ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DEL CÁLCULO INFINITESIMAL

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´ ´ ORIGEN Y DESARROLLO HISTORICO DEL CALCULO INFINITESIMAL ˜ oz-Lecanda 1 , N. Roma ´ n-Roy 2 M.C. Mun Departamento de de Matem´atica Aplicada y Telem´atica C/ Jordi Girona 1; Edificio C-3, Campus Norte UPC E-08034 BARCELONA

1 2

[email protected] [email protected]

Contents 1 Introducci´ on

3

2 Origen hist´ orico: los problemas

4

2.1

El problema de las tangentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

4

2.2

Problemas de m´ aximos y m´ınimos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

5

2.3

Problemas de integraci´ on . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

5

2.4

Otros problemas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

7

3 Newton y Leibnitz

9

3.1

El c´ alculo seg´ un Newton . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

3.2

El c´ alculo seg´ un Leibnitz

3.3

Comparaci´ on . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

3.4

Desarrollos inmediatos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

4 El siglo XVIII 4.1

9

13

Euler . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 4.1.1

Sobre el concepto de funci´on . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14

4.1.2

Tratamiento de las funciones elementales

4.1.3

Derivadas y diferenciales de las funciones elementales . . . . . . . . . . . . . . 16

4.1.4

Sobre la f´ ormula de Taylor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16

4.1.5

Otros temas tratados por Euler . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

4.2

Problemas con las series . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

4.3

Controversias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

5 El siglo XIX

19 1

´ n-Roy: Origen y desarrollo... M.C. Mu noz-Lecanda, N. Roma

2

5.1

Funciones y continuidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20

5.2

Derivaci´ on . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

5.3

Integraci´ on . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22

5.4

Convergencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

5.5

Los n´ umeros reales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

Chapter 1

Introducci´ on Es tradicional decir que Newton y Leibnitz inventaron el c´alculo infinitesimal. Normalmente se atribuye a personas concretas las invenciones concretas, pero no los m´etodos generales, que suelen ser resultado de la evoluci´ on hist´ orica de los problemas y de las soluciones particulares que se han ido dando a cada uno. Sin embargo, el c´alculo infinitesimal se atribuye en concreto a los mencionados investigadores, habiendo sido el m´etodo que ha posibilitado la resoluci´on de un mayor n´ umero de problemas dispares desde su descubrimiento. Desde este punto de vista, el trabajo de Newton y Leibnitz es extraordinario pero no es el u ´nico. La situaci´on es semejante a la atribuci´ on a Einstein de la teor´ıa de la Relatividad. Evidentemente su trabajo es enorme; pero su labor, como la de los anteriores, tiene el m´erito de haber sido de una s´ıntesis y de una imaginaci´ on inmensa para conseguir unir todos los problemas en uno y dar una sola soluci´on a todos ellos. Este es el punto de vista que se va a seguir en este corto repaso del desarrollo hist´orico del c´alculo. Hay unos nombres concretos, pero, sobre todo, est´a el trabajo de muchas personas que hacen evolucionar el conocimiento humano. Inicialmente se van a analizar los problemas que dieron origen al c´alculo y otros problemas de la ´epoca que, aunque no eran exactamente de c´alculo, posibilitaron las soluciones, que se describir´ an brevemente. Seguidamente se expondr´ a sucintamente parte de los trabajos de Newton y Leibnitz y se har´a una comparaci´ on de los mismos. A continuaci´on se efectuar´a una corta relaci´on de los desarrollos que se hicieron a lo largo de los siglos XVIII y XIX y de los nuevos problemas que se abordaron en ellos. Debe se˜ nalarse que no se pretende aqu´ı hacer un estudio del desarrollo hist´orico del an´ alisis matem´atico, que tiene muchas ramas hoy claramente diferenciadas, sino solamente de lo concerniente al llamado c´ alculo infinitesimal. De ah´ı que, aunque se haga alguna referencia a otras cuestiones (por la influencia que tuvieron en el c´alculo), realmente la exposici´on se va a centrar, en principio, en los problemas de derivaci´ on e integraci´on de funciones, y despu´es en los de continuidad de funciones y convergencia de series.

3

Chapter 2

Origen hist´ orico: los problemas La situaci´on de los problemas matem´ aticos a mediados del siglo XVII era aproximadamente la siguiente: adem´ as de tener readquiridos los resultados y m´etodos de la matem´atica griega, el desarrollo de la geometr´ıa anal´ıtica (el m´etodo de las coordenadas) hab´ıa permitido plantear y resolver algunos problemas relacionados con curvas, de las cuales se conoc´ıan muchos tipos. Por otra parte, la f´ısica proporcionaba un punto de vista cinem´atico: una curva pod´ıa interpretarse como la trayectoria de un punto material m´ovil. Varios tipos de problemas se planteaban sobre las curvas. Aunque la clasificaci´on existente en aquel momento era m´ as amplia (pues se utilizaba un m´etodo apropiado para cada problema), se va a simplificar utilizando el punto de vista, e incluso el lenguaje, actuales.

2.1

El problema de las tangentes

Es el problema de hallar la ecuaci´ on de la tangente a una curva dada, en un punto. Su origen es geom´etrico y t´ecnico. Geom´etricamente, proviene del tiempo de los antiguos griegos, que obtuvieron las tangentes de algunas curvas. Por otra parte, era necesario resolver este problema para el dise˜ no de lentes ´opticas (una cuesti´ on importante en la ´epoca de la que hablamos, el siglo XVII). Tambi´en desde un punto de vista f´ısico ten´ıa su relevancia, por cuanto era importante conocer la direcci´ on instant´anea de un movimiento curvo. Apolonio (190 a.C.) construy´ o las tangentes a las c´onicas. Arqu´ımedes (287-212 a.C.) hizo lo propio para las espirales. Sin embargo, el punto de vista griego era “est´atico”: la tangente era la recta que cortaba a la curva en un s´ olo punto, “dej´andola a un lado”. No hab´ıa, pues, proceso de paso al l´ımite. Fermat (1601-1665) obtuvo un m´etodo para hallar la tangente a una curva definida por un polinomio: y = f (x) = a0 + a1 x + ... + an xn , m´etodo que, en realidad, no hac´ıa ninguna referencia al paso al l´ımite, sino que se apoyaba en el siguiente razonamiento: si f (x) es un polinomio, entonces f (x + h) − f (x) es un polinomio en h divisible por h, de modo que se hace la divisi´on y se eliminan los t´erminos en h, y se obtiene as´ı la ecuaci´on de la recta tangente. (Obs´ervese que este sistema es el utilizado, hoy en d´ıa, para calcular derivadas por los estudiantes de bachillerato, que no manejan con soltura el concepto de l´ımite.) El punto de vista de Fermat no es, por tanto infinitesimal, aunque est´a realmente cercano, ya que al final acaba haci´endose h = 0 al eliminarse los t´erminos 4

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en h. Descartes (1596-1650) afirma que el problema geom´etrico que m´as desea solucionar es el de las tangentes. Su procedimiento es todav´ıa menos infinitesimal que el de Fermat y consiste en trazar la circunferencia con centro en el corte de la normal a la curva (en el punto que se considere) con el eje de abscisas y que pase por el punto en cuesti´on. Se impone la condici´on de que la circunferencia no corte a la curva en ning´ un otro punto y de esta manera se tiene como tangente la de la circunferencia en este punto. Este m´etodo es u ´til para curvas y = f (x) tales que (f (x))2 sea un polinomio sencillo. Con ´el se retorna a la situaci´on griega, completamente “est´atica”. Tanto este m´etodo como el anterior fueron mejorados con posterioridad. Barrow (1630-1677) parece que utiliza la idea de que la tangente es el l´ımite de las secantes para aplicar el m´etodo de Fermat a curvas dadas en forma impl´ıcita: f (x, y) = 0. Ya se ver´a m´ as adelante que, no obstante, Barrow segu´ıa con la idea griega de que la tangente era la recta que cortaba a la curva en un solo punto. Por otro lado, en esos mismos a˜ nos (hacia 1650), se consigui´o determinar la tangente a algunas curvas por m´etodos “cinem´ aticos”. Para ello se daba la curva en forma param´etrica (con par´ametro el tiempo) y se interpretaba la velocidad como la suma (vectorial) de las velocidades seg´ un los ejes. Era, pues, necesario que los dos movimientos tuvieran “buenas” velocidades. De este modo se determin´o la tangente a la cicloide, a la par´abola y a la elipse.

2.2

Problemas de m´ aximos y m´ınimos

Como el t´ıtulo indica, se trata de hallar el m´aximo y el m´ınimo de una funci´on dada. Como ejemplos pr´acticos podr´ıamos tener los siguientes: el alcance de un proyectil depende del ´angulo de inclinaci´on del tubo del ca˜ n´ on. ¿Cu´ al es el ´angulo que maximiza dicho alcance? En el movimiento planetario, ¿cu´ ales son las distancias m´axima y m´ınima de un planeta al Sol? El primer trabajo sobre este problema es de Kepler (1571-1630), quien tuvo que dise˜ nar cubas de vino de manera que tuvieran la m´ axima capacidad, lo cual motiv´o su estudio sobre la cuesti´ on. Encontr´o que el paralelep´ıpedo de base cuadrada y volumen m´aximo inscrito en una esfera es el cubo (lo obtuvo midiendo muchas formas distintas). Lo esencialmente importante es su comentario de que, al acercarse al valor m´ aximo, para un cambio fijo en las dimensiones, el volumen crece cada vez m´as lentamente. La lectura actual de este hecho es que la derivada se anula en un m´aximo relativo. Fermat parece que da un m´etodo de hallar extremos por medio de lo que el denomina “pseudoigualdades”. Afirma que en un punto se alcanza un m´aximo si para un incremento infinitesimal de la variable la funci´ on no var´ıa. La esencia es semejante a la ya comentada sobre el problema de la tangente.

