Oración y Servicio COMENTARIOS A LAS INTENCIONES DE 2012

Oración y Servicio Orar con la Iglesia durante 2012 COMENTARIOS A LAS INTENCIONES DE 2012 EDITORIAL Este año 2011 está siendo un tiempo intenso e i

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Oración y Servicio Orar con la Iglesia durante 2012

COMENTARIOS A LAS INTENCIONES DE 2012

EDITORIAL

Este año 2011 está siendo un tiempo intenso e importante en nuestro desafío de renovar, o mejor, de RECREAR el Apostolado de la Oración. Está en marcha el proceso de consulta participativa en que muchos de ustedes han ya enviado sus aportes, buscando juntos una forma más adecuada y actualizada de compartir hoy nuestro tesoro espiritual. Este año también tienen lugar tres importantes reuniones continentales del AO/MEJ en Africa (aquí en la foto), en Asia y en Europa, que nos dan la ocasión de ahondar más en el tema de nuestra recreación. Y mientras tanto, la misión continúa. Vemos que el Santo Padre nos sigue invitando a colaborar con él en la difusión de sus intenciones de oración para cada mes. Les ofrezco los comentarios a las intenciones del Papa para 2012, esta vez preparadas por especialistas en los temas específicos, a quienes he solicitado ayuda. Estoy seguro que serán de mucha utilidad para ustedes y de provecho para el pueblo de Dios. Que el Señor bendiga sus esfuerzos para ayudar a los miembros del AO a comprender mejor los desafíos que nos plantea el Papa con estas intenciones, abriendo nuestros horizontes a las dimensiones del mundo.

   

 

ENERO INTENCION GENERAL – ENERO

Para que las víctimas de desastres naturales reciban el alivio espiritual y material necesario para reconstruir sus vidas.

Con ocasión del primer aniversario del terrible terremoto que arrojó a vuestro país al luto, me uno a todos vosotros, queridos haitianos, para aseguraros mi oración, en particular por cuantos fallecieron. Deseo asimismo daros una palabra de esperanza en las circunstancias presentes, particularmente difíciles. En efecto, ahora es tiempo de reconstruir, no sólo las estructuras materiales, sino también y sobre todo la convivencia civil, social y religiosa. Confío en que el pueblo haitiano sea el primer protagonista de su historia actual y de su futuro, contando igualmente con la ayuda internacional, que ya ha dado muestras de gran generosidad a través de un apoyo económico y de los voluntarios llegados de todos los países. Estoy presente entre vosotros mediante su eminencia el cardenal Robert Sarah, presidente del Consejo pontificio «Cor unum». Con su presencia y su voz, os lleva mi aliento y mi afecto. Os encomiendo a la intercesión de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, patrona de Haití, quien, estoy seguro, desde lo alto del cielo no permanece indiferente ante vuestras oraciones. ¡Que Dios bendiga a los haitianos! BENEDICTO XVI MENSAJE AL PUEBLO DE HAITÍ CON OCASIÓN DEL PRIMER ANIVERSARIO DEL TERREMOTO 5 de enero de 2011 © Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana

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Después del Ángelus Mi pensamiento se dirige en este momento a las poblaciones del Pacífico y del sudeste asiático, golpeadas en los últimos días por violentas calamidades naturales: el tsunami en las islas Samoa y Tonga; el tifón en Filipinas, que sucesivamente ha afectado también a Vietnam, Laos y Camboya; el devastador terremoto en Indonesia. Estas catástrofes han causado graves pérdidas en vidas humanas, numerosos desplazados y "sin techo" e ingentes daños materiales. Pienso también en cuantos sufren a causa de las inundaciones en Sicilia, especialmente en la zona de Messina. Os invito a que os unáis a mí en la oración por las víctimas y sus seres queridos. Estoy espiritualmente cerca de los desplazados y de todas las personas probadas, implorando de Dios alivio en su pena. Hago un llamamiento para que no falte a estos hermanos y hermanas nuestra solidaridad y el apoyo de la comunidad internacional. BENEDICTO XVI ÁNGELUS 4 de octubre de 2009 © Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana

Otros textos del Magisterio:  BENEDICTO XVI - ADDRESS TO H.E. Mr. RAJAONARIVONY NARISOA NEW AMBASSADOR OF MADAGASCAR TO THE HOLY SEE - 18 December 2008 (Inglés)

COMENTARIO PASTORAL Hasta ahora nunca habíamos visto tan de cerca un desastre natural como el terremoto y el tsunami que golpearon Japón en marzo 2011. Las imágenes inundaron el mundo por medio de la televisión, los diarios y sobre todo por medio del Internet, donde aun podemos verlas. Quienes no estamos en el lugar del desastre, olvidamos pronto: una semana, dos semanas al máximo, y perdemos el interés. En el lugar mismo, sin embargo, el recuerdo puede perdurar aun medio siglo, si no más, especialmente entre aquellos que han perdido todo. No olvidéis. Nunca olvidéis. Quizá una o dos imágenes les llamaron la atención, les impresionaron, como la del hombre en el viaducto. El agua cae torrencialmente en la calle debajo de él, agua negra llena de escombros. El agua sube rápidamente. Aparecen las barcas, flotando en la corriente. El hombre mira hacia abajo, curioso, y camina al otro lado para ver que el agua continúa su camino de destrucción, camina de nuevo hacia atrás, donde estaba antes, hasta que se da cuenta, al igual que el conductor de un auto que estaba cerca de él, que en realidad quizá no está seguro en el viaducto. Y, entonces comienza a correr... ¿Logrará salvarse? Llamamos madre a la naturaleza, pero es una madre inconstante, voluble. Los árboles dan su fruto, los campos producen el grano, el arroz, las papas, las flores iluminan y alegran nuestro día con miles de colores, si ... si el sol brilla, si llueve en el tiempo justo y en la cantidad justa, si la tierra permanece calmada y si el mar no se mueve. No hablemos de los otros seres que se mueven y con quienes compartimos este planeta, para mejor o para peor, desde los animales domésticos hasta las langostas destructivas y los elefantes. El hombre en el viaducto, ¿qué tan bien conocía a la madre naturaleza? Parecía fiarse de ella. Ciertamente, no vio el golpe que venía, la rabia, no imaginó que el rostro tierno podría convertirse en malvado. No olvidéis. Nunca olvidéis. Pero ¿es que hemos de seguir adelante con nuestra vida, y olvidar el pasado, que lo pasado quede en el pasado? Sí, debemos hacerlo, pero sin olvidar lo que hemos visto aquel día. Uno podría llamarlo una revelación, algo que normalmente está escondido en la profundidad del conocimiento del corazón. En un instante de nuevo, nos dimos cuenta, claramente, que no tenemos un lugar perdurable en la tierra, que el cuidado materno de la naturaleza tiene sus límites, y que estos son desconocidos, imprevisibles. Aun aquellos a quienes se les advirtió del tsunami y no corrieron inmediatamente, rápidamente fueron arrastrados por los acontecimientos. El hombre del viaducto podía ser cualquiera, cuando la naturaleza se vuelve furiosa, violenta. Podemos llamar madre a la naturaleza, en sentido figurado. Pero también tenemos un Padre, literalmente, Creador del cielo y de la tierra y, es a Él a quien podemos dirigirnos en la oración de manera segura. El hombre del viaducto, ¿habrá rezado? ¿Cuántos milagros tienen lugar durante el tsunami? Probablemente, muchos más de los que pensamos, y muchos menos de lo que hubiéramos querido. Dado que son raros, es mejor rezar y pedir el consuelo. El consuelo es más importante que los milagros, porque ayuda a las víctimas de la naturaleza a lo largo del día, de las semanas y de los años después de que han sido olvidadas por el resto del mundo. No olvidéis. Nunca olvidéis. Un día puedes ser el hombre en el viaducto. La madre naturaleza nos pone a todos juntos, para mejor o para peor. Pero podemos poner nuestra confianza completamente en Dios nuestro Padre, aun siendo tan débiles y vulnerables, y presentarle nuestras necesidades, las necesidades de las víctimas de los desastres naturales. (No pudimos encontrar de nuevo el video original al cual hemos hecho referencia aquí, pero parte de él se puede ver en http://www.youtube.com/watch?v=zY2HPT7obWE&feature=relmfu ) Marc Lindeijer, sj Trabaja en la Curia General de los Jesuitas para la Causa de los Santos Jesuitas

PREGUNTAS PARA UNA REFLEXION INDIVIDUAL O EN GRUPO 1. ¿Me informo por las noticias de los desastres naturales que ocurren en otros lugares del mundo? ¿De qué manera me afecta y me mueve a hacer algo por las personas damnificadas? 2. ¿Los desastres naturales y el sufrimiento que provocan pueden ser considerados un castigo de Dios? ¿Cómo se deben interpretar desde una mirada cristiana? 3. ¿Cómo podemos organizarnos mejor como comunidad cristiana para ofrecer una respuesta efectiva que vaya en ayuda de los damnificados?

TEXTOS BIBLICOS PARA LA CELEBRACION • Jer 14,17-22 la desgracia de mi pueblo • Apoc 21,1-4 la nueva Jerusalén • Juan 9,1-3 ni él pecó ni sus padres

INTENCION MISIONERA - ENERO Para que el empeño de los cristianos a favor de la paz sea ocasión para dar testimonio del nombre de Cristo a todas las personas de buena voluntad.

Desde hace demasiado tiempo en Oriente Medio perduran los conflictos, las guerras, la violencia, el terrorismo. La paz, que es don de Dios, también es el resultado de los esfuerzos de los hombres de buena voluntad, de las instituciones nacionales e internacionales, y en particular de los Estados más implicados en la búsqueda de la solución de los conflictos. Nunca debemos resignarnos a la falta de paz. La paz es posible. La paz es urgente. La paz es la condición indispensable para una vida digna de la persona humana y de la sociedad. La paz es también el mejor remedio para evitar la emigración de Oriente Medio. «Invocad la paz para Jerusalén» nos dice el Salmo (122, 6). Oremos por la paz en Tierra Santa. Oremos por la paz en Oriente Medio, esforzándonos para que este don de Dios ofrecido a los hombres de buena voluntad se difunda en el mundo entero. Otra contribución que los cristianos pueden aportar a la sociedad es la promoción de una auténtica libertad religiosa y de conciencia, uno de los derechos fundamentales de la persona humana que cada Estado debería respetar siempre. En numerosos países de Oriente Medio existe la libertad de culto, pero no pocas veces el espacio de la libertad religiosa es muy limitado. Ampliar este espacio de libertad es una exigencia para garantizar a todos los que pertenecen a las distintas comunidades religiosas la verdadera libertad de vivir y profesar su fe. Este tema podría ser objeto de diálogo entre los cristianos y los musulmanes, diálogo cuya urgencia y utilidad ha sido ratificada por los padres sinodales. BENEDICTO XVI HOMILÍA - MISA CONCLUSIVA DE LA ASAMBLEA ESPECIAL PARA ORIENTE MEDIO DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS 24 de octubre de 2010 © Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana

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Vivir en el amor y en la verdad 10. En un mundo globalizado, caracterizado por sociedades cada vez más multiétnicas y multiconfesionales, las grandes religiones pueden constituir un importante factor de unidad y de paz para la familia humana. Sobre la base de las respectivas convicciones religiosas y de la búsqueda racional del bien común, sus seguidores están llamados a vivir con responsabilidad su propio compromiso en un contexto de libertad religiosa. En las diversas culturas religiosas, a la vez que se debe rechazar todo aquello que va contra la dignidad del hombre y la mujer, se ha de tener en cuenta lo que resulta positivo para la convivencia civil. El espacio público, que la comunidad internacional pone a disposición de las religiones y su propuesta de “vida buena”, favorece el surgir de un criterio compartido de verdad y de bien, y de un consenso moral, fundamentales para una convivencia justa y pacífica. Los líderes de las grandes religiones, por su papel, su influencia y su autoridad en las propias comunidades, son los primeros en ser llamados a vivir en el respeto recíproco y en el diálogo. Los cristianos, por su parte, están llamados por la misma fe en Dios, Padre del Señor Jesucristo, a vivir como hermanos que se encuentran en la Iglesia y colaboran en la edificación de un mundo en el que las personas y los pueblos «no harán daño ni estrago […], porque está lleno el país de la ciencia del Señor, como las aguas colman el mar» (Is 11, 9). […] La libertad religiosa en el mundo 14. Por último, me dirijo a las comunidades cristianas que sufren persecuciones, discriminaciones, actos de violencia e intolerancia, en particular en Asia, en África, en Oriente Medio y especialmente en Tierra Santa, lugar elegido y bendecido por Dios. A la vez que les renuevo mi afecto paterno y les aseguro mi oración, pido a todos los responsables que actúen prontamente para poner fin a todo atropello contra los cristianos que viven en esas regiones. Que los discípulos de Cristo no se desanimen ante las adversidades actuales, porque el testimonio del Evangelio es y será siempre un signo de contradicción. Meditemos en nuestro corazón las palabras del Señor Jesús: «Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados […]. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo» (Mt 5, 5-12). Renovemos, pues, «el compromiso de indulgencia y de perdón que hemos adquirido, y que invocamos en el Pater Noster, al poner nosotros mismos la condición y la medida de la misericordia que deseamos obtener: “Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6, 12)».[17] La violencia no se vence con la violencia. Que nuestro grito de dolor vaya siempre acompañado por la fe, la esperanza y el testimonio del amor de Dios. Expreso también mi deseo de que en Occidente, especialmente en Europa, cesen la hostilidad y los prejuicios contra los cristianos, por el simple hecho de que intentan orientar su vida en coherencia con los valores y principios contenidos en el Evangelio. Que Europa sepa más bien reconciliarse con sus propias raíces cristianas, que son fundamentales para comprender el papel que ha tenido, que tiene y que quiere tener en la historia; de esta manera, sabrá experimentar la justicia, la concordia y la paz, cultivando un sincero diálogo con todos los pueblos. BENEDICTO XVI MENSAJE PARA LA CELEBRACIÓN DE LA XLIV JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 8 de diciembre de 2010 © Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL Una esperanza y una llamada a comprometerse en el trabajo de la paz y la reconciliación Nuestro mundo hoy continúa a estar desgarrado por el odio, la dictadura y el conflicto violento. Estamos confrontados con un sentido de desesperación, de falta de confianza, y nos preguntamos si la paz verdadera es posible. Vemos y sentimos el conflicto que existe a nuestro alrededor sea en las familias separadas, las sociedades divididas o el ambiente degradado. Cristo experimentó las mismas condiciones abrumadoras de división y odio dentro de la sociedad judía entre los pobres y los ricos, los colonizadores romanos y el pueblo judío, los ‘justos’ y los ‘pecadores’, los samaritanos y el resto de la comunidad judía, los saduceos y los fariseos, los judíos y los gentiles o paganos, los esclavos y los libres. Parecía que su misión no iba a tener éxito, que no iba a aportar ningún cambio a la sociedad. Sin embargo, en la muerte y resurrección de Cristo están nuestra victoria y el gran mensaje de una Esperanza comprometida. El

Padre, “en su gran misericordia, mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva, a una herencia incorruptible” (1 P 1:3). Pero no hemos de conservar esta esperanza sólo para nosotros; hemos de llevarla a los demás. Los discípulos en el camino de Emaús habían llegado al punto de la desesperación, de pérdida de esperanza. La única persona en quien habían puesto su esperanza (Jesús), había muerto de una muerte humillante. Cuando Jesús se les aparece y camina con ellos, el camino a Emaús se convierte en un momento de revelación, de creer, de fe. La falta de esperanza se vuelve esperanza, la impotencia se convierte en compromiso total. Y aun lo más consolador es que reconocieron a Jesús en la fracción del pan, en la Eucaristía. Más tarde, Pentecostés les aportó el cumplimiento y el valor de ser proféticos, vigilantes y cristianos comprometidos. De la misma manera, nosotros somos llamados a cambiar nuestras situaciones de conflicto e injusticia siendo proféticos, vigilantes y comprometidos en el servicio de la fe y la justicia. De esta manera, daremos testimonio de Cristo, el Príncipe de la Paz. Ser profético quiere decir estar presentes con el pueblo de Dios, guiándolo por el camino de la paz, de la reconciliación y de la justicia. Ser vigilante es cultivar la capacidad de ser pro-activo no sólo en leer los Signos de los Tiempos, sino en anticipar esos signos estando a favor o abogando por acciones inmediatas que tengan un impacto positivo futuro sobre la transformación social. Comprometerse significa confiar en la Divina Providencia y participar en los diversos procesos que buscan la plenitud de la vida (Juan 10,10) para toda persona humana, sea en el campo político, económico, de la agricultura, el comercio o la tecnología. La nuestra es una fe que aporta esperanza comprometida en un cambio positivo y la realización del Reino de Dios en la Tierra. Elias Omondi Opongo, SJ Jesuita de Kenya, actualmente está siguiendo estudios doctorales en el Reino Unido

 

 

FEBRERO INTENCION GENERAL – FEBRERO

Para que todos los pueblos tengan pleno acceso al agua y a los recursos necesarios para su sustento cotidiano. Sr. Jacques Diouf, […] En el contexto de la Década 2005/ 2015, que la Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado “Década Internacional de Acción: Agua para la vida”, el tema de este año: Hacer frente a la escasez del agua, nos da la oportunidad de pensar en la importancia del agua como fuente de vida, cuya disponibilidad es esencial para los ciclos vitales de la tierra y fundamental para una existencia completamente humana. Todos somos conscientes de la dificultad de lograr, a nivel mundial, la meta fijada por la comunidad internacional para el año 2015 de reducir a la mitad el número de personas que no tienen acceso a agua limpia y a los servicios higiénicos básicos, entre otras cosas, por medio del desarrollo, de planes integrados de gestión y de un uso eficaz de los recursos del agua. Sin embargo, de la misma manera, todos estamos convencidos de la importancia de no fallar en estas metas, dada la centralidad del agua en cualquier proceso destinado a fomentar la promoción del desarrollo integral humano. Además, las inversiones apropiadas en el sector del agua y de los servicios higiénicos representan un mecanismo significativo para acelerar el crecimiento económico y el desarrollo sostenible, para mejorar la salud y la higiene humanas, para erradicar la pobreza y para combatir en contra de la degradación del ambiente. El agua, bien común de la familia humana, constituye un elemento esencial para la vida; la gestión de este precioso recurso debe permitir que todos tengan acceso a él, especialmente aquellos que viven en condiciones de pobreza, y debe garantizar que el planeta pueda vivir para la presente y para las futuras generaciones El acceso al agua es de hecho uno de los derechos inalienables de todo ser humano, porque es un requisito indispensable para la realización de los otros derechos humanos, tales como el derecho a la vida, al alimento y a la salud. Por esta razón, “el agua, por su misma naturaleza, no puede ser tratada como una simple mercancía más entre las otras, y su uso debe ser racional y solidario..... El derecho al agua..... se basa en la dignidad humana y no en valoraciones de tipo meramente cuantitativo, que consideran el agua sólo como un bien económico. Sin agua la vida está amenazada. Por lo tanto, el derecho al agua es un derecho universal e inalienable” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, (n. 485). La Jornada Mundial del Agua es una oportunidad muy valiosa para animar a la comunidad internacional a buscar modos efectivos para permitir que este derecho humano básico sea promovido, protegido y disfrutado. A este respecto, la gestión sostenible del agua se convierte en un desafío social, económico, ambiental y ético que implica no sólo a las instituciones sino también a toda la sociedad. Esto debe considerarse de acuerdo con el principio de subsidiaridad, es decir, por medio de la adopción de un enfoque de participación que involucre tanto al sector privado y, sobre todo, a las comunidades locales; el principio de solidaridad, un pilar fundamental de cooperación internacional, que requiere una atención preferencial por los pobres; el principio de responsabilidad hacia la generación actual y hacia las futuras, de la cual resulta la necesidad consecuente de re-examinar los modelos de consumo y producción, con frecuencia insostenibles respecto al uso de los recursos del agua. Además es una responsabilidad que debe compartirse y que se convierte en un imperativo moral y político en un mundo que tiene niveles de conocimientos y tecnologías capaces de poner fin a las

situaciones de la escasez o carestía de agua y a sus consecuencias dramáticas que afectan especialmente a las regiones que tienen ingresos más bajos, y en los cuales el acceso al agua, con frecuencia, puede provocar verdaderos conflictos, mientras puede convertirse en un motivo para la cooperación interregional en cualquier lugar donde las personas aprecian un enfoque con visión de futuro fundado en interdependencia hidrológica que une a aquellos que usan el recurso de agua en países vecinos con un acuerdo conjunto. Señor Director General, estos son aspectos que no sólo piden la responsabilidad de los jefes de gobierno y de los políticos, sino que desafían a todo individuo. Todos estamos llamados a renovar nuestro estilo de vida por medio de un esfuerzo educativo que pueda volver a dar a este bien común de la humanidad el valor y respeto que debe tener en nuestra sociedad. […] BENEDICTO XVI MENSAJE FIRMADO POR EL CARDENAL TARCISIO BERTONE AL DIRECTOR GENERAL DE LA FAO EN OCASIÓN DE LA CELEBRACIÓN DE LA JORNADA MUNDIAL DEL AGUA 2007 22 de marzo 2007 © Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana

Otros textos del Magisterio:  CONVEGNO GREENACCORD "DAMMI DA BERE". MESSAGGIO DAL VATICANO: "L'ACQUA NON E' UNA MERCE" Il saluto del segretario del Pontificio Consiglio della Giustizia e della Pace, mons. Mario Toso

COMENTARIO PASTORAL Alabado seas, mi Señor, por medio de la Hermana Agua; es tan útil, y humilde, y preciosa, y casta. (San Francisco de Asís: Cántico del Sol) En el año 2010, la Organización de las Naciones Unidas declaró que el agua potable segura y limpia y las instalaciones sanitarias eran un derecho humano, “esencial para disfrutar plenamente de la vida y de todos los otros derechos humanos”. Sin agua, ningún ser humano puede sobrevivir más de unos pocos días. La falta de acceso al agua causa anualmente la muerte a más niños que el SIDA, la malaria y el sarampión juntos, mientras que la falta de instalación sanitaria afecta al 40 por ciento de la población mundial. http://www.righttowater.info/ Pero el desafío de acceso al agua potable segura no es solamente un problema de la gente para el desarrollo de los países. En muchos países desarrollados alrededor del mundo, el agua potable es muy cara cuando los gobiernos venden las fuentes públicas del agua a grandes compañías, que después venden el agua sacando ganancia, y la someten a las fuerzas del mercado. El agua embotellada también produce una cantidad enorme de botellas de plástico en los vertederos de basura, que requieren hasta 1,000 años para que se degraden o destruyan. Benedicto XVI, hablando de esta preocupación en su discurso en la Exposición Mundial en Zaragoza, España, en el año 2008, dijo que el derecho al agua “está fundado sobre la dignidad de la persona humana; es necesario en esta perspectiva examinar atentamente el enfoque de aquellos que consideran y tratan el agua meramente como una comodidad económica. Su uso debe ser racional y de apoyo, el resultado de una sinergia equilibrada entre los sectores públicos y privados”. El uso indirecto del agua para la producción de los alimentos hace surgir cuestiones muy serias referentes al estilo de vida en los países desarrollados. La producción de un kilo de carne de res requiere un promedio global de 16,000 litros de agua. Para producir una taza de café se requiere un promedio de 140 litros de agua. Todos somos conscientes del hecho que la gente de los países en vías de desarrollo consumen menos agua, pero también tenemos que tomar en cuenta que mientras más desarrollado sea un país, más tiende a “importar” el consumo del agua a expensas de otros países. Por ejemplo, muchas flores que se venden en los mercados europeos vienen de Kenya, donde drenan o desaguan las fuentes de agua locales mientras los europeos pueden seguir “nadando”; y el 65% del consumo del agua en

Japón viene de fuera del país, en forma de arroz, carne, y otros bienes y servicios. http://www.waterfootprint.org/ En principio, un sencillo cambio de actitud puede motivarnos a economizar el agua cada día: ser reverentes y apreciar el agua, recordando que es un don de Dios, y no debe desperdiciarse. En la casa podemos mostrar esta reverencia cada vez cerrando el grifo mientras nos lavamos los dientes, tomando una ducha en vez de un baño de tina, cuando reparamos un grifo que gotea, o cuando tenemos una comida vegetariana en lugar de comer carne. Fuera de casa, podemos ser sensibles a la cuestión del agua embotellada, en lugares donde el agua del grifo no es segura para beber, comprar de los negocios locales en lugar de las compañías multinacionales. Podemos participar en campañas locales o nacionales en contra de la privatización del agua. Este año, se nos invita a rogar por el éxito del 5º Foro Mundial del Agua que tendrá lugar del 12 al 17 de marzo 2012 en Marsella, Francia (http://www.worldwaterforum.org/), y organizar una reunión de oración para la Jornada Mundial del Agua el 22 de marzo 2012. “La cuestión del agua es verdaderamente un derecho a la vida” (Delegación de la Santa Sede en el 4º Foro Mundial del Agua, Ciudad de México, 2006). Uta Sievers Redes de Defensa y Comunicación Secretariado de Justicia Social y Ecología (SJES) Curia General de la Compañía de Jesús

Otro material: - Water photos on National Geographic: http://environment.nationalgeographic.com/freshwater/photos/ - JPIC Water booklet – See/Judge/Act plus prayer service, 2003: http://www.ofmjpic.org/aqua/index.html#english - Reflection by Robin Koning SJ, 2004: http://www.faithdoingjustice.com.au/docs/WaterOfLifeReflection.pdf - Vatican Mexico statement, 2006: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/documents/rc_pc_justpeace_doc_2006 0322_mexico-water_en.html - Pope Zaragoza statement, 2008: http://www.catholicculture.org/culture/library/view.cfm?recnum=8628 - World Water Forums: - http://www.worldwaterforum5.org/ (Istanbul 2009) - http://www.worldwaterforum.org/ (Marseille 2012) - Seven Weeks for Water (WCC), Lent 2011: http://www.oikoumene.org/en/activities/ewnhome/resources-and-links/seven-weeks-for-water.html - Italian water campaign, 2011: http://www.adistaonline.it/index.php?op=articolo&id=49446 - Water Footprint: http://www.waterfootprint.org/ - Right to water: http://www.righttowater.info/

PREGUNTAS PARA UNA REFLEXION INDIVIDUAL O EN GRUPO 1. ¿Mediante qué prácticas concretas busco cuidar y valorar el agua que consumo cada día? 2. ¿Cómo podemos participar en campañas o actividades que ayuden a hacer realidad la intención de oración del Papa este mes, “que todos los pueblos tengan pleno acceso al agua y a los recursos necesarios para su sustento cotidiano”? 3. ¿Es Jesús un agua viva que sacia mi sed? ¿Cómo?

