Santiago a través de espejos negros: memorias de la violencia política ( ) en la ciudad

Santiago a través de espejos negros: memorias de la violencia política (1970 – 1991) en la ciudad. Investigación en curso de la tesis de Doctorado en
Author:  Diego Bustos Pinto

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Santiago a través de espejos negros: memorias de la violencia política (1970 – 1991) en la ciudad. Investigación en curso de la tesis de Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile Carolina Aguilera Resumen: Se presenta un análisis de los procesos de elaboración de la memoria pública de la violencia política, expresada en espacios y lugares de memoria en la capital chilena. Además de evidenciar una multiplicidad y heterogeneidad de expresiones, el artículo enfatiza dos aspectos sobre nuestra ciudad y sociedad actual. (a) da cuenta de una topografía socio-espacial fragmentada de lugares y sitios, indicativa de la heterogénea elaboración de estas experiencias, así como de la segregada cartografía socio-espacial de la ciudad. (b) invita a realizar una mirada crítica, más amplia que la acostumbrada, sobre los procesos de memoria de violencia política del pasado -centrada generalmente en la victimización causada por la práctica de Terrorismo de Estado durante la dictadura. Tres palabras clave: memoria pública, Santiago de Chile, violencia política El boom de memoria en Santiago Conmemorar tragedias individuales o colectivas por medio de marcas físicas durables en el espacio público tiene una tradición de larga data en nuestro país y en otras culturas americanas. Una versión popular la constituyen las animitas (Hermans, 2010). La tradición monumental, de carácter estatal-nacional, para conmemorar a quienes mueren en guerras y catástrofes también estuvo presente en el país desde el siglo XIX. Ella se ha expresado en general a través de la instalación de estatuas y monumentos inspirados en una narrativa celebratoria de las gestas heroicas de los padres fundadores y de los grandes personajes de la política. Quienes morían en las guerras eran retratados como mártires, antes que víctimas (Voionomaa, 2004).1 En cuanto a los recursos plásticos, predominaron las esculturas representativas, obeliscos y arcos. Si bien la estatuaria pública que honra a los héroes y mártires de las Guerras de Independencia y del Salitre siguen adornando nuestros parques, la instalación de un monumento público estatal, en memoria del asesinado Comandante en Jefe del Ejército en 1970, René Schneider, a un año de su muerte, va a significar un giro hacia la conmemoración a víctimas de la violencia política en el país (Voionmaa, 2004). Hoy es posible encontrar más de 50 monumentos, memoriales, sitios de memoria en ex centros de detención y museos en la ciudad erigidos en homenaje a víctimas de la violencia política. La gran mayoría han sido construidos con posterioridad a 1990. Destacan los sitios de memoria en ex centros de detención de la dictadura como Villa Grimaldi, José Domingo Cañas, Londres 38 y Nido 20; así como los memoriales ubicados en poblaciones y territorios periurbanos emblemáticos por su organización política y social, antes y durante la dictadura, como La Legua, Lo Hermida, La Victoria y Villa Francia, entre otros. Por su parte, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos se erigió en 2010 como el museo nacional a las víctimas de la dictadura. Este boom de memoria ha sido interpretado en la literatura, por un lado, como parte de una tendencia mundial que busca, en el pasado, anclajes espacio-temporales de experiencias constitutivas de identidades colectivas, sobre todo relevantes en tiempos de gran incertidumbre y de débiles imaginarios de futuro (Huyssen, 2003). Por otro lado, se ha dicho que este boom formaría parte de un

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nuevo paradigma interpretativo de la realidad social y política, predominante en la actualidad, que tendría como sujeto histórico central a la figura de la víctima (Misztal, 2004). Junto con considerar válidas ambas interpretaciones, este artículo se propone una lectura urbana específica a la realidad metropolitana de la memoria pública en la capital. Geografía espacial de la memoria pública de la violencia política En la actualidad, la memoria pública desplegada en la ciudad de Santiago está compuesta por una multiplicidad de expresiones, considerando tanto su función, narrativa y procedencia sociopolítica2. En cuanto a las funciones, las estatuas y monolitos se diferencian de los sitios de memoria que operan como centros de visitantes. Asimismo es necesario distinguir entre placas puestas en el exterior de una fachada de una estatua, o de una obra de arte público. Con respecto a las narrativas, no es lo mismo un memorial dedicado a las víctimas de la dictadura, que un memorial a un carabinero o militar muerto por parte de un grupo de izquierda. Finalmente, hay elementos que fueron promovidos por el Estado central (como el memorial a René Schneider, la estatua de Salvador Allende y el Memorial al Detenido Desaparecido y Ejecutado Político del Cementerio General) y otros promovidos por organizaciones sociales muchas veces en conflicto con el Estado. También hay memoriales que han sido promovidos por los municipios (como es el caso del memorial ubicado en la Población la Pincoya, comuna de Huechuraba).

