Unidad 9 FACTORES EMOCIONALES

Unidad 9 • FACTORES EMOCIONALES A) DESARROLLO EMOCIONAL SIGNIFICADO DE LA VIDA AFECTIVA Uno de los factores diferenciales de la personalidad es la
Author:  Rafael Rubio Páez

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TRASTORNOS EMOCIONALES
TRASTORNOS EMOCIONALES Y DEL APRENDIZAJE Y VIDA UNIVERSITARIA MANUEL ANTONIO RIVERA ACEVEDO ED. D., CPL, NCC TRASTORNOS EMOCIONALES Y DEL APRENDIZAJ

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Unidad 9



FACTORES EMOCIONALES

A) DESARROLLO EMOCIONAL SIGNIFICADO DE LA VIDA AFECTIVA Uno de los factores diferenciales de la personalidad es la afectividad, que determina las reacciones del sujeto e imprime un sello peculiar a su conducta. La vida afectiva tiene consecuencias positivas e influencias negativas para la personalidad. Ella es la que llena de alegría la vida de las personas, es fuente de satisfacción y móvil de las buenas acciones, facilita la adaptación y el éxito, promueve la felicidad personal y el bienestar del prójimo, estimula la cooperación y el poder de lucha por los nobles ideales, da fuerza para resistir los contratiempos y para vencer las injusticias, para reprimir las inclinaciones torcidas y para lanzarnos a las grandes empresas. Pero también la afectividad puede determinar los fracasos y amarguras, las separaciones y discordias entre compañeros, puede ser causa de injusticias, de maldad, de malas costumbres, móvil de acciones ruines y fuente de sinsabores. De lo anterior se desprende que todo lo que el educador haga para conducir y desenvolver con equilibrio la vida afectiva de los niños y adolescentes, es un trabajo que tiene corno recompensa a corto o largo alcance la felicidad de cada uno de ellos, su bienestar y el de la colectividad; pues todos sabemos que las buenas acciones se basan en los buenos sentimientos. DINÁMICA DE LA AFECTIVIDAD Una rápida mirada sobre la afectividad nos basta para advertir cómo se desenvuelve ésta en forma diferencia] en los niños y en los adultos. Mientras que la vida del niño está regida y dominada por el signo de la afectividad que lo conduce a apreciar los hechos emocionalmente, no por su objetividad, sino por su resonancia afectiva que lo lleva a exclamar: me gusta, no me gusta, como motivo de su acción; en cambio en el adulto, aunque la afectividad está en la raíz de toda su conducta, las normas y principios rigen en gran parte sus impulsos afectivos. La razón y la voluntad del adulto la controlan y además su corazón se ha endurecido por los golpes de la vida. En el niño la afectividad está a flor de piel, las más variadas emociones y los sentimientos más contradictorios se suceden sin cesar. El está más expuesto a los choques emocionales; hechos sin importancia lo pueden sacudir, por ejemplo, ganar o

