TEORÍA FEMINISTA COMO INTERTEXTO EN NOVELAS DE ESCRITORAS LATINOAMERICANAS DE FINES DEL SIGLO XX

PUBLICADO: 2004 / 2002: “Teoría femenina como intertexto en novelas de escritoras latinoamericanas,” Literatura escrita por mujeres en el ámbito hispá

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EL TEATRO VENEZOLANO A FINES DEL SIGLO XX (1970 - 2000) Luis Chesney Lawrence Coordinador d'estudis de postgrau en Arts i del master de Teatre Llatino

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PUBLICADO: 2004 / 2002: “Teoría femenina como intertexto en novelas de escritoras latinoamericanas,” Literatura escrita por mujeres en el ámbito hispánico. Editora Eva Lõfquist. Gõteborg, Sverige: Colección Aspasia, 2002. Reimpreso en: Síntomas de la prosa hispánica contemporánea 1990-2001. 2004: 219-246. University Press of Southern Denmark. TEORÍA FEMINISTA COMO INTERTEXTO EN NOVELAS DE ESCRITORAS LATINOAMERICANAS DE FINES DEL SIGLO XX Nelson González-Ortega, Universitetet i Oslo, Norway El estudio diacrónico de la situación de la mujer en las sociedades occidentales y en las sociedades que derivan de Occidente revela que históricamente se han establecido entre el hombre y la mujer relaciones de dominación y dependencia familiar, sexual, social, económica, política y cultural. Dada esta condición histórica, el conocimiento de la situación social y cultural de la mujer en las ciencias sociales suele partir del estudio interrelacionado de los niveles económico, político, social y cultural.1 Sin disminuir la importancia del enfoque interdisciplinario en los estudios de y sobre la mujer, propongo en este artículo el estudio de los diversos modos de intertextualidad establecidos entre la novela latinoamericana contemporánea y la teoría feminista occidental.2 A la luz de las teorías feministas de Julia Kristeva (1984); Hélène Cixous (1976; 1990); Luce Irigaray (1985); y Elaine Showalter (1977; 1988) analizo modos de intertextualidad en las novelas Las Andariegas (1984) y Señora de la miel (1993) de las colombianas Albalucía Angel y Fanny Buitrago; Por la patria (1986), El cuarto mundo (1988); y Paula (1994) de las chilenas Diamela Eltit e Isabel Allende y “La ciudad de Luzbel” (cuento, Cosmogonías, 1994) de la uruguaya Cristina Peri Rossi.3 Este estudio se organiza en tres secciones: en la primera, se ofrece un panorama desde el siglo XVI al XX sobre la expresión textual (temática) de las relaciones de dominación y dependencia intelectual entre el hombre y la mujer articulada por escritoras latinoamericanas en diversos modos y géneros de escritura; en la segunda, se hace una somera evaluación de la crítica y teoría feminista contemporánea tanto en el ámbito occidental (francés y anglosajón) como en el ámbito hispánico y se analiza su influencia, a nivel de tema y estructura, en las novelas estudiadas; y, en la última 1

A nivel económico-político, se estudia, por ejemplo, en historia, sociología, economía y ciencias políticas, el origen y establecimiento de las relaciones de supremacía y subordinación entre hombres y mujeres y su incidencia social manifestada en las luchas constantes dirigidas a obtener leyes de reivindicación política sobre los derechos de la mujer, como el derecho al voto, al divorcio, al aborto, a la educación y leyes laborales que buscan mejorar las condiciones de trabajo y los salarios de las mujeres en relación con el de los hombres. Gracias a dichos estudios sabemos hoy, por ejemplo, que Ecuador y Brasil fueron los primeros países latinoamericanos en conceder el derecho al voto a las mujeres, respectivamente, en 1930 y 1932; que Argentina fue país pionero en América Latina en las luchas sociales por los derechos de la mujer no sólo porque, ya en 1860, se estableció allí un sistema de escuelas públicas dirigido a educar a las mujeres, sino porque cuando se fundó el partido socialista argentino en 1896, se concedió a las mujeres el derecho a pertenecer al partido con iguales derechos que los hombres, lo cual resultó en que las argentinas fundaran los primeros Centros Socialistas de Mujeres en Latinoamérica; y sabemos también que a fines del siglo XX, en 1992, se le concedió el premio Nobel de la Paz a la indígena guatemalteca Rigoberta Menchú por representar con su actividad social y política, la lucha continuada de las mujeres de América Latina en contra de los cuatro grandes poderes opresivos masculinos tradicionales: el militarismo, el racismo, el sexismo, y el clasismo o la opresión de clase. 2 Como es sabido, el concepto de ”intertextualidad” fue acuñado por Julia Kristeva en la década de los sesenta a partir de los postulados de Michael Bajtín sobre la ”intersubjetividad” en el habla social. Para Kristeva, intertextualidad representa: ”in the space of a given text, several utterances, taken from other texts [which] intersect and neutralise one another” (1980: 36). En su libro Palimpsestes (1982), Gérard Genette, a su vez, toma el concepto de Kristeva y lo redefine incluyéndolo como una de los 5 conceptos que -junto a ’paratextualidad’, ’metatextualidad’, ’hipertextualidad’ y ’architextualidad’- componen su macro-concepto de ”Palimpsesto”. Para Genette, ”Intertextualidad” implica: ”Une relation de coprésence entre deux o plusieurs textes, c’est-à-dire, eidétiquement et le plus souvent, par la présence effective d’un texte dans un autre.” (1982: 8). Basándome en las definiciones anteriores, entiendo aquí por ”intertextualidad” los diversos modos en que un texto actual (Ta4) se interrelaciona, interactúa o establece un diálogo con otro(s) texto(s) pasado(s) = (Tp3, Tp2, Tp1) en los planos, por ejemplo, del género, del discurso, de la estructura y del tema, resultando de dichos procesos de interactuación un texto nuevo (Tn5), interdependiente de aquellos pre-textos (textos anteriores y/o motivos o temas) que inspiraron la(s) transformación(es) textual(es) de Tn5.

