Neutralizar los desastres. Reduzcamos los riesgos: las calamidades no son naturales

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Neutralizar los desastres Reduzcamos los riesgos: las calamidades no son naturales

© Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja

Agenda Global de la Federación Internacional (2006-2010)

Está autorizado citar, copiar, traducir a otros idiomas o adaptar a las necesidades locales cualquier parte de esta publicación sin necesidad de solicitar previamente la aprobación de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, siempre que se indique la fuente de manera expresa e inequívoca. Fotos: Phil Vine/Federación Internacional

Durante los próximos cinco años, la Federación se centrará colectivamente en la consecución de los siguientes objetivos y prioridades:

Nuestros objetivos Objetivo 1: Reducir el número de muertes, heridas y daños causados por los desastres. Objetivo 2: Reducir el número de muertes, dolen-

cias y perjuicios relacionados con enfermedades y emergencias de salud pública. Objetivo 3: Aumentar la capacidad de las comuni-

dades locales, la sociedad civil y la Cruz Roja y la Media Luna Roja para abordar las situaciones de vulnerabilidad más urgentes. Objetivo 4: Promover el respeto a la diversidad y la dignidad humana, reducir la intolerancia, la discriminación y la exclusión social.

Nuestras prioridades Mejorar nuestra capacidad local, regional e internacional de respuesta a desastres y a emergencias de salud pública. Ampliar nuestras actividades con comunidades vulnerables en los ámbitos de la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y la reducción del riesgo de desastres. Ampliar de manera significativa nuestros programas y actividades de sensibilización en materia de VIH/SIDA. Reforzar nuestra labor de sensibilización sobre problemas humanitarios prioritarios, en particular sobre la lucha contra la intolerancia, el estigma y la discriminación, y promover la reducción del riesgo de desastres.

2007 Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja Apartado postal 372 CH-1211 Ginebra 19 - Suiza Teléfono: +41 22 730 4222 Fax:+41 22 733 0395 Correo electrónico: [email protected] Sitio web: www.ifrc.org

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La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja afirma que es posible aliviar el sufrimiento de millones de personas de forma notable, salvar innumerables vidas y reducir las enormes pérdidas económicas. La fecha de la Conferencia de Kobe fue muy oportuna y consiguió atraer mucho más interés y participación que si se hubiese celebrado en otro momento; pero fue algo totalmente casual. Pero con o sin los tsunamis del 26 de diciembre de 2004, la frecuencia, la intensidad y los efectos de los desastres han aumentado enormemente debido al: cambio climático y a la degradación medioambiental, a la pobreza y desigualdad, a la urbanización masiva no planificada, al rápido crecimiento de la población y de los conflictos. Y todos coinciden en que esta tendencia continuará.

Los temblores se sintieron en torno al Océano Índico, y los países costeros estuvieron en máxima alerta. El terremoto de magnitud 8,4 que tuvo lugar en la costa suroccidental de Sumatra, el 12 de septiembre de 2007, no se limitó a sacudir la isla de Indonesia. En cuestión de minutos, se emitieron alertas de tsunami no sólo en Sumatra, sino también en Bangladesh, la India, Sri Lanka, Maldivas, e incluso en Mozambique, que se encuentra a miles de kilómetros de distancia, haciendo revivir los recuerdos de los devastadores tsunamis de 2004 que se cobraron la vida de más de 280.000 personas en diez países de dos continentes.

El Centro de Investigación de la Epidemiología de Desastres de la Universidad de Lovaina, Bélgica, ha señalado que durante el decenio de 1996 a 2005 la cantidad de personas afectadas por

El terremoto, seguido inmediatamente por otro de magnitud 7,8 en la escala Richter, y por más de 40 réplicas durante los dos días siguientes, fue el más fuerte que ha golpeado a Indonesia desde esa catástrofe. Sin embargo, aunque las olas ocasionaron daños materiales a lo largo de la costa de Sumatra, no se reprodujo la tragedia de 2004. En comparación, el número de víctimas fue escaso, así como las consecuencias directas de los temblores propiamente dichos.

