TALLER EL TRABAJO DE ENFERMERÍA

TALLER EL TRABAJO DE ENFERMERÍA 1 • El trabajo de enfermería. Destinatarios: 9 • Lic. en Enfermería, Enfermeras y Auxiliares de Enfermería de lo

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TALLER EL TRABAJO DE ENFERMERÍA

1



El trabajo de enfermería. Destinatarios:

9

• Lic. en Enfermería, Enfermeras y Auxiliares de Enfermería de los Servicios de Salud Mental de los Hospitales Generales, Guardias y Emergencias de la Provincia de La Pampa, Ciudades de Santa Rosa, General Acha y General Pico. Propósito:

9

• Reflexionar sobre los diferentes aspectos involucrados en el trabajo de enfermería, en especial el vínculo con el paciente. Objetivos:

9

9 • • • • • 9



Identificar el vínculo con el paciente como el instrumento que funda el trabajo de enfermería, en torno a la cual giran todas las otras funciones de la enfermería.



Identificar los modelos e ideales que hacen obstáculo al trabajo de enfermería y a la identidad profesional.



Evaluar el impacto inmediato producido por esta información en los participantes a través de un cuestionario cerrado. Contenidos Teóricos: El trabajo de enfermería. Lo disciplinario y la relación enfermera - paciente La Relación - Enfermera - Médico La Relación Enfermera - Enfermedad El paciente terminal. Técnicas: • •

9

Exposición Dialogada. Grupos de intercambio de experiencias, reflexión de las mismas articuladas a la temática de los Talleres

Recursos Materiales • Rotafolio y papel afiche para presentación de pancartas • Cinta Adhesiva. • Marcadores.

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• PC portátil con cañón. Duración: • Aproximadamente 4 hs. dividido en 2 partes. Evaluación: • Cuestionario para participantes para medir impacto inmediato. • Informe de avance de los Docentes. • Informe de Avance de Evaluación del Equipo de Salud Mental de la Secretaría de Salud Mental y Adicciones del Ministerio de Salud de la Pampa.

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Índice •

El trabajo de enfermería.



Lo específico del trabajo de enfermería.



Lo disciplinario y la relación enfermera – paciente

9

¿Qué es un paciente?

9

La Relación Enfermera - Paciente

9

La Relación - Enfermera - Médico

9

La Relación Enfermera - Enfermedad

9

El paciente terminal.

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El trabajo de enfermería.

9

Por su origen y por su historia, la actividad de enfermería se ha visto ligada a definiciones tendientes a enaltecer la abnegación, la caridad, el altruismo y el espíritu de sacrificio. Es por eso que se propone resaltar aquí el hecho de que el de enfermería es un trabajo. Es un trabajo que tiene sus particularidades (todo trabajo las tiene) pero en lo fundamental, es una ocupación como cualquier otra: presta un servicio (dado que pertenece al área de servicios) y percibe una remuneración por él. Pensando la enfermería como un apostolado (una abnegada vocación social y/o religiosa) no debería pretender otra remuneración que la satisfacción personal (que en psicoanálisis se la llama narcisista). En cambio si la enfermería es un trabajo (con su lógica inserción en el mercado de trabajo) la retribución es en dinero.

Se considera entonces dos aspectos del trabajo de enfermería:

1.- Aquel en el que se equipara a todo otro trabajo, es decir su inscripción en el ámbito laboral y, 2.- Aquel referido a sus particularidades específicas.

1.- Aquel en el que se equipara a todo otro trabajo, es decir su inscripción en el ámbito laboral y Hay un cierto acuerdo sobre el origen de la palabra “trabajo”. Parecer ser

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que deriva de tripalium (tres palos) que era el nombre de un instrumento de tortura. Como puede percibirse esta asociación trabajo = tortura hace juego con las maldiciones bíblicas “…ganarás el pan con el sudor de tu frente”.

Sin embargo hay otra acepción: el trabajo afianza y justifica la vida en sociedad y liga al individuo a la realidad de la comunidad humana (Freud, 1930).

Desde

esta

otra

significación

el

trabajo

es

un

factor

básico

del

reconocimiento (tanto de otros como de autorreconocimiento) y es una de las formas de desarrollo de la creación humana.



