Tema 21 Estructura de las ciudades españolas

Tema 21 Estructura de las ciudades españolas 1. Principales etapas del proceso de urbanización español Llamamos proceso de urbanización a la progresiv

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Tema 21 Estructura de las ciudades españolas 1. Principales etapas del proceso de urbanización español Llamamos proceso de urbanización a la progresiva concentración en la ciudad de la población, las actividades económicas y las innovaciones más destacadas. En este proceso se pueden distinguir varias etapas, preindustrial, industrial y postindustrial. La urbanización española está originada en un proceso histórico largo y complejo, en el que han intervenido numerosos pueblos y culturas diferentes. Cada período ha dejado huellas en el centro histórico de las ciudades españolas que se manifiestan en el plano urbano, la trama urbana, la estructura y la morfología. . La etapa preindustrial La etapa preindustrial abarca desde la aparición de los primeros núcleos urbanos hasta los comienzos de la industrialización en el siglo XIX. Es un caracterizado principalmente por una urbanización escasa pues la tasa de urbanización no superaba el 10% de la población. El tamaño medio de las ciudades se situaba en torno a los 5000 -10 000 habitantes. Los factores que favorecían la urbanización eran las estratégico-militares ( la ciudad controlaba el territorio), políticos y administrativos ( era sede del poder político y base para la organización del territorio), económicos ( controlaba los recursos del entorno y desarrollaba actividades comerciales y artesanales) y religiosos ( era sede del poder religioso). Se puede dividir en varias fases: los asentamientos urbanos prerromanos, la urbanización romana, la Edad Media y la Edad Moderna. Respecto a los orígenes de la urbanización, en España no puede hablarse propiamente de ciudades hasta la colonización fenicia y griega a partir del siglo IX a.C. Estos pueblos crearon factorías comerciales en la costa para explotar los recursos minerales y agrícolas, y ciudades como Gádir y Ampurias. En el resto de España los asentamientos de las culturas indígenas son protourbanos. Tan sólo quedan restos arqueológicos de esta primera urbanización, no dejando huellas en el casco histórico. La romanización fue muy intensa en la mayor parte del territorio peninsular e impulsó el desarrollo de la urbanización. Se fundaron numerosas ciudades y además las ciudades indígenas adoptaron el urbanismo romano, caracterizado en algunos casos por un trazado regular en damero, tomado del campamento romano y basado en dos calles principales ( Cardus y decumanus) que confluyen en un espacio central o foro donde se localizan los edificios públicos. El casco histórico de León y Tarragona reflejan el primitivo trazado de la ciudad romana. Muchas ciudades españolas tienen origen romano: Sevilla, Barcelona, Zaragoza, Valencia, León, Tarragona, Málaga, Mérida. Tras el declive de la vida urbana en la Alta Edad Media ( siglos V al X d.C) comienza un resurgimiento de las ciudades durante la Plena Edad Media, como en toda Europa. Las antiguas ciudades romanas revitalizadas por los musulmanes ( Granada, Córdoba) o las nuevas creadas ( Madrid) por ellos, tuvieron un plano irregular y laberíntico, frecuentemente sin salida ( adarves). Tenían un núcleo principal amurallado, la medina, donde se situaban los edificios más destacados ( mezquita y zoco o mercado), situándose fuera de ella los arrabales, también fortificados. Las ciudades cristianas fundadas durante la Reconquista tuvieron una importante función militar, de ahí la presencia de murallas y su emplazamiento en lugares elevados ( Segovia, Salamanca). La mayoría presentan plano irregular, con plazas irregulares junto a las iglesias. Algunas, fruto de iniciativa real, presentaron un plano radiocéntrico o una cierta regularidad. En la Edad Moderna cabe distinguir el periodo renacentista, en el que la urbanización progresa y se transforma la morfología urbana con la aparición de plazas mayores regulares, el XVII en que se estanca el crecimiento de las ciudades por la crisis

