Procesos de transformación en la terapia 1

Procesos de transformación en la terapia 1 Procesos de transformación en la terapia 2 CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES (Licencia de uso) Bogotá
Author:  Eugenia Vega Moya

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Procesos de transformación en la terapia 1

Procesos de transformación en la terapia 2

CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES (Licencia de uso) Bogotá, D.C., Agosto 6 de 2012

Señores Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J. Pontificia Universidad Javeriana Cuidad Los suscritos: Ana María Arango Cammaert

, con C.C. No , con C.C. No , con C.C. No

53’001.517

En mi (nuestra) calidad de autor (es) exclusivo (s) de la obra titulada: Procesos de transformación en la terapia: una explicación para la pregunta por cómo ocurrió el cambio (por favor señale con una “x” las opciones que apliquen) No Tesis doctoral Trabajo de grado X Premio o distinción: Si cual: presentado y aprobado en el año 2012 , por medio del presente escrito autorizo (autorizamos) a la Pontificia Universidad Javeriana para que, en desarrollo de la presente licencia de uso parcial, pueda ejercer sobre mi (nuestra) obra las atribuciones que se indican a continuación, teniendo en cuenta que en cualquier caso, la finalidad perseguida será facilitar, difundir y promover el aprendizaje, la enseñanza y la investigación. En consecuencia, las atribuciones de usos temporales y parciales que por virtud de la presente licencia se autorizan a la Pontificia Universidad Javeriana, a los usuarios de la Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J., así como a los usuarios de las redes, bases de datos y demás sitios web con los que la Universidad tenga perfeccionado un convenio, son: AUTORIZO (AUTORIZAMOS) 1. La conservación de los ejemplares necesarios en la sala de tesis y trabajos de grado de la Biblioteca. 2. La consulta física o electrónica según corresponda 3. La reproducción por cualquier formato conocido o por conocer 4. La comunicación pública por cualquier procedimiento o medio físico o electrónico, así como su puesta a disposición en Internet 5. La inclusión en bases de datos y en sitios web sean éstos onerosos o gratuitos, existiendo con ellos previo convenio perfeccionado con la Pontificia Universidad Javeriana para efectos de satisfacer los fines previstos. En este evento, tales sitios y sus usuarios tendrán las mismas facultades que las aquí concedidas con las mismas limitaciones y condiciones 6. La inclusión en la Biblioteca Digital PUJ (Sólo para la totalidad de las Tesis Doctorales y de Maestría y para aquellos trabajos de grado que hayan sido laureados o tengan mención de honor.)

SI X X X X

X

X

NO

Procesos de transformación en la terapia 3

De acuerdo con la naturaleza del uso concedido, la presente licencia parcial se otorga a título gratuito por el máximo tiempo legal colombiano, con el propósito de que en dicho lapso mi (nuestra) obra sea explotada en las condiciones aquí estipuladas y para los fines indicados, respetando siempre la titularidad de los derechos patrimoniales y morales correspondientes, de acuerdo con los usos honrados, de manera proporcional y justificada a la finalidad perseguida, sin ánimo de lucro ni de comercialización. De manera complementaria, garantizo (garantizamos) en mi (nuestra) calidad de estudiante (s) y por ende autor (es) exclusivo (s), que la Tesis o Trabajo de Grado en cuestión, es producto de mi (nuestra) plena autoría, de mi (nuestro) esfuerzo personal intelectual, como consecuencia de mi (nuestra) creación original particular y, por tanto, soy (somos) el (los) único (s) titular (es) de la misma. Además, aseguro (aseguramos) que no contiene citas, ni transcripciones de otras obras protegidas, por fuera de los límites autorizados por la ley, según los usos honrados, y en proporción a los fines previstos; ni tampoco contempla declaraciones difamatorias contra terceros; respetando el derecho a la imagen, intimidad, buen nombre y demás derechos constitucionales. Adicionalmente, manifiesto (manifestamos) que no se incluyeron expresiones contrarias al orden público ni a las buenas costumbres. En consecuencia, la responsabilidad directa en la elaboración, presentación, investigación y, en general, contenidos de la Tesis o Trabajo de Grado es de mí (nuestro) competencia exclusiva, eximiendo de toda responsabilidad a la Pontifica Universidad Javeriana por tales aspectos. Sin perjuicio de los usos y atribuciones otorgadas en virtud de este documento, continuaré (continuaremos) conservando los correspondientes derechos patrimoniales sin modificación o restricción alguna, puesto que de acuerdo con la legislación colombiana aplicable, el presente es un acuerdo jurídico que en ningún caso conlleva la enajenación de los derechos patrimoniales derivados del régimen del Derecho de Autor. De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de la Decisión Andina 351 de 1993, “Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de los autores”, los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables. En consecuencia, la Pontificia Universidad Javeriana está en la obligación de RESPETARLOS Y HACERLOS RESPETAR, para lo cual tomará las medidas correspondientes para garantizar su observancia. NOTA: Información Confidencial: Esta Tesis o Trabajo de Grado contiene información privilegiada, estratégica, secreta, confidencial y demás similar, o hace parte de una investigación que se adelanta y cuyos resultados finales no se han publicado. Si No X En caso afirmativo expresamente indicaré (indicaremos), en carta adjunta, tal situación con el fin de que se mantenga la restricción de acceso. NOMBRE COMPLETO

Ana María Arango Cammaert

FACULTAD: Psicología PROGRAMA ACADÉMICO:

No. del documento de identidad

53’001.517

Maestría en Psicología Clínica

FIRMA

Procesos de transformación en la terapia 4

ANEXO 3 BIBLIOTECA ALFONSO BORRERO CABAL, S.J. DESCRIPCIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO FORMULARIO TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS O TRABAJO DE GRADO

Procesos de transformación en la terapia: una explicación a la pregunta por cómo ocurrió el cambio SUBTÍTULO, SI LO TIENE

AUTOR O AUTORES Apellidos Completos

Nombres Completos

Arango Cammaert

Ana María

DIRECTOR (ES) TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO Apellidos Completos Nombres Completos

Arévalo Carrascal

Beatriz Amanda

FACULTAD

Psicología PROGRAMA ACADÉMICO Tipo de programa ( seleccione con “x” ) Especialización Maestría

Pregrado

Doctorado

X Nombre del programa academic

Maestría en Psicología Clínica Nombres y apellidos del director del programa académico

Hugo Alberto Escobar Melo TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE:

Magíster en Psicología Clínica PREMIO O DISTINCIÓN (En caso de ser LAUREADAS o tener una mención especial):

CIUDAD

AÑO DE PRESENTACIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO

NÚMERO DE PÁGINAS

2012

204

Bogotá Dibujos

Pinturas

TIPO DE ILUSTRACIONES ( seleccione con “x” ) Tablas, gráficos y Planos Mapas Fotografías diagramas

Partituras

X SOFTWARE REQUERIDO O ESPECIALIZADO PARA LA LECTURA DEL DOCUMENTO Nota: En caso de que el software (programa especializado requerido) no se encuentre licenciado por la Universidad a través de la Biblioteca (previa consulta al estudiante), el texto de la Tesis o Trabajo de Grado quedará solamente en formato PDF.

TIPO

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FORMATO

Procesos de transformación en la terapia 5

(minutos)

CD

DVD

Otro ¿Cuál?

Vídeo Audio Multimedia Producción electrónica Otro Cuál? DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVE EN ESPAÑOL E INGLÉS Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos descriptores, se recomienda consultar con la Sección de Desarrollo de Colecciones de la Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J en el correo [email protected], donde se les orientará).

ESPAÑOL

Procesos de Transformación Formación de terapeutas Consultantes Procesos terapéuticos Interacciones

INGLÉS

Transformation processes Training of therapist Consultants Therapeutic processes Interactions

RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS (Máximo 250 palabras - 1530 caracteres)

Los procesos de transformación son conceptualizados por todas las escuelas de terapia porque dan sentido a su experiencia, trazan sus límites y definen los roles de quienes participan en ella. Cuando se estudian en el marco de un programa de formación en terapia sistémica, retroalimentan sus objetivos, metodología y aportan conocimientos a docentes y estudiantes. Por lo tanto se justifica un estudio que documente y explique los procesos de transformación que se generan en los procesos terapéuticos, las dinámicas interaccionales y los consultantes, a partir de los procesos autorrefereniales y de aprendizaje de la terapeuta. Esta fue una investigación cualitativa que consistió en un estudio de caso de tres procesos terapéuticos y para la cual se utilizó como metodología la investigación-intervención y la aproximación colaborativa a la investigación. Se concluye que en la terapeuta y en las consultantes se dieron cambios autorreferenciales similares que evidencian una ruptura discontinua respecto a la estructura anterior como personas, que corresponden a una cibernética de segundo orden y a un proceso de diferenciación e individuación. Los procesos terapéuticos se hicieron más complejos y productivos en la medida que la terapeuta se apropió de la teoría y la integró con lógica circular y las dinámicas interaccionales se hicieron cada vez más reciprocas cuando la terapeuta aprendió a reconocer sus emociones y cuando logró una conexión consigo misma y con la teoría. Finalmente se evidenció la interacción recursiva que existe entre los niveles de observación considerados. Transformation processes are conceptualized by all schools of therapy because they give meaning to their experience, draw boundaries and define the roles of those involved in it. When studied in the framework of a training program in systemic therapy, transformation processes give feed back to its objectives, methodology and provides knowledge to teachers and students. Therefore this study finds its justification in the need to document and explain the transformation processes that are generated in the therapeutic process, interactional dynamics and consultants, from self-reference processes of learning of the therapist. This was a qualitative research involved a case study of three therapeutic processes and the methodology used was the research-intervention and collaborative approach to research. The results show that the therapist and the consultants had similar self-referential changes that show a discontinuous rupture with their previous structure, which correspond to a second-order change, and with processes of differentiation and individuation. The therapeutic

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processes became more complex and productive to the extent that the therapist’s appropriation of the theory was accomplished and integrated with circular logic. Interactional dynamics became increasingly reciprocal when the therapist learned to recognize their emotions and when she had a connection with and the theory and herself. Finally, the study showed the recursive interaction between the levels of observation considered.

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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Psicología

PROCESOS DE TRANSFORMACIÓN EN LA TERAPIA: UNA EXPLICACIÓN A LA PREGUNTA POR CÓMO OCURRIÓ EL CAMBIO

Trabajo de grado para optar al título de

MAGÍSTER EN PSICOLOGÍA CLÍNICA

Ana María Arango Cammaert

Bajo la dirección de Amanda Arévalo

Bogotá, D. C., Junio de 2012

Procesos de transformación en la terapia 8

A mi compañera de alma, de vida y de cuarto.

Procesos de transformación en la terapia 9

1.

Tabla de Contenido Introducción ............................................................................................................ 15

2.

Marco Conceptual ................................................................................................... 18 2.1.

Epicentros de la terapia sistémica .................................................................... 18

2.1.1. Cambios hacia un nuevo paradigma ................................................................ 18 2.1.2. Teoría General de los Sistemas ........................................................................ 20 2.1.3. La cibernética ................................................................................................... 21 2.1.4. El constructivismo ........................................................................................... 24 2.1.5. El pensamiento posmoderno en la terapia sistémica ........................................ 26 2.2.

Comprensiones de la terapia y del cambio en las escuelas sistémicas ............ 27

2.2.1. Terapia Familiar Estructural ............................................................................ 28 2.2.2. Terapias estratégicas ........................................................................................ 32 2.2.2.1.

La teoría de la comunicación humana ...................................................... 32

2.2.2.2.

Comprensión del cambio .......................................................................... 37

2.2.2.3.

Terapia Breve Centrada en el Problema ................................................... 41

2.2.2.4.

Terapia Breve Centrada en Soluciones ..................................................... 43

2.2.3. Terapia Sistémica de Milán. ............................................................................ 45 2.3.

Las Terapias Construccionistas y el Cambio ................................................... 52

2.3.1. Terapia Narrativa ............................................................................................. 54 2.3.2. La Terapia Colaborativa .................................................................................. 58 2.4. 3.

Debate sobre efectividad en la terapia ............................................................. 61

Método .................................................................................................................... 64 3.1.

Pregunta de investigación ................................................................................ 64

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3.2.

Objetivos .......................................................................................................... 64

3.2.1. Objetivo general ............................................................................................... 64 3.2.2. Objetivos específicos: ...................................................................................... 64 3.3.

Tipo de Investigación ....................................................................................... 64

3.3.1. Investigación de segundo orden ....................................................................... 65 3.3.2. Investigación-Intervención .............................................................................. 66 3.3.3. Estudio de caso ................................................................................................ 66 3.3.4. Aproximación colaborativa a la investigación ................................................. 68

4.

3.4.

Metodología de análisis de la información ...................................................... 71

3.5.

Contexto en el que se desarrolla la investigación ............................................ 75

3.6.

Participantes ..................................................................................................... 76

3.7.

Fuentes de recolección de la información ........................................................ 76

3.8.

Procedimiento .................................................................................................. 76

3.9.

Implicaciones éticas ......................................................................................... 78

Resultados ............................................................................................................... 78 4.1.

Descripción del contexto de las participantes .................................................. 79

4.1.1. Participante 1. Catalina .................................................................................... 80 4.1.2. Participante 2. Milagros ................................................................................... 82 4.1.3. Participante 3. Isabel ........................................................................................ 84 4.1.4. Participante 4. Ana María/Terapeuta ............................................................... 87 4.2.

Explicación de los procesos de transformación ............................................... 88

4.2.1. Primera fase ..................................................................................................... 89

Procesos de transformación en la terapia 11

4.2.1.1.

La terapeuta .............................................................................................. 89

4.2.1.2.

Proceso terapéutico ................................................................................... 94

4.2.1.3.

Las dinámicas interaccionales .................................................................. 97

4.2.2. Segunda fase .................................................................................................... 99 4.2.2.1.

La terapeuta .............................................................................................. 99

4.2.2.2.

El proceso terapéutico ............................................................................ 102

4.2.2.3.

Las dinámicas interaccionales ................................................................ 106

4.2.2.4.

Las consultantes...................................................................................... 108

4.2.3. Tercera fase .................................................................................................... 109

5.

4.2.3.1.

La terapeuta ............................................................................................ 109

4.2.3.2.

El proceso terapéutico ............................................................................ 119

4.2.3.3.

Las dinámicas interacciones ................................................................... 121

4.2.3.4.

Las consultantes...................................................................................... 121

Discusión ............................................................................................................... 123 5.1.

Introducción ................................................................................................... 123

5.2.

Cambios en la terapeuta ................................................................................. 124

5.3.

Cambios en el proceso terapéutico ................................................................ 129

5.4.

Cambios en las dinámicas interaccionales ..................................................... 132

5.5.

Cambios en las consultantes .......................................................................... 133

5.6.

Limitaciones del estudio ................................................................................ 134

6.

Conclusiones ......................................................................................................... 135

7.

Referencias ............................................................................................................ 139

Procesos de transformación en la terapia 12

8.

Anexos ................................................................................................................... 143 8.1.

Anexo 1 .......................................................................................................... 143

8.2.

Anexo 2 .......................................................................................................... 164

8.3.

Anexo 3 .......................................................................................................... 198

Procesos de transformación en la terapia 13

Lista de tablas

Tabla 1.Agrupación de las sesiones de Catalina en fases por procesos de cambio Tabla 2.Agrupación de las sesiones de Milagros en fases por procesos de cambio Tabla 3.Agrupación de las sesiones de Isabel en fases por procesos de cambio Tabla 4. Fase de Cambio 1 Tabla 5. Fase de cambio 2 Tabla 6. Fase de cambio 3

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Lista de figuras

Figura 1. Árbol de categorías Figura 2. Genograma de la familia de Catalina Figura 3. Genograma de la familia de Milagros Figura 2. Genograma de la familia de Isabel Figura 2. Genograma de mi familia

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1. Introducción “Cuando empieces tu ida hacia Ítaca desea que el camino sea largo, lleno de peripecias, lleno de conocimientos. A los Lestrígones y a los Cíclopes, al encolerizado Poseidón no temas, tales cosas en tu camino nunca las encontrarás, si tu mirada permanece alta, si una escogida emoción a tu alma y a tu cuerpo les guía. A los Lestrígones y a los Cíclopes, al fiero Poseidón no los encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si tu alma no los coloca delante de ti.” Kavafis.

Quiero introducirlos a este documento con este fragmento del poema de Kavafis pues en él encuentro una analogía a los procesos de cambio y de toma de forma que documento en este estudio. Mi intención es comprender cuáles y cómo son los procesos de transformación que ocurren en mí como terapeuta, en las consultantes, en las dinámicas interaccionales y en los procesos de terapia en los que participé como terapeuta durante mi Maestría en Psicología Clínica con Enfoque Sistémico. Para esto, llevé a cabo una revisión de literatura en la cual consideré pertinente hacer un recorrido por los epicentros de la terapia sistémica, ilustrando la manera en la que se dio el cambio de paradigma (Capra, 1998) y describiendo los presupuestos básicos de la teoría general de los sistemas (von Bertalanffy, 1968), la cibernética (Keeney, 1990), el constructivismo (Maturana, 1996, 2002) y el pensamiento posmoderno en terapia (Lax; citado en McNamee y Gergen, 1996). Luego tomé en consideración la comprensión que las diferentes escuelas de terapia al interior del paradigma sistémico tienen acerca de los procesos de cambio, del terapeuta, de los consultantes, de los procesos terapéuticos y de las dinámicas interaccionales. Las escuelas que consideré son: la terapia familiar estructural (Minuchin, 1982; Umbarger, 1983), la estratégica (Watzlawick, Beavin y Jackson,

Procesos de transformación en la terapia 16

1993; Fisch, Weakland y Segal, 1984; Nardone y Watzlawick, 1999; O’Hanlon y Weiner-Davis, 1990; Berg y Miller, 1996; de Shazer, 1989, 1992), la escuela de Milán (Boscolo y Bertrando, 1996a, 1996b) y las terapias de corte construccionista como la narrativa (White, 2002) y la colaborativa (Anderson, 1997). Adicional a esto consulté investigaciones empíricas recientes sobre el debate de efectividad en la terapia, como una alternativa a la preguntas por lo elementos de la terapia que contribuyen al cambio (Villar, 2008; Arango y Moreno, 2011), desde la postura de los factores comunes (Rosenzwieg, 1936; citado en Sprenkle y Blow, 2004) y los factores específicos (Simon, 2006). La parte práctica de esta investigación de tipo cualitativo (Galeano, 2004), consistió en un estudio de caso (Steak, 2005; Tellis, 1997) de tres procesos terapéuticos en los que participe como terapeuta/investigadora. Desarrollé dicho análisis desde los lineamientos de la investigación-intervención (Polo, 1997) y la aproximación colaborativa a la investigación (Gehart, Tarragona y Brava, 2007). Este marco dispuso un proceso de interacción recurrente entre la investigación y la intervención, en el que mis consultante y yo nos embarcamos en un proceso de generación de sentido que nos permitió responder a la pregunta y a los objetivos de este estudio. Quisiera señalar que este estudio ha sido motivado por interés de diferente índole: personales, grupales, prácticos y teóricos. Comenzaré por referirme a mis intereses y metas personales. Desde el principio de la maestría me interesé por sacar provecho de mi formación como terapeuta y por lo tanto, quise significar mi trabajo de grado como una oportunidad para llevar a cabo un proceso de investigaciónintervención

que

me

permitiera

enriquecer

y potencializar

dicho

proceso.

Posteriormente, con el paso de los semestres, el currículo y las clases fueron entretejiéndose con mi proceso de cambio personal y esto potencializó aún más mi inquietud por comprender cuáles y cómo son los procesos de transformación que ocurrieron en mí como terapeuta y como persona, al igual que la conexión que existe entre éste y los procesos de cambio en las consultantes, en los proceso de terapia y en las dinámicas interaccionales. Debido a que he decidido comprender y explicar los procesos de transformación desde una aproximación colaborativa a la investigación, considero pertinente traer a este punto de la introducción, las metas grupales que nos propusimos lograr con mis co-

Procesos de transformación en la terapia 17

investigadoras. Ellas son tres consultantes que me han acompañado desde el inicio de la maestría hasta el final y que aceptaron participar en este estudio con la intención de movilizar y enriquecer nuestros procesos terapéuticos y para contribuir a mi formación como terapeuta, en un gesto de solidaridad y empatía dentro de nuestra relación. Ambas metas se cumplieron, ellas cerraron sus procesos terapéuticos logrando construir aprendizajes tipo III y a su vez se convirtieron en testigos que certificaron mi proceso de formación como terapeuta. Los procesos de cambio y de transformación definen como tal a la terapia y como se evidencia en el marco conceptual, todas las escuelas del paradigma sistémico y construccionista conceptualizan y documentan los procesos de cambios en los niveles de observación que han sido considerados en este estudio. Sin embargo lo hacen en documentos separados y no explican cómo los cambios en un nivel de observación se relacionan y retroalimentan los cambios en otro nivel. Así mismo, tampoco dan cuenta de los procesos autorreferenciales por medio de los cuales se aprende y se aplica la teoría en la práctica del terapeuta. En otras palabras, el propósito teórico que da relevancia disciplinar a este estudio es la documentación y explicación de cómo ocurren los procesos de cambio en cuatro niveles de observación (el terapeuta, los consultantes, los procesos terapéuticos y las dinámicas interaccionales) y de la interacción recursiva que hay entre dichos niveles; a partir del estudio de los procesos autorreferenciales y de aprendizaje de la terapeuta. En cuanto a la relevancia social enmarcada en el propósito práctico de este estudio, ésta consiste en aportar conocimientos sobre los procesos de cambio en el contexto de la terapia y a los programas de formación de terapeutas sistémicos. Considero que importante mencionar que este estudio ha sido desarrollado en el marco de una de las dos únicas maestrías reconocidas por el Ministerio de Educación que forma terapeutas sistémicos en Colombia. En esta medida, constituye un aporte a las prácticas educativas de profesores y de estudiantes, al considerar que la demanda de formaciones en terapia sistémica toma cada vez más fuerza en Colombia. Dicha demanda se relaciona con la pertinencia social del paradigma sistémico en el abordaje de problemáticas que aquejan a nuestra sociedad; tales como la inclusión social (ICBF, 2008). Los terapeutas que se están formando ahora, son quienes a nivel local van a contribuir a la transformación del paradigma sistémico por medio de la aplicación de

Procesos de transformación en la terapia 18

éste a las demandas de nuestro contexto político, económico y social. Por último, esta investigación puede aportar conocimientos a todos los proyectos sociales con perspectiva sistémica que se desarrollen en el país, ya que contribuye en la conceptualización del cambio en el nivel del terapeuta o agente de cambio, de los consultantes o comunidades, de las dinámicas interaccionales entre ellos y de las intervenciones terapéuticas. Todo lo anterior me conduce al planteamiento de la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuáles son los procesos de transformación que ocurren en una terapeuta en formación y cómo se relacionan con las transformaciones que ocurren en los consultantes, en las dinámicas interaccionales y en los procesos de terapia?

2. Marco Conceptual 2.1. Epicentros de la terapia sistémica Para escribir acerca de la relación terapéutica y la comprensión que se tiene acerca de ésta en el paradigma sistémico, considera necesario comenzar por la historia que delimita la conformación del paradigma sistémico y por los presupuestos epistemológicos que se han constituido como la base del mismo. Por lo tanto, a continuación menciono los epicentros a partir de los cuales se produjo el cambio hacia el paradigma sistémico y los presupuestos o las creencias que se configuraron como prevalente. Para esto, comenzaré por hacer una introducción a los cambios que gestaron el nuevo paradigma, para luego abordar en detalle la teoría general de los sistemas (von Bertalanffy, 1968), la cibernética (Keeney, 1990), el constructivismo (Maturana, 1996, 2002) y el pensamiento posmoderno (Lax; citado en McNamee y Gergen, 1996). 2.1.1. Cambios hacia un nuevo paradigma Kuhn (citado en Capra, 1998) define la noción de paradigma científico como “«una constelación de logros –conceptos, valores, técnicas, etc.- compartidos por una comunidad científica y usados por ésta para definir problemas y soluciones legítimos». Los distintos paradigmas, según Kuhn, se suceden tras rupturas discontinuas y revolucionarias llamadas «cambios de paradigma»” (Capra, 1998, p. 27). Desde comienzos y mediados del S. XX, en diferentes lugares del mundo, comenzaron a gestarse preguntas que buscaban dar respuesta a los fenómenos complejos emergentes

Procesos de transformación en la terapia 19

relacionados con la guerra, las enfermedades psiquiátricas, el medio ambiente, la biología, la física, entre otros, y que no encontraban explicaciones en el paradigma mecanicista. Dichas preguntas fueron abordadas por teóricos con perspectivas holísticas, organicistas y ecologistas, que comenzaron a hablar de la necesidad de un cambio radical en la percepción, en el pensamiento y en los valore; lo cual llevó a un cambio de paradigma del conocimiento que fomentara sociedades sostenibles, capaces de satisfacer sus necesidades sin disminuir las oportunidades de generaciones venideras (Capra, 1998). Tomaré como referencia a Capra (1998) para explicar con detalle los cambios generados en los niveles mencionados. En cuanto a la percepción del mundo y de los fenómenos estudiados por la ciencia, se privilegió la visión holística que se centra en la integración de las totalidades en lugar de las partes, y la visión ecológica que reconoce la interdependencia entre los fenómenos y su inmersión en un entorno natural, de cual a su vez son dependientes. Capra (1998) explica los cambios en el pensamiento y en los valores desde la asertividad y la integración, al considerarlos aspectos fundamentales de todos los sistemas vivos y por lo tanto, puntos de referencia para el estudio del cambio de paradigma. En la cultura occidental industrial predominante hasta el momento, se había enfatizado en las tendencias del pensamiento asertivo, que privilegia lo racional, lo analítico, la linealidad y el reduccionismo. Reflejo de esto es el predominio de valores asociados a la competencia, a la expansión, a la dominación y a la cantidad o acumulación que influyen en una organización social jerárquica. El nuevo paradigma cambia su visión acerca del poder, que pasa de la dominación y el control a la influencia y al reconocimiento y con esto, se genera un cambio en la comprensión y en el funcionamiento de la estructura social como redes con diferentes niveles de complejidad, en lugar de jerarquías. La tendencia de pensamiento desde la cual se generan los cambios mencionados, es descrita como intuitiva, sintética, holística y no lineal; y privilegia valores como la conservación, la cooperación, la calidad y la asociación. Lo anterior evidencia un cambio en la ética, que pasa de ser antropocéntrica a ser ecocéntrica, que reconoce el valor de la vida y de la responsabilidad moral e intelectual inherente a los actos. Esto deviene en una experiencia ecológica, espiritual e integradora de las personas con sigo mismo y con su entorno, al ser y sentirse parte de la vida, de los otros y de la naturaleza en la que habitan.

Procesos de transformación en la terapia 20

El anterior es el marco en el cual se gesta el paradigma sistémico, que según Capra (1998), tiene como criterios; a) el cambio de las partes al todo y del objeto a la relaciones, b) la habilidad para focalizar la atención alternativamente es distintos niveles, c) el pensamiento en red, contextual, medioambiental y procesual y d) la noción de que la observación o el conocimiento están mediados por el método de observación, lo que deviene en un conocimiento por aproximación en lugar de ser por descubrimiento. 2.1.2. Teoría General de los Sistemas Para hacer un abordaje de La Teoría General de los Sistemas, tomaré como principal referencia a Ludwing von Bertalanffy (1968) y Capra (1998) para exponer y explicar su historia y los conceptos que se consolidaron con ésta y que en la actualidad, sirven como marco de referencia para la comprensión de los sistemas sociales, familiares y terapéuticos. Kuhn citado en von Bertalanffy (1968), afirma que La Teoría General de los Sistemas puede ser equiparada con una revolución científica en la historia del conocimiento, ya que genera nuevos esquemas conceptuales que permiten conocer aspectos que antes no eran percibidos, genera un desplazamiento de la problemática investigada y un cambio en las reglas con las que se practica la ciencia. Como mencioné anteriormente, dicha reorientación del pensamiento científico, se centra en el estudio de las totalidades, de las estructuras e interacciones, a partir de la construcción teórica de modelos, principios y leyes isomórficos que pueden ser aplicados en las diferentes áreas del conocimiento, evitando duplicaran o triplicaran el descubrimiento del mismo principio en distintos campos del conocimiento (Capra, 1998). Esta propuesta, subyace a la intención de von Bertalanffy (1968) de buscar la integración de las ciencias naturales y sociales y de propiciar contextos más enriquecedores en la comprensión de estas disciplinas, al evitar vagas analogías que se interpongan en el progreso de las mismas. Críticos de esta teoría, consideraron que reducir todas las explicaciones a una sola teoría, implica caer en un solipsismo ingenuo que en lugar de enriquecer las ciencias, las lleve a un monologo similar al que al pretendía llegar el paradigma positivista con la hegemonía de la física. De acuerdo con Capra (1998), a partir de la formulación de la segunda ley de la termodinámica, se introduce la entropía como medida de desorden de los sistemas, que

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los lleva al caos, al desorden y a la desintegración. En este punto, La Teoría General de los Sistemas introduce la noción o la metáfora de los sistema abiertos en contraposición de los sistemas cerrados, los primeros son todos los organismos vivos que deben crecer en niveles de complejidad para diferenciarse del medio externo y no desintegrarse. Según von Bertalanffy (1968), todos los sistemas abiertos, en algún grado, intercambian materia, energía o información con su medio externo, lo que les permite mantenerse en un estado llamado uniforme, sin alcanzar un estado de equilibrio químico y termodinámico mientras dure la vida (von Bertalanffy, 1968, p. 39). Los esquemas conceptuales del paradigma de sistemas, permitieron a los investigadores estudiar los sistemas abiertos en sus condiciones reales, es decir, en movimiento y en interacción con el medio, siendo dicha interacción el objeto de mayor interés. De estos estudios se derivan los principios de equifinalidad, totalidad, no-sumatividad y el comportamiento teleológico de los sistemas abiertos. 2.1.3. La cibernética Al interior de La Teoría de los Sistemas se gestaron diferentes epistemologías, una de las que tuvo mayor influencia en la terapia sistémica por su aplicación al estudio de la familia y del contexto terapéutico, fue la cibernética. Ésta, es definida por Bertalanffy (1968) como la “teoría de los mecanismos de control en la tecnología y en la naturaleza, fundada en los conceptos de información y retroalimentación” (von Bertalanffy, 1968, p. 16). De acuerdo con Capra (1998), el marco conceptual de la cibernética se desarrolló en las Conferencias Macy en la ciudad de Nueva York que reunía a un extraordinario grupo de teorícos que generaron diálogos interdisciplinarios para explorar nuevas ideas y modos de pensar y que contribuyeron al acercamiento de las humanidades con las ciencias naturales. Entre los asistentes se encontraban Norbert Wiener, quien fue la figura principal de las conferencias y autor de los conceptos básicos de la cibernética, y Gregory Bateson quien aplicó las ideas de Wiener a la terapia familiar, a partir de los conceptos de «doble vínculo» y «mente». Según Keeney (1990), esta epistemología se fundamenta en la idea de Wiener según la cual hay una pauta organizadora de los procesos físicos y mentales. Dicha idea se fundamenta en el concepto de retroalimentación, que es clasificado por Keeney (1990) en dos tipos: la retroalimentación simple y la retroalimentación compleja. La

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primera, está en función de la evaluación de la regulación del sistema y la segunda, implica un proceso de aprendizaje en el que la información de retorno sobre el desempeño anterior del sistema puede ser utilizada para modificar el método general de desempeño del sistema o cambiar una pauta de comportamiento en él (Keeney, 1990). En la aplicación de la cibernética al contexto terapéutico, se reformula el concepto de “cambio terapéutico” como un proceso que ocurre a través de la retroalimentación compleja y que permite modificar la pauta que conecta recursivamente a la familia, al terapeuta y la situación (Keeney, 1990). El cambio, al igual que otros procesos cibernéticos, debe comprenderse en forma dinámica y en relación con los otros procesos. Bateson dice: “puede entenderse todo cambio como el empeño por mantener una cierta constancia, y puede interpretarse que toda constancia se mantiene a través del cambio” (Bateson, 1972, p. 17; citado en Keeney, 1990, p. 85). Este estado de equilibrio dinámico es el principio homeostático, que describe como un sistema abierto busca mantener un estado más o menos uniforme, aún cuando tiende a buscar nuevos estímulos y nuevos niveles de adaptación, que a su vez implica nuevas formas de acomodación. El observador que investiga desde la epistemología cibernética, estudia cómo los procesos de cambio determinan diversos órdenes de estabilidad y control; en esa medida, la labor del terapeuta es distinguir la retroalimentación de orden superior que mantiene aquellos procesos de orden inferior y que generan el problema, para así activar el orden del proceso de retroalimentación que permita al sistema autocorregirse (Keeney, 1990). Según el orden de recursión desde el cual puntúe el observador, hará que éste se vea a sí mismo dentro o fuera del de sistema que estudia. De acuerdo con Keeney (1990), en “un orden superior de recursión, el terapeuta forma parte de un sistema total y está sujeto a la restricciones de su retroalimentación; en dicho nivel es incapaz de ejercer un control unilateral, y puede ora facilitar, ora bloquear la autocorrección indispensable” (Keeney, 1990, p. 90). La pregunta por el observador conlleva a dar un salto de la cibernética simple a la cibernética de segundo orden. En la cibernética simple, el observador actúa como si estuviera fuera del sistema y por lo tanto tiene la capacidad de enunciar y describir la meta del mismo (Keeney, 1990). En la cibernética de segundo orden, el observador reconoce su participación en el sistema y él, el observador, al igual que todos los que

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conozcan el lenguaje-objeto del sistema, pueden definir la finalidad o la meta del mismo (Keeney, 1990). La cibernética de segundo orden introduce los conceptos que corresponden a unidades más complejas de la mente, como los de autorreferencia y autonomía (Keeney, 1990). La autorreferencia, es una consecuencia de situar al observador en el seno de lo observado y lo convierte en un participante reflexivo, que aunque tiene modelos de conocimiento, debe referirse a su propia experiencia para conocer. Al reconocer que el conocimiento es construido por el sujeto cognoscente, desaparece el dualismo objetividad/subjetividad, pues el conocimiento es el fruto de la relación que el investigador establece con aquello que conoce y es un efecto de su actuar. Para un terapeuta sistémico la consecuencia de trabajar a partir del principio de autorreferencia, es centrase en la relación recurrente entre él y los consultantes, es preguntarse por los modelos con los cuales conoce, por su marco de significados e implica reconocer que no se puede pretender el control de los consultantes (Keeney, 1990). Al desdibujar la pregunta por la objetividad, Keeney (1990) propone la pregunta por la ética, pues ve en ésta el nexo necesario entre el observador y lo observado, para reflexionar sobre el observador, su comprensión y su actuación. Preguntarse por la ética, implica considerar el marco referencial desde el cual actúa el terapeuta cuando prefiere una distinción por encima de otra, por lo que se reconoce que “cualquier distinción nos dice tanto o más sobre el observador, como sobre el suceso que describe” (Keeney, 1990, p. 97). En este dominio explicativo no existen observaciones absolutas sino relativas, se anula toda posibilidad de predicción y el observador es responsable de su actuar y de su conocer (Keeney, 1990). Es importante aclarar que estas reflexiones no implican desechar los modelos conceptuales construidos desde una cibernética de primer orden y por el contrario invita a considerarlos como útiles siempre y cuando el mapa no se confunda con el territorio. La autonomía es el orden más alto de recursión de un sistema que mantiene su totalidad y que lo define como sistema determinado, sin que sea necesario hacer referencia a su medio externo (Keeney, 1990). Maturana y Varela (citados en Keeney, 1990) llaman “autopoyesis” al orden de proceso más alto que mantiene la autonomía del sistema, explican que cuando éste se excede, el sistema deja de existir. El cierre organizacional de un sistema es definido por Keeney (1990) como “una red de lazos

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interconectados de retroalimentación, red que es cerrada y que carece de entradas desde, o de salidas hacia, el ambiente exterior: se alimenta de sí misma con la recursiva serpiente que devora su propia cola” (Keeney, 1990, p. 102). En su aplicación al estudio de la familia y del contexto terapéutico la relación terapéutica como sistemas, se podría decir que su organización cerrada, su autonomía y su totalidad, son lo que dan a cada familia la forma de esa familia y a la relación entre terapeuta y consultante la forma de relación terapéutica; en caso de modificarse, esa familia dejaría de ser familia y la relación terapéutica dejaría de ser terapéutica. 2.1.4. El constructivismo Considero importante detenerme en la pregunta por el observador y a partir de ella hacer una descripción de las nociones constructivistas que tuvieron mayor influencia en la terapia sistémica. Para esto tomaré como referencia a Huberto Maturana (1996; 2002), quien describe al observador como una entidad biológica que acontece en la praxis del vivir y como punto de partida para explicarse a sí mismo. Toda explicación se considera secundaría a la praxis del vivir y su aceptación depende de los criterios de aceptabilidad del mismo observador y de un cambio en su emoción, que pasa de la duda a la satisfacción (Maturana, 1996). Maturana (1996) formula que el observado actúa desde dos tipos de caminos explicativos: el de la objetividad sin paréntesis y el de la objetividad entre paréntesis. En el primero, el observador acepta implícita o explícitamente sus capacidades cognitivas, asume que la existencia ocurre independientemente de lo que él haga, que conoce a través de la percepción y de la razón y que solo hay un dominio de la realidad, que es el único referente de validación de las explicaciones que éste acepta. En el segundo camino, el observador reconoce sus capacidades cognitivas como fenómenos biológicos, se ve a sí mismo como fuente de toda realidad que constituye a través de sus operaciones de distinción en el lenguaje y reconoce que estas operaciones se configuran en un dominio de realidad que es igualmente legítimo a muchos otros. El camino explicativo de la realidad entre paréntesis concuerda con la epistemología cibernética, pues tanto Keeney (1990) como Maturana (1996) niegan la existencia de una realidad objetiva independiente al observador y consideran a éste como un sistema autónomo que construye la realidad a partir de sus operaciones de distinción; siendo la realidad la experiencia del observador y en un segundo nivel, la

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explicación de la misma. Por lo tanto, el observador es responsable de su experiencia y por ende de sus distinciones y explicaciones. En el camino explicativo de la realidad entre paréntesis, Maturana (1996) esclarece la noción de racionalidad como la distinción de las coherencias operacionales de un observador, que en su discurso lingüístico se constituyen como una explicación y considera las emociones como disposiciones para la acción. En cuanto al lenguaje, Maturana (1996) afirma que los seres humanos acontecemos en él y por lo tanto, vivir fuera del lenguaje es un sinsentido, lo describe como un fenómeno biológico que resulta de las operaciones de los seres humanos y aclara que éste tiene lugar en el dominio de coordinaciones de acciones de los participantes y no en su neurofisiología” (Maturana, 1996). El constructivismo considera que fuera del lenguaje no hay objetos, incluso el fenómeno de lo humano, que se constituye en el momento en el que el observador se observa a sí mismo y se relata cómo humano. Este relato se da como consecuencia de una estructura biológica básica que conserva su organización y su adaptación. Ésta, según Maturana (1996), es una red cerrada de componentes interactuantes, que se moldea con el dominio de sus interacciones por medio de un sistema de bucles interconectados y de proceso circulares recurrentes e interminables; esta estructura es el sistema nervioso. Lo social surge cuando se ve a dos o más organismos interactuar recurrentemente en aceptación mutua y la emoción que permite que esto suceda es el amor, el cual es un fenómeno biológico que dispone a los sistemas vivientes a coordinar sus acciones para aceptarse mutuamente y reconocerse como un legítimo otro en la convivencia. Maturana (2002) dice que lo humano viene del amor, la sensualidad, la ternura, la colaboración, las caricias y el lenguaje. En este sentido, somos nodos conversacionales que habitamos en comunidades y éstas son redes de conversaciones entrelazas entre sí, que se acoplan en el fluir de su realización a través de nuestras corporalidades (Maturana, 1996). Cada cultura es una red de conversaciones cerradas que se caracteriza por admitir ciertas preguntas y por negar otras. La moral de cada cultura, se adquiere mediante afirmaciones explícitas cuando hay conflictos en la convivencia y constituyen la exigencia de conductas que implican la conservación o la negación de un cierto emocionar (Maturana, 2002).

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Como una operación de autoconciencia, surgen en nuestras conversaciones la noción del yo, del sí mismo y del género, nociones que son permeadas por las declaraciones de la cultura que la comunidad ha privilegiado. Los actos de apropiación, las jerarquías, la guerra, la creencia de que uno puede ser mejor que el otro y las valoraciones asociadas al género, son actos propios de la cultura patriarcal que niega nuestra biología y espiritualidad; en consecuencia, son generadores de conflictos (Maturana, 2002). Las creencias de la cultura patriarcal, son la base del paradigma de escases, que se opone al paradigma de abundancia, propio de la cultura matrística, en las cuales, de acuerdo con Maturana (2002), no existen diferencias mejores que otras, es posible una convivencia legítima en la democracia, en la colaboración, en la coparticipación, en el decir y en el hacer, en el cuidar y en el proteger. El contexto terapéutico ha sido un legítimo heredero de la cultura patriarcal, que como ya he dicho, se ha reproducido en la epistemología del paradigma mecanicista y ha traído a este espacio replicas en las prácticas relacionales y en las creencias desde las cuales éstas emanan. La terapia sistémica ha marcado un punto de quiebre al respecto y ha buscado fundamentar sus presupuestos en el reconocimiento del otro, en el amor y en la democracia. 2.1.5. El pensamiento posmoderno en la terapia sistémica Según Lax (citado en McNamee y Gergen, 1996) el pensamiento posmoderno ha cuestionado las ideas aceptadas hasta el momento en la teoría y en la práctica de la psicoterapia. Ha marcado un giro al enfatizar en la teoría de la deconstrucción, el papel de la narración, el texto y la reflexión en el discurso clínico y al concebir la psicoterapia como un proceso que consiste en “desplazar el discurso «problemático» del cliente hacia otros discursos, más fluidos, haciendo posible con esto er posible una gama más amplia de interacciones” (Lax; citado en McNamee y Gergen, 1996, p. 93). Los desarrollos teóricos en el marco de este pensamiento se enfocan en discusiones acerca de: a) el yo como una entidad narrativa que fluye en el flujo de las conversaciones, en contraposición a un yo como una entidad biológica o cosificada; b) el papel del texto como un proceso de construcción y en constante desarrollo y no como algo a interpretar; c) el abordaje del individuo en un contexto de significado social y no como una entidad intrapsíquica; y d) el conocimiento como narraciones construidas de

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forma colectiva y en un nivel local a partir de creencias acerca del funcionamiento del mundo (Lax; citado en McNamee y Gergen, 1996). Según Lax (citado en McNamee y Gergen, 1996) en terapia se plantearía lo siguiente desde la perspectiva de los teóricos posmodernos: a) la prioridad de la pluralidad de ideas sobre la verdad y las estructuras; b) el reemplazo de la concepción de familia como sistema homeostático a una de familia como sistema social generativo, donde los desequilibrios son útiles y normales; c) el relevo de la idea de problema con significado para el sistema, por una donde los problemas están supeditados a la familia como sistema social que los organiza y que genera significados, sumado a la creencia de que los problemas existen en el lenguaje; y d) el abandono de la jerarquía y la inevitable existencia del experto en la terapia, que pasa a modelos de configuración lateral, donde el terapeuta y el cliente comparten responsabilidades semejantes en el proceso terapéutico. Así pues, se llega a una visión de familia como entidad flexible, compuesta por personas que comparten significados (Jorgeson, 1991; citado en Lax; citado en McNamee y Gergen, 1996). 2.2. Comprensiones de la terapia y del cambio en las escuelas sistémicas En este sección del marco conceptual, deseo ahondar en la comprensión que las escuelas más influyentes en la terapia sistémica han tenido sobre la relación terapéutica y postular los elementos que cada una de ellas, ha considerados como componentes o delimitadores de la relación terapéutica. Comenzaré por la terapia estructural (Minuchin, 1982; Umbarger, 1983), para luego hacer un recorrido por las escuelas de terapia breve estratégica, exponiendo algunos axiomas de la teoría de la comunicación propuesta por Watzlawick, Beavin y Jackson (1993), después abordar la terapia breve centrada en el problema (Fisch, Weakland y Segal, 1984; Nardone y Watzlawick, 1999) y la terapia breve centrada en soluciones (O’Hanlon y Weiner-Davis, 1990; Berg y Miller, 1996; de Shazer, 1989, 1992), para después profundizar en los planteamientos de la escuela de Milán (Boscolo y Bertrando, 1996a) y por último, pasar a la terapias de corte construccionista (McNamee y Gergen, 1996), como lo son la terapia narrativa (White, 2002) y las terapia colaborativa (Anderson, 1997).

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2.2.1. Terapia Familiar Estructural Según Minuchin (1982), la terapia familiar estructural, nace en Estados Unidos y se divide en tres corrientes que mantuvieron ciertas diferencias entre sí. De acuerdo con el autor, la primera es la corriente conocida como transaccional, desarrollada por Ackerman, Bloch y Nagy, quienes unieron los conceptos de la teoría de sistemas con conceptos de la teoría dinámica tradicionales. Su objetivo era la restructuración psicológica del paciente, enfatizaban en la exploración del pasado, en el contenido de la comunicación y en la interpretación de la transferencia como instrumento de cambio. La segunda es la corriente existencial de Satir y Whitaker, que tiene por objetivo el crecimiento y la expansión de la persona y enfatizaba en la experiencia que el terapeuta y los consultantes viven en el presente como un instrumento de cambio para ambos. La tercera corriente desarrollada por Bowen, donde se formaron Minuchin y Montalvo, a ésta no se le adjudica un nombre particular y se caracteriza por concebir el sistema familiar como un contexto social y psicológico y por proponer como objetivo de la terapia, el cambio de dicho sistema por medio de la transformación de los procesos interpersonales disfuncionales. Es preciso recordar los planteamientos de Lax (citado en McNamee y Gergen, 1996) respecto al pensamiento posmoderno en terapia y su compresión de familia, para notar que las tres corrientes mencionadas anteriormente, se caracterizan por partir del presupuesto de un modelo específico de familia que, a los ojos terapeuta presenta disfunciones y patologías con relación a su estructura y funcionamiento. En adelante tomaré como referencia la propuesta de terapia familiar estructural de Minuchin (1982), los estudios de Umbarger (1983) acerca de la misma y reconceptualización posterior hecha por Hernández (2007); para discutir las premisas básicas de la escuela y su comprensión acerca del cambio. Es una premisa del pensamiento sistémico estructural considerar que la familia imprime en sus miembros un sentido de identidad y de separación, el primero es inherente a la experiencia de pertenecer a un grupo familiar determinado y el segundo, se logra por medio de participación del individuo en diferentes contextos familiares y extrafamiliares (Minuchin, 1982). Por medio de estas experiencias, se crea un territorio psicológico y transaccional que recibe la influencia de la cultura y a su vez es capaz de modificarla.

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Por su parte el terapeuta estructural debe tener un esquema de funcionamiento familiar que le sirva como medio de análisis y de intervención y según Minuchin (1982), debe tener como basa tres componentes: a) la comprensión de la estructura familiar como sistema sociocultural abierto en constante transformación; b) el reconocimiento del desplazamiento del sistema familiar a través de las diferentes etapas del ciclo vital; y c) el reconocimiento de la capacidad de adaptación de la familia a circunstancias cambiantes. La estructura de una familia es el conjunto invisible de demandas funcionales organizadas por los mudos en los que interactúan sus miembros, éstos operan a través de pautas transaccionales que se repiten y que establecen cómo, cuándo y con quien relacionarse (Minuchin, 1982). Al interior de la estructura familiar se pueden presentar patologías de: a) fronteras, que se evidencia en familias aglutinadas o desligadas; b) alianzas, que se dan cuando se desvían los conflictos a través de un miembro (chivo emisario) y cuando se hacen coaliciones intergeneracionales inadecuadas; c) triángulos que se caracterizan por unión de dos miembros contra un tercero; y d) jerarquías, que son una forma especial de patología de alianza, en las que se reconoce la influencia de la cultura al respecto y que se caracterizan por inversión del poder que pasa del subsistema parental, al subsistema fraterno (Umbarger, 1983). De acuerdo con Minuchin (1982) la terapia familiar estructural hace una ruptura tajante con las escuelas tradicionales de terapia, cuando se propone modificar la estructura familiar presente, sin interpretar la historia del pasado. Es por esto que Hernández (2007) define este tipo de terapia como una terapia de acción, que consiste en modificar el presente con base en el supuesto de que la organización familiar refleja su historia y esa dinámica puede cambiar a través de intervención que se modifique en el aquí y en el ahora. Según Umbarger (1983) la meta de la intervención estructural, es la reubicación de los miembros individuales de la familia, dentro de sus sistemas primarios y secundarios, ya que desde estas ubicaciones podrán formar nuevas alianzas y una estructura más sana de la cual se beneficien todos. Para lograr esto, es menester del terapeuta cuestionar las normas homeostáticas de la familia e introducir crisis en el sistema para alentar nuevas formas de conducta que habiliten en los miembros nuevos sentimiento e imágenes acerca de ellos mismos que posibiliten nuevas y mejores secuencias de transacción y por ende una estructura más compleja (Umbarger, 1983).

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Respecto a la relación terapéutica, los terapeutas estructurales hablan de entrar en «coparticipación» con el grupo familiar, esto quiere decir establecer contacto con la familia y en la experiencia, notar los infinitos caminos por los cuales el terapeuta es aceptado, resistido y respondido por la familia como un todo y por cada uno de sus miembros (Umbarger, 1983). Se parte del supuesto de que la forma en la que la familia se acomoda a este proceso, da al terapeuta información diagnóstica acerca de su funcionamiento. Con relación al terapeuta, Hernández (2007) resalta dos aspectos importantes, primero la utilización de la persona del terapeuta como recurso de transformación y segundo, su actuación en el sistema no como educador o instructor, sino como ayudante del proceso de cambio que la familia hace por sí misma para recuperar su eficacia en el cumplimiento de sus tareas y en el mantenimiento del cambio como sistema autopoyético que es. Umbarger (1983), describe diferentes formas de llamar a la puerta de la familia y así llevar a cabo un proceso de coparticipación, dice que éstas pueden ser de dos tipos, las informales y las formales. Las primeras, conciernen al estilo y a la postura personal del terapeuta, es decir, a su capacidad de espontaneidad y de emplearse a sí mismo como instrumento en la relación con el otro. Las segundas, son posturas propuestas por la teoría estructural como guías acerca de los roles que dispone el terapeuta cuando se encuentra en acción. A continuación cito la descripción que Umbarger (1983) hace acerca de dichas posturas que son ejemplificadas por medio de metáforas. La primera es llamada “Ingreso: un jugador científico en máquina de pinball” que ilustra al terapeuta como un observador “científico” del juego de la familia, con la capacidad para enviar intervenciones al interior del sistema, diseñadas para infringir su orden natural a la vez que puede observar fríamente la reacción del sistema frente a éstas. El fin de esta postura es la neutralidad, entendida como la capacidad del terapeuta para no enzarzarse emocionalmente en la batalla y para no perder su perspectiva. La segunda es llamada “Inducción: el converso” la cual equipara al terapeuta con un converso que conoce los males y los constreñimientos de la familia, para esto deberá usar el mismo tono, lenguaje, gestos, reglas y demás de la familia, para alcanzar la genuina experiencia de su “fe”. Esta postura es útil en las primeras sesiones, cuando la familia está dispuesta a aceptar al terapeuta, solo si éste se parece a ellos. Por medio de un proceso de inducción

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el terapeuta puede llegar a comprende la conformidad de la familia con su problema, pero debe tener cuidado de no ser completamente inducido al sistema para no perder su posición de agente de cambio. La tercera se llama “Para hacerse cargo del papel: directores o guiones”, según la cual el terapeuta debe hacer el papel de director y dejar que la familia sea quien escriba el guión latente, quienes en sus conocimientos ya cuentan con la idea de cómo podría ser un guión más sano. Esta postura permite al terapeuta asumir el liderazgo de la terapia y a diferencia de las demás posturas, ésta debe ser una actitud general y duradera del terapeuta; consecuencia de ella es la formación del sistema terapéutico (familia + terapeuta). Minuchin y Fishman (citados en Umbarger, 1983) proponen otras maniobras de coparticipación según la posición de proximidad del terapeuta. Éstas son la posición de cercanía, en la cual el terapeuta brinda apoyo y convalidación, envía a la familia los conocimientos que ha alcanzado con su sufrimiento y se deja inducir a su comprensión de la realidad, con lo cual logra establecer alianzas a partir de la confirmación de emociones y de sus creencias, con la intención de descubrir la connotación positiva de las acciones de la familia. La posición intermedia, en la que el terapeuta hace coparticipación escuchando de manera activa, sin perder su neutralidad, asiste a la familia para que elabore las consecuencias de su rutina de vida e inicia intervenciones sobre el proceso de la conducta familiar y no sobre el contenido de las historias. Por último, está la posición distante, en la que el terapeuta se muestra directivo en sus intervenciones para crear nuevos escenarios de conducta, presiona activamente a la familia y mantiene una neutralidad emocional. Es importante resaltar que todos los pasos del terapeuta son considerados intervenciones y que su potencial radica en su capacidad de utilizarse a sí mismo como persona. Minuchin (1974; citado en Umbarger, 1983) clasificó las intervenciones o las maniobras del terapeuta en aquellas que “procuran acomodación a las estructuras prevalecientes de la familia; y maniobras de restructuración, destinadas a modificar pautas familiares” (p. 72). Para terminar Hernández afirma que el éxito de la terapia familiar estructural depende de que haya una relación terapéutica firmemente establecida.