Menos desastres, más desarrollo Los desastres amenazan continuamente al Lago Victoria, la mayor extensión de agua en el interior de una región. Los 30 millones de personas que dependen de él han de hacer frente a la pobreza, la enfermedad y la catástrofe medioambiental.

No obstante, al tiempo que el personal especializado en la gestión de desastres respiraba aliviado, se daba cuenta de que no había lugar para la autocomplacencia. Estuvieron muy cerca del abismo: si la fuerza de los terremotos hubiera sido suficiente para producir olas gigantescas, podrían haber muerto decenas de miles de personas.

Los países que están a orillas del lago (Kenya, Tanzanía y Uganda) y los que están en su cuenca (Burundi y Rwanda) se encuentran entre los países menos adelantados del mundo. Lograr avances es muy difícil, sobre todo cuando los desastres suelen hacerlos desaparecer.

Los últimos terremotos sirven para enfrentarse a la realidad, y recuerdan que es indispensable invertir muchísimo más en prevenir el sufrimiento humano, a fin de reducir al mínimo las probabilidades de que los fenómenos naturales se conviertan en desastres para las millones de personas de todo el mundo que viven en lugares expuestos a los riesgos.

Habida cuenta de que los desastres y el desarrollo están interconectados, la Cruz Roja puso en marcha un programa transfronterizo en el Lago Victoria para abordar no sólo las emergencias, sino también el desarrollo a largo plazo. Las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja de los cinco países afectados dirigen el programa que cuenta con el apoyo de la Cruz Roja Sueca y los fondos del Organismo Gubernamental Sueco de Cooperación para el Desarrollo Internacional.

Sólo unas semanas después de los tsunamis de 2004, la Conferencia Mundial sobre la Reducción de Desastres, celebrada en Kobe (Japón), determinó que era urgente reducir de forma sustancial las pérdidas ocasionadas por los desastres, tanto en vidas humanas como en bienes sociales, económicos y medioambientales; y 168 gobiernos aprobaron un programa mundial para la reducción del riesgo de desastres. Este programa se denominó el Marco de Acción de Hyogo, fijó como plazo el año 2015, y se sumó a los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas en pro de un mundo más sano, seguro y equitativo.

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Uno de los principales objetivos es estar preparados para los desastres antes de que se produzcan y reducir la vulnerabilidad. Gran parte del terreno que rodea el lago es llano y el suelo no absorbe el agua, lo que favorece las inundaciones cuando llueve mucho. Las casas son arrasadas por el agua y los desplazamientos son frecuentes. La toma de conciencia del problema reduce los efectos, y los habitantes de los pueblos están consiguiendo revertir la tendencia al movilizarse para construir diques y canales a lo largo de los caminos y los asentamientos. El agua en exceso se vierte en el lago, y se empieza a poner freno a las inundaciones.

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desastres en todo el mundo fue un tercio más que en los diez años anteriores. El número promedio de desastres anuales (tanto naturales como tecnológicos, excluidas las guerras, y el hambre, las enfermedades y las epidemias relacionadas con conflictos) alcanzó el 55 por ciento sólo en los primeros cuatro años de este siglo. Los desastres se han duplicado en países con bajo desarrollo humano, y si bien el mayor aumento se registró en África, la mayor parte de las catástrofes tuvo lugar en Asia.

Las personas que ya son más desfavorecidas son las que más sufren. Los fenómenos naturales y los desastres que ocasionan golpean a todos los países, ricos y pobres, pero muchas personas pobres viven en lugares de riesgo y peligrosos en los que la calamidad desbarata gravemente su forma de vida y frena su desarrollo. El pobre es cada vez más pobre y sus penurias se intensifican.

Esperamos que Kobe llegue a ser un hito importante, aunque muchas promesas formuladas todavía no se han traducido en actividades decisivas o en compromisos financieros significativos. Y el tiempo avanza cada vez más rápido.

