Puntos Sobresalientes Hechos 5 a 7

Puntos Sobresalientes Hechos 5 a 7 Capítulo 5 w08 15/10 pág. 6 párrs. 14-15 Los “ojos radiantes” de Jehová examinan a todos *** 14, 15. ¿Por qué merec

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Puntos Sobresalientes Hechos 5 a 7 Capítulo 5 w08 15/10 pág. 6 párrs. 14-15 Los “ojos radiantes” de Jehová examinan a todos *** 14, 15. ¿Por qué merecieron Ananías y Safira el castigo de Dios, y qué nos enseña este hecho? 14 Ananías y Safira eran un matrimonio de la congregación de Jerusalén. Poco después del Pentecostés del año 33, esta congregación creó un fondo común (sostenido por donaciones voluntarias) para atender las necesidades de los nuevos discípulos de lugares lejanos que se habían quedado en Jerusalén. Pues bien, Ananías vendió un campo y, con el conocimiento de su esposa, fingió que donaba todos los beneficios obtenidos con la transacción, cuando en realidad solo entregó una parte. Seguramente, los dos pretendían gozar de algún honor especial entre los hermanos. Pero esa manera de actuar era un engaño. De forma milagrosa, Jehová reveló el fraude al apóstol Pedro, quien lo expuso delante de Ananías. Acto seguido, este se desplomó y murió, y otro tanto le ocurrió poco más tarde a su mujer (Hech. 5:1-11). 15 No era que Ananías y Safira hubiesen tenido un momento de debilidad. Habían actuado con total premeditación intentando engañar a los apóstoles. Y lo que es peor, se habían atrevido a “tratar con engaño al espíritu santo y [...] a Dios”. La reacción de Jehová mostró sin ambigüedad que él está dispuesto a proteger a su congregación contra los hipócritas, quienes comprobarán que “es cosa horrenda caer en las manos del Dios vivo” (Heb. 10:31). bt cap. 5 “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante” 4, 5. ¿Por qué estaban “llenos de celos” Caifás y los saduceos? 4 Volvamos al momento en que Pedro y Juan, al recibir la primera orden de detener la evangelización, respondieron: “No podemos dejar de hablar de las cosas que hemos visto y oído” (Hech. 4:20). Pues bien, ¿qué pasó después? Tras aquel encontronazo con el Sanedrín, todos los apóstoles reanudaron la predicación en el templo, y, más concretamente, en “la columnata de Salomón”. En esta galería cubierta del lado oriental —que los judíos habían tomado como lugar predilecto de reuniones—, los apóstoles realizaron señales tan prodigiosas como expulsar demonios y curar enfermos. Al parecer, bastaba que la sombra de Pedro tocara a alguien para que recobrara la salud. Y muchos de los sanados estaban aceptando también el mensaje de curación espiritual. Como consecuencia, “siguieron añadiéndose [a la congregación] creyentes en el Señor, multitudes de varones así como de mujeres” (Hech. 5:12-15). 5 “Llenos de celos”, Caifás y sus correligionarios, los saduceos, mandaron encarcelar a los apóstoles (Hech. 5:17, 18). ¿Por qué les irritaba tanto el mensaje? Primero, porque anunciaba que Jesús se había levantado de entre los muertos, y ellos no creían en la resurrección. Y segundo, porque proclamaba que la salvación solo se conseguía mostrando fe en Jesús, y temían que si muchos tomaban partido por aquel nuevo Mesías, Roma terminaría adoptando represalias (Juan 11:48). ¡Con razón querían silenciar a los apóstoles! 6 Hoy ocurre igual: la persecución contra los siervos de Jehová está instigada en la mayoría de los casos por dirigentes religiosos, quienes suelen intentar acallarnos valiéndose de sus influencias en el gobierno y en los medios de comunicación. ¿Debería extrañarnos que nos tengan envidia y odio? No, ya que nuestro mensaje expone la cruda realidad de sus falsas religiones. Y cuando la gente sincera abraza la verdad, se libera de las doctrinas y prácticas antibíblicas que ellos enseñan (Juan 8:32).

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Ya en la cárcel, a la espera del juicio, los apóstoles tal vez se preguntaran si acabarían padeciendo martirio a manos de sus enemigos (Mat. 24:9). Pero de noche ocurrió algo totalmente inesperado: “el ángel de Jehová abrió las puertas de la prisión” (Hech. 5:19). Entonces les dio órdenes claras: “[Pónganse] de pie en el templo” y “sigan hablando” (Hech. 5:20). Sin duda, aquello les confirmó que iban por buen camino y les dio nuevas fuerzas para permanecer firmes contra viento y marea. Llenos de fe y valor, “entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar” (Hech. 5:21). 8 Hacemos bien en preguntarnos: “Si yo me enfrentara a dificultades parecidas, ¿tendría la fe y el coraje necesarios para seguir predicando?”. Algo que siempre nos fortalecerá es recordar que los ángeles nos apoyan y dirigen en la gran obra de dar “testimonio cabal respecto al reino de Dios” (Hech. 28:23; Rev. 14:6, 7). bt cap. 5 “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante” 12, 13. a) ¿Qué consejo dio Gamaliel a sus colegas de magistratura, y qué decidieron estos hacer? b) ¿De qué forma interviene hoy Jehová a favor de quienes le servimos, y de qué podemos estar seguros cuando permite que “sufr[amos] por causa de la justicia”? “No podrán derribarlos” (Hechos 5:34-42) 12 Tomó la palabra Gamaliel, “maestro de la Ley estimado por todo el pueblo”. Como este jurista era muy respetado por sus colegas, pudo asumir un papel de primer orden en el caso y hasta dar “mandato de que sacaran fuera a los [apóstoles] por un momento” (Hech. 5:34). A continuación, citó ejemplos de movimientos rebeldes que se habían disuelto poco después de la muerte de sus cabecillas y luego destacó que, puesto que el caudillo de los apóstoles había muerto hacía solo semanas, era recomendable mantener una actitud paciente y tolerante. De manera muy persuasiva razonó: “No se metan con estos hombres, sino déjenlos (porque si este proyecto o esta obra proviene de hombres, será derribada; pero si proviene de Dios, no podrán derribarlos); de otro modo, quizás se les halle a ustedes luchadores [...] contra Dios” (Hech. 5:38, 39). Los jueces decidieron hacerle caso. Así y todo, mandaron azotar a los apóstoles y “les ordenaron que dejaran de hablar sobre la base del nombre de Jesús” (Hech. 5:40). 