RELACIONES 73, INVIERNO , VOL. XIX

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DOCU RELACIONES 90, MENTO P R I M AV E R A 2002, VOL. XXIII P ROPUESTA DE LEY SOBRE DERECHOS DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DEL ESTADO 1 DE MICH

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D O C U //ÍE N T O

RELACIONES

73,

INVI ERNO

19 9 8,

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XI X

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E

L PROGRESO REAL Y EL DIÁLOGO PERIFÉRICO:

"i LA ENTRADA A LISBOA DE 1619 EN EL | VIAG E DE LA CATHOLICA REAL M A G E STA D | DE JOÁO BAPTISTA LAVANHA

Se ha descrito el libro Viage de la Catholica Real M agestad del Rei D. Fe­ lipe III, N .S ., al reino de P ortugal i relación del solene recebim iento que en el se le hizó (1622)' de Joáo Baptista Lavanha como uno de los más finos ejem­ plos de la edición de libros españoles de su época y uno de los tres mejo­ res libros publicados por la Imprenta Real de la familia Junti de Madrid.2 Aunque nunca ha sido estudiado sistemáticamente, el Viage de Lavanha merece un análisis de mayor profundidad porque ejemplifica el género de libros suntuosos sobre festividades que describen y conmemoran im­ portantes entradas reales y fiestas en muchos de las principales monar­ quías y principados en la Europa del renacimiento y el barroco. De acuerdo con los historiadores de la cultura, a principios del periodo mo­ derno los príncipes alentaron a menudo la difusión de informes sobre las entradas a fin de presentar la imagen real de una poderosa autori­ dad absolutista. Por esta razón daban a los cronistas de la corte la tarea de escribir libros sobre los espectáculos reales, ordenaban que las im­ prentas patrocinadas por la corte publicaran los libros y exigían, por lo general, un alto nivel de profesionalismo en la edición. Esos libros in­ cluyeron esmeradas ilustraciones que representaron los arcos triunfales a lo largo de la ruta que el rey seguía para entrar a las ciudades princi­ pales.3Mientras que el libro de Lavanha es un buen ejemplo del género en Europa, es excepcional en la literatura de entradas reales españolas. Viage es la única obra española de fines del siglo xvi y principios del xvn que contó con estas condiciones: interés y patrocinio real y una esmera­ da y controlada representación de la realeza en su impresión. 1 La palabra

viage no está escrita correctamente de acuerdo con las normas moder­

nas, pero era típica de la escritura del siglo xvn y así la empleo a lo largo del artículo. 2Juan Delgado Casado,

Diccionario de impresores españoles (siglos xv-xvu), vol. 2, Ma­

drid: Arco, 1996, p. 344. 1 Roy Strong,

A rt and Power: Renaissance Festináis, 1450-1650, Berkeley, Los Angeles:

Univprsity of California Press, 1984, pp. 6-9.

Entre 1560 y 1640 la mayor parte de la literatura española que con­ memora las bodas y las entradas así como las entradas de dignatarios extranjeros tomó la forma de relaciones; es decir, de pliegos sueltos bara­ tos de unas cuantas páginas elaborados en varias pequeñas imprentas. Por otra parte, y a pesar de la obvia ventaja de contar con el patrocinio real, la Imprenta Real publicó muy pocas obras de cualquier tipo sobre las entradas de los Habsburgo. En los pocos casos conocidos de exten­ sos manuscritos y libros sobre las entradas, es probable que las ciudades del siglo xvi o los poderosos nobles del xvn -pero no el rey- fueran los que comisionaran o patrocinaran su publicación. Además, el contenido de este género de literatura patrocinado por las ciudades o por los no­ bles mostraba interés en pulir la imagen del propio patrocinador en re­ lación al papel estelar del rey y no en mejorar la representación de este último. Más aún, los autores pocas veces eran historiadores de la corte empleados por el monarca. Normalmente eran escritores anónimos em­ pleados por la imprenta (incluyendo al mismo impresor) o, como suce­ dió con mayor frecuencia durante el siglo xvn, eran escritores cortesanos asociados informalmente y a veces empleados por las casas de nobles cortesanos deseosos de elevar o de mejorar su posición. Por lo tanto es probable que la literatura sobre fiestas en España fuera un vehículo efectivo de patrocinio más que un instrumento de representación real aprobado por la corte.4 Aunque atípico, durante el periodo barroco temprano el libro de Lavanha fue un lujoso ejemplo del singular esfuerzo por representar al rey en los más altos niveles de la corte española. Mostró además las ten­ dencias del ceremonial de la casa real de Portugal que contrastaban dramáticamente en tamaño y organización con el modelo castellano. Finalmente, mediante la narración de los símbolos y temas de varios de los arcos presentados por la comunidad comercial de Lisboa, el docu­ mento mostró la inquietud de los centros políticos de la periferia ibéri­ ca por la manera en que la Monarquía española gobernaba su patrimo­ nio colonial. 4 Patricia Lopes Don, "'This event having no other like it': Form and Function in the Spanish Habsburg

Entrada , 1560-1640", ponencia presentada en el congreso anual de la

Society for Spanish and Portuguese Historical Studies, Minneapolis, Minn., abril de 1997.