Se tomarán las dos acepciones para este análisis “Trabajo” remite entonces a esa articulación, esa relación dinámica, entre

sufrimiento, reconocimiento y posibilidad creativa. Al contribuir a consolidar la identidad de las personas y a desplegar su creatividad, el trabajo enriquece a la subjetividad y torna real aquel dicho popular “el trabajo es salud”, pero en tanto en el lo laboral se instala la alienación, su efecto sobre la salud mental se invierte, transformándose en factor negativo. En cuanto a los aspectos psicosociales, la persona se asimila normar en la institución en la que trabaja, se apropia de normas grupales y pautas de identidad (no siempre explicitas) por el sólo hecho de integrarla. En lo que respecta a lo laboral en términos genéricos, a partir de lo que viene sucediendo en las últimas décadas, el sentido de “trabajo” como sufrimiento y reconocimiento parece, en cierta medida, estar en proceso de perder el segundo componente. Con el marcado aumento de la desocupación y de la

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precarización laboral, el trabajo ha pasado a ser un privilegio, cuando era un derecho.



Lo específico del trabajo de enfermería.

La ley 24.004 de Ejercicio de la Enfermería establece en su artículo 2 que sus funciones son las de “promoción, recuperación y rehabilitación de la salud así como la de prevención de enfermedades”.

Esta ley reconoce dos niveles en la práctica de enfermería (art. 3) 9

Nivel profesional (Licenciatura en Enfermería y Enfermería Profesional): que consiste en la aplicación de un cuerpo sistemático de conocimientos para la identificación y resolución de las situaciones de salud – enfermedad, sometidas al ámbito de su competencia.

A este nivel corresponden también las funciones jerárquicas y de dirección, asesoramiento, docencia e investigación.

9

Nivel auxiliar (Auxiliares de Enfermería): dedicado a la práctica de técnicas y conocimientos que contribuyen al cuidado de enfermería (planificado y supervisado por el nivel profesional).

En enfermería se diferencian dos tipos de servicios: 9

Por un lado, el que más fielmente responde a la imagen popular de la enfermera: la asistencia y el cuidado del paciente, generalmente asociados al hospital.

9

Por otro, menos conocido, el trabajo en la comunidad, en el que fundamentalmente se trata de promover la salud y prevenir la enfermedad, aunque también incluye la recuperación de la salud.

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Más allá de los niveles y de los servicios en los que desarrollan su trabajo, hay algo fundamental que comparten todas las enfermeras: el hecho de albergar la demanda del paciente y/o de la población, en el caso de la enfermería comunitaria. Existen diferencias, aunque también semejanzas, entre la demanda del paciente en el hospital y la de la población en el trabajo comunitario. Pero en ambos casos se da, sin dudas, esa particularidad de convertir a la enfermera en objeto de demandas. Y es esa particularidad lo que hace del vínculo enfermera – paciente un vínculo asimétrico.

La asimetría del vínculo no es patrimonio exclusivo de la enfermera, se da en toda relación en la cual una de las partes pide “demanda” y la otra queda ubicada en la posición de “responder a esa demanda”: por ejemplo, se verifica en los vínculos entre padres e hijos, entre gobernantes y gobernados, entre médicos y pacientes, etc.

El último de nuestros ejemplos (médico – paciente) comparte con la relación enfermera – paciente, el hecho de pertenecer al mismo sector: el sector de la salud y en este sector el vínculo asimétrico es una constante. En realidad, más allá de la importancia de la formación técnica, entendemos que gran parte de lo que hace a la definición de lo disciplinario (lo pertinente a la disciplina enfermería) pasa por el modo de vincularse con el paciente en tanto que sujeto. De hecho la reglamentación de la citada ley establece en el artículo 3, punto 4, que la atención debe tender a una enfermería personalizada. Por otra parte, la relación con el paciente suele ser el nudo en el que se cruzan

todas

las

tramas

relacionales

del

trabajo

de

enfermería.

Allí,

privilegiadamente, tenderán a manifestarse los efectos benéficos (creativos y

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saludables) o perversos (alienantes) de todos los vínculos institucionales que enmarcan el trabajo de enfermería (con sus pares, con sus jefes, con el equipo de salud y con la dirección).