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Fig. 1 Cartografía que indica memoriales y manzanas según grupo socioeconómico

Manzanas según grupos socioeconómico

Memoriales según narrativas

1=en homenaje a víctimas de dictadura 2=en homenaje a víctimas de organizaciones de derecha 3=en homenaje a víctimas de organizaciones de izquierda

Tabla 1. Memoriales, monumentos conmemorativos, sitios de memoria en ex centros de detención y museos de memoria sobre la violencia política y violaciones a los derechos humanos ocurridos entre 1970 y 1991, en Santiago

Fuentes Figura 1 y Tabla 1: Elaboración propia a partir de trabajo de campo; FLACSO (2007); Ministerio del Interior, Gobierno de Chile (2010); y Ministerio de Vivienda y Urbanismo (2009); Piper y Hevia (2013). Cartografía de manzanas GSE: Observatorio de Ciudades, Pontificia Universidad Católica de Chile. Listado en construcción y no es exhaustivo.

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Utilizado las tres categorías (función, narrativa y procedencia socio-política), y tomando en cuenta la distribución geográfica de los elementos según niveles socioeconómicos, observamos lo siguiente: 1.- Los elementos que obedecen a iniciativas del gobierno central están ubicadas en el centro de la capital (comuna de Santiago) y también en la comuna de Las Condes, en dónde la localización no obedece tanto un criterio de marcaje (es decir indicativo del lugar de la tragedia), sino que a darle visibilidad al motivo del homenaje; y también cualificar el entorno urbano (con la excepción del Memorial al Detenido desaparecido y Ejecutado Político en el Cementerio General, inaugurado en 1994). Se trata del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos (2010), la estatua a Salvador Allende en la plaza de la Constitución (2000), y el Monumento al General René Schneider en Las Condes (19713). 2.- Existe una cantidad importante de elementos conmemorativos y sitios de memoria promovidos por organizaciones sociales, de vecinos y de familiares. La gran mayoría están ubicados en los lugares en que ocurrió la represión, ya sean ex centros de detención, lugares de fusilamiento y matanzas, así como en las poblaciones que fueron víctimas de sucesivos allanamientos. Entre los hitos que marcan los lugares de fusilamiento y matanzas, se encuentran el Memorial en el Puente Bulnes (1992 – 20104), las placas que indican el lugar de muerte del periodista José Carrasco Tapia, el homenaje a los caídos de la Operación Albania en San Joaquín y algunas animitas en recuerdo de víctimas de la represión en poblaciones como La Legua, Villa Francia, entre otros. La ubicación socio-espacial de los lugares (según la categorización socio-económica en Fig. 1) da cuenta que se trata de lugares de clases medias y bajas. Por su parte, algunos recintos que funcionaron como centros clandestinos de tortura de los organismos represivos, han sido reclamados por organismos de la sociedad civil y transformados en centros de memoria (Villa Grimaldi, José Domingo Cañas, Londres 38 y Nido 20). El monumento a la Mujeres, constituye una excepción, al estar ubicado en el Bandejón Central de la Alameda, a la salida del Metro Los Héroes. 3. – El cono de alta renta de la capital no tiene ningún memorial dedicado a las víctimas de la dictadura. Sin embargo, en las comunas de Las Condes y Vitacura es posible encontrar memoriales y monumentos a víctimas de acciones perpetradas por grupos armados de izquierda durante la Unidad Popular, la dictadura y la transición. En lo que sigue se desarrollarán los puntos anteriores en mayor detalle. Procesos de memorialización en la ciudad de Santiago Durante la dictadura inaugurada con el Golpe Militar de 1973, en especial durante los primeros años, hubo muy poco espacio para expresar públicamente el dolor y trauma por las muertes causadas por la práctica de terrorismo de Estado (Stern, 2006b). En primer lugar, la dramática realidad de la práctica de desaparición forzada de cuerpos imposibilitaba realizar el rito mortuorio. En segundo lugar, las circunstancias represivas que regían sobre la población ponían en peligro a quienes osaban manifestarse públicamente por estas muertes (Tocornal, 2000). En aquella época destacaron sin embargo, acciones públicas de artistas y de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos para protestar y denunciar la represión en dictadura (Millán y Cáceres, 2011; Brugnoli, 2012; Richard, 1987). Caben destacar los encadenamientos en la entrada del edificio de Cepal y del Congreso, la intervención artística con cruces de la artista Lotty Rosenfeld, y los perfomances de Jorge Adasme. Posteriormente, junto con una cierta apertura política a inicios de los años 1980s, las protestas nacionales (1983 – 1986), y la creación del Movimiento Sebastián Acevedo (1986 - 1990) 5 , se comienzan a desplegar más acciones en el espacio público en forma de manifestaciones y marcas más