De hecho, los desastres pueden destruir años de desarrollo en cuestión de minutos. Los desastres dañan infraestructuras, disminuyen la productividad y crean tensiones sociales; consumen recursos valiosos que podrían utilizarse más eficazmente para promover el desarrollo y hacen que las comunidades vulnerables se vean encerradas en ciclos de desastre y respuesta.

En todo el mundo, más de 250 millones de personas se ven afectadas por desastres naturales todos los años, y sabemos quiénes son. Ahora bien, muchos más sufren también, pero sus dificultades nunca se registran porque el desastre no se difunde, ya sea porque está demasiado lejos, es poco conocido, o su magnitud es demasiado pequeña como para que el ancho mundo se preocupe.

No debe ser así. En realidad, no existe lo que se llama un desastre natural. Terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, deslizamientos de tierras, tormentas, incendios, inundaciones y sequías son peligros naturales que sólo se transforman en desastres cuando perturban o destruyen el funcionamiento normal de la sociedad.

En primera línea El tiempo apremia en el Pacífico meridional. Las inundaciones y las olas de los maremotos aumentan, los ciclones son cada vez más frecuentes, y el nivel del mar está aumentando más rápido de lo que nadie nunca se ha atrevido a predecir. El mar está cubriendo las playas a un ritmo tal que la nación polinesia de Tuvalu, integrada por nueve islas y atolones de coral, situada al norte de Fiji, puede desaparecer en un siglo. Se está haciendo patente el avance del cambio climático. Incluso los países ricos lo sufren. En los países con menos recursos está ocasionando nuevas y complejas emergencias. Los sectores más castigados son los pobres, los ancianos y los discapacitados y, de haber una primera línea, en ella se encuentran los países en desarrollo constituidos por islas pequeñas. Las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja de todo el mundo están ayudando a las personas vulnerables a adaptarse al cambio climático a fin de que hagan todo lo posible para encararlo mediante políticas comunitarias de reducción del riesgo. La Cruz Roja de Samoa ha demostrado que adaptarse en el Pacífico no consiste únicamente en construir costosas barreras para frenar el mar. La Sociedad Nacional puede ayudar de muchas maneras con opciones de bajo costo ya que está presente en las comunidades. Las medidas más prácticas que se han tomado han permitido sortear la barrera del idioma. Casi todas las aldeas de Samoa utilizan una palabra distinta para designar norte, sur, este y oeste, haciendo difícil emitir una alerta temprana o conseguir que las personas se dirijan a los refugios ante el riesgo inminente de una emergencia. Por consiguiente, la Cruz Roja colabora actualmente en la interpretación de la información y las alertas meteorológicas.

El desastre no es natural y las medidas de reducción del riesgo disminuyen las probabilidades de que se produzca haciendo con antelación todo lo posible para proteger la vida, limitar los daños y fortalecer la capacidad de la comunidad vulnerable de recuperarse rápidamente ante la adversidad. La solución tal vez resida en cosas sencillas, como enseñar a los niños qué deben hacer en las emergencias, o plantar árboles en las laderas poco firmes para evitar los corrimientos. Las medidas más complejas son: los sistemas de alerta temprana, la protección de las costas, la construcción antisísmica y la planificación urbana. En todos los casos sería posible salvar miles de vidas y ahorrar miles de millones de dólares cada año si se gastara una mínima parte del costo que implica la respuesta a los desastres en reducir al mínimo los efectos de los fenómenos. Los estudios han demostrado que por cada dólar invertido en reducir el riesgo se puede economizar entre dos y diez dólares en la respuesta al desastre y el costo de recuperación.

