PROGRAMA DESARROLLO PERSONAL Y SOCIAL

MÓDULO INTELIGENCIA EMOCIONAL

Unidad Nº 2: Segunda Parte: Técnicas de Control Emocional – Cuando estás molesto o enojado y la adaptabilidad

Unidad Nº 2 Segunda Parte

Técnicas de Control Emocional Cuando estás molesto o enojado y la adaptabilidad

Lecturas sugeridas

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LECTURAS SUGERIDAS Lectura Nº 1

LA AUTOPISTA DE LA MENTE Por Thomas A. Stewart

Imagine a un estadounidense que visita Gran Bretaña y que arrienda un automóvil con caja de cambio manual y volante al lado derecho. Parte, para, vuelve a partir. No está seguro de dónde está el centro del carril ni cuán lejos está de otros vehículos. Si cayera en los exitosos hábitos de conducción adquiridos durante toda una vida, se expondría a una catástrofe. Dar una vuelta en la autopista de las emociones también puede ser desorientador para la gente de negocios. Esto porque son personas que tienden a ser extravertidas, vívidamente interesadas en los otros, y que, por temperamento y entrenamiento, prefieren la acción sobre la introspección. Ellema de IBM era "Think" (piense) y no "Feel" (sienta). Pero sentí r deben: quieran o no, con torpeza o no. El paisaje de las emociones es el más variado de todos, y los caminos que lo recorren son más sinuosos que los de cualquier otra autopista. Hay muy pocas reglas para este camino, pero algunos consejos le ayudarán a transitarlo mejor. Las emociones no son buenas o malas. Simplemente son. No puede evitar tener emociones. Estudios sobre la cognición y la conciencia realizados por Antonio Damasio, jefe de neurología de la University of lowa, demuestran que no se puede tomar absolutamente ninguna decisión sin emociones. Las emociones son un hecho de la vida. Usted gana al reconocerlas, no al negarlas, y especialmente no al condenarlas por su existencia. Sus seguidores también ganarán. Ellos no creerán en alguien que oculta su rabia, frustración, celos o temores. Así es que confiéselo. "Estoy enojado. Ahora, ¿por qué estoy enojado? ¿Qué es lo que quiero hacer respecto a la causa de mi enojo?". Usted no es la única persona con una agenda. Usted comparte el camino con otros. Llámelo el "síndrome Yo". Muchas veces, los jefes están tan cautivados por su visión o tan convencidos de su propia lógica que asumen que todos los demás ven las cosas como ellos. Pero la gente que lo rodea también tiene ambiciones, intereses y planes. Como líder, usted es el centro de sus esperanzas y temores. Si ellos sienten que usted es un loco al volante, estará en problemas. Preste atención a lo que os motiva y a dónde quieren ir. Ellos están observando todos sus movimientos. Se supone que Freud dijo que a veces un cigarro es simplemente un cigarro. No así para los líderes. Todo lo que un líder hace es simbólico. Todo se amplifica. "Si el presidente pide una taza de café", reza un antiguo chiste en General Electric, "es probable que alguien vaya y compre Brasil". Especialmente los líderes Lecturas sugeridas

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novatos fallan en reconocer que todos los gestos y comentarios rebotan a lo largo de la organización a medida que la gente intenta hacerse una idea del nuevo jefe. Si bien siempre está sobre un escenario, lo más importante es evitar una actuación. Usted no puede falsificar la autenticidad. No siempre se trata de usted. Ponga todo su corazón en su trabajo, pero separe su rol de su propio Yo. Sí, cuando está parado sobre el podio dirigiéndose a la multitud, es su cara la que se proyecta tan grande como la de Godzilla sobre las pantallas. Sí, los artículos de Fortune y Forbes insinúan que usted lo hizo todo o que todo es culpa suya. Y es verdadero que poco funciona sin el estimulante elixir del liderazgo. Pero un desafío a sus ideas no es un desafío a su persona. Un competidor quiere su participación de mercado, no su alma. Usted siempre tiene una elección. Tal vez no sean placenteras, pero las alternativas siempre existen. Podría enfrentar una elección entre, digamos, despedir a alguien aunque sea su amigo, o mantenerlo pese a ser incompetente. Es una elección. Enfrentados a alternativas intragables, muchos se dejan llevar por el pánico. Ven menos posibilidades de las que verían si mantuvieran la calma. Se sienten atrapados. Pero, en verdad, usted nunca está atrapado. Ésa puede ser la verdad más poderosa de toda la psicología: la decisión final siempre está en sus manos. Extraído de Harvard Business Review Dentro de la mente del líder, p.104

