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Sospechosos habituales Hormonas, esteroides y demás sustancias amenazan con destrozar la credibilidad de las grandes figuras y de sus éxitos OIER FANO/

Los recientes positivos del tenista argentino Mariano Puerta, el ciclista de Euskaltel Aitor González y el presunto fraude del siete veces campeón del Tour de Francia Lance Armstrong han reabierto la polémica del dopaje en el mundo del deporte. Nadie se salva de la sospecha, y el aficionado empieza a perder interés. De hecho, el ciclismo, que lidera el ránking de casos de dopaje, está pagando las consecuencias, ya que las audiencias televisivas de este deporte están descendiendo de forma alarmante. Afán de protagonismo, fama y dinero e incapacidad de asumir los límites del ser humano son componentes básicos de la coctelera del dopaje. Estimulantes, narcóticos o anabolizantes son ingredientes básicos de una mezcla que puede resultar letal a corto, medio y largo plazo. Las razones que el nadador de la extinta RDA Raik Hanneman ofreció tras dar positivo en un control son el mejor ejemplo de lo que pasa por la mente de un deportista tramposo. «Era la única forma de integrarme en los privilegios del sistema: quería un apartamento, un coche y una buena educación. Eso sólo podía lograrlo gracias al deporte» afirmó Hanneman.

El ciclismo es uno de los deportes que más sufre los perjuicios del dopaje y lo está empezando a pagar. Algunas audiencias televisivas están descendiendo de forma alarmante. [EFE]

DOPAJE Sustancias prohibidas: Estimulantes, Narcóticos, Cannabinoides, Agentes anabolizantes, Hormonas peptídicas, Agonistas beta-2, Agentes con actividad antiestrogénica, Enmascarantes, Glucocorticoides. Métodos prohibidos: Aumento de la transferencia de oxígeno Manipulación física, química y farmacológica, Dopaje genético. Sanciones: Los organos sancionadores son las federaciones internacionales de cada deporte. La UCI en el ciclismo, la FIFA en el fútbol, etc...

datos históricos

El primer muerto por dopaje, en 1886 El dopaje no es una práctica nueva. Tiene la misma edad que el deporte. Hace decenas de siglos, varios competidores griegos tomaban hongos alucinógenos para aumentar su rendimiento e incluso los gladiadores romanos usaban estimulantes para vencer la fatiga y las lesiones. Pero mitología griega al margen, el primer caso de dopaje en la era moderna se registró en 1886. El ciclista galés Arthur Linton falleció durante la carrera París-Burdeos por una sobredosis de un estupefaciente denominado Trimethil. Los casos de dopaje no eran frecuentes en la primera mitad del siglo veinte. De hecho no era ilegal consumir sustancias hoy prohibidas porque no había una lista de productos publicada por un organismo competente que impidiera su uso. Por eso, a partir de los años treinta el mundo del culturismo, y posteriormente el resto de deportes, empezó a consumir esteroides sintéticos. Poco después aparecerían los esteroides anabolizantes, en la década de los cincuenta, tras la Segunda Guerra Mundial. El deporte no se quedó al margen de la guerra fría y los laboratorios del bloque soviético y del americano comenzaron a trabajar a destajo por lograr una sustancia que diera una ventaja competitiva a sus atletas. Fue EE UU quien se llevó el gato al agua ya que su médico del equipo de halterofilia, el alemán John Ziegler, consiguió desarrollar el primer esteroide anabolizante en 1955. Poco antes había conseguido emborrachar a un médico de la URSS que había logrado grandes avances en este sentido, y el ruso le desveló sus secretos. Ziegler le tendió una trampa para vencer con otra trampa. De esta forma, consiguieron que el organismo de sus atletas reprodujera mediante este fármaco los efectos de la

testosterona. Ante este panorama maquiavélico, el Comité Olímpico Internacional (COI) tomó cartas en el asunto y en los Juegos Olímpicos de México en 1968 empezó a tomar muestras de orina para detectar sustancias ilegales, que figuraban en una lista publicada un año antes. Fue el comienzo de la lucha contra el dopaje. Con el fin de la guerra fría comenzaron a florecer los casos de dopaje. Soviéticos y americanos ya no tenían la competitividad exacerbada del pasado y ya no había que recurrir a esconder positivos, tal y como se sospecha que hicieron anteriormente. punto de inflexión Ben Johnson y el caso Festina