sección, a modo de conclusión y en base al paradigma crítico expuesto en este artículo, se propone una clasificación tentativa de los tipos de escritura de y sobre la mujer que parecen prevalecer en los estudios literarios hispánicos a fines del siglo XX. I. Entre la subordinación y la emancipación: el tema de la mujer y la mujer como tema literario en Latinoamérica: siglos XVI-XX En escritos de la literatura colonial (s. XVI-XVIII) de América Latina ha aparecido frecuentemente, de forma explícita o sutil, el tema de las relaciones de dominación y dependencia social e intelectual entre el hombre y la mujer, siendo el caso más conocido y estudiado el de la monja mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, cuyo sujeto subalterno femenino enuncia y exige en cartas, en poemas y en dramas un tratamiento de igualdad social e intelectual con el hombre y entre los hombres españoles e indígenas que vivieron bajo el sistema colonial implantado por España en América. Con el derrumbamiento de la colonia, causado por las guerras de independencia política y territorial del siglo XIX, surgen las nuevas repúblicas en América Latina y languidecen los modelos submisivos de conducta feminina colonial y la mujer latinoamericana empieza gradualmente a entrar en el discurso público y cultural de sus respectivos países. La sociedad patriarcal de entonces, dirigida por élites intelectuales masculinas, valora las supuestas virtudes naturales femeninas de ”pureza”, ”fuerza moral” y ”maternidad”y las equipara con las virtudes nacionales deseadas para los nuevas repúblicas latinoamericanas. La analogía entre la mujer y la nación fue política y culturalmente importante en el siglo XIX en la invención de las nuevas naciones latinoamericanas y se articuló tanto en el discurso público e institucional oficial como en el discurso cultural y literario. En el discurso estatal oficial del siglo XIX, la analogía ”mujer-nación” se manifestó en fórmulas retóricas populares como ”La Madre Patria” y ”La Santa Madre Iglesia”, mientras que en el discurso cultural y literario, la supuesta esencia femenina atribuida a la nación y al continente se manifestó tanto en el concepto de “Madre América” como en los nuevos nombres femeninos dados a la mayoría de las recién fundadas naciones. El deseo de identificar la idealizada ejemplaridad doméstica de la mujer burguesa del siglo XIX con las virtudes imaginadas para la nación se hizo patente en los títulos y temas de las principales novelas del nacionalismo literario latinoamericano como La novia del hereje (1846), Soledad (1847), y Amalia (1855) de los argentinos Bartolomé Mitre, José Marmol y Vicente F. López; Julia (1861) del peruano Luis Benjamín Cisneros; La hija del judío (1850) y Clemencia (1869) de los mexicanos Justo Sierra O’Reilly e Ignacio Manuel Altamirano; y el romance nacional, per se, María (1867) del colombiano Jorge Isaacs.4 La construcción del topos de la mujer como nación en la cultura literaria latinoamericana 3

En adelante, cito de las siguientes ediciones, usando las abreviaturas correspondientes: Albalucía Angel, Las Andariegas (1984) = LA; Fanny Buitrago, Señora de la miel (1993) = SM y Por la patria (1986) = PP; Diamela Eltit, El cuarto mundo (1988) = CM; Isabel Allende, Paula (1994) = P; y Cristina Peri Rossi, “La ciudad de Luzbel” = LCL (cuento, Cosmogonías, 1994). 4 El concepto oficial de la novela como alegoría de la nación ha sido parodiado en el siglo XX, por ejemplo, por la escritora puertorriqueña Rosario Ferré y por la argentina Luisa Valenzuela en sus respectivas novelas: Maldito amor (1986) y Realidad nacional desde la cama (1990).

decimonónica se enmarca y se explica, recurriendo a la propia etimología de dicho término griego que significa “lugar geográfico” (territorio) y “lugar común” (tópico literario). Junto al discurso nacionalista masculino de inspiración femenina, se hicieron visibles en las ciudades latinoamericanas de fines del siglo XIX y principios del XX mujeres escritoras que no ocultaron sus escritos bajo seudónimos, sino que publicaron con nombre propio. Estas escritoras emplearon diversos géneros y modelos de escritura como el artículo periodístico, la carta privada, el diario, la memoria, la poesía íntima, el cuento, el drama y la novela para cuestionar su exclusión del discurso patriarcal dominante y las relaciones de dominación y dependencia -manifestadas en forma de opresión física, psicológica, sexual, económica y social- sufrida por las mujeres. Relaciones conflictivas que son representadas en los textos por narradores, personajes ficcionales y dramatis personae que frecuentemente son del sexo femenino. Ejemplos de este tipo de escritura son las obras de la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) y la colombiana Soledad Acosta de Samper (1833-1913). Samper escribió, a fines del siglo XIX, artículos de costumbres, drama y novelas como Una holandesa en Colombia en las que, desde su condición de mujer burguesa, critica las asunciones patriarcales del discurso masculino decimonónico. Paralelamente, el cuestionamiento de la dominación ejercida por el rol sexual masculino en las relaciones sociales entre el hombre y la mujer, se manifiesta en la poesía amorosa, íntima y erótica de la chilena Gabriela Mistral (1889-1957); de las uruguayas Delmira Agustini (1886-1914) y Juana de Ibarbouru (1895-?); de la argentina Alfonsina Storni (1892-1938); y de la puertoriqueña Julia de Burgos (1916-1953). Con la intención poética de oponerse al discurso masculino dominante, estas poetisas representaron algunas veces al hombre, o bien como un ”Super-hombre”, siguiendo las teorías de Nietzsche, como es el caso de Delmira Agustini, o bien lo representaron como ”un hombre pequeñito” como es el caso de Alfonsina Storni, o bien despreciaron a la mujer burguesa y cuestionaron su dependencia masculina en sus poemas mísóginos como es el caso de Juana de Ibarbouru. Estos temas de confrontación y resistencia al discurso masculino tradicional revelan la frustración y resentimiento de estas poetisas que se sintieron excluidas - por su género sexual y no por su talento - del establecimiento literario latinoamericano de la época dominado por grupos de críticos conservadores que no tomaron en serio a estas escritoras. Con todo, pese a exclusiones sutiles o manifiestas, se puede afirmar que al principio del siglo XX las mujeres de América Latina comenzaron finalmente a acceder al mundo de las letras, recibiendo, en muchos casos, un gran reconocimiento aún por sectores masculinos tradicionalmente conservadores y escépticos del establecimiento literario de los países latinoamericanos. De hecho, a partir de la década de los sesenta, algunas escritoras latinoamericanas y españolas como Rosario Castellanos, Helena Poniatowska, Isabel Allende, Laura Esquivel, Almudena Grandes y Carmen Rico Godoy han recibido prestigiosos premios nacionales e internacionales y sus obras se leen hoy

en casi todo el mundo en traducciones. Gracias a la masiva comercialización propia de la sociedad de consumo hispánica e internacional, las novelas de Rico Godoy, Allende y Esquivel, por ejemplo, se han convertido en objetos de placer y de consumo que han sido comprados como guiones de cine y filmados en España y Hollywood, convirtiendo a sus autoras no sólo en millonarias, sino en heroínas de papel y en celebridades mundiales. Reconociendo el controversial fenómeno comercial del Best Seller en la producción literaria hispánica de los últimos dos decenios, la crítica Susana Reisz afirma que: “Una de las estrategias más frecuentes, particularmente notoria en las narradoras de gran éxito -y que en Isabel Allende alcanza un máximo de sistematicidad-, es la mímesis -enfatizada, sobreactuada, teñida de diferentes matices de ironía- de las más diversas variantes de lenguaje patriarcal, así como de ciertos lenguajes artísticos tanto cultos como populares” (Reisz 1990: 207). II. La teoría feminista como estrategia intertextual en novelas de escritoras latinoamericanas de fines del siglo XX Sea cual fuere la opinión que se tenga sobre el auge actual de la escritura, producción, consumo y crítica de textos de y sobre la mujer, se debe, a mi parecer, tener siempre en cuenta tanto el examen de las condiciones sociales y económicas vigentes en América Latina en las últimas cuatro décadas del siglo XX como las nuevas tendencias novelísticas aparecidas después de la culminación de la narrativa del Boom en la década de 1970.5 Los procesos de transformación social ocurridos a fines del siglo XX en Latinoamérica han estado relacionados, en la década de los sesenta, por un lado, con el resurgimiento del militarismo y la creciente intolerancia hacia los movimientos de liberación, entre ellos el feminista y, por otro lado, con la emergencia de movimientos políticos de base popular como la revolución cubana y de discursos sociales alternativos como la teología de la liberación y el auge de la cultura popular urbana manifestada en el creciente éxito de la música rock y del arte pop. También en la década de los setenta, la institucionalización de régimenes militares y el establecimiento de la sociedad de consumo hacen más fuerte y manifiesto el poder patriarcal de las clases militares y de sectores políticos de derecha. En la década de los ochenta, la apertura política de los nuevos gobiernos democráticos y el establecimiento del neoliberalismo, manifestado en la internacionalización de la economía y de los medios de comunicación masiva, influyen en las actitudes de consumo cultural y comercial. Finalmente, en los noventa, la llegada a las grandes ciudades latinoamericanas del fenómeno de la "globalización" y del falso poder de la realidad virtual, concretizado en el auge de la información cibernética por computadores, ha contribuido a