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Lectura Nº 2

LOS SECUESTROS AL PASO DE LA AMÍGDALA David Fischman Una modalidad delincuencial frecuente son los secuestros al paso. En estos, los delincuentes comunes secuestran a transeúntes por unas horas. En otro orden de cosas, existe en nuestro propio cerebro un órgano llamado amígdala, que también nos secuestra el paso y nos trae muchos problemas. Usted pertenece a un equipo de trabajo que no ha tenido buenos resultados. El equipo está tenso y desmotivado. Usted tiene deseos de mejorar y decide aportar algunas ideas al líder del grupo. Sugiere con respeto que “quizá al equipo le falto reaccionar a tiempo en las épocas de crisis, le faltó innovación”, pero que “todavía podemos hacerlo”. Termina su discurso positivo y optimista, pero esa sensación le dura poco. El líder reacciona agresivamente y gritándole responde, “¿Qué te has creído? ¡No puedes insultar a quien te dé la gana! Claro que hemos reaccionado e innovado. Pero tú, que tanto te quejas, no has desarrollado ninguna innovación”. Evidentemente la respuesta del líder en este caso es exagerada, agresiva y fuera de la realidad. El líder tomó el comentario como crítica a él mismo y no al proceso de equipo. Sintió amenazada su estima y seguridad personal, y activó el secuestro al paso de la amígdala. Como menciona Coleman en su libro “Inteligencia emocional”, la amígdala es un pequeño órgano que se encuentra debajo de la corteza cerebral. Ante amenazas, nos secuestra y nos conduce a la acción sin pasar por nuestra corteza cerebral, es decir, nuestro lado racional. En el pasado, estos secuestros nos daban ventajas de milisegundos en caso de ataques de bestias para ayudarnos a correr o pelear. Sin embargo, en el mundo ejecutivo estos mecanismos, en lugar de ayudarnos a sobrevivir, nos perjudican. Las amenazas en la oficina están dirigidas a nuestra sensación de estima personal, no a nuestra vida, pero reaccionamos irracionalmente, como si nuestra vida estuviera en juego. ¿Qué hacer para pelear con un secuestrador que está dentro de nuestro cerebro? De la misma forma en que podemos combatir los secuestros al paso: Estando muy alertas en todo momento para evitar los plagios. Tenemos que adquirir un nuevo hábito, el de estar permanentemente conscientes de nuestros pensamientos y emociones. Duncan Hollomon propone el siguiente ejercicio, que usted puede practicar la próxima vez que converse con alguien. Trate de escuchar profundamente a la persona pero a la vez mantenga una conciencia profunda sobre los pensamientos y emociones que siente mientras conversa. Es impresionante que tengamos la capacidad de hacer estas dos tareas simultáneamente, pero definitivamente requiere de práctica. Si usted está todo el tiempo consciente de lo que siente y piensa, será muy difícil que su amígdala lo secuestre para agredir o herir a otros. Una consecuencia inmediata de estar conscientes de nuestros pensamientos y sentimientos es la capacidad de reflexionar y conocernos a nosotros mismos. Regresando al caso anterior, si el líder hubiese estado consciente, se habría percatado de que se estaba sintiendo amenazado, Lecturas sugeridas