Felipe III emprendió oficialmente su viaje a Lisboa entre abril y no­ viembre de 1619 para que su hijo Felipe iv pudiera prestar la jura ante las cortes de esa ciudad; una antigua costumbre de los príncipes Habsburgo españoles. Sin embargo las circunstancias políticas, aunque no las oficiales, de la procesión real fueron mucho más complejas. Casi desde el inicio de su reinado y mucho antes del nacimiento de su hijo y here­ dero, Felipe m había hablado de visitar Portugal;5 pero fue hasta des­ pués de la caída de su principal ministro, el duque de Lerma, que se convenció al rey de que el viaje era necesario. Sin duda quienes lo per­ suadieron fueron los nuevos validos de la corte: los propios hijos de Lerma aunque enemistados entre sí (los duques de Uceda y Saldaña) y su antiguo confesor, el fraile Luis de Aliaga, los mismos que orquesta­ ron la caída de Lerma. Sacar de Madrid al rey y a su corte por una larga temporada a sólo ocho meses de la salida de Lerma, fue evidentemente benéfico para estos sujetos, preocupados por la formidable facultad del antiguo favorito del rey para intrigar en la corte y por la permanente estima que el rey le tenía. Desafortunadamente para este nuevo vali­ miento, el desenlace del viaje real a Lisboa no sirvió para concretar su poder, ya que el rey sucumbió a los rigores del viaje durante el retorno y casi murió en un pueblo de las afueras de Madrid. Aunque el monar­ ca sobrevivió y se recuperó, los nuevos favoritos de la corte fueron du­ ramente criticados por haber puesto en peligro la vida del rey con el mal aconsejado viaje. El libro de Lavanha, que celebra el éxito del viaje, probablemente re­ presentó una estrategia adoptada para recuperar el prestigio perdido por este viaje casi desastroso. Está claro que ni Lavanha ni la Imprenta Real hubieran aceptado la comisión de un libro tan caro si no hubieran contado directamente con el apoyo real, suscitado con toda seguridad por el círculo de los nuevos validos. Otras obras de la literatura sobre fiestas editadas en ese periodo sugieren que la credibilidad del nuevo valimiento se identificó muy de cerca con el viaje a Lisboa. Uno de los libros sobre la entrada a Lisboa fue dedicado a Saldaña y en el prólogo de otro se hace mención especial de Aliaga y del apoyo que brindó al Luis Cabrera de Córdoba, Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614 , Madrid: J. Martín Alegría, 1857, p. 30.

autor." Con todo, en vista de que los Austrias no acostumbraban con­ memorar sus entradas en Madrid u otras ciudades ibéricas con libros patrocinados por la realeza, la política de la corte sigue siendo el princi­ pal factor detrás de la aparición inusitada de la obra de Lavanha. Nin­ guna literatura tocante a la entrada en Lisboa de 1619 benefició de manera alguna a los nuevos favoritos. El libro fue de tan alta calidad que Lavanha, al igual que la Imprenta Real, precisaron de casi tres años para elaborarlo. El Viage apareció finalmente al cabo de un año de la muerte de Felipe m en marzo de 1621, tiempo después de que Uceda, Aliaga y Saldaña cayeron del poder. El autor Joáo Baptista Lavanha, judío portugués y célebre huma­ nista, llegó por primera vez a Madrid con la corte de Felipe II en 1582, procedente de Lisboa. Fue profesor de uno de los últimos reyes Avis, Sebastiáo i. Felipe II le encargó la Academia de Matemáticas en Madrid, principalmente para que dirigiera los trabajos reales de cartografía. Lavanha regresó a Portugal a fines de la década de 1580, donde sirvió a la Corona española en calidad de ingeniero y cartógrafo y donde per­ maneció hasta la muerte de Felipe II. En 1601 Felipe m lo envió a Flandes para investigar y elaborar una nueva genealogía de la familia real; un encargo que precisaba de su excelente capacidad en latín. Al terminar la genealogía volvió a Madrid y sirvió al rey en una amplia gama de tra­ bajos, la mayoría relacionada de nuevo con la ingeniería y la cartogra­ fía.7 Trabajó asimismo como tutor de matemáticas del futuro Felipe iv hasta 1618, cuando fue nombrado cronista real para el reino portugués en sustitución de Bernardo de Brito.8 El Viage presenta una fiel versión de las diversas actividades de Felipe ni en Portugal, incluido su viaje a Tomar para la reunión de las

*Jacinto de Aguilar y Prado, Certissima relación de la entrada que hizo su M ajestad y sus Altezas en Lisboa; y de la ¡ornada que hizieron las galeras de España, y de Portugal, desde el puer­ to de Santa María, hasta la famosa ciudad de Lisboa, Lisboa: Pedro Craesbeeck, 1619; Francis­ co de Arce, Fiestas reales de Lisboa, desde que el Rey nuestro señor entró, hasta que salió , Lisboa, Jorge Rodríguez, 1619. 7 María Cristina Costa Simóes Prates, apresencüo y notas a "Copia de un manuscrito de ¡oao Baptista Lavanha", Revista Bibliografía Nacional 2, núm. 2,1982, p. 273. "Ibid., p. 274.