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general del período histórico, aunque se desarrollan los modelos de ciudad barroca basada en conjuntos monumentales y grandes perspectivas urbanas, y el XVIII cuando la construcción de una red radial de carreteras facilitó la creación de un incipiente sistema urbano. . Etapa industrial La urbanización industrial comprende desde el inicio de la industrialización a mediados del siglo XIX hasta la crisis económica de 1975. Durante esta etapa la tasa de urbanización experimentó un gran crecimiento, pues el incremento de la población urbana superó al de la rural. Los factores que intervinieron en el crecimiento fueron administrativos, la nueva división territorial en provincias de Javier de Burgos 1833, que provocó el crecimiento de las nuevas capitales, y económico-sociales, el nacimiento y desarrollo de la industria moderna atrajo hacia ellas a la población. La revolución industrial afectó de manera importante al reparto de la población en el territorio, que comienza a centrarse en las ciudades con lo que aumentó la tasa de urbanización y a la morfología y estructura de las ciudades, con la transformación del centro histórico y la aparición de los ensanches y barrios obreros. En este proceso se pueden distinguir varias fases: hasta mediados del XIX en el que crecimiento urbano afectó sobre todo a las ciudades elegidas como capital de provincia, con tasas de urbanización pequeñas ( 24%); desde mediados del XIX hasta la Guerra Civil, en la que el crecimiento de las ciudades fue manifiesto ( tasas urbanización 40%) y en las que la industria es el principal factor, principalmente en Madrid, País Vasco y Asturias. La Guerra Civil y la posguerra provocaron un estancamiento de la urbanización, pero desde los años 60 la urbanización se aceleró debido a la expansión de la industria y el crecimiento de la población ( baby boom) y el turismo en el litoral y los archipiélagos. Este proceso provocó un fuerte éxodo rural y un aumento de la población de las ciudades, que difícilmente podían absorberlo. . La etapa postindustrial: desde los años 80 A partir d 1980 se empiezan a notar en España los efectos de la crisis económica mundial de la década de los setenta, que suponen el fin de una etapa de crecimiento urbano y de la primacía de la industria como motor del desarrollo económico y urbano. Los servicios pasan a ser el principal sector productivo de la economía nacional. Todo ello produce cambios en el proceso de urbanización que da pasa a la etapa conocida como urbanización postindustrial. Esta se caracteriza por el descenso del ritmo de urbanización, en la que esta primero se ralentiza y luego desciende por un fenómeno de desurbanización en la que las ciudades pierden población. El Principal factor de la desindustrialización es la llamada “ rururbanización” o urbanización de los territorios situados fuera de la ciudad. Las causas de la rurbanización son la mejora de las comunicaciones y los transportes terrestres y el deterioro de numerosas áreas de la mayoría de las ciudades grandes debido a una acumulación de problemas, tanto heredados ( congestión, déficit de viviendas, segregación interna, inseguridad) como nuevos ( desempleo y marginación de colectivos sociales desfavorecidos como indigentes, toxicómanos, inmigrantes ilegales). Las familias de rentas altas y mediasaltas, buscan espacios residenciales de baja densidad y mayor contacto con la naturaleza, y familias de rentas medias, al no poder acceder a una vivienda en el interior de la ciudad por su alto precio, se ven obligadas a buscar vivienda en las áreas periféricas. Esta nueva distribución demográfica y funcional de las ciudades ha acelerado los movimientos de ida y vuelta en dirección a los espacios rururbanos, lo que ha provocado el aumento de la cantidad de los movimientos diarios residencia-trabajo ( movimientos pendulares), con la presión sobre el transporte público y la congestión de los accesos que originan y los aumentos de contaminación. En España la mayor parte de las ciudades se encuentra en la primera fase de estancamiento, y tan sólo las metrópolis se encuentran inmersas en procesos de

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desurbanización. De este modo, la ciudad concentrada es sustituida por una “ciudad difusa” que extiende áreas residenciales inconexas por espacios cada vez más amplios. Otro rasgo de la ciudad postindustrial es el cambio de los factores de urbanización. La industria pierde importancia como factor de urbanización porque la crisis de 1975 produjo desindustrialización y declive de las ciudades industriales afectadas y además la producción industrial tiende a dispersarse por el espacio. Pero hay que matizar, pues en la regiones de tradición industrial, la industria sigue siendo el principal factor de urbanización, aunque con tendencia a disminuir; las ciudades cercanas a las grandes metrópolis crecen por la localización en ellas de las industrias que las abandonan ( efecto difusión, por ejemplo en el norte de Castilla La Mancha), los nuevos sectores de alta tecnología se sienten atraídos por las grandes metrópolis por estar mejor dotadas de servicios y equipamientos. El problema es que estos sectores crean pocos puestos de trabajo al estar muy mecanizados, lo que contribuye a disminuir el crecimiento urbano. Las actividades terciarias ganan relevancia como factor de urbanización, especialmente en las grandes metrópolis, donde se localizan las actividades punta y los centros de decisión y gestión de las empresas ( Madrid, Barcelona), en la regiones turísticas ( Baleares y Canarias) y las regiones menos avanzadas donde predomina un terciario de bajo cualificación ( Andalucía, Extremadura). 