2.3

Problemas de integraci´ on

Son los problemas de determinar longitudes de curvas, ´areas encerradas por curvas, centroides, etc. Y tambi´en problemas din´ amicos, como hallar el espacio recorrido por un m´ovil conocida la expresi´on de su velocidad, o el espacio recorrido por un cuerpo sometido a la atracci´on gravitatoria

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de otro cuerpo puntual. Los griegos, sobre todo Arqu´ımedes, hab´ıan resuelto algunos casos particulares del c´alculo de a´reas y vol´ umenes por el m´etodo llamado “exahustivo” o “m´etodo de llenado”: se supone que el ´area encerrada por una curva existe y se halla una sucesi´on de pol´ıgonos regulares inscritos en la curva, cuya suma de ´ areas se aproxime a la deseada. Este ´area est´a bien calculada por Eudoxio (¿408-355? a.C.) sin usar expresamente el paso al l´ımite, pero s´ı teniendo clara la idea de que k/2n tiende a 0 cuando n crece. Otro m´etodo usado es el de la “compresi´on”: para probar que el ´ area, el volumen o la longitud buscada, M , es igual al valor C, se toman dos sucesiones de cuerpos {Sn } y {In } de ´areas, volumenes o longitudes conocidas y tales que verifiquen: 1. Sn > M > In , Sn > C > In ; 2. dado ε > 0, Sn − In < ε ´ o SInn < 1 + ε, para n suficientemente grande (recu´erdese que el significado de Sn − In < ε estaba aclarado por Eudoxio para el caso ε = 1/2n ). Estos m´etodos y los resultados de Arqu´ımedes se conocieron en Europa en el siglo XVI. Se mejoraron y aplicaron a gran variedad de problemas sin temor al paso al l´ımite, ni al infinito ni a los n´ umeros irracionales. Ello produjo una amalgama de procedimientos, con una base muy pobre, pero muy poderosos. Algunos de ellos son los que, a continuaci´on, se describen de forma r´apida: • Kepler estudio la manera de hallar el volumen de cuerpos de revoluci´on, descomponi´endolos en partes indivisibles de la forma adecuada a cada problema. As´ı determin´o el volumen de m´as de noventa cuerpos diferentes. • Galileo (1564-1642) justific´ o que el espacio recorrido por un m´ovil era igual al ´area comprendida entre la curva de la velocidad y el eje del tiempo. Esta idea es muy importante, dado que unificaba dos problemas de or´ıgenes bien diferentes: la longitud de una curva y el ´ area bajo otra. • Fue Cavalieri (1598-1647), un alumno de Galileo, quien utiliz´o de manera sistem´atica t´ecnicas infinitesimales para resolver este tipo de problemas. Compar´o las ´areas (o vol´ umenes) de los “indivisibles” que forman una figura con los que forman otra, deduciendo que si aqu´ellas se hallaban en una determinada relaci´on, tambi´en lo estaban en esa misma las de las figuras correspondientes. Adem´ as, Cavalieri descompuso las figuras en indivisibles de magnitud inferior. As´ı, para calcular vol´ umenes, cortaba los cuerpos y med´ıa las ´areas de las secciones. Esto supon´ıa una ruptura con los procedimientos previos de los griegos y de Kepler. Su postura puede resumirse en una frase que se le atribuye: “el rigor es cosa de los fil´osofos, no de los matem´ aticos”. Estaba m´ as interesado en los resultados pr´acticos de los c´alculos que en la justificaci´ on u ´ltima de lo que eran los “indivisibles”. El llamado teorema de Cavalieri fue enunciado de la siguiente forma: “si dos cuerpos s´olidos tienen la misma altura y al hacer secciones paralelas a la base las ´areas de las secciones est´ an siempre en una proporci´ on fija, entonces en esa misma proporci´on est´an los vol´ umenes”. Su justificaci´ on la hizo transformando un s´olido en otro mediante la transformaci´on de las secciones a lo largo de la altura. Este resultado fue expuesto en 1635 en su libro Geometr´ıa de los indivisibles. an+1 , y que n+1 0 n obtuvo estudiando el cuerpo engendrado al girar la curva de ecuaci´on y = x en torno al eje

• Otro de sus resultado fue la f´ ormula que hoy se escribe en la forma

Z a

xn dx =

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de abscisas. Evidentemente, el resultado general lo conjetur´o, tras haberlo demostrado para valores peque˜ nos de n. • Los problemas de hallar el ´ area entre un arco de curva y el eje de abscisas se denominaron problemas de cuadratura y fueron arduamente trabajados, como se est´a viendo. Para llegar a probar la expresi´ on de la integral anterior, fue necesario obtener previamente que n 1 X 1 n→∞ (donde k es un n´ umero natural), lo que dio lugar a trabajos de Ferhk −→ nk+1 h=1 k+1 mat, Pascal y del mismo Cavalieri. Tambi´en se consigui´o calcular esa integral en el caso en que el exponente es un n´ umero racional. El trabajo principal es de Wallis (1616-1703), que lo prob´o para n = 1/q. El resultado general es de Fermat y tambi´en de Torricelli (1608-1647), que era otro disc´ıpulo de Galileo. M´as dificultades llev´ o el problema del c´alculo de la longitud de una curva (la rectificaci´on). En primer lugar porque no se cre´ıa que una curva pudiera tener la misma longitud que un segmento de recta construible. Incluso Descartes pensaba que era un problema del que pudiera no haber soluci´on. Sin embargo se consiguieron rectificar curvas. As´ı, en el a˜ no 1657 (1659, seg´ un algunos estudiosos), Neil (1637-1670) rectifica la par´abola semic´ ubica y 2 = x3 , Wreu (1632-1723) rectifica la cicloide, Fermat hace lo propio con otras varias y Gregory (1638-1675) da en 1668 un m´etodo general para rectificar curvas. Los primeros resultados se obtuvieron inscribiendo pol´ıgonos, aumentando el n´ umero de lados y disminuyendo as´ı la longitud de ´estos; aunque se ayudaban con curvas auxiliares y m´etodos esf´ericos para calcular las sumas que se obten´ıan. Como comentario final, cabe decir que uno de los problemas de esta ´epoca fue el no saber relacionar el problema de las tangentes con el de la integraci´on. As´ı, se ten´ıan los resultados de xn+1 xn+1 que el ´area bajo la curva y = xn es , y que la tangente a la curva y = tiene pendiente n+1 n+1 n x , pero esto no indujo a pensar que, en general, los dos problemas estuvieran relacionados. Hay un momento en que Barrow llega a intuirlo, pero no se da cuenta completa de ello y deja para su disc´ıpulo Newton (1642-1727) la soluci´ on de la cuesti´on. En realidad, al parecer, Barrow no supo salir de la idea “est´etica” de la tangente a una curva.

2.4

Otros problemas

Las necesidades de la navegaci´ on hicieron que Napier (1550-1617) estudiase y construyese las tablas de logaritmos en 1614, que, corregidas por Briggs (1561-1631), dieron origen a los logaritmos tal como hoy son conocidos. Ello dio lugar a una nueva funci´on que entonces no se entend´ıa como tal y que pronto se relacion´ o con el a´rea bajo la hip´erbola de ecuaci´on y = 1/x. El primero que lo hizo fue Gregory, observando que dicha ´area no s´olo verificaba la propiedad del producto, sino otras propiedades. Newton obtuvo una serie para calcular logaritmos, lo cual origin´o otro de los problemas precursores de los trabajos posteriores del propio Newton y de Leibnitz (16461716): el manejo del infinito. Se hac´ıa, pues, uso (sin ninguna justificaci´on rigurosa) de las series de potencias, que eran obtenidas, en general, dividiendo polinomios por potencias crecientes. En ning´ un momento se aclaraba qu´e significaba la suma o la convergencia de estas series. La diferencia con los griegos, tal como ya se ha comentado, estribaba en haber perdido el miedo al paso al l´ımite y al manejo del infinito.

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Pero no acababa aqu´ı la cosa. Newton estaba convencido de que todo lo que era posible hacer con sumandos finitos tambi´en se pod´ıa hacer con las series, y as´ı lo hac´ıa, obteniendo, en general, resultados correctos, verificados merced a las comprobaciones num´ericas que ´el mismo efectuaba frecuentemente.

Chapter 3

Newton y Leibnitz En el apartado anterior se han repasado algunos de los problemas que estaban planteados hacia mitades del siglo XVII y que ten´ıan que ver con el c´alculo. Muchos de ellos ten´ıan sus soluciones particulares. El trabajo de Newton y Leibnitz consisti´o fundamentalmente en efectuar una s´ıntesis, en elaborar un m´etodo general para atacarlos todos. Pero tambi´en fue un detenerse para recapitular y darse cuenta de que aquel era un buen punto de partida para progresar. En otras palabras, se aprovech´o un momento en que hab´ıa muchas experiencias y era necesario elaborar la teor´ıa (dicho en t´erminos de ciencia experimental). A continuaci´ on, se van a analizar y comparar los trabajos de ambos.

