Puntos sobresalientes Juan 8 a 11 Semana del 20 de Mayo 2013

Puntos sobresalientes Juan 8 a 11 Semana del 20 de Mayo 2013. gente no podía recibir alivio permanente en medio de una sociedad humana que estaba bajo

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Puntos sobresalientes Juan 8 a 11 Semana del 20 de Mayo 2013. gente no podía recibir alivio permanente en medio de una sociedad humana que estaba bajo condenación divina debido al pecado heredado y que estaba manipulada por fuerzas espirituales inicuas. Como tenía una visión penetrante respecto a los asuntos divinos, hizo que toda su vida girara en torno a hacer la voluntad de Dios. (Hebreos 10:7.)

Capítulo 8 it-2 pág. 147 Juan, Las buenas nuevas según El pasaje espurio de Juan 7:53–8:11. Estos doce versículos obviamente se han añadido al texto original del evangelio de Juan. No se hallan en el Manuscrito Sinaítico ni en el Manuscrito Vaticano núm. 1209, aunque sí aparecen en el Códice de Beza del siglo V E.C. y en manuscritos griegos posteriores. Sin embargo, la mayoría de las primeras versiones los omiten. Es evidente que no son parte del evangelio de Juan. Un grupo de manuscritos griegos coloca este pasaje al final del evangelio de Juan; otro grupo lo pone después de Lucas 21:38, lo que apoya la conclusión de que es un texto espurio y no inspirado.

10 Entonces, ¿de qué maneras y con qué propósito fue Jesús la luz del mundo? Se dedicó a la predicación de las buenas nuevas del Reino de Dios. (Lucas 4:43; Juan 18:37.) También glorificó el nombre de su Padre celestial al dar testimonio de la verdad acerca del propósito de Jehová. (Juan 17:4, 6.) Además, siendo la luz del mundo, desenmascaró las falsedades religiosas y así dio libertad espiritual a los que estaban en esclavitud religiosa. Denunció a Satanás como el manipulador invisible de los que se dejan usar por él. También identificó claramente las obras que pertenecen a la oscuridad. (Mateo 15:3-9; Juan 3:19-21; 8:44.) Probó de manera notable que era la luz del mundo al entregar su vida humana perfecta como rescate, y así abrió el camino para que los que ejercen fe en esta provisión reciban perdón de sus pecados, tengan con Dios una relación aprobada y contemplen la perspectiva de vivir para siempre como parte de la familia universal de Jehová. (Mateo 20:28; Juan 3:16.) Y, finalmente, al mantener devoción piadosa perfecta durante toda su vida, Jesús sostuvo la soberanía de Jehová y probó que el Diablo es un mentiroso, haciendo posible que los que aman la justicia reciban beneficios eternos.

w09 15/7 págs. 5-6 párrs. 12-13 Busquemos los tesoros “cuidadosamente ocultados” en Cristo 12 “Yo soy la luz del mundo.” (Léanse Juan 8:12 y 9:5.) Mucho antes de que Jesús naciera en la Tierra, el profeta Isaías predijo: “El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz. En cuanto a los que moran en la tierra de sombra profunda, la luz misma ha brillado sobre ellos” (Isa. 9:2). Y de acuerdo con el apóstol Mateo, Jesús cumplió esa profecía cuando comenzó a predicar y a decir: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mat. 4:16, 17). Así es, con su ministerio, Jesús iluminó espiritualmente a la gente y la liberó de la esclavitud a las mentiras religiosas. “He venido como luz al mundo —dijo él—, para que todo el que pone fe en mí no permanezca en la oscuridad.” (Juan 1:3-5; 12:46.)

it-2 pág. 1113 Tesoro Escrituras Griegas Cristianas. Cuando Jesús estuvo en la Tierra, una parte del templo de Jerusalén se denominaba “la tesorería”. (Jn 8:20.) Parece ser que estaba en la zona llamada el atrio de las mujeres. Según fuentes rabínicas, en el templo reedificado por Herodes había trece cajas del tesoro en ese patio colocadas a lo largo del muro. (La Misná, Sheqalim 2:1; 6:1, 5.) Tenían la forma de trompetas, con pequeñas aberturas en la parte superior, y se depositaban en ellas diversas contribuciones y ofrendas. (Mr 12:41.) Los sacerdotes se negaron a depositar en el tesoro sagrado las piezas de plata que Judas arrojó dentro del templo, “porque —dijeron— son el precio de sangre”. (Mt 27:6.) Se cree que en este templo también había una cámara del tesoro principal donde se depositaba el dinero de las arcas de la tesorería.

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Muchos años después, el apóstol Pablo les dijo a sus hermanos en la fe: “En un tiempo ustedes eran oscuridad, pero ahora son luz en relación con el Señor. Sigan andando como hijos de la luz” (Efe. 5:8). Como los cristianos hemos sido liberados de la oscuridad religiosa en la que vivíamos, ahora tenemos la obligación de andar como hijos de la luz. Estas palabras del apóstol concuerdan con lo que Jesús les dijo a sus discípulos en el Sermón del Monte: “Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos” (Mat. 5:16). ¿Demuestran nuestra conducta y nuestra predicación que valoramos los tesoros espirituales? ¿Se siente motivada la gente a buscarlos al ver nuestro aprecio?

it-2 pág. 93 Jesucristo Esta verdad sería la que ‘libraría a los hombres’ que demostrasen que estaban “de parte de la verdad” al aceptar el papel de Jesús en el propósito de Dios. (Jn 8:32-36; 18:37.) Quien no haga caso del propósito de Dios concerniente a su Hijo, edifique esperanzas sobre cualquier otro fundamento y oriente su vida a partir de cualquier otra base, se engañará a sí mismo, creerá una mentira y seguirá la dirección del padre de la mentira, el adversario de Dios (Mt 7:24-27; Jn 8:42-47), lo que significará que ‘morirá en sus pecados’. (Jn 8:23, 24.) Por eso Jesucristo no se retuvo de declarar su lugar en el propósito de Dios.

w93 15/1 págs. 10-11 párrs. 8-10 Portadores de luz, ¿con qué propósito? . Jesús mismo dijo: “Yo soy la luz del mundo”. (Juan 8:12.) 9 ¿Con qué propósito fue Jesús la luz del mundo? Ciertamente no fue con ningún propósito mundano ni materialista. No aceptó que ni Satanás, el gobernante del mundo, ni el pueblo lo hicieran rey, y rehusó tratar de enderezar el sistema político de aquel tiempo. (Lucas 4:5-8; Juan 6:15; 14:30.) Jesús mostró gran compasión por los afligidos y los alivió de maneras que otras personas no podían. Pero sabía que la

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como la única fuente de “la verdad” y la máxima autoridad en cuestión de creencias y normas de conducta.

¿Cómo podría ilustrarse la manera en que Jesús revela su Padre a los humanos imperfectos? (Juan 8:28.) [20 de mayo, w11 1/4, pág. 7 párr. 2.]

El ejemplo de los primeros cristianos. El apóstol Pablo — el cristiano que más cartas bíblicas escribió— sentía el mismo respeto que Jesús por la Palabra de Dios. Él afirmó: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa” (2 Timoteo 3:16). Además, a los varones que enseñaban en la congregación se les dijo que no debían “enseñar otro mensaje que no [fuera] el verdadero mensaje recibido de Dios” (Tito 1:7, 9, Biblia en Lenguaje Sencillo [Nuevo Testamento]). También se previno a los cristianos contra “la filosofía y el vano engaño según la tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según Cristo” (Colosenses 2:8).

w11 1/4 págs. 6-7 Jesús: su vida ▪ Revelar la personalidad de Jehová ¿Quién mejor que Jesucristo, el Hijo de Dios, para enseñarnos cómo es su Padre, Jehová? Él fue “el primogénito de toda la creación” y, como tal, vivió con Dios en el cielo más tiempo que ningún otro ser espiritual (Colosenses 1:15). Seguro que dispuso de muchas ocasiones para aprender cuál era la voluntad de su Padre y comprender su forma de ser, pensar y actuar. No es de extrañar que afirmara: “Nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y nadie conoce quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo esté dispuesto a revelarlo” (Lucas 10:22). Por supuesto, Jesús estaba más que dispuesto a enseñar a la gente cómo era su Padre: le entusiasmaba hacerlo. Y es que hablaba desde una perspectiva privilegiada, pues todo lo que enseñaba lo había aprendido en el cielo, en la presencia del Altísimo (Juan 8:28).