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2.2.2. Terapias estratégicas La escuela de terapia estratégica se gestó en Estados Unidos a mediados del S.XX y tuvo como epicentro el Mental Research Institute, que después se conoció como la Escuela de Palo Alto. Sus gestores fueron Weakland, Watzlawick, Fisch y Jackson, quienes a partir de los planteamientos de Erickson y de Bateson y bajo la influencia de la cibernética y de teoría general de los sistemas, desarrollaron una teoría de la comunicación y del cambio que los llevo a construir un modelo de terapia que tenía como directriz resolver el problema presentado por el consultante, en lugar de reorganizar a la familia o producir un insight (O’Hanlon y Weiner-Davis, 1990). Así mismo, la escuela de terapia estratégica contó con el patrocinio de los laboratorios norteamericanos interesados promover modelos de terapia cortos y efectivos, lo que lleva a determinar la importancia de ciertos elementos del proceso terapéutico y de la relación terapéutica como factores que hacen más efectiva la terapia. Antes de estudiar los modelos de terapia estratégica, ahondaré en la propuesta de la teórica de la comunicación, sobre los axiomas y los tipos de interacción que ésta propone, para luego reconceptualizar las aproximaciones y explicaciones que esta escuela hace acerca del cambio, por último, entraré en destalle en la descripción de la propuesta de cada escuela de terapia breve. 2.2.2.1.

La teoría de la comunicación humana

Watzlalawick, Beavin y Jackson (1993) describen seis axiomas exploratorios sobre la comunicación. Primero, afirman que es imposible no comunicarse, puesto que toda conducta es comunicación y no hay nada que sea lo contrario de conducta. Segundo, reconocen que toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto relacional, en el que el segundo califica al primero y en el que la conexión de ambos hace posible la metacomunicación; que es la comunicación acerca de la comunicación. Así pues, toda comunicación implica un compromiso y por lo tanto define la relación en la medida que impone conductas o que limita el rango de conductas posibles (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993). Los autores llaman referencial al aspecto del mensaje que transmite información, es decir, al contenido; y conativo, al aspecto del mensaje que determina como debe entenderse el contenido, es decir, a la relación. En las relaciones sana, espontánea y reciprocas suele perderse de vista el aspecto conativo de la comunicación, pues no hay necesidad de estar definiendo la relación. En cambio,

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en las relaciones “patológicas” o “enfermas” se presentan luchas constantes por definir la naturaleza de la relación y en cambio, el aspecto referencial o de contenido se hacen menos importantes. De lo anterior se concluye que el concepto de metacomunicación puede ser equiparable al de relación, en la medida que las relaciones informan el contenido de los mensajes que acontecen en ellas. El tercer axioma propone que la naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de comunicación entre los comunicantes, de lo cual se deduce que la falta de acuerdo en la manera de puntuar la secuencia de hechos, genera conflictos en las relaciones. El cuarto axioma postula que los seres humanos se comunican con un lenguaje digital y analógico. El lenguaje digital tiene una sintaxis lógica que es compleja y poderosa pero que carece de una semántica adecuada en el campo de la relación; este es el contenido del mensaje, que sin un contexto o una relación que lo enmarque carece de sentido. Mientras que el lenguaje analógico posee la semántica adecuada, pero no la sintaxis necesaria para definir la naturaleza de una relación. Por

último,

el

sexto

axioma

propone

que

todos

los

intercambios

comunicacionales son simétricos o complementarios, dependiendo de si están basados en la igualdad o en la diferencia. Me extenderé un poco más en la explicación de este axioma, pues más adelante lo tomaré como categoría de análisis de la información de esta investigación. De acuerdo con Watzlalawick, Beavin y Jackson (1993) en el primer caso los participantes tienden a igualar la conducta reciproca, bien sea en cuanto a su debilidad o fuerza, bondad o maldad. En el segundo caso, la conducta de uno de los participantes complementa la del otro, lo que lleva a definir dos tipos posición: un participante ocupa una posición superior o primaria y el otro la posición inferior o secundaría (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993). Los autores aclaran que éstos términos (superior – inferior, primaria – secundaría) no deben ser comprendidos como “buenos” o “malos”, “fuerte” o “débil” y que el establecimiento de un relación con tales características, también puede ser dado por el contexto social y cultural. Lo importante es destacar el carácter de mutuo encaje de la relación en la cual la conducta de los dos miembros es diferente, pero está interrelacionada en la medida que una favorece la una a

la

otra.

Finalmente

sugieren

un

tercer

tipo

de

relación

llamada

“metacomplementariedad”, para explicarla utilizaré las palabras de los autores: “A permite u obliga a B a estar en control de la relación mediante idéntico razonamiento,

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podríamos [agregar] la “pseudosimetría”, en la que A permite u obliga a B a ser simétrico” (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993, p. 70). Con base en los axiomas planteados, Watzlalawick, Beavin y Jackson (1993) formulan la teoría del doble vínculo, propuesta en sus orígenes por Bateson. Esta teoría explica y comprende aquellas situaciones en las que una persona está sometida a dos órdenes contradictorias que son enviadas a través del mismo mensaje y que al presentarse de forma recurrente en una relación de la cual la persona no puede desvincularse, dan lugar a la patología como única forma posible de existencia (Fiorenza y Nardone, 2004). El anterior es el caso de la esquizofrenia, cuyo efecto es el producto de la persistencia y permanencia del doble vínculo. Sin embargo, Watzlalawick, Beavin y Jackson (1993) aclaran que éste fenómeno no se limita a la esquizofrenia, sino que tiene consecuencias mucho más amplias para la interacción humana. Es decir, el doble vínculo se puede presentar en todas las formas posibles de interacción, cuando uno de sus participantes intenta evitar el compromiso inherente a comunicarse. Frente a esta situación Watzlalawick, Beavin y Jackson (1993) plantean cuatro tipos posibles de reacción. El primero es el “rechazo” de la comunicación, con el cual A comunica a B que no está interesado en la conversación. El segundo es la aceptación de la comunicación, con la cual A cede a comunicarse con B, aún cuando hacerlo va en contra de sí mismo o de su deseo. El tercero es la descalificación de la comunicación, con la cual A se comunica de forma tal que su propia comunicación o la del otro quedan invalidadas. Esto ocurre cuando se emplean las autocontradicciones, las incongruencias, los cambios de tema, las tangencializaciones, las oraciones incompletas, los malentendidos, los estilo oscuro o manierismos idiomáticos, las interpretaciones literales de las metáforas o las interpretaciones metafóricas de las expresiones literales, entre otros (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993). Por último está el síntoma como comunicación, que consiste en el empleo de la locura o de la enfermedad por parte de A para defenderse de la locuacidad de B o para exonerarse del compromiso que implica la relación con B. El síntoma comunica el siguiente mensaje “A mí no me molestaría hablar, pero algo más fuerte que yo, de lo cual no puede culpárseme, me lo impide” (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993, p. 78). Sin embargo, los autores plantean que esta técnica tiene una falla y es que A sabe que está engañando a B y por lo tanto hay un

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cierto grado de incongruencia o disonancia, pero la falla se resuelve cuando A logra convencerse a sí mismo de que en efecto está supeditado a fuerzas que están más allá de su control y por lo tanto queda liberado del remordimiento de su conciencia o de la disonancia de su experiencia. En resumen, la “teoría de la comunicación concibe un síntoma como un mensaje no verbal: no soy yo quien quiere o no quiere hacer esto, sino algo fuera de mi control, por ejemplo mis nervios, mi enfermedad, mi ansiedad, mi mala vista, el alcohol, la educación que he recibido, los comunistas o mi esposa” (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993, p. 80). Respecto a la estructura de los niveles de la comunicación, el contenido y la relación, Watzlalawick, Beavin y Jackson (1993) también formulan escenarios posibles de interacción que vale la pena considerar. Éstos son: a) el acuerdo de los participantes respecto al contenido de su comunicación y a la definición de su relación; b) el desacuerdo de los participantes respecto al contenido de su comunicación y a la definición de su relación; c) el desacuerdo en el contenido de la comunicación y el acuerdo en la definición de su relación, es decir los participantes acuerdan estar en desacuerdo y esto no perturba su relación; d) el acuerdo en el nivel de contenido, pero el desacuerdo en el nivel de la relación, lo cual implica que la estabilidad de su relación se verá amenaza en cuanto deje de existir la necesidad de acuerdo en el nivel de contenido; e) la confusión en el nivel de contenido y de relación, que consiste en un intento por resolver un problema de relación en el nivel del contenido donde no existe o viceversa; y f) cuando un persona se ve obligada a dudar de sus propias percepciones en el nivel de contenido para no poner en peligro la relación con la otra persona, esto ocurre cuando la relación es de vital importancia para quien se encuentra en la posición inferior, lo que merece una importancia clínica pues lleva a pautas de comunicación paradójicas que repercuten en la sanidad mental de quien se ve sometida a ésta tipo de interacción. Lo anterior me lleva a concluir que las patologías de la comunicación se estudian y se comprenden a partir del fenómeno del desacuerdo, pues la ocurrencia de éste obliga a quienes participan en la comunicación a definir su relación en términos de simetría o complementariedad. Watzlalawick, Beavin y Jackson (1993) dicen que en el nivel relacional las personas proponen definiciones acerca de su relación y por implicación, de sí mismos y por lo tanto el propósito de su metacomunicación será definir cómo la persona se ve a sí misma dentro de la relación. Frente a esta situación, los autores

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plantean tres respuestas posibles: a) la confirmación cuando A acepta la definición que B da de sí mismo y tal capacidad de confirmación, es explicada como el factor de mayor importancia para el desarrollo de una estabilidad mental; b) el rechazo cuando A no acepta la definición que B da de sí mismo, lo cual implica un reconocimiento del otro, por lo tanto, así resulte doloroso por lo menos no niega la realidad de la imagen que B tiene de sí mismo; y c) la desconfirmación, que no se refiere a la verdad o a la falsedad de la definición que B da de sí mismo, sino a la indeterminación de B, es decir, a la puesta en duda de su existencia. De forma similar Burnham (1993) propone que durante la fase formativa de una relación, de forma implícita o explícita, los participantes negocian una definición o un estilo determinado de relación, que en adelante se convierte en las “reglas” que la gobiernan. Estas reglas se evidencias en aspectos como: a) las razones por las cuales las personas viven juntas -romance, reproducción, necesidad, conveniencia, costumbres étnicas, entre otras-; b) el sistema de creencias que cada participantes trae a la relación y que contiene los valores y las expectativas sobre el deber ser de la vida y de los comportamiento; c) las circunstancias ambientales en las cuales existen las personas en la relación -como financieras y materiales-; y d) las costumbres culturales -como las opiniones o actitudes públicas, los tabús, entre otros- (Burnham, 1993). Para comprender una relación y el proceso a partir del cual ésta se ha definido, Burnham (1993) sugiere distinguir entre el proceso y el contenido de la negociación. El proceso es el término utilizado para describir los patrones de la negociación que se desarrollan gradualmente por ensayo y erro y dice que es posible verlo en las secuencias de comportamientos repetitivos que se encuentran basados en un sistema de creencias compartido. El contenido, como ya lo mencioné, hace referencia al tema en cuestión y definen la forma en la que se crea el estilo de la relación. El desarrollo del proceso y de los patrones se da en la comunicación verbal y no verbal, algunas reglas son discutidas de forma explícita en la conversación abierta, mientras que otras son implícitas y por lo tanto, se dan por hecho. El proceso o el patrón se pueden equiparar con un tipo de interacción simétrica o complementaria, dejando en claro que ninguna de las dos es “buena” o “mala” en sí misma, simplemente son categorías que dividen los tipos de intercambios comunicacionales. Watzlalawick, Beavin y Jackson (1993) explican que una relación

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sana está compuesta por la alternancia de ambos tipos de interacción o de la actuación de cada tipo en diferentes áreas de la relación, pero aclara que cuando esto no sucede, se pueden presentar patologías en la interacción. Para que esto no suceda, es necesario que las partes reconozcan y acepten la “mismidad” del otro, mantenerse en aceptación y en reconocimiento, implica una confirmación realista y recíproca del self que hace que la relación sea nutricia. Cuando esto no sucede, en una relación de simétrica donde existe el riesgo de la competencia, caer en una escalada implica más probablemente rechazar el self del otro; mientras que en una relación complementaria salirse de la aceptación, implica más probablemente desconfirmar el self del otro. En palabras de Watzlalawick, Beavin y Jackson (1993): “los patrones de relación simétrica y complementaria pueden estabilizarse mutuamente, y los pasajes del uno al otro constituyen así importantes mecanismos homeostáticos. Esto posee una consecuencia terapéutica a saber que al menos en teoría es posible provocar un cambio terapéutico de manera muy directa introduciendo la simetría en la complementariedad o viceversa durante el tratamiento” (p. 106). 2.2.2.2.

Comprensión del cambio

Siguiendo con la comprensión que esta escuela tiene acerca del cambio, comenzaré por retomar la siguiente definición de Ruesch (1951): “El cambio es un proceso que aprecia un observador como una diferencia en el estado de un sistema en diferentes momentos; es una diferencia en el valor de una variable en un periodo de tiempo. Como todo proceso, denota la comparación de indicadores por un observador a través de un período de tiempo e implica que el observador está en condiciones de conectar sus apreciaciones con base en algún principio explicativo” (p. 119; citado en Bateson y Ruesch, 1984; citados en Hernández, 2008, p. 98). De acuerdo con Hernández (2008) la escuela estratégica comprende y explica el cambio desde el punto de vista interaccional y desde el mundo individual y subjetivo de la persona. Desde la aproximación interaccional, el cambio ocurre cuando el terapeuta modifica las reglas y los mecanismos de interacción del sistema a través del rompimiento de la cadena recurrente de interacción que mantiene la dificultad o el problema. Desde la aproximación subjetiva, el cambio ocurre en el nivel de marco de

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significación y de vivencia de la experiencia (Hernández, 2008). Amabas explicaciones del cambio surgen de la influencia que tuvo la teoría de los tipos lógicos de Russell sobre Bateson, a partir de la cual formuló los conceptos de cambio 1 y cambio 2. Según lo recapitulado por Hernández (2008), el cambio 1 ocurre frente a la necesidad de restablecer la norma y se consigue “mediante la aplicación de lo contrario de lo que produjo la desviación (calor contra el frío, control emocional contra la ansiedad, por ejemplo)” (Hernández, 2008, p. 106). Este tipo de cambio es sencillo y lógico, deviene de lo que podríamos llamar el sentido común y por lo tanto, el efecto deseado suele lograse haciendo más de lo mismo. Ahora bien, hay situaciones donde hacer más de lo mismo no es suficiente, como cuando la estructura del sistema necesita una modificación. Este el caso del cambio tipo 2, que se aplica cuando la solución intentada se ha convertido en el problema, es decir cuando se ha buscado aplicar un cambio 1 a una circunstancia que merece un cambio 2. Este tipo de cambio puede parecer extraño, inesperado y desatinado, como lo es la prescripción del síntoma o del no-cambio como formas de activar el cambio (Hernández, 2008). Así mismo, el cambio 2 implica abordar el problema en el aquí y en el ahora, las técnicas del cambio se aplican a los efectos del problema y no a sus supuestas causas y están dirigidas a liberar la situación de la trampa engendradora de la paradoja que ha sido creada por la autorreflexividad de la solución intentada, para luego enmarcarla en un nuevo contexto que le da sentido a la situación y que diluye el problema (Hernández, 2008). Con relación al aprendizaje en los proceso de cambio en terapia, Hernández (2008) describe los cuatro tipos de aprendizaje propuestos por Bateson: a) el aprendizaje cero que se caracteriza por la especificidad de la respuesta, que puede ser acertada o equivocada y no está sujeta a corrección; b) el aprendizaje I que es un cambio en la especificidad de una respuesta que se produce a partir de la corrección de los errores que se presentan en un conjunto constante de alternativas; c) el aprendizaje II que es el cambio en el proceso de aprendizaje I y que implica una manera de puntuar los acontecimientos y por lo tanto, una definición de un contexto; y d) el aprendizaje III que es un cambio en el proceso de aprendizaje II, que describe un cambio de los marcadores de la definición del contexto de forma tal que permite examinar y cambiar premisas que antes no habían sido cuestionadas. Según Bateson (citado en Hernández,

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2008), la relación terapéutica es un contexto protector y controlador propicio para que el terapeuta busque promover en el consultantes aprendizajes III y para lograrlo propone lo siguiente: confrontar las premisas del consultante y del terapeuta, lograr que el consultante actúe de forma tal que enfrente sus premisas, mostrar al consultante las contradicciones entre las premisas que controlan su comportamiento e inducir al consultante a una exageración de la experiencia basada en sus antiguas premisas. Respecto a la explicación del cambio desde el mundo individual y subjetivo de las personas, Hernández (2008) hace alusión en primer lugar a los cambios en la experiencia emocional correctiva, que ocurren cuando el individuo aprende a actuar acorde con lo que desea percibir o lograr, sin necesidad de evocar los detalles de la historia pasada. Esto implica comprender el sufrimiento o el malestar de las personas en su incapacidad para manejar las situaciones presentes, en lugar de verlo como un efecto de sus recuerdos. Esta experiencia correctiva puede ser aportada por relaciones transferenciales, tales como la relación terapéutica, o por nuevas experiencias de la vida. Como segunda dimensión, Hernández (2008) propone el cambio en el marco de referencia de las personas y lo describe como el “conjunto de filtros y reglas que organiza y dirige la conducta y las experiencias personales, incluidas naturalmente las que aparecen dentro de la terapia” (p. 119). Para comprender el problema, definirlo, fijar los objetivos y construir una relación que sea terapéutica, es necesario identificar y comprender el marco de referencia del consultante, puesto que en él se encuentran tanto las premisas que mantienen el problema como las que lo solucionan. “Desde esta perspectiva, el cambio está determinado por la alteración de la visión que los consultantes tienen del mundo, lo cual representa una concepción discontinua del cambio, (Watzlawick y cols, 1976), en contraposición con las concepciones continuistas y gradualistas del cambio, entendido como crecimiento personal, toma de conciencia, aprendizaje, etc.” (Hernández, 2008, p. 119). La tercera dimensión es el cambio en la identidad o en el self del consultante, que ocurre como producto del Aprendizaje II, tras la ampliación en los hábitos y las premisas con las cuales el consultante se describe a sí mismo. Hernández (2008) dice “la personalidad no es sino un producto o agregado de Aprendizaje II. Por lo tanto, a medida que alguien alcanza el Aprendizaje III y aprende a percibir y actuar en términos de los contextos de contextos, su “persona” dejará, de alguna manera, de tener

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importancia, pues el concepto de “persona” no funcionará ya como argumento nodal en la puntuación de la experiencia” (Hernández, 2008, pp. 119 y 120). Así pues, en el proceso de descifrar y describir la estructura de la interacción en la que la persona aprendió a describirse a sí misma de una u otra manera, se encontrará el camino para el cambio a partir de la alteración de secuencias interaccionales preexistentes (Hernández, 2008). La cuarta y última dimensión es la del cambio en la conciencia, en el insight y en la intencionalidad del cambio. Al respecto Hernández (2008) comienza por significar como mito la creencia según la cual es necesario comprender el porqué del problema para resolverlo. Con base en investigaciones, la autora explica que el modo más pragmático de abordar los problemas de las personas estriba en la comprensión de lo que mantiene el problema, en lugar del conocimiento de la causa. Siendo así, la toma de conciencia no es una herramienta útil para el cambio según los presupuestos de la terapia sistémica, y por el contrario, genera más daños que beneficios en la medida que puede llevar a los miembros de la familia a caer en inculpaciones o a resistirse a la terapia. Por otro lado, la autora aclara que es necesario disociar la voluntad de la conciencia, puesto que la voluntad obedece es a un proceso inconsciente, mientras que la conciencia concierne es al pasado, es decir, a lo que conocemos en el pasado. Los modelos estratégicos no hacen una distinción entre patología y normalidad, sino que se centran en la distinción entre problema y solución, es decir, en la interacción y en el principio de causalidad circular que conecta el problema con la solución. Su intervención consiste en utilizar técnicas y estrategias que interfieren con el circuito recursivo problema-solución, a través de la implementación de otras solución que interfieren con la pauta problemática en un tiempo breve, de acuerdo con una serie de praxis progresivas que se centran en el futuro (Boscolo y Bertrando, 1996). En palabras de autores estratégicos, se podría decir que su propuesta se basa en el supuesto de que el problema es la solución intentada, anclada en la danza interactiva del cliente y su visión particular sobre la situación (Watzlawick, 1974, citado en Selekman, 2005). A partir de esta concepción, el grupo desarrolló una intervención orientada al cambio del sistema de creencias sobre el problema y al cambio de las pautas interaccionales que lo mantienen (Fisch et al., 1982, citado en Selekman, 2005) y además, tuvieron la novedosa idea de fijar un límite de diez sesiones para resolver el problema del cliente. Es importante

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aclarar que la comprensión que esta escuela tiene acerca del cambio, ha sido ampliamente influenciada por el pensamiento nacido de la influencia de Bateson Las ideas y prácticas derivadas de esta escuela se denominaron Terapia Breve Centrada en los Problemas y posteriormente, a raíz de la influencia del pensamiento posmoderno, se deriva la Terapia Breve Centrada en las Soluciones. Mi conclusión es que la escuela estratégica hace un aporte sumamente significativo al dirigir su atención a aquellos elementos de la relación y del contexto terapéutico que ubican al terapeuta como terapeuta y que en consecuencia, facilitan el hecho de que sus acciones tengan un sentido terapéutico para los consultantes. Hernández (2007) dice que la “terapia estratégica no es una teoría particular, sino una postura por la cual el terapeuta asume la responsabilidad de influir directamente en los consultantes, puesto que él debe planear qué hacer” (p. 287). En el “qué hacer” que menciona Hernandez (2007), propio de los terapeutas estratégicos, es importante señalar a e Milton Erickson, como el maestro de la terapia estratégica y cuyos presupuestos, según O’Hanlon y Weiner-Davis (1990) son: a) comprender los mecanismos mentales de los consultantes como fuente y solución de sus problemas; b) usar la idiosincrasia y los recursos de los consultantes en la solución de sus problemas; c) creer que el cambio puede darse sin que sea necesario comprender cómo ocurrió; d) considerar la influencia de las expectativas de los consultantes sobre su curación; e) al igual que el impacto de la comunicación del terapeuta en la evaluación y en la relación con el consultante; f) aplicar la técnica de intervención sobre patrones; y g) creer que los procesos terapéuticos pueden ser breves. De acuerdo con lo mencionado anteriormente, a continuación hago una descripción de la comprensión que las escuelas de terapia breve centrada en el problema y centrada en las soluciones tienen acerca de la relación terapéutica, los elementos que la integran y sus aportes en el estudio de la misma. 2.2.2.3.

Terapia Breve Centrada en el Problema

Nardone y Watzlawick (1999), equiparan la relación terapéutica en la terapia estratégica con una partida de ajedrez que se juega entre el terapeuta y el paciente y en este orden de ideas, la terapia es comprendida como un juego de «suma distinta de cero», en el que no existen ganadores ni perdedores, sino que por el contrario, es necesario que ganen o pierdan ambas partes. De acuerdo con Aristóteles (citado en

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Nardone y Watzlawick, 1999), “un buen inicio es la mitad del trabajo” (p.74), por lo que en la primera entrevista y en el inicio del proceso, los autores recomiendan que el objetivo del terapeuta sea: “crear una relación personal que se caracterice por el contacto, la confianza y la sugestión positiva, dentro de la cual pueda llevarse a cabo tanto la investigación diagnóstica como las primeras maniobras de adquisición de capacidad de intervención. Por ello, la estrategia fundamental consiste en observar, aprender y hablar el lenguaje del paciente. En otras palabras, el terapeuta debe entrar en sintonía con las modalidades de representación de la persona que está pidiendo ayuda (Nardone y Watzlawick, 1999, pp. 74-75)”. La propuesta de los terapeutas estratégicos se parece a la de los terapeutas estructurales, en la medida que ambos reconocen que solo hasta ser aceptados como parte del sistema, no tiene la capacidad de iniciar sus acciones terapéuticas, que en términos de Minuchin (1982) son comprendidas como restructuración y en términos de Nardone y Watzlawick (1999) son comprendidas como sugestión y manipulación. Infiero que la diferencia en ambos términos, radica en el papel que juega el terapeuta. El cual, en la escuela estructural, desde un comienzo actúa como experto conocedor y en tanto desde un comienzo es líder y dirige. Mientras que en la escuela estratégica, éste pareciera ganarse el interés del consultante a través de su persuasión y retórica. Así pues, el terapeuta estratégico también puede ser equiparado con un vendedor, que solo vende el cambio si hace del consultante un cliente interesado en el mismo. En este orden ideas, el terapeuta no es del todo terapeuta sin un cliente que lo reconozca como tal y para que el cliente lo reconozca, así mismo es necesario que éste se sepa a sí mismo terapeuta. Elementos que ayudan a esto, son: la adecuada definición el problema, de los objetivos y de la estrategia terapéutica, de forma tal que los tres tengan un sentido para el consultante, lo acepte, se comprometa con ellos y por lo tanto, se comporte como un cliente. Antes de ahondar en la compresión que la escuela estratégica tiene acerca de los consultantes, es importante profundizar en el proceso de definición del problema, de los objetivos y de la estrategia. Para esto, Fisch, Weakland y Segal (1984) recomiendan comenzar por preguntarle al consultante ¿Cuál es el problema que le trae a terapia? y centrarse en el estado actual del problema. Los autores mencionados dicen que es importante indagar acerca de las dolencias en términos de

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conductas, para lo cual puede ser útil pedir un ejemplo del problema si es que la molestia no es clara y que el terapeuta asuma la responsabilidad de no comprender el problema de forma específica. “Si el terapeuta no puede realizar una formulación clara y breve que abarque todos los elementos que intervienen en la dolencia actual (quién, qué, a quién y cómo), ello se debe a dos causas: o no posee la información adecuada acerca de dicha dolencia, o bien no ha asimilado lo suficiente dicha información” (Fisch et al., 1984, p. 92). Luego, para comprender al cliente en su sistema de creencias de la manera más detallada posible, será necesario saber ¿En qué forma eso es un problema para él? ¿En qué forma cree él que yo (como terapeuta) lo puedo ayudar a resolver el problema? Y ¿Por qué ha llamado en el momento en que lo ha hecho y no antes o después? Esta última pregunta tiene la capacidad de dar información sobre circunstancias que precipitan el problema y que es importante considerar (Fisch et al., 1984). El siguiente paso es indagar por las soluciones que el consultante o las personas relacionadas con el problema, han utilizado para resolverlo (Fisch et al., 1984). Luego viene la definición de los objetivos del proceso terapéutico, que representan una exigencia pragmática importante para esta escuela, pues se considera que éstos tienen la función de guiar la metodología del terapeuta (es decir la estrategia) y porque representan una sugestión positiva para el consultante, en la medida que pueden influir en el aumento de su colaboración y en la confianza que éste tenga acerca del éxito del proceso (Nardone y Watzlawick, 1999). Para definir los objetivos, Fisch y demás autores (1984) sugieren hacer la pregunta por el milagro o indagar por las pequeñas señales que le podrían indicar al consultante y a las personas relacionadas con el problema que se están dando un cambio en el mismo. Según Fisch y demás autores (1984), el paciente no siempre es el cliente. El cliente es aquel que demanda la ayuda del terapeuta, mientras que el paciente es comprendido como la persona que tiene la conducta desviada o quien está gravemente perturbado. Es necesario que las personas que asisten a la terapia asuman la postura de clientes, porque de lo contrario la terapia no será exitosa. 2.2.2.4.

Terapia Breve Centrada en Soluciones

La terapia breve centrada en soluciones comenzó con la formulación de siete principios entre los cuales se destacan los siguientes por su novedad: a) la aproximación a los problemas como producto de la interacción humana, por lo tanto las soluciones

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consisten en modificar la forma de interacción en las situaciones específicas del problema; b) el establecimiento de un objetivo inicial pequeño para producir un pequeño cambio, con base en la premisa sistémica de que un cambio genera otro cambio; y c) para producir un cambio no es necesario conocer la problemática del cliente a fondo (de Shazer, Berg, Lipchick, Nunnally, Molnar, Ginerich, y WeinerDavis, 1986). Una década después, Inso Kim Berg (Berg & Millar, 1996) retoma la propuesta de Erickson y en simpatía con el pensamiento posmoderno, comienza un nuevo movimiento de corte construccionista bajo los siguientes lineamientos: a) creer en las capacidades, recursos y habilidades de los clientes, lo cual contribuye a diluir la resistencia; b) tener una visión ateórica, no normativa y determinada por el cliente, lo cual ubica al terapeuta en una posición de aprendiz respetuoso, más que en la posición de experto; y c) la cooperación, entendida como trabajar junto con el otro, en una relación de ayuda recíproca entre consultante y terapeuta (Berg & Millar, 1996). Precisamente este último principio es el que configura la relación entre terapeuta y consultante en el marco de la terapia centrada en la solución, según estos autores, la cooperación permite obtener resultados positivos en la terapia, mediante la personalización del tratamiento. Con base en este principio Berg y Miller (1996) describen tres tipos de relaciones posibles entre terapeuta y consultante que son: relación de tipo comprador, relación de tipo demandante y relación de tipo visitante. Estas clasificaciones son descripciones de la interacción entre consultante y terapeuta y en mi opinión, son una guía de gran ayuda, en la medida que dan una guía sobre para identificar la postura del consultante y con base en ésta, dan pautas para saber cómo tratarlo. Con esto Berg y Miller (1996) le recuerdan al terapeuta que el resultado del proceso depende tanto de él como del consultante. A continuación describo los tres tipos de relaciones posibles. La relación tipo comprador se identifica cuando terapeuta y consultante logran llegar juntos a un objetivo de tratamiento, cuando el consultante considera que es parte de la solución y está dispuesto a abordar el problema. Mientras tanto, el terapeuta acepta trabajar con el consultante y cree en su propia capacidad de dirigir al consultante hacia la solución. La relación tipo demandante se caracteriza por el logro de una definición clara del objetivo del tratamiento, sin embargo, el consultante no se considera parte de

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la solución o no consigue ver el primer paso para la solución. En este tipo de relación, el terapeuta acepta explorar el problema junto con el consultante y además, se compromete a buscar un camino que lleve a la solución. En la relación de tipo visitante, el consultante y el terapeuta no llegan a definir un objetivo de tratamiento, el consultante suele no cree tener un problema y no cree necesitar la terapia. En estas circunstancias el terapeuta debe aceptar la posición del consultante y le ofrece ayuda en cualquier otro tema que el consultante quiera trabajar. Por último O'Hanlon (1999) retoma la importancia de una relación de colaboración entre el terapeuta y el consultante. Dice que ésta implica un proceso de aceptación, en el que el terapeuta se interesa por conocer valorar, validar y no juzgar las narraciones que el consultante tiene acerca del problema, así como las creencias en las cuales éste se enmarca. Afirma que es menester del terapeuta escucharlo de manera activa y empática, para lograr aproximarse al sistema de creencias del consultante e identificar sus recursos y así intervenir en la pauta que mantiene el problema o en las soluciones intentadas. O'Hanlon (1999) no limitan la colaboración a la fase inicial del proceso, pues ésta es comprendida como una actitud necesaria en ambas partes para que sea posible intervenir en el problema. Por lo tanto, puede suceder que ya iniciado el proceso, el terapeuta no logre comprender el marco en el que se encuadra el problema y entonces necesite asumir una postura de aceptación, para volver a construir la colaboración. 2.2.3. Terapia Sistémica de Milán. La escuela de Milán fue fundada por Mara Selivini Palazzoli, Luigi Boscolo, Gianfranco Cecchin y Giuliana Prata con el nombre de Centro per il Studio della Familiglia (Boscolo, Cecchin, Hoffman & Penn, 1989). Boscolo y Bertrando (1996a) dividen la evolución de esta escuela en tres momentos. El primer período estratégicosistémico se desarrolló de 1971 a 1975 bajo la influencia del Mental Research Institute (MRI), durante este tiempo la labor del grupo de Milán se caracterizó por emplear equipos de trabajo organizados según la teorías de género; por el uso de contraparadojas que consistían en establecer el juego problemático de la familia, aprobarlo y fomentarlo; y de la connotación positiva del síntoma, que comunicaba a la familia la utilidad del síntoma (Boscolo et al., 1989). La comprensión que se tenía acerca de la familia, era la de un sistema mecánico regulado por retroalimentaciones en la comunicación; en otras

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palabras, la familia era equiparada con una máquina cuyos miembros parecían estar unidos por la competencia entre ellos (Cecchin; citado en McNamee y Gergen, 1996). Dicha postura convertía cada acción del terapeuta en una maniobra y su eficacia como tal, dependía de su capacidad de convencimiento y de control, de esta forma la terapia era comprendida como un juego de poder en el que existían dos bandos: la familia y el terapeuta (Cecchin; citado en McNamee y Gergen, 1996). El segundo período, de 1975 a 1985, fue una época de trabajo sobre un modelo propio que ha inspirado a la mayoría de escuelas en el paradigma sistémico. Sus desarrollos comienzan a gestarse con la lectura del libro “Pasos hacia una ecología de la mente” de Bateson (1972; citado en Boscolo y Bertrando, 1996), que transformó la manera en la que el grupo de Milán pensaba y hacía terapia, debido a la introducción de los siguientes presupuestos epistemológicos: “la distinción entre los mapas y el territorio, las categorías lógicas del conocimiento, el concepto de mente como sistema y del sistema como mente, la noción de la epistemología cibernética y la introducción de la semántica” (Boscolo y Bertrando, 1996a, p. 23). Dichos presupuestos dieron lugar a la formulación de los tres principios para la conducción de la sesión: hipotetización, circularidad y neutralidad. La hipotetización, consta de la formulación de hipótesis circulares y relacionales que sirven para organizar los datos confusos anexos a un síntoma y que dan sentido al marco relacional de la familia (Boscolo et al., 1989). Las hipótesis son una forma de conectarse con el sistema y no una forma de descubrir su historia real (Cecchin; citado en McNamee y Gergen, 1996). La circularidad, consiste en considerar las relaciones recíprocas entre los acontecimientos y las relaciones humanas, a través de la observación de las retroacciones que ocurren en la sesión y por medio de preguntas relacionales (Boscolo y Bertrando, 1996a; Boscolo et al., 1989). Por último, está la neutralidad, que es entendida como la capacidad del terapeuta para evitar las alianzas con los miembros de la familia, para no formular juicios morales y para resistirse a caer en enredos lineales (Boscolo et al., 1989). Más adelante Cecchin (citado en McNamee y Gergen, 1996) hace una revisión del concepto de neutralidad, al considerar que ésta pone al terapeuta en una posición de poder cuando se comprende de forma estática. Por lo tanto, propone comprenderla como un estado de actividad en el que el terapeuta constantemente se esfuerza por buscar pautas y por descubrir lo que encaja con el

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comportamiento

(Cecchin;

citado

en

McNamee

y

Gergen,

1996).

Tales

cuestionamientos llevan a Cecchin a una redefinición de la neutralidad como postura de curiosidad en el terapeuta que lo invita a interesarse por las conexiones y a construir nuevas formas de interpretación y de acción más complejas (Cecchin; citado en McNamee y Gergen, 1996). De forma paralela se produjo una transformación en la metáfora con la que el equipo de Milán comprendía a la familia, ahora ésta no era vista en términos de máquina y de competencia, sino de forma más humana y a partir de su sentido. En palabras de Cecchin: “Empezamos a ver que las personas estaban involucradas en una decisión de permanecer juntas, no para controlarse mutuamente o para controlar su relación, sino para explicarse las unas a las otras” (Cecchin; citado en McNamee y Gergen, 1996, p. 114). Esto sirvió para que el terapeuta comenzara a mirarse a sí mismo y a notar cómo la postura con la cual se aproxima a la familia influye en la comprensión que tiene acerca de ésta. El tercer período de 1985 en adelante, se distingue por la influencia del constructivismo y de la cibernética de segundo orden y más adelante, del construccionismo, la narrativa y la hermenéutica (Boscolo y Bertrando, 1996a). Durante este período ocurrió una división en el equipo de Milán, Boscolo y Cecchin quedaron a cargo del Centro y fueron quienes en su mayoría trajeron a este modelo las ideas provenientes del pensamiento posmoderno que produjo cambios significativos como la pérdida de la división entre el mundo interno y el mundo externo de las personas y que como consecuencia, permitió empezar a comprender al individuo en interconexión con su grupo (Boscolo y Bertrando, 1996a). Esto marcó una diferencia con relación a las escuelas estructural y estratégica, pues a diferencia de ellos, el grupo de Milán se interesó por la persona y desarrolló una nueva terapia sistémica individual, encaminada a la transformación de las premisas epistemológicas del individuo. Consecuencia de esto fueron los cambios originados en la comprensión y en la experiencia de la relación terapéutica, en la cual se empezó a considerar la existencia del mundo interno del consultante y del terapeuta, la retroalimentación que ocurre entre estos mundos en el contexto terapéutico y los sistemas de referencia en los que están inmersos los participantes (Boscolo y Bertrando, 1996a). Con esto se dio paso a la construcción de conceptos como el de la autorreferencia, “en la cual el foco de interés

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es el propio observador que, con sus prejuicios, teorías y sensibilidades, construye y describe la «realidad» observada” (Boscolo y Bertrando, 1996a, p. 37). Así pues, se comprendió la relación terapéutica como una relación entre las epistemologías (sistemas de premisas) de quienes participan en ella. Además se consideró la importancia de conocer el self del terapeuta, es decir, de que éste se remita a la premisas desde la cuales guía su proceder, de manera que esto le permitiera asumir una perspectiva co-evolutiva en el tiempo, para evitar objetivar las relaciones (Boscolo y Bertrando, 1996a). En el intento de mantener dicha perspectiva, los autores valoran el trabajar con un equipo reflexivo que cuestione al terapeuta sobre sus propias premisas y emociones dentro del sistema terapéutico y que generare hipótesis que mantengan la circularidad y la curiosidad en la comprensión del terapeuta y en su relación con la familia. Borges (1952; citado en Boscolo y Bertrando, 1996a) dice que “un buen terapeuta debe esforzarse por «ser igual a todos los hombres»” (p. 97), esta frase es retomada por Bosoclo y Bertrando (1996a) para explicar cómo según su comprensión, el terapeuta parte de la similitud con el otro para generar en la relación una diferencia que sea lo suficientemente parecida como para que sea aceptada por el sistema, pero lo suficientemente diferente como para que genere una transformación en el mismo. Dicha capacidad de similitud o de empatía, ha sido el factor del terapeuta más estudiado en las investigaciones que diferentes modelos y paradigmas han hecho acerca de la relación terapéutica. Al respecto, el equipo de Milán toma como referencia a Bateson para explicar que ésta se evidencia en la metacomunicación y en la capacidad de quienes participan en la comunicación, de ser consciente de la percepción del otro (Boscolo y Bertrando, 1996a). Como definición de este concepto, adopta la noción dada por Macarov (1978; citado en Boscolo y Bertrando, 1996a), según la cual la empatía es la capacidad del terapeuta de asumir el rol del otro, de ver el mundo como el otro lo ve y de experimentar sus sentimientos; de estar dispuesta a leer la comunicación no verbal y advertir los sentimientos que la sustenta; y a comunicar al cliente el interés y preocupación genuina por comprenderlo a la vez que se le ofrece ayuda y se abstiene de juzgar. En cuanto a la comprensión del poder en la relación terapéutica, el modelo de Milán concuerda con la postura de Foucault (1979; citado Bosocolo y Bertrando, 1996a), en la cual se afirma que “la posición del terapeuta es siempre – y no puede dejar

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de serlo – una posición de poder respecto del cliente” (p. 102), pues él es el encargado de definir las reglas de la conversación para que ésta sea terapéutica. En congruencia con esto, el modelo de Milán no piensa que el terapeuta deba abandonar su rol de experto, en tanto éste le es asignado por el contexto en el cual opera y por el conocimiento desde el cual actúa (Bosocolo y Bertrando, 1996a). Por lo tanto se propone al terapeuta asumir una posición modernamente directiva en el diálogo terapéutico a través del uso de preguntas, afirmaciones o silencios que son guiados por hipótesis (Boscolo y Bertrando, 1996a). Lo anterior genera un cambio en el rol del terapeuta, que consiste en ser el creador de un contexto de deutero-aprendizaje en el que por medio de su curiosidad, empatía, escucha activa y calor humano, permite al cliente encontrar por si mismo las soluciones a sus problemas y construir creencias más liberadoras (Boscolo y Bertrando, 1996a). Con base en lo anterior, comprendo que las acciones de quien se define como terapeuta, son el resultado de la interacción de quien él o ella es como persona, de sus emociones, experiencias y creencias, así como de las influencias teóricas que ha recibido y de las interpretaciones que hace acerca de éstas. Cecchin también propone a los terapeutas asumir una postura de irreverencia en la relación terapéutica. Dice que es un estado saludable en la medida que permite entablar una relación siendo consciente de las ideas, experiencias y construcciones privilegiadas que uno trae a la misma, permite utilizar dichas premisas para la consecución de los objetivos de la terapia, a la vez que se está atento a no ser cegado por ellas, ni de imponerlas a los otros. Cecchin dice: “Si uno cree demasiado en la acción, se puede convertir en un manipulador. Si uno cree demasiado firmemente que hay que dejar que el sistema «sea», se puede volver irresponsable. Si uno está convencido de que todos los sistemas tiene aspectos opresivos, puede llegar a ser un revolucionario. Si uno confía apasionadamente en los aspectos del control de la terapia, entonces será un ingeniero social. Pero como es imposible no tomar una postura, es precisamente este giro reflexivo entre tomar posición y colocarla inmediatamente después dentro de un contexto más amplio, lo que crea el «llegar a ser» y no el «ser» de un terapeuta” (Cecchin; citado en McNamee y Gergen, 1996, p. 118). Por otro lado, Boscolo y Bertrando (1996b) introducen la noción del tiempo en la terapia como una medida para estructurar las sesiones, como un ritmo que hace que

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sea posible establecer un contacto con el cliente y como una meta de intervención que pretende favorecer la armonía y la posibilidad de evolución de los clientes (Boscolo y Bertrando, 1996b). Utilizan la metáfora de la danza para explicar la relación y el diálogo terapéutico, dicen que la relación se produce en el tiempo gracias a una coherencia en la coordinación de acciones y significados y que la manera en la que el terapeuta participa en el diálogo, es entrando y saliendo de esta danza cada cierto tiempo para tomar diferentes perspectivas, es decir, alternando entre períodos de empatía y de distancia. Hablan del timing como una capacidad o sensibilidad del terapeuta para captar y destacar ciertos temas en determinados momentos y afirman que un adecuado manejo de éste contribuye al desarrollo de la relación terapéutica. Otros cambios se dieron en las técnicas, como lo fue el paso de la connotación positiva a la connotación lógica del síntoma, con la cual se comprende el sentido y el significado del problema en el contexto en el que se presenta y a partir de las creencias que lo sostienen (Boscolo et al., 1989). Así mismo, se empezó a considerar un marco temporal más amplio, en el que se contemplaba la influencia reciproca del pasado, presente y futuro. Este estilo de trabajo es más coherente con el paradigma de la complejidad, según el cual, la forma más apropiada de comprender el mundo, es a través de una red de teorías, que de acuerdo con el caso o con el momento, nos permiten hacer uso de una teoría o situarnos en la interfase entre una teoría y otra (Bocchi y Ceruti, 1985; Morin, 1977; citados en Boscolo y Bertrando, 1996a). Esto es, una perspectiva epigenética que surge de la yuxtaposición de los marcos de referencia y no de la validación de uno a partir de la negación de otro. A continuación tomo como referencia a Boscolo y Bertrando (1996a) para discutir la manera en la que la definición del problema, la formulación de los objetivos y a la comprensión del cambio, influyen en el establecimiento de la relación terapéutica, según los presupuestos del modelo de Milán. Los autores consideran los diagnósticos como un proceso de atribución lingüística y no como la identidad del individuo. Con base en esto y a partir de la creencia según la cual el problema es una esfera más de la vida de las personas, se relacionan con los clientes por medio de un comportamiento y un lenguaje despatologizante en el que hacen alusión a sus recursos y a su autonomía. Para la formulación del problema Boscolo y Bertrando (1996b) recomiendan tener como referencia el tiempo, empezar por la manera en la que el problema o los síntomas

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se manifiestan en el presente y por las personas que están relacionadas con los mismos. Después dirigirse al pasado y preguntar por el momento en el que el problema fue advertido o descrito por primera vez, por las soluciones intentadas y por las condiciones que las propiciaron, para luego hacer un análisis de las relaciones, las ideas y los significados que se han construido en torno al problema con el transcurso del tiempo. Por último, recomiendan dedicarse al futuro y a las perspectivas que se tienen acerca de sobre éste. En cuanto a los objetivos, Boscolo y Bertrando (1996a) resaltan cómo en la formulación de éstos se refleja la teoría, las experiencias y los prejuicios de los terapeutas, sin embargo, aclaran que éstos están supeditados a los objetivos del cliente y afirman que en la medida en que evoluciona la relación terapéutica, los objetivos también se transforman, lo que lleva a continuar la terapia aún cuando desaparecen los síntomas. La comprensión acerca del cambio, también subyace a las premisas epistemológicas de los terapeutas. Además de la utilización de la terapia breve para los casos cuyas demandas se amoldan a los objetivos de la misma, el modelo de Milán introduce un nuevo estilo de terapia llamada terapia breve-larga (Boscolo y Bertrando, 1996a). Su nombre viene del número de sesiones y de su distribución en el tiempo, consiste en más o menos veinte sesiones separadas por intervalos de dos a cuatro semanas y que en total puede llegar a durar un año y medio. Se estiman veinte sesiones porque éste es el número máximo de sesiones que es conveniente realizar (de ser necesarias más sesiones, se toma en consideración los recursos del cliente y del terapeuta), pero el mínimo de sesiones, está abierto a la decisión del cliente. Al igual que la terapia estratégica, este modelo de terapia cree firmemente en que es el cliente quien consigue su cambio, el terapeuta solo gatilla los elementos necesarios para la consecución del mismo. De ahí la razón del distanciamiento entre sesiones, pues dada la autonomía del sistema consultante, el cambio no se límite al contexto terapéutico, sino que se extiende entre una sesión y otra y se puede fomentar por medio de uso de tareas. En resumen, a continuación enuncio los requisitos del terapeuta para desarrollar un contexto terapéutico, según Boscolo y Bertrando (1996a): a) asumir una posición de escucha del cliente; b) esta posición o actitud debe ser activa y empática; c) sentir curiosidad por el cliente, su historia y la evolución del proceso terapéutico; d) ser feliz o lo menos infeliz posible, lo que hace que se le facilite su trabajo y que sea más activo en

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el mismo; e) interesarse en el diálogo interno del cliente y en su diálogo externo, estando atento al sentido que tienen las ideas, las palabras y las emociones del cliente en la relación consigo mismo, con su sistema de pertenencia y con el sistema terapéutico; f) mantener una visión circular de los hechos, junto con una visión lineal propia del sentido común; g) tener conciencia del problema del poder y de los roles de género en la relación terapéutica y en las relaciones del cliente con sus sistemas de referencia; y h) no olvidar que la lectura del caso no es objetiva, sino que pasa por el filtro de sus premisas, experiencias y teorías. 2.3. Las Terapias Construccionistas y el Cambio Según Hoffman (citada en McNamee y Gergen, 1996), este tipo de terapia se caracteriza por haber transitado desde las posturas tradicionales en terapia familiar hacia la adopción de una postura reflexiva del terapeuta, que se refleja en el desempeño de un papel más participativo y menos encaminado hacia el cumplimiento de objetivos; es decir, más espontáneo. De acuerdo con Hoffman (citada en McNamee y Gergen, 1996) los terapeutas de esta orientación son Anderson y Goolishian del grupo de Galveston, Andersen del grupo Tromsø, y Lax y Lussardi del grupo de Brattleboro. Estos terapeutas tienen en común una simpatía con el posmodernismo que se nota en su postura crítica hacia la estructura. Dentro de estas posturas se pueden observar dos tendencias: a) un enfoque hermenéutico trabajado por Anderson y Goolishian (1988; citado en Hoffman, citada en McNamee y Gergen, 1996), quienes adoptan la conversación como la metáfora básica de la terapia; y b) un enfoque de la teoría de la construcción trabajado por Gergen (1985, citado en Hoffman, 1996) que cree que todo conocimiento surge y evoluciona en el espacio entre las personas, es decir del intercambio social y es mediatizado por el lenguaje y que la identidad se desarrolla a través de la conversación a través de la permanente conversación con los íntimos. En este punto es importante aclarar las diferencias entre el construccionismo social y el constructivismo, pues a diferencia del primero, el segundo promueve la percepción del sistema nervioso como una máquina cerrada y por lo tanto, supone que el conocimiento se forma en la medida que el organismo se golpea contra su entorno (Hoffman; citada en McNamee y Gergen, 1995). Debido a sus influencias filosóficas críticas, la vocación de este modelo en terapia entraña la crítica a la modernidad en cinco aspectos centrales (Hoffman, 1996).