Lo disciplinario y la relación enfermera - paciente

Como hemos sugerido al final del punto anterior, una enfermera puede desarrollar una considerable destreza técnica, puede alcanzar un grado óptimo de formación

científica,

pero si carece de capacidad para relacionarse

adecuadamente con el paciente, su brillantez se verá notoriamente opacada y la eficacia terapéutica de su labor, sensiblemente disminuida. La relación de la enfermera con el paciente es la base sobre la que se sustenta toda su tarea asistencial y todas las otras actividades (que suponen una formación profesional científico-técnica) cobran sentido y relieve a partir de esta base.

Por ello, la Capacitación en Salud Mental para Enfermería, no puede asentarse sobre otro sostén que la reflexión, constante, del vínculo de la enfermera con el paciente.

9

¿Qué es un paciente?

Un paciente es alguien que padece y espera ser aliviado de su mal. Alguien que se encuentra en estado de desvalimiento. Se sugiere aquí un parentesco entre este desvalimiento y la inmadurez biológica de la especie que vimos en el primer taller. Porque un enfermo es una persona que, en mayor o menor medida, remite a aquel tiempo de indefensión originaria. Necesita ser cuidado,

9

asistido, necesita que alguien tome cuenta de las cosas que no puede hacer (como la madre toma cuenta de aquello que el bebé no hace, ni puede hacer). Un enfermo, podríamos decir: regresa

a ese momento del desamparo

original, y quien lo cuida toma, en la misma medida, el lugar de la función materna. ¿Cómo se puede cuidar ubicándose en el lugar de la madre, sin propiciar que el paciente se “abandone placenteramente a la fantasía de estar en brazos de su madre”, ayudándolo por el contrario a salir, a reencontrarse con su proyecto de vida?

9

La Relación Enfermera - Paciente

Hemos hablado anteriormente del estado de desamparo originario (inmadurez de la especie) y dijimos que cualquier persona que necesite cuidados se encuentra, en términos relativos, en una indefensión similar.

Nos preguntábamos entonces: 9

¿Cómo cuidar sin propiciar el proceso regresivo, que aleja al paciente de su proyecto de vida?

9

¿Cómo “ocupar” ese lugar en el vínculo con el paciente, que en el estado de desamparo originario era el de su madre, sin que tal “ocupación” favorezca la fantasía de un retorno al seno materno?

Estas preguntas, tal vez formuladas en otras palabras, son las que suelen hacerse las enfermeras frente a su relación con los pacientes. Incluso muchas veces no alcanzan a transformarse en preguntas, sencillamente porque al sentirse involucradas en una relación atrapante, asfixiante, tanto para ellas como para el

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paciente, en el lugar de las palabras que son el elemento de la pregunta, surge la angustia. Vamos a diferenciar tres conceptos que nos parecen pertinentes para pensar toda esta situación. Ellos son los conceptos de:

9

Necesidad,

9

Demanda

9

Deseo.

9

La Necesidad está ligada a lo imprescindible para el sostenimiento de la vida, es imperiosa y no admite demoras ni deliberaciones. Sobre el objeto que la satisface no hay dudas: en la sed se necesita agua, en la asfixia: aire, en el hambre, alimento. El aumento de tensión orgánica (por hambre, por sed, o por lo que sea) debe ser rápidamente resuelto por una razón muy simple: la vida entra en riesgo.

9

La Demanda podemos recurrir al llamado, mediante el llanto, que el niño hace a su madre. La demanda es un pedido, un llamado a la presencia de otro, y cuando se llama a otro, cuando se pide la presencia de otro, se sepa o no, lo que se esta pidiendo es amor. No importa cual es el objeto que se está pidiendo, o mejor dicho, el que se dice pedir, lo que realmente se demanda es la presencia amorosa de ese otro. Aunque parezca complejo, este concepto de demanda es bien conocido por las enfermeras en su práctica cotidiana.