13 De vez en cuando, Jehová utiliza a hombres influyentes, como Gamaliel, para que intervengan a favor de su pueblo (Pro. 21:1). En efecto, se vale del espíritu santo para impulsar a importantes políticos, jueces o legisladores a actuar en conformidad con su divina voluntad (Neh. 2:4-8). Por otro lado, en muchas ocasiones permite que sus siervos “sufr[an] por causa de la justicia” (1 Ped. 3:14). En todo caso, podemos estar seguros de dos cosas: primero, de que les brindará aguante; y segundo, de que los adversarios “no podrán derribarlos” ni impedir que prosigan con su comisión (Isa. 54:17; 1 Cor. 10:13). w05 15/12 ¿A quién obedece usted: a Dios, o al hombre? 8. ¿Qué sabio consejo dio Gamaliel al Sanedrín? 9. ¿Qué demuestra que la actividad de los apóstoles venía de Dios? 8 El futuro de los apóstoles de Jesucristo no parecía nada alentador, pues los jueces del Sanedrín estaban decididos a matarlos (Hechos 5:33). No obstante, los acontecimientos dieron un giro inesperado. Gamaliel, un maestro de la Ley, se levantó y aconsejó sabiamente a sus colegas que no actuaran de manera apresurada: “Si este proyecto o esta obra proviene de hombres, será derribada —dijo—; pero si proviene de Dios, no podrán derribarlos”; a lo que añadió con autoridad: “De otro modo, quizás se les halle a ustedes luchadores realmente contra Dios” (Hechos 5:34, 38, 39). 9 Por sorprendente que parezca, el tribunal aceptó el consejo

de Gamaliel. “Mandando llamar a los apóstoles, los fustigaron, y les ordenaron que dejaran de hablar sobre la base del nombre de Jesús, y los dejaron ir.” Lejos de acobardarse, los apóstoles estaban resueltos a obedecer la orden angelical de predicar. Por eso, cuando los soltaron, “todos los días en el templo, y de casa en casa, continua[ron] sin cesar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús” (Hechos 5:40, 42). Jehová bendijo su labor. ¿Hasta qué punto? “La palabra de Dios siguió creciendo, y el número de los discípulos siguió multiplicándose muchísimo en Jerusalén.” De hecho, “una gran muchedumbre de sacerdotes empezó a ser obediente a la fe” (Hechos 6:7). Aquello tuvo que ser un golpe tremendo para los principales sacerdotes. Las pruebas eran cada vez mayores: la obra de los apóstoles realmente venía de Dios. w91 15/1 Enseñe públicamente y de casa en casa 4. ¿Por qué podemos decir que Hechos 5:42 y Hechos 20:20 significan que la predicación de los seguidores de Jesús se distribuía de casa en casa? 4 En Hechos 5:42 las palabras “de casa en casa” son una traducción de kat’ ói·kon. Aquí ka·tá se usa en sentido “distributivo”. Por lo tanto, la predicación de los discípulos se distribuía de una casa a otra. En un comentario sobre Hechos 20:20, Randolph O. Yeager escribió que Pablo enseñaba “tanto en asambleas públicas [de·mo·sí·a] como de casa en casa (distributivo [ka·tá] con el acusativo). Pablo había pasado tres años en Éfeso. Visitó toda casa, o por lo menos predicó a toda la gente (versículo 26) . Aquí hay autorización bíblica para el evangelismo de casa en casa así como para el que se efectúa en reuniones públicas”. Capítulo 6 w06 15/7 ‘Hagamos todas las cosas sin murmurar’ 10, 11. ¿Por qué murmuraron los judíos de habla griega, y qué lección pueden aprender los ancianos del modo como se atendió aquella queja? 10 Un caso de murmuración que surgió unos días después del Pentecostés del año 33 tuvo un mejor desenlace. Muchos de los nuevos discípulos que habían venido del extranjero fueron acogidos amablemente por los hermanos de Judea, pero el reparto de suministros planteó un problema. Según el relato, “se suscitó una murmuración de parte de los judíos de habla griega contra los judíos de habla hebrea, porque a sus viudas se las pasaba por alto en la distribución diaria” (Hechos 6:1). 11 Aquella murmuración no fue como la de los israelitas en el desierto. Los judíos de habla griega no se quejaron egoístamente de su situación, sino que señalaron una falla en la ayuda que se daba a algunas viudas. Tampoco causaron un alboroto ni se rebelaron contra Jehová. Más bien, presentaron su queja a los apóstoles, quienes actuaron con rapidez al ver que la reclamación tenía fundamento. ¡Qué buen ejemplo pusieron los apóstoles para los ancianos cristianos de hoy! Estos pastores espirituales no “tapa[n] su oído al clamor quejumbroso del de condición humilde” (Proverbios 21:13; Hechos 6:2-6). w94 15/8 pág. 26 Cómo mantener la armonía entre los ancianos y los siervos ministeriales POCO después del Pentecostés de 33 E.C. se presentó una emergencia en la congregación cristiana recién formada. Se había organizado un programa para cuidar de las viudas necesitadas. Sin embargo, al cabo de un tiempo, surgió “una murmuración de parte de los judíos de habla griega contra los judíos de habla hebrea, porque a sus viudas se las pasaba por alto en la distribución diaria”. (Hechos 6:1.) Estas quejas llegaron a oídos de los apóstoles. “De modo que