cortes de Portugal donde presidió el juramento real de su hijo. No obs­ tante, la mayor parte de este libro de setenta y seis folios se dedica a una detallada descripción de la triunfal entrada de Felipe. Incluye dieciséis de los treinta arcos que, según se calcula, saludaron al rey en las calles de Lisboa." Acompañan al texto de Lavanha ilustraciones de elevación frontal de excelente calidad que representan once de los arcos y un di­ bujo grande del puerto de Lisboa. Los dibujos fueron firmados por Hans Schorkens, uno de los cuatro talentosos ilustradores flamencos que trabajaron en la Imprenta Real en aquel momento. Las ilustraciones de Hans Schorkens representan unos de los pocos testimonios visuales existentes de las festividades reales de los Austrias y el único juego de arcos ilustrado que se conserva en la literatura española sobre fiestas de fines del siglo xvi y principios del xvn. Por su detalle y calidad, las ilus­ traciones parecen haber sido elaboradas con la técnica más costosa y sofisticada de grabados en cobre y no de la de grabados en madera, que fue la más típica en las impresiones españolas del siglo xvn. Lavanha y la Imprenta Real produjeron una edición portuguesa de la obra además de la versión en español; ambas publicadas en 1622.10Además de des­ cribir en las dos ediciones las estatuas en sus nichos, las pinturas de escenas alegóricas y los emblemas pintados que constituyen la mayor parte del arte decorativo sobre los arcos de entrada del pos-renacimien­ to, Lavanha reproduce las inscripciones originales en latín que aparecie­ ron en los arcos y sus traducciones en castellano. Son de particular interés historiográfico las interrogantes sobre los autores de las inscripciones en latín de la entrada a Lisboa y los mensa­ jes que comunicaron. Las entradas reales en la Europa medieval con­ sistieron las más de las veces en arcos construidos completamente por gremios que emplearon el lenguaje de la literatura de espejo de prínci­ pes en que se dan al monarca consejos y ejemplos del buen gobierno de

vTreinta fue la estimación de Jacinto Aguilar y Prado, Escrito primero de la entrada que hizo su Magestad, y sus Altezas en Lisboa y de la ¡ornada que hizieron las galeras de España y Portugal..., Lisboa, Pedro Craesbeeck, 1619, p. 18. 10Joáo Baptiste Lavanha, Viagem da Catholica Real Magestade del Rey D. Felipe iii, n.s. ao regno de Portugal, e rellazao do solene recibimiento que nelle se Ihe fez, Madrid, Tomás Junti, 1622.

sus súbditos. De acuerdo con los historiadores de las fiestas europeas, durante el Renacimiento y el Barroco el modelo medieval fue dejado de lado y los temas de los arcos de entrada empezaron a educar a la po­ blación sobre la magnificencia del monarca y a identificar a éste con las figuras alegóricas y los dioses de la mitología clásica. Por esta razón el diálogo de las entradas cambió: no se trataba ya de los métodos y me­ dios aceptables de un buen gobierno sino de una imagen indeleble y absolutista del poder sin mención alguna de las cualidades del lideraz­ go político. Los historiadores de las fiestas han sugerido que el control de la composición del lenguaje de los arcos de entrada pasó asimismo de los gremios a la misma corte y que el cronista de esta última fue una figura importante de esta transición. Han observado además que los mismos autores de libros de fiestas patrocinados por la corte solían ser quienes componían las inscripciones latinas elogiosas de los arcos de entrada del Renacimiento y del Barroco." Sin embargo, la entrada a Lis­ boa presentó evidencia considerable de que ni Lavanha ni la corte es­ pañola influyeron en la construcción de los arcos y en los temas, en el lenguaje y los mensajes usados en ellos. A diferencia de la tendencia en Castilla, donde generalmente los gobiernos municipales (ayuntamientos) se encargaron de la construc­ ción de los pocos arcos que aparecían durante las entradas reales, los gremios de Lisboa, las comunidades comerciales locales y de extranje­ ros y las corporaciones participaron intensamente en el diseño y cons­ trucción de los arcos para la entrada de 1619.12 Las diversas fuentes de financiamiento y de organización de estos grupos contribuyeron sus­ tancialmente a la enorme escala y complejidad de la entrada en Lisboa. De hecho, tres de las comunidades comerciales extranjeras en Lisboa -los ingleses, los flamencos y los alemanes- comisionaron libros que

" Strong, p. 19. 12

Las entradas castellanas normalmente tenían un máximo de cuatro arcos y este

número era más probable en las entradas para matrimonios, la forma de entrada más elaborada. Actualmente la que esto escribe está terminando un estudio comparativo del lenguaje simbólico de los arcos de la entrada a Lisboa de 1619 con el de las entradas ma­ trimoniales de cuatro consortes reales en Madrid: Ana (1570), Margarita (1599), Isabel (1615) y Mariana (1649).