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agredido. Seguidamente habría tenido tiempo de preguntarse por qué se sentía de esa manera, y si no había razones racionales para sentirse así. En otras palabras, el líder podría notar un patrón de respuesta emocional que le permitiría entender más a sí mismo y mejorar. Pero, sobre todo, estar conscientes de nuestras emociones es una conducta que favorece y respeta a los demás eliminando agresiones innecesarias. En 1997 encontraron muerto a un ciclista en una pista de aterrizaje. Investigando, descubrieron que había sido atropellado por un avión cuando aterrizaba. El ciclista no tomó conciencia de este porque se escuchaba escuchando música a todo volumen con audífonos. En este caso, no estar consciente de los sonidos exteriores le ocasionó un accidente fatal. No estar consciente de nuestros sonidos interiores y pensamientos, también nos puede ocasionar tragedias. Saquémonos los audífonos interiores. Extraído de: http://clipping.upc.edu.pe/menu/imagen.php?codcli=10260&medida=

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Lectura Nº 3

DESATAR LA FURIA NO ES BENEFICIOSO La mayoría de la gente cree que la manera más saludable de encarar la propia ira es exteriorizar el enfado y la furia de la manera más contundente posible. Cuando viven esta emoción, estallan en gritos, insultos, rotura de objetos e, incluso, agresiones físicas a otras personas, creyendo que con ello se van a quedar muy a gusto. A través de diversas investigaciones Y experimentos, se ha demostrado claramente que estas actitudes no sirven para controlar la ira; durante la descarga ésta puede incluso aumentar y luego, por puro agotamiento, es posible que se consiga una leve y pasajera satisfacción. Cualquiera que tenga una descarga de esta naturaleza, posiblemente quede con un nivel de enfado como trasfondo y sea bastante más susceptible a montar en cólera ante cualquier acontecimiento que le produzca desagrado. Si nos dejamos arrastrar por la furia corremos el riesgo de quedamos atrapados en ella por mucho más tiempo, ya que la propia reacción sirve de estimulante para que se produzcan nuevas descargas hormonales. Como, además, bajo este estado nuestra razón se nubla, es muy posible que nos dejemos arrastrar por impulsos agresivos que nos lleven a decir o hacer cosas de las cuales más tarde tendremos que arrepentimos. Eso no quiere decir que el enfado sea una emoción que no deba expresarse. Si la controlamos debidamente, podemos decir claramente a la persona que nos ha ofendido que con su actitud nos ha dañado o hecho enfurecer. El enfado es una respuesta de lucha, por ello, hay contadas excepciones en las cuales su exteriorización abierta puede ser no sólo admisible sino, incluso, necesaria. Si vemos que a un animal le están pegando o tirando piedras, por ejemplo, seguramente sentiremos furia o ganas de dar un buen merecido a los agresores. En este caso, mostrar el enfado que sentimos dando un par de órdenes o gritos es lo adecuado, ya que con nuestra actitud pondremos fin a una situación de abuso. Lo único que hay que tener en cuenta es que la expresión del enfado debe ser proporcional a la ofensa recibida o a la situación de injusticia que estamos presenciando. Si en la calle vemos que un hombre ataca a una joven, sabemos que probablemente no reaccionará ante nuestros gritos, de modo que para poner fin a esa situación tal vez tengamos que usar la violencia física. Si nos enfadamos con alguien y nuestra vida o la de otros no corre peligro, lo más aconsejable y prudente es calmamos y luego, una vez serenos, entablar una conversación con esa persona para explicarle que su conducta nos ha ofendido o molestado. Lecturas sugeridas

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El enfado es una emoción que nos sirve para defendemos. Cuando esa emoción se convierte en odio y no busca ya la defensa sino infligir el mayor daño posible al adversario, a menudo en forma desproporcionada a la ofensa recibida, se puede hablar de agresividad patológica. Las personas agresivas pueden tener diferentes objetivos: para algunos la meta de la agresión es dominar a los demás; para otros, en cambio, influir en la conducta de otras personas y hay quienes muestran su conducta agresiva por un morboso placer de hacer daño a la víctima. En lo que se considera agresión y lo que no, hay un fuerte condicionamiento cultural: algunos pueblos viven como agresión el hecho de que alguien les mire directamente a los ojos, por ejemplo. En Inglaterra, hasta hace muy pocos años estaba bien visto el que un profesor pegara físicamente a los alumnos, lo cual no deja de ser una agresión en toda regla. Extraído de: Lucrecia Pérsico (2007) Inteligencia Emocional, Madrid, LIBSA, pág. 56