3.1

El c´ alculo seg´ un Newton

Los trabajos de Newton ocupan, en ediciones modernas, m´as de cinco mil p´aginas. Es imposible dar aqu´ı un resumen coherente de todos ellos, ni a´ un s´olo de los referidos al c´alculo infinitesimal, ya que la visi´ on de Newton es general e impone su punto de vista f´ısico o mec´anico en todas las cosas que lleva a cabo. A este respecto, es admirable la capacidad de observaci´on, de imaginaci´ on y de cr´ıtica constante de todo lo que hace y que queda de manifiesto a lo largo de toda su obra. En general Newton no public´ o los trabajos que iba escribiendo, sino que los divulgaba entre sus alumnos y conocidos, por miedo a las cr´ıticas. En 1666 introdujo las “fluxiones”, que es lo que hoy se conoce con el nombre de derivadas. Newton imaginaba una curva como una ecuaci´on f (x, y) = 0, donde x e y eran funciones del tiempo; es decir, part´ıa de la imagen cinem´atica de curva como trayectoria de un m´ovil. La velocidad en cada punto ten´ıa como componentes las velocidades seg´ un las direcciones de los ejes, x ¯ e y¯; funciones que el denominaba fluxiones. Para hallar la pendiente de la recta tangente a la curva en un punto calculaba el cociente y¯/¯ x. (Hay que se˜ nalar que esta notaci´on es posterior. Newton la us´ o hacia 1690.) De esta manera, calculaba las tangentes f´acilmente. Seguidamente se propuso el problema inverso: conocido el cociente f (x) = y¯/¯ x, ¿c´omo hallar y en funci´on de x? Newton estudi´ o casos particulares de la funci´on f y de las variables que en ella intervienen. Es lo que hoy se conoce como resoluci´ on de ecuaciones diferenciales o antidiferenciaci´on. Newton afirmaba que de esta manera se pod´ıan resolver todos los problemas, lo cual da idea de su visi´ on de futuro, aun cuando ´el s´ olo pudiera resolver casos particulares.

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Para estudiar el c´ alculo del ´ area bajo una curva por m´etodos de antidiferenciaci´on, primero investig´o la variaci´ on del ´ area al variar la abscisa. As´ı obtuvo el teorema fundamental del c´alculo (exactamente igual a como hoy se les hace a los alumnos de bachillerato, con funciones continuas y usando la propiedad de aditividad del ´ area.) Debe se˜ nalarse que para Newton todas las funciones eran continuas, ya que se trataba de las trayectorias de movimientos continuos (que era el concepto que en su tiempo se ten´ıa de continuidad.) Aqu´ı se unen dos problemas previos: el de las tangentes y la integraci´on. De este modo, los “indivisibles” se relacionan con los m´etodos de hallar tangentes y Newton se percata de que este procedimiento unificador es el que va a permitir adelantar en el progreso, no s´olo referido a esos problemas, sino en el de la comprensi´ on de la naturaleza. Newton desarroll´ o m´etodos de derivaci´on e integraci´on; en particular, la regla de la cadena y el m´etodo de sustituci´ on, as´ı como la propiedad de linealidad, y construy´o, adem´as, tablas de derivadas e integrales. Para el c´ alculo de ´ areas necesitaba conocer los puntos de corte de la curva con el eje. Con ese motivo invent´ o el llamado posteriormente m´etodo de Newton para calcular ra´ıces aproximadas (y que se sigue usando tal como ´el lo desarroll´o.) Hay que se˜ nalar, no obstante, que ´el no hace la interpretaci´on geom´etrica habitual del m´etodo, sino que su versi´on se basa en realizar peque˜ nas variaciones de la variable e ir aproximando la funci´on como si fuera una serie. Adem´as, como utiliza funciones impl´ıcitas f (x, y) = 0, necesita despejar y en funci´on de x; de ah´ı que su idea para el c´alculo de ra´ıces no sea geom´etrica, sino que trata de obtener la variable y como una serie en la variable x, para despu´es integrar t´ermino a t´ermino. Este uso no justificado de las series (y otros posteriores) no le pas´o desapercibido. Ten´ıa una idea intuitiva de la convergencia, aunque no lleg´o a explicarla. Incluso lleg´o a afirmar que, m´as que una demostraci´ on, lo que hac´ıa era una explicaci´on corta del m´etodo. Al abordar los problemas de m´ aximos y m´ınimos, lleg´o de inmediato a la conclusi´on de que la derivada es nula en un extremo. Aqu´ı se dio cuenta de que no siempre la variable va a ser el tiempo, cosa que comenta: “el tiempo se puede sustituir por otra variable (fluente) que fluya con continuidad”. Sobre el problema de rectificaci´ on de curvas, Newton dio las f´ormulas integrales que se explican en los cursos de c´ alculo, y las aplic´ o a muchos casos concretos. Como ya se ha comentado, el trabajo de Newton no acaba aqu´ı. En realidad se puede decir que parti´o de una visi´ on de la naturaleza y construy´o el c´alculo infinitesimal como una necesidad para explicar y desarrollar esa visi´ on. A este respecto hay que a˜ nadir que, desde luego, no era indiferente a los problemas matem´ aticos de su tiempo, pero tampoco a todos los dem´as, y a todos dedic´o parte de sus energ´ıas.

3.2

El c´ alculo seg´ un Leibnitz

´ El punto de partida de Leibnitz es distinto al de Newton. Este parte de ideas f´ısicas, mientras que aqu´el lo hace de ideas filos´ oficas, tratando de buscar un lenguaje universal y, quiz´as, su mayor contribuci´on al c´ alculo sea precisamente dicho lenguaje, que a´ un es usado. Leibnitz cre´o un lenguaje mediante el cual, por sencillas manipulaciones, se obtienen f´ormulas que resultan ser las verdaderas

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y que, naturalmente, hay que comprobar. Ya ha sido comentado que Newton no public´o sus trabajos sobre el c´alculo hasta muy posteriormente. En el caso de Leibnitz la situaci´on es peor todav´ıa, puesto que, pr´acticamente, ni siquiera lo escribi´o en forma ordenada, salvo peque˜ nas contribuciones. Su Historia y origen del c´alculo Diferencial fue escrito mucho m´ as tarde de su creaci´on. As´ı s´olo se tienen muchos papeles en los que iba anotando sus ideas y resultados. Sus primeros estudios matem´ aticos datan de 1666 y versan sobre progresiones aritm´eticas de orden superior, en concreto, sobre c´ omo la suma de las diferencias est´a relacionada con los t´erminos de la sucesi´on. De hecho, este es el origen de su desarrollo del c´alculo: obtener y calcular sumas. Hacia 1673 est´ a convencido de la importancia del problema de las tangentes y del problema inverso, sobre el cual tiene la certeza de que consiste en hallar ´areas y vol´ umenes. Su primer trabajo sobre el c´alculo de ´ areas lo efect´ ua integrando las funciones polin´omicas, de las cuales da las reglas de integraci´on; queda claro que entiende la integral como el ´area bajo la curva y ´esta como l´ımite de infinit´esimos. Adem´ as va cambiando la notaci´on continuamente, en busca de la mejor, que es la que hoy en d´ıa se usa. dy Interpreta la derivada como el cociente de los infinit´esimos , aunque es incapaz de aclarar dx qu´e son dichos infinit´esimos. Incluso, en alg´ un momento, llega a escribir que no cree en ellos, a pesar de haber escrito abundantes p´ aginas tratando de justificarlos y explicarlos. Al igual que Newton, resuelve en uno solo todos los problemas que estaban abiertos: tangentes, integraci´on y m´ aximos y m´ınimos. Adem´as es consciente de que el c´alculo infinitesimal es una ruptura con todo lo precedente, en el sentido de que es un paso adelante sin retorno.

3.3

Comparaci´ on

Es conocida la historia sobre las acusaciones de plagio que sufri´o Leibnitz, problemas que no fueron entre Newton y Leibnitz, sino entre sus seguidores y que, m´as que de ´ındole matem´atica, fueron problemas de tipo nacionalista entre Inglaterra y el continente. Dejando aparte esas disputas, se va a tratar de dilucidar las diferencias entre las dos aproximaciones. Hay que dejar claro, de antemano, que los resultados de uno y otro son, pr´acticamente, los mismos, aunque originados de distinta manera. En primer lugar, el trabajo de Newton se basa en las derivadas respecto al tiempo, pues el origen de sus ideas es f´ısico, como ya se ha comentado. Leibnitz, por el contrario, parte de problemas filos´oficos (de su busca de los infinitesimales); de ah´ı que su trabajo se base en sumas de infinitesimales. Por esa raz´ on la integral de Newton es originalmente indefinida, mientras que la de Leibnitz es definida. Por supuesto que, al final, ambos calculan ´areas buscando primitivas. Queda tambi´en claro que para Newton las nociones originales son las fluxiones x ¯ e y¯: las velocidades seg´ un los ejes. Su cociente es la pendiente de la tangente. Contrariamente, para Leibnitz, las nociones originales son los diferenciales, y su cociente es algo que tiene un significado geom´etrico claro. Por otra parte, Newton hace uso continuado de los desarrollos en serie, mientras que Leibnitz prefiere trabajar s´ olo con las funciones conocidas: racionales, logar´ıtmicas y trigonom´etricas. Esto

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proviene, otra vez, de los or´ıgenes de las ideas de ambos. El primero es experimental: va buscando buenos resultados, de acuerdo con la experiencia; no busca teor´ıas globales sino resultados concretos. Contrariamente, el segundo es m´ as dado a la generalizaci´on y a la especulaci´on. Newton, a veces, no se preocupa de escribir el resultado de forma general, sino que le basta con varios ejemplos. Leibnitz hace todo lo contrario. Dejando aparte estas diferencias, los trabajos de ambos hicieron que la situaci´on matem´ atica fuera radicalmente diferente a finales que a principios del siglo XVII. Ambos hicieron posible el paso de una colecci´ on an´ arquica de problemas y m´etodos de resoluci´on, a un m´etodo general para atacar y resolver todos ellos. Adem´ as, Newton propici´o un desarrollo inmenso en la comprensi´ on de la naturaleza y el universo, utilizando el instrumento que hab´ıa creado a lo largo de sus trabajos. Habr´ıa que a˜ nadir, finalmente, que Leibnitz fue un gran polemista sobre las ideas de sus trabajos, respondiendo continuamente a las acusaciones de oscuridad, falta de rigor y falta de acuerdo con los grandes maestros de la antiguedad; en cambio Newton fue completamente silencioso en ese aspecto.