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menos permanentes para desafiar la institucionalidad política de la dictadura. A los murales y manifestaciones públicas, se sumarán algunas animitas a caídos por la represión, sittings y rallados en el frontis de casas en las que se practicó la tortura de manera clandestina. Por su parte, en este mismo periodo, el Estado central, y también algunos municipios, si instalaron conmemoraciones a militares y carabineros muertos en ataques perpetrados por grupos de izquierda: un busto al ex Intendente y Mayor de Ejército Carol Urzúa (1983) y un memorial a los carabineros muertos en servicio, abarcando todo el periodo de existencia de la institución (1989), entre otros (Millán y Cáceres, 2011). El altar de la Patria (1979) frente al Palacio de La Moneda, hoy desaparecido, también ha sido interpretado como un monumento al orden dictatorial (Tocornal, 2000). La gran cantidad de memoriales dedicados a víctimas de las masivas violaciones a los derechos humanos, en relación a los dedicados a las víctimas de derecha, confirma que las organizaciones de derechos humanos y de quienes se opusieron a la dictadura ganaron la batalla moral. Chile es posiblemente el único país que tiene dos Informes de Verdad, ambos ampliamente reconocidos6. A la fecha se han llevado adelante más juicios que a la salida de muchas otras dictaduras (Observatorio de Derechos Humanos, UDP) 7 . No es un éxito completo, porque aun cuando el sector que se siente heredero del régimen autoritario sea minoritario, tiene una gran presencia en los dos principales diarios. Me parece importante destacar que el éxito de las organizaciones de derechos humanos y de memoria se expresa en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, promovido por la ex Presidenta Michelle Bachelet pero que surge a instancias del trabajo de 5 organizaciones de derechos humanos que logran que sus archivos fueran declarados patrimonio de la Memoria del Mundo por UNESCO en 2003.8 Lo que hoy se exhibe en ese museo, forma parte de las expresiones culturales y políticas que apuntaban a la construcción de una historia desde debajo desde un principio de la dictadura, en condiciones muy extremas: artesanías hechas en campos de concentración y cárceles, arpilleras, documentos fotográficos y audiovisuales de peñas, y arriesgadas manifestaciones en la calle, entre otros (Stern, 2006b). Así también incorpora las publicaciones más o menos clandestinas de muchas organizaciones de derechos humanos en las que se testimoniaba y se presentaban análisis de la situación política y de las violaciones a los derechos humanos en el país. Sin embargo, hay procesos de memorialización que ocurren en poblaciones y barrios populares de la capital. Se trata de una memoria material que se remonta a la experiencia represiva de las así llamadas poblaciones emblemáticas en las que se articuló una resistencia a la dictadura: La Legua, La Victoria, Lo Hermida, Conchalí, Villa Francia, entre otras. Las primeras huellas materiales de esta memoria que sobreviven en la ciudad la constituyen animitas (aquellas pequeñas grutas instaladas en el lugar de muerte), así como murales elaborados en recuerdo y homenaje a quienes serán considerados los mártires y héroes de esa época (Piper y Hevia, 2013; Alcatruz, 2011). Como ha mostrado un estudio sobre Villa Francia de Gabriela Raposo (2012) los cuerpos de las víctimas de la represión han marcado la memoria de los lugares emblemáticos de esta época de represión y resistencia. Además de Villa Francia en otros lugares periurbanos, como La Legua, donde se llevó adelante una lucha social contra la dictadura, se han articulado memorias fuertemente territorializadas.9 En la mayoría de los casos se han erigido memoriales promovidos por las organizaciones de derechos humanos y memoria, y en algunos casos por el gobierno central o local. Estas memorias sobre las luchas contra el régimen no fueron las hegemónicas en los años 90, sino que primó la demanda por verdad y justicia por parte de las organizaciones de derechos humanos. Verdad sobre los desaparecidos y justicia para los culpables. Si bien es una narrativa que se comienza a articular durante la dictadura, no logra plasmarse en el espacio público de manera tan clara sino hasta un momento muy posterior en que la sociedad se volvió mucho más receptiva a los procesos de memorialización de la dictadura10; momento que comienza con la detención de Pinochet en Londres en