TEXTOS BIBLICOS PARA LA CELEBRACION • Ezequiel 47,1-12 la visión del agua que brota del templo • Juan 4,7-14 el agua viva ofrecida a la Samaritana • Juan 7,37-39 la promesa del agua viva

INTENCION MISIONERA - FEBRERO Para que el Señor sostenga el esfuerzo de los trabajadores de la salud en su servicio a los enfermos y ancianos de las regiones más pobres.

Expreso mi agradecimiento a todos aquellos que trabajan, en los distintos sectores de la pastoral de la salud, para vivir la diaconía de la caridad, que es central en la misión de la Iglesia. […] El tema que habéis elegido este año «Caritas in veritate. Para un cuidado de la salud equitativo y humano» reviste un interés especial para la comunidad cristiana, en la que es central el cuidado del hombre en cuanto ser, de su dignidad trascendente y de sus derechos inalienables. La salud es un bien precioso para la persona y para la colectividad que hay que promover, conservar y tutelar, dedicando los medios, recursos y energías necesarios a fin de que puedan gozar de él un mayor número de personas. Lamentablemente, todavía hoy sigue existiendo el problema de numerosas poblaciones del mundo que no tienen acceso a los recursos indispensables para satisfacer las necesidades fundamentales, particularmente en lo que se refiere a la salud. Es preciso actuar con mayor empeño a todos los niveles a fin de que el derecho a la salud sea efectivo, favoreciendo el acceso a la atención sanitaria básica. En nuestra época asistimos, por una parte, a una atención a la salud que corre el riesgo de transformarse en consumismo farmacológico, médico y quirúrgico, convirtiéndose casi en un culto del cuerpo y, por otra, a las dificultades de millones de personas para acceder a condiciones de subsistencia mínimas y a medicamentos indispensables para curarse. […] En este sentido, con una expresión sintética e incisiva, san Agustín enseñaba que «la justicia consiste en ayudar a los pobres» (De Trinitate, XIV, 9: pl 42, 1045). Inclinarse, como el buen samaritano, hacia el hombre herido abandonado al borde del camino es cumplir la «justicia mayor» que Jesús pide a sus discípulos y realiza en su vida, porque el cumplimiento de la Ley es el amor. La comunidad cristiana, siguiendo las huellas de su Señor, ha cumplido el mandato de ir por el mundo a «enseñar y curar a los enfermos» y a lo largo de los siglos «ha sido muy sensible al ministerio para con los enfermos y los que sufren, como parte integrante de su misión» (Juan Pablo II, motu propio Dolentium hominum, 1), de testimoniar la salvación integral, que es salud del alma y del cuerpo. A los hermanos y hermanas que sufren les expreso mi cercanía y la invitación a vivir también la enfermedad como ocasión de gracia para crecer espiritualmente y participar en los sufrimientos de Cristo por el bien del mundo, y a todos vosotros, comprometidos en el vasto campo de la salud, os aliento en vuestro valioso servicio. A la vez que pido la protección maternal de la Virgen María, Salus infirmorum, os imparto de corazón la bendición apostólica, que extiendo también a vuestras familias. BENEDICTO XVI MENSAJE A LA 25ª CONFERENCIA ORGANIZADA POR EL CONSEJO PONTIFICIO PARA LA PASTORAL DE LA SALUD 15 de noviembre de 2010 © Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la SALUD como el “estado de completo bienestar físico, mental y social; y no solamente la ausencia de enfermedad”. En coherencia con esta definición, un “Informe sobre la salud en el mundo” (2006) definió los trabajadores de la salud como todas aquellas personas que llevan a cabo tareas o acciones que tienen como principal finalidad promover ese estado de bienestar, proteger y mejorar la salud. Podríamos decir que también nosotros mismos, en nuestra cotidianidad, con simples acciones, muchas veces trabajamos para eso: el joven que hace voluntariado en una ONG, la madre que cuida de su bebé, el hijo que acompaña a sus padres al hospital o la abuela que recurre a su experiencia de vida y saberes ancestrales para atender y confortar... La lista sería interminable si quisiéramos tener en cuenta todas aquellas personas que, de algún modo, trabajan para la salud de los demás. Sin embargo, nos referimos ahora a los “trabajadores de la salud” en sentido más estricto, a aquellos que pasan por una etapa de formación profesional o capacitación más especifica. No podemos ignorar que también entre ellos hay una gran diversidad: médicos, enfermeras, personal que prepara y sirve los alimentos, trabajadores de saneamiento, los que atiende al familiar de un enfermo, los farmaceutas… El Santo Padre, en este mes, nos pide de orar particularmente por aquellos que están a contacto y prestan más directamente su servicio a los enfermos y ancianos en las regiones más pobres. ¿Porque hay que pedir al Señor que sostenga sus esfuerzos? ¿Qué pasa? ¿Qué dificultades encuentran? Las motivaciones de esta intención las podemos sintetizar en dos puntos: 1. El que trabaja con enfermos y ancianos necesita él mismo encontrarse en salud, es decir, con un equilibrio psico-físico-espiritual que permita una relación interpersonal enriquecedora, totalizante, de entrega sin condiciones, de verdadero servicio al otro. Una persona enferma o anciana de por sí ya se encuentra en un estado de mayor vulnerabilidad por sus propios achaques y padecimientos, por el deterioro progresivo del organismo, por sus sentimientos de ansiedad, de soledad, etc. El trabajador de la salud ha de tener en cuenta la persona en su totalidad, con todo lo que vive y siente, con sus circunstancias concretas y recordar que su interlocutor no solo necesita de sus cuidados y competencias médicas, sino ha de ser atendido también en sus demandas psicológicas y afectivas en momentos particularmente difíciles de su vida. En muchas ocasiones, sobre todo en las regiones más pobres, no es posible aliviar el dolor y el sufrimiento físico ajeno, prevenir y curar enfermedades por falta de recursos sanitarios, pero siempre es posible ser vehículos de calor humano y de una mirada que acompañe. 2. Hoy día existen fuertes contrastes. Por una parte hay enormes avances en el bienestar humano, grandes beneficios de nuevos medicamentos y tecnologías para hacer frente a numerosas enfermedades o para mejorar la calidad de vida de las personas mayores, por otra coexisten la amenaza de una deshumanización de la medicina, la distribución de los recursos mundiales no equitativa y situaciones de privaciones extremas en los países más pobres. El respeto a la vida humana es un presupuesto universal, uno de los principios más fundamentales y evidentes en todas las ideologías y culturas. A pesar de que su fundamentación no necesita ningún esfuerzo racional, seguimos viviendo situaciones de grandes injusticias. Por recordar una: "En el corazón de África hay cuatro millones de personas que necesitan ayuda. Los médicos ven morir a sus pacientes porque carecen de lo mínimo para salvarles la vida" (Léa Koyassoum Doumta, Ministra de Salud Pública y Población – Republica Centroafricana). En muchas regiones de nuestro planeta, las crisis política, económica, social y sanitaria no permiten una inversión en campo sanitario y los trabajadores de la salud se ven privados de todo respaldo a cualquier nivel y sometidos a un estrés y una inseguridad cada vez mayores. Efectivamente, las enfermedades ligadas a la pobreza (SIDA, Tuberculosis, Malaria…) están devastando numerosas poblaciones sin recursos y las crisis sanitarias aumentan rápidas e imprevistas causadas por epidemias, catástrofes naturales, conflictos… Las tareas y funciones requeridas a los trabajadores de la salud en estas circunstancias tan adversas son sumamente arduas ¡Que el Señor bendiga y sostenga sus esfuerzos!! Hermana Antonella Rizzo, Religiosa de las Hijas de Jesús, obstetra, trabaja hoy en un hospital en Roma.    

MARZO INTENCION GENERAL – MARZO

Para que en todo el mundo sea reconocida adecuadamente la contribución de la mujer al desarrollo de la sociedad.

Cada día percibimos nuevas amenazas contra la vida, especialmente en sus fases más vulnerables. Aunque la justicia exige que sean denunciadas como violación de los derechos humanos, también deben suscitar una respuesta positiva y concreta. El reconocimiento y el aprecio del plan de Dios para las mujeres en la transmisión de la vida y en la educación de los hijos es un paso constructivo en esa dirección. Además, dada la notable influencia de las mujeres en la sociedad, es necesario animarlas a aprovechar la oportunidad de defender la dignidad de la vida mediante su compromiso en la educación y su participación en la vida política y civil. En efecto, al haber sido dotadas por el Creador con una "capacidad única de acogida del otro", las mujeres desempeñan un papel crucial en la promoción de los derechos humanos, porque sin su voz se vería debilitado el tejido social (cf. Congregación para la doctrina de la fe, Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo, n. 13). […] Espero sinceramente que vuestros debates de los próximos dos días se traduzcan en iniciativas concretas para salvaguardar el papel indispensable de la familia en el desarrollo integral de la persona humana y de toda la sociedad. El genio de la mujer para movilizar y organizar, la dota de la habilidad y las motivaciones necesarias para desarrollar redes en continua expansión para el intercambio de experiencias y la generación de nuevas ideas. Los logros de la Alianza mundial de mujeres en favor de la vida y la familia, y de la Unión mundial de organizaciones femeninas católicas, son un magnífico ejemplo de esto, y animo a sus miembros a perseverar en su generoso servicio a la sociedad. Ojalá que el radio de vuestra influencia siga creciendo a nivel regional, nacional e internacional para la promoción de los derechos humanos basados en el sólido fundamento del matrimonio y la familia. BENEDICTO XVI MENSAJE A LOS PARTICIPANTES EN UNA CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE EL TEMA: "VIDA, FAMILIA Y DESARROLLO: EL PAPEL DE LA MUJER EN LA PROMOCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS" 20 de marzo de 2009 © Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana

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Un aspecto importante de vuestra reflexión en este Año de la familia ha sido la particular dignidad, vocación y misión de las mujeres en el plan de Dios. ¡Cuánto debe la Iglesia en estas tierras al paciente testimonio de fe y amor de innumerables madres cristianas, religiosas, maestras, doctoras y enfermeras! ¡Cuánto debe vuestra sociedad a todas las mujeres que de diferentes maneras, a veces valientes, han dedicado su vida a construir la paz y a promover el amor! Desde las primeras páginas de la Biblia, vemos cómo el hombre y la mujer, creados a imagen de Dios, están llamados a complementarse mutuamente como administradores de los dones de Dios y colaboradores suyos en comunicar su don de la vida, tanto física como espiritual, a nuestro mundo. Por desgracia, esta dignidad y misión dadas por Dios a las mujeres no siempre han sido suficientemente comprendidas y estimadas.

La Iglesia y la sociedad entera han caído en la cuenta de la urgencia con la que necesitamos lo que mi predecesor el Papa Juan Pablo II llamaba "el carisma profético" de las mujeres (cf. Mulieris dignitatem, 29) como portadoras de amor, maestras de misericordia y constructoras de paz, que comunican calor y humanidad a un mundo que con frecuencia juzga el valor de la persona con criterios fríos de explotación y provecho. Con su testimonio público de respeto por las mujeres, y su defensa de la dignidad innata de toda persona humana, la Iglesia en Tierra Santa puede dar una importante contribución al desarrollo de una cultura de verdadera humanidad y a la construcción de la civilización del amor. BENEDICTO XVI HOMILÍA - PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA 10 de mayo de 2009 © Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL Vida familiar o carrera profesional, ¿es necesario elegir ? Testimonio... Nací en 1953, y fui educada juntamente con tres hermanos; ninguno de mis recuerdos de infancia me hacen pensar en las ocupaciones tradicionales de las niñas. ¿Será acaso esto lo que me hizo elegir, al terminar mis estudios en la escuela secundaria, una Escuela de ingeniería en Agronomía? Esas escuelas se acababan de abrir a candidatas femeninas. De nuevo me encontré en un universo esencialmente masculino. Me casé y a mi vez fui madre de tres hijas. Esta vez se transformó el equilibrio y en la casa nosotras las mujeres éramos mayoría. A su vez ellas se hicieron mujeres, esposas o compañeras y madres. Y su manera de vivir esta triple vocación es bastante diferente de la mía. En treinta años, la idea, la manera de pensar el papel de la mujer y las maneras prácticas como lo realizan han cambiado bastante. Por ejemplo ¿cómo unir la vida de familia y la carrera profesional? Por mi parte, al regresar de un largo tiempo de cooperación en África, con tres niñas pequeñas, elegí no retomar la actividad profesional para estar más disponible y administrar tranquilamente los asuntos domésticos. Mis tres hijas, treinta años más tarde, tienen un empleo que desean conservar. Como la mayor parte de las mujeres francesas, ellas podrán, sin duda, unir su actividad profesional y atender al mismo tiempo a dos o tres hijos! Gracias a los permisos o licencia para los padres, a las treinta y cinco horas de trabajo a la semana, a los subsidios familiares y a la buena acogida de los niños pequeños en la guardería infantil y en las escuelas, ellas han podido organizar su vida de una manera impensable hace algunos años, particularmente cuando los lugares de trabajo no son los mismos para ambos padres. Las condiciones para lograr esto con éxito: sus cónyuges respectivos han aceptado que no siempre su propio proyecto profesional tenga la prioridad, y ambos participan en las tareas domésticas y del cuidado de los niños. Pero estos son equilibrios precarios o inestables. Las responsabilidades de las empresas y del legislador están comprometidas, especialmente en materia de derecho del trabajo (cambios forzados o el trabajo el domingo por ejemplo). Es la condición para que estas mujeres, instruidas y competentes, puedan aportar su contribución propia a la sociedad. Mirando 30 años hacia atrás, no lamento las opciones que hice, lo que he elegido. Ello me ha permitido dedicarme a cierto número de actividades asociativas, de ocuparme en su debido momento de mis padres ancianos. Este servicio que prestan las mujeres debe ser reconocido por la sociedad (ser tomada en cuenta para el cálculo de la pensión, por ejemplo). Pero me alegro que mis hijas puedan, cada una, vivir su compromiso de madre y ejercer su actividad profesional al servicio de la sociedad. Oremos pues este mes con el Santo Padre para que, en todas partes del mundo, las mujeres puedan aportar su contribución a la sociedad en general. Oremos de manera particular por las mujeres que viven en países o culturas en los cuales su capacidad es poco valorada y sus derecho fundamentales mal respetados. Claire Ranquet del Equipo Apostolado de la Oración - Francia

PREGUNTAS PARA UNA REFLEXION INDIVIDUAL O EN GRUPO 1. ¿La mujer tiene los mismos derechos y deberes que el hombre? ¿En qué sentido y por qué afirmamos esto? 2. ¿Hay diferencias entre el rol propio de la mujer en la sociedad y es el rol propio del hombre? ¿Cuáles? 3. ¿Qué iniciativas podemos tomar para que disminuya la discriminación hacia las mujeres en nuestra sociedad y en otras?

TEXTOS BIBLICOS PARA LA CELEBRACION • Lc 1,26-38 Anunciación: el rol de María en la obra de salvación • Juan 8,1-11 la mujer dignificada • Mc 10,1-11 prohibición del divorcio, fortalece los derechos de la mujer

INTENCION MISIONERA - MARZO Para que el Espíritu Santo conceda perseverancia a cuantos son discriminados, perseguidos y asesinados por el nombre de Cristo, particularmente en Asia.

1. Al comienzo de un nuevo año deseo hacer llegar a todos mi felicitación; es un deseo de serenidad y de prosperidad, pero sobre todo de paz. El año que termina también ha estado marcado lamentablemente por persecuciones, discriminaciones, por terribles actos de violencia y de intolerancia religiosa. Pienso de modo particular en la querida tierra de Irak, que en su camino hacia la deseada estabilidad y reconciliación sigue siendo escenario de violencias y atentados. Vienen a la memoria los recientes sufrimientos de la comunidad cristiana, y de modo especial el vil ataque contra la catedral sirio-católica Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de Bagdad, en la que el 31 de octubre pasado fueron asesinados dos sacerdotes y más de cincuenta fieles, mientras estaban reunidos para la celebración de la Santa Misa. En los días siguientes se han sucedido otros ataques, también a casas privadas, provocando miedo en la comunidad cristiana y el deseo en muchos de sus miembros de emigrar para encontrar mejores condiciones de vida. Deseo manifestarles mi cercanía, así como la de toda la Iglesia, y que se ha expresado de una manera concreta en la reciente Asamblea Especial para Medio Oriente del Sínodo de los Obispos. Ésta ha dirigido una palabra de aliento a las comunidades católicas en Irak y en Medio Oriente para vivir la comunión y seguir dando en aquellas tierras un testimonio valiente de fe. Agradezco vivamente a los Gobiernos que se esfuerzan por aliviar los sufrimientos de estos hermanos en humanidad, e invito a los Católicos a rezar por sus hermanos en la fe, que sufren violencias e intolerancias, y a ser solidarios con ellos. En este contexto, siento muy viva la necesidad de compartir con vosotros algunas reflexiones sobre la libertad religiosa, camino para la paz. En efecto, se puede constatar con dolor que en algunas regiones del mundo la profesión y expresión de la propia religión comporta un riesgo para la vida y la libertad personal. En otras regiones, se dan formas más silenciosas y sofisticadas de prejuicio y de oposición hacia los creyentes y los símbolos religiosos. Los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe. Muchos sufren cada día ofensas y viven frecuentemente con miedo por su búsqueda de la verdad, su fe en Jesucristo y por su sincero llamamiento a que se reconozca la libertad religiosa. Todo esto no se puede

aceptar, porque constituye una ofensa a Dios y a la dignidad humana; además es una amenaza a la seguridad y a la paz, e impide la realización de un auténtico desarrollo humano integral.[1] BENEDICTO XVI MENSAJE PARA LA CELEBRACIÓN DE LA XLIV JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 8 de diciembre de 2010 © Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana

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A los cristianos en Oriente Medio se pueden aplicar las palabras del Señor Jesús: «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino» (Lc 12, 32). En efecto, aunque su número es escaso, son portadores de la buena nueva del amor de Dios por el hombre, amor que se reveló precisamente en Tierra Santa en la persona de Jesucristo. Esta Palabra de salvación, reforzada con la gracia de los sacramentos, resuena con particular eficacia en los lugares en los que, por designio de Dios, se escribió, y es la única Palabra capaz de romper el círculo vicioso de la venganza, del odio y de la violencia. De un corazón purificado, en paz con Dios y con el prójimo, pueden nacer propósitos e iniciativas de paz a nivel local, nacional e internacional. A esta obra, a cuya realización está llamada toda la comunidad internacional, los cristianos, ciudadanos de pleno derecho, pueden y deben dar su contribución con el espíritu de las bienaventuranzas, convirtiéndose así en constructores de paz y en apóstoles de reconciliación para el bien de toda la sociedad. [...] Queridos hermanos y hermanas de Oriente Medio, que la experiencia de estos días os asegure que no estáis nunca solos, que os acompañan siempre la Santa Sede y toda la Iglesia, la cual, nacida en Jerusalén, se extendió por Oriente Medio y después por el mundo entero. BENEDICTO XVI HOMILÍA - ASAMBLEA ESPECIAL PARA ORIENTE MEDIO DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS 24 de octubre de 2010 © Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL Muchos países, también en Asia, se sienten orgullosos de la democracia. Saben que el fundamento de la democracia es el respeto de los derechos humanos. Por esta razón, todos los ciudadanos tienen la libertad de elegir y practicar sus religiones respectivas. Desgraciadamente, la persecución a los seguidores de algunas religiones sigue siendo hoy una realidad actual. En los países comunistas, como China y Vietnam, el Cristianismo tiene mucha dificultad para crecer y prosperar. Otros países rechazan el cristianismo de manera más implícita, como por medio de la discriminación política. Recientemente, la palabra Allah para referirse al Dios de los cristianos fue prohibida en Malasia. Esta prohibición no fue fácil para los cristianos allí porque esa era la única manera que conocen para dirigirse a su Dios. Afortunadamente, esta prohibición unilateral por fin fue revocada. Entre tanto en Indonesia, donde los musulmanes son una mayoría, hay discriminación en casi todos los aspectos de la vida aun cuando el gobierno nunca lo ha reconocido. Aquí, ser cristiano quiere decir que se le niega todo acceso a ser empleado del Estado o a carreras destacadas como ser profesor en una universidad del Estado, y a no recibir suficiente educación religiosa en las escuelas del Estado. Aun en algunas regiones, los servicios religiosos sólo se permiten dentro de la Iglesia y no se permite ningún culto en las casas. Esto es algo irónico en Indonesia, que es famosa por su ideología de Bhinneka Tunggal Ika, que significa unidad en la diversidad cuando, en realidad, la tolerancia entre los seguidores de diferentes religiones no existe. En este país, la persecución contra los cristianos no se puede considerar meramente como discriminación sino también como un acto de hostilidad. Los hechos: durante los años 2004-2010, 2.442

iglesias han sido destruidas o cerradas. Recientemente, en febrero 2011, hubo un brutal ataque masivo organizado contra las Iglesias Católica y Pentecostal en Temanggung, Java Central. Últimamente, especialmente en Asia, la persecución contra los cristianos tiende a intensificarse. Una de las causas es la ola de radicalismo y fundamentalismo de las otras religiones. Ellos sospechan que los cristianos dedican grandes esfuerzos para tratar de cristianizar a otros. Debido a este peligro latente, en marzo del año 2012, la Iglesia nos invita a rogar por los cristianos frecuentemente perseguidos y también para que disminuya el radicalismo y el fundamentalismo. En medio de este desafío y amenaza, los cristianos necesitan profundizar e intensificar su perseverancia, y tener valor para defender su fe. De hecho, la Iglesia, especialmente en Asia, tiene que encontrar maneras de convivencia en paz y armonía, a la vez que defenderse del radicalismo y del fundamentalismo. De hecho es un momento de gracia por medio del cual la Iglesia en Asia pueda experimentar la verdad del Evangelio. “Dichosos vosotros si sois injuriados por el nombre de Cristo, pues el Espíritu de gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros” (1 P 4, 14). Está claro que el esfuerzo humano solo no es suficiente para hacer frente a este santo desafío. Necesitamos orar fervientemente para que el Espíritu Santo fortalezca a los que son discriminados y que son víctimas de persecución y violencia por su fe. Gabriel Possenti Sindhunata, SJ Secretario Nacional del Apostolado de la Oración en Indonesia

ABRIL INTENCION GENERAL – ABRIL

Para que muchos jóvenes sepan acoger el llamado de Cristo a seguirlo en el sacerdocio y en la vida religiosa.