describieran los arcos construidos por ellas en honor del rey.13 Por otra parte, un análisis de las inscripciones en latín y de las traducciones de Lavanha indica que el responsable del programa iconográfico de los arcos de Lisboa no fue ni este último ni la corte.'4 En primer lugar, la calidad de las inscripciones en latín de los arcos es muy variable.15Se ha­ llan frases escritas en un latín ejemplar intercaladas con otras de compo­ sición muy pobre y confusa. Esto indica que fueron escritas por grupos o comités de latinistas y no por un solo autor, como Lavanha. Segundo, en muchos casos las traducciones de Lavanha se apartan considerable­ mente del original latín. En algunos casos la intención del traductor parece ser la de aclarar las frases que a veces resultan muy confusas en latín. En otros casos, sin embargo, Lavanha cambió sustancialmente el sentido de las inscripciones u omitió frases, debido a lo que podemos interpretar como razones políticas. Tercero, en cuanto a su diseño y t e mática, todo el programa iconográfico de los arcos refleja, más que cual­ quier otra cosa, las inquietudes que cada comunidad corporativa par­ ticipante deseaba comunicar al rey; en otras palabras, estos mensajes pretendían comunicar en sentido ascendente, no descendente. Un excelente ejemplo del lenguaje simbólico predominante de la entrada a Lisboa y del método de traducción de Lavanha es el siguiente 13 Anónimo, Copia segundo. Maravilloso, insigne y costoso arco o puerta que los ingleses han hecho en el Pilouriño viejo, por donde ha de entrar su Magestad en Lisboa, Sevilla, Juan Se­ rrano de Vargas, 1619; Anónimo, Arco triunfal que la nación flamenca hizo levantar á la entra­ da en Lisboa de la sacra, Católica Real Magestad del Rey Don Phelipe Tercero de las Españas, y segundo de Portugal, en el año de mil syscientos y diez y nueve, Lisboa, Pedro Craesbeeck, 1619; Anónimo, Edificio y arco triunfal qu los mercaderes alemanes imperiales que asisten en esta ciudad de Lisboa hicieron quando en ella entró S.C.R. Mg. del Rey Don Phelippe iii. de Hispañas y n. de Portugal el año de 1619, á 29 de iunio, Lisboa, Pedro Craesbeeck, 1619. MPara este análisis de las inscripciones en latín y sus traducciones al español, re­ conozco la experta asistencia de Marianina Olcott, profesora de latín y griego, de Jack Bemhardt, profesor de historia medieval y de George Vásquez, profesor de historia es­ pañola y latinoamericana de la Universidad Estatal de San José. 15 En la entrada a Lisboa los arcos de las comunidades comerciales, de las corpora­ ciones y de los gremios prósperos, tales como los plateros, tenían inscripciones en latín, mientras que los arcos de los gremios menos ricos tendían a usar sólo el portugués. De nuevo, estas tendencias sugieren que las diversas comunidades corporativas pagaron a alguna persona (o personas) para escribir el latín de los arcos, uno por uno.

extracto de su Viage en que describe el primer arco de la procesión real por las calles de aquella ciudad: el "arco de los hombres de negocios de Lisboa." Ese arco era cuadrangular, es decir consistía de cuatro arcos con una bóveda en su interior. Los temas de las cuatro fachadas repre­ sentaban los continentes de la red comercial mundial portuguesa: Amé­ rica, Africa, Europa y Asia. Por otra parte, cada fachada resaltaba una de las cuatro virtudes tradicionales usadas en muchos arcos de entrada medievales y que eran prescritas a príncipes poderosos para el gobier­ no de sus reinos: la prudencia, la fortaleza, la liberalidad y la religión. Un rey o un noble venerado de la historia de Portugal junto con figuras alegóricas y los emblemas e historias asociados con ellas proporciona­ ban una ilustración apropiada de la virtud representada en diversos sitios geográficos del imperio Portugués. Entre varias comparaciones que pudieran hacerse del latín y de las traducciones libres al español de Lavanha en este extracto, está la frase central de la segunda inscripción latina que aparece en el arco de Amé­ rica; dedicada a la prudencia y que exalta la custodia de Felipe III sobre Portugal. La inscripción en latín afirma que Felipe II fue p rin cip u m prin cipi interius m e n tiu m su spicienti (príncipe entre príncipes que respeta los pénsamientos más profundos [de sus súbditos]).lh Esta frase se refería a la convicción ampliamente aceptada en Portugal (y en muchas comu­ nidades de la periferia) de que el rey gobernaba porque respetaba los derechos y privilegios (fueros), de sus súbditos. En el contexto de esta frase dedicada a Felipe n se creó un mensaje que apoyó fuertemente la bien conocida y cuidadosa observación de los fueros portugueses por parte de ese rey. En su traducción al español, Lavanha omitió esta frase y alteró así el significado del texto. La única explicación factible de esta omisión es que Lavanha sospechó que su composición ofendería la sen­ sibilidad política de Felipe m. Su exclusión de esta controvertida frase es evidencia casi conclusiva de que la corte española no había aprobado el arco de entrada ni intervenido en su construcción. Con todo y a pesar de los matices sutiles del lenguaje en la versión oficial publicada años después, el núcleo del mensaje de los comerciantes pareció claro el día de la entrada. Tanto el rey como la comunidad de Lisboa podían reconoLavanha, f. 16.

cer fácilmente las imágenes populares y alegóricas desplegadas pro­ minentemente en las pinturas y estatuas del arco. El arco de los merca­ deres fue un excelente ejemplo de un programa iconográfico en tres partes, bien integrado pero a la vez sencillo; un programa que combina­ ba los continentes y los líderes y figuras alegóricas ejemplares con las historias comunes y los emblemas de las virtudes imprescindibles del liderazgo. Con o sin el acompañamiento de una exacta traducción del latín, comunicaba visualmente al rey las inquietudes comerciales globa­ les de aquellos mercaderes y sus intereses políticos internacionales. La relación de los continentes con las virtudes del gobernante fue especialmente instructiva. Aconsejaron a Felipe echar mano de la libera­ lidad en sus relaciones con los súbditos europeos. Los emblemas y las historias alegóricas que explicaban el concepto de liberalidad de los co­ merciantes portugueses sugerían la distribución de la riqueza, el repar­ to de las tierras y la repartición de los frutos del mundo colonial con los compañeros en Europa. Los portugueses fueron representados como súbditos fieles, merecedores de la magnanimidad real y de recompen­ sas monetarias. De acuerdo con el iconógrafo de los comerciantes, la mejor respuesta del gobierno frente al impenetrable "otro" de África fue la fuerza (que a la vez era una virtud práctica en el comercio de escla­ vos). Así, el arco de África ostentaba una serie de temas y símbolos mar­ ciales: espadas, caballeros fervorosos que encontraban una gloriosa muerte y referencias a la otra guerra estridente compartida por los por­ tugueses y españoles: la reconquista de la península Ibérica en manos de los musulmanes. América representaba un mundo colonial de espe­ cial interés para los comerciantes de Lisboa que apenas empezaban a darse cuenta del valor del azúcar brasileño para el comercio europeo, así como de la amenaza de la intromisión holandesa en esa importante colonia durante el reinado de los Austrias en Portugal (1581-1640), que provocó numerosos enfrentamientos entre las comunidades comercia­ les coloniales de España y Portugal. No sorprende entonces que el ico­ nógrafo portugués recomendara al monarca castellano la prudencia, la vigilancia del bienestar de todos y un liderazgo siempre dispuesto a proporcionar protección contra los "inminentes peligros". Finalmente, el diseñador del arco urgió a Felipe m a continuar una agresiva cruzada religiosa en las comunidades asiáticas culturalmente resistentes. Los

