TEATRO DE POSGUERRA EL TEATRO DESDE LA GUERRA CIVIL A LOS AÑOS SETENTA

TEATRO DE POSGUERRA EL TEATRO DESDE LA GUERRA CIVIL A LOS AÑOS SETENTA. (Sobre la situación de España hasta los años 50 y la literatura del exilio, vi

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TEATRO DE POSGUERRA EL TEATRO DESDE LA GUERRA CIVIL A LOS AÑOS SETENTA. (Sobre la situación de España hasta los años 50 y la literatura del exilio, vid. el tema de LA NOVELA DE POSGUERRA) 1.-EL TEATRO DE LOS AÑOS CUARENTA. Durante los años cuarenta el teatro sirve como vehículo de propaganda política o como simple evasión y escapismo de la realidad. El teatro de estos años es: -teatro militante falangista o nacional-católico; -comedia burguesa en la línea de la alta comedia de Jacinto Benavente; -teatro de humor; -comedia sentimentaloide y lacrimógena próxima a la subliteratura rosa de quiosco. Después de la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial la militancia ideológica explícita y el triunfalismo nacionalista se atenúan o se camuflan. El modelo teatral dominante es el de la comedia burguesa benaventina. Es el teatro practicado por José María Pemán y Juan Ignacio Luca de Tena. Sus características son: -una cuidada construcción; -la dosificación de la intriga para mantener el interés en todo momento; -la hábil alternancia de escenas humorísticas y sentimentales, que llevan a los espectadores de la risa al llanto: -personajes de clases medias que se mueven en ambientes acomodados e incluso cosmopolitas; -los temas insisten en asuntos matrimoniales, problemas de celos, infidelidades diversas; -hay una cierta crítica de costumbres, pero la sátira no sobrepasa nunca ciertos límites y es siempre superficial y de buen tono -el final es feliz. En el teatro de humor sobresale Enrique Jardiel Poncela quien pese a su ideología reaccionaria no sigue los moldes teatrales dominantes y continúa con su afán renovador de la dramaturgia española. La imaginación, el ingenio, lo inverosímil, lo fantástico, lo absurdo son rasgos de sus obras: Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada,… También fueron frecuentes en la época espectáculos de variedades y los de tipo folclórico. Siguieron representándose zarzuelas y abundaban las comedias de tipo melodramático y folletinesco. 1

2.-EL TEATRO DE

LOS AÑOS CINCUENTA.

También en le teatro de esta época puede hablarse de realismo social. En el teatro comercial siguen predominando los melodramas y las comedias burguesas o humorísticas. Revistas, zarzuelas espectáculos de variedades y musicales diversos completan el panorama. Las salas de cine se abastecía preferentemente de las producciones de Hollywood, pero también daban salida al cine español, en el que abundaban comedias melodramáticas, películas de humor, producciones musicales, dramas históricos,… Ningún espectáculo se ofrecía al público sin pasar antes por la censura, que prohibía espectáculos improcedentes y mutilaba otros. La censura oficial provoca la censura de los empresarios, que no están dispuestos a perder dinero, y la autocensura. Al final de la década aparece un público más crítico e inquieto, especialmente en los ámbitos universitarios. Entre los dramaturgos cuyas obras muestran su disconformidad con la realidad política española se abre un debate entre: a)los partidarios del posibilismo, encabezados por Antonio Buero Vallejo. Estos dramaturgos están dispuestos a atenuar su crítica o a mostrarla mediante alusiones, símbolos, alegorías y guiños cómplices al espectador con tal de conseguir que sus obras se representen y las conozca el público; b)los partidarios del imposibilismo, liderado por Alfonso Sastre, quienes pretenden expresarse con libertad aun a riesgo de toparse con la censura y no ver sus dramas puestos en escena. Antonio Buero Vallejo (1916-2000) obtuvo en 1949 el premio Lope de Vega con Historia de una escalera, obra que contrasta con el teatro español de la época. A partir de la pobre vida material y espiritual de varias familias trabajadoras de una casa de vecinos se retrata con eficacia la situación de pobreza y falta de salidas de una colectividad atrapada en un mundo miserable y sin futuro. En el teatro de Buero se reiteran temas como la libertad, la injusticia, la verdad y también motivos argumentales o dramáticos como los personajes con limitaciones físicas o la utilización de espacios y otros elementos reales con función simbólica (la escalera, por ejemplo, de Historia de una escalera simboliza la incapacidad de los personajes de progresar material y espiritualmente). Con frecuencia Buero ahonda en sus obras en aspectos permanentes de la naturaleza humana como la soledad, la felicidad, el amor, la libertad, la doblez, la hipocresía, la falta de autenticidad. No es el suyo un teatro psicológico, sino alegórico, en el que la 2