2. El casco antiguo: elemento esencial de la ciudad heredada La ciudad española actual tiene una estructura interna compleja y heterogénea como resultado de un largo proceso de urbanización. En la estructura urbana actual pueden identificarse: centros históricos; barrios planificados burgueses ( ensanches) y barrios obreros; periferia, espacio amplio y variado en el que se encuentran barrios de extrarradios, núcleos suburbanos, áreas residenciales suburbanas; y por fin las áreas periurbanas o rururbanas. Pero solo las grandes ciudades del sistema urbano español han desarrollado la totalidad de las unidades urbanas anteriores. 2.1 Características de los centros históricos. Los cascos históricos son espacios construidos antes del inicio de la industrialización de la segunda mitad del siglo XIX, acumulándose en su interior elementos de distintas épocas históricas. Forman la antigua ciudad preindustrial. Su origen se remonta con frecuencia a la Edad Media, aunque también hay ciudades con orígenes romanos. El emplazamiento, o lugar concreto en el que se localiza la ciudad solía buscar la fácil defensa, por lo que se sitúan en promontorios rocosos ( Vitoria, Cuenca, Segovia) o promontorios rocosos a la entrada de un puerto natural ( Gijón, San Sebastián, Cádiz, A Coruña), en la margen de un río aprovechando un meandro ( Zamora, Soria) o la unión de varios ríos ( Valladolid). La situación o posición relativa de la ciudad respecto a un entorno geográfico amplio muestra ubicación preferente en vías de comunicación naturales. El plano o conjunto formado por las superficies construidas y libres ( calles, plazas) suele ser irregular, con calles estrechas y tortuosas, aunque algunos presentan algunas calles rectas y plazas regulares propias del Renacimiento y el Barroco. La trama o disposición de los edificios es cerrada o compacta, disponiéndose los edificios unos junto a otros, sin excesiva altura. El uso del suelo es residencial, comercial, edificios públicos ( Ayuntamiento) La industrialización provocó el nacimiento de nuevas áreas urbanas y la transformación de los centros históricos a lo largo de los siglos XIX y XX. Se experimentaron cambios en el plano, derribándose murallas, ensanchando calles y plazas para

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corregir tortuosidades con trazados rectilíneos ( alineamientos). Se abrieron grandes vías inspiradas en el modelo de París concebidas como calles amplias y largas jalonadas de edificios majestuosos que rompen la trama del casco histórico ( Gran Vía) o unen este con el ensanche burgués o la estación ferroviaria ( Oviedo, León). En sus edificios se instalaron funciones terciarias de lujo ( teatros, banca) que las convirtieron en la calles principales. A partir de estas vías se renovaron las calles próximas aprovechando el alto valor del suelo ( Barcelona, Madrid). La trama siguió siendo cerrada, pero se densificó y aumentó la altura de los edificios apareciendo viviendas colectivas de cinco tres a cinco alturas. En los años sesenta del siglo XX se llevaron a cabo procesos de renovación que, aunque en su mayor parte pretendían revitalización del casco histórico, originaron frecuentes daños al patrimonio urbano, con edificaciones inadecuadas, con excesiva altura y sin relación con la tradicional de la zona, y una introducción masiva del tráfico rodado. Solo algunos casos aislados, como en Toledo, Cáceres, Segovia o Salamanca, se aplicó una política conservacionista a ultranza, muy costosa de mantener para los ayuntamientos y que, al dificultar cualquier tipo de reformas, favoreció un progresivo abandono de sus residentes. Se produjeron cambios en el uso del suelo experimentándose una progresiva terciarización pues se instalaron comercios de alto rango que podían rentabilizar el alto precio del suelo ( bancos, sedes de empresas, cines, hoteles, comercios) que acabó por convertir a los cascos históricos en del centro comercial y de negocios de la ciudad. Ello contribuyó a saturar el centro al confluir en él tráfico urbano, los empleados de los negocios y los compradores. Se produjo un cambio de la composición social de sus habitantes pues algunos barrios degradados quedaron ocupados por grupos sociales de bajos ingresos y población envejecida, al desplazarse los jóvenes a otros nuevos barrios de la ciudad o la periferia urbana ya en los años 80. Para intentar solucionar estos problemas que afectaban a la gran mayoría de los centros históricos, en los años ochenta se puso en marcha una política de rehabilitación integrada: se peatonalizan calles, se conceden ayudas para la rehabilitación de viviendas, se favorece la diversificación de los usos del suelo favoreciendo la implantación de actividades turísticas y culturales. 