Los Juegos de Seúl 88 marcan un punto de inflexión en la historia de las trampas en el deporte. En un duelo que mantuvo en vilo a medio planeta, Ben Johnson consiguió doblegar en los cien metros lisos al todopoderoso Carl Lewis, batiendo además el récord del mundo con un registro impropio de un ser humano (9.79). El registro, efectivamente, era impropio de un ser humano con niveles hormonales normales. Ben Johnson dio positivo y confesó posteriormente haber consumido esteroides durante casi una década. Su descalificación resultó ser un duro golpe para el deporte, pues la opinión pública empezó a mirar con recelo las marcas espectaculares que se consiguieron desde entonces. Pero la explosión final de este fenómeno llegó en el Tour de Francia de 1998 aunque el ciclismo ya estaba bajo sospecha. Tom Simpson, ciclista inglés, había muerto en plena ascensión al Mont Ventoux en 1968 tras haber consumido una mezcla letal de productos. La muerte de dieciséis ciclistas holandeses poco después de retirarse en los noventa ensombreció más este deporte. La detención de Willy Voet, masajista de Richard Virenque, en la frontera francobelga con más de 400 dosis de EPO, fue el detonante del escándalo que estalló el 8 de julio de 1998. Varios ciclistas del equipo Festina fueron detenidos y aquella edición fue un desastre, pues la persecución se amplió a más equipos y corredores. Acabó ganando Marco Pantani, que un año después fue descalificado por superar la tasa permitida de hematocrito, en la víspera de alzarse con un Giro de Italia en el que había dado una exhibición. Pantani murió por una sobredosis de cocaína en 2004. extensión a más deportes

Desde el tenis de mesa hasta el fútbol Pensar que el dopaje es propio de unos pocos deportes es un error. Es cierto que modalidades como el ciclismo y el atletismo registran un gran número de positivos, pero no es menos cierto que son dos de los deportes más perseguidos por sus respectivas federaciones. Mientras que un futbolista puede pasar entre dos y cinco controles por año, se dan casos de ciclistas que llegan a pasar más de cien controles en una temporada. Pero además del ciclismo y el atletismo, el dopaje existe en la práctica totalidad de las modalidades. La holandesa Bettine Vriesekoop, ex campeona de europa de tenis de mesa, reconoció en su autobiografía haber tomado efedrina en los últimos partidos de su carrera. Incluso deportes como el automovilismo han sufrido la lacra del dopaje. El checo Tomas Enge fue desposeído de su victoria en el Campeonato del Mundo de Fórmula 3000 en 2002 tras dar positivo por cannabis. La misma sustancia fue encontrada en la orina del deportista olímpico español más laureado de la historia, el gimnasta Gervasio Deferr. Ocupó muchas páginas el caso de Carlos Gurpegui. El futbolista del Athletic de Bilbao dio positivo por nandrolona, aunque no ha llegado a cumplir los dos años de sanción que se le impuso. Futbolistas en su misma situación han cumplido la sanción (De Boer, Stam, Guardiola, Davids, etc...), aunque por el momento el fútbol no es un deporte muy perseguido. Incluso la pelota y los herri kirolak tienen su pequeño palmarés. Mikel Goñi no pudo disputar la semifinal del campeonato manomanista en 2002. Su empresa se lo impidió considerando que podría dar positivo. Cuatro años antes, el levantador de piedra Migueltxo Saralegi dio positivo por nandrolona tras levantar la piedra de 327 kilos en las Seis Horas de Euskadi de 1998. Hasta los ajedrecistas pasan controles de orina.

caso balco ¿Qué hay detrás de las jeringuillas?