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Con base en el supuesto de que no es posible saber que es la realidad social, los teóricos construccionistas dirigen su primera crítica a la investigación social objetiva y argumentan que esta no es posible. La segunda crítica se centra en el yo que desde esta perspectiva es concebido como una extensión de la historia en movimiento, como un rio o una corriente temporal y por lo tanto, cuestionan la idea de que éste pueda tener una estructura o que se encuentre dentro de una unidad. El tercer aspecto que critican es la psicología del desarrollo, al considerar que las trayectorias del desarrollo de la dimensión psicológica y del comportamiento son variables y se producen en circunstancias no predecibles, por lo que concluyen que no es posible determinar la mejor forma de desarrollo y tampoco su desviación. La cuarta crítica es a la comprensión de las emociones como estados internos, pues éstas son consideradas por los teóricos construccionistas como parte más de la red compleja de comunicación entre las personas. Por último, está la crítica al concepto de niveles aislados, que en el construccionismo es reemplaza por la de capas de comunicación interconectadas y contenidas unas por otras y cuya preponderancia está dada por aquellas que sirve para definir el contexto de las demás a través de la fuerza que ejercen hacia abajo, pero que puede llegar a invertirse por la fuerza que las capas inferiores ejercen hacia arriba. Como resultado de esta crítica, en reacción a la posición de experticia y jerarquía en las prácticas terapéuticas y a partir del reconocimiento de los aspectos políticos de la terapia, el enfoque construccionista propone la postura reflexiva. Esta postura se caracteriza por una equidad en la participación, aún cuando las partes puedan tener posiciones o características diferentes (como lo es la relación terapéutica), se evidencia en la influencia mutua en lugar de jerárquica, por un repliegue de los formatos terapéuticos y por la preponderancia del prefijo «co» que describe la dinámica de la interacción (Hoffman; citada en McNamee y Gergen, 1996). La consecuencia directa de esta concepción es la desaparición del experto. De esta postura se desprenden otras como la actitud del «no saber» propia del grupo de Galveston, que con base en las ideas posmodernas acerca de la narrativa, no consideran que existan significados previos y escondidos en los relatos y por lo tanto, se espera que en cada conversación se genere una nueva narración, que sea más útil, espontánea y que sea ésta la protagonista de la conversación, en lugar de serlo el terapeuta (Hoffman; citada en McNamee y Gegen, 1996). Sumado a lo anterior, los

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construccionistas sociales tienen la idea de que no hay verdades sociales únicas y que por el contrario, plantean la existencia de relatos del mundo. El peligro de creer lo contrario, como lo advierte Hoffman (citada en McNamee y Gergen, 1996), es que las narrativas de los terapeutas, basadas en una orientación teórica, pueden llevar a intervenciones que sobreestimen los aspectos que destaca su modelo. Para evitar el riesgo de elegir primero la categoría y después actuar sobre ella, en este enfoque se han desarrollado esfuerzos reflejados en las formas asociativas, que favorecen la presencia de la pluralidad de relatos, a la vez que se mantienen los significados individuales. A la luz de lo anterior, se puede describir la configuración del horizonte de este enfoque. Hoffman (citada en McNamee y Gergen, 1996) dice que el enfoque construccionista se dirige hacia una ética de la participación, con la cual se elimina la búsqueda de la «la causa» o de «la verdad», pone la luz en la política y busca la adopción de una postura crítica que favorezca la toma de conciencia de las relaciones de poder implícitas en todos los discursos sociales, incluso en el discurso crítico. 2.3.1. Terapia Narrativa La terapia narrativa asienta sus orígenes en la terapia de familia -y en particular en las investigaciones de Bateson-, en la filosofía de la ciencia, en las ideas de Foucault y en diferentes ramas de la teoría social como lo son la feminista, la literaria, la teoría crítica y la antropología (White, 2002).Como principales escuelas representantes de la terapia narrativa, están los desarrollos de Michel y Cheryl White en el Dulwich Center en Australia y los de David Epston, Jennifer Freeman y Dean Lobovits en el Family Therapy Center de Auckland en nueva Zelanda. Los desarrollos de estas escuelas parten de la premisa de que los seres humanos somos seres interpretantes y que como tal, interpretamos nuestras vidas a partir de un marco de inteligibilidad que es brindado por un contexto para atribuir un significado a nuestra experiencia; éstos, en lugar de las experiencias, son los que se instalan en nuestras memorias y se prolongan en el tiempo (White, 2002). Para comprender la atribución de los significados a la experiencia, White (1993) utilizó la metáfora narrativa y la analogía del texto y a partir de éstas, explica la evolución de la vida y de las relaciones en términos de lectura y escritura de textos, aclara que cada nueva lectura es una nueva interpretación y por lo tanto, una nueva forma de escribirlo. De esta forma, se considera que las personas vivimos a través de los relatos o narraciones que tenemos acerca de nuestras vidas, que éstos a su vez las

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moldean, las construyen y proporcionan marcos de referencia a partir de los cuales interpretamos nuestras experiencias futuras (White, 2002). Con base en el debate de Foucault acerca del poder y el conocimiento, White explica cómo en los contextos donde se enmarcan los relatos, existen verdades normalizadoras que configuran nuestras vidas y nuestra relaciones y que nos dictan lo que debe ser “una persona moralmente valiosa” (las comillas son mías) (White, 1993, 2002). De esta forma se crea el imaginario de lo que debe ser correcto en nuestras vidas y esto determina nuestros pensamientos, acciones y relaciones con los demás y con nosotros mismos. Entonces, de acuerdo con White (2002), la función del terapeuta consiste en conocer la vida de las personas, sus relatos dominantes y en especial aquellos que están saturados del problema. Cuando la persona siente que el terapeuta ha logrado comprenderlo, el terapeuta puede iniciar una conversación externalizadora, que consiste en indagar por los efectos del problema en la vida de la persona y en sus relaciones, y en cuestionar todas las verdades que hacen parecer el problema como parte su vida o de su identidad. Como no hay relato que esté exento de contradicción o de ambigüedad, el terapeuta puede hacer uso de éstas para encontrar acontecimientos extraordinarios o excepciones con los cuales producir relatos alternativos. Esto es un proceso de desconstrucción del relato dominante, a través de la curiosidad del terapeuta por las vinculas de los hechos con otros sub-relatos que de alguna manera podrían relacionarse con lo que las personas determinan que son los desarrollos preferidos de sus vidas y que a su vez son relatos más emancipadores de ésta. Llega un momento en el que estos relatos o narraciones alcanzan su propio impulso, pues empiezan a retroalimentados por otros, que en el marco de la psicoterapia, han sido seleccionados como público o testigos de los cambios con el fin de alentarlos. “Una vez establecidas, estas narrativas continúan brindando un marco alternativo para la atribución de significado a aquellas experiencias de vidas que, de otro modo, habrían sido desatendidas, lo que continua teniendo efectos reales sobre la vida en tanto vivida” (White, 2002, p. 38). A partir de lo propuesto por White (2002) a la luz de la analogía del texto, concluyo que el papel de la relación terapéutica es el de la coautoría colaborativa responsable. Sustento dicha conclusión con la metáfora que utiliza White (2002) para describir la posición y la actuación del terapeuta con relación al cliente. El autor dice

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que el terapeuta debe trabajar detrás del cliente o al lado de él pero nunca delante de éste, porque al estar detrás o a su lado, el terapeuta elimina toda posibilidad de indicar cómo deberían ser las cosas en su vida y de prescribir una dirección específica para ella. Como consecuencia, los clientes viven una experiencia de la cual deviene un sentimiento de validación y habilitación de su parte en el trabajo logrado, ocupan un papel activo en el cuestionamiento de las “verdades” que aprisionan sus vidas y en la construcción de los relatos acerca de su identidad. En cambio, cuando el terapeuta se para delante del cliente y actúa como experto, bloquea su visión y como consecuencia la persona no puede ver con claridad hacia adelante, depende del terapeuta para definir cómo pueden ser las cosas en su vida y cuál es la dirección que debe tomar para esto. Aún cuando el terapeuta se ubica detrás o al lado del cliente en la negociación de historias acerca de su vida, él asume la responsabilidad de los efectos de su interacción, pues se parte de la premisa según la cual no es posible ser neutrales en las interacciones en las que tomamos parte, ya que se considera que toda relación tiene aspectos políticos y la relación terapéutica no es una excepción a ellas. En consecuencia, la psicoterapia se convierte en un contexto que bien puede reproducir o cuestionar y transformar los abusos de poder y con base en esta claridad, se amplían aún más las posibilidades de intervención del terapeuta. Al respecto White (2002) dice: “Pienso que efectivamente podemos hacer [evidentes] muchas de las prácticas dadas por sentadas de la cultura de la psicoterapia que son reproductoras de aspectos problemáticos de la cultura dominante. En parte, podemos lograrlo a través de descripciones críticas de las historia de estas ideas y prácticas y del análisis de los efectos reales de estas ideas y prácticas en la vida de las personas. Podemos deconstruir estas ideas y prácticas colocándonos en posiciones alternativas de las culturas. (…) Podemos explorar modos de vida y pensamiento alternativos que están asociados con estas posiciones alternativas de las culturas. Podemos pedir una realimentación crítica a las personas de otras razas, culturas y clases. Podemos reconocer abiertamente los dilemas políticos con los que nos enfrentamos en nuestro trabajo. Y podemos expandir la cultura por medio de la expansión del lenguaje: podemos ampliar los límites de lo conocido a través del uso imaginativo de la metáfora. Cuando una metáfora ha sido incorporada al uso corriente, hasta el punto de que se la toma literalmente, entonces muere y se

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convierte en un hecho. Las metáforas muertas no tienen potencial para generar algo, para desafiar los límites de lo conocido” (p. 52). La cultura dominante que sustenta las prácticas o ideas señaladas por White (2002), es equivalente a la cultura patriarcal señalada por Maturana (2002). Al respecto, White (2002) propone estructurar el contexto de la terapia de manera que sea menos probable reproducir las formas de la cultura dominante y para cuestionar las prácticas que perpetúan las jerarquías de conocimiento (como la toma de apuntes en sesión, el uso de las historias clínicas, compartir la biografía profesional con los clientes para poner en cuestión la posición privilegiada del terapeuta en el sistema terapéutico). En relación al poder, White (2002) reconoce la capacidad de influencia del terapeuta sobre el consultante y por lo tanto enfatiza en que éste tiene la responsabilidad de no favorecer prácticas que perpetúen la jerarquía y la obediencia. Por lo tanto, espera que un terapeuta promueva la democracia en el contexto terapéutico. Por lo tanto, infiero que es deber del terapeuta conocer como los contextos a los que ha pertenecido en su historia de vida determinan lo que él es como persona, considerando que las personas vivimos en mundos sociales distintos y más en un país como Colombia, donde hay una amplia diferencia social respecto a lo económico, social y cultural. La escuela narrativa, al igual que la escuela de Milán según mi comprensión, reconoce la presencia de discursos internalizadores en el terapeuta y la manera en que éstos median su relación con el cliente. Por lo tanto recomiendan al terapeuta remitirse a su propio contexto y estar atento a reconocer aquellos discursos que hacen parte de su ceguera ante la vida y que en contraposición al pensamiento circular, rompen y desconectan. Como diría White (2002): “Estos discursos nos han proporcionado una manera de hablar de y pensar la vida que borra el contexto, que separa la experiencia de los aspectos políticos de la relación con el entorno inmediato” (p. 48). Para esto, White (2002) recomienda el trabajo con equipos reflexivos, como un generador de diálogo acerca de la influencia de los diferentes contextos y discursos. En conclusión, los terapeutas utilizan la metáfora narrativa en su reflexión y en su práctica, están invitados a cuestionar sus certezas y todas las prácticas que sea totalizadoras, a adoptar una postura reflexiva y a la vez, a invitar al cliente a adoptar una postura similar con relación a sus propias vidas y a sí mismos (White, 2002). Con esto se espera que tanto terapeuta como cliente, participen activamente en la «creación de

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sentido» y en esta medida, compartan responsabilidades en el proceso y en los logros de la terapia. 2.3.2. La Terapia Colaborativa Harlene Anderson y Harold Goolishian son los autores de la terapia colaborativa, su trabajo comenzó a gestarse desde el terreno de la terapia sistémica a donde llevaron las críticas y los aportes del paradigma socio construccionista con la intención de generar formas de pensar que fueran más útiles para describir los sistemas y para trabajar con ellos (Anderson y Goolishian, 1988). Identificados con los presupuestos del pensamiento posmoderno, adoptaron una postura hermenéutica e interpretativa con la que buscaron acercar la teoría y la realidad social. Fruto de este trabajo son las ocho premisas que representan los lineamientos de su propuesta terapéutica y que introducen una novedad en la comprensión del sistema terapéutico y de la relación terapéutica. Las premisas descritas por Anderson y Goolishian (citados en McNamee y Gergen, 1996) son las siguientes: 1) el sistema terapéutico es un sistema lingüístico en tanto los sistemas humanos son comprendidos como sistemas generadores de lenguaje y de significado, cuya organización social está definida por la comunicación y el discurso; 2) dentro del sistema terapéutico la comunicación tiene una relevancia específica para su intercambio dialogal, en la medida que el significado se construye socialmente; 3) el sistema terapéutico es un sistema de organización del problema y de disolución del problema que se distingue por el significado co-creado que es el problema; 4) a través de la conversación terapéutica se desarrollan nuevos significados que apuntan a la «disolución» del problema y por ende a la disolución del sistema terapéutico, del sistema de di-solución del problema y de organización del problema; 5) en esta dinámica, el terapeuta es un participante-observador y un participante-facilitador de la conversación terapéutica; 6) el terapeuta ejercita una pericia en la formulación de preguntas desde una posición de «ignorancia», en lugar de formularlas desde un método o con la intención de conseguir una respuesta específica; 7) los problemas existen en el lenguaje y como tal, son propios del contexto narrativo del cual deriva su significado; y 8) vivimos en y a través de identidades narrativas que desarrollamos en la conversación y por lo tanto nuestro yo siempre es cambiante, el cambio es comprendido como la creación dialogal de una nueva narrativa.

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Estas premisas marcan un giro en la comprensión de la relación terapéutica, que pasa de un sistema interaccional a un sistema conversacional y de significado y al situar al terapeuta en el centro de la escena de la terapia. Al profundizar en la labor del terapeuta, encuentro que en la terapia colaborativa no se habla como tal de la persona del terapeuta, sino de las posturas que éste puede tener en la conversación, esto es coherente con su comprensión del yo, que fluye con las conversaciones en las cuales se encuentra inmerso. La postura más destacada es la «ignorancia», que implica no limitar las comprensiones e interpretaciones del terapeuta a su conocimiento, experiencias previas o presupuestos teóricos y se evidencia en su interés por conocer más (Anderson y Goolishian; citados en McNamee y Gergen, 1996). Con base en una concepción dialógica y a partir de la postura descrita, el terapeuta lleva a cabo la conversación terapéutica que se refiere a “una empresa en la que está en juego una búsqueda mutua de comprensión y exploración a través del diálogo acerca de los «problemas»” (Anderson y Goolishian; citados en McNamee y Gergen, 1996, p. 49). En ella el terapeuta no se enfoca en la generación de cambios, sino en la apertura de un espacio conversacional con el consultante para entrar en un círculo hermenéutico o de significado, que se refiere “al proceso dialogal a través del cual la interpretación empieza con los preconceptos del terapeuta” (Anderson y Goolishian; citados en McNamee y Gergen, 1996, p. 50) y que busca comprender la singularidad narrativa del significado de cada cliente a partir de preguntas que introduzcan novedades. Este proceso ilustra un diálogo que el terapeuta mantiene con el cliente en un nivel externo y con sus premisas en un nivel interno, teniendo presente dar mayor importancia a las premisas que son construidas a nivel local con el cliente, de manera que éstas sean para él o ellos, lógicas y coherentes (Anderson y Goolishian; citados en McNamee y Gergen, 1996). Es importante aclarar que las preguntas conversacionales no son preguntas mágicas que abran el espacio dialogal, por el contrario, son preguntas para las cuales la narración y el relato inmediato de la experiencia son la respuesta. Respecto a la preparación del contexto terapéutico, Anderson (1997) en un nivel metafórico y literal, dice que cuando entra en conversación con un cliente, su primer interés es hablar su mismo lenguaje. En un nivel metafórico, tiene que ver con aprender de los valores del cliente y su forma de ver y comprender el mundo, y en un nivel literal, abre la posibilidad de entrar en relación con el otro, para usar su lenguaje de manera

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retórica como herramienta estratégica de la terapia, como una herramienta de edición para influir en la historia del cliente y como una técnica para invitar a la coparticipación de un cambio efectivo (Anderson, 1997). Esto también debe aplicarse al trabajo con familias, donde el terapeuta debe conocer el lenguaje individual de cada miembro y su respectiva descripción del problema. Cuando el terapeuta escucha con genuino interés y con intensa atención cada relato, dicho interés es contagiado a los demás miembros, quienes entonces se interesan por escuchar la versión de cada miembro de la familia (Anderson, 1997). En conclusión, en el lenguaje del cliente están las herramientas necesarias para hacer la definición del problema, para trazar los objetivos del proceso y realizar las intervenciones. En la terapia colaborativa los problemas son comprendidos como una realidad creada socialmente y sostenida por comportamientos coordinados en el lenguaje, al respecto Anderson (1997) dice: La definición del problema es una posición que alguien toma, es un significado que alguien atribuye, una narrativa que alguien ha desarrollado (p. 73). Cada problema es único a la matriz conversacional y de lenguaje en la que se genera, no es visto como algo objetivable y tampoco puede ser separado de la conceptualización del observador. Para la terapia colaborativa el problema siempre está en movimiento, no es fijo ni estable. Anderson (1997) propone al terapeuta suspender sus conocimientos para dar espacio a la voz del cliente, de lo contrario no es factible que éste sienta un nivel de experticia respecto a su situación y a la resolución de la misma. Esto implica compartir conocimientos entre terapeuta y cliente, de manera que como dice Anderson (1997), la terapia consista en un “hablar entre” y no en un “hablarle a”. Si se aplica todo lo anterior, el terapeuta empezará a apreciar y a valorar el sentido de lo impredecible, que trae consigo comodidad y libertad al terapeuta porque cuando éste trabaja desde la incertidumbre, está libre de tener que ser un experto en cómo los clientes deben vivir su vida, está libre de hacer la pregunta correcta o de tener la mejor narrativa (Anderson, 1997). El sentimiento de no saber, abre la ventana a la creatividad y a la imaginación y a partir de esto, la escuela colaborativa propone la postura de «no saber» como concepto clave y sin el cual terapeuta y consultante no serían compañeros o “partners” de conversación.

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La postura del “no saber” ha sido ampliamente debatida por quienes se preguntan si la relación terapéutica es una relación de poder y sobre si es ético que el terapeuta asuma un rol de experto ó un rol de escucha respetuosa. Esto con base en la noción de poder como una constructo social que sirve de principio explicativo para describir los proceso relacionales complejos de influencia y de control presentes en toda relación. Por ejemplo, Hernández (2007) a la luz de la de la comprensión de Lamer (1995, 1996, 1999, 2000; citado en Hernández, 2007), explica que la postura de “no saber” encarna un conocimiento de alto nivel que presupone una pericia del terapeuta para que la familia encuentre su propio sentido y comprenda su problema. Es decir, para Hernández (2007), la postura colaborativa como ideal ético de la interacción terapéutica, solo se puede asumir cuando el terapeuta actúa desde un no-saber crítico a través del cual encuentra formas de usar el conocimiento y el poder como bases para el diálogo abierto con el consultante, con el fin de que éste logre un empoderamiento. De esta forma, según Lamer (1999; citado en Hernández, 2007), el terapeuta no renuncia a su poder ni a su conocimiento, sino que los conecta con la ética de la responsabilidad, de la misma manera que la escuela de Milán usa el concepto de hipótesis para referirse al conocimiento del terapeuta, ya que al tomar esta forma, el conocimiento no puede ser juzgado como falso o verdadero, sino como más o menos útil según la perspectiva de los consultantes. 2.4. Debate sobre efectividad en la terapia El debate acerca de la efectividad en la terapia surgió en Estados Unidos hacia los años 70 y como su nombre lo indica, busca determinar los elementos que hacen efectiva a la terapia; es decir que permiten que el proceso terapéutico logre el cumplimiento de sus objetivos y por lo tanto el cambio en los consultantes (Bados, García & Fusté, 2002; citado en Arango y Moreno, 2011). Villar (2008) explica que el debate se originó en 1952 con la publicación del artículo de Hans J. Eysenck “The Effects of Psychotherapy: An Evaluation”, con el cual se afirma la existencia de una correlación inversa entre la recuperación y la psicoterapia. Esto llevó a que los diferentes modelos teóricos de terapia se preguntaran si los resultados de la psicoterapia son realmente beneficiosos o si son productos del azar o de la mejoría espontánea. Consecuencia de esto fue el surgimiento del debate sobre factores que hacen efectiva la terapia y dentro del cual se definieron dos posturas: la de quienes afirmaban que existen

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factores comunes a todas las terapias (entre ellos la relación terapéutica) que son los verdaderos responsables de los procesos de cambio (Rosenzwieg, 1936; citado en Sprenkle y Blow, 2004); y la de quienes afirman que existen factores específicos a cada modelo de terapia, que son los que contribuyen a los proceso de cambio (Simon, 2006). Frank (1961; citado en Sprenkle y Blow, 2004) fue el primero en describir las similitudes entre las formas de sanación y las diferentes escuelas de terapia y más adelante argumentó que en efecto todas las psicoterapias comparten cuatro componentes comunes. A saber: 1) una relación cargada de confianza con una persona que ayuda al otro; 2) un escenario que es considerado terapéutico en el que el cliente cree que puede confiar en el profesional para que le ayude; 3) un terapeuta que ofrece un esquema teórico racionalmente creíble para comprender el síntoma del paciente; y 4) un terapeuta que ofrece un ritual o un procedimiento para hacer frente a una gran variedad de síntomas (Frank y Frank, 1991; citados en Sprenkle y Blow, 2004). Más adelante, desde una perspectiva general Sprenkle & Blow (2004) han descrito los siguientes factores comunes: a) el cliente que es considerado como la clave del proceso terapéutico ya que éste, a partir de sus motivaciones, preocupaciones y expectativas, convierte la técnica utilizada en una experiencia individual; b) los efectos generados por el terapeuta que depende de su talento, competitividad y preparación y que corresponden más a características personales que a los presupuestos del modelo desde el cual actúa; c) la relación terapéutica que es el fruto del trabajo conjunto que han desarrollado el terapeuta y el cliente en la terapia y de la noción que ambos tiene de la relación, resaltando la importancia de las características del terapeuta para su establecimiento; d) las expectativas o el factor placebo generado por el cliente sólo por saber que está participando de un tratamiento que le es útil y en el cual cree y confía; y e) las variables no específicas del tratamiento que son agrupadas en tres dimensiones: la regulación del comportamiento, el dominio cognitivo y la experiencia afectiva. De acuerdo con Villar (2008), “a esta discusión sobre los factores comunes es necesario sumarle la influencia del surgimiento del movimiento hacia la integración de las psicoterapias, el cual busca explorar la posibilidad de lograr una integración que unifique las diferentes modalidades de hacer terapia” (Fernández Álvarez, 2003; Sprenkle & Blow, 2004) conservando la importancia de los modelos de intervención

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como medios a través de los cuales los factores comunes funcionan” (Villar, 2008, p. 19). La perspectiva de los factores comunes da un sustento teórico a esta investigación, en la medida que este estudio busca explicar por los elementos que contribuyeron al cambio y que por lo tanto hacen efectiva la terapia. Soy partidaria de la propuesta de Simon (2006) y Sexton, Ridley y Kleiner (2004) según la cual, el cambio en psicoterapia se fundamenta en el proceso de intervención y para ser comprendido, es necesario dar cuenta de la naturaleza compleja de la práctica terapéutica; que es lo que he pretendido a lo largo del marco conceptual. La postura de Simon (2006) y Sexton, Ridley y Kleiner (2004), entre otros, lleva a proponer una perspectiva de investigación constituida por la especificidad del contexto terapéutico, que enfatice en las diferencias de los modelos teóricos, en las estrategias, en las técnicas y en las construcciones teóricas que guían las intervenciones (Villar, 2008). Desde esta postura la perspectiva de los factores comunes no está en la capacidad de describir de forma adecuada el proceso de la terapia, pues son características estáticas de la situación terapéutica que como dice Villar (2008), es en realidad dinámica y compleja (Sexton, 2004; citado en Simon, 2006). Así mismo, los factores comunes no dan cuenta de los resultados de un proceso terapéutico, en la medida que no es claro cómo se comprende el mismo. Según Sexton (2004; citado en Simon, 2006) solo un modelo complejo, integral y sistémico del cambio, tiene el potencial para explicar la complejidad y diversidad de los clientes y los procesos relacionales inherentes a la práctica de la terapia. De acuerdo con Villar (2008) al debate sobre los factores comunes y específicos se han sumados dos aspectos relacionados con el contexto de la práctica clínica y los servicios en salud mental, que fomentan la investigación en torno a los efectos de la terapia. Estos son: a) los incrementos en el costo de la salud asociados al surgimiento de los seguros médicos y la disfunción de la psicoterapia, que llevo a la justificación de los tratamiento con evidencia empírica para justificar la asignación de recursos financieros; y b) el uso exitoso de fármacos para el tratamiento de la salud mental, que se ha convertido en competencia para la psicoterapia, aún cuando se ha demostrado que éstos sin la ayuda de la terapia no son efectivos.

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3. Método 3.1. Pregunta de investigación ¿Cuáles son los procesos de transformación que ocurren en una terapeuta en formación y cómo se relacionan con las transformaciones que se dan en las consultantes, en las dinámicas interaccionales y en los procesos de terapia? 3.2. Objetivos 3.2.1. Objetivo general Comprender y explicar los procesos de transformación que ocurren en la terapeuta, en las consultantes, en las interacciones entre ellas y en los proceso de terapia de una terapeuta en formación en el paradigma sistémico. 3.2.2. Objetivos específicos:  Analizar el cambio que se da en la terapeuta a través de los procesos terapéuticos que realiza durante su formación sistémica.  Describir y analizar los cambios que ocurren en las consultantes durante los proceso terapéuticos llevados a cabo por una terapeuta en formación.  Explicar los cambios que se dan en el proceso terapéutico a luz de los cambios que ocurren en la terapeuta y en las consultantes.  Identificar y analizar los cambios que se dan en las secuencias interaccionales entre terapeuta y consultantes desde los cambios ocurridos en cada uno de ellas.  Aportar conocimientos sobre los procesos de cambio en el contexto de la terapia que contribuyan a la formación de terapeutas sistémicos. 3.3. Tipo de Investigación Con la intención de delimitar y comprender el territorio en el cual se fundamenta esta investigación, tomaré como referencia a Guba y Lincoln (1994) para hacer las distinciones correspondientes en el nivel ontológico, epistemológico y metodológico. En cuanto al nivel ontológico y epistemológico comenzaré por aclarar que el paradigma sistémico parte de la premisa de que la realidad no existe de forma independiente al investigador que la estudia, consecuencia de esto es una dilución de la diferenciación entre ambos niveles. La explicación de dicha disolución radica en que para el paradigma sistémico, la realidad es concebida como una construcción social que ocurre en la

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interacción y en el lenguaje; no se cree que exista una realidad única, verdadera y probable y por el contrario, se afirma la coexistencia de diferentes realidades que son constituidas por múltiples miradas. En este sentido, el conocimiento científico es el producto de un consenso que ocurre a nivel local y su validez depende de su pertinencia y su aplicación. Esto aplicado a la terapia, es explicado por Cecchin (1992; citado en Polo, 1997) de la siguiente forma: el “criterio de valoración de una aproximación no se basa sobre su correspondencia mayor o menor a cualquier verdad, sino sobre su posible empleo en la práctica terapéutica o social interventiva” (p. 140). En este orden de ideas, la epistemología se dirige a lo transaccional, renuncia a la dualidad objetivo/subjetivo y redirige el foco de interés hacia el cómo se conoce, en lugar de preguntarse por el qué se conoce. En un nivel metodológico, se habla de una lógica hermenéutica y dialéctica, ya que el conocimiento se da en la interacción del investigador con el objeto de estudio y en la interpretación que éste hace a partir de la misma. 3.3.1. Investigación de segundo orden De acuerdo con Cathalifaud (1998), este trabajo también puede ser catalogado como una investigación de segundo orden, porque indaga sobre mi formación como sistema-observador y sobre mis recursos. Con esta investigación, doy cuenta las transformaciones que ocurren en mí como terapeuta, en mis consultantes, en el proceso y en las dinámicas interaccionales y en un nivel superior de recursión, también doy cuenta de cómo construir estos conocimientos modificó mi actuar como terapeuta. El hecho de que esta investigación esté dirigida hacia el sistema terapéutico, como un conjunto de elementos que será observado a partir de su dinámica de afectación mutua, es decir desde la circularidad y que será comprendido como un esquema contingente, complejo, múltiple y variado, son otras características que concuerdan y responden a las investigaciones de segundo orden según Cathalifaud (1998). La postura con la cual deseo llevar a cabo está investigación, es la irreverencia que propone Cecchin (citado en Polo, 1997), la cual entiendo como “una posición mental de tipo reflexivo que se interesa por el cambio que se verifica en concreto sin preocuparse por saber qué cosas efectivamente lo produjeron” (p. 138). Espero que esta postura me de la libertad de moverme entre esquemas y me permita asumir una posición autorreflexiva con la cual pueda reconocer mi responsabilidad frente a las acciones que emprendo, aceptar los efectos imprevistos, incluirme en el proceso de investigación y

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discutir mis propias premisas, emociones, acciones, cambios y por último, asumir la responsabilidad de los cambios que generan estos elementos en el curso de la investigación (Polo, 1997). Quiero caracterizarme como autora y actora de mi proceso de formación y como coeditora del proceso de cambio de mis consultantes y de nuestra relación. 3.3.2. Investigación-Intervención Nelson Googman dice “cada investigación construye mundo” (Polo, 1997, p. 136). Con base en esta afirmación considero que mi trabajo se enmarca dentro de los límites de la investigación-intervención, porque cuando investigo sobre los cambios que ocurren durante mi formación en mí como terapeuta, en mis consultantes y en los procesos terapéuticos y dinámicas interaccionales en las que participo, me estoy construyendo como persona y como terapeuta. Así mismo, cuando describo este proceso, inevitablemente lo modifico y entonces, me encuentro en el círculo hermenéutico de la interpretación acción descrito por Varela (1979; citado en Polo, 1997), que consiste en conectarme conmigo misma en un proceso retroactivo. Esta es una investigación de tipo cualitativo que en concordancia con el enfoque, comprende la realidad social que estudia, como el resultado de un proceso interactivo en el que se negocian y renegocian la construcción de esa realidad (Galeano, 2004). Desde esta perspectiva, el contexto terapéutico es un escenario en el que se negocia y renegocia la construcción de una realidad y en él, las relaciones se comprenden como un proceso interaccional y comunicacional complejo que generan cambios en las vidas de quienes participan en ellas. En las investigaciones de tipo cualitativo, el principal instrumento de investigación es el investigador, porque de su postura y entrenamiento depende lo que éste construya como conocimiento. A esto se le llama investigar desde una racionalidad hermenéutica en la cual, de acuerdo con Cisterna (2005), el eje conductor es el lenguaje, entendido en su doble acepción dialéctica, como la vía a través de la cual socialmente construimos la realidad y como un medio de circulación de dicha construcción. 3.3.3. Estudio de caso Para comprender las transformaciones en mí cómo terapeuta, en las consultantes, en los proceso de terapia y en las dinámicas interaccionales, hice un estudio de caso

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enmarcado dentro de la investigación-intervención. Según Stake (2005), el estudio de caso no es una opción metodológica, sino una escogencia de lo que decidimos estudiar. El estudio de caso se centra en el conocimiento experimental del caso y en la indagación cuidadosa por la influencia del contexto sobre el mismo (Stake, 2005). La unidad de análisis es considerada como un factor clave y es descrita como un sistema de acción que consiste en un conjunto de actividades relacionadas que son realizadas por actores en una situación social determinada (Stake, 2005; Tellis, 1997). Comprender la unidad de análisis como un sistema de acción, implica considerar que tiene una actividad propia y que por lo tanto sigue un patrón y busca un sentido. La intención del investigador es conocer cómo funciona el patrón en cuanto a su coherencia y a la influencia del medio externo sobre el mismo (Stake, 2005). De acuerdo con Tellis (1997), el patrón de funcionamiento es comprendido a través de temáticas específicas, que en el caso de esta investigación, son los cambios en la terapeuta, las consultantes en las dinámicas interaccionales y los procesos de terapia. Un estudio de caso debe realizarse a partir de un pensamiento complejo y holístico que invite a comprender los fenómenos de estudio y las realidades desde una mirada ecológica e integral en la cual, los sistemas de relación se encuentran inmersos en otros sistemas de relación más amplios (Morin; citado en Fried Schnitman, 1998). Esta postura implica incluir múltiples miradas en el análisis, en lugar de reducirlo a la mirada del investigador (Tellis, 1997). El estudio de caso es tanto un proceso de investigación como un producto de esa investigación y satisface los tres principios de la investigación cualitativa: describir, comprender y explicar (Tellis, 1997). Stake (2005) clasifica los estudios de caso en tres tipos: intrínseco, instrumental y colectivo. De acuerdo con esta clasificación, esta investigación trata de un estudio de caso intrínseco, porque de acuerdo con lo expuesto por el autor, emerge de mi deseo como investigadora por comprender cómo ocurren transformaciones en mí, en mis consultantes y en los procesos de terapia y en las dinámicas interaccionales en las que participo. Tellis (1997) también hace una clasificación de los estudios de caso según su finalidad, los divide en: exploratorio, explicativo y descriptivo. Esta investigación, corresponde a la categoría de los descriptivos ya que hago descripción de los procesos de cambio y de transformación en diferentes niveles de observación.

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Acerca de las funciones del investigador, Stouffer (1941; citado en Stake, 2005) dice que éste debe buscar conocer lo que es común y lo que es particular al caso o a la unidad de análisis y que para estudiar un caso y probar su particularidad, debe reunir de los siguientes aspectos del caso: a) su naturaleza, particularidad y funcionamiento; b) su contexto histórico, c) su entorno físico; d) otros contextos como el económico, el político, el legal y el estético; e) otros casos a través de los cuales este caso es reconocido; y f) los informantes a través de los cuales se puede conocer el caso. 3.3.4. Aproximación colaborativa a la investigación Tomaré como referencia a Gehart y demás autoras (2007) para explicar y comprender cómo se hace una investigación colaborativa. Según las autoras, este tipo de aproximación a la investigación se concentra en la relación entre el investigador y los participantes, pues se considera que su interacción es un proceso generador de sentido. Por lo tanto, investigador y participantes dejan de ser comprendidos como contenedores de información y pasan a ser considerados como pares de un proceso generador en el que se tiene por objetivo responder a una pregunta que es importante para ambos. La noción de lo “no dicho” de Anderson (1997; citada en Gehart et al., 2007), propone que los significados están articulados en el proceso de la conversación y que emergen en el diálogo con otros. Por esta razón, el investigador está comprometido a aceptar su participación en lo que está a punto de decirse y debe preguntarse de qué manera su participación en la conversación de la investigación moldea aquello que le dicen. Esta reflexión se basa en el supuesto de que las preguntas son performativas, es decir, pueden evocar, construir e invitar a posiciones y experiencias de las cuales puede emerger el diálogo generativo. Por lo tanto, comprender la investigación colaborativa como la confluencia de acciones conjuntas, ratifica la dilución del los límites entre el investigador y el participante, (Bray et al, 2000; citados en Gehart et al., 2007). Los investigadores deben considerar muchos factores al identificarlos e invitar a los participantes a convertirse en arquitectos activos de sus experiencias vividas. El investigador debe ser sensible a las políticas organizacionales y al discurso académico en medio de las cuales se lleva a cabo la investigación, ya que éstos pueden influir en cómo el participante interprete el proceso y en su decisión de participar. Así mismo, el investigador debe considerar el discurso disciplinario y organizacional más amplio respecto a lo que constituye la investigación, y como ésta será percibida por los

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consumidores; que pueden ser los participantes, la comunidad profesional y la comunidad social. Este tipo de aproximación al conocimiento honra la metáfora de las voces, que son lo que por lo general se presenta en el informe final. Debido a la importancia que tiene la relación entre el investigador y los participantes en la investigación colaborativa, el investigador tiene la responsabilidad de reconocer el esfuerzo que los participantes hacen para estar en la investigación, desarrollar la investigación en un contexto ameno e informal que promueva la colaboración en lugar de la jerarquía y mantener informado a los participantes durante todo el proceso de la investigación, en particular al final, cuando los participantes contribuyen a moldear el producto final. Una aproximación colaborativa a la investigación es apropiada cuando, existe el deseo o la necesidad de comprender circunstancias o fenómenos desde una narrativa en primera persona y para informar actos o acciones que puedan impactar la vida del participante; lo cual concuerda con los objetivos de esta investigación. Lo particular y único de la aproximación colaborativa a la investigación, es que el investigador y los participantes investigan juntos y que los participantes están invitados a reformular la pregunta de investigación a través del estudio. De la misma forma que en la terapia colaborativa, el investigador asume la postura de “no experto” y de aprendiz curioso frente a la experiencia que vive con el participante. La postura de “no saber” y de curiosidad implican reconocer las limitaciones de cualquier postura u opinión, saber que cualquier perspectiva o realidad es una de muchas y que es producto de una construcción temporal. Esto hace que la investigación colaborativa se oriente hacia una negociación coordinada del significado en la que se considera que la posición del investigador afecta el desarrollo, la implementación y los resultados de la investigación. Por esta razón, los investigadores hacen pública su posición en relación al participante y al fenómeno de estudio al compartir información de sí mismos que no suele aparecer en los reportes de investigación. Esto es la edad, el género, el origen étnico, la formación profesional, sus creencias, su experiencia con la población de la investigación, etc. Esto puede identificarse como la localización del investigador o de la subjetividad del investigador, de manera que los dos lados de la relación sean visibles para el lector.

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La investigación colaborativa comprenden o conceptualizan las entrevistas como un proceso dialógico dinámico y orgánico. El investigador principal y el investigador invitado (el participante) conversan acerca del tópico de la investigación y cada uno puede contribuir a enfocarlo en la medida que la conversación se desarrolla. La entrevista investigativa está organizada en torno a los mismos principios que la conversación terapéutica guiada y comparten objetivos similares: generar conocimiento y comprensiones que son útiles para el participante. De la misma forma que las preguntas conversacionales emergen en el proceso terapéutico, las preguntas colaborativas de investigación, emergen del dialogo de investigación, es decir, de adentro de la conversación y no de afuera. La entrevista comienza con un grupo de preguntas que han sido formuladas para focalizar el propósito de la conversación, pero después es el participante quien lleva o lidera la conversación. En el transcurso de ésta, el investigador puede usar preguntas conversacionales para mantener la coherencia de la conversación y para saber si se está comprendiendo de los participantes quieren que comprenda. El análisis de datos es equiparado con el proceso de crear sentido es una práctica de la una comunidad de discurso que ocurre de forma recursiva a través del proceso de investigación y no solo al final de la recolección de datos. Toda generación de sentido es una actividad social y comienza cuando se empieza a delimitar el problema de investigación, cuando se reúne y revisa la literatura pertinente, cuando se recogen los datos y a través del proceso de escritura. Cada interacción en el proceso de investigación es un punto de decisión en el cual uno hace sentido de la información que tiene a la mano (Gehart et al., 2007). Se concluye que el conocimiento es generado en diferentes puntos del proceso y que el sentido de la investigación es coconstruido por el investigador y el participante a lo largo del proceso. Las comprensiones comienzan a generarse cuando los participantes comparten sus expectativas y al hacerlo generan nuevas comprensiones a través del contar o del decir y mientras que escuchan, los investigadores deben tomar lo que se ha dicho y compararlo con sus premisas personales y profesionales. Para mantener la coherencia de la conversación, el investigador debe usar las palabras y el lenguaje del participante, así como su forma de hablar y frecuentemente debe preguntarle al participante cómo las piezas de la historia hacen sentido al juntarlas, en lugar de hacer interpretaciones. El sentido de la

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conversación y la creación de nuevas realidades se producen cuando investigador y participante tratan de comprenderse mutuamente; esto es el proceso de negociar un conocimiento. Para esta investigación use el modelo de análisis de datos propuesto por Kvle (1996; ciado en Gehart et al., 2007) compuesto por seis pasos: 1) los sujetos describen su experiencia de vida; 2) los sujetos mismos descubren nuevos significados durante la entrevista; 3) durante la entrevista el entrevistador condensa e interpreta significados y los devuelve para ser confirmados o negados por el participante; 4) el entrevistador interpreta la entrevista transcrita; 5) se vuelve a entrevistar a los participantes para recibir una retroalimentación en la que se pueden hacer clarificaciones y correcciones; y 6) se generan nuevas acciones en el mundo social y/o personal del participante y/o del investigador. Respecto a la validez y a la confiabilidad de la información, Gehart y demás autoras (2007) dicen que el objetivo en la investigación colaborativa es producir respuestas útiles a la pregunta de investigación, que en gran parte reflejen la experiencia de los participantes en la investigación. Es decir, que sean respuestas autenticas que se integren en las comunidades y en las relaciones en las que se producen. Las autoras recomiendan usar el contexto temporal para situar el contexto histórico del estudio y muestran su preferencia por el uso de la “verificación” por encima de otros métodos, por considerarla más acorde con la propuesta colaborativa. Finalmente concluyen que la validez de la investigación colaborativa es dada por el grado de inspiración que genera en los participantes, en el investigador y en los lectores, para desarrollar nuevas comprensiones y significados que informan nuevas formas de estar mejor juntos. 3.4. Metodología de análisis de la información Con base en la explicación que hice sobre la metodología de la aproximación colaborativa, aclaro que el análisis de la información ha comenzado desde la delimitación de la pregunta de investigación. Sin embargo, para efectos de la presentación delimitaré está sección a la descripción de la implementación de la metodología utilizada para el análisis de las sesiones transcritas. Tomando como punto de partida la propuesta de Cisterna (2005) use como metodología la categorización y la triangulación, junto con la ayuda del programa Atlas.ti 6.2 ideal para el análisis

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cualitativo de grandes cuerpos de información textual ya que facilita la organización, agrupación y procesamiento de la información. Para el análisis de la información de esta investigación, se utilizaron categorías y subcategorías apriorísticas que fueron definidas a partir de la teórica consultada en el marco conceptual. En la figura 1 expongo el árbol de las categorías y subcategorías utilizadas y en seguida hago su respectiva definición.

Figura 1. Árbol de categorías Categoría 1. Cambios en la terapeuta Agrupa los cambios en las narraciones e intervenciones de la terapeuta, que reflejan diferencias en la comprensión del problema, en la definición de su rol como terapeuta en su marco de referencia, sus emociones y acciones. En la narración sobre el problema. Todo lo que dice la terapeuta con referencia a las situaciones difíciles que interfieren con el funcionamiento vital de las consultantes y que ellas consideran como problema.

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En la narración sobre sí misma. Se refiere a las narraciones en las cuales la terapeuta describe su identidad o se refiere a sí misma. En su marco de referencia. Es el conjunto de sus creencias, comprensiones, explicaciones, significados, prejuicios y referentes teóricos de la terapeuta. En sus emociones. Es el conjunto de narraciones en las que la terapeuta manifiesta de forma directa o indirectamente sus emociones, así como todas aquellas expresiones no verbales que manifiestan sus emociones. En sus acciones. Se refiere a la aplicación de técnicas, uso de recursos teóricos y no teóricos, así como acciones específicas que tengan un impacto en las consultantes y en el proceso terapéutico. Categoría 2. Cambios en el proceso terapéutico Agrupa las narraciones en las cuales se hace referencia a la definición del problema, a los objetivos y a las hipótesis del proceso terapéutico. En la definición del problema. Es el conjunto de narraciones que da cuenta de una formulación del problema sobre el cual se trabaja en la terapia. En los objetivos. Son todas aquellas narraciones en las cuales se hace referencia a los objetivos de la terapia y a la de formulación de los mismos. En las hipótesis. Es el conjunto de narraciones circulares y relacionales que organizan los datos confusos anexos al problema y que dan sentido al marco relacional de las consultantes. También se incluyen los intentos de hacer este tipo de narraciones. Categoría 3. Cambios en las dinámicas interaccionales Agrupa los diferentes tipos de dinámicas interaccionales que están basadas en la simetría, en la complementariedad o en la reciprocidad. Simétricas. Son las dinámicas interaccionales en las cuales las participantes tienden a igualar la conducta reciproca, bien sea en cuanto a su debilidad o fuerza, bondad o maldad (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993). Complementarias. Son las dinámicas interaccionales en las cuales la conducta de una de los participantes complementa la de la otra y da lugar a que una de las participantes asuma una posición superior y la otra una posición inferior (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993). Recíprocas. Son las dinámicas interaccionales compuestas por la alternancia de la simetría y la complementariedad y que implica la aceptación y el reconocimiento por

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parte de ambas participantes de la “mismisidad” de la otra y por lo tanto la interacción es nutricia (Burnham, 1993). Categoría 4. Cambios en la consultante Agrupa las narraciones en las cuales las consultantes hacen referencia al problema, a sí mismas, a su marco de referencia, a sus emociones y acciones. En la narración sobre el problema. Todo lo que dicen las consultantes con referencia a situaciones difíciles que interfieren con su funcionamiento vital y que ellas consideran como problema. En la narración sobre sí misma. Se refiere a las narraciones en las cuales las consultantes describen su identidad. En sus emociones. Es el conjunto de narraciones en las que las consultantes manifiestan directa o indirectamente sus emociones, así como todas aquellas expresiones no verbales que son comprendidas por la terapeuta como manifestación de sus emociones. En su marco de referencia. Todas aquellas comprensiones, explicaciones y puntos de vista que las consultantes tienen acerca de sí mismas, del problema y de la vida en general. En sus acciones. Son los reportes que dan las consultantes acerca de sus acciones en su cotidianeidad con referencia a los problemas motivo de consulta. De igual manera se incluyen en esta categoría las observaciones de la terapeuta respecto a los cambios en las consultantes. El proceso de triangulación y validación de la información lo realicé con base en la propuesta de Cisterna (2005). Primero hice un análisis holístico de los tres procesos terapéuticos, segundo seleccioné las sesiones de terapia para analizar con la ayuda del Atlas.ti 6.2 con base en los criterios de pertinencia y relevancia. La pertinencia se refiere a la información que se relaciona con la temática de la investigación y la relevancia se refiere a “lo que se devela ya sea por su recurrencia o por su asertividad en relación con el tema que se pregunta” (Cisterna, 2005, p. 68). Tercero, llevé a cabo el proceso de triangulación de la información por cada estamento, que fueron construidos con base en la teoría consultada en el marco conceptual, a través de un proceso de inferencia, que consistió en la extracción de conclusiones ascendentes, en las que los pasos superiores expresaban una síntesis de los anteriores (Cisterna, 2005). Cuarto,

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llevé

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un

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resultados

con

las

consultantes/participantes en una entrevista en la cual las participantes leyeron la información que quedó consignada en la sección de los resultados, hicieron correcciones, aclaraciones y a partir de esto hicimos un proceso de retroalimentación del proceso de la terapia y de la investigación (Stake, 1995; citado en Tellis, 1997; Gehart et al., 2007). Por último, llevé a cabo la triangulación con el marco conceptual, como un proceso de revisión y discusión reflexiva en el que retomé las categorías construidas en la investigación y las discutí a la luz de lo que se he indagado a nivel teórico. 3.5. Contexto en el que se desarrolla la investigación Esta investigación surge en el marco de un contexto educativo, más específicamente de una maestría en psicología clínica con énfasis sistémico, que consiste en una formación de cuatro semestres que comprenden un cuerpo teórico y uno práctico, el segundo bajo supervisión en vivo y supervisión a posteriori. Ambas se llevan a cabo con la participación de un equipo de reflexión compuesto por una docente y por tres o cuatro compañeros de la formación. La supervisión a posteriori o indirecta, como su nombre lo indica, se lleva a cabo en un momento diferente a la sesión de terapia y en ella se trabaja a partir de los relatos que el terapeuta transmite de la sesión a su equipo de reflexión. De las sesiones de terapia, de la supervisión y frente al requisito de la tesis de grado para optar al título de Magister en Psicología Clínica con enfoque sistémico, surge mí intención de preguntarme por las transformaciones que han ocurrido en mí como terapeuta, en mis consultantes, en los proceso de terapia y en las dinámicas interaccionales en las que participo durante mi proceso de formación. Dicha inquietud, surge con base en el supuesto y en el sentir de que cada semestre yo me transformo como persona y en consecuencia, como terapeuta y que esto influye en los procesos de terapia que llevo, en las dinámicas interaccionales en las que participo y los cambios que ocurren en la vida de mis consultantes. La investigación se desarrolló en Consultores en Psicología, una IPS que pertenece a la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana, que brinda atención psicológica a la comunidad extrauniversitaria y que ofrece un espacio de formación para estudiantes de pregrado y postgrado en el área Psicología Clínica (Pontificia Universidad Javeriana, 2010). Dentro de los servicios que ofrece esta IPS, está el de psicoterapia individual, de pareja y/o de familia, para quienes estén

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interesados en recibir este servicio y de manos de un estudiante. La atención a los consultantes se realizó semanalmente en un consultorio cómodo y apropiado para el desarrollo de una sesión de terapia. 3.6. Participantes A continuación expongo los criterios de selección y exclusión de los participantes de esta investigación y algunos comentarios al respecto. Las participantes son tres usuarias de Consultores en Psicología cuyos casos han sido supervisados de forma indirecta, a excepción de dos consultorías que se realizaron en vivo. La cuarta participantes soy yo como terapeuta/investigadora. Para la selección de los consultantes, tuve como en cuenta como criterio el que se hubieran llevado a cabo un proceso terapéutico completo y el que aceptaran a ser co-investigadoras de esta investigación por medio del uso de una metodología investigativa colaborativa. Como una observación, más que como un criterio de selección, quisiera mencionar que las tres participantes son mis consultantes más antiguas y que sus procesos han tenido un significado especial para mí como terapeuta, ya que juntas hemos pasado por momentos de la terapia que han sido agradables y útiles, así como por momentos difíciles y poco productivos. Así mismo, quisiera resaltar que tanto ellas como yo, compartimos el mismo momento del ciclo vita; a saber, el proceso de individuación. En la sección de los resultados, hago una descripción del contexto de las tres consultantes y del mío como terapeuta. 3.7. Fuentes de recolección de la información Se utilizó como única fuente de recolección de la información las grabaciones en audio que posteriormente fueron transcritas y analizadas con la ayuda del Atlas.ti.6.2 3.8. Procedimiento El procedimiento con el cual se llevó a cabo esta investigación estuvo inspirado por la propuesta de la aproximación colaborativa a la investigación. El primer paso consistió en la definición de la temática de la investigación, se trazó por primera vez la pregunta y los objetivos, pero aclaro, éstos se fueron modificando durante la investigación, cada vez que ésta iba tomando formando hacia un cambio más pertinente. De forma transversal a todo el proceso de investigación, se llevó a cabo la documentación teórica de la misma. Con base ésta se definió las categorías de análisis y

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los focos de la investigación y cuando ya tuve cierta claridad sobre esto, invite a mis consultantes más antiguas a participar de la investigación. En el momento en el que hice la invitación y conversamos sobre la temática y la pregunta de investigación, a las tres consultantes les pareció pertinente y se mostraron interesadas en participar. Quiero notar que parte de su interés por la investigación se relacionaba con la contribución que ésta podía hacer a la movilización del proceso y que la otra parte de su interés se relacionaba con un sentido de solidaridad y de colaboración hacia mí, explicado por el vínculo que existía entre nosotras. En esta misma conversación les informé a las participantes sobre el manejo de la información y la confidencialidad y quedó claro que se utilizarían otros nombres para no revelar su identidad. Entre la mitad y el final de los tres procesos de terapia llevé a cabo una entrevista colaborativa que tuvo como base focos de conversación que habían sido seleccionados con base en la teoría consultada. Posterior a esta conversación, comenzó el proceso de transcripción y categorización de las sesiones que habían sido seleccionadas; para esto se uso el Atalas.ti.6.2 como herramienta de organización y de análisis de la información. De forma paralela a este proceso, se continuaron los procesos de terapia, que eran nutridos por los análisis que yo como terapeuta hacia de la información y por las conversaciones de proceso que con las consultantes teníamos acerca de la investigación. Tras la terminación de la categorización y del análisis, lleve a cabo el proceso de redacción de los resultados, que fueron verificados por las consultantes en una última entrevista en la cual se hizo un proceso retroalimentación de la investigación y del proceso terapéutico. Para mí fue gratificante notar que el documento que las participantes habían leído (los resultados) habían inspirado nuevos cambios en sus vidas y había contribuido para afianzar de los aprendizajes construidos en las sesiones. En mi caso, como terapeuta/participantes, afirmo que este estudio se ha convertido en una oportunidad de crecimiento personal y profesional y ha inspirado importantes cambios en mi vida y en mi forma de hacer terapia. Después de introducir en el documento final las correcciones hechas por mis consultantes, realice el proceso de triangulación de la información con la teoría del marco conceptual. Tan pronto como este documento sea pública, mis consultantes/participantes, será las primeras en recibirlo.

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3.9. Implicaciones éticas Este estudio plantea cuestiones éticas que serán asumidas dentro de la normatividad emitida por el Ministerio de la Protección Social (Ley 1090 de 2006, 2006) válida hasta la fecha en Colombia. El primer aspecto a considerar es el tipo de estudio realizado, de acuerdo con la clasificación del Ministerio de la Protección Social (Ley 1090 de 2006, 2006) basada en el los riesgos que pueden correr los participantes, la presente es considera una investigación con riesgo mínimo, lo que significa que los participantes no serán sometidos a ninguna situación en la que corrieran riesgo. Otro aspecto ético fundamental para la presente investigación será la forma en la que se asegure el bienestar y la seguridad de las participantes, principios consagrados tanto en la ley colombiana, como en las normas éticas de la profesión psicológica a nivel internacional (APA, 2002). Estos dos objetivos se cubrirán preservando de la relación con los participantes, la cual, por ser una relación terapéutica implica un trato humano y respetuoso y la validación de la información se realizó por medio de la verificación de los resultados por parte de las participantes. En cuanto a la confidencialidad de las participantes, éste se mantendrá al cambiar la identidad de las mismas a la hora de consignar la información en medios escritos (físicos) y electrónicos. Así mismo, las grabaciones que permanecerán en Consultores en Psicología a lo largo del proceso de investigación y al finalizarla. Por último aclaro que cuando las consultantes/participantes ingresaron a Consultores en Psicología, firmaron un consentimiento en el que autorizan grabar las sesiones en audio y a que éstas fueran utilizadas para fines educativos y de investigación. Sin embargo, como lo mencioné anteriormente, posteriormente se hizo la invitación formal a participar de la investigación y las tres consultantes aceptaron gustosamente.