3.4

Desarrollos inmediatos

Parte de las mismas personas que con anterioridad a los trabajos de Newton y Leibnitz hab´ıan planteado los problemas previos, contribuyeron r´apidamente al desarrollo del c´alculo infinitesimal. Entre otros, Wallis y Raphson (1648-1715) mejoraron los m´etodos de Newton para hallar ra´ıces. Rolle (1652-1719) dio, en 1691, el resultado que hoy se conoce con su nombre, aunque sin demostrarlo. Los hermanos Bernouilli contribuyeron fuertemente a la obra de Leibnitz, tal como ´este reconoce. Uno de ellos escribi´ o el primer tratado de c´alculo infinitesimal basado en los m´etodos de Leibnitz y, en su traducci´ on al franc´es, l’Hˆ opital (1661-1704) incluy´o la regla que hoy es de todos conocida. Pero no s´ olo se desarroll´ o, sino que el c´alculo contribuy´o a aclarar las ideas acerca de los objetos con los que se estaba trabajando. As´ı, aparecen ya en 1697 ideas sobre la continuidad. Gregory afirma que el c´ alculo introduce una nueva operaci´on, el paso al l´ımite, la cual da lugar a n´ umeros irracionales distintos a los obtenidos como ra´ıces de n´ umeros racionales. Wallis enuncia claramente la actual definici´ on de l´ımite de una funci´on. Y as´ı otras.

Chapter 4

El siglo XVIII El siglo XVII proporcion´ o a las matem´aticas dos instrumentos extraordinarios: la geometr´ıa anal´ıtica y el c´ alculo infinitesimal. Ambos fueron extensamente desarrollados en esa ´epoca y aplicados a la resoluci´ on de una enorme variedad de problemas. Durante este siglo, eran la mec´ anica y la astronom´ıa, adem´as de las propias matem´aticas, las ramas que continuamente exig´ıan a las Matem´aticas la resoluci´on de sus problemas, la creaci´ on de nuevas t´ecnicas y el desarrollo de nuevas ideas. As´ı nace la mec´anica anal´ıtica, el c´alculo de variaciones, el c´ alculo en varias variables y el an´alisis de las ecuaciones diferenciales (ordinarias y en derivadas parciales), as´ı como su uso en la descripci´on de los fen´omenos de la naturaleza. No es preciso aclarar que, realmente, la divisi´on en siglos es artificiosa, puesto que no se toma el a˜ no cero de cada siglo para hacer balance y comenzar de nuevo (ya que la evoluci´on hist´orica de la resoluci´on de los problemas es continuada.) Sin embargo, dicha divisi´on s´ı permite clarificar el an´alisis de esta evoluci´ on. (De esta manera, se pueden incluir en el siglo que nos ocupa los trabajos de Newton y Leibnitz y de sus inmediatos continuadores.) Ya se ha comentado que las matem´aticas se desarrollan enormemente en este siglo. Aqu´ı, no obstante, s´olo se va a analizar la evoluci´on del c´alculo infinitesimal y, en ese aspecto, la figura que eclipsa a todos los dem´ as es la de Euler, por lo que se tomar´a como el personaje representativo del siglo. Se va a dividir el estudio en tres partes. En primer lugar se har´a un repaso de la obra de Euler. Se continuar´ a con el trabajo general sobre las series y su desarrollo, lo que permitir´a hacer un breve resumen de los dem´ as resultados de c´alculo en este siglo. Finalmente, se har´a un breve comentario sobre las discusiones habidas al respecto de la validez o no del c´alculo infinitesimal, sobre sus posibles errores y dem´ as problemas relacionados.

4.1

Euler

Euler (1707-1783) realiz´ o contribuciones importantes a varias ramas de la matem´atica pura y aplicada y de la f´ısica. De entre sus muchos escritos, s´olo se va a prestar atenci´on a sus tres libros sobre c´alculo: Introductio in Analysis infinitorum (1748), Institutiones Calculo Differentialis (1755) y Institutiones Calculo Integralis (1768-1770).

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La exposici´ on que se va a realizar seguidamente es un repaso a las contribuciones que Euler realiz´o al c´alculo (dejando claro, de entrada, que su trabajo es mucho m´as extenso, incluso sobre los temas aqu´ı considerados.) Se aprovechar´a, de paso, para citar las aportaciones que otros matem´aticos hicieron a los distintos temas.

4.1.1

Sobre el concepto de funci´ on

En el siglo XVIII eran conocidas (junto con muchas de sus propiedades) las funciones que, hoy en d´ıa, se llaman elementales (racionales, trigonom´etricas, exponencial y logar´ıtmica.) Entre las propiedades conocidas figuraban, por ejemplo, la expresi´on de sin (x ± y), las derivadas y la relaci´ on entre las funciones exponencial y logar´ıtmica como inversas una de otra. Sin embargo, no se ten´ıa una definici´on expresa, ni tan siquiera una noci´on clara, del concepto de funci´on en general. Las “funciones” eran magnitudes geom´etricas asociadas a curvas o al movimiento de un cuerpo material (de ah´ı las funciones del tiempo, que era tal como las entend´ıa Newton.) Siguiendo esta imagen de magnitudes asociadas a curvas era como se entendieron las funciones elementales y otras muchas. No obstante, Euler comenz´ o dando una definici´on del objeto que iba a estudiar en sus obras, pasando de las funciones particulares conocidas a una noci´on general de “funci´on”. Para ´el, una funci´on era una “expresi´ on anal´ıtica” en la que interviniesen las variables y, eventualmente, algunas constantes. Con ello entend´ıa Euler una expresi´on en la que, no s´olo hab´ıa operaciones algebraicas, sino tambi´en el paso al l´ımite de sucesiones, sumas de series y las funciones elementales conocidas. (Euler entend´ıa que las series y los productos infinitos no eran sino la repetici´on infinitas veces de las operaciones racionales, acerca de cuya validez no ten´ıa ninguna duda.) De ah´ı su definici´on de las funciones exponencial y logar´ıtmica en la forma: log x := ex :=

lim n(x1/n − 1)

n→∞



lim

n→∞

1+

x n

n

o su descomposici´ on de las funciones trigonom´etricas en productos infinitos. En realidad, a esas “expresiones anal´ıticas” las llama Euler funciones continuas, y se pueden identificar con lo que actualmente se denominan funciones anal´ıticas, salvo en puntos aislados de discontinuidad (como 1/x en x = 0.) As´ı no hay ninguna duda de que toda funci´on se desarrolla en serie de potencias. El argumento utilizado es el experimental: “t´omese una funci´on y compru´ebese”. Esto tambi´en le permite utilizar funciones impl´ıcitas por medio de su desarrollo en serie. A pesar de eso, Euler reconoce la existencia de otras funciones a las que llama “mec´anicas” o bien dice de ellas que se pueden dibujar libremente. Respecto a las funciones polin´ omicas, admite sin demostraci´on que se descomponen en producto de factores lineales cuadr´ aticos. A lo largo del siglo hubo controversias sobre el concepto de funci´on, motivadas, en general, por la necesidad de admitir soluciones de ecuaciones diferenciales que est´en definidas a trozos. Esto oblig´o a Euler a generalizar, m´ as adelante, su idea de funci´on, del siguiente modo: “si unas magnitudes cambian al cambiar otras, se dice que las primeras son funci´on de las segundas”. Tambi´en a finales del siglo, el otro gran matem´atico de la ´epoca, Lagrange (1736-1813), defini´ o la noci´on de funci´ on como “cualquier expresi´on u ´til para efectuar c´alculos, en la que las variables

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intervienen de cualquier manera”. La diferencia estriba en admitir diversas expresiones para trozos distintos.