Una prioridad muy natural Reducir los riesgos que suponen estos fenómenos es la prioridad de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, y es muy natural que también lo sea para la red de voluntarios más grande del mundo. Nuestras Sociedades Nacionales están en una posición privilegiada para desarrollar esta labor ya que cuentan con millones de miembros y voluntarios que viven en comunidades de todos los rincones del planeta. Gracias a su arraigo comunitario, pueden aprovechar los conocimientos locales, ayudar a las comunidades a determinar los peligros que enfrentan, a evaluar sus capacidades y su grado de vulnerabilidad, y a encontrar soluciones. Esto resultó evidente cuando las alarmas de tsunami de septiembre de 2007 se transmitieron rápidamente en la región del Océano Índico. En Bangladesh, donde se formó a más de 40.000 voluntarios de la Media Luna Roja para actuar ante un fenómeno de esta clase, se evacuó a medio millón de personas a los refugios de la Media Luna Roja y a otros sitios seguros. La

Arne Hodalic/Croix-Rouge slovène

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gente sabía lo que tenía que hacer gracias a la inversión a largo plazo que realizó la Sociedad de la Media Luna Roja de Bangladesh en preparación para desastres y planes de contingencia que sólo en la Bahía de Bengala ya ha salvado millones de vidas durante el periodo en que los ciclones asolaron esa región. Estos excelentes resultados explican por qué durante cinco años a partir de 2006, en la Agenda Global de la Federación Internacional se propone reducir el número de muertes, heridas y daños causados por los desastres, y las enfermedades y emergencias de salud pública. Además se pretende aumentar la capacidad de las comunidades locales, la sociedad civil y la Cruz Roja y la Media Luna Roja para abordar las situaciones de vulnerabilidad más urgentes. Ahora bien, la importancia de la reducción del riesgo de desastres en todas sus formas se ha reflejado en las políticas y prácticas llevadas a cabo por la Federación Internacional durante años. El innovador estudio de 1984 elaborado por la Cruz Roja Sueca titulado “Más vale prevenir que curar” marcó una nueva dirección en el decenio de 1980 y en la entrada al de 1990 con programas innovadores basados en la comunidad que incorporen la reducción del riesgo de desastres en países como Sudán. Los compromisos mundiales han respaldado esta estrategia. La importancia de la preparación para desastres como contribución a la reducción del riesgo fue reconocida con la adopción de una nueva política de preparación por la Asamblea General de 1999 de la Federación Internacional. Se señaló que la preparación es un vínculo eficaz entre los programas de respuesta, rehabilitación y desarrollo ante las emergencias. Las estrategias de preparación basadas en la comunidad fortalecen la capacidad de una sociedad vulnerable para hacerles frente más eficazmente. De forma continua, la Cruz Roja y la Media Luna Roja han mostrado que es muy acertado invertir en reducción del riesgo de desastres y consideren considera que es necesario aumentar de manera espectacular los gastos en este rubro a escala mundial si se pretende avanzar verdaderamente y reducir de forma significativa los efectos de desastres futuros. En Etiopía, esta gran verdad es más patente que nunca ya que todos los años millones de toneladas de ayuda alimentaria salvan vidas a corto plazo, pero no resuelven las causas profundas de un desastre crónico. El pago en efectivo por el trabajo realizado sí aborda las causas, reduciendo el riesgo que suponen las sequías y el hambre recurrentes para el sustento de las personas. La región de South Wollo, en el norte de Etiopía, está sometida a una grave inseguridad alimentaria. El sustento de la población depende de la agricultura y la ganadería, y la sequía los ha obligado a vender muchos bienes y los ha sumido en la indigencia. A medida que avanza la erosión de las laderas de la montaña, la creciente presión sobre la tierra disponible agrava aún más la situación. Mediante la distribución de 760.000 dólares americanos en efectivo a 62.000 personas, los equipos de acción de la Cruz Roja Etíope han mejorado muchísimo su situación. A cambio, estas personas trabajaron en el marco de planes de generación de

