SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL FX.AZA MATOa SE CÓRDOBA,

39 305 SEMANARIO P I N T O R E S C O E S P A Ñ O L . ESPAÑA ÍA PINTORESCA- FX.AZA M A T O a S E C Ó R D O B A , (vulgo la corredera). OCAS seiáu

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DOMINGO 24 DE NOVIEMBRE, 2013 LATINO. Semanario Latinoamericano de Oregon
EL The Only Weekly Hispanic Newspaper of Oregon VOL 22 No. 25 DOMINGO 24 DE NOVIEMBRE, 2013 www.ellatinodehoy.com LATINO d e Hoy GRATIS/FREE S

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39 305

SEMANARIO P I N T O R E S C O E S P A Ñ O L .

ESPAÑA

ÍA

PINTORESCA-

FX.AZA M A T O a S E C Ó R D O B A , (vulgo la corredera).

OCAS seiáu las poblaciones de alguna consideración en Espoña donde no se e n c u e n tre algún buen edificio conslruido eu el ÍÍS'glo X V I , tiempo en que progresaba la civilización, se afinaba el g u s t o , y adelantaban /as bellas artes. E n t r e los varios que en la citada época se c o n s t r u y e ron eu Córdoba se cuenta la plaza mayor llamada corredera por ser el sitio destinado para c o r r e r t o r o s , y c e ' e b r a r otros ejercicios de caballería eu que frecueuteinen*e Se ocupaba la nobleza. Faltándole á esta ciudad una "Uena p l a z a , pues que la que tenia no era otra cosa J l e una calle raas ancha donde otras diversas desembocab a n , desde l 5 5 l principió la ciudad á c o m p r a r muchas «asas p a r a derribarlas, y formar la plaza , da'ndola ana figura regular. Mas la decoración que ahora tiene no se Construyó hasta el sño 1 6 8 3 , en que el corregidor Den "•ancisco Ronquillo , á pesar de ser aquel tiempo muy ^*lamitoso por la peste que se padecía, el terremoto y la *^]a de la moneda, promovió esta obra, venciendo todas «s dificultades el celo y tesón do aquel magistrado y del ^yuntamiento de la ciudad. Los dueños de las casas que ^^ podian pagar el costo de la obra que les correspondia, ^tlian las vistas á los que suplinn el gasto, que se des^ '*ba después en funciones y corridas de toros. Por e s ""^áio se labró una plaza que puede sin duda ponerse ^ n ú m e r o de las mejores de España, no e 'l"*'^f''°"S» » y ''«ne ^^ 'B""?» ^ 7 2 pies : el ancho rior ^ * raismo p o r el testero inferior que p o r el s u p e del f ^ ' " ° i w e la diferencia apenas se percibe. El testero y está*"'^' ^ " ° presenta el g r a b a d o , tiene 168 balcones, „ sostenido por 29 arcos. El del frente superior, 11aSegí, ,mda serie TOMO II.

mado del arco alto por el grande que da entrada á la p l a za por aquella p a r t e , titne 156 p i e s , doce arcos sin el g r a n d e , y 78 balcones ; 27 en los pisos del medio y a l t o , y 24 en el inferior. El t e s t e r o , llamado del arco bsjo p o r el otro grande que t i e n e , se estlende 130 p i e s ; consta de 10 arcos sin el g r a n d e , y de 23 balcones cada uno de ius pisos medio y s u p e r i o r , y de 20 el bajo. Todos estos lados tienen soportales. El frente que no se presenta en el g r a b a d o , no g u a r da uniformidad con lo d e m á s , sino en la p a r t e que c o r respor,de al p ó s i t o , que consta de ocho arcos con s o p o r tales, y tiene diez y ocho balcones en cada piso: después sigue el buen edificio de la antigua c á r c e l , que se const r u y ó por los años de 1 5 7 0 , y mediando la boca de una calle llamada en lo antiguo de los O d r e r o s , se completa el testero con algunas casas sin soportales ni balcones; pero sí con tres hileras uniformes de ventanas sostenidas por columnas p e q u e ñ a s , á las que llaman de doña Ana J a cinta por haberlas labrado una señora de este nombre y del apellido de Ángulo. Estas ventanas son p o r todas 6 9 , 2 3 en cada piso. , cv u',. S o n , p u e s , todas las vistas de la plaza que se ocupan en las corridas de toros 4 3 5 , y se p u e d e n hacer en ella 352 varas de andamio. Esta plaza , que es el principal mercado de la ciudad, ha sido y e s , como hemos dicho , el sitio de los festejos y regocijos jji'ibiicos, y t a m b i é n , hasta hace p o c o , donde se ejecutaban los r e o s : y en otro tiempo donde se c e l e braban también en ella los grandes autos del tribunal de la fe. L. M. R. 27 de se:iembre de 1849,

