TEJIENDO OTRAS FORMAS DE SOLIDARIDAD

TEJIENDO OTRAS FORMAS DE SOLIDARIDAD Actividades del Observatorio por la Autonomía y Derechos de los Pueblos Indígenas en Colombia TEJIENDO OTRAS FO

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TEJIENDO OTRAS FORMAS DE SOLIDARIDAD Actividades del Observatorio por la Autonomía y Derechos de los Pueblos Indígenas en Colombia

TEJIENDO OTRAS FORMAS DE SOLIDARIDAD Actividades del Observatorio ADPI

Barcelona, junio 2013

Observatorio por la Autonomía y Derechos de los Pueblos Indígenas en Colombia C/Riego 37, Bajos. 08014, Barcelona Correo electrónico: [email protected] Página web: www.observatorioadpi.org Textos: Observatorio ADPI Diseño y maquetación: La Ciutat Invisible S.C.C.L. (disseny.laciutatinvisible.coop) Barcelona, junio 2013

Con el apoyo de:

CONTENIDO Presentación

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1. Qué es el Observatorio

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2. Los pueblos indígenas en Colombia

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3. Pueblos en riesgo de extinción física y cultural

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4. Entre fuegos cruzados: genocidios y crímenes de lesa humanidad

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5. Multinacionales de la industria extractiva: otro riesgo de extinción física y cultural

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6. El pueblo Awá: crónica de un exterminio anunciado

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7. Acompañamiento en Colombia

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8. Propuesta de paz de los pueblos indígenas

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9. Curso Pueblos indígenas: amenazas, resistencias y alternativas

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10. Indígenas de Colombia intercambian saberes y resistencias con movimientos sociales de Catalunya

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11. Ciclo de actividades: caminando la palabra de la resistencia indígena de Colombia por territorio catalán

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12 . Acciones de solidaridad en Barcelona

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PRESENTACIÓN OTRAS FORMAS DE SOLIDARIDAD Los tiempos que corren nos invitan a encontrar otras prácticas de solidaridad. En el Norte siempre se ha pensado que la única forma de civilización válida es la que ha establecido la modernidad de Occidente y que los pueblos del Sur son “atrasados” o “subdesarrollados” y lo único que tienen para aportar son sus riquezas naturales y su capacidad de trabajo. Sin embargo, la situación actual nos ha demostrado que las crisis económica, financiera, energética, ecológica y humanitaria han sido producidas por ese esquema de pensamiento cuya pretensión de un modelo de desarrollo con un crecimiento ilimitado es inviable y está llevando al planeta y a la humanidad al borde de la catástrofe. Al mismo tiempo, se han abierto las puertas a nuevas formas y modelos de pensamiento y a la recuperación de visiones ancestrales en las que se encuentran alternativas a la realidad que vivimos. Comenzamos a ser conscientes de que muchos pueblos, entre ellos los indígenas, poseen conocimientos distintos, otras concepciones de la vida y la sociedad, otras formas de relacionarse entre ellos y con la naturaleza; que otras voces y maneras de ver el mundo, como las de las mujeres, han sido silenciadas e invisibilizadas; y que ahora esos saberes deben ser reconocidos como igualmente válidos y valiosos.

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Esta realidad nos lleva a pensar que la verdadera solidaridad es aquella que surge entre iguales respetando el derecho a ser diferentes, en el reconocimiento mutuo, el intercambio recíproco, de ida y vuelta. La solidaridad que se construye al compartir los saberes, las experiencias y las resistencias; la que hace un esfuerzo por abrirse a las otras y los otros, conocerlas y valorar sus aportes. Por este motivo, en el Observatorio ADPI buscamos fomentar el intercambio directo entre los movimientos sociales de una y otra parte del mundo: que en el Norte se difundan las propuestas y resistencias de las sabidurías indígenas y, que a su vez, los pueblos indígenas conozcan las experiencias y aportaciones de los movimientos sociales de Europa; que ambos establezcan lazos de conocimiento y colaboración mutuos. En este justo momento, en el cual necesitamos defender con todas nuestras fuerzas los bienes comunes, este puede ser, quizás, el medio más adecuado para hermanar las luchas y encontrar juntos nuevas alternativas. En este pequeño libro queremos compartir nuestra corta experiencia en esta perspectiva. En vez de un informe de actividades o unas memorias convencionales, hemos creído que lo mejor es mostrar el camino que hemos recorrido en nuestra búsqueda de otras formas de solidaridad.

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1. QUÉ ES EL OBSERVATORIO Acción de solidaridad con los pueblos indígenas ante el Consulado de Colombia en Barcelona. Foto: Observatorio ADPI

Somos un colectivo de organizaciones y personas que trabaja por la defensa de los derechos humanos y colectivos de los pueblos indígenas en Colombia. Realizamos acciones internacionales de seguimiento, denuncia y visibilización de la situación, luchas y propuestas de dichos pueblos. Nos concebimos como una herramienta que sistematice y difunda dentro de Catalunya y el Estado español las noticias, documentos y otros recursos vinculados a las actuales problemáticas y a los procesos de resistencia de los pueblos indígenas. Además, somos un espacio de construcción colectiva que aspira a consolidar una red de apoyo conformada por organizaciones sociales, centros universitarios e instituciones públicas catalanas y colombianas. Al mismo tiempo, desarrollamos actividades de sensibilización, formación, investigación e incidencia política.

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Nuestro trabajo con los pueblos indígenas se basa en los siguientes principios: • El apoyo mutuo y la solidaridad con los pueblos indígenas de Colombia y los demás pueblos del mundo. • La defensa de la autonomía y el autogobierno como el sustento de la libre autodeterminación de los pueblos y como alternativas para la construcción de territorios y sociedades justas y participativas. • El reconocimiento de las culturas propias de los pueblos y grupos étnicos y el respeto por sus cosmovisiones y conocimientos ancestrales como fuentes de saber. • El rechazo del conflicto armado que vive Colombia y la búsqueda de una solución política que incluya la construcción de paz desde las propias comunidades, los movimientos sociales y la sociedad civil. • El apoyo a los planes de vida de las comunidades, su visión del buen vivir, y el respeto a todos los seres humanos y a la naturaleza como aportes necesarios para superar la crisis de los modelos de desarrollo basados en el crecimiento y la acumulación económica.

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2. LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE COLOMBIA Movilización Minga 2008, Cauca. Foto: Yohanna Guerrero

No existe un dato cierto sobre cuántos pueblos indígenas sobreviven hoy en Colombia. Por una parte, la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) ha estimado que en el territorio colombiano habitan 102 pueblos indígenas. Por otra parte, el censo de población elaborado en el 2005 por el Departamento Nacional de Estadística (DANE) contabilizó 87 pueblos. De acuerdo con el DANE en Colombia existen 1.392.623 personas indígenas –la mayoría de ellas ubicadas en zonas rurales-, cifra que representa el 3,3% de la población nacional. Estos pueblos hablan 64 lenguas amerindias agrupadas en 13 familias lingüísticas. Además, poseen múltiples modelos de gobierno basados en sus autoridades tradicionales, distintas formas de economía y producción comunitaria, una diversidad de cosmovisiones y conocimientos ancestrales, y una larga experiencia de luchas y resistencias contra el dominio colonial y, actualmente, frente a los diferentes grupos armados legales e ilegales y a las multinacionales que con sus megaproyectos extractivos, energéticos e hidráulicos pretenden profanar sus territorios sagrados.