portugueses se inquietaban siempre por las incursiones castellanas en su imperio colonial asiático, así que el mensaje de la fachada del arco dedicado a Asia fue algo hipocrítico. El iconógrafo parecía representar la presencia portuguesa en Asia como una cruzada sagrada y advirtió en repetidas ocasiones al rey que los triunfos a fin de imponer la religión cristiana a pueblos recalcitrantes eran, con mucho, más valiosos que las victorias que sólo perseguían la riqueza; era éste un moderado reproche a los intereses de negocios de la competencia castellana en el lejano Oriente. Podemos concluir con apoyo en esta evidencia que la entrada a Lis­ boa en 1619 -la entrada más grande y costosa de un monarca Habsburgo español a fines del siglo xvi y principios del xvn- no fue resultado de una corte inquieta que intentaba dar un mensaje de soberanía absoluta a una ciudadanía algo recalcitrante. Más bien los arcos de la entrada en Lisboa representaron un diálogo semejante al medieval con un rey dis­ tante que se halla convertido en una especie de cautivo público en Lis­ boa como resultado de las intrigas entre sus cortesanos. Por otra parte, el Viage de Lavanha y especialmente este extracto tomado del arco hecho por los comerciantes de Lisboa, es un documento significativo. No sólo muestra que durante el periodo Barroco temprano los Austrias españoles estuvieron dispuestos a tolerar un foro de comunicación bas­ tante abierto referente a asuntos de política y economía internacionales; indica asimismo que se esforzaban menos por controlar o restringir la forma y el contenido de la representación de la realeza de lo que supone la historiografía festiva de Europa. P atricia L o p e s D o n U n iv er sid ad E statal

de

S a n D iego

Traducción: Paul Kersey Óscar Mazín

E x tra cto d el

V ia g e

de la

C a t h o l ic a R ea l M

a g e s t a d d e L a v a n h a 17

Donde se terminava el muelle levantaron los hombres de negocios Portugueses desta ciudad un arco triunfal tan sobervio, quanto para recebir un tan gran Monarca, era conveniente i necessario. Era el edifi­ cio quadrado de sesenta pies cada lado, de la traça que se representa en el diseño: toda la obra mostrava ser labrada de jaspe colorado, oro i marmol blanco. Avia quatro arcos de cinquenta pies de alto cada uno, i veinticinco de ancho. Los quatro lados eran dedicados á quatro vir­ tudes, Prudencia, Fortaleza, Liberalidad i Religion, i á las quatro partes del Mundo, Europa, Africa, Asia, i Nuevo mundo, llamado vulgarmen­ te. A cada una de las quatro virtudes acompañava un Rei de Portugal insigne en ella, i en el gruesso del arco que le correspondía avia dos actos de la misma Virtud, exercitados por algún Rei ó Cavallero Portu­ gués, i en la buelta del arco dos Emblemas al mismo proposito. Era el lado que mirava á la marina, el primero que se ofrecia á la vista, i por cuyo arco avia primero de passar su Magestad: este se dedi­ cava á la Prudencia, i á la America. Era esta una estatua de madera de doze palmos de alto, de perfeta escultura, fingida de marmol blanco, la ropa perfilada de oro (como todas las demas estatuas desta gran maquina) estava en el nicho, que en el diseño se muestra sobre el pedes­ tal, en que se veia escrito con grandes letras A m er ic a , la mayor parte del cuerpo desta figura desnudo, un arco i flechas en una mano, i la otra arrimada á un escudo, enque estava pintado un Caiman, animal propio desta Región. El lugar de la Prudencia era entre dos colunas sobre un pedestal guarnecido de oro, en el qual se leia p r u d e n c i a . Tenia en la mano derecha un espejo de dos Lunas, en que se mirava, i en la izquier­ da un libro. Acompañava á la Prudencia de la otra parte entre las otras dos colunas la estatua del Rei don Felipe II i primero de Portugal, arma­ do con un bastón en la mano i en el pedestal, sobre que tenia los pies, estavan estos quatro versos. A m erica n i d item g em m is, auroque flu e n te m quaesivi im perio, citare Philippe, tuo. Per ge ideo, et victor tandem preme barbar colla: nam pars quarta orbis d a nta iure Ubi.

17Ibid., ff. 15-20.