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Desde luego que aparte de la vertiente feminista del discurso literario fenisicular latinoamericano, hay otras vertientes importantes en la novela de fines del siglo XX, entre ellas, la novela policíaca, la novela rosa, la nueva novela histórica y la novela testimonial. Para tener una noción de los tipos de novelas y discursos presentes en la literatura hispánica de fines del siglo XX, véase, González-Ortega, N. (1999) La novela latinoamericana de fines del siglo XX: 1967-1997: Hacia una tipología de sus discursos. Moderna språk. Vol LCIII: 2. Pp. 203-228.

crear en la clase media latinoamericana la ilusión de pertenecer, tecnológicamnete hablando, al llamado primer mundo. Es dentro de este contexto sociopolítico que se debe examinar el auge en los estudios de la teoría y crítica feminista en Europa y Estados Unidos y su derivación en América Latina, manifestado en el establecimiento institucional en varios países latinoamericanos y en diversos grados de la “escritura femenina” (expresión literaria de temas de y sobre la mujer); de la “crítica literaria feminista” (comentario y análisis de textos de y sobre la mujer); y de la “teoría del feminismo” (creación de sistemas teóricos y de categorías análiticas para el estudio de textos de y sobre la mujer). Efectivamente, a partir de la década de los sesenta se empiezan a delinear algunas características dominantes en los estudios literarios y culturales de y sobre la escritura de las mujeres. Una primera característica es el hecho de que se pueden yuxtaponer en una misma escritora o bien los roles de activista femenina, de novelista mujer y de crítica de literatura como en el caso de la chilena Diamela Eltit y de las mexicanas Rosario Castellanos y Elena Poniatowska, o bien se combina el rol de novelista y de crítica, como en el caso de la argentina Silvia Molloy y de la puertorriqueña Iris Zavala, o bien se dan las escritoras de novelas feministas que se caracterizan por su afán polemizador y su rebeldía en contra de los hombres, como en el caso de la colombiana Albalucía Angel, o bien las novelistas consideran que escriben una literatura sin marcas de género sexual dado que, como declaran, escriben más como seres humanos que como mujeres, es el caso de la mexicana Julieta Ocampo, de la chilena Isabel Allende y de la argentina Cristina Peri Rossi. (Brooksbank Jones 1997: 302) Otro rasgo sobresaliente de la crítica literaria feminista en América Latina o, para ser más preciso, de los críticos hombres y/o mujeres que trabajan con un corpus textual de textos escritos por autoras latinoamericanas es que sienten el deseo de concederle un espacio institucional y un reconocimiento culto y popular a los escritos producidos por mujeres desde la colonia hispánica hasta la actualidad. En general, estos críticos centran sus tareas de investigación en tres fases de estudio: la primera, es una fase de recuperación de textos, la segunda, de evaluación y, la tercera, de canonización textual. En la primera fase se ”descubren” o recuperan textos olvidados, perdidos o refundidos que han sido escritos por mujeres, en muchos casos, por monjas de la época colonial o por mujeres burguesas en la época de la Independencia. Esta fase de recuperación textual ha dado origen, en los últimos veinte años, a la llamada ”escritura conventual”, uno de los campos más interesantes de la investigación de la cultura y la literatura latinoamericana actual. La escritura conventual se compone de diversos tipos de textos religiosos escritos por monjas en forma de meditaciones devocionales, oraciones, poesías, canciones, drama de tema cristiano, descripciones de experiencias místicas, cartas y autobiografías espirituales, siendo las obras más investigadas -por la naciente

crítica de la escritura conventual (Arenal y Schalau 1989; Paz 1988)- los escritos de Sor Juana Inés de la Cruz (México, 1651-1695), de la Madre María de San José (México 1656-1719); de la Madre del Castillo (Colombia, 1671-1742), de Santa Rosa de Lima (Perú, 1586-1617) y de la monja Ursula Suárez (Chile, 1666-1749). En la segunda fase, la de evaluación, se publican en ediciones críticas los textos ”recuperados” de la escritura conventual de la colonia o se componen antologías que incluyen, por ejemplo, obras de escritoras de los siglos XIX y XX, ignoradas por los críticos conservadores hombres o por la llamada crítica andro-céntrica tradicional.6 En la fase tercera, la de canonización textual, se incorporan diversas teorías y métodos de análisis al estudio de textos conocidos o desconocidos escritos por mujeres o sobre las mujeres y se publican en revistas literarias especializadas o en periódicos con el fin de contribuir a la apertura del canon literario para incluir obras de escritoras ignoradas por la crítica tradicional. Paralelamente, las tendencias críticas que se manifiestan en los estudios literarios y culturales en América Latina son diversas y se nutren principalmente de las corrientes críticas francesas y anglosajonas estructuralistas y postestructuralistas. Elaine Showalter, conocida teórica del feminismo en Estados Unidos, afirma que: "English feminist criticism, essencially marxist, stresses opression; French feminist criticism, essencially psychoanalitic, stresses repression; American feminist criticism, essencially cultural, stresses expression" (Showalter 1988: 336). Esta actividad crítica francesa y anglosajona se revela, por un lado, en la tendencia estructuralista saussureana de considerar las palabras como signos transparentes, carentes de ideología y el texto como representación directa de ideas u objetos del mundo y, por otro lado, la tendencia postestructuralista o postsausseriana de considerar las palabras como una expresión en busca constante de significantes diseminados y socialmente construidos y, por ello, sujetos a la coloración ideológica del enunciante. La tendencia saussureana de tomar las palabras y el texto como representación transparente del mundo ha predominado en la crítica literaria masculina latinoamericana y en la crítica tradicional femenina derivada de aquella, mientras que la tendencia postsausseriana de considerar que nada en literatura es representación sino que todo es lenguaje, se manifiesta en la teoría feminista actual en el deseo de diseminar el significado de las palabras y deconstruir así el discurso textual, mediante un tratamiento análitico de los textos, no como portadores de representaciones transparentes, objetivas y universales, sino como textos que derivan su autoridad de sistemas patriarcales de dominación/exclusión vigentes desde siempre en las lenguas y en las sociedades occidentales. Correlativamente, en las novelas de escritoras que tienen conocimiento de las teorías feministas modernas, se nota la articulación y yuxtaposición de las siguientes cuatro tendencias predominantes

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Una de estas ediciones críticas o antologías –con una excelente introdución informativa dirigida a un público anglosajón general o especializado- es, por ejemplo, Untold Sisters: Hispanic Nuns in Their Own Work (1989) de Electa Arenal y Stacey Schlau.

