Levítico: El manual de los sacerdotes UN ESTUDIO DEL LIBRO DE LEVITICO XVI La limpieza de los leprosos Lv. 14:1-57 Cuando el pecado espiritual de la lepra es descubierto en nuestras vidas o en las vidas de aquellos

de

necesitamos

los

que

comprender

somos estas

responsables, leyes

para

la

limpieza de los leprosos, para poder ser limpios del pecado, porque estas leyes se aplican a los cristiano. Lev 14:1-3 “Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Esta será la ley para el leproso cuando se limpiare: Será traído al sacerdote, y éste saldrá fuera del campamento y lo examinará; y si ve que está sana la plaga de la lepra del leproso.” Espiritualmente aquí el pensamiento es: “¿La persona ha abandonado su pecado?” El pastor debe estar seguro de esto antes de permitirle regresar al refugio de la Iglesia o ser restaurado a la comunión. Lev 14:4-7 “el sacerdote mandará luego que se tomen para el que se purifica dos avecillas vivas, limpias, y madera de cedro, grana e hisopo. Y mandará el sacerdote matar una avecilla en un vaso de barro sobre aguas corrientes. Después tomará la avecilla viva, el cedro, la grana y el hisopo, y los mojará con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas corrientes; y rociará siete veces sobre el que se purifica de la lepra, y le declarará limpio; y soltará la avecilla viva en el campo”.

Había dos ceremonias distintas, separadas por un intervalo de siete días, en las que en primer lugar el pecador era traído nuevamente a la comunión con la congregación y después a la comunión con Dios, y así era admitido nuevamente en el santuario.

La

primera ceremonia indicaba que el Señor, como en el día de la Expiación, había

verdaderamente llevado consigo en Su muerte el pecado de esta lepra. Por lo tanto, el ave que se dejaba libre demuestra que el leprosos estaba ahora libre de su inmundicia. La importancia del cedro radica en que simboliza la fuerza del compromiso del Señor de ir la cruz.

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Levítico: El manual de los sacerdotes La grana simboliza la sangre de Cristo derramada en la cruz. El hisopo está relacionado con la purificación (Sal. 51:7). Este poder de la sangre de Cristo para limpiar perfectamente al leproso de su inmundicia, se ve nuevamente ejemplificado por el hecho de que la sangre del ave muerta debía rociarse siete veces, el numero de lo completo, sobre el leprosos. Que esta ceremonia nos aliente a saber que aquellos que han pecado pueden tener la seguridad de que el Señor Jesús también puede salvar perpetuamente a los que se acercan a Él con un corazón arrepentido. (He. 7:25). Lev 14:8-9 “Y el que se purifica lavará sus vestidos, y raerá todo su pelo, y se lavará con agua, y será limpio; y después entrará en el campamento, y morará fuera de su tienda siete días. Y el séptimo día raerá todo el pelo de su cabeza, su barba y las cejas de sus ojos y todo su pelo, y lavará sus vestidos, y lavará su cuerpo en agua, y será limpio”.

En la esfera de la purificación por el pecado, se hace mucho hincapié en la capacidad de lavarse con agua. Cristo está preparando a Su Iglesia para que sea una Esposa sin mancha por medio del lavamiento con agua por la Palabra de Dios. Vemos esto en Efesios 5:26-27: “Para purificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga no cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. El agua representa la Palabra de Dios. Al leer, estudiar y obedecer la Palabra de Dios, somos purificados y nuestro pecado es expiado.

El leproso tenía que lavar sus vestidos. Nosotros también debemos lavar nuestras ropas espirituales contaminadas por la carne (Jud. 1:23). El periodo de siete días es símbolo de una limpieza completa. El acto de cortarse totalmente el cabello representa una separación del pasado, ya que el cabello es símbolo de separación (Nm. 6:2-5). Debemos separarnos de nuestros pecados y nuestro pasado pecaminoso.

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Levítico: El manual de los sacerdotes Lev 14:10-14 “El día octavo tomará dos corderos sin defecto, y una cordera de un año sin tacha, y tres décimas de efa de flor de harina para ofrenda amasada con aceite, y un log de aceite. Y el sacerdote que le purifica presentará delante de Jehová al que se ha de limpiar, con aquellas cosas, a la puerta del tabernáculo de reunión; y tomará el sacerdote un cordero y lo ofrecerá por la culpa, con el log de aceite, y lo mecerá como ofrenda mecida delante de Jehová. Y degollará el cordero en el lugar donde se degüella el sacrificio por el pecado y el holocausto, en el lugar del santuario; porque como la víctima por el pecado, así también la víctima por la culpa es del sacerdote; es cosa muy sagrada. Y el sacerdote tomará de la sangre de la víctima por la culpa, y la pondrá el sacerdote sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho”.