perder en el juego, obtener unas buenas calificaciones, recibir un regalo, sufrir una reprensión o recibir una burla. El niño vive en el presente y obra en forma impulsiva, momentánea y superficial. Cada niño y cada adolescente reacciona en forma diferente según los rasgos de su carácter y de su temperamento, lo mismo que de acuerdo a las circunstancias de su ambiente que lo ha condicionado, así la conducta emocional del alumno en la escuela, es reflejo directo de la adquirida en el hogar. EMOCIONES Y SENTIMIENTOS Las emociones son reacciones espontáneas, a la vez psíquicas y orgánicas, que conmueven profundamente toda la vida anímica. La emoción es un sacudimiento agudo y absorbente, que altera toda la vida mental y se expresa casi siempre corporalmente por movimientos, gestos, risa, llanto, transpiración, rubor, palidez, etc. El niño está más expuesto que el adulto a los choques emocionales, como miedo, enojo, celos, alegría. En cambio los sentimientos son estados afectivos duraderos, a veces difusos, y exentos del carácter instantáneo y arrebatador de las emociones. Difícilmente se traducen en expresiones corporales, excepto cuando un estímulo los convierte en reacción emocional. Los sentimientos dan vida y color a toda la conducta de la persona, y como las emociones, están siempre matizados por sensaciones placenteras o desagradables. Son comunes en los niños los sentimientos de egoísmo, afecto, simpatía, agresión, poder, amor propio, orgullo o vanidad. No es posible establecer una demarcación estricta entre emociones y sentimientos. La emoción es una sacudida afectiva, y el sentimiento es una actitud duradera. NATURALEZA DE LAS EMOCIONES Entendemos por emoción, un fenómeno psíquico de orden afectivo o sentimental, que trae consigo una conmoción corporal u orgánica característica. Esta conmoción orgánica se encuentra en todas las emociones, tanto en las que acompañan al conocimiento o tendencia orgánica, como a las que se refieren a conocimientos y tendencias inorgánicas. Dos son los elementos constitutivos esenciales de la emoción: un fenómeno interno, que es un sentimiento-sensitivo o racional-conocido por introspección. Un fenómeno orgánico integrado a su vez de un elemento interno que consiste en las alteraciones del sistema nervioso, el cual las comunica a los órganos internos: sistema glandular, circulatorio, digestivo, respiratorio, que da ocasión a las sensaciones cenestésicas, las cuales son diferentes en cada una de las emociones. Estas alteraciones orgánicas internas, se manifiestan hasta el exterior por medio de la mímica (distintas disposiciones de las líneas de la cara); el gesto (la actitud y movimiento del tronco, cabeza y miembros); el tono de voz y el porte exterior.

EL DESARROLLO EMOCIONAL La Psicología infantil nos dice que las emociones de los niños son mucho más intensas que en ¡os adultos y las reacciones que provocan son también más vivas que en aquellos. Con más frecuencia vemos cómo los niños lloran y gesticulan y esto no lo observamos más que rara vez en los adultos. Ello es debido a que en los niños no se ha desarrollado el poder del control, el cual se adquiere lentamente de acuerdo con el grado de evolución, las experiencias y el medio, o sea, por la educación; por esta razón las reacciones emotivas poco a poco van perdiendo su carácter impulsivo. Por lo demás, las emociones son sumamente variables en el niño. Con gran rapidez vemos cómo se suceden los sentimientos y afectos. Con todo, estos sentimientos, aun cuando son más intensos, no son profundos como lo demuestra la suma facilidad con que pasa de la risa al llanto. El niño recién nacido tiene al parecer, reacciones afectivas que son verdaderos movimientos reflejos que se desencadenan por la acción de los estímulos externos, como ruidos intensos, sacudidas bruscas, o estímulos internos como el hambre, el dolor. El niño comienza a aprender a inhibir sus reacciones afectivas poco a poco y así se forma en él el hábito de dominar sus gritos o sus movimientos de cólera debido a la representación del castigo. Sin embargo, en algunos niños no se forman tan fácilmente estos hábitos inhibitorios y los accesos de cólera son largos y van acompañados de movimientos extraordinarios; se agita, se tira al suelo, chilla, patalea y muerde. Sabemos que muchas veces son tretas adoptadas para conseguir lo que desea. El dolor moral, que es más bien un sentimiento, se presenta más tardíamente, lo mismo que los sentimientos altruistas, como la simpatía la compasión, la amistad. Más tardíos aún son los sentimientos estéticos, religiosos, intelectuales. En síntesis, las emociones en los niños tienen las siguientes características: Son muy intensas, muy frecuentes, se expresan vivamente; no existe control inhibitorio; son demasiado simples, o sea, no envuelven en su estructura elementos de otras emociones. Las principales formas de estado afectivo, son: el agrado, el desagrado, y ésta es principalmente la causa que produce las demás emociones en los niños. En cambio, conforme va creciendo el ser humano, las emociones se manifiestan con mayor duración y estabilidad; con menos frecuencia en cuanto a la expresión, pueden controlarse más con la facultad inhibitoria adquirida por la educación que cristaliza en hábito, Respecto a la complejidad, las emociones del ser humano adulto, están íntimamente relacionadas con otros elementos, como sentimientos de inferioridad, de autoestimación y demás complejos. MANIFESTACIONES Y CAMBIOS DE LAS EMOCIONES FUNDAMENTALES Las emociones y los sentimientos se revelan al exterior mediante reacciones orgánicas y actitudes que participan del carácter reflejo de los movimientos.