Quitarle calor al verano Durante los últimos años las olas de calor han provocado cada vez más muertes en Europa. En 2003, el número de personas que falleció a causa de temperaturas extremas rondó la cifra de 35.000, en particular, entre los ancianos. Otro período sofocante en 2006 incorporó a los Países Bajos y Bélgica en la lista de los 10 desastres más mortíferos del mundo. En esos países el mes de julio de 2006 fue el más caluroso del que se tienen datos, al igual que ocurrió en Alemania, Irlanda y el Reino Unido. Europa no estaba preparada para los excesos producidos por el cambio climático y, aunque había planes de contingencia para varios desastres naturales, no había ninguno, o muy pocos, para las olas de calor, que nunca se consideraron un peligro importante. Para la Cruz Roja Neerlandesa y el Centro de Estudios sobre el Cambio Climático de la Federación Internacional, con sede en La Haya, la respuesta no fue suficiente. A partir de 2003, año que costó la vida a 1.400 neerlandeses, se puso en marcha un programa educativo sobre el cambio climático para mostrar a las filiales de la Cruz Roja cómo influía éste en su misión. Se señaló que los veranos abrasadores son sólo un anticipo de lo que está por venir, y que era necesario elaborar un plan nacional. Fuera de la Cruz Roja nadie consideró que fuese una cuestión urgente hasta que el Centro de Estudios sobre el Cambio Climático se puso en contacto con el Ministerio de Salud y con más de 60 organizaciones. La sensibilización acerca de la necesidad de prepararse para las olas de calor encontró asociados imprevistos y se formó una amplia plataforma que recomendó la adopción de medidas. Se elaboró un plan nacional que entrará en vigor en 2007.

empleo que se centraron en la construcción de carreteras y la protección del medio ambiente. Se hicieron terrazas en los campos, se construyeron diques y se protegieron los manantiales. Se obtuvieron muchos beneficios. La ayuda en efectivo en lugar de la ayuda alimentaria permitió a los hogares elegir qué alimentos comprar, en qué momento y qué cantidad. Y el trabajo propiamente dicho redujo los riesgos. La construcción de 143 hectáreas de terrazas y 50 diques redujo la erosión del suelo y aumentó la profundidad, humedad y fertilidad de la tierra, lo que a su vez incrementó los rendimientos agrícolas. Los 96 kilómetros de carreteras construidas mejoraron

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el acceso de los agricultores y pastores a los mercados locales para comprar y vender productos. Mejores carreteras equivalen a viajes más rápidos a los centros de salud de las capitales de distrito, y manantiales más limpios garantizan agua potable más salubre y reducen las enfermedades. Al mejorar los rendimientos agrícolas y la calidad del agua, también se crían animales más sanos y, fundamentalmente, al intervenir se logra que los hogares no tengan que seguir vendiendo sus bienes esenciales, como herramientas y ganado. Como sucede siempre, la presencia de voluntarios en las comunidades fue esencial para que la Cruz Roja comprendiera lo que estaba en juego, y gracias a sus conocimientos, los voluntarios pudieron ayudar a los lugareños a programar las medidas apropiadas. El proyecto muestra además por qué la Cruz Roja y la Media Luna Roja insisten en que la reducción del riesgo a largo plazo debe formar parte de los programas mundiales de desarrollo, cuestión que ya se destacó también en Aceh, la provincia indonesia situada en el extermo de Sumatra que fue más duramente golpeada por el tsunami en 2004. Como sucede siempre, la presencia de voluntarios en las comunidades fue esencial para que la Cruz Roja comprendiera lo que

Glosario Reducción del riesgo de desastres La reducción del riesgo se propone reducir al mínimo los efectos de los fenómenos naturales, como los terremotos, los deslizamientos de tierras y los huracanes en comunidades más propensas a desastres, haciendo todo lo posible antes de que se produzca el desastre para proteger las vidas de las personas, limitar los daños y fortalecer su capacidad de recuperarse rápidamente ante la adversidad. Un fenómeno natural sólo se convierte en desastre cuando perturba el funcionamiento normal de la sociedad. La reducción del riesgo es un marco de elementos que van de la alerta temprana de los peligros a la autoevaluación de la comunidad y a actuar para reducir la vulnerabilidad local. Desastre El desastre golpea a todos los países, ricos y pobres. Pero suelen ser los pobres los que sufren más ya que a menudo viven en entornos peligrosos o que carecen de protección. El desastre natural puede desbaratar gravemente su forma de vida y frenar su desarrollo. Los desastres dañan infraestructuras, disminuyen la productividad y crean tensiones sociales. Los desastres consumen recursos valiosos que podrían utilizarse más eficazmente para promover el desarrollo; y pueden destruir años de desarrollo en cuestión de minutos. A menudo, las comunidades vulnerables se ven encerradas en ciclos de desastre y respuesta.