preocupación por problemas humanos universales propicia que sus dramas tengan un alcance moral que bordea lo metafísico, sin perder por ello la intención de testimonio o de crítica social. En la producción de Antonio Buero Vallejo hay varias etapas: a)una época de teatro existencial, hasta muy avanzados los años cincuenta. A esta etapa se adscriben Historia de una escalera (1949), En la ardiente oscuridad, Las cartas boca abajo; b)una etapa de crítica social más definida desde fines de los cincuenta hasta fines de los sesenta. En 1958 estrena Un soñador para un pueblo, que es un drama histórico. La ambientación histórica es un recurso para sortear la censura y hacer un teatro posible trasponiendo los problemas actuales al pasado. Otros dramas históricos son Las Meninas y El concierto de San Ovidio; c)un teatro último en el que la preocupación existencial y social se conjuga con un deseo de innovación formal. Quizás la novedad técnica más llamativa son los efectos de inmersión, es decir, la corporeización escénica de sueños o visiones de los personajes o el empleo de ciertos recursos de tramoya, luz o sonido que permiten al espectador adentrarse en la conciencia de un personaje y ver u oír las cosas tal y como éste las percibe. Alfonso Sastre (1926 - ). Mantuvo con Bueno Vallejo una agria polémica sobre el posibilismo/imposibilismo del teatro. Sus primeras piezas teatrales a fines de los años cuarenta (Uranio 235, Cargamento de sueños) revelan un proceso de aprendizaje y una concepción novedosa del teatro: presencia de elementos oníricos de tipo surrealista, evocaciones retrospectivas, escenografía esquematizada, temática existencial,… Tras las primeras tentativas, su teatro muestra una insistente preocupación por las consecuencias que tiene un poder injusto sobre los individuos que lo sufren, tanto en los grandes ámbitos colectivos como en los pequeños grupos sociales como la familia. Sastre también indaga en las posibilidades de rebelión contra las formas de orden injusto y en los problemas éticos que la lucha cotidiana plantea a un revolucionario. De esta época son Guillermo Tell tiene los ojos tristes, La mordaza y Escuadra hacia la muerte (1952), un hito en el teatro español de la posguerra que desarrolla la tensa convivencia entre un cabo tiránico y un grupo de soldados que han de desempeñar una misión suicida en el frente. La obra se centra en algunos de los temas predilectos de Sastre: la opresión, la rebelión, la culpa, la expiación. En los años sesenta se acentúa la preocupación social y se aprecia una evolución estética influida por Beltold 3

Brecht. Sastre denomina a las obras que escribe en esta época tragedias complejas, y en ellas pretende conjugar elementos de las tragedias clásicas con ingredientes del esperpento de Valle-Inclán, del teatro épico de Brecht y del teatro-documento de Meter Weiss. Sastre aspira a que el espectador acabe identificándose, como en la catarsis de la tragedia griega, con los personajes y tomen así conciencia social, tras haber percibido desde la distancia la situación trágica de los personajes, tal como ocurre en el esperpento de Valle-Inclán y en las obras de Bertold Brecht. En las tragedias complejas se utiliza el humor. No es un humor evasivo. El mensaje es que en la comicidad de muchas situaciones reside lo más profundo e inalcanzable de la tragedia humana en esta sociedad. El espectador se reconoce a sí mismo en el mundo risible y grotesco de la escena y de ahí surge el convencimiento de que es necesario cambiar ese mundo. Otros rasgos de las tragedias complejas son la ironía, la fragmentación en cuadros, la ampliación de las acotaciones, las intervenciones del narrador, el uso de música, diapositivas, proyecciones de películas, carteles, juegos de luces,… La sangre y la ceniza, Crónicas romanas y La taberna fantástica (1962) son obras que responden a estas características. Entre 1969 y 1971 Sastre se interesa por lo terrorífico y espeluznante. En obras como ejercicios de terror o El cuervo busca la revelación de los siniestro en el ámbito de lo familiar, según la idea de Sigmund Freud de que la extrañeza habita en lo familiar y lo familiar en lo extraño. El reconocimiento de lo extraño e inquietante en lo cotidiano revela oscuras profundidades de la realidad y muestra, como en Kafka, que lo insólito forma parte de la vida corriente. Otros dramaturgos en cuyas obras es patente la crítica social son Lauro Olmo, José Martín Recuerda, Carlos Muñiz,… En cuanto al teatro de consumo, en esta época oscila entre el melodrama conformista y el humor intrascendente. Alfonso Paso es el más prolífico abastecedor de la escena de esta época. Sus comedias se caracterizan por la intriga fácil y la ideología reaccionaria. En la vertiente humorística triunfan Carlos Llopis, Edgard Neville y Miguel Mihura, autor de Tres sombreros de copa, obra que conjuga la tradición de una comedia bien hecha , el teatro de humor y el espíritu iconoclasta de las Vanguardias. Tres sombrero de copa satiriza la rutina y la mediocridad de la vida burguesa de provincias. La estructura de la comedia es clásica (tres actos con planteamiento, nudo y desenlace) y se respetan las unidades de espacio y tiempo. La trasgresión viene del lado de las situaciones y del lenguaje, que transita por la senda del disparatado humor 4