de la teoría feminista contemporánea occidental: 1) La biológica; 2) la psicoanalítica; 3) la lingüística; y 4) la cultural. (Showalter 1988: 333-356). 1) La tendencia biológica de la teoría feminista mantiene que la mujer es diferente al hombre no sólo en lo anatómico sino en lo fisiológico, dado que en el cuerpo femenino se concretizan funciones fisiológicas, ajenas a las experiencia masculinas, como son la menstruación, la gestación, el parto, la lactancia y la menopausia. Al relacionar lo fisiológico con la creación literaria, el feminismo biológico exhorta a las escritoras a escribir desde las perspectivas de esas experiencias fisiológicas, remitiendo al doble hecho de que “la escritura de las mujeres procede de sus cuerpos, y que la diferenciación sexual es también su fuente primaria de creación" (Burke 1978: 851, mi traducción). Las novelas escritas por mujeres -afirma la tendencia biológica de la crítica feminista-, deben incidir en el problema del “autodescubrimiento”, según el cual, la mujer escribe para crearse: es decir, para crear su cuerpo y su personalidad de mujer en su discurso narrativo. En línea con esta tendencia biológica del feminismo, escriben, por ejemplo, las chilenas Isabel Allende y Diamela Eltit. Como profesora de universidad, Eltit conoce la teoría feminista contemporánea y, como escritora, elabora literariamente en sus novelas Por la patria y El cuarto mundo los enunciados del feminismo biológico. En la primera página de El cuarto mundo se lee: Un 7 de abril mi madre amaneció afiebrada. Sudorosa y extenuada entre las sábanas, se acercó penosamente hasta mi padre, esperando de él algún tipo de asistencia. Mi padre de manera inexplicable y sin el menor escrúpulo la tomó obligándola a secundarlo en sus caprichos […] Ese día 7 de abril fui engendrado en medio de la fiebre de mi madre y debí compartir su sueño […] ese 8 de abril mi padre había engendrado en ella a mi hermana melliza. […] Eramos apenas larvas llevadas por las aguas, manejados por dos cordones que conseguían mantenernos en espacios casi autónomos. (CM: 11, 12, 13).

En la primera página de Por la Patria, también se lee: ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma am am am am am am am am am am am am am ame ame ame ame dame dame dame dame dame dame madame madame madame dona madona mama mama mama mama mamá mamá mamá mamacho el pater y en el bar se tornan y arman trifulca. [...] caderas amplias de buena madre y mancha ese centímetro de raíz negra de mamá mala, su pelo grueso y tosco, no como arriba que es rubiecito [...] Se ríen de su pelo que asoma entre los pelos que tiene abajo su machi, por no salir rucia le toca el tinto y apuntan sus mechas y el palo papacito la empuja adentro y atrás (PP : 13).

Asimismo, en las primeras páginas de Paula de Isabel Allende, la narradora informa que: Mi madre no había sido preparada para la maternidad, […] apenas presintió su embarazo, supo que sería una niña, la llamó Isabel y estableció con ella un diálogo permanente que no ha cesado hasta hoy. Aferrada a la criatura que crecía en su vientre, trató de compensar su soledad de mujer mal casada; me conversaba en alta voz asustando a los que la veían actuar como una alucinada, y supongo que yo la escuchaba y le respondía, pero no me acuerdo de ese período intrauterino (P : 22).

Los narradores y narradoras de El cuarto mundo, Por la Patria y de Paula son fetos, que escuchan y emiten voces, desde el vientre de sus madres embarazadas, lo cual confirma la articulación en estas

novelas Eltit y de Allende de una de las premisas biológicas básicas de la teoría feminista: el acto de escribir (producir lenguaje y comunicación) como analogía del acto fisiológico de gestación y parto. Se destaca así narrativamente la noción teórica de que la anatomía constituye la textualidad femenina y que el relatar experiencias ajenas al hombre, se considera una forma de resistencia literaria usada para cuestionar y derrumbar el discurso patriarcal tradicional. Tanto este tipo de escritura del cuerpo femenino como la vertiente biológica de la teoría feminista, por estar basada en la diferencia biológica, deriva, en mi opinión, en un tipo de “esencialismo” semejante, por ejemplo, a aquellas teorías esencialistas del nacionalismo literario que se fundamentan sólo en los conceptos de raza, territorio y lengua. Lo biológico como differance es criticado por Nancy K. Miller, quien afirma que la diferencia de la escritura de mujeres debe buscarse en: “the body of her writing and not in the writing of her body” (1980: 271). Sería, entonces, la calidad estética del corpus textual y no únicamente la escritura del cuerpo, lo que podría deteminar, si es que se puede, una marca diferencial de estilo en los textos escritos por mujeres. 2) La tendencia psicoanalítica del feminismo busca la diferencia de la escritura femenina en la psique de las autoras y en la relación que pueda haber entre género sexual y creación literaria. En la vocación psicoanalista de la escritura femenina, se incorporan las tendencias biológica y lingüística para conformar la psique de la mujer constituida supuestamente por su cuerpo, su desarrollo del lenguaje y por un modelo de socialización determinado por su género sexual femenino y por el rol de mujer asignado por la sociedad patriarcal. La tendencia psicoanalítica del feminismo se articula en la novelística hispánica, por ejemplo, en la narrativa de Cristina Peri Rossi, en especial, en su relato "La ciudad de Luzbel" (Cosmogonías), donde se fusiona inesperadamente la mujer protagonista con una ciudad demoniaca que, presumiblemente, es Buenos Aires: Un viajero me contó que se había enamorado de una mujer llamada Luzbel en una ciudad extraña. Era una ciudad sin tiempo, sin pasado, suspendida como en una pompa de jabón, y por eso mismo. Exonerada del futuro. […] El viajero que quiere fijar un contorno o guardar una imagen -como se atesoran las hojas de un árbol o las piedras fosilizadas- no ve dos veces la misma luz, ni aprecia, dos veces, la misma forma. Y se sume en un sueño de imágennes que varían, de sombras cambiantes, detrás, siempre, de un contorno que huye como de un buque fantasma. […] La ciudad de Luzbel carece de industria y de comercio […] En Luzbel muchas palabras tienen doble sentido [.] Luzbel escribe en las paredes como las antiguas mujeres de Egipto. Llena las paredes de su cuarto con signos cábalas y enigmas y los versos que prefiere. No escribe con lápiz de labios, no. Escribe con pinceles. No con la sangre de sus amantes ni de sus menstruaciones. Escribe con una barra de cera gruesa como su sexo. A veces borra. O escribe encima, y las inscripciones se confunden, como palimpsestos. (LCL: 39, 41, 47, 48).