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1998 y que se consolida con la conmemoración de los 30 años del Golpe Militar en 2003 (FLACSO, 2007; Collins et al. 2013). Sin embargo, su visibilidad a escala metropolitana es escasa, porque si bien están ubicados en la vía pública, están emplazados en los barrios de sectores periurbanos, en donde residen las capas medias y bajas de la población. Son sectores por los que solo circulan quienes residen allí. Tampoco se destacan como obras de arte urbano por la crítica de arte. Sin embargo, es importante destacar que el algunos casos, como La Victoria, La Legua y Lo Hermida, este movimiento se entiende heredero de los movimientos sociales de los sectores populares del siglo XX, principalmente vinculados a la lucha por la vivienda digna, el movimiento de pobladores. De esta forman son parte de proceso de memorialización social de largo duración (Lira, 2011), que se remonta a los años ‘50s en el país. Esto evidenciaría que la producción de memoria material está fuertemente relacionada con la forma de habitar un medio ambiente construido. Memoria pública en el cono de alta renta de la ciudad La violencia política de los años 70 y 80 en el país no se inaugura con el Golpe Militar. Como ha sido ampliamente documentado, frente a la amenaza, real o imaginada, de que un gobierno marxista llegara al poder, los sectores empresariales, aliados a la derecha política, a sectores de las Fuerzas Armadas y con el apoyo de la CIA de Estados Unidos, se organizaron tempranamente para evitar que Salvador Allende fuese electo presidente (Collier y Sater, 2004; González, 2000; Loveman y Lira, 2000). Un Golpe de Estado era una de las alternativas que se barajaba. En este contexto se realizó un intento de secuestro con resultado de muerte del entonces Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, René Schneider, a dos días que el Congreso tuviera que ratificar al nuevo Presidente de la República (octubre de 1970) (Collier y Sater, 2004; Loveman y Lira, 2000). 11 Se quería hacer aparecer el secuestro como un atentando de grupos de izquierda, y así provocar un clima de inestabilidad que condujera a un intervención militar (Agüero y Herschberg, 2005). Ello no ocurrió, y Schneider murió al día siguiente que Allende fuese ratificado presidente12. Si bien no se trata de la primera víctima de la violencia política de esos años13, su homicidio es considerado hasta el día de hoy, como el asesinato político más importante después del homicidio a Diego Portales ocurrido más de un siglo y medio antes (Collier y Sater, 2004). Agüero y Herschberg (2005) lo llegan a identificar como la primera víctima de la violencia política de los años 1970s y 1980s en el país. El gobierno de la Unidad Popular encargó la realización de un monumento conmemorativo en 1971 en memoria del General René Schneider. Como expresaban las Bases del Concurso, el monumento buscaba simbolizar el respeto y la solidez del sistema democrático por sobre las contingencias políticas.14 La obra tomó tiempo en construirse y recién estuvo lista en 1974, para una época en que la sensibilidad política oficial era contraria a la conmemoración de los valores democráticos antigolpistas que el monumento simbolizaba; la obra no fue inaugurada (Narravete, 2010). En un principio se consideraron diferentes ubicaciones para su emplazamiento, aunque siempre en las cercanías de la Escuela Militar.15 La obra fue finalmente emplazada en lo que iba a ser la salida de una estación de metro16, conectada a lo que sería un proyecto urbano de la Unidad Popular (Lawner, 1979). La dictadura luego cambiaría el trazado del metro, y el terreno en que estaría ubicado el Parque se destinó a la especulación inmobiliaria (Brugnoli, 2010).17 La remodelación de la rotonda Kennedy en los años posteriores no cambió el emplazamiento original, por lo que el monumento se ubica en una gran plaza ubicada a un costado del cruce de tres avenidas neurálgicas del sector oriente de la capital, Avenida Américo Vespucio, Avenida Kennedy y Alonso de Córdoba (Parroquia, 1979; Brugnoli, 2010).