los doce convocaron a la multitud de los discípulos y dijeron: ‘No es cosa grata el que nosotros dejemos la palabra de Dios para distribuir alimento a las mesas. Por eso, hermanos, búsquense siete varones acreditados de entre ustedes, llenos de espíritu y de sabiduría, para que los nombremos sobre este asunto necesario’”. (Hechos 6:2, 3.) Este incidente ilustra un importante principio de organización en la congregación cristiana. Se utiliza a algunos hombres responsables para encargarse de cuestiones rutinarias, mientras que otros atienden asuntos espirituales de más peso. Este principio no carece de precedente. En el antiguo Israel se nombró sacerdotes a Aarón y sus descendientes para que hicieran sacrificios a Dios. Sin embargo, Jehová mandó que los levitas los ayudaran ‘encargándose de todos los utensilios de la tienda de reunión’. (Números 3:5-10.) Del mismo modo, en la actualidad los siervos ministeriales ayudan a los ancianos. it-2 pág. 294 Mano Nombramientos para diferentes servicios. En la congregación cristiana, los hombres debidamente autorizados nombraron a cristianos maduros para que ocuparan puestos de responsabilidad mediante la imposición de las manos. (Hch 6:6; 1Ti 4:14.) Debido a la influencia que esos cristianos nombrados tendrían y al ejemplo que se esperaba de ellos, el apóstol Pablo amonestó a Timoteo: “Nunca impongas las manos apresuradamente a ningún hombre; ni seas partícipe de los pecados ajenos”. Estas palabras significaban que no debía nombrar a un hombre sin haber examinado detenidamente sus aptitudes, a fin de que no recayese sobre Timoteo parte de la culpa porque este hombre no cumpliese con sus obligaciones. (1Ti 5:22.) w01 1/4 “La palabra de Jehová siguió creciendo” 6. ¿Qué expresión sobre el crecimiento aparece tres veces en el libro de Hechos, y a qué hace referencia? Crece la cantidad de discípulos 6 Una manera de examinar el cumplimiento de Hechos 1:8 es analizar la expresión “la palabra de Jehová siguió creciendo”, que en la Biblia solo aparece, con ligeras variantes, en tres ocasiones, todas en el libro de Hechos (Hechos 6:7; 12:24; 19:20). En estos pasajes, al decir “la palabra de Jehová” o “la palabra de Dios”, se hace referencia a las buenas nuevas, el emocionante mensaje de la verdad divina, un mensaje vivo y poderoso que cambió la vida de quienes lo aceptaron (Hebreos 4:12). bt cap. 6 “Esteban, lleno de gracia y de poder” 4, 5. a) ¿Por qué era Esteban un valioso miembro de la congregación? b) ¿En qué sentidos se encontraba Esteban “lleno de gracia y de poder”? 6-8. a) ¿Qué doble acusación lanzaron contra Esteban los enemigos de la verdad, y por qué? b) ¿Por qué nos ayudará mucho el ejemplo de este discípulo? “Alborotaron al pueblo” (Hechos 6:8-15) 4 En el capítulo anterior de este libro vimos que Esteban era un valioso miembro de la naciente congregación. Como sabemos, fue uno de los siete varones que estuvieron dispuestos a ayudar humildemente a los apóstoles. Y en su caso, la ausencia de orgullo brilla aún con más fuerza si tenemos presentes los dones con que contaba. Hechos 6:8 dice que, al igual que algunos apóstoles, realizaba “grandes portentos [...] y señales”. También indica que estaba “lleno de gracia y de poder”. ¿A qué se refieren estas palabras? 5 Al parecer, a que tenía don de gentes, o carisma. Era amable y cortés, y hablaba con persuasión, convenciendo a muchos de sus oyentes de la sinceridad y provecho de sus palabras. Por otro lado, estaba lleno de poder, ya que en él actuaba el espíritu santo, cuya guía acataba con humildad. Pero en vez de andar presumiendo de sus muchos dones y habilidades, daba

toda la gloria a Jehová y se interesaba, más que nada, en el bienestar de sus oyentes. No es de extrañar que sus adversarios lo vieran como un contrincante temible. 6 Varios individuos trataron de disputar con este discípulo, pero “no podían mantenerse firmes contra la sabiduría y el espíritu con que él hablaba”. Viendo que no lograban nada, “indujeron [secretamente] a unos varones” a formular acusaciones falsas. También “alborotaron al pueblo”, así como “a los ancianos y a los escribas”, a fin de que lo llevaran a la fuerza ante el Sanedrín (Hech. 6:9-12). Sus detractores presentaron una doble acusación de blasfemia: contra Dios y contra Moisés. 7 ¿Por qué acusaban a este fiel discípulo de blasfemar contra Dios? Porque, según ellos, había atacado con sus palabras el “lugar santo”, es decir, el templo de Jerusalén (Hech. 6:13). ¿Y por qué le achacaban blasfemias contra Moisés? Porque, supuestamente, había criticado la Ley que él entregó y había tratado de cambiar las costumbres que este había transmitido. Eran imputaciones muy graves, ya que los judíos de la época concedían mucha importancia al templo y a los detalles de la Ley, junto con el sinnúmero de tradiciones orales que le habían añadido. Por lo tanto, presentaban a Esteban como elemento peligroso y digno de la pena capital. 8 Lamentablemente, no es raro que personas religiosas recurran a tretas como las anteriores para crear problemas a los siervos de Dios. Hasta el día de hoy, miembros de otras confesiones incitan a las autoridades civiles a perseguir a los testigos de Jehová. ¿Cómo deberíamos reaccionar ante sus manipulaciones y falsos cargos? Imitando el buen ejemplo de Esteban. w04 1/8 Jehová revela su gloria a los humildes 3. ¿Qué sobresaliente manifestación de la bondad inmerecida de Dios experimentó Esteban? 