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SEMANARIO PINTORESCO E S P A Ñ O L . XIi C A U F A 7

El,

AS'SRÓíOao.

Cuento granadino,

N la cima de la elevada colina quo cubre el Albaicin , se ven los vestigios de un antiguo palacio construido poco después d e la llegada de los primeros árabes á España. La casa del gallo de viento ó casa de la veleta era el nombre i»»jo el cual se conocían aquellos escombros hacía algun o s siglos , á causa de la figura de bronce de un g u e r r e r a á c a b a l l o , antiguamente elevada sobre una de sus t o r T é s , con la particularidad de que la dirección del viento náída influia en sus niovimienlos, p o r q u e esta efigie fue p o r m u c h o tieropo un talismán de gran v i r t u d , la que p e r d i ó después por las causas que vamos á referir. H a c e algunos centenares de años que reinaba en G r a l í a d a ' u n r e y llamado A b e n - H a b u z , el cual después de J á i b e r ' o s l i g a d o , molestado y saqueado á sus vecinos d u •rfanté Stf-'vida , la edad le había hecho-monos t u r b u l e n t o , jyfaolamente deseaba disfrutar en paz los laureles qué h a Iriat recogido. Pero por desgracia sucedió que los hijos de. l4S;que-él liabia robado y tiranizado, c r e y e r o n oportuno a p o d e r a r s e de los domiuios que pertenecieron á sus p a AÍresj d e forma que á su vejez A b e n - H a b u z se vio l o d e a d o de encarnizados enemigos ; y como Granada se halla 'datniuada por montañas elevadas muy á propósito para p r o t e g e r las s o r p r e s a s , el desgraciado anciano estaba en u n a continua alarma temiendo alguno invosiun. Mientras que por si mismo espcrimentaba una cala'Oitdad que antes habia Lecho sufrir á o t r o s , se p r e s e n t ó o n c e l e b r e médico árabe en su c o r t e . Aunque parcela do « a a edad avanzada venia á pie desde el centro do Egipto, d o n d e p o r mucho tiempo estudiara ¡as ciencias ocultas, habiéndose hecho iniciar en los misterios de T h e u l h : de a q a ( el juzgarle lodos poseedor del secreto de prolongar l a vida ; secreto que no habia podido mcuos de poner en «i^o para si misino. I b r a h i m - b e n - A g e c b (asi se llamaba el anciano prodigioso) fue recibido con mucha distinción por ,«1 n'j , á quien como á todos los monarcas de edad avanz a d a , le agradaban los profesores de medicina. Le ofreció, p a o s , una magnífica habitación en p a l a c i o ; pero prefirió p a r » su residencia una cueva ó gruta en medio de les j a r d i n e s , en cuya p a r t e superior hizo abrir lucernas que l e permitiesen o b s e r v a r , como desde el fondo de un pozo, « I cielo y las estrellas. En seguida cubrió las paredes de l a c a v e r n a de geroglíficos y figuras cabalísticas cu j o sigtú&cado solo él conocía. E n muy poco tiempo llegó á ser el sabio Ibraliim con. Sejero íntimo del C a l i f a , el cual siempre le pedia d i c l á osen en los casos mas espinosos. TJn dia que A b e n - H a b u z se lamentaba de la precisión de mantenerse incesant e m e n t e en guardia contra las empresas de sus jóvenes v e c i n o s ; — ¡ O r e y ! le dijo el a s t r ó l o g o , nada hay mas f i e i l que p r e s e r v a r t e de esas a l a r m a s . — ¿ P o d r á s hacerlo? p r e g u n t ó asombrado el anciano m o n a r c a ; podrás? y •c«nrM>7 — Cuando yo estaba en E g i p t o había un príncipe Codkado de peligros semejantes á los t u y o s , y uno de sus a s t r ó l o g o s le regaló un talismán cuyo secreto p o s e o , y aw»o estoy en el caso de mejorar su composición.—¡Olí stWb'hijo d e A j c e b ! exclamó el rey fuera de s í ; conslrú^ é f M ' un' talismán semejante, y será tuya la de'cima p a r t e ijbé ütÁ riqaeaas de G r a n a d a . " E l astrólogo puso initiediatamenle manos a' la obra.. 'BÍicWi^Vatrtar bn medio del palacio una elevada t o r r e en Corma de c b s e r v a l o r i o , cuya plataforma era una especie