vanguardista, con toda su carga de rebeldía estética y moral. Las situaciones insólitas, el uso inadecuado de objetos, la ruptura de la lógica, las hipérboles inesperadas, las respuestas absurdas, los juegos lingüísticos ponen en tela de juicio las convenciones y las instituciones (especialmente el matrimonio) que hace imposibles la libertad individual y la aspiración a una felicidad absoluta. 3.-EL TEATRO EN LOS AÑOS SESENTA Y SETENTA. Dentro del teatro comercial dominan la escena las comedia melodramáticas, de intriga o de humor de Alfonso Paso, Miguel Mihura, Jaime Salom, Jaime de Armiñán,…En 1963 estrena Antonio gala Los verdes campos del Edén. Las obras de Gala se caracterizan por su tono poético, la fácil simbología, una presentación escénica convencional y cierta inclinación hacia lo didáctico o moralizante. El teatro realista de intención social sigue encontrando dificultades de representación debido a la censura, a las estructuras conservadoras del teatro comercial y a la resistencia del público a las innovaciones estéticas e ideológicas. Como ocurre en la poesía y en la novela, un grupo de dramaturgos siente la necesidad de experimentar con la forma y de encontrar cauces diferentes a la expresión dramática. Este teatro experimental (llamado también teatro underground, vanguardista, maldito, del silencio, absurdo) se define por su oposición estética al teatro realista y conecta con la tradición de Anonin Artaud que considera el teatro como un espectáculo en donde el texto no es necesariamente el elemento central de la representación. Asimismo se pretende romper con la tradicional división entre el escenario y los espectadores. Muchas veces el texto sólo es el punto de partida y en la representación se introducen las modificaciones que se crea conveniente hasta llegar a una creación colectiva en la que no son infrecuentes las improvisaciones. En cuanto a los temas sigue siendo habitual la denuncia social y política del régimen franquista, la falta de libertad, la opresión, la alienación, la denuncia de la sociedad de consumo,…En ocasiones, para sortear la censura se tiende a la utilización de un lenguaje parabólico y multitud de símbolos que el espectador ha de interpretar. El alegorismo entronca con el teatro del absurdo de Ionesco o de Beckett. Otras veces se prefiere la farsa y el tono grotesco, con una creciente influencia de Valle-Inclán. El dramaturgo más valorado de este tipo de teatro es Francisco Nieva. Peculiar es el teatro de Fernando Arrabal (1932-). En los años cincuenta su teatro se relaciona con los principios estéticos del postismo: imaginación, 5

antirrealismo, elementos surrealistas, lenguaje ingenuo e infantil, ruptura con la lógica. De esta época son obras con El triciclo, Picnic, Fando y Lis, El laberinto, El cementerio de automóviles. Sus creaciones posteriores se encuadran dentro del llamado teatro pánico, que recoge ingredientes del teatro del absurdo y de las vanguardias históricas con el propósito de crear un teatro total (pánico, del griego pan, “todo”). El teatro pánico exalta la libertad creadora y persigue la provocación y el escándalo del espectador. Arrabal introduce en sus obras elementos expresionistas, formas del vodevil y de la revista musical, situaciones eróticas y otros recursos que buscan la ruptura con lo convencional. En los últimos años del franquismo tiene notable importancia el fenómeno del teatro independiente, grupos de aficionados que intentan llevar el teatro a los más diversos rincones del país como Los Goliardos, Tábano, Els Joglars, Els Comediants,…

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