3 Ni la disposición humilde de Esteban ni su espiritualidad e integridad le pasaron inadvertidas a Jehová. Cuando el discípulo se hallaba testificando en el Sanedrín ante una hostil multitud de líderes religiosos, sus opositores “vieron que su rostro era como el rostro de un ángel” (Hechos 6:15). Tenía el semblante de un mensajero divino, que irradiaba la paz procedente del Dios de la gloria, Jehová. Tras haber dado un testimonio denodado ante el Sanedrín, Esteban experimentó una manifestación sobresaliente de la bondad inmerecida de Dios: “Él, estando lleno de espíritu santo, miró con fijeza al cielo y alcanzó a ver la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios” (Hechos 7:55). Aquella impresionante visión le reafirmó que Jesús era el Hijo de Dios y el Mesías. Además, fortaleció a aquel humilde hombre y le garantizó que contaba con la aprobación divina. 4 Como se desprende del hecho de que Esteban recibiera esa visión, Jehová revela su gloria y sus propósitos a las personas que le profesan un temor reverente, son humildes y tienen en alta estima su relación con él. “El resultado de la humildad y del temor de Jehová es riquezas y gloria y vida”, dice la Biblia (Proverbios 22:4). Por tanto, es fundamental que comprendamos lo que abarca la verdadera humildad, cómo cultivar esta importante cualidad y cómo nos beneficia demostrarla en todo aspecto de la vida. w06 15/7 ‘Hagamos todas las cosas sin murmurar’ 10, 11. ¿Por qué murmuraron los judíos de habla griega, y qué lección pueden aprender los ancianos del modo como se atendió aquella queja? 10 Un caso de murmuración que surgió unos días después del Pentecostés del año 33 tuvo un mejor desenlace. Muchos de los nuevos discípulos que habían venido del extranjero fueron acogidos amablemente por los hermanos de Judea, pero el reparto de suministros planteó un problema. Según el relato, “se suscitó una murmuración de parte de los judíos de habla griega contra los judíos de habla hebrea, porque a sus viudas se las pasaba por alto en la distribución diaria” (Hechos 6:1).

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Aquella murmuración no fue como la de los israelitas en el desierto. Los judíos de habla griega no se quejaron egoístamente de su situación, sino que señalaron una falla en la ayuda que se daba a algunas viudas. Tampoco causaron un alboroto ni se rebelaron contra Jehová. Más bien, presentaron su queja a los apóstoles, quienes actuaron con rapidez al ver que la reclamación tenía fundamento. ¡Qué buen ejemplo pusieron los apóstoles para los ancianos cristianos de hoy! Estos pastores espirituales no “tapa[n] su oído al clamor quejumbroso del de condición humilde” (Proverbios 21:13; Hechos 6:2-6). w94 15/8 pág. 26 Cómo mantener la armonía entre los ancianos y los siervos ministeriales POCO después del Pentecostés de 33 E.C. se presentó una emergencia en la congregación cristiana recién formada. Se había organizado un programa para cuidar de las viudas necesitadas. Sin embargo, al cabo de un tiempo, surgió “una murmuración de parte de los judíos de habla griega contra los judíos de habla hebrea, porque a sus viudas se las pasaba por alto en la distribución diaria”. (Hechos 6:1.) Estas quejas llegaron a oídos de los apóstoles. “De modo que los doce convocaron a la multitud de los discípulos y dijeron: ‘No es cosa grata el que nosotros dejemos la palabra de Dios para distribuir alimento a las mesas. Por eso, hermanos, búsquense siete varones acreditados de entre ustedes, llenos de espíritu y de sabiduría, para que los nombremos sobre este asunto necesario’”. (Hechos 6:2, 3.) Este incidente ilustra un importante principio de organización en la congregación cristiana. Se utiliza a algunos hombres responsables para encargarse de cuestiones rutinarias, mientras que otros atienden asuntos espirituales de más peso. Este principio no carece de precedente. En el antiguo Israel se nombró sacerdotes a Aarón y sus descendientes para que hicieran sacrificios a Dios. Sin embargo, Jehová mandó que los levitas los ayudaran ‘encargándose de todos los utensilios de la tienda de reunión’. (Números 3:5-10.) Del mismo modo, en la actualidad los siervos ministeriales ayudan a los ancianos. it-2 pág. 294 Mano Nombramientos para diferentes servicios. En la congregación cristiana, los hombres debidamente autorizados nombraron a cristianos maduros para que ocuparan puestos de responsabilidad mediante la imposición de las manos. (Hch 6:6; 1Ti 4:14.) Debido a la influencia que esos cristianos nombrados tendrían y al ejemplo que se esperaba de ellos, el apóstol Pablo amonestó a Timoteo: “Nunca impongas las manos apresuradamente a ningún hombre; ni seas partícipe de los pecados ajenos”. Estas palabras significaban que no debía nombrar a un hombre sin haber examinado detenidamente sus aptitudes, a fin de que no recayese sobre Timoteo parte de la culpa porque este hombre no cumpliese con sus obligaciones. (1Ti 5:22.) w01 1/4 “La palabra de Jehová siguió creciendo” 6. ¿Qué expresión sobre el crecimiento aparece tres veces en el libro de Hechos, y a qué hace referencia? Crece la cantidad de discípulos 6 Una manera de examinar el cumplimiento de Hechos 1:8 es analizar la expresión “la palabra de Jehová siguió creciendo”, que en la Biblia solo aparece, con ligeras variantes, en tres ocasiones, todas en el libro de Hechos (Hechos 6:7; 12:24; 19:20). En estos pasajes, al decir “la palabra de Jehová” o “la palabra de Dios”, se hace referencia a las buenas nuevas, el emocionante mensaje de la verdad divina, un mensaje vivo y poderoso que cambió la vida de quienes lo aceptaron (Hebreos 4:12).