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Lectura Nº 4

CUANDO QUEREMOS EQUILIBRIO

ENCONTRAR

EL

David Fischman Nuestra vida es como el mar y las olas son los cambios que enfrentamos. Muchas veces nos aferramos para mantenernos a flote y nadar contra ellas cuando tenemos que recuperar las fuerzas y el equilibrio. En realidad la mejor forma de tomar energías es sumergirse en las profundidades del mar, donde está la calma. Hoy las empresas compiten como balsas en los rápidos de un río. El entorno cambia sin dar tiempo para responder y evitar los peligros. Esto genera estrés, miedo e inseguridad en las personas. Pero a diferencia de los ríos, donde existen tramos con menos pendientes que generan embalses calmos, los rápidos de nuestra economía van siempre en aumento. Cada vez es más difícil obtener un equilibrio en nuestra vida. Vivimos estresados por los problemas y creamos un círculo destructivo de preocupación y trabajo. ¿Cómo romper este círculo? Aprendiendo de la naturaleza: disminuyendo nuestra pendiente de pensamientos y encontrando el embalse calmo dentro de nosotros mismos. La intensa luz solar nos impide durante el día ver las estrellas del cosmos. Lo mismo ocurre en nuestra vida: nuestros sentidos nos deslumbran y no podemos ver las estrellas de nuestro universo interior. Para observar nuestro mundo intrínseco tenemos que clausurar nuestros sentidos y entrar en el silencio. Para purificar el agua la colocan en pozas calmas, donde las impurezas se asientan y queda limpia el agua en la superficie. Lo mismo ocurre en el ser humano: tenemos muchos pensamientos impuros, como culpas, angustias, preocupaciones y miedos. Cuando nos calmamos y no pensamos, se asientan las impurezas y emerge lo mejor de nosotros hacia fuera. ¿Cómo hacer para no pensar? Hemos pensado toda nuestra vida. Estamos totalmente habituados: en el colegio, la universidad, y en el trabajo nos premian por pensar. Por pensar hemos logrado todo lo que tenemos en la vida. El pensamiento crítico es nuestra mejor arma para ganar la batalla de la competencia empresarial. Pero hasta la mejor espada tiene una funda y se guarda para protegerla. Aprendamos a guardar el arma de nuestro pensamiento y encontraremos una fuente inagotable de paz y tranquilidad dentro de nosotros. Reservemos un espacio diario en nuestras vidas para dejar de pensar y entrar en el silencio. Una forma de hacerlo es reduciendo nuestros pensamientos a uno solo: nuestra respiración. Concéntrese en su respiración por unos minutos, sin dejar que ningún pensamiento entre en Lecturas sugeridas

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su mente. Imagine cómo el aire entra y sale por su nariz. Si le vienen pensamientos, déjelos pasar sin molestarse hasta que logre concentrarse. Si usted hace este ejercicio durante 10 minutos diarios, paulatinamente encontrará calma, paz y felicidad. Los problemas los enfrentará con más distancia y le afectarán menos. Por otro lado, hay varios estudios científicos que demuestran que “el no pensar” por unos minutos aumenta la salud y reconforta el cuerpo. Pero, ¿por qué si es tan bueno no pensar, la mayoría de las personas no lo practica? Porque estamos acostumbrados a buscar nuestra felicidad fuera de nosotros. Somos adictos al movimiento y para sentirnos útiles tenemos que realizar alguna actividad o dedicarnos a pensar nuestro próximo paso. Somos seres humanos pero nuestra denominación debería ser “haceres humanos” u “homus faber”. Nunca nos damos un espacio de tiempo para simplemente “ser”. Cuentan que una persona estaba en la calle, junto a un poste de luz buscando la llave de un tesoro. Al verlo, un amigo le preguntó qué hacia. Le respondió: “Estoy buscando la llave que se me ha perdido. ¿Me ayudas?”. El amigo aceptó y llamó a más compañeros para que lo ayudasen, pero no encontraban nada. Cansado de buscar, el amigo preguntó: “¿Estás seguro que se te cayó aquí?”. El hombre respondió: “Se perdió en mi casa, pero como no hay luz allá, estoy buscándola acá”. Dejemos de buscar la llave de la felicidad afuera de nosotros y démonos un tiempo diario de silencio para disfrutar el tesoro de paz y felicidad que todos ya llevamos dentro. Extraído de: http://clipping.upc.edu.pe/menu/imagen.pp?codcli=c11597y17&medida=