El suceso más importante en lo que a dopaje se refiere se produjo en 2003. La agencia antidopaje de Estados Unidos (USADA) descubrió, gracias a una denuncia anónima, un nuevo esteroide anabolizante, la tetrahidrogestrinona (THG), hasta ese momento indetectable pero que varios atletas llevaban utilizando durante varios meses. Un entrenador anónimo remitió al organismo una jeringuilla con restos de la hormona THG. Una variación en su composición impedía su detección. Tras determinar que se trataba de THG, la agencia recuperó 350 muestras de orina recogidas en los Campeonatos Estadounidenses de Atletismo y otras 100 tomadas fuera de competición y volvió a analizarlas, con varios casos positivos. Las investigaciones dieron con un laboratorio que trabajaba en el desarrollo de este tipo de productos. Los laboratorios Balco. Victor Conte, director de Balco, negó cualquier relación con el caso tras ser acusado formalmente. Después reconoció su implicación . Poco después se supo que Trevor Graham, antiguo entrenador de Marion Jones y de Tim Montgomerie, fue quien envió la jeringuilla. Ambos deportistas pagaron los platos rotos, y curiosamente desde entonces, ninguno se ha acercado a los registros que habían logrado antes de saltar el escándalo. Además, el ex marido de Marion Jones, el ex lanzador de peso C.J. Hunter, que fue suspendido por dopaje en los Juegos Olímpicos de Sidney, la acusó de haber usado productos prohibidos. «Yo he llegado a inyectar a Marion THG», afirmó Hunter. Según sospechan los expertos en dopaje, existen varios laboratorios clandestinos. el futuro

Llega el dopaje genético El dopaje avanza con una cadencia de pedaleo mucho más rápida que los controles. Quince años después de la aparición de la EPO se consiguió dar con un método de detección de esta sustancia, tal y como en su día se logró encontrar restos de hormonas en aquellos deportistas que las habían usado. Pero las autoridades se enfrentan ahora a un problema mucho mayor, la detección del dopaje genético. El estadounidense Lee Sweeny trabajó en un proyecto en el que sus ratones bautizados como «ratones Schwarzenegger» recibieron una vacuna dotada de un gen que desarrolló partes de su musculatura elegidas previamente por Sweeny. Estos ratones resultaron ser un 60% más fuertes de lo normal, y además se recuperaron más rápido de lesiones sufridas posteriormente. Sin embargo, a pesar de los beneficios terapéuticos que proporcionará el avance a los seres humanos, preocupa su uso con fines estrictamente deportivos. Además, esta práctica es difícilmente detectable. Sólo una biopsia muscular podría aclarar si se ha utilizado este método, pero para detectarlo tendría que extraerse una muestra del lugar exacto que ha recibido el gen. Es una prueba dolorosa a la que los deportistas se negarían a acceder, y es poco probable que algún día se lleve a cabo. El principal problema en lo que respecta a la salud de los deportistas se centraría en el abuso de estas inyecciones. Expertos en la materia señalan al infarto de miocardio como principal efecto secundario. casos curiosos Hoy Juanito, mañana Johan Con los cientos de casos de dopaje registrados en los últimos años, se han dado situaciones de lo más pintoresco. «Vamos Juanito», era el grito de guerra de la prensa española para animar a Johan Muehlegg durante los Juegos Olímpicos de Salt Lake City en 2002. El alemán nacionalizado español venció en persecución, 50 kilómetros de esquí de fondo y 30 kilómetros libres, pero restos de darbepoetin en su sangre le desposeyeron de la medalla de oro en los 30 kilómetros. Inmediatamente Juanito pasó a ser Johan para la prensa española, que renegó de él tan rápido como le había convertido en héroe. No ha vuelto a competir. No menos curioso es el caso de los velocistas griegos Kostas Kenteris y Thanou, que supuestamente sufrieron un accidente de moto después de eludir un control antidopaje en los Juegos Olímpicos de Atenas. Han sido absueltos por la federación griega, pero las investigaciones policiales no dieron con ningún signo de accidente, por lo que pudo ser inventado. En la misma edición, el atleta húngaro Robert

Fazekas, campeón de lanzamiento de disco, perdió el oro al intentar dar el cambiazo con la orina. En los inicios de esta práctica, hubo quien pagó la novatada. Es el caso de las atletas Katrin Krabbe (República Federal Alemana) y sus compañeras Silke Móller y Grit Breuer, quienes cometieron un simple error de falta de previsión: las muestras de orina de las tres atletas eran iguales. Iguales a la de su entrenador. Las técnicas de cambiazos de orina, utilizadas hasta hace unos años, eran de película. Mediante una punción en la vejiga, los atletas introducían en su organismo orina limpia. La micción de una persona limpia se llevaba al laboratorio. Algunas mujeres portaban una pera bajo la axila que, tras ser presionada en el momento de orinar para dar una muestra en el control, expulsaba la micción sana de su cómplice. En la época de la guerra fría hubo atletas que llegaron a quedarse embarazadas por inseminación artificial, pues la secreción de hormonas para favorecer el crecimiento del feto les permitía hacer las mejores marcas en el torneo o campeonato. Después, abortaban.