bt cap. 6 “Esteban, lleno de gracia y de poder” 4, 5. a) ¿Por qué era Esteban un valioso miembro de la congregación? b) ¿En qué sentidos se encontraba Esteban “lleno de gracia y de poder”? 6-8. a) ¿Qué doble acusación lanzaron contra Esteban los enemigos de la verdad, y por qué? b) ¿Por qué nos ayudará mucho el ejemplo de este discípulo? “Alborotaron al pueblo” (Hechos 6:8-15) 4 En el capítulo anterior de este libro vimos que Esteban era un valioso miembro de la naciente congregación. Como sabemos, fue uno de los siete varones que estuvieron dispuestos a ayudar humildemente a los apóstoles. Y en su caso, la ausencia de orgullo brilla aún con más fuerza si tenemos presentes los dones con que contaba. Hechos 6:8 dice que, al igual que algunos apóstoles, realizaba “grandes portentos [...] y señales”. También indica que estaba “lleno de gracia y de poder”. ¿A qué se refieren estas palabras? 5 Al parecer, a que tenía don de gentes, o carisma. Era amable y cortés, y hablaba con persuasión, convenciendo a muchos de sus oyentes de la sinceridad y provecho de sus palabras. Por otro lado, estaba lleno de poder, ya que en él actuaba el espíritu santo, cuya guía acataba con humildad. Pero en vez de andar presumiendo de sus muchos dones y habilidades, daba toda la gloria a Jehová y se interesaba, más que nada, en el bienestar de sus oyentes. No es de extrañar que sus adversarios lo vieran como un contrincante temible. 6 Varios individuos trataron de disputar con este discípulo, pero “no podían mantenerse firmes contra la sabiduría y el espíritu con que él hablaba”. Viendo que no lograban nada, “indujeron [secretamente] a unos varones” a formular acusaciones falsas. También “alborotaron al pueblo”, así como “a los ancianos y a los escribas”, a fin de que lo llevaran a la fuerza ante el Sanedrín (Hech. 6:9-12). Sus detractores presentaron una doble acusación de blasfemia: contra Dios y contra Moisés. 7 ¿Por qué acusaban a este fiel discípulo de blasfemar contra Dios? Porque, según ellos, había atacado con sus palabras el “lugar santo”, es decir, el templo de Jerusalén (Hech. 6:13). ¿Y por qué le achacaban blasfemias contra Moisés? Porque, supuestamente, había criticado la Ley que él entregó y había tratado de cambiar las costumbres que este había transmitido. Eran imputaciones muy graves, ya que los judíos de la época concedían mucha importancia al templo y a los detalles de la Ley, junto con el sinnúmero de tradiciones orales que le habían añadido. Por lo tanto, presentaban a Esteban como elemento peligroso y digno de la pena capital. 8 Lamentablemente, no es raro que personas religiosas recurran a tretas como las anteriores para crear problemas a los siervos de Dios. Hasta el día de hoy, miembros de otras confesiones incitan a las autoridades civiles a perseguir a los testigos de Jehová. ¿Cómo deberíamos reaccionar ante sus manipulaciones y falsos cargos? Imitando el buen ejemplo de Esteban. w04 1/8 Jehová revela su gloria a los humildes 3. ¿Qué sobresaliente manifestación de la bondad inmerecida de Dios experimentó Esteban? 3 Ni la disposición humilde de Esteban ni su espiritualidad e integridad le pasaron inadvertidas a Jehová. Cuando el discípulo se hallaba testificando en el Sanedrín ante una hostil multitud de líderes religiosos, sus opositores “vieron que su rostro era como el rostro de un ángel” (Hechos 6:15). Tenía el semblante de un mensajero divino, que irradiaba la paz procedente del Dios de la gloria, Jehová. Tras haber dado un testimonio denodado ante el Sanedrín, Esteban experimentó una manifestación sobresaliente de la bondad inmerecida de Dios: “Él, estando lleno de espíritu santo, miró con fijeza al cielo y alcanzó a ver la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios” (Hechos 7:55). Aquella impresionante visión le reafirmó que Jesús era el Hijo de Dios y el Mesías. Además, fortaleció a

aquel humilde hombre y le garantizó que contaba con la aprobación divina. 4 Como se desprende del hecho de que Esteban recibiera esa visión, Jehová revela su gloria y sus propósitos a las personas que le profesan un temor reverente, son humildes y tienen en alta estima su relación con él. “El resultado de la humildad y del temor de Jehová es riquezas y gloria y vida”, dice la Biblia (Proverbios 22:4). Por tanto, es fundamental que comprendamos lo que abarca la verdadera humildad, cómo cultivar esta importante cualidad y cómo nos beneficia demostrarla en todo aspecto de la vida. Capítulo 7 w01 1/11 pág. 31 Preguntas de los lectores ¿Celebró Jehová su pacto con Abrahán en Ur, o en Harán? La primera mención del pacto que Jehová hizo con Abrahán se encuentra en Génesis 12:1-3, donde leemos: “Jehová procedió a decir a Abrán: ‘Vete de tu país y de tus parientes y de la casa de tu padre al país que yo te mostraré; y haré de ti una nación grande [...], y ciertamente se bendecirán por medio de ti todas las familias del suelo’”. Es posible que Jehová hiciera tal pacto con su siervo cuando este vivía en Ur y que lo reafirmara cuando residía en Harán. En el siglo primero, Esteban, dirigiéndose al Sanedrín, se refirió así al mandato de Jehová de que Abrahán se trasladara a Canaán: “El Dios de la gloria se apareció a nuestro antepasado Abrahán, cuando él estaba en Mesopotamia, antes que se domiciliara en Harán, y le dijo: ‘Sal de tu tierra y de tus parientes y ve a la tierra que yo te mostraré’” (Hechos 7:2, 3). Abrahán era natural de Ur y, como indicó Esteban, allí fue donde oyó por primera vez el mandato de ir a Canaán (Génesis 