El arte de promover y de cuidar las vocaciones encuentra un luminoso punto de referencia en las páginas del Evangelio en las que Jesús llama a sus discípulos a seguirle y los educa con amor y esmero. El modo en el que Jesús llamó a sus más estrechos colaboradores para anunciar el Reino de Dios ha de ser objeto particular de nuestra atención (cf. Lc 10,9). En primer lugar, aparece claramente que el primer acto ha sido la oración por ellos: antes de llamarlos, Jesús pasó la noche a solas, en oración y en la escucha de la voluntad del Padre (cf. Lc 6, 12), en una elevación interior por encima de las cosas ordinarias. La vocación de los discípulos nace precisamente en el coloquio íntimo de Jesús con el Padre. Las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada son primordialmente fruto de un constante contacto con el Dios vivo y de una insistente oración que se eleva al «Señor de la mies» tanto en las comunidades parroquiales, como en las familias cristianas y en los cenáculos vocacionales. El Señor, al comienzo de su vida pública, llamó a algunos pescadores, entregados al trabajo a orillas del lago de Galilea: «Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres» (Mt 4, 19). Les mostró su misión mesiánica con numerosos «signos» que indicaban su amor a los hombres y el don de la misericordia del Padre; los educó con la palabra y con la vida, para que estuviesen dispuestos a ser los continuadores de su obra de salvación; finalmente, «sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre» (Jn 13,1), les confió el memorial de su muerte y resurrección y, antes de ser elevado al cielo, los envió a todo el mundo con el mandato: «Id y haced discípulos de todos los pueblos» (Mt 28,19). La propuesta que Jesús hace a quienes dice «¡Sígueme!» es ardua y exultante: los invita a entrar en su amistad, a escuchar de cerca su Palabra y a vivir con Él; les enseña la entrega total a Dios y a la difusión de su Reino según la ley del Evangelio: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24); los invita a salir de la propria voluntad cerrada en sí misma, de su idea de autorrealización, para sumergirse en otra voluntad, la de Dios, y dejarse guiar por ella; les hace vivir una fraternidad, que nace de esta disponibilidad total a Dios (cf. Mt 12, 49-50), y que llega a ser el rasgo distintivo de la comunidad de Jesús: «La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros» (Jn 13, 35). También hoy, el seguimiento de Cristo es arduo; significa aprender a tener la mirada de Jesús, a conocerlo íntimamente, a escucharlo en la Palabra y a encontrarlo en los sacramentos; quiere decir aprender a conformar la propia voluntad con la suya. Se trata de una verdadera y propia escuela de formación para cuantos se preparan para el ministerio sacerdotal y para la vida consagrada, bajo la guía de las autoridades eclesiásticas competentes. El Señor no deja de llamar, en todas las edades de la vida, para compartir su misión y servir a la Iglesia en el ministerio ordenado y en la vida consagrada, y la Iglesia «está llamada a custodiar este don, a estimarlo y amarlo. Ella es responsable del nacimiento y de la maduración de las vocaciones sacerdotales» (Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Pastores dabo vobis, 41). Especialmente en nuestro tiempo en el que la voz del Señor parece ahogada por «otras voces» y la propuesta de seguirlo, entregando la propia vida, puede parecer demasiado difícil, toda comunidad cristiana, todo fiel, debería de asumir conscientemente el compromiso de promover las vocaciones. Es importante alentar y sostener a los que muestran claros indicios de la llamada a la vida sacerdotal y a la consagración religiosa, para que sientan el calor de toda la comunidad al decir «sí» a Dios y a la Iglesia. Yo mismo los aliento, como he hecho con aquellos que se decidieron ya a entrar en el Seminario, a quienes escribí: «Habéis hecho bien. Porque los hombres, también en la época del dominio

tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal, para aprender con Él y por medio de Él la vida verdadera, y tener presentes y operativos los criterios de una humanidad verdadera» (Carta a los Seminaristas, 18 octubre 2010). Conviene que cada Iglesia local se haga cada vez más sensible y atenta a la pastoral vocacional, educando en los diversos niveles: familiar, parroquial y asociativo, principalmente a los muchachos, a las muchachas y a los jóvenes —como hizo Jesús con los discípulos— para que madure en ellos una genuina y afectuosa amistad con el Señor, cultivada en la oración personal y litúrgica; para que aprendan la escucha atenta y fructífera de la Palabra de Dios, mediante una creciente familiaridad con las Sagradas Escrituras; para que comprendan que adentrarse en la voluntad de Dios no aniquila y no destruye a la persona, sino que permite descubrir y seguir la verdad más profunda sobre sí mismos; para que vivan la gratuidad y la fraternidad en las relaciones con los otros, porque sólo abriéndose al amor de Dios es como se encuentra la verdadera alegría y la plena realización de las propias aspiraciones. «Proponer las vocaciones en la Iglesia local», significa tener la valentía de indicar, a través de una pastoral vocacional atenta y adecuada, este camino arduo del seguimiento de Cristo, que, al estar colmado de sentido, es capaz de implicar toda la vida. BENEDICTO XVI MENSAJE PARA LA XLVIII JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES 15 de noviembre de 2010 © Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana

Ver el texto completo:  BENEDICTO XVI - MENSAJE PARA LA XLVIII JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES 15 de noviembre de 2010 Otros textos del Magisterio:  BENEDICTO XVI - MENSAJE PARA LA XLVII JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES 13 de noviembre de 2009

COMENTARIO PASTORAL

El SEÑOR JESUS dijo a sus apóstoles “La mies es mucha, pero los obreros son pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Lc. 10, 2) También hoy, la mies es mucha y los obreros son pocos. En algunos lugares del mundo podemos decir que no hay escasez de sacerdotes o de religiosos/religiosas, que los fieles están bien atendidos, bien apoyados por suficientes sacerdotes. Pero la realidad es que en la mayoría de las Iglesias locales se nota muy fuertemente la escasez de hombres y mujeres especialmente consagrados al SEÑOR; muchas comunidades en todo el mundo católico, no tienen pastores que las animen a vivir según el Evangelio de Jesucristo; hay Parroquias en muchas partes que no tienen Párroco; eso significa que muchos Domingos o Fiestas de Guardar, en esas Parroquias no se celebra la Eucaristía; los fieles de esas Parroquias no celebran la CENA DEL SEÑOR, no celebran el SACRIFICIO DE CRISTO. El sacerdote es insustituible, sólo él puede consagrar el CUERPO DE JESUCRISTO en la Eucaristía, sólo él puede perdonar nuestros pecados en el confesionario, porque el mismo Cristo les dio esa potestad en la Ultima Cena. Los Religiosos y Religiosas, los Diáconos y Laicos Consagrados, cooperan con la acción evangelizadora de la Iglesia Universal en diferentes formas, ayudando a los sacerdotes, trabajando en la Pastoral de sus Iglesias locales, etc., los contemplativos con su oración son los soportes de la Iglesia, con su oración fortalecen nuestra fe y nos ayudan a llevar al SEÑOR JESUS a todos los rincones de la tierra. Es cierto que el Señor llama, es cierto que está llamando ahora y que nunca dejará de llamar, pero ese llamado necesita una respuesta del hombre o de la mujer llamados; esta respuesta es obstaculizada hoy día por la secularización y el materialismo que consumen a nuestras sociedades; allí, en esa respuesta es donde el Santo Padre nos pide que intervengamos; la Iglesia está constituida por todos los bautizados, por eso también los laicos, junto a nuestros pastores, somos responsables de que el Señor tenga “suficientes operarios para su mies”.

Su Santidad nos pide en esta intención que oremos para que muchos jóvenes sepan acoger el llamado de Cristo a seguirlo en el sacerdocio y en la vida religiosa, para que nunca falten sacerdotes, religiosos y religiosas santos, para que santifiquen a su Iglesia y a nosotros sus hijos. Sr. Fernando Cavada Guzmán, laico chileno, papá y abuelo, Vicepresidente de Comunicaciones Serra Internacional

PREGUNTAS PARA UNA REFLEXION INDIVIDUAL O EN GRUPO 1. ¿Qué le diríamos a nuestro hijo o hija, o a un amigo o amiga, que nos manifiesta su deseo de ser religioso? 2. ¿Qué acciones concretas podemos hacer en nuestras comunidades para crear un ambiente favorable al surgimiento de vocaciones sacerdotales y religiosas? 3. ¿De qué maneras concretas podemos mostrar nuestro apoyo a la vocación de los que ya han sido llamados (los seminaristas de nuestra diócesis, religiosos de nuestra ciudad o parroquia, nuestro párroco, etc.)?

TEXTOS BIBLICOS PARA LA CELEBRACION • Jer 1,4-10 vocación del profeta • Rm 1,5-7 Pablo constituido apóstol • Mc 1,16-20 Jesús llama a los primeros discípulos

INTENCION MISIONERA - ABRIL Para que Cristo resucitado sea signo de segura esperanza para los hombres y mujeres del continente africano.

He aquí un mensaje de esperanza para África: lo acabamos de escuchar de la Palabra de Dios. Es el mensaje que el Señor de la historia no se cansa de renovar para la humanidad oprimida y sometida de cada época y de cada tierra, desde que reveló a Moisés su voluntad sobre los israelitas esclavos en Egipto: "He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto; he escuchado su clamor (...); conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo (...) y para subirlo de esta tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel" (Ex 3, 7-8). ¿Cuál es esta tierra? ¿No es el Reino de la reconciliación, de la justicia y de la paz, al que está llamada la humanidad entera? El designio de Dios no cambia. Es lo mismo que profetizó Jeremías, en los magníficos oráculos denominados "Libro de la consolación", del que está tomada la primera lectura de hoy. Es un anuncio de esperanza para el pueblo de Israel, postrado por la invasión del ejército de Nabucodonosor, por la devastación del Jerusalén y del Templo, y por la deportación a Babilonia. Un mensaje de alegría para el "resto" de los hijos de Jacob, que anuncia un futuro para ellos, porque el Señor los volverá a conducir a su tierra, a través de un camino recto y fácil. Las personas necesitadas de apoyo, como el ciego y el cojo, la mujer embarazada y la parturienta, experimentarán la fuerza y la ternura del Señor: él es un padre para Israel, dispuesto a cuidar de él como su primogénito (cf. Jr 31, 7-9). El designio de Dios no cambia. A través de los siglos y de las vicisitudes de la historia, apunta siempre a la misma meta: el Reino de la libertad y de la paz para todos. Y esto implica su predilección por cuantos están privados de libertad y de paz, por cuantos han visto violada su dignidad de personas humanas. Pensamos en particular en los hermanos y hermanas que en África sufren pobreza, enfermedades, injusticias, guerras y violencias, y emigraciones forzadas. Estos hijos predilectos del Padre celestial son

como el ciego del Evangelio, Bartimeo, que "mendigaba sentado junto al camino" (Mc 10, 46) a las puertas de Jericó. Precisamente por ese camino pasa Jesús Nazareno. Es el camino que lleva a Jerusalén, donde se consumará la Pascua, su Pascua sacrificial, a la que se encamina el Mesías por nosotros. Es el camino de su éxodo que es también el nuestro: el único camino que lleva a la tierra de la reconciliación, de la justicia y de la paz. En ese camino el Señor encuentra a Bartimeo, que ha perdido la vista. Sus caminos se cruzan, se convierten en un único camino. "¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!", grita el ciego con confianza. Replica Jesús: "¡Llamadlo!", y añade: "¿Qué quieres que te haga?". Dios es luz y creador de la luz. El hombre es hijo de la luz, está hecho para ver la luz, pero ha perdido la vista, y se ve obligado a mendigar. Junto a él pasa el Señor, que se ha hecho mendigo por nosotros: sediento de nuestra fe y de nuestro amor. "¿Qué quieres que te haga?". Dios lo sabe, pero pregunta; quiere que sea el hombre quien hable. Quiere que el hombre se ponga de pie, que encuentre el valor de pedir lo que le corresponde por su dignidad. El Padre quiere oír de la voz misma de su hijo la libre voluntad de ver de nuevo la luz, la luz para la que lo ha creado. "Rabbuní, ¡que vea!". Y Jesús le dice: "Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista y lo seguía por el camino" (Mc 10, 51-52). Queridos hermanos, demos gracias porque este "misterioso encuentro entre nuestra pobreza y la grandeza" de Dios se ha realizado también en la Asamblea sinodal para África que hoy concluye. Dios ha renovado su llamada: "¡Ánimo! ¡Levántate!" (Mc 10, 49). Y también la Iglesia que está en África, a través de sus pastores, llegados de todos los países del continente, de Madagascar y de las demás islas, ha acogido el mensaje de esperanza y la luz para avanzar por el camino que lleva al reino de Dios. "Vete, tu fe te ha salvado" (Mc 10, 52). Sí, la fe en Jesucristo —cuando se entiende bien y se practica— guía a los hombres y a los pueblos a la libertad en la verdad o, por usar las tres palabras del tema sinodal, a la reconciliación, a la justicia y a la paz. Bartimeo que, curado, sigue a Jesús por el camino, es imagen de la humanidad que, iluminada por la fe, se pone en camino hacia la tierra prometida. Bartimeo se convierte a su vez en testigo de la luz, narrando y demostrando en primera persona que había sido curado, renovado y regenerado. Esto es la Iglesia en el mundo: comunidad de personas reconciliadas, artífices de justicia y de paz; "sal y luz" en medio de la sociedad de los hombres y de las naciones. Por eso el Sínodo ha reafirmado con fuerza —y lo ha manifestado— que la Iglesia es familia de Dios, en la que no pueden subsistir divisiones de tipo étnico, lingüístico o cultural. Testimonios conmovedores nos han mostrado que, incluso en los momentos más tenebrosos de la historia humana, el Espíritu Santo actúa y transforma los corazones de las víctimas y de los perseguidores para que se reconozcan hermanos. La Iglesia reconciliada es una poderosa levadura de reconciliación en cada país y en todo el continente africano. [...] "¡Ánimo, levántate!". Así el Señor de la vida y de la esperanza se dirige hoy a la Iglesia y a las poblaciones africanas, al término de estas semanas de reflexión sinodal. Levántate, Iglesia en África, familia de Dios, porque te llama el Padre celestial a quien tus antepasados invocaban como Creador antes de conocer su cercanía misericordiosa, que se reveló en su Hijo unigénito, Jesucristo. Emprende el camino de una nueva evangelización con la valentía que procede del Espíritu Santo. La urgente acción evangelizadora, de la que tanto se ha hablado en estos días, conlleva también un apremiante llamamiento a la reconciliación, condición indispensable para instaurar en África relaciones de justicia entre los hombres y para construir una paz justa y duradera en el respeto de cada individuo y de cada pueblo; una paz que necesita y se abre a la aportación de todas las personas de buena voluntad más allá de sus respectivas pertenencias religiosas, étnicas, lingüísticas, culturales y sociales. En esta ardua misión tú, Iglesia peregrina en el África del tercer milenio, no estás sola. Te acompaña con la oración y la solidaridad activa toda la Iglesia católica, y desde el cielo te acompañan los santos y las santas africanos que han dado testimonio de plena fidelidad a Cristo con la vida, a veces hasta el martirio. ¡Ánimo! Levántate, continente africano, tierra que acogió al Salvador del mundo cuando de niño tuvo que refugiarse con José y María en Egipto para salvar su vida de la persecución del rey Herodes. Acoge con renovado entusiasmo el anuncio del Evangelio para que el rostro de Cristo ilumine con su esplendor las múltiples culturas y lenguajes de tus poblaciones. Mientras ofrece el pan de la Palabra y de la Eucaristía, la Iglesia se esfuerza por lograr, con todos los medios de que dispone, que a ningún africano le falte el pan de cada día. Por esto, junto a la obra de primera urgencia de la evangelización, los cristianos participan activamente en las intervenciones de promoción humana. BENEDICTO XVI HOMILÍA - CONCELEBRACIÓN EUCARÍSTICA PARA LA CLAUSURA DE LA II ASAMBLEA ESPECIAL PARA ÁFRICA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS 25 de octubre de 2009 © Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL ‘Más de 2000 participantes caminan en la procesión de 5 kilómetros para meditar sobre la Pasión y Muerte de Jesús siguiendo cantos y oraciones apropiados. Todo esto tiene lugar durante un día de mucho sol, donde la temperatura es superior a 30º C”. Así escribe un amigo, Misionero canadiense en África, desde una misión en Malawi. Esto puede parecer algo fuera de lo común y extraordinario a los lectores del Occidente, pero de hecho, esto es bastante normal en la Iglesia en África. Con frecuencia, en ocasiones importantes, la gente se reúne en grandes números y salen a peregrinar bajo cualquier clima, y siempre están contentos de poder alabar a Dios durante muchas horas seguidas. Cuando trabajaba en una Parroquia rural en la parte de habla Zulu de África del Sur, Pascua era la fiesta que atraía grandes multitudes. La Vigilia era algo que duraba toda la noche con un gran número de confesiones seguidas de la Liturgia que podía terminar al amanecer de la mañana del día siguiente. Respecto a la Liturgia, se hacía completa, y siempre incluíamos un buen número de bautizos de adultos. Y, todo lo que se podía cantar se cantaba y se cantaba bien! La atracción de la Vigilia Pascual en parte era una cuestión de inculturación – la gente Zulu, junto con muchas otras culturas africanas conocen bien la vigilia que dura toda la noche. Hay vigilias que duran toda la noche antes de sepultar a un muerto. Hay muchos cantos, oraciones y se recuerda a la persona que ha muerto cuyo cuerpo está presente y visible en la casa entre los plañideros. Mientras esto se realiza dentro de la casa, un equipo de hombres excava la sepultura afuera. A la muerte no se le encubre ni se le esconde – es aceptada como parte de la vida y la gente toma el tiempo necesario para llevar a cabo esos rituales útiles que todas las culturas necesitan para tratar con este misterio humano final. Por lo tanto, para los fieles es perfectamente normal que haya una vigilia substancial para celebrar la muerte y la resurrección del Señor. La gente ha comprendido las varias partes de la Liturgia y su simbolismo tan rico – el fuego, el cirio, el agua. Recuerdo que a veces los no católicos asistían a la Vigilia para llevarse a casa un poco de agua bendita! Paul Ricoeur dice que la “Esperanza, en cuanto es esperanza de resurrección, es la contradicción viva de lo que procede de y de lo que se coloca bajo el signo de la Cruz y la muerte’. El continente africano ha tenido en su historia reciente más muertes de las que le corresponden. Esto puede explicar la fe viva en la resurrección que muestran los creyentes cristianos en el tiempo litúrgico cuando celebramos la victoria de Jesús que sufrió la muerte y que resucitó. No estoy seguro si el sociólogo de religión el Padre Andrew Greeley pensaba en África cuando escribió las siguientes líneas, pero ciertamente se aplican bien: ‘Creo que las doctrinas centrales del cristianismo – la Encarnación, la Resurrección, la vida después de la muerte – son ahora tan firmes o fuertes como siempre. De hecho, la creencia en la vida después de la muerte ha aumentado en este siglo’. Ciertamente, el crecimiento de la Iglesia africana en el siglo XX (en que escribía Greeley), es uno de los más espectaculares en la historia de la evangelización cristiana. Quizá esto se debe en parte a que los cristianos africanos han captado el corazón del mensaje – Cristo ha resucitado, su resurrección puede vencer la muerte en todas sus formas. Chris Chatteris, sj Secretario Nacional del AO en África del Sur    

MAYO INTENCION GENERAL – MAYO Para que sean promovidas en la sociedad las iniciativas que defienden y refuerzan el rol de la familia. El trabajo y la fiesta están íntimamente relacionados con la vida de las familias: condicionan sus elecciones, influyen en las relaciones entre los cónyuges y entre padres e hijos, inciden en la relación de la familia con la sociedad y con la Iglesia. La Sagrada Escritura (cf. Gn 1-2) nos dice que familia, trabajo y día festivo son dones y bendiciones de Dios para ayudarnos a vivir una existencia plenamente humana. La experiencia cotidiana demuestra que el desarrollo auténtico de la persona comprende tanto la dimensión individual, familiar y comunitaria, como las actividades y las relaciones funcionales, al igual que la apertura a la esperanza y al Bien sin límites. En nuestros días, lamentablemente, la organización del trabajo, pensada y realizada en función de la competencia de mercado y del máximo beneficio, y la concepción de la fiesta como ocasión de evasión y de consumo, contribuyen a disgregar la familia y la comunidad, y a difundir un estilo de vida individualista. Por tanto, es preciso promover una reflexión y un compromiso encaminados a conciliar las exigencias y los tiempos del trabajo con los de la familia y a recuperar el verdadero sentido de la fiesta, especialmente del domingo, pascua semanal, día del Señor y día del hombre, día de la familia, de la comunidad y de la solidaridad. BENEDICTO XVI CARTA AL PRESIDENTE DEL CONSEJO PONTIFICIO PARA LA FAMILIA CON VISTAS AL VII ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS 23 de agosto de 2010 © Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana

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Los desafíos de la sociedad actual, marcada por la dispersión que se genera sobre todo en el ámbito urbano, hacen necesario garantizar que las familias no estén solas. Un pequeño núcleo familiar puede encontrar obstáculos difíciles de superar si se encuentra aislado del resto de sus parientes y amistades. Por ello, la comunidad eclesial tiene la responsabilidad de ofrecer acompañamiento, estímulo y alimento espiritual que fortalezca la cohesión familiar, sobre todo en las pruebas o momentos críticos. En este sentido, es muy importante la labor de las parroquias, así como de las diversas asociaciones eclesiales, llamadas a colaborar como redes de apoyo y mano cercana de la Iglesia para el crecimiento de la familia en la fe. […] Junto con la transmisión de la fe y del amor del Señor, una de las tareas más grandes de la familia es la de formar personas libres y responsables. Por ello los padres han de ir devolviendo a sus hijos la libertad, de la cual durante algún tiempo son tutores. Si estos ven que sus padres —y en general los adultos que les rodean— viven la vida con alegría y entusiasmo, incluso a pesar de las dificultades, crecerá en ellos más fácilmente ese gozo profundo de vivir que les ayudará a superar con acierto los posibles obstáculos y contrariedades que conlleva la vida humana. Además, cuando la familia no se cierra en sí misma, los hijos van aprendiendo que toda persona es digna de ser amada, y que hay una fraternidad fundamental universal entre todos los seres humanos. […]

Este encuentro da nuevo aliento para seguir anunciando el Evangelio de la familia, reafirmar su vigencia e identidad basada en el matrimonio abierto al don generoso de la vida, y donde se acompaña a los hijos en su crecimiento corporal y espiritual. De este modo se contrarresta un hedonismo muy difundido, que banaliza las relaciones humanas y las vacía de su genuino valor y belleza. Promover los valores del matrimonio no impide gustar plenamente la felicidad que el hombre y la mujer encuentran en su amor mutuo. La fe y la ética cristiana, pues, no pretenden ahogar el amor, sino hacerlo más sano, fuerte y realmente libre. Para ello, el amor humano necesita ser purificado y madurar para ser plenamente humano y principio de una alegría verdadera y duradera (cf. Discurso en san Juan de Letrán, 5 de junio de 2006). Invito, pues, a los gobernantes y legisladores a reflexionar sobre el bien evidente que los hogares en paz y en armonía aseguran al hombre, a la familia, centro neurálgico de la sociedad, como recuerda la Santa Sede en la Carta de los derechos de la familia. El objeto de las leyes es el bien integral del hombre, la respuesta a sus necesidades y aspiraciones. Esto es una ayuda notable a la sociedad, de la cual no se puede privar y para los pueblos es una salvaguarda y una purificación. Además, la familia es una escuela de humanización del hombre, para que crezca hasta hacerse verdaderamente hombre. En este sentido, la experiencia de ser amados por los padres lleva a los hijos a tener conciencia de su dignidad de hijos. BENEDICTO XVI VIAJE APOSTÓLICO A VALENCIA (ESPAÑA) CON MOTIVO DEL V ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS 8 de julio de 2006 © Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL En este mes en que se celebra en Milán, Italia, el Encuentro mundial de las Familias, la intención del Papa busca la promoción de iniciativas que fortalezcan a la familia que está siendo atacada de diversas formas y se encuentra herida profundamente. No es insensato afirmar que los problemas que tienen ciertas personas con las drogas, la pornografía, la delincuencia, etc., tienen en gran parte su origen en su familia, que no lo aceptó, no lo amó, no lo educó, ni le dio el apoyo que necesitaba. Todo ser humano necesita sentirse amado y apoyado por sus padres, que le den buenos ejemplos y lo encaminen a su propia realización. Si carece de eso, se sentirá mal, y no le importará hacer cualquier cosa, porque no se siente amado, respetado ni aceptado. La familia es el núcleo, la base y el fundamento de la sociedad, y para que la sociedad esté sana y próspera, debemos cuidar a la familia, fundada por un hombre y una mujer, que enseñen a los hijos cómo se es hombre o mujer, cómo se vive en sociedad, inculcando buenos hábitos en la familia. De esa forma, cada familia será un fermento de amor, una escuela donde se aprende a ser artífice de paz y justicia. Sólo así la sociedad se irá mejorando poco a poco y recuperando de sus heridas. Sus problemas no se resolverán si esperamos que la solución venga de fuera, que 'alguien' realice el cambio en la sociedad. La solución está dentro de la misma familia, que a través de sus miembros, vayan cambiando y transformando la sociedad. Si tú eres padre de familia, considera que el Señor te ha dado una gran misión con los tuyos. Trabaja por ellos. Da buen ejemplo, cuidando lo que entra en tu hogar, sean revistas, televisión, etc. Piensa que estás dando un testimonio ante tus hijos, que te observan y algún día copiarán tus cualidades o tus defectos y harán lo que tú haces. Procura ser un padre presente, que conviva con su familia. Realicen actividades o deportes juntos. Respeta a tu esposa y trátala con educación y cariño. Ten fidelidad en tu matrimonio, haciendo felices a tu mujer e hijos. Cultiva tu vida espiritual, los valores morales y esfuérzate por construir el hogar sobre bases sólidas: Jesucristo, la justicia, la verdad, el respeto, la honradez, la patria, etc. Colabora con tu esposa en las tareas de la casa y en la educación de tus hijos, formando correctamente la conciencia de ellos, indicando con claridad lo que está bien y lo que está mal. Marca límites claros y haz que los hijos los obedezcan. Si eres madre de familia, protege y acepta con amor el tesoro de los hijos que el Señor te ha dado, desde su concepción. Muéstrate cercana a todos los miembros de tu hogar por tu compasión, cariño, disposición al diálogo, fidelidad y respeto. Si trabajas fuera del hogar, cumple con amor tu doble jornada laboral, pues al llegar a casa te espera tu deber de madre y esposa. O en caso que seas madre soltera, lleva con dignidad tu misión de madre ejemplar. Fomenta en tus hijos la hermandad, la sana diversión y la cultura. Desde pequeños, da alguna responsabilidad a tus hijos en el hogar, de manera que se sientan parte de la familia, y que su trabajo contribuye al bienestar de todos. Conoce y practica tu religión, reúne a la familia en la práctica de la oración. Enséñales a rezar, a amar y a confiar en Dios y en la Virgen, que deben estar presentes en tu hogar. Conserva las tradiciones familiares, aquellas que unen a la familia y cuida la

armonía en tu hogar. Inculca buenos hábitos: orden, limpieza, sinceridad, educación, paciencia, y da el ejemplo practicando la caridad con los demás. Si eres hijo o hija, muéstrate agradecido de tus padres ayudándoles en lo que puedas, respetándolos, obedeciéndoles y comprendiéndolos si se equivocan. Tenles confianza y platícales lo que te pasa, para que ellos te ayuden. Sigue sus consejos, que son los mejores, ya que buscan tu bien. Sé un buen hijo, un buen hermano y estudia mucho, para que cuando seas mayor, puedas formar bien tu propia familia. Pidamos al Señor, para que cada familia sea una luz en el mundo y en la sociedad, un ejemplo para todos, que sea un fermento de amor, comprensión y respeto. Ma. Carmen Celayeta, Madre de familia, escritora y miembro del Apostolado de la Oración en México.