4.1.2

Tratamiento de las funciones elementales

Uno de los m´eritos con que cuenta Euler es la facilidad con que maneja los n´ umeros infinitamente peque˜ nos y los infinitamente grandes, como puede verse en el siguiente ejemplo. Por primera vez define loga x como el exponente al que hay que elevar la base a para obtener el n´ umero x. A partir de ah´ı da su definici´ on de la funci´ on exponencial como ax := lim

n→∞



1+

kx n

n

(donde k depende de a), expresi´ on que ´el escribe en la forma: 

ax := 1 +

kx N

N

donde N es un n´ umero infinitamente grande. Desarrollando por la f´ormula del binomio y teniendo en cuenta que N −1 N −2 1= = = ... N N (pues N es infinitamente grande) queda: kx k 2 x2 k 3 x3 + + + ... 1! 2! 3! Poniendo x = 1 se tiene la relaci´ on entre k y a: ax = 1 +

k k2 k3 + + + ... 1! 2! 3! y el caso en que k = 1, da el n´ umero e (introducido por Euler): a=1+

1 1 1 + + + ... 1! 2! 3! que queda inmediatamente identificado como la base de los logaritmos naturales. Adem´as, puesto que     x N x n x e := 1 + = lim 1 + n→∞ N n se obtiene, as´ı, la definici´ on habitualmente utilizada. e=1+

Con respecto a las funciones trigonom´etricas, Euler introduce el radi´an como unidad de medida de ´angulos, y el seno y el coseno como razones entre segmentos, ya que utiliza circunferencias de radio unidad en las definiciones. De estas buenas definiciones obtiene f´acilmente las propiedades correspondientes. Adem´ as, como tampoco tiene ning´ un tipo de problemas en el manejo conjunto de n´ umeros complejos junto con funciones reales o complejas, obtiene, asimismo, los desarrollos en serie de estas dos funciones, as´ı como la famosa expresi´on: e±ix = cos x ± i sin x por identificaci´ on de los correspondientes desarrollos en serie formales. Finalmente, cabe se˜ nalar que los desarrollos en serie los obtiene Euler sin hacer uso del c´alculo diferencial, sino repitiendo infinitas veces operaciones racionales (como ya se ha dicho).

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4.1.3

16

Derivadas y diferenciales de las funciones elementales

A partir de los desarrollos en serie obtenidos para las funciones elementales, Euler deduce los correspondientes diferenciales (al estilo Leibnitz), y as´ı escribe: dxn = nxn−1 dx d(pq) = dpq + pdq d(log x) = log (x + dx) − log x = log (1 + =

dx ) x

dx dx2 dx3 dx − 2 + 3 − ... = x 2x 3x x

(ya que dx2 , dx3 ,... son infinitamente peque˜ nos frente a dx.) De igual forma, y por la misma raz´ on: d(ex ) = ex+dx − ex = ex (edx − 1) = ex

dx2 dx3 + − ... dx − 2! 3!

!

= ex dx

y lo mismo con todas las dem´ as. Ya se ha comentado que Euler no ten´ıa ning´ un problema en mezclar n´ umeros complejos y reales en las expresiones de las funciones, o en tomar como variables n´ umeros complejos, aun cuando inicialmente las funciones estuvieran definidas s´olo para n´ umeros reales. De hecho, mantuvo grandes discusiones sobre la funci´ on logaritmo, llegando a tener claro el hecho de que ´esta toma infinitos valores para cada n´ umero, si se valora en los n´ umeros complejos.

4.1.4

Sobre la f´ ormula de Taylor

Taylor (1685-1731) fue un disc´ıpulo de Newton, que obtuvo esa expresi´on al estudiar los m´etodos de interpolaci´ on. La aportaci´ on de Euler consisti´o en identificar los coeficientes de los diferenciales de orden superior como las derivadas sucesivas de la funci´on. La f´ormula la obtuvo a partir de la de interpolaci´ on de Newton, para un n´ umero infinitamente grande de pasos, y trabajando con n´ umeros infinitamente grandes e infinitamente peque˜ nos.

4.1.5

Otros temas tratados por Euler

Con respecto a la integraci´ on, Euler siempre la entendi´o como la operaci´on inversa a la diferenciaci´ on ´ (al estilo de Newton, cabr´ıa decir.) Unicamente la visualiz´o como suma al hacer aproximaciones de integrales. En particular estudi´ o las funciones definidas mediante integrales, y obtuvo las conocidas funciones Γ y B. El origen de estas funciones es tratar de interpolar, al estilo polin´omico de Newton, funciones definidas sobre los n´ umeros naturales (en este caso n!), pero con productos infinitos. Con respecto a las funciones de varias variables, aunque Newton us´o f (x, y) = 0, y alguno de sus seguidores introdujo las derivadas parciales (en concreto fueron usadas por Nicholas Bernouilli (1687-1759)), el desarrollo de su estudio lo efectuaron Euler, Clairaut (1713-1765) y D’Alembert (1717-1783) en el siglo XVIII. El mayor trabajo se realiz´o al estudiar las ecuaciones en derivadas parciales que rigen algunos problemas f´ısicos. Euler lleg´o a dar, incluso, lo que hoy se conoce con el nombre de teorema de Schwarz sobre la igualdad de las derivadas cruzadas.

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En relaci´on a la integraci´ on m´ ultiple, parece claro que, aunque anteriormente se hab´ıan utilizado algunas integrales m´ ultiples de tipo geom´etrico y f´ısico, fue Euler el que tuvo una idea clara sobre el significado de las integrales dobles extendidas a un recinto plano limitado por arcos, y dio el m´etodo para calcularlas. Al final del siglo, Lagrange y Laplace (1749-1827) introdujeron las integrales m´ ultiples en general y estudiaron el cambio de variable en ellas.

4.2

Problemas con las series

Grandes controversias origin´ o el manejo indiscriminado de las series que se hac´ıa, como ya se ha visto, en los siglos XVII y XVIII. Hay que tener en cuenta que dicho manejo se hac´ıa pensando en las series como polinomios infinitos y, por tanto, era de una manera formal. No eran, pues, completamente conscientes de que, al pasar de un n´ umero finito de operaciones a un n´ umero infinito, se introducen nuevos problemas. De ah´ı que, aunque sin ignorar los problemas de convergencia, no les dieran demasiada importancia. As´ı, se observa que Newton y Gregory eran conscientes de la necesidad de que convergiesen las series que usaban. En concreto, el primero afirma que las series de potencias convergen para valores peque˜ nos de x y recomienda no utilizar series que en alg´ un punto no converjan. Leibnitz enuncia el criterio de convergencia de las series alternadas que lleva su nombre. Mac Laurin (1698-1746) da el criterio integral de convergencia de series. En general imponen como condici´on que se utilicen s´ olo en series en las que el t´ermino general se vaya haciendo cada vez menor, acerc´ andose a cero. Euler afirma que las series no convergentes tienen un valor definido: puesto que las series provienen de expresiones finitas, han de valer lo que valgan dichas expresiones en el punto en cuesti´on. Esto le lleva a afirmar que, por ejemplo, la serie 1, −1, 1, −1, ... suma 1/2, ya que es la serie de potencias de la funci´ on 1/(1 + x) en el punto x = 1. Esto provoc´o grandes discusiones con uno de los hermanos Bernouilli. De hecho, se pod´ıa interpretar que todas las expresiones de los n´ umeros π, e y otros, como sumas o productos infinitos, no eran sino comprobaciones de que sus series funcionaban y converg´ıan, mediante el c´alculo expreso de muchas cifras decimales. Tambi´en Lagrange tercia en este problema, sobre todo despu´es de verse obligado a trabajar con la f´ormula de Taylor; recomendando que no se use dicha serie sin haber hecho, previamente, un estudio minucioso del resto. D’Alembert expresa en la gran Enciclop´edie sus dudas sobre el uso de series divergentes (aun a pesar de que se obtengan resultados correctos.) Este es un punto crucial en el pensamiento del siglo XVIII: el rigor viene medido por la obtenci´on de resultados correctos, aunque los manejos intermedios no sean absolutamente claros, mientras que D’Alembert introduce una idea de rigor m´as relacionada con la claridad en los manejos de los objetos que se utilizan. Resumiendo, durante el siglo XVIII las series se utilizan formalmente, pero asociadas a las funciones de las cuales se obtienen. Los problemas de convergencia no se desprecian, pero quedan relegados a segundo t´ermino por razones pragm´aticas: se obtienen, pese a no estar del todo claro el proceso, resultados correctos.

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4.3

18

Controversias

Culturalmente, el siglo XVIII es el siglo de la raz´on. Sin embargo, a la vista de lo expuesto, da la impresi´on de que el desarrollo del c´ alculo se haga sin un exceso de rigor. A continuaci´on se va a discutir un poco sobre esta cuesti´ on. A lo largo de todo el siglo, los matem´aticos son conscientes de la falta de base de la ciencia del c´alculo que est´ an construyendo e intentan con toda su fuerza rigorizar al m´aximo los desarrollos y clarificar los problemas. As´ı, la escuela inglesa, seguidora de Newton y de sus m´etodos geom´etricos, pretende justificar el c´alculo por medio de la geometr´ıa eucl´ıdea, y cree que es posible justificar todas las ideas y desarrollos mediante los m´etodos de Eudoxio y Arqu´ımedes. De este modo, Taylor llega a justificarlo todo utilizando s´ olo incrementos finitos, aunque, naturalmente, s´olo para funciones algebraicas. En otro frente, los matem´ aticos seguidores de Leibnitz centran sus esfuerzos en la clarificaci´ on de los diferenciales. Avanzado el siglo Rolle llega a afirmar: “el c´alculo es una colecci´on de ingeniosas falacias”. Por otra parte, junto a estas tomas de conciencia de hechos reales e intentos clarificadores, se manifiestan tambi´en aquellos a los que la nueva ciencia estropea parte de sus supuestos, y toman una postura enconada en su contra, pretendiendo que se olvide. El m´as famoso de estos polemistas fue el obispo Berkeley (1685-1753). Evidentemente el mecanicismo y determinismo que implicaba la descripci´on de los fen´ omenos f´ısicos que permit´ıa el c´alculo chocaba frontalmente con la postura religiosa oficial de la ´epoca: el poder y la confianza en la religi´on disminuir´ıan si se demostraba que la naturaleza se reg´ıa por leyes. Por tanto era preciso atacar y desprestigiar el c´alculo y, dado que hab´ıa por donde hacerlo, a ello se dedic´o el mencionado Berkeley. En concreto, se bas´o en la debilidad de los fundamentos y los matem´aticos cayeron en la trampa de argumentar en su contra sin aclarar realmente casi nada. As´ı lo hicieron, por ejemplo, Jurin (1684-1751) y otros disc´ıpulos de Newton. En realidad, los u ´nicos que pod´ıan defenderse con garant´ıas eran los seguidores de Leibnitz, que abogaron siempre por un manejo formal, sin entrometer otras consideraciones; obtuvieron as´ı resultados y aplicaciones a la f´ısica que eran contrastables experimentalmente. De cualquier modo, ha de quedar claro que el rigor fue una preocupaci´on constante, y m´as que el rigor, el intento de fundamentar claramente las bases del c´alculo. El problema (como se va a ver en el pr´oximo apartado) estribaba en que era imposible hacerlo sin tener ideas claras sobre el concepto de l´ımite y en carecer de un modelo para los n´ umeros reales, cuestiones estas que se resolver´ıan en el siguiente siglo.