¿Quiénes hacen lo mismo hoy? En la Constitución dogmática sobre la divina revelación —aprobada por el Vaticano en 1965 y citada en el Catecismo de la Iglesia Católica— se indica que “la Iglesia no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así ambas [la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura] se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción”. En la revista Maclean’s, una ministra religiosa de Toronto (Canadá) decía: “¿Por qué deberíamos guiarnos por una voz ‘innovadora’ de hace dos mil años? Nosotros también tenemos magníficas ideas, pero pierden fuerza al tener que fundarlas siempre en las enseñanzas de Jesús y las Escrituras”.

En cierto sentido, lo que Jesús hizo al revelarnos la personalidad de su Padre podría compararse a la forma en que funciona un transformador eléctrico. Este aparato toma corriente de alto voltaje y la transforma en corriente de bajo voltaje para que podamos emplearla en nuestro hogar. En el caso de Jesús, tomó lo que había aprendido sobre su Padre en el cielo y lo transmitió de una forma que los seres humanos pudiéramos asimilar con facilidad.

La New Catholic Encyclopedia dice de los testigos de Jehová: “Consideran que la Biblia es la única base de sus creencias y de sus normas de conducta”. No hace mucho, un hombre de Canadá interrumpió a una Testigo que se estaba presentando y le dijo: “Ya sé quiénes son ustedes”. Y señalando la Biblia de la mujer añadió: “El libro que lleva en la mano es su seña de identidad”.

¿Qué métodos empleó para darnos a conocer la personalidad de su Padre? ▪ Con sus enseñanzas, dejó claro quién es Jehová: su nombre, su propósito y su forma de actuar (JUAN 3:16; 17:6, 26).

w12 15/7 págs. 9-10 Jehová nos hace realmente libres

▪ Con sus actos, reveló muchas de las bellas cualidades de la personalidad de Dios. Como si de un espejo se tratara, Jesús reflejó a la perfección la forma de ser de su Padre. Es como si hubiera dicho: “Si quieren saber cómo es mi Padre, fíjense en mí” (JUAN 5:19; 14:9).

ESTUDIEMOS ATENTAMENTE LA PALABRA DE DIOS 10 Santiago 1:25 promete: “El que mira con cuidado en la ley perfecta que pertenece a la libertad, y persiste en ella, [...] será feliz al hacerla”, o ponerla por obra. El verbo griego que aquí se traduce “mira con cuidado” significa literalmente “inclinarse para mirar”, e implica esfuerzo y concentración. En efecto, para que la ley de la libertad influya en nuestra mente y corazón, tenemos que poner de nuestra parte estudiando atentamente la Biblia y reflexionando con oración en lo que leemos (1 Tim. 4:15).

Desde luego, la vida de Jesús fue algo realmente excepcional. Ahora bien, ¿por qué tuvo que morir? Como veremos, comprender las razones y actuar en consecuencia puede reportarnos enormes beneficios. w12 1/3 pág. 4 “Permanecen en mi palabra” “Permanecen en mi palabra”

11 Al mismo tiempo, debemos persistir en aplicar la Palabra de Dios, convirtiendo así la verdad en nuestra forma de vida. Jesús destacó una idea similar cuando les dijo a sus seguidores: “Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los libertará” (Juan 8:31, 32). Según cierta obra de consulta, el verbo que aquí se traduce “conocerán” transmite una “idea de aprecio”, pues “lo que es conocido es de valor e importancia para aquel que [lo] conoce”. Para conocer la verdad de forma plena tenemos que apreciarla y vivirla, es decir, convertirla en nuestra manera de vivir. Solo entonces podemos afirmar que “la palabra de Dios” está “obrando” en nosotros, moldeando nuestra personalidad a la imagen de nuestro Padre celestial (1 Tes. 2:13).

“Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los libertará.” (JUAN 8:31, 32) ¿A qué se refería Jesús? Al decir “mi palabra”, Jesús se refería a lo que él enseñaba. Sin embargo, explicó que sus enseñanzas provenían de una fuente superior: “El Padre mismo, que me ha enviado, me ha dado mandamiento en cuanto a qué decir y qué hablar” (Juan 12:49). En una oración a su Padre celestial, Jehová Dios, él reconoció: “Tu palabra es la verdad”. Por eso, cuando enseñaba, citaba a menudo lo que Dios había dicho a sus siervos en el pasado (Juan 17:17; Mateo 4:4, 7, 10). Entonces, ¿cómo permanecen en la palabra de Jesús los cristianos verdaderos? Aceptando la Palabra de Dios, la Biblia,

12 Hacemos bien en preguntarnos: “¿De veras conozco la verdad? ¿La he convertido en mi forma de vida? ¿O todavía anhelo algunas de las supuestas libertades del mundo?”. Una

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hermana que creció en una familia de Testigos explica lo siguiente sobre su adolescencia: “Cuando te crías en la verdad, Jehová siempre está ahí, por decirlo así. Pero, en mi caso, nunca llegué a conocerlo de verdad. No odiaba lo que él odia, no creía que le importara lo que yo hiciera y tampoco recurría a él cuando tenía problemas. Creía saberlo todo, lo cual es ridículo porque no sabía nada”. Afortunadamente, con los años comprendió su error e hizo algunos cambios importantes. De hecho, hasta emprendió el precursorado regular.

bautizó. Verlo librarse de su adicción impulsó a su hermano y su cuñada a empezar un estudio de la Biblia. 7 Ayudemos a otras personas a liberarse. Quienes han estado cautivos de falsas enseñanzas durante toda la vida quizás encuentren difícil comprender la libertad que ofrece la Palabra de Dios. Llegar a su corazón tal vez exija diligencia especial y buena preparación de parte del maestro (2 Tim. 4:2, 5). Este no es el momento de aflojar el paso en nuestra obra de “proclamar libertad a los que han sido llevados cautivos” (Isa. 61:1). La libertad cristiana es de gran valor, pues conduce a la vida eterna (1 Tim. 4:16).

km 3/03 pág. 8 Cómo nos libera la verdad Cómo nos libera la verdad

w89 15/7 pág. 17 párrs. 6-7 ‘Hallen refrigerio para el alma’

En cierta ocasión, Jesús dijo lo siguiente a los judíos que habían creído en él: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará” (Juan 8:32). Hablaba de una libertad que supera las libertades civiles y que está disponible a todas las personas: ricas o pobres, instruidas o sin educación. Jesús enseñó la verdad que nos liberaría de la esclavitud al pecado y la muerte, pues como él explicó, “todo hacedor de pecado es esclavo del pecado” (Juan 8:34). Anhelamos ver el tiempo en que toda la creación humana obediente ‘sea libertada de la esclavitud a la corrupción y tenga la gloriosa libertad de los hijos de Dios’ (Rom. 8:21). 1

Los opositores religiosos interrumpieron a Jesús y afirmaron: “Somos prole de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo es que dices tú: ‘Llegarán a ser libres’?”. Aquellos opositores judíos se enorgullecían de su patrimonio. Aunque aquella nación había estado frecuentemente bajo dominio extranjero, los judíos rehusaban llamarse esclavos. Pero Jesús mostró en qué sentido eran esclavos, al decir: “Muy verdaderamente les digo: Todo hacedor de pecado es esclavo del pecado”. Sí, todos sus oyentes eran ‘hacedores del pecado’, tal como lo somos hoy todos nosotros. Esto se debe a que todos hemos heredado de nuestros padres originales el pecado. Pero Jesús prometió: “Si el Hijo los liberta, serán realmente libres”. (Juan 8:33-36; Romanos 5:12.)

2 La verdad respecto a Jesús y su papel en el cumplimiento del propósito divino produce dicha libertad. Incluye el conocimiento sobre el sacrificio redentor que ofreció por nosotros (Rom. 3:24). Incluso en la actualidad, aceptar las verdades bíblicas y someternos obedientemente a ellas nos permite disfrutar de cierta medida de libertad del temor, de la desesperación y de toda clase de prácticas dañinas.