En un principio estas manifestaciones son puramente instintivas sin conexión con estados afectivos interiores: así la sonrisa que se observa al mes de vida o un poco antes, el llanto inmediatamente después del nacimiento, que es sin lágrimas, y el grito. Pueden considerarse dichas manifestaciones como simples actos reflejos. Más tarde se establecen verdaderas e íntimas conexiones entre los movimientos expresivos y ciertos estados interiores, especialmente con los sentimientos de agrado y desagrado y con los estados emocionales de enojo o de sorpresa, de donde resulta que las muecas que antes eran imprecisas se hacen cada vez más "expresivas LA COLERA Es una emoción provocada en el niño por todo aquello que estorba sus actividades o pone trabas a sus deseos. El niño manifiesta su cólera con gritos y golpes dados al objeto de su ira. Es una manifestación intensa, pero por lo general su duración es corta. Cuando persiste en el tiempo sin manifestarse violentamente, se transforma en odio con todos los caracteres de la pasión. Pero, parlo general, los niños no conocen el verdadero odio, porque su afectividad es muy voluble. La cólera implica una afirmación de sí, reaccionando contra los obstáculos que no le permiten alcanzar lo que pide; señala el poder del niño para no dejarse dominar por la tristeza del fracaso de obtener lo que desea. Efectivamente, la cólera es la señal del conflicto que luego dará origen a la conducta voluntaria. El niño no tiene aún a su servicio los medios intelectuales para discernir entre lo que es conveniente y sus automatismos primitivos, y por eso, la voluntad degenera en capricho. La cólera aparece básicamente a los tres años. Con frecuencia los mismos familiares refuerzan este conducta, pues creen que el niño pretende dominarlos; actúan bruscamente sin considerar que la actitud infantil se debe a la tendencia natural al autodominio. Otras veces, el niño encuentra una complacencia excesiva; entonces no logrará dominarse, porque lo que necesita es cierta oposición para disciplinarse. Toca al adulto indicarle esa regla de autodominio, o ayudarle a encontrarla, En los niños más grandes, entre los tres y cinco años, es también el deseo de valorizarse y el despecho por no lograrlo, lo que los impulsa a los actos coléricos. Entre los motivos de la cólera están: afirmación de sí, imposición de preferencia, sentimientos de inferioridad, ansiedad, celos, etc. La cólera infantil es un sentimiento de defensa contra la insuficiencia de la propia personalidad. EL MIEDO Es una fuerte emoción que se experimenta cuando son impedidos los actos necesarios para escapar a un peligro o cuando se siente la dolorosa anticipación de un mal futuro, presente o supuesto. El terror es el grado máximo del miedo. Es repentino, fuerte y paralizador del movimiento. A veces una sola experiencia de terror en la vida infantil basta para transformarlo en timorato y cobarde para siempre. Desde el punto de vista fisiológico, el miedo y el terror son perjudiciales por los trastornos orgánicos que