Este supuesto territorio femenino, constituido literariamente por la analogía mujer-ciudad Luzbel, es un espacio urbano lleno de carencias: no hay tiempo pasado ni futuro, no hay objetos reales fijos, no hay industria ni comercio. Tampoco hay un lenguaje que denote la realidad, sino un lenguaje y una escritura palimpséstica (v. nota 2) borrada y recopiada que connota una irrealidad que toma forma en las figuraciones inmateriales distantes, en las imágenes sexuales, en las asociaciones y en las proyeciones y en los sueños del inconsciente de Luzbel, la ciudad-mujer, que personifica el viajero

que: “se sume en un sueño de imágenes que varían, de sombras cambiantes, […] de signos, cábalas y enigmas [que] se confunden como palimpsestos”.7 Este tipo de espacio psíquico representado en la novela de Peri Rossi, caracterizado por la acumulación de carencias y por el lenguaje sexual simbólico, ha sido tradicionalmente asociado con lo femenino y con el desarrollo del lenguaje por estudiosos del psicoanálsis freudiano y postfreudiano como Lacan y por teóricas del feminismo literario como Kristeva, Cixous e Irigaray, quienes acentúan el aspecto lingüístico en sus teorías. 3) La tendencia lingüística de la teoría feminista ha tenido sus mejores representantes en Francia, pues, como se sabe, el estudio del lenguaje y de sus implicaciones sociopragmáticas es la base de la teoría feminista francesa, ya que su objetivo central es investigar si hombres y mujeres usan el lenguaje de forma diferente y si es así, hasta que punto tal posible diferencia, estaría genéricamente marcada por la biología, la socialización o la cultura. La tendencia lingüística de la teoría feminista arguye, convincentemente en mi opinión, que en la lengua francesa y, por extensión, en las demás lenguas europeas, existen inmersas y en grado predominante una serie de convenciones y categorizaciones de orientación masculina en relación a la mujer y a su esfera de acción que, de un modo sutil y generalmente aceptado, la denigran e influyen negativamente en sus relaciones socioeconómicas con el hombre, relegándolas a una situación de subordinación. Por tal motivo, algunas feministas francesas defienden usos lingüísticos, en los cuales se saque a la luz las convenciones masculinas y hasta sexistas del lenguaje. En palabras de Carolyn G. Burke, el feminismo francés aboga porque a une prise de conscience siga una prise de la parole. Es decir, que al tomar conciencia de la existencia de un lenguaje patriarcal, se increpe el registro masculino tradicional para incluir en él un lenguaje femenino sin marcas de opresión genérica. (Burke 1978: 844) Estos planteamientos de la tendencia lingüística de la teoría feminista se expresan literariamente, por ejemplo, en el tipo de escritura que se apropia, imita o mimetiza el lenguaje erótico masculino tradicional para, en palabras de Susana Reisz, utilizar: "estrategias discursivas que se proponen subvertir la lógica patriarcal desde el interés específico de las mujeres" (1990: 202). Este modo de escritura feminista, que busca poner en evidencia el lenguaje sexista y falocentrista asociado con el discurso patriarcal tradicional hispano, se manifiesta en varias obras de escritoras de diversos países latinoamericanos, entre ellas, la chilena Isabel Allende y la colombiana Fanny Buitrago. En Paula, por ejemplo, la narradora de Allende se apropia del lenguaje masculino para socavar el presunto alarde masculino hispánico (v. nota 7) en relación a su potencia sexual: A él no le funciona la polla y es a mí a quien le abren la sesera, suspira resignada, si él cumpliera yo estaría contenta como unas Pascuas y ni me acordaría de la enfermedad, la prueba es que los ataques 7

El concepto de "Palimpsesto", además de ser usado para englobar y describir diversos tipos de intertextualidad (v. Genette, nota 2), se emplea comúnmente para designar el proceso mediante el cual signos y/o textos son parcialmente borrados y sobre ellos se re-escriben nuevos signos o diferentes modos de escritura, surgiendo así un nuevo texto que conserva rasgos escriturales del original. El "palimpsesto", como concepto teórico y como recurso literario, es usado por teóricas del feminismo y por escritoras para cuestionar (re-escribir) desde una perspectiva de mujer, los valores masculinos predominantes inmersos en el discurso patriarcal tradicional. La mención de este concepto, en el fragmento citado de Peri Rossi, es una indicación adicional del uso consciente de la teoría literaria en la narrativa de escritoras latinoamericanas contemporáneas.

comenzaron en la luna de miel, cuando el gilipollas estaba más interesado en oír el boxeo por la radio que en mi camisón con plumas de cisne en el escote (P : 211, subrayado mío).

En términos semejantes, la narradora de Señora de la miel de Buitrago, se apropia del lenguaje masculino soez para cuestionar, por medio de su reprentación cruda, su poder y autoridad:

--¿Puedo tocarte? Sólamente un segundo… --y, sin esperar respuesta el hombre acarició delicadamente los senos de Teodora. --Hace meses que no le hago un polvo a mi mujer. Hoy mismo si tú quieres serán las mil y una noches… Ella no encontraba palabras ni movimientos para huir del inesperado asedio. […] --¡Aquí! ¡Aquí! Coloca tus manos sobre mi polla, señora de la miel… --rogaba arrebatado el hombre fornido. […] --Madrid no es una ciudad andrógina como muchas otras. Madrid es una entidad masculina y comienza con M de macho. Por sus barrios y calles circula la leche de la vida. (SM : 54, 55, subrayado mío).

Los sintagmas verbales (“hacer un polvo”, “tocar la polla” y la imagen de “el macho como poseedor de la leche de la vida”) que aparecen en este último fragmento, son empleados por la narradora y los personajes de Buitrago no sólo para sacar a la luz y cuestionar el discurso masculino tradicional y sexista hispano (i.e., palabras subrayadas), desde una perspectiva narrativa feminista, sino, sobre todo, para protestar, literariamente, contra la dominación sexual masculina: “el inesperado asedio” del sujeto enunciante hombre, quien por medio del empleo de la violencia física y verbal convierte a la mujer-personaje en un objeto de placer y la somete a un avance sexual no deseado por ella. El cuestionamiento narrativo deliberado de la cosificación sexual de la mujer mediante el uso de imágenes sexuales que bordean lo pornógrafico, no es sólo patrimonio de los novelistas (mujeres y hombres), sino también es empleado por las teóricas del feminismo francés como una propuesta de resistencia literaria al discurso patriarcal. Por ejemplo, Luce Irigaray: “en sus ensayos emplea o bien categorías marxistas para analizar el uso e intercambio de mujeres que hacen los hombres, o bien la fisiología femenina como fuente de metáforas contestatarias en contra tanto de las representaciones tradicionales del físico femenino como del uso de la pornografía y de la misoginia de Nietzsche” (Jones: 364, mi traducción). Las colombianas Fanny Buitrago y Albalucía Angel en sus respectivas novelas Señora de la miel y Misía señora; al igual que otras novelistas del llamado "Postboom" como la mexicana Angela Mastretta, en Arráncame la vida; la cubana Mayra Montero, en La última noche que pasé contigo; la argentina Susana Torres Molina en Dueña y señora; y las chilenas Marcela Serrano y Diamela Eltit, respectivamente, en Nosotras que nos queremos tanto y Por la patria, no emplean en sus novelas recientes una escritura, precisamente, neutral "andrógina", carente de ideología o marcas de género sexual, sino una escritura que explota ambiguamente los límites de lo erótico y lo pornográfico, mediante el uso deliberado de crudas imágenes sexuales y de un registro soez y sexista del español. A través de este tipo de escritura erótica, las escritoras mencionadas se apropian del discurso masculino tradicional para cuestionar y sacar a la luz la ideología patriarcal