7 Así que la libertad verdadera puede lograrse solamente mediante el Hijo de Dios, Jesucristo, quien dio su vida humana perfecta como sacrificio de rescate. Este sacrificio es lo que nos liberta del pecado mortífero y hace posible que disfrutemos de vida eterna en perfecta salud y felicidad en el justo nuevo mundo de Dios. (Juan 3:16; 1 Juan 4:10.) Por lo tanto, la verdad que nos liberta es la verdad acerca de Jesucristo y su papel en el cumplimiento de los propósitos de Dios. El Reino, con Cristo como Rey, es lo que llevará a cabo la voluntad de Dios para la Tierra, y Jesús continuamente dio testimonio sobre esa verdad. (Juan 18:37.)

3 Libertad del temor y de la desesperación. No hay razón para desesperarnos debido a las condiciones del mundo, pues entendemos por qué existe la maldad y sabemos que pronto será eliminada de la Tierra (Sal. 37:10, 11; 2 Tim. 3:1; Rev. 12:12). Además, la verdad nos libera de las enseñanzas falsas sobre la condición de los muertos. Sabemos que estos no pueden hacernos daño, que no están sufriendo tormento eterno y que Dios no se lleva a las personas para tenerlas con él en la región celestial (Ecl. 9:5; Hech. 24:15).

w90 1/10 pág. 12 párr. 9 La justicia no por tradiciones orales 9 Los rabinos habían inventado sus propias reglas para alcanzar la justicia. Una de ellas era el mérito que se tenía por ser descendiente de Abrahán: “Los discípulos de Abrahán nuestro padre disfrutan de este mundo y heredan el mundo que ha de venir” (Misná). Probablemente para contrarrestar aquella tradición Juan el Bautizante advirtió a los fariseos que se acercaron a él: “Produzcan fruto propio del arrepentimiento; y no se atrevan a decir dentro de sí: ‘Por padre tenemos a Abrahán [como si con eso bastara]’”. (Mateo 3:7-9; véase también Juan 8:33, 39.)

Esta verdad sostuvo a unos padres cuando su hijo pereció en un accidente. “En nuestras vidas hay un vacío que solo se llenará cuando volvamos a ver a nuestro hijo gracias a la resurrección —dice la madre—. Pero sabemos que la pena que sentimos ahora es transitoria.” 4

5 Libertad de las prácticas dañinas. La verdad bíblica puede transformar nuestro pensar y nuestra personalidad, lo que resulta en libertad de problemas evitables (Efe. 4:20-24). Ser honrados e industriosos puede aliviar la pobreza (Pro. 13:4). Demostrar amor abnegado mejora las relaciones con los demás (Col. 3:13, 14). Respetar la jefatura cristiana minimiza los problemas familiares (Efe. 5:33–6:1). Evitar la borrachera, la inmoralidad sexual, el tabaco y las drogas adictivas ayuda a conservar la buena salud (Pro. 7:21-23; 23:29, 30; 2 Cor. 7:1).

w11 1/3 pág. 21 Nuestros lectores quieren saber ¿Creó Dios al Diablo? ▪ Algunas personas piensan que, como Dios “creó todas las cosas”, también tuvo que crear al Diablo (Efesios 3:9; Revelación [Apocalipsis] 4:11). Sin embargo, la Biblia explica con claridad que eso no es cierto.

6 Un joven que llevaba nueve años adicto a las drogas no podía dejar el vicio. Cierto día se encontró con una publicadora que daba testimonio en las calles. Aceptó las publicaciones, y se hicieron planes para que se le visitara en su hogar. Se inició un estudio de la Biblia. Dos meses más tarde, el joven dejó de tomar drogas y, tras ocho meses de estudio, se

Jehová no creó al Diablo —el mayor enemigo de Dios—, sino a un ángel perfecto que se convirtió en el Diablo. Las Escrituras muestran que Jehová nunca crearía un ser malvado. Por ejemplo, en Deuteronomio 32:3-5 leemos: “Perfecta es su

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actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él”. Por otra parte, las palabras de Jesús registradas en Juan 8:44 muestran que el Diablo “no permaneció firme en la verdad”. De todo esto podemos concluir que, en algún momento, debió de ser bueno y justo.

le dijo: ‘Ve a lavarte en el estanque de Siloam’ [...]. Y él se fue, pues, y se lavó, y volvió viendo” (Juan 9:1-3, 6, 7). Estas palabras indicaron que ni el hombre ni sus padres eran culpables de su ceguera congénita. De modo que Jesús no apoyó la idea de que a aquella persona se la estaba castigando por los errores de una vida anterior. Cierto, él sabía que todos los seres humanos han heredado el pecado, pero se trata del pecado de Adán, no de faltas cometidas antes de nacer. Debido al pecado adánico, todos los seres humanos nacen imperfectos, sujetos a la enfermedad y la muerte (Job 14:4; Salmo 51:5; Romanos 5:12; 9:11). De hecho, a Jesús se le envió a remediar esta situación. Juan el Bautizante dijo que era “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

Jehová concedió a todas las criaturas inteligentes libertad para elegir entre lo correcto y lo incorrecto, por lo que aquel ángel también tenía esa posibilidad. Por eso, cuando decidió desobedecer a Dios y convenció a la primera pareja humana de que se le uniera, fue él mismo quien se convirtió en Satanás, nombre que significa “Opositor” (Génesis 3:1-5). w11 15/3 pág. 25 párr. 5 Demostremos que estamos listos

Observemos asimismo que Jesús no afirmó que Dios había hecho a propósito que el hombre naciera ciego para que algún día llegara Jesús y lo sanara. ¡Qué cruel y cínico hubiese sido aquello! ¿Habría traído alabanza a Dios? No; la curación milagrosa del ciego sirvió más bien para ‘poner de manifiesto las obras de Dios’. Como las muchas otras curaciones que llevó a cabo Jesús, reflejó el amor sincero de Dios por la humanidad angustiada y confirmó la veracidad de su promesa de poner fin a toda enfermedad y sufrimiento humano en su debido momento (Isaías 33:24).

La Palabra de Dios indica que el Diablo es “homicida” y que “tiene el medio para causar la muerte” (Juan 8:44; Heb. 2:14). En realidad, este despiadado espíritu no posee la capacidad absoluta de matar directamente a los seres humanos. Pero, de manera astuta y engañosa, consigue ese objetivo sembrando en el corazón y la mente de las personas actitudes destructivas. Esto explica, por ejemplo, que de cada 142 niños nacidos en Estados Unidos, uno es asesinado en el transcurso de su vida. Sin duda, Jehová está hoy tan preocupado por la violencia sin sentido como lo estaba en tiempos de Noé y no puede quedarse de brazos cruzados, ¿no le parece? 5

¿No es consolador descubrir que nuestro Padre celestial no causa el sufrimiento, sino que da “cosas buenas a los que le piden”? (Mateo 7:11.) ¡Cuánto se glorificará al Altísimo cuando se abran los ojos de los ciegos, se destapen los oídos de los sordos y los cojos caminen, salten y corran! (Isaías 35:5, 6.)

w00 15/7 pág. 13 párrs. 15-16 La esperanza de la resurrección es segura Abrahán tenía razones para confiar en la resurrección, pues Dios hizo que tanto él como su esposa Sara recobraran milagrosamente sus facultades reproductoras cuando eran ya muy ancianos para tener hijos. Eso fue como una resurrección (Génesis 18:9-11; 21:1-3; Hebreos 11:11, 12). Cuando su hijo, Isaac, contaba unos 25 años de edad, Dios dijo a Abrahán que lo sacrificara. Sin embargo, cuando este estaba a punto de darle muerte, el ángel de Jehová detuvo su mano. Abrahán “estimó que Dios podía levantarlo [a Isaac] hasta de entre los muertos; y de allí lo recibió también a manera de ilustración” (Hebreos 11:17-19; Génesis 22:1-18). 15

w91 1/8 pág. 9 “La luz ha venido al mundo” “Luz soy del mundo” 5 La luz dadora de vida que proviene de Jehová se concentra en la persona de Jesucristo. En la introducción del Evangelio de Juan leemos: “Por medio de [Jesús] era [la] vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz resplandece en la oscuridad, mas la oscuridad no la ha subyugado”. (Juan 1:4, 5.) Sí, Jesús está tan estrechamente relacionado con la luz que se le llama “la luz verdadera que da luz a toda clase de hombre”. (Juan 1:9.) Jesús mismo dijo: “Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo”. (Juan 9:5.)