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Lectura Nº 5

CÓMO ENFRENTAR CON CONFIANZA LAS SITUACIONES NUEVAS La mayoría de las veces, todo cambio supone algunas pérdidas. Si nos mudamos a una casa más grande, por ejemplo, tal vez tengamos que dejar atrás el ciruelo que plantamos y cuidamos con tanto mimo, pero esa pequeña pérdida se ve compensada por todas las ventajas que nos brinda un lugar más amplio y confortable. Pero tendremos que hacer efectiva la mudanza para saber hasta qué punto nos sentiremos cómodos allí. A través de diferentes mecanismos, el cerebro emocional busca siempre la manera de proveemos seguridad, de evitamos situaciones de conflicto o de peligro; como en toda tarea o situación nueva hay elementos que escapan a nuestro control, la ansiedad generada por el miedo a lo desconocido hace acto de presencia. Los cambios fisiológicos que se producen ante esta emoción, siempre que no sean exagerados ni se conviertan en algo repetitivo, implican un aporte de energía extra y un estado de alerta general que puede resultar especialmente útil para detectar los posibles contratiempos que se presenten. Otro tanto puede decirse de la preocupación, que nos permite prever las posibles dificultades antes de que éstas nos creen problemas. La forma de enfrentarse a los cambios no es igual para todos. Hay personas que prefieren la rutina, en tanto que para otras, ésta se hace insoportable.

Características de la persona rutinaria 9

Quiere que las cosas permanezcan siempre como están.

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Prefiere trabajar bajo pautas precisas.

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Hace planes antes de iniciar un trabajo.

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Acepta mejor lo tradicional que lo novedoso.

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No le molesta la repetición.

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Su principal objetivo es la seguridad.

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Siente angustia ante cambios significativos en su vida.

La tendencia a vivir exageradamente cualquier amenaza a la estabilidad, sumada a una débil confianza en sí mismos, hace que las personas rutinarias coarten su creatividad, su imaginación y sus deseos en general en función de la seguridad. Lecturas sugeridas

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Esto no sería demasiado problemático, aunque sí triste por el desperdicia de talentos que conlleva, en un entorno estable; pero aunque no sea más que por los constantes avances tecnológicos que vivimos, los cambios se han hecho prácticamente inevitables, sobre todo en el ámbito laboral. Por eso es tan importante prepararse para afrontar las situaciones nuevas con confianza, sin exigirse la perfección desde el primer momento, y mostrando el mayor entusiasmo y optimismo posibles. Cuando se presenta una situación nueva a la cual debemos hacer frente, hay actitudes que nos permiten una rápida adaptación y otras que, por el contrario, nos mantienen atados a situaciones que ya no tienen vigencia. Actitudes positivas ante un cambio 9

Detectar lo antes posible las emociones que nos suscita.

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Evitar caer en el ciclo de la furia o el de la preocupación.

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Si el cambio es ineludible, colaborar con él.

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o

Dejamos fluir.

o

Poner todas nuestras energías para adoptarnos lo antes posible.

o

Evitar la añoranza de la antigua situación.

Pensar que la nueva situación, a la larga, nos favorecerá.

Aunque al principio la nueva situación nos obligue a un esfuerzo, lo más probable es que los cambios efectuados traigan beneficios que compensen las pequeñas pérdidas que el cambio conlleve. Cuanto mayor sea la confianza en uno mismo, mejor actitud se tendrá ante las situaciones nuevas. Para adquirirla es necesario hacer una evaluación justa de las propias capacidades, poniendo especial atención en todas las oportunidades en que ha hecho las cosas satisfactoriamente. Prestar más atención a los logros que a los fracasos permitirá desarrollar la autoestima y el entusiasmo necesarios para afrontar las nuevas situaciones. Extraído de: Lucrecia Pérsico (2007) Inteligencia Emocional, Madrid, LIBSA, pág. 98