manifestada en las convenciones, expresiones machistas y paradigmas masculinos de dominación, inmersos en el español contemporáneo. 4) La tendencia cultural de la teoría feminista (Showalter 1977) considera la situación de la mujer como derivada de una "subcultura" –comparable a la de de las minorías étnicas norteamericanas- en lucha constante con una macrocultura dominante y propone un análisis de la literatura femenina semejante al empleado para el análisis de la situación socio-cultural de las otras minorías. Desde luego, que no hay que olvidar que lo cultural incorpora e interactúa con lo biológico, lo lingüístico y lo psicológico. Por ejemplo, las formas literarias usadas por las teóricas y escritoras para conceptualizar o representar sus cuerpos y sus funciones sexuales y reproductivas en los grandes cuerpos de teoría y en los pequeños corpus textuales existentes en la literatura hispánica, derivan de un ambiente social e institucional y de una teoría feminista cultural (“feminismo cultural”) que busca integrar las ideas cultas y populares sobre lo biológico, lo psicológico y lo lingüístico (Rich 1977; Segal 1987; Kaplan 1993). La vertiente teórica cultural del feminismo, que exhorta a la "protesta" literaria en contra del poder y la autoridad del discurso masculino tradicional, puede notarse en la novela contemporánea hispanoamericana en este pasaje de Las Andariegas de la colombiana Albalucía Angel: (…) basálticas panteras (…) nos ayuntaron con el odio como a mulas de carga. que les mostraron las pantallas inmensas donde se oscurecieron las imágenes con su dictado cotidiano. suprimieron a Dios. Cambalachearon el amor. se procreaba con las máquinas los libros fueron condenados y consumidos en hogueras. así contaron que dijeron las mujeres de entonces las que se habían guarecido en construcciones subterráneas desde que el Hombre otra vez se fue envaletonando, con ínfulas de ser el Supremo Creador de la ventura y desventura (LA : 137).

Como se aprecia en este fragmento, Angel, ha designado en su relato una narradora que expresa enérgicamente la lucha primal entre hombres míticos, recios y sedentarios y mujeres andariegas, fuertes, libres y bellas: diosas egipcias, griegas, romanas y precolombinas que pugnan por reconquistar un territorio utópico sin hombres, en donde reposar de su legendaria travesía que ha comenzado en tiempos míticos del matriarcado. Pues como ya lo ha indicado la crítica feminista: “Albalucía Angel comparte con otras escritoras feministas el interés por los arquetipos femeninos representados por las antiguas divinidades” (Filler 1985: 652). Angel, quien al igual que Eltit y Peri Rossi , conoce e incorpora postulados de la teoría feminista en sus novelas, parece que estuviera articulando sistemáticamente en este fragmento de Las

Andariegas las ideas de Robert Graves, quien comenta -en su libro The White Goddess (1948)- que el lenguaje de las mujeres existió en una fase matriarcal de la prehistoria del ser humano, pero, que después de una gran batalla entre los dos sexos, el matriarcado fue depuesto y el lenguaje de las mujeres pasó a la clandestinidad, sobreviviendo en los cultos misteriosos de Elesios y Corinto y en las asambleas de brujas de la Europa medieval. Efectivamente, en la cita de Las Andariegas, el hombre envalentonado8 “con ínfulas de ser el Supremo Creador” ha depuesto el matriarcado antiguo y ha disputado a las “antiguas divinidades” su territorio urbano (presumiblemente Nueva York en ruinas) y las ha enviado a “construcciones subtérraneas” o para decirlo en términos propios de la historia, de la antropología y de la crítica arquetípica, las ha hecho regresar a la caverna primitiva; es decir, las ha devuelto a la prehistoria, al mito. Así lo entiende Malva E. Filler, al afirmar que: "La historia no había sido para ellas [Las Andariegas] la madre de la verdad y se sintieron sin madre […] Este sentimiento de orfandad está implícito a través del libro y creo que se relaciona con el rechazo, que en el texto es premisa, de la figura materna que representa la aceptación del modelo impuesto por la cultura dominante […] En Las Andariegas, las imágenes míticas le han servido para expresar a un nivel colectivo el rechazo de la imagen materna como símbolo opresivo. (1985: 654-655). Este tipo de desideratum teórico y literario derivado del llamado “feminismo radical” (Millet 1971; Gatens 1992) que busca un territorio femenino propio, exclusivo y excluyente en el cual se reestrinja la entrada de hombres, es rechazado por Myra Jehlen, cuando sugiere metafóricamente que: “un espacio femenino, no debe representar tanto un territorio femenino propio, sino más bien debe representar las líneas fronterizas que lo definen. En realidad, el terrritorio de mujeres puede ser imaginado como una frontera extensa, como la independencia de la mujer, no como un país separado, sino más bien como un espacio abierto al mar” (1981: 582), léase: ¿abierto a los hombres? Los anteriores comentarios sobre la teoría del feminismo, aunque son diferentes, no se excluyen los unos a los otros, sino que se interrelacionan y se yuxtaponen. En última instancia, los diversos enunciados del feminismo literario expuestos aquí parten de conceptos básicos del psicoanálisis de Freud (la “fase pre-edípica / edípica”; “complejo de Edipo”; “castración simbólica” en el desarrollo de la conciencia del niño) y del refinamiento que de ellos hace Jacques Lacan (el orden de “lo imaginario y lo simbólico”). Así, pues, con el fin de revisar las fases del desarrollo del lenguaje y de la socialización de niños y niñas y de establecer categorías de análisis cultural y literario que describan el funcionamiento de la psique femenina, las teóricas del feminismo Kristeva, Cixous e Irigaray reconocen, en principio, la importancia del lenguaje en “la estructura del inconsciente” y en la creación de la “subjetividad” (Freud, Lacan), pero, cuestionan la prioridad que da Lacan al 8

El tópico del “hombre envalentonado” (“de- en y valentón”, v. Diccionario de la Real Academia Española, 192; 1999) o el tema de la virilidad ostentosa del varón hispánico tradicional, es también articulado por la narradora de Allende, en Paula: “Los hombres alardeando de virilidad, ostentaban cadenas y anillos de oro, hablaban a gritos y bromeaban siempre con el ojo puesto en las mujeres” (P : 315-16).

