PROYECTO REGIONAL POBLACIÓN AFRODESCENDIENTE DE AMÉRICA LATINA II

PROYECTO REGIONAL “POBLACIÓN AFROD AFRODESCENDIENTE ESCENDIENTE DE AMÉRICA LATINA II” Foro regional de reflexión estratégica: Mujeres afrodescendiente

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PROYECTO REGIONAL “POBLACIÓN AFROD AFRODESCENDIENTE ESCENDIENTE DE AMÉRICA LATINA II” Foro regional de reflexión estratégica: Mujeres afrodescendientes y acción política en América Latina. Hacia la construcción n colectiva de una agenda común Conferencia inaugural a cargo de Rebeca Grynspan1

1. Introducción En un gran placer estar con usted ustedes, es, acompañando nuevamente al proyecto regional “Población afrodescendiente de América Latina”. Ante todo, quisiera agradecer muy especialmente al Gobierno de Panamá por acogernos en su casa con la amabilidad que los caracteriza y por el aporte que han hecho a este Foro, F y al Gobierno de Noruega que viene acompañando es este te proyecto desde el año 2009. Noruega creyó en nosotros y en esta causa desde un comienzo y lo siguieron haciendo a lo largo de esto cuatro años. Un agradecimiento muy especial al equipo del PNUD yy, en especial, a Silvia García cuya dedicación y persistencia han hecho posible tantas ccosas osas a lo largo de estos años. Muchas uchas gracias a todos ustedes por haber aceptado nuestra invitación. Creo que el objetivo de construir uir una agenda de las mujeres afro afrolatinoamericanas latinoamericanas para avanzar en la participación política, para no solo poder elegir sino ser elegidas, y ocupar más y mejores cargos políticos en nuestros respectivos países, requiere del apoy apoyo decidido de todos nosotros. 1

Secretaria General Adjunta de las Naciones aciones Unidas y A Administradora Asociada del PNUD.

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Mujeres afrodescendientes ndientes y acción política en América Latina

Cuando preparaba estas líneas recordaba que, en el año 2009, acompañé la primera actividad pública de este proyecto que fue, igualmente, dedicada a las mujeres afrodescendientes. Se trató del seminario regional “Las mujeres afrodescendientes y la cultura latinoamericana: identidad y desarrollo” que tuvo lugar en Montevideo. En esa ocasión hablamos de los aportes de la población afrodescendiente a la cultura latinoamericana y la sistemática invisibilización de ese aporte, especialmente del de las mujeres afrodescendientes. Esto es en sí mismo un símbolo de la discriminación y de la historia contada desde una sola perspectiva, la que no puede ser entendida como la única perspectiva posible. Las de Uruguay fueron jornadas muy enriquecedoras para mí; aprendí mucho de la discusión y de las distintas perspectivas y miradas que el lente de la mujer afrodescendiente aporta a este debate. Nos centramos entonces, aunque no exclusivamente, en los derechos culturales. Hoy nos encontramos nuevamente con ustedes para hablar acerca de la participación política de las mujeres afrodescendientes, sus logros y los enormes desafíos que todavía quedan por delante. Esta vez nos centraremos en los derechos civiles y políticos pero sin olvidar los derechos económicos y sociales ya que no debemos cometer el error -aunque por razones prácticas a veces enfaticemos más algunos de ellos- de olvidar que los derechos humanos son indivisibles y que los derechos de las mujeres deben mantener su visibilidad; no se trata de un menú del que podamos escogemos lo que nos conviene! Deben cumplirse todos ellos indefectiblemente. Como sabemos, en América Latina hay aproximadamente doscientos millones de personas que se identifican como afrolatinoamericanos; en términos generales se puede decir que la mitad son mujeres. Ahora bien, cuando uno va a los números se encuentra lo que hemos denunciado tantas veces: no hay datos o hay pocos datos y sólo conseguirlos es agotador. Las mujeres sabemos esto muy bien, es parte de la estrategia de hacernos invisibles en nuestro aporte cotidiano; en el caso de la población afrodescendiente, esto es aún más pronunciado y en el caso de la mujer afrodescendiente, la doble discriminación pesa no solo doble, sino a la segunda potencia como diríamos en matemáticas. Los datos que tenemos corroboran lo que sabemos y lo que ustedes viven como experiencia cotidiana: que son muy pocas las mujeres