La America rica de oro i piedras preciosas añadi á vuestro Imperio, o[h] hijo amado Felipe, por tanto passad adelante, oprimiendo vencedor los Barba­ ros cuellos, que para vuestras Vitorias de derecho se gua[r]da lo postrero del Mundo.

La America se atribuyó al Rei Don Felipe n. por ser la parte en que mas se dilató su Imperio. En las enxutas deste arco, como en los otros tres, avia dos Angeles de color de bronze, que sostenían con las manos las armas Reales de Portugal, i encima estava esta dedicación. Philippe II Terrarun praesidi, rerum felicissimae tutelae, censori rnax. Sub quo vere patre agit filia, una patria attestanle hic amice residentium populorum voce una principum principi interius mentium suspicienti, negotiatorwn olysiponensis liaec manus, ut quae devinctior gratulatum praeit, el sacratum hoc pegnia gaudii symbolum, et animorum. A Felipe u. Presidente i amparo felicissimo del Mundo, juez supremo, debaxo de cuyo govierno, verdaderamente de padre, vive su hija una sola patria, por uniforme testimonio de varios pueblos, aquí amigablemente re­ sidentes. Los hombres de negocios de Lisboa juntos, como mas obligados, se adelantan á darle el parabién de su venida, i ofrecer esta maquina en señal de sus ánimos, i contento.

En uno de los dos gruessos deste arco estava pintado de color de bronze la elección que el Condestable de Portugal Don Ñuño Alvarez Pereira hizo de Don Alonso, hijo natural del Rei don luán el Primero, dexando por el al Infante Don Duarte, legitimo, i primogénito, que el mismo Rei le ofrecía, para casar con Doña Beatriz Pereira su hija única i heredera, como se caso, por no extinguir su casa, entrando en el Real, i se conservasse su memoria, como se ha perpetuado hasta oy en la Casa de Bragan^a, heredera de todo el Estado del Condestable, que es la mayor parte de lo que ella possee: al pie deste quadro avia este destico. Legitimum renuit comes inclytus, accipit illum, quem natura dedit, sic manet alta domus. El Ínclito Conde, no admitiendo al legitimo, recibió al natural, para que assi su Casa se conservasse.

I en lo alto estava este. Acquirit fortis, prudens bene commoda serval, vincere scit fortis, providet al sapiens. No es m enos fortaleza adquirir, que vencer; ni menos prudencia guardar, que prevenir.

La empresa ordenada al mismo fin, pintada en la buelta del arco, era un árbol grande, tenia un ramo cortado, i hendido, para enxerirle, dezia la letra. Ut altera crescat mihi. Para que sea otra, i crezca para mi.

Entendiendo por el árbol grande al Rei don luán, por el ramo su hijo natural Don Alonso, en el qual ramo se enxirio la Casa del Condestable. En el otro gruesso del dicho arco se veia pintada de la misma color de bronze el sucesso que acaeció al Rei don luán n. el qual rondando una noche la ciudad, halló á un Alguazil haziendo un hurto, que reconocido por el Rei, sin dexarse conocer, al otro dia le castigó: dezia el distico que estava abaxo de la pintura. Rex prudens vigilat, damna impendentia vitat: liaec nam sunt regis muñera vera boni. El Rei prudente no duerme, por evitar los daños inminentes, i cumplir con los verdaderos oficios de buen Rei.

I el que estava encima. O pia blanda comes, prudentia próvida fautrix, cjuae vigilas aliis, immemor ipsa lui. O Prudencia pia, i apazible compañera i favorecedora próvida que olvida­ da de ti misina para otros eres siempre vigilante.

La empresa en la buelta del arco desta parte era una linterna con esta letra. Sic occulla cern un tur. D esta m anera se v een las cosas ocultas.

La facada Oriental que respondía al Aduana, era dedicada á la for­ taleza, i á Africa, estava su imagen en el nicho desnuda, ceñida sola­ mente la delantera con un pequeño paño, tenia en una mano arco i fle­ chas, armas ordinarias de sus habitadores, i en la otra un escudo con la devisa de un Elefante, i en el pedestal escrito su nombre. El lugar de la fortaleza era entre las dos colunas, como el de la Prudencia en la fachada de la marina (i de la misma manera estavan colocadas las otras semejantes estatuas deste edificio) era la de la for­ taleza robusta, firmado un bra^o sobre un pedazo de coluna, los pies sobre un trofeo, i en la mano un venablo, i en el pedestal su nombre. De la otra parte entre las otras dos colunas estava el Rei don luán I. armado, la Cruz de Avis en los pechos, de que fue Maestre antes de Rei, la mano derecha puesta en la espada, i abaxo del se leian estos versos. Africa, cui quondam intuleram bella hórrida victor, oppida mauramea cum cecidere manu. N unc o terrarum rex inclyte, sum me Philippe, sentiat imperii fraena, iugumque tu l Africa, á quien antiguamente hize cruel guerra, conquistando con mi victo­ riosa mano lugares della; sienta aora, o gran Felipe Rei inclyto del Mundo, el freno; i yugo de vuestro Imperio.

En lo alto, en el lugar, donde en la primera fachada estava la dedi­ cación, avia esta con estos quatro versos. Ardua consurgens operoso pondere moles servit in adventum, magne Philippe, tuum . Mercatorum ánimos ars si finxisset in illa, hacforet in toto pulchrius orbe nihil.

Esta gran m aquina levantada con co stoso trabajo sirve, o gran Felipe, á vu estra venida; i si con el arte se pudieran representar los án im os d e los m ercaderes, no huviera en el M u n d o cosa m as perfeta.