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Schneider no fue la única víctima de la violencia política de alto rango del periodo de la Unidad Popular. En junio de 1971, el entonces ex Ministro del Interior del gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970), Edmundo Pérez Zujovic, murió en manos de un grupo de ultraizquierda (Collier y Sater, 2004). Lo habrían ajusticiado por su responsabilidad en la matanza de un grupo de pobladores que se tomaron un terreno en busca de soluciones habitacionales, en el sur de Chile -la matanza de Pampa Irigoin (Loveman y Lira, 2000)18. Este acto aumentó el clima de violencia y exacerbó la discordia entre la Democracia Cristiana y la Unidad Popular (Collier y Sater, 2004). Hasta la actualidad, un sector de la sociedad culpa al gobierno de Salvador Allende por este crimen debido a que los asesinos, pertenecientes al grupo Vanguardia Organizada del Pueblo, habían sido indultados cuando él asume como presidente. Las secuelas de estas memorias, en la actualidad, quedaron en evidencia con ocasión de la inauguración, en diciembre de 2012, de un monumento en homenaje al Ministro asesinado. El Municipio de Vitacura, de derecha, aprobó la iniciativa promovida por la familia y altos dirigentes democratacristianos, pero a ella se opusieron algunos concejales y un sector de la opinión pública de la derecha pinochetista. Según la opinión recogida en los medios, estos sectores se oponían a la realización de un monumento a una figura del partido político que apoyó la elección de Allende19. Sin embargo, para otro sector de la derecha, representada en la figura del Alcalde de la Municipalidad, el asesinato forma parte de la memoria de la derecha que condena los crímenes cometidos por grupos de izquierda en el periodo 1970 – 199120. De hecho, la estatua fue diseñada por María Angélica Echavarri, la escultora que años antes había realizado el memorial a Jaime Guzmán, otra víctima política de la izquierda armada, asesinado en 1991.21 El monumento a Pérez Zujovic está emplazado en un área que concentra gran parte del flujo diario de automovilistas del sector de mayor renta del país, a un costado de un nudo vial homónimo22 –muy cerca del memorial a René Schneider y a Jaime Guzmán. Además de estos tres memoriales dedicados a víctimas de la violencia política del periodo, en este sector de alta renta de la ciudad, hay un cuarto memorial. Se trata de un busto en memoria del Intendente de Santiago, y Mayor de Ejército, Carol Urzúa, asesinado el 30 de agosto de 1983 por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).23 El busto se instaló en noviembre de ese mismo año en una rotonda a la que también se le dio su nombre24. Al igual que en el caso del memorial al General Schneider, se privilegió ubicar el memorial en un lugar de alto tránsito vehicular, y no en el lugar del atentado. 25 El memorial fue destruido en un ataque perpetrado en agosto de 1989, por lo que se reinstaló uno nuevo (muy parecido al anterior) en 199226. Este recuento muestra que la memoria pública vinculada a la violencia política y la dictadura no se inaugura con la memoria del Golpe Militar. Este sería el evento bisagra, que marcaría un antes y un después, pero que perdería sentido narrativo si se lo considera como acontecimiento inaugural. Por su parte, si hubiera uno, ¿Cuál sería el momento que cierra este marco temporal en torno al cual se configuran estas memorias? La literatura generalmente asume que ese momento corresponde al período que va entre el plebiscito que derrota a Pinochet y la asunción del primer gobierno democrático (octubre de 1988-marzo de 1990). Sin embargo, considero necesario extender este período, al menos hasta el asesinato del entonces Senador de la República, Jaime Guzmán por un grupo de la izquierda armada 27, del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) en 1991.28 Loveman y Lira (2000, p. 524) argumentan que el asesinato también pudo haber sido motivado por las declaraciones que el Senador emitió una vez conocido el Informe Rettig, quien señaló que éste se prestaba para una campaña de aniquilamiento moral de las Fuerzas Armadas y de desprestigio de todo lo que significó el gobierno militar 29 . El asesinato, ocurrido pocas semanas después de la publicación del Informe formó parte de un clima de atentados por parte de grupos subversivos, los que no tuvieron más resultado de muerte (Collier y Sater, 2004; Loveman y Lira, 2000). Como ha sido argumentado en diferentes estudios, el asesinato de