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A principios del siglo XX, entre 1914 y 1918, el levantamiento indígena liderado por Manuel Quintín Lame en el departamento del Cauca, abrió el camino de las luchas contemporáneas de los movimientos indígenas. A partir de los años sesenta estos movimientos han adelantado un vasto proceso de movilización buscando recuperar sus tierras, sus culturas, su autonomía y su organización. Producto de estas luchas las comunidades han logrado organizarse en sus propios territorios bajo la forma de resguardos y cabildos. Este proceso confluyó en 1982 en la creación de la ONIC y en su participación en la Asamblea Nacional Constituyente que redactó la Constitución de 1991. Dentro de este nuevo pacto social se incluyeron algunas de las normas fundamentales relativas a los derechos étnicos, un marco general para las relaciones entre el Estado y los pueblos indígenas y, además, se reconoció a Colombia como un país pluriétnico y multicultural. En la actualidad los movimientos indígenas son uno de los actores más importantes en las luchas sociales y políticas del país. Pese a que su población es menor que la de otros sectores sociales -a diferencia de Ecuador, Bolivia u otros países- día a día sus movilizaciones y propuestas ganan un mayor protagonismo. La movilización indígena tiene como máxima expresión La Minga, es decir el actuar en comunidad, la manera como ellos hacen todas sus cosas. Actúan en Minga para demandarle al Estado que cumpla con sus obligaciones, para recuperar sus tierras, para construir su autonomía y gobierno propio. También realizan Mingas de pensamiento para desarrollar sus ideas de acuerdo con sus sabidurías ancestrales. En 2008 la Minga social y comunitaria –compuesta por más 40.000 personas- marchó desde sus territorios en el Cauca hasta la plaza de Bolívar de Bogotá en donde, junto con otros sectores sociales, exigieron el cumplimiento de compromisos asumidos por el gobierno central, referidos principalmente al reclamo de derechos territoriales. Desde entonces muchas Mingas se continúan desarrollando. La fortaleza más grande que tienen los pueblos indígenas, y que les ha permitido sobrevivir siglos de opresión y exterminio, es su cultura. Esta cultura se funda en su especial relación con la naturaleza y la defensa de la Madre Tierra, su derecho propio o ley de origen, y su firmeza indoblegable en la lucha por su autonomía. Como ocurre con las demás pueblos originarios del Abya Yala, en sus culturas es posible vislumbrar caminos y alternativas para ayudar a la humanidad en una época en que las crisis globales y la incertidumbre social, política y ambiental amenazan al planeta y a todos los hombres y mujeres del mundo.

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3. PUEBLOS EN RIESGO DE EXTINCIÓN FÍSICA Y CULTURAL Una niña del pueblo Emberá-katío muestra con frustración el tamaño de los peces que se pueden pescar en el río Sinú después de la construcción de la represa y lo compara con otro comprado en el pueblo más cercano. Foto: Conchita Guerra

En Colombia, según la Corte Constitucional, existen 35 pueblos indígenas en grave riesgo de extinción física y cultural Wiwa

Embera Chamí

Siona

Yukpa

Totoró

Kankuamo

Wounaan

Betoy

Kuna

Huitoto

Arhuaco

Awá

Sicuani

Eperara

Kogui

Nasa

Nukak-Makú

Misak (Guambiano)

Kamentzá

Wayuú

Pijao

Guayabero

Zenú

Kichwa

Embera Katío

Koreguaje

U’wa

Yanacona

Cuiva

Kofán

Chimila

Kokonuko

Embera Dobidá

Tabla 1. Pueblos indígenas en grave riesgo de extinción física y cultural según la Corte Constitucional Colombiana.

Inga

Hitnú

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Según la ONIC, además de los pueblos anteriores, existen otras 31 comunidades (concentradas en su mayoría en la Amazonía y la Orinoquía) que también enfrentan un grave riesgo de extinción física y cultural basado en su enorme fragilidad demográfica, pues cada uno de ellos cuenta con una población de menos de 500 personas. 18 de dichos pueblos tienen una población inferior a 200 personas, mientras que 10 están conformados por menos de 100 habitantes.

Yamatero

Muinane

Ocaina

Carab

Tariano

Makaguaje

Yaruro

Yohop

Matapi

Yagua

Pisamira

Dujos

Amorua

Kacua

Masiguare

Tsiripu

Judpa

Chiricoa

Achagua

Guayavero

Eduria

Yauna

Nonuya

Carijona

Carapana

Piaroa

Bara

Kawiyari

Tatuyo

Bora

Wipijiwi Tabla 2. Pueblos en riesgo de extinción física y cultural como consecuencia de su fragilidad demográfica.

¿Cuáles son las causas del riesgo de extinción física y cultural? Un primer conjunto de factores está asociado con elementos históricos, estructurales y de larga duración. Provienen de la época de la conquista y la colonia, fueron incrementándose durante la república, con la ampliación de la frontera agrícola y la colonización interna del territorio, y se agudizaron en el siglo XX como consecuencia del conflicto armado y las violencias que ha padecido el país desde hace seis décadas. A este grupo de factores están asociados fenómenos como la expropiación y expulsión de los pueblos indígenas de sus tierras ancestrales, la pérdida de sus cosmovisiones, idiomas y formas propias de vida, el abandono institucional, y la discriminación estructural.

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Mapa elaborado por Fidel Mingoronce - HREV, 2012.

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En las últimas décadas, los factores de larga duración se han combinado con estos otros acontecimientos: • la prolongación del conflicto armado; • el actual modelo de desarrollo económico que prioriza la explotación y exportación, por parte de empresas transnacionales, de recursos naturales (minerales, petróleo, oro, biodiversidad y otros) sin respetar el medio ambiente ni la obligatoriedad de la consulta libre, previa e informada con los pueblos indígenas quienes han sido los propietarios legítimos de los territorios donde se encuentran dichos recursos; • la construcción de grandes obras de infraestructura conocidas como megaproyectos; • la explotación intensiva de grandes extensiones de tierra para la producción de agrocombustibles a través del cultivo de palma africana y caña de azúcar. Actualmente dichos factores tienden a intensificarse como consecuencia de: la ampliación de concesiones mineras y petroleras prevista en el Plan de Desarrollo Nacional 2010-2014; la firma (sin consultar a las comunidades indígenas) de tratados de libre comercio con la Unión Europea, Estados Unidos y otras potencias mundiales; el no cumplimiento por parte del gobierno nacional de los Planes de Salvaguardia Étnica ordenados por la Corte Constitucional en el Auto 004 de 2009 para prevenir y reducir los riesgos de extinción física y cultural; el no acatamiento de los instrumentos jurídicos internacionales (por ejemplo, el convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales) ratificados por Colombia, ni de la legislación nacional en materia de protección y reconocimiento de los derechos individuales y colectivos de los pueblos indígenas. Como consecuencia de la intensificación de los factores de riesgo de extinción física y cultural, en marzo de 2010, la ONIC lanzó la campaña “PALABRA DULCE, AIRE DE VIDA, Campaña para la pervivencia de los pueblos indígenas en riesgo de extinción en Colombia ” con el objetivo de visibilizar dicha situación y construir una red internacional de apoyo. Desde el Observatorio ADPI hemos apoyado esta campaña e invitamos a todos nuestros amigos y colaboradores a conocerla y a respaldarla (http://issuu.com/adminonic/docs/palabra_dulce_aire_de_vida).

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4. ENTRE FUEGOS CRUZADOS: GENOCIDIO Y CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD Un guardia indígena ayuda a la evacuación de los escolares tras sentirse una fuerte explosión en Toribío.

Foto: Javier Sulé

La prolongación y degradación de la guerra que vive Colombia es uno de los factores que inciden con mayor fuerza en la extinción física y cultural de los pueblos indígenas. La vida en sus comunidades y territorios transcurre en medio de fuegos cruzados: día a día, son víctimas de asesinatos, masacres, desapariciones, violencia sexual, señalamientos, persecución de dirigentes, desplazamiento forzado, etc. Los informes producidos por los organismos defensores de derechos humanos nacionales e internacionales muestran, año tras año, la responsabilidad que tienen los agentes del Estado, el paramilitarismo y las guerrillas en las graves violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario de las comunidades indígenas. Diferentes organizaciones internacionales y nacionales han señalado que en Colombia está ocurriendo un genocidio en contra de los pueblos indígenas. Por ejemplo, varios de los Relatores Especiales sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas han lanzado alertas sobre este hecho y, además, han invitado al país al Asesor Especial para la Prevención del Genocidio de las Naciones

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Unidas. Por otra parte, el profesor Bartolomé Clavero, Vicepresidente del Foro Permanente de Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas (20092011), ha sostenido que en el Auto 004 de 2009 de la Corte Constitucional de Colombia se encuentran indicios de crímenes de lesa humanidad y genocidio contra de los pueblos indígenas de Colombia. Y un comunicado de la ONIC de agosto de 2011 subraya que en Colombia “continúa el genocidio de los pueblos indígenas.” Un hecho concreto que demuestra la ocurrencia de un genocidio en contra de las comunidades indígenas de Colombia es la situación del pueblo Awá, del departamento de Nariño. Un informe de nuestro Observatorio que sistematizó las violaciones a los derechos humanos y al DIH que ha sufrido dicho pueblo entre noviembre de 2010 y mayo de 2012, concluye que “es evidente que allí se están perpetrando crímenes de lesa humanidad (...) que allí está en curso un genocidio”. Lamentablemente la situación del pueblo Awá no es un caso aislado. Comunidades como los embera, los kankuamos, los beyotes, los sikuanis y otras más sufren diariamente la violación de sus derechos humanos y, como consecuencia, están expuestos al riesgo de ser víctimas de un genocidio. Según la ONIC, en 2012 fueron asesinados 104 indígenas el país; en 2013, hasta finales de mayo, el número de indígenas asesinados asciende a 25.