En los gruessos del arco desta fachada avia otros dos actos de for­ taleza, hechos por dos Cavalleros Portugueses: el primero de Don Diego Fernandez de Almeida gran Prior del Orden de san luán en Portugal, el qual estando en Rodas, i tratándose en el Consejo del Gran Maestre, quien iria á pelear con las galeras Turquescas, el votó en si mismo, ofre­ ciéndose á la empresa, entendiendo muy bien, quan arriscada i peli­ grosa era. Dezia el distico, que tenia á los pies. Obvius it turcae venienti Almeida libenter, etfam am ex ipsa morte per a m a petit. Fue Almeida con animo fuerte a encontrar al Turco, i por las armas ganó con su muerte fama.

El que estava encima, era el siguiente. Esset turcarum cum tanta potentia bello, tune animus vicit cunda pericia tuus. Siendo tan grande el poder de los Turcos en la guerra, fue vuestro animo mayor, venciendo todos los peligros.

En la buelta del arco avia por empresa el ave Fénix, quemándose, i dezia la letra. Et Periisse iuvabit. Aprovechará morir.

La otra historia del otro gruesso deste arco era la de Martin Muñiz, a quien llaman el de las Puertas, el qual para que en la toma de Lisboa no pudiessen los Moros cerrar una puerta del castillo, por donde fue la ciudad entrada, se echó en tierra atravessado en la misma puerta, i con su fortaleza i muerte se ganó Lisboa. En lo baxo deste quadro se leia.

Limina sic glacio monizius ardua pandit, v itnm pro ingressu dat tibi, niaure, libens.

Abrió Muñiz con la espada la peligr[o]sa puerta, i dio á los Moros la vida por la entrada. I en lo alto este distico.

O virtus, quae monstra domas, ut celsa triumphes, hostibus e mediis sidera summa petis. O virtud de la fortaleza triunfante domadora de monstros, hasta las estre­ llas te levantas por medio de los enemigos. En la buelta del arco avia por empresa un León, que con la boca hazia pr^sa en los filos de una espada, por defender unos cachorrillos, que tenia junto de se dezia la letra.

Caeteris periturus pugno. Para morir en provecho de todos, peleo. La fachada opuesta á la puerta de la Ciudad era dedicada á la Liberalidad, i á Europa: dezia la dedicación.

Quatuor orbis habet tua summa potentia partes, quae parent sceptris, magne Philippe, tuis. Si plures essent, potuisses vincere plures, non capitur brevibus glo­ ria tanta locis. Vuestro sumo poder, o gran Felipe, se dilata por todas las quatro partes del Orbe, i todas obedecen a vuestra Corona, si mas huviera, demas fuerades vencedor, siendo lo que posseeis, lugar angosto para tanta gloria. La estatua de Europa estava en su nicho, tenia una Cornucopia, en el escudo pintado un Toro, i su nombre á los pies.

La Liberalidad puesta entre las dos colunas tenia la mano abierta, de la qual le cayan monedas de oro i plata, i joyas, conociase por el nombre escrito en la Peaña. Del otra parte entre las otras dos colunas se veia el Rei Don Alonso Enriquez I. de Portugal armado, la espada desnuda en la mano derecha: i en la izquierda una Cruz, i una palma, i metida en el brago una coro­ na, i á sus pies estos versos. Terrarum primam Europam, Belloque superbam deberi sceptris scito, Philippe, tuis. A m p iá is macte ergo meis, invicte momrchia, parcere subiectis perge domare feros. La guerrera i sobervia Europa, primer parte de la tierra se deve a vuestra Corona; i por tanto, invicto Monarca, procedad con mi favor adelante, per­ donando a los sujetos, i dom ando a los rebeldes.

En uno de los dos quadros del gruesso del arco estava pintada la partición, que con larga mano hizo el mismo Rei Don Alonso Enriquez de las tierras conquistadas de los Moros á las sagradas Religiones de san Augustin, i de san Bernardo, dorando con gran magnificencia los insignes monasterios de Santacruz de Coimbra, i de Alcoba^a. Debaxo desta pintura avia este distico. Post largum Alphonsus quem fiidit in arma cruorem partitur cáelo prodigus usque solum. Despues que el Rei Don Alonso derramó en la guerra infinita sangre Mahometana, repartió con larga mano la tierra con el cielo.

I en lo alto estava este otro. M agnanimus, fortis bellator, máxime Víctor dona deo mittis, sit tibi ut ipse comes. Magnanimo, guerreador valient, i famoso vencedor dones ofreceis á Dios, para que os sea compañero.

La empresa de la buelta del arco era del paxaro del Sol, volando con una joya en el pico, i la letra. Ut nidum construam. Para hazer el nido.

En el otro quadro repondiente á este estava pintado el presente, que el Rey don Manuel, como primicias de la nueva conquista de la India Oriental embió al Sumo Pontifice León Décimo con Tristan de Acuña su Embaxador en el año de mil i quinientos i catorze: fue el presente un riquissimo Pontifical de brocado de peso, todo bordado de perlas, y guarnezido de pedrería de mucho precio, i otras joyas de gran valor sobre un elefante, una on^a de ca^a, i un cavallo Persiano. Declarava la pintura este distico, que quedava abaxo. Pontifici, cjuem Roma suum veneratur, et orbis emmanuel m ittit rex orientis opes. Al sum o pontifice, a quien Roma, i el M undo todo venera, embia el Rei don Manuel las riquezas del Oriente.