de tienda llena de a b e r t u r a s , ca da una de las cuales cof respondia'á otros tantos desfiladeros de las m o n t a ñ a s , y - d e l a n t c d e - c a d a a b e r t u r a se hallaba una mesa , en la qu* se veian formadas, como sobre un juego de aljedrez, muí* litad de figuritas de marfil ofreciendo un simulacro dfl ejército en m i n i a t u r a , con el r e t r a t o fiel del potentada ó reyezuelo que reinaba y podia por consecuencia amenazar á Granada en aquella dirección. Sobre cada un* de las mesas habia fija una pequeña lanza da la altara de un alfiler , en la cual parcciau grabados caracteres caldeos. La cúspide de la tienda estaba por la p a r t e esterior adornada con la imagen en metal de un centine'" con el rostro vuelto hacia G r a n a d a , cuando la ciudad no se hallase amenazada de enemigos ; pero tan luego como alguno de estos se acercase á ella inmediatamente dfi* bia poner lanza en ristre y moverse hacia el p u n t o de donde'viniere el peligro. Cuando el talismán estuvo concluido, Aben-HabuZ deseaba con impaciencia csperimcntar su eficacia , y p r o vocar la guerra con tanto calor como antes habia emplea* do para conseguir la paz. Sus deseos fueron cumplidos. U n a mañana e l ' g u a r d a de la torre le advirtió que el caballero de b r o n c e m i r a b a á las montañas de E l v i r a , y qu* su lanza indicaba el paso de L o p e . — « Q u e . l a s trompetas y tambores llamen á las armas á todos los grani.dinos, esclamó A b c n - H ^ b u z . — ¿Para qué? i n t e r r u m p i ó t r a n q u i lamente el a s t r ó l o g o ; el negocio puede concluirse slO tambores ni trompetas. Venid y subamos solos a la t o r r e . Los dos ancianos subieron en efecto mas deprisa de 1" que a c o s t u m b r a b a n ; abrieron y volvieron á c e r r a r la p u e r t a coni c u i d a d o ; corrieron ú la mesa de la ventana que daba frente al paso de L o p e , y v i e r o n , con gran sorpresa del r e y , que las figuras del tablero estaban todas en m o v i m i e n t o ; los caballos daban saltos y corbet a s , los guerreros blandian sus espadas; y si se escucha' ba atentamente podia distinguirse como á lo lejos el sonido de los añafiles y trompetas y los relinchos de loS caballos; pero tan confusamente, que j/arecia el zumbido de un enjambre de abejas en el fondo de la colmena. — Esto te indica ¡ oh rey ! que tus enemigos e n t r a n eo í a m p a ñ a por esta p a r t e . Si quieres causarles solamente un t e r r o r pánico y llevarlos en retirada sin efusíon-d« s a n g r e , no tienesrnas que tocar esas figuras de m a r " ' con el mango de esa lanza mágica; pero si quieres destrozarlos debes locarlas con la p u n t a . » U n lívido rayo de venganza brilló en los ojos del Califa , y su barba canosa temblaba de p l a c e r ; tomó COO ansia la lanza homicida diciendo: — Hijo de A j e c b , creo quo poca ó mucha d e r r a m a r e m o s sangre.» Y al decir estas palabras tocó á algunas figuras con e l m a n g o del inst r u m e n t o y picó á las demás con la punta. Estas tíItiniaS cayeron al instante como m u e r t a s , mientras que el resto comenzó á dar carreras sobre la mesa reproduciendo todas las circunstancias de una retirada en desorden. Mucho le costó al astrólogo impedir que el belicoso monarca csterminase todos aquellos fugitivos ya que tan poco le costaba; p e r o al fio logró sacarle de la t o r r e obligándole á embiar batidores en descubierta á las montañas. Volvieron estos con la.nueva de que el dia anteS habia penetrado un cjdrcito por las gargantas de la sierra en dirección de G r a n a d a ; y que casi á la vista de 1» ciudad habia estallado una insurrección entre los jefes, que después de haber venido á las manos unos contra otras, se habian retirado precipitadamente y con mucha perdida hacia su territorio. j A b e n - H a b u z estaba fuera de sí de gozo al ver de aqu modo asegurada la eficacia'del talismán,—Al c a b o , dij?^ voy á disfrutar dias felices, y mis enemigos estarán, R

SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL, ra siempre á mi disposición.... Oh sabio Ibrahim , qué recompensa de tu rey bastará para remunerar tan gran servicio!—Los deseos de un ñlósofo son sencillos y liiiiitados, respondió Aben-Ajeeb; proporcioDadme úuiCatnenle los medios de cambiar mi gruta en una habita*lon mas cómoda , y quedo satisfecho. — ¡Cuan bella es Ja nioderacion del verdadero sabio ! dijo, para sí el rey lleoo de contento por haber cumplido á tan poca costa con la '*y del agradecimiento; é itimedialameute dio orden furí^al 4 su tesorero de satisfacer todos los gastos que Ibrahlm hiciese para hermosear su gruta. El astrólogo entonces hizo tallar en la roca numerosas y Saciadas estancias, formando una sdrie de habitaciones «Q correspondencia con la pieza del centro destinada á sus observaciones astrológicas. Las paredes de aquellas salas '6'Cubrieron con las.telas mas preciosas de damasco, y *' SDelo con las mas ricas alfombras de Persia ; los niue*>les principales conslstian en otomanas y divanes del Susto rnas esquisito.—«Soy ya viejo, decia, y no podré dormir sobre las esteras como lo hacia en mi juventud: estas paredes húmedas necesitan cubrirse,» Baños sun'llflsos se construyeron también con particular esmero; "ada faltaba allí; las esencias, los perfumes eran de pri•nera calidad.—« El baüo, dijo, es necesario para volver 'a ligereza, la elasticidad á las fibras desecadas por el estudio.» De las bóvedas de aquellas salas se suspendie'on lámparas de plata y de cristal alimentadas perpétua•Oente con un aceite raro compuesto por una receta que Se habia descubierto en los sepulcros egipcios, y que esparcía una hermosa claridad en aquellas deliciosas estancias.—«El brillo del sol es demasiado v i v o , decia, para los ojos de un anciano, y la luz de la lámpara es mas spfopiada á las meditaciones de un filósofo.» Cutre tanto el tesorero suspiraba & cada suma que tenia que desembolsar para las obras y ornato de aquella •nansion sin igual, y concluyó por hacer presentes al ' e y - s u s quejas.—«He dado mi palabra , contestaba este; pacientíia: todo tiene sn término, y probablemente Je tendrá también esa obra psra la cUal sirve de modelo al astrólogo el interior de las pirámides de Memíis.» Y *i'rey no se equivocó; la gruta quedó concluida, llegan""'A ser un vasto palacio subterráneo. — Ahora estoy contento, decia Ibrahim ; creo que luda me falta;.... nada mas que un poco de distracción; • alguna cosa que pueda deleitar mis ojos y refrescar mis 'deas en ios intervalos del trabajo; por ejemplo, baila'«nos.— Bailarinas? repitió el tesorero estupefacto.— "ailarinas, repuso gravemente Ibrahim; mas en corto «US '"ero, porque soy filósofo y sé reducirme: pero de lodos modos cuidad de que sean jóvenes y hermosas.» Este pellizco fue el último que se dio al tesorero del •^y por Ibrahim , por aquel sabio tan fácil de contentar, '*•> moderado en sus deseos. Desde el mismo dia se encerró **• su profunda morada para entregarse enteramente al *"udio : y desde este dia también el belicoso Aben-Ha^ * - e m p e z ó cómodamente sus campañas, dando batalla ^*bre batalla sin salir de su torre encantada, dispersan'" yaniquilando ejércitos enteros como quien espanta '**C8s; provocando é insultando i sus vecinos para e s ' ''"liarlos á nuevas escursiones en sus tierras, hasta que 5^ ultimo los innumerables desastres que habían sufrido ,j ^ya causa no podían alinnr, los desanimó en tales , '*5inoa que no Se atrevían á respirar fuera de sus jj_ ****'» ya muchos meses que el centinela de bronce In. J""***"'* inmóvil con el rostro vuelto hacia Granada, ifío„. ^'"ipezaba á parecer un poco monótono al digno ***> cuando una mañana la veleta giró brnscamen-