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5. MULTINACIONALES DE LA INDUSTRIA EXTRACTIVA: OTRO RIESGO DE EXTINCIÓN FÍSICA Y CULTURAL Mina de carbón del Cerrejón en el departamento de La Guajira. Foto: Javier Sulé

Las grandes empresas transnacionales energéticas y mineras siguen buscando por todo el mundo la forma de explotar nuevas fuentes de petróleo, gas, oro, plata, cobre, carbón, agua y cualquier elemento del ecosistema que resulte rentable y produzca ganancias económicas. Aunque el largo ciclo histórico de explotación colonialista ha agotado parcialmente algunos de estos bienes, el crecimiento de las economías emergentes ha elevado su precio haciendo muy lucrativa su explotación. En muchos países, las multinacionales –con complicidad de gobiernos y fuerzas militares locales- imponen sus condiciones de explotación, saquean la naturaleza, violentan la Tierra, reprimen y expulsan a las comunidades de sus territorios donde se hallan esos recursos naturales. Por lo general, no cumplen con la consulta previa, libre e informada, influyen en la promulgación de legislaciones favorables a sus intereses y algunas, en no pocos países, arrastran una larga historia de crímenes y graves violaciones a los derechos humanos. En el caso del petróleo, casi todos los sitios de extracción de crudo corresponden a territorios ancestrales de los cuales han sido expulsados sus pro-

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pietarias, las comunidades indígenas. La española Repsol (bloque Capachos) ha violentado los resguardos de los pueblos Sikuani y Betoyes; la británica British Petrolem Exploration explota indiscriminadamente los territorios de los U’wa; la francesa Kelt explora la tierra del pueblo Sáliva; la Kappa, del Canadá, y Petrobrás, del Brasil, pretende penetrar el territorio de los Pijao; la Texas Petroleum, Oxy, Shell y Chevron-Texaco han profanado las tierras sagradas de los pueblos Wayuú, Sikuani, Betoye, Hitnu, Hitanú y Guahíbo. En el transcurso del siglo XX, las empresas Colpet, South American Gulf Oil y Texas Petroleum Company arrebataron al pueblo Bari una gran extensión de su territorio y, además, lo sometieron a un proceso de exterminio y desaparición. En la actualidad, el pueblo Bari vuelve a ser amenazado por un proyecto de la empresa nacional Ecopetrol. Finalmente, en el Putumayo, los pueblos Inga, Camentzá, Siona, Kofán y otros, son asediados por algunas de las multinacionales ya mencionadas o sus filiales nacionales. Las transnacionales de la minería también han concentrado su apetito extractivo sobre los territorios indígenas. La BHP Billinton, la Anglo American PLC y la Glencore-Xtrata, que son parte de Carbones del Cerrejón LLC, se han apropiado de territorios del pueFoto: Tejido Comunicación ACIN blo Wayuú en la Guajira y, además, fueron acusadas por su responsabilidad en el desplazamiento y la masacre de indígenas por el Tribunal Permanente de los Pueblos en 2006; la Anglo Gold Ashanti Mines – Kedahda S. A. ha obtenido contratos y licencias mineras en los territorios de los Pijao, Nasa, Misak, Yanakunas. Embera Chamí, Embera Katío y otros pueblos. Otras multinacionales cuyos distritos mineros están concedidos exactamente sobre los resguardos indígenas son: la Drumond, la Greystar Resources Ltd. y la Muriel Mining Corporation, entre otras. Por último, respecto a las grandes hidroeléctricas tal vez el caso más representativo sea Urrá I, represa que, financiada en su mayoría por consorcios financieros, implicó una tragedia para el pueblo Embera Katío del Alto Sinú;

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en la actualidad el desarrollo del proyecto Urrá II implica una amenaza aún mayor. La española Unión Fenosa es la dueña de La Salvajina, proyecto que desplazó a más de tres mil personas –entre afrodescendientes, campesinos e indígenas de la comunidad Nasa- de una área de 2.100 hectáreas. La también española Endesa es la promotora de El Quimbo megaproyecto que afecta directamente a campesinos, pescadores e indígenas del departamento del Huila. La represa de la Ranchería, en la Guajira, actualmente en proceso de ampliación, afecta negativamente a las comunidades Wiga y Kogui; y el proyecto de la represa Besotes, en la Sierra Nevada de Santa Marta, impacta las pueblos indígenas Arhuacos, Arzarios, Koguis y Kankuamos.

Mapa elaborado por Fidel Mingoronce - HREV, 2012.

Las grandes multinacionales del petróleo, la minería y las hidroeléctricas no sólo expulsan a los indígenas de sus territorios, violan indiscriminadamente sus derechos y son corresponsables de genocidios y crímenes de lesa humanidad. Simultáneamente, destruyen la naturaleza, contaminan los suelos, secan o envenenan los ríos y lagunas, saquean y extinguen la biodiversidad e incrementan el calentamiento global. Pretenden recolonizar el mundo y para ello impulsan economías, políticas y culturas de la muerte.

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La Anglo Gold Ashanti Una historia de expoliación, especulación, muerte y destrucción La Anglo Gold Ashanti (AGA) es una empresa surgida de la fusión entre la Anglo Gold y la Ashanti Gold Fields (AGF), ambas con largas historias de violaciones a los derechos humanos y de depredación del medio ambiente en varios países. La AGA ha sido acusada de dar apoyo logístico y financiero a grupos armados paramilitares implicados en crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad en la República Democrática del Congo y otros países de África. En Ghana, también existen denuncias de graves violaciones de derechos humanos, contaminación de ríos, diseminación de enfermedades relacionadas con la minería y degradación del medio ambiente. En Chile, han agotado acuíferos importantes. En Argentina se ha apoderado de grandes reservas de agua. La AGA es la segunda gran multinacional del oro y el Goldman Sachs es el más poderoso banco de inversión del mundo y el mayor vendedor de oro del mundo: ambos produjeron una grave crisis económica en Ghana manipulando los precios del oro. En febrero de 2003 la AGA creó, en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas, las compañías Kedahda Ltd. y Kedahda Segunda Ltd. En septiembre del mismo año radicó en Colombia la Sociedad Kedahda S. A. con las dos anteriores como socias, cada una con el 49.85% de las acciones. Esta sociedad es la que actualmente figura en los contratos. “Quienes aparecen como socios/as de las compañías creadas en Islas Vírgenes, así como cuadros directivos de la Kedahda en Colombia, son altos funcionarios de la empresa Anglo Gold Ashanti.” Fuente principal: La tierra contra la muerte, Cecoin, 2008.

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6. EL PUEBLO AWÁ: CRÓNICA DE UN EXTERMINO ANUNCIADO Guardia Indígena del pueblo Awá. Foto: Olivio Bisbicus.