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que, como ustedes, tienen o ha tenido una participación política activa en cualquiera de los tres poderes del Estado nacional o de los provinciales. 2. Situación de América Latina: ha mejorado en los últimos años pero no alcanza a todos Antes de entrar de lleno en el tema que nos ocupa hoy, permítanme hacer una primera referencia al contexto global, para continuar con el contexto latinoamericano y, finalmente, aterrizar en el tema que nos ocupa. Comienzo por mencionar lo positivo de lo que ha pasado en las últimas dos décadas, para entrar seguidamente a los retos. Lo hago no como propaganda o como un acto de ingenuidad sino porque creo realmente que uno de los mayores factores de desmovilización en el mundo es la convicción de amplios sectores de la población de que no es posible cambiar nada: a. Ha habido importantes avances en la agenda de desarrollo gracias a los objetivos de desarrollo del Milenio y a la unidad en la acción lograda por este pacto global, entre los Gobiernos y la comunidad internacional; ese pacto, además, empoderó a la sociedad civil dándole un instrumento de diálogo y la posibilidad de exigir a los Gobiernos una rendición de cuentas respecto de los compromisos adquiridos. Así encontramos que, según las cifras disponibles, ha habido en el nivel global un mejoramiento en la educación primaria haciendo viable obtener el acceso universal de niñas y niños a la misma, el logro de reducir a la mitad la pobreza extrema tomando como base 1990, importantes avances en la lucha contra HIV SIDA, malaria y tuberculosis, y también en el acceso a fuentes de agua mejorada. b. Subsisten problemas: las desigualdades escondidas tras los promedios ya que los avances señalados en el punto anterior no dan cuenta de la realidad de las poblaciones vulnerables, discriminadas o marginadas ya sea por discriminaciones basadas en el género, la etnia, las castas, el racismo, o las brechas geográficas o regionales; por todo ello, en muchos casos hay poblaciones que no han experimentado realmente los avances reportados. Hay también problemas sin resolver en cambio climático y la agenda ambiental (biodiversidad y ecosistemas) lo que afecta especialmente a algunas

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poblaciones; por ejemplo, en Latinoamérica a las poblaciones afrodescendientes e indígenas dada su ubicación geográfica. c. También hay rezagos en la consecución integral de los derechos humanos, en la agenda de equidad de género y empoderamiento de las mujeres, en los temas de gobernabilidad (transparencia, mejora del Estado y profundización democrática) y temas de paz. d. Logros y desafíos constituyen también una oportunidad para participar en la conversación global que se está desarrollando actualmente en aras de consensuar la NUEVA agenda de desarrollo para después del 2015. Esta es la consulta más amplia que haya hecho las Naciones Unidas en su historia: se han llevado a cabo consultas nacionales en alrededor de 100 países, más de 11 consultas temáticas en el nivel global con sus correspondientes consultas regionales, y más de 800.000 personas han participado en la votación lanzada por la campaña MYWorld tanto presencial como electrónicamente. Por lo tanto, no debemos perder esta oportunidad. Esta conversación apenas está comenzando y tenemos hasta setiembre del 2014 para tratar de influir en las decisiones que los líderes del mundo tomarán respecto de la agenda y los objetivos que regirán la Agenda de Desarrollo después del 2015. e. También se está dando lo que hemos dado en llamar “el ascenso del sur”:2 ha habido un extraordinario progreso en el índice de desarrollo humano en los países del sur gracias a políticas proactivas de los gobiernos y a la innovación en las políticas sociales, además de importantes tasas de crecimiento. Esos cambios no han sido espontáneos; se deben a políticas públicas activas y acertadas para poyar un crecimiento más incluyente y políticas sociales innovadoras que abrieron las oportunidades a amplios sectores de la población. En particular, sin esas políticas sociales no hubiesen sido posibles las mejoras en términos de desarrollo humano, sobre todo en un contexto mundial donde se observa un deterioro en la distribución del ingreso en casi todas las regiones, con excepción de América Latina.