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Guzmán le dio un giro a la situación política del país, haciéndose más difícil para ese primer gobierno de la Concertación llevar adelante una política de Justicia Transicional basada en la búsqueda de verdad y justicia. De hecho el mismo Informe Rettig pasó a segundo plano noticioso después del evento. Recordemos que Pinochet siguió siendo Comandante de las Fuerzas Armadas en Chile hasta 1998. Este asesinato es uno de los hitos claves de la narrativa de sectores de la derecha sobre el periodo, como dio cuenta Katherine Hite en su estudio sobre la estatua a Allende en 2003. La instalación de dicha estatua frente a la Moneda se negoció en el Congreso como una fórmula que incluía una estatua o monumento conmemorativo al asesinado Senador, la que se hizo mucho tiempo después (inaugurada en 2008). Las disputas que se suscitaron a propósito de la instalación del memorial, el que tuvo que ser localizado en una ubicación diferente de la que primero se consideró30, refuerzan la importancia que ha tenido la polémica en torno a la discusión sobre quienes son las víctimas legítimas del periodo de violencia política de los años 1970s y 1980s en el país. Si consideramos que las memorias de la derecha forman parte de esta construcción, es necesario entonces, considerar que un análisis de los procesos de memoria material sobre el período de violencia política de la última dictadura debiera tomar como marco temporal sobre el Chile de Pinochet.31 Reflexiones finales El ensayo buscaba dar cuenta de la elaboración de la memoria pública de la violencia política en el espacio urbano de la capital del país. Esta está marcada, principalmente por las conmemoraciones a las víctimas del Terrorismo de Estado durante la dictadura de 1973-1990. Se trata sobre todo de espacios y lugares promovidos por organizaciones sociales quienes, con mayor o menor apoyo de organismos estatales, han logrado instalar esta parte de nuestra historia en nuestro entorno urbano. Sin embargo, la mayoría de las iniciativas están localizadas en sectores periurbanos de la capital, o en los márgenes del centro de la ciudad. Ello contrasta con la inexistencia de elementos que haga referencia a las violaciones a los derechos humanos en dictadura en el espacio público en el sector de alta renta de la capital (en donde están localizados los centros de toma de decisiones políticas y económicas). Al contrario, allí prima la memoria pública identificada con la derecha política del país, es decir aquella que condena la violencia ejercida por grupos armados de la izquierda. Sin embargo, es de destacar, que en este sector de la ciudad, se ubica el memorial al General René Schneider, primera víctima de un grupo que formó parte de un sector de la sociedad que organizó la sedición contra el gobierno de Salvador Allende. Ello da cuenta que el proceso de elaboración de las memorias sobre nuestro pasado de violencia político no es transversal a los diferentes estratos sociales, ni tampoco ha sido plasmado en el espacio público de manera homogénea en la ciudad. En este sentido, sobresale la falta de reconocimiento a la violencia ejercida institucionalmente desde el Estado, justamente en el sector en donde habitan las elites que participan de los procesos de toma de decisiones político y económico del país. Posiblemente, las divisiones y tensiones que esta memoria aun nos genera explique esta ausencia. Junto con la anterior, la lectura presentada, nos invita a preguntarnos también tanto por las otras violencias, no institucionalizadas, y de menor alcance, pero no menos importante para entender el grado de conflictividad y división alrededor de los hechos de violencia política del pasado. No se trata solo de la tensión provocada por la dictadura y el Golpe militar, sino que ella se remonta a los tiempos de la Unidad Popular y se prolonga al menos hasta los primeros años de la transición.