15:7; Nehemías 9:7). Aunque Esteban no mencionó el pacto que Dios celebró con Abrahán, en Génesis 12:1-3 se lo relaciona con el mandato de ir a Canaán. De modo que es razonable creer que Jehová hizo el pacto con Abrahán en Ur. Sin embargo, una lectura detenida del relato de Génesis indica que Jehová volvió a declarar su pacto a Abrahán en Harán, tal como repitió y suministró más detalles acerca de algunos aspectos de este en varias ocasiones en Canaán (Génesis 15:5; 17:1-5; 18:18; 22:16-18). Según Génesis 11:31, 32, el padre de Abrahán, Taré, partió de Ur hacia Canaán junto con Abrahán, Sara y Lot. Llegaron a Harán, donde permanecieron hasta la muerte de Taré. Abrahán residió allí suficiente tiempo como para adquirir bastantes riquezas (Génesis 12:5). En algún momento, Nacor, el hermano de Abrahán, también se mudó a esa ciudad. Después de mencionar el fallecimiento de Taré, el relato bíblico incluye las palabras de Jehová a Abrahán y luego pasa a decir: “Ante eso, Abrán se fue tal como le había hablado Jehová” (Génesis 12:4). Por tanto, Génesis 11:31–12:4 da la fuerte impresión de que Jehová pronunció las palabras anotadas en Génesis 12:1-3 después de la muerte de Taré. Si tal fue el caso, Abrahán partió de Harán y se trasladó a la tierra que Jehová le había indicado en obediencia al mandato que acababa de oír, así como al que había oído años atrás en Ur. Según Génesis 12:1, Jehová le mandó: “Vete de tu país y de tus parientes y de la casa de tu padre”. En un tiempo, su “país” había sido Ur, donde se hallaba “la casa” de su padre. No obstante, su padre trasladó a su familia a Harán, población a la que Abrahán empezó a llamar su país. De hecho, cuando, tras vivir muchos años en Canaán, envió a su sirviente a ‘su país y a sus parientes’ con el propósito de buscar esposa para Isaac, el sirviente se dirigió a “la ciudad de Nacor”, es decir, Harán o un lugar cercano (Génesis 24:4, 10). Allí encontró a Rebeca entre los parientes de Abrahán, la enorme familia de Nacor (Génesis 22:20-24; 24:15, 24, 29; 27:42, 43). En su discurso ante el Sanedrín, Esteban dijo respecto a

Abrahán: “Después que hubo muerto su padre, Dios hizo que mudara su domicilio a esta tierra donde ustedes ahora moran” (Hechos 7:4). Estas palabras indican que Jehová se comunicó con Abrahán en Harán. Es lógico creer que en aquella ocasión Jehová reiteró su pacto con Abrahán, como se relata en Génesis 12:1-3, dado que este entró en vigor cuando él se mudó a Canaán. Por lo tanto, tras analizar todos los hechos, podemos concluir que Jehová bien pudo celebrar su pacto con Abrahán en Ur y luego reafirmarlo en Harán. w02 15/9 pág. 27 La Septuaginta: útil en el pasado y en el presente Útil en el siglo primero Tanto los judíos de habla griega anteriores a Jesucristo y sus apóstoles como sus contemporáneos emplearon mucho la Septuaginta. Gran parte de los judíos y prosélitos que se congregaron en Jerusalén en el Pentecostés del año 33 E.C. provenían de Egipto, Libia, Roma, Creta y el distrito de Asia, regiones en las que se hablaba griego. Seguramente leían esta versión (Hechos 2:9-11). Podemos decir, pues, que sirvió para difundir las buenas nuevas en el siglo primero. Por ejemplo, al dirigirse a hombres de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, el discípulo Esteban dijo: “José envió y mandó llamar a Jacob su padre y a todos sus parientes de aquel lugar [Canaán], en número de setenta y cinco almas” (Hechos 6:810; 7:12-14). El texto hebreo del capítulo 46 de Génesis señala que el número de parientes de José era de 70; pero la Septuaginta dice que eran 75, de lo que se desprende que Esteban citó de esta última (Génesis 46:20, 26, 27, nota). w98 15/9 Los tiempos y sazones pertenecen a Jehová 12. ¿Cómo mostró Esteban que Moisés se adelantó al tiempo de Jehová? 13. ¿De qué manera es similar nuestra situación a la de los israelitas antes de ser liberados de Egipto? 12 De la sinopsis que hizo Esteban también se deduce que los israelitas no conocían el tiempo exacto de su liberación. Hablando de Moisés, dijo: “Cuando estaba cumpliéndose el tiempo de su año cuadragésimo, le vino al corazón el inspeccionar a sus hermanos, los hijos de Israel. Y cuando alcanzó a ver a alguien a quien se trataba injustamente, lo defendió, y ejecutó venganza a favor del maltratado, derribando al egipcio. Suponía que sus hermanos comprenderían que por su mano Dios les daba salvación, pero ellos no lo comprendieron” (Hechos 7:23-25). Moisés actuó cuarenta años antes del tiempo que Dios había fijado. Esteban indicó que Moisés tuvo que esperar otros cuarenta años antes de que Dios ‘les diera la salvación por su mano’ (Hechos 7:30-36). 13 Aunque “se iba acercando el tiempo para el cumplimiento de la promesa” y Dios había fijado el año exacto, Moisés y todo Israel tuvieron que demostrar su fe. Debieron esperar el tiempo señalado de Jehová, al parecer sin posibilidad de calcularlo de antemano. Nosotros también estamos convencidos de que nuestra liberación del presente sistema de cosas inicuo está cerca. Sabemos que estamos viviendo en “los últimos días” (2 Timoteo 3:1-5). Por tanto, ¿no deberíamos estar dispuestos a esperar con fe el debido tiempo de Jehová para su gran día? (2 Pedro 3:11-13.) Cuando este llegue, podremos entonar un glorioso cántico de liberación para la alabanza de Jehová, como hicieron Moisés y los israelitas (Éxodo 15:1-19). g04 8/4 pág. 4 Moisés: ¿realidad o leyenda? Pues bien, unos padres israelitas, Amram y Jokébed, “no temieron la orden del rey” cuando les nació un hijo varón, calificado siglos después de “divinamente hermoso” (Hebreos 11:23; Hechos 7:20). Tuvieran o no indicios de que el niño contaba con el favor divino, se negaron a entregarlo para su ejecución y lo ocultaron a riesgo de sus vidas. Literalmente, “hermoso ante el Dios”. Según The Expositor’s