Chapter 5

El siglo XIX El siglo XVIII produjo un enorme desarrollo de los m´etodos iniciados en el XVII. Sin introducir ning´ un nuevo concepto, aumentaron considerablemente los conocimientos en todas las ramas. Tal como ya se ha mencionado, los matem´aticos de finales del siglo XVIII eran conscientes de la falta de rigor en las demostraciones y de la vaguedad con que se explicaban los conceptos. Las demostraciones eran una mezcla de pruebas formales con consideraciones geom´etricas y f´ısicas sobre los problemas. As´ı, las demostraciones de muchos resultados no se hallaban hechas en sitio alguno y los enunciados eran meras generalizaciones de experiencias concretas. El rigor se basaba en la comprobaci´ on experimental a posteriori de los resultados obtenidos. La b´ usqueda formal del rigor en dicho siglo se realiza intentando basar los conceptos iniciales del c´alculo en la geometr´ıa, que era el modelo m´ as riguroso disponible. Al concluir el siglose ten´ıa claro que hab´ıa que imponer un cierto orden. A la vez se ten´ıa la convicci´on de que los m´etodos usados hab´ıan dado de s´ı todo lo que pod´ıan ofrecer, por lo que no se iba a poder avanzar a menos que se introdujeran nuevas ideas fundamentales. El siglo XIX se caracteriza porque se consiguen estos fines. Pero, adem´as, hay otras muchas cosas. En primer lugar, se critica a la geometr´ıa como modelo de rigor; su lugar lo pasa a ocupar la aritm´etica (y es en ´esta en la que hay que basar el an´alisis.) De esta manera, se produce una “aritmetizaci´ on” de las matem´ aticas. En segundo lugar, hay una aut´entica explosi´on en todas las ramas de las matem´ aticas. En concreto, el desarrollo del c´alculo da lugar a lo que, hoy en d´ıa, se conoce con el nombre de an´ alisis matem´atico. Por otra parte, esta necesidad de rigorizaci´on hace que las matem´aticas dejen de ser, en parte, una idealizaci´ on de la naturaleza; y pasan a ser consideradas como una creaci´on del ser humano. Su objetivo primordial no es ya la descripci´ on de la naturaleza, sino el estudio de los entes matem´aticos, que pasan a tener existencia independiente y en pie de igualdad con los dem´as objetos que conforman la realidad. Dejan, pues, de ser meras creaciones arbitrarias de la mente, para pasar a ser objetos reales que hay que descubrir y estudiar. Todas estas discusiones se producen a finales del siglo XIX, pero, mientras tanto, se ha puesto orden y se han desarrollado todas las ramas de las matem´aticas. En particular, en el c´alculo, que es el que interesa aqu´ı, los nombres importantes en esta ´epoca son Cauchy (1789-1857), Weierstrass (1815-1897), Bolzano (1781-1848), Abel (1802-1828), Riemann (1826-1866) y Dirichlet (1805-1859). Los m´as c´elebres, en relaci´ on al c´ alculo infinitesimal, son los dos primeros, pero la labor de los dem´as (y de otros muchos no citados) es tambi´en grande en este campo. 19

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Se va a analizar este siglo dividiendo su estudio seg´ un los temas trabajados, como ya se ha hecho anteriormente.

5.1

Funciones y continuidad

A lo largo del siglo XVIII se entend´ıa por funci´on continua toda expresi´on anal´ıtica en la que interviniesen la variable, constantes y las funciones elementales; es decir, continuidad significaba “tener la misma expresi´ on formal en todo el dominio”. Las discusiones sobre esta definici´on fueron largas y estaban en parte motivadas por las funciones arbitrarias que intervienen en las soluciones de las ecuaciones diferenciales en derivadas parciales. Otro motivo eran los problemas de contorno o de condiciones iniciales para esas ecuaciones. As´ı, para el problema de la cuerda vibrante, una condici´on inicial natural es estirar de un punto de la cuerda, lo que da lugar a una soluci´on que se expresa por medio de una funci´ on no derivable en un punto y con expresiones diferentes a cada lado de ese punto. Dado que se trata de una condici´on inicial, eso deb´ıa interpretarse como una funci´on, aunque se sal´ıa del marco de la anterior definici´on. Al final del siglo, objetos como el anterior eran, pues, admitidos dentro de la categor´ıa de “funciones”, y eran denominados funciones discontinuas o mec´anicas. Se puede observar que la noci´on intuitiva que se ten´ıa de continuidad era ya la moderna idea de conexi´on del grafo de la funci´on (“que se pueda dibujar sin levantar el l´apiz del papel”.) El problema se complica cuando Fourier (1768-1830) publica su memoria sobre la transmisi´ on del calor, donde se obtienen series trigonom´etricas (que se suponen convergentes) para funciones mucho m´as arbitrarias que las entonces admitidas. “Para que existan los coeficientes de Fourier basta que f (x), f (x) sin nx y f (x) cos nx tengan ´area bajo su gr´afica” (en palabras del propio Fourier). Cabe recordar que uno de los problemas pendientes todav´ıa (aunque a´ un no se era consciente del mismo) era definir lo que se entiende por variable. La cuesti´on radica en no disponer de un concepto claro sobre el cuerpo de los n´ umeros reales. As´ı, por ejemplo, en 1821 Cauchy enunciaba que “una variable es una magnitud que va tomando sucesivamente muchos valores diferentes”. En esta definici´on se observa la presencia de las ideas “temporales” de Newton. Igualmente, Cauchy dice: “dadas varias variables tales que, conocido el valor de una de ellas, se puede obtener el valor de las dem´as, entonces esas otras se expresan por medio de la primera que se denomina variable independiente; mientras que de las dem´as se dice que son funci´on de esa variable”. El adelanto en relaci´on al siglo precedente es que ya no se exige ning´ un tipo de expresi´on para poder hablar de funciones. Es Dirichlet, en 1837, el que da una definici´on como la que se usa hoy d´ıa: “la variable y es funci´on de la variable x cuando a cada valor de x en un intervalo le corresponde un valor de y”. Todo ello independientemente de que haya expresiones (una o varias) que liguen y con x. Una vez visto c´ omo se ha perfilado la idea de funci´on, veamos c´omo se llega a la de continuidad. Es Bolzano el que, sorprendentemente, en 1817 escribe: “la funci´on f (x) es continua en un intervalo si, para cada valor de x en ese intervalo, la diferencia f(x + ω) − f (x) se puede hacer tan peque˜ na como se quiera, tomando ω suficientemente peque˜ no”. Pero no es s´olo esto; salvo una teor´ıa sobre los n´ umeros reales, Bolzano expuso ya correctamente todas las ideas necesarias para el desarrollo del c´ alculo. As´ı, lleg´ o a admitir la existencia de los n´ umeros infinitamente grandes y

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de los infinitamente peque˜ nos, el axioma del extremo superior y el hoy llamado criterio de Cauchy para la convergencia de una sucesi´ on de n´ umeros reales. Sin embargo, el trabajo de Bolzano no circula con la amplitud necesaria entre sus contemporaneos y su influencia no es notoria. El que s´ı tuvo una influencia decisiva fue el Curso de An´ alisis que Cauchy public´ o en 1821. Cauchy ataca y define con precisi´on el concepto de l´ımite de una funci´on y el de continuidad. Igualmente aclara los infinitamente peque˜ nos como las variables con l´ımite cero, y los infinitamente grandes como las variables cuyo valor crece indefinidamente (“m´ as all´a de toda cota”) y converge a ∞. Su definici´on de continuidad es la siguiente: “f (x) es continua en un punto x si un incremento infinitesimal de la variable produce un incremento infinitesimal de la funci´on”; esto es, f es continua en a ⇔ lim f (x) = f (a) x→a

A pesar de su habitual precisi´ on, Cauchy tambi´en dice, de manera imprecisa, que “si una funci´ on de varias variables es continua en cada una de ellas, entonces dicha funci´on es continua”, cosa que sabemos que no es cierta. Con estas definiciones Cauchy estudi´o las propiedades de las funciones continuas y muchos matem´aticos siguieron, despu´es, sus pasos. La noci´on de continuidad quedaba definitivamente aclarada y separada de la de los valores intermedios (Darboux (1842-1917) dio un ejemplo de funci´on que toma todos los valores entre dos de ellos pero sin ser continua.) Weierstrass fue el que elimin´ o del lenguaje del an´alisis toda relaci´on con el movimiento. Frases como “una variable se acerca a un l´ımite”, que recuerdan las ideas temporales de Newton, fueron transformadas en desigualdades, intentando aritmetizar todo lo posible. De ´el es la definici´on de continuidad que hoy se llama “del  − δ”. Tambi´en prob´o la existencia de m´aximo y m´ınimo para una funci´ on continua definida en un intervalo cerrado, que hab´ıa sido usado por Cauchy sin demostraci´on. Igualmente prob´ o el llamado teorema de Bolzano-Weierstrass sobre el punto de acumulaci´on, utilizando, para ello, el m´etodo de Bolzano de dividir el intervalo en dos partes y dar una regla para elegir una de ellas. Los seguidores de estas ideas, Heine (1821-1881), Borel (1871-1956) y otros, obtuvieron, asimismo, la primera noci´ on de compacidad por recubrimientos para un intervalo cerrado.

