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BOLIVIA OctubreDiciembre 2015
Dr. H. Ernesto Sheriff B. Carrera de Economía Universidad Mayor de San Andrés
1. SITUACIÓN ECONÓMICA
ACTIVIDAD ECONÓMICA Bolivia sigue evaluando su actividad económica a partir del Producto Interno Bruto (PIB), el cual constantemente viene siendo criticado en la literatura como una medida adecuada de crecimiento ya que no toma en cuenta la sustentabilidad del mismo. Los indicadores de corto plazo disponibles para este país sólo están referidos a la evolución del PIB lo que limita un análisis prospectivo más ambicioso en un año crucial para los futuros periodos que vaya a atravesar la economía boliviana. La palabra clave a cerca del crecimiento boliviano es sustentabilidad. El crecimiento boliviano en los años de expansión de la economía mundial y sudamericana fue más bien modesto, de hecho, el PIB boliviano en todo el periodo 2000 - 2014 nunca llegó a alcanzar el 7% anual oscilando entre el 5% y 6% en años en que algunas economías de países en desarrollo (muchas de ellas vecinas de Bolivia) crecían fácilmente al doble de dicha tasa. Lo que llama la atención
dentro y fuera de Bolivia es el desempeño de su crecimiento en los años de crisis. Tanto en 2000 como en 2009 y 2015, mientras la economía mundial alcanza tasas mínimas de crecimiento y los vecinos de Bolivia muestran cifras negativas en muchos casos, la economía más pequeña de Sudamérica muestra tasas de crecimiento significativamente más altas que el promedio regional. Este comportamiento estructural (crecer más que el promedio en las crisis y menos que el promedio en las bonanzas) parece haberse acentuado bajo la gestión de Evo Morales, particularmente en 2015 donde el crecimiento boliviano emerge resaltable y las perspectivas para 2016 son menos optimistas (dentro de los modestos márgenes a los cuales Bolivia creció a lo largo de su historia). Aquí es donde aparecen las dudas. En 2008-2009 el gobierno boliviano (con el mismo Ministro de Economía de hoy en día) ensayó impulsos a la demanda agregada para compensar el clima transitorio desfavorable para las exportaciones y ello se tradujo en una tasa de crecimiento ligeramente inferior al 4% anual que fue considerada un éxito. Sin embargo, en 2015, las cifras oficiales muestran un crecimiento de 5% acompañadas de un fuerte debilitamiento (menores tasas de crecimiento) en todos los sectores económicos estimulando la demanda agregada para enfrentar en lo que ya se tiene como confirmado es un cambio permanente en el clima externo. La receta es la misma, el contexto es diferente. Otro tema es la casi obsesión del gobierno de mostrar/obtener una tasa de crecimiento significativamente mayor al 4.5% anual y justificar el pago obligatorio de un segundo sueldo navideño (aguinaldo). En ese afán los impulsos a la demanda agregada estuvieron acompañados de acercamientos más concesionales al capital privado nacional y extranjero y, de un mayor endeudamiento externo. Mientras los fundamentos de crecimiento ya justificaban una tasa respetable de 3.2%, los impulsos adicionales llevaron a un 4.82% (variación de 12 meses a agosto en base al IGAE) sobre el cual surgen dudas de su sustentabilidad para 2016 donde el clima externo aparentemente permanecerá deprimido. El debilitamiento más evidente, hasta el punto de mostrar tasas negativas de crecimiento, se da en los sectores de petróleo y gas (-1.70%) y en la minería (-4.26%) medidos respecto a similar periodo de 2014. En el primer caso el gobierno enfrenta la situación impulsando la inversión pública y privada en el potenciamiento de dicho sector, particularmente en labores de exploración, útiles más que todo para sostener la oferta exportable para los dos principales socios gasíferos cuales son Brasil y Argentina. Para la minería, la crisis profunda del sector estatal y la cualidad cuasi depredadora del sector cooperativo no auguran inversiones de ningún tipo en dichos sub sectores en tanto que el clima impositivo asfixiante imposibilita inversiones de envergadura en el sector privado tradicional.
Las cifras oficiales en el sector agropecuario e industrial aún no muestran el fuerte debilitamiento que sectores empresariales (como el IBCE y CAINCO) reportan en sus últimas publicaciones (reducción de 9.8% en el tonelaje producido). Mientras que la cosecha de trigo aparenta ser récord en 2015, la caída de precios de este cereal y la ausencia de intervenciones reguladoras en su precio, podrían determinar una menor siembra (casi record en sentido contrario) para 2016. Sin embargo, el producto central de la agroindustria boliviana – la soja – enfrenta uno de los climas más complicados a nivel internacional y regional. Una región como Santa Cruz (la más próspera Bolivia) que gira alrededor de dicho producto podría ser seriamente afectada en el último trimestre de 2015 y todo el año 2016. Siendo un sector que casi no paga impuestos ni regalías, su efecto será directo en los sectores industrial, comercial, construcción y servicios financieros tal como se observó en el año 2000 cuando el debilitamiento sojero produjo niveles de mora superiores al 10% en la banca de dicha región e indujo una depresión de la cual apenas empezó a salir en 2005. Las concesiones que anuncia el gobierno para el sector privado agroindustrial podrían ser inoportunas e insuficientes para eludir dicha posible coyuntura.