PREGUNTAS PARA UNA REFLEXION INDIVIDUAL O EN GRUPO 1. ¿Cuál es el rol o cuáles son las tareas de cada miembro de mi familia, en mi casa? ¿Colaboran todos en las tareas de los otros, en ciertos momentos? 2. Pensando en las dificultades que a veces se suscitan en el hogar, ¿qué iniciativa concreta puedo tomar para mejorar el ambiente y la buena convivencia de mi familia? 3. ¿De qué manera puedo contribuir a que en mi sociedad se apoye y refuerce la familia?

TEXTOS BIBLICOS PARA LA CELEBRACION • • • •

Fil 2,1-4 actitudes para la convivencia familiar 1 Co 7,1-11 consejos para los casados Lc 15,11 parábola del Padre misericordioso: el perdón, clave de la vida familiar Mt 22,34-40 el amor, fundamento de la familia

INTENCION MISIONERA - MAYO Para que María, Reina del mundo y Estrella de la evangelización, acompañe a todos los misioneros en el anuncio de su Hijo Jesús.

Así, una vez más, podemos contemplar el lugar que ocupa María en el plan salvífico de Dios, el "plan" del que nos habla la segunda lectura, tomada de la carta a los Romanos. Aquí, el apóstol san Pablo, en dos versículos de notable densidad, expresa la síntesis de lo que es la existencia humana desde un punto de vista meta-histórico: una parábola de salvación que parte de Dios y vuelve de nuevo a él; una parábola totalmente impulsada y gobernada por su amor. Se trata de un plan salvífico completamente penetrado por la libertad divina, la cual, sin embargo, espera que la libertad humana dé una contribución fundamental: la correspondencia de la criatura al amor de su Creador. Y aquí, en este espacio de la libertad humana, percibimos la presencia de la Virgen María, aunque no se la nombre explícitamente. En efecto, ella es, en Cristo, la primicia y el modelo de "los que aman a Dios" (Rm 8, 28). En la predestinación de Jesús está inscrita la predestinación de María, al igual que la de toda persona humana. El "Heme aquí" del Hijo encuentra un eco fiel en el "Heme aquí" de la Madre (cf. Hb 10, 7), al igual que en el "Heme aquí" de todos los hijos adoptivos en el Hijo, es decir, de todos nosotros. [...]

Y, además, obviamente, está vuestro amor a la Virgen. En efecto, hoy conmemoramos el gran acto de fe que realizaron hace un siglo vuestros padres, encomendando su vida a la Madre de Cristo, cuando la eligieron como patrona principal de la isla. Entonces no podían saber que el siglo XX sería un siglo muy difícil, pero precisamente gracias a esa consagración a María encontraron luego la fuerza para afrontar las dificultades que sobrevinieron, especialmente con las dos guerras mundiales. No podía ser de otra manera. Vuestra isla, queridos amigos de Cerdeña, no podía tener otra protectora que no fuera la Virgen. Ella es la Madre, la Hija y la Esposa por excelencia: "Sa Mama, Fiza, Isposa de su Segnore", como soléis cantar. La Madre que ama, protege, aconseja, consuela, da la vida, para que la vida nazca y perdure. La Hija que honra a su familia, siempre atenta a las necesidades de los hermanos y las hermanas, solícita para hacer que su casa sea hermosa y acogedora. La Esposa capaz de amor fiel y paciente, de sacrificio y de esperanza. En Cerdeña están dedicadas a María 350 iglesias y santuarios. Un pueblo de madres se refleja en la humilde muchacha de Nazaret, que con su "sí" permitió al Verbo hacerse carne. Sé bien que María está en vuestro corazón. Hoy, después de cien años, queremos darle gracias por su protección y renovarle nuestra confianza, reconociendo en ella la "Estrella de la nueva evangelización", en cuya escuela podemos aprender cómo llevar a Cristo Salvador a los hombres y a las mujeres contemporáneos. Que María os ayude a llevar a Cristo a las familias, pequeñas iglesias domésticas y células de la sociedad, hoy más que nunca necesitadas de confianza y de apoyo tanto en el ámbito espiritual como en el social. Que ella os ayude a encontrar las estrategias pastorales más oportunas para hacer que encuentren a Cristo los jóvenes, por naturaleza portadores de nuevo impulso, pero con frecuencia víctimas del nihilismo generalizado, sedientos de verdad y de ideales precisamente cuando parecen negarlos. Que ella os capacite para evangelizar al mundo del trabajo, de la economía, de la política, que necesita una nueva generación de laicos cristianos comprometidos, capaces de buscar con competencia y rigor moral soluciones de desarrollo sostenible. En todos estos aspectos del compromiso cristiano siempre podéis contar con la guía y el apoyo de la Virgen santísima. Encomendémonos, por tanto, a su intercesión maternal. María es puerto, refugio y protección para el pueblo sardo, que tiene en sí la fuerza de la encina. Pasan las tempestades, pero la encina resiste; después de los incendios, brota nuevamente; sobreviene la sequía, pero la encina sale victoriosa. Así pues, renovemos con alegría nuestra consagración a una Madre tan solícita. Estoy seguro de que las generaciones de sardos seguirán subiendo hasta el santuario de Bonaria para invocar la protección de la Virgen. Nunca quedará defraudado quien se encomienda a Nuestra Señora de Bonaria, Madre misericordiosa y poderosa. ¡María, Reina de la paz y Estrella de la esperanza, intercede por nosotros! Amén. BENEDICTO XVI HOMILÍACELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN EL ATRIO DEL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE BONARIA 7 settembre 2008 © Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana

Ver el texto completo:  BENEDICTO XVI - CARTA A LOS OBISPOS, PRESBÍTEROS, PERSONAS CONSAGRADAS Y FIELES LAICOS DE LA IGLESIA CATÓLICA EN LA REPÚBLICA POPULAR CHINA - 27 de mayo de 2007

COMENTARIO PASTORAL Por lo general, a los misioneros se les envía en grupos de dos o más. Esta fue la manera como Jesús envió a los primeros apóstoles y discípulos. Una persona laica puede ser acompañada por el esposo/a. Los Religiosos y religiosas van a la misión con miembros de su Congregación, a Zambia o Zimbabwe, a Corea o a China. Pero a cualquier parte a donde se les envía, nunca van solos. El Espíritu Santo los guía, la Buena Nueva del Evangelio es el tesoro que comparten. Y, al rezar este mes con el Papa, María también los acompaña a todos los misioneros. María acompañó y cuidó a Jesús desde el momento de la Anunciación, desde su nacimiento en Belén, y durante su vida escondida en Nazaret. Ella estuvo presente en el primer milagro en Cana, el primer

misterio de la Luz. Ella estuvo con Jesús en el camino al Calvario como nos lo recuerda la cuarta estación del Via Crucis y permaneció con su Hijo al pie de la Cruz. Aunque María no era uno de los apóstoles que Jesús envió hasta las extremidades de la tierra a enseñar a todas las naciones, ella estuvo en la Sala Superior junto con los apóstoles cuando se estaban preparando para llevar a cabo su misión. Ella, en oración esperó juntamente con ellos la venida del Espíritu para que los capacitara. El Papa Pablo VI describe su presencia fuerte con estas palabras: “En la mañana de Pentecostés ella presidió con su oración el comienzo de la Evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea ella la Estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandamiento del Señor, debe promover y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y llenos de esperanza” (Evangelización en el Mundo Moderno, Nº 82). Así pues, este mes rezamos para que todos los misioneros sientan la presencia de María, compasiva y amorosa que los guía. Los cristianos saben desde hace más de 2000 años que uno verdaderamente no entiende ni tiene a Jesucristo en su vida a menos que honre y respete a su Madre María. Así como María trajo a Jesús a nuestro mundo hace 2000 años, que ella también, Estrella de la Evangelización, acompañe y asista a los misioneros hoy llevando a Jesús a que nazca en los corazones de hombres y mujeres hoy. Rev. Peter Schineller, S.J. Archivero de la Provincia de Nueva York de la Compañía de Jesús    

JUNIO INTENCION GENERAL – JUNIO Para que los creyentes sepan reconocer en la Eucaristía la presencia viva del Resucitado, que les acompaña en la vida cotidiana.

La Eucaristía también es un modelo para la vida cristiana, que debe impregnar toda nuestra existencia. Cristo nos convoca para reunirnos, para constituir la Iglesia, su Cuerpo en medio del mundo. Para acceder a las mesas de la Palabra y del Pan, debemos acoger antes el perdón de Dios, don que nos vuelve a levantar en nuestro camino diario, que restablece en nosotros la imagen divina y nos muestra hasta qué punto somos amados. Además, como al fariseo Simón, en el evangelio según san Lucas, Jesús nos dirige continuamente las palabras de la Escritura: "Tengo algo que decirte" (Lc 7, 40). En efecto, cada palabra de la Escritura es para nosotros una palabra de vida, que debemos escuchar con suma atención. De modo especial, el Evangelio constituye el corazón del mensaje cristiano, la revelación total de los misterios divinos. En su Hijo, la Palabra hecha carne, Dios nos lo ha dicho todo. En su Hijo, Dios nos ha revelado su rostro de Padre, un rostro de amor, de esperanza. Nos ha mostrado el camino de la felicidad y de la alegría. Durante la consagración, momento particularmente intenso de la Eucaristía, porque en él recordamos el sacrificio de Cristo, estáis llamados a contemplar al Señor Jesús, como santo Tomás: "Señor mío y Dios mío" (Jn 20, 28). Después de haber recibido la palabra de Dios, después de haberos alimentado con su Cuerpo, dejaos transformar interiormente y recibid de él vuestra misión. En efecto, él os envía al mundo para ser portadores de su paz y testigos de su mensaje de amor. No tengáis miedo de anunciar a Cristo a los jóvenes de vuestra edad. Mostradles que Cristo no es un obstáculo para vuestra vida, ni para vuestra libertad. Al contrario, mostradles que él os da la verdadera vida, os hace libres para luchar contra el mal y para hacer que vuestra vida sea bella. No olvidéis que la Eucaristía dominical es un encuentro de amor con el Señor, sin el cual no podemos vivir. Cuando lo reconocéis "en la fracción del pan", como los discípulos de Emaús, os convertís en compañeros suyos. Os ayudará a crecer y a dar lo mejor de vosotros mismos. Recordad que en el pan de la Eucaristía Cristo está real, total y sustancialmente presente. Por tanto, en el misterio de la Eucaristía, en la misa y durante la adoración silenciosa ante el santísimo Sacramento del altar lo encontraréis de una forma privilegiada. Si abrís todo vuestro ser y toda vuestra vida a la mirada de Cristo, no quedaréis oprimidos; al contrario, descubriréis que sois amados de una manera infinita. Recibiréis la fuerza que necesitáis para construir vuestra vida y para realizar las opciones que se os presentan cada día. Ante el Señor, en el silencio de vuestro corazón, algunos de vosotros podéis sentiros llamados a seguirlo de un modo más radical en el sacerdocio o en la vida consagrada. No tengáis miedo de escuchar esta llamada y de responder con alegría. Como dije en la inauguración de mi pontificado, Dios no quita nada a los que se entregan a él. Al contrario, les da todo. Saca lo mejor que hay en cada uno de nosotros, de manera que nuestra vida pueda florecer verdaderamente. BENEDICTO XVI MENSAJE A LOS JÓVENES PARTICIPANTES EN LA VIGILIA DEL 49º CONGRESO EUCARÍSTICO INTERNACIONAL 21 de junio de 2008 © Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL La Madre Teresa de Calcuta dijo en su momento que la pobreza más grande de nuestro tiempo no es la pobreza material, sino la soledad. Son tantas las personas que se sienten o están muy solas, muchas veces sumidas en la tristeza y la desesperanza. ¿Dónde encontrar un amigo? Hoy proliferan en el internet las redes sociales, donde se puede tener fácilmente cientos de “amigos”, aunque sean en realidad perfectos desconocidos. Hay también en la red servicios de búsqueda de amistad o de pareja amorosa pauteados por los gustos personales de los internautas… que a veces dan resultado en verdaderos encuentros de personas. Necesitamos y buscamos estar conectados, es una condición humana básica, desde nuestras primeras experiencias en el útero materno, cuando el papá golpeaba la panza de mamá con el dedo, y respondíamos con una patada… hasta la dramática experiencia de los mineros de Chile el 2010, perdidos y desconectados durante diecisiete angustiosos días, a 700 metros bajo tierra, antes de ser encontrados. Podemos decir que también la fe cristiana es fundamentalmente un encuentro, una conexión. Conexión tanto con Cristo resucitado como entre nosotros, los miembros de su comunidad. La petición de oración del Papa este mes nos recuerda una verdad consoladora: en cada Eucaristía, independiente de la devoción o habilidad del sacerdote celebrante, está presente para nosotros el Resucitado. Allí, como en lugar privilegiado, nos podemos conectar realmente con él y nos constituimos en comunidad celebrante. A la luz de la Palabra de Dios y bajo el velo de los símbolos sacramentales, humildes y cotidianos, viene a nuestro encuentro la persona bondadosa y cercana de Jesús resucitado. Para el pueblo de Dios que peregrina entre los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias del mundo de hoy, la Eucaristía se constituye en una fuente y un foco central de esa conexión que anhelamos. Como cristianos estamos invitados cada domingo y ojalá cada día a acudir a este encuentro. Pedimos la gracia de reconocer en cada Eucaristía el rostro sonriente del Señor y de fortalecernos con su cuerpo entregado por cada uno de nosotros. Allí podemos confirmar que una vez finalizada la eucaristía, Él nos sigue acompañando en nuestra vida cotidiana, “todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Claudio Barriga, S.J. Director General Delegado del Apostolado de la Oración

PREGUNTAS PARA UNA REFLEXION INDIVIDUAL O EN GRUPO 1. ¿Qué aspecto o parte de la misa me ayuda más a sentir la presencia de Jesús? 2. ¿Voy a misa semanal por convicción y por opción personal, aunque pueda estar “sin ganas”? ¿Voy incluso cuando el sacerdote me resulta poco motivador? 3. ¿De qué manera siento que Jesús Resucitado me sigue acompañando después de salir del templo, en mi vida diaria?

TEXTOS BIBLICOS PARA LA CELEBRACION • Lc 22,14-22 institución de la Eucaristía • Mt 28,16-20 Estaré con ustedes todos los días • Lc 24,13 – 35 discípulos de Emaús: el Resucitado camina con nosotros

INTENCION MISIONERA - JUNIO Para que los cristianos en Europa redescubran la propia identidad y participen con mayor empeño en el anuncio del evangelio.

Desde aquí, como mensajero del Evangelio que Pedro y Santiago rubricaron con su sangre, deseo volver la mirada a la Europa que peregrinó a Compostela. ¿Cuáles son sus grandes necesidades, temores y esperanzas? ¿Cuál es la aportación específica y fundamental de la Iglesia a esa Europa, que ha recorrido en el último medio siglo un camino hacia nuevas configuraciones y proyectos? Su aportación se centra en una realidad tan sencilla y decisiva como ésta: que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida. Solo Él es absoluto, amor fiel e indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo; admirables pero insuficientes para el corazón del hombre. Bien comprendió esto Santa Teresa de Jesús cuando escribió: “Sólo Dios basta”. Es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad. Con esto se quería ensombrecer la verdadera fe bíblica en Dios, que envió al mundo a su Hijo Jesucristo, a fin de que nadie perezca, sino que todos tengan vida eterna (cf. Jn 3,16). El autor sagrado afirma tajante ante un paganismo para el cual Dios es envidioso o despectivo del hombre: ¿Cómo hubiera creado Dios todas las cosas si no las hubiera amado, Él que en su plenitud infinita no necesita nada? (cf. Sab 11,24-26). ¿Cómo se hubiera revelado a los hombres si no quisiera velar por ellos? Dios es el origen de nuestro ser y cimiento y cúspide de nuestra libertad; no su oponente. ¿Cómo el hombre mortal se va a fundar a sí mismo y cómo el hombre pecador se va a reconciliar a sí mismo? ¿Cómo es posible que se haya hecho silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida humana? ¿Cómo lo más determinante de ella puede ser recluido en la mera intimidad o remitido a la penumbra? Los hombres no podemos vivir a oscuras, sin ver la luz del sol. Y, entonces, ¿cómo es posible que se le niegue a Dios, sol de las inteligencias, fuerza de las voluntades e imán de nuestros corazones, el derecho de proponer esa luz que disipa toda tiniebla? Por eso, es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa; que esa palabra santa no se pronuncie jamás en vano; que no se pervierta haciéndola servir a fines que le son impropios. Es menester que se profiera santamente. Es necesario que la percibamos así en la vida de cada día, en el silencio del trabajo, en el amor fraterno y en las dificultades que los años traen consigo. Europa ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo, trabajar con su gracia por aquella dignidad del hombre que habían descubierto las mejores tradiciones: además de la bíblica, fundamental en este orden, también las de época clásica, medieval y moderna, de las que nacieron las grandes creaciones filosóficas y literarias, culturales y sociales de Europa. Ese Dios y ese hombre son los que se han manifestado concreta e históricamente en Cristo. A ese Cristo que podemos hallar en los caminos hasta llegar a Compostela, pues en ellos hay una cruz que acoge y orienta en las encrucijadas. Esa cruz, supremo signo del amor llevado hasta el extremo, y por eso don y perdón al mismo tiempo, debe ser nuestra estrella orientadora en la noche del tiempo. Cruz y amor, cruz y luz han sido sinónimos en nuestra historia, porque Cristo se dejó clavar en ella para darnos el supremo testimonio de su amor, para invitarnos al perdón y la reconciliación, para enseñarnos a vencer el mal con el bien. No dejéis de aprender las lecciones de ese Cristo de las encrucijadas de los caminos y de la vida, en el que nos sale al encuentro Dios como amigo, padre y guía. ¡Oh Cruz bendita, brilla siempre en tierras de Europa! Dejadme que proclame desde aquí la gloria del hombre, que advierta de las amenazas a su dignidad por el expolio de sus valores y riquezas originarios, por la marginación o la muerte infligidas a los más débiles y pobres. No se puede dar culto a Dios sin velar por el hombre su hijo y no se sirve al hombre sin preguntarse por quién es su Padre y responderle a la pregunta por él. La Europa de la ciencia y de las tecnologías, la Europa de la civilización y de la cultura, tiene que ser a la vez la Europa abierta a la trascendencia y a la fraternidad con otros continentes, al Dios vivo y verdadero desde el hombre vivo y verdadero. Esto es lo que la Iglesia desea aportar a Europa: velar por Dios y velar por el hombre, desde la comprensión que de ambos se nos ofrece en Jesucristo. [...]

Que Santiago, o Amigo do Señor, acade abundantes bendicións para Galicia, para os demais pobos de España, de Europa e de tantos outros lugares alén mar onde o Apóstolo e sinal de identidade cristiá e promotor do anuncio de Cristo. Amen! BENEDICTO XVI HOMILÍA - SANTA MISA CON OCASIÓN DEL AÑO SANTO COMPOSTELANO 6 de noviembre de 2010 © Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL Durante casi dos mil años la fe cristiana ha estado activa en Europa. Llegó a situarse en el corazón del imperio romano – en la misma ciudad de Roma – en la que los apóstoles Pedro y Pablo dieron un último testimonio de Cristo muerto y resucitado a través de su martirio. Una larga historia entonces había comenzado. Esta historia consta de páginas gloriosas y de horas sombrías. Los misioneros han abierto caminos, han atravesado Europa, y han hecho de este continente una tierra donde el cristianismo se ha arraigado profundamente. Podemos recordar grandes personajes: Benito, Columbano, Cirilo y Metodio por ejemplo. Más tarde, un gran ardor misionero incitó a hombres y mujeres de Europa a abandonar su tierra de origen para anunciar a Jesucristo en el otro lado del mundo. Pero el cristianismo en Europa también ha sido atravesado por la división y las violencias fratricidas, la incomprensión, y las persecuciones. Fue necesario que pasara a través de estas pruebas. Una generación después de otra, los cristianos de Europa han tenido que ponerse a la escucha de Aquel que dijo a sus apóstoles que estaría con ellos hasta el fin de los tiempos. Hoy, el cristianismo en Europa atraviesa por un tiempo de crisis. Muchos europeos se forman en la teología y leen la Biblia, pero un número más grande aun ha perdido sus raíces cristianas. Hay muchos signos que indican la presencia de una sed espiritual, pero un buen número de parroquias se vacían. Muchos cristianos viven su bautismo como un compromiso personal muy profundo, pero se percibe la resistencia para anunciar el Evangelio. Los cristianos en Europa se encuentran en un momento muy particular de su larga historia, una historia que heredan del pasado, pero no los hace prisioneros de ese pasado. Su historia no es un patrimonio para aferrarse a él, sino más bien un don que acoger para vivir mejor el hoy de Dios. Su identidad se encuentra en la historia de una relación abierta al Dios que es, que era y que vendrá. ¿Cómo llevar el Evangelio a un mundo donde el desarrollo y el progreso de la tecnología han hecho aparecer preguntas o cuestiones morales nuevas? ¿Cómo llevar el Evangelio a un mundo donde pueblos de orígenes muy diversos – y particularmente de tradiciones religiosas diferentes – se entrecruzan diariamente? ¿Cómo llevar el Evangelio a un mundo donde la relación a la autoridad se ha transformado? Hoy, en un mundo que experimenta el trastorno y la turbación profunda, se invita a los cristianos en Europa a redescubrir la riqueza del don que han recibido en Jesucristo y a aprender de nuevo a dar a los demás lo que ellos mismos han recibido. Hoy, como a lo largo de estos dos mil años en los cuales la experiencia cristiana ha penetrado en Europa, ¡el Espíritu está actuando! Él abre caminos nuevos de vida. ¡Acojamos su presencia y pongámonos en camino! Padre Antoine Kerhuel, sj Consejero y Asistente del Padre General de la Compañía de Jesús  

 

JULIO  INTENCION GENERAL - JULIO

Para que todos tengan trabajo y lo puedan desempeñar en condiciones de estabilidad y seguridad.

32. Las grandes novedades que presenta hoy el cuadro del desarrollo de los pueblos plantean en muchos casos la exigencia de nuevas soluciones. Éstas han de buscarse, a la vez, en el respeto de las leyes propias de cada cosa y a la luz de una visión integral del hombre que refleje los diversos aspectos de la persona humana, considerada con la mirada purificada

por

la

caridad.