producen: reducción de la vitalidad y de la propia seguridad, palidez, temblor, transpiración excesiva, entrechocar de dientes, respiración jadeante. Las funciones mentales se ven también afectadas y el juicio, el razonamiento, la reflexión y la atención se desordenan o suspenden. Desde el aspecto moral, la vida se vuelve débil, miserable y estéril. Muchas neurosis tienen su origen en choques emocionales de esta índole, experimentadas en la infancia o en la juventud. El niño pequeño desconoce el miedo y sólo lo experimenta cuando tiene cierta experiencia. El miedo verdadero aparece al comienzo del primer año, con temblores, gritos agudos, retrocesos y hasta huidas. Al mismo tiempo aparece la timidez en presencia de personas poco familiares. Las causas que provocan el miedo en este período son muy diversas: ruidos anormales, objetos extraños, animales, la vista de la sangre, la obscuridad, porque simpatiza con las aversiones de su familia o de sus camaradas. Debe advertirse que la costumbre puede desvanecer el miedo. Así un niño que teme ir a clases, consigue al cabo de algunos días superarla y llegar a encontrar una fuente de alegría y superación. Juega un papel muy importante en la psicología del miedo, la función que desempeña la imaginación. LA ALEGRIA Es la exaltación del alma que produce honda satisfacción. La alegría es la emoción que más contribuye a la edificación de la personalidad sana. Hay diferentes tipos de alegría, según los diversos dominios de las actividades. En el niño de pocos meses, la alegría se manifiesta con balbuceos, gritos y sonrisas, cuando se les hacen gracejadas; un poco más adelante cuando pueden vencer los obstáculos de cierta actividad que les resultan difíciles. El obstáculo se hace cada vez más necesario para la alegría; no hay alegría sin obstáculo. La Pedagogía de la alegría, emoción estimulante y formativa, consistirá en el arte de disponer obstáculos a ciertas horas, y no forzosamente según un plan preestablecido, sino según las incitaciones del momento y las posibilidades del niño. Desde fines del segundo año, la alegría provocada por la necesidad de movimiento, se despliega con frecuencia como alegría social; se prolonga en risas y en llamados de simpatía que toman por testigos a quienes lo ven. Las alegrías que experimenta el niño a través de sus diferentes actividades, hacen que se cristalicen en él cierto número de actitudes que serán los elementos constitutivos de su carácter. CELOS En los niños los celos no tienen contenido amoroso. Es el egoísmo el que les impulsa a apropiarse de todo lo que les agrada o apetece, como golosinas, cariño materno, juguetes. Por esta razón, los vemos enojados cuando observan que su madre

brinda atenciones a otro niño más pequeño, o escuchan elogios de sus labios acerca de otro chico. Se han realizado investigaciones, que demuestran que las niñas son más celosas que los niños y que los celos son más frecuentes en los inteligentes que en los torpes. LA ENVIDIA Es un sentimiento negativo; se produce cuando se ve a otro gozar de un placer ocasionado por un objeto querido o deseado. La envidia, lo mismo que los celos, se observa también en los animales. Son las personas egoístas en quienes estas emociones duran toda la vida. Sin embargo, dichas tendencias egoístas disminuyen y pueden incluso llegar a suprimirse debido a las exigencias de la convivencia social. EL AFECTO Es una emoción producida por el cariño que otros nos brindan, dándonos ocasión a la vez de ofrecerlo a quienes nos aman. La edad infantil es la más necesitada de afecto porque le hace sentir al niño que es alguien y le da seguridad. El afecto que brinda el ambiente familiar está integrado por los cariños prodigados por los padres, los hermanos y demás familiares y amigos. Cuando la vida del niño se desenvuelve en un medio familiar y escolar tonificado por el afecto, logra un normal desarrollo. En cambio cuando al niño le falta afecto en el hogar y en la escuela, crece con timidez, desconfianza, inseguridad, resentimiento, etc., lo que ocasiona una deformación de su personalidad, que le impedirá un adecuado ajuste social. DIVISIÓN DE LAS EMOCIONES PRIMERA DIVISIÓN: Las emociones se dividen en: personales; que se refieren al propio yo; sociales, que se refieren al comportamiento altruista, la principal es la simpatía. Intelectuales: su base es el amor a la verdad. Estéticas: su base es el amor a la belleza. Morales: su base es el amor al bien. Las emociones Personales se subdividen en agradables y desagradables. Entre las primeras tenemos: la autoestimación, autoconfianza, autoafección. En la base está el instinto de autoconservación y autodesarrollo. Entre las desagradables están la autocompasión, remordimiento, vergüenza, miedo, etc. Entre las emociones sociales, tenemos las que están basadas en el amor, la amistad, el afecto familiar, el patriotismo, etc. SEGUNDA DIVISIÓN: Atendiendo a la época en que se manifiestan las emociones en el hombre, se les puede dividir y ordenar de la manera siguiente:

1. La alegría y la pena que se manifiestan desde el momento del nacimiento. Con la aspiración del aire se experimenta la primera pena. 2. El temor y la cólera que aparecen sólo entre los dos y los cuatro meses. 3. La simpatía se manifiesta sólo después de los 10 meses. 4. La emoción egoísta se manifiesta desde el primer año y junto con ella la confianza. 5. La emoción sexual que aparece normalmente después que los órganos sexuales han adquirido gran desarrollo, es decir, en la época de la pubertad. El psicólogo italiano Sergi, hace una clasificación de las emociones basándose en el carácter exaltativo o depresivo del ánimo, en dos grandes grupos: EMOCIONES DEPRESIVAS Y EMOCIONES EXALTATIVAS y en cada uno de éstos, establece dos subgrupos, los cuales son los siguientes: PRIMER GRUPO. EMOCIONES DEPRESIVAS SEGUNDO GRUPO. EMOCIONES EXALTA TI VAS TERCERA DI VISIÓN DE LAS EMOCIONES Las emociones son primarias, cuando tienen origen autónomo, independiente de los sentimientos y sólo posteriormente tonalizadas sentimentalmente. Secundarias, cuando dependen de los sentimientos originariamente, pueden considerarse como excedentes sentimentales, TRASTORNOS DE LA EMOTIVIDAD La emotividad presenta grados y pueden encontrarse en ella verdaderos estados patológicos, tales son: LA HIPOEMOTIVIDAD, que consiste en la imposibilidad de reaccionar frente a estímulos que impresionarían a personas normales, esto es debido a una sensibilidad que está anestesiada. LA HIPEREMOTIVIDAD, que consiste en la disposición de reaccionar en forma exagerada ante estímulos insignificantes. Entre los. trastornos de la emotividad deben mencionarse las fobias, o sea, temores ansiosos y angustiosos por causas mínimas que están lejos de producir los efectos que se les atribuyen. Entre estas fobias tenemos las siguientes: fobofobia, miedo de tener miedo; antropofobia, miedo a las multitudes; claustrofobia, miedo a los sitios cerrados, acrofobia, miedo a las alturas; patofobia, miedo a las enfermedades, hidrofobia, miedo, horror al agua, etc.

Otra forma anormal de la afectividad es la represión, que es un olvido inconsciente de experiencias amenazadoras, producido por un deseo real de no recordarlas. Este mecanismo es perjudicial, porque si bien aparentemente nos permite olvidar sentimientos y pensamientos dolorosos, éstos tienden a desorganizar nuestra mente y nuestra conducta desde el inconsciente. Se puede reprimir un recuerdo, un disgusto provocado en la escuela o en el hogar, el rechazo en el amor, o los deseos cuya satisfacción podría provocar castigo, vergüenza, pérdida de status y autoestima. RELACION DE LA AFECTIVIDAD CON LAS DEMAS FUNCIONES PSÍQUICAS Tradicionalmente se acostumbra considerar que el niño registra cuatro manifestaciones principales relacionadas entre sí: lo instintivo, la actividad, la afectividad y la intelectualidad. Las cuatro manifestaciones revisten, según las edades, diferente importancia. FORMACIÓN DE LOS SENTIMIENTOS Y EMOCIONES El significado y el valor de la vida se centra en las respuestas emotivas adecuadas. Nada afecta a la personalidad y carácter individuales, como la calidad de la vida emocional. En el desarrollo de la vida intelectual, las emociones son factores significativos y juegan papeles importantes en el éxito y felicidad del individuo, puesto que el individuo que carece de entusiasmo, generosidad, amabilidad y simpatía, está equipado muy pobremente para vivir. De la misma manera, los aspectos creativos del arte, la literatura y la ciencia, dependen del estímulo emocional en tan gran medida, corno de la imaginación. Las emociones deben ser cultivadas corno se cultivan los músculos y el entendimiento, por medio de ejercicios adecuados. Las emociones sociales son una parte natural de la vida completa y feliz y es necesario que la escuela ayude al desarrollo de la capacidad para comprender los sentimientos de los demás, procurando beneficiarlos. Asimismo la escuela debe guiar al desenvolvimiento de las emociones estéticas del niño, capacitándolo para apreciar el arte, la literatura, la música, que le permitan gozar de las bellezas naturales y humanas, y adquirir una percepción crítica o una capacidad de producción de obras de arte. Sabemos que se puede controlar mejor a los alumnos sentimental y emocionalmente que intelectualmente, y sin embargo, se insiste más en el desarrollo de las facultades intelectuales y físicas del niño que en el desenvolvimiento emotivo; la escuela adelantaría si fuera capaz de mejorar los problemas de la conducta afectiva con la misma destreza que los de la vida intelectual.