2.2 Su especial relevancia en las ciudades de Castilla y León En Castilla y León el casco antiguo, en muchas ocasiones de origen romano o medieval, estuvo rodeado habitualmente de murallas que posteriormente se derribaron salvo en Ávila. La trama, a pesar de las agresiones de la época del desarrollismo, presenta un importante patrimonio artístico y monumental en ciudades como Salamanca, Segovia, León, Zamora y Burgos. En la mayor parte de las ciudades el casco histórico sigue siendo el centro comercial y terciario. Desde los años 80 se han desarrollado importantes políticas de rehabilitación. El ensanche del siglo XIX fue deficiente o inexistente en muchas ciudades castellano-leonesas. La excepción fue León, donde se llevó a cabo un ensanche burgués con plano en cuadrícula que se completó en la década de 1960 y se convirtió en el centro de negocios y comercial de la ciudad. Se crearon además barriadas obreras junto a las estaciones, como el de Farola en Valladolid, que hoy ha experimentado un proceso de renovación. La periferia urbana, constituida en nuestra región a parir de los 50, careció de planificación. Se construyeron barriadas de bloques de escasa calidad de promoción pública o privada, para acoger a los inmigrantes rurales, especialmente en aquellas que acogieron polos industriales como Valladolid o Burgos.

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3. Heterogeneidad de la zona de transición 3.1 El ensanche burgués como zona de crecimiento planificado EL crecimiento de la ciudad en el siglo XIX se plasmó en la aparición de áreas residenciales diferenciadas para la burguesía y los trabajadores, los ensanches y los barrios obreros. El ensanche es un espacio urbano nuevo que plasma las ideas burguesas de orden por lo que cuenta con un plano regular, y de higiene, lo que queda plasmado en espacios ajardinados, alcantarillado, pavimentación. El plano es ortogonal, con trama de manzanas abiertas y la edificación de baja densidad. La edificación incluía palacetes burgueses y villas ajardinadas. La red viaria de los ensanches es más amplia y rectilínea que la de los cascos antiguos, adecuada a la circulación de los automóviles. El uso predominante del suelo era residencial para la burguesía, al ser espacios urbanos de calidad, con altos precios de los solares e inmuebles edificados. Aunque inicialmente algunos trabajadores se instalaron en sótanos, buhardillas y patios de las casas burguesas. Solo en aquellas áreas externas más distantes se construyeron viviendas de peor calidad y menor tamaño para las clases medias, algo que sucedió con mayor frecuencia en los ensanches de las ciudades más pequeñas. Los ensanches más desarrollados y de mejor calidad fueron los de Madrid ( Carlos María de Castro), Barcelona ( ILdefons Cerdá) y Bilbao. También apareció en España un tipo de área residencial planificada, la ciudad jardín. o barrio ajardinado. Estos modelos de urbanización surgieron como influencia de la difusión de las ideas naturalistas del siglo XIX, que se basaban en el acercamiento a la naturaleza y se extendieron rápidamente por gran parte de Europa. Eran barrios de viviendas unifamiliares, con grandes zonas verdes, fuera de las áreas urbanas industriales, y enlazados con la ciudad por tranvía o ferrocarril. En el caso de España se desarrollaron en el primer tercio del XX, en espacios entonces periféricos y que el posterior desarrollo de las ciudades ha englobado dentro de su plano urbano. Los ejemplos más desarrollados de ciudad jardín fueron los de Madrid, Bilbao, Málaga o Vitoria. El ingeniero y urbanista Arturo Soria diseñó a finales del XIX en Madrid un modelo original, la denominada Ciudad Lineal, un eje central recorrido por transportes públicos y flanqueado por parcelas para viviendas unifamiliares, con huerta y jardín. Estos nuevos barrios fueron ocupados por poblaciones de clase media, ya que la burguesía urbana fue reacia durante décadas a abandonar el centro o las áreas de mayor calidad de los ensanches. Solo a partir de la década de los sesenta del siglo XX, cuando la revalorización de esta forma de espacio urbano las hizo más atractivas a los grupos de población de mayor renta, se consolidaron algunos ejemplos de barrios jardín con mayor calidad, como los barrios de Neguri en Getxo, cerca de Bilbao, Pedralbes en Barcelona o la colonia El Viso en Madrid. 