SECTOR EXTERIOR El valor de las exportaciones bolivianas sufrió una severa contracción de 36% entre enero a octubre de 2015 respecto de similar periodo en 2014, agravándose la situación respecto al acumulado al mes de septiembre. Los volúmenes exportados cayeron en -4.2% que son los que finalmente inciden en las tasas de crecimiento del PIB. El descenso de las exportaciones es generalizado. De acuerdo al último reporte del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) las exportaciones de hidrocarburos registraron una disminución del 39% en valor y de 2% en volumen; las exportaciones de minerales cayeron en 27% en valor mientras que en volumen aumentaron 1%. Las exportaciones de soja y derivados cayeron 33% en valor y 17% en volumen. Otros sectores sensibles afectados fueron por ejemplo las confecciones textiles cuyo valor cayó en 46% y su volumen cayó de manera significativa en 31%. Las exportaciones de quinua, que recibieron estímulos variados para su expansión en los últimos 10 años, cayeron en valor en 44% y en volumen en 15% retornando a niveles observados hace 5 años. No se espera una recuperación de precios en los productos de exportación para 2015, los cuales son en su inmensa mayoría simplemente commodities. Las importaciones disminuyeron (en valor) en 10% de las cuales, las importaciones de bienes de consumo (las que no impactan en la actividad
económica) aumentaron en valor en 3% entre enero y octubre de 2015 respecto a similar periodo en 2014. Los insumos industriales y los bienes de capital mostraron tasas negativas de crecimiento tanto en valor como e volumen. Mientras que el primer fenómeno se debe a la baja generalizada de precios en la economía mundial y a las oscilaciones del dólar en relación a otras monedas, en el segundo caso, la disminución de volúmenes es un reflejo del debilitamiento productivo mostrado párrafos arriba. Como resultado, entre enero y octubre de 2015, el saldo comercial fue negativo equivalente a -409 millones de dólares (más del 1% del PIB) en tanto que en 2014 dicho saldo fue positivo por valor de 2.320 millones de dólares de acuerdo a las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística. Esta cifra determina que el saldo en cuenta corriente tornará negativo para la gestión 2015 comprometiendo la solvencia internacional de largo plazo de la economía boliviana. Sin embargo, en el corto plazo, la posición de las Reservas Internacionales Netas es favorable desde cualquier punto de vista tal como apunta el último reporte del Fondo Monetario Internacional1, lo que permitiría sostener políticas de demanda sin mayores oscilaciones monetarias en el mediano plazo. Es decir, se puede disimular por varios meses más la difícil situación productiva que enfrentan la producción y las exportaciones bolivianas. SECTOR PÚBLICO Y POLÍTICA FISCAL Tal como se anotó en informes previos, la información fiscal ha ido quedando rezagada respecto de gestiones anteriores. Las cifras oficiales del Ministerio de Economía y Finanzas y el Banco Central de Bolivia muestran que las ejecuciones presupuestarias arrojan hasta septiembre de 2015 un superávit fiscal de +1% del PIB pese a que se había presupuestado un déficit hasta finales de año. Esta costumbre de presupuestar un “poco peor” de lo ejecutado es recurrente en la actual administración macroeconómica, con resultados positivos en cuanto a una evaluación global, pero con fuertes montos no ejecutados del gasto e inversión públicos. Estos montos no ejecutados han terminado por constituirse en un fondo de estabilización de facto que contribuirá a un mejor desempeño macroeconómico cuando el debilitamiento productivo se haga más evidente. La deuda pública total de Bolivia a octubre de 2015 se sitúa en 29% del Producto Interno Bruto aunque se ha efectuado anuncios de un gran endeudamiento con China que de desembolsarse completamente aumentaría este porcentaje hasta casi rozar el 40% del PIB. 1
Ogawa, Sumiko. Bolivia faces challenge of adapting to lower commodity prices. Annual Health Check. IMF. http://www.imf.org/external/pubs/ft/survey/so/2015/CAR120815A.htm
EMPLEO En Bolivia existe el llamado “segundo aguinaldo” que consiste en la obligatoriedad de los empleadores de pagar un aguinaldo (salario) adicional en el mes de diciembre siempre y cuando la economía esté creciendo por encima del 4.5% anual. Las cifras actuales han determinado que este pago finalmente se lo haga de manera obligatoria especialmente para las empresas privadas formales de la economía. Su pago sin embargo ha sido establecido con cierta tolerancia para las empresas que así lo requieran pudiendo extenderlo hasta por 90 días. Las encuestas de hogares realizadas en Bolivia muestran que en promedio solamente el 28% de la Población Económicamente Activa accede a todos los derechos laborales estipulados por las leyes y reglamentaciones bolivianas. El resto de los trabajadores que no goza de los derechos laborales pertenece generalmente a los sectores más prósperos de Bolivia: la soja y sus derivados, la minería cooperativizada, la construcción y el creciente sector informal en el cual destaca el contrabando y sus mecanismos comerciales.