16 Abrahán esperaba la resurrección bajo el gobierno del Mesías, la Descendencia prometida. En su existencia prehumana, el Hijo de Dios observó la fe de Abrahán. Por tanto, cuando estuvo en la Tierra dijo a los judíos: “Abrahán el padre de ustedes se regocijó mucho por la expectativa de ver mi día” (Juan 8:56-58; Proverbios 8:30, 31). Ahora Abrahán está durmiendo en la muerte, esperando la resurrección para vivir en la Tierra bajo el Reino Mesiánico de Dios (Hebreos 11:8-10, 13).

6 Por consiguiente, los que aman la luz aman a Jesús y tienen fe en él. Es imposible alcanzar un juicio favorable sin considerar a Jesús. Sí; únicamente si acudimos a él como el medio de salvación nombrado por Dios podemos alcanzar un juicio favorable. Jesús dijo: “El que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él”. (Juan 3:36.) Sin embargo, ¿qué significa ejercer fe en Jesús?

Capítulo 9

En primer lugar, Jesús mismo dijo: “El que pone fe en mí, no pone fe en mí solamente, sino también en el que me ha enviado; y el que me contempla, contempla también al que me ha enviado. Yo he venido como luz al mundo, para que todo el que pone fe en mí no permanezca en la oscuridad”. (Juan 12:4446.) Los que aman a Jesús y ejercen fe en él también tienen que amar profundamente al Dios y Padre de Jesús —Jehová— y tener fe en él. (Mateo 22:37; Juan 20:17.) Todo el que utiliza el nombre de Jesús en su adoración pero no rinde la honra mayor a Jehová no manifiesta amor genuino a la luz. (Salmo 22:27; Romanos 14:7, 8; Filipenses 2:10, 11.) 7

w01 1/5 págs. 22-23 El espiritismo y la búsqueda de la verdadera espiritualidad Analicemos este incidente de la vida de Jesucristo: “Al ir pasando, [Jesús] vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: ‘Rabí, ¿quién pecó: este hombre, o sus padres, para que naciera ciego?’”. La respuesta fue muy esclarecedora: “Ni este hombre pecó, ni sus padres, sino que fue para que las obras de Dios se pusieran de manifiesto en su caso. Después de decir estas cosas, escupió en la tierra e hizo barro con la saliva, y puso su barro sobre los ojos del hombre y

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it-1 pág. 844 Escupir

it-2 pág. 688 Posturas y ademanes

Por otra parte, el registro bíblico recoge tres ocasiones en las que Jesucristo utilizó su saliva para hacer curaciones milagrosas. (Mr 7:31-37; 8:22-26; Jn 9:1-7.) Como los resultados fueron milagrosos y los milagros de Jesús se ejecutaban por el poder del espíritu de Dios, en estos casos Cristo no usó su propia saliva en calidad de agente curativo natural.

Cuando Jesús estuvo en la Tierra, algunos se postraron ante él para hacerle peticiones y rendirle homenaje, y él no los reprendió. (Lu 5:12; Jn 9:38.) Jesús era el rey designado o nombrado por Dios, como él mismo dijo: “La majestad real de Dios se ha acercado” (The Emphatic Diaglott); “el reino de Dios se ha acercado”. (NM, Mr 1:15.) Por cuanto era heredero del trono de David, podía ser honrado como rey. (Mt 21:9; Jn 12:1315.)

it-1 págs. 453-454 Ceguera Un hombre que era ciego de nacimiento, cuando recobró la vista, creyó en Jesús. (Jn 9:1, 35-38.) En estos últimos dos casos, Jesús usó saliva, sola o mezclada con barro. El que haya una supuesta semejanza con remedios populares no resta valor al aspecto milagroso de las curaciones. En el caso del ciego de nacimiento, se le dijo que fuese a lavarse al estanque de Siloam antes de recibir la vista. (Jn 9:7.) Es evidente que Jesús le dijo esto para probar su fe, al igual que Naamán había tenido que bañarse en el río Jordán antes de ser curado de su lepra. (2Re 5:10-14.)

w88 1/8 pág. 31 Preguntas de los lectores Después de eso Jesús dijo: “Para este juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, queden ciegos”. (Juan 9:39.) Sí, sobre la base de la predicación y otras actividades de Jesús y el papel que él desempeñaba en los propósitos de Dios, las personas o adquirirían vista espiritual y caminarían en la luz o estarían en oscuridad espiritual. (Isaías 9:1, 2; 42:6, 7; Mateo 4:13-17; 6:23; 2 Pedro 1:9; 2 Corintios 4:4.) Si los líderes religiosos hubieran sido simplemente judíos ignorantes que tuvieran la carga normal del pecado humano, se pudiera haber excusado el que no hubieran aceptado al Mesías. Pero ellos, que alegaban “ver” o entender, eran especialmente reprensibles porque tenían mayor conocimiento de la Ley y de la Palabra profética de Dios. Así, el que rechazaran a Jesús era un pecado grave que los condenaba más que su ordinaria imperfección y pecado. Por eso Jesús dijo a los fariseos: “Si fueran ciegos, no tendrían pecado. Pero ahora ustedes dicen: ‘Vemos’. Su pecado permanece”. (Juan 9:41.)

w93 1/4 pág. 14 ¿Quiénes siguen a “la luz del mundo”? Aman la oscuridad 3 Esa era la situación cuando Jesús estuvo en la Tierra. Dios había dado a Jesús poder para ejecutar milagros extraordinarios y de este modo probar que era el Mesías. Por ejemplo, un sábado devolvió la vista a un hombre que había nacido ciego. ¡Qué maravilloso acto de misericordia, y qué agradecido estaba aquel hombre! ¡Podía ver por primera vez en su vida! Sin embargo, ¿cómo reaccionaron los líderes religiosos? Juan 9:16 dice: “Algunos de los fariseos se pusieron a decir [acerca de Jesús]: ‘Este no es hombre de Dios, porque no observa el sábado’”. ¡Qué perverso era su corazón! Acababan de presenciar una curación extraordinaria, pero en vez de alegrarse por el hombre que había estado ciego y reconocer al que lo había curado, condenaron a Jesús. De este modo, indudablemente pecaron contra la manifestación del espíritu santo de Dios, un pecado imperdonable. (Mateo 12:31, 32.)

it-2 págs. 616-617 Pecado El conocimiento conlleva mayor responsabilidad. El pecado de Pilato no fue tan grande como el de los líderes religiosos judíos que entregaron a Jesús al gobernador, ni como el de Judas, que traicionó a su Señor. (Jn 19:11; 17:12.) Jesús dijo a los fariseos de su día que si fuesen ciegos, no tendrían pecado, con lo que probablemente quería decir que Dios podría perdonar sus pecados debido a su ignorancia; sin embargo, como negaron hallarse en ignorancia, ‘su pecado permaneció’. (Jn 9:39-41.) Jesús dijo que no tenían “excusa de su pecado”, porque habían sido testigos de sus palabras y obras poderosas que había realizado por la acción del espíritu de Dios. (Jn 15:2224; Lu 4:18.) Los que blasfemaron voluntariosamente y a sabiendas contra el espíritu de Dios así manifestado, fuera de palabra o por su proceder, serían culpables “de pecado eterno” y no tendrían ninguna posibilidad de perdón. (Mt 12:31, 32; Mr 3:28-30; compárense con Jn 15:26; 16:7, 8.) Este podría ser el caso de algunos que se hicieron cristianos y luego se apartaron deliberadamente de la adoración pura de Dios. Hebreos 10:26, 27 dice que “si voluntariosamente practicamos el pecado después de haber recibido el conocimiento exacto de la verdad, no queda ya sacrificio alguno por los pecados, sino que hay cierta horrenda expectación de juicio y hay un celo ardiente que va a consumir a los que están en oposición”.