los riesgos entrañan, y gracias a sus conocimientos, los voluntarios pudieron ayudar a los habitantes de los pueblos a programar las medidas apropiadas. Cuando esta provincia comenzó a recuperarse, el análisis de 63 aldeas realizado por la Cruz Roja y la Media Luna Roja mostró que estaban amenazadas por todo tipo de catástrofes. Los deslizamientos de tierras se producían por las talas ilegales de árboles y las excavaciones irresponsables. Las construcciones deficientes, las infraestructuras poco firmes, la ignorancia y la falta de medidas de protección de la costa son todos factores que dejaban a las comunidades a merced de los terremotos, los tsunamis y la erosión de la costa. Las inundaciones aumentan con la marea alta y los ríos obstruidos. Los peligros se agravan por la falta de refugios y rutas de evacuación. Es impensable reconstruir sencillamente lo que las aldeas han perdido ya que seguirían expuestas a riesgos y, como lo mostraron los terremotos de 2007, el peligro es constante. Es por ese motivo que la preparación para desastres y la reducción del riesgo son el centro de las operaciones de recuperación de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en todo el mundo: reconstruir mejor, creando comunidades más seguras que tengan capacidad de recuperación. El análisis de 63 aldeas se basó en las autoevaluaciones de las comunidades. Con la asistencia de la Cruz Roja Indonesia, los habitantes de los pueblos se sentaron a examinar los peligros a los que se enfrentan y a debatir qué podían hacer al respecto. Se elaboró un plan de acción basado en los resultados. Entre las medidas tomadas cabe destacar los planes de contingencia de las aldeas, los equipos de acción de la comunidad, y el desarrollo de caminos de evacuación y refugios seguros, así como la creación de calendarios de desastres. Si bien no podían predecir los terremotos, sabían que, de diciembre a marzo, pueden producirse grandes tormentas y, de julio a septiembre, puede haber enormes olas. Sabían además que la época de lluvias puede provocar deslizamientos de tierras. Un dirigente de la aldea señaló, mirando hacia las colinas: “Tenemos campos allí arriba y jardines. En ocasiones, las personas desean ampliar sus terrenos y plantar más cultivos, no son ricos, no podemos culparlos por ello pero, al cortar los árboles de gran tamaño, aumenta el peligro de que se produzcan deslizamientos de tierras”. Tras efectuar un mapeo de los riesgos, se prohibió talar árboles en las zonas donde ello suponía una amenaza para las casas. La forma de pensar había empezado a cambiar. El dirigente dijo que si plantaban árboles y arbustos que extendieran sus raíces, podrían estabilizar las laderas de los montes. A continuación, frunció el ceño y sacudió la cabeza: al pie de las montañas, un organismo de ayuda internacional había construido nuevas casas para sustituir las que habían sido destruidas por el tsunami; una veintena de ellas estaba a medio construir ya que se había interrumpido el trabajo cuando los habitantes plantearon que era un sitio claramente peligroso. Tal vez el organismo no había estado en Kobe.

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La alianza global

Los objetivos de la Alianza global

Realizar intervenciones prácticas basadas en los hechos y orientadas según las necesidades y realidades locales, es esencial para la reducción del riesgo. Lo más difícil para la Cruz Roja y la Media Luna Roja ha sido encontrar la forma más eficaz y eficiente de intervenir.

La Alianza global para la reducción del riesgo de desastres se propone aumentar de forma notable las actividades de la Federación Internacional encaminadas a reducir el riesgo de desastres entre las comunidades más vulnerables, asegurando: ■ un enfoque comunitario más centrado en políticas nacionales y globales de reducción del riesgo y en instituciones locales y nacionales más fuertes; ■ orogramas ampliados de la comunidad que determinen y aborden los riesgos de desastre: ■ mejores medidas de reducción del riesgo centradas en la comunidad que formen parte de la gestión general de la respuesta en casos de desastre; ■ el fortalecimiento de las capacidades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja para poner en marcha y mantener programas ampliados de reducción del riesgo de desastres.