POLÍTICA MONETARIA, TIPO DE CAMBIO E INFLACIÓN El ciudadano boliviano promedio todavía tiene incorporado en su memoria social un concepto de crisis asociado a altas de inflación y devaluación. A costa de perder 40% del poder de compra del boliviano frente al dólar manteniendo el tipo de cambio fijo por varios años y manteniendo una política monetaria pasiva, el gobierno ha podido consolidar una tasa de inflación baja, incluso inferior al 5% anual que para Bolivia es un signo inequívoco de ausencia de crisis (para este ciudadano promedio). Si bien los fundamentos macroeconómicos del tipo de cambio no justifican de ninguna manera una devaluación masiva, la tozudez en mantenerlo fijo obedece aparentemente a que el gobierno también piensa que mover el tipo de cambio es una señal de crisis envolviéndose en una auto-falacia originada en las traumáticas oscilaciones macroeconómicas de la década de 1980 post bonanza donde la devaluación y la inflación fueron las variables que acompañaron el descalabro macroeconómico y productivo. En realidad, de acuerdo a la forma ortodoxa del manejo monetario que no fue abandonada en los años del neopopulismo, el ajuste de la economía ante el shock externo negativo semeja más al de un modelo clásico, donde las variables de ajuste ante un cambio nominal en los precios de exportación se refleja también casi en esa misma esfera a nivel de precios domésticos. En ese sentido, la economía boliviana ha experimentado una reducción de los niveles de inflación. Es decir, la crisis se debiera reflejar en
un movimiento cada vez más lento de los precios (y de los salarios) y ello precisamente está sucediendo con la tasa de inflación, que a noviembre de 2015 presenta una tasa de 2.72% respecto de diciembre de 2014 reflejando precisamente la desaceleración en el sector real.
2. PERSPECTIVAS ECONÓMICAS La economía se encamina a un año en que la constante será la persistencia de precios bajos para más 95% de las exportaciones acompañada de ajustes macroeconómicos en la mayor parte de los socios comerciales de Bolivia. Las importantes reservas acumuladas en los años de bonanza probablemente empiecen a mermar para mediados de año haciéndose necesario un refuerzo con crédito no condicionado. Ello repercutirá en indicadores que permanecieron sólidos por más de 6 años como el déficit fiscal y el nivel relativo de reservas internacionales. Son necesarios ajustes en el tipo de cambio que, dada la magnitud de reservas, probablemente vayan a ser pequeños retomando la regla cambiaria que en realidad nunca fue anulada formalmente, es decir, el Banco Central de Bolivia puede efectuar devaluaciones y revaluaciones de la moneda sin previo aviso y en pequeñas magnitudes. Los intentos del gobierno de estimular la demanda agregada en un contexto recesivo pueden ser adecuados en tanto sea la inversión y no el consumo la variable a ser estimulada. Construir canchas de fútbol sin criterio alguno, dos estadios en un pequeño poblado, terminales de buses que nadie usa, abrir empresas improductivas, etcétera no son inversión, son gasto, y sus efectos se tornarán nocivos cuando las restricciones monetarias se agudicen, probablemente para finales de 2016. A la fecha no han sido priorizados sectores económicos para la inversión ni pública ni privada, en base a intuición se viene reforzando el sesgo extractivista promoviendo al sector hidrocarburífero, responsable del 49% de las exportaciones bolivianas, financiando sus inversiones de riesgo con las reservas del Banco Central de Bolivia amén de otros financiamientos para otros sectores productivos en una disputa por estas reservas consideradas por muchos como patrimonio del pueblo.
3. SITUACIÓN POLÍTICA El promedio de casi una elección por año permitió en el pasado anular cualquier intento de la oposición para ganar espacios de decisión. Las recientes elecciones regionales reconfiguró el mapa político tornando en riesgosa cualquier nueva elección que vaya a disputarse. Los recientes fracasos de los movimientos de Venezuela y de Argentina también son una referencia obligatoria para encarar otro año (2016) donde se jugará en febrero la posibilidad de una nueva posibilidad de hacer presidente a Evo Morales hasta el año 2016.
Una variable que empezó a tomarse en cuenta es el efecto contagio en el voto joven muy sensible a la llamada “moda neoliberal”. No hay indicadores aún en torno a la intención del voto joven en el crucial referéndum que deba aprobar una nueva postulación de Morales a la presidencia. La elección es riesgosa en términos de que es Morales contra un abstracto llamado No, donde se incluyen opositores de la más variada gama junto con desplazados radicales de izquierda pero también ciudadanos ofendidos por los innumerables casos de corrupción que van pululando en los últimos meses. En síntesis, el referéndum de febrero es una instancia de resultado incierto pero con implicaciones binarias en torno a la posible continuidad de Evo Morales para un periodo bastante remoto en este momento de crisis (20202025).