I el de arriba dezia: Agnoscat, videat, fateatur, praedicet orbis primicias donas, pro fide bella geris. Conoza, vea, consiesse, i predique el M undo, que presentáis las primicias donas, i hazeis guerra por la Fee.

La empresa correspondiente] á esta historia era un rio, que con apresurada corriente se metia en la mar: dezia la letra. Reddo libentius. De mejor voluntad lo doi.

La quarta fachada que mirava á Palacio, fue dedicada al Asia, i á la Religión: tenia esta inscripción.

Publica laetitiae surg it quae m achina testis, ín d ex im perii, m a g ue Phillipe, tui. P rim a tibi occurrit ven ien ti, invicte monarcha, p rim a qu e iure vovet pectora fida tibi. Esta publica maquina que se ha levantado en testimonio de nuestra alegría, o gran Felipe, es una señal de vuestro Imperio: i siendo la primera, invicto Monarca, que en vuestra entrada encontráis, es la primera, que os ofrecen leales corazones.

La estatua de Asia se veia en su nicho, adornada con joyas, en el escudo un Dromedario, su nombre á los pies. Como lo tenia también la Religión puesta entre las dos colunas, los ojos levantados al Cielo, una Cruz grande, á que se arrimava, i en la mano un libro. De la otra parte estava el Rei Don Manuel, i en su pedestal estos ver­ sos. Cerne Asiam, quam perdomui felicibus ausis, cum vastum oceani gens mea rupit iter. Quod superest orbis tua dextera subdat eoi, Lysiadae vincent regna opulenta duces. Mirad Asia por mi conquistada con feliz osadía, quando mis vassallos abrieron nuevo camino por el vasto Océano. Lo que falta por conquistar del orbe Oriental, vuestro poder lo sojuzque, que los Capitanes Portugueses verceran opulentos reinos.

De las dos historias de los gruessos deste arco una era del santo Infante Don Femando, que quiso antes morir esclavo de los Moros, que la libertad á trueque de la ciudad de Cepta, que el Rei don luán I. su padre avia dellos conquistado: tenia en lo baxo estos versos. Libertatem infans, et vitam amittere mavult, in sua ne rursus maenia maurus eat. Quiere el Infante, antes perder la libertad, i la vida, que ser restituida Cepta a los Moros.

I en lo alto dezia.

Principis o victrix animoso in pectore virtus, ipsum cativus, nam capit ille deum. 0 virtud invencible deste Principe, que con pecho animoso cautivo cautivó al mismo Dios. En la buelta del arco avia una guirnalda de grillos llenos de flores, con esta letra.

Postfata coronant. Despues de la muerte sirven de corona. La otra historia era de Don Constantino, Virey que fue de la India, hijo del Duque de Bragança, el qual aviendo tomado en aquellas partes un Templo de los Gentiles, á que ellos llaman Pagode, m andó quemar, i moler un diente de un Ximio, en que ellos adoravan, que estava en el Templo, despreciando trecientos mil ducados, que por el diente le ofrecia. Dezia el distico, que estava abaxo.

Constantinus opes temnit, quas barbarus offert, proque deo victor monstra inimica terit. Constantino despreció las riquezas, que el idolatra le ofrecia, i por la honra de Dios deshizo victorioso los monstros enemigos. 1 el de arriba era este.

Lucrum grande, capax, opulenta et maxima merx est, vendit, emit certe charius ista polus. Era tan grande la ganancia, que llegava a ser mercaderia riquísima, pero el Cielo vende, i compra cosas de mayor precio. La empresa de la buelta del arco eran unas balanças, una dellas, que

con una ligera Cruz llegava al suelo: i la otra, que cargada de oro esta­ va del mui levantada. Dezia la letra.

Pondus Meum. Este es mi peso. Era llano i quadrado el techo interior deste edificio, i en m edio del estava pintada la potencia sentada en un trono Real, que representava la del Rei nuestro señor, delante della arrodillados Marte, i neptuno: el uno le ofrecía la espada, i el otro el Tridente, abaxo estava escrito.

Tibi omnia cedunt. Todas las cosas os obedecen. En lo alto desta gran maquina, en los quatro ángulos della avia quatro figuras de quatro Principes, que en la antigüedad pereginaron por mar i tierra el Mundo, i en el hizieron señaladas hazañas: eran estos Iason, Ercules, Ulisses, i Teseo, tenia cada uno un distico á los pies: el de Iason, como Capitan de la nave Argos tan decantada por los Poetas por su navegación á Coicos, dezia.

Primus in orbe mea fidi Maria alta carina, classibus exemplum, magne Philippe, tuis. lo he sido el primero, que en el Mundo rompí los mares con mi nave, que ha sido exemplo, o gran Felipe, a vuestras flotas. El de Hercules.

Monstrorum alcides domitor tibi dico Philippe, obrue victrici pérfida monstra manu. lo Hercules domador de los monstros, a vos lo digo Felipe, destruid con vuestra victoriosa mano los infieles monstros.

El de Ulisses.

Post varios casus fundasse haec maenia laetor, (¡ueafacie recreas, magne Philippe, tua. Despues de mis largas peregrinaciones me alegro de aver fundado esta ciu­ dad, la qual, gran Felipe, recreáis con vuestra presencia. El de Theseo.

Ut mihi cesserunt plutonis regna, Philippe, virtuti cedant sicfera regna tuae. Como me han obedecido los Reinos de Pluton, ansi Felipe, obedezcan a vuestra virtud los Reino indómitos.

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