4. Resultados A continuación expongo los resultados del análisis categorial de las sesiones transcritas desde mi perspectiva como terapeuta/investigadora. Para su presentación, Primero haré una descripción del contexto de las cuatro participantes: las tres consultantes y el mío como terapeuta/participante. Aclaro que para llegar a esta fase de descripción de los resultados, primero hice un análisis de los procesos de las tres consultantes que se encuentran en los anexos 1, 2 y 3 de este documento.

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Posteriormente, haré una explicación de los procesos de transformación ocurridos en las categorías utilizadas para el análisis. Tomaré como punto de partida la categoría de la terapeuta, ya que a partir de ésta podré describir los cambios ocurridos durante mi formación como terapeuta sistémica. Para notar los cambios en el tiempo, he dividido mi proceso de formación en tres fases desde las cuales se haré una lectura de los cambios ocurridos en las demás categorías utilizadas en esta investigación; éstas son: los procesos terapéuticos, las dinámicas interaccionales y las consultantes. Para cada fase de mi proceso presentaré un cuadro comparativo (para un total de 3 cuadros, correspondientes a las tablas 6, 7 y 8) de las cuatro categorías dentro de los cuales describo los procesos de transformación ocurridos con base en las subcategorías utilizadas para el análisis de la información. 4.1. Descripción del contexto de las participantes A continuación hago una descripción del contexto de las cuatro participantes, por medio de la ilustración de los genogramas correspondientes y de la respectiva explicación del contexto y del proceso. Aclaro que después de invitar a las consultantes a participar en la investigación, se llevó a cabo una conversación/entrevista colaborativa, con base en la propuesta de la aproximación colaborativa a la investigación, con la cual se buscó La investigación colaborativa comprenden o conceptualizan las entrevistas como conversar acerca del tópico de la investigación y para que juntas contribuyéramos a enfocarlo.

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4.1.1. Participante 1. Catalina

Figura 2. Genograma de la familia de Catalina Catalina tiene 20 años, nació en Bogotá y como se evidencia en la figura 2, es la segunda hija de la primera unión de la madre y la tercera de la segunda unión del padre. Nació con pie equino, pero logró superar en gran parte su condición debido a los tratamientos médicos que le hicieron. Sin embargo, esto le generó un desgaste en la rodilla, que la obligó a retirarse de su segundo semestre de ingeniería civil y a permanecer en casa donde vive con su mamá, su padrastro, su medio hermano mayor (hijo de la misma madre), su hermano de papá y mamá, su medio hermano menor que es hijo del padrastro y la mamá del padrastro que es su madrina y la dueña de la casa. En el momento en el que inicia el proceso terapéutico, Catalina trae como primer motivo de consulta estar pasando por un problema de crisis existencial que la ha llevado a mirarse a sí misma y la ha hecho querer cambiar ciertas cosas en su vida, como su dificultad para poner límites en la relaciones con otros. Para la segunda sesión Catalina trae como motivo de consulta el abuso del padrastro, en ese momento dice que se ha presentado desde hace dos años, más adelante en el proceso refiere que ha sucedido desde los 5 años. Ella relaciona el abuso con el control que el padrastro tiene sobre su vida, con la pérdida de su libertad y con las dificultades en la relación con la mamá, quien perdió su confianza en ella. En el momento el que supe del abuso busqué convocar a la familia, pero esto no fue posible, por lo tanto trabajé de forma individual con Catalina y el proceso tuvo por objetivos, detener el abuso, fomentar su

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individuación, cambiar su rol en el hogar, comprender las pautas que contribuyen a mantener el abuso e intervenir en ellas, buscar una red de apoyo y, comprender la relación con la madre e intervenir en ella. El proceso duró un año y tres meses, tiempo en el cual se llevaron a cabo 41 sesiones, de las cuales 39 fueron consignadas en la investigación y la conversación colaborativa se llevó a cabo en la sesión 34 y que duro dos horas. Para efectos de su comprensión, el proceso fue dividido en 6 fases por indicadores de cambio; la distribución de las sesiones se explica en la Tabla1. Tabla 1. Agrupación de las sesiones en fases por procesos de cambio Catalina Fases Sesiones Cambios 1 1-2 No cambio 2 2-11 Mejoría espontánea no relacionada con el proceso 3 12-19 Empeoramiento de la sintomatología Confrontación de las pautas ismórficas en el proceso y en la relación. 4 20-33 Cambios:  Sale del hogar y se va a vivir con su abuela y su tía materna. Conversación colaborativa e inicio de la investigación: reformulación de hipótesis y de objetivos. Cambios: 5 34-38  Retoma sus estudios universitarios  Reconocimiento de los efectos del abuso sobre su identidad  Resignificación de la culpa Comienza análisis de los resultados: reformulación de hipótesis y de objetivos Cambios:  El padrastro vuelve a la casa y Catalina se muda con su tía y su hermano  Comienza a delimitar la relación con la madre por medio de 6 39 la comprensión del doble vínculo que hay en ella. Aceptación del dolor que ésta le genera y desidealización de la madre.  Diferenciación de familia de origen y cuestionamiento del marco de referencia de la familia que contribuyó a mantener el abuso.

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4.1.2. Participante 2. Milagros

Figura 3. Genograma de la familia de Milagros Milagros tiene 39 años, nació en Bogotá y creció en una ciudad de Boyacá, estudió licenciatura en física y actualmente trabaja de forma independiente. Como se ilustra en la Figura 3, es soltera y es la tercera hija de la única unión de sus padres. Milagros consulta por causa de una depresión que le ha mantenido confinada por tres meses en su casa. Esta depresión comienza con la muerte de su madre y con el rompimiento de relaciones que eran importantes para ella. Esto genera su regreso a Bogotá, donde debe vivir con su padre con quien tiene una relación distante, después de haber vivido dos años en Cali, donde había logrado cierto grado de autonomía y de libertad. Durante el proceso, la hermana mayor se mudó con ellos, después de perder su empleo. Paralelo al proceso en psicología, Milagros inicia un proceso con psiquiatría donde es medicada y recibe como impresión diagnóstica un trastorno afectivo bipolar. Ella refiere que la crisis comenzó un año atrás cuando vivía en Cali, donde tuvo un

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episodio psicótico. Milagros inicia un proceso que duró 10 meses, tiempo dentro del cual se realizaron 23 sesiones, de las cuales 20 quedaron consignadas en la investigación; en la sesión número 13 se llevó a cabo la conversación colaborativa que duró una hora y media. En el comienzo, el proceso tuvo por objetivos acompañar a Milagros en la intención de retomarse a ella misma y de hacer ejercicio de su autonomía y libertad después de una paréntesis de participación social; acompañarla en el duelo de la muerte de la madre y de las relaciones que se han roto; y trabajar con la familia en el proceso de restructuración que están viviendo a raíz de la muerte de la madre. Para efecto de su comprensión, el proceso fue dividido en 4 fases, con base en los criterios de cambio que describo en la Tabla 2. Tabla 2. Agrupación de las sesiones en fases por procesos de cambio Milagros Fases 1

Sesiones 1-7

2

8-13

3

13-18

4

19-20

Cambio No hay cambios Cambios:  Retoma su vida social y cultural  Vuelve a tener expectativas sobre su vida  Reconoce su participación en los conflictos y ella plantea soluciones para éstos  Aprende a escuchar sus emociones  Fortalece su autoestima Conversación colaborativa: reformulación de objetivos y de hipótesis Cambios:  Se asume en un proceso de maduración en el que deja de esconder sus emociones  Reconoce su responsabilidad en las interacciones en las que participa  Comienza una relación de pareja Comienza análisis de resultados: reformulación de objetivos y de hipótesis Cambios:  En la comprensión de su manejo del tiempo y de sus emociones para evitar la crisis  Comprensión de su rol como cuidadora de modo que no implique sobrecargarse o sobreinvolucrarse  Diferenciación de su familia de origen en sus criterios de vida

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4.1.3. Participante 3. Isabel

Figura 4. Genograma de la familia de Isabel Isabel tiene 30 años, nació en Bogotá, estudió lenguas modernas y trabaja como docente en un colegio. Como se ilustra en la figura 4, es la única hija de la de su madre y la primera hija del padre (de una relación en la que ellos solo fueron novios) y en la actualidad vive con la madre. Isabel consulta porque quiere hacer cierres en su vida, con lo que se refiere a cuatro relaciones que la han cuestionado sobre la forma en la que ella se relaciona con las otras personas y sobre las carencias que ella dice tener de la niñez. La relación que más le afecta se ha caracterizado por una historia de intenso amor, dependencia y violencia y producto de ella tuvo un embarazo que perdió cuando supo que él tenía otra pareja. Otro motivo de consulta de Isabel es su depresión y su miedo a no conseguir una pareja, aunque tiene tres relaciones al tiempo. También la preocupa no saber qué le gusta ni qué quiere para su vida, pensar que es hipocondríaca y la relación con la madre que según ella, es muy sobreprotectora y siente que se entromete en su vida. Isabel inicia un proceso que en un comienzo tiene por objetivos comprender la

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historia de la familia de origen y desde ahí, comprender e intervenir en las pautas relacionadas con su miedo a la soledad, con su dependencia afectiva y con los conflictos con la madre; además de fomentar su proceso de individuación. Se lleva a cabo un proceso que duró un año y tres meses de 33 sesiones, de las cuales 30 quedaron consignadas en esta investigación y la conversación colaborativa se llevó a cabo en la sesión 26 que duró una hora y media. Entre la sesión 1 y 17 Isabel asiste de forma regular, después suspende el proceso para iniciar otro con un hipnotista, esta pausa dura 6 meses, tiempo durante el cual nos vemos 3 veces de forma esporádica. Al siguiente semestre, Isabel retoma el proceso en la sesión 20 y lo realiza de forma constante hasta cerrarlo por el cumplimiento de objetivos. Las 30 sesiones son divididas en 4 fases con base en los criterios de cambio y su distribución, al igual que los criterios los explico en la tabla que se explican en la tabla 3.

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Tabla 3 Agrupación de las sesiones en fases por procesos de cambio Isabel Fases 1

Sesiones 1-9

2

10-19

3

20-27

4

28-30

Cambio No cambio Empeoramiento de la sintomatología y deserción del proceso terapéutico Retoma el proceso, se realiza consultoría en el que se reformula la hipótesis y los objetivos. Cambio:  Comienza a hacer cambios para ser autora de su vida  Cierra relaciones de pareja en las que había maltrato  Entra en un periodo de recogimiento y de aceptación de su dolor  Emprende acciones para hacer valer sus deseos y pensamientos  Delimita relaciones con la mamá, la pareja y las amigas Inicia el análisis de resultados: reformulación de la hipótesis y los objetivos Cambio:  Se reconoce autora de su vida y de su cambio  Se narra como una mujer fuerte, autónoma y orgullosa de sí misma  Aprendió a aprender de los errores  Sabe cómo generar cambios en su vida  Ganó libertad en su vida y control sobre sus emociones  Dejó el rol de víctima y ahora disfruta su vida  Reconciliación de eventos en el pasado que frenaron su crecimiento  Llevó a cabo procesos de diferenciación y de individuación  Tiene relaciones más armónicas con su familia de origen y con su pareja  Renuncia a vivir en el miedo

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4.1.4. Participante 4. Ana María/Terapeuta

Figura 5. Genograma de mi familia Con la intención de llevar a cabo una investigación colaborativa y de contextualizar al lector en la comprensión de la investigación, yo como investigadora y terapeuta haré pública mi subjetividad, es decir describiré los factores que delimitaron y potencializaron mi actuar y pensar en la investigación. Soy una mujer de 27 años de edad, nacida y criada en Bogotá, soy la tercera hija de la única unión de mis padres y crecí en una familia donde la comprensión de la vida ha sido ampliamente influenciada por el paradigma patriarcal y por la religión católica. Mi título de pregrado es de Psicóloga y este es mi trabajo de grado para optar al título de Magister en Psicología Clínica con Enfoque Sistémico. Mi orientación hacia el enfoque sistémico se debe a la identificación que siento con el mismo y a la integración, sentido y coherencia que éste me genera; comento que antes de ingresar a la Maestría, no tenía experiencia alguna en el arte de hacer terapia. Me reconozco en un proceso de individuación de mi familia de origen, cuyo inicio coincide con el comienzo de la Maestría y que ha sido impulsado por la misma, pues ha significado una invitación a reconocer mi marco de referencia y construir uno propio. Este proceso también ha sido impulsado por una crisis personal que viví de forma paralela a la realización de esta investigación y que se relaciona con un diagnóstico y con una operación de mí ser más querido.

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4.2. Explicación de los procesos de transformación Como lo mencione anteriormente, he dividido mi proceso de formación en tres fases o momentos. La intención de hacer esta división obedece a mi deseo de evidenciar las transformaciones que ocurrieron durante mi formación en el paradigma sistémico, en mí como terapeuta, en los procesos terapéuticos, en las dinámicas interaccionales y en la vida de las consultantes. Estas divisiones las he hecho con base en una comprensión del cambio como un fenómeno discontinuo que no es constante, pero está dado por crecientes órdenes de complejidad. En este punto quisiera retomar las palabras Ruesch (1951, p. 119; citado en Bateson y Ruesch, 1984; citado en Hernández, 2008) para contextualizar mi comprensión del cambio: “El cambio es un proceso que aprecia un observador como un diferencia en el estado de un sistema en diferentes momentos; es una diferencia en el valor de una variable en un periodo de tiempo. Como todo proceso, denota la comparación de indicadores por un observador a través de un periodo de tiempo e implica que el observador está en condiciones de conectar sus apreciaciones con base en algún principio explicativo (p. 98).” Con base en dicha definición, he distinguido tres fases en mi proceso de formación, que son explicadas a través de tres cuadros comparativos. La primera fase corresponde corresponde a la tabla 5, la segunda fase a la tabla 6 y la tercera fase a la tabla 7. Posterior a la exposición de cada tabla, en seguida hago su explicación correspondiente con base en las categorías y subcategorías usadas para esta investigación.

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4.2.1. Primera fase Tabla 4 Fase de cambio 1 Terapeuta Narraciones sobre el problema: No hay, no introducen nueva información, no emergen de la conversación. Marco de referencia: Lógica lineal, “Mi comprensión del paradigma sistémico”, “El súper poder del terapeuta”, no reconozco mis prejuicios. Emociones: No consciencia de emociones

Proceso Terapéutico

Interacciones

Consultantes

No hay definición del problema No cambio Solo un objetivo: resolver el pedido explícito de la consultante No hay hipótesis que guíen el proceso

Simétricas Pocas Complementarias

Mejoría espontánea Empeoramient o del la sintomatología

Acciones: Inacción/Imposición 4.2.1.1.

La terapeuta

En la primera fase de los tres procesos observo que yo como terapeuta casi no hago narraciones sobre el problema y en caso de hacerlas, éstas son incipientes y no introducen nueva información al proceso. También ocurre que estas narraciones no emergen de la conversación y por el contrario son traídas de fuera de la conversación; esto quiere decir que estas narraciones corresponden a otros contextos o son hechas por otras personas que no participan de la conversación y por lo tanto lo más probable es que no generen sentido para la consultante. Esto se evidencia en el siguiente fragmento de la conversación de la primera sesión con Isabel en la que ella se debate sobre si seguir o no con una relación y a la cual yo traigo una narración de mi psicóloga que no se ajusta su dilema: “I: Pero también digo qué tal que con el tiempo sea lo mismo que me pasó con María... Entonces yo digo ¿qué tal que me pase lo mismo con María? Porque cuando yo empecé con María pensaba en que “estoy sola, quedémonos con ella mientras tanto, mientras diciembre, mientras cumple años, mientras…”

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T: Y después ¿quién te va a reponer a ti los siete años que pasaste dándote excusas “para”? ¡Mira yo no sé! A mí una vez me lo dijo mi psicóloga, realmente es una frase que a mí me llego, pienso que a uno siempre debe tener una relación que esté al servicio de sus expectativas, es decir que se parezca lo más posible a lo que tú esperas de una relación y no que tus expectativas estén al servicio de la relación. Como psicóloga uno no da consejos pero es una frase que si te la quiero compartir para que te la lleves y pienses (Isabel, sesión 1).” En cuanto a mi marco de referencia, noto que mis comprensiones tienen una lógica causal lineal, contemplan pocos elementos del contexto y están permeadas por los conocimientos del discurso de la modernidad que la psicología ha privilegiado o por creencias culturales asociadas a mí género, edad, estrato social, entre otros. Esto se evidencia en el siguiente fragmento de una sesión con Catalina, en la cual ella narra las dificultades que tiene con el papá y yo trato de intervenir desde la lógica lineal dejando por fuera la historia de la relación de ellos dos, la influencia que en ella ha tenido la alianza entre Catalina y su mamá, el estilo parental del padre, entre otros. “T: ahora esto que me dices que tú esperas de él y entonces yo oigo esto y lo comparo con esa llamada de él diciendo como que él se preocupa y ahora tú diciéndome que él estaba ahí esperando que tú fueras a buscarlo, si tú amplías un poquito más el mapa ¿de pronto verías que él si está con la intención de hacer esas cosas? C: no, él está ahí Ana María, pero entonces viene la otra cara de la moneda que es como si pisshh… yo contemplo todas las posibilidades, igual que tú, el miércoles yo dije está preocupado, hay que darle y voltea totalmente, porque entonces llego el miércoles y me habló de entonces sacar unos créditos a mi nombre, entonces “oye”, le dije ¿si me entiendes? Yo le decía a mi mamá, “la preocupación de él dura mientras que te utiliza, voy a buscar a mi hija y como ya tiene 19 años y tiene vida crediticia entonces, vamos a…” no sé si.. T: bueno y ¿qué pasa si tú le dices que no? C: no, yo le dije que no y automáticamente se molestó, es como si esa preocupación, ese acercamiento hacia nosotros fuera como buscando cosas, intereses y las cosas no pueden ser así y vuelve mi mamá “yo que te he dicho, cada acercamiento de él, él no da un paso, mejor dicho él no da nada sin pedir

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nada a cambio, yo te lo digo, no te vayas a dejar meter en eso y después de quedas ahí y responder por algo que no va a ser para ti” ¿si me entiendes? Es como si papá todo lo utilizara con un interés (Catalina, sesión 12).” Así mismo, observo que en la mayoría de mis comprensiones no tengo en cuenta los referentes teóricos del paradigma sistémico y en caso de tenerlos, sucedía que algunos de éstos no eran interpretados o comprendidos de forma adecuada y por lo tanto su aplicación era poco útil. Un ejemplo de esto, es la comprensión que para ese momento tenía acerca de la postura de “no experticia” propuesta por el construccionismo social y a partir de la cual quise borrar todos aquellos marcadores de contexto que me situaban como terapeuta en una posición de poder. Esto se relaciona con que las narraciones que hacía sobre mí, fueran poco pertinentes en algunos momentos o invitaran a otro tipo de relación diferente a la terapéutica. Así mismo, no tenía en cuenta las expectativas de mis consultantes que me pedían que asumiera una postura más directiva, los elogiaba sin sentido y no tomaba en consideración la posibilidad de hacer una devolución sobre el problema. Esto se relaciona con que la mayoría de mis intervenciones en las primeras sesiones consistieran en decir: “T: aja (Catalina, sesión 2: Isabel, sesión 1; Milagros, sesión 1).” Como lo dije anteriormente, al comienzo de la maestría yo tenía una formación básica en el paradigma sistémico y para ese momento pensaba que era suficiente. Con base en dicho prejuicio, noto una comprensión que tenía acerca de lo que es hacer terapia. Ésta consistía en hacer una comparación de lo que yo comprendía que era el marco de referencia de las consultantes, con mi marco de referencia que supuestamente era el del paradigma sistémico; si éstos eran compatibles, no había necesidad de hacer terapia así ellas tuvieran un problema que les generaba malestar; pero si su marco de referencia no era compatible con el “mío/paradigma sistémico”, entonces la terapia se convertía en una especie de adoctrinamiento a mi comprensión del paradigma sistémico. Esto me pasó con Catalina en la primera fase del proceso, quien desde “mi comprensión del paradigma sistémico” no tenía por qué asistir a terapia, pues yo estaba de acuerdo con su comprensión de su situación; así mismo, este ejemplo también evidencia mi comprensión sobre la postura de “no experticia”: “T: Mira con todo esto que me estás diciendo yo te estoy imaginando de una forma en este momento, además porque realmente me pones un reto, nunca

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había tenía una consultante con la que vas a toda y concuerdo con mucho de lo que dices y piensas, pienso que eres una persona con unos recursos de verdad impresionante y bueno, te lo dejo hacer saber porque me estás poniendo un reto entonces si a veces me quedo, dime. C: no, no te preocupes T: porque yo también estoy aprendiendo, pero yo te percibo en este momento como… (Catalina, sesión 2)” Otro prejuicio que noto para ese momento y que también se relaciona con “mi comprensión del paradigma sistémico” es que las metáforas equivalen a las hipótesis y por lo tanto, pasaba todas las sesiones pensando en una metáfora que en realidad solo servía para traducir la problemática de la consultante a un ejemplo y ya; no trabajaba más allá de eso, es decir, no era curiosa. Un ejemplo es la siguiente metáfora que le comparto a Catalina acerca de cómo yo comprendo su rol en su familia: “T: tú un poco has ido como ese león que está afuera de los castillos cuidado que nadie se entre, protegiendo a esa familia para que pueda estar junta en la medida que puede estar junta K: si, si te entiendo a lo que haces referencias T: como, como… K: vamos a ponerlo así T: (la interrumpo) en ese sentido, personas como tú padrastro o como las esposas de tú papá son relaciones complicadas, porque todas estas personas atentan un poco contra todo esto que tú has luchado, que es que tú familia este junta. K: si, bien, bien Ana María, ese es el rol que yo juego en mi casa T: aja (Catalina, sesión 2).” Según mi comprensión sobre el papel del terapeuta desde “mi paradigma sistémico” para ese momento éste tenía un sentido de atribución bastante alto; noto que creía tener poderes extrahumanos y en esa medida creía que cualquier pregunta, interpretación o comentario iba a generar un cambio, ignorando con esto la autonomía de los sistemas. Esta noción de “súper poder”, no era la misma noción que ahora tengo de «poder», pues no se trabaja de un presupuesto que me invitara a pensar en la responsabilidad, sino que se trataba de una idealización de la labor del terapeuta.

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En mis intervenciones observo que no era consciente de mi marco de referencia, de mis creencias y prejuicios. Por ejemplo, no tenía una postura frente al discurso de la psiquiatría y tenía creencias acerca del poder, de los roles de género y de la jerarquía que me anestesiaban frente a la violencia; entre muchos otros prejuicios que para nombrar tendría que hacer otra estudio. Sin embargo, lo que concluyo con esta observación en que en esta fase, actuaba desde y a favor de los prejuicios de la cultura y estaba lejos de comprender la terapia como una posibilidad de emancipación. Todo lo que he descrito hasta ahora me llevaba a tener una comprensión de los problemas como una cuestión de voluntad y cuando me enfrentaba al no cambio de mis consultantes (que claramente era lo que siempre pasaba y ahora que lo han leído entienden por qué), llegaba a la conclusión de: “es que no quiere cambiar”. Así mismo me pasaba que una tenía presente una metáfora (desde el significado que tenían para ese momento las metáforas en “mi paradigma sistémico”), solía aferrarme a ella, pues después de “mi metáfora sistémica” no había más opciones de comprensión. Todo lo anterior concuerda con un pensamiento bastante egocéntrico, pero que sin embargo hace parte de mi proceso de crecimiento y transformación. Mis emociones claramente son mi primer filtro en mi interacción con las consultantes, pero para esta fase del proceso, éstas se encuentran completamente desconectadas de mis escasos referentes teóricos y están absolutamente ligadas a ese marco de referencia de mi familia de origen y acerca del cual no tenía conciencia. Relaciono esto con poca confianza que me tenía; con el hecho actuar desde la sospecha, desde la certeza y la imposición, desde el miedo y la pasividad, desde la frustración y el desgaste y desde el ganar o el perder. Lo anterior se ve en el siguiente ejemplo de una conversación con Catalina, con quien sentí la mayor dificultad para tomar consciencia de mis emociones: “T: ¿yo me he preguntado muchas veces, qué de esto ocurre, qué de esto no ocurre? ¿Me pregunto Catalina me dices mentiras? C: si lo que yo te decía, a veces ocurre que… T: ¿Catalina siente que me tiene que dar explicaciones? ¿Por qué siente eso? (Catalina, sesión 20).” Adicional a las intervenciones que ya mencioné considero que mi principal acción para esta fase de los proceso fue la pasividad, es decir la inacción debido a lo

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perdida que me sentía con los procesos al comienzo de esta fase y a la poca confianza que me tenía. Para el final de esta fase, comienzo a ser más activa, pero esta actividad se relaciona más con la imposición que con la reciprocidad y la co-construcción. Por ejemplo solía suceder que yo imponía mis significados sin que estos tuvieran sentido para mis consultantes, me implicaba en luchas de poder en las cuales llegaba a maltratar a mis consultantes y hacía narraciones enjuiciadoras del problema. Así mismo debuté en el intento de aplicar técnicas a la terapia como el otro internalizado o la silla vacía, pero estas técnicas no fueron útiles debido a la comprensión que tenía acerca de ellas en este momento. A continuación cito un ejemplo de

mi primera aplicación del otro

internalizado con Catalina: “T: vamos a hacer una cosa C: ok T: (muevo una silla) tu papá está sentado acá, vino hoy a esta cita, entonces realmente te voy a pedir que hagas un esfuerzo, deja a Catalina sentada en esa silla y tu papá va a estar sentado en esta silla ¿listo? Las palabras que salen de esta silla son las de tu papá y las de esta silla son las de Catalina y tu vas a hacer un esfuerzo por diferenciar esas palabras, no son las tu quisieras oír de tu papá, son las palabras que tú conoces que tu papá te va a decir. C: ok T: ¿bueno? te invito a que te sientes en esta silla C: eh… complicado pero bueno. T: Roberto ¿cómo es para ti ahorita la relación con Catalina? C: demasiado lejana eh… digamos que perdimos absolutamente todo, es de dos extraños. T: ¿desde cuándo es lejana? C: creería yo que desde Catalina comenzó su adolescencia es muy lejana… (Catalina, sesión 12).” 4.2.1.2.

Proceso terapéutico

En esta primera fase por lo general trabajé sin la definición de un problema. En las ocasiones en las que traté de hacerlo, aceptaba la primera definición de la consultante o en el intento de definir el problema, me perdía en la conversación por no

Procesos de transformación en la terapia 95

mantener el foco; ambas cosas se ven en el siguiente ejemplo de la conversación con Catalina: “T: quería preguntarte una cosa, cuando tú… la vez pasada definimos un poco lo que íbamos a trabajar o el motivo que te traía acá y recuerdo muy bien los tres motivos, pero me quedé pensando cuando tú dijiste “voy a pedir una cita donde un psicólogo” ¿qué querías cambiar o qué querías lograr con estas citas? C: mira yo lo retomé en la Universidad y era más como una charla T: ¿en la Universidad tenías psicología o consejería? C: Si tenía una consejería y entonces me sacaron el mal genio, era una persona que… (Más adelante, cuando retomo la conversación después de habernos quejado juntas de la burocracia)… C: como para que quedara escrito, porque allá por todo molestan, si tú pides una cita y no vas entonces te buscan, te llaman a la casa… entonces también hay que marcar un precedente y ahorita que lo retomo fue como ese “necesito hablar con alguien diferente a quien no me conoce y decirle mira, me pasa eso” puedo ser más transparente ¿me entiendes? Porque tú a veces cuentas las cosas muy banal, por ejemplo mi mamá me preguntaba “¿cómo estás con lo de la universidad?” “bien” pero es ese bien por no hacerla sentir mal ¿me entiendes? Mi enfermedad, la pierna me tiene un poco consternada, pero yo sé contigo te puedo decir “oye estoy consternada, mira oye, realmente me tiene mal” y eso es algo que pues… T: si, que es diferente decírselo a la mamá y que para ti debe ser necesario C: por ejemplo a mi no me gusta hablar con nadie de mis cosas, soy muy reservada, por ejemplo yo hablo con todo el mundo y me cuentan sus problemas, soy buena dando consejos y de todo, pero ya como tal de “oye Catalina qué tienes “ “no, estoy bien” “pero no! te noto rara” “no, no, no hoy amanecí de pronto de mal genio, pero no, normal” entonces como que corto mucho las cosas, no me gusta que… entonces por eso te busco, o bueno, busco ayuda, o te busqué en cierta manera

Procesos de transformación en la terapia 96

T: aja y nos encontramos. Bueno, sí que buena coincidencia, de verdad. Entonces pues básicamente era un espacio donde tú pudieras hablar de lo que te estaba ocurriendo, era lo que tú buscabas con esta cita y cuando yo resumí los temas en los que íbamos a trabajar… (Catalina, sesión, 2).” Al final de esta fase, en las ocasiones en las que logré empezar a definir el problema, atando más elementos en el mantenimiento del mismo o tratando de comprender la lógica desde la cual éste se formaba; las definiciones siempre fueron lineales y desde el sentido común como se evidencia en el siguiente ejemplo del cierre de la primera sesión con Milagros: T: Se te juntaron dos cosas importantes, no, dos cosas no, bastantes cosas… pues primero lo que es perder a una mamá, a una mamá tan (enfatizando en la palabra) cercana… es difícil y en ese sentido la tristeza pues es normal ¿no? (ella llora)… ¿Qué tan triste es eso? ¿Qué pierdes tú cuando muere tú mamá? Segundo pienso yo en qué momento de tu vida llega la muerte de tú madre y es en un momento en que… aún cuando antes ya habías empezado a hacer tú vida por ti sola, estás en un momento en el que definitivamente te toca hacer tú vida sola. Es el momento del ciclo vital que también te pone presión y te mueve a hacer cambios… (Milagros, sesión 1)” Sin embargo empecé a preguntarme por los significados de las comprensiones desde las cuales se gestaba el problema y cada vez fui atando más elementos. Debido a que no tenía una clara definición del problema, más allá de la que me habían dado mis consultantes, para esta fase del proceso también observo que no hay claridad en los objetivos y como terapeuta no tengo consciencia de la utilidad de éstos. En el momento en el que empiezo a tener dicha conciencia, considero el objetivo equiparable a resolver el problema dado por la consultante y éste se mantiene igual a través de las sesiones. Para esta fase empezaba a construir una comprensión teórica de lo que era una hipótesis, sin embargo en la prácticas éstas seguían ligadas a las metáforas. En esta fase mi único referente teórico claro era la teoría estructural y esto hacía que mis primeras hipótesis solamente fueran construidas en términos de alianzas, fronteras, jerarquías y demás. Al final de la fase introduje el ciclo vital como otro referente, sin embargo no encontraba la manera de actuar desde éstas hipótesis en mis intervenciones.

Procesos de transformación en la terapia 97

4.2.1.3.

Las dinámicas interaccionales

En la primera fase únicamente observo interacciones complementarias o simétricas, éstas últimas fueron más frecuentes que las complementarias. En los momentos en que se presentaron dinámicas interaccionales complementarias, éstas eran propiciadas por mi interés de recoger información y más adelante por mi falta de curiosidad, mi pérdida de neutralidad, mi pasividad debido a mi falta de hipótesis. Asumir una postura pasiva, influía en que me llenara de contenido y entonces fuera más difícil actuar porque con facilidad terminaba asumiendo el marco de referencia de ellas. Con Catalina y con Isabel llegó a ocurrir que en ocasiones ellas eran quienes llevaban la sesión y yo era quien asumía una posición complementaria, tal y como se evidencia en el siguiente ejemplo: “T: (respiro) A ver… C: ¿qué preguntas tienes? Yo sé que te cavilan muchas preguntas T: me siento como al frente de una bola de lana y no sé por dónde empezar C: dale no te preocupes T: en este momento o en esta semana, hubo algún tema que… yo no sé si de pronto al hacer esto o… cosas que hayas vivido en estos días que te generara algún tipo de dolor, que te generara alguna molestia, como algo que te este incomodando y por cual tú quieras empezar… C: ven, ahora yo te hago la pregunta para que no te confundas y me puedas contestar de una manera certera por decirlo así y algo muy conciso. Si yo te dijera “Bueno Ana María, llevamos dos sesiones ¿tú qué dices, quien es Catalina Acevedo? Llevamos dos sesiones, con todo lo que te he dicho, a grandes rasgos T: ok ahora estamos cambiando de papel C: si, si, (Catalina, sesión 2).” En los momentos en que se presentaron dinámicas interaccionales simétricas, observo que éstas fueron en parte propiciadas por mis comprensiones sobre la fase de socialización, pero que me llevaba a asumir una postura de extrema cercanía que terminaba con que ambas compartiéramos el mismo marco de referencia o con que yo quisiera imponer el mío. Esto se relaciona con que en ocasiones hayamos generado ciclos de escasez en los que nos invalidábamos mutuamente y desgastamos la relación.

Procesos de transformación en la terapia 98

Observo que con las tres consultantes llegue a participar en dinámicas interaccionales en las que parecíamos dos amigas conversando, como se observa en el siguiente ejemplo: “C: No me gustan las fotos, detesto los espejos, no me gustan los médicos, nada de eso. No me gusta como tal el tiempo, entonces como que salgo con el tiempo del reloj, no me importa, pero no me gusta estar controlada por el tiempo, entonces por eso tampoco los medios de comunicación, por el celular te encuentran bastante rápido, entonces me gusta como que me controlen. Los gatos, no sé porque no me gustan, los payasos. T: además ese gato está divino (haciendo referencia a un gato que ella había puesto en un collage). (Nos reímos) C: los payasos, no me gustan. T: no puede ser más tierno (volviendo a hacer referencia al gato). C: no, pero no me gusta. (Nos reímos).” En el proceso en el que tuve más interacciones simétricas fue en el de Catalina y éstas se daban con ciclos que garantizaban que la relación no se rompiera. Por ejemplo, empezamos por entrar en escalada para definir quién sabía más del problema o quién decía la verdad y cuando estábamos a punto de llegar a un quiebre, entonces entrabamos en tregua para luego volver a la simetría a través de otro contenido, generalmente para definir quién era la más agradable o la más complaciente. En los tres procesos ocurrió con frecuencia que buscar solucionar un problema de contenido en el nivel de la relación o viceversa, esto nos llevaba a entrar en escalada simétrica frente al desconocimiento del otro. Reconozco como potencializadores de las dinámicas de simetría los siguientes factores: mi dificultad para comprender, el no abandonar una hipótesis, el haber compartido ciertas problemáticas y compartir creencias que contribuyen a mantener el problema. 4.2.1.4.

Las Consultantes

En esta primera fase se dan algunos cambios de primer orden en el proceso de Catalina y de Milagros; digo de primer orden porque fueron momentáneos,

Procesos de transformación en la terapia 99

inexplicables y no se relacionaron con un proceso de reflexión que diera cuenta de un cambio de nivel de complejidad en su estructura. El cambio de Catalina se genera cuando ella regresa a la tercera sesión con la conclusión de que siempre ha sido ella, después de haber pasado por un dilema en el cual sentía que había dejado de ser ella para vivir en función de su familia. Esta reflexión generó entusiasmo en la consultante y en mí cómo terapeuta, sin embargo fue momentánea y al poco tiempo olvidada. El cambio de Milagros se relaciona con un cambio en su cotidianeidad cuando decide retomar sus actividades culturales y esto a su vez generó un cambio en sus interacciones con sus amigos y con su familia, que contribuyeron a poner fin a su encierro y a que ella saliera de su depresión. Esto también generó entusiasmo en ella y en mí como terapeuta, pues en la sesión anterior habíamos trabajado sobre una metáfora que la invitaba a acompañar su cambio interno de cambios externos. 4.2.2. Segunda fase Tabla 5 Fase de cambio 2 Terapeuta Narraciones sobre el problema: Emergen de la conversación y son más estéticas.

Proceso Terapéutico

Marco de referencia: Comprensiones desde una cibernética de primer orden y mayor uso de referentes teóricos.

Inicio de la definición del problema

Emociones: Mayor conciencia de emociones, pero controladas.

Interacciones

Consultantes

Inicios de hipótesis

Inicio en la definición de objetivos y en el seguimiento de los mismos

En su mayoría simétricas Algunas Complementarias o reciprocas

Cambios de primer orden

Acciones: Medidas.

4.2.2.1.

La terapeuta

Relaciono la segunda fase con un momento importante en mi vida en el que estuve muy en contacto con mis emociones y en el que de forma consciente quise hacer un proceso de autoobservación y de individuación de mi familia de origen. Ésta fase

Procesos de transformación en la terapia 100

comienza con una operación que le hacen a mi hermana y a raíz de la cual yo dejo de verme un tiempo con mis consultantes. Así mismo coincide con dos seminarios en los cuales comienzo a comprender cómo aplicar la teoría en la práctica. Cuando retomo las sesiones, comienzo a hacer narraciones sobre el problema y éstas comienzan a emerger de la conversación, usan la metáfora como un recurso generativo y son más estéticas. En ocasiones traigo a mis narraciones las palabras de mi equipo de supervisión, sin embargo este recurso no lo utilizo de forma crítica, lo que hace que en algunas ocasiones sea positivo y en otras no. A continuación cito un fragmento de la octava sesión, donde converso con Milagros acerca del significado de su periodo de aislamiento; en ella se ven algunos de los cambios mencionados. “T: si, y, y pienso con esto que me cuentas ahora… yo me imaginaba como esta etapa como una especie de retiro, como si sabes cuando uno se va a un retiro espiritual y que uno se retira por un momento, para mirarse, aún así el retiro no es por siempre, dura unos días, dura unos meses de pronto, pero uno no vive en retiro toda su vida. Uno en algún momento se reincorpora a la vida y encuentra en ella cosas que te contagian de ese calor y que te ayudan a seguir transformando lo que en ese retiro quisiste empezar a transformar. Y tú decías o bueno o malo, yo diría que bueno, cada quien hace sus procesos de una forma diferente ¿no? Y tú lo hiciste de esa forma y te ha funcionado ¿no? Pues, fue doloroso pero, fue un dolor útil, porque mírate hoy como estás (Milagros, sesión 8).” Las narraciones que hago sobre mí misma, comienzan a ser más pertinentes en la medida que emergen de la conversación y por lo tanto, lo que menciono en ellas (mis emociones y mis referentes teóricos) tiene un sentido para el proceso. Sin embargo percibo que están elaboradas desde una cibernética de primer orden. Observo que en los procesos de Catalina y Milagros hago más autorrevelaciones que con Isabel. “T: entonces me has puesto a mí como espectadora de Alicia en el país de las maravillas, que solo ve lo que pasa con tu vida, pero no me dejas intervenir y puedes ser ese personaje que a veces aplaudo, pero que a veces no, que me agrada o no me agrada, pero lo que más me cuestiona es ¿Dónde está el gato completo? ¿Cómo es ese personaje? (Catalina, sesión 20)”

Procesos de transformación en la terapia 101

De la misma forma observo un cambio en mi marco de referencia en la medida que comienzo a ser más consciente de éste, a conocer algunos de mis prejuicios y a cuestionarlos a partir de mis referentes teóricos. Amplio mis conocimientos sobre la vida y la terapia sistémica y los uso para comprender a mis consultantes desde su marco de referencia.

Esto se relaciona con que comience a hacer un mayor uso de la

connotación positiva, en la medida que comienzo a reconocer los recursos de mis consultantes y a comprenderlos dentro de la lógica de su contexto. Así mismo, comienzo a usar como elementos de comprensión otros recursos como lo espirituales y comienzo a dejar a un lado el sentido común. “T: Bueno pues ¿cómo percibí yo a tú hermana? Como te conté ahorita, percibí que estaba pasando por un momento difícil, muy difícil y haciendo lo mejor que ella puede hacer en este momento por salir de eso y en ese sentido también me pregunto ella qué ayuda necesitará de ti en este momento. La percibí, de alguna manera, heredando la función que tenía tú mamá en la familia, que era la de ser el centro de reunión de los átomos que quedaron volando y como si ese proyecto (un proyector arquitectónico que la hermana estaba planeando) representara es nueva organización. Ahora, con lo que me cuentas hoy que conversaron después, me parece muy bonito porque es un transición que implica una transformación, porque de alguna forma, lo que tú dices, el que sea para ti un proyecto liberador, en el sentido que no te haga sentir aprisionada, tenga en cuenta tus sueños y puede serte útil, me parece que da cuenta de un cambio en la familia. Pues esa era mi preocupación ante todo con ese proyecto, que fuera algo que amorosamente uniera y no que atara y aprisionara, porque tengo presente el momento del ciclo vital en el que están ustedes y como la edad o el momento de la vida en el que está cada uno, pues hace que necesiten ustedes cosas diferentes, hace que necesiten ¿Un lugar de acogida o una plataforma para volar? ¿Si me hago entender? (Milagros, sesión 10).” En cuanto a mis emociones, empiezo a ser más consciente de ellas y ponerme en contacto con ellas me sirve como recurso para comprender a mis consultantes en su experiencia. Sin embargo esto se refiere más a un sentido histórico y no tanto en el aquí y en el ahora de la terapia, pues en estos momentos, ocurre con frecuencia que pierdo de vista mis emociones o que dejo de considerarlas como un referente útil de mi

Procesos de transformación en la terapia 102

interacción y por lo tanto intento controlarlas y desconectarlas. En pocas ocasiones tengo en cuenta mis emociones, para traerlas a la conversación. En esta fase empiezo a perder el miedo en la medida que me siento con más herramientas, esto influye en que me sienta más tranquila en la terapia y a su vez observo que actuar desde la tranquilidad me abre más posibilidades de acción. Como he comenzado a ver los recursos de mis consultantes, comienzo a relacionarme con ellos más desde el amor y el reconocimiento y esto hace que se comiencen a dar cambios. El que yo tenga una relación más armónica con mis consultantes y el que se comiencen a dar cambios, hace que me sienta bien conmigo misma y esto a su vez influye en que aumente mi confianza. Sin embargo, en ocasiones mi confianza aumento tanto que perdí mi neutralidad y mi curiosidad y esto me llevo de nuevo a la frustración. El proceso con el cual llegué a sentir mayor frustración fue con Catalina. Los cambios que he señalado, claramente tuvieron un reflejo en mis acciones, por ejemplo, comienzo a escuchar a mis consultantes, a indagar con mayor curiosidad, a respetar su autonomía y a construir con ellas. Aunque en general trato de medir mis acciones, hay ocasiones en que tengo acciones espontáneas que surten efectos positivos en el proceso, como acompañar lo que digo con una expresión corporal más fluida y que contribuye a dar más impacto al contenido. 4.2.2.2.

El proceso terapéutico

En esta fase reconozco la importancia de definir un problema, de construir de forma conjunta los objetivos, de usarlos como guías en mis intervenciones y de enriquecer mis hipótesis. Aunque me esfuerzo en hacerlo, observo que para este momento todavía se me dificulta y que cuando logro hacerlo, actúo con una lógica que obedece a la cibernética de primer orden. En el siguiente ejemplo, muestro como el compartir un mismo prejuicio con Isabel influye en la manera en la que definimos el problema y con éste las posibles opciones de cambio. En la conversación se evidencia cómo en ese momento ambas significamos las tareas normales de la vida como preocupaciones y en esta medida, la definición que yo hago del problema se limita a la solución de evitación. Con esto, dejo por fuera la posibilidad de conversar sobre cómo ella vive su vida y de preguntarnos si ella quisiera existir en el mundo de forma diferente, de manera que esto influya en cómo ella comprende su vida y lo que ocurre en ésta.

Procesos de transformación en la terapia 103

“T: ¿Qué solucionarías con morirte? I: (silencio) Si me preguntas eso yo diría que muchas cosas T: ¿Por ejemplo? I: ¡Ya! Dejar de preocuparme, mis preocupaciones a veces me matan y no sé si es porque pienso mucho que todo se me convierte es en preocupación, preocupación, preocupación. Me gustaría quitar tantas… Hay un punto en el que digo “ya no pienses más que te vas a volver loca” T: ¿Qué preocupaciones quisieras quitarte de encima ahorita? I: (silencio) La preocupación de mi soledad, la preocupación de conseguir a otra persona, la preocupación de la estabilidad económica, creo que son como las tres más importantes. A pesar de que le doy muchas vueltas a mi preocupación sentimental. T: si mueres puede ser que las evites, pero no estarías resolviendo ningún problema, la evitación no soluciona nada, el problema sigue estando ahí ¿qué dirían de ti después de tú muerte? I: siento que todo muerto es bueno T: ¿Cómo que es una buena forma de eximirse de las tareas? I: si T: bueno pero igual no vas a estar ahí para verlo, así nunca vas a recibir tú gloria si tomas esa solución. I: si (Isabel, sesión 28).” En cuanto a las hipótesis, observo que comienzo a construirlas con mayor facilidad y que éstas son cada vez más complejas, sin embargo me sucede que una vez armo la hipótesis, me es muy difícil soltarla y moverme de ella. Más adelante en el proceso me di cuenta de esto y entonces salté a al polo opuesto, por lo tanto, tan pronto notaba que mis consultantes rechazaban mi hipótesis, inmediatamente la descartaba sin antes preguntarme por la forma en la que había puesto en la conversación. Así mismo, noto que en esta fase yo como terapeuta no estaba dentro de las hipótesis y que éstas solo contemplaban a la consultante y su entorno. Esto se evidencia en el siguiente ejemplo de la sesión 20 con Catalina, en la cual yo formulo una hipótesis que explica el estancamiento del proceso, pero en esta hipótesis ella es la única responsable del no cambio y a mí se me olvida preguntarme cómo yo he contribuido a que esto pase.

Procesos de transformación en la terapia 104

“C: yo te lo dije la semana pasada (en tono desafiante), yo soy o me volví de manera que contigo soy una persona y me voy convirtiendo según como vea las cosas. No me gusta que me toquen como esos lados, porque eso es… no sé como conocerme tanto, tanto, que no se si sea bueno en este momento… T: ¿y entonces a que vienes? C: si eso mismo me lo he pregunté esta semana, no creas que no lo he venido sintiendo como tú lo sientes, pero de pronto no es el momento y lo replanteaba anoche. Tú eres muy ajena a mi vida, muy de otro espacio y contigo podría llegar a dejar que me toques y ver al gato completo y no un reflejo del gato. No creas, lo he venido pensando mucho tiempo y lo que tú dices, se volvió muy cíclico y no creas que todo gira en torno a mi familia, Catalina es mucho más que eso… T: La razón por la que yo me quedé en tú familia es por lo que tú me estás diciendo acá, para que no lleves los ciclos que no has cerrado en tú familia a otras relaciones, quiero que traigas tus conflictos a solucionarlos acá conmigo… Yo recuerdo en la segunda sesión cuando me trajiste esas cartulinas y recuerdo que no te gustaban los payasos o las mascaras ¿eran? C: si, ni los payasos ni las mascaras me gustan T: porque uno no sabe que está detrás C: si es verdad T: y resulta que uno no puede ser algo que uno no es C: si tienes toda la razón T: y yo a ti te siento tratando de ser algo que no eres… C: algo que no soy T: usando mascaras que no eres tú y entonces te funcionan por un rato, pero en algún momento se te caen porque no es tú cara y me pregunto ¿qué hay detrás de la máscara? Y realmente pienso Catalina, que detrás de esa máscara hay mucho dolor, mucha ira y mucha rabia… y no te critico que para ti sea más fácil ponerte esa máscara porque te ha tocado sobrevivir con todo esto y esa máscara es tu protección, pero ahora tu protección se está convirtiendo en tú problema… C: en un problema

Procesos de transformación en la terapia 105

T: entonces si tu quieres quitarte tú mascara y mostrarte aquí como tú eres y trabajar tú dolor, acá estaré esperándote dentro de 8 días, pero si no estás dispuesta a hacerlo todavía, porque yo entiendo que este no sea tu momento, entonces me puedes llamar en otra ocasión (Me paro y le abro la puerta para que salga del consultorio) (Catalina, sesión 20)”. Con base en mi definición del problema observo que empiezo a construir los objetivos, pero éstos son más dados por mí que construidos por ambas, sin embargo contribuyen a orientar y a estructurar la conversación. Por ejemplo, en el siguiente fragmento del proceso de Milagros, muestro cómo me es útil tener presente uno de los objetivos (que ella recupere su autonomía y libertad), me sirve para posicionarme frente a la posibilidad de que ella se traslade a otra ciudad y asuma un trabajo que pareciera no emocionarla, decisión que obedece a su lógica de ese momento según la cual es mejor no tomar decisiones y no tener expectativas para no frustrarse después. “T: Cuando tú me dices… “prefiero no tener expectativas en este momento, no me siento en este momento como con esa fuerza para tenerlas”, cuando prefieres ahorrar energía por ese lado, con tal de evitar una frustración y te entregas tú a los sueños de tú hermana, a las expectativas de tú hermana y terminas tu en el sueño de otros… (Hago cara de preocupación y pongo mis manos sobre mi cabeza) Pues yo me cuestiono frente a nuestros objetivos ¿no? Porque… me sentiría no haciendo mi labor si no yo dijera “tin, tin, tin, tin” (hago el gesto de tocar una campana mientras que hago el sonido de ella) ¡Alerta! ¡Estas nuevamente entregando tú libertad a otras personas! estas entregando tú vida a otras personas y eso ¿cómo sirve para que tú te sientas mejor emocionalmente? (pausa) Yo creería que no sirve mucho, sino que por el contrario te genera más vacío ¿qué hacemos? (Milagros, sesión 7).” En esta fase observo una gran dificultad de mi parte en darle continuación y coherencia al proceso con base en los objetivos. Casi que cada sesión era como si tuviéramos un nuevo objetivo y olvidamos el proceso que hasta el momento habíamos realizado. Tomo consciencia de esto dentro de los espacios de supervisión y más adelante Isabel me lo señala en la conversación colaborativa.

Procesos de transformación en la terapia 106

4.2.2.3.

Las dinámicas interaccionales

En esta fase del proceso comienzo a ver que se presentan algunas interacciones recíprocas que surgen de la presencia de los siguientes elementos: las consultantes se sienten comprendidas y reconocidas; estamos trabajando sobre un problema que podemos resolver; yo como terapeuta mantengo un foco en mis intervenciones; hay emociones generativas como el amor, la tranquilidad, la confianza; y cuando tengo hipótesis que son útiles en la medida que contemplan el marco de referencia de las consultantes, generan nueva información en él y abren caminos para el cambio. Sin embargo, yo no era consciente de estos elementos en esta fase y por lo tanto, con facilidad abandonábamos la reciprocidad para dar un giro hacia la simetría o la complementariedad. En los tres procesos se empezaron a dar más dinámicas interaccionales reciprocas después de haber realizado la conversación colaborativa. Estas conversaciones fueron una oportunidad para: Conversar sobre las necesidades de las consultantes, aproximarme a su marco de referencia desde otra perspectiva, redefinir el problema, redefinir los objetivos del proceso y para conversar sobre las acciones que favorecen el cambio en el proceso. A continuación cito un fragmento de la conversación colaborativa con Isabel que ocurre en medio de una dinámica interaccional recíproca y que es determinante para el resto del proceso: “I: porque si siento que a veces las horas como que se cortan, obviamente porque es la hora y que esa terapia queda en un momento inconcluso, entonces como que seguirla sería muy bueno, porque hay muchas cosas de mi infancia que siento que me hacen falta, que si yo no llego a perdonar eso se va a perder todo… T: pero entonces, teniendo eso presente y pensando en cómo va a ser nuestra próxima sesión ¿Qué tema te gustaría que yo retomara? I: Todo lo de, todo mi pasado lo necesito, entonces tenerlo claro de a dónde surgió, me imagino que ahorita tenemos claro de dónde surgió esa dependencia, de a dónde busco esos patrones y cómo ahora puedo tratar de tranquilizarme sabiendo eso, para poder tener una vida como más tranquila. T: y entonces en ese caso ¿lo que tú esperarías es que si tú vienes a contarme lo de la semana yo te contenga y te diga “eso no lo vamos a abordar ahora, vamos

Procesos de transformación en la terapia 107

a retomar lo que veníamos trabajando” o qué de alguna manera busque conectarlo? I: conexión, la conexión. Obviamente uno viene mal, pues uno no espera que le digan “espérate, no vas a contar esa historia” pero sí que en algún momento haya como esa conexión. Por ejemplo si en algún momento yo te digo “no es que yo definitivamente no puedo soltar esa persona porque a mí me gusta sentir esa falta que me hace” “no pero hablemos del libro ¿en qué parte tú sentiste que te conectabas con el libro?” Siento que de pronto esa puede ser la conexión, no sé cómo manejarla de pronto, pero si hay veces como que yo me alargo y me encasillo en algún tema… T: ¿qué pistas yo podría ver que me indiquen que te estás alargando y encasillando y saliendo del proceso? D: cuando repito mucho T: ok (Isabel, sesión 26).” Fueron más las dinámicas simétricas que las complementarias y en particular en el proceso de Catalina, con quien tuve dificultad para construir una hipótesis en la cual ella se sintiera reconocida y con quien sentí mayor frustración. La mayoría de las sesiones con ella se desarrollaban en medio de las interrupciones mutuas y descalificaciones como se evidencia en el siguiente ejemplo, donde hay dos monólogos, en lugar de una conversación: “T: Bueno esto que me dices, pienso ¿en qué momento tú te diste cuenta que era necesario cuidarte? Porque antes de que me respondas a esa pregunta; yo volviendo sobre cada una de las sesiones, volviendo sobre las cosas que me has contado (…) yo realmente no comprendo en qué momento tú… C: (Me interrumpe) Lo hice por… T: (La interrumpo) tú te das cuenta que tienes que cuidarte y de que no puedes confiar; que no puedes… C: (me interrumpe) Más como inconscientemente T: (La interrumpo) Porque mira, yo he tratado como de reconstruir la historia que tú me has contado Cuando yo trataba de reconstruirla realmente Catalina, yo no entiendo tú no te enredas, cómo llegas acá con la claridad del papel que tienes, porque la historia

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C: (Me interrumpe) No es T: (La interrumpo) como tú me la has contado que tú viviste, se presta para que tú te hayas enredado ¡mucho! Para que tú… te hayas confundido mucho y no, no entiendo cómo en qué punto K: (Me interrumpe) llego yo… (Catalina, sesión 38).” Las dinámicas interaccionales complementarias se daban cuando yo, de forma consciente y deliberada, asumía una postura directiva en la terapia o cuando actuaba desde una hipótesis elaborada desde una cibernética de primer orden. 4.2.2.4.