Así

se

descubrirán

singulares convergencias y posibilidades concretas de solución, sin renunciar a ningún componente fundamental de la vida humana. La dignidad de la persona y las exigencias de la justicia requieren, sobre todo hoy, que las opciones económicas no hagan aumentar de manera excesiva y moralmente inaceptable las desigualdades [83] y que se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos, o lo mantengan. Pensándolo bien, esto es también una exigencia de la «razón económica». El aumento sistémico de las desigualdades entre grupos sociales dentro de un mismo país y entre las poblaciones de los diferentes países, es decir, el aumento masivo de la pobreza relativa, no sólo tiende a erosionar la cohesión social y, de este modo, poner en peligro la democracia, sino que tiene también un impacto negativo en el plano económico por el progresivo desgaste del «capital social», es decir, del conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son indispensables en toda convivencia civil. La ciencia económica nos dice también que una situación de inseguridad estructural da origen a actitudes antiproductivas y al derroche de recursos humanos, en cuanto que el trabajador tiende a adaptarse pasivamente a los mecanismos automáticos, en vez de dar espacio a la creatividad. También sobre este punto hay una convergencia entre ciencia económica y valoración moral. Los costes humanos son siempre también costes económicos y las disfunciones económicas comportan igualmente costes humanos. [...] 63. Al considerar los problemas del desarrollo, se ha de resaltar la relación entre pobreza y desocupación. Los pobres son en muchos casos el resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano, bien porque se limitan sus posibilidades (desocupación, subocupación), bien porque se devalúan «los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia»[143]. Por esto, ya el 1 de mayo de 2000, mi predecesor Juan Pablo II, de venerada memoria, con ocasión del Jubileo de los Trabajadores, lanzó un llamamiento para «una coalición mundial a favor del trabajo decente»[144], alentando la estrategia de la Organización Internacional del Trabajo. De esta manera, daba un fuerte apoyo moral a este objetivo, como aspiración de las familias en todos los países del mundo. Pero ¿qué significa la palabra «decente» aplicada al trabajo? Significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y

mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación. BENEDICTO XVI CARTA ENCÍCLICA CARITAS IN VERITATE 29 de junio 2009 © Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL Un día, hace como un año un amigo me preguntó a qué hora iba a trabajar cada día. Dudé un poco en responder, porque tenía que recordar qué era mi “trabajo” – sencillamente porque no consideraba la actividad que realizaba cada día como “trabajo” sino más bien qué era lo que “hacía”. La palabra “trabajo” daba cierta connotación negativa a mi actividad de párroco en una parroquia y director del ministerio católico en el campus universitario en la Universidad del Estado. Creo que el término trabajo adquiere esta imagen negativa de la historia de Adán y Eva que fueron expulsados del Paraíso, y que tuvieron que trabajar como consecuencia de su caída, de su desobediencia. ¿Es que esto significa que antes de la caída no tenían que recoger, cosechar los alimentos de los árboles? ¿Significa que no tenían que preparar la carne antes de cocinarla? ¿Significa que no tenían que cuidar de la limpieza, o que no tenían que “tirar la basura”? Claro que sí tenían que hacerlo...! No estoy seguro cómo lo llamaban antes de la caída pero después ha adquirido ese nombre tan horrible “trabajo”. ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué el trabajo tiene esa connotación de carga? ¿Un mal necesario? Quizá la diferencia está en nuestro punto de vista. Si somos más concientes de lo que no tenemos entonces el trabajo se convierte en la necesidad lamentable, en la desgracia, que debe eliminar ese deseo, esa necesidad - una necesidad que jamás será plenamente satisfecha. Llegamos a estar cansadas del trabajo luchando por lograr hacer las cosas, por el sentido que tenemos de lo que nos falta, esa mordida a la manzana cambia nuestra mirada del aprecio verdadero y el gozo por lo que tenemos hacia aquello que no es y esto quizá nubla nuestro aprecio de lo que sí tenemos. De hecho, Génesis comienza diciendo que Dios trabajó seis días - y descansó el séptimo disfrutando de lo que había hecho. Su “trabajo” no fue una carga sino más bien un placer al crear algo nuevo, el placer, el gusto de darse a Sí mismo. El trabajo no es algo malo, más bien habiendo sido creados a la imagen y semejanza de Dios, podemos cooperar en la obra creadora de Dios. Ciertamente, todos tenemos necesidades, algunos más que otros. Sería ingenuo negarlo. Algunos periodos de nuestra vida son más pesados que otros, y nos exigen mayor esfuerzo y energía, y a veces, quizá nos piden más de lo que creemos que podemos hacer. En esos momentos el trabajo puede parecer algo negativo, una carga, porque nos sentimos abrumados por lo que necesitamos. Y aun, en “tiempos buenos” nuestra cultura sutilmente nos hace fijarnos en lo que no tenemos. Cada anuncio en el periódico o en la televisión juega sobre la sugestión, y piensas que te falta algo y que lo que ofrecen es algo que necesitas. (Alguna vez ¿has visto un anuncio sencillamente felicitándote por lo que eres o tienes?) Pidamos al Señor que nos enseñe a desarrollar la capacidad de apreciar mayormente lo que tenemos: la vida, nuestros talentos, las personas que son importantes para nosotros y las riquezas que son importantes sólo para nosotros. Y, entonces con ese conocimiento podemos continuar, juntamente con Dios, el proceso permanente de la creación, o aun mejor, de “recreación” para beneficio de todos.

Rezamos este mes con el Santo Padre pidiendo que todos tengan trabajo, y que puedan vivir con alegría en condiciones seguras y estables. Thomas McClain, sj Tesorero General de la Compañía de Jesús

PREGUNTAS PARA UNA REFLEXION INDIVIDUAL O EN GRUPO 1. ¿Cuáles son las consecuencias que sufre una familia cuando los adultos no encuentran fuentes de trabajo? 2. ¿Consideramos nuestro trabajo como un modo de colaboración en la obra de Dios? ¿de qué modo lo expreso? 3. ¿La oración de ofrecimiento diario de mi vida me ayuda a desempeñar mejor mi trabajo? ¿De qué manera?

TEXTOS BIBLICOS PARA LA CELEBRACION • Gen 3,17-19 la dureza del trabajo • 2 Tes 3,6-15 el deber de trabajar • Jn 5,17-18 Mi Padre trabaja y yo también trabajo • Mt 21,28-32 parábola de los dos hijos

INTENCION MISIONERA - JULIO

Para que los voluntarios cristianos presentes en territorios de misión sepan dar testimonio de la caridad de Cristo.

Gracias a Dios, para muchos es una cuestión de honor comprometerse voluntariamente en favor de los demás, de una asociación, de una unión o de determinadas

situaciones

de

bien

común.

Ese

compromiso significa ante todo una ocasión para formar la personalidad y para insertarse en la vida social con una contribución activa y responsable. Sin embargo,

la

disponibilidad

a

una

actividad

de

voluntariado se basa a veces en muchas y diversas motivaciones.

A

menudo

en

el

origen

existe

simplemente el deseo de hacer algo que tenga sentido y sea útil, y de abrir nuevos campos de experiencia. Naturalmente, de esa forma los jóvenes también buscan, con razón, la alegría y actividades gratificantes, una experiencia de auténtica camaradería en una actividad común llena de sentido. Con frecuencia, las ideas y las iniciativas personales van acompañadas de un amor efectivo al prójimo; así, la persona se integra en una comunidad que lo sostiene.

En este momento, quiero expresar mi gratitud más sincera por la marcada "cultura del voluntariado" en Austria. Quiero dar las gracias a todas las mujeres, a todos los hombres, a todos los jóvenes y a todos los niños. En efecto, a menudo es notable el compromiso de los niños en el voluntariado; basta pensar sólo en la acción de los "Cantores de la estrella" durante el tiempo navideño. Usted, querido arzobispo, ya lo ha mencionado. Sobre todo, quisiera dar las gracias también por los servicios pequeños y grandes, y por los esfuerzos que no siempre llaman la atención. Muchas gracias, y que Dios os recompense por vuestra contribución a la edificación de una "civilización del amor", que se pone al servicio de todos y construye la patria. El amor al prójimo no se puede delegar; el Estado y la política, con la solicitud, por lo demás necesaria, por la situación social —como usted, señor presidente, ha afirmado—, no pueden sustituirlo. El amor al prójimo requiere siempre el compromiso personal y voluntario, para el cual ciertamente el Estado puede y debe crear condiciones generales favorables. Gracias a este compromiso, la ayuda mantiene su dimensión humana y no se despersonaliza. Y precisamente por eso vosotros, los voluntarios, no sois "tapagujeros" en la red social, sino personas que de verdad contribuyen a dar un rostro humano y cristiano a nuestra sociedad. Precisamente los jóvenes desean que su capacidad y sus talentos sean "suscitados y descubiertos". Los voluntarios quieren ser interpelados personalmente: "Te necesito", "tú eres capaz". ¡Cuánto bien nos hace una petición de este tipo! Precisamente en su sencillez humana, nos remite de modo indirecto al Dios que nos ha querido a cada uno de nosotros y que a cada uno ha dado su tarea personal, más aún, que necesita de cada uno de nosotros y espera nuestro compromiso. Así, Jesús ha llamado a los hombres y les ha dado la valentía para llevar a cabo cosas grandes, que por sí mismos no se sentirían capaces de hacer. Dejarse llamar, decidirse y después emprender un camino sin la acostumbrada pregunta sobre la utilidad y los beneficios: esta actitud dejará huellas sanadoras. Los santos han indicado este camino con su vida. Es un camino interesante y apasionante, un camino generoso y muy actual. El "sí" a un compromiso de voluntariado y solidaridad es una decisión que nos hace libres y nos abre a las necesidades de los demás; a las exigencias de la justicia, de la defensa de la vida y de la salvaguardia de la creación. En los compromisos de voluntariado entra en juego la dimensión clave de la imagen cristiana de Dios y del hombre: el amor a Dios y el amor al prójimo. Queridos voluntarios, señoras y señores, comprometerse en el voluntariado constituye un eco de la gratitud y es la transmisión del amor recibido. "Deus vult condiligentes", "Dios quiere personas que amen con él", afirmó el teólogo Duns Escoto en el siglo XIV (Opus Oxoniense III, d. 32, q. 1, n. 6). Visto así, el compromiso gratuito tiene mucho que ver con la gracia. Una cultura que quiere contabilizarlo todo y pagarlo todo, que sitúa la relación entre los hombres en una especie de corsé de derechos y deberes, experimenta gracias a las innumerables personas comprometidas gratuitamente que la vida misma es un don inmerecido. Aunque las motivaciones y también los caminos del compromiso del voluntariado puedan ser diversos, múltiples e incluso contradictorios, en resumidas cuentas todos se basan en la profunda comunión que brota de la "gratuidad". Hemos recibido gratuitamente de nuestro Creador la vida; hemos sido liberados gratuitamente del callejón sin salida del pecado y del mal; nos ha sido dado gratuitamente el Espíritu, con sus múltiples dones. En mi encíclica escribí: "El amor es gratuito; no se practica para obtener otros objetivos" (Deus caritas est, 31). "Quien es capaz de ayudar reconoce que, precisamente de este modo, también él es ayudado; el poder ayudar no es mérito suyo ni motivo de orgullo. Es gracia" (ib., 35). Transmitamos gratuitamente, con nuestro compromiso, con nuestra actividad de voluntariado, lo que hemos recibido. Esta lógica de la gratuidad está por encima del simple deber y poder moral. Sin el compromiso del voluntariado, el bien común y la sociedad no podían, no pueden y no podrán perdurar. La disponibilidad espontánea vive y se demuestra más allá del cálculo y de la compensación esperada; rompe las reglas de la economía de mercado. En efecto, el hombre es mucho más que un simple factor económico, que se valora según criterios económicos. El progreso y la dignidad de una

sociedad dependen siempre precisamente de las personas que hacen más de lo que constituye su deber estricto. Señoras y señores, el compromiso del voluntariado es un servicio a la dignidad del hombre, que se fundamenta en el hecho de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. San Ireneo de Lyon, en el siglo II, dijo: "La gloria de Dios es el hombre que vive, y la vida del hombre es la visión de Dios" (Adversus haereses IV, 20, 7). Y Nicolás de Cusa, en su obra sobre la visión de Dios, desarrolló este pensamiento así: "Puesto que el ojo está allí donde se encuentra el amor, siento que tú me amas. (...) Tu mirar, Señor, es amar. (...) Al mirarme, tú, Dios escondido, me permites descubrirte. (...) Tu mirar vivifica. (...) Tu mirar significa obrar" (De visione Dei, Die Gottesschau, en: Philosophisch-Theologische Schriften, hg. und eingef. von Leo Gabriel, übersetzt von Dietlind und Wilhelm Dupré, Viena 1967, Bd. III, 105-111). La mirada de Dios, la mirada de Jesús, nos trasmite el amor de Dios. Hay miradas que pueden caer en el vacío o incluso despreciar. Y miradas que pueden conferir aprecio y expresar amor. Las personas comprometidas gratuitamente confieren aprecio al prójimo, recuerdan la dignidad del hombre y suscitan alegría de vida y esperanza. Los exponentes del voluntariado son custodios y abogados de los derechos del hombre y de su dignidad. Con la mirada de Jesús va unida también otra forma de mirar. "Lo vio y dio un rodeo", se lee en el evangelio acerca del sacerdote y del levita que ven al hombre medio muerto a la vera del camino, pero no intervienen (cf. Lc 10, 31-32). Hay quien ve y finge no ver; tiene la necesidad ante los ojos y, sin embargo, permanece indiferente; esto forma parte de las corrientes frías de nuestro tiempo. En la mirada de los demás, precisamente en la mirada de quien necesita nuestra ayuda, experimentamos la exigencia concreta del amor cristiano. Jesucristo no nos enseña una mística "de ojos cerrados", sino una mística "de mirada abierta", es decir, del deber absoluto de percibir la condición de los demás, la situación en la que se encuentra el hombre que, según el evangelio, es nuestro prójimo. La mirada de Jesús, la escuela de los ojos de Jesús, nos lleva a una cercanía humana, a la solidaridad, a compartir nuestro tiempo, a compartir nuestras cualidades y también nuestros bienes materiales. Por eso, "cuantos trabajan en las instituciones caritativas de la Iglesia deben distinguirse por el hecho de que no se limitan a realizar con destreza lo más conveniente en cada momento —también esto es importante—, sino por su dedicación al otro con atenciones que brotan del corazón. (...) Este corazón ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia" (Deus caritas est, 31). Sí, "tengo que llegar a ser una persona que ama, una persona de corazón abierto, que se conmueve ante la necesidad del otro. Entonces encontraré a mi prójimo, o mejor dicho, será él quien me encuentre" (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, Madrid 2007, p. 238). Por último, el mandamiento del amor a Dios y al prójimo (cf. Mt 22, 37-40; Lc 10, 27) nos recuerda que es a Dios mismo, mediante el amor al prójimo, a quien los cristianos honramos. El arzobispo Kothgasser ha citado ya las palabras de Jesús: "Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25, 40). Si en el hombre concreto que encontramos está presente Jesús, entonces la actividad gratuita puede convertirse en una experiencia de Dios. La participación en las situaciones y en las necesidades de los hombres lleva a un "nuevo" estar juntos y actúa "dando sentido". Así, el servicio gratuito puede ayudar a sacar a las personas del aislamiento e integrarlas en la comunidad. Por último, quisiera recordar la fuerza y la importancia de la oración para quienes están comprometidos en la actividad caritativa. La oración a Dios es camino para salir de la ideología o de la resignación ante la magnitud de la necesidad. "Los cristianos, a pesar de todas las incomprensiones y confusiones del mundo que les rodea, siguen creyendo en la "bondad de Dios y su amor al hombre" (Tt 3, 4). Aunque estén inmersos, como los demás hombres, en las dramáticas y complejas vicisitudes de la historia, permanecen firmes en la certeza de que Dios es Padre y nos ama, aunque su silencio siga siendo incomprensible para nosotros" (Deus caritas est, 38).

Queridos colaboradores voluntarios y honorarios de las obras de ayuda en Austria, señoras y señores, cuando uno no sólo cumple su deber en la profesión o en la familia —y para cumplirlo bien se requiere ya mucha fuerza y un gran amor—, sino que también se compromete en favor de los demás, poniendo su valioso tiempo libre al servicio del hombre y de su dignidad, su corazón se dilata. Los voluntarios no comprenden de modo estrecho el concepto de prójimo; reconocen también en el "lejano" al prójimo que es aceptado por Dios y al que, con nuestra ayuda, debe llegar la obra de redención realizada por Cristo. El otro, el prójimo en el sentido del Evangelio, se convierte para nosotros en un interlocutor privilegiado ante las presiones y las constricciones del mundo en el que vivimos. Quien respeta la "prioridad del prójimo" vive y actúa según el Evangelio y participa también en la misión de la Iglesia, que siempre mira a todo el hombre y quiere hacerle sentir el amor de Dios. Queridos voluntarios, la Iglesia sostiene plenamente vuestro servicio. Estoy convencido de que, también en el futuro, los voluntarios de Austria serán fuente de grandes bendiciones; os acompaño a todos con mi oración. Imploro para todos la alegría del Señor (cf. Ne 8, 10), que es nuestra fortaleza. Que Dios esté siempre cerca de vosotros y os guíe continuamente con la ayuda de su gracia. BENEDICTO XVI DISCURSO A LOS COLABORADORES VOLUNTARIOS DE LOS ORGANISMOS DE AYUDA Wiener Konzerthaus 9 September 2007 © Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL Algunas claves del VOLUNTARIADO CRISTIANO Por un voluntario cristiano entendemos la persona que dedica parte de su tiempo, de sus energías o bienes a colaborar en una causa de forma libre y gratuita. En nuestros días ha habido un auge de esta forma de servicio en una sociedad que pide acción, cansada de tantas palabras vacías. Podemos decir que el voluntariado siempre ha existido en la tradición de la Iglesia, aunque con nombres diferentes. Podemos también afirmar que todo cristiano está llamado a ser siempre “voluntario”, por amor a Cristo, atento al servicio de sus hermanos y hermanas. Esto se comprueba en nuestras parroquias e instituciones: en tareas intra-eclesiales, en tareas de ayuda a los más necesitados, en la educación de niños, en los catequistas, visitadores de enfermos, grupos solidarios, coros litúrgicos, etc. Lo específico del voluntario cristiano es el seguimiento de Cristo, que inspira y motiva su servicio. Un voluntario no-cristiano puede realizar tareas muy semejantes a las nuestras, incluso puede que técnicamente mejor hechas, pero no actuará movido por la motivación que nos anima de imitación de Cristo y su Corazón caritativo y acogedor hacia todos. Claudio Barriga, S.J.

Compartimos con ustedes un testimonio tomado de un Sitio Web Católico sobre la pastoral penitenciaria en India: http://thecsf.org/csf/2011/06/07/catholic-volunteers-impress-jail-officials/ Los voluntarios católicos impresionan a los funcionarios de una cárcel en India. Junio 7, 2011 Un oficial mayor en una cárcel en el noreste del país después de haber visto el trabajo gratuito de los voluntarios, dice que él mismo se asociaría a la pastoral penitenciaria católica.

“Lo que hacen los voluntarios en la pastoral de la cárcel es bastante audaz y admiro su generosidad”, dice P.K. Saika, Director de la prisión federal de Guwahati. Él dijo a un grupo de voluntarios de la pastoral carcelaria que sólo llegó a comprender cuánto trabajaban por el bienestar de los presos cuando en enero pasado lo invitaron a que hablara en su reunión regional. Saikia dijo que esto le dio la oportunidad de leer las metas y los objetivos de este ministerio pastoral. Convencido del impacto que el trabajo de los voluntarios tiene en los presos, pidió permiso al Inspector General de Assam para que los voluntarios visitaran la cárcel cuatro veces al mes en lugar de una sola vez. Saikia dijo que a él le gustaría asociarse a la pastoral penitenciaria después de que se retire y poder impulsar este movimiento en el noreste de la India. “Estoy seguro que este ministerio también puede hacer bien en otros Estados en la Región”, añadió. Saikia dijo que esta tarea es muy difícil y dura ya que la prisión de Guwahati tiene los principales líderes terroristas como también ladrones de poca monta. Él dijo que las visitas frecuentes ayudarían a los voluntarios a entender mejor a los presos. “Si damos pasos teniendo en cuenta las necesidades de los presos lograremos alcanzar la meta deseada” añadió Saikia, que ha pasado 30 años como funcionario de la cárcel. Él dijo que solamente unos 200 de los 783 presos o condenados de la cárcel de Guwahati son verdaderamente criminales de corazón. ”Otros han sido obligados a cometer crímenes”. Y se lamentó diciendo que el dinero puede hacer cualquier cosa.  

 

AGOSTO INTENCION GENERAL - AGOSTO

Para que los encarcelados sean tratados con justicia y con respeto de su dignidad humana.

Amadísimos hermanos y hermanas: 1. Mi visita a esta institución de readaptación social quiere ser muestra del afecto y solicitud del Sucesor de Pedro por todos vosotros, los aquí presentes, y por todas las personas privadas de libertad. […] En esta mañana quiero haceros partícipes de algunas reflexiones sobre la Palabra de Dios, con el único deseo de que puedan iluminar vuestros anhelos y esperanzas, y aliviar vuestras tristezas y desilusiones. Sé que os encontráis en una situación difícil y dolorosa. El Papa, que a diario os acompaña con su pensamiento y con su oración, invoca para vosotros la ayuda de Dios. Que su gracia y su favor os sostengan aun en medio de las limitaciones que conlleva vuestra vida cotidiana. 2. Nos dice Jesús en el Evangelio: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11, 26-28). Esta es la llamada constante que hace el Señor a todos los hombres, y en particular a quienes El quiere descubrir el sentido salvífico del dolor. El encuentro con vosotros, queridos hermanos, me conmueve profundamente. Me imagino cuántas cosas agitan vuestro corazón, y cuántos incumplidos deseos lo llenan de dolor y nostalgia. Como hermano mayor en Cristo, mi anhelo sería el poder compartir con cada uno de vosotros una conversación íntima y reposada en la que pudiéramos tener un diálogo de esperanza y de amor repasando vivencias personales, frustraciones del pasado, los planes que alientan vuestro futuro y particularmente la situación actual de vuestras familias. Tengo la certeza de que, junto con la riqueza de vuestros sentimientos, quedaría al descubierto la gran humanidad que se esconde en cada uno de vosotros. Sé que me manifestaríais lo que cada uno lleva dentro de sí. Desgraciadamente, las circunstancias no nos permiten el poder compartir a solas unos minutos, pero es mi deseo que mis palabras las recibáis como si fueran pronunciadas para cada uno de vosotros en particular. Cristo es el único que puede dar sentido a nuestras vidas. En El se encuentra la paz, la serenidad, la liberación completa, porque El nos libera de la esclavitud radical, origen de todas las demás, que es el pecado, e inspira en los corazones el ansia de la auténtica libertad, que es el fruto de la gracia de Dios que sana y renueva lo más íntimo de la persona humana. La libertad que Cristo nos ofrece, comienza por el interior del hombre, se afirma ante todo en el orden moral; allí donde tienen su raíz el egoísmo, el odio, la violencia y el desorden. Cristo ha venido a redimir al hombre del pecado que lo priva de su libertad: “Todo el que comete pecado es un esclavo del pecado” (Jn 8, 34), dice Jesús en el Evangelio. Y es de esta esclavitud de la que El quiere liberarnos a todos los hombres.