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Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Informe de Desarrollo Humano 2013: El ascenso del sur: Progreso humano en un mundo diverso.

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Yendo ahora a nuestra región, América Latina ha crecido a tasas superiores al promedio mundial, muestra una fuerte reducción de la pobreza y, por primera vez en décadas, una mejora en la distribución del ingreso; es, de hecho, la única región en el mundo que muestra una mejora en la distribución del ingreso. Los logros en la reducción de la pobreza y la distribución del ingreso han sido consecuencia del crecimiento y de un aumento del gasto social de casi 4% del PIB en los últimos diez años. También ha sido el resultado de gobiernos más activos que en el pasado, en especial, en cuanto a programas sociales de distinto tipo. Esa actividad, que implicó, entre otras cosas, un aumento en la recaudación impositiva, ha sido el resultado de gobiernos más preocupados por la pobreza y la equidad, pero también la consecuencia de la presión de la sociedad civil. En definitiva, no se trata de una mejora espontanea; es producto de una sociedad civil movilizada y demandante. En términos cinematográficos, ésa es la película que estamos viendo; ahora bien, si vamos a la foto, ésta sigue mostrando, como en el resto del mundo, niveles de pobreza y de exclusión social intolerables. A pesar del crecimiento económico y de la mejora de las políticas públicas y de los índices de desarrollo humano, América Latina sigue siendo la región más inequitativa del mundo. La transmisión intergeneracional de la desigualdad y la pobreza es todavía una realidad, con retos que muestran estancamiento como la tasa de embarazo temprano que sigue siendo muy elevado, grandes diferencias en las tasas de natalidad entre grupos que profundizan las brechas de desigualdad vertical y horizontal, y rezagos evidentes en el progreso de las poblaciones indígenas y afrodescendientes. La posibilidad de la región de seguir por el camino del progreso con equidad dependerá de que en primer lugar entendamos que la receta que nos funcionó hasta ahora, debe ser revisada para avanzar hacia el futuro. Creo que los siguientes elementos deberán recibir más atención: i un agenda para aumentar la productividad con una mayor inversión en ciencia, tecnología e innovación, ii un ataque frontal a la desigualdad horizontal y no sólo la vertical, o sea al entrecruzamiento de la desigualdad socio económica (desigualdad vertical) con cuestiones relacionadas con

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discriminación por raza, etnia y género de las personas y su ubicación geográfica -urbano/rural(desigualdad horizontal). 3. La población afrodescendiente y las mujeres afrodescendientes Como dijimos, la región latinoamericana sigue mostrando niveles de exclusión intolerables. Varios de los estudios del Proyecto y de los análisis realizados por distintos organismos internacionales y por centros de la población afrodescendiente no dejan lugar a dudas. No es que no se hayan dado mejoras en algunos casos pero las brechas no han disminuido. La población no afrodescendiente ha mejorado más que la afrodescendiente; por lo tanto, hay divergencia y no convergencia (el goteo no funciona!). Además, a esto se suma la doble discriminación que sufren las mujeres afrodescendientes. No quiero aburrirlas con demasiados números porque quién mejor que ustedes para conocer esa realidad pero, para poner todo en perspectiva regional, veamos algunos ejemplos. Hay una sobre-representación de la población afrodescendiente cuando se observan los datos de pobreza y, en la mayoría de los casos, los de desempleo, y una sub-representación cuando se va a los datos de puestos políticos, en el sector público, y de gerencia, en el sector privado. La pobreza y la indigencia de la población afrodescendiente en Brasil está muy por encima del resto de la población (en 2006, más del 43% de las personas pretas y pardas estaban en situación de pobreza, número que se reducía a menos de la mitad en el caso de las personas “blancas”); hay el doble de incidencia en Uruguay si se compara población afrouruguaya con el resto de la población (el país más equitativo en América Latina), y en Costa Rica, medida por necesidades básicas insatisfechas, se estima que la pobreza de los hogares afrocostarricenses es de 21,3% y en la de los hogares de blancos/mestizos es de 16,5%. Además, hay una mayor incidencia de pobreza en hogares que tienen jefas de hogar afrodescendientes que en aquellos cuyos jefes son hombres afrodescendientes. En educación el panorama es mixto. En Perú el analfabetismo en las mujeres duplica el de los hombres afrodescendientes incluyendo las cohortes de población joven tanto en primaria, secundaria y superior. Sin embargo en Panamá es al revés. Y en todos los otros países hay