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Notas 1

Una excepción la constituyó el monumento a las víctimas del incendio de la Iglesia de la Compañía (Voionmaa, 2004). Este análisis se basa en un trabajo realizado por la autora en base a un catastro de lugares de elaboración propia a partir de: FLACSO (2007); Ministerio del Interior, Gobierno de Chile (2010); y Ministerio de Vivienda y Urbanismo (2009) y trabajo de campo realizado por la autora entre 2012 y 2013. Se trata de un trabajo en construcción. 3 La obra fue construida en 1971, sin embargo no estuvo lista hasta 1974, y no fue inaugurada (Navarrete, 2010). 4 El primer elemento que marca este espacio es una cruz instalada por el sacerdote Miguel Jordá en 1992 (Jordá, 2001). Luego se diseñará una plaza en 1995, con ocasión de la remodelación del Parque de los Reyes (Jordá, 2001). El año 2001 tres artistas instalarán una obra de arte público, el Muro de la Memoria. 5 Vidal (2002) 6 Se trata del Informe de Verdad y Reconciliación de 1991 nombrado también como Informe Rettig por el nombre de quien presidió la Comisión, y el Informe de Prisión Política y Tortura de 2004 nombrado también Informe Valech. El Informe de 1991 tiene una reedición actualizada de 1996 a cargo de la Corporación Nacional de Verdad y Reparación. 7 El Observatorio de Derechos Humanos tienen un trabajo de investigación sobre los juicios que se han realizado a quienes cometieron crímenes de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. La información está disponible en línea en http://www.icso.cl/observatorio-derechos-humanos/publicaciones-y-actividades/ (con acceso el 27 de mayo de 2013). 8 (http://www.unesco.org/new/es/santiago/communication-information/memory-of-the-world-programme-preservation-ofdocumentary-heritage/memory-of-the-world-in-chile/ con acceso el 29 de julio de 2013). 9 En algunos lugares, se instalaron marcas en el espacio público, como es el de la Población La Legua en donde se instaló una piedra conmemorativa en septiembre de 1990. 10 Es importante señalar que en estos barrios, como en La Victoria y Villa Francia, se siguió manteniendo la tradición mural y de protestas urbanas para las conmemoraciones del 11 de septiembre durante los años ‘90s hasta la actualidad. 11 Esta no será la única acción. Posteriormente, a lo largo de la Unidad Popular hubo diferentes intentos de desestabilización política y económica (González, 2000; Collier y Sater, 2004). 12 En la elección presidencial de 1970 ninguno de los candidatos obtiene mayoría absoluta. La ley electoral de la época indicaba que el Congreso debía ratificar la elección, pudiendo ungir eventualmente a cualquiera de los 3 candidatos que se repartían cada uno un tercio del electorado. Gracias al apoyo del Partido Democratacristiano al candidato de la Unidad Popular –previo acuerdo sobre Garantías Constitucionales- Salvador Allende, quien tiene la mayoría relativa de votos, es electo presidente el 24 de octubre de 1970 (Collier y Sater, 2004; Lira, 2000). La emboscada a Schneider ocurre dos días antes, quién muere el día 25. 13 Ljubetic (2000) constata la muerte de 16 víctimas de la represión policial, a lo largo del país, en los años 1969 y 1970. 14 Las bases dicen: “[El Monumento] Simbolizará nuestra democracia, que se mantiene inconmovible por sobre todas las contingencias y constituye un ejemplo para otras naciones, en aras de la cual, guiado por su conciencia cívica, sacrificó su vida el General René Schneider Cereau.” Bases del Concurso-Oferta Monumento General René Schneider Chereau, 1971 15 Ley 17.419 Ministerio del Interior, “Autoriza erección de un monumento a la memoria del ex Comandante en Jefe del Ejército, General don René Schneider Chereau”, artículo 2°. En la prensa de la época se señala que estaría ubicado en el Cerro Navidad, por ejemplo (“Concurso para el monumento al General Schneider”, El Mercurio, 5 de Agosto de 1971). 16 Parroquia (1979), p. 118. 17 La primera línea de metro de Santiago estaba en una etapa inicial de construcción en aquella época. 18 Si bien el estudio de Loveman y Lira (2000) no es conclusivo sobre la responsabilidad de Pérez en la matanza, si da cuenta en detalle del debate parlamentario ocurrido con ocasión de la acusación constitucional que cae en contra del ex Ministro a causa de la masacre. En la discusión, Pérez respalda el accionar de las fuerzas de Carabineros en este tipo de levantamientos populares de tomas de terreno. Rápidamente, la masacre pasó a integrar la narrativa identitaria de los movimientos sociales de izquierda, y la masacre es conmemorada hasta la actualidad (ver por ejemplo el registro de una conmemoración reciente en el Cementerio en que está enterradas las víctimas: http://www.youtube.com/watch?v=9R2Sa7dnSAc). Siguiendo a Lira (2011), la conmemoración de la matanza de Pampa Irigoin forma parte de los procesos de memoria social de larga duración sobre la opresión a los sectores populares en el país. 19 “Familia busca instalar estatua de Pérez Zujovic en Vitacura: Batahola política en el municipio” http://www.lasegunda.com/Noticias/Nacional/2012/01/717762/familia-busca-instalar-estatua-de-perez-zujovic-en-vitacurabatahola-politica-en-el-municipio 20 Como destaca el sitio web oficial del Municipio de Vitacura, en el discurso de inauguración, el Alcalde de la Municipalidad “hizo un reconocimiento tanto a Pérez Zujovic, como al Senador Jaime Guzmán y al Intendente Carol Urzúa, quienes entregaron su vida al servicio público y entre medio de este accidente geográfico, que es el Río Mapocho, fueron 2