3.2 La doble funcionalidad ( terciaria y residencial ) de este tipo de espacio Con el paso del tiempo el ensanche experimentó modificaciones densificándose la trama al edificarse las manzanas por los cuatro lados y construirse muchas dedicadas a parques. La edificación se verticalizó al levantarse áticos y sustituirse las villas burguesas y casas de viviendas más modestas por bloque de pisos, sobre todo en la década de los sesenta. Además experimentó cambios en los usos del suelo pues comenzó a recibir funciones terciarias que se extendieron desde el centro histórico a sus calles principales, de modo que acabó produciéndose una división entre un área residencial y cara para la burguesía y un sector terciarizado dominado por comercios y oficinas. Esta terciarización es especialmente intensa en Madrid y Barcelona.

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3.3 Los barrios obreros y la presencia residual de espacios no residenciales La oleada inmigratoria, que acompañó a la revolución industrial en la mayoría de las ciudades, supuso un rápido incremento de la demanda de viviendas. Demanda que no podían absorber los ensanches o los barrios planificados por el alto precio de los inmuebles en esas nuevas áreas urbanas. Así, esta población rural que venía a trabajar a las industrias que se habían establecido en las ciudades tuvo que acomodarse de dos formas. En algunos centros históricos y ensanches, provocando una mayor densidad de población y edificios aumentando el construcción en altura, en el interior de las manzanas o el recurso a los realquileres. En la mayoría de los casos, en barrios de nueva creación que, por aquel entonces estaban situados en el extrarradio de las ciudades. Su variedad es muy amplia, ya que incluyen desde espacios marginales caracterizados por la falta de planificación previa ( y que por lo tanto crecen de manera caótica y desordenada) hasta otros en los que el diseño regular da cabida a tipologías constructivas muy diferentes: polígonos de protección oficial, barriadas de viviendas unifamiliares ( las llamadas “ casas baratas”). 4. Las áreas de crecimiento urbano con función esencialmente residencial: la diferenciación social como rasgo fundamental. A lo largo de la historia los diferentes grupos de población se han ido distribuyendo por distintas zonas de la ciudad, atendiendo a criterios económicos y sociales. En la ciudad preindustrial existía un gradiente social desde las clases más altas que vivían en el centro, mientras que la población con menos recursos vivía en los barrios exteriores, denominados arrabales. A finales de este período, el crecimiento en altura de los edificios residenciales provocó que la estratificación fuera también vertical, ya que dentro de un mismo edificio, los pisos bajos eran ocupados por familias más ricas y las buhardillas por las de clase baja. Con el desarrollo de la ciudad industrial, aumentó la segregación residencial. Se planificaron los ensanches para albergar a la clase burguesa y se desarrollaron barrios obreros en el extrarradio. En la actualidad ha perdido importancia el gradiente social entre centro y periferia ya que existen barrios de diferentes niveles exteriores sociales repartidos por todo el territorio. Los contrastes sociales se producen más entre sectores geográficos de la ciudad, por ejemplo, entre norte y sur. Sin embargo, existe una clara diferenciación por grupos de edad, ya que el centro histórico, el ensanche y los núcleos del extrarradio sufren de forma particular el proceso de envejecimiento de la población, mientras que las familias jóvenes se localizan en los nuevos desarrollos urbanos de la periferia. 5. Diversidad sociofuncional de la corona exterior 5.1 Las funciones industriales y terciarias La corona exterior de la ciudad no sólo tiene una función residencial sino que en ella el suelo está ocupado por distintas actividades, como las industriales y terciarias. Desde los años sesenta del siglo XX se empezaron a localizar junto a las principales vías de transporte y en áreas alejadas de los espacios residenciales de mayor calidad, los polígonos industriales, los almacenes, comercios mayoristas, talleres de reparación… que muchas veces se intercalaban entre barrios marginales y polígonos de viviendas de promoción oficial. Pero a partir de finales de los setenta las industrias abandonan las grandes ciudades para situarse en la periferia o en municipios cercanos buscando un suelo más barato. A partir de los años 80 y en algunas ocasiones sustituyendo a viejas áreas industriales establecidas en los años sesena y setenta del siglo XX, comienzan a proliferar grandes superficies comerciales, de equipamiento y de ocio, algo que ya ocurría desde hacía años en los países europeos más desarrollados.