Este segundo grupo de sacrificios revela la seriedad del pecado y las consecuencias de nuestros actos. Recordemos que Cristo cumplió con todos esos sacrificios. Los mismos comenzaban para los leprosos al octavo día, el de nuevos comienzos. Experimentamos esto cuando recibimos perdón y limpieza por los pecados que hemos cometido.

El cordero era considerado santísimo porque representa a Cristo, el Cordero de Dios. Era primero mecido delante de Dios para ser aceptado como ofrenda por la culpa y luego murto en el Lugar Santo.

La sangre se colocaba luego en la oreja derecha, lo cual significaba que la persona que había pecado ahora tendría una oreja limpia de las voces de este mundo. El pulgar de la mano derecha significaba que su servicio estaría ahora consagrado al Señor. El pulgar del pie significaba que su andar está ahora santificado y que andaría en los caminos de Dios.

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Levítico: El manual de los sacerdotes

El aceite Lv. 14:15-18 Lev 14:15 “Asimismo el sacerdote tomará del log de aceite, y lo echará sobre la palma de su mano izquierda, y mojará su dedo derecho en el aceite que tiene en su mano izquierda, y esparcirá del aceite con su dedo siete veces delante de Jehová. Y de lo que quedare del aceite que tiene en su mano, pondrá el sacerdote sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho, encima de la sangre del sacrificio por la culpa. Y lo que quedare del aceite que tiene en su mano, lo pondrá sobre la cabeza del que se purifica; y hará el sacerdote expiación por él delante de Jehová”.

El aceite se aplicaba, al igual que la sangre, en la oreja derecha como símbolo de que esa oreja era ungida para oír la voz de Dios, en el pulgar de la mano derecha para significar que su servicio era ungido, y en el pulgar del pie derecho para significar que ahora la persona andaba en el Espíritu. El resto del aceite se derramaba en la cabeza del leproso para significar que su cabeza o mente ahora era dirigida por el Espíritu Santo. Lev 14:19-20 “Ofrecerá luego el sacerdote el sacrificio por el pecado, y hará expiación por el que se ha de purificar de su inmundicia; y después degollará el holocausto, y hará subir el sacerdote el holocausto y la ofrenda sobre el altar. Así hará el sacerdote expiación por él, y será limpio”.

El propósito de estos sacrificios era limpiar por completo al leproso de su inmundicia. Luego de esta purificación, estaba en condiciones de ofrecer el holocausto, lo cual indicaba que podía ofrecerse a Dios como sacrificio aceptable. Además, podría entrar en el servicio a los demás por medio de la ofrenda de harina.

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Levítico: El manual de los sacerdotes Las ofrendas de los pobres Lv. 14:21-32

Aquellos que económicamente no podían acceder a las ofrendas ordenadas en los versículos anteriores, por ser pobres no debían ser excluidos de la restauración a la comunión con la congregación y con Dios. Sus ofrendas eran reducidas de acuerdo a su capacidad para pagar, pero aun así eran consideradas según la gravedad del pecado. Lev 14:20-32 “y hará subir el sacerdote el holocausto y la ofrenda sobre el altar. Así hará el sacerdote expiación por él, y será limpio. Mas si fuere pobre, y no tuviere para tanto, entonces tomará un cordero para ser ofrecido como ofrenda mecida por la culpa, para reconciliarse, y una décima de efa de flor de harina amasada con aceite para ofrenda, y un log de aceite, y dos tórtolas o dos palominos, según pueda; uno será para expiación por el pecado, y el otro para holocausto. Al octavo día de su purificación traerá estas cosas al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová. Y el sacerdote tomará el cordero de la expiación por la culpa, y el log de aceite, y los mecerá el sacerdote como ofrenda mecida delante de Jehová. Luego degollará el cordero de la culpa, y el sacerdote tomará de la sangre de la culpa, y la pondrá sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho. Y el sacerdote echará del aceite sobre la palma de su mano izquierda; y con su dedo derecho el sacerdote rociará del aceite que tiene en su mano izquierda, siete veces delante de Jehová. También el sacerdote pondrá del aceite que tiene en su mano sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho, en el lugar de la sangre de la culpa. Y lo que sobre del aceite que el sacerdote tiene en su mano, lo pondrá sobre la cabeza del que se purifica, para reconciliarlo delante de Jehová. Asimismo ofrecerá una de las tórtolas o uno de los palominos, según pueda.

Uno en sacrificio de expiación por el pecado, y el otro en

holocausto, además de la ofrenda; y hará el sacerdote expiación por el que se ha de purificar, delante de Jehová. Esta es la ley para el que hubiere tenido plaga de lepra, y no tuviere más para su purificación”. Esta pequeña frase: „según pueda” expresa el cuidado tierno y cariñoso de nuestro amado Padre Celestial para con los pobres. Él quiere que todos experimenten Su misericordia para con Sus criaturas sufrientes y necesitadas.