9

El Deseo: el objeto de deseo es cambiante y sustituible. Si alguien dice: “Quiero tomar una gaseosa con hielo y rodajas de limón”. Es claro que quien lo dice no tiene sed, no se encuentra en estado de necesidad, pues de lo contrario no tendría semejante capacidad de elección. Alguien en el medio del desierto y luego de días sin mojarse los labios ¿diría: “si no

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hay “agua tónica” no tomo nada”? El Deseo es algo que está relacionado con la sexualidad. Como se vio en el primer taller: si la sexualidad humana fuera como la animal, una necesidad, y recordando que en la necesidad el objeto es único ¿Cómo entenderíamos que alguien elija como objeto a cosas y actividades tan disímiles como: golpear y castigar (sadismo), el sufrimiento (masoquismo), ropa interior (fetichismo) o andar mirando intimidades con un catalejo (vouyerismo)? (ver psicosemiología: Trastornos en la elección del objeto sexual o en la meta sexual). Diferenciados entonces los tres conceptos ¿Cómo ubicamos todo esto en la relación enfermera - paciente?

¿Qué hace la enfermera con las necesidades del paciente?

9

Las satisface. Si el paciente necesita procedimientos clínicos, medicamentos, alimento o confort, no hay mucho que deliberar, se hace. Porque si no es así, lo habíamos dicho, se incrementa el riesgo de agravamiento o, en casos graves, de muerte. ¿Por qué habíamos dicho que la enfermera está habituada al

9

concepto de demanda, lo conozca con esta palabra o no? Es lógico que alguien que espera ser cuidado llame. Llama para que le “arreglen la almohada”, llama para “saber si vino el médico”, llama para “preguntar si falta mucho para el almuerzo”, fundamentalmente llama. La mayoría de las veces en esos llamados, no existe el más mínimo interés de parte del paciente por el “objeto” de su pedido. No le interesa ni la almohada, ni el médico, ni la comida. En muchas ocasiones esta situación se asemeja a la del niño que se despierta asustado en la noche, por una pesadilla que no está dispuesto a contar y llama a la madre porque “le duele el estomago”. Lo que pide en realidad, es la presencia tranquilizadora de su madre para que lo ayude a “ahuyentar a esos fantasmas”, cosa que probablemente nunca dirá. ¿Qué pide?

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Pide la protección, el amor de su madre, que sentirá materializado cuando acude a su llamado. La comparación del vínculo enfermera – paciente con el de la relación entre madre – hijo/a (sostenida aún con ahínco en algunos ámbitos de enfermería), si bien, como se ha visto, reconoce una base razonable, contribuye a una mistificación del trabajo de enfermería. La enfermera no es la madre de ningún paciente (lo será en todo caso de sus propios hijos y con eso tiene bastante). Cuando se habla de la demanda dijimos que el paciente, más allá de lo que pida, está demandando la presencia amorosa del otro. Ahora bien, que el paciente demande presencia amorosa no significa que la enfermera deba “amar” al paciente. Si fuera así el trabajo de enfermería sería irrealizable.



Algunas Precisiones:

Cuando se habla de presencia amorosa demandada

9

por el paciente, la enfermera debe poner el acento en presencia y no en amorosa. La de amor es una significación que viene del paciente (es su forma de significar su demanda) que de ningún modo puede interpretarse como una exigencia para la enfermera. Muy probablemente en su demanda, el paciente

9

deposite (transfiera) en la enfermera sus imágenes sobre la función materna. Lo cual no implica que la enfermera deba identificarse con esas imágenes que propone el paciente. Para decirlo en una fórmula: la enfermera debe encontrar una distancia óptima en su relación con el paciente. 9

No puede acercarse tanto como para quedar entrampada en la escena que demanda el paciente. Este sería el caso de la enfermera que pretende ocupar ese lugar materno, que además el

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paciente suele concebir como “incondicional”. El Incondicional no quiere decir

otra

cosa

que

exclusivo

e

independiente

de

toda

circunstancia. 9

En otros términos quiere decir: “Todo” .

9

Pero tampoco puede quedar “fuera de foco” en la relación con el paciente, que probablemente viviría esta actitud como un abandono (y detonaría, en ese caso, la actualización de vivencias de desamparo).