Todas las instancias nacionales e internacionales han advertido y siguen advirtiendo sobre los graves riesgos que vive el pueblo Awá. Para evitar su exterminio físico y cultural, la Corte Constitucional de Colombia le ordenó al Gobierno, desde enero de 2009, diseñar y materializar un Plan de Salvaguarda Étnica (Auto 004 de 2009). Desde 2010 el profesor Bartolomé Clavero, Vicepresidente del Foro Permanente de Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas (2009-2011) expresó que “hay activada una alarma internacional sobre la situación de riesgo para su supervivencia”. De la misma manera, a principios de 2011, el Foro Permanente de Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas recomendó en un informe “prevenir el genocidio que pudiera perpetrarse allí”. En marzo de 2011, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó medidas cautelares a su favor y la Corte Constitucional de nuevo, en agosto del mismo año, ordenó implementar “un Plan Provisional Urgente de Reacción y Contingencia tendiente a garantizar su vida física y cultural, su integridad, seguridad y dignidad” (Auto 174 de 2011). Finalmente, en junio de 2012, el Observatorio ADPI lanzó una alarma internacional: “S.O.S. A LA ONU Y LA CORTE PENAL INTERNACIONAL SOBRE EL EXTERMINIO DEL PUEBLO AWÁ”.

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... Y sin embargo:

Entre febrero y agosto del 2009 el pueblo Awá sufrió dos masacres: en la primera fueron asesinados 13 indígenas y en la segunda 12, entre ellos 7 niños. Ese mismo año, entre el 13 y el 17 de septiembre, otros 5 indígenas Awá fueron asesinados. Un comunicado suyo del 22 de septiembre del 2009 informó de un total de 41 asesinatos comprobados en lo que iba corrido del año. Entre el 10 de febrero y el 9 de abril de 2010 fueron asesinados otros 4 compañeros y, además, hubo 4 desparecidos (y presuntamente asesinados). En el período cubierto por el informe del Observatorio –noviembre de 2010 a mayo de 2012- ocurrieron 9 asesinatos, dos muertes violentas producidas por minas antipersonales, 3 hechos de violencia sexual, 7 desapariciones forzadas y 9 ataques, amenazas o intervenciones de grupos armados. Este es un exterminio anunciado... Al pueblo Awá lo están asesinando y masacrando a plena luz del día, frente a los ojos de los organismos internacionales, con plena conciencia de que se trata de un exterminio, que allí está en curso un genocidio y que se están perpetrando múltiples crímenes de lesa humanidad. ¿Y qué hace el gobierno colombiano? Es evidente que no ha cumplido su función constitucional de protección y de defensa de la vida y los derechos del pueblo Awá. Mientras que los grandes beneficiarios de la militarización, del paramilitarismo y del despojo de tierras y riquezas naturales del territorio Awá no sean desenmascarados, llevados a la justicia y juzgados, seguirán imponiendo el terror, la muerte y el exterminio a este pueblo milenario. Los destinatarios directos del informe S.O.S. A la ONU y La Corte Penal Internacional sobre el exterminio del Pueblo Awá fueron: James Anaya, Relator Especial de la ONU sobre la Situación de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas; Francis M. Deng, Asesor Especial del Secretario General de la ONU sobre la Prevención del Genocidio; Myrna Cunningham, Presidenta del Foro Permanente de la ONU sobre Cuestiones Indígenas; y Fatou Bensouda, Fiscal de la Corte Penal Internacional. A ellos les solicitamos que actuaran de inmediato y de manera correspondiente a la gravedad de los hechos, para que detuvieran las atrocidades masivas que se estaban presentando y previnieran las que se pudieran producir y, al mismo tiempo, perseguir y castigar los crímenes de lesa humanidad que se han cometido y se siguen cometiendo. Aún no hemos recibido ninguna respuesta... y el exterminio continúa hasta hoy. Amigas y amigos: debemos imaginar e inventar nuevas formas de presión y de solidaridad para detener las violencias y la terrible realidad que se ensaña sobre el pueblo Awá. Bienvenidas serán todas las iniciativas que se propongan al respecto.

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7. ACOMPAnAMIENTO EN COLOMBIA Desalojo de los militares del cerro sagrado Berlín. Cauca, julio 2008. Foto: Christian Escobar Mora

Las comunidades indígenas están hartas de vivir en el fuego cruzado entre el ejército y la guerrilla. El 9 de julio de 2012 se cumplía un año del lamentable y triste hecho de la chiva bomba puesta en Toribío-Cauca por las FARC para atacar el puesto de policía del pueblo, en donde resultaron dos civiles muertos, 73 comuneros y comuneras indígenas heridas del pueblo Nasa, daños en cientos de viviendas del casco urbano del pueblo y un rechazo contundente de la comunidad harta de vivir en el fuego cruzado entre el ejército y la guerrilla, de una guerra de la que siempre han dicho “no es nuestra”. Entre el dolor y la indignación por los hechos, cientos de hombres y mujeres, jóvenes, niños y niñas, mayores y mayoras, y autoridades de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) y de su organización regional el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) elaboraron el mandato comunitario “Minga de Resistencia por la autonomía, armonía territorial y cese de la guerra” del 20 de julio de 2011, en donde recogiendo los mandatos indígenas anteriores como los de Vitoncó (1985), Ambaló (1996), Jambaló (1999) y la Declaración de los 40 años del CRIC (2010), se proponen como

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objetivos urgentes y prioritarios: la armonización territorial mediante el fortalecimiento de la Guardia Indígena; poner en marcha Mingas de control territorial; desmilitarización de los territorios indígenas; y convocar al gobierno y guerrilla a realizar diálogos humanitarios a fin de detener la guerra y encontrarle una salida política y negociada al conflicto armado. Un llamado en definitiva a parar la guerra. Para esos días un equipo del Observatorio se encontraba en la ciudad de Cali adelantando tareas de hermanamiento con algunas organizaciones de esta ciudad, muy cerca del departamento del Cauca. Días antes de la conmemoración del primer aniversario había estallado una escalada de violencia en los territorios indígenas del Norte del Cauca, nuevamente en Toribío, población que en los últimos años ha sufrido más de 400 tomas guerrilleras y la ocupación mediante la militarización permanente de la Fuerza Pública del Estado Colombiano, lo que demuestra una clara agresión a la autonomía indígena por los actores armados legales e ilegales. Desde Cali se escuchaban a diario los aviones de guerra de la III división del ejército que partían rumbo a los combates con el Sexto Frente de las FARC, en donde una vez más la población civil indígena era la más afectada. Estos enfrentamientos dieron como resultado más de 14 heridos, decenas de viviendas afectadas, el desplazamiento hacia los sitios de Asamblea Permanente (lugares de encuentro y protección del movimiento indígena) de 800 personas del pueblo y la amputación de una pierna que sufrió una enfermera de la Institución de Salud Propia Indígena.

Bogotá en solidaridad con el Movimiento Indígena Siguiendo con nuestra ruta prevista hasta ese momento, partimos a Bogotá al encuentro con dos amigos del Observatorio que llegaban de Catalunya a Colombia por esos días. Ya en la capital del país, el conflicto en el norte del Cauca llegó a niveles de emergencia humanitaria. Cansados y cansadas de la guerra y en cumplimiento de sus mandatos, la comunidad indígena Nasa del Cauca se levantó. En vista de que los armados no respetaban las exigencias de las organizaciones indígenas y que la paz no puede entregarse a la voluntad de éstos; ellos y ellas decían: “Tenemos que metérnosle a la guerra”. Y así fue. Guiadas por su ley de origen y derecho propio, por su autonomía y sabiduría ancestral, en aplicación de sus mandatos del gobier-