it-1 págs. 730-731 Edad Bajo la Ley, los hombres entraban en edad militar a los veinte años. (Nú 1:3.) El hombre ciego de nacimiento al que Jesús devolvió la vista debía tener por lo menos veinte años, pues sus padres dijeron a quienes los interrogaban: “Pregúntenle. Es mayor de edad. Él tiene que hablar por sí mismo”. (Jn 9:21, 23.) it-1 pág. 901 Expulsión Para los judíos la persona que era echada y cortada por completo del pueblo debido a su iniquidad era merecedora de la pena de muerte, aunque no siempre tenían autoridad para ejecutarla. A pesar de todo, la forma de cortamiento que empleaban era un arma muy poderosa dentro de la comunidad judía. Jesús predijo que sus seguidores serían expulsados de las sinagogas. (Jn 16:2.) El temor a ser expulsados impidió que algunos judíos, entre ellos gobernantes, confesaran a Jesús. (Jn 9:22, nota; 12:42.) Un ejemplo de esta acción tomada por la sinagoga fue el caso del ciego curado por Jesús que habló favorablemente de él. (Jn 9:34.)

Cuando en 1 Juan 5:16, 17 Juan habla de un “pecado que sí incurre en muerte”, a diferencia del que no, se refiere al pecado voluntario, consciente. (Compárese con Nú 15:30.) Si hay prueba de que alguien ha pecado de manera voluntaria y consciente, el cristiano no debería orar por esa persona. Naturalmente, Dios es el juez final de la actitud de corazón del pecador. (Compárese con Jer 7:16; Mt 5:44; Hch 7:60.)

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resucitado, Jesucristo. El Pastor Excelente que se ofreció en sacrificio es también la puerta simbólica a este nuevo aprisco. (Juan 10:7.) Las personas a quienes se trae a este nuevo aprisco bajo el Pastor Excelente llegan a ser los hijos engendrados por espíritu del Abrahán Mayor, y así parte de Su “descendencia”. (Romanos 2:28, 29.)

Capítulo 10 w04 1/9 pág. 14 párrs. 5-7 Cuidémonos de “la voz de los extraños” En la ilustración de Jesús, el extraño no es un invitado. “No entra en el aprisco de las ovejas por la puerta, sino que trepa por otra parte”, pues es “ladrón y saqueador” (Juan 10:1). Ahora bien, según el testimonio de la Palabra de Dios, ¿quién es el primero que se convirtió en ladrón y saqueador? Satanás el Diablo, como vemos en el libro de Génesis.

w94 15/7 pág. 31 “Conocen su voz” “JEHOVÁ es mi Pastor.” Estas son las palabras de apertura del Salmo 23. Las Escrituras vuelven a comparar a Jehová Dios con un pastor en la profecía de Isaías, que dice: “Como pastor pastoreará su propio hato. Con su brazo juntará los corderos; y en su seno los llevará. Conducirá con cuidado a las que están dando de mamar”. (Isaías 40:11.)

La voz de un extraño se oye por vez primera 6 Génesis 3:1-5 narra cómo se oyó por primera vez en la Tierra la voz de un extraño. El relato dice que Satanás se valió de una serpiente para engañar a Eva, la primera mujer. Es verdad que en este pasaje no se declara expresamente que el Diablo sea “un extraño”. Sin embargo, sus acciones demuestran que en muchos sentidos fue como el extraño del que Jesús habló en la parábola del capítulo 10 de Juan. Veamos algunas semejanzas.

Jesucristo también se asemejó a un pastor. Dijo: “Yo soy el pastor excelente; el pastor excelente entrega su alma a favor de las ovejas”. (Juan 10:11.) Jesús dijo que las ‘ovejas escuchan la voz del pastor, y él llama a sus propias ovejas por nombre y las saca fuera’. Añadió: “Las ovejas le siguen, porque conocen su voz. A un extraño de ningún modo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”. (Juan 10:2-5.)

7 Jesús indica que el extraño se acerca a sus víctimas entrando a escondidas en el aprisco. Del mismo modo, Satanás se acercó a su víctima de manera indirecta, recurriendo a una serpiente. La astucia con que se dirigió a Eva demostró lo que realmente es: un intruso malicioso. Además, el extraño se propone arrebatarle las ovejas a su legítimo dueño. De hecho, es peor que un ladrón, dado que también se propone “matar y destruir” (Juan 10:10). De igual forma, Satanás fue un ladrón, pues mediante engaños le arrebató a Dios la lealtad de Eva. Como además acarreó la muerte a la humanidad, es un asesino.

Tanto Jehová Dios como su Hijo, Jesucristo, han actuado siempre según la imagen representada en los textos supracitados. Tratan a sus ovejas figurativas con ternura y cuidado amoroso. Por ello, las personas semejantes a ovejas se sienten amadas, seguras y protegidas. cf cap. 12 págs. 124-125 párrs. 16-17 “Sin ilustración no les hablaba” 16 Recordemos que Jesús dijo que él era “el pastor excelente” y sus seguidores “las ovejas”. Las palabras de Jesús indican que conocía muy bien las cualidades de la oveja doméstica. Sabía que entre el pastor y sus ovejas existe un vínculo único. Había notado que estas confiadas criaturas se dejan conducir dócilmente y siguen con fidelidad a su pastor. ¿Y por qué lo siguen? “Porque conocen su voz”, explicó (Juan 10:2-4, 11). ¿En verdad conocen las ovejas la voz de su pastor?

it-2 pág. 828 Residente forastero Jesús llama “ladrón” y “extraño” a aquel que intenta conseguir adeptos de sus ideas religiosas. Tal persona representa un peligro para las “ovejas” de Cristo, y se la considera un pastor falso. Las ovejas verdaderas de Jesús no reconocen la voz de un pastor falso, tal como los israelitas fieles se mantuvieron separados del extraño que abogaba por dioses falsos. (Jn 10:1, 5; véase EXTRANJERO.)

17 George A. Smith relató su observación personal en el libro Geografía histórica de la Tierra Santa: “Algunas veces disfrutamos nuestro descanso de mediodía junto a uno de aquellos pozos judeos, a los que bajan tres o cuatro pastores con sus rebaños. Los rebaños se mezclan entre sí, y nos preguntábamos cómo cada pastor iba a reunir de nuevo al suyo. Pero después que [las ovejas] habían terminado de beber y de retozar, los pastores uno a uno se iban a diferentes sitios del valle, y cada uno llamaba con su peculiar llamada, y las ovejas de cada uno salían de la multitud y se iban con su propio pastor, y los rebaños se iban con tanto orden como habían venido”. En verdad, Jesús usó el ejemplo perfecto para enseñarnos que si reconocemos y obedecemos sus enseñanzas y seguimos su guía, estaremos bajo el cuidado del “pastor excelente”.

ws cap. 9 págs. 79-81 El pacto de Dios con su “amigo” ya beneficia a millones El pacto de la Ley clavado al madero de tormento de Jesús 18 Los beneficios de este sacrificio de rescate se presentarían primero a favor de la nación judía, de la cual Jesús había llegado a ser miembro por su nacimiento milagroso mediante la virgen María. Esto era muy necesario, porque los judíos se hallaban bajo una doble condenación a muerte. ¿Por qué? Primero, debido a que eran la prole del pecador Adán, y segundo, porque debido a su imperfección habían llegado a estar bajo maldición por no poder cumplir con el pacto de la Ley hecho con Dios. No obstante, Jesús llegó a ser una maldición a favor de ellos. Al ser fijado en un madero de tormento hasta morir pudo remover la maldición de “las ovejas perdidas de la casa de Israel”. En 33 E.C. el pacto de la Ley fue clavado al madero de tormento de Jesús, y el aprisco judío bajo aquel pacto temporero de la Ley fue eliminado, abolido. (Mateo 15:24; Gálatas 3:10-13; Colosenses 2:14.)

w95 1/2 págs. 9-10 párrs. 3-4 Una gran muchedumbre de adoradores verdaderos, ¿de dónde vienen? 3 Unos cuatro meses antes de morir, Jesús dijo que era “el pastor excelente”, y sus seguidores, las “ovejas” por quienes daría la vida. Habló específicamente de las ovejas que halló en un aprisco figurativo y que después cuidó de forma especial. (Juan 10:1-18.) En muestra de su amor, Jesús entregó su alma

19 Por eso tuvo que abrirse otro aprisco, uno nuevo, para alojar allí a las ovejas espirituales del Pastor Excelente

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a favor de las ovejas y así pagó el rescate que se requería para liberarlas del pecado y la muerte.

dos grupos: el más pequeño, los ungidos, y el mayor, la gran muchedumbre de otras ovejas (léase Zacarías 8:23). Este último grupo no presta servicio en el patio interior del templo espiritual, sino en el patio exterior.