Las consultantes

En esta fase comienzo a notar cambios en las consultantes que obedecen a una cibernética de primer orden; es decir, implican una disminución de la sintomatología y se evidencian en el nivel de las acciones y las emociones. Por ejemplo, Catalina tomó la decisión de salir del hogar, se fue a vivir con su abuela y su tía y retomó sus estudios universitarios. Milagros, se activó laboralmente, retomó sus amistadas y con ellas volvió a asistir a actividades culturales; y en las conversaciones de la terapia empezamos a contemplar otros temas como sus expectativas para el futuro y su vida amorosa. Isabel por su parte cerró las relaciones de pareja que por las cuales asistió a la terapia en primera instancia y posterior a la pérdida de un embarazo, entró en un periodo de recogimiento en el que se permitió aceptar su dolor y emprender acciones para hacer valer sus deseos y pensamientos; esto la llevó a tener conflictos con su madre, sus parejas y sus amigas que contribuyeron a delimitar la relación entre ellas y por ende a su bienestar. En los anexos 1, 2 y 3 se especifican los cambios de las consultantes.

Procesos de transformación en la terapia 109

4.2.3. Tercera fase Tabla 6 Fase de cambio 3 Terapeuta Narraciones sobre el problema: Apreciativas, circulares, tiene más niveles de observación y comienzan a incluir al terapeuta con su marco de referencia. Marco de referencia: Referentes teóricos presentes pero son solo una información más. Comprensiones desde una cibernética de segundo orden Emociones: Emociones son un referente de lo que ocurre en la interacción Acciones: Más espontáneas Empiezo a encontrar una forma de «Yo ser terapeuta»

4.2.3.1.

Proceso Terapéutico

Interacciones

Consultantes

Hago definiciones del problema Defino los objetivos con las consultantes, éstos guían mis intervenciones y los reviso en la medida que el proceso avanza. Las hipótesis dejan de ser una verdad más y empiezan a ser un lugar desde cual se conectan elementos para la comprensión/ Intervención.

Más recíprocas

Aparición de simétricas pero en momentos

Aparición de cambios de segundo orden

breves y con conciencia

La terapeuta

En esta fase, las narraciones que hago sobre el problema son más apreciativas, contemplan los recursos de las consultantes y abren posibilidades al cambio. Así mismo, son más circulares, conectan cada vez más elementos y entre ellos, estoy yo como terapeuta con mi marco de referencia. Comienzan a ser más genuinas y espontáneas y en ellas veo características mías como el humor. Para esta fase elaboro las narraciones con base en la conversación y éstas sirven de hilo conductor de la sesión, en la medida que son enriquecidas en el transcurso de ésta. Así mismo, empiezo a ser consciente del lenguaje que empleo en mis narraciones y trato de esforzarme para que éste sea el de la consultante y no el mío. Sin embargo con frecuencia me sorprendo a mí misma usando palabras directamente traídas

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de la clase y de la teoría y es entonces cuando me pregunto si todavía me faltará apropiarme más de la teoría en la experiencia. Observo que mis narraciones sobre el problema cada vez son más claras y concisas, busco definir los significados y ayudan a estructurar la conversación y por ende el cambio. Con la prosodia de la conversación enfatizo en las palabras que quiero que se lleven mis consultantes y uso técnicas como la repetición y la siembra. Este tipo de narraciones solo ocurren cuando actúo desde una hipótesis que está siendo confirmada por la consultante, de no ser así, mis narraciones sobre el problema vuelven a parecerse a las narraciones de la primera fase. Algunas de las características mencionadas se evidencian en el siguiente ejemplo de una sesión con Milagros: “T: ¿Cómo te sientes conmigo cuando yo introduzco una idea que puede cuestionar la forma en la que tú estás manejando esto en este momento? (tono dulce y calmado) M: (…) yo respeto mucho tú opinión, creo que tiene mucho sentido, pero lo que te he dicho, yo estoy en un proceso, en un proceso y no puedo hacer los cambios como de un día para otro. Para mí ha sido muy… y lo sabes muy bien, ha sido muy paulatino ¿sí? Dame tiempo para adaptarme a estos nuevos cambios de cómo obtuve y cómo veo el mundo. T: porque una de las cosas que yo he estado pensando es como… hace un buen tiempo siento que no hemos llegado a hacer reflexiones que sean importantes y que te puedas llevar y siento que se ha venido estancando el proceso… pero dentro de las cosas que yo pensaba es que yo siento que hace falta un poquito de movilidad para el proceso y no solamente como mirar lo que está por encimita, porque esos son pañitos de agua tibia y ahorita que me dices esto, me parece a mí que las cosas cuando se presentan tal cual, tienen un valor muy importante, porque es como la cuestión de “timing” las cosas en su momento son y tiene posibilidades diferentes a cuando no son en el momento que deberían ser o en el que se presentan y relaciono con esto con lo que tú me estás diciendo. Me haces pensar… yo comprendo que esto para ti no es fácil Milagros, yo comprendo que tú has vivido un proceso que es difícil en el que no solo te has buscado cuidar a ti, sino que además has buscado cuidar a tu familia y a tus amigos. Pero esto

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que pasa hoy me habla un poco de esa manera de cuidar y de qué tan útil está siendo para ti, porque me da la sensación de que tú estuvieras viviendo tú vida esperando que hubiera un momento “indicado para”: un momento indicado para llorar y no hacer tanto daño, un momento indicado para disentir y no hacer tanto daño, un momento indicado para…. Y mientras tanto quien guarda eso eres tú y mientras tanto quien sufre eres tú. Puede ser que tú no lo digas con tus palabras, pero tú cuerpo lo dice, tú cuerpo te hace parar y decir “¡no más!” “Suéltelo ya ¡acá!” porque si sigue esperando no a llegar el momento “indicado para”. Entonces eso me hace pensar ¿de qué manera tú estás viendo o viviendo tú vida? ¿Como algo que es el momento, en el aquí y en el ahora o a partir de los logros de los pendientes “cuando allá” “cuando sea” “cuando” “cuando” como más orientada hacia el futuro cuando sea el momento indicado para? Eso a mí me cuestiona porque creo en el poder del presente, que hace que los eventos y los sentimientos tengan una experiencia y un significado diferente cuando se dan el momento a cuando no se dan en su momento. Entonces eso es como la comprensión que yo estoy teniendo y que me sentiría faltando a mi ética profesional si yo no te lo dijera y yo comprendo que para ti es difícil escuchar cosas que puedan dañar esa “estabilidad”, pero esa “estabilidad” que tú estás teniendo ahorita de planearlo y de esperar el momento “indicado para” es falsa, porque es querer que las cosas se queden quietas para tratar de controlar lo más posible y así no hacer tanto daño, pero es difícil porque la realidad es que la vida fluye, el tiempo fluye y hay que moverse con eso. ¿Qué piensas de eso que te estoy diciendo? M: (…) déjamelo masticar (llorando y con voz muy baja y entre cortada), dame tiempo para eso (…) yo sé, yo sé que hay muchas cosas que tengo que cambiar todavía pero pues… T: toda tú vida vas a tener que cambiar cosas M: pero en este momento hay que hacer cambios más drásticos y me está costando mucho y mi entorno no es fácil. T: te entiendo, te entiendo y yo no te voy a presionar, es parte creo que de nuestro acuerdo implícito, ir a tú ritmo, siempre y cuando ir a tú ritmo no nos

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implique entrar en una falsa estabilidad, porque yo en eso te voy a cuida r a ti ¿ok? M: listo (Milagros, sesión 19).” He continuado en la ampliación de mi marco de referencia, cada día tengo más referentes teóricos que aplico en mis intervenciones según un criterio de utilidad que es dado por la consultante y su contexto. Estos referentes ahora se integran de forma más armónica con conocimientos de otras áreas, con mi historia y mi contexto, con mi espiritualidad y con mis emociones y como resultado, he sentido que he empezado a fluir en mi trabajo y a tomar forma como terapeuta. En esta frase siento que tengo una postura más liberadora que me permite conversar abiertamente sobre mis emociones, hacer preguntas desde el reconocimiento de mi contexto y compartir con mis consultantes mi forma de ver y de existir en la vida, tratando de ser consciente de que solo es una forma más. A continuación cito un fragmento de una sesión con Catalina, en la cual conversamos acerca de la forma en la que hemos abordado el abuso y en ella, reconocemos aquellos elementos que pueden facilitar esta conversación: “T: Hace ocho días yo si salí de la sesión como sintiéndome un poco como ¡ah… aburrida! Y en algún momento tuve la sensación que te estaba empujando y que te estaba diciendo “bueno ya tenemos que hacer esto” (refiriéndome a hablar sobre el abuso), pero me pregunto ¿Cuál es la utilidad de hacerlo? ¿Tú lo quieres hacer porque en algún momento va a haber alguna utilidad? o ¿el hecho de que antes hayamos hablado de que es importante hacerlo se relaciona con que pienses que debemos hacerlo? C: No, porque yo de corazón siento que es necesario porque yo creo que ya es el momento, es el momento digamos como más especial ¿sí? Especial porque como te decía, falleció mi abuelita, hay muchas cosas como que me impulsan internamente ya son una cuestión de liberar sino es como una motivación constante por encontrar un equilibrio. Entonces es algo como más bien de corazón que hemos venido dialogando. T: ¿Lo que hemos hablado te hace pensar que es necesario hacerlo? C: No es de corazón y pues de pronto era necesario que tú me dijeras eso para que yo realmente diera como espacio, de pronto si tú lo ves como un empujoncito pues si es un empujoncito más de ayuda…

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T: Dentro de las cosas que yo pensaba que podrían hacer que fuera difícil como tocar este tema y también haciendo un recorrido de todo nuestro proceso, yo pensaba en el tipo de relación que nosotras hemos tenido y yo siento que la relación ha pasado como por muchas cosas pero inevitablemente y lo tomo también de la conversación que hicimos y en el comienzo sobre como nuestra relación fue como de dos pares, hay un tema que nos une y es la edad, que tu y yo tenemos edades similares… (Catalina, sesión 38)” Observo que empiezo a elaborar mis comprensiones desde una cibernética de segundo orden, a partir de la cual llevo a cabo procesos autorreferenciales y considero más niveles de observación (el contenido, la relación y el proceso). Así mismo, empiezo a considerar el paradigma de la complejidad dentro de los referentes teóricos y a partir de éste, busco actuar por integración y no por eliminación; es decir pasar a un nivel de mayor complejidad en el que no se busque la solución opuesta al problema, sino construir una estructura más compleja en la cual la consultante se pueda mover entre diferentes opciones. También he comenzado a usar como recurso mi comprensión del tiempo, por lo que he empezado a moverme entre el presente, el pasado y el futuro para traer recursos a la conversación. Busco relacionarme con mis consultantes desde sus recursos y he notado que esto nos invita a tener interacciones diferentes a cuando no lo hago de esta forma. Me he dado cuenta de que si yo no confío en ellas, es más difícil que ellas confíen en ellas mismas. Un ejemplo de esto es la siguiente conversación con Catalina en un momento en el cual ella pensó que todo ya estaba perdido. Después de esta conversación, a la siguiente semana me contó que había presentado sus parciales y los había pasado, ella se veía mejor. “T: ¿Sabes qué? C: dime T: yo estoy apelando a la parte tuya que sé que si puede C: (sonríe y se ríe suavemente en medio de su llanto) T: yo no he vivido lo que tú has vivido, tienes toda la razón ¡nadie ha vivido lo que has vivido! Pero de nada te sirve quedarte ahí, la solución en tú vida no va a venir del pensar que no puedes, no va a venir de pensar que es imposible, va a venir de tú capacidad de atreverte y de arriesgarte (enfatizando en las palabras)

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y comprendo que te de miedo, que te ira, que te de culpa, que sientas amor, que muchas cosas, pero mira quedarte quieta… C: (ella completa mi frase) no es la solución T: porque así te estarías saboteando tú éxito C: yo sé T: para seguir en la estabilidad que conoces T: y para mí ese no es tú éxito, tú éxito es tú recibas tú título profesional y tú sí puedes (enfatizando en la entonación de las palabras) y te lo has demostrado porque te ha ido bien C: si, eso sí. (Catalina, sesión 39).” Empiezo a notar algo que me agrada mucho y es que he empezado a asumir una postura más crítica y de mayor curiosidad que me permite cuestionar mis creencias o prejuicios en la misma conversación con el consultante. Es decir, llevamos a cabo un proceso recíproco de retroacción en el que ambas cuestionamos nuestras creencias o presupuestos sobre la vida. El proceso que he hecho en mi marco de referencia ha influido de forma directa en mis emociones y en mis acciones. De hecho esta tercera fase del proceso siento que comienza en el momento en el que empiezo a llevar a cabo los análisis de de las sesiones y este proceso que es sumamente movilizador para mí, en la medida que me permite aplicar en la práctica aquellos presupuestos que antes existían de forma independiente y desconectada en la teoría. Hacer esto me implica construir otras hipótesis con mis consultantes, deconstruir creencias mías que me tenían estancada y me dan un conocimiento de “saber cómo” que inmediatamente me sitúa en un lugar diferente donde se transforman mis emociones y mi rango de acciones posibles. Ahora siento que me sitúo desde el respeto, la responsabilidad, el amor y reconocimiento. Este proceso de transformación sucedió en todos los casos, pero con Catalina para mi significó algo especial, ya que con ella había sentido más dificultades que con las otras consultantes. En el momento en el que yo empiezo a analizar las sesiones, yo me transformo como terapeuta de Catalina e inmediatamente se transforma el proceso, la dinámica interaccional y ella como consultante. Un ejemplo de esto, es el cambio que noto en el tono de mi voz, que la recoge a ella en un momento de mucha tristeza y agotamiento:

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“C: Hola Ana María ¿cómo estás? T: ¿Cómo estás tú? (En un tono cariñoso y con un gesto que le transmite que lo conmovida que me siento por su situación) C: Bien, bien, algo enferma pero bien (Catalina, sesión 39).” En esta fase siento que mis emociones son mi principal filtro en mi relación con el otro, pero a diferencia del comienzo de mi proceso de formación, éstas ahora están conectadas con mi marco de referencia y con mi capacidad de autoobservación; ya no existen en forma independiente y desconectada como antes sucedía con la teoría, ahora ellas hacen parte de mi ser terapeuta. Reconocerlas como parte de mi “ser terapeuta” me sirve para usarlas en el intento de conectarme con mis consultantes y comprender su problemática. Reconozco mis emociones como un camino para invitar a otras posibilidades. Un ejemplo de esto lo veo en el siguiente fragmento de la conversación con Isabel cuando un grito con risa celebro su intención de reconciliarse con personas a quienes ella le ha hecho daño. “I: Y por eso te decía, la última sesión fue tan buena, de yo haber sentido esa necesidad con personas que estaban cerca a mí, de poder pedir ese perdón, más que si en algún momento me lo pidieran a mí T: ¡¡¡¡¡Uyyyy!!!! ¡¡¡¡¡¡Isabel me quito el sombrero!!!!!! (ríe) (Isabel, sesión 30).” En el nivel de mis acciones siento muchas diferentes, pero en el intento de condensarlas para darlas a conocer, diría que ahora mi actuar empieza a tener una forma, que tal vez es equiparable a lo que los teóricos llaman «estilo terapéutico». Este «estilo» o «forma de ser terapeuta» es el lugar en el que integro la teoría, la práctica, la técnica, las emociones, las experiencias, y demás, con aquellos que más me gusta de mí como persona y desde ahí, busco ajustarme a las expectativas de mis consultantes, sin que esto me implique llegar a ser algo que no soy en una estabilidad en la que ocurren constantes cambios. Ahora hacen parte de mis acciones los abrazos, los gritos, el pararme y caminar por el consultorio, el tocar a mis consultantes cuando quiero que tomen algo para ellas, los gestos, las risas, el silencio y el no saber. Noto una dificultad en la que quisiera seguir trabajando y es en no dar por sentado el significado de mis palabras, esto es ser cada día más clara, más sencilla, más pragmática.

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En el nivel de las técnicas, noto que empiezo a tener conversaciones externalizadoras, a hacer ejercicios de visualización, de relajación, he dejado de poner tareas todas las sesiones y ahora solo lo hago cuando considero que es pertinente. Para cerrar, quisiera compartir con ustedes un ejercicio de silla vacía que hice con Isabel y que fue muy movilizador para ella y los invito a que lo comparen con el primer ejercicio de silla vacía que hice con Catalina y que aparece ilustrado en la fase 1. “T: (Cuando ya he preparado el lugar le pido a ella que se siente en uno de los asientos que he preparado, que se encuentra de cara mirando a otro) Nuevamente estamos como en un poquito de relajación ¿Ahí quedas bien como para cerrar los ojos y relajarte? D: Sí, sí, sí. T: (Con voz suave y dulce) Respira profundo, vas a mirarte a ti misma y a pensar en qué cosas traes hoy que podrían interferir con esta conversación que vas a tener (…) ¿Qué cosas quisieras limpiar para poder tener esta conversación? Conéctate con todo tu cuerpo (…) desde el dedo gordo hasta la coronilla de la cabeza (…). Has un recorrido, empieza por tú cabeza, baja por tú cuello, tú tronco, tus brazos, tus manos, tus dedos (…), tú cadera, conéctate con tu matriz también, con el lugar en dónde ellas estuvieron (…) con tus piernas, tus rodillas, tus pantorrillas y tus pies (…). Imagínate (…) imagínate a Juanita (…) a una edad a la que tú pudieras conversar con ella (…) y pudieras explicarles esto (…). Imagínate cómo sería ¿de qué color serian sus ojos? (…) ¿su pelo? (…) ¿su piel? (…) ¿qué de ti llevaría ella? (…) ¿qué tendría puesto? (…) ¿Cuántos años tiene Juanita en esta conversación? D: 8 T: ¿Y cómo es, cómo se ve? (…) (tono suave de voz) D: -Tiene el cabello negro (…) crespo en las puntas porque siempre dije que iba a salir igual de crespa al papá. Un vestidito rosado, con medias blancas y zapaticos negros de charol. Ojos cafés claros (tono de voz muy bajo) T: ¿Qué de ti tiene ella? D: La boca y la nariz (ríe). (…) Yo siempre decía, apenas supe que estaba embarazada no quería que tuviera la nariz del papá. T: Tiene tú nariz.

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D: Tiene mi nariz (Suspira y sonríe) (…) (Comienza a leer): Hola Juanita, desde que supe que estaba embarazada, de alguna manera es difícil escribir esta carta ya que aunque no fui muy consciente tenerte muy dentro de mí, si quería que nacieras y quería que hicieras parte de mi vida. Mi bebé hermosa, te pido perdón por no cuidarte, te escuché tú corazón, supe que estabas ahí, pero mi afán de solo pensar en mí (...) me dio miedo y por eso tenía esos pensamientos de no tenerte, pero era por estar pensando en que tu papá no era bueno (…) y que iba a traer un bebé a sufrir lo mismo que yo sufrí (…). Perdóname por no pensar que ibas a ser una hermosa bebé, llena de personas que te hubieran amado. Siento que mis pensamientos en todas las situaciones que pasaron en ese momento hicieron que mi cuerpo te rechazara. Entonces sabiendo esto ¡perdóname por rechazarte! No lo hice por hacerlo, sino porque tuve mucho miedo de repetir la misma historia de mi mamá. Me hubiera encantado verte, tenerte, besarte, abrazarte, jugar y no más (se le quebranta la voz y comienza a llorar). (…) Ahora después de cuatro años (…) se cambiaria mi forma de pensar, (…) sé que cambiaría mi forma de pensar; sé que soy una mujer fuerte y sé que así fuera sola, te habría sacado adelante, en este momento serías un motor para seguir. (…) A pesar de todo (…) espero me perdones por no haber pensado con claridad (…) y te doy gracias por haberte dejado escuchar (…) aunque fue un momento muy corto, fue muy lindo saber que ese corazón ya estaba latiendo dentro de mí. (…)

Prometo que ahora si Dios me da la

posibilidad de ser mamá de nuevo (…) no reprocharé a esa personita que crezca dentro de mí, pero además prometo que será planeada y deseada, para que no vuelva a renegar de las bendiciones de la vida. Tú fuiste mi bendición y hoy le doy gracias a Dios porque un día estuviste conmigo en la tierra, pero sé que tú presencia me acompañara eternamente y siempre estaremos juntas. Nunca te has ido de mis pensamientos y en mi corazón estarás siempre para mí. (…) Por último espero que mi inmadurez la hayas entendido y que realmente me perdones porque el miedo se apoderó de mí; y no pude pensar con sensatez y te rechacé inconscientemente, pero hoy quiero decirte que no fue así, fueron pensamientos llenos de miedo y seguro habría sido muy feliz contigo ¡te amo Juanita! (…) (Tono de tristeza; habla con sollozos y pausado)

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T: ¡Que linda carta! (con voz baja y dulce) (…) ¿Isabel quisieras (…), lo dijiste en la carta pero quisiera decirle algo más ahora? I: si T: “Juanita gracias a que tu estuviste en mi vida hoy aprendo que…. D: (…) Hoy aprendo que los miedos lo hacen pensar a uno (…) de una forma muy loca (…) Hoy aprendo a pensar con serenidad (…) con tranquilidad y a ver las cosas buenas y lo bueno que puede traer cada situación (…) (habla pausado y llorando). Realmente lo siento, lo siento mucho. T: (me paro y le doy un pañuelo y le pido que se cambie de silla) No sé si a sus ocho años pero si como desde la sabiduría del alma de Juanita: Juanita ¿qué le puedes responder a tú mamá? D: (…) Que me comprende y que me entiende (…) que ella también estaba ahí acompañándome a vivir ese proceso (…) que sabía que era duro (…) para mí (…) que ella estuviera ahí (…) pero que entiende y que entenderá (…) y que realmente cree en mí (…) que esto va a ser diferente (…) T: “Te deseo mamá que…” D: Te deseo que estés tranquila (…) que aprendas de tus errores (…) y que tengas una familia. (…) Te deseo que (…) la paz y la tranquilidad que tanto quieres, llenen tu corazón. (…) Te deseo que estés bien (…) T: “A partir de hoy yo…” D: A partir de hoy yo te perdono (…) y te acompaño siempre (…) te perdono de corazón (…) (habla pausado y tono de voz muy bajo y muy sentido) T: (Después de un momento de silencio, Isabel de cambia de silla) Recibe ese perdón de Juanita (…) ¿Si sientes el perdón de Juanita, sientes esa paz y tranquilidad que ella te transmite? D: (…) (suspira) Me siento más tranquila al sentir que ella me entiende y que pasó por mí por todos esos momentos duros (…) y que ella estaba ahí conectada con ese (…) sufrimiento (...) y que realmente me va a perdonar de corazón… Me voy a hacer un tatuaje de dos estrellas con alas y una libélula de protección para mis dos angelitos y para mí. Que yo así, aunque no las protegí aquí cuando estuvieron, en adelante pude protegerlas. T: ¿Y Cómo vas a protegerlas?

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D: ¡Amándolas! T: ¿Y cómo las vas a amar? D: (…) Agradeciéndoles por el hecho de que estuvieron a mí lado y que me hicieron aprender mucho (…) (tono de voz muy bajo) (Isabel, sesión 30).” 4.2.3.2.

El proceso terapéutico

En esta fase, la mayoría de las veces no trabajo sobre el pedido inicial de la consultante, sino sobre la definición que juntas hacemos del problema y con el transcurso de las sesiones dicho problema se va tomando una forma diferente; es decir, constantemente hay una definición del problema. En el proceso de definición del problema también observo que lo primero que sucede es que éste toma una forma diferente a la identidad de la consultante y en esta medida abre posibilidades de acción; por ejemplo “el miedo”, “la forma en la que estas cuidando” y “el abuso”. Los objetivos los construimos en conjunto con las consultantes y son fijados con base en la definición del problema; así mismo, constantemente a lo largo de las sesiones y del proceso, hacemos referencia a éstos como foco de nuestra conversación. A continuación muestro un fragmento de la conversación con Catalina en la cual revisamos nuestros objetivos y con base en éstos, nuestro plan de trabajo: “T: La intención de este proceso, te voy a decir lo que a mí me queda C: ok T: y tú me corriges si no. Es: sanar el abuso viendo “el sanar” en que este hecho no estanque tu vida C: de acuerdo T: También sanar la relación con tu mamá y la culpa que hay en ella, de manera que la culpa no te lleve a participar de situaciones que te hagan daño y que ésta en la medida de lo posible sea una relación cordial, ya que eso es lo que tú quieres C: bueno T: Habíamos hablado en algún punto de trabajar sobre la relación con tu papá. K: si T: No sé, tú me dirás la próxima sesión ¡piénsalo! (pues esa sesión habíamos redefinido un problema relacionado con esa relación) K: O.k.

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T: Y el duelo de tu abuelita, yo creo que es un tema transversal, porque como hemos hablado, ella representaba, o lo que yo comprendo, es que ella representaba para ti la ilusión del cuidado y obviamente todo lo que ella te enseñó. Entonces vamos pues a hacerlo transversal en torno a todos estos temas en la medida que tú tomaste cosas de… K: Y si lo miramos desde éste punto. Te respeto la manera de mirar las cosas. Es un tema transversal, pero si comenzamos por ese tema transversal para comenzar ahí, trabajando de manera (…) -No sé. (…) ¿Es transversal o no es transversal? T: O.K ¡Listo! Entonces podemos empezar por eso K: comencemos a trabajarlo desde ese punto, me parece para mí un poco más sano. T: listo K: partir desde ahí ¿te parece bien? T: Me parece (Catalina, sesión 38).” En cuanto a las hipótesis, el cambio más importante que noto es que éstas han dejado de ser una verdad, para ser una explicación más, trato de revisarlas constantemente y de complejizarlas cada vez más. Continúo teniendo problemas en considerarme a mí dentro de estas hipótesis y en el hecho de saber cuándo abandonarlas o cuando insistir de otra forma. A continuación cito una de las hipótesis que guió el final del proceso con Catalina: “T: porque tú estás en un dilema de lealtad con tú mamá, en el que si tú consigues tú éxito, no estarás siendo leal con ella. Recuerdo cuando llegaste del viaje de Armenia en donde estuviste indagando cosas de tú familia y llegaste muy unida a tú mamá, decías que te sentías mal porque haber pensado que ella era un mal elemento y que ella era buena y había sido importante en tú vida. Cuando tú estabas unida a tú mamá y reconociéndola a ella, ella te estaba reconociendo a ti, pero me da la impresión que ella solo te reconoce cuando tú eres igual a ella, es decir, cuando eres autosuficiente y no necesitas de ella. Esto es duro porque si tú tienes que ser de esta forma entonces nunca vas a poder tener la conversación que quieres tener con ella. Porque en esa charla lo que tienes que decirle es lo contrario “yo si necesité de ti, necesité que me cuidaras y me protegieras”. Solo hasta que tú desligues la consecución de tu éxito a

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través del fracaso, vas a poder tener esa conversación con ella, te vas a graduar y vas a estar en otro lugar donde no estés siguiendo el mismo patrón de tú familia (Catalina, sesión 39).” 4.2.3.3.

Las dinámicas interacciones

Las sesiones correspondientes a esta fase del proceso tuvieron en su mayoría dinámicas interaccionales recíprocas, en los momentos en los que se dieron dinámicas simétricas o complementarias pude distinguirlas y modificar mi comprensión y mi actuar para salir de éstas. Sin embargo, las últimas sesiones de los tres procesos fueron sesiones colaborativas, en las cuales hubo reconocimiento de la otra, prevalecieron emociones generativas y como resultado, se dio lugar a la construcción conjunta del cambio. Con Catalina y con Milagros sentí mayor dificultad para percibir las dinámicas interaccionales rígidas. Al comienzo de ambos procesos no tenía conciencia de ellas en absoluto, pero en la última sesión logré reconocerlas, aunque me demoraba en hacerlo. En cambio con Isabel, desde el momento en el que tuvimos la conversación colaborativa en adelante, tuvimos sesiones basadas en la reciprocidad y en ningún momento sentí que entráramos en una dinámica rígida, pues había una fuerte conexión entre ambas que nos permitía metacomunicarnos con mucha facilidad. 4.2.3.4.

Las consultantes

En esta fase comenzaron a darse en las consultantes cambios de segundo orden; es decir en su marco de referencia y en su forma de vivir en el mundo. Al hacer una comparación de los tres procesos, noto ciertas similitudes en los cambios que se dieron, por ejemplo, al comienzo las narraciones sobre el problema se confundían con las narraciones sobre sí mismas y por lo tanto el problema era visto como parte de su identidad. Al final del proceso, las narraciones sobre el problema no hacían parte de las narraciones sobre sí mismas y éstas primeras se habían convertido en las narraciones sobre las soluciones o sobre los aprendizajes. Otra similitud que observo en las tres consultantes, es que cuando iniciaron la terapia, todas compartían en mismo marco de referencia de su familia de origen y éste era el que mantenía gran parte del problema. Al iniciar un proceso de reconocimiento y de cuestionamiento de dicho marco de referencia, con las tres consultantes se comenzó a dar a un proceso de individuación a

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través del cual, empezaron a construir un marco de referencia propio, en el que tomaban las creencias y los valores de su familia de origen que les habían sido útiles, descartaban aquellas creencias que les habían generado problemas o que iban en contra a lo que ella esperaban de sí mismas y de su bienestar y ellas empezaron a vivir su vida según sus criterios. Catalina logró reconocer el efecto del abuso sobre su identidad y resignificó la culpa cuando comprendió las diferencias de poder de las cuales había sido víctima y cuando reconoció en sus acciones una intención de protegerse a ella y su familia. Decidió aceptar el dolor y la rabia que sentía hacia la mamá, como una forma de cuidarse a ella misma y de no seguir expuesta al abuso. Por último cuestionó la definición de éxito que había en su familia y comprendió que si escogía guiarse por ésta, no iba a alcanzar el éxito desde el significado que ella lo comprendía, pues tendría que permanecer unida a la madre sin cuestionar las dinámicas del secreto y de la evitación de la crisis. Catalina continúa debatiéndose en este dilema. Milagros logró superar la depresión y la significó como un momento de “retiro” necesario para sí misma y gracias al cual pudo iniciar un proceso de maduración con el cual empezó a aceptar los cambios en su vida y a asumir una postura más humilde desde la cual podía aceptar los comentarios de otros, sin significarlos como ataques. Así mismo, empezó un negocio propio a pensar de que éste no fuera aceptado por la familia como una forma de éxito y de recuperación. Conoció una pareja y resignificó la creencia sobre cómo debía manejar las relaciones del pasado. Al final del proceso, comprendió cómo la forma en la que la familia había permanecido unida no era sostenible, a menos de que siempre permanecieran juntos, reconoció que la ayuda en ocasiones se confundía con la intromisión y empezó a ver en la reserva de la información una forma de poner límites en su familia y de hacer su vida según sus criterios. Isabel dejo de narrarse como una mujer dependiente, loca y temerosa y empezó a narrarse como una mujer fuerte, tranquila, autónoma, orgullosa de sí misma y autora de su vida. Al final del proceso, recordó las relaciones por las cuales había empezado la terapia y les agradeció por haber madurado a partir de ellas. Se reconoció responsable de sus problemas, pero también de su cambio y en este proceso, supo como encaminar su vida hacia un estado de mayor bienestar. Dejó de significar las tareas de la vida como

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problemas y empezó a verlas como la vida misma, renunció al control absoluto sobre sus emociones y decidió empezar a fluir. Reconcilió eventos del pasado que habían frenado su crecimiento y dejó de considerarlos como una excusa para vivir en el sufrimiento, logró diferenciar sus creencias y sueños de los de la madre y la comprendió como una humana y como producto de su historia. De igual forma ocurrió con el padre y esto sirvió para que Isabel se perdonara a sí misma por la pérdida de sus bebés. Cerró relaciones en las que ella había sido maltratada y aprendió a reconocer situaciones que favorecen el maltrato. Aprendió que saber implica primero no saber y entonces es necesario equivocarse y aprender de los errores para posteriormente saber. Reconoció la bondad del presente, entre otros cambios. Esto dio como resultado un proceso de individuación en el cual ahora Isabel vive bajo sus propios criterios y disfruta su vida en la medida que tiene relaciones más armónicas con su familia de origen y con la pareja que ha empezado a formar.

5. Discusión 5.1. Introducción Con este estudio me propuse responder a la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuáles son los procesos de transformación que ocurren en una terapeuta en formación y cómo se relacionan con las transformaciones que se dan en las consultantes, en las dinámicas interaccionales y en los procesos de terapia? Para esto, llevé a cabo una revisión de literatura sobre el proceso de cambio al paradigma sistémico y al interior de éste, sobre las diferentes escuelas de terapia. En cada una de las escuelas, documenté y expliqué su respectiva comprensión acerca del cambio, del papel del terapeuta, de los consultantes, de los elementos de los procesos terapéuticos y de las dinámicas interaccionales. Adicional a esto consulté investigaciones empíricas recientes sobre el debate de efectividad en la terapia, como una alternativa a la preguntas por lo elementos de la terapia que contribuyen al cambio. La siguiente fase del estudio corresponde a la parte práctica y consiste en un estudio de caso en el que analizo los procesos de transformación ocurridos en tres procesos terapéuticos en los que participé como terapeuta a lo largo de mí Maestría en Psicología Clínica con Enfoque Sistémico. Desarrollé dicho análisis desde los

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lineamientos de la investigación-intervención y la aproximación colaborativa a la investigación. Este marco dispuso un proceso de interacción recurrente entre la investigación y la intervención, en el que mis consultante y yo nos embarcamos en un proceso de generación de sentido que nos permitió responder a la pregunta y a los objetivos de este estudio a lo largo de las sesiones, de la entrevista colaborativa, del proceso de transcripción y del análisis de la información. A continuación desarrollo la última fase de la investigación correspondiente a la discusión de los principales resultados de cada una de las categorías utilizadas en este estudio, a la luz del marco conceptual. 5.2. Cambios en la terapeuta El proceso de transformación que observo en mí como terapeuta es rotundo y con base en lo propuesto por Keeney (1990), lo equiparo con un cambio de segundo orden, pues ejemplifica una ruptura discontinúa con respecto a mí estructura anterior como persona y da lugar a un proceso de toma de forma como terapeuta a partir de procesos autorreferenciales. Desde la propuesta de Bateson (Hernández, 2008) el proceso de transformación anteriormente descrito, también puede ser comprendido como un cambio de estructura tipo 2 y un aprendizaje III. Esto se debe a que ha ocurrido un cambio en los marcadores a partir de los cuales defino los contextos, que me permitió reconocer y examinar premisas que antes no había cuestionado, como las heredadas por mi familia de origen o las impuesta por la cultura dominante. Dicho proceso de integración y de toma de forma también se dio al interior de cada subcategoría, comenzaré por mencionar los cambios en mi marco de referencia, por considerar éste el orden de recursión más alto en mi proceso de formación y transformación. Como lo evidencia en la sección de los resultados, la influencia del currículo y de mis experiencias de vida me permitieron iniciar un proceso autorreferencial con el cual reconozco mi marco de referencia y dentro de éste todo aquello que delimita mi experiencia, mi actuar y mi comprender como persona y como terapeuta (Keeney, 1990 y Boscolo y Bertrando, 1996a). Considero que como elementos de mi marco de referencia mis creencias, emociones, conocimientos teóricos, la lógica de pensamiento, mi historia de vida, mi guión familiar, mi ciclo vital, el género, la cultura, entre otros. Este proceso es coherente con la propuesta de todas las escuelas de terapia consultadas en el marco conceptual, debido a la influencia de la

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cibernética de segundo orden y del pensamiento posmoderno (Minuchin, 1982; Nardone y Watzlawick, 1999; O’Hanlon y Weiner-Davis, 1990; Berg y Miller, 1996; de Shazer, 1989, 1992; Boscolo y Bertrando, 1996a; McNamee y Gergen, 1996; White, 2002; Anderson, 1997). Relaciono el cambio en mi marco de referencia con el cambio en las narraciones que hago sobre los problemas de mis consultantes. Anderson y Goolishian (citados en McNamee y Gergen, 1996) dicen que a través de la conversación terapéutica se desarrollan nuevos significados que apuntan a la «di-solución» del problema y por ende a la disolución del sistema terapéutico de di-solución del problema y de organización del problema. Con base en esta comprensión, noto que en la primera fase de la formación, yo no hacía narraciones sobre el problema en la medida que compartía el mismo marco de referencia que mis consultantes, en cuanto al sentido común se refiere, a la lógica causal lineal y a las creencias que obedecen al discurso dominante de la cultura; por lo tanto era imposible desarrollar nuevos significados que apuntaran a la disolución del problema. En la siguiente fase que coincide con el comienzo del tercer semestre, los referentes teóricos que influían en mí a través del currículo de la maestría, me permitían empezar a hacer narraciones limitadas sobre el problema, que alcanzaban a introducir una diferencia. Las narraciones que hago en la segunda fase del proceso están relacionadas con la teoría estructural, con la teoría del ciclo vital y las propuestas de algunos autores sobre la comprensión e intervención de trastornos psicológicos; en efecto éstos son los contenidos de los seminarios que corresponden al primer año del currículo. Con esto evidencio un aporte de este estudio, que consiste en la documentación y seguimiento de la conexión práctico-teórica que pretende la maestría. En la segunda fase de mi formación como terapeuta, que corresponde al comienzo del segundo año, noto una particularidad en las narraciones que yo como terapeuta hago acerca del problema. A saber, todas ellas tienen un tinte de “verdad” en la medida que yo como observadora no me incluyo en las explicaciones de los fenómenos que comprendo. Además observo que en mis narraciones persiste una lógica lineal que me separan de mis consultantes y me situaba como experta frente a ellas. El que mis consultantes estén en un bando diferente al mío como terapeuta, lo explico como una consecuencia de la metáfora que usaba para comprenderlas a ellas y al contexto terapéutico. Ésta es en la metáfora de la cibernética de primer orden y dicho

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proceso es coherente con la propuesta de la escuela de Milán en su cambio hacia una cibernética de segundo orden (Boscolo y Bertrando, 1996a). Más adelante empiezo a hacer narraciones circulares sobre el problema, sin embargo éstas persistían en ser estáticas y en ser construidas desde afuera del sistema, es decir, sin incluirme a mí en la explicación que privilegio. Al final de la maestría, mis narraciones tenían una forma más compleja, en ellas se integraban referentes teóricos del paradigma sistémico, construccionista y construcitivista, al igual que de otras disciplinas. En mis narraciones comenzaban a reconocerse mis valores y una postura crítica de mi parte, éstas eran circulares y apreciativas y por lo tanto, me permitían situarme del mismo lado de mis consultantes (Boscolo y Bertrando, 1996a; Anderson, 1997). El nivel de complejidad de mis narraciones también comienza a ser dado por la consideración de más elementos y de más niveles de observación en ellas; no solo hacían referencia al contenido, sino también a la relación y al proceso. Esto da cuenta de un cambio en las conversaciones, en las cuales comienza a evidenciarse mi capacidad de metacomunicarme con mis consultantes y con ella tener conversaciones que apunten a la disolución del problema (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993; Anderson y Goolishian; citados en McNamee y Gergen, 1996). Al comienzo del proceso, las narraciones en las cuales hacían referencia a mí identidad, vida, experiencia, historia y demás, eran desconextualizadas de la conversación y cuando se presentaban en ella, solía coincidir con que me encontraba en dinámicas interaccionales simétricas. Al final del proceso, las narraciones que hago sobre mí tienen un sentido para la conversación y son pertinentes en ella; éstas hacen referencia a mis emociones hacia el proceso o tienen la intención de generar un acercamiento en la comprensión de los significados de la consultante. Esto concuerda con el hecho de que en la tercera fase del proceso, la categoría de “narraciones sobre sí misma de la terapeuta” solo se presenta en las dinámicas interaccionales recíprocas. Este resultado es coherente con la propuesta que la terapia colaborativa hace acerca de la postura del terapeuta y de la conversación, según la cual el yo fluye con las conversaciones en las cuales se encuentra inmerso y las conversaciones implican un compartir de conocimiento entre el terapeuta y el consultante, de manera que la terapia

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consista en un “hablar entre” y no un “hablar a” (Anderson y Goolishian; citados en McNamee y Gergen, 1996; Anderson, 1997). El proceso de transformación y cambio que he narrado hasta el momento no habría sucedido de no ser por mis emociones. Maturana (1996) dice que toda explicación se considera secundaría a la praxis del vivir y que su aceptación depende de los criterios de aceptabilidad del mismo observador y de un cambio en su emoción, que pasa de la duda a la satisfacción. Cuando comencé la formación mi emoción prevalente fue la satisfacción, no paso mucho tiempo para que ésta se quebrara y entonces entrara en duda hasta casi el final del proceso, en el que vuelve a prevalecer la satisfacción. Sin embargo la satisfacción no existe en mi vida de forma reinante y única, hace parte de una estructura más compleja en la que también habita la duda que se ha transformado en curiosidad para recordarme trabajar desde la incertidumbre y para conducirme hacia crecientes estados de complejidad. Adicional a esto hay otro nivel de observación; al comienzo del proceso yo no era consciente de mis emociones y luego, cuando me di cuenta que éstas estaban presentes, quise controlarlas, esconder la duda y afianzar la satisfacción. Así fue como entre en un estado de disonancia con la movilidad vertiginosa de los procesos y entonces tuve que aprender a reconocer mis emociones, aceptarlas, fluir con ellas y guiarme por ellas (Boscolo y Bertrando, 1996a). Dicho manejo de mis emociones también se relaciona con mi rango de acciones posibles y con esto nuevamente cito a Maturana (1996), cuando afirma que la emoción dispone a la acción. Al comienzo de la primera fase cuando me encontraba en la satisfacción absoluta, mi rango de acciones posibles eran la imposición, la desconfirmación, el rechazo y la competencia. Lo cual se relaciona con el hecho de que las dinámicas interaccionales fueran en su mayoría simétricas y según lo propuesto por Burnham (1993), no fueran nutricias en la medida que no reconocían la “mismisidad” del otro. Luego, cuando pase a la duda absoluta, mi rango de acciones posibles eran la no acción, la parálisis y la no toma de posición. Afortunadamente este estado no duró mucho tiempo y entonces procure moverme en busca de la satisfacción. Esto, junto con todo el proceso de crecimiento que he señalado hasta el momento, me permitió empezar a fluir de forma más espontánea y humana. Como se evidencia en la descripción que hice anteriormente, la categoría del terapeuta hace un proceso de transformación en órdenes crecientes de complejidad, en

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la cual los primeros cambios son coherentes con una cibernética de primer orden y los siguientes cambios, hacen referencia a una cibernética de segundo orden. Deseo aclarar que la descripción que hago de dicho proceso de cambio no obedece a un orden lineal, sino que por el contrario, hace referencia un proceso recursivo en espiral que como lo dije anteriormente, evidencia un proceso discontinuo y circular (Bateson; citado en Hernández, 2008). Al preguntarme por la ocurrencia de estos cambios, me surgen posibles explicaciones que a su vez se constituyen en preguntas que serían interesantes considerar en futuras investigaciones. La primera emerge del aporte de este estudio hace en cuanto a la documentación y seguimiento de la conexión práctico-teórica que pretende lograr el currículo de la maestría. Dicho currículo está planteado de forma tal que evidencia la transición que hacen las escuelas de terapia sistémica de una cibernética de primer orden a una de segundo orden. Por lo tanto, una posible explicación al orden y a la dirección de mi cambio, es que éste haya sido dado por la influencia del currículo y esto a su vez me lleva a preguntarme ¿Cómo será el proceso de cambio y de aprendizaje de otros terapeutas sistémicos que se forman con otros currículos que han sido planteados con un orden diferente, por ejemplo si empezaran por una cibernética de segundo orden, por ejemplo si empezaran por el estudio de escuelas construccionistas? Ahora bien, estas preguntas me invitan a hacer referencia al contexto en el cual nos encontramos y a nuestra cultura. Es evidente que ésta ha privilegiado el paradigma científico de la modernidad que promulga el pensamiento asertivo, racional, analítico, lineal y reduccionista (Capra, 1998). En efecto, este tipo de pensamiento obedece al sentido común y al discurso de la psicología desde el cual yo actuaba en un principio; entonces me pregunto ¿Si el orden de mi cambio estará dado más por la cultura que por el currículo? y en ese sentido es explicado desde un cambio cultural de paradigma. Otro punto que quisiera discutir sobre el proceso de transformación que documenté anteriormente, se relaciona con el significado que le he dado en mi historia de vida personal. Los cambios que he narrado hasta el momento han significado para mí un proceso de diferenciación y de individuación de mi familia de origen, así como una ruptura con el discurso dominante de la cultura. Este proceso concuerda con una tarea propia de mi ciclo vital de acuerdo con lo propuesto por Bowen (1988), que a su vez fue nutrida y favorecida por el currículo y por los espacios docentes de la maestría. Ahora

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bien, mi pregunta se dirige hacia el cuestionamiento del proceso conjunto que lleve a cabo con mis compañeros. Ellos, además de encontrarse en la misma etapa de mi ciclo vital, también llevaron a cabo un proceso de meta-observación con el cual reconocieron y examinaron sus marcos de referencia; por lo tanto me pregunto ¿Un proceso de formación en terapia sistémica induce a un proceso de diferenciación y de individuación? En el caso de quienes se forman como terapeutas sistémicos ¿El proceso de reconocimiento del marco de referencia y de diferenciación se relaciona más con la edad o con la formación? 5.3. Cambios en el proceso terapéutico En este estudio, tomé como referentes del proceso terapéutico la definición del problema, los objetivos y las hipótesis. La razón por la cual tomé estos elementos, es porque de acuerdo con Fisch, Weakland y Segal (1984), una adecuada definición del problema, unos objetivos conjuntos y una hipótesis con la cual se identifique el consultante, sirven para que éste reconozca a su terapeuta como terapeuta y para conseguir el cambio. Comenzaré por señalar que al comparar los tres procesos terapéuticos por fases, noté cambios en las tres subcategorías. En cuanto a la definición del problema en el caso de Isabel y de Catalina, en la primera fase no supe cómo hacerlo y por lo tanto trabajé a partir del motivo de consulta. El caso de Milagros fue diferente, porque aunque en la primera sesión no logré hacer la definición del problema, la segunda sesión fue con supervisión en vivo y entonces, mi supervisora llevó a cabo este proceso. Sin embargo, debido a los pocos referentes que tenía para ese momento y a la lógica lineal y reduccionista desde la cual actuaba, no alcancé a comprender la definición que había hecho mi supervisora y luego, cuando yo tomé el proceso por mi cuenta, esta definición se quedó por un tiempo en el olvido. La segunda fase en los procesos coincidió con un seminario sobre terapia breve y con una supervisora formada en el MRI, por lo tanto sentí que la vida me estaba poniendo contra la pared en mi deber de aprender a definir problemas, si es que quería ganarme la vida como terapeuta. Las primeras definiciones que hice fueron informadas por una cibernética de primer orden y más adelante, en la medida que fui fluyendo con la lógica circular y con el comienzo del análisis de la información, pude redefinir los problemas sobre los cuales había trabajado en los tres procesos y este cambio fue muy productivo. Dicha redefinición del problema marca el

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inicio de la tercera fase y en ella observo cómo cada vez más me acerco a una definición del problema desde una cibernética de segundo orden; en el único caso en que esto no fue posible hacerlo dentro de la investigación, fue con Milagros. Fisch y demás autores (1984) dicen que si “el terapeuta no puede realizar una formulación clara y breve que abarque todos los elementos que intervienen en la dolencia actual (quién, qué, a quién y cómo), ello se debe a dos causas: o no posee la información adecuada acerca de dicha dolencia, o bien no ha asimilado lo suficiente dicha información” (p.92). En mi caso, considero que se pueden aplicar ambas situaciones, pero adicional a ellas, añadiría otras situaciones por las cuales un terapeuta no puede llevar a cabo un adecuada definición del problema. A saber: a) la falta de referentes teóricos que impiden comprender el marco de referencia del cliente; b) la dificultad del terapeuta para comprender la situación del cliente si es que emplea la misma lógica de éste en la comprensión de su problemática (lineal); c) la comprensión que el terapeuta tenga acerca de su rol; d) la no conciencia de emociones que dispongan a un rango de acción incompatible al necesario para llevar a cabo una definición del problema; y e) la falta de curiosidad. Todos estos elementos devienen de mi experiencia, se encuentran documentados en la sección de los resultados y los considero como un aporte para quienes forman y para quienes son formados como terapeutas sistémicos. Mi cambio en el proceso de definir y de seguir los objetivos tuvo el mismo proceso y ritmo que el de la definición del problema. En la primera fase mi único objetivo era solucionar el motivo de consulta y en la segunda fase mis objetivos eran formulados desde una cibernética de primer orden, aunque poco a poco comencé a revisarlos en el transcurso de las sesiones. En la tercera fase, con el inició de la categorización y el análisis de la información, llevé a cabo una reformulación del problema y redefiní los objetivos, pero esta vez en colaboración con mis consultantes. En la terapia breve estratégica los objetivos representan una exigencia pragmática importante, pues se considera que tienen la función de guiar la metodología del terapeuta (es decir la estrategia) y porque representan una sugestión positiva para el consultante, en la medida que pueden influir en el aumento de su colaboración y en la confianza que éste tenga acerca del éxito del proceso (Nardone y Watzlawick, 1999). Por su parte, las terapias construccionistas también sugieren la utilización de focos en la

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conversación (Anderson, 1999). Una conclusión se saco de este estudio, es que uno de los marcadores de un contexto terapéutico es dado por la pertinencia de los objetivos, pues éstos son los motivos que unen al terapeuta y al consultante y metafóricamente hablando, son el norte hacia el cual apunta la conversación. Esto se evidencia en el no cambio de mis consultantes durante la primera y casi la segunda fase donde no tenía objetivos o cuya definición sola era dada por mí. En el momento en el que los objetivos tuvieron un sentido para las consultantes y empezaron a guiar mis conversaciones, comenzaron a darse los cambios más importantes en las problemáticas de mis consultantes. En la subcategoría de las hipótesis noto uno de los cambios más importantes. Al igual que con la definición del problema y de los objetivos, en la primera fase del proceso tampoco tenía hipótesis que guiaran mis intervenciones. Luego empecé a usar las metáforas como hipótesis, en el sentido de poner mi comprensión del problema en palabras que lo describieran de forma tangencial. Con el paso de las supervisiones y de los seminarios, mis metáforas comenzaron a informarse de la teoría estructural y del ciclo vital y en algunos casos llegué a tomar como referencia mi experiencia. Aunque traer a colación mi experiencia no fue útil, la teoría si lo fue y se convirtió en una fuente de explicación que promovió el cambio en mis procesos. Sin embargo ésta no me incluía a mí como terapeuta y tampoco considera los tiempos y el movimiento. Para el final de la segunda fase del proceso de formación y el comienzo de la tercera algo maravilloso sucedió, mis hipótesis comenzaron a moverse, no sé bien cómo describirlo en palabras, porque siento que la linealidad del lenguaje me estanca, pero con la movilidad me refiero al ejercicio de la circularidad, a la inclusión del tiempo y del contexto, de la incertidumbre y de mí misma en la hipótesis. Más adelante, cuando comencé la categorización de la sesiones transcritas, volví a entrar en duda cuando note que había olvida seguir nutriendo y moviendo mis hipótesis con el tiempo que pasaba entre sesión y sesión; y esto nuevamente las movilizó. El cambio en mis hipótesis se relaciona con el cambio en los procesos terapéuticos de este estudio, lo cual concuerda la propuesta de Boscolo y Bertrando (1996a), según la cual las hipótesis sirven para organizar los datos confusos anexos a un síntoma que dan sentido al marco relacional de la familia. Así mismo se relaciona con la propuesta de Cecchin (citado en McNamee y Gergen, 1996), para quien las hipótesis

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son una forma de conectarse con el sistema y no una forma de descubrir su historia real. Tan pronto como yo estuve incluida en mis hipótesis y comencé a considerar en ellas mi marco de referencia y el de mis consultantes, éstas se convirtieron en mapas prácticos hacia la ruta del cambio. Así mismo fue determinante mi cambio en la comprensión del tiempo como variable condicional de los procesos de cambio y lo noto en los tres ejes propuestos por Boscolo y Bertrando (1996b); a saber: la estructuración de las sesiones, el ritmo del contacto entre el cliente y el terapeuta, y en la meta de intervención que pretende favorecer la armonía y la posibilidad de evolución de los clientes. 5.4. Cambios en las dinámicas interaccionales En las dinámicas interaccionales también noté cambios importantes durante las tres fases del proceso. Como se evidencia en la sección de los resultados, estos cambios se encuentran relacionados con los cambios en la terapeuta y en el proceso terapéutico. En la primera fase, las dinámicas interaccionales eran simétricas y complementarias, con tendencia a entrar en interacciones simétricas rígidas, en particular en los procesos de Catalina y de Isabel (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993). Con la ampliación de mis referentes teóricos, el cambio en mis narraciones e hipótesis, en la reformulación del problema y con la entrevista colaborativa, sobrevino un cambio con el cual se da paso a la segunda fase del proceso y que representa el inicio de las dinámicas interaccionales recíprocas. Sin embargo, en esta fase del proceso todavía entraba en interacciones simétricas y complementarias rígidas, sin ser consciente de esto. Tan pronto como comencé el análisis de los resultados se dio otro giro en el proceso con las consultantes y entonces comenzamos a relacionarnos desde la acepción y el reconocimiento. Esto nos llevo a tener dinámicas interaccionales recíprocas, con la posibilidad de mi parte de distinguir la aparición de interacciones simétricas y complementarias y de poder actuar al respecto (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993; Burnham, 1993). Con base en la propuesta que introduce la teoría de la comunicación, reconozco tristemente que en los momentos en que mis consultantes y yo entrabamos en interacciones simétricas o complementarias rígidas, existían acciones de descalificación entre nosotras, tales como las autocontradicciones, incongruencias, cambios de tema, tangencializaciones, oraciones incompletas, malentendidos y estilo oscuro o manierismos idiomáticos (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993).