Bible Commentary, la expresión podría aludir, además de a su extraordinaria belleza, a “las cualidades de su corazón”. w12 15/6 ¿Por qué poner el servicio de Jehová en primer lugar? 5, 6. a) ¿Qué fin tenía, probablemente, la educación que Moisés recibió? b) ¿Por qué rechazó Moisés las posibilidades que Egipto le ofrecía? LAS DECISIONES DE UN PRÍNCIPE EGIPCIO 5 Veamos ahora el ejemplo de Moisés, quien fue adoptado por la hija del faraón y creció en un palacio. Como correspondía a un joven príncipe, “fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios” (Hech. 7:22; Éxo. 2:9, 10). Es muy posible que esa educación tuviera el fin de prepararlo para destacadas funciones en la corte. Podría haber sido alguien importante en el gobierno más poderoso de su época y haber tenido los lujos, privilegios y placeres propios de su puesto. Pero ¿fue ese su objetivo? 6 Debido a la enseñanza que recibió de sus verdaderos padres en sus primeros años, probablemente conocía las promesas que Jehová les había hecho a sus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob, y cifró su fe en ellas. Sin duda reflexionó en su futuro y su lealtad a Jehová, y cuando tuvo que elegir entre ser un príncipe egipcio o un esclavo israelita, prefirió “ser maltratado con el pueblo de Dios más bien que disfrutar temporalmente del pecado” (léase Hebreos 11:24-26). Más adelante siguió las instrucciones de Jehová sobre lo que debía hacer con su vida (Éxo. 3:2, 6-10). ¿Por qué actuó de esa forma? Porque creía en las promesas divinas y llegó a la conclusión de que en Egipto no había ningún futuro para él. Y tenía razón, pues Dios destrozó poco después a aquella nación con las diez plagas. ¿Ve usted cuál es la lección que encierra ese ejemplo para los siervos dedicados de Jehová de la actualidad? Debemos concentrarnos en Jehová y su servicio, no en prosperar o en disfrutar de los placeres de este sistema de cosas. w00 15/11 Los cristianos somos felices al prestar servicio 17. a) ¿Cómo se corrompió el servicio sagrado en la época de Moisés? b) ¿De qué modos pudiera encauzarse mal el servicio sagrado hoy día? 17 Acordémonos de los israelitas de la época de Moisés. Con referencia a ellos leemos: “Dios se volvió y los entregó a que rindieran servicio sagrado al ejército del cielo” (Hechos 7:42). Aunque aquellos israelitas habían presenciado los portentos que obró Jehová a favor suyo, recurrieron a otros dioses cuando les pareció conveniente. No manifestaron lealtad, cualidad esencial para que Dios acepte nuestro servicio sagrado (Salmo 18:25). Es cierto que hoy son muy pocos los que se apartarían de Jehová para adorar estrellas o becerros de oro, pero existen otras modalidades de idolatría. Jesús nos previno contra el servicio a “las Riquezas”, y Pablo dijo que la codicia es idolatría (Mateo 6:24; Colosenses 3:5). Además, Satanás se presenta como si fuera un dios (2 Corintios 4:4). Estos tipos de idolatría son muy frecuentes y constituyen una trampa. Pensemos, por ejemplo, en el individuo que afirma seguir a Jesús, pero cuya auténtica meta en la vida es enriquecerse, o que en verdad solo confía en sí mismo o en sus propias ideas. ¿A quién sirve en realidad? ¿Acaso es muy diferente de los judíos de tiempos de Isaías que juraban por el nombre de Jehová, pero atribuían sus grandes actos a ídolos inmundos? (Isaías 48:1, 5.) w90 1/6 Ande en el temor de Jehová 6. a) Antes de su muerte, ¿qué experiencia de Esteban fortaleció su fe? b) ¿Por qué podía Esteban decir correctamente: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”? 6 Aquella declaración denodada de Esteban significó su muerte (7:54-60). Los jueces se encolerizaron de que él expusiera así la culpa que ellos tenían por la muerte de Jesús. ¡Pero cuánto

se fortaleció la fe de Esteban cuando él ‘miró con fijeza al cielo y alcanzó a ver la gloria de Dios y a Jesús de pie a Su diestra’! Ahora Esteban podía enfrentarse a sus enemigos con la confianza de que había hecho la voluntad de Dios. Aunque los testigos de Jehová no tienen visiones, podemos tener una serenidad parecida procedente de Dios cuando se nos persigue. Cuando los enemigos de Esteban comenzaron a apedrearlo en las afueras de Jerusalén, él suplicó: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Aquello fue apropiado, porque Dios había autorizado a Jesús para levantar a otros a la vida. (Juan 5:26; 6:40; 11:25, 26.) Arrodillado, Esteban clamó: “Jehová, no les imputes este pecado”. Entonces se durmió en la muerte como mártir, como les ha pasado a muchos otros desde entonces, aun en tiempos modernos. w09 1/11 pág. 7 Mito 4: Dios es una Trinidad ¿Qué dice la Biblia? “[Esteban], lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios; y dijo: ‘Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios’.” (Hechos 7:55, 56, Biblia de Jerusalén Latinoamericana.) Como vemos, Esteban se llenó del espíritu santo de Dios —su fuerza activa— y vio a Jesús “de pie a la diestra de Dios”. ¿Qué nos enseña eso? Que Jesús no se convirtió en Dios después de resucitar y subir al cielo; en efecto, él es un ser espiritual diferente a su Padre. Además, el relato no indica que hubiera una tercera persona al lado de Dios. A lo largo del tiempo se han hecho muchos