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más mujeres con estudios universitarios que hombres afrodescendientes (Colombia, Costa Rica, Uruguay, Ecuador) aunque representan solo entre el 10% y el 5% de las mujeres afrodescendientes. Sin embargo, los logros de las mujeres en el campo de la educación no se ven reflejados necesariamente en su acceso al mercado de trabajo ni en las remuneraciones que reciben, independientemente de su pertenencia étnica; ellas sufren de un mayor desempleo, menores salarios por trabajo equivalente y una inserción laboral más precaria y en sectores de menor productividad. Uno de los reflejos más lacerante de la discriminación la encontramos en las tasas de mortalidad de las madres: las mujeres afrodescendientes de Brasil tienen tres veces más probabilidades de morir durante el parto que el resto de las mujeres debido en parte a la atención prenatal de baja calidad. También son escasamente valorados los aportes de los afrodescendientes y, en particular, de las mujeres afrolatinoamericanas, a la cultura de la región. Su contribución al estudio y al conocimiento de la lengua, la música, la danza, la gastronomía y la literatura no tienen ni la difusión ni el reconocimiento adecuado. En tal sentido, es destacable el esfuerzo que están haciendo

las

mujeres

afrodescendientes

para

constituir

organizaciones,

reunirse

periódicamente en foros y mantener redes de comunicación para visibilizar su aporte a la construcción de la identidad latinoamericana.

4. Participación política de las mujeres afrodescendientes La población afrodescendiente, como sabemos, está subrepresentada en los puestos de representación política en todos los niveles de los gobiernos nacionales y subnacionales. Las mujeres afrodescendientes tienen una representación menor a la de las mujeres en general y a la de los hombres afrodescendientes. En América Latina no sólo hay exclusión social sino

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también racismo y sexismo que, estamos persuadidas, sólo se pueden combatir con más inclusión y más goce integral de derechos pero también con políticas proactivas. Vayamos a algunos ejemplos:



En el año 2011 (último con datos disponibles, del Observatorio de Igualdad de Género, CEPAL), en América Latina y el Caribe, la participación de las mujeres en los gabinetes ministeriales era de 19,9%; mujeres parlamentarias 23,2% (aumentó de 5% en 1990 a 23,3%); en América Latina el 33,4% de los funcionarios de los máximos tribunales de justicia eran mujeres; en América Latina y el Caribe el 10,33% de todos los alcaldes son mujeres y el 21,9% de todos los concejales son concejalas.



Las mujeres afrodescendientes son una mínima parte de ese número, ya de por sí exiguo: si bien hay países donde esas cifras han aumentado, por ejemplo Brasil (las mujeres afrobrasileñas representan el 1% en la Cámara de Diputados); todavía se encuentran lejos de reflejar la composición de la población del país.



Me decía ayer Beatriz Ramírez que es interesante notar que las mujeres afrodescendientes están teniendo una altísima representación en los ministerios de equidad de la región, seis de las ministras son afrodescendientes y mañana oiremos de Beatriz contarnos qué pasó con la ley contra la discriminación que está siendo discutida en el Congreso de Uruguay.

Como sabemos, se sigue hablando de leyes de cuotas: hay trece países en América Latina (de los diecinueve) que tienen leyes de cuota femenina para promover el acceso de las mujeres a cargos electivos, pero todavía no han llegado a cargos de representación suficiente cantidad de mujeres indígenas y afrodescendientes, en términos proporcionales a la población. Por eso apareció la noción de cuota doble, es decir, la combinación de leyes nacionales de cuotas de género con otras disposiciones relacionadas con la representación de minorías étnicas. Si se implementaran las cuotas dobles, se garantizaría una representación más equitativa para las mujeres afrodescendientes e indígenas.

