Buenos días…

El tema del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación de este 2013 es la sequía y la escasez de agua. El agua dulce es quizás el elemento más valioso que tenemos hoy en día y desgraciadamente es un elemento increíblemente escaso.

De toda el agua en la Tierra, sólo el 2,5 por ciento es agua dulce. Cuando la demanda de agua supera la oferta disponible, se traduce en escasez de agua. Por ello, el Foro Económico Mundial, en su Informe de Riesgos Globales del 2013, sugiere que la disminución del suministro de agua es uno de los cinco principales riesgos, tanto en probabilidad de que suceda como en su impacto directo, que enfrentará la humanidad en los próximos diez años.

El aumento de la escasez de agua y la sequía, en parte, como un resultado del cambio climático, contará con potenciales impactos sociales y económicos negativos en la seguridad alimentaria, la disponibilidad de energía, y posiblemente la estabilidad política y la paz.

El agua dulce es renovable, pero depende del continuo y buen funcionamiento de los ecosistemas. A nivel mundial, la agricultura representa al menos el 70 por ciento del uso de agua dulce, hasta un 90 por ciento en algunas economías de rápido crecimiento. Pero las prácticas agrícolas no sostenibles contaminan las fuentes de agua dulce y causan en algunas ocasiones la degradación del suelo. La degradación del suelo, a su vez reduce las capas freáticas, lo que resulta en la escasez de agua y la intrusión de sal en las zonas costeras, y el empeoramiento de los efectos de la sequía en las

poblaciones de los ecosistemas afectados. Se prevé que los efectos de la desertificación, la degradación de las tierras y la sequía pueden exponer a casi dos tercios de la población mundial a una mayor escasez de agua para el año 2025.

Cuando se produce la degradación del suelo en las zonas áridas, se denomina desertificación. Las tierras secas son particularmente vulnerables a la escasez de agua. La intensificación proyectada de la escasez de agua dulce causará mayor presiones en las tierras secas. Mientras que cada persona necesita un mínimo de 2.000 metros cúbicos de agua en promedio al año para lograr un bienestar humano, los habitantes de las tierras secas tienen acceso a sólo 1.300 metros cúbicos. Esta es una de las razones por lo que algunas de las personas más pobres del mundo viven en las tierras secas de nuestro planeta. El incremento en la frecuencia, la intensidad y duración de los episodios de sequía severa están poniendo una presión adicional sobre los ya sobrecargados sistemas de agua de las tierras secas.

Así mismo, las sequías tienen un impacto crítico en la producción agrícola y han contribuido al aumento en los precios de los alimentos y a la escasez de éstos en todo el mundo. Durante el año pasado, los grandes y pequeños países exportadores de alimentos y en especial los países pobres, se vieron gravemente afectados por la sequía. Pero es la gente de las tierras secas, especialmente los pequeños agricultores y los habitantes de las zonas rurales del mundo en desarrollo, son los que tienen más probabilidades sufrir de hambre. Las prolongadas sequías han dado lugar a una crisis humanitaria, dejando a millones de hambrientos y desnutridos, especialmente a los niños.

Sin embargo, la sequía no tiene porque cobrar vidas. A diferencia de los terremotos y otros desastres naturales, la sequía es predecible, y

los efectos pueden ser mitigados. La desertificación también es predecible, y a menudo reversible, a través de la restauración de suelos y tierras degradadas. Pero tal vez, porque la sequía y la degradación de la tierra se arrastran poco a poco y en silencio, es que el mundo se deje engañar por la baja estimación de su impacto económico, social y humanitario hasta que es demasiado tarde.

Hay muchas estrategias que se pueden adoptar para ayudar a salvar vidas y mejorar las condiciones de vida de las comunidades afectadas por la sequía.

Al reestructurar las políticas en materia de prevención para la sequía y la gestión del riesgo, en lugar de hacer frente a la respuesta a los desastres, se pueden realizar inversiones que son mucho más rentables y eficientes, que el envío de ayuda humanitaria después de que una crisis se ha producido.

A través de un acercamiento con las comunidades vulnerables, se puede fortalecer su capacidad y la resistencia de éstas a los efectos de la sequía. Al fomentar el manejo sostenible de tierras, el establecimiento de sistemas de alerta temprana a fin de actuar a tiempo, e incentivar procesos alternativos para la agricultura y el pastoreo, los efectos de la sequía, especialmente entre los pobres del mundo, no tienen por qué ser tan devastadores.

En la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (La llamada Río+20), celebrada en 2012, los líderes del mundo instaron a emprender acciones colectivas para tratar de lograr "un mundo neutral en degradación de la tierra". Un planeta neutral en degradación de tierras es aquel, en el que se evita la degradación de

la tierra, en el que la tierra degradada se restaura y en el cual las tierras saludables están protegidas. Cuando el suelo NO se encuentra degradado, tiene más aguas subterráneas, y los efectos de la sequía son menos severos.

El objetivo del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación de este 2013 es crear conciencia sobre los riesgos de la sequía y la escasez de agua en las tierras secas y más allá, llamando la atención sobre la importancia de mantener suelos saludables como parte de la agenda de Río +20.

El lema de este año, "NO DEJES QUE NUESTRO FUTURO SE SEQUE", se traduce en que cada uno de nosotros tiene la obligación moral de tomar medidas para promover la prevención y fortalecer la capacidad de resistencia ante la escasez de agua, la desertificación y la sequía. El lema encarna el mensaje de que todos somos responsables por el agua, la conservación de la tierra y su uso sostenible, y que existen soluciones a estos graves problemas de recursos naturales. La degradación de la tierra no tiene por qué poner en peligro nuestro futuro.

Para romper la espiral de desertificación, la pobreza y el agua, la inseguridad alimentaria en el mundo y en las tierras secas, los riesgos de escasez de agua y la sequía deben integrarse en el desarrollo sostenible en todos los niveles. Un elemento clave puede ser la gestión integrada y la gestión del riesgo de la sequía como un proceso amplio y participativo, que incluya a todos los involucrados. De la misma manera, en este 2013 el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación se alinea con el objetivo del Año Internacional de la cooperación en la esfera del agua 2013, que requiere esfuerzos conjuntos a fin de movilizar recursos para las soluciones sostenibles para la escasez y los efectos de la sequía.

Es por esto que acciones como las que se llevan a cabo en México y que seguramente hoy conoceremos con más detalle, puedo decir que aunque falta por hacer, en México se está trabajando por el camino correcto y que poco a poco estos grandes esfuerzos se verán reflejados en la calidad de vida de los mexicanos que habitan en las zonas más vulnerables a los efectos de la desertificación y la sequía.

En este sentido quiero felicitarlos e invitarlos a que sigan por este camino y que con este mismo empeño nos ayuden a lograr los consensos regionales y globales, tanto en la reunión regional a celebrarse en Perú el próximo agosto, como en la siguiente Conferencia de las Partes que se celebrara el próximo septiembre en Namibia, y así lograr que nuestra Convención sea cada vez un instrumento más activo y eficiente que ayude a lograr que NUESTRO FUTURO NO SE SEQUE.

Muchas Gracias