4 Sin embargo, antes de entregar su alma, Jesús, el Pastor Excelente, reunió personalmente a sus discípulos. Los primeros se los presentó Juan el Bautista, el “portero” de la ilustración de Jesús. Jesús buscaba a personas que aprovecharan la oportunidad de formar parte de la “descendencia de Abrahán” compuesta. (Génesis 22:18; Gálatas 3:16, 29.) Cultivó en su corazón aprecio por el Reino de los cielos y les aseguró que iba a prepararles un lugar en la casa de su Padre celestial. (Mateo 13:44-46; Juan 14:2, 3.) Dijo con toda razón: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos es la meta hacia la cual se adelantan con ardor los hombres, y los que se adelantan con ardor se asen de él”. (Mateo 11:12.) Los que lo siguieron para alcanzar esa meta demostraron pertenecer al aprisco del que habló Jesús.

gu pág. 21 párr. 9 La guía de Dios en el Evangelio (Inchil) 9 Jesús reveló que para lograr la salvación del hombre tenía que morir. No obstante, su muerte no se debería a ninguna debilidad de su parte frente a sus enemigos, sino a su aceptación de la voluntad divina (Hebreos 10:7). Jesús dijo: “Por eso el Padre me ama, porque entrego mi alma, a fin de que la reciba de nuevo. Nadie me la ha quitado, sino que la entrego por mi propia iniciativa” (Juan 10:17, 18).

it-2 pág. 527 Oído De manera similar, la palabra griega para ‘escuchar’ puede tener el sentido de ‘prestar atención, entender y actuar en consecuencia’, como cuando Jesucristo dijo: “Mis ovejas escuchan mi voz” y “a un extraño de ningún modo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”. (Jn 10:27, 5.)

w11 15/5 págs. 7-8 párrs. 4-6 Familias cristianas, manténganse despiertas 4 “El esposo es cabeza de su esposa [tal] como el Cristo [...] es cabeza de la congregación.” Por ese motivo debe analizar el modo en que Jesús guía a la congregación e imitarlo al dirigir a su familia (Efe. 5:23). Pensemos en cómo ilustró Jesús la relación que tiene con sus discípulos (léase Juan 10:14, 15). Él se identificó como “el pastor excelente” de las ovejas. Por lo tanto, el esposo que desea fortalecer la espiritualidad de su familia debe estudiar las palabras y acciones de Cristo y seguir “sus pasos con sumo cuidado y atención” (1 Ped. 2:21).

w09 15/8 pág. 10 párr. 12 La vida eterna en la Tierra: ¿una esperanza cristiana? 12 Más tarde en Jerusalén, durante la fiesta de la Dedicación, Jesús les dijo a sus adversarios: “Ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen. Y yo les doy vida eterna” (Juan 10:26-28). ¿Estaba pensando Jesús solo en la vida celestial, o también en la vida eterna en la Tierra? Poco antes, Jesús había consolado a sus discípulos con estas palabras: “No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino” (Luc. 12:32). Pero en la fiesta de la Dedicación dijo: “Tengo otras ovejas, que no son de este redil; a esas también tengo que traer” (Juan 10:16). Por lo tanto, cuando habló con sus adversarios, Jesús se refirió tanto a la esperanza de vida celestial que tiene el “rebaño pequeño” como a la esperanza de vida en la Tierra que tienen millones de “otras ovejas”.

5 Entre el pastor y las ovejas de la comparación existe una relación basada en el conocimiento y la confianza. El pastor conoce perfectamente a las ovejas, y estas lo conocen a él y le tienen confianza; por eso distinguen su voz y la obedecen. Bien lo dijo Jesús: “Conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí”. El conocimiento que él tiene de la congregación no es en absoluto superficial. De hecho, el verbo griego que se traduce “conocer” conlleva la idea de “conocimiento profundo e íntimo”. El Pastor Excelente sabe todo sobre cada una de sus ovejas: sus necesidades, virtudes y defectos. Nada escapa a su vista. Por su parte, las ovejas lo conocen bien y confían en su dirección.

w09 1/9 pág. 28 Nuestros lectores quieren saber ¿En qué sentido son uno Jesús y su Padre?

6 ¿Cómo puede el esposo imitar a Jesús al dirigir a su casa? Viéndose a sí mismo como un pastor y a los integrantes de su familia como ovejitas que necesitan su cuidado. Ha de esforzarse por conocerlos a fondo. ¿Es eso posible? Sí, pero para ello tiene que mantener una buena comunicación con cada miembro del hogar y saber escuchar sus inquietudes. Además, debe preocuparse por darles un buen ejemplo y tomar decisiones acertadas en cuanto a las actividades en que van a participar todos, como la adoración en familia, la asistencia a las reuniones, la predicación y el entretenimiento. Si sus decisiones se basan en los principios bíblicos y en el conocimiento que tiene de cada miembro de la familia, será más fácil que ellos confíen en él y le den la satisfacción de mantenerse unidos sirviendo a Jehová.

En Juan 10:30, Jesús dijo: “Yo y el Padre somos uno”. Muchas personas utilizan este versículo para justificar su creencia de que Jesús y el Padre forman parte de un Dios trino. Pero ¿es eso lo que Jesús quiso decir? Echémosle un vistazo al contexto. En el versículo 25, Jesús mencionó que sus obras las hacía en el nombre de su Padre. Y en los versículos 27 al 29 explicó que su Padre le había encomendado el cuidado de sus “ovejas”, refiriéndose a los discípulos. Estas dos declaraciones carecerían de sentido si Jesús y su Padre fueran el mismo ser. En este pasaje, lo que Jesús estaba diciendo podría resumirse así: “Nadie puede quitarme mis ovejas porque nadie puede quitárselas al Padre. Como mi Padre y yo somos tan unidos, quitármelas equivaldría a quitárselas a él”. Para ilustrar este punto de otro modo, imaginemos que un hijo dice: “Si alguien le hace daño a mi padre, es como si me lo estuviera haciendo a mí”. ¿Verdad que nadie pensaría que son la misma persona? Más bien, sus palabras demuestran la estrecha relación que existe entre ellos, igual que la que hay entre Jehová Dios y Jesús.

w10 15/3 pág. 26 párr. 10 Un solo rebaño, un solo pastor 10 Jesús habló de “otras ovejas” que no pertenecerían al mismo “redil” que el “rebaño pequeño” de cristianos ungidos (Juan 10:16; Luc. 12:32). Con referencia a ellas, dijo: “A esas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser un solo rebaño, un solo pastor”. ¡Cuánto se fortalece nuestra fe al ver el cumplimiento de estas palabras! En efecto, se han unido

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Ellos también son “uno” en el sentido de que tienen los mismos objetivos, normas y valores. Jesús nunca quiso independizarse de Dios, a diferencia de Satanás y de nuestros primeros padres. Él mismo explicó: “El Hijo no puede hacer ni una sola cosa por su propia iniciativa, sino únicamente lo que ve hacer al Padre. Porque cualesquiera cosas que Aquel hace, estas cosas también las hace el Hijo de igual manera” (Juan 5:19; 14:10; 17:8).