te rechinando sobre el enmollecido,gozne, y su lansií,,^»-»; ristrada hacia la parte de: Murcia. Aben-Habuz cof^ i ^ presuroso á la torre ; pero los figurines de la vettta,|\fl practicada en aquella dirección,permanecían, tranqn^^^f ni siquiera un guerrero se movía. £1 monarca, sorprendida de aquella circunstappÍE^I CBr^, vio un cuerpo numeroso de caballería para reconocci;,Jta.i^ fronteras señaladas. Después de tres días de recorfef ¡ o D^ país desierto y asolado, volvió aquella á la capital s i n b ^ — ber ODCoutrado mas que una hermosa joven que dorn^is^ al lado de una fuente, y de la cual se apoderaron, JIJZ-' gáodola digna de un califa. Estaba vestida con el lujo y esquisita delicadeza de las mujeres godas en tiempo dé la conquista de los árabes. Las mas hermosea perlas 4'e Oriente brillaban enlazadas con sus cabellos de azabac&e^ y el resplandor de su frente alternaba con el brillo de l o s diamantes que la adornaban: de su cuello pendía una,c»>^^ dcna de oro, sosteniendo una lira del mismo metah »Div'ina hermosura, esclamó Aben Habuz, cuya saB-r g r e , aunque amortiguada, no había dejado de ser icfi».mable, ¿quién eres? ¿de dónde vienes? — Yo sojí, r e s pondió, hija de uno de los príncipes godos.que reinafaá» en esta comarca. Habiendo sido destruidos en las m o n t a ñas los ejércitos de mi padre como por encanto , sns sók-r ditos sublevados le arrojaron de sus estados, y su Liia s « ve hoy reducida á la esclavitud. — «Cuidado, oh r e y , dijo en voz baja el astrólogo al califa : esta podrá ser ma& bien una de las poderosas magas del norte, disfrazada B a jo esa forma seductora: he advertido desde luego UB s o r tilegio en sus ojos ; y he ahí sin duda alguna el enemiga señalado por el talismán de la torre.» í-':»,'• — Posible e s ; pero su hermosura y encantos han ba-^ liado gracia en mi corazón. — E s c u c h a , oh r e y , repnse> Ajeeb, yo té he proporcionado grandes victorias por é l . p e der de mi magia , sin reclamar nunca la mas mínima parí* en el botín. Por eso ahora te pido que me entregues «a»cautiva , tanto para combalir los mslefícios de que Ja, j^sgo poseedora, como para recrearme con los sonidos de a » laúd y los acentos de su voz. — ¡Qué! aun quieres mas mujeres? esclamó Aben-Habuz: ¿no tienes ya bailarínRít? — S í ; pero no tengo cantarínas, y un poco de m4s)'et^ suspendiendo agradablemente las fatigas de mi espíiíln,^ me producirá indecibles beneficios. —Pues por attorw haz tregua con tus necesidades filosóficas, repuso el tu9^ narca con impaciencia. Esta cristiana rae agrada en «strc— mo, y la aprecio tanto como Maliomaá la hija de Copto.-» El astrólogo insistió en su demanda ; pero solo leeii?» vio para recibir del rey otra negativa mas terminante y.^ambos se separaron bastante incomodados; el p r i m é i s para encerrarse en su subterráneo, y el segundo.'par» entregarse sin reserva á su ridicula pasión. Alien-,Haba>s no tenía juventud ; pero poseia riquezas, y un amante v.W!>jo debe por necesidad ser generoso. Asi-fué que el Z a c a tín , aquel opulento bazar de Granada, se vio puesta IB— cesantemcnte en contribución para satisfacer los n u m e r o sos caprichos de la princesa ; y las mas preciosas produc>^ ciones del África y del Asia no eran ya suficientes par* satisfacerlos. Ceda dia se celebraban en la ciudad torneo», corridas de caballos, combates de toros y diversiones d». todas clases; de forma que-la memoria de los hombres-n» recordaba otras fiestas mas suntuosas. La princesa las recibía como un bomenage debido e triste noche y lóbrega encubiertos Los siervos eogreidos , ^"'o tardaron en quedar vencidos ^'^ l u e tardasteis en estar despierlos.