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no propio indígena, se dieron a la tarea de construir la paz con sus propias manos alzadas en bastones de mando. La comunidad de Miranda y Toribío derribó las trincheras de la policía y ejército que estaban ocupando su Nasa Kiwe. Al mismo tiempo le exigían a la guerrilla que abandonara el territorio. El momento álgido llegó cuando el 17 de julio la comunidad Nasa de Toribío decidió recuperar el Cerro sagrado de Berlín, ocupado por el ejército de Colombia. Más de 2.000 indígenas acompañados/as de sus autoridades tradicionales y de la Guardia Indígena expulsaron a los ocupantes del sitio sagrado, acción en la cual se vivieron momentos muy tensos cuando soldados comenzaron a disparar y a lanzar gases lacrimógenos para impedir el propósito de los y las indígenas. Finalmente el ejército fue desalojado sólo por un día del sitio, a través de la acción colectiva de la comunidad, ya que al día siguiente el gobierno ordenó la retoma del cerro de manera violenta. Desde Bacatá (nombre originario de la capital del país), el equipo del Observatorio estuvo acompañando y apoyando a la delegación indígena de la ACIN, que se había desplazado con la voz de su pueblo hasta esta ciudad para realizar acciones de denuncia, incidencia y búsqueda de apoyos ante la grave situación que se vivía en el Norte del Cauca, que tomaba cada día dimensiones preocupantes para la integridad de la comunidad. Así lo evidenció el asesinato del joven indígena Eduardo Fabían Guetio Bastos en Caldono, el 19 de julio, por parte del ejército, hecho calificado por los militares como un “error”. Por otro lado, preocupaba la campaña racista que se hacía desde el poder político, económico y mediático contra los y las indígenas. Voces en contra del ejercicio de paz y de control territorial se escuchaban en las radios, programas de televisión y foros de la clase dominante, hasta el punto de llegar a invitar al ejército a disparar contra la población indígena para defender la “honra militar” y la “patria”. Otro canto era el que se oía en la calles y barrios populares de la ciudad, donde muchos hombres y mujeres trabajadoras veían con admiración las acciones llevadas a cabo por el pueblo indígena. Y es que esos hechos realizados en el Norte del Cauca fueron también una pregunta al país de abajo que sufre los efectos del sistema excluyente y del conflicto, sobre el verdadero significado de la paz y en manos de quién estaba la terminación de la guerra.

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Una caravana humanitaria hacia el Cauca Las acciones de solidaridad desde Bacatá no se hicieron esperar. Diversas organizaciones sociales de jóvenes, mujeres, artistas, universitarios/as, barrios populares, trabajadores y trabajadoras, ONG’s, movimientos por la paz y organizaciones internacionales entre las que se encontraba el Observatorio, acompañadas de la resistencia y dignidad indígena del Cauca que se encontraba en la capital junto con otras organizaciones indígenas del país que tiene presencia en esa ciudad, organizaron, el 19 de julio, el plantón de solidaridad “Todxs somos Nasa, todxs a la plaza” en la plaza de Bolivar, centro del poder político de la capital y de Colombia. Allí nos encontramos con una marcha por la defensa de salud pública; cientos de personas que reclamaban el fin de un sistema que ha mercantilizado este derecho y ha abierto vías directas a la muerte por la negligencia del Estado, daban apoyo al paso por la Maloka que habíamos construido en la plaza para centralizar la recogida de alimentos que llegaban de muchas manos solidarias con el movimiento indígena. Pintamos un mural, cantamos las canciones de la Guardia Indígena y leímos un comunicado que respaldaba las acciones de paz de los pueblos indígenas y denunciaba los atropellos que estaba sufriendo por parte de los actores armados. Otra de las acciones que comenzamos a preparar, acudiendo al llamado de las organizaciones indígenas del Cauca para acompañar in situ a la movilización, fue una caravana humanitaria por la vida, la paz y la autonomía de los pueblos indígenas. El 21 de julio partimos entonces para Santander de Quilichao en el norte del Cauca, en donde se habían dado cita cientos de personas de todo el país pertenecientes a diversas organizaciones sociales e indígenas. Al ritmo de una caravana de más de 10 chivas comenzamos adentrarnos en las bellas montañas de los Andes. Llenos de valor, dignidad y la alegría que nunca falta, íbamos pasando los retenes militares del ejército hasta llegar al epicentro actual del conflicto armado en Colombia, un pueblo llamado Toribío con una población en el casco urbano de aproximadamente 1.700 habitantes y que llega a las 25.000 personas en toda su área rural, la mayoría de ellas indígenas del pueblo Nasa que, a pesar de la guerra, construyen cada día una fuerte organización social para el fortalecimiento del gobierno propio indígena. A la llegada al pueblo, las personas y organizaciones de la caravana realizamos una marcha en solidaridad con el movimiento indígena. Clamores a favor de la desmilitarización, del respeto a la vida, la autonomía y la paz se escuchaban a la par de la ráfagas de fusiles que venían de las montañas donde los combates aún seguían activos y a pesar del miedo que provocaban, los

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y las manifestantes avanzábamos por la calles de un pueblo militarizado con sus casas destruidas y rostros con miradas heridas por la guerra. La caravana culminó su recorrido en la plaza del pueblo donde esperaba la comunidad junto con sus autoridades indígenas que daban la bienvenida y se disponían a realizar un acto donde las organizaciones indígenas expusieron sus reivindicaciones. El mismo día de la llegada a Toribío, la comunidad del pueblo Nasa y las autoridades de la ACIN y el CRIC concentradas en el sitio de Asamblea Permanente de la zona CECEDIC, estaban realizando una multitudinaria asamblea para la aplicación de justicia propia a cuatro milicianos de la FARC que durante el día de la liberación del cerro Berlín habían lanzado tatucos cerca de donde se estaba realizando la acción. Para la comunidad, esto había constituido una falta grave hacia la autonomía indígena al intentar entorpecer una acción directa, colectiva y pacífica de la comunidad y no sólo el hecho de ser de las FARC y estar en el territorio indígena, por esto decide retener a los milicianos y llevar a cabo un juicio según los usos y costumbres de los indígenas Nasa que busca armonizarlos, pues según la cosmovisión Nasa, cuando alguien comete una agresión de este tipo, es porque está enfermo y se debe aplicar remedio. Finalmente, la asamblea decidió darles 30 fuetes a cada uno para posteriormente entregarlos a sus familias. Las armas incautadas a estos milicianos fueron totalmente destruidas en presencia de toda la comunidad, pues para los Nasas, son fuente de desequilibrio y dañan la armonía del territorio. Esta acción, sin embargo, no tuvo gran resonancia en los medios de comunicación que seguían con el discurso del gobierno de relacionar al movimiento indígena con la guerrilla, pero para la organización indígena era la aplicación de sus mandatos populares que buscaban el respeto a su autonomía y la desmilitarización de su territorio, requisitos indispensables para la construcción de paz en la región. Los días que siguieron en el Cauca estuvieron llenos de movilización de toda la comunidad indígena, no sólo los y las nasas, sino todos los 9 pueblos que confirman el CRIC comenzaron a movilizarse en sus resguardos en solidaridad con sus hermanos/as del Norte de la región. Tuvimos la oportunidad de acompañar al movimiento indígena que en varios resguardos adelantaban acciones de control territorial y asambleas para decidir colectivamente cuál era el paso a seguir. La decisión de la comunidad fue comenzar a preparar una Gran Minga de todos los pueblos indígenas para la defensa de la Madre Tierra, en donde se quería sentar al gobierno nacional en cabeza del presi-

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dente Juan Manuel Santos para exigirle el respeto de los derechos humanos y colectivos de los pueblos, así como impulsar diálogos humanitarios que comiencen a vislumbrar el fin del conflicto armado.

“Cuenten con nosotros para la paz, nunca para la guerra” Para el 10 de agosto se convoca entonces el Encuentro Nacional de los Pueblos Indígenas por la defensa de la Madre Tierra - 520 años de Resistencia – en el resguardo de la María Piendamó, territorio de paz y convivencia del CRIC. Más de 20.000 indígenas del Cauca y Colombia se dieron cita para trabajar una propuesta de paz que se le presentaría al presidente que había confirmado ya su asistencia, pues la comunidad cansada de la guerra estaba decidida a seguir con la movilización si el gobierno nacional no atendía sus reclamos. Después de cuatro días de trabajos intensos en diferentes comisiones donde los pueblos construían sus propuesta de paz, el presidente de la república hace presencia en la asamblea en donde se le exige que comience a buscar una salida al conflicto armado colombiano y abra una mesa de trabajo con el movimiento indígena del Cauca para tratar temas relacionados con los planes de vida de las comunidades en materia de salud, educación, territorio, autonomía, derechos humanos y paz. En su intervención, Juan Manuel Santos pide perdón a los pueblos indígenas y se compromete a buscarle una salida a la crisis humanitaria que vive el Cauca a causa de la guerra. El movimiento indígena por su parte deja claro y alto su exigencia “no habrá paz para los indígenas si no hay paz para Colombia, y no habrá paz para Colombia si no hay paz para los indígenas” y su compromiso “cuenten con nosotros para la paz, nunca para la guerra”. Dos semanas después del encuentro, el gobierno colombiano anuncia la apertura de dialogo con la guerrilla de las FARC para buscar una salida al conflicto armado y una paz estable y duradera.