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Por su parte Burnham (1993) propone que durante la fase formativa de una relación, de forma implícita o explícita, los participantes negocian una definición o un estilo determinado de relación, que en adelante se convierte en las “reglas” que la gobiernan. Este señalamiento me invita a pensar en el proceso con Catalina, donde note mayor prevalencia de interacciones simétricas rígidas y en particular, en el inicio del proceso, donde mis pocos referentes teóricos, mi interpretación de algunos presupuestos y mis emociones, influyeron en que surgieran patrones que llevaran al establecimiento de una relación simétrica. Del proceso vivido llego a la conclusión de que el cambio solo es posible cuando ambas partes reconocen y acepten la “mismisidad” del otro y se mantienen en aceptación y en reconocimiento (Watzlalawick, Beavin y Jackson, 1993). Para que esto suceda y tomando como referencia la propuesta de Maturana (1996), considero que es necesario actuar desde el amor como fenómeno biológico que dispone a los sistemas vivientes a coordinar sus acciones para aceptarse mutuamente y para reconocerse como un legítimos otros en la convivencia. Los cambios que se construyeron en el los tres procesos considerados en este estudio, solamente pasaron bajo las circunstancias anteriormente descritas, es decir, desde el reconocimiento, la aceptación y el amor. Esta conclusión, que también constituye un aporte de esta investigación, me lleva a considerar mis emociones como mi principal referente en el momento de distinguir la dinámicas interaccional en la cual me encuentro participando, con el fin de tener relaciones que sean nutricias (Burnham, 1993). 5.5. Cambios en las consultantes Debido a que los cambios particulares de las consultantes ya fueron detallados en la sección de los resultados y en los anexos 1, 2 y 3; en esta sección de la discusión me concentraré en comprender los patrones de cambio entre las consultantes a la luz de la teoría. Al respecto encuentro que al igual que en la categoría de la terapeuta, los cambios en las consultantes tuvieron el mismo orden y proceso, comenzaron por ser de primer orden, para luego convertirse en cambios de segundo orden. Quiero notar que los cambios en ellas ocurrieron de forma paralela a los míos como terapeuta, a los procesos y las dinámicas interaccionales. A su vez, noto que los cambios en las consultantes influyeron en mí como terapeuta y retroalimentaron mi cambio y éste a su vez influyó en los cambios de los proceso y de las dinámicas interaccionales. Esto me lleva a una

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conclusión que considero un aporte de este estudio: los procesos de cambio en una terapia se entretejen entre los diferentes elementos de la misma. Para esta investigación tomé como elementos la terapeuta, los procesos terapéuticos, las dinámicas interaccionales y las consultantes, pero considero que si en otro estudio se llegase a seleccionar otros niveles de observación, probablemente se notará la premisa de la teoría general de sistemas según la cual todos los elementos de un sistema están en interacción constante y por lo tanto, un cambio en uno de ellos, lleva a un cambio en todo el sistema (von Bertalanffy, 1968). Respecto a la explicación del cambio desde el mundo individual y subjetivo de mis consultantes, éste concuerda con la propuesta de Hernández (2008) que hace alusión a un orden en los cambios: 1) en la experiencia emocional correctiva, 2) en el marco de referencia de las personas y 3) en la identidad o en el self de la persona. Este cambio fue similar al mío, descrito en la categoría de los cambios en la terapeuta y al notar tal similitud, me pregunto si el cambio de mis consultantes también hace referencia a un proceso de diferenciación y de individuación del sí mismo. Aunque mis consultantes no compartían las mismas edades, si compartían dilemas asociados al proceso de individuación y ésta fue un objetivo en común para los tres procesos. Por otro lado, Bowen (1988) dice que “el objetivo más importante de la terapia de los sistemas familiares es ayudar a los miembros de la familia a mejorar el nivel de diferenciación del sí-mismo” (p. 64). Por lo tanto, me pregunto ¿Será posible hablar de cuatro procesos de individuación en paralelo en el que terapeuta y consultante nos influimos mutuamente en el proceso de toma de forma del sí-mismo? Por otro lado ¿Todos los consultantes que asisten a terapia trabajan para su proceso de individuación? o ¿Mi momento de vida habrá influido en mi comprensión del caso y por lo tanto en la definición del problema y de los objetivos? Sería interesante mirar estas preguntas en otros estudios. 5.6. Limitaciones del estudio A lo largo de la discusión he venido plateando preguntas que han emergido de las limitaciones o de los alcances de este estudio, pero que a su vez se convierten en potencialidades para futuras oportunidades. Comenzaré por hablar de la influencia del currículo en la dirección del cambio, es decir, del paso de una cibernética de primer orden a una de orden segundo. Pienso que para futuros estudios interesados en evaluar

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programas de formación en terapia sistémica, sería interesante contrastas los procesos de cambio de dos terapeutas en formación, expuestos a currículos diferentes, de manera que sea posible determinar la asertividad y pertinencia de los procesos educativos. Otra posibilidad sería contrastar los procesos de formación de dos estudiantes pertenecientes a culturas diferentes, con la intención de determinar la influencia de la cultura sobre la dirección en la que se da el cambio durante la formación. Es una clara limitación de este estudio el hecho de que solo se hubiese realizado con una terapeuta que a su vez era la investigadora. Aunque el proceso de triangulación y validación de la información se llevó por medio de la contrastación de la información con las tres consultantes (quienes también desempeñaban el papel de investigadoras), el estudio habría podido tener mayor validez si contemplara la experiencia de otro terapeuta y con ello considerara otras variables como el género, el momento del ciclo vital, el contexto social, el programa de formación, el enfoque, entre otros. Para futuros estudios sobre los procesos de cambio y la formación de terapeutas, recomiendo incluir la perspectiva de género en el terapeuta, y en los consultantes, así como la modalidad de la terapia. En este caso solo se trabajó con terapia sistémica individual, pero habría sido provechos incluir casos de terapia familiar y de pareja. En cuanto a la metodología de la aproximación colaborativa a la investigación, considero que ésta representó una ventaja para el estudio. Sin embardo, habría sido más provechosa si hubiera llevado a cabo más entrevistas colaborativas a lo largo del proceso y en particular, si la última entrevista en la que se hace la devolución de la información hubiese quedado documentada dentro del estudio; es decir, transcrita y analizada. 6. Conclusiones Los procesos de transformación dan sentido a la experiencia de la terapia, sin éstos se desdibujan los límites de la misma y los roles de quienes participan en ella. Cuando se estudian en el marco de un programa de formación, los procesos de transformación dan sentido al objetivo de dicho programa y al proceso de quienes lo cursan, dan cuenta de la conexión entre la teoría y la práctica, retroalimentan los objetivos académicos y la metodología. De análisis de los resultados y de la discusión concluyo que los cambios que se dieron en mí como terapeuta y en las consultantes fueron similares. Éstos consistieron

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ante todo en procesos autorreferenciales (Boscolo y Bertrando, 1996a) por medio de los cuales ellas y yo llegamos a reconocer nuestro marco de referencia y en él, creencias, comprensiones y significados desde los cuales estábamos viviendo y actuando y que nos restaban grados de libertad en la vida o que nos abrían posibilidades. Desde la propuesta de Keeney (1990) y de Bateson (Hernández, 2008), dicho proceso de cambio puede ser catalogado como un cambio de segundo orden o como un cambio tipo 2, ya que da cuenta de una estructura de mayor complejidad desde la cual es posible reconocer los marcadores de contexto del observador y generar un cambios sobre ellos. Quiero aclarar que este proceso de cambio o de transformación no se da de forma lineal y continua, sino que por el contrario, obedece a un proceso discontinuo y en espiral, que más allá de sus bucles genera una experiencia que en sí misma es integradora. Así mismo quisiera notar que dicho proceso de crecimiento que ocurrió en las consultantes y en mí, fue similar a lo que Bowen (1988) denominó como un proceso de diferenciación y de individuación, pues nos permitió reconocer la influencia de marco de referencia de nuestras familias de origen (y en algunos casos de la cultura) sobre el mantenimiento del problema en el caso de ellas y en mi caso, sobre la no evolución de mi proceso como terapeuta. En cuanto a los procesos terapéuticos, concluyo que en la medida en que el currículo de la maestría tuvo una influencia sobre mí y yo logré integrar los presupuestos básicos estudiados con una lógica de pensamiento circular, éstos se hicieron más complejos y a su vez más productivos y pertinentes. En cuanto a las dinámicas interaccionales, noto que hubo un cambio desde la simetría y la complementariedad, hacia la reciprocidad y lo explico cómo efecto de la capacidad que desarrollé para reconocer mis emociones y usarlas como un referente útil de mi experiencia, así como desde la conexión que hice con mis recursos personales y con la teoría. Todo lo anterior me permite comparar el contexto de la terapia con un tejido cuya armonía y utilidad está dada por el amor con el cual se elabore, por la colaboración de sus miembros y por el reconocimiento mutuo. La lana del tejido son los cambios del proceso, que a su vez contribuyen a que terapeuta y consultantes de forma autónoma, pero en interconexión y afectación mutua, tomen forma en la terapia. Por lo tanto me permito hablar de los procesos de transformación de este estudio, como procesos de

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cambio interconectados y recursivos. Esto se relaciona con la premisa de la teoría general de los sistemas según la cual un cambio en una parte del sistema, lleva a cambios en todo el sistema y con el principio de no sumatividad, según el cual el todo el mayor a la suma de las partes (von Bertalanffy, 1968). A lo largo del documento se evidencia como cada elemento del sistema (terapeuta, consultantes, interacciones y proceso terapéutico) nutren otros elementos y dan lugar al cambio en la estructura hacia ordenes de mayor complejidad, es decir hacia la transformación. Deseo aclarar que la interpretación que hago acerca de los resultados está mediada por mi comprensión del cambio y por los niveles de observación y las fuentes de recolección de la información que utilice en la investigación. Es probable que los resultados hubiesen sido diferentes si se considerase la experiencia de otro terapeuta o si se utilizaran otras fuentes de recolección de la información. Sin embargo, la metodología utilizada introduce validez al estudio al considerar que las categorías de análisis fueron definidas en colaboración con las consultantes/investigadoras, al igual que los resultados fueron retroalimentados por ellas. En cuanto a los aportes de este estudio, como se menciona en la introducción, se hace una contribución a la teoría al documentar y explicar cómo ocurren los procesos de cambio en los niveles de observación considerados y la interacción recursiva entre ellos. Dicha unificación da lugar a la principal conclusión de este documento, a saber la forma discontinua del cambio y los elementos que lo favorecen en los programas de formación de terapeutas sistémicos. En cuanto al aporte de conocimiento que con este estudio se hace a los programas de formación en terapia sistémica, pienso que los resultados mencionados invitan a revisar los objetivos y la metodología de la maestría en la cual se llevó a cabo la investigación. La razón por la cual hago esta invitación, es porque así concluya este programa con un importante sentimiento de satisfacción hacia el mismo, pienso que éste podría ser aún más productivo si se hiciera un acompañamiento más cercano del terapeuta en formación y con esto me refiero a dos aspectos. El primero es la apertura de un espacio experiencial en el cual se trabaje la persona del terapeuta y con el cual se tenga por objetivo promover y potencializar los procesos autorreferenciales los terapeutas en formación para potencializar sus recursos. El segundo se relaciona con que en los primeros semestres del programa se incrementen las horas de supervisión

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directa y se disminuya la intensidad horario de la práctica independiente. Esta propuesta subyace a dos motivos, a saber, la responsabilidad que se tiene con los consultantes que participan de los espacios de formación y cuyos procesos de cambio suelen ser diferentes a si participasen de un proceso con un terapeuta formado y la riqueza metodológica de las supervisiones directas, al equiparase con un proceso de aprendizaje-intervención no solo con los consultantes, sino con el mismo terapeuta. Estos aportes se fundamentan en el reconocimiento del proceso de cambio evidenciado en este estudio y en el deseo de contribuir a la experiencia de quienes forman y son formados como terapeutas sistémicos.

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7. Referencias

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8. Anexos 8.1. Anexo 1 Proceso 1. Catalina Cambios en la consultante Agrupa las narraciones en las cuales las consultantes hacen referencia a sí mismas, al problema, a sus emociones, comprensiones y acciones. En la narración sobre sí misma. Se refiere a las narraciones en las cuales las consultantes describen su identidad. Uno de los motivos de consulta de Catalina y que se desarrolló de forma transversal a todo el proceso, fue un dilema en la forma de narrarse a sí misma. Al hacer una mirada de proceso, noto que en estas narraciones hay incongruencia y alternancia entre las categorías gramaticales que utiliza para narrase a sí misma (alternando entre el uso de la primer y la tercera persona). Dicha incongruencia se presentan de forma alternante durante el proceso, pero al final, sus narraciones son coherentes, estructuradas y solamente usaba la primera persona para hablar de sí misma. Fase 1 En la primera fase del proceso, Catalina se narra como una mujer que evita ser controlada y que se esconde de algo, dice que no le gustan las apariencias, ni la hipocresía, pero que tiene dificultades en decir no, poner límites y confrontar las crisis. Se describe como una persona trascendental, que disfruta del buen humor y para quien su carrera profesional es muy importante. Dice que es una persona no muy fácil, pues aunque le gusta compartir y darse a los demás, a la vez es reserva con su vida personal y cautelosa en sus relaciones; para ella es difícil confiar en los demás y siente temor a ser juzgada. Valora y busca para sí misma, ser ecuánime, conciliadora y destacarse por sus logros y recursos intelectuales. Con frecuencia observo que Catalina se narra como si no fuera Catalina, unas veces lo hace de forma intencional y otras, pareciera ser una reacción automatizada. El ejemplo que cito a continuación, es una de esas veces en que Catalina habla de sí misma en tercera persona y en dicho fragmento ella aclara el dilema que es para ella narrarse y describirse, ya que al hacerlo se ve en la necesidad de tomar posiciones frente a las cuales se siente comprometida.

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“C: yo no soy Catalina, te voy a hablar de Catalina como si estuviera allá Catalina. He dejado a Catalina allá, en el olvido. He reprimido mucha a Catalina en lo que piensa y Catalina es una persona muy brillante, es muy, muy, muy brillante y tiene una forma de pensar creo que como ninguna y entra en controversia con todo, pero igual sabe cómo adaptarse a las cosas y ser… pero la he delimitado, la he delimitado tanto que la delimite más a ella que a los demás. Entonces es como si yo fuera una marioneta de todo lo que me sucede, de todo lo que me pasa y yo tengo que estar es pensando es cómo actuar para esta persona o para esta persona “¿Oye Catalina realmente te sientes bien con lo que estás haciendo? ¿Oye Catalina, si eres tú?” (Catalina, sesión 2).” Desde el comienzo del proceso Catalina tiene clara cuál es la faceta que le gusta de sí misma y cómo es que quiere ser en un futuro, pero la situación en la cual se encuentra la ha llevado a ser lo opuesto a lo que ella esperaría de sí misma y esto no la enorgullece. Catalina se narra como una marioneta que actúa según los deseos de otros, ella se siente objeto y no sujeto; se narra a sí misma como impotente. Así mismo, hacen parte de este grupo de narraciones el haber nacido con una enfermedad física (pie equino) que en la niñez la puso en condición de discapacidad, pero que en la actualidad ha superado de forma notable, sin embargo le ha generado un deterioro grave en su rodilla; esto la restringe en la medida que no ha podido seguir estudiando. Fase 2 Esta fase del proceso las narraciones de Catalina sobre sí mima hacen referencia a que ella nunca se ha dejado de lado. Después de llegar a esta conclusión sus narraciones son coherentes estructuradas y en primera persona. Reconoce que el abuso la sitúa en un dilema y que éste la ha llevado a actuar de una forma diferente a lo que ella esperaría de sí misma. Al reconocer que sus actuaciones fueron una forma de cuidarse, reconoce que ha asumido facetas con las cuales no se siente cómoda. Lo anterior se evidencia en el siguiente ejemplo en el que me cuenta lo que pensó antes de venir a la sesión: “C: Yo decía, el día que tenga cita con Ana María le voy a decir que nunca deje a Catalina de lado, siempre ha estado ahí presente soy yo, son mis decisiones, es la manera en que yo he venido protegiéndome y protegiendo a mi familia y de

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alguna manera es lo que me ha identificado por mucho tiempo (Catalina, sesión 3).” Fase 3 Para esta fase del proceso noto un cambio en las narraciones que Catalina hace acerca de sí misma, pues nuevamente son confusas y poco coherentes. Recientemente le han diagnostica una artrosis y refiere sentirse impedida físicamente. Hay algo que llama mi atención y es la importancia que le da al rol que ella tiene como mujer en su casa y en particular en la relación con su mamá. Ser la única mujer la sitúa en un lugar diferente que el resto de los hijos, esto es más cerca de su mamá con quien comparte una cierta lealtad en la que deben compartir una misma historia y unos mismos roles. Esto se ve en el siguiente ejemplo en el que Catalina hace referencia a la relación madre e hija: “C: El hecho de ser mujeres, nos pone como en otro nivel, porque independientemente soy la única mujer y ella vivió los roles que yo viví. De manera muy diferente, pero los vivimos (Catalina, sesión 12).” Reconocer esta lealtad se relaciona con que Catalina comience a dar mayor importancia a aquellas narraciones de sí misma que sí son reconocidas por la mamá y que enfatizan en su berraquera, entendiendo por ésta una especie de autosuficiencia que a diferencia de sus hermanos, la exime de necesitar la ayuda y el cuidado de su madre. Esta narración pone a Catalina en una situación paradójica, porque se relaciona con que no sea reconocida como víctima de un abuso, pero si la lleva a ser reconocida como resiliente frente a una condición de discapacidad. Lo anterior se ve en el siguiente ejemplo en el que Catalina se identifica con la narración que su madre hace acerca de ella: “C: “eres muy verraca, yo sé que no necesitas de mí, por eso no te ayudo, no lo mires como mal, sino mirarlo porque eres igual a mí, porque no te quedaste ahí, porque no sigues llorando por una carrera que ya no estudias, porque pues igual sigues tú vida, tus terapias, llegas aquí, me motivas” T: ¿y antes cual era el concepto que tú creías que ella tenía de ti? C: no sé, era como ese “no valgo nada para mi mamá, yo siempre no tengo ni importancia, ni relevancia” (Catalina, sesión 12).” Fase 4

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Sus narraciones nuevamente hacen referencia a que es una persona que actúa según la persona con la que este y que lo hace para que no la conozcan en aquellas cosas que no le gustan de sí misma. Lo anterior se videncia en el siguiente ejemplo: “C: yo te lo dije la semana pasada… yo soy o me volví de manera que contigo soy una persona y me voy convirtiendo según como vea las cosas. No me gusta que me toquen como esos lados, porque eso es… no sé como conocerme tanto, tanto, que no se si sea bueno en este momento. (Catalina, sesión 20).” Frente a esta situación ella se reconoce controlada por su entorno y dice que aunque le gustaría ser diferente, el cambio no solo depende de ella y en este momento se siente como si estuviera cargando una cruz a cuestas que son los demás. Fase 5 En la conversación colaborativa Catalina continúa narrándose a sí misma en primera persona y en sus narraciones reconoce un cierto grado de diferenciación de su familia, ella distingue cuales son las dinámicas problemáticas al interior de ésta y la diferencia entre su forma de pensar y la de ellos. Por ejemplo, en el siguiente párrafo Catalina reconoce que su familia funciona desde los secretos y los tabús y que éstos tuvieron un efecto en la forma en la que ella se relacionaba con otros en el pasado: “C: ha sido muy complejo porque yo venía con muchos tabús y con muchos miedos, entonces enfrentarlos comienzas como tú a mirar de qué manera los empiezas como tú a afrontar, de qué manera empiezas tú a contar las cosas, porque mi familia es una familia de secretos ¿Si me entiendes? Entonces a veces comenzar a contar las cosas es algo complicado (Catalina, sesión 34).” Así mismo reconoce que ha sido ambivalente y que no llora para ser perciba como una mujer fuerte; lo cual da cuenta de una mayor capacidad de auto observación. Con relación a esto, Catalina se narra a sí misma en un proceso de maduración en el que está dejando a un lado lo que los demás esperaban que ella fuera y está empezando a valorar lo que ella piensa; refiere que está dejando de ser una marioneta. Lo anterior se evidencia en el siguiente fragmento de la conversación: “C: Mira, digamos que años atrás yo creía que la madurez por todo lo que había vivido había sido muchísima y yo después miraba y yo decía “no he madurado tanto como yo creía” porque comienzan a haber falencias en algunos aspectos; pero ya en este punto, después de un año y yo te voy a decir, yo miro

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el proceso de hace más o menos 6 meses para acá con más objetividad y si me he vuelto un poco más madura, si asumo las cosas de manera como más fácil, como no soy lo que la gente quiso que yo fuera, no soy lo que mis papás me enseñaron, sino lo que realmente yo ahorita quiero, creo que eso y eso es bastante importante. T: ¿y eso lo sientes como producto del proceso? K: si, si porque cuando tú le das importancia a lo que tú piensas o a lo que tú opinas es bastante importante. Yo ya no puedo ser una marioneta y todas las veces mis papás no pueden decidir por mí o bueno mi mamá no puede decidir por mí. Yo tengo que crear un criterio ¿sí? Como “mira yo pienso de esta manera, yo estaba como años atrás de esta forma, ahora puedo pensar de esta manera” y eso ha sido parte del proceso. (Catalina, sesión 34)” Por otro lado comenta que su rol en la familia ha cambiado, que ha dejado de ser la mamá y que ha empezado a ser una hija adulta, que piensa por sí misma y que comienza a asumirse en sus responsabilidades, dejando a un lado las responsabilidades de la madre. Lo anterior se ve en el siguiente ejemplo: “C: fue como darme cuenta que pienso diferente como “oye ya no pienso por lo demás sino que me estoy cuidando a mí y me estoy tomando en cuenta, tener en cuenta lo que yo pienso y lo que yo siento, eso es bastante bonito por decirlo así ¿sí? Como pensar por uno mismo ¿Quién mejor piensa por uno mismo? ¡Uno mismo! “Catalina, sesión 34)” Refiere que su vida está bastante limitada a su familia que ahora que va a retomar la universidad, espera ampliar las esferas de su vida. Al hacer una comparación con la forma en la que se percibía al comienzo del proceso, dice que ahora las acciones que ha hecho le han demostrado que es una persona constante. Fase 6 Las narraciones que Catalina hace acerca de sí misma continúan siendo congruentes y en primera persona, incluso cuando se pone en contacto con aquellas facetas de sí misma a través de las cuales buscó resistirse al abuso y que al comienzo del proceso evadía. Para este momento del proceso ella ha retomado sus estudios universitarios y este contexto ocupan una parte importante en las narraciones que hace de sí misma y éstas hacen referencia a su éxito. Sin embargo, vuelven a tener problemas

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en el hogar y en particular con la mamá, éstos que amenazan sus narraciones de éxito y la llaman a restringir su vida nuevamente. Así mismo su artrosis ha vuelto a activarse y esta también influye en que Catalina permanezca más tiempo en casa. Al hablar de la Catalina del futuro, ella refiere que para ese momento el abuso no será un problema que estanque su vida, habrá superado su enfermedad, será profesional y será la persona orgullosa de sí misma.

En la narración sobre el problema. Todo lo que dicen las consultantes con referencia a situaciones difíciles que interfieren con su funcionamiento vital y que ellas consideran como problema. Fase 1 En la primera sesión Catalina narra cómo problema el estar pasando por un momento de crisis existencial desde que los problemas en la rodilla la llevaron a retirarse de la universidad. Dice que eso ha hecho que ella se mire a sí misma y se dé cuenta que quiere cambiar ciertas cosas en su vida, por ejemplo su dificultad para poner límites en la relaciones con otros. Para la segunda sesión Catalina trae como motivo de consulta el abuso del padrastro que se ha presentado desde hace dos años y que ella narra cómo “insinuaciones”. Relaciona el abuso con el nivel de control que él tiene sobre su vida, con la pérdida de su libertad y con dificultades en la relación con la mamá, quien perdió su confianza en Catalina, pero permaneció leal al padrastro. Catalina siente que es injusto vivir esta situación con su mamá y su padrastro y se debate entre ser leal a su familia o cuidarse a sí misma. El que ella permanezca leal a su familia, se relaciona con que se sienta responsable del abuso, por la manera en la que ha manejado la situación al mantenerlo como un secreto y por el rol central que ella desempeña en la familia como cuidadora de sus hermanos y del hogar. La carga que esta situación le genera se ha somatizado en su salud y en particular en su rodilla que debe ser operada, pero a su vez la operación le implica permanecer 6 meses en casa y esto la haría más vulnerable al abuso. Fase 2 Catalina reconoce la relación que hay entre las funciones que ella cumple en el hogar y el abuso, pues sabe que ha remplazado a la madre en sus tareas. Por lo tanto, decide marcar una diferencia en el trato con el padrastro, deja de saludarlo y de servirle

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la comida y esto desata una crisis entre ellos, que a su vez es favorecida por una crisis en la relación de pareja entre él y la madre. Su decisión y sus actuaciones la hacen sentir bien consigo misma entonces se centra en el dilema de identidad que esta situación le ha generado, pues la ha llevado a pensar que se ha dejado de lado a sí misma, para darle prioridad a las necesidades de los demás miembros de la familia y ha llegado a reconocer en ella facetas con las cuales no se siente cómoda. Reconoce que ella no está sola en su cambio y que éste también depende su familia, pero ve una solución en tomar una distancia de ellos y en darse prioridad a sí misma. Fase 3 En esta fase Catalina dice sentirse tranquila con la relación con la madre y ésta pareciera dejar de ser un problema. Narra de forma ambigua y poco coherente que su problema es haber descubierto que el hermano mayor no ha hecho el trabajo de grado y solo le queda un mes para graduarse, los problemas en la relación con el padre y las limitaciones que le genera su problema de rodilla frente a la posibilidad de iniciar un trabajo y de retomar sus estudios. Debido a que esto es un cambio drástico en el trabajo que se había hecho, al indagar noto que Catalina se encuentra muy unida a la madre y que incluso justifica su postura frente al abuso y frente al secreto, como una acción necesaria para fortalecer la relación entre ellas; esto se en el siguiente fragmento de la conversación: “T: dame un ejemplo de juicios que tú hubieras hecho y que ahora hubieras replanteado C: de mi mamá. Fui muy fuerte, fui muy dura, digamos que la primera vez que llegue aquí fue como ese “no me quiere, no sé qué pasa, nuestra relación no sirve, es como si fuera una mal elemento” T: ¿y ahora cómo lo replanteas? C: lo replanteo como una relación estable en este momento, tuvimos que vivir todo lo que hemos vivido como experiencia y como esas cosas que tienes que guardar y para fortalecer una relación, como lo es hija y madre (Catalina, sesión 12).” Al retomar su pedido de consulta, Catalina hace explícito su miedo a fracasar al tomar las riendas de su vida y lo relaciona con la condición de discapacidad en la que la sitúa su rodilla y su artrosis a la hora de retomas sus estudios o de empezar un trabajo y

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con la relación con el padre a la hora de retomar su vida afectiva. Sin embargo, más adelante reconocer que tanto su familia paterna como materna parecieran quererla alejar de su papá. La narración hacer del problema con el padre es desorganizada, poco coherente y parece ser narrada desde la voz de la mamá. Lo anterior se evidencia en el siguiente ejemplo: “T: Volviendo como a lo que estábamos me decías que sí, que la rodilla está mal y que te da miedo a fracasar ¿Cuál es el fracaso que temes? C: ¿Ahorita? T: si C: tomar las riendas de mi vida. Ya las tomé, es un avance que esté trabajando, es un avance sentirme importante en esas cosas, pero retomarla es en muchos aspectos, le decía a mi mamá “mira vengo con una percepción diferente de las cosas, no sé me cambió el paseo muchas cosas y una de esas es, retomar tú vida, pero no lo hablemos en lo económico y no en lo estudiantil, sino en la parte afectiva” mi tía toco un tema que es usshhh… es mi papá y no pude contestar a nada que me preguntó… T: pero Catalina ¿esto que te encontraste y que viste era algo diferente a lo que hubieras vivido antes con él o fue el reconocer que esa situación está ahí? C: no, no, de pronto fue como reconocerla pero ver la gravedad del asunto T: ¿Por qué es grave? C: Se maneja una superficialidad, digamos que mi mamá o mi tía me hacían pensar en qué tanto puede estar generando, porque tú lo puedes ver como muy superficial de no hablamos con mi papá y eso es normal, pero qué genera eso entre nosotros, no sé, me genera muchas cosas, muchos vacios, lo que yo te decía la vez pasada, me preguntabas mi papá porque era importante, siempre quise tener un papá, era lo que yo le decía a mi tía, (empieza a llorar) me hizo falta y fue encontrarme con que no está y no ha estado, me duele más (Catalina, sesión 12).” Fase 4 Catalina trae como problema dificultades que se le han presentado con los amigos y al unir éstas con una conversación de proceso reconocemos dos problemas: el no cambio y el que las soluciones que ha Catalina ha usado para evitar el abuso se estén

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convirtiendo en un problema en las relaciones con otros. Ella narraba al comienzo del proceso de un problema suyo era comportarse según los deseos de la otra persona, pero que esto la llevaba a ser alguien que con era ella y la hacía sentir como una marioneta de la situación. Usamos la metáfora de las máscaras y del gato de “Alicia en el país de la maravillas” para hablar acerca de su estilo relacional. “T: yo recuerdo en la segunda sesión cuando me trajiste esas cartulinas y recuerdo que no te gustaban ¿los payasos o las mascaras eran? C: si, ni los payasos ni las mascaras me gustan T: porque uno no sabe que está detrás C: si es verdad T: y resulta que uno no puede ser algo que uno no es C: si tienes toda la razón T: y yo a ti te siento tratando de ser algo que no… C: algo que no soy T: usando mascaras que no eres tú y entonces te funcionan por un rato, pero en algún momento se te caen porque no es tu cara y me pregunto ¿qué hay detrás de la máscara? Y realmente pienso Catalina que hay mucho dolor, mucha ira y mucha rabia… y no te niego que para ti sea más fácil ponerte esa mascara porque te ha tocado sobrevivir con todo esto y esa mascara es tu protección, pero ahora tú protección se está convirtiendo en tú problema. C: ¡en un problema! (Catalina, sesión 20).” Fase 5 Con la conversación colaborativa traemos a colación los problemas sobre los cuales hemos trabajado en el proceso y noto que estas narraciones, además de ser coherentes y estructuradas, en gran parte no son narradas como problemas sino como aprendizajes, además tiene un componente de autocrítica. Por ejemplo, trae a colación la dinámica familiar del secreto y reconoce como ésta ha influido en la manera en la que se ha consolidado el problema del abuso, en la forma en la que ella se relacionarse con otros desde la cautela y desconfianza y en la evitación de los problemas. Ahora Catalina narra que reconoce la diferencia entre sus pensamientos y los de su familia y valora su postura y reconoce y se responsabiliza las facetas por medio de las cuales buscó resistirse al abuso, al tener un marco desde donde interpretarlas.

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Durante esta fase del proceso, Catalina confronta a la mamá con el tema del abuso, sale del hogar y se va a vivir con su abuela y la tía. Posteriormente la madre y los hermanos llegan a vivir con ellas, pero lamentablemente unos días después fallece la abuela. El duelo de esta muerte es muy difícil para Catalina, pues con ella muere la esperanza de sentirse cuidada y de resolver muchos dilemas. Así mismo, en los días en que alcanzan a estar juntas Catalina siente construir una relación de confianza con ella, que le da fuerzas para manejar la situación en la que se encuentra. Fase 6 Catalina narra cómo problema el que el abuso haya interferido en las relaciones intimas que tiene con su pareja, pues comenta que siente un cierto desagrado, desconfianza y temor hacia el contacto físico. Relaciona esto y otros hechos con el sentirse atada al padrastro, así mismo percibe que las acciones de la mamá contribuyen a atarla aún más e influyen en que entre ellas se generen dinámicas y conversaciones que la lastiman y la hagan dudar de sí misma. Catalina comenta que no se siente respetada en su casa y que quiere cortar los vínculos que la hagan permanecer en el abuso. Los efectos de la artrosis se convierten en un motivo de consulta porque la han hecho permanecer en la casa, dice que se siente afligida por los problemas de su familia y esto amenaza con opacar los logros que ha conseguido en la universidad, pues siente perder la concentración y no ha presentado parciales. Sin embargo, el que ella este enferma ha servido para calamar las discusiones entre ella y su mamá y para que ésta la cuide y se ocupe de ella. Lo anterior se evidencia en el siguiente ejemplo: “C: Porque estos días he estado que no me quiero levantar de mi cama, es el dolor supremamente terrible y pues no me he dejado hacer las infiltraciones entonces a ellos les preocupa mucho mi estado de salud en este momento. Entonces pues hemos estado como compartiendo sin discusiones, como les dije que día, discutir no me sirve, no me hace, no me saca de esto. Entonces mis hermanos han estado muy pendientes, mi mamá ha adoptado una posición totalmente diferente. Entonces me dijo “tratemos de no pelear más, de no discutir más, es una charla pero no sé cómo abordarla” entonces yo le decía “no me lo preguntes porque hemos tratado mil veces de hablar y siempre pasa algo, siempre sucede algo, siempre están tus reproches, siempre están mis

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reproches, entonces es complejo ¿sí? Tú no sabes cómo abordar esa charla de manera que sea productiva, no destruyas de pronto lo poquito que se ha hecho”. Entonces hemos estado como en ese, como en ese margen ¿sí? Catalina quiere darle sin a las interacciones dolorosas que se presentan con su mamá y por medio de las cuales ella recibe sus reproches, sin embargo reconoce que no sabe cómo hacerlo mientras que permanezca en la situación en la que está. Esto abre la posibilidad a que Catalina considere la importancia de desertar en sus estudios y retome su éxito profesional como un camino para buscar una salida a no permanecer en esta situación que la ata.

En su marco de referencia. Todas aquellas comprensiones, explicaciones y puntos de vista que las consultantes tienen acerca de sí mismas, del problema y de la vida en general y que han cambiado como producto del proceso. Fase 1 Observo cambios determinantes en la comprensión que Catalina tiene acerca de su familia en cuanto a los miembros, las dinámicas y su rol en ésta. En la primera fase tenía una percepción bastante idealizada de su familia, la comprendía como un lugar sagrado y privado, donde la obediencia y el reconocimiento de la autoridad son importantes e incuestionables. Esto se relaciona con su participación en el mantenimiento del secreto y con la idealización de la mamá, hacia quien sentía una gran deuda por haberla cuidado y sacado adelante. Esto favorecía el que Catalina permaneciera en el rol desde el cual reemplazar a la madre y que al permanecer ahí, buscara retribuirle. Catalina comprendía el cariño de los padres hacia lo hijos como sincero e independiente a las acciones que ocurren entre éstos y en nombre de esta creencia Catalina actuaba para contribuir a su ideal de familia; cito sus palabras: “C: el cariño de papá e hija o el de mamá e hija es muy sincero, independientemente de las cosas que te hagan vivir (Catalina, sesión 2).” En la familia de Catalina hay una creencia respecto a los roles de género que determinante la ocurrencia del abuso. Se cree que la mujer es única responsable de las tareas del hogar y que su autoridad está por debajo de la del hombre. Así mismo se cree que el hombre no es responsable de sus impulsos sexuales y esto le otorga ciertos derechos sobre las mujeres y solo es responsabilidad de ellas cuidar que éste no se

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descontrole. El que prime el rol de la mujer como cuidadora por encima de la estructura familia, hace que se inviertan las jerarquías y que esta situación pone a las mujeres en condición de iguales, lo cual influye en que se relacionen desde la rivalidad, en lugar de la reciprocidad o desde la complementariedad que introduce la relación madre e hija. Hay otra creencia con relación a mi papel como terapeuta que se relaciona con el de un investigador que debe unir todas las piezas para encontrar una respuesta. El que Catalina actuara desde esta creencia, influía en el hecho de que no me compartiera ciertas cosas y que por el contrario, esperara que yo las descubriera. Fase 2 Las acciones que Catalina decide emprender la llevan a comprender la influencia de la cultura en la delimitación de su rol en el hogar, desde estos cambios. Otro cambio que se da en su marco de referencia es la comprensión de haber estado en un momento de confusión en el que se rigió pro su instinto de protección y de supervivencia. Interpretar sus conductas desde este significado genera mayor integración y bienestar en Catalina, la conecta con sus sueños y proyectos e influye en que no juzgue con tanta exigencia. Comprende su problema y su solución con relación a su familia y comienza a considerar más variables que la mantienen en el problema. Fase 3 Catalina hace un viaje a la casa de su abuela y de su tía materna con el cual busca conocer la historia de su familia, durante éste participa en dinámicas que la vuelven a situar cerca de su familia de origen y de su mamá. Consecuencia de esto es que Catalina pierda de vista las creencias que comenzamos a cuestionar y vuelve a identificarse con la historia de la madre, como si ella estuviera destinada a repetirla. Desde la creencia que hay en la familia acerca de la autoridad y desde la idealización, Catalina vuelve a respaldar a la mamá e incluso la justifica por no haber hecho nada frente al abuso. Vuelve a ratificar la importancia de su rol como mujer en la casa, comprendiéndose a sí misma a ocupar el rol de mamá que no necesita ser cuidada. Así mismo, comienza a pensar que el papá ha dejado muchos vacios en su vida y de los cuales es posible que no se reponga. Con el viaje Catalina comprende que en la familia hay un mandato que reclama el éxito en la vida de sus miembros, pero solo se reconoce el éxito cuando se es leal a la familia y a sus creencias. Fase 4

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Catalina tiene la creencia de que cuando no se cierra un ciclo se repite y reconoce que no ha hecho el cierre necesario para ser la persona que ella espera ser y para superar los problemas que estancan su vida. Así mismo, cree que su cambio está enteramente ligado al cambio de su familia y esto la ha introducido en una especie de estabilidad o de paradoja en la cual ella no tiene control sobre su vida. Al notar que las dinámicas que hay en su familia se han traspasado a otros contextos y relaciones, por ejemplo en la relación conmigo, donde Catalina actúa según la conveniencia para evitar la crisis, se abre la posibilidad de que genere un cambio por medio de la aceptación de la crisis y del dolor y en el reconocimiento de un camino por el cual puede conseguir el cambio. Fase 5 Para este momento del proceso, Catalina comprende la terapia como un espacio en el que se lleva un punto de vista diferente frente a los problemas a los cuales uno no les ve salida. Me percibe como una persona ecuánime, cálida, paciente y capaz de ponerme en sus zapatos así no haya vivido la misma situación, me recomienda seguir mi intuición y no temer abordar una pregunta o un tema cuando crea que es el momento, pues considera que en varias ocasiones deje pasar el momento en el que para ella habría sido pertinente hablar del abuso. Considera que me ha visto crecer en la forma en la que abordo los temas y percibe mi compromiso con el proceso en el hecho de que yo haya reaccionado frente al periodo en el que no se presentaron cambios y la haya confrontado. Explica los momentos de estabilidad del proceso como consecuencia del miedo que tiene a desatar una crisis y relaciona esto con el hecho de que mencione los puntos nodales del problema en los últimos 10 minutos de la consulta. Desde su punto de vista, la mayor parte del trabajo le corresponde a ella y piensa que si no evolución es responsabilidad de ella. Al hacer una mirada al proceso, dice que en su comprensión ella ha madurado. Comprende qué si quiere estar mejor debe tomar sus responsabilidades y que el rol que ella tenía en su casa fue lo que dispuso las condiciones para que se diera el abuso. Explica que el cambio en sus comprensiones ha generado un cambio en sus emociones, por ejemplo comprende la relación que hay entre su artrosis y el manejo que ella le da a sus emociones. Catalina narra que ahora comprende que tiene derecho a equivocarse y que es imposible pretender controlarlo todo y reconoce que comprender

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sus actuaciones desde su intento de evitar el abuso o desde la metáfora de la supervivencia, le ha servido para encontrarles un sentido y entonces aprender de ellas. Cito las palabras de Catalina para hacer referencia a lo mencionado anteriormente. “C: Yo creo que si todo fuera tan perfecto en esta vida pues nada tendría sentido, afortunadamente tengo cantidad de problemas ¿no? (lo dice en un sentido irónico y jocoso). Me siento afortunada por eso porque pues en muchos puntos creses como persona, en muchas cosas tú ves que tú crecimiento ha sido bastante amplio, como en otro que también dices “no tengo derecho a equivocarme”, otro sentido de vida que le he dado es que también tengo derecho a equivocarme, no me puedo culpar de todo, no puedo predecir absolutamente todo, yo antes si movía esto entonces tenía que pensar en diez mil opciones. No, yo también tengo derecho a equivocarme, no lo hago intencional, es algo que tiene que suceder… y ¿cómo era que le decías tú? ¿Sentido de supervivencia? Esa supervivencia me ha llevado a hacer cosas con las cuales no he estado totalmente de acuerdo, pero ahora que empiezan a tomar sentido las entiendo de forma diferente, entonces ese sentido es comprender esas situaciones, aprender de ellas y continuar, no puedo retroceder (Catalina, sesión 34).” Catalina dice que cuando llego a la terapia estaba en un 0 en un escala de 1 a 10 y que para ese momento del proceso, se encuentra en un 6 y que sabría que está en un número más alto cuando el dolor que se siente se haya transformado en otra algo sólido que le sea útil para continuar. Fase 6 Para Catalina es una ventaja que tengamos la misma edad para hablar del abuso, pues en su experiencia, cuando lo ha hecho con personas mayores se ha sentido juzgada. Hace referencia a que comprenderse a sí misma y sus comportamientos desde su intención de cuidarse y protegerse le ha servido para no relacionarse con su familia desde la culpa, sentirse mejor consigo misma y para sumir una postura más clara frente a su padrastro y a su mamá. Lo anterior se evidencia en el siguiente fragmento: “C: No es un sentimiento de culpa, porque la vida me ha mostrado que he tomado las mejores decisiones que he podido tomar hasta éste momento, es lo que debía hacer o lo que yo creí que debía ser ¿Si me entiendes? Precisamente

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porque a mí me habían enseñado unas cosas, porque yo las había asimilado de esa manera (Catalina, sesión 38).” Así mismo se basa en el valor del respeto para mediar sus relaciones y con base en esto reconoce la responsabilidad de la mamá en esta situación. Al remitirnos al futuro, Catalina comprende que enfocarse en su carrera es una forma de superar el dilema del éxito que le planea su familia, reconoce que cuando la haya terminado, estará en un lugar diferente para hablar con su mamá sobre el abuso y tendrá otras herramientas para salir de las dinámicas que le generan daño y que contribuyen a desdibujar su papel en su familia. “C: Pasa en todo lado, pasa en toda familia cuando tú no tienes nada, cuando no has logrado construir nada, cuando tú vida ha pasado por ciertos altibajos, comienza lo que te decía, a desdibujarse tú papel, entonces tener una conversación ahorita no es algo que sea útil en este momento, ya teniéndola con mi grado y a 5 años más o menos, es totalmente diferente el escenario (Catalina, sesión 39). En el intento de lograr este propósito, Catalina reconoce que la artrosis introduce estabilidad en las relaciones con su familia, pero que ésta solo es momentánea y que nada saca siguiendo el consejo de su madre de retirarse de la universidad, si después se lo va a reprochar y si esto le quita grados de libertad en su vida. Por otro lado reconoce que no hay momento perfecto para enfrentar las crisis o para tomar decisiones y que empezar a actuar es una forma de hacer los momentos más o menos adecuados. Lo anterior se evidencia en el siguiente fragmento: “C. Mi mamá me decía “tómate el tiempo para recuperarte”. Y yo le decía “si me tomo el tiempo para recuperarme voy a pasar toda la vida esperando el momento perfecto para terminar la universidad, esperando una enfermedad que no se va a curar, es un artrosis degenerativa, es algo que tengo que aprender a vivir con ella, simplemente que ahora es una fase en la que afecta todas las articulaciones.” Pero yo sé que lo voy a lograr. Finalmente comprende una forma de funcionamiento en la que justifica sus acciones para evitar mirarse a sí misma, al igual que evitar decir lo que piensa para no tener conflictos; lo cual es opuesto a su comprensión sobre el amor, según la cual implica decir lo que se piensa. Esto se ve en el siguiente fragmento:

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“T: ¿Te molesta que te diga eso? C: no me molesta que me digas eso, me molesta ACEPTARTELO (enfatizando en la palabra) ¿sí? Que tienes la razón, porque yo siempre creo que tengo la razón ¿sí? Siempre justifico mis acciones, de pronto ese es mi punto débil, yo nunca digo las cosas, yo soy de las personas que las guardo… Yo siempre he pensando que le amar está en decir las cosas… pero no lo practico (Milagros, sesión 39).”

En sus emociones. Es el conjunto de narraciones en las que las consultantes manifiestan directa o indirectamente sus emociones, así como todas aquellas expresiones no verbales que son comprendidas por la terapeuta como manifestación de sus emociones. Fase 1 Catalina es una mujer alegre, dinámica y con un humor bastante irónico, es más lo que la he visto reír que lo que ha he visto llorar en el proceso, pero cuando llora, pareciera esforzarse para que sus lagrimas no salgan, se le entrecorta la respiración y pareciera ser más el aire que guarda que el que exhala, por lo que también pierde su voz. Al comienzo del proceso Catalina refiere estar cansa y sentirse presionada, es evidente que está molesta con el padrastro y que siente rabia a él, le ofusca que la controle y que la cele. Se siente decepcionada de ambos padres y sola en el deseo de salir de este problema. En su narración da la sensación sentirse atrapada y de estar evitando algo que teme. Cuando habla acerca del abuso llora y al terminar me dice que se siente descansada, pues no lo había hablado con nadie desde que ocurrió, comenta que se siente impotente por no haber podido manejar la situación de una forma diferente y dice que siente temor de que al final su mamá decida quedarse con él y todo lo que ella ha hecho no valga la pena. Fase 2 En la tercera sesión es evidente que Catalina se siente orgullo de su decisión y de sus acciones y habla con mucha seguridad, comenta que antes se sentía incomoda con ella misma, se ríe con entusiasmo. Habla de haber retomado la esperanza en su vida y de sentirse fuerte para enfrentar lo que venga. Esta es una sesión muy emotiva en la que yo

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le comparto que me siento bien con ella y es evidente que ella se siente bien conmigo y podría decir que esta sensación fue una constante en las siguientes sesiones. Fase 3 Esta fase comienza con la sesión número 12, donde noto que Catalina tiene otro semblante, esta desanimada, habla despacio, sus ojos apenas están abiertos y casi ni vocaliza. Entra al consultorio cojeando y es muy poco lo que se mueve estando en su asiento. En general esta es una sesión en la que Catalina llora mucho y alterna con mucha facilidad en sus estados de ánimo. Durante esta fase con frecuencia la sentí ofuscada, como si no se sintiera comprendida, no la sentía conectada conmigo y en ocasiones percibía que intentaba defenderse, llegando a hacer comentario confusos con un tomo sarcástico. Al hablar sobre el dilema del éxito y del fracaso llora y se ve asustada, en seguida hace alusión a su rodilla y pareciera estar a punto de rendirse y sentirse sin salida. Fase 4 Esta fase comienza con Catalina sintiéndose molesta conmigo, es fuerte en sus comentarios e incluso hiriente, esto para mí representa un cambio, ya que en general yo la comprendía como una mujer complaciente y amable. Busca defenderse y argumentar, pero en la medida que avanza parece estar de acuerdo con lo que le digo sin que esto implique dejar de sentirse molesta. Yo termino la sesión número veinte de forma cortante y al salir de los consultorios ella golpea la puerta, es evidente que está molesta, sin embargo durante la semana llama a reprogramar la cita y en adelante siento que vuelve a sentirse bien conmigo. Desde este momento comienzo a notar que ella y yo tenemos muchos movimientos en espejo que dan cuenta de nuestra conexión en la conversación. Fase 5 La fase 5 comienza con la conversación colaborativa, éste en particular es una sesión muy amena en la que Catalina ríe mucho, se ve tranquila, como si estuviera pasando un buen e interesa por participar en la investigación. Al hacer un recorrido del proceso, Catalina refiere que desde la primera sesión sintió empatía conmigo y que en particular le gustó que hiciera alusión a aspectos míos desde los cuales podía identificarme con ella. Habla de nuestro proceso como una

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experiencia de momentos altos y bajos en la que hemos trabajado juntas para sortear las diferentes situaciones, como se ve en la siguiente descripción de Catalina: “C: Entonces hubo como una conexión por ese lado “y tiene un hermanos que se llama Federico igual que el mío”. Entonces hay conexiones y por ese lado… Entonces yo le decía, fue una experiencia total de confiar en alguien que no conocía, que es un saludo y bueno, tú vienes a preguntarme o vienes a contarme, entonces, toda esa experiencia. Ella me ha venido ayudando, hemos tenido como esos altibajos, hay momentos donde yo misma como que me quedo ahí y no me muevo ni para atrás ni para adelante y en algún momento lo hablamos y fue “ve y piensas las cosas y cuando te sientas lista vuelves” y pues hemos como sabido sortear esas situaciones... No sabía con que me iba a encontrar, venía como con muchos miedos, o muchos interrogantes, igual cuando salí me caíste bien, entonces yo dije, creo que aquí es, un buen comienzo (Catalina, sesión 34).” Así mismo, Catalina dice que se ha sentido escuchada y reconocida durante el proceso, sin embargo, en vi que ella sintiera esto, refiere que se siente agradecida por el proceso y los cambios logreados y que en general, se siente satisfecha con el proceso. A propósito de la confianza, Catalina comenta que para ella un logro haber confiado en una mujer y haberse mantenido constante en esta relación. Dice que aunque durante el proceso ha ido descansando y soltando cargas, siento que todavía tiene mucho dolor guardado y que piensa que es necesario tocarlo. Aunque Catalina hace referencia que es una mujer fuerte a quien no le gusta llorar para no mostrarse débil, al hacer una mirada de proceso noto que si han sido varias las sesiones en que ha llorado. Refiere que con el ejemplo de su madre, aprendió a guardarse sus sentimientos para evitar crisis y confrontaciones, desde la creencia que más adelante habrá un momento mejor para expresarlos; de esta forma ella ha dejado de considerar sus emociones como un referente útil de su experiencia. Fase 6 Aunque Catalina no lo dice abiertamente, al revisar las sesiones siento como si ella se sintiera cuestionada y tuviera que defenderse y frustrada por no sentirse comprendida. Por otro lado esta fase del proceso comienza con el reconocimiento de frustración e ira hacia la madre, por sentir no tener la posibilidad de actuar bien y por no recibir nada de ella, es como si el escenario estuviera dispuesto para que Catalina se

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equivocara. Lo anterior se evidencia en el siguiente fragmento de la conversación acerca de la mamá: “C: Hay un sentimiento de frustración, es un sentimiento más que frustración más una decepción. Ella me dio unas herramientas, Ok, yo las aprendí y las utilicé en su momento y me fueron útiles en un momento. Ni tan… Pues ni tan útiles. Porque si tú miras, me llevó a otros escenarios y me llevó a otras confusiones y a otros enredos. ¡Pero bueno! En su momento sirvieron (voz baja) Y ver que ella me da unas herramientas y después llega a juzgar por las cosas que yo hago ¿Sí? Y es en ese momento T: ¡Da rabia! C: Es esa ira, es ese sentimiento de “¡oye definitivamente no te entiendo! No sé qué hacer ¡tú me das cosas, me quitas cosas, me pides cosas!” Todo es en son de pedirme, pero nunca me da nada (tono de tristeza) Nunca yo he podio decir en todo ese tiempo, “me dio esto o me dijo esto que me sirvió”, porque no (habla con resignación) (Catalina, sesión 38).” Después de que Catalina ha reconocido que para ella es difícil aceptar la crisis y de reconocer el correlato que hay entre su artrosis y sus emociones, ella comienza a enfermarse hasta el punto de no presentar parciales y pensar en retirarse de la universidad. Nuevamente vuelve a moverse desde la evitación de la crisis e introduce estabilidad en su familia en el momento en el que se activa la enfermedad; como se ve a continuación: “C: En estos días he estado que no me quiero levantar de mi cama, es el dolor supremamente terrible y pues no me he dejado hacer las infiltraciones entonces a ellos les preocupa mucho mi estado de salud en este momento. Entonces pues hemos estado como compartiendo sin discusiones, como les dije que día, discutir no me sirve, no me hace, no me saca de esto (Catalina, sesión 39).” Catalina refiere sentirse derrotada y sin salida y comenta que en el fondo de esta situación hay un gran temor de perder a su madre y reconoce que esto la distrae de la universidad y le impide concentrarse. Al hablar sobre este tema llora y es evidente su miedo y dolor. En esta fase pasan dos cosas importantes, encontramos esperanza en la conexión con el futuro cuando Catalina sea leal a sí misma y logre terminar la universidad y con esto

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estar en otro lugar para transformar la situación con la madre. La segunda situación a la que me refiero es la comprensión y la aceptación de Catalina de cómo al guardar lo que siente y aplazar la crisis y enfermarse es una forma de ella de quedarse con la razón y ganar un “round” que más adelante la podrá nuevamente en una condición desfavorable. Refiere que está abrumada, cansada y agotada.