5.2

Derivaci´ on

Otra vez Bolzano fue el primero en definir: f 0 (x) := lim

h→0

f (x + h) − f (x) h

indicando que f 0 (x) no es un cociente de ceros ni la raz´on entre dos “cantidades evanescentes”, sino un n´ umero hacia el que se va aproximando ese cociente. Esto no era sino precisar las ideas de Newton, ya refinadas en el siglo XVIII, entre otros por D’Alembert, que fue el que m´as se acerc´ o a esa definici´ on. Sin embargo, tampoco este trabajo de Bolzano tuvo difusi´on. M´as tarde, Cauchy vuelve a tomar como buena esta definici´on y la desarrolla con plenitud. En primer lugar quita problemas a los diferenciales de Leibnitz: dx es una cantidad cualquiera y dy = f 0 (x)dx. Esto es, la diferencial es la funci´on lineal que aproxima a la funci´on dada en el punto considerado. Cauchy distingui´ o claramente entre dy y ∆y, entendiendo este u ´ltimo como la

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variaci´on de los valores de la funci´ on. Para aclararlo obtuvo el teorema del valor medio y el que hoy se denomina teorema de Cauchy, que generaliza el anterior (y que, realmente, lo precedi´o.) Como consecuencias, obtuvo la regla de l’Hˆ opital y las condiciones de extremo relativo. Igualmente obtuvo la f´ ormula de Taylor con la expresi´on del resto que lleva su nombre (la manera de obtenerlo es la que hoy se usa normalmente.) Emple´o, adem´as, dicha expresi´on para estudiar la convergencia de las series de Taylor de las funciones elementales. Hay que se˜ nalar que, para demostrar el teorema del valor medio, “prob´o” previamente, de una forma intuitiva pero muy natural (igual que hoy se hace en los cursos de bachillerato, utilizando la compacidad de un intervalo cerrado y acotado, pero sin “saberlo”), que si una funci´on tiene derivada positiva en un intervalo, entonces es creciente. A pesar de todo esto, Cauchy cre´ıa que una funci´on continua era diferenciable salvo, quiz´ as, en puntos aislados, y con ´el, los libros de la ´epoca est´an llenos de “demostraciones” de este hecho. Sin embargo, Bolzano ten´ıa clara la diferencia y dio, en 1834, una funci´on continua con derivada no acotada en todos los puntos (tampoco este trabajo fue conocido.) Hubo muchos intentos de probar que continuidad implica derivabilidad, y b´ usqueda de contraejemplos. Entre otros, Riemann, en 1854, y Weierstrass, en 1874, dieron ejemplos concretos de funciones continuas en todos los puntos y no derivables en ninguno.

5.3

Integraci´ on

Durante los siglos XVII y XVIII no hab´ıa una teor´ıa de la integral, ni una definici´on de tal concepto, ni una caracterizaci´ on de las funciones integrables. Las ideas usadas eran las de Newton, como operaci´on inversa de la derivaci´ on, mientras que las de Leibnitz no se utilizaban. Todo eran conceptos vagos, pero resultados que podr´ıan ser calificados de maravillosos. La necesidad de construir una teor´ıa al respecto aparece nuevamente en el trabajo de Fourier. Cauchy es el primero en elaborarla, en 1823, y lo hace para funciones continuas: “sea f : [a, b] → R una funci´ on continua y P = {a = x < x1 < ... < xn = b} una partici´on del intervalo, entonces” Z b

f (x)dx := lim

n→∞

a

n−1 X

f (xi−1 )(xi − xi−1 )

i=1

(aunque la notaci´ on no era exactamente ´esta.) El problema estaba en demostrar que ese l´ımite existe cuando n → ∞, que quiere decir cuando la distancia entre los puntos de la partici´on tiende a cero. Para probarlo Cauchy utiliza el que f sea uniformemente continua en [a, b] (noci´on, para ´el, id´entica a la de continuidad). Esto le lleva a estudiar la funci´ on x 7→ F (x) :=

Z x

f (x)dx a

de la que prueba que es continua y derivable y que F 0 = f , y de ah´ı el teorema fundamental del c´alculo (teorema de Barrow.) Tambi´en estudia las integrales impropias de segunda especie. Igualmente extiende su noci´on de integrabilidad a funciones continuas a trozos. Con esto se definen, adem´as, las ideas geom´etricas

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para las que se requiere la integral: c´ alculo de ´areas planas, longitudes de curvas, vol´ umenes, etc; restringidas, desde luego, al caso en que el integrando sea una funci´on continua. En 1854 es Riemann quien, en su trabajo sobre las series trigonom´etricas, se pregunta por las condiciones para que Runa funci´ on sea integrable. Su pregunta exactamente es la siguiente: “¿qu´e x ha de entenderse por a f (x)dx?” Para responderla construye la suma de Riemann: n−1 X

f (ξi−1 )(xi − xi−1 )

i=1

donde ξi ∈ [xi−1 , xi ], en las mismas condiciones de Cauchy, pero para una funci´on cualquiera. La primera condici´ on de integrabilidad que da entonces, es: “las sumas se acercan a un l´ımite cuando el di´ametro de la partici´ on tiende a cero, si la suma de los intervalos en los que la oscilaci´on de f es mayor que un n´ umero prefijado λ se acerca a cero cuando lo hace el di´ametro”. Esto le permite cambiar las funciones continuas por funciones con discontinuidades aisladas e, incluso, por otras m´as generales. Da, asimismo, un ejemplo de funci´on integrable que tiene infinitas discontinuidades en cualquier intervalo, por peque˜ no que sea. Tambi´en enuncia otra condici´ on de integrabilidad. Para ello define las sumas superior e inferior de f en una partici´ on, aunque ´el s´ olo usa su diferencia. As´ı, afirma que “una funci´on es integrable si, y s´olo si, dicha diferencia tiende a cero cuando el di´ametro de la partici´on tiende a cero”. La demostraci´on la hace Darboux en 1875, quien prueba, adem´as, que el teorema fundamental del c´alculo vale para todas esas nuevas funciones. Es tambi´en Darboux el que prueba, en 1875, que una funci´on acotada es integrable si, y s´ olo si, los puntos de discontinuidad se pueden recubrir por un n´ umero finito de intervalos de longitud tan peque˜ na como se quiera (es decir, si forman un conjunto de medida nula.) Riemann no se atreve a asegurar que toda funci´on continua sea integrable. Para ello le falta la completitud de los n´ umeros reales, que permite demostrar que toda funci´on continua en un intervalo cerrado es uniformemente continua en ´el (resultado que no se tuvo hasta 1870.) Enseguida se trabaj´ o con las integrales impropias y se extendio la integral de Riemann a funciones no acotadas y a funciones de dos variables. Con ello conclu´ıa el problema de la integraci´ on. Sin embargo, el origen de la integraci´on fue hallar ´areas. Ahora se dispon´ıa del concepto de integral y hab´ıa que unirlo con el de ´ area. De nuevo el comienzo es el mismo: hay que preguntarse qu´e es el ´area. La primera formulaci´ on de esta noci´on es de Peano (1858-1932) y la dio en 1887. Defini´o el ´area interior y exterior de un conjunto del plano como lo que hoy se llama contenido de Jordan, y prob´ o la relaci´ on entre las integrales superior e inferior de una funci´on con el ´area del recinto plano limitado por la gr´ afica de una funci´on positiva y el eje de abscisas, en el intervalo de definici´on de la funci´ on. En 1893, Jordan (1838-1922) extendi´o la integral de Riemann a funciones de varias variables, definiendo el contenido de Jordan de paralelep´ıpedos en Rn . El siguiente paso adelante lo da Lebesgue (1875-1941), ya en el siglo XX, pero no se va a hablar aqu´ı de ello.