El resultado ha sido la Alianza global para la reducción del riesgo de desastres de la Federación Internacional, que expone el objetivo de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja de aumentar, fortalecer y coordinar las actividades encaminadas a reducir el riesgo. La primera medida será iniciar un examen a fondo de la labor realizada en 12 meses para asistir a las comunidades propensas a desastres con objeto de hacer un inventario de las deficiencias y necesidades y, por supuesto, de las actividades de reducción del riesgo que han obtenido buenos resultados. Al final de este proceso, la Federación Internacional pondrá en marcha una estrategia de reducción del riesgo de desastres detallada y basada en hechos que reunirá a todos los principales asociados de ideas afines que colaboran con la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (EIRD) de las Naciones Unidas, organismos de las Naciones Unidas, ONG, ProVention Consortium, ministerios gubernamentales e instituciones pertinentes, como las oficinas nacionales de meteorología y el Banco Mundial. La Alianza global para la reducción del riesgo de desastres, se propone conseguir que para el año 2013: ■



Al menos 20 Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja de países de bajos ingresos más propensos a desastres cuenten con programas de reducción del riesgo de desastres que funcionen eficazmente. Los recursos asignados a la reducción del riesgo aumenten al menos un 30 por ciento.



El número de participantes y beneficiarios de las iniciativas de reducción del riesgo de desastres llevadas a cabo por la Cruz Roja y la Media Luna Roja aumenten al menos un 30 por ciento.

Todos estos objetivos están en consonancia con el Marco de Acción de Hyogo. Se impulsarán las actividades de sensibilización de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, y el diálogo con los gobiernos a todo nivel para que los países se comprometan más con la labor de reducción del riesgo y la integren en el proceso normal de desarrollo. Asimismo, se fortalecerá la capacidad de la Sociedad Nacional de poner en marcha programas ampliados y se promoverá la evalua-

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ción y el análisis del riesgo. Se obtendrán resultados satisfactorios claros respecto de esto último al utilizar el análisis de la vulnerabilidad y la capacidad (AVC), método ideado por la Federación Internacional para que las propias comunidades evalúen los peligros que las amenazan y su capacidad para enfrentarlos.

El Marco de Acción de Hyogo En la Conferencia Mundial sobre la Reducción de Desastres, celebrada en Kobe, Japón, en 2005 se determinaron cinco prioridades en su plan de acción, el Marco de Acción de Hyogo: ■ velar por que la reducción de los riesgos de desastre constituya una prioridad nacional y local dotada de una sólida base institucional de aplicación; ■ identificar, evaluar y vigilar los riesgos de desastre y potenciar la alerta temprana; ■ utilizar los conocimientos, las innovaciones y la educación para crear una cultura de seguridad y de resiliencia a todo nivel; ■ reducir los factores de riesgo subyacentes; ■ fortalecer la preparación para casos de desastre a fin de asegurar una respuesta eficaz a todo nivel.

Es decisivo promover la alerta temprana en las comunidades, vinculándolas a los sistemas actuales nacionales, regionales y mundiales. La Media Luna Roja de Bangladesh nos ha mostrado cuál es el camino a seguir. Cuando aparece una zona de bajas presiones en la Bahía de Bengala, se sigue en recorrido y se comunica su avance a la población. De la sede de la Media Luna Roja, ubicada en Dhaka, se transmite información por satélite desde el departamento meteorológico estatal a la red de estaciones de radio, y por VHF a las islas y asentamientos más remotos. En la zona de alto riesgo que se extiende a lo largo de la costa, los habitantes de la zona pueden seguir la evolución de las posibles tormentas como lo harían con un partido de criquet. Si bien, en determinadas ocasiones, los ciclones pierden intensidad o cambian de dirección, cuando golpean, la gente está preparada y utiliza pro-