E, Recesa ••io haber tenido parte en esa célebre jorna-^

m

da para poder apreciar debidamente las magníficas e s t r o fas que constituyen esta composición. No somos tan ciegos en medio del entusiasmo con que hemos leído las poesías del Sr. P r í n c i p e , que d e s c o nozcamos los lunares que mas de una vez oscurecen s u mérito. Versos reconocemos , bien que p o c o s , que n e cesitan volver al y u n q u e , y armonías poéticas en que se descubre el artificio mas de lo conveniente. Las d e s i n e n cias de los periodos son con alguna frecuencia b a s t a n t e p a r e c i d a s , y no rara vez participan del sonsonete m a s bien que de la verdadera armonía. L a rima no siempre es r i c a , ni siempre bastante variada. La caheza domina de cuando en cuando al corazón, y en algunos trozos de las composiciones citadas, y en otras que nos dejamos p o r c i t a r , no tanto vemos al verdadero poeta lleno d e imaginación y fanjasía, como al razonador desabrido. S u estilo altamente recomendable p o r su n o b l e z a , dignidad y elevación en las composiciones serias, desciende algo mas que á la sencillez en algunas de las ligeras y s a t í r i c a s ; y últimamente se han insertado eb uno y otro tomo poesías que nada hubieran perdido en suprimirse. Y sin e m b a r g o , ¿ q u é importan estas debilidades iuherentes del hombre al lado de esas hellez&s superiores de versificación y de estilo esclusivamenle propias del genio? L a medianía nunca hará' grandes cosas, p e r o los talentos s u periores pueden mas de una vez mostrarse desiguales £ sí mismos. El autor reconoce que no todas las c o m p o s i ciones le inspiran confianza, y no sería estraño que las exigencias de su situación ó las del librero le hayan o b l i gado á issertar lo que nada c o n t i i b u y e á su gloria. E s preciso t e n e r presente que el siglo es altamente a n t í p o é t i c o , y que si ahora apareciera la-Eneida, el círculo de sus admiradores sería tan reducido como poco á propósito para recompensar los once años de trabajo q u e le costó á Virgilio. ¿De qué le ha servido al Sr., P r í n c i p e su invencible vocación á las letras? La lecturí^ de su biografía es capaz de desconsolar al h o m b r e mas lleno de f e ; y tenemos datos para creer que en ella no se dice todo. Al llegar a q u í , la pluma se nos cae de la m a n o . ¿Cuándo será protegido el talento en esta desventurada nación? Sin p r o t e c c i ó n , siu s a l u d , sin tranquilidad d e á n i m o , rodeado constantemente de d e s g r a c i a s , esclavo de sus ocupaciones p a r a sostener una familia n u m e r o s a , perseguido en fin por la suerte desde que,nació todo conspiraba á ahogar el géuio del autor de estas poesías, y el autor sin embargo ha sabido a p r o v e c h a r los escasos momentos que le ha permitido su trabajada y laboriosa j u v e n t u d para dedicarse i h a c e r versos. ¿Quién se atreverá á juzgarlos dc un modo absoluto? Al que esto h i c i e r a , al que prescindiese dc las c i r c u n s tancias en que se h a n e s c r i t o , podría contestar el p o e « ta con el sabido dístico de O v i d i o : Carminaproveniuní, Nubila suni subitis

animo deducía témpora nostra

... i i i O ^ ^ j ^ »

'"1 -

JBX, M E S Í A S ,

\J erUsirhm \Jerusalem ¡mpia\ muerte das al Señor de las alturas, y escarneces osada su agonía, hierro clavando en sus entrañas puras.

sereno; malis.

