ORGANIZACION DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACION, LA CIENCIA Y LA CULTURA. Palabras del Señor Koichiro Matsuura

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DG/2006/041 Original: Español ORGANIZACION DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACION, LA CIENCIA Y LA CULTURA

Palabras del Señor Koichiro Matsuura

Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)

sobre el tema de la educación, la universidad y la diversidad cultural

Universidad Nacional Autónoma de México, México, D.F., 22 de marzo de 2006

DG/2006/041 – Página 1 Señor Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Señor Secretario de Educación Pública de México, Don Reyes Taméz Guerra, Señoras y Señores Profesores, Señoras y Señores, Es un gran honor y un gran placer estar hoy con ustedes, en la distinguida Universidad Nacional Autónoma de México, una de las más antiguas y prestigiadas universidades de las Américas y una de las cien mejores universidades en el mundo. Durante largo tiempo, la UNAM ha sido un recurso vital para la capital y para la nación, ha producido líderes en numerosos campos y provee de manera permanente mujeres y hombres jóvenes, cuya educación y preparación los califica para realizar valiosas contribuciones a su país. Me da mucho gusto tener esta oportunidad de dirigirme a ustedes y en especial sobre un tópico muy cercano al corazón de la UNESCO: “La Educación, la Universidad y la Diversidad Cultural”. Hace tan sólo un mes visité México, en ocasión de la Sexta Reunión Ministerial de Seguimiento de la Iniciativa Educación-9 (E-9) en Monterrey, Nuevo León. Fue un gran honor haber inaugurado esta reunión con el Presidente Vicente Fox Quesada y el Ministro Taméz. La Iniciativa E-9 agrupa a nueve países densamente poblados, cuyos esfuerzos para alcanzar los objetivos de la Educación para Todos (EPT) para el año dos mil quince, habrá de ser crucial para el éxito de esta empresa en su totalidad. Algunos de estos países, como México, ya han realizado importantes avances hacia la universalización de una educación básica de calidad, mientras otros aún tienen mucho por hacer. Esta Iniciativa representa un vehículo para el establecimiento de compromisos, para promover la cooperación Sur-Sur en educación y para compartir las buenas prácticas y políticas en este ámbito. La letra “E” en la palabra UNESCO, corresponde a “Educación” y en este año en el cual la Organización está celebrando su sexagésimo aniversario (¡muy corto comparado con la edad de la UNAM!), la importancia de la educación es constante. La educación, especialmente la educación básica, es un derecho humano, cuya concreción es esencial para el desarrollo, ya sea éste para los individuos, las comunidades o las naciones. Por supuesto, la Educación para Todos es actualmente la más elevada prioridad de la UNESCO. La educación básica de calidad, equitativamente accesible para todos, es el fundamento de todo aprendizaje organizado en la sociedad moderna, desde la educación secundaria y la preparación vocacional hasta la educación superior, pasando también por las diferentes formas de educación popular y de educación para los adultos. Si bien la UNESCO es la agencia especializada para educación en el sistema de las Naciones Unidas, ello no implica que este campo sea exclusivamente nuestro, sin embargo, yo así lo creo, de manera permanente da una orientación y perspectiva a nuestra labor. Esto está expresado de forma diáfana en nuestra Constitución: “La

DG/2006/041 – Página 2 Organización se propone contribuir a la paz y a la seguridad estrechando, mediante la educación, la ciencia y la cultura, la colaboración entre las naciones, a fin de asegurar el respeto universal a la justicia, a la ley, a los derechos humanos y a las libertades fundamentales que sin distinción de raza, sexo, idioma o religión, la Carta de las Naciones Unidas reconoce a todos los pueblos del mundo”. De este modo, nuestra labor no es tan sólo para la educación, sino para la educación que promueva la paz, la seguridad, los derechos humanos, las libertades fundamentales, la comprensión mutua y el respeto para el prójimo. Esta misión maravillosa es nuestro punto de partida y matiza todo lo que llevamos a cabo. Empero, es menester que reconozcamos que para ser consecuentes con los tiempos cambiantes, debemos adaptar la forma como aplicamos nuestro mandato, a la luz de las condiciones novedosas y a los retos que ellas conllevan. En la coyuntura histórica actual, tengo la certeza que los temas que rodean la compleja cuestión de la diversidad cultural, son los más desafiantes que encara la comunidad internacional. Creo, asimismo, que si bien la educación es y debe de ser parte de la solución, también puede ser parte del problema. Antes de examinar los aspectos educativos, con su venia trataré suscintamente algunos de los temas fundamentales asociados a la diversidad cultural y la manera como la UNESCO los ha venido abordando. Ni la transición de un siglo a otro, ni ningún evento, por sobresaliente que sea, puede captar adecuadamente el “espíritu de la era”. La relevancia actual de los temas sobre la diversidad cultural, se basa en la fuerte inquietud acerca de la identidad cultural, en la mera supervivencia de las diferentes culturas y lenguas, y en la dirección general del cambio cultural. Pero ¿qué queremos expresar cuando hablamos de “cultura”?. Desde luego no confino este término a la cultura de élite, o al acopio de conocimientos y obras de arte o literatura que pueden ser coleccionados o acumulados. La cultura implica todos los factores que conforman las maneras de pensar, sentir y actuar del individuo en tanto miembro de la sociedad. De acuerdo con la Declaración de la UNESCO sobre Diversidad Cultural adoptada en dos mil uno, la cultura debe ser entendida como “el conjunto de los rasgos distintivos espirituales, materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y de las letras, los modos de vida, las maneras de convivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”. Bajo esta perspectiva, la diversidad cultural es el resultado de la coexistencia de distintas sociedades en el mundo y nos remite a las diversas formas en que las culturas de grupos y sociedades encuentran su expresión. Sin embargo, esas culturas