No hay quien no necesite de esta liberación de Cristo, porque no hay quien, en forma más o menos grave, no haya sido y sea aún, en cierta medida, prisionero de sí mismo y de sus pasiones. Todos tenemos necesidad de conversión y de arrepentimiento; todos tenemos necesidad de la gracia salvadora de Cristo, que El ofrece gratuitamente, a manos llenas. El espera sólo que, como el hijo pródigo, digamos “me levantaré y volveré a la casa de mi Padre” (Lc 15, 18). 3. La casa de Dios tiene siempre sus puertas abiertas. En ella Cristo se hace presente mediante la Palabra y mediante los Sacramentos. A lo largo de los siglos la Iglesia ha desarrollado pacientemente, pero con tesón, su labor de Madre y Maestra para hacer más humanas las instituciones y los principios que regulan la convivencia social. ¿Quién podrá ignorar el influjo positivo que, en el curso de los siglos, ha ejercido el mensaje evangélico en la defensa y promoción de un mayor respeto por la dignidad del encarcelado como persona, como hijo de Dios? En la historia de la humanidad –como ya señalé en mi visita a la cárcel de Roma– “se ha progresado mucho en este campo, pero ciertamente queda mucho aún por hacer. La Iglesia, como intérprete del mensaje de Cristo, aprecia y estimula los esfuerzos de cuantos se prodigan por hacer cambiar el sistema carcelario hacia una situación de pleno respeto del derecho y de la dignidad de la persona” (Homilía en la cárcel romana de Rebibbia, n. 3, 27 de diciembre de 1983: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, VI, 2 (1983) 1449 s.). A este propósito, ¿cómo no manifestar públicamente mi reconocimiento y mi afecto a todos los agentes de pastoral penitenciaria de Chile? Vosotros, sacerdotes capellanes, religiosas y demás colaboradores, mostráis la preocupación materna de la Iglesia por nuestros hermanos haciendo parte de vuestra vida las palabras de Jesús en el Evangelio: “estuve en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt 25, 36). Sois portadores del amor misericordioso de Dios y predicadores infatigables del mensaje salvador de Cristo. Ayudad a todos a redescubrir el camino del bien; contribuid a la conversión sincera de todos los hombres y mujeres con quienes ejercéis vuestro apostolado y animadles a emprender una vida nueva y mejor. En esta ocasión, deseo también saludar a todo el personal de la Gendarmería de Chile que se desempeña en las instituciones penitenciarias. Haced también de vuestra profesión un servicio al hermano que sufre. Por intercesión de la Virgen del Carmen, Madre amorosa de todos los chilenos, elevo mi ferviente plegaria a Dios para que asista a todos con su gracia, para que asista sobre todo a nuestros hermanos y hermanas encarcelados y haga posible la defensa de aquellos que son inocentes, mientras de corazón imparto mi Bendición Apostólica a los internos, a sus familias, a los encargados de la pastoral carcelaria, a cuantos tratan de aliviar las penas de los que sufren y al personal de Gendarmería de Chile. JUAN PABLO II VIAJE APOSTÓLICO A URUGUAY, CHILE Y ARGENTINA A LOS PRESOS DE LA CÁRCEL DE ANTOFAGASTA 6 de abril de 1987 © Copyright 1987 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL Hace unas semanas entré, por primera vez en mi vida, en un centro penitenciario de adultos, todos varones, en Roma. Y he vuelto otras veces. La primera impresión –grandes corredores luminosos, limpios y sobriamente decorados- fue agradable; la estructura resultaba acogedora y cálida, muy al contrario de lo que yo imaginaba… El edificio es inmenso, hay 1.600 personas dentro, cuando la capacidad es para 1.070; cada día ingresan unas 30 personas.

He tenido ocasión de conversar en grupo pero también individualmente con estas personas privadas de libertad, procedentes de varios países de América Latina y España de 22 a 40 años, a quienes ofrecemos la posibilidad de estudiar un bachillerato con el programa del Movimiento Educativo “Fe y Alegría”. El grupo se mostraba alegre, jovial, casi festivo … también se tomaban la clase con seriedad y dedicación pero sin perder su buen humor … He mirado detenidamente el rostro de cada uno, el color de su piel, he escuchado sus acentos diversos, sus historias de vida y he percibido cómo cambiaba el brillo de sus ojos cuando hablaban de sus hijos e hijas; cuando uno de ellos me decía que había sido papá por primera vez de una niña hacía una semana … se le llenaban los ojos de lágrimas y a mí también … Mientras conversaba con cada uno, en mi corazón estaba la pregunta: “¿cómo viven? ¿cómo serán tratados? ¿cómo se sentirán? ...y si alguno de ellos fuera mi hermano o primo o pariente mío, alguien de mi familia ¿cómo sería mi mirada?”... ”¿qué significa el tiempo para ellos que solamente desean “descontar la pena”???... Sin embargo sentía que mi miraba era cálida, percibía que esos seres humanos eran parte de esta sociedad, de esta familia grande … eran cordiales, sonreían, aceptaban esperanzados poder estudiar … volví a casa convencida de que debíamos seguir en contacto, de que esos estudios que ofrecemos es un modo de tratarlos con dignidad, con respeto, de ofrecerles herramientas para su formación y crecimiento … Mientras estaba con ellos me resonaba –y sigue dentro de mi mente y mi corazón- la intención que el Papa nos propone para orar este mes: los encarcelados: para que sean tratados con justicia y con respeto de su dignidad humana. Y me preguntaba, ¿por qué el Papa nos pide esto? He reflexionado y orado sobre esta situación. Respeto, justicia y dignidad debemos a toda persona, igual que nos debemos a nosotros mismos, como hijos/as de Dios Padre y Madre de todos y todas y por tanto hermanos/as entre sí. Pero cuando alguien ha cometido un hecho delictivo que merece una condena, según la ley y la justicia, fácilmente caemos en la trampa de pensar que ya está condenado para siempre, que nada tiene solución y hacemos un juicio “integral” … todo está perdido, en cambio Dios dice “puedes comenzar de nuevo, yo te perdono” y aún más: “yo te sigo amando” esa es la dignidad devuelta, ese es el respeto verdadero. Porque El mira el fondo del corazón, su sinceridad; nosotros muchas veces juzgamos por las apariencias. El sistema carcelario puede ser un medio digno de recuperación y superación de la persona o puede destruirla por entero; la persona debe cumplir su condena –también con justicia y equidad sin abusopero no por eso está todo irremediablemente perdido. Esta intención del Papa nos invita a todos, miembros de esta sociedad, a pensar en estos hermanos nuestros y a tomar postura a favor de ellos para que sean tratados con justicia y dignidad; quizá pensamos que poco o nada podemos hacer por esta causa, pero además de la oración que siempre está a nuestra alcance, si nos detenemos a pensar podemos liberar nuestro corazón de juicios condenatorios, de desconfianza en la posibilidad de recuperación humana; podemos extender nuestro abrazo y acoger a todos los seres humanos sin hacer discriminaciones y, mucho menos divisiones, entre “malos” y “buenos”. A través del Papa el Señor nos está llamando a ser misericordiosos, a ser compasivos y acogedores del otro antes que condenadores; antes que jueces implacables que buscan imponer la ley y no siempre de manera humana. Y sin duda, todos podemos aplicarnos las sabidas palabras del evangelio: “quien esté sin pecado tire la primera piedra; y todos los que condenaban a la mujer adúltera se fueron marchando, comenzando por los más viejos”. (cf. Jn 8, 9). Sin duda rezar juntos por esta intención hará crecer en nosotros la fraternidad como familia humana. No nos olvidemos que los encarcelados también tienen su dignidad y merecen nuestro respeto.

María Luisa Berzosa FI Religiosa de las Hijas de Jesús, en la casa Generalicia, en Roma

Ver también el impactante texto ya publicado en Oración y Servicio, con el testimonio de una visita a una cárcel africana: El AO de la RD del Congo visita la prisión central de Makala (Abril- n. 2 - 2010)

PREGUNTAS PARA UNA REFLEXION INDIVIDUAL O EN GRUPO 1. ¿He ido alguna vez a visitar a alguien que está preso? (comparto mi experiencia) 2. Si se trata de personas que han cometido crímenes, que no han respetado a otros, por qué el Papa nos pide orar para que “sean tratados con justicia y con respeto de su dignidad humana”? 3. ¿De qué manera podemos participar en iniciativas que mejoren la situación de los presos?

TEXTOS BIBLICOS PARA LA CELEBRACION • Ex 23, 1-9 La justicia. Deberes con los enemigos • Fil 1,12-14 Pablo, preso por Cristo • Mt 25, 31-46 estuve preso y me fueron a visitar • Lc 15, 1-7 Parábola de misericordia

INTENCION MISIONERA - AGOSTO

Para que los jóvenes, llamados al seguimiento de Cristo, proclamen y den testimonio del evangelio hasta los confines de la tierra.

"¡Testimoniad la fe a través del mundo digital! ¡Emplead esas nuevas tecnologías para dar a conocer el Evangelio de modo que la Buena Nueva del amor infinito de Dios por todos resuene de maneras diferentes

en

nuestro

mundo

cada

vez

más

tecnológico!". - Benedicto XVI invita a los jóvenes a ser misioneros del mundo digital - 20 de mayo de 2009 Si os alimentáis de Cristo, queridos jóvenes, y vivís inmersos en Él como el apóstol Pablo, no podréis por menos que hablar de Él, y haréis lo posible para que vuestros amigos y coetáneos lo conozcan y lo amen. - Benedicto XVI, Mensaje para la XXIV Jornada Mundial de la Juventud - 22 de febrero de 2009

Si Jesús se ha convertido en vuestra esperanza, comunicadlo con vuestro gozo y vuestro compromiso espiritual, apostólico y social. Alcanzados por Cristo, después de haber puesto en Él vuestra fe y de haberle dado vuestra confianza, difundid esta esperanza a vuestro alrededor. Tomad opciones que manifiesten vuestra fe; - Benedicto XVI, Mensaje para la XXIV Jornada Mundial de la Juventud - 22 de febrero de 2009 el primer compromiso que nos atañe a todos es el de una nueva evangelización, que ayude a las nuevas generaciones a descubrir el rostro auténtico de Dios, que es Amor. A vosotros, queridos jóvenes, que buscáis una esperanza firme, os digo las mismas palabras que san Pablo dirigía a los cristianos perseguidos en la Roma de entonces: «El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo» (Rm 15,13) - Benedicto XVI, Mensaje para la XXIV Jornada Mundial de la Juventud - 22 de febrero de 2009 «Seguid testimoniando el Evangelio cada día y comprometiéndoos generosamente con las próximas iniciativas misioneras de la diócesis de Roma», les dijo. - Benedicto XVI invita a los jóvenes a ser misioneros en sus ciudades - 7 de octubre 2007 Y quien se deja guiar por el Espíritu comprende que ponerse al servicio del Evangelio no es una opción facultativa, porque advierte la urgencia de transmitir a los demás esta Buena Noticia... Además, doce Apóstoles, hace ya dos mil años, han dado la vida para que Cristo fuese conocido y amado. Desde entonces, el Evangelio sigue difundiéndose a través de los tiempos gracias a hombres y mujeres animados por el mismo fervor misionero. Por lo tanto, también hoy se necesitan discípulos de Cristo que no escatimen tiempo ni energía para servir al Evangelio. Se necesitan jóvenes que dejen arder dentro de sí el amor de Dios y respondan generosamente a su llamamiento apremiante, como lo han hecho tantos jóvenes beatos y santos del pasado y también de tiempos cercanos al nuestro... Os aseguro que el Espíritu de Jesús os invita hoy a vosotros, jóvenes, a ser portadores de la buena noticia de Jesús a vuestros coetáneos. - Benedicto XVI, Mensaje para la XXIII Jornada Mundial de la Juventud - 20 de julio de 2007

COMENTARIO PASTORAL Todo joven tiene energía que puede utilizar para comprometerse en hacer el bien, o también, desgraciadamente, para hacer el mal. El mundo contemporáneo tiene necesidad de jóvenes firmes, fuertes y entusiastas, para dar testimonio de los valores cristianos, en un mundo que se hace más y más autosuficiente, individualista y materialista. El tener y el poder a todo precio se han convertido en la regla por excelencia. Las virtudes morales se ridiculizan y son reemplazadas sistemáticamente por contravalores y por relaciones contra la naturaleza, aun cuando el Evangelio los denuncia claramente. La Iglesia se empeña cada día más en la formación de una nueva generación de jóvenes en quienes la visión de la vida esté fundada sobre la santidad y el servicio de los demás, capaces de dar testimonio en su medio ambiente, capaces de una nueva manera de percibir y de utilizar los bienes materiales y el poder temporal. La mayoría de los jóvenes sueñan en poder adquirir un día esas ventajas, no para servir al prójimo, sino por la autosuficiencia y con el deseo de llegar a ser « ricos, grandes y famosos». Como joven laico, africano, siempre me sentí animado por un ardiente deseo de ser útil para el mundo y para la Iglesia, de procurar cambiar el mundo actual que continúa renegando de Cristo y se aleja de su Evangelio. Aun sintiéndome tan pequeño, tan impotente, tan indigno, siempre he dicho desde lo profundo de mi ser: « Yo puedo vivir de otra manera, yo también puedo ser testigo de Cristo, yo puedo encender una pequeña llama a mi alrededor, comunicarla a los demás, y así una gran luz podrá iluminar el mundo sumergido en las tinieblas de los contravalores y/o de los males que carcomen la humanidad ». Para

alcanzarlo me ofrecí para colaborar en la misión de Cristo y de la Iglesia en la rama juvenil del Apostolado de la Oración (el Movimiento Eucarístico Juvenil) en mi país. Gracias a Dios, cuando la ocasión se ha presentado, he podido recorrer algunos países del continente para proclamar la Buena Nueva, para decir a los jóvenes que Jesús los ama y tiene necesidad de su colaboración y de su testimonio para cambiar el mundo. Lo esencial para los jóvenes no es mirar como espectadores, contemplando a los demás con indiferencia, sino de participar y entrar en el proyecto de Cristo, dando testimonio en todas partes comenzando por su « Jerusalén », su pequeño círculo de vida (en la familia, en la escuela, en la universidad, en el club de los amigos, en el trabajo, en la parroquia...). Somos « ciudadanos » del mundo, tenemos un papel que jugar para lograr el cambio por medio de nuestro testimonio de vida y de nuestra perseverancia en la vocación a la santidad a la cual Dios nos llama : « Sed santos como yo soy Santo ». Jean-Claude Ipungu responsable del MEJ en la RDC y coordinador del MEJ para África y Madagascar

SEPTIEMBRE INTENCION GENERAL - SEPTIEMBRE

Para

que

los

políticos

actúen

siempre

con

honradez, integridad y amor a la verdad.

El tema de vuestra asamblea —«Testigos de Cristo en la

comunidad

política»—

reviste

particular

importancia. Ciertamente, no forma parte de la misión de la Iglesia la formación técnica de los políticos. De hecho, hay varias instituciones que cumplen esa función. Su misión es, sin embargo, «emitir un juicio moral también sobre las cosas que afectan

al

orden

político,

cuando

lo

exijan

los

derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas, aplicando todos y sólo aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos, según la diversidad de tiempos y condiciones» (Gaudium et spes, 76). La Iglesia se concentra de modo especial en educar a los discípulos de Cristo, para que sean cada vez más testigos de su presencia en todas partes. Toca a los fieles laicos mostrar concretamente en la vida personal y familiar, en la vida social, cultural y política, que la fe permite leer de una forma nueva y profunda la realidad y transformarla; que la esperanza cristiana ensancha el horizonte limitado del hombre y lo proyecta hacia la verdadera altura de su ser, hacia Dios; que la caridad en la verdad es la fuerza más eficaz capaz de cambiar el mundo; que el Evangelio es garantía de libertad y mensaje de liberación; que los principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia, como la dignidad de la persona humana, la subsidiariedad y la solidaridad, son de gran actualidad y valor para la promoción de nuevas vías de desarrollo al servicio de todo el hombre y de todos los hombres. Compete también a los fieles laicos participar activamente en la vida política de modo siempre coherente con las enseñanzas de la Iglesia, compartiendo razones bien fundadas y grandes ideales en la dialéctica democrática y en la búsqueda de un amplio consenso con todos aquellos a quienes importa la defensa de la vida y de la libertad, la custodia de la verdad y del bien de la familia, la solidaridad con los necesitados y la búsqueda necesaria del bien común. Los cristianos no buscan la hegemonía política o cultural, sino, dondequiera que se comprometen, les mueve la certeza de que Cristo es la piedra angular de toda construcción humana (cf. Congregación para la doctrina de la fe, Nota Doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, 24 de noviembre de 2002). Retomando la expresión de mis predecesores, puedo afirmar yo también que la política es un ámbito muy importante del ejercicio de la caridad. Esta pide a los cristianos un fuerte compromiso en favor de la ciudadanía, para la construcción de una vida buena en las naciones, como también para una presencia eficaz en las sedes y en los programas de la comunidad internacional. Se necesitan políticos auténticamente cristianos, pero antes aún fieles laicos que sean testigos de Cristo y del Evangelio en la comunidad civil y política. Esta exigencia debe estar bien presente en los itinerarios educativos de las comunidades eclesiales y requiere nuevas formas de acompañamiento y de apoyo por parte de los pastores. La pertenencia de los cristianos a las asociaciones de fieles, a los movimientos eclesiales y a las nuevas comunidades puede ser una buena escuela para estos discípulos y testigos, sostenidos por la riqueza carismática, comunitaria, educativa y misionera propia de estas realidades.

Se trata de un desafío exigente. Los tiempos que estamos viviendo nos sitúan ante problemas grandes y complejos, y la cuestión social se ha convertido, al mismo tiempo, en cuestión antropológica. Se han derrumbado los paradigmas ideológicos que, en un pasado reciente, pretendían ser una respuesta «científica» a esta cuestión. La difusión de un confuso relativismo cultural y de un individualismo utilitarista y hedonista debilita la democracia y favorece el dominio de los poderes fuertes. Hay que recuperar y vigorizar de nuevo una auténtica sabiduría política; ser exigentes en lo que se refiere a la propia competencia; servirse críticamente de las investigaciones de las ciencias humanas; afrontar la realidad en todos sus aspectos, yendo más allá de cualquier reduccionismo ideológico o pretensión utópica; mostrarse abiertos a todo verdadero diálogo y colaboración, teniendo presente que la política es también un complejo arte de equilibrio entre ideales e intereses, pero sin olvidar nunca que la contribución de los cristianos sólo es decisiva si la inteligencia de la fe se convierte en inteligencia de la realidad, clave de juicio y de transformación. Hace falta una verdadera «revolución del amor». Las nuevas generaciones tienen delante de sí grandes exigencias y desafíos en su vida personal y social. Vuestro dicasterio las sigue con particular atención, sobre todo a través de las Jornadas mundiales de la juventud, que desde hace 25 años producen ricos frutos apostólicos entre los jóvenes. Entre estos se cuenta también el del compromiso social y político, un compromiso no fundado en ideologías o intereses de parte, sino en la elección de servir al hombre y al bien común, a la luz del Evangelio. Queridos amigos, a la vez que invoco del Señor abundantes frutos para los trabajos de vuestra asamblea y para vuestra actividad diaria, os encomiendo a cada uno de vosotros, así como a vuestras familias y comunidades a la intercesión de la santísima Virgen María, Estrella de la nueva evangelización, y de corazón os imparto la bendición apostólica. BENEDICTO XVI DISCURSO A LOS PARTICIPANTES EN LA 24ª ASAMBLEA PLENARIA DEL CONSEJO PONTIFICIO PARA LOS LAICOS 21 de mayo de 2010 © Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL La política ordena y organiza la vida social. Sus gestores son los políticos. Ellos toman decisiones que regulan las relaciones entre personas y grupos que exhiben intereses legítimos, pero frecuentemente enfrentados. Acomodan en el diálogo democrático la conflictividad de una sociedad. Por este motivo, su desempeño es crucial para todas las personas. Los políticos - hombres y mujeres - son las personas a través de las cuales una sociedad canaliza el debate público, toma decisiones sobre su futuro y se dota a sí misma de instituciones legales y administrativas. Este mes el Santo Padre quiere que pidamos por estas personas, más concretamente por su honradez, su integridad y su amor a la verdad. Por su honradez, de manera que sirvan al bien común, es decir, ejerciendo su tarea sin discriminar entre comunidades o personas y sin buscar privilegios para sí mismos. Todo esto implica una elevada comprensión de la justicia y un notable desprendimiento personal. Esta honradez también conlleva una preocupación activa y eficaz por los pobres y excluidos, al procurar leyes que los protejan y les ofrezcan una verdadera igualdad de oportunidades. Se trata de una solidaridad viva que desborde los estrechos límites de la nación y que está llamada a alcanzar a inmigrantes y a naciones empobrecidas. Por su integridad, para que constituyan ejemplos de virtud en los que una sociedad se reconozca y modelos humanos en los que inspirarse. Una democracia no se asienta sobre un frío entramado legal, sino sobre la disposición y hábitos democráticos de los ciudadanos, que deben encontrar en sus políticos una motivación para actuar virtuosamente. Sólo así pueden despertar los resortes de generosidad y esfuerzo que toda comunidad debe poner en juego cuando busca su progreso.

Por su amor a la verdad, una verdad que debe ser buscada en la profundidad de lo real y en el servicio a largo plazo, superando la tentación del cortoplacismo al que parecen abocar las aspiraciones electorales. La verdad está más allá de intereses mezquinos. Un amor a la verdad que implica respeto a las perspectivas ajenas, búsqueda sincera del bien y de la armonía por medio del diálogo abierto y compromiso con sus consecuencias. Francisco Alvarez de los Mozos, sj Secretario del Padre General de los Jesuitas para la Justicia Social y la Ecología para toda la Compañía de Jesús

PREGUNTAS PARA UNA REFLEXION INDIVIDUAL O EN GRUPO 1. ¿Cuál es la enseñanza de la Iglesia sobre la participación de los cristianos en política? 2. ¿Desde la óptica de nuestra fe, cuál es el sentido y el fundamento de la autoridad civil? 3. ¿Qué nos corresponde hacer como cristianos cuando nuestros políticos no son honrados, íntegros y verdaderos?

TEXTOS BIBLICOS PARA LA CELEBRACION • Ez 34,1-10 contra los malos pastores • 1 Tim 2,1-7 orar por las autoridades • Jn 13, 1-17 el servicio, sentido de la autoridad

INTENCION MISIONERA - SEPTIEMBRE

Para que aumente en las comunidades cristianas la disponibilidad al envío de misioneros, sacerdotes y laicos, y de recursos concretos a las iglesias más pobres.

2. Iglesia peregrina La Iglesia universal, sin confines y sin fronteras, se siente responsable del

anuncio

del Evangelio a

pueblos enteros (cf. Evangelii nuntiandi, 53). Ella, germen de esperanza por vocación, debe continuar el servicio de Cristo al mundo. Su misión y su servicio no son a la medida de las necesidades materiales o incluso espirituales que se agotan en el marco de la existencia

temporal,

sino

de

una

salvación

trascendente, que se actúa en el Reino de Dios (cf. Evangelii nuntiandi, 27). Este Reino, aun siendo en su plenitud escatológico y no de este mundo (cf. Jn 18,36), es también en este mundo y en su historia fuerza de justicia, de paz, de verdadera libertad y de respeto de la dignidad de cada hombre. La Iglesia busca transformar el mundo con la proclamación del Evangelio del amor, “que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y

actuar... y así llevar la luz de Dios al mundo” (Deus caritas est, 39). Es a esta misión y servicio que, con este Mensaje, llamo a participar a todos los miembros e instituciones de la Iglesia. 3. Missio ad gentes De este modo, la misión de la Iglesia es la de llamar a todos los pueblos a la salvación operada por Dios a través de su Hijo encarnado. Es necesario por lo tanto renovar el compromiso de anunciar el Evangelio, que es fermento de libertad y de progreso, de fraternidad, de unidad y de paz (cf. Ad gentes, 8). Deseo “confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia” (Evangelii nuntiandi, 14), tarea y misión que los amplios y profundos cambios de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Está en cuestión la salvación eterna de las personas, el fin y la realización misma de la historia humana y del universo. Animados e inspirados por el Apóstol de las gentes, debemos ser conscientes de que Dios tiene un pueblo numeroso en todas las ciudades recorridas también por los apóstoles de hoy (cf. Hch 18,10). En efecto “la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor nuestro Dios, aunque estén lejos” (Hch 2,39). La Iglesia entera debe comprometerse en la missio ad gentes, hasta que la soberanía salvadora de Cristo se realice plenamente: “Pero ahora no vemos todavía que todo le esté sometido” (Hb 2,8). [...] A las Iglesias antiguas como a las de reciente fundación les recuerdo que han sido colocadas por el Señor como sal de la tierra y luz del mundo, llamadas a difundir a Cristo, Luz de las gentes, hasta los extremos confines de la tierra. La missio ad gentes debe constituir la prioridad de sus planes pastorales. A las Obras Misionales Pontificias dirijo mi agradecimiento y mi aliento por el indispensable trabajo de animación, formación misionera y ayuda económica que aseguran a las jóvenes Iglesias. A través de estas Instituciones pontificias se realiza en modo admirable la comunión entre las Iglesias, con el intercambio de dones, en la solicitud mutua y en la común proyección misionera. 5. Conclusión El empuje misionero ha sido siempre signo de vitalidad de nuestras Iglesias (cf. Redemptoris missio, 2). Es necesario, sin embargo, reafirmar que la evangelización es obra del Espíritu y que incluso antes de ser acción es testimonio e irradiación de la luz de Cristo (cf. Redemptoris missio, 26) por parte de la Iglesia local, que envía sus misioneros y misioneras para ir más allá de sus fronteras. Pido por lo tanto a todos los católicos que recen al Espíritu Santo para que aumente en la Iglesia la pasión por la misión de difundir el Reino de Dios, y que sostengan a los misioneros, las misioneras y las comunidades cristianas comprometidas en primera línea en esta misión, a veces en ambientes hostiles de persecución. Al mismo tiempo invito a todos a dar un signo creíble de comunión entre las Iglesias, con una ayuda económica, especialmente en la fase de crisis que está atravesando la humanidad, para colocar a las Iglesias locales en condición de iluminar a las gentes con el Evangelio de la caridad. BENEDICTO XVI MENSAJE PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2009 29 de junio de 2009 © Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL La iglesia es como un grupo de muchas comunidades repartidas por todas partes. Y algunas de ellas tienen necesidades muy grandes. Muchas de ellas tienen que vivir su fe en situaciones muy difíciles: en unas hay poca comida para todos, en otras hay miedo por las guerras y las violencias. En unas los jóvenes tienen pocas oportunidades para trabajar en otras los papás de los niños no pueden pagar la escuela y los ancianitos están abandonados y los que estas limitados de cuerpo y mente, no tiene la ayuda adecuada. En otras muchas niñas jóvenes están en riesgo de embarazo temprano o forzadas al aborto…y la lista es tan larga que podríamos nunca acabar. Se acuerdan cuando Jesús le pide a los discípulos “denles Uds. de comer!” y ellos, pensando que nadie tiene nada, le responden a Jesús “¿qué son 5 panes y dos peces para tanta gente?” Bueno pues la escritura nos cuenta que Jesús tomo esa “pobre contribución”, pronunció la acción de gracias y la multiplicó de tal forma “que recogieron 12 canastos con las sobras”. El Papa nos invita en la intención misionera para este mes a que seamos agradecidos y compartamos, no lo que nos sobra, sino lo que tenemos pero que puede ser más útil para otros hermanos y hermanas de otras comunidades. Es que uno cuando lo tiene todo no se acuerda de que hay otros con necesidades. El Papa nos invita a refrescar la fe para vivirla en comunidad y así abrir el corazón y las manos para compartir con los más pobres y necesitados. Y podemos estar seguros que habrá de sobra para todos. Jorge Eduardo Serrano Ordoñez, sj Oficina de Desarrollo, Curia General de los Jesuitas en Roma

OCTUBRE INTENCION GENERAL - OCTUBRE

Para el desarrollo y progreso de la Nueva Evangelización

en

los

países

de

antigua

cristiandad.