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SEMANARIO PINTORESCO Despedazas sus miembros sin consuelo; mas ¡ ay ! la sangre que el Mesías vierte, apenas humedece el mustio suelo, en principio de vida se convierte. Y esa c r u z , que en el Góigota levantas, flor es gallarda, cuyo suave aroma fortifica en la fe las almas santas, y ahuyenta del pecado la carcoma. Es manantial precioso, que del mundo riega sin fin la dilatada alfombra, fuente de inspiración, árbol fecundo, que á Iodos brinda con su dulce sombra. Deicida ciudad, ¿ có/no vacilas en trance tan horrible c inaudito? ¿ cómo brillan enjutas tus pupilas? ¿desconoces acaso tu delito ? i No sientes al indujo de las nieblas Oicuro el Sol y condensado el viento ? ¿ no oyes entre el silencio y las tinieblas' cual retumba la tierra en su cimiento? c'Ves del templo las luces apagadas, y el milagro no ves, ciudad maldita? ¿ n i en sus anchas cortinas desgarradas cumplirse al fin la profecia escrita? Sí; mataste a tu Dios, y Dios potente castiga tus pecados sin ejemplo, y comboca naciones de repente, que arrasen hasta el pie tu santo templo. ¡Jerusalgm! ¡ Jcnisalem í lus muros desplomados están; piedad no esperes,, que el fiero vencedor ojos impuros clava ya deshonesto en tus mujeres. La tierra que oprimían tus bastionesbrota ya en su lugar zarzas y y e d r a , y esciicbase la voz de las legiones, al eselamar: no hay piedra sobre piedra'. Llora , llora en silencio tus maldades , raza proscrita que aborrece el m u n d o , ludibrio despreciable á las edades, pueblo en todos los pueblos vagamundo.

ESPAÑOL. ¿ A dónde van con presurosa planta las hijas de Sion, que antes lloraron ? ¿ cumplióse al fin la profecía santa ? ¿augusto del sepulcro se levanta el que tres días antes enclavaron?

Vedle allí sin lesión; vedle triunfante destrozar con su pie la sierpe altiva; vedle del hombre compasivo, a m a n t e , quebrantar con su fuerza de gigante torpe opresión, que de vivir le priva.

Allí está; sus discípulos le admiran , y el deja su doctrina á las naciones; y tristes los discípulos suspiran, que indignos de su afecto ya se m i r a n , porque dudaron de él sus corazones. Y el hijo de David dulce consuelo á sus hijos prodiga enternecido; que el hijo de Daiid bajó del cielo para cubrir con misterioso velo los pecados del mundo arrepentido.

No á su lado de intrépidos guerrerosfalange fiel, cual copiían comboca; persuaden sus acentos verdaderos, ¿ y para qué le sirven los aceros, si habla Dios desde el cielo por su boca ?'

Doce son los impávidos doctores, y al orbe entero humillará su ciencia j sufrirán del martirio los dolores, y olvidarán que fueron pescadores, al escuchar de muerte la sentencia.

¿De qué tus lcye< te valdrán un J i a ? ¿ de qué tus Fariseos y Doctores, si errante entre la muerte y la agoni» serán lodos los pueblos tus sefiores? Besa el polvo, ciudad, de tus e s c o m b r o s , que polvo tus señores te dejaron, al sustentar sobre sus fuertes hombros la venganza de Dios que en tí lanzaron. Que ya el dia so acerca venturoso de gloria y de salud para los h o m b r e s , en tanto que sin tregua, sin reposo, huyen tus hijos á ocultar sus nombres. Huyen cobardes, la maldad les ciega, y al fruto de salud vuelven la espalda , fruto que Cristo con su sangre riega , y es del género humano la guirnalda. Huid, que escrito está, corred ingratos, los ojos de llorar secos y rojos, y al Mcsias llamad, cuando insensatos resucitar lo miran vuestros ojos. ¿Conocerlo queréis? Tiembla , Jadea,. vano es tu a n h e l o , tu esperanza v a n a j y escrito eslá, que tu nación no crea, mientras todas repiten el Hosanna.

¿ Q u é nueva celestial los aires h i e n d e , y puro gozo al corazón derrama? ¿qué ventura en placer el pecho enciende? ¿ es \a voz del Señor que acá desciende y la tierra y los aires embalsama?

Id,predicad, les dice, dios humanos lo ijiie do mí a¡>rendislcis y liahcis yislo: y ellos con mas poder que los tiranos, convertirán los hombres en hermanos, al estender la religión de Cristo. J.

MADRID: IMPRENTA DE DON TOMAS JOROAN.

M.

DE

ANDÜEZA.

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