9

Es importante que la enfermera perciba cual es el lugar que el paciente pretende que ella ocupe, pero ello no supone que deba instalarse allí. En todo caso deberá entrar y salir de ese lugar de acuerdo al desarrollo y las exigencias del vínculo.

9

Para ejemplificar esa distancia óptima conviene recordar aquí la fábula de los puercoespines de Arthur Schopenhauer (del libro

Parerga y Paralipómena): los puercoespines, para protegerse del frío, solían reunirse y acurrucarse, pero al hacerlo se pinchaban con las púas que recubren su cuerpo. Parecía que debían elegir entre el frío y las pinchaduras, pero con el tiempo consiguieron calibrar su distancia a un punto en que no se pinchaban y se protegían del frío lo máximo posible. 9

Por eso decimos que la asimilación entre el lugar que ocupa la enfermera en el vínculo con el paciente y la función materna, entraña peligros.

9

La cuestión del deseo vamos a tomarla por el lado de la sexualidad en juego entre enfermera y paciente.

9

Pero, lo hemos aclarado en el primer taller, sexualidad no es igual a genitalidad, de lo contrario no habría sexualidad infantil y, fundamentalmente, de esto se trata este tema.

9

En la mitología popular asocia a la imagen de la

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enfermera a la que “atiende” al paciente, el cine grotesco ha dado sobrada cuenta de ello. La enfermera tiene contacto cotidiano con

9

cuerpos, cuerpos sufrientes, cuerpos desnudos en definitiva cuerpos sexuados. Si habíamos planteado que el bebé es erotizado por

9

el cuerpo de la madre, si dejamos claro que la sexualidad infantil compromete, en alguna medida, a la sexualidad de la madre… ¿Qué sucede frente a ese cuerpo, que por más

9

demandante que se muestre, ya no es el de un niño? ¿Por qué es esto negado sistemáticamente?

9

¿Qué le pasa a la enfermera con todo esto? Con toda certeza son las enfermeras y enfermeros quienes pueden contestar esta pregunta. Y si la pregunta se escatima... ¿No se omite menos la respuesta? ¿A qué obedece este silencio? Emparentada con este tema aparece la cuestión del “poder”.

La madre frente al hijo en situación

9

de desamparo, configura la máxima situación de poder de uno sobre otro (impotente) que pueda imaginarse. ¿Cómo se maneja esa posibilidad,

9

casi infinita de poder, de la enfermera/o frente al “desamparado”? 9

¿Y si ese poder “potencial” se usa, no se favorecerá la regresión del paciente?

9

¿No se podrá llegar por esta vía al sometimiento total y absoluto del paciente?

9

¿No se colocará al paciente en un estado en el cual su “indefensión” pase a ser aquello de lo

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que disfruta, transformando su cura en un imposible?

Es sabido que la atención de otro, requiere el uso de recursos propios (físicos y psíquicos) y que la utilización de estos recursos implica dos cosas:

9

Que, obviamente, se cuente con ellos.

9

y que su magnitud no exceda un determinado nivel de equilibrio, pues ellos son, básicamente, los mismos que consume para su propio autocuidado.

Como se percibe, se parte de la premisa de que quien brinda atención (en nuestro caso el personal de enfermería), conoce, o al menos intuye, esa suerte de ecuación personal que le permite cuidar sin exponerse al riesgo (que es en definitiva un riesgo propio, del paciente y del vínculo entre ambos). Se supone también que el “saber hacer” de la profesión de enfermería, incluye el dominio de prácticas mediante las cuales se consigue incrementar la cantidad y la calidad del uso de estos recursos. Pero para la enfermera que se entrega, ya sea desprevenida o desbordada a los imperativos de esta demanda, no le será fácil salir indemne.

El riesgo se acrecienta cuando carece de todo ámbito de contención. O peor: cuando el lugar del que espera contención sólo le oferta más conflicto. Allí suele sentirse literalmente “sacrificada”. Las consecuencias de todo esto, muchas veces “mudas”, suelen hacerse sentir.

Puede que la enfermera se obligue a dar mucho más de lo que tiene. Se inscribe entonces en un ideal que la agobia. Aquello que se le torna inmanejable comienza a expresarse en síntomas.