DG/2006/041 – Page 3 no pueden ser delimitadas con precisión. Son dinámicas y evolucionan, interactúan y se mezclan a través de procesos que ocurren a nivel global, regional, nacional y local. De esta forma, al buscar la protección de la diversidad cultural, la UNESCO reconoce que ni es posible ni es deseable “congelar” las culturas. La tarea consiste en defender la diversidad cultural, al tiempo que se le refresca al fomentar la creatividad humana, el desarrollo y la renovación. Esto implica, creo yo, que la adopción del pluralismo cultural y lingüístico como modelo de política y praxis, es cada vez más deseable por igual en y entre los países. La UNESCO siempre ha buscado defender y promover la diversidad cultural, pero estas tareas han requerido de acciones urgentes en los años recientes, debido al impacto de la aceleración de la globalización. El proceso de la globalización ha estado marcado por el incremento del intercambio cultural y, al mismo tiempo, por tendencias encaminadas hacia la homogeneización cultural y lingüística. Parecería una paradoja, pues mientras más interactuamos, menos compartimos. Es en este contexto que los Estados Miembros de la UNESCO se han abocado a la elaboración de nuevos instrumentos normativos en el terreno de la cultura los cuales, junto con las ya existentes convenciones, recomendaciones y declaraciones, han creado un nuevo marco para proteger y promover la diversidad cultural. Además de la Declaración de la UNESCO sobre Diversidad Cultural, estos nuevos instrumentos incluyen la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático (dos mil uno), la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Intangible (dos mil tres), y la Convención sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de Expresiones Culturales (dos mil cinco). También relacionada con los retos que presenta la globalización hay otra dimensión del debate sobre la diversidad cultural, y ésta es principalmente la necesidad de cultivar el diálogo intercultural, o lo que se ha dado en llamar “Diálogo entre Civilizaciones”. La importancia de este diálogo quedó de manifiesto a nivel internacional, tras los ataques del once de septiembre en Nueva York y Washington. La designación por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas del dos mil uno como Año Internacional del Diálogo entre las Civilizaciones, para el cual la UNESCO fue la agencia líder, son prueba de ello. Sin embargo, estos eventos sin duda dieron ímpetu y urgencia a los esfuerzos para encontrar caminos que conduzcan el intercambio intercultural que pueda mejorar la comprensión mutua entre pueblos, culturas y religiones y debilitar el impulso de involucrarse en el terrorismo. Por su parte, la UNESCO ha organizado una serie de reuniones internacionales, regionales y subregionales sobre el tema del diálogo intercultural, pero con creciente énfasis en traducir los entendimientos comunes en acciones concretas, incluidas las áreas de la educación, el patrimonio cultural y los medios de comunicación. Desafortunadamente, el progreso que se alcanza mediante el trabajo arduo durante