En sus acciones. Son los reportes que dan las consultantes acerca de sus acciones en su cotidianeidad con referencia a los problemas motivo de consulta. De igual manera se incluyen en esta categoría las observaciones de la terapeuta respecto a los cambios en las consultantes. Fase 1 En esta fase se destacan las acciones de evitación como una forma de Catalina de hacer frente al abuso. Así mismo está dentro de sus acciones aquellas que corresponden al rol de la madre. Fase 2 Esta fase comienza con las acciones que emprende Catalina para delimitar la relación con el padrastro, ella decide no hablarle y por actuar de forma coherente con lo que ella piensa. Lo anterior se ve en el siguiente fragmento de la conversación: “C: Yo pensé y opte por no hablarle Ana María, ni el saludo, ni buenas noches, ni buenos días, nada. Usted por su lado y yo por el mío. Y no lo tomó muy bien Ana María (Catalina, sesión 3).” Fase 3 En esta fase, en su intento de comprender su situación, Catalina decide viajar a la ciudad donde vive la familia materna para indagar su historia. Este viaje reactiva su lealtad hacia la madre, por lo que retoma el repertorio de acciones que le corresponden a ella y en cuanto a sí misma, vuelve a la inactividad y a permanecer en casa cuando se le activa la artrosis. Para este momento la evitación como mecanismo de afrontamiento vuelve a ser una solución. Fase 4 La principal acción es el no cambio y la actividad. Al reconocer esto, viene la confrontación y posteriormente el cambio. La acción más importante que está dentro de este grupo de cambios es la conversación que Catalina tiene con su mamá, en la cual

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hablan abiertamente del abuso y con la cual Catalina le comunica que ha decidido irse de casa a vivir con su abuela y su tía. Más adelante en el proceso, la mamá de Catalina y sus hermanos van a vivir con ellas y después ocurre la muerte de la abuela. Fase 5 Durante esta fase Catalina retoma sus estudios y comienza a tener muchos éxitos académicos que requieren que ella dedique más tiempo a ella misma y a las labores propias del ciclo vital. Frete a esta situación sobreviene una crisis con la madre que coincide con la reactivación de la artrosis de Catalina y por lo tanto, con el regreso a un estado de inactividad. Más adelante Catalina vuelve a retomar sus es estudios y logra terminar el semestre. Transversal a esto se continúa continua dando cada vez más confrontaciones conmigo que también dan cuenta de un cambio en la forma de manejar los problemas.

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8.2. Anexo 2 Proceso 1. Milagros

Cambios en la consultante Agrupa las narraciones en las cuales las consultantes hacen referencia a sí mismas, al problema, a sus emociones, comprensiones y acciones. En la narración sobre sí misma. Se refiere a las narraciones en las cuales las consultantes describen su identidad. Fase 1 En la primera sesión en la presentación que Milagros hace de sí misma, se describe desde sus títulos profesionales como docente y se narra como una mujer académica, intelectual, cumplidora de su trabajo, deportista y a quien le gusta viajar y pasar tiempo con sus amigos. En sus narraciones se hace evidente que es una persona con vocación de servicio, que disfruta de trabajos en los cuales puede estar en contacto permanente con personas y ayudarlas. Respecto a su rol en la familia, se describe como consentida, sensible, cercana a la madre y con dificultad para separase de ella. La descripción anterior se evidencia en la siguiente narración de Milagros: “C: pues que te digo, siempre fui la consentida de la casa, muy apegada a mi mamá, demasiado, difícil digamos la situación de separación y más ahorita de pérdida, muy difícil, hmm… digamos que muy consagrada a mis estudios, a mi trabajo, a mis deportes, a mis amigos. (Milagros, sesión 1)” En esta primera fase del proceso, las narraciones de Milagros sobre sí misma se encuentran entremezcladas con las narraciones acerca de su familia de origen y en particular aquellas que se refieren problemas como “crisis” emocionales y violencia intrafamiliar. Así mismo relaciona la historia de violencia con el narrarse como una mujer cuidadora y conciliadora. La descripción anterior se evidencia en la siguiente conversación de Milagros con la terapeuta acerca de la relación entre su historia personal y su historia familiar: “C: (haciendo referencia a la madre) que había tenido crisis depresivas, había estado medicada, en mi familia también, mi abuela también. Históricamente ha sido algo que se repetía e históricamente en la línea de violencia familiar se ha

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repetido de mis abuelos a mis papás. Eh… yo soy una persona demasiado sensible a esas cosas, a mi me levantan la voz e inmediatamente yo reacciono. T: ¿cómo reaccionas? C: depende, si la agresión es conmigo inmediatamente respondo, pero si es ante otros entonces trato de proteger a la persona que están agrediendo T ¿y tú protegías a tú mamá? C: muchísimo T: ¿cómo la protegías? C: confrontando a mi papá T: ¿desde qué edad lo hacías? C: ya mayor yo creo, porque antes era el miedo y el susto, entonces me escondía y también en la casa como que yo trate de ser la conciliadora, entonces cuando había problemas los sentaba a los dos y trataba de que llegaran a un dialogo y mucho tiempo lo intenté y de alguna manera ayudaba pero… (Milagros, sesión 1)” Milagros se describe como una persona que ha perdido las expectativas sobre la vida y que va a la deriva tomando lo que se le presente; tal y como se evidencia en la siguiente conversación sobre sus exceptivas: “C: yo antes era como muy pendiente de lo que podía pasar ¿no? Pero ahora dije no, lo que pase pasará y ya T: ¿y ese antes era cuando? C: en los otros trabajos que tenía. Por lo menos cuando apareció lo de Cali para mí fue, pues si apareció fue por algo y bueno hagámoslo, estaba entusiasmada, el cambio de ciudad y eso, pero ahorita no, es como la cuestión de bueno si apareció y ya… o que… si aparece es para uno y ya. (Milagros, sesión 7)” Al hacer referencia al proceso que ha vivido, Milagros se narra como una persona que ha cambiado en su forma de ser, que antes era sociable, conversadora y amena, pero que ahora se ha convertido en una persona callada y retraída. Se narra como una mujer que está destruida por dentro y que ella misma debe reconstruirse desde adentro para lograr un cambio con su entorno. En las narraciones sobre sí misma, las

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voces de sus familiares tienen más peso que la de ella y en particular en lo que se refiere a su recuperación. Lo anterior se evidencia en el siguiente ejemplo: “C: si como el hecho de pensar de que yo me vaya a otro sitio sola, mi papá y mi hermana frente a la cuestión de lo que paso en Santa Marta no quisieran que volviera a pasar, porque es propenso de que vuelva a pasar T: si te entiendo bien, tendrías que recuperarte emocionalmente para que se sientan tranquilos de que tú te vayas. C: si eso es lo que de una manera u otra me frena acá ¿no? T: mmmhhh…. C: el que yo pueda decirles con seguridad que “me siento mejor” o “estoy mejor” T: mmm… C: mi hermana cada vez me pregunta, por lo menos cuando me encuentro con mis amigos “¿y cómo la ven ellos?” T: ¿y cómo te ven tus amigos? C: ¡Bien! T: (me río) C: ellos no son tan preocupados como mi familia T: aja C: entonces… T: ¿y cómo te sientes tú? Porque, nuevamente, y yo veo y pienso en nuestros objetivos, a mi me importa MUCHO como tú te veas, como tú te sientas, como tú… como tú autorreferencia de tú proceso y pienso que ese es mejor termómetro, que más que tus amigos, que más que tus hermanas, que tu papá, que… ¡que yo! ¿Cómo te has sentido tú? C: pues yo tengo días, como todos creo yo T: si como todos (riendo un poquito) C: pero pues son situaciones que la gente no entiende, porque cada uno vive su proceso en forma distinta ¿no? (Milagros, sesión 7)” Con esta narración Milagros empieza a normalizar su situación y para el final de la séptima sesión, comienza a narrarse como una persona que ha aprendido de la

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experiencia vivida y con esto pareciera abrir la puerta a la pregunta por su fuerza y capacidad para superar esta situación. Fase 2 Con esta fase del proceso se genera un cambio drástico en la forma en que Milagros se narra a sí misma, ahora hace referencia a su capacidad de actuar sobre su vida y su bienestar. Milagros comienza a narrarse como si estuviera en un proceso de cambio que desea asumir y con el cual empieza a valorar y a disfrutar más su vida y a sentirse mejor consigo misma. En este momento del proceso Milagros empieza a ponerse en contacto con aspectos de su vida y de su forma de ser que ella valora y que antes eran opacados por el problema. Por ejemplo, Milagros se vuelve a narrar como una persona sociable, activa y que se interesa por los otros, que ha salido del confinamiento en el que estaba, que vuelve a tener expectativas y a hacer planes para su futuro. Lo anterior se evidencia en la siguiente respuesta cuando le pregunto por los efectos que han ocurrido en su vida a partir de los cambios que ha hecho en su rutina: “C: expectativas. Ya entonces empiezo como a ver que hay posibilidades de proyectarme a cosas más adelante, saber que tengo cosas que hacer la próxima semana, cosas que me llaman la tención, que antes era “me toca hacerlas”, ahora le hayo un sentido de voy a hacerlas porque me gusta hacerlas… y sentirse bien con esos cambios, que antes me asustaban… Digamos que lo que te dije, ese trabajo interior, no sentirme como todo el tiempo ehm… frustrada, en cuanto a que no podía asumir el cambiar. Yo por lo menos en el colegio o en los colegios que he estado siempre la percepción que tenían de Milagros era la de una mujer seria o de mal genio, me dicen que soy muy estricta, pero empezar a combinar eso con una parte emocional es el cambio que estoy sintiendo ahora. Entonces no dejo ser seria, no dejo de ser estricta, pero estoy más cercana a ellos en cuanto a lo que de una u otra manera les hace falta. Hoy en día los niños, la parte afectiva es más importante que la parte académica y en este colegio hay posibilidad de hacer eso, de no darle tanta prioridad a la parte académica como a la parte afectiva y aunque me toca un trabajo muy dispendioso para llegar y regresar, el colegio me está brindando eso. Que antes lo veía como “no hay más opciones” “si hay más opciones”… y lo estoy

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construyendo, no es algo que tengo que hacer obligatoriamente, sino es algo que quiero hacer. (Milagros, sesión 8)” Los cambios que observo en las narraciones de sí misma de Milagros se mantiene en las siguientes sesiones, en las cuales ella continúa narrándose como una mujer que aunque esté pasando por una etapa de duelo o tenga dificultades, es capaz de superarlas. Así mismo, Milagros comienza a narrarse como una mujer con capacidad de auto observación, que reconoce su parte en las interacciones en las que participa y que tiene recursos para soluciones sus problemas. Lo anterior se evidencia en la siguiente narración: “C: me di cuenta que todo parte de mí y ahora pienso que yo puedo bajar la cabeza y creo que él se dio cuenta de que si se lo estaba tomando personal. T: bueno el que esto haya tenido un cambio ¿qué te dice de ti y del proceso? C: que creo que voy por el buen camino, no voy a tomar la decisión drástica de decir no más, no le doy la razón, sino que estoy como, precisamente mirando qué reacción produzco en él y cómo puedo reaccionar frente a lo que a lo que me dice. Por ejemplo ya tuvimos una situación difícil y lo resolvimos de una forma diferente. (Milagros, sesión 10)” Fase 3 Con la conversación colaborativa comienza la tercera fase del proceso de Milagros, en esta sesión reseña como constante en las narraciones de sí misma el considerase una mujer observadora, medida y metódica y nunca haber estado dispuesta a narrarse a sí misma como “loca” o como “mentalmente inestable”. Con base en esto y al hacer una comparación con el inicio del proceso, Milagros refiere un cambio en la narración que ella hace de sí misma respecto a su forma de vivir en el mundo, de relacionarse con los otros y consigo misma. Antes se narraba como una mujer débil, que debía esconderse para que no le hicieran daño y que temía a los cambios. En esta conversación, Milagros refiere que se ha fortalecido y que ya no teme mostrar sus dificultades, que está dispuesta a aceptarlas y a superarlas. Hay una palabra determinante del cambio en las narraciones que Milagros hace de sí misma y es la aceptación. Ahora Milagros se narra como una persona que acepta lo que ocurre en su vida, que se equivoca, que tiene necesidades, limitaciones y lo más importante, que acepta y reconoce a otros en sus diferencias. Así mismo, ahora se narra

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como una mujer que se escucha, que se valora a sí misma, que valora los hechos que ocurren en su vida, que confía en sus recursos, que tiene el control sobre sus emociones y que enfrenta la vida con una postura optimista. Lo anterior se evidencia en la siguiente narración de Milagros: “C: Yo creo que una de las cosas que aprendí aquí fue escucharme a mí mismas ¿sí? Yo siempre he considerado que soy muy buena para escuchar, pero siempre hacia los demás. Todo el mundo a mí siempre me llegaba a contarme sus cosas y yo tenía una visión de “bueno, hay que ser optimista, hay que salir de problema” pero nunca lo hacía conmigo. Conmigo era siempre pesimista, entonces aprenderme a escuchar, eso fue muy importante. Eh… a valorarme por ejemplo, mi autoestima estaba muy bajita, yo lo decía si yo tengo, he tenido muchas experiencias laborales, he tenido muchas posibilidades, he tenido muchas oportunidades, pero como que siempre las perdía, entonces me cuestionaba muy duro y aprendí a manejar las cosas en el sentido de que si no es, no es y ya, simplemente pasará y hay que seguir… Digamos que no soy tan emotiva ahora, ¿sí? Sigo sintiendo muchísimas cosas, sigo emocionándome con cosas sencillas y simples, pero no soy como tan obsesiva con eso. La parte emocional, porque, de un u otra manera por eso creo que dentro del proceso de psiquiatría había la parte bipolar, que pensaban… hasta ahorita no sé cómo va eso, pero bueno…

Pero la cuestión era esa, como decir otra vez, como

motivarme a hacer las cosas que había dejado de hacer, como volver a leer, como buscar una forma de organizarme, porque ese realmente es mi problema más difícil ahorita, el hacer que mi tiempo rinda, ser efectiva, entonces eso, como empezar a buscar “oiga necesito apoyo en eso términos y no solamente yo lo puedo hacer” que siempre era “yo si puedo, yo si puedo, yo si puedo” y cuando estaba hasta aquí (tocándose la cabeza) entonces todo se iba al piso. Entonces dejarme ayudar, eso ha sido como parte de ese proceso también (Milagros, sesión 13).” Al final de la conversación colaborativa, Milagros se narra a sí misma en un proceso de maduración y de crecimiento. En la sesión número catorce se amplían las narraciones sobre sí misma cuando comparte conmigo su orientación sexual y su vida

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de pareja y desde ahí, narra como una mujer detallista y muy dedicada en sus relaciones y dependiente. Fase 4 La cuarta fase del proceso comienza al final de la sesión 19 cuando narrarse a sí misma desde un proceso de crecimiento y maduración evita que se sigan introduciendo reflexiones a la terapia, pues sirve como excusa para no aceptar ciertos cuestionamientos. En la sesión 20 Milagros se narra a sí misma como víctima de un momento de crisis, en el que todos en su familia están alterados y ella desde su vocación de servicio quiere ayudarlos, así esto implique hacer más de lo que está en sus manos. Las situaciones que vive con su familia, influyen en que vuelva a narrase como una mujer sensible, que sabe escuchar y que por lo tanto debe hacerlo, que es muy cercana a las necesidades de su familia, hasta el punto de convertirse en blanco de las explosiones de sus miembros y depositaria de sus tristezas. Es determinante de estas acciones, las narraciones de Milagros acerca de su papel como cuidadora, pues esto la lleva a ocupar en su hogar el rol del paño de lágrimas y embarcarse que la llevan a ser percibida como “invalida”. En este punto del proceso, nuevamente ha cobrado fuerza la voz de su familia en las narraciones que Milagros hace de sí misma, pero no de la misma forma que al comienzo del proceso. En todo caso, el que la familia la narre como invalida, alcanza a tener un efecto en sus emociones. Lo anterior se evidencia en el siguiente fragmento: “C: ¡triste! Me duele, me duele porque me ven como una persona invalida y yo odio eso, les he dicho “a mí no me digan pobrecita” y me molesta… y a veces siento un poquito de resentimiento con eso, pero se ve también que se tenían que liberar de muchas cosas, lamentablemente yo soy una persona para escuchar y digo lamentablemente porque ellos buscan siempre desahogarse conmigo, cada uno por su lado… El problema es que yo sea la que esté tratando de solucionar porque me ven como “Milagros no puede con esto, ella no tiene la capacidad económica, no tiene cómo salir adelante y nos va a meter en problemas (Milagros, sesión 20).”

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En la narración sobre el problema. Todo lo que narran las consultantes con referencia a situaciones difíciles que interfieren con su funcionamiento vital y que ellas consideran como problema. Fase 1 En la primera fase del proceso, Milagros narra cómo problemas sentir que no puede resolver sus problemas por sí misma y que no tiene ningún control sobre su vida; la muerte de su madre hace tres meses con quien tenía una relación muy cercana y que ha significado una gran pérdida en su vida; la ruptura de tres relaciones importantes de pareja y de amigos; su traslado a Bogotá y con éste el regreso al hogar a vivir con su padre con quien tiene una relación distante; el confinamiento en su hogar, del cual no quiere salir ni actuar, pero que su vez le genera malestar y la hace sentirse sola; su enfermedad, que la limita en sus desplazamientos y que la limita a estar más tiempo en su casa; y el haber perdido las expectativas frente a su vida. Así mismo, trae a colación en la narración del problema un episodio psicótico que tuvo cuando vivió en Cali dos años antes de iniciar el proceso. Respecto a éste, observo que Milagros entremezcla su narración con la narración que la madre le confesó recién ella tuvo el episodio. Lo anterior se evidencia en el siguiente fragmento de la conversación: “C: Cuando mi mamá viajo a Cali precisamente por el episodio psicótico ella me contó muchas cosas T: ¿Qué te contó? C: Que había tenido crisis depresivas, había estado medicada, en mi familia también, mi abuela también. Históricamente ha sido algo que se repetía e históricamente en la línea de violencia familia se ha repetido de mis abuelos a mis papás… Lo difícil para mí era como en el sentido histórico o que eso era genético entonces yo decía, entonces yo ya estoy sentenciada a que tengo eso por herencia. T: ¿y tú qué opinas de eso? C: en ese momento era para mí bastante difícil aceptarlo, pero son cosas que en este momento yo estoy revaluando… T: mmm…. ¿y qué te hace revaluarlo?

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C: lecturas, conversaciones, la psicóloga por la cual llegué acá estuvo hablando conmigo de eso… T: ¿y qué te han dicho? C: que básicamente no es que tenga que serlo porque mi familia, mi mamá o mi abuela lo fueron. Eh, pues creo que el desarrollo individual de cada persona marca su desarrollo me imagino… pero… en ese momento si me afecto muchísimo, yo estaba muy sensible y todo lo que me decían me lo creía… (Milagros, sesión 1).” Respecto a la muerte de la madre, Milagros narra cómo problema el duelo y los cambios que sobrevinieron en su vida y en su familia a raíz de ésta. Como por ejemplo su traslado a Bogotá, que narra como una decisión más familiar que propia; su ingreso a un estado de confinamiento, que ella narra como un estado de encierro, inactividad y falta de expectativas frente a la vida; y la activación de su artritis inflamatoria. Para describir la situación inicial de Milagros tomaré como ejemplo sus palabras en la siguiente conversación al inicio de la sesión: “C: estoy sin trabajo, estoy muy quieta, yo era un persona demasiado activa y llevo tres meses confinada (se ríe irónicamente) eso ha sido lo más difícil (lo dice con la voz entre cortada y sus ojos se aguan) además en una ciudad pues que ya para mi es diferentes. T: confinada… C: confinada ja… T: ¿Cómo lo defines? C: digamos que muy encerrada, muy separada como alejada de todo el mundo (pausa), casi no hablo con nadie, ehm… pues yo siempre he sido una persona muy activa a nivel tanto académico como deportivo, entonces ninguna de las dos cosas (con voz quebrada) lo más difícil ha sido eso (llorando) y pues no tener ganas de hacer nada. T: ¿hace cuando empezó este confinamiento? C: tres meses, desde que mi mamá murió C: yo en Cali era el extremo, no me podía quedar quieta T: aja

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C: entonces hacía demasiado deporte, yo me bajé de peso muchísimo, precisamente porque no me quedaba quieta T: aja C: En cambio aquí llegué y es completamente lo contrario, entonces me preocupa porque de todas maneras yo no soy así y no puedo estar todo el tiempo cambiando de un extremo a otro. T: ¿antes en tú historia ya había pasado que te movieras en estos extremos? ¿O es la primera vez que notas esta polaridad? C: no, yo tuve una situación… Antes de irme a Cali tuve que regresar a Bogotá y entré como en el mismo estado pero fue por salud. T: ¿y qué problemas de salud tuviste? C: tuve una crisis de artritis, es una artritis inflamatoria, que se me desarrolló o se manifestó cuando me fui a vivir a Chía por el frio, por eso fue también las condiciones de cambiarme a Cali. Estuve en cama bastante tiempo, pero ya por una cuestión muscular. También fue muy difícil, porque fue… siempre lo relaciono con el retornó a la casa, retorno a Bogotá, es decir, yo llegó acá y (pausa) y me paraliza. (Milagros, sesión 1).” Milagros vivir sola con su padre y narra cómo problema tener una relación distante él, el hecho de que ambos estén elaborando el duelo que no sepan como ayudarse mutuamente. Milagros narra que la relación de pareja de los padres fue conflictiva con episodios de violencia y que ella, al estar tan cerca a la madre, solía sobre involucrarse en estas dinámicas que a su vez la situaban más lejos del padre. Al traer la voz de su hermana más cercana en la consideración de aquello que le genera malestar, se hace evidente otro elemento, a saber su estilo de afrontamiento. Milagros reconoce que la manera en la que ha afrontado las dificultades en el pasado es evitándolas a través del encierro o postergando los enfrentamientos. Las narraciones acerca del problema se mantienen más o menos estables hasta la cuarta sesión, cuando Milagros consigue un empleo como docente en un colegio privado y esto contribuye a que ella salga del confinamiento, pero estas salidas no contribuyen de forma significativa en su experiencia subjetiva de bienestar. Ella sigue permaneciendo en un estado de tristeza y encierro y narra como su principal problema el no tener expectativas frente a su vida.

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Milagros narra su problema como un estado de destrucción interna y afirma que para salir de éste debe iniciar un proceso de reconstrucción desde su interior. La narración acerca del problema está ampliamente influida por la creencia acerca de cómo debe vivir este momento de crisis, así mismo observo como la narración sobre el problema se entremezcla con la narración sobre sí misma y empaña su identidad. Lo anterior se evidencia en el siguiente fragmento de la conversación: “C: Lo que pasa es que lo que te digo, en este momento estoy pasando por un momento en que tengo que reconfortarme desde adentro, entonces eh… las cosas que están, están… T: como en “standby” C: sí y necesito que estén así porque no puedo tomar decisiones a la ligera… Para mí es un proceso de bastante de soledad creo yo, que tengo que aislarme y tengo sentir, tengo que sufrir, tengo… de una manera tengo que ser consciente de que, que estoy viva y eso no es fácil y la gente no entiende muy bien esas cosas, el hecho de que yo me quede en silencio, no significa que no esté presente, que eso ha sido lo más difícil para mi familia, sobre todo en los espacios sociales. Yo, de las cosas que cambie fue eso. En los espacios sociales yo era bastante, me gustaba conversar, me gustaba hablar, ta, ta, ta… bueno esas cosas, reirme, bueno. Eh… frente a esta etapa que estoy viviendo estoy muy callada. T: pero explícame un poco más ¿cómo es eso? A ver… es para ver si te entiendo ¿es como si tú camino a esa recuperación estuviera primero en el aislamiento y en la soledad? C: sí T: ¿Por qué lo ves de esa forma? Explícame ¿por qué piensas que debes pasar por eso para estar mejor? C: digamos que lo que me afectó emocionalmente, la situación que viví y todo eso, de alguna manera me destruyo por dentro, lo siento así y para construirlo de alguna manera tengo que hacerlo desde adentro, lo que te decía y eso solamente lo puedo hacer yo, no lo puede hacer nadie más y lo necesito hacer sola. Creo, que es como el proceso y son de las cosas que la gente no entiende… qué tanto se destruyo por dentro (Milagros, sesión 7).”

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El primer cambio en la narración acerca del problema se da con el surgimiento de dos relatos alternativos. El primero es la posibilidad de estudiar en el exterior, pero éste inmediatamente es opacado por la voz de la familia, específicamente por el temor que ellos tienen de que ella, al salir del hogar, presente nuevamente un episodio psicótico; y el segundo relato hace referencia a que ella tiene un cierto grado de control y de influencia sobre su bienestar según las personas de las cuales busque rodearse y la forma en que ella maneje sus estados emocionales, como por ejemplo a través del uso de la medicación. Estos relatos, que al terminar la sesión fueron incipientes, a la octava sesión llegan fortalecidos por las acciones que ha Milagros ha realizado durante la semana. Fase 2 En esta fase observo un cambio drástico en las narraciones de Milagros acerca del problema. Cuando uno de los problemas iniciales era el confinamiento y la inactividad, en esta sesión Milagros narra que ha decidido volver a las actividades culturales y que lo ha disfrutado; dice que ha hecho un esfuerzo por ir y que lograrlo la motiva aún más. Otra narración que ha cambiado es la que hace referencia al hecho de contactarse con la persona sociable y amiguera que solía ser, comienza contando que ha asistido a esta actividad con un amigo y que han pasado un buen rato juntos. Así mismo, narra que ha vuelto a hablar por teléfono con amigos y amigas de otras ciudades y que con ellos han surgido temas diferentes a al de su estado emocional y su familia. Con estas dos narraciones surge la primera narración sobre su proceso de cambio, cuando dice sentir que vamos bien. Con base en esta frase yo le pido que use una escala para calificar el cambio que ha ocurrido en la semana y ella le da un siete al proceso, que cuando comenzó estaba en un cero. Ella se atribuya a sí misma las causas de sentirse mejor y lo explica como un cambio en su postura ante la vida, en al cual decide tomar como oportunidades las situaciones que se le presentan. Esto se evidencia en el siguiente fragmento de la conversación después de que me cuenta ocurrido en la semana: “C: si entonces, vamos bien (sonriendo y en voz baja) T: ¡vamos bien! si pensáramos… ayúdame a hacer a mí también un recuento del proceso, cuando empezamos, ehm… ¿si le pudiéramos dar una calificación de 1

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a 10, en tú proceso como de retomarte a ti misma y de sentírsete bien, cuando comenzamos el proceso en qué número estabas? C: en 0 T: ni siquiera en 1… C: no en 0 T: aja ¿y hoy, en qué número estas? C: en un 7… Creo que sería un buen avance… T: que… si haces un recuento atrás, además pues de esto que ocurrió esta semana ¿qué cosas han ayudado a que tú hayas llegado a ese 7? C: como algo que hablamos en algún momento de tomar las cosas como oportunidades, creo que es eso y la razón por la cual de pronto yo tuve que cambiar muchas cosas en mi vida, el cambio de lugar, el cambio de sitio, valorar el estar aquí, eso, ha sido como lo más importante y creo que eso es lo que me hace valorar a Bogotá, la posibilidad de tener acceso a esa clase de actividades que en otros lugares no es tan fácil (Milagros, sesión 8).” En cuanto a la narración que contiene la percepción que otras personas tienen acerca de su problema, Milagros también refiere un cambio; dice que su hermana, su papá y su amigo coincidirían en darle un siete si usarán la misma escala para calificar su proceso de cambio. Por ejemplo, en el fragmento de la conversación que expongo a continuación, Milagros relata la conversación que tuvo con el amigo, en la cual se evidencia la manera en la que él al percibe ella y la actitud con la cual ella está asumiendo este proceso de cambio: “C: Eso hablaba precisamente con la persona que fui a la presentación… digamos que con él me vi aquí en Bogotá cuando pasó lo de mi mamá y nos volvimos a ver ese día… entonces él hacía la comparación de cómo me había visto desde ese momento hasta hoy, entonces me decía que… Primero, la parte de cómo, como la idea de tener otra vez tema para hablar, yo estaba muy silenciosa entonces, no hablaba mucho y ese día estábamos muy interesados en lo que estaba pasando y después no pusimos a hablar un poquito de las, de cómo me veía frente las dos situaciones, antes y después y estaba contento de verme así, porque estaba muy preocupado porque me veía muy baja, muy baja, muy baja y no sabía cómo ayudarme… y me dijo ¡“entonces vamos a hacer más

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cosas para sacarte del encierro!”… entonces le dije que “¡sí!” y para mí fue interesante porque normalmente decía “¡no!” “¡No quiero!” “no tengo tiempo o no quiero salir”, entonces ahorita está haciendo mi agenda de hagamos, hagamos y hagamos. (Milagros, sesión 8)” Así mismo, Milagros refiere que en su trabajo también ha empezado a tener mayor contacto con sus compañeros y con los estudiantes y que en general ya no quiere pasar tanto tiempo sola. Ahora es evidente que Milagros ha vuelto a tener expectativas y a proyectarse hacia el futuro. Así mismo, narra que tiene mayor control sobre su vida, ya que reconoce que la posibilidad de estar mejor está en ella y en la postura con la cual asume su vida; esto se relaciona con el hecho de que en sus narraciones sobre el problema constantemente haga alusión a que ella está construyendo el cambio. Al volver sobre el momento en el que Milagros estuvo aislada y al narrarlo nuevamente, ella asume que éste tiempo era necesario para lograr los cambios que ha hecho hasta ahora, así éstos fueran dolorosos. Ahora Milagros narra este momento de aislamiento, como un momento de aceptación de la crisis que continúa llevando a cabo, pero que en la actualidad lo hace de una forma diferente, esto es estando acompañada de sus amigos y seres queridos y recibiendo su apoyo. Milagros antes narraba como problema su dificultad para aceptar los cambios, ahora dice estar dispuesta a aceptarlos y a comprenderlos como oportunidades. Estos cambios en las narraciones del problema, también se correlacionan de forma significativa y positiva con cambios en la narración sobre sí misma. Para la décima sesión las transformaciones en las narraciones sobre el problema se mantienen y evolucionan hacia preocupaciones por la dinámica familiar y el trabajo. Respecto a la dinámica familiar, Milagros extraña la función que la madre cumplía en el hogar y en el proceso de reacomodarse como familia, narra que se han presentado dificultades entre al las hermanas y en la relación con el papá. Sin embargo, Milagros trae a colación la sesión anterior, a la cual había asistido la hermana mayor y da cuenta de un cambio en la narración de la relación entre ellas dos, Milagros dice que esa sesión sirvió para que su hermana tuviera en consideración los proyectos individuales de los demás en la negociación de proyecto conjunto de familia.

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En cuanto a las preocupaciones por el trabajo, narra ciertas dificultades que ha tenido con su jefe y en las cuales él ha cuestionado su trabajo y sus acciones; según Milagros lo hace con una atribución personal. En el intento de resolver estas situaciones que Milagros siente como injusta, ella narra que ha participado de interacciones en las que disputan quien va a ceder y que cada vez estas discusiones son más fuertes. Sin embargo, al final de la sesión Milagros vuelve a situar en ella la posibilidad y la capacidad de dar una solución a sus problemas y encuentra como solución asumir una posición complementaria para lograr una relación más armónica. Esto se evidencia en la siguiente narración: “C: Me di cuenta que todo parte de mí y ahora pienso que yo puedo bajar la cabeza y creo que él se dio cuenta de que si se lo estaba tomando personal. T: bueno el que esto haya tenido un cambio ¿qué te dice de ti y del proceso? C: que creo que voy por el buen camino, no voy a tomar la decisión drástica de decir no más, no le doy la razón, sino que estoy como, precisamente mirando qué reacción produzco en él y cómo puedo reaccionar frente a lo que a lo que me dice. Por ejemplo ya tuvimos una situación difícil y lo resolvimos de una forma diferente y también cuando le pedí el permiso (Milagros, sesión 10).” Fase 3 Con la conversación colaborativa Milagros hace un recuento del proceso y narra las transformaciones que han ocurrido a partir de los problemas iniciales, reconoce que todavía es difícil para ella hablar con alguien sin sentirse cuestionada, pero que en general se siente más fuerte y capaz de resolver las situaciones difíciles que se presentan en su vida. Concluye que la mayoría de cosas que en comienzo narró como problemas, ahora los narra cómo aprendizaje. Milagros usa la metáfora del caparazón para hacer referencia a un cambio en la narración sobre su problema. Comenta que antes usaba un caparazón para ocultar lo que sentía y de esta forma no afrontarlo, pero que en la actualidad ha dejado de usarlo, pues ya no le importa que los otros sepan lo que está sintiendo. Así mismo, este caparazón era una forma de defenderse, de cuidarse frente a la percepción de su debilidad y de cuidar a quienes estaban a su alrededor. Para esta sesión, Milagros narra que su principal problema es con el tiempo y su organización y comenta cómo esto le ha generado dificultades es su nuevo trabajo.

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Reconoce que es capaz de hacerlo lo que tiene que hacer, pero que el problema está en posponer y dilatar debido al cansancio que siente y a la reactivación de la artritis inflamatoria. Así mismo, ha reconocido el correlato que existe entre su cuerpo y sus emociones y con base en la experiencia con su cuerpo se mueve con un poco más de libertad al preguntarse si quiere este trabajo para ella; de acuerdo a como se evidencia en la siguiente narración: “C: No sé si la cuestión es pare aquí y mire si realmente es el trabajo que usted puede asumir, que es a lo que me estoy enfrentando ahorita como en términos de me gusta el colegio, me gusta la organización, me gustan los niños, me gusta mi jefe, pero yo no sé si pueda aguantar el ritmo (Milagros, sesión 13)” En lo que se refiere a nuestra relación, Milagros parte de la narración anterior para pedirme que le ayude a seguir trabajando en su proceso de maduración y en el fortalecimiento frente a las situaciones difíciles; y me pide que le haga reflejos de su situación y que le de estrategias. Tras la conversación colaborativa, Milagros decide incluir en el proceso los pedidos sobre su vida de pareja, pero esto implica hablarme sobre su orientación sexual, que era un tema que antes en el proceso había evadido. Narra que ha conocido una persona con quien está empezando una relación, pero que desea cerrar los ciclos de las relaciones anteriores para que esta sea una relación en la cual ella se sienta bien y no se sienta depender como en las relaciones pasadas. Fase 4 En esta fase Milagros continúa narrando como problema el tiempo y la organización. Así mismo comenta que para ese momento su familia está pasando por una situación difícil en la que coexisten diferentes factores que los sobrecargan de forma individual y familiar. Dichos factores son: la llegada de la hermana mayor de Milagros a vivir con ella y con el papá tras la pérdida de su empleo; las dificultades que han tenido en la convivencia con ella; los problemas económicos y las deudas; el estrés que está viviendo la hermana del medio; la inestabilidad salarial de Milagros y la preocupación de la familia su salud; las deudas del padre y el aniversario de la muerte de la madre que revive sentimientos en ellos. Todas estas circunstancias hacen que Milagros se perciba a sí misma y a su familia en un momento de fragilidad, lo cual la lleva a moverse desde un criterio de eficacia y de cuidado extremo por el otro que solo es posible a través de la dilatación del tiempo o de la extralimitación en sus funciones.

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Así mismo, los cuestionamientos de los demás continúan siendo un problema para Milagros y más ahora que hacen referencia a su estabilidad mental. En cuanto al proceso y a nuestra relación, comenta que está pasando por un momento difícil en el que no puede hacer cambios de la noche a la mañana, pero sin embargo reconoce que hay que hacer cambios más drásticos y relaciona su entrono con su dificultad para llevarlos a cabo. Lo anterior se ve en la siguiente respuesta de Milagros cuando le pregunto cómo se siente cuando yo introduzco una pregunta que pueda cuestionar la forma en la que ella está manejando su situación para ese momento: “C: Yo respeto mucho tú opinión, creo que tiene mucho sentido, pero lo que te he dicho, yo estoy en un proceso, en un proceso y no puedo hacer los cambios como de un día para otro. Para mí ha sido muy… y lo sabes muy bien, ha sido muy paulatino ¿sí? Dame tiempo para adaptarme a estos nuevos cambios de cómo actuo y cómo veo el mundo… Pero en este momento hay que hacer cambios más drásticos, DRASTICOS y me está costando mucho y mi entorno no es fácil… (Milagros, sesión 20) Frente a la situación que Milagros narra en el ejemplo anterior, ella reconoce dos posibles soluciones. Como lo mencione anteriormente, una es la extralimitación en sus funciones, lo que la lleva a pedir un préstamo para ayudar a su familia, pero esto genera una reacción violenta en los otros como recuro para poner límites a sus actuaciones y aumenta aún más la preocupación por su salud. La segunda solución que ella narra como posible y que se relaciona con lógica de la primera, es un cambio en la medicación que le permita resistir a las demandas de las funciones que ha asumido ya que en efecto, sus emociones la están alertando al respecto. Esto se evidencia en el siguiente ejemplo en el que hace referencia a la medicación y lo ocurrido con la hermana: “C: Pues ahorita han pasando cosas importantes que me están haciendo cambiar un poquito como mí forma de actuar. Estoy muy preocupada por la medicación, me está afectando muchísimo, tengo unos días de acelere horrible, que no me puedo quedar quieta y otros días que me deprimo, estoy baja de nota, entonces… Ya hablé con la psiquiatra, le comenté eso, tengo cita mañana con ella, porque si hay que mirar qué pasa con la medicación, pero más importante que la medicación es lo que está pasando conmigo… Con respecto a la

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medicación sé que es necesario, necesito ayuda química porque realmente yo ya conozco los síntomas para la crisis y la crisis siempre es huir de lo que me está pasando y esta vez no quiero huir, quiero simplemente tratar de regularla, así me toque con medicación. La necesito, o sea realmente en este momento necesito algo que me estabilice a nivel orgánico, además que estamos en un proceso de saber qué es lo que está pasando, hay un diagnóstico de bipolaridad, todo el mundo está alterado en mi casa por bipolaridad, no quiero tener esos problemas de picos tan altos… (Milagros, sesión 20).” Respecto a la preocupación que hay en la familia por la salud mental de Milagros, ella narra cómo ésta la sitúa a ella en el dilema de pretender controlar sus reacciones para que éstas no sean leías desde una inestabilidad mental, pero si expresa sus emociones, éstas también podrían ser leías de esta manera. Así mismo, narra que el papá tiene la expectativa de que ella tenga una estabilidad laboral y que esta de alguna manera ésta se relaciona con un indicador de su salud mental. Esto la sitúa nuevamente en el debate buscar cumplir sus expectativas y proyectos (que claramente no van a ser estables económicamente desde un comienzo) o emprender acciones que sean percibidas por otros como indicadores de su salud mental, aún así esto implique hacer algo que ella no desea. Para finaliza, Milagros narra que su tranquilidad está relacionada con la tranquilidad de su familia y que esto fue la que la movió a sobrecargarse.

En su marco de referencia. Todas aquellas comprensiones, explicaciones y puntos de vista que las consultantes tienen acerca de sí mismas, del problema y de la vida en general y que son transformadas durante el proceso. Fase 1 El primer cambio en el marco de referencia de Milagros, ocurre con el cuestionamiento de la creencia según la cual una persona que ha recibido un diagnóstico no es autoridad en la experiencia subjetiva de su recuperación y por el contrario, valen más las voces de quienes la rodean que la propia. Aunque en la conversación no cuestioné directamente esta creencia, el hecho de no la compartiera hizo que me relacionara con Milagros de una forma diferente y dicha interacción dio paso a la construcción del cambio con el cual se da un giro en la conversación y en la interacción.

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Lo anterior se evidencia en el siguiente fragmento de la conversación cuando hablamos sobre su sueño de estudiar a otro país: “C: si como el hecho de pensar de que yo me vaya a otro sitio sola, mi papá y mi hermana frente a la cuestión de lo que paso en Cali no quisieran que volviera a pasar, porque es propenso de que vuelva a pasar. T: ¿si te entiendo bien, tendrías que recuperarte emocionalmente para que se sientan tranquilos de que tú te vayas? C: si eso es lo que de una manera u otra me frena acá ¿no? T: mmmhhh…. C: el que yo pueda decirles con seguridad que “me siento mejor” o “estoy mejor” T: mmm… C: mi hermana cada vez que me ve me pregunta, por lo menos cuando me encuentro con mis amigos “¿y cómo la ven ellos?” T: ¿y cómo te ven tus amigos? C: ¡Bien! T: (me río) C: ellos no son tan preocupados como mi familia T: ¿y cómo te sientes tú? Porque, nuevamente, y yo veo y pienso en nuestros objetivos, a mi me importa MUCHO como tú te veas, como tú te sientas, como tú… como tú autorreferencia de tú proceso y pienso que ese es mejor termómetro, que más que tus amigos, que más que tus hermanas, que tu papá, que… ¡que yo! ¿Cómo te has sentido tú? C: pues yo tengo días, como todos creo yo T: si como todos (riendo un poquito) C: pero pues son situaciones que la gente no entiende, porque cada uno vive su proceso en forma distinta ¿no? (Milagros, sesión 7)” Otro cambio se da con relación a la comprensión del aislamiento como una forma de independencia, que le permite a Milagros poner límites y tomar sus propias decisiones. Esto se ve en el siguiente fragmento de la conversación: “C: Ese vacío, pero entonces eh… como que trato de ensamblar otras vez las piezas para poder salir de ahí, pero no es fácil, no es fácil, no es fácil… Implica

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muchas cosas, muchas cosas alrededor, muchas cosas de cambio, muchas cosas de… de… no sé yo lo llamaría como fronteras, rupturas, entonces ehm, pues no sé, tengo que vivirlo y muchas personas preguntas qué está pasando conmigo y yo les digo, yo necesito estar sola. Sé que es duro para mí porque no estoy acostumbrada, pero es un momento que necesito hacerlo, no necesito que las personas tomen las decisiones por mí, no necesito que las personas hagan expectativas por mí, porque eso no es lo que estoy buscando. T: aaaaahh…. ¿Cuándo decidiste eso? C: yo creo que… desde que llegué aquí creo yo (Milagros, sesión 7).” Otro cambio en el marco de referencia, que da lugar a la segunda fase del proceso, es la creencia de Milagros que separa el bienestar externo del interno. Dicho significado se relaciona con la comprensión que ella tiene acerca de cómo debe vivir su crisis y su recuperación. Milagros explica que está destruida por dentro y que para salir de este estado, ella sola debe llevar a cabo un proceso de reconstrucción interna. Así mismo reconoce que está evitando tomar decisiones porque se siente impedida para hacerlo y que mientras tanto invertirá toda su energía en su interior. Estas dos explicaciones ponen a Milagros en una paradoja, en la medida que no actúa en su vida y no toma decisiones porque está destruida por dentro, pero tampoco puede reconstruirse por dentro porque por fuera cada vez pasan más cosas que la destruyen más. Lo anterior se evidencia en el siguiente fragmento de la conversación: “C: Lo que pasa es que lo que te digo, en este momento estoy pasando por un momento en que tengo que reconfortarme desde adentro, entonces eh… las cosas que están, están… T: como en “standby” C: sí y necesito que estén así porque no puedo tomar decisiones a la ligera… Para mí es un proceso de bastante soledad creo yo, que tengo que aislarme y tengo sentir, tengo que sufrir, tengo… de una manera tengo que ser consciente de que, que estoy viva y eso no es fácil y la gente no entiende muy bien esas cosas… T: pero explícame un poco más ¿cómo es eso? A ver… es para ver si te entiendo ¿es como si tú camino a esa recuperación estuviera primero en el aislamiento y en la soledad?

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C: sí T: ¿Por qué lo ves de esa forma? Explícame ¿por qué piensas que debes pasar por eso para estar mejor? C: digamos que lo que me afectó emocionalmente, la situación que viví y todo eso, de alguna manera me destruyo por dentro, lo siento así y para construirlo de alguna manera tengo que hacerlo desde adentro, lo que te decía y eso solamente lo puedo hacer yo, no lo puede hacer nadie más y lo necesito hacer sola. Creo, que es como el proceso y son de las cosas que la gente no entiende… qué tanto se destruyo por dentro (Milagros, sesión 7).” Uno de los elementos a considerar es su estilo de afrontamiento, ella reconocer que la manera en la que suele reaccionar cuando vive una situación difícil es a través del encierro o de la evitación. En este orden de ideas, atribuye su depresión al hecho de no tener expectativas frente a su vida, pero explica que no tenerlas es una forma de evitar la frustración que le genera no alcanzar los proyectos que se ha propuesto. Milagros comprende que esta solución de evitación se ha prolongando demasiado en el tiempo y que se está convirtiendo en una forma de vida. Fase 2 El cambio a la segunda fase del proceso se da con la comprensión de la relación entre el bienestar interno y el externo, esto influye en la postura que Milagros asume frente a la vida, con la cual desea interpretar lo que se le presente como oportunidades. Este cambio en el marco de referencia da lugar a una experiencia de integración en todo nivel que le permite reconocer que se ha transformado. Al pedirle que use una escala de 1 a 10 para calificar el cambio, Milagros da un 7 y refiere que cuando comenzamos el proceso, ella se encontraba más debajo de 1, es decir en un 0. El cambio en la compresión que Milagros hace de su vida se ve en el siguiente ejemplo cuando le pido que piense qué cosas le ayudaron a llegar a este 7: “T: Si haces un recuento atrás, además de esto que ocurrió esta semana ¿qué cosas han ayudado a que tú hayas llegado a ese 7? C: como algo que hablamos en algún momento de tomar las cosas como oportunidades, creo que es eso… y la razón por la cual de pronto yo tuve que cambiar muchas cosas en mi vida, el cambio de lugar, el cambio de sitio, valorar el estar aquí, eso, ha sido como lo más importante y creo que eso es lo

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que me hace valorar a Bogotá, la posibilidad de tener acceso a esa clase de actividades que en otros lugares no es tan fácil (Milagros, sesión 8).” Dicha experiencia de transformación le permiten comprender la crisis como necesaria, pues la hizo más fuerte y según ella, le sirvió para confrontarse a sí misma y no postergar más el dolor. Así mismo, reconoce la importancia de acudir a su red de apoyo para llevar a cabo este proceso de cambio. Lo anterior se videncia en el siguiente ejemplo: T: (…) si pudiéramos pensar que te fue útil para algo estar en un momento así ¿para qué te fue útil? C: yo, yo… yo de una u otra manera asumí que era necesario estar sola un tiempo, porque no podía evadir cosas realmente, al ocuparse uno evade… y creo que ese momento que tuve de estar aislada y eso me sirvió para precisamente mirar cómo estaba en el interior, si había pasado como por muchas situaciones en que dejaba las cosas como pendientes y seguía adelante y seguía adelante, pero yo sé que por dentro había algo que estaba ahí y que tenía que de una u otra manera indagar y pensar qué era lo que estaba pasando. Y doloroso si, fue muy doloroso, pero en este momento siento que eso se está, se está… T: ¿está dando sus frutos? De pronto C: si, como que no dejar eso ahí guardado en el interior y que de una u otra manera me estaba deteriorando por dentro, me estaba destruyendo por dentro. Y ahorita lo estoy trabajando pero de otra manera no aislada ¿sí? Y me doy cuenta que las personas que están a mí alrededor, de una u otra manera (pausa) T: ¿te ayudan? C: es un apoyo para mí, es un apoyo (Milagros, sesión 8).” Como Milagros lo menciona, para ella es difícil aceptar los cuestionamientos de los demás sin sentirse juzgada, esto se relaciona con que asuma una postura de defensa y que con facilidad entre en interacciones simétricas con las cuales descalifique a los demás para defenderse. Un ejemplo de esto es el pedido que Milagros hace en la décima sesión, en la cual ella comenta que está teniendo dificultades con su jefe, pues ella siente que él la trata de forma injusta. Al ampliar la comprensión del problema, observamos que en interacciones Milagros no reconoce a su jefe como jefe y que esto

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influye en el aumento del conflicto entre ellos. En el momento en el que Milagros reconoce otro nivel de significado como más importantes que la definición de la relación entre ella y su jefe, empieza a reconocer situaciones en las que ella asumió una postura complementaria, lo reconoció como jefe y entonces tuvieron una relación más cordial que posibilitó otro tipo de interacciones y de resultados entre ellos. Traigo a colación este ejemplo, pues al final de la décima sesión observo un cambio en la forma en la que Milagros comprende los conflictos, en la medida que reconoce la forma en la que participa en ellos y esto a su vez influye en el reconocimiento de su capacidad de acción sobre su vida. Fase 3 En la conversación colaborativa comprendemos como la postura de defensa de Milagros y el temor a ser juzgada interfirió con la relación terapéutica en la medida que ella se mantuvo alejada. Dice que con el paso del proceso ha cambiado la comprensión que tenía acerca de la relación terapéutica, que ahora la comprende como una relación de confianza, donde no percibe que la juzgue ni la cuestione y por el contrario, percibe que la reconozco y la escucho. Milagros reconoce que uno de los elementos que contribuyo a que ella tuviera este significado acerca de la relación terapéutica, fue percibir que yo no la presionaba y que por el contrario, íbamos al ritmo que ella consideraba conveniente; y esto a su vez influye en la percepción del contexto terapéutico como un ambiente de tranquilidad que la invita a confiar. Para dar un ejemplo traigo las palabras de Milagros al respecto: “T: ¿Qué hice o de pronto no hice para que construyéramos esa confianza? C: A ver, yo creo que lo primero no presionar, dar las pautas para que uno fuera avanzando despacio... yo observaba mucho lo que pasaba en las sesiones y miraba, no hay apuro, no hay afán, se podía hacer las cosas a un ritmo en el que yo lo pueda manejar, en el que lo pueda aceptar, porque para mí era muy difícil aceptar hablar de mis cosas y el ambiente como de tranquilidad ¿me entiendes? Yo aquí me siento muy tranquila, no me siento como obligada a hablar y eso para mí es muy importante. Y si necesitaba espacios para hablar, porque me había encerrado mucho tiempo como yo te decía, me sentía, encerrada de una u otra manera en mí y necesitaba decirle a alguien “oiga me está pasando esto”, pero no hubo. Yo creo que para mí es muy difícil cuando tú

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hablas con alguien y te cuestiona, contigo no hay cuestionamientos, hay es como esa capacidad de escuchar y de decir “bueno qué piensas con respecto a eso” y no qué pienso yo, sino qué piensas tú y cuando tú dices las cosas que tú de alguna manera interpretas, siempre es abierto a que puede ser así o no puede ser así (Milagros, sesión 13).” Milagros explica que como producto del proceso el haber aprendido a escucharse a ella misma, aceptar su dolor y valorarse más. Así mismo, hace referencia a la metáfora del caparazón que utilizamos al comienzo del proceso y con base en ésta comprende la distancia emocional que había puesto con otros como una forma de protegerse, de manera que no pudieran ver qué estaba pasando con ella. El hecho de que se sienta más fuerte, influye en que pueda ser más receptiva con las críticas de los demás, haya asumido una postura más humilde frente a su vida y procure no estar a la defensiva y con esto, quitarse el caparazón. Para Milagros los valores intelectuales son muy importantes y desde ahí explica el fortalecimiento de la relación con el hecho de que haya compartido con ella mis referentes teóricos. Dice que esto también sirvió para ponerla en contacto con la persona que era antes y retomar ciertas actividades intelectuales. Por otro lado aclara que en algún momento del proceso, percibió que éste no avanzada y que entonces considero desertar. Comprende que su problema actual es el tiempo, dice que no logra organizarse ni hacer que éste le rinda, pero al observarse a sí misma y hacer una comparación respecto al pasado, reconoce que ahora es más fácil para ella pedir ayuda frente a estas situaciones y reconocer que no puede hacerlo todo ella y todo sola. Al preguntarle cuáles son sus expectativas con el proceso en adelante ella comenta que desea que le haga reflejos que le den un sentido más amplio de su situación y que le de estrategias para encontrar salidas a situaciones que ella no sabe cómo solucionar. Ella relaciona el proceso terapéutico con un proceso de maduración y con base en este significado, explica que desea que éste le sirva para seguir madurando y fortaleciéndose a partir de las situaciones difíciles. Lo anterior de evidencia en la siguiente respuesta de Milagros: “C: No, pues tengo muchas expectativas porque creo que ahorita estoy en todos los proyectos de realmente seguir madurando, creo que yo, que eso sería cómo la mayor expectativa. Seguir madurando y seguir fortaleciéndome frente a la

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situaciones y que son complicadas o de difícil aceptación para mí ¿no? (Milagros, sesión 13).” Al preguntarle a Milagros cuáles son los temas que ella considera que hemos trabajado, refiere su autoestima, la adaptación a los cambios, sus expectativas frente a la vida, la construcción de un proyecto de vida, su organización y capacidad de respuesta frente a su situación actual, sus relaciones interpersonales y el manejo de la autoridad. A continuación cito las palabras de Milagros al respecto: “C: Bueno, yo creo que uno autoestima, ese ha sido muy importante ese tema ha sido para mí relevante, eh… lo de adaptación a los cambios, lo de las expectativas, ya no solamente con el proceso sino a nivel de vida. La de generar realmente un proyecto de vida, en qué poder centrarme y organizarme, porque tengo muchas cosas ahora, antes no tenía nada, ahora tengo muchas cosas y estoy como “¿A qué le doy prioridad? ¿A qué no? ¿Cuáles si? ¿Cuáles no?”. A las relaciones interpersonales también, también ha sido difícil, el manejo de la autoridad, de las personas con respecto a mi por ejemplo, de los jefes, también es un proceso para mi complicado (Milagros, sesión 13).” Respecto al significado que para ella ha tenido la relación terapéutica, Milagros comenta que al comienzo usaría la palabra temor y cautela para describirla, pero que ahora usaría la palabra tranquilidad, pues ya no teme que yo la juzgue y que ahora para ella es relajante asistir a la sesión. Por último, Milagros refiere que de los aspectos que le han llamado la atención en el proceso, fue al final de la sesión número ocho cuando al usar la metáfora del una termómetro de calor, yo le compartí cómo lo que había pasado en la sesión me había hecho salir más animada de lo que había sido ese día para mí. Al preguntarle cuál fue el significado que esa acción tuvo para ella, dice que entonces me comprendió como una humana que no tiene un conocimiento absoluto y que también se afecta por lo que sucede en su vida. Uso sus palabras para describir lo anterior: “C: A mí me llamó la atención una sesión en la que dijiste que habías llegado como mal y que después de la sesión habías cambiado un poquito, entonces yo decía “ah bueno una primera sesión en la que la terapeuta fui yo” (Nos reímos) T: ¿y eso para ti como fue pensar eso?