legislación

Nuevas leyes en marcha

La normativa actual es demasiado difusa, ya que existe una lista de sustancias prohibidas por el COI, pero las sanciones las imponen las federaciones. (UCI en el ciclismo, FIFA en fútbol, etc..). Ante esta situación, la Unesco aprobó la semana pasada el primer texto universal vinculante en la lucha contra el dopaje. El Convenio recoge en líneas generales el Código de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), adoptado en marzo de 2003 en Copenhague. Pero mientras que el texto de la AMA no tiene por qué ser aplicado por los países, el de la Unesco obligará a incluir sus disposiciones en los ordenamientos jurídicos. En el terreno preventivo, el Convenio propone que los estados financien programas de control de dopaje y un mayor peso de las sanciones, incluidas las financieras. El Convenio prevé la creación de un fondo económico con aportaciones de los países firmantes, de otras agencias de la ONU o donaciones privadas, que servirán para intentar alcanzar el objetivo de erradicar el dopaje. Se busca, de esta forma, evitar las leves sanciones de la actualidad. En la misma línea están trabajando en Estados Unidos. El Congreso presentó este mes un proyecto de ley para forzar al deporte profesional a endurecer la lucha contra el dopaje, bajo la amenaza de castigarlo con deducciones fiscales. Y es que la legislación de Estados Unidos en este campo es mucho más suave que la de Europa. Por ejemplo, en la NBA tienen el siguiente sistema de sanciones. Si un jugador da positivo por esteroides, es castigado con diez partidos, alrededor de 3 semanas. Si se le detecta de nuevo la sustancia ilegal, se perderá 25 partidos más. Un tercer fraude le impediría jugar un año, y el cuarto sería definitivo porque sería sancionado a perpetuidad. Con ligeras variaciones, el sistema se sanciones en el resto de deportes profesionales de EE UU es similar. récords bajo sospecha La milagrosa sangre de tortuga Ante este panorama, las dudas sobre récords históricos son inevitables. Es el caso de las plusmarcas de Florence Griffith, fallecida a los 38 años, en los 100 metros lisos (10.49) y en los 200 (21.34). Ni siquiera una Marion Jones con los depósitos cargados de THG ha conseguido acercarse En la misma prueba, en la modalidad masculina, Tim Montgomerie batió el récord mundial (9.78). Después se descubrió su implicación en el caso Balco. El diario L´Equipe acusó recientemente a Lance Armstrong de haber tomado EPO en 1999. Pero todos los ciclistas de la historia están bajo sospecha. Sin embargo, el caso más enigmático se produjo hace más de diez años, cuando las atletas chinas saltaron a la palestra. En los juegos nacionales chinos de 1993, la joven Wang Junxia batió el récord de los 10.000 metros por 42 segundos, algo insólito. Tres días después, igualó el récord de 1.500 que batió su compañera Qu Yunxia, y mejoró dos veces el de 3.000 metros en 10 y 6 segundos,

respectivamente. Su entrenador aseguró que el secreto de las atletas era un brebaje de sangre de tortuga. Por lo visto, los efectos de la supuesta pócima mágica perdieron pronto sus efectos, pues desaparecieron de la élite. Sus récords siguen hoy vigentes. Asimismo, la atleta checa de 800 metros Jasmila Kratochvilova, que desde 1983 ostenta el récord la modalidad (1.53.28) sembró dudas, no sólo por su apariencia exageradamente musculosa y con vello, sino también por el estratosférico registro. Con estos antecedentes, es difícil dar credibilidad a los mitos del deporte, ya que desde Carl Lewis (tomó hormonas y no fue sancionado porque en aquella época era legal), hasta Eddie Merckx (fue descalificado de un Giro de Italia), pasando por los Muehlegg o Griffith, todos han aportado su granito de arena para que la afición dude de los nuevos récords.

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