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Antes decíamos que hubo cambios positivos en la región en términos de equidad y que no fueron espontáneos; ellos se debieron a la presión de la sociedad para lograr mayor énfasis en combatir la pobreza y la desigualdad, y al uso no sólo del voto sino de mecanismos de presión variados –movilizaciones, encuentros a través de las nuevas tecnologías de la información, entre otros. La sociedad es el mayor de los cambios. En estos momentos estamos necesitando un movimiento similar de la población afrodescendiente y, especialmente, de las mujeres afrodescendientes: la región entera necesita que se replique ese movimiento de presión pero dirigido ahora a una mayor participación política. Los cambios pasan por la economía, por lo social pero, sobre todo, por la política para llegar a los cambios sociales y económicos que toda la región está necesitando. Por supuesto que tener más poder es también tener mejor educación, trabajos mejor remunerados, una mayor participación en puestos de dirección en el sector privado y en el público pero, sobre todo, estar en los lugares adecuados para la toma de decisiones políticas, es decir, más poder para que haya más equidad en la sociedad y más poder en la política. Por eso están ustedes aquí, porque tienen la experiencia de cómo construir poder, cómo llegar, a pesar de las distintas vicisitudes, a puestos de dirección política. Son ustedes, por lo tanto, las mejores para poder armar una agenda, una hoja de ruta y ver cómo seguimos. Así que déjenme solo mencionar algunos de los temas que me parecen fundamentales en ese camino. 1. Combatir la invisibilidad estadística. Para poder llegar a leyes y políticas públicas bien diseñadas y ejecutadas es necesario contar con datos rigurosos que muestren exactamente dónde están los problemas. Seguimos teniendo ese déficit sobre todo para el caso de la representatividad de las mujeres afrodescendientes. El FNUAP3 ha hecho mucho en este sentido y este proyecto del PNUD ha estado trabajando y aportando en esta agenda haciendo análisis con datos provenientes de censos y encuestas de hogares. En este Foro ustedes podrán pensar y plasmar una hoja de ruta para una mayor y mejor participación política de las mujeres afrolatinoamericanas, en puestos de poder, con presupuesto y autonomía. 3

Fondo de Población de las Naciones Unidas.

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2. Las alianzas. Se trata de la equidad en un mundo diverso; esto implica también la diversidad al interior del mundo de las mujeres. No se trata de dividir la lucha de las mujeres afrodescendientes de la lucha de las otras mujeres o la de LOS afrodescendientes, sino de incluir en la lucha colectiva las problemáticas específicas, es decir, no cometer el mismo error de invisibilizar las distintas realidades al interior de la lucha por la equidad y el empoderamiento. Esto es cierto también al interior de la lucha contra el racismo. 3. No queremos ser víctimas, queremos ser actoras. La política de equidad no sólo debe ser y, de hecho es, un imperativo ético sino también una política inteligente; desaprovechar el potencial de las poblaciones discriminadas es desaprovechar el potencial de millones de personas que podrían estar aportando en mayor medida al desarrollo y a la sociedad a la que pertenecen. 4. Ustedes ya saben que yo no creo en el tema del esencialismo, o sea que las mujeres debemos participar en política porque somos mejores. Yo creo que debemos participar en igualdad de condiciones porque eso es lo correcto si somos serios en nuestro compromiso por la equidad y los derechos humanos. La equidad y el respeto por los derechos humanos es un valor esencial en la construcción de un mejor futuro para la humanidad. Pero también es cierto que la representación política de la diversidad social es importante como elemento práctico porque cada grupo y, en este caso las mujeres y específicamente las mujeres y la población afrosdescendientes, tiene una perspectiva y una experiencia particular que enriquecerá el debate político y las soluciones a los problemas que se enfrentan. Hay un valor ético pero a la vez funcional en la representación diversa dentro del marco de la lucha por la equidad y por sociedades más democráticas.

Las mujeres fuimos las únicas que planteamos la lucha por la equidad en la década de 1990 donde si bien había una agenda para combatir la pobreza, se consideraba inviable e inclusive dañino plantear la lucha por mayor equidad. La apuesta por una agenda de Desarrollo Post

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2015 y hacia el desarrollo sostenible después de Rio+20 se está construyendo. No permitamos que se haga sin nuestra participación y sin una apuesta decidida por la equidad y a favor de la integralidad de los derechos humanos para TOD@S.

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