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Ensaya argumentos: “...del hospital para adentro es una cosa, para afuera es otra...” ( Transformando la puerta del hospital en instancia psíquica), “...una se forma

una

coraza...”

(Descripción

de

un

anesteciamiento

de

límites

imprecisos), “...adoro mi trabajo...” (Movida, muchas veces, más por la resignación que por el entusiasmo). Frecuentemente el malestar es desconocido por la enfermera que dice sentirse “tranquila” en su labor. Momento comúnmente simultáneo con un alto índice de ausentismo en el servicio. O, por el contrario, una eficiencia y asistencia perfectas se compatibilizan con una progresiva rigidización del carácter. Síntomas de malestar encubierto por la indiscriminación del sufrimiento del paciente con el suyo propio; o de una rebelión no reconocida, frente al “sacrificio” de una vocación de servicio forzada más allá de lo tolerable; o de la sensación de estar arriesgando su propia salud, no siendo cuidada como ella cuida; o de la impotencia frente a una burocrática rutina de servicio que “achata” sus mejores propósitos; o del incremento de discordias, litigios y querellas entre pares, con superiores y con la institución; o de los rigores de unas condiciones de trabajo que enfrenta “a desgaste puro” y que corroen día a día las expectativas y las ilusiones que sostenían su elección vocacional.

No existe la posibilidad de cuidar sin cuidarse. El sacrificio es un fenómeno que pertenece al ámbito de lo religioso y no se lleva bien con los requerimientos de la tarea profesional.

Cuando se hablo de vínculos primordiales, los vínculos con la madre y el padre, nos preguntamos sobre las diferencias entre los cuidados maternos y los paternos. Esto no quería decir que los cuidados maternos sean patrimonio exclusivo de la persona de la madre (recuerden que esa era la razón por la cual preferíamos hablar de “función materna”). No que los cuidados paternos, sean excluyentes del padre.

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Lo dicho autoriza a pensar que tanto la madre como el padre, pueden alternarse en el cumplimiento de las funciones tanto maternas como paternas.

Hablamos entonces de modalidades maternas de asistencia (o cuidado) y modalidades paternas, independientemente del sexo de la persona que las lleve a cabo.

¿Cuándo la enfermera/o cuida con modalidad materna y cuando con modalidad paterna? 9

Frente a un paciente muy demandante se requiere una limitación de sus pedidos, hablamos aquí de una modalidad paterna de intervención.

9

Mientras que frente otro paciente que no parece manifestar pedido alguno, ni siquiera los más elementales, lo adecuado será estimularlo a la expresión de su demanda, modalidad materna.

¿No es la alternancia de estas modalidades vinculares, de acuerdo a la situación del paciente, la guía que previene de cualquier desviación?

La Relación - Enfermera – Médico

9

La enfermera/o se relaciona con el médico y de alguna manera, a través de él con todos los estamentos “superiores” de la institución.

9

¿Qué tipo de relación establece la enfermera con el médico?

Eso depende, y depende de los lugares que mutuamente se atribuyan. La enfermera puede ser desde una “compañera” de trabajo, en relación de paridad con el médico, hasta una “súbdita”.

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En un extremo se diluirá la diferencia de funciones y en el otro se “solidificarán”

las

discriminaciones

profesionales,

hasta

convertirlas

en

“diferencias de naturaleza”.

¿Qué función tiene cada uno?

9

Clásicamente se le otorga al médico la función de la cura del paciente y a la enfermera/o la del cuidado.

¿Cuáles son las diferencias entre una tarea y

9 otra?

Si recurrimos nuevamente a la etimología la cosa se pone difícil: cura y cuidado provienen de la misma raíz.

“CURA: asistencia que se presta a un enfermo y antiguamente “CUIDADO”. Del lat. CÚRA “cuidado, solicitud”. Al “párroco”, 1330, se aplicó esta denominación por tener a su cargo la cura de las almas o cuidado espiritual de los feligreses” (Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, J. Corominas, Ed. Gredos, Madrid, 1976).

9

¡Sin embargo nadie duda que las funciones del médico y la enfermera sean distintas!

9

¿Cómo es?.. ¿El médico sabe y la enfermera obedece?... ¿El médico piensa y la enfermera actúa?