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8. PROPUESTA DE PAZ DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS Mujeres guambianas. Ruta Pacífica de las Mujeres. Foto: Javier Sulé

La guerra en Colombia ha afectado negativa y profundamente a los pueblos indígenas. Todos los actores armados, legales e ilegales, han llevado la muerte, el terror y la militarización a sus territorios y han vulnerado sus derechos. Para enfrentar estas políticas de guerra y muerte, las comunidades originarias se han visto obligadas a debatir las iniciativas de paz que se han propuesto en el país y a elaborar la suya propia. Con la participación de todos sus integrantes, en grandes asambleas y eventos, recogiendo la sabiduría de su resistencia centenaria y de acuerdo a cómo ha ido evolucionando la confrontación armada, los pueblos indígenas han tejido sus aportes para caracterizar el conflicto y sus actores, enfrentar la violencia y construir la paz. La principal conclusión a la que se ha llegado en este proceso es la necesidad de trabajar por la solución política del conflicto armado y apoyar decididamente los diálogos y acercamientos entre el Gobierno y las guerrillas incluyendo el que actualmente sostienen las partes en La Habana, Cuba.

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No obstante su apoyo a la solución política del conflicto armado y, más allá de lo que se pueda lograr con la firma de un acuerdo que ponga fin a la confrontación bélica, los pueblos indígenas han construido su propia propuesta de paz: una que se construye desde abajo, desde las comunidades, en base a su resistencia y tanto dentro de sus territorios como conjuntamente con otros movimientos sociales. Construir paz es hacer reforma agraria y ellos la vienen haciendo con la recuperación de sus tierras ancestrales; construir paz es democratizar la vida política municipal y regional y ellos lo han hecho quitándole poder político a los grandes caciques y gamonales en sus regiones; construir paz es edificar una economía, educación y salud propias y ellos han puesto en funcionamiento sus propios sistemas de economía, gestionan y dirigen su propio sistema de educación –incluyendo su propia universidad- y, además, han consolidado un sistema autóctono de salud intercultural; construir paz es promover y consolidar formas democráticas de gobierno y ellos lo están haciendo ganando alcaldías y consejos municipales y poniéndolos a trabajar por lo público, lo que es común de todos, para la superación de la guerra.

Los efectos de la guerra son muy visibles en Toribío. Foto: Javier Sulé

Esta es una construcción de paz que no depende del Estado, ni de las guerrillas, ni de ningún acuerdo de paz desde arriba. Que se hace a través de la movilización social, de sus Mingas, en el día a día, permitiendo que las relaciones entre los miembros de sus comunidades sean

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de reconocimiento y ayuda mutua, de convivencia pacífica, dentro de su cosmovisión del buen vivir, vivir sabroso o Sumak Kawsay. En otras palabras: realizando cambios y reformas a través de sus luchas diarias, y consolidando su autonomía y su gobierno propio, están construyendo otro modelo de vida y de sociedad. En este proceso los pueblos indígenas comparten experiencias similares con las comunidades de paz, las asambleas constituyentes municipales de paz, las organizaciones de mujeres, los campesinos y otras iniciativas civiles que han producido un sinnúmero de dinámicas autónomas locales y regionales.

En síntesis, frente a las dinámicas actuales del conflicto y las propuestas de negociación, las comunidades indígenas defienden: La desmilitarización total de sus territorios Indudablemente los resguardos indígenas son los escenarios más álgidos de la guerra. Por esta razón sus organizaciones han sostenido enfáticamente –tanto en el mandato de Ambaló (1996) como en el de Jambaló (2000)- que todos los actores armados tienen que retirarse de sus territorios y que no van a darle ventaja militar a ninguno de los bandos: “No más guerra, no más grupos y ejércitos armados sea quien sea, no más atropellos, no más irrespeto, no más violaciones, no más invasiones a nuestros territorios.” “Déjennos tranquilos, déjennos en paz señores de la guerra.” “Les exigimos que se vayan, que no los queremos, que nos cansamos de la muerte, que están equivocados, que nos dejen vivir en paz” (Carta a los actores armados, ACIN, julio 8 de 2012). Este ejercicio de autodeterminación está respaldado por el artículo 30 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas según el cual: “No se desarrollarán actividades militares en las tierras o territorios de los pueblos indígenas, a menos que lo justifique una razón de interés público pertinente o que se haya acordado libremente con los pueblos indígenas interesados, o que éstos lo hayan solicitado”. Además, la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha reafirmado este principio sosteniendo que el Gobierno Nacional no puede ni debe incurrir en el establecimiento de

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bases militares permanentes o transitorias en sus territorios sin el consentimiento previo y expreso de las comunidades indígenas (Sentencia T-303/97). La exigencia de los pueblos originarios es clara: el respeto a su propiedad colectiva, sus resguardos, la casa donde han vivido por tiempos inmemoriales.

Los armados no nos representan Desde la Declaración de Toribío “Terminar la guerra, defender la autonomía, reconstruir los bienes civiles y construir la paz” (julio 20 de 2011) las autoridades indígenas del CRIC, han sido enfáticas: “Los armados no nos representan, no pueden hablar ni mucho menos realizar acciones en nombre nuestro o de nuestros intereses”. “Tanto el Estado como la guerrilla y demás grupos armados, los gremios económicos, narcotráfico y multinacionales y demás actores externos deben respetar nuestro territorio y autonomía”.

La Minga de resistencia por la autonomía y armonía territorial y por el cese de la guerra La Minga surge como expresión práctica de los dos puntos anteriores, por ello su propósito “es la desmilitarización de los territorios indígenas y el freno a la militarización promovida por el ejército y las FARC”. “Iniciaremos acciones hacia el desmonte -como lo hemos hecho en anteriores circunstancias- de las trincheras y bases de la Policía y el Ejército, y simultáneamente de los campamentos de las FARC, que se encuentran en medio de la población civil”. “No aceptamos el establecimiento de Batallones de Alta Montaña en los territorios indígenas, anunciados por el Gobierno Nacional”. (CRIC, Declaración de Toribío, julio 2011). El episodio más fuerte de esta movilización fue la expulsión del Ejército Nacional del Cerro Berlín el 17 de julio de 2012. La fotografía de un sargento armado sacado de allí cogido de las manos y los pies por la Guardia Indígena le dio la vuelta al mundo. Además, desmontaron las trincheras que la policía había montado en su cuartel en Toribio y detuvieron varios guerrilleros, decomisando y destruyendo sus armas y aplicándoles justicia o remedio según su derecho propio.. Y esta Minga continúa...

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Diálogos humanitarios Desde hace un tiempo las organizaciones indígenas han defendido la necesidad de realizar diálogos humanitarios entre sus autoridades y los actores armados. En concreto, han insistido en la necesidad de llegar a cuatro acuerdos para mitigar los graves efectos del conflicto armado sobre sus comunidades: i) no reclutar menores; ii) no utilizar la violencia sexual contra las mujeres como arma política; iii) no utilizar armas de efecto indiscriminado tales como tatucos, bombardeos y ametrallamientos; y, iv) respetar la autonomía plena de los gobiernos y organizaciones indígenas.

Miembros de la Guardia Indígena Nasa del resguardo Las Mercedes. Foto: Javier Sulé

Fortalecimiento de la Guardia Indígena La Guardia Indígena es una institución nacida dentro de la propia comunidad que tiene la misión de defender su seguridad y su territorio. Teniendo en cuenta que el Estado no cumple con su obligación de defender a la población de los ataques tanto de la fuerza pública como de los grupos guerrilleros, los pueblos indígenas se han visto obligados a asumir su propia defensa. Esta organización comunitaria, en la cual participan voluntariamente mujeres, ni-

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ños, jóvenes, mayores y mayoras, busca garantías plenas para cumplir con sus funciones como garante de la tranquilidad y la seguridad de los habitantes de los territorios ancestrales, así como su reconocimiento como actor de paz.

