un punto de decadencia sin retorno. Cuando, tras la intervención de Chano, Aurelia es separada de su hijo y condenada al destierro, éste vuelve a su vida de mendigo que se impone a sí mismo como castigo pues ya no se considera como víctima sino como responsable: No acusaba a Julián, tampoco a Esperanza, su culpa le pertenecía. –Debí quedarme en mi pozo. Mejor la muerte en una cuneta, que esta agonía que me traspasa (Bravo 1991: 222).

En cuanto a las mujeres de A instancia de parte, también son paratópicas ya que pertenecen a la sociedad sin participar plenamente en ella. A este respecto, es curioso ver que, en una novela cuyo tema central es la crítica de la situación de las mujeres, éstas se encuentran privadas de la palabra y sobre todo utilizadas casi como mero “decorado”. En realidad, este silencio y esta semi-ausencia son simbólicos de la posición que ocupan las mujeres en la sociedad de referencia. El modelo femenino de la “nueva mujer” impuesto por el franquismo a través de la labor de la Sección Femenina se basa sobre todo en la sumisión, y las mujeres de A instancia de parte, al no tener derecho a la palabra, respetan perfectamente esta situación. La única voz femenina que se oye desde el principio de la novela es la de Rosalía, la amiga de infancia de Julián, pero ésta representa a todas las mujeres cómplices de la sociedad que las oprime, y es más, intuyendo la verdad sobre la desgracia de Aurelia, toma deliberadamente la decisión de callar (capítulo 17). Rosalía se beneficia, por lo tanto, de un estatuto especial en la novela, también inducido por su soltería. En cambio las casadas, Aurelia y Esparanza, se encuentran reducidas al silencio, enteramente sometidas a los hombres. Sin embargo, Chano se hace el portavoz de estas silenciadas ya que varios elementos permiten emparentarlo con ellas, desde sus cualidades personales consideradas como específicamente femeninas –el amor, el sentimiento, la abnegación, el perdón– hasta la puesta en escena de su victimización. Sólo al final de la novela, a partir del momento en que Aurelia se encuentra depositada en un convento, las mujeres recobran cierto protagonismo y, en los capítulos 19, 20 y 21, toman por fin4 la palabra para denunciar colectivamente la 4

La novela se compone de 24 capítulos.

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injusticia cometida hacia ellas. En el capítulo 19, el personaje de Fuensanta, una de las mujeres depositadas al igual que Aurelia le revela la verdad sobre lo ocurrido: “Estás depositada. Te cogen y te depositan. Se depositan cosas, dinero, mujeres. Mujeres también – su sonrisa se apagó” (Bravo 1991:– 200), y, con fórmulas cortas y tajantes, sigue asestando una serie de críticas a la situación de las mujeres: “La ley es una trampa dispuesta para que caigamos en ella las mujeres” (Bravo 1991: 200), “Se nos caza con facilidad, no como a ellos que, aunque nieguen a sus hijos hasta el pan, no puedes perseguirlos” (Bravo 1991: 202) o “Los hombres están protegidos por leyes que ellos mismos se han dado” (Bravo 1991: 202). En el capítulo 20, M. Formica evoca, por boca de las compañeras de infortunio de Aurelia, las diferentes injusticias cometidas hacia las mujeres, y en el 21 insiste en la crueldad que representa separar a una madre de sus hijos. A pesar de esta crítica clara y contundente, la toma de la palabra por parte de las mujeres interviene demasiado tarde, cuando la situación de Aurelia es irremediable. Además, es interesante notar que esta denuncia se lleva a cabo entre mujeres víctimas, en el ámbito del convento, sin ninguna resonancia al exterior de este espacio de encerramiento, y que en estas condiciones, el orden establecido no se encuentra amenazado. Aún así, los personajes paratópicos, tanto Chano como las mujeres, conducen a problematizar la injusticia de una sociedad que funda las relaciones entre los sexos sobre la jerarquización y la dominación. De esta forma, mediante los personajes paratópicos y la temática que ponen en juego, M. Formica crea un espacio de disensión frente a la Sección Femenina. Sin apartarse completamente del grupo al que pertenece, replantea las condiciones de su adhesión, entablándose así una negociación entre los dos espacios. Una negociación entre dos espacios: paratopía literaria y paratopía de identidad En A instancia de parte se superponen varios niveles de paratopía. Uno de ellos consiste, efectivamente, en “renegociar” la pertenencia al grupo y veremos más adelante en qué términos. Pero al mismo tiempo, se perfila otro nivel de paratopía que remite más bien al campo literario ya que la obra, al ser novela, se inscribe claramente en la literatura, pero no deja de presentar caracteres que cuestionan este estatuto literario. La novela, en efecto, es una ejemplificación de la situación de las mujeres en el adulterio. M. Formica la escribió en el momento culminante de su campaña para la reforma del Código Civil y trataba con ella de volver asequibles para la mayoría las nociones jurídicas abstractas que se usaban en los artículos de prensa (como, por ejemplo, el depósito de la adúltera). Asimismo, se trataba de sensibilizar al mayor número de personas que no se sentían forzosamente concernidas por el tema. Estos objetivos parecen alejar A instancia de parte de toda pertenencia literaria. Además, si nos conformamos con el juicio de varios críticos de la novela de posguerra, su valor como obra literaria es relativamente limitado, residiendo antes su interés en el aspecto documental. Eugenio de Nora evoca por ejemplo “una obra esquemática y racionalmente planeada” (Nora 1970: 59), mientras Concha Alborg dice: “la denuncia es tan evidente que parece más bien un cuadro de costumbres […] que una novela contemporánea donde los personajes estén desarrollados psicológicamente en términos creíbles...” (Alborg 1993: 126127). Sin embargo, no hay que olvidar que el personaje de Chano por sí solo y su dimensión paratópica contribuye a dar cierta profundidad a la novela, devolviéndola así a su estatuto literario. En cuanto a la paratopía de identidad, la negociación se va a llevar a cabo entre dos espacios ideológicos opuestos como son la Sección Femenina y el feminismo. El lazo de M. Formica con la Sección Femenina es innegable: desde los inicios de la Falange ocupó cargos importantes en la organización siendo Delegada Nacional del SEU femenino a partir de 1936,