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Lectura Nº 6

APRENDA QUE ERRAR NO ES FRACASAR Unas gotas de agua parecen inofensivas, pero con el tiempo pueden erosionar hasta la piedra más dura. De la misma manera, unas gotas de diálogo interior negativo y destructivo erosionan con el tiempo nuestra sensación de seguridad y confianza. David Fischman Imagine que ha tenido una gran idea para su empresa. Su jefe, entusiasmado, le pide que la exponga al directorio. Su familia, al enterarse, le muestra apoyo y cariño. Usted se prepara con mucho entusiasmo y practica su presentación hasta tarde, durante varios días. Llega el día más importante de su vida profesional y sus colegas lo animan. En el directorio se da cuenta de que su computadora no enciende. El impaciente directorio le pide que empiece sin ayudas visuales. Usted olvida puntos importantes y siente que todos se están aburriendo. Los reunidos muestran su indiferencia. Un serio gerente le agradece y le dice que ya lo pensarán ¿Cómo se siente? ¿Qué hace? Un camino frecuente es deprimirse, sentirse fracasado y empezar un diálogo interno destructivo. “¿Cómo es posible que sea tan torpe? ¡Soy un inútil! ¡Nunca haré otra presentación!. Otra posibilidad, menos frecuente, es sentirse apenado por la equivocación, pero analiza las causas de los errores para no reincidir, tomando una actitud constructiva y positiva. ¿De qué depende nuestra reacción ante los errores? En gran medida de nuestra niñez. Los programas de computación dan los mismos resultados, por más que pasen años. Ésa es la naturaleza de un programa. Lo mismo ocurre con nuestra mente: si nuestros padres nos humillaban y criticaban cuando nos equivocábamos, grabaron en el “disco duro” de nuestra mente un programa con sus palabras destructivas. Cuando fallamos en la actualidad, este programa almacenado hace muchos años, se activará con un diálogo interno destructivo. Este programa es como un virus de computadora se activa solo sin que nos demos cuenta y destruye todo lo que hemos logrado con esfuerzo. Desde la Tierra, las estrellas se ven pequeñitas e insignificantes. Pero desde la perspectiva de las estrellas, la Tierra también se vería insignificante. La próxima vez que se equivoque, cambie de perspectiva. ¿Piense que le recomendaría a otra persona que pasa por un problema similar? Al realizar este ejercicio, verá que su angustia baja. Somos más críticos e intolerantes con nosotros mismos que con los demás. Tal como el antivirus protege su computadora contra los virus informáticos, instale su propio antivirus mental. Cada vez que escuche su diálogo interno destructivo, deténgalo. Recuerde que usted es responsable por lo que decide pensar. Finalmente, analice cuál es la lección que la vida quiere enseñarle. Recuerde que la vida le hace repetir la lección hasta que logre aprenderla.

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Un maestro movía sus manos junto a una vela encendida en un cuarto y le preguntó a su discípulo qué veía. El discípulo respondió: “Veo tus manos moviéndose”. El maestro apagó la luz, dejando la vela encendida y preguntó: “¿Qué ves?”. Él respondió: “Veo el reflejo de tus manos contra la pared. Parecen sombras de animales gigantes”. Luego, el maestro apagó la vela y le preguntó qué veía. El discípulo respondió: “No veo nada”. El maestro le dijo: “Discípulo, lo mismo ocurre en la realidad. Nuestra visión depende del nivel de iluminación que tengamos en nuestra vida”. Si vivimos en negatividad y angustia y no controlamos nuestra mente, estaremos en la oscuridad, sin capacidad de ver nada. Una iluminación escasa nos hace ver sombras distorsionadas de la realidad y vivir con miedo creyendo que son reales. Sólo si vivimos con la luz pendida en nuestro interior podremos ver la realidad como es. Dejemos de ver las sombras irreales de las paredes y prendamos la luz en nuestro interior, controlando nuestros pensamientos. Sólo de esta forma podremos percibir nuestros fracasos como simples equivocaciones y oportunidades para crecer. Extraído de: http://clipping.upc.edu.pe/menu/imagen.php?codcli=c12012g23&medida=

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