El

término

«nueva

evangelización»

recuerda

la

exigencia de una modalidad renovada de anuncio, sobre todo para aquellos que viven en un contexto, como

el

actual,

donde

los

desarrollos

de

la

secularización han dejado graves huellas incluso en países de tradición cristiana. El Evangelio es el anuncio siempre nuevo de la salvación obrada por Cristo para hacer a la humanidad partícipe del misterio de Dios y de su vida de amor y abrirla a un futuro de esperanza fiable y fuerte. Subrayar que en este momento de la historia la Iglesia está llamada a realizar una nueva evangelización quiere decir intensificar la acción misionera para corresponder plenamente al mandato del Señor. El concilio Vaticano II recordaba que «los grupos en los que vive la Iglesia, con frecuencia y por diferentes causas, cambian totalmente, de modo que pueden surgir condiciones completamente nuevas» (decreto Ad gentes, 6). Con mirada clarividente, los padres conciliares contemplaron en el horizonte el cambio cultural que hoy es fácilmente verificable. Precisamente esta situación cambiada, que ha creado una condición inesperada para los creyentes, requiere una atención particular para el anuncio del Evangelio, a fin de dar razón de la propia fe en realidades diferentes a las del pasado. La crisis que se experimenta conlleva los rasgos de la exclusión de Dios de la vida de las personas, de una indiferencia generalizada respecto a la fe cristiana misma, hasta el intento de marginarla de la vida pública. En las décadas pasadas todavía era posible encontrar un sentido cristiano general que unificaba el sentir común de generaciones enteras, crecidas a la sombra de la fe que había plasmado la cultura. Hoy, lamentablemente, se asiste al drama de la fragmentación que ya no permite tener una referencia unificadora; además, se verifica con frecuencia el fenómeno de personas que desean pertenecer a la Iglesia, pero que están fuertemente plasmadas por una visión de la vida en contraste con la fe. Anunciar a Jesucristo único Salvador del mundo es más complejo actualmente que en el pasado; pero nuestra tarea permanece igual que en los albores de nuestra historia. La misión no ha cambiado, así como no deben cambiar el entusiasmo y la valentía que movieron a los Apóstoles y a los primeros discípulos. El Espíritu Santo que los impulsó a abrir las puertas del Cenáculo, constituyéndolos evangelizadores (cf. Hch 2, 1-4), es el mismo Espíritu que mueve hoy a la Iglesia hacia un renovado anuncio de esperanza a los hombres de nuestro tiempo. San Agustín afirma que no se debe pensar que la gracia de la evangelización se difundió sólo hasta los Apóstoles y que, con ellos, aquella fuente de gracia se agotó, sino que «esta fuente se manifiesta cuando fluye, no cuando deja de manar. Y fue así como la gracia a través de los Apóstoles llegó también a otros, que fueron enviados a anunciar el Evangelio... Es más, ha continuado llamando hasta estos últimos días a todo el cuerpo de su Hijo Unigénito, esto es, a su Iglesia extendida por toda la tierra» (Sermón 239, 1). La gracia de la misión necesita siempre nuevos evangelizadores capaces de acogerla, a fin de que el anuncio salvífico de la Palabra de Dios no desfallezca en las condiciones mudables de la historia.

Existe una continuidad dinámica entre el anuncio de los primeros discípulos y el nuestro. En el curso de los siglos la Iglesia jamás ha dejado de proclamar el misterio salvífico de la muerte y resurrección de Jesucristo, pero ese mismo anuncio tiene hoy necesidad de un renovado vigor para convencer al hombre contemporáneo, a menudo distraído e insensible. La nueva evangelización, por esto, deberá encargarse de encontrar los caminos para hacer más eficaz el anuncio de la salvación, sin el cual la existencia personal permanece en su contrariedad y carece de lo esencial. También para quien sigue vinculado a las raíces cristianas, pero vive la difícil relación con la modernidad, es importante hacer que comprenda que ser cristiano no es una especie de vestido que se lleva en privado o en ocasiones particulares, sino que se trata de algo vivo y totalizante, capaz de asumir todo lo que de bueno existe en la modernidad. Confío en que, en el trabajo de estos días, tracéis un proyecto capaz de ayudar a toda la Iglesia y a las distintas Iglesias particulares en el compromiso de la nueva evangelización; un proyecto en el que la urgencia de un anuncio renovado se haga cargo de la formación, en especial para las nuevas generaciones, y se conjugue con la propuesta de signos concretos adecuados para hacer evidente la respuesta que la Iglesia pretende ofrecer en este momento peculiar. Si, por un lado, toda la comunidad está llamada a vigorizar el espíritu misionero para dar el nuevo anuncio que esperan los hombres de nuestro tiempo, no se podrá olvidar que el estilo de vida de los creyentes necesita una credibilidad genuina, tanto más convincente cuanto más dramática es la condición de aquellos a quienes se dirigen. Por ello queremos hacer nuestras las palabras del siervo de Dios, el Papa Pablo VI, cuando, a propósito de la nueva evangelización, afirmó: «Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra, de santidad» (exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, 41). BENEDICTO XVI DISCURSO A LOS PARTICIPANTES EN LA ASAMBLEA PLENARIA DEL CONSEJO PONTIFICIO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN 30 de mayo de 2011 © Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana

Otros textos del Magisterio:  BENEDICTO XVI - CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE «MOTU PROPRIO» - UBICUMQUE ET SEMPER CON LA CUAL SE INSTITUYE EL CONSEJO PONTIFICIO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN - 21 de septiembre de 2010  SÍNODO DE LOS OBISPOS - XIII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA - LA NUEVA EVANGELIZACIÓN PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE CRISTIANA - LINEAMENTA - 2 de febrero de 2011

COMENTARIO PASTORAL Nota: El 28 de junio 2010, el Papa Benedicto anunció su deseo de crear un Dicasterio para la promoción de la Nueva Evangelización. Durante este mes la décima tercera Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos tendrá lugar, dirigida por el Arzobispo Salvatore Fisichella, para estudiar el tema: La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana. ¿Alguna vez has tenido noticias tan buenas que te alegraron y entusiasmaron tanto que no te podías aguantar para compartirlas con los demás? Eran noticias tan buenas que deseabas que otros las conocieran para que pudieran compartir tu felicidad. Seguramente fuiste al teléfono, al computador o al celular para poder comunicar lo más pronto posible esas noticias a todos los conocidos

Este es el espíritu que está detrás de la Intención General de este mes. Este es el espíritu de la “nueva evangelización”. La ‘evangelización’ o la proclamación del Evangelio, la Buena Nueva de Jesucristo, ha sido parte de la misión de la Iglesia desde el principio. Este fue el punto central del Sínodo de los Obispos en 1974 y de la Exhortación Apostólica del Papa Pablo VI después del Sínodo. Desde entonces, el Papa Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI han pedido una “nueva evangelización”. ¿Qué es lo “nuevo” en ella? La evangelización pretende llevar el Evangelio a aquellas partes del mundo donde nunca ha sido escuchado. La nueva evangelización tiene que ver con llevar el Evangelio a países donde el cristianismo se estableció hace muchos siglos, donde se arraigó y floreció pero que ahora está muriendo por varias razones. La novedad de la evangelización también se refiere a la necesidad de nuevos métodos para presentar el Evangelio de manera audaz y convincente, empleando, especialmente, las nuevas tecnologías de la comunicación. Esta es una preocupación tan importante para el Papa Benedicto, que en octubre 2010 creó el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. Este Consejo será un foco central de la 13ª Asamblea General del Sínodo de los Obispos que se reunirá en el Vaticano este mes. El 30 de mayo 2011, el Papa Benedicto participó en la primera Sesión Plenaria del nuevo Consejo Pontificio y les dijo: “Proclamar a Jesucristo el único Salvador del mundo parece más complejo hoy que en el pasado; pero nuestra tarea continúa siendo la misma como al comienzo de nuestra historia. La misión no ha cambiado, como el entusiasmo y el valor que impulsaron a los Apóstoles y a los primeros discípulos tampoco debe cambiar”. Y continuó diciendo: “la nueva Evangelización debe encontrar maneras para hacer que la proclamación de la salvación sea más eficaz”. En último término, la obra de la nueva Evangelización, aunque implica el uso de métodos nuevos para anunciar a la gente la Buena Nueva de Jesucristo, depende del testimonio personal. Depende de los cristianos cuyo estilo de vida atrae a otros a Cristo. Como dijo el Papa Benedicto al Consejo Pontificio, “El estilo de vida de los creyentes necesita una verdadera credibilidad, mucho más convincente mientras más dramática sea la condición de las personas a quienes va dirigida.” Este testimonio incluye el compromiso de trabajar en favor de la justicia social. El 16 de mayo de 2011, dirigiéndose a una reunión patrocinada por el Consejo Pontificio para Justicia y Paz, el Papa Benedicto dijo: “mi deseo para vosotros es que el Señor Resucitado inflame vuestros corazones y os ayude a propagar el fruto de la redención por medio de una nueva evangelización de la esfera social y el testimonio de una vida honrada de acuerdo con el Evangelio”. Por último, aunque la globalización es una fuerza que disminuye las diferencias de las culturas, las circunstancias de varios países siguen siendo diferentes y exigirán diferentes maneras de presentar la evangelización. En su Carta Apostólica en que anuncia la creación del nuevo Consejo Pontificio, el Papa Benedicto escribe: “Hablar de una ‘nueva evangelización’, de hecho no significa que una misma y única fórmula debe desarrollarse que correspondería igualmente a todas las circunstancias. Y sin embargo, no es difícil ver que lo que necesitan las Iglesias que viven en territorios de cristianismo tradicional es un impulso misionero renovado, una expresión de una nueva y generosa apertura al don de la gracia”. Por último, la nueva Evangelización depende de la gracia de Dios. Depende del Espíritu Santo que llene a los creyentes con el conocimiento del amor de Dios – una Buena Nueva que ellos no serán capaces de conservar sólo para sí mismos. Padre James Kubicki, S.J. Secretario Nacional Estados Unidos – Apostolado de la Oración

PREGUNTAS PARA UNA REFLEXION INDIVIDUAL O EN GRUPO 1. ¿A qué se refiere nuestro deber de evangelizar? ¿He participado alguna vez en una misión de evangelización? 2. ¿De qué manera nuestra comunidad ofrece acogida y una adecuada respuesta a quienes llegan a nosotros porque están en búsqueda espiritual? 3. ¿Cuáles son las mayores dificultades u obstáculos a una proclamación entusiasta y renovada de la fe? ¿Hemos aprendido de nuestros errores?

TEXTOS BIBLICOS PARA LA CELEBRACION • 1 Co 9,12 Todo lo soportamos para no crear obstáculos al Evangelio de Cristo • 1 Co 9,16 ¡Ay de mí si no predico el Evangelio! • Lc 9, 1-6 enviados a anunciar la Buena Noticia

INTENCION MISIONERA - OCTUBRE Para que la celebración de la Jornada Misionera Mundial sea ocasión de un renovado empeño misionero.

Corresponsabilidad de todos La misión universal implica a todos, todo y siempre. El Evangelio no es un bien exclusivo de quien lo ha recibido; es un don que se debe compartir, una buena noticia que es preciso comunicar. Y este doncompromiso está confiado no sólo a algunos, sino a todos los bautizados, los cuales son «linaje elegido, nación santa, pueblo adquirido por Dios» (1 P 2, 9), para que proclame sus grandes maravillas. En

ello

están

implicadas

también

todas

las

actividades. La atención y la cooperación en la obra evangelizadora de la Iglesia en el mundo no pueden limitarse a algunos momentos y ocasiones particulares, y tampoco pueden considerarse como una de las numerosas actividades pastorales: la dimensión misionera de la Iglesia es esencial y, por tanto, debe tenerse siempre presente. Es importante que tanto los bautizados de forma individual como las comunidades eclesiales se interesen no sólo de modo esporádico y ocasional en la misión, sino de modo constante, como forma de la vida cristiana. La misma Jornada mundial de las misiones no es un momento aislado en el curso del año, sino que es una valiosa ocasión para detenerse a reflexionar si respondemos a la vocación misionera y cómo lo hacemos; una respuesta esencial para la vida de la Iglesia.

Evangelización global La evangelización es un proceso complejo y comprende varios elementos. Entre estos, la animación misionera ha prestado siempre una atención peculiar a la solidaridad. Este es también uno de los objetivos de la Jornada mundial de las misiones, que a través de las Obras misionales pontificias, solicita ayuda para el desarrollo de las tareas de evangelización en los territorios de misión. Se trata de sostener instituciones necesarias para establecer y consolidar a la Iglesia mediante los catequistas, los seminarios, los sacerdotes; y también de dar la propia contribución a la mejora de las condiciones de vida de las personas en países en los que son más graves los fenómenos de pobreza, malnutrición sobre todo infantil, enfermedades, carencia de servicios sanitarios y para la educación. También esto forma parte de la misión de la Iglesia. Al anunciar el Evangelio, la Iglesia se toma en serio la vida humana en sentido pleno. No es aceptable, reafirmaba el siervo de Dios Pablo VI, que en la evangelización se descuiden los temas relacionados con la promoción humana, la justicia, la liberación de toda forma de opresión, obviamente respetando la autonomía de la esfera política. Desinteresarse de los problemas temporales de la humanidad significaría «ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor al prójimo que sufre o padece necesidad» (Evangelii nuntiandi, 31. cf. n. 34); no estaría en sintonía con el comportamiento de Jesús, el cual «recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la buena nueva del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias» (Mt 9, 35). Así, a través de la participación corresponsable en la misión de la Iglesia, el cristiano se convierte en constructor de la comunión, de la paz, de la solidaridad que Cristo nos ha dado, y colabora en la realización del plan salvífico de Dios para toda la humanidad. Los retos que esta encuentra llaman a los cristianos a caminar junto a los demás, y la misión es parte integrante de este camino con todos. En ella llevamos, aunque en vasijas de barro, nuestra vocación cristiana, el tesoro inestimable del Evangelio, el testimonio vivo de Jesús muerto y resucitado, encontrado y creído en la Iglesia. Que la Jornada mundial de las misiones reavive en cada uno el deseo y la alegría de «ir» al encuentro de la humanidad llevando a todos a Cristo. En su nombre os imparto de corazón la bendición apostólica, en particular a quienes más se esfuerzan y sufren por el Evangelio. BENEDICTO XVI MENSAJE PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2011 6 de enero de 2011 © Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL Este mes se nos recuerda que proclamar el Evangelio es la tarea principal y la identidad misma de la Iglesia. A cada uno de los cristianos se nos pide que renovemos nuestro compromiso por la evangelización. Como persona laica en los Estados Unidos, me he dado cuenta que en algunos círculos los católicos no quieren hablar de la evangelización – mucho menos comprometerse en ella. Parece que muchos católicos se sienten avergonzados del deber cristiano de proclamar el Evangelio a todos los pueblos. Parece que prefieren una Iglesia que se interese sólo de sus propios asuntos y no se imponga a los demás. Después de todo, ¿quiénes somos nosotros, para decir a los demás que Jesucristo es el Salvador del mundo, que murió y resucitó de nuevo para liberar a todos del pecado y de la muerte? Esas son afirmaciones un poco altaneras. ¿Quién quiere comenzar una discusión? Aun peor, ¿Quién quiere parecer como un tonto?

Si me siento así respecto a la evangelización, quizá es hora de re-examinar mi propia fe como católico. Tal vez fui bautizado en Cristo como un niño, pero ¿alguna vez he realmente considerado el Bautismo como algo mío, propio? Tal vez creo en Jesús pero ¿me he encontrado con Él? ¿Lo conozco en la Palabra, lo conozco en la Eucaristía, lo conozco en la oración, lo conozco en mi vida cotidiana? ¿estoy convencido que sin Jesús me sentiría miserable? ¿Creo que con Jesús lo tengo todo? Jesús ha prometido estar con nosotros siempre: ¿Siento que él está caminando conmigo estos días? En una alocución a las Sociedades Misioneras Pontificias, el Papa Benedicto dijo que “una condición fundamental para la proclamación es dejarse tomar completamente por Cristo, la Palabra de Dios encarnada, porque sólo aquellos que escuchan atentamente al Verbo Encarnado, que están íntimamente unidos con Él, pueden llegar a ser sus heraldos”. Si no es así, dice el Santo Padre, nuestros esfuerzos en evangelizar son meramente “un proyecto humano, social, que esconde o deja fuera la dimensión trascendente de la salvación ofrecida por Dios en Cristo”. La Evangelización se ha convertido en una actividad cada vez más compleja en el mundo moderno. Pero su complejidad no debe desalentarnos. Si verdaderamente nos hemos dejado agarrar por Cristo, proclamaremos el Evangelio de manera auténtica en todo lo que hagamos. Para comenzar, nos sentiremos motivados por el amor de Cristo por todos los hombres y mujeres, sean pecadores o santos, creyentes o enemigos de la iglesia. Rezaremos para que todos puedan encontrar la paz de Cristo, especialmente las personas con quienes nos encontramos durante el día. En vez de buscar la riqueza y el poder, viviremos en solidaridad con las víctimas del mundo, con aquellos que tienen hambre y sed, con los que soportan la pobreza, la violencia y la injusticia, como lo hizo Jesús. Nos involucraremos y haremos lo que podamos para aliviar su sufrimiento. Y porque queremos hacer algo más daremos nuestro dinero para apoyar a las personas que llevan a cabo el trabajo de Cristo en nuestra vecindad y en el mundo. Y, por último, no tendremos miedo de que los demás sepan quiénes somos, lo que creemos y por qué vivimos de esta manera. En su primera carta, San Pedro parece que habla directamente a aquellos de nosotros que somos tímidos: “Y, ¿quién os hará mal si os afanáis por el bien? Mas, aunque sufrierais a causa de la justicia, dichosos vosotros. No les tengáis ningún miedo ni os turbéis. Al contrario, dad culto al Señor Jesucristo en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto. Mantened una buena conciencia” (I Pedro 3:13-16a). Douglas Leonard, Director Administrativo Oficina del Apostolado de la Oración – Estados Unidos

NOVIEMBRE INTENCION GENERAL - NOVIEMBRE

Para que los obispos, sacerdotes y todos los ministros del evangelio den valiente testimonio de fidelidad al Señor crucificado y resucitado.

Queridos seminaristas: En diciembre de 1944, cuando me llamaron al servicio militar, el comandante de la compañía nos preguntó a cada uno qué queríamos ser en el futuro. Respondí

que

subteniente

quería

replicó:

ser

sacerdote

Entonces

tiene

católico. usted

El que

buscarse otra cosa. En la nueva Alemania ya no hay necesidad de curas. Yo sabía que esta “nueva Alemania” estaba llegando a su fin y, que después de las devastaciones tan enormes que aquella locura había traído al País, habría más que nunca necesidad de sacerdotes. Hoy la situación es completamente distinta. Pero también ahora hay mucha gente que, de una u otra forma, piensa que el sacerdocio católico no es una “profesión” con futuro, sino que pertenece más bien al pasado. Vosotros, queridos amigos, habéis decidido entrar en el seminario y, por tanto, os habéis puesto en camino hacia el ministerio sacerdotal en la Iglesia católica, en contra de estas objeciones y opiniones. Habéis hecho bien. Porque los hombres, también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal, para aprender con Él y por medio de Él la vida verdadera, y tener presentes y operativos los criterios de una humanidad verdadera. Donde el hombre ya no percibe a Dios, la vida se queda vacía; todo es insuficiente. El hombre busca después refugio en el alcohol o en la violencia, que cada vez amenaza más a la juventud. Dios está vivo. Nos ha creado y, por tanto, nos conoce a todos. Es tan grande que tiene tiempo para nuestras pequeñas cosas: “Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados”. Dios está vivo, y necesita hombres que vivan para Él y que lo lleven a los demás. Sí, tiene sentido ser sacerdote: el mundo, mientras exista, necesita sacerdotes y pastores, hoy, mañana y siempre. [6] … Recientemente, hemos constatado con gran dolor que algunos sacerdotes han desfigurado su ministerio al abusar sexualmente de niños y jóvenes. En lugar de llevar a las personas a una madurez humana y ser un ejemplo para ellos, han provocado con sus abusos un daño que nos causa profundo dolor y disgusto. Debido a todo esto, muchos podrán preguntarse, quizás también vosotros, si vale la pena ser sacerdote; si es sensato encaminar la vida por el celibato. Sin embargo, estos abusos, que son absolutamente reprobables, no pueden desacreditar la misión sacerdotal, que conserva toda su grandeza y dignidad. Gracias a Dios, todos conocemos sacerdotes convincentes, forjados por su fe, que dan testimonio de cómo en este estado, en la vida celibataria, se puede vivir una humanidad auténtica, pura y madura. Pero lo que ha ocurrido, nos debe hacer más vigilantes y atentos, examinándonos cuidadosamente a nosotros mismos, delante de Dios, en el camino hacia el sacerdocio, para ver si es ésta su voluntad para mí. Es tarea de los confesores y de vuestros superiores acompañaros y ayudaros en este proceso de discernimiento. Un elemento esencial de vuestro camino es practicar las virtudes humanas fundamentales, con la mirada puesta en Dios manifestado en Cristo, dejándonos purificar por Él continuamente.