Capítulo 11 w11 1/4 págs. 13-15 “He creído” Recobran a un hermano amado ¿Aceptó Marta la reprensión de Jesús y aprendió de ella? No hace falta especular. El apóstol Juan, en la introducción del apasionante relato de Lázaro, nos dice: “Ahora bien, Jesús amaba a Marta y a su hermana y a Lázaro” (Juan 11:5). Habían pasado meses desde la última vez que Jesús estuvo en Betania, y está claro que Marta no estaba dolida con él ni le abrigaba ningún rencor. Todo lo contrario, había aceptado su consejo de buena gana. En este campo también Marta dio un magnífico ejemplo de fe, porque ¿quién no necesita de vez en cuando algún tipo de corrección?

Aunque Dios y Jesús son muy unidos, cada uno posee una personalidad distinta. Jesús tiene sus propios sentimientos, pensamientos y experiencias, y puede tomar decisiones por su cuenta. Aun así, decidió someterse a la voluntad de su Padre, pues él mismo declaró: “Que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Si Jesús no tuviera la posibilidad de tomar decisiones diferentes a las de su Padre, estas palabras no tendrían sentido. Además, si fueran realmente el mismo ser, indistinguible el uno del otro, ¿por qué le oró Jesús a Dios? ¿Y por qué admitió humildemente que había cosas que él no sabía, pero su Padre sí? (Mateo 24:36.)

Cuando Lázaro enfermó, Marta se encargó de cuidarlo. Hizo todo lo que pudo para que se aliviara y recuperara; sin embargo, empeoraba cada vez más. Hora tras hora, día tras día, sus hermanas lo atendían con esmero. ¿Cuántas veces miraría Marta el demacrado rostro de su hermano y recordaría las alegrías y las penas que habían vivido juntos durante tantos años?

En muchas religiones se rinde culto a dioses que luchan entre sí, pese a ser miembros de la misma familia. Por ejemplo, en la mitología griega, Cronos derrocó a su padre, Urano, y devoró a sus propios hijos. ¡Qué diferente es la relación que Jehová tiene con su Hijo! Entre ellos hay verdadera unidad y amor. Sin duda alguna, saber esto nos motiva a quererlos más. Jesús también habló de la posibilidad de estrechar nuestro vínculo con ellos cuando oró a favor de sus discípulos: “Hago petición [...] para que todos ellos sean uno, así como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo, que ellos también estén en unión con nosotros” (Juan 17:20, 21). ¡Qué privilegio poder estar en unión con los dos seres más importantes de todo el universo!

Al ver que Lázaro no tenía remedio, las hermanas enviaron un mensaje a Jesús, que estaba predicando a dos días de distancia. Sus palabras fueron directas: “Señor, ¡mira!, está enfermo aquel a quien le tienes cariño” (Juan 11:1, 3). Sabían que Jesús apreciaba mucho a su hermano y tenían la certeza de que haría cualquier cosa por ayudarlo. No obstante, sus esperanzas de que Jesús llegara antes de que fuera demasiado tarde quedaron truncadas: Lázaro murió. Juntas lloraron a su hermano, se encargaron de los preparativos del funeral y recibieron a las muchas visitas de Betania y sus alrededores. Pero Jesús no aparecía. Seguramente Marta se sentía cada vez más desconcertada. Por fin, cuatro días después de la muerte de Lázaro, se enteró de que Jesús venía de camino y estaba cerca de la aldea. Con ese ímpetu que la caracterizaba, incluso en este momento sombrío de su vida, se levantó y, sin decir ni una palabra a María, corrió al encuentro de Jesús (Juan 11:20).

Tal como hemos visto, cuando Jesús declaró que él y su Padre eran uno, no estaba diciendo que fueran parte de una misteriosa Trinidad. Más bien, estaba describiendo la profunda relación que tiene con Dios, la más estrecha que puede existir. it-1 pág. 697 Dios En el Salmo 82:1, 6 —Salmo que Jesús citó en Juan 10:34, 35— se usa ʼelo·hím para referirse a criaturas humanas, los jueces de Israel, a quienes se podía llamar dioses por el puesto que ocupaban como representantes y voceros de Jehová. De modo parecido, a Moisés se le dijo que sirviese de “Dios” a su hermano Aarón y ante Faraón. (Éx 4:16, nota; 7:1.)

En cuanto Marta vio a su Maestro, expresó con palabras la idea que había atormentado a las dos hermanas por días: “Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto”. Con todo, no había perdido su fe y esperanza, pues añadió: “Y sin embargo, actualmente sé que cuantas cosas pidas a Dios, Dios te las dará”. Al instante, Jesús le dijo algo que avivó su esperanza: “Tu hermano se levantará” (Juan 11:21-23).

it-2 pág. 82 Jesucristo Cuando los opositores acusaron a Jesús de ‘hacerse a sí mismo un dios’, su respuesta fue: “¿No está escrito en su Ley: ‘Yo dije: “Ustedes son dioses”’? Si él llamó ‘dioses’ a aquellos contra quienes vino la palabra de Dios, y sin embargo la Escritura no puede ser nulificada, ¿me dicen ustedes a mí, a quien el Padre santificó y despachó al mundo: ‘Blasfemas’, porque dije: Soy Hijo de Dios?”. (Jn 10:31-37.) En esa ocasión Jesús citó del Salmo 82, donde se llama “dioses” a jueces humanos a quienes Dios condenó por no ejecutar justicia. (Sl 82:1, 2, 6, 7.) Con estas palabras Jesús demostró que no era razonable acusarle de blasfemia por haber declarado que era, no Dios, sino el Hijo de Dios.

Ella pensó que Jesús se refería al futuro, así que contestó: “Yo sé que se levantará en la resurrección en el último día” (Juan 11:24). ¡Qué fe tan impresionante! Pese a que los saduceos —maestros religiosos judíos— negaban la resurrección, Marta creía firmemente en esta enseñanza tan clara de las Santas Escrituras (Daniel 12:13; Marcos 12:18). Sabía, además, que Jesús predicaba la resurrección y que incluso había devuelto la vida a varias personas, aunque hasta la fecha a nadie que hubiera estado muerto tantos días como Lázaro. Marta se preguntaba qué pasaría. A continuación, Jesús hizo una declaración insólita que confirma que su Padre le ha dado la potestad para que en el futuro realice resurrecciones a escala mundial. Dijo: “Yo soy la resurrección y la vida”. Jesús le preguntó a Marta: “¿Crees tú esto?”. Entonces ella dio la respuesta que vimos al inicio del

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artículo. Marta tenía fe en que Jesús era el Cristo —o Mesías—, que era el Hijo de Dios y que había de venir al mundo, como anunciaron los profetas (Juan 5:28, 29; 11:25-27).

Lázaro está descansando, pero yo me voy allá para despertarlo del sueño”. De camino a la tumba conmemorativa, halló una multitud que lloraba. Al llegar, ordenó que abrieran la tumba y gritó con voz fuerte: “¡Lázaro, sal!”. Y el hombre, que llevaba muerto cuatro días, salió (Juan 11:11-14, 39, 43, 44). Puesto que el cuerpo de Lázaro ya se estaba descomponiendo, Jesús demostró al resucitarlo que Dios recuerda absolutamente todo de los muertos: su personalidad, su memoria y su aspecto físico. Él tiene el poder de devolverlos a la vida. Jesús afirmó: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán [mi] voz y saldrán” (Juan 5:28, 29).

¿Valoran Jehová y Jesucristo esa clase de fe? Los acontecimientos que se sucedieron suministran una respuesta inequívoca. Marta corrió a buscar a su hermana. Luego vio que Jesús se emocionó profundamente cuando habló con María y los muchos dolientes que la acompañaban. Fue testigo de las lágrimas que derramó su Maestro al no ocultar su intenso pesar por el dolor que causa la muerte y, además, lo oyó pedir que se retirara la losa que sellaba la tumba de su hermano (Juan 11:2839).

w06 15/1 págs. 11-12 El sumo sacerdote que condenó a Jesús

Tan lógica como siempre, Marta objetó diciendo que el cuerpo olería mal después de cuatro días. Pero Jesús le recordó: “¿No te dije que si creías habrías de ver la gloria de Dios?”. Marta creyó, y vio de manera espectacular la gloria de Dios. En aquel preciso instante, Dios facultó a su Hijo para resucitar a Lázaro. Pensemos en las imágenes que quedarían grabadas a fuego en la memoria de Marta: la orden que Jesús dio a Lázaro para que saliera; el leve sonido que este produciría al levantarse envuelto en telas mortuorias y avanzar hasta la entrada; el mandato de Jesús para que lo ‘desataran y lo dejaran ir’, y, por supuesto, el entrañable abrazo con el que se fundieron los tres hermanos (Juan 11:40-44). La losa en el corazón de Marta había desaparecido.