cedimientos bien ensayados para hacerles frente y los refugios construidos para protegerse de los mismos. Sumatra es el siguiente en la lista. Aceh está consiguiendo avances en sus sistemas de alerta temprana. Para hacer llegar a las comunidades vulnerables las alertas gubernamentales es necesaria una red de radio que se está creando en el marco del programa general de preparación para desastres de la Cruz Roja. Una red de estaciones está conectada con la sede de la Cruz Roja en Yakarta, y ésta a su vez recibe información directamente de los organismos de control gubernamentales. Durante la devastadora temporada de huracanes que tuvo lugar en el Caribe en 2004 se vio claramente cómo una información exacta y oportuna salva vidas y contribuye a mitigar los daños económicos. La mayoría de los países alertó eficazmente a sus poblaciones de que se acercaban tormentas, pero la clave de su éxito fue centrarse en la seguridad de las personas y en la tecnología al idear sus sistemas de alerta. La Cruz Roja Costarricense de América Central trabajó de forma muy eficaz. Tras los mortíferos deslizamientos de tierras de 2002, la Cruz Roja adoptó un sistema de alerta temprana con la idea de que las propias comunidades seguirían sus pasos y utilizarían el sistema. Nueve meses después del desastre tuvo lugar otro deslizamientos de tierras muy similar; en esta ocasión, las pérdidas fueron muchísimo menores. La formación de la comunidad había conseguido que todo el mundo se conociera y supiera cómo reaccionar. El concepto de ‘reconstrucción segura’, o sea la labor de determinar los riesgos estudiando los desastres e incorporar medidas de reducción del riesgo a las actividades de recuperación, forma parte esencial de esta Alianza global. Un principio budista zen dice: juntos podemos llegar lejos. Este principio es la base primordial de la Alianza global. Si fortalecemos la capacidad de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja de ampliar sus actividades de reducción del riesgo, utilizando de forma óptima la capacidad combinada, y consiguiendo financiación y asociados para las operaciones de apoyo a la acción comunitaria, lograremos comunidades más seguras con mayor capacidad de recuperación. ¿Cómo puede considerarse natural el hecho de dejar abandonados a su suerte a 250 millones de personas por año?

Los Principios Fundamentales del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja Humanidad

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, al que ha dado nacimiento la preocupación de prestar auxilio, sin discriminación, a todos los heridos en los campos de batalla, se esfuerza, bajo su aspecto internacional y nacional, en prevenir y aliviar el sufrimiento de los hombres en todas las circunstancias. Tiende a proteger la vida y la salud, así como a hacer respetar a la persona humana. Favorece la comprensión mutua, la amistad, la cooperación y una paz duradera entre todos los pueblos. Imparcialidad

No hace ninguna distinción de nacionalidad, raza, religión, condición social ni credo político. Se dedica únicamente a socorrer a los individuos en proporción con los sufrimientos, remediando sus necesidades y dando prioridad a las más urgentes. Neutralidad

Con el fin de conservar la confianza de todos, el Movimiento se abstiene de tomar parte en las hostilidades y, en todo tiempo, en las controversias de orden político, racial, religioso e ideológico. Independencia

El Movimiento es independiente. Auxiliares de los poderes públicos en sus actividades humanitarias y sometidas a las leyes que rigen los países respectivos, las Sociedades Nacionales deben, sin embargo, conservar una autonomía que les permita actuar siempre de acuerdo con los principios del Movimiento. Voluntariado

Es un movimiento de socorro voluntario y de carácter desinteresado. Unidad

En cada país sólo puede existir una Sociedad de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja, que debe ser accesible a todos y extender su acción humanitaria a la totalidad del territorio. Universalidad

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, en cuyo seno todas las Sociedades tienen los mismos derechos y el deber de ayudarse mutuamente, es universal.

La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja promueve las actividades humanitarias de las Sociedades Nacionales en favor de las personas vulnerables.

La Federación Internacional, las Sociedades Nacionales y el Comité Internacional de la Cruz Roja constituyen, juntos, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

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Mediante la coordinación del socorro internacional en casos de desastre y el fomento de la asistencia para el desarrollo, se propone prevenir y aliviar el sufrimiento humano.

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