BENEDICTO XVI CARTA A LOS SEMINARISTAS 18 de octubre de 2010 © Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL Todo obispo, todo sacerdote, todo diácono cuando recibe el sacramento de la ordenación por medio de la imposición de las manos y de la oración de consagración, queda constituido en un ministro capacitado para servir precisamente a Cristo y a su Iglesia en la cual Él está presente, crucificado y resucitado. En la Iglesia que somos todos nosotros, comunidad de los bautizados, recibimos los sacramentos que son precisamente eso, signos reales de Cristo quien vive en medio de nosotros y por la acción de su Espíritu nos acompaña. El sacramento de la ordenación sacerdotal es otro signo vivo de la presencia de Cristo porque, por ejemplo, sin el sacerdote no se pueden celebrar sacramentos como la eucaristía, la reconciliación, la unción a los enfermos, o también, sin el obispo no puede celebrarse la misma ordenación sacerdotal. Pero hay algo más que debemos recordar: por el sacramento de la ordenación, el obispo, o el sacerdote, o el diácono se convierte en “otro Cristo” al servicio de sus hermanos, es decir que queda transformado para actuar, no como simple representante de Cristo y a nombre de Él, sino que tiene la grave responsabilidad para actuar “en la persona de Cristo” mismo, y hacer como dice San Pablo: Tengan los mismos sentimientos y actitudes de Cristo Jesús, quien, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios; sino que se vació de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana se humilló, se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte en cruz. (Filipenses 2: 5-8). En los últimos años hemos visto cómo la Iglesia también ha vivido con dolor el problema de la pedofilia, no exclusivo de ella. Algunos sacerdotes suyos abusaron sexualmente de personas menores de edad, es decir de niños y niñas, jóvenes pre-adolescentes, o personas discapacitadas. Este problema es por una parte, un monstruoso crimen y un delito penal que implica dañar y alterar el normal desarrollo de un niño o de un adolescente, con consecuencias psicológicas y sociales para la persona a largo plazo. Y por otra parte, el problema de los sacerdotes pedófilos es un escándalo terrible para la Iglesia porque significa herirla en algo tan íntimo a ella, como es el servicio de sus sacerdotes; y además, pone en peligro la confianza que los fieles han de sentir por sus sacerdotes y por la Iglesia misma. Se entiende que un ministro que comete un acto de este tipo, no puede ser ese “otro Cristo” que sirve a sus hermanos y en quien sus hermanos pueden confiar. El escándalo de la pederastia opaca y ensucia la imagen del ministerio sacerdotal. Por fortuna, si se compara con el número total de sacerdotes en el mundo, son pocos los sacerdotes que, por diversos motivos injustificables han cometido estos abusos contra personas que confiaron en ellos. La mayoría son fieles a su vocación y trabajan con valor y entusiasmo en diversos lugares: parroquias, colegios, hospitales, cárceles, lejanos sitios de misión, etc. En el año 2010, los sacerdotes de la Iglesia Católica en el mundo sumaban más de 410.000. En cambio, el número de sacerdotes que durante los años 2001 a 2010, la Iglesia investigó y realmente comprobó que cometieron abusos sexuales contra menores se acercó aproximadamente a 300 sacerdotes, y por delitos cometidos en un período de más o menos cincuenta años; es decir, el 0,3 % del total de los sacerdotes del mundo. De todos modos, basta un solo caso para ofendernos a todos como Iglesia, además de la ofensa concreta a la dignidad de quien es víctima de un sacerdote abusador. Con toda razón, podemos como Iglesia orar para que no se repitiera ni un solo caso como estos, y oremos como nos lo pide el Santo Padre en este mes, para que los que han sido ordenados como obispos, sacerdotes, diáconos, sean verdaderos y auténticos servidores, dando siempre un valiente testimonio de su sacerdocio, en fidelidad a Cristo. Dediquémonos allí, en casa, en familia, en la

comunidad parroquial por esta intención, para que la Iglesia tenga siempre del Señor los sacerdotes formados según el corazón de Cristo. Quizá nos ayude rezar como antes pedían las abuelas y los abuelos: «Señor, danos sacerdotes que sean santos, sabios y sencillos». P. Luis Javier Sarralde, S.J. jesuita colombiano, especialista en Derecho Canónico

PREGUNTAS PARA UNA REFLEXION INDIVIDUAL O EN GRUPO 1. Comparto mi testimonio personal de algún sacerdote a quien admire como un “valiente testimonio de fidelidad al Señor crucificado y resucitado”. 2. ¿Qué hemos aprendido como Iglesia después de saber de algunas graves situaciones de abuso en que han incurrido algunos sacerdotes? 3. ¿Somos comprensivos con nuestro párroco y con los sacerdotes en general, sabiendo que son hombres débiles igual que todos nosotros?

TEXTOS BIBLICOS PARA LA CELEBRACION • 1 Tim 3, 1-13 como deben ser los que presiden • Mateo 10,16-18 los envío como ovejas en medio de lobos • Lc 24,36-49 testigos del Resucitado

INTENCION MISIONERA - NOVIEMBRE Para que la Iglesia peregrina en la tierra resplandezca como luz de las naciones.

“Las naciones caminarán en su luz” (Ap 21, 24) “Las naciones caminarán en su luz” (Ap 21,24). Objetivo de la misión de la Iglesia es en efecto iluminar con la luz del Evangelio a todos los pueblos en su camino histórico hacia Dios, para que en Él tengan su realización plena y su cumplimiento. Debemos sentir el ansia y la pasión por iluminar a todos los pueblos, con la luz de Cristo, que brilla en el rostro de la Iglesia, para que todos se reúnan en la única familia humana, bajo la paternidad amorosa de Dios. Es en esta perspectiva que los discípulos de Cristo dispersos por todo el mundo trabajan, se esfuerzan, gimen bajo el peso de los sufrimientos y donan la vida. Reafirmo con fuerza lo que ha sido varias veces dicho por mis venerados Predecesores: la Iglesia no actúa para extender su poder o afirmar su dominio, sino para llevar a todos a Cristo, salvación del mundo. Nosotros no pedimos sino el ponernos al servicio de la humanidad, especialmente de aquella más sufriente y marginada, porque creemos que “el esfuerzo orientado al anuncio del Evangelio a los hombres

de nuestro tiempo... es sin duda alguna un servicio que se presenta a la comunidad cristiana e incluso a toda la humanidad” (Evangelii nuntiandi, 1), la cual “está conociendo grandes conquistas, pero parece haber perdido el sentido de las realidades últimas y de la misma existencia” (Redemptoris missio, 2). 1. Todos los Pueblos llamados a la salvación La humanidad entera tiene la vocación radical de regresar a su fuente, que es Dios, el único en Quien encontrará su realización final mediante la restauración de todas las cosas en Cristo. La dispersión, la multiplicidad, el conflicto, la enemistad serán repacificadas y reconciliadas mediante la sangre de la Cruz, y reconducidas a la unidad. El nuevo inicio ya comenzó con la resurrección y exaltación de Cristo, que atrae a sí todas las cosas, las renueva, las hace partícipes del eterno gozo de Dios. El futuro de la nueva creación brilla ya en nuestro mundo y enciende, aunque en medio de contradicciones y sufrimientos, la esperanza de una vida nueva. La misión de la Iglesia es la de “contagiar” de esperanza a todos los pueblos. Para esto Cristo llama, justifica, santifica y envía a sus discípulos a anunciar el Reino de Dios, para que todas las naciones lleguen a ser Pueblo de Dios. Es sólo al interno de dicha misión que se comprende y autentifica el verdadero camino histórico de la humanidad. La misión universal debe convertirse en una constante fundamental de la vida de la Iglesia. Anunciar el Evangelio debe ser para nosotros, como lo fue para el apóstol Pablo, un compromiso impostergable y primario. 2. Iglesia peregrina La Iglesia universal, sin confines y sin fronteras, se siente responsable del anuncio del Evangelio a pueblos enteros (cf. Evangelii nuntiandi, 53). Ella, germen de esperanza por vocación, debe continuar el servicio de Cristo al mundo. Su misión y su servicio no son a la medida de las necesidades materiales o incluso espirituales que se agotan en el marco de la existencia temporal, sino de una salvación trascendente, que se actúa en el Reino de Dios (cf. Evangelii nuntiandi, 27). Este Reino, aun siendo en su plenitud escatológico y no de este mundo (cf. Jn 18,36), es también en este mundo y en su historia fuerza de justicia, de paz, de verdadera libertad y de respeto de la dignidad de cada hombre. La Iglesia busca transformar el mundo con la proclamación del Evangelio del amor, “que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar... y así llevar la luz de Dios al mundo” (Deus caritas est, 39). Es a esta misión y servicio que, con este Mensaje, llamo a participar a todos los miembros e instituciones de la Iglesia. 3. Missio ad gentes De este modo, la misión de la Iglesia es la de llamar a todos los pueblos a la salvación operada por Dios a través de su Hijo encarnado. Es necesario por lo tanto renovar el compromiso de anunciar el Evangelio, que es fermento de libertad y de progreso, de fraternidad, de unidad y de paz (cf. Ad gentes, 8). Deseo “confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia” (Evangelii nuntiandi, 14), tarea y misión que los amplios y profundos cambios de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Está en cuestión la salvación eterna de las personas, el fin y la realización misma de la historia humana y del universo. Animados e inspirados por el Apóstol de las gentes, debemos ser conscientes de que Dios tiene un pueblo numeroso en todas las ciudades recorridas también por los apóstoles de hoy (cf. Hch 18,10). En efecto “la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor nuestro Dios, aunque estén lejos” (Hch 2,39). La Iglesia entera debe comprometerse en la missio ad gentes, hasta que la soberanía salvadora de Cristo se realice plenamente: “Pero ahora no vemos todavía que todo le esté sometido” (Hb 2,8). 4. Llamados a evangelizar también mediante el martirio

[…] La participación en la misión de Cristo, en efecto, marca también la vida de los anunciadores del Evangelio, para quienes está reservado el mismo destino de su Maestro. “Recordad lo que os dije: No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Jn 15,20). La Iglesia sigue el mismo camino y sufre la misma suerte de Cristo, porque no actúa según una lógica humana o contando con las razones de la fuerza, sino siguiendo la vía de la Cruz y haciéndose, en obediencia filial al Padre, testigo y compañera de viaje de esta humanidad. A las Iglesias antiguas como a las de reciente fundación les recuerdo que han sido colocadas por el Señor como sal de la tierra y luz del mundo, llamadas a difundir a Cristo, Luz de las gentes, hasta los extremos confines de la tierra. La missio ad gentes debe constituir la prioridad de sus planes pastorales. […] BENEDICTO XVI MENSAJE PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2009 29 de junio de 2009 © Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL Por medio de esta intención misionera el Santo Padre invita a todos los cristianos a meditar sobre la vocación y sobre la misión de la Iglesia, y a considerar igualmente la parte que ellos tienen en la realización de estas. Por eso nosotros no estamos invitados sólo a rogar por la Iglesia – como si ella fuera una cosa que tenemos delante – pero más bien se nos impulsa a contribuir con toda nuestra vida para hacer que la Iglesia viva su vocación de dar testimonio de Dios que se hizo hombre por todos los hombres, por toda la humanidad, y para anunciar de esta manera la luz que en Jesucristo ha venido al mundo. Juntamente con la Iglesia somos invitados a unirnos al cántico de Zacarías y a confesar delante de todos los pueblos que Cristo ha venido a visitarnos de lo alto “como una Luz de lo alto a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (cf. Lc 1,79). Dios quiere continuar su obra hoy, comenzada en Jesucristo por medio de la Iglesia para que lleve su luz a todas las naciones y les anuncie su salvación. Sabemos que en el cumplimiento de esta orden la Iglesia se encuentra todavía en camino, pero que también depende del compromiso y de la colaboración de todos los cristianos. Por eso, como Jesús en el camino hacia la cruz pidió a sus discípulos en Getsemaní que se unieran a su oración, así también la “Iglesia peregrina”, sintiendo su debilidad y reconociendo su necesidad, pide a sus fieles que recen por ella, para que pueda corresponder a su misión de dar testimonio del amor inmenso de Dios por los hombres y de ponerse, lo más posible al servicio de todos aquellos que todavía les falta la luz y, sin embargo, desean su redención. Uniéndonos a la oración de la Iglesia procuramos sentir compasión particularmente hacia aquellos que hasta ahora no han tenido la experiencia del amor de Jesucristo; también hacemos nuestra la preocupación de la Iglesia por las personas “que viven en tinieblas”. Nuestra oración verdaderamente se hace profunda y verdadera sólo en la medida en que estemos dispuestos a ofrecerle a Dios nuestra vida por la iglesia y por todos aquellos que todavía sufren la falta de la luz. De esta manera esta oración se transforma al final en una oración por nosotros mismos y por nuestra conversión, siempre necesaria. Es decir, se transforma en la humilde petición dirigida a Dios pidiéndole que nos ayude a vivir mejor nuestra vocación del bautismo. Es por el bautismo que pertenecemos a la Iglesia que necesita nuestra oración, es por el bautismo que somos llamados a anunciar a todos los pueblos la luz de Jesucristo. Padre Toni Witwer, sj Postulador General de la Compañía de Jesús

DICIEMBRE INTENCION GENERAL - DICIEMBRE

Para que los migrantes sean acogidos en todo el mundo

con

generosidad

y

amor

auténtico,

especialmente por las comunidades cristianas.

62. Otro aspecto digno de atención, hablando del desarrollo humano integral, es el fenómeno de las migraciones. Es un fenómeno que impresiona por sus grandes dimensiones, por los problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos que suscita, y por los dramáticos desafíos que plantea a las

comunidades

nacionales

y

a

la

comunidad

internacional. Podemos decir que estamos ante un fenómeno social que marca época, que requiere una fuerte y clarividente política de cooperación internacional para afrontarlo debidamente. Esta política hay que desarrollarla partiendo de una estrecha colaboración entre los países de procedencia y de destino de los emigrantes; ha de ir acompañada de adecuadas normativas internacionales capaces de armonizar los diversos ordenamientos legislativos, con vistas a salvaguardar las exigencias y los derechos de las personas y de las familias emigrantes, así como las de las sociedades de destino. Ningún país por sí solo puede ser capaz de hacer frente a los problemas migratorios actuales. Todos podemos ver el sufrimiento, el disgusto y las aspiraciones que conllevan los flujos migratorios. Como es sabido, es un fenómeno complejo de gestionar; sin embargo, está comprobado que los trabajadores extranjeros, no obstante las dificultades inherentes a su integración, contribuyen de manera significativa con su trabajo al desarrollo económico del país que los acoge, así como a su país de origen a través de las remesas de dinero. Obviamente, estos trabajadores no pueden ser considerados como una mercancía o una mera fuerza laboral. Por tanto no deben ser tratados como cualquier otro factor de producción. Todo emigrante es una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación[142]. BENEDICTO XVI CARTA ENCÍCLICA - CARITAS IN VERITATE 29 de junio de 2009 © Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL Para nuestro comentario pastoral para esta intención de oración, compartimos con ustedes los párrafos centrales de un mensaje que nuestro Director General, el Padre Adolfo Nicolás, sj, dirigió al SJR. Mensaje del P. General al Servicio Jesuita de Refugiados (SJR) en su 30º aniversario Como sabéis, el mundo de los desplazados a los que el SJR desea servir está cambiando rápidamente. Desde los 'boat people' vietnamitas que inspiraron al principio la respuesta piadosa del P. Arrupe en nombre de la Compañía, han surgido nuevas formas de desplazamiento, vulnerabilidad y sufrimiento. Lo

sabéis mejor que yo: las víctimas de desastres naturales y medioambientales, los que perdieron sus tierras y hogares como consecuencia de la codicia por los minerales y los recursos, el creciente número de refugiados urbanos, sólo por nombrar unos pocos. ¿Cómo puede el SJR promover el espíritu y las estructuras de la libertad ignaciana para responder con agilidad a estos nuevos llamamientos a nuestra compasión? En nuestro servicio a los refugiados, me pregunto cómo el SJR puede construir comunidades participativas. La larga tradición de depender de la ayuda de otros puede ser un obstáculo para que aquellos a quienes servimos asuman la responsabilidad de sus propias necesidades. Ayudar a la gente a hacer lo correcto, sin depender de los de fuera, quién puede hacerlo mejor y más rápido, requerirá de mucha objetividad y paciencia; pero, a largo plazo, será más efectivo. Queremos responder a las necesidades, ciertamente. Pero, ¿cómo construir algo más duradero, algo que fortalezca la humanidad de aquellos con quienes trabajamos? ¿Cómo podemos ayudarles a vivir y caminar hacia la reconciliación, la cura de las heridas profundas a menudo conectadas con el desplazamiento violento, de manera que puedan surgir comunidades de paz? También me pregunto cómo el SJR podría defender y promover más activamente el valor del Evangelio de la hospitalidad en un mundo de fronteras cerradas y de una creciente hostilidad hacia los extranjeros. La hospitalidad es un valor profundamente humano y cristiano que reconoce el clamor del otro, no porque él o ella sea un miembro de mi familia, de mi comunidad, de mi raza o de mi fe, sino simplemente porque él o ella es un ser humano que merece ser bienvenido y respetado. Es la virtud del buen samaritano, que en el camino vio al hombre, no al miembro de otra raza, sino al hermano necesitado. Es un valor que vosotros en el SJR sabéis que se erosiona día a día en el mundo de hoy, en la cultura y en las políticas, porque muchos son los que tienen miedo al 'otro'. Muchos cierran sus fronteras y corazones, por miedo o resentimiento, a aquellos que son diferentes. El SJR, sirviendo a los refugiados, es la hospitalidad del Evangelio en acción; pero, quizás, debamos preguntarnos cómo, creativa, efectiva y positivamente influir en los cerrados y poco acogedores valores de las culturas en las que trabajamos. Adolfo Nicolás SI Superior General

Ver el texto completo:  http://www.jrs.net/director?TN=LETTER-20101221072912&L=ES Ver más en:  MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y DEL REFUGIADO (2011)

PREGUNTAS PARA UNA REFLEXION INDIVIDUAL O EN GRUPO 1. ¿Notamos en nuestra sociedad actitudes racistas o xenófobas? ¿en nosotros mismos? ¿Qué podemos hacer como cristianos para contrarrestarlas? 2. ¿Cómo podemos promover más activamente los valores de la acogida y la hospitalidad en un mundo cada vez más hostil, que cierra progresivamente sus fronteras a los extranjeros? 3. ¿Qué iniciativa concreta podemos tomar en nuestra comunidad cristiana en beneficio de los migrantes, siempre respetando la dignidad de los que reciben la ayuda?

TEXTOS BIBLICOS PARA LA CELEBRACION • Lv 19,33-34 acoger al forastero • 1 Cor 12,13 somos un solo cuerpo, judíos o griegos, esclavos o libres • Mt 25,31-46 fui forastero y me acogisteis

INTENCION MISIONERA - DICIEMBRE Para que Cristo se revele a toda la humanidad con la luz que emana de Belén y se refleja en el rostro de la Iglesia.

Queridos hermanos y hermanas: Celebramos con alegría la solemnidad de la Epifanía, "manifestación"

de

Cristo

a

los

gentiles,

representados por los Magos, misteriosos personajes llegados de Oriente. Celebramos a Cristo, meta de la peregrinación de los pueblos en búsqueda de la salvación. En la primera lectura hemos escuchado al profeta,

inspirado

por

Dios,

que

contempla

a

Jerusalén como un faro de luz, que, en medio de las tinieblas y de la niebla de la tierra, orienta el camino de todos los pueblos. La gloria del Señor resplandece sobre la ciudad santa y atrae ante todo a sus hijos deportados y dispersos, pero al mismo tiempo también a las naciones paganas, que de todas las partes acuden a Sión como a una patria común, enriqueciéndola con sus bienes (cf. Is 60, 1-6). […] Surgen espontáneamente algunas preguntas: ¿en qué sentido, hoy, Cristo es aún lumen gentium, luz de los pueblos? ¿En qué punto está —si se puede hablar así— este itinerario universal de los pueblos hacia él? ¿Está en una fase de progreso o de retroceso? Y también: ¿quiénes son hoy los Magos? ¿Cómo podemos interpretar, pensando en el mundo actual, a estos misteriosos personajes evangélicos? Para responder a estos interrogantes, quisiera volver a lo que los padres del concilio Vaticano II dijeron al respecto. Y quiero añadir que, inmediatamente después del Concilio, el siervo de Dios Pablo VI, hace cuarenta años, exactamente el 26 de marzo de 1967, dedicó al desarrollo de los pueblos la encíclica Populorum progressio. En verdad, todo el concilio Vaticano II se sintió impulsado por el anhelo de anunciar a la humanidad contemporánea a Cristo, luz del mundo. En el corazón de la Iglesia, comenzando por el vértice de su jerarquía, brotó con fuerza, suscitado por el Espíritu Santo, el deseo de una nueva epifanía de Cristo en el mundo, un mundo que la época moderna había transformado profundamente y que por primera vez en la historia se encontraba ante el desafío de una civilización global, donde el centro ya no podía ser Europa y ni siquiera lo que llamamos Occidente y Norte del mundo. Resultaba necesario establecer un nuevo orden mundial político y económico, pero al mismo tiempo y sobre todo espiritual y cultural, es decir, un renovado humanismo. Con creciente evidencia se imponía esta constatación: un nuevo orden mundial económico y político no funciona si no hay una renovación espiritual, si no podemos acercarnos de nuevo a Dios y encontrar a Dios en medio de nosotros. […]

Cristo es la luz, y la luz no puede oscurecerse; sólo puede iluminar, aclarar, revelar. Por tanto, que nadie tenga miedo de Cristo y de su mensaje. Y si a lo largo de la historia los cristianos, por ser hombres limitados y pecadores, lo han traicionado a veces con sus comportamientos, esto hace resaltar aún más que la luz es Cristo y que la Iglesia sólo la refleja permaneciendo unida a él. […] Queridos hermanos y hermanas, también nosotros detengámonos idealmente ante el icono de la adoración de los Magos. Encierra un mensaje exigente y siempre actual. Exigente y siempre actual ante todo para la Iglesia que, reflejándose en María, está llamada a mostrar a los hombres a Jesús, nada más que a Jesús, pues él lo es Todo y la Iglesia sólo existe para permanecer unida a él y para darlo a conocer al mundo. Que la Madre del Verbo encarnado nos ayude a ser dóciles discípulos de su Hijo, Luz de los pueblos. El ejemplo de los Magos de entonces es una invitación también para los Magos de hoy a abrir su mente y su corazón a Cristo y ofrecerle los dones de su búsqueda. A ellos, a todos los hombres de nuestro tiempo, quisiera repetirles hoy: no tengáis miedo de la luz de Cristo. Su luz es el esplendor de la verdad. Dejaos iluminar por él, pueblos todos de la tierra; dejaos envolver por su amor y encontraréis el camino de la paz. Así sea. BENEDICTO XVI HOMILÍA - SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR 6 de enero de 2007 © Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana

COMENTARIO PASTORAL No podemos recibir un mejor regalo de otra persona que ser elegido como su amigo querido, amado. Si lo entendemos así, podemos celebrar la Navidad adecuadamente cuando tomamos en serio las palabras de Jesús a Nicodemo, ‘Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna’. (Juan 3.16). Entonces empezamos a apreciar la profecía de Isaías que después citó Mateo (4, 16), ‘El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande’ (Is 9.1). El color morado de Adviento es la media luz que predice el amanecer de un día lleno. Anuncia la maravilla y gloria del amor de Dios hacia cada uno de nosotros, que nunca falla. Es esa la verdad más profunda de nuestra vida, que se revela en el nacimiento de Jesús, enviado del Padre para que en su luz podamos ver la luz y, creyendo, poder seguir su camino hacia la verdadera paz y no andar perdidos. Cuando reflexionamos sobre las diferentes intenciones por las cuales nos pide el Santo Padre que recemos cada mes, descubrimos que lo que estamos pidiendo en casi todas es que nuestros corazones y mentes, o los corazones y mentes de los demás, estén más abiertos a las inspiraciones del Espíritu Santo, abiertos para amar más, para una entrega mayor. Como individuos y como grupos – familias, naciones, Iglesia – para estar completamente vivos hemos de estar abiertos a este crecimiento. Nuestras mentes deben crecer en el conocimiento y aprecio de la verdad fundamental de la humanidad, es decir, nuestra dependencia absoluta en Dios y de la total entrega de sí mismo para amarnos. Y nuestros corazones, por medio de la reflexión, deben crecer mostrando nuestro amor en la entrega de nosotros mismo a Dios y unos a otros. Desde el pesebre de Belén hasta el Sermón de la Montaña hasta la Cruz del Calvario, esto fue lo que Jesús nos enseñó, por medio de su palabra y ejemplo, con el poder del Espíritu de Sabiduría y Amor; esta fue la luz que envió para dirigir a los hombres hacia una vida nueva, alejándolos de la auto-destrucción. El mismo Jesús que dijo que había venido para que tuviéramos vida en abundancia (cf. Jn 10,10), también nos ofreció el camino más seguro para la vida, su propio camino iluminado por la entrega de sí

mismo, brillando ya en el establo de Belén con el poder del Espíritu Santo. ‘El que camina en tinieblas no sabe a dónde va. Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz”.… Yo, la luz he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas’. (Juan 12. 35 y 46). La oscuridad, el mal, el preferirse a sí mismo en vez de a Dios, debía ser vencido primero en sí mismo, ‘El que me ha enviado está conmigo; no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él’ (Juan 8.29), y luego aquellos que se abren a la luz que él trae, ‘Todo el que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado’ (Juan 6.37-39). Así, ganado para nosotros por la entrega total de Cristo, el Espíritu de Adopción nos une a él como hijos e hijas muy amados del Padre. Es para anunciar y reflejar la luz de esta Filiación en lo profundo de nuestra mente y corazón que Cristo viene a nosotros hoy y cada día, y nos capacita así por el don de su Santo Espíritu. Él viene para ser nuestro camino hacia el Padre, la Verdad de nuestra relación amorosa con él y nuestro compartir en la Vida misma de Dios. Cuando nos ofrece el verdadero alimento y bebida de su Cuerpo y Sangre, el agua viva del Espíritu, la verdadera viña de su Cuerpo, la Iglesia y la vida eterna, él nos recuerda que el mundo que nos parece tan real no es más que un campo de entrenamiento para crecer en el amor que se entrega a sí mismo. Nuestras vidas aquí son un anticipo de la plenitud de vida en el amor de nuestro Padre, que vivimos desde ya en la acción de gracias. Él nos invita a sus hermanos y hermanas a ver nuestras vidas y las necesidades de los demás a esta luz de Belén, de su amor, la luz que revela nuestra verdadera realidad, para poder llevar su paz a nuestro mundo como testigos fieles de su verdad, de su entrega total, en el gozo de su gloria Pascual. James Fitzimons, sj Antiguo Secretario Nacional del AP en África del Sur 

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