intentos por encontrar versículos con los que defender la Trinidad; con todo, un sacerdote dominico tuvo que reconocer: “En ningún lugar del Nuevo Testamento se encuentra la afirmación de que existen tres personas en un solo Dios” (À l’aube du christianisme: la naissance des dogmes [Los albores del cristianismo: el nacimiento de los dogmas], de Marie-Émile Boismard). w08 15/5 pág. 31 Puntos sobresalientes del libro de Hechos 7:59. ¿Oró Esteban a Jesús? No. Nuestra adoración y, por lo tanto, nuestras oraciones, solo deben dirigirse a Jehová Dios (Luc. 4:8; 6:12). En circunstancias normales, Esteban se hubiera dirigido a Jehová en el nombre de Jesús (Juan 15:16). Pero en esta ocasión contempló una visión del “Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios” (Hech. 7:56). Como sabía que Jesús había recibido el poder para resucitar a los muertos, Esteban le habló directamente a Jesús pidiéndole que protegiera su espíritu, pero eso no fue una oración (Juan 5:2729). w05 1/1 pág. 31 Preguntas de los lectores ¿Indican las palabras de Esteban que aparecen en Hechos 7:59 que las oraciones deben dirigirse a Jesús? En Hechos 7:59 se lee: “Siguieron arrojándole piedras a Esteban mientras él hacía petición y decía: ‘Señor Jesús, recibe mi espíritu’”. Estas palabras han hecho surgir dudas en la mente de algunas personas, dado que el “Oidor de la oración”, según la Biblia, es Jehová (Salmo 65:2). ¿Oró Esteban a Jesús? De ser así, ¿sería indicativo de que Jesús es Jehová? En algunas versiones, como la Franquesa-Solé, se dice que Esteban “invocaba a Dios, diciendo: ¡Señor, Jesús [...]!”. No sorprende, pues, que muchas personas hayan llegado a la misma conclusión que el comentarista bíblico Matthew Henry, quien afirmó: “En este pasaje, Esteban ora a Cristo, y así debemos hacer nosotros”. Sin embargo, tal punto de vista está equivocado. ¿Por qué? La obra Barnes’ Notes on the New Testament reconoce honestamente lo siguiente: “La palabra Dios no está en el original, por lo que no debería aparecer en la traducción. No se encuentra en ninguno de los antiguos manuscritos y versiones”. ¿Cómo llegó a insertarse entonces la palabra “Dios” en dicho

versículo? El estudioso Abiel Abbot Livermore lo denominó “un ejemplo de los prejuicios sectarios de los traductores”. Eso explica por qué la mayoría de las traducciones modernas eliminan tal alusión espuria a Dios. Ahora bien, muchas versiones dicen que Esteban “oraba” a Jesús. Y la nota al pie de la página de la Traducción del Nuevo Mundo muestra que la expresión “hacía petición” también puede traducirse como que hacía “invocación; oración”. ¿No indicaría este hecho que Jesús es Dios Todopoderoso? De ningún modo. El Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo, de Vine, explica que en este contexto, la palabra griega original, e·pi·ka·lé·o, significa: “invocar; [...] apelar a la autoridad”. Pablo empleó esta misma palabra cuando declaró: “¡Apelo a César!” (Hechos 25:11). Por eso, la obra Hechos de los apóstoles, de F. F. Bruce, vierte de manera apropiada el pasaje diciendo que Esteban “clamaba” a Jesús. ¿Qué indujo a Esteban a hacer dicha petición? Según Hechos 7:55, 56, “estando lleno de espíritu santo, miró con fijeza al cielo y alcanzó a ver la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios”. En circunstancias normales, Esteban dirigiría sus peticiones a Jehová en el nombre de Jesús. Pero al contemplar en una visión a Jesús resucitado, parece ser que se sintió con la libertad de apelar a él directamente, diciendo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Esteban sabía que Jesús había recibido la autoridad para levantar a los muertos (Juan 5:27-29). Por esa razón le pidió a Jesús que salvaguardara su espíritu, o fuerza de vida, hasta el día en que lo resucitara con vida inmortal en los cielos. ¿Sirve de base esta breve declaración de Esteban para dirigir nuestras oraciones a Jesús? En absoluto. Para empezar, Esteban distinguía con claridad a Jesús de Jehová, pues el relato dice que vio a Jesús “de pie a la diestra de Dios”. Además, las circunstancias en las que se encontraba no eran nada usuales. Aparte de este, el único caso en el que alguien se dirige directamente a Jesús de manera semejante es cuando el apóstol Juan lo ve en una visión (Revelación [Apocalipsis] 22:16, 20). Aunque los cristianos de la actualidad dirigen todas sus oraciones a Jehová Dios —como es lo apropiado—, también poseen una fe inquebrantable en que Jesús es “la resurrección y la vida” (Juan 11:25). Al igual que ocurrió en el caso de Esteban, dicha fe en la capacidad de Jesús para rescatar a sus discípulos de la muerte puede ayudarnos y sostenernos cuando suframos pruebas. w94 15/12 pág. 24 ¿Se debe orar a Jesús? Quizás haya quien pregunte: “¿No dice la Biblia que tanto el discípulo Esteban como el apóstol Juan hablaron a Jesús cuando ya estaba en el cielo?”. Es cierto. Pero estos sucesos no tienen nada que ver con oraciones, pues tanto Esteban como Juan contemplaron a Jesús en visión y le hablaron directamente. (Hechos 7:56, 59; Revelación 1:17-19; 22:20.) Tenga en cuenta que tan solo hablar, aunque sea a Dios, no constituye una oración de por sí. Adán y Eva hablaron a Dios con el fin de excusarse por su gran falta, cuando él los juzgó tras su pecado en Edén. Hablarle de esa forma no fue una oración. (Génesis 3:8-19.) Por lo tanto, sería incorrecto presentar el que Esteban y Juan le hablaron a Jesús como prueba de que debemos orarle.

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