“phallus” (la expresión simbólica del penis), poniendo énfasis en “lo femenino” (los aspectos andróginos del lenguaje pre-edípico) y su potencial para desarrollarse fuera de los confines del orden simbólico dominado por “lo patriarcal”. Kristeva, por ejemplo, emplea la noción de lo “semiótico” (que corresponde más o menos a los conceptos “pre-édípico” de Freud e “imaginario” de Lacan) para referirse a una esfera o fase “asociada a la conexión pre-lingüística del niño con el cuerpo maternal, el cual se experimenta como la extensión de sí mismo en su madre. La esfera de lo semiótico se asocia con la feminidad, mientras que la esfera de lo simbólico se asocia con la ‘la ley del padre’. Kristeva se refiere al flujo de impulsos en el cuerpo ‘pre-édípico’ como al ‘Chora’” (Andermahr et al. 1997: 196, mi traducción). En términos semejantes, Cixous propone: “lo imaginario como la casa espiritual y lingüística de las mujeres; un lugar que existe a priori a la ley masculina, donde la creatividad femenina es expresada espontáneamente” (Andermahr et al. 1997: 107, mi traducción). Refinando los argumentos de Kristeva y Cixous, Irigaray (1985) acuña el término “Parler femme” (hablar/escribir como mujer) para: “poner énfasis en la relación entre la sexualidad femenina y la escritura. Según Irigaray, el concepto de parler femme busca romper la sintaxis del discurso convencional -que opera de acuerdo a su propia lógica falocéntrica- con el fin de expresar la multiplicidad que entraña la diferencia femenina” (Andermahr et al. 1997: 159, mi traducción). Al relacionar estos conceptos teóricos de Kristeva, Cixous e Irigaray con las narrativas de Allende, Eltit, Peri Rossi, Buitrago y Angel que he comentado en este artículo, puedo sugerir, apoyándome en la evidencia teórica y textual presentada, que las teorías del feminismo francés han funcionado como intertexto: esto es, un “pre-texto” (texto anterior y motivo) en la construccíon del tema y las estructuras de los relatos estudiados (v. nota 2). En efecto, a nivel del tema, se representan intertextualmente las cuatro vertientes básicas que conforman las teorías del feminismo: a) lo biológico (las funciones reproductivas del cuerpo femenino y conexión del feto/niño con el cuerpo de la madre y la existencia del ‘chora’) en Por la Patria y El cuarto Mundo de Eltit; b) lo psicoanalítico (la esfera semiótica de la psique femenina como zona de creación artística) en “La ciudad de Luzbel” de Peri Rossi; c) lo lingüístico (la relación entre la sexualidad femenina y la escritura y el cuestionamiento del lenguaje falocentrista) en Señora de la miel de Buitrago; y d) lo cultural o la existencia de mitos y arquetipos femeninos únicos (i.e., la diosa de la fertilidadmaternidad) y diferentes a los mitos y arquetipos masculinos y el rol determinante que juega la sociedad patriarcal en la socialización de niños y niñas, en Las Andariegas de Angel. A nivel de la estructura, por ejemplo, lo más notable en las novelas Por la Patria, El cuarto Mundo y Las Andariegas es la fragmentación y el deliberado ‘caos’ en la construcción tanto del discurso como de la arquitectura narrativa. A nivel del discurso, las narradoras de Eltit y de Angel elaboran un lenguaje fragmentado y sin una aparente orientación semántica, que pareciera estar

poniendo en práctica literaria la noción teórica de parler femme propuesta por Irigaray: “romper la sintaxis del discurso convencional -que opera de acuerdo a su propia lógica falocéntrica- con el fin de expresar la multiplicidad que entraña la diferencia femenina” (Andermahr et al. 1997: 159, mi traducción).9 Asimismo, Las métaforas empleadas en “la ciudad de Luzbel” de Peri Rossi (la mujer demonio urbano) y la analogía poética presente en Las Andariegas de Angel (la imagen de las mujeres como panteras fuertes, hambrientas y rabiosas que son sometidas, pese a su furia femenina, por el hombre, “Supremo Creador de la ventura y desventura”) están en línea con las teorías del feminismo que plantean que: “el cuerpo femenino representa metáforas y analogías poéticas [que son] desafíos simbólicos al falocentrismo” (Andermahr et al. 1997: 159, mi traducción). En fin, el argumento central que se infiere de este trabajo no es que los textos estudiados de Allende, Eltit, Peri Rossi, Buitrago y Angel transfieran postulados de la teoría feminista, sino más bien la constatación de que en los relatos de estas escritoras latinoamericanas se articula tanto un diálogo intertextual y crítico con las teorías feministas occidentales como tambien una intención autorial explícita de cuestionar literariamente -mediante la elaboración simbólica de topos (temas), tropos (metáforas y analogias) y técnicas discursivas (parodia y estilización de variantes del habla masculina)- ciertos usos y valores masculinos inmersos en el lenguaje tradicional latinoamericano. III. Conclusiones: hacia una tipología de la escritura de y sobre la mujer El estudio de las novelas de Isabel Allende, Diamela Eltit, Cristina Peri Rossi, Fanny Buitrago y Albalucía Angel revela que son relatos de tema y tono eróticos escritos por mujeres y enunciados por narradoras y personajes que, unas veces, desde perspectivas femeninas, describen los cuerpos de mujeres y varones y sus relaciones sexuales y, otras veces, a través de la llamada por la teoria del feminismo "escritura del cuerpo" se apropian del lenguaje sexista de hombres para parodiar el falocentrismo y socavar el poder del discurso hegémonico masculino.10 Estas escritoras no representan, en mi opinión, sólo una vertiente narrativa "light" imitadora de estilos precedentes, sino más bien un tipo nuevo de narrativa que transforma (estiliza) literariamente ciertas variantes del lenguaje masculino, mediante el uso de la parodia, la reiteración, el anacoluto, las estructuras sintácticas sencillas, con el fin específico de cuestionar en sus textos el poder del discurso patriarcal, inmerso tanto en los diversos géneros del habla social real hispanoamericana como en los grandes relatos magistrales escritos anteriormente por los autores que tradicionalmente han pertenecido al canon literario (i.e., El Boom) de América Latina. Se puede inferir, en base a los textos estudiados, que el cuestionamiento del discurso patriarcal hegemónico y del canon literario, 9

Como excepción, se debe indicar que la estructura de la novela Paula no es caótica y su discurso no es fragmentado, sino coherente. Además, el empleo intertextual, a nivel del tema, de los postulados de las teorías feministas es más sutil y menos deliberado en la novela de Allende que en las novelas de Angel, Buitrago, Eltit y Peri Rossi. 10 El lenguaje masculino y femenino y su empleo literario por narradores y narradoras de las corrientes literarias del "Boom" y del "Postboom" han sido cuestiones estudiadas tanto por Ludmila Damjanowa en Particularidades del lenguaje femenino y masculino en español (1993) como por Susana Reisz en el citado artículo: "Hipótesis sobre el tema escritura femenina e hispanidad" (1990).