Consolidar el movimiento social por la paz Las organizaciones indígenas han planteando que, en paralelo con las negociaciones de paz de La Habana, es necesario promover las reformas y los acuerdos mínimos para avanzar hacia la paz a través de la construcción de un espacio que vaya más allá de la mesa guerrilla-gobierno. Además, han propuesto que, para desarrollar este espacio y esta agenda de construcción de paz, es prioritario consolidar el movimiento social por la paz que se ha gestado durante los últimos años. Este movimiento cumplirá con las funciones de fortalecer la opción ciudadana por la solución política, visibilizar la voluntad protagónica de la sociedad civil, aislar a los enemigos de la paz, insistir tanto en la necesidad de un cese al fuego como en la negociación con el ELN y, finalmente, presionar a los armados a no pararse de la mesa sin firmar un acuerdo definitivo. Para consolidar este movimiento se requiere profundizar la decisión de los movimientos sociales de trabajar conjuntamente, esto es, unificar todas las fuerzas sociales y políticas populares que vienen trabajando incansablemente por la paz; éste es el reto del Congreso para la Paz y de la Ruta Común Social para la Paz.

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9. CURSO PUEBLOS INDÍGENAS: AMENAZAS, RESISTENCIAS Y ALTERNATIVAS Estudiantes y activistas aprenden del Sur y sus pueblos indígenas. Entre el 13 y el 29 de noviembre de 2012 se realizó en Barcelona el curso Pueblos indígenas: amenazas, resistencias y alternativas. Esta labor de formación fue organizada y dirigida por el Observatorio, con la colaboración de la Universidad de Barcelona, la Fundación Solidaritat de la UB, Mon-3 y el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona. A lo largo de seis sesiones, los participantes hicieron un recorrido por el contexto de los riesgos de extinción física y cultural de los pueblos indígenas, la construcción de estados plurinacionales en América Latina, los impactos del modelo de desarrollo extractivista, el Sumak Kawsay (Buen vivir) como paradigma alternativo o respuesta ante las crisis globales, sus derechos, sus planes de vida, el conflicto armado en Colombia, su construcción de paz, el papel de la Guardia Indígena en sus ejercicios de autonomía territorial y la articulación de las luchas del Sur y las del Norte.

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Las lideresas indígenas María Ovidia Palechor y Marta Cecilia Tunubalá, el líder nasa Willinton Guetio y miembros del Observatorio ejercieron como facilitadores de este espacio que tuvo una animada participación de quienes asistieron. Al final, en sus trabajos de evaluación, cada uno y cada una dejaron por escrito sus aprendizajes. Una de ellas expresó: “para estos pueblos, la paz es la ‘vida sabrosa’, gozar de una vida en equilibrio con la comunidad, con la naturaleza, con las energías y continuar con la práctica de su cultura que incluye los rituales de armonización, hacer uso de los recursos propios y la buena relación con la Pacha Mama.” Otro de los asistentes concluyó así su valoración: “en la lucha por la defensa del medio ambiente, los occidentales y europeos debemos ir juntos con los pueblos indígenas”. Semillas que van quedando sembradas y germinarán en las nuevas luchas que hemos de emprender.

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10. INDÍGENAS DE COLOMBIA INTERCAMBIAN SABERES Y RESISTENCIAS CON MOVIMIENTOS SOCIALES DE CATALUnA Representantes de los pueblos Nasa y Yanakuna trajeron a Barcelona sus experiencias del Sumak Kawsay o Buen Vivir, la armonía con la naturaleza, la reciprocidad, la vida en comunidad, sus planes de vida, su guardia indígena y sus valientes luchas por su autonomía y autogobierno. En sus voces resonaron las sabidurías ancestrales del amor a la vida, la armonización y la sanación con la Madre Tierra. Toda una visión integral que se ha enfrentado al neoliberalismo y los mitos del progreso y el crecimiento ilimitado en la región andina y amazónica de América Latina. Procedentes de un país que padece un conflicto armado, no podían dejar de lado explicar la grave crisis humanitaria que viven sus comunidades al mismo tiempo que sus luchas y propuestas para construir la paz. Los anfitriones, los movimientos sociales de Cataluña, expusieron sus tesis sobre la crisis económica, financiera y ambiental, y las propuestas alternativas al modelo de desarrollo, en particular la propuesta del decrecimiento. Unos y otros debatieron sobre los procesos de autonomía y autogobierno en Ca-

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taluña y los territorios indígenas del Cauca. Tanto las feministas indignadas como las mujeres indígenas dialogaron sobre sus causas comunes, su rechazo al sistema capitalista –que se mantiene, en parte, gracias al patriarcalismo- y sus propuestas para unos cuerpos, vidas y sociedades libres de cualquier tipo de violencia. Quienes nos visitaron regresaron con un conocimiento profundo sobre la actualidad de los movimientos sociales de Cataluña y con nuevas ideas, propuestas y amistades. Y aquí, entre las personas, las organizaciones y el público que los escuchó quedaron algunas semillas de saberes que durante siglos estuvieron silenciados y ahora resurgen y ganan validez como propuestas que igualmente deben ser tenidas en cuenta para enfrentar la grave crisis que afronta el mundo contemporáneo. Saberes y resistencias se encontraron, entretejieron y establecieron lazos de solidaridad y hermandad que seguramente se seguirán desarrollando y tendrán nuevos escenarios en los territorios de Colombia y Cataluña. En esto consistieron las Jornadas de Intercambio de Saberes y Resistencias ante las crisis globales organizadas por el Observatorio en noviembre de 2012. Un nuevo camino para promover la solidaridad en esta época de crisis: conocer nuestras luchas, resistencias y aprendizajes, escucharnos atenta y pacientemente, valorar por igual los aportes de los unos y los otros, construir juntos, hermanar las experiencias.

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11. CICLO DE ACTIVIDADES: CAMINANDO LA PALABRA DE LA RESISTENCIA INDÍGENA DE COLOMBIA POR TERRITORIO CATALÁN La palabra camina para convertirse en Minga, que es el trabajo colectivo para lograr un propósito común de todos y todas. La palabra que camina la Minga en los últimos años en Colombia se ha convertido no sólo en un ejercicio colectivo para el trabajo comunitario, sino que ha sido la propuesta que desde los pueblos indígenas se ha elaborado para tejer junto con los movimientos sociales el camino para la defensa de los derechos humanos y colectivos del todo el pueblo colombiano. Una propuesta por el respeto a la vida y el territorio, para la solución política al conflicto armado y por la defensa de las acciones de paz que se llevan a cabo a diario desde la comunidades en sus territorios azotados por la guerra que sufre Colombia desde décadas. Un conflicto prolongado que cada día se degrada y desangra a la Madre Tierra y sus habitantes. Una guerra a la que nos tenemos que atravesar para pararla y así confluir en un espacio amplio de participación social que nos permita entre todos y todas construir la paz. En el 2012, el Observatorio ha comenzado el Ciclo de Actividades para caminar la palabra de los pueblos indígenas de Colombia por el territorio de Catalunya, que es nuestro territorio a defender también. Según los y las indígenas, caminar la palabra significa convertir el pensamiento en acción para encontrar espacios