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C: Como entender que tú también eres humana, como me decías ahorita tampoco me las sé todas, también te afectas por lo que te sucede en el día en la semana, pero de una u otra manera lo compartes también conmigo sin decirme “mire, me paso eso” pero eso cambios por ejemplo de llegar un poquito baja y salir como decir mejor, fue interesante (Milagros, sesión 13). Fase 4 La comprensión con la que inicia la cuarta fase del proceso, es cuando reconocemos la paradoja en la que se encuentra Milagros cuando nuevamente busca dilatad sus emociones en el tiempo para controlar sus escenarios de vida y con esto introducir tranquilidad en su familia; pero hacerlo a su vez implica entrar en estados emociones que alertan a su familia. Para ejemplificar la situación, cito sus palabras cuando yo introduzco un cuestionamiento sobre su actuar: “C: No quiero ahorita entrara como en dilemas, no quiero, tengo ahorita organizadas las prioridades (se le quiebra la voz), ya después tendré que revaluar eso, precisamente por la parte de si es sano o no es sano para mí, pero en este momento no quiero entrar el dilemas, quiero salir de esto primero, ya descansar un poquito de toda la parte de… porque ya tengo definido qué es lo que quiero hacer, ya te tengo definido en qué momento lo quiero hacer, ya tengo definido con qué persona lo quiero hacer, pero tengo que cumplir las metas que me he puesto esta semana, por lo menos la de estos días y yo tendré momento y no te lo voy a negar, tendré momentos en que si necesito llorar lloro, en mi espacio, en mi pieza, en otro lugar, pero en este momento no veo que sea la necesidad o lo importante para mí ahorita hacer eso. Sé que lo hago porque realmente me siento un poquito afectada, pero en ese momento no lo veo tan necesario (Milagros, sesión 19).” Más adelante introduzco un cuestionamiento sobre su comprensión del tiempo y del momento para actuar y relacionado con esto, el temor a la crisis. Milagros acepta mi cuestionamiento, sin embargo en la siguiente sesión no lo retomamos y sin elaborarlo pareciera no haber hecho efecto. En la siguiente sesión, Milagros reconoce que está cerca de presentar síntomas nuevamente y esta situación se mira desde la comprensión del rol que ella tiene como cuidadora en su familia, ya que en ocasiones el significado que tiene de éste, puede

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influir en que emprenda acciones que la lleven a ser percibida de forma contraria, es decir como alguien que necesita ser cuidado. El significado que ella puede tener acerca de su rol, se puede relaciona con que ella traspase los límites de otros y asuma responsabilidades que están más allá de sus capacidades y que por hacer esto, descuide sus propias necesidades. Esto se relaciona con la aparición de la violencia como una forma de poner límites en la intromisión de los espacios de los otros, Milagros refiere que todos han explotado y que ella ha sido el lugar donde se ha recogido toda la energía. Sin embargo, ella comprende este hecho a luz del significado de una característica personal que su sensibilidad y su actuación e interacción en la situación. Es decir, se atribuye a una característica propia sus emociones, sin considerar su interacción muy cercana como una posible explicación de estar tan expuesta al dolor y a las agresiones de los demás. Lo anterior se evidencia en el siguiente fragmento: “C:… todos explotaron al mismo tiempo y como que yo fui el punto dónde salió toda esa energía y se recogió, yo soy muy sensible a esas cosas. Estaba estresado (haciendo referencia al papá) porque estaba enfermo y porque no podía solucionar la cuestión de plata porque mi hermana, estaba encima y explotó conmigo y yo dije “bueno me aguanto porque…” y “ayer explotó mi hermana” entonces yo recogí todo eso y dije “no puedo con estas cargas, no puedo” (Milagros, sesión, 20). Como se ve en el ejemplo anterior, la comprensión que Milagros tiene acerca del significado de cuidar y de ayudar, en algún nivel es compartida por todo el sistema familiar, pues en el ejemplo se ve cómo el padre también está tomando responsabilidades que son de la hija y en general en el proceso, se ha visto como la ayuda que se dan entre ellos puede llegar a confundirse con intromisión o con la invalidación de las capacidades, compresiones y emociones del otro. Con la sesión Milagros reconoce que no puede cargar con las responsabilidades de otros y que solo puede hacerlo con las propias, pero haber intentado hacerlo, ha contribuido a que su familia la perciba como “invalida” y esto es muy doloroso para ella. La comprensión que Milagros tiene acerca de su rol en la familia y de sí misma como una «persona para escuchar», influye en que ella participe y se mantenga en las interacciones en las que ella acepta responsabilidades que van más allá de sus posibilidades y de esta forma ella pareciera contribuir a consolidar una percepción

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negativa de ella en la familia o por lo menos no acorde con lo que Milagros espera para sí misma. Esta situación se evidencia en el siguiente fragmento de la conversación: “C: El problema es que yo sea la que esté tratando de solucionar porque me ven como “Milagros no puede con esto, ella no tiene la capacidad económica, no tiene cómo salir adelante y nos va a meter en problemas” T: ¿y tú como te sientes con eso? C: ¡Triste! Me duele, me duele porque me ven como una persona invalida y yo ¡odio eso! les he dicho “a mí no me digan pobrecita” y me molesta, a veces siento un poquito de resentimiento con eso, pero se ve también que se tenían que liberar de muchas cosas, lamentablemente yo soy una persona para escuchar y digo lamentablemente porque ellos buscan siempre desahogarse conmigo, cada uno por su lado (Milagros, sesión 20).” Para el final de la sesión, Milagros comprende que no ser reconocida en su deseo de ayudar de forma desinteresada a su familia es doloroso para ella y piensa que la única forma de poner distancia a su sensibilidad es través de las barreras físicas; es decir saliendo de su casa y alejándose de la situación. Sin embargo, ella pareciera comprender su tranquilidad, ligada a la de su familia y al no poner distancia en el aspecto emocional, Milagros entra en un callejón sin salida, pues solo cuando su familia este tranquila, es decir sin problemas, lo cual es imposible, ella podrá poner una distancia física. De acuerdo con su comprensión, ella piensa que debe poner un límite es entre el medio externo y su familia, para poder estar más cerca de ellos y ayudarlos mejor. Lo anterior se evidencia en el siguiente fragmento del final de la conversación: “C: Si la tranquilidad de ellos está en solucionar ese problema yo quiero que estén tranquilos, yo los veo muy mal a todos de alguna manera me estoy afectando con esa situación y le dije a mi hermana “estoy tan cargada que yo soluciono la parte económica y ¡me voy! Necesito salir, necesito alejar mi familia” mis amigo me dijo “Claudia tienes que irte de la casa porque te estás matando, ese ambiente te está matando, te estás enfermando otra vez”… T: Pienso y alrededor de lo cual tenemos que hablar (abro la palma de mi mano y voy haciendo un circulo sobre ella con el dedo de mi otra mano para marcar el concepto de un límite) es acerca de lo que limita tú actuar, porque una cosa

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es tú vocación de servicio y otra cosa es hasta dónde vas tú y hasta dónde empieza el otro. C: eso es en lo que estoy trabajando ahorita, porque yo no tengo límites en ese aspecto T: mmmhh… C: estoy trabajando precisamente eso y en este momento estoy trabajando en el límite de mi familia. Me han llegado algunas personas con problemas, a muchos les he ayudado económicamente, hasta les he regalado… pero en este momento mi límite es mi familia, mi limite en el sentido de ayudar económicamente en el sentido de tratar de solucionar ese problema ahorita, por la cuestión de la casa, la cuestión de cómo se siente mi papá por ejemplo, ahorita estoy más preocupada por eso que por las otras personas, estoy poniendo ese límite (Milagros, sesión 20).”

En sus emociones. Es el conjunto de narraciones en las que las consultantes manifiestan directa o indirectamente sus emociones, así como todas aquellas expresiones no verbales que son comprendidas por la terapeuta como manifestación de sus emociones. Fase 1 En la primera fase del proceso, las emociones predominantes en Milagros son la tristeza, el dolor y el temor, éstas se traducen en inactividad y en amotivación. En las primeras sesiones, Milagros llora con facilidad, su tono de voz es bajo y permanece muy quieta en la silla; casi no se mueve. En cuanto a su historia emocional, refiere que ella ha sido una mujer muy activa y dinámica, pero relaciona el regreso al hogar con la inactividad y la pérdida de interés en su vida. Al compara su vida con lo que era antes, siente frustración y más tristeza. Al hablar de la relación de sus padres, recuerda haberse sentido peligro y entonces, haber aprendido a esconderse para protegerse. Frente a su depresión actual, Milagros refiere haber entrado en un estado de desesperanza frente a su vida, en el que ha perdido sus expectativas y sueños y ha dejado de reconocerse sus capacidades. Comenta sentirse impotente frente su tristeza, pues no sabe cómo salir de este estado y se percibe a sí misma como una persona débil y sin fuerzas. Todo esto la ha llevado a preguntarse si realmente quiere salir de esta

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etapa, pero permanecer aislada le genera aún más angustia. Lo anterior se evidencia en el siguiente fragmento: “C: … estoy en una etapa en la que no sé si quiera salir realmente, pero si me angustia quedarme en este momento resguardada. Es que han sido como momentos, como tratar de evitar el dolor y el sufrimiento (Milagros, sesión 1).” Para la séptima sesión Milagros refiere sentirse en un momento de vacío y enfatiza en su desesperanza. En su expresión se siente su desgano y su desconexión. Fase 2 El primer cambio en sus emociones y en su expresión lo noto cuando traemos a la conversación el sueño de estudiar en el exterior al final de la séptima sesión, en este momento su tono de voz se suaviza y en la expresión de sus ojos noto un poco de esperanza. El segundo cambio es cuando al final de la sesión ella se interesa por el nombre del autor que le refiero, cuando hasta el momento, no había visto ni sentido ni percibido interés por mis intervenciones. Para la siguiente sesión me encuentro con Milagros en la sala de espera, desde la primera percepción que tuve la vi diferente, caminaba más rápido y con un rango de movimiento más amplio, en su apariencia se notaba que se había arreglado un poco más, sus ojos y su cara estaba más despejada. Mi impresión se confirmo cuando después de sentarse le pregunté que cómo estaba y por primera vez en todo el proceso me dijo “bien”. En adelante comenzó a contarme del trabajo, pero este parecía no ser tan abrumador y en seguir ella trajo a la conversación el primer cambio del proceso: había ido a una actividad cultural y la había disfrutado, había retomado sus amistades y quería hacer algo para salir de la situación en la que estaba y retomarse a ella misma. Hasta el momento Milagros había tenido una expresión plana en su cara y un tono plano de voz, en esta sesión, al igual que con sus desplazamientos, empecé a ver más actividad, en su cara se veía la satisfacción que este logro le generaba, en su tono de voz subía y bajaba y su prosodia comunicaba sus emociones. Otra novedad importante es que en esta sesión Milagros ríe por primera vez en terapia conmigo. Tomo el siguiente ejemplo para ilustrar mi percepción: “C: pensé que no lo podía disfrutar nuevamente y pues me di cuenta que ¡sí!

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T: que si… ¡estoy muy emocionada yo! (lo digo riendo y con voz fuerte y animada) ¡Además porque me encanta la expresión con que lo estás contando! ¡Me encanta el espíritu que le pones a lo que estás contando! C: Si entonces, vamos bien (sonriendo y en voz baja) T: ¡Vamos bien! (Milagros, sesión 8).” En sus emociones note un cambio hacia la alegría y satisfacción y en su postura ante la vida, había dejado el derrotismo y el pesimismo a cambio de una postura más optimista y apreciativa que se retroalimentaba a sí misma y que la llevaba a encontrar cada vez más cambios y desataba su curiosidad. Traigo como ejemplo de una experiencia de Milagros vivida en su trabajo, en la cual se nota su postura apreciativa y curiosa, que a su vez influye en la forma en la que ella percibe su situación, encuentra recursos y opciones: “C: Ayer por ejemplo me pasó algo muy interesante, tuve muchas dificultades con un grupo al comenzar, porque es un grupo de niños muy pequeños y disciplinariamente es difícil manejarlos, entonces entraba mucho a discutir con ellos, a regañarlos mucho y no soy una persona que me guste regañar, entonces los regañaba y me sentía mal, pero sabía que si no lo hacía el salón sería imposible de trabajar con ellos. Y empecé a mirarlos, bueno, vamos a mirara esto como una forma de construir entre ellos y yo, de cómo podemos mejorar el ambiente de la clase ¡y ellos no me querían dejar ir del salón! entonces para mí fue como ¡uff! Impresionante (Milagros, sesión 8).” Frente a la posibilidad de anticipar un cambio en sus emociones, Milagros refiere la frustración como una zona de peligro, pero al pensar en que ya pudo salir de la crisis en la que estaba, siente seguridad y confianza en ella mismo y cree contar con nuevos elementos para superar la frustración. Para la decima sesión, Milagros no refiere variaciones significativas en su estado del ánimo, sin embargo, hace alusión al duelo de su madre y comenta que la extraña, así mismo refiere preocupación por su el estado de su papá y cuando narra el incidente con el jefe, refiere rabia y frustración. En todo caso hay una diferencia en esta ocasión a comparación del resto del proceso, para esta sesión Milagros está en control de sus emociones. Fase 3

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En la conversación colaborativa Milagros se muestra más espontánea y cercana en la relación conmigo, tiene gestos jocosos y hace chistes irónicos; esto me hace sentir en intimidad con ella. Comenzamos por hablar acerca de la relación y hace alusión a la confianza y la tranquilidad como las principales emociones que hay entre nosotras. Relaciona mi forma de expresarme con la invitación a la confianza y al reconocimiento de sí misma. Refiere que este es un cambio con relación al comienzo, cuando la emoción predominante era el temor. Respecto a los cambios que el proceso ha generado a nivel emocional, ella comenta que ahora no es tan emotiva y lo ve como algo positivo en la medida que no ha perdido su capacidad de conmoverse y se siente más tranquila y en control de sí misma. En esta sesión Milagros me comenta que está preocupada por la situación que se está presentando en su nuevo trabajo, dice que se siente cansada y bajo presión y reconoce que su cuerpo le quiere decir algo, pues su artritis se ha activado nuevamente; pero a su vez reconoce que para ella es difícil escucharse. En la siguiente sesión Milagros comparte como novedad la atracción que siente por otra persona y con ello la posibilidad de enamorarse de nuevo. Esto es un avance en la medida que al comienzo del proceso ella refiere haber estado muy ocupada con los temas de su familia como para tener una pareja. Fase 4 Esta fase comienza en un cambio en las emociones durante el proceso cuando yo la cuestiono y ella se molesta, sin embargo esta situación es redefinida con la conversación que se tiene a partir de este hecho. Al final de la sesión refiere sentirse descansada, tranquila y haberle bajado al ritmo con el que llegaba. En la siguiente sesión Milagros refiere sentirse presionada, cansada y cargada emocionalmente, refiere que ha tenido picos emocionales de ansiedad y de tristeza y dice necesitar ayuda química para regularse. Al narra las dificultades que ha tenido en la semana, comenta que ha sentido tristeza, dolor y frustración; que viene del hecho de no ser reconocida en su intención y de ser percibida de una forma que va en contra de lo que ella espera para sí misma. Con esta sesión es evidente como la tranquilidad de Milagros depende de la de su familia.

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En sus acciones. Son los reportes que dan las consultantes acerca de sus acciones en su cotidianeidad con referencia a los problemas motivo de consulta. De igual manera se incluyen en esta categoría las observaciones de la terapeuta respecto a los cambios en las consultantes. Fase 1 Esta fase se caracteriza por el encierro, por un alto grado de inactividad y amotivación. Con estas acciones, como Milagros lo dice, se estaba dirigiendo hacia un proceso de autodestrucción. En las sesiones ella es baste cortante en sus respuestas y aunque es muy cumplida, no se muestra interesada por lo que pasa en el proceso. Más adelante, hacia la cuarta sesión, Milagros consigue un empleo que aumenta su nivel de actividad, sin embargo no se ve motivada y refiere volver siempre al mismo estado de confinamiento cuando se termina su labor. En la sétima sesión, con el cambio en la comprensión del aislamiento como algo que quiere y no que le toca, Milagros empieza a contemplar oportunidades para empezar a actuar en su vida. Fase 2 La fase dos comienza con una acción específica que genera un cambio drástico: volver a una actividad cultural. Esto implicó para Milagros gestionar cambios en el trabajo, invitar a su amigo y permitirse disfrutar. Llevar a cabo esta acción, pone a Milagros en un panorama diferente en el que ella empieza a tener planes y proyectos en su vida nuevamente y busca retomar aquellas actividades que disfruta; tales como estar con sus amigos. Otra acción que da cuenta de su cambio, es el retomar sus conversaciones telefónicas con sus amigos en otras ciudades y con ellos retomar los temas que son de su interés, más allá de su situación emocional. Ella se reconoce como una acción propia el comenzar a asumir los cambios que se han presentado en su vida y adaptarse a ellos; en efecto logró adaptarse a nuevo trabajo, al hecho de vivir con el papá, etc. Para la décima sesión reconozco como acciones relevantes la discrepancia que se presenta con el jefe de Milagros, pero también el hecho de haberla superado y después de esto, haber permanecido 6 meses más en su trabajo; en lugar de salir de él como en un momento lo pensó. Ella pos su parte se conoce la tranquilidad con la que está tomando las decisiones en su vida. Fase 3

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En esta fase Milagros refiere que con el proceso a aprendido a escucharse, a valorarse y comenta que ha puesto a su servicio los recursos que antes solo practicaba con otros; tales como tener una postura optimista y apreciativa frente a la vida. Así mismo refiere que ha aprendido a controlar sus emociones y a aceptar los retos y las dificultades. Lo anterior se evidencia en el siguiente ejemplo que Milagros da acerca de la medicación: “C: Y aceptación también, es decir “me tengo que tomar una medicación, bueno toca”, pero ¿si me entiendes? No quedarse como en la parte de “¿Por qué todo a mí?” “¿Por qué a mí siempre me pasa esto?” Si como ese darse látigo, pero, pero… Sí, si me mueven muchas cosas pero no me trastornan como me trastornaban antes, que eso era para mí muy complicado de manejar (Milagros, sesión 13).” Milagros también refiere tener una postura más humilde y tolerante frente a las comprensiones que otros tiene de ella, sin embargo esto se seguirá trabajando más adelante en el proceso. Otra acción que para mí es significativa, es que Milagros me haya contando acerca de su orientación sexual, pues lo interpreto como una demostración de su confianza. Fase 4 En esta fase del proceso se trabaja sobre la decisión de Milagros de pedir un préstamo, en la comprensión de la emoción que motiva dicha acción y en las implicaciones que éste tiene en la manera en la que es percibida por otros. Así mismo se considera el hecho de que quiera dilatar sus emociones en el tiempo y esconderlas de sus familiares para protegerlo. Por último se consideran las discusiones que tuvo con sus hermanas y las interacciones a partir de las cuales ésta surgieron.

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8.3. Anexo 3 Proceso. Isabel Cambios en la consultante Agrupa las narraciones en las cuales las consultantes hacen referencia a sí mismas, al problema, a sus emociones, comprensiones y acciones. En la narración sobre sí misma. Se refiere a las narraciones en las cuales las consultantes describen su identidad. Fase 1 Isabel se describe desde su título profesional como docente de inglés con estudios de postgrado. Nombra como primera característica de sí misma el ser una mujer dependiente e hipocondríaca, más adelante habla de ella como una mujer sociable y amiguera que quiere ser feliz en su vida. Comenta que le gusta viajar, que no se siente muy a gusto con su trabajo y no sabe qué cosas le gustan y la apasionan; relaciona esto con parte del problema. Comenta que en este momento está pasando por una depresión y la relaciona con el miedo a estar sola. Habla de su historia desde el déficit y el trauma como consecuencia de haber crecido sin su padre, quien no respondió por su crianza y por no haber disfrutado a su madre, por causa de su trabajo. Refiere que fue criada en gran parte por su abuela con quien tenía una buena relación. Hacen parte de las narraciones de sí misma eventos importantes que Isabel relaciona con su preste, el haberse sentido sola en la niñez, lo que la hizo vulnerable al abuso sexual. Al hablar de lo que espera para sí misma en el futuro, constantemente Isabel hace referencia a la madre para narra una historia que sea opuesta a la de ella y menciona que uno de sus problemas es que la vida la está llevando a repetir la historia de la madre. Fase 2 Para esta fase del proceso Isabel reconoce que se ha narrado desde la faceta de víctima gran parte de su vida y que ésta le ha sido útil con la madre y con sus parejas, ya que le permite salirse con la suya. Esto se evidencia en la siguiente respuesta de Isabel: “C: Me acuerdo muy dentro de mi inconsciente que yo podía manejar a mi mamá con palabras como “Tú me estás lastimando, tú me haces daño, no sé qué” y siempre obtenía yo algo. Entonces ahora siento que yo puedo hacer eso y que voy a obtener siempre lo mismo. Efectivamente algunas veces lo obtengo,

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como el viernes por ejemplo, como hay otras veces que no le importa (haciendo referencia a su mamá) ¡simplemente se va a trabajar! Pero, pero trato de hacer eso mismo con todos los personajes (refiriéndose a sus parejas) (Isabel, sesión 10).” Esto se relaciona con que Isabel se narre desde la bondad o desde la maldad; desde la abandona o desde la que abandona; desde la enferma y necesitada o desde la sana y autosuficiente. Estas polaridades semánticas se relacionan con que Isabel comprenda y viva su vida desde metáforas como “el juego”, “el plan” y “el trauma”. Insiste en que no sabe quién es, ni quien quiere ser y se narra como una niña inmadura y caprichosa que no ha querido tomar responsabilidades. Fase 3 Esta fase comienza con la metáfora que la invita a ser la autora y no la traductora de su vida, sin embargo, antes de que ella se decida comenzar a escribir su vida, pasa por un momento de angustia en el que no sabe cómo hacerlo, pues esto implica dejar el rol de víctima; para este momento se narra en a sí misma en una etapa de transición. Más adelante comienza a narrarse como una mujer que puede decidir cómo quiere que sea su vida y qué camino tomar para empezar una nueva etapa. Durante esta fase surgen pequeños relatos alternativos que poco a poco se van consolidando y que hacen referencia a una división dentro de cabeza, una parte de ella le dice que está enferma, que debe controlarlo todo y que no vale nada; mientras que otra parte le dice que es fuerte, que ya ha pasado por cosas peores y que podrá superar esta etpaa sin enfermarse. Fase 4 Continuando desde la metáfora de la transición y de la autoría, Isabel comienza a narrarse como autora de su proceso de cambio, se siente satisfecha y orgullosa del proceso que ha hecho y dice reconocer la diferencia entre su voz y la de los demás; lo cual ha sido determinante para hacerse a su camino, asumir sus responsabilidades y disfrutar más. Reconoce que no tiene control sobre los demás, que ella solo puede influir sobre su vida. En esta fase del proceso comienza a hacer parte de su vida la faceta de mamá y desde ahí Isabel se hace cargo de sus acciones y decisiones, se narra como una mujer fuerte que es capaz de cuidarse a sí misma y de cuidar a otras personas y lo más

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importante, que cree en ella no desde lo que puede controlar, sino desde lo que puede aprender y cambiar. Isabel reconoce el miedo como un problema en su vida, que le ha hecho pensar que todo lo debe hacer perfecto y que no es capaz con las responsabilidades de la vida, como consecuencia la paraliza y la hace permanecer en un mismo estado. De este proceso de cambio, Isabel dice que ha sentido una reconexión con valores que son importantes para ella y que desea que guíen su vida en adelante; éstos son el amor, la tolerancia, la perseverancia y el respeto. Esto se ve en el siguiente ejemplo: “C: El primer valor es al amor y el otro es la tolerancia, saber que saber que todo no es perfecto y que hay que tolerar muchas cosas y persistir, no me puedo dejar morir a la primera. Ahora que pienso lo estoy haciendo desde ya. Creo que ahora me siento a mirar a mi mamá y puedo tolerarla con amor. La miro y pienso “eso lo hace ella (lo dice riendo), nunca más nadie va a hacer lo que ella hace por mí y quiero aprovechar aunque sea esas cosas que hace”. Entonces a veces la miro y como que le digo “no mami”, pero ya no la veo como “¡hay pero porqué no entiende!” no, de una forma diferente, creo que eso me conectaría a esos valores. ¡Y el respeto además! Ese respeto a que cada uno es diferente, pero que nos vamos a amar por encima de todo (Isabel, sesión 30).” Isabel se narra como una mujer que está feliz con su vida, que se está disfrutando el presente más allá de vivir en función del pasado o del futuro, que disfruta su trabajo y que se siente una buena docente. Sabe que si la vida le da la oportunidad nuevamente, será una buena mamá.

En la narración sobre el problema. Todo lo que dicen las consultantes con referencia a situaciones difíciles que interfieren con su funcionamiento vital y que ellas consideran como problema. Fase 1 Isabel narra cómo problema el no haber cerrado ciclos en su vida, estos ciclos representan cuatro relaciones que la han cuestionado sobre la forma en la que ella se relaciona con las otras personas y sobre las carencias que ella dice tener de la niñez. Trae a la conversación una relación que se ha caracterizado por un intenso amor,

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dependencia y violencia y producto de la cual ella quedó embarazada pero perdió el bebe en el momento en el que supo que él tenía otra pareja. Isabel se siente deprimida y refiere que llora con frecuencia y con facilidad, que tiene miedo de no conseguir una pareja y quedarse sola, que no sabe qué le gusta ni qué quiere para su vida y que además es hipocondríaca. También narra cómo problema las dificultades en la relación con la madre, quien según ella es muy sobreprotectora y siente que se entromete en su vida Fase 2 Para esta fase del proceso los problemas de Isabel están en su vida amorosa, en el trabajo, en la relación con la mamá y en la relación con ella misma; es común a todas las narraciones sobre sus problemas el que ella se sienta victima de otras personas y el que no reconozca como participó de las situaciones. Lo anterior se evidencia en el siguiente ejemplo: “C: Desde mi punto de vista todos están en contra de lo que yo estoy pensando (lo dice con algo de risa), porque siento que estoy teniendo la razón -ni siquiera es por llevarle la contraria a todos (Isabel, sesión 10).” Respecto a su vida amorosa el problema se ha transformado en buscar la mejor opción de pareja (de tres que tiene al tiempo) para no quedarse sola, este dilema la ha llevado a vivir situaciones que son dolorosas y desgastantes para ella, a sentir una mezcolanza de sentimientos que la alejan aún más de saber qué quiere y a asumir un ritmo de vida que aumenta su ansiedad, su tristeza y la agota. Con relación al trabajo, Isabel narra que ha tenido dificultades con las compañeras y con los jefes en los que ellos les hacen reclamos y ella no comprende el sentido de éstos. Con su mamá ha tenido problemas porque siente que ella no le dedica tiempo, pero cuando lo hace, Isabel no quiere estar con ella. Respecto a ella misma, Isabel se siente en el mismo lugar o peor de cuando empezó el proceso y no sabe cómo hacerlo diferente. Fase 3 Esta fase del proceso comienza cuando Isabel descubre que está embarazada y entonces decide retomar el proceso, llega en crisis pues ella no tiene una relación estable con quien cree que el papá del bebé, siente que no lo quiere, tiene otras relaciones, no se siente preparada para ser mamá y se siente llegando al punto al que no quería llegar; esto es a repetir la historia de la madre siendo mamá soltera y quedando sin pareja.

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Más adelante en el proceso, al hacer la conversación colaborativa Isabel reconoce que ya no se siente depende de los hombres, que sabe que el problema está en la forma en la que ella maneja las relaciones, pero dice que no sabe cómo hacerlo diferente. Isabel relaciona su problema de dependencia con situaciones que pasaron en su pasado y que necesita perdonar. Para esta momento el problema se transforma en que ya no siente ganas de seguir su vida o de hace un proyecto para ella, reconoce que ha tenido logros, pero éstos no parecen motivarla. Lo anterior se evidencia en las siguientes palabras de Isabel: “C: efectivamente yo quiero escribir mi propia vida también me da sentido, el problema es que ya no me siento feliz con algo ¿me entiendes? Quiero empezar a hacer algo, pero en este momento en mi vida estoy… como te digo, ya hice todo, no quiero seguir viviendo más, ya, estoy cansada obviamente terminar la relación con Miguel, le terminé, se acabo, no voy a seguir más en ese proceso, pero no hay nada que me haga sentir bien, por eso yo te decía “no sé si estoy llegando al punto de presión absoluto o al punto donde todo se que te equilibra o si no lo que decías, que efectivamente sea un proceso y estoy viviendo la tristeza como se tiene que vivir. (Isabel, sesión 26).” Este estado del cual habla Isabel después es narrado como un momento de transición en su vida en el cual ella siente temor de empezar a escribir su historia. Frente a esta situación surge nuevamente el miedo a estar sola o a no poder superar esta etapa y el no poder sentirse tranquila y narra como solución a estos problemas el vivir su vida tranquila, permitiéndose fluir con sus emociones. Comprende como problema el vivir como víctima, pues de esta forma nunca va a poder disfrutar su felicidad Fase 4 Para esta fase del proceso Isabel reconoce que cuando actúa bajo la influencia del miedo no se siente cómoda con sus acciones, lo cual es diferente a cuando actúa desde la tranquilidad. Reconoce que los dilemas que se le presentan en la vida son más retos que problemas, considera la posibilidad de equivocarse y confía en que puede resolverlos. Al hacer un rito para mirar en el pasado la relación con el padre y la pérdida de sus bebes, Isabel ha comprendido su historia y esto le ha servido para transformar el dolor en aprendizajes y desde ahí ha sentido perdonar a sus padres y para personarse a ella misma.

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En su marco de referencia. Todas aquellas comprensiones, explicaciones y puntos de vista que las consultantes tienen acerca de sí mismas, del problema y de la vida en general. Fase 1 Cuando Isabel comienza el proceso, ella comprende su problema presente como el resultado de traumas vividos en la niñez, como el abandono del padre, la falta de tiempo de la madre en su crianza y el abuso sexual. No se aferra a ninguno de estos elementos como explicación, pero si cree en la existencia de una causa que para ella es oculta y que explica su situación; de la misma forma una depresión o un trastorno bipolar afectivo podrían ser la explicación a su situación. Estos elementos contribuyen a que Isabel se narre desde el déficit y a que se sienta poco capaz de generar cambios. En este marco de referencia se constituye el rol con el cual Isabel busca tener el rol de “buena” para recibir beneficios, en el intento de lograrlo aprende a victimizarse y desde ahí logra recibir beneficios que son movilizados desde la culpa. Hay una creencia acerca de los roles de género que influye de manera notable en la problemática y es lo que culturalmente se espera de una mujer para comprenderla como realizada: que a cierta edad se case, tenga hijo y asuma el cuidado del hogar. Esta creencia también es informada por la historia de vida de la mamá, a partir de la cual concluye que los hombres de estratos económicos bajos no son buenas parejas y que es más probable que Isabel triunfe en su familia si se prepara académicamente, surge socialmente y consigue un hombre con más recursos económicos. Todo esto lleva a Isabel a embarcarse en la búsqueda desesperada de una pareja a través de la cual se realice ella. Fase 2 En esta fase del proceso el miedo a la soledad es el principal problema de Isabel y con relación a esto, observo un cambio en su marco de referencia al comprender que la solución que ella ha implementado frente a este miedo (conseguir una pareja) se ha convertido en su problema, pues al abrir tantas opciones de pareja (para el momento 4) para no quedarse con ninguna, se siente cada vez más confundida y esto influye en que ninguna pareja se consolide. Por lo tanto, esto la lleva a cuestionarse por la relación que hay entre su comportamiento y el acto temido, pues está tan acompañada que no tiene el tiempo para tener el nivel intimidad que ella espera de la pareja que quiere encontrar y

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por lo tanto está sola. Así mismo está haciendo tantos esfuerzos para conservar a sus parejas, que si identidad se está diluyendo en medio de ellas. Por otro lado se genera una reflexión sobre cómo se relaciona la forma en la que ella trata a sus parejas con la manera en la que ella es tratada por sus parejas, pues se comprende una noción de pareja bastante utilitarista. Fase 3 Esta fase comienza con un cambio en su marco de referencia, a saber la manera en la cual ella está viviendo su vida, esto se hace a partir de la metáfora que la invita a pensar si está siendo autora de su vida o traductora de los deseos de otro. Con esta reflexión, observo que Isabel empieza a tener una mayor conciencia sobre su participación en aquellas situaciones que le son problemáticas, comienza a asumir más responsabilidades y a ser más activa en la escritura de su vida. Este cambio surge con el dilema de ser madre y conduce a una resignificación de su embarazo que le permite asumirlo con mayor responsabilidad y a delimitar a su pareja para ese momento. Otro cambio en su marco de referencia es la creencia según la cual una mujer embarazada no puede estar triste y debe evitar el dolor, con esto se invita a Isabel a aceptar su dolor, para crecer a partir del mismo y así estar preparada para recibir a su bebé, ya que ha decidido tenerlo. Al hacer una mirada de proceso con la conversación colaborativa, Isabel percibe que al proceso le ha faltado cierta conexión y que mi interés hacia ella fue incrementando en la medida que le proceso fue avanzando. Antes de comenzar la tercera fase Isabel llego a sentir que ella era quien conducía el proceso y esto contribuyó a que ella significara la terapia como poco eficaz aunque le agradaba venir a contarme lo que había pasado con ella en la semana. Para este momento ella veía mi interés en que recordara los datos y nombres que me contaba y en que tuviera reacciones emotivas, como por ejemplo felicitarla o llamarle la atención. Refiere a partir de la sesión 20 el proceso tomó otro rumbo, empezó a ser más efectivo y ella ha empezado a tomar más ideas de la terapia. Me pide que me centre más en ayudar a saber cómo hacer diferente aquello que para ella es un problema. Ella comprende la relación como sincera. Durante la conversación colaborativa se generan cambios importantes en su marco de referencia, Isabel refiere que ahora siente un mayor control y que se ha

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preguntado por la utilidad de algunos significados desde los cuales comprende su vida. Sin embargo comenta que con estos cambios que han ocurrido se siente como si estuviera en el vacío y como si su vida no tuviera sentido. Al trabajar sobre la creencia de la cultura según la cual la cultura nos exige saber siempre qué se queremos, Isabel empieza a vivir con más tranquilidad ese momento, que significamos como un momento de transición antes de llegar a saber lo que quiere y en el cual es válido no saber qué quiere. Por otro lado, al considerar que ella ha vivido su vida desde el rol de víctima nos preguntamos si este rol está influyendo en la manera en la que está viviendo este momento, en la medida que le impide ser feliz y tomar las riendas de su vida. “T: A veces pienso que naciste para ser protagonista de novela. C: ¡¡¡¡Siii!!!! T: De novela mexicana, lo digo por eso que tú dijiste un día “que no se permites ser feliz nunca” C: Nunca, ¡Sí! A mí me encantan esas novelas, si, no hay veces que soy novelera. T: ¿de qué te sirve vivir de esa manera? C: de nada, realmente de nada T: En esa nueva era ¿no estaba la protagonista de la novela mexicana -cierto? C: No. Definitivamente no. T: Porque yo siento que tú a veces te metes en ese papel y ¡ohh! ¡Eres buena! ¿no? D: (ríe) (Isabel, sesión 26).” Fase 4 Esta es la fase en la que más cambios se generan en el marco de referencia de Isabel. Primero está la comprensión de las tareas de la vida como problemas, en lugar de tareas del ciclo vital por las que pasan todas las personas; tales como delimitar la relación con la mamá, llevar a cabo un proceso de individuación, conseguir una pareja, hacerse a un futuro profesional, entre otros. El segundo cambio se relaciona con la creencia de que se puede tener un control absoluto de las emociones, que se transforma en un fluir con las emociones de forma tranquila, sin que éstas le quiten libertad en su vida. Tercero, la creencia de que sus problemas presentes obedecen a una causa oculta en el futuro, para lo cual se trazan los cambios en el futuro y con ellos Isabel reconoce

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las acciones que la llevan a permanecer en esos problemas. Un ejemplo de estas acciones dada por Isabel son: asumir una postura más apreciativa, decir lo que piensa, comprender a su mamá como humana y no idealizarla, no permitir que otros la violenten al querer controlarla, estar atenta a las creencias que sus parejas tiene sobre la autoridad, la jerarquía y el género, entre otras. Isabel también reconoce la necesidad de asumir una postura en la comprensión y en la actuación de su vida, pues no asumir una postura es también una postura que implica perder libertad y su capacidad de acción sobre su vida. Reconocer que saber implica primero no saber y entonces es necesario equivocarse y aprender de los errores para posteriormente saber. Reconocer la bondad del presente, entre otros cambios. Más adelante en el proceso por medio de un ejercicio de silla vacía Isabel llega a comprender la historia de su papá y con ella la manera en la que se ha comportado, ella lo persona y al comprenderlo a él se comprende a ella misma en su experiencia cuando fue mamá, lo cual también le sirve para perdonarse. Estos actos de perdón se convierten en un significado en la medida que mueven a Isabel a acciones con las cuales repararse y con ello, no volver a incurrir en acciones que son destructivas para ella.

En sus emociones. Es el conjunto de narraciones en las que las consultantes manifiestan directa o indirectamente sus emociones, así como todas aquellas expresiones no verbales que son comprendidas por la terapeuta como manifestación de sus emociones. Fase 1 Las emociones predominantes al comienzo del proceso son la tristeza y la ansiedad, la ansiedad pareciera ser una forma de evitar la tristeza, en la medida que la disponía a la búsqueda de algo que la hiciera sentir mejor; en este caso un hombre. En la primera sesión se ve triste, sin embargo ella tiene buen humor y no tiene dificultad en reírse. Es una mujer empática, agradable que evidentemente está preocupada por su situación, refiere que no es feliz con la vida que lleva, pero tiene la firma intención de serlo. Fase 2 Esta fase comienza con la sesión 10, a la cual Isabel llega muy ansiosa, ella se encuentra en una situación que en efecto demanda mucha energía y en su discurso, que

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es desordenado y confuso, su prosodia y sus gestos percibo su agitación y ansiedad. Casi no vocaliza, sube y baja el tono de la voz y cambia de emoción con facilidad. Isabel refiere que se siente cansada y abrumada con la situación que está viviendo, comenta no sentirse bien con ella misma, pero sin embargo, parece ser tal el ritmo de vida que está llevado, que no alcanza a significar en el momento lo ocurrido. “C: Después de haber estado con él dije “Ya no puedo estar en esta mezcolanza de sexo, sudor y lágrimas (habla muy bajo y muy rápido), tengo absolutamente todo mezclado; entonces yo estuve con él y no sé qué. Yo llegué obviamente a las dos de la mañana. El sábado en la mañana me llamó Esteban “¿dónde estás?” “Aquí en el apartamento” “Ya voy para allá”. Yo me sentía “cochina y toda”. Yo decía “ahora que voy a hacer. Cuando llegó al apartamento yo había estado con Andrés obviamente y también obviamente iba a pasar con Esteban.

Yo decía “¿qué es esto?” No lo veía en mi cabeza, igual pasó.

Entonces yo decía “esto me está pareciendo a mí insólito, me acuesto con este, me acuesto con el otro, miramos haber qué pasa con éste, qué pasa con el otro” y así puede pasar con absolutamente todos y como que. Efectivamente yo el sábado en la noche yo estaba ¡mamada! (susurro) (Isabel, sesión 10).” En esta fase del proceso noto que Isabel se siente frustrada, ella insiste en que no sabe cómo llevar una vida diferente y percibo que ese está desmotivando con el proceso. Fase 3 Esta es una fase de picos muy altos en sus emociones. Comienza con la noticia del embarazo de Isabel, esto genera en ella tristeza, angustia y ansiedad y el pensar que no puede sentirse triste por esta en estado de embarazo la alterna aún más. En el comienzo de esta Isabel está intolerante e irascible y es evidente que se siente cargada y cansada. En el momento en el que pierde el bebé su tristeza es aún mayor y siente culpa, para este momento hacemos un trabajo con la aceptación del dolor, en el que Isabel escribe sobre sus emociones a la luz de las relaciones que son importantes para ella. Más adelante, para el momento de la conversación colaborativa, Isabel ha cambiado notablemente su vida y ha pasado bastante tiempo sola en su casa, ha terminado la relación con el papá del bebe y ha comenzado a delimitar la relación con la mamá y se siente en control de sus emociones, como ella dice “más pensante”. Sin embargo, se

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siente en una etapa de vació, en la que no tiene claro un sentido; incluso ha pensado en que quiere morirse. “C: creo que en estas sesiones, como te digo, mis emociones han cambiado, contigo yo las cambio totalmente, por qué porque quizás pueda… antes no había pensado en el hecho de querer morirme. Cuando yo llegue era la tristeza y la preocupación de “no voy a poder conseguir a alguien, no voy a poder ser feliz, voy a estar sola”. Ahora eso ya no me angustia. T: ¿ahora qué te angustia? C: que ya nada me importa, que ya hice todo lo que tenía que haber hecho. Quizás ahí han cambiado mis emociones porque antes estaba angustiada por eso, por lo que te decía, ahora no… Es porque realmente desde que pelee con mi mamá y además ese mismo día dije “no más Miguel” ni llamadas, ni nada, estaba en ese proceso de SOLEDAD, no sé, no sé si de pronto eso pudo afectar… T: ¿es como si estuvieras pasmada? D: ¡eso! Lo dijiste muy bien, en ese proceso, no hay nada que me motive, no hay nada que quiera, pero estoy muchísimo mejor que cuando llegué acá (Isabel, sesión 26). En cuanto al proceso, Isabel describe que al comienzo sintió que la relación era lejana e incluso hubo un momento en el que llegó a desmotivarse, pero que con el tiempo porque veía que no ocurrían cambios. Hacia la segunda fase, se empezó a sentirse más tranquila y a gusto con la relación y éste empezó a ser un espacio de relajación, en el que se sentía cómoda y no temía ser juzgada; para esto momento yo ocupo el papel de su confidente y los que nos unía era el vínculo. “C: yo de todas maneras lo veía contigo que aunque eras mi terapeuta yo tenía que seguirla y no era estar cambiando porque además siento que la psicóloga si es como ese mismo coso que tú dices “estos zapatos me gustan y realmente ya me siento bien con ellos y no estar cambiando” si no te acuerdas yo fui también con otro, que era hipnotista, pero no era como le mismo feeling, la conexión no seguía siendo la misma (Isabel, sesión 26).” Refiere que la relación dio un cambio en la tercera fase, que fue un proceso muy difícil para ella y en el cual la terapia y la relación fueron fundamentales para ella pues

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la ayudaron a fluir y ser quien es. En esta sesión, de forma abierta Isabel me pide que sea más directiva y empezar a serlo determinar el curo de nuestra relación y del proceso hacia cambios muy positivos. Fase 4 Esta yo la llamaría una fase de transformación en sus emociones, comienza con la sesión 28, para la cual fue determinante que yo asumiera un papel directivo, pues esto le dio a Isabel la seguridad para comprometerse con ella y con su proceso y para conectarse con su creatividad y motivarse nuevamente. Más adelante en la sesión 29 llevamos a cabo un ejercicio de silla vacía en el cual Isabel conversó con su papá sobre su historia y sobre el papel que ella tenía en su vida. Este fue un momento bastante especial y emotivo, al terminar la sesión Isabel comento sentirse tranquila y reconciliada. “T: Entonces ¿cómo te fuiste hace ocho días, quisiera que conversáramos un poquito de eso, de cómo terminó la sesión hace ocho días y de cómo te fuiste tú? D: Me fui muy tranquila, muy bien serena, muy pensante, o sea como no sentí tanto por ejemplo esta semana me pareció ¡súper! Porque

no me sentía

¡deprimida! sentía dolor, pero no depresión (habla pausado y tono bajo de voz) ¿Me entiendes? (Isabel, sesión 30).” En la sesión 30 volvimos a hacer este ejercicio por medio de la lectura de cartas a sus hijas, nuevamente la sesión transcurrió de forma armónica y en medio de mucha sensibilidad. Fueron muchos los cambios que vi sesión a sesión en las emociones de Isabel, se veía segura de sí misma, serena, madura, fuerte, además físicamente transmitía esta energía. Para el final de la sesión 30 me comentó con orgullo que la habían felicitado en el colegio y que estaba satisfecha con su trabajo; así mismo se encontró con una ex pareja y él también fue testigo del cambio.

En sus acciones. Son los reportes que dan las consultantes acerca de sus acciones en su cotidianeidad con referencia a los problemas motivo de consulta. De igual manera se incluyen en esta categoría las observaciones de la terapeuta respecto a los cambios en las consultantes. Fase 1

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Al comienzo del proceso las acciones de Isabel eran de constante búsqueda movidas por la ansiedad. Fue un evento importante cuando terminó un de las relaciones que tenía al inició, pues esto posibilitó empezar a construir relatos alternativos en los que ella estaba más en control de sí misma. Fase 2 En esta fase ocurre un incremento de sus acciones de búsqueda, en efecto Isabel comienza a llevar un ritmo de vida en el cual llega a desconocerse a sí misma y que la pone en una situación de riesgo. Para esta fase, Isabel decide suspender la terapia, movida por el deseo de encontrar una respuesta en su pasado y consulta con un hipnotista. Sin embargo, el vínculo permanece y después de un tiempo ella busca reanudar el proceso. Fase 3 Son acciones determinantes de esta fase del proceso el embarazo de Isabel y con él las acciones que ella toma en la relación con su pareja, pues empieza a desempeñar un papel activo con el cual delimita su bienestar y el de su bebé. Más adelante ocurre la pérdida del bebe y con ella sobreviene un periodo de tristeza y recogimiento en el cual considero como acciones importantes el interés de Isabel por asistir a la terapia y la búsqueda de su bienestar. Isabel es una persona a la que le gusta la fiesta y estar con los amigos, pero estos espacios también se habían convertido en un mecanismo de evitación; por iniciativa propia, Isabel decide dejar de salir por un tiempo y más adelante cuando vuelve a salir, éstos espacios tiene un significado diferente para ella. Así mismo, Isabel comienza a tener discusiones con la mamá que delimitan la relación entre ellas, decide terminar la relación con el padre del bebé con quien se estaba gestado una relación violenta en la que él quería controlarla y tiene algunos conflictos son sus amigas cuando busca de salirse de dinámicas que no le son productivas. Fase 4 En esta fase Isabel tiene varias acciones que son indicadores de su cambio. Primero, al definir la relación con la madre como amorosa y al comprenderla a ella como humana, Isabel deja de participar en interacciones simétricas y comienzan a tener una relación más recíproca y armónica con la mamá. Segundo, comienza a cuestionar ciertas creencias de la familia y a construir las propias y además, empieza a hacer un manejo diferente de la información, que contribuye al bienestar de la relación. Tercero,

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por iniciativa propia Isabel decide asegurarse a sí misma no volver a pasar por un embarazo y por lo tanto, va al ginecólogo y comienza a planificar con un método más seguro. Cuarto, Isabel comienza a tener un mejor desempeño en el trabajo y a destacarse por sus logros, se siente a gusto con él y lo valora. Quinto, la forma en la que Isabel se relaciona con los hombres que han hecho parte de su vida cambia notablemente, pues ellos ya no representan una solución a sus problemas, sino que son un espacio de diversión y de compañía. Sexto, ella es percibida por sus ex parejas como una mujer más segura que tiene capacidad de acción en sus relaciones. Séptimo, Isabel decide comenzar dos diplomados con la intención de contribuir a su formación y de ser una mejor docente. Estoy segura que me faltan muchas acciones por nombrar que den cuenta del cambio de Isabel. Para mí lo más significativo es verla disfrutar su vida y sentirse capaz de determinar su destino.

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