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Levítico: El manual de los sacerdotes

Las casas heridas con lepra Lv. 14:33-57

Al examinar cuidadosamente el significado de este pasaje y la aplicación que tiene para nuestras vidas, vemos que la casa puede representar literalmente un edificio (el edificio que vive una persona o el edificio de la Iglesia). También puede aplicarse al edificio espiritual en el cual las piedras son los miembros de la congregación. Otra verdad que no debemos pasar por alto es que se encuentra en el versículo 34. Aquí el Señor nos dice claramente que Él es quien pone la plaga en la casa. Esta es, obviamente, una señal de juicio, a fin de que las situaciones de pecado sea tratadas de tal modo que Él quede satisfecho. Lev 14:33-34 “Habló también Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, la cual yo os doy en posesión, si pusiere yo plaga de lepra en alguna casa de la tierra de vuestra posesión”.

Esta plaga de lepra puede asumir varias formas. Puede manifestarse en señales visibles del moho que manchan las paredes de la casa. Pero también puede tomar una forma puramente espiritual, representada por un espíritu que atormenta la consagración. Lev 14:35-41 “vendrá aquel de quien fuere la casa y dará aviso al sacerdote, diciendo: Algo como plaga ha aparecido en mi casa. Entonces el sacerdote mandará desocupar la casa antes que entre a mirar la plaga, para que no sea contaminado todo lo que estuviere en la casa; y después el sacerdote entrará a examinarla. Y examinará la plaga; y si se vieren manchas en las paredes de la casa, manchas verdosas o rojizas, las cuales parecieren más profundas que la superficie de la pared, el sacerdote saldrá de la casa a la puerta de ella, y cerrará la casa por siete días. Y al séptimo día volverá el sacerdote, y la examinará; y si la plaga se hubiere extendido en las paredes de la casa, entonces mandará el sacerdote, y arrancarán las piedras en que estuviere la plaga, y las echarán fuera de la ciudad en lugar inmundo. Y hará raspar la casa por dentro alrededor, y derramarán fuera de la ciudad, en lugar inmundo, el barro que rasparen”.

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Levítico: El manual de los sacerdotes Esto se refiere a ciertos miembros de la congregación, ya que a todos se nos llama piedras vivas que son edificadas para formar un templo espiritual (1ª P. 2:5). Por lo tanto, puede ser que algunos miembros estén viviendo en contra de la voluntad de Dios, y que su ira y juicio venga sobre ellos en forma individual, como en el caso del rey Saúl. Quizás sean afligidos con espíritus malignos y deban irse de la iglesia para que pueda regresar a ella la bendición de Dios.

Podemos citar como ejemplo a Acan, quien tomo el tesoro maldito de Jericó. Su pecado hizo que los israelitas fueran derrotados por el pequeño ejército enemigo de Hai. De esta manera, en algunos casos, ciertas personas tienen que abandonar la congregación si no se arrepienten de su pecado, para que la congregación pueda volver a disfrutar de la bendición de Dios.

Hay que tener mucho cuidado al tomar el paso de la expulsión de miembros, dado que los jóvenes que no comprendan el motivo de la expulsión pueden verse negativamente afectados.

Es necesario orar y dejar el asunto en manos de Dios quien, por lo general, pondrá algún obstáculo que haga que estos miembros se ofendan y se vayan. No siempre sucede así, pero cuando le preguntamos a DIOS, Él nos muestra Su voluntad en cada caso. Luego como vemos en el versículo siguiente, Dios traerá a otras personas que reemplacen a aquellos que tenían puestos clave, para que la Iglesia pueda seguir e su andar espiritual. Lev 14:42 “Y tomarán otras piedras y las pondrán en lugar de las piedras quitadas; y tomarán otro barro y recubrirán la casa”.

En algunos casos, es posible que el pecado sea de tal naturaleza que afecte a tantos miembros de la congregación que la Iglesia tenga que cerrar sus puertas. Lamentablemente, esto ha ocurrido en muchos lugares. Debemos tener estos en mente, porque también puede suceder en nuestras iglesias.

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Levítico: El manual de los sacerdotes

Lev 14:43-47 “ Y si la plaga volviere a brotar en aquella casa, después que hizo arrancar las piedras y raspar la casa, y después que fue recubierta, entonces el sacerdote entrará y la examinará; y si pareciere haberse extendido la plaga en la casa, es lepra maligna en la casa; inmunda es. Derribará, por tanto, la tal casa, sus piedras, sus maderos y toda la mezcla de la casa; y sacarán todo fuera de la ciudad a lugar inmundo. Y cualquiera que entrare en aquella casa durante los días en que la mandó cerrar, será inmundo hasta la noche. Y el que durmiere en aquella casa, lavará sus vestidos; también el que comiere en la casa lavará sus vestidos”.

Estos versículos son importantes, ya que el lugar en el que adoramos afecta nuestra vida espiritual. Donde hay pecado en forma de inmoralidad, falsa doctrina o hipocresía, debemos pedir a Dios que nos limpie de toda influencia que esto puede haber tenido en nuestras propias vidas.

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