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de diálogo que lleven a la construcción de alternativas colectivas a problemas comunes. Significa recorrer nuestros territorios con el testimonio de las comunidades para que entre todos y todas vayamos tejiendo estrategias de solidaridad mutua para la defensa de la vida, el territorio, la paz, los bienes comunes y la autonomía. La palabra se camina informándonos, para reflexionar, decidir, actuar y tejer nuevas relaciones de solidaridad internacional entre el pueblo de Catalunya y los pueblos indígenas en Colombia, quienes llevan mucho tiempo en la resistencia pero también en la construcción de propuestas que en la coyuntura provocada por la crisis en Catalunya nos ayudan en la identificación de alternativas valientes y viables frente al sistema capitalista neoliberal. Durante el desarrollo del Ciclo de Actividades, hemos emprendido este camino conscientes de la necesidad de construir nuevos espacios que lleven a tejer nuevas solidaridades de igualdad entre Sur y Norte, entre los pueblos que hoy sufren las consecuencias de un sistema basado en el expolio de la tierra y de los derechos sociales de las personas. Esta palabra ha visitado diversas ciudades y pueblos de Catalunya para intercambiar experiencias y propuestas sobre los impactos del modelo actual en los pueblos del Norte y del Sur con diferentes movimientos sociales, ONG’s, centros sociales, instituciones, asociaciones de vecinos y vecinas. Charlas, debates, muestras de documentales, movilizaciones, exposiciones de fotos y talleres nos han permitido visibilizar la situación y propuestas actuales del movimiento indígena de Colombia, al tiempo de conocer y aprender de las luchas locales con quienes hemos compartido. Este caminar nos ha servido como escuela para que la sabiduría colectiva se convierta en rumbo de las nuevas solidaridades que pretendemos tejer a partir de este ejercicio. El caminar del Ciclo de Actividades nos han acompañado nuestros compañeros y compañeras indígenas de Colombia que han sido invitados/as en varias ocasiones por el Observatorio. Mujeres y hombres valientes que con su sabiduría ancestral y valor han compartido su experiencia y resistencia. Pero en este ejercicio los pueblos indígenas de Colombia han aprendido también del pueblo de Catalunya, de sus movimientos sociales y su luchas actuales contra los recortes en derechos sociales, contra la violencia sexista y machista, por los barrios como territorios a defender, por el derecho a la vivienda digna, por la defensa del territorio y de la cultura propia. Es en este compartir dado por una nueva coyuntura internacional en la que vamos a encontrarnos para construir relaciones horizontales, de igualdad, de hermandad, de resistencia y solidaridad internacional, para defender desde diferentes puntos de la Madre Tierra un Buen Vivir para todos y todas.

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12. ACCIONES DE SOLIDARIDAD EN BARCELONA Pancarta de una acción frente a Endesa, Barcelona. Foto: Observatorio ADPI

Algunas acciones para dar a conocer la realidad de los pueblos originarios, sus luchas y sus propuestas. Se internacionaliza la resistencia a ENDESA El 6 de marzo de 2012, colombianos, chilenos, argentinos y catalanes nos concentramos frente a la sede de ENDESA en Barcelona. Realizamos una acción de solidaridad con los campesinos, pescadores y pobladores que defienden sus tierras y sus derechos protestando contra la construcción de la hidroeléctrica El Quimbo, proyecto realizado por una filial de ENDESA. También nos movilizamos en solidaridad con los indígenas Mapuches víctimas del saqueo que ha realizado esta empresa transnacional de sus bienes comunes y sus recursos naturales. Paralelamente, varias personas se manifestaron en Roma frente a ENEL, multinacional italiana que posee la mayoría de las acciones de Endesa. El aspecto más importante de esta concentración fue el haber podido reunir a personas y colectivos de distintos países que luchamos en contra de la depredación del medio ambiente y de las violaciones a los de-

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rechos humanos de los pueblos originarios propiciadas por las grandes empresas transnacionales de energía. Esta fue una muestra de cómo es posible hermanar las luchas del Sur con las Norte e internacionalizar y globalizar las resistencias, pues quienes cometen esos atropellos en América Latina son las mismas corporaciones financieras y empresariales que en Europa se lucran con las crisis, los ajustes, el paro, los recortes de los derechos y las tarifas cada vez más altas de la luz, el agua, el gas, los teléfonos.

Jornada artística y cultural por los pueblos indígenas de Colombia: un canto a la vida Con este título, el 17 de septiembre de 2011 el Observatorio ADPI y el Colectivo Maloka celebraron una fiesta cultural en la Farinera del Clot de Barcelona. La jornada incluyó la presentación de espectáculos de grupos musicales y teatrales, la proyección de siete videos sobre la situación actual y la resistencia de los pueblos indígenas, y el desarrollo de cinco talleres de marionetas, perfomances y danzas en los que participaron y compartieron enseñanzas niños, niñas y adultos. Además se montó la la exposición fotográfica La Minga de Resistencia. Tampoco podían faltar los chiringuitos y la comida de varios países. Esta jornada sirvió como presentación del Observatorio ADPI. La voz clara y valiente de Rosalba Velázquez se escuchó en el auditorio para narrar las luchas que ha llevado a cabo la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) por consolidar y defender su autonomía y su autogobierno. Luego se generó un buen debate en el cual se contrastaron estas experiencias con las del movimiento de los indignados y el 15-M. Finalmente, se intercambiaron los aportes, identidades y diferencias entre estas luchas que se hermanan y se globalizan.

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Concentraciones ante el Consulado de Colombia Desde el 2011 el Observatorio ha convocado y realizado tres concentraciones ante el Consulado de Colombia en Barcelona: El 3 de octubre de 2011, nos concentramos bajo el lema Por la Vida y la Autonomía, contra la muerte y la militarización de los territorios indígenas del Cauca. Portando una pancarta con esta misma leyenda, denunciamos la intensificación de la militarización que viven las comunidades indígenas, el incremento de los enfrentamientos entre el Ejército y la guerrilla –y las víctimas civiles de estos combates-, y la ofensiva de las empresas multinacionales que buscan apropiarse de sus riquezas naturales. Nos solidarizamos con el CRIC y la ACIN, y con las víctimas de los enfrentamientos armados, especialmente con la familia de la niña de 11 años Maryi Vanesa Coicué, asesinada el 16 de septiembre de ese mismo año. El 27 de julio de 2012, nos reunimos para expresar nuestra solidaridad con las movilizaciones indígenas que, por esos días, se producían en el Cauca en contra de la militarización de sus territorios y, además, para respaldar sus propuestas de paz. Simultáneamente, una delegación de la Mesa Catalana por la Paz y los Derechos Humanos en Colombia, el Observatorio ADPI y el Colectivo Maloka, se reunió con el Cónsul de Colombia. Estas organizaciones, que realizaban un seguimiento permanente y en directo de los hechos que ocurrían en el Cauca, le expresaron al Cónsul su preocupación por la intensificación de los combates entre el Ejército y las FARC en los territorios indígenas y las graves agresiones que sufren las comunidades como consecuencia de dichos enfrentamientos. También le solicitaron hacerle llegar a su Gobierno un mensaje que expresara el estado de alerta permanente por lo que pueda ocurrir allí y la certeza de que las comunidades indígenas no están solas en su causa, pues cuentan con el respaldo internacional de todos los movimientos que luchan en el mundo contra la guerra, por la paz, la dignidad y la autonomía. Hasta mediados de mayo del 2013, y a pesar de que en La Habana avanzaban las negociaciones de paz, en Colombia habían sido asesinados 24 indígenas. Para llamar la atención sobre esta situación y hacer llegar un mensaje al Gobierno colombiano, el Observatorio ADPI organizó, el 17 de mayo, un mitin frente al Consulado. Entregamos al Cónsul el informe titulado 24 indígenas asesinados en Colombia en 2013 mientras se negocia la paz, desple-

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gamos dos pancartas que contenían los nombres y apellidos de los indígenas asesinados y una leyenda que rezaba: La paz pasa por un respeto integral a los pueblos indígenas. Al final como un acto simbólico de recuperación de la memoria leímos en voz alta los nombres de nuestros compañeros muertos.

Comunicados y boletines La elaboración y difusión de comunicados realizada por el Observatorio la entendemos como otra acción de solidaridad. Algunos los hemos hecho para rechazar y denunciar la militarización de los territorios indígenas y los enfrentamientos entre el Ejército y las guerrillas y la consecuente afectación de la población civil. En otros hemos apoyado, difundido y amplificado algunas de sus grandes movilizaciones. En otro más nos hemos referido a casos concretos de represión en contra de compañeros pertenecientes a las comunidades originarias. . En mayo de 2013, el Observatorio participó en la elaboración y difusión del comunicado conjunto a la opinión pública de nueve organizaciones europeas titulado Sin un respeto integral a los pueblos indígenas no habrá paz en el cual fijamos nuestra posición frente al conflicto presentado entre las organizaciones indígenas y las FARC. También hemos realizado llamados a la solidaridad internacional y enviado cartas o notas de apoyo a las organizaciones indígenas.

Participación en redes y plataformas El Observatorio participa en las siguientes redes o plataformas: • Colombia en Pau. • Plataforma de Seguimiento a las Industrias Extractivas (PSIE). • Plataforma Aturem el Fracking - Model Energetic (PAFME). • UPAC: Universidad Popular Autogestionaria de Catalunya.

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