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5.4

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Convergencia

El uso indiscriminado de las series durante el siglo XVIII produjo contradicciones y discusiones. Al comenzar el siglo XIX, en 1810, Fourier, Gauss (1777-1855) y Bolzano empezaron a aclarar el problema de la convergencia y a criticar la vaguedad de las razones previas sobre el uso de las series no convergentes. La primera definici´ on de convergencia la dio Fourier en su memoria sobre el calor: “una serie converge si, cuando n aumenta, la suma de n t´erminos se acerca a un n´ umero y llega a diferir de ´el una cantidad que es menor que cualquier magnitud”. Reconoci´o, adem´as, la necesidad de que el t´ermino general de la serie tienda a cero para que la serie converja. A pesar de ello, no tuvo P demasiados problemas para manejar series no convergentes y mantuvo que n≥0 (−1)n = 1/2. Gauss aclar´ o el problema, y en su memoria de 1812 sobre las series, estudi´o la serie hipergeom´etrica. Este es el primer estudio serio y completo sobre las condiciones en que converge una serie concreta de funciones que depende, adem´as, de tres par´ametros. Bolzano, en 1817, dio la condici´ on que hoy recibe el nombre de condici´on de Cauchy. Adem´ as da la impresi´ on de que ten´ıa unas ideas absolutamente claras sobre la convergencia. De nuevo es el trabajo de Cauchy el primer estudio organizado sobre series. Acerca de las series num´ericas, dio la buena definici´ on de convergencia y prob´o la necesidad del criterio que hoy lleva su nombre. La suficiencia era inaccesible debido al desconocimiento de las propiedades de los n´ umeros reales. Tambi´en dio criterios para estudiar la convergencia de series de t´erminos no negativos: el que lleva su nombre (criterio de la ra´ız), el de D’Alembert o del cociente y los de comparaci´ on. Igualmente defini´ o convergencia absoluta y vio que implicaba la convergencia. Tambi´en dedujo el criterio de Leibnitz para series alternadas. Estudi´o, adem´ as, las series de funciones y aplic´o los criterios para hallar intervalos de convergencia. Obtuvo la f´ ormula de Taylor con una expresi´on para el resto, y estudi´o la convergencia de dicha serie analizando el resto. Dio ejemplos de funciones no anal´ıticas, contradiciendo as´ı las ideas de Lagrange. Sin embargo, no supo distinguir entre convergencia puntual y uniforme, y supuso ´esta para asegurar que se conserva la continuidad al pasar al l´ımite en una serie de funciones y que se puede integrar t´ermino a t´ermino y sumar. Abel se dio cuenta, en 1826, de la necesidad de un concepto de convergencia m´as fuerte que la convergencia puntual, a fin de que se conserve la continuidad, y Stokes (1819-1903) dio la definici´ on correcta de convergencia uniforme en 1848. En escritos posteriores, Cauchy reconoci´o la necesidad de la convergencia uniforme para esos resultados. El estudio completo m´ as preciso lo realiz´o Weierstrass, quien ten´ıa clara la idea de convergencia uniforme y su necesidad para explicar las mencionadas propiedades, as´ı como los problemas sobre diferenciaci´on de series de funciones. Tambi´en prob´o que toda funci´on continua en un intervalo cerrado se puede aproximar por una serie uniformemente convergente de polinomios. Finalmente, Dirichlet y Riemann estudiaron los problemas de reordenaci´on de series.

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5.5

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Los n´ umeros reales

Desde nuestro actual punto de vista, un tanto acostumbrado al m´etodo formal, parece inexplicable que los n´ umeros reales, la base del c´ alculo, fueran el u ´ltimo punto que se aclarara en los problemas del c´alculo infinitesimal. Aparte de su dificultad, est´a el hecho de que la idea de magnitud parece la m´as natural y es dif´ıcil darse cuenta de la necesidad de aclararla por completo. Influy´o, adem´ as, otro problema de la ´epoca: el inter´es por aritmetizar las matem´aticas se basaba en que el n´ umero era un dato, una idea a priori, y de ah´ı que no se tuviera conciencia de la necesidad de aclararlo. As´ı, las propiedades de las funciones continuas en un intervalo cerrado de la recta quedaban demostradas s´ olo en parte al no disponer de una teor´ıa sobre los n´ umeros reales. Igualmente la condici´on de Cauchy para la convergencia de sucesiones y series de n´ umeros quedaba incompleta, y lo mismo ocurr´ıa con las construcciones de la integral. La gota que colm´o el vaso fueron las funciones continuas no diferenciables. Todo ello exigi´o una aclaraci´on del sistema de los n´ umeros reales. Hubo varias construcciones distintas. Las m´as utilizadas son las de Cantor (1845-1918) y Dedekind (1831-1916.) Ambas ten´ıan como punto de partida el conjunto Q de los n´ umeros racionales, y en ellas el conjunto de los n´ umeros reales deja de ser una idea a priori para ser construido a partir de otros conceptos. El problema era el de los n´ umeros irracionales. Durante el siglo XVIII se hab´ıan utilizado sin problemas y se supon´ıa que para ellos eran v´alidas las mismas propiedades y operaciones que para los racionales. Se dec´ıa de ellos que se aproximaban por racionales y eso bastaba. Despu´es se precis´o que eran “l´ımite de n´ umeros racionales”. Cantor aclar´o que primero hab´ıa que construirlos y despu´es ver si eran l´ımite de algo. Weierstrass, en 1859, habl´o claramente de la necesidad de hacer una teor´ıa sobre estos n´ umeros. El origen de la construcci´ on de Dedekind es la idea de continuidad de la recta, ligada a la teor´ıa de las magnitudes de Eudoxo. Observ´ o que la continuidad consist´ıa en que partir la recta en dos, de forma que una parte quede a un lado de la otra, s´olo es posible hacerlo tomando un punto de la recta (esto era un axioma geom´etrico en su tiempo.) Por otra parte observ´o que eso no ocurr´ıa con los n´ umeros racionales. De la teor´ıa de Eudoxo dedujo que la relaci´on entre dos magnitudes inconmensurables divide a los racionales en dos clases con esa propiedad. De aqu´ı obtuvo la idea de cortadura y denomin´ o n´ umero real a una cortadura del conjunto Q. Defini´o la suma, el producto y el orden sin demasiadas dificultades y prob´o que, haciendo cortaduras en los reales, no se obten´ıan nuevos n´ umeros. Seguidamente demostr´o que toda sucesi´on mon´otona creciente y acotada tiene l´ımite. Eso era suficiente para dejar bien aclarados los problemas de su tiempo. Dedekind tuvo algunos problemas y controversias sobre su m´etodo y a ´el mismo le costaba aclarar si un n´ umero real era lo mismo que una cortadura o era algo m´as. Su problema era que no intentaba dar una teor´ıa de los n´ umeros reales, sino construir los irracionales. Cantor critic´ o la construcci´ on de Dedekind por considerar que las cortaduras no aparecen de manera natural en el an´ alisis y construy´o, simult´aneamente, los n´ umeros reales utilizando la idea de que un n´ umero irracional es el l´ımite de una sucesi´on de racionales. As´ı, tom´o las sucesiones de Cauchy de n´ umeros racionales y llam´ o n´ umero real a su l´ımite; identificando dos sucesiones si su diferencia tiende a cero. F´ acilmente comprob´o que estos n´ umeros formaban un cuerpo ordenado que contiene a los racionales y demostr´o que es completo (esto es, que las sucesiones de n´ umeros reales no dan nuevos n´ umeros.)

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Puede observarse que en ambas construcciones es necesario un n´ umero infinito de n´ umeros racionales para determinar un irracional. Esto provocaba aut´enticos problemas en su tiempo, por lo que no fueron aceptadas de una manera general ninguna de ambas. Mucho antes, en 1696, Wallis hab´ıa identificado los n´ umeros racionales con los decimales peri´odicos. Stolz prob´ o, en 1886, que todo irracional se puede representar como un n´ umero decimal no peri´odico. Esto provoc´ o otra forma de ver el problema: los n´ umeros reales son los n´ umeros decimales. Una vez construidos los n´ umeros reales, quedaba por ver c´omo se pod´ıa pasar de las ideas a priori, esto es, los n´ umeros naturales, a los racionales. Peano (1858-1932) dio, en 1889, los axiomas de los n´ umeros naturales y defini´ o sus propiedades. Weierstrass hab´ıa pasado, en 1854, de los naturales a los racionales, tal como se hace hoy. Los reales se construyeron en 1872. Un comentario final: una vez construido el cuerpo R, fue Hilbert (1862-1943) el que afirm´o que para trabajar era m´ as c´ omodo dar sus propiedades de forma axiom´atica (puesto que ya se sab´ıa construir) que seguir el camino que lleva de N a R. As´ı, dio un sistema de axiomas, en 1899, divididos en cuatro grupos: 1. Axiomas de conexi´ on, 2. Axiomas de c´ alculo, 3. Axiomas de orden, 4. Axiomas de continuidad. Aclar´o que no eran un sistema independiente y que era preciso probar su consistencia (con lo cual, desde el punto de vista matem´ atico, el objeto existe.) De cualquier modo, el punto de vista axiom´atico tampoco fue generalmente aceptado, ya que muchos prefirieron el punto de vista constructivo.

Bibliography [1] A.D. Alexsandrov et al. La matem´atica: su contenido, m´etodo y significado. Alianza Ed., Madrid, 1976. [2] R. Courant, R. Robbins ¿Qu´e es la matem´atica? Aguilar, Madrid, 1967. [3] M. Kline Mathematical thought from ancient to modern times. Oxford Univ. Press, Nueva York, 1972. [4] W.M. Priestley Calculus: an historical approach, Springer-Verlag, Nueva York, 1979. [5] D.J. Struik, A concise history of mathematics. Dover Pub. Inc., Nueva York, 1967.

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