emprendido por las cinco escritoras en sus textos, está anclado en una teoría feminista académica que busca destabilizar las ideas cultas y populares sobre lo biológico, lo psicológico y lo lingüístico y lo cultural vigentes en el ambiente social y en el discurso cultural hispanoamericano tradicional. Teniendo entonces en cuenta los comentarios hechos a lo largo de este artículo, se puede intentar establecer la siguiente tipología, que aunque incompleta, por lo menos puede resultar en cierto grado representativa, de los principales tipos o formas de escritura de y sobre la mujer presentes, de modo yuxtapuesto, en el ámbito cultural latinoamericano de fines del siglo XX:11 a) El relato del glamour o revistas de modas escritas por mujeres y dirigidas a mujeres en los cuales se idealiza la belleza y las virtudes de seducción de la mujer tradicional de la clase media alta (i.e. Vanidades, Cromos, Vogue, Femina). b) La novela femenina, donde se representa el papel tradicional de las mujeres, según la tradición (i.e., Boquitas pintadas (1969) de M. Puig; Como agua para chocolate (1989) de L. Esquivel). c) La llamada novela "light" o relatos muy promocionados comercialmente, de estructuras narrativas simples y de tramas similares a los de las radionovelas y culebrones que son entretenidos y fáciles de entender por predominar en ellos estructuras narrativas conversacionales que a menudo representan la dialéctica de lo cotidiano y/o la estética de lo banal (i.e., La guaracha del Macho Camacho (1976) de L. R. Sánchez; La tía Julia y el escribidor (1977) de M. Vargas Llosa; La casa de los espíritus (1982) de I. Allende, Como ser una mujer y no morir en el intento (1990) de C. Rico Godoy. d) La novela feminista, cuyo discurso, que algunas veces bordea en lo pornográfico, protesta y se revela, de modo excluyente y polemizador, contra el poder masculino tradicional (Las Andariegas (1984) de A. Angel; La última noche que pasé contigo (1991) de M. Montero; Senõra de la miel (1993) de F. Buitrago). e) La novela de mujer en la que se aboga por el autodescubrimiento escritural del cuerpo y de una psique femenina (i.e., Por la patria (1986) y El cuarto mundo (1988) de D. Eltit; “La ciudad de Luzbel” (1994), cuento de C. Peri Rossi). f) La crítica literaria feminista que se manifiesta fundamentalmente en dos vertientes: una, que intenta recuperar los textos escritos por mujeres mediante la publicación y edición de antologías y textos anotados (i.e., Picon-Garfield 1988) y, otra, que desea recuperar y establecer un corpus textual que permita poner en práctica procedimientos teóricos de evaluación literaria inspirados en las corrientes críticas contemporáneas transnacionales (Arenal y Schlau 1989). g) Las teorías del feminismo que buscan crear sus propios modelos teóricos (Reisz 1990; Ludmer 1984) a partir de paradigmas críticos propios o de la re-elaboración de las tendencias biológica, psicoanalítica, lingüística y cultural del feminismo francés y anglosajón (i.e., Kristeva 1984; Cixous 1976; 1990; Irigaray 1985; Showalter 1977; 1988; Burke 1978; Segal 1987). En suma, tanto la teoría cultural, elaborada en las ciencias sociales como la teoría feminista (y sus vertientes) vigente en los estudios literarios actuales, insisten en el hecho sabido, pero a menudo ignorado por los sectores académicos y populares, de que las mujeres no constituyen un grupo homogéneo y “universal”, sino que son distintas sus culturas y escrituras y son diversos sus intereses sociales, económicos, políticos, sexuales e intelectuales. Estas diferencias de etnia, clase, nacionalidad y diferencias históricas pueden ser tan significantes entre las mujeres del primer, segundo, tercer y cuarto mundos que tal vez en el futuro puedan conducir a la relativización de las diferencias presentes entre los (papeles sociales de) hombres y mujeres y entre las culturas

11

En mi propuesta de clasificación tomo y transformo algunas de las propuestas tanto de la teoría feminista norteamericana -la existencia de 3 tipos de escritura correspondientes a tres fases del feminismo: "the femine, the feminist and the female fase" (Showalter 1977: 13)-, como la propuesta de la teoría literaria latinoamericana –de que existen 4 tipos de escritura de y sobre las mujeres: "literatura hecha por mujeres", "literatura para mujeres", "literatura con una marca de femineidad textual", y "Literatura sustentada en una ideología"- (Reisz 1990: 202).

masculinas y femeninas para que así nuestros mundos puedan llegar a ser compartidos por todos los diversos seres humanos de todas partes del mundo. Bibliografía Andermahar, S. et al. (1997) A Concise Glossary of Feminist Theory. London, New York, Sidney, Auckland: Arnold. Allende, I. (1999) Paula. Barcelona: Plaza y Janés. 1a. Ed. 1988. Angel, A. (1984) Las Andariega. Barcelona: Edfitorial Argos Vergara S.A. Arenal E. y S. Schlau (1989) Untold Sisters: Hispanic Nuns in Their Own Work Albuquerque: University of New Mexico Press. Buitrago, F. (1993, 1996) Señora de la miel. New York: Harper Collins Publishers. Burke, Carolyn G. (1978) Report from Paris: Women’s Writing on the Women’s Movement. Signs 3. Pp. 843-855. Brooksbank Jones, A. (1997) Feminist Literary Theory. En Encyclopedia of Latin American Literature. V. Smith (ed.), London, Chicago: Fitzroy Dearborn Publishers. Pp. 302-303. Cixous, H. (1976) The Laugh of the Medusa. Trad. K. Cohen y L. Cohen. Signs. 1:4. Pp. 875-893. -----. (1990) The Body and the Text: Hélène Cixous, Reading, writing and Teaching. E Wilcox et al. (ed.), New York and london: Harvester Wheatsheaf. Damjanowa, L. (1993) Particularidades del lenguaje femenino y masculino en español. Sofía, Bulgaria: Sofía Press - Infocontact. Diccionario de la Real Academia Española (1992; 1999) Vigésima Primera Edición Eltit, D. (1986) Por la patria. Chile: Cuarto Propio. 1a. ed. 1988. -----. (1996) El cuarto mundo. Chile: Editorial Seix Barral. 1a. ed. 1988. Filler, M. E. (1985) Autorescate e invención en Las andariegas, de Albalucía Angel. Revista Iberoamericana. Vol LI: 132-133. Pp. 649-655. Genette, G. (1982) Palimpsestes. La littérature au second degré. Paris: Seuil. González-Ortega, N. (1999) La novela latinoamericana de fines del siglo XX: 1967-1997: Hacia una tipología de sus discursos.Moderna språk. Vol LCIII: 2. Pp. 203-228. González, P. E. y E. Ortega (1985) La sartén por el mango: encuentro de escritoras latinoamericanas. 2a ed. Río Piedras: Huracán. Graves, R. (1948) The White Goddess. London: Faber and Faber. Gatens, M. (1992) Power, Bodies, Difference. En Destabilizing Theory: Contemporary Feminist Debates. M. Barrett y A. Phillips (eds), Cambridge: Polity. Irigaray, L. (1985) This Sex Which Is Not One. Trad. C. Porter y C. Bruke. Ithaca, New York: Cornell U.P. 1a. ed. 1977. Jehlen, M. (1981) Archimedes and the Paradox of Feminist Criticism. Signs. 6: 4. Pp. 575-601. Jones, A. R. (1985) Writing the Body. Toward an Understanding of L’Écriture fémenine. En The New Feminism Criticism: Essays on Women, Literature, and Theory. E. Showalter (ed.). London: Virago. Kaplan C. (1993) Dirthy Harriet/Blue Steel: Feminist Theory goes to Hollywood. Discourse. 16: 1 Pp. 50-70. Kristeva, J. (1980) Desire in Language: A Semiotic Approach to Literature and Art. L. S. Roudiez (ed.). Trad. T. Gora et al. Oxford: Blackwell. -----. (1984) The Revolution in Poetic Language. Trad. M. Waller. New York: Columbia U.P. 1a. ed. 1974. Miller, K. N. (1980) Womens Autobiography in France: For a Dialectics of Identification. En Women and Language in Literature and Society. S. McConnell-Ginet et al. (eds). New York: Praeger. Millett K. (1971) Sexual Politics. London: Sphere. Picón-Garfield, E. (1988) (ed.) Women Fiction from Latin America. Detroit: Wayne State U.P. Peri Rossi, C. (1994) “La ciudad de Luzbel”. En Cosmogonías. Barcelona: Editorial Juventud. Reisz, S. (1990) Hipótesis sobre el tema ’escritura femenina e hispanidad’. En Tropelías. 1. Pp. 199-213. Rich, A. (1977) Of Woman Born: Motherhood as Experience and Institution. London Virago. Segal, L. (1987) Is the Future Female? Troubled Thoughts on Contemporary Feminism. London Virago. Showalter, E. (1977) A Literature of Their Own: British Women Novelists from Brontë to Lessing. Princeton, N.J. : Princeton University Press.

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