9

El médico: recibe una formación que lo habilita para el diagnóstico (que en traducción etimológica literal es: “a través del conocimiento”) y prescripción del tratamiento de las enfermedades con vistas a su cura.

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La enfermera: es formada para “cuidar”, para “diagnosticar

9

y planificar los cuidados de enfermería” (en términos de su formación: función, conocimiento y a legislación vigente) y para llevar a cabo los procedimientos inherentes a esta profesión, “no médicos” (porque no fueron formados para realizarlos) que el facultativo indica en algunos casos (Ejemplo: indicación de la administración de medicamentos, nombre, vía etc. y otros muy específicos). Salvo estas articulaciones interdisciplinarias, por la Ley

9

24.004, Enfermería es una Profesión Libre. Ante semejante claridad de división del trabajo. ¿Qué es lo que hace que el vínculo oscile desde la paridad

9

a la más absoluta subordinación? Esta es una cuestión que les corresponde tanto a médicos como a enfermeras

9

La Relación Enfermera – Enfermedad

Si la enfermera se relaciona con el enfermo, también se relaciona directamente con la enfermedad. Porque. ¿Cómo hace para aislar al enfermo de la enfermedad? ¿No existe en la enfermera el temor y el riesgo real de contagiarse?

Tal vez el riesgo real solo tenga asidero en las enfermedades

9

infecto - contagiosas. Pero el temor ¿No alcanza al conjunto de enfermedades

9

orgánicas? E inclusive ¿No se multiplica frente a las enfermedades mentales? Frente a estos temores reales e imaginarios caben dos posibilidades extremas: 9

La enfermera es ganada por el temor, lo que naturalmente producirá consecuencias sobre su rendimiento laboral y sobre su salud

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mental; O negará, no solo sus temores sino los riesgos reales y se

9

convertirá en una suerte de “kamikaze” que se arrojará al peligro. Por paradójico que parezca, estos extremos, no sólo no

9 son

excluyentes,

sino

que

pueden

ser

perfectamente

complementarios.

¿Es que alguien puede cuidar a otro sin cuidarse a sí mismo? Una fábula cuenta la historia de una persona que se cae en un pozo. Pide ayuda gritando. Pasa otra persona que recibe el clamor y le acerca una soga para sacarlo. Como el procedimiento fracasa, porque la soga es corta, se arroja ella también al pozo con la intención de ayudarlo. Mueren los dos. Fuera de las interpretaciones que cada uno haya hecho de esta pequeña fábula, podemos hacernos una pregunta... ¿A quien le sirve el “sacrificio de autoinmolación” de la enfermera?..... ¿No será que nuestra enfermera “se ha vuelto loca”, y como no puede salvar, se mata?



El paciente terminal.

Nos interesa el caso de un paciente “terminal”, alguien a quien la medicina ha “desahuciado”, aquel “que ya no puede hacerse nada por él”.

¿No puede hacerse nada por él? No es verdad, se lo puede acompañar en los momentos previos a su muerte. Pero esto implica muchas cosas.

Primero debería entenderse que el hecho de que un paciente esté próximo a

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morir no significa un fracaso personal de quien tiene a su cargo cuidar del mismo. Y esto requiere una renuncia a la Omnipotencia personal y profesional. Todos sabemos que esto no es fácil, que genera una extraña culpa… Pero ¿Culpa por qué? ¿Por no haber cumplido con un objetivo imposible? La situación confronta a la enfermera con su propia finitud (mortalidad) y exige una importante dosis de “humildad” (reconocimiento de un destino “finito”). Finalmente y sin ninguna retórica, la muerte es el último instante de nuestra vida, el que, con su punto final le da sentido. Pero no solo de muerte biológica “muere el hombre”. Existe la posibilidad de la “muerte psíquica”: como la que representa la eterna repetición de sucesos traumáticos que no se resuelven, o la irrupción de la enfermedad “orgánica” como “solución” de una situación insoportable, o la “muerte súbita” como “implosión” de un sujeto colapsado, o el aferramiento a la melancolía en un autorreproche suicida que oculta una imposible expresión del odio a otro, son algunas de sus manifestaciones ¿Cómo cuidar a aquel que se agrede a sí mismo?

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