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directora de la revista Medina y colaboradora en los servicios del Auxilio Social. Desde esta adhesión a la Sección Femenina pudo iniciar la campaña y publicar su novela. Sin embargo, en esta actividad creadora se elabora la paratopía que la llevará hacia cierto feminismo. Éste aparece esencialmente en la denuncia que pone en boca de las mujeres así como en el personaje de Chano. Varios miembros directivos de la Sección Femenina manifestaron entonces hacia M. Formica su desaprobación por lo que era concebido como una “disidencia”. En realidad, la actitud de M. Formica tiene poco que ver con una mera disidencia y concuerda más con la definición que da D. Maingueneau del escritor en situación paratópica: “una instancia plural, profundamente abierta e inestable que a través de su enunciación a un tiempo se unifica y se dispersa, dispone de un lugar y pierde todo lugar”5. De esta forma, M. Formica se aleja de su grupo, perdiendo asimismo todo lugar ya que tampoco consigue ubicarse en un feminismo claro. En A instancia de parte, no logra crear por ejemplo un personaje femenino de referencia para el feminismo ni tampoco proponer un final que rompa con la sumisión y el conformismo de las mujeres y que pueda servir de modelo para luchar contra el orden establecido. Esta misma postura ambigua es la que desarrolla también M. Formica en dos entrevistas que dio, la primera en 1954 para la revista Teresa y la segunda posteriormente, en 1993, a Concha Alborg. En estas entrevistas afirma querer ponerlo todo en obra para el bienestar de las mujeres pero a la vez rechaza todo feminismo, amparándose en el discurso pronunciado por José Antonio Primo de Rivera en Badajoz el 28 de abril de 1935 en el que el fundador de la Falange contrapone feminismo y feminidad: Tampoco somos feministas. No entendemos que la manera de respetar a la mujer consista en sustraerla a su magnífico destino y entregarla a funciones varoniles. A mí siempre me ha dado tristeza ver a la mujer en ejercicios de hombre, toda afanada y desquiciada en una rivalidad donde lleva […] todas las de perder. El verdadero feminismo no debiera consistir en querer para las mujeres las funciones que hoy se estiman superiores, sino en rodear cada vez de mayor dignidad humana y social a las funciones femeninas. (Primo de Rivera 1935)

La concepción que tiene M. Formica del feminismo –y que remite a esta concepción falangista– recoge pues los clichés y aparece al fin y al cabo como muy reductora y superficial. A pesar de todo, la abogada no deja de querer alcanzar para las mujeres una situación más justa sin tener que renunciar a los postulados de la Sección Femenina. Se encuentra en la imposibilidad de encontrar un verdadero lugar. Mercedes Formica aparece pues como una escritora altamente paradójica tanto en su relación con la literatura como en su relación con el grupo al que supuestamente pertenece. El concepto de paratopía, al plantear una negociación entre lugares opuestos permite de algún modo resolver esta paradoja. Así, ya no se trata de ubicar a Mercedes Formica en alguno de los lugares opuestos: en la literatura o el documento, por un lado, o en la Sección Femenina o el feminismo, por otro. La paratopía puesta en obra en su novela permite aprehender la noción de frontera como lugar privilegiado para no tener que renunciar a ninguna de las opciones. Desde la frontera puede pasar imperceptiblemente a un lado o a otro sin abandonar del todo ninguno de los dos. De ahí su riqueza y originalidad.

Bibliografía -ALBORG, Concha (1993): Cinco figuras en torno a la novela de posguerra (Galvariato, Soriano, Formica, Boixadós, Aldecoa). Madrid: Ed. Libertarias. 5

Dominique Maingueneau propuso esta definición en febrero del 2007 en su seminario de Paris XII sobre el concepto de ideología.

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-FORMICA, Mercedes (1991): A instancia de parte. Madrid: Editorial Castalia / Instituto de la Mujer, Biblioteca de escritoras 22. -DE NORA, Eugenio (1970): La novela española contemporánea (1939-1967). Madrid: Gredos. -MAINGUENEAU, Dominique (2004): Le discours littéraire. Paratopie et scène d’énonciation. Paris: Armand colin. -PRIMO DE RIVERA, José Antonio (1935): “Lo femenino y la Falange”, en Arriba, 7.

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