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víctimas de actos terroristas” (http://www.vitacura.cl/sala_prensa/noticias_detalle/504/inauguran-monumento-a-edmundoperez-zujovic-frente-al-parque-bicentenario, con acceso el 25 de mayo de 2013). 21 Guzmán, en ese entonces Senador de la República, fue asesinado en 1991 por el grupo de izquierda FPMR. 22 Este nudo vial está colapsado y en la actualidad el Ministerio de Transportes baraja alternativas para reemplazarlo por otra configuración de carreteras y túneles bajo nivel. Con ello, la “Rotonda Pérez Zujovic” desaparecería. Este es uno de los motivos centrales para la iniciativa de instalar una estatua en las inmediaciones del lugar (La Segunda Online, 31 de enero de 2012). 23 El busto solo recuerda a Urzúa, aun cuando en el ataque mueren también dos cabos del Ejército: Aguayo Franco (chofer) y Carlos Riveros Bequiarelli (escolta). 24 Según se consigna en el Documento del Ministerio de Defensa Nacional Ref: Oficio CJE.AUGE.SECRET.i. (R) N° 12950/7, del 30 de octubre de 1990. Documento en Archivo del CMN. 25 El busto está ubicado en lo que se llamara la Rotonda Lo Curro, y que une las intersecciones de las calles Juan XXIII, Luis Pasteur, San Josémaría Escrivá de Balaguer y Lo Curro (que cruza el Río Mapocho). 26 La iniciativa fue promovida por la Municipalidad de Vitacura, según consta en documento fechado el 18 de noviembre de 1983, y en la placa de la estatua. 27 Collier y Sater (2004). 28 El FPMR se forma ya avanzada la dictadura, alrededor de 1983, al amparo del Partido Comunista para oponerse a la dictadura vía armada, ajustició a quien fue uno de los intelectuales civiles más importantes de la dictadura y el principal articulador de la Constitución heredada del régimen. 29 Loveman y Lira (2000) cita la entrevista que da el Senador en el diario El Mercurio, el día 10 de marzo de 1991. 30 Hite (2003). El Documental La Batalla de Plaza Italia, también da cuenta del conflicto suscitado por la instalación de este memorial. 31 Este memorial está diseñado con un espacio de exhibiciones sobre la figura de Guzmán y se pueden realizar visitas, con previa reserva. Pareciera que si es un espacio de memoria para un grupo que se siente heredero de la dictadura.

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