Miedo a Jesús, miedo a Roma Caifás veía en Jesús a un peligroso agitador de masas. Jesús cuestionó la interpretación que la jerarquía judía hacía del sábado y expulsó a los mercaderes y cambistas del templo acusándolos de convertirlo en una “cueva de salteadores” (Lucas 19:45, 46). Algunos historiadores creen que los mercados que había en el templo pertenecían a la casa de Anás, lo cual daría a Caifás otra razón para tratar de silenciar a Jesús. Cuando los sacerdotes principales enviaron oficiales a arrestar a Jesús, estos quedaron tan admirados al oírle que regresaron con las manos vacías (Juan 2:13-17; 5:1-16; 7:14-49).

Este relato demuestra que la resurrección de los muertos no es una mera ilusión; es una consoladora enseñanza bíblica probada con hechos reales. Jehová y su Hijo desean recompensar la fe de sus siervos, como lo hicieron en el caso de Marta, María y Lázaro. Las recompensas serán innumerables para todos los que cultiven una fe sólida como la de Marta.

Pensemos en lo que sucedió al enterarse los líderes judíos de que Jesús había resucitado a Lázaro. El Evangelio de Juan relata: “Los sacerdotes principales y los fariseos reunieron el Sanedrín y empezaron a decir: ‘¿Qué hemos de hacer, porque este hombre ejecuta muchas señales? Si lo dejamos así, todos pondrán fe en él, y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar así como nuestra nación’” (Juan 11:47, 48). El Sanedrín pensaba que Jesús era una amenaza para sus intereses religiosos y para el orden público, por el cual eran responsables ante Pilato. Cualquier movimiento popular que los romanos interpretaran como sedicioso provocaría su intervención en los asuntos judíos, algo que el Sanedrín quería evitar a toda costa.

w05 15/4 pág. 5 Adquiera conocimiento ahora y por siempre Jesús indicó que en nuestros tiempos llegaría un “día” similar. Los que presten atención al conocimiento relacionado con este suceso tendrán la esperanza no solo de sobrevivir, sino de vivir para siempre. Además, los muertos a los que Dios guarda en su memoria serán resucitados con la perspectiva de no volver a morir (Juan 5:28, 29). Observe cómo expresó Jesús estas dos ideas. Cuando habló con Marta sobre la resurrección de los muertos, dijo: “El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir; y todo el que vive y ejerce fe en mí no morirá jamás”. Todas las pruebas demuestran que ese “día” está muy cerca, por lo que usted quizás se encuentre entre quienes “no morirá[n] jamás” (Juan 11:25-27).

Caifás no podía negar que Jesús realizaba obras poderosas, pero, en vez de poner fe en él, procuró salvar su prestigio y autoridad. ¿Cómo iba a reconocer que Lázaro había resucitado? Caifás pertenecía a los saduceos, quienes no creían en la resurrección (Hechos 23:8). La maldad de Caifás quedó patente cuando dijo a los demás gobernantes: “No raciocinan que les es de provecho a ustedes que un solo hombre muera en el interés del pueblo, y no que la nación entera sea destruida”. Y el relato sigue diciendo: “Esto, sin embargo, no lo dijo por sí mismo; sino que, como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús estaba destinado a morir por la nación, y no por la nación solamente, sino para que a los hijos de Dios que están esparcidos también los reuniera en uno. Por eso, desde aquel día entraron en consejo para matarlo [a Jesús]” (Juan 11:49-53).

Jesús le preguntó entonces a Marta: “¿Crees tú esto?”. Ella contestó: “Sí, Señor”. Si Jesús le hiciera hoy a usted la misma pregunta, ¿cuál sería su respuesta? Puede que le resultara difícil creer en la posibilidad de no morir nunca. Pero incluso si esa fuera su reacción, a usted sin duda le gustaría poder creerlo. ¡Imagínese cuánto podría aprender si “no [muriera] jamás”! Trate de verse disfrutando de todas las cosas que desearía aprender a hacer pero que nunca tuvo tiempo de siquiera intentar. Y piense en volver a estar con los seres queridos que perdió en la muerte.

Caifás no se daba cuenta de la trascendencia de sus palabras. En su posición de sumo sacerdote profetizó que la muerte de Jesús resultaría beneficiosa, pero no para los judíos solamente. El sacrificio redentor de Cristo proporcionó el medio para liberar a toda la humanidad de la esclavitud al pecado y la muerte.

g 10/07 pág. 29 ¿Qué nos sucede al morir? Buenas noticias Para millones de personas, la muerte es como un sueño del que despertarán. En cierta ocasión, hablando de un amigo que había muerto, Jesús dijo a sus discípulos: “Nuestro amigo

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¿Qué nos enseña el hecho de que Jesús cediera a las lágrimas cuando su amigo Lázaro murió? (Juan 11:35.) [20 de mayo, w08 1/5, pág. 24 párrs. 3, 4.] w08 1/5 pág. 24 Él comprende nuestro dolor Acérquese a Dios Él comprende nuestro dolor Juan 11:33-35 “EMPATÍA es sentir tu dolor en mi corazón.” Así definió esta hermosa cualidad un misionero, ya anciano, de los testigos de Jehová. El máximo exponente de la empatía es Jehová Dios. Él siente el dolor que sufre su pueblo. ¿Cómo lo sabemos? La inmensa empatía de Jehová quedó perfectamente plasmada en la vida de Jesús cuando estuvo en la Tierra (Juan 5:19). Veamos, por ejemplo, el episodio registrado en Juan 11:33-35. Cuando Lázaro murió siendo aún relativamente joven, Jesús se desplazó hasta el pueblo de ese amigo suyo. Como es comprensible, Marta y María, las hermanas del difunto, se encontraban profundamente abatidas. Dado que Jesús amaba mucho a esta familia, ¿cómo reaccionó? (Juan 11:5.) La Biblia dice: “Jesús [...], cuando la vio llorando [a María], y a los judíos que vinieron con ella llorando, gimió en el espíritu y se perturbó; y dijo: ‘¿Dónde lo han puesto?’. Ellos le dijeron: ‘Señor, ven y ve’. Jesús cedió a las lágrimas” (Juan 11:33-35). ¿Por qué lloró? Es verdad que su querido amigo Lázaro estaba muerto, pero él iba a resucitarlo, a devolverle la vida (Juan 11:41-44). ¿Hubo algo más que lo conmovió? Repasemos los versículos en cuestión. Fíjese que cuando Jesús vio a María y a las demás personas llorando, él “gimió” y “se perturbó”. Las palabras originales que se traducen así comunican la idea de una emoción intensa. Jesús se sintió muy conmovido por lo que vio. La emoción intensa que surgió en su corazón hizo que se le saltaran las lágrimas. Está claro, pues, que a Jesús le conmovió el dolor de los demás. ¿Se ha puesto usted alguna vez a llorar al ver a alguien querido llorando? (Romanos 12:15.) La empatía de Jesús nos ayuda a comprender las cualidades y el modo de actuar de su Padre, Jehová. Recuerde que Jesús reflejó con tanta perfección las cualidades de su Padre que pudo decir: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también” (Juan 14:9). Así que cuando leemos que “Jesús cedió a las lágrimas”, podemos estar seguros de que Jehová siente en su corazón el dolor de sus adoradores. Además, otros escritores de la Biblia confirman este hecho (Isaías 63:9; Zacarías 2:8). ¡Qué Dios tan tierno es Jehová! La empatía atrae. Cuando estamos desanimados o deprimidos, nos sentimos atraídos hacia quienes comprenden nuestras circunstancias y comparten nuestro dolor. Cuánto más nos atrae Jehová, un Dios sumamente compasivo que siente nuestro dolor y comprende mejor que nadie por qué lloramos (Salmo 56:8). ******************************************* Fuente: Watchtower library 2012

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