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Estas áreas se localizan en lugares con buenos accesos y bien comunicadas, desplazando, en gran parte, a las áreas de los ensanches, que era donde principalmente se situaban los más importantes establecimientos hosteleros y de ocio. 5.2 La diversidad de espacios residenciales Los barrios marginales de infraviviendas o chabolas surgen sobre suelo ilegal y sin organización urbanística. Las viviendas son autoconstruidas, con graves deficiencias de cimentación y materiales y carecen de los servicios elementales. Estos barrios alcanzaron su máxima dimensión en la década de los 50 cuando el éxodo rural masivo llevó a la ciudad a millones de personas de escasos recursos para los que no había una oferta de vivienda suficiente y accesible. Los barrios de vivienda de promoción oficial tuvieron su mayor desarrollo entre los años 1940 y 1960. En este período, para solucionar el problema de la vivienda, se crearon más de 400 000 viviendas “ protegidas”, es decir construidas con ayuda estatal y con limitaciones en el precio de venta. En la mayoría de los casos formaron barrios d de trama abierta, con edificación en bloques, monótonas y de mala calidad constructiva, que sufrió un envejecimiento prematuro que son hoy objeto de rehabilitación ( La Rondilla). Los polígonos de vivienda de promoción privada surgieron a partir de 1960. La trama abierta, en bloques o torres con amplios espacios entre las viviendas para jardines o aparcamientos, evolucionó pronto hacia bloques en forma de H, de altura y densidad excesivas y que daban a la ciudad apariencia desordenada. Los edificios, geométricos, crearon un entorno urbano monótono que dan a estos barrios la imagen de colmenas o dormitorio ( Torrelago). En los años 90 han resurgido las manzanas cerradas para recuperar la organización de las calles, con uso colectivo del patio, bien privado ( jardines) bien público ( plaza). ( Parquesol). En las décadas finales del siglo XX aparecen áreas de vivienda unifamiliar por la difusión entre la clase media de la ideología clorofílica ( contacto con la naturaleza) y uso del automóvil. Presentan trama abierta, edificación individual en vivienda exenta o adosada y uso del suelo fundamentalmente residencial. Socialmente acogen a las clases medias. 6 La complejidad de los espacios periurbanos Como hemos visto, la corona exterior de la ciudad es un espacio caracterizado por la diversidad de funciones. Junto a las nuevas promociones residenciales de baja densidad ( urbanizaciones) y la urbanización de los pueblos cercanos a las grandes ciudades, aparecen nuevas áreas industriales como los parques empresariales. A partir de los años 80 las nuevas demandas industriales favorecen la promoción de áreas industriales con mayor calidad ambiental, dotación de espacios libres y equipamientos. Es el caso de los llamados “ parques empresariales” o “ parques tecnológicos” ( como el de Boecillo en Valladolid) donde se ubican edificios de oficinas buscan la descongestión del CBD, o empresas avanzadas y centros de investigación, principalmente en los campos de nuevas tecnologías y de la innovación industrial. También hay grandes instalaciones con función terciaria que buscan una fácil accesibilidad porque están orientadas a satisfacer las necesidades de no solo de los habitantes de la ciudad, sino de todo un territorio : grandes centros comerciales, centros de ocio ( Equinoccio) equipados de cines, discotecas, bares y restaurantes, y parques de atracciones. Las grandes infraestructuras de transporte se sitúan también allí, como los aeropuertos y los puertos secos, así como otras actividades que necesitan de mucho espacio y además pueden ser moletas para los habitantes de la ciudad como las depuradoras de agua, los centros de tratamientos de residuos sólidos urbanos, centros de reciclaje de escombros, plantas de residuos industriales y tóxicos… Todos estos espacios se intercalan con espacios rurales creando un espacio donde es difícil hacer una distinción neta entre el espacio urbano y no urbano.

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