DG/2006/041 – Página 4 años, puede ser revertido por una simple crisis y esto ha ocurrido como resultado de la reciente controversia propiciada por la publicación de unas caricaturas. Al inicio de este asunto, emití una declaración llamando a la razón e instando a todos los pueblos e individuos a abordar el tema en calma. Por supuesto, comprendí por qué tantos pueblos islámicos fueron ofendidos por las caricaturas, pero condené el uso de la violencia que es inaceptable. Al mismo tiempo, la libertad de expresión y la libertad de prensa deben ser defendidas. Lo importante ahora es aprender las lecciones de esta controversia, y promover el diálogo intercultural con renovado vigor y determinación. Señoras y Señores, Así las cosas, ¿cuál debe ser el papel de la educación en general y de las universidades en particular en lo que atañe a los temas y a los retos en torno a la diversidad cultural? De entrada, debe asumirse como obvio que los conceptos cultura y educación están tan profundamente interconectados que son inseparables. Puesto que la cultura determina nuestros marcos referenciales, nuestras formas de pensar y de actuar, nuestras creencias e incluso nuestros sentimientos, en el corazón de la educación está el forjar sus contenidos, modalidades y contextos. Todos los actores involucrados en la educación – profesores, estudiantes, decisores, familiares, miembros de la comunidad – son portadores de perspectivas y convicciones culturales. Los procesos educativos, tales como las maneras de enseñar y aprender, la transmisión de conocimientos y la adquisición de habilidades, son culturalmente determinados, y los contenidos curriculares en sí mismos pueden bien ser caracterizados como una selección de la cultura de una nación. Simultáneamente, a un grado sin precedentes en la historia de la humanidad, la cultura está basada en la educación. Gran parte de la responsabilidad para transmitir y enriquecer la cultura es actualmente responsabilidad de los procesos educativos organizados típicamente en escuelas y universidades. Es en estos recintos donde la cultura, o aspectos particulares de ella, son también legitimados, con amplias implicaciones para toda la sociedad. Por estas razones, la educación está llamada a desempeñar un papel relevante al abordar temas culturales, incluyendo aquéllos que conciernen a la diversidad cultural. Se espera que la educación contribuya a estabilizar los conflictos, a eliminar los estereotipos culturales, a fomentar el diálogo intercultural y a promover la paz, la tolerancia y la comprensión mutua. Está llamada a edificar el respeto por el patrimonio cultural, material e intangible, y a contribuir a la construcción de las identidades culturales de quienes aprenden. Las aulas deben ser utilizadas como espacios para promover el diálogo y la comprensión.

DG/2006/041 – Page 5 La universidad es un ambiente particularmente importante cuando se trata de asuntos que competen a la diversidad cultural. De manera creciente, las universidades son pobladas por personas que provienen no de estratos sociales estrechos u homogéneos, sino de todos los caminos de la vida, de diferentes regiones, comunidades, grupos étnicos y culturas distintas. Al proporcionar un remanso de libertad académica donde las ideas pueden ser libremente exploradas y compartidas, la universidad ha sido en ocasiones un oásis aislado en un desierto de represión y de uniformidad. De manera creciente, sin embargo, la universidad está llamada a comprometerse con la sociedad y a ser un reflejo de ésta, pero de alguna forma se espera que esté suficientemente apartada, para tener la distancia necesaria para la reflexión serena e independiente. Al proporcionar un espacio en el cual los temas que rodean a la diversidad cultural puedan ser discutidos libre y abiertamente, las universidades pueden desempeñar un papel muy constructivo para ayudar a la sociedad a pensar acerca de estos temas y sus implicaciones. No me cabe duda que si alguien tuviese que diseñar un lugar de aprendizaje, en el cual el diálogo intercultural pudiese florecer, el resultado sería muy cercano a lo que es una universidad. En nuestros tiempos de cambio, todas las universidades crecientemente se han internacionalizado, en diferentes medidas, en términos del origen de su personal y de sus alumnos, y en términos de sus compromisos con los circuitos internacionales de intercambio intelectual e interacción escolar. Como resultado de ello, los debates que tienen lugar en una parte del mundo no se pueden aislar fácilmente aunque pretendiéramos hacerlo así. La universalización del conocimiento que subyace en la idea de la universidad debería abarcar la pluralidad del conocimiento. Esto impone ciertas demandas y responsabilidades para la participación de la universidad en los debates contemporáneos. Ello acontece en la comunidad académica comúnmente, pero necesita cultivarse. En particular hay una necesidad de revisar los contenidos curriculares y los programas de estudio para analizar si son adecuados a la tarea de abordar el mundo tal cual es y cómo será en el futuro. Existe también la necesidad de observar cómo se trata a los diferentes grupos, incluyendo a las minorías culturales y a los grupos autóctonos. En última instancia la clave no es tan sólo aprender los principios de la educación intercultural, sino aplicarlos. Considero que existe el riesgo de que las instituciones educativas, tales como escuelas y universidades, se saturen de responsabilidades y de tareas novedosas que la sociedad encuentre difíciles de cumplir. No obstante, los retos de la diversidad cultural y el diálogo intercultural no son periféricos al propósito de la educación, sino que están en su núcleo. Para la UNESCO los nexos entre la educación, las universidades y la diversidad cultural es donde se debe abordar el reto de aprender a convivir juntos en estos tiempos turbulentos. Agradezco su atención.

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