El ideal de la escuela debe ser, desarrollar individuos cuyas más bajas emociones se hallen bajo control, que se autodominen y autodirijan, que deriven sus mayores placeres de las cosas más elevadas y bellas de la vida. El maestro no puede dar importancia excesiva a las emociones, ni descartarlas. Sin los sentimientos y las emociones, no se podría adquirir ni lograr nada, pues constituyen importantes fuerzas de motivación de la vida y están íntimamente relacionadas con la acción. La escuela debe procurar guiarlas sabiamente hacia actividades constructivas. DIFERENCIAS INDIVIDUALES En la emotividad del individuo intervienen multitud de factores. Viene en primer término su temperamento o dotación biológica, en la cual trabaja la herencia biológica con sus leyes. Esto predispone un organismo apto para el ejercicio de las funciones vitales y animado por un sistema nervioso, que puede ser un instrumento de aptitudes y perfección variable a servicio del principio vital. De este conjunto de elementos materiales, resulta el temperamento del individuo, que es la base biológica de la personalidad y de su emotividad. En el temperamento hay preponderancia y escasez de ciertos apetitos o tendencias, de emotividad o falta de ella. Otro elemento importante que determina las diferencias individuales en afectividad, es la educación, que es la resultante del medio ambiente o medio social. Es factor de toda importancia en la vida emotiva, el influjo de la disciplina mediante la cual la voluntad somete a normas formativas las emociones y apetitos. Por esta razón, la emotividad de acuerdo al sexo, es diferente; a la edad y al estado de las personas. Son más emocionables las niñas y mujeres, que los varones. Sabemos también que los enfermos son en extremo emocionables. LA INFLUENCIA DEL MEDIO SOCIAL EN LAS EMOCIONES En toda emoción, igual que en los demás estados psicológicos, encontramos al lado del hecho individual, una expresión que tiene resonancia en el medio social... Dicho medio modifica las manifestaciones de las emociones. En efecto, las obligaciones sociales y legales, nos impulsan a reprimir nuestras emociones y así ni el odio ni la alegría encuentran, en ciertas circunstancias, pleno desahogo y se transforman, se canalizan o desaparecen debido al interés de la colectividad. La sociedad determina la expresión de esas emociones, lo que se ha llamado una asistematización colectiva. Por ejemplo, nuestra cólera se alimenta del furor o de la indiferencia de nuestros adversarios, de la participación de nuestros amigos y se extingue por falta de resistencia a de colaboración.

FACTORES ESCOLARES QUE SUELEN PERTURBAR EL EQUILIBRIO AFECTIVO DEL ALUMNO La conducta del maestro La forma como se conduce el maestro es determinante en las respuestas afectivas de sus alumnos. El rigor excesivo, la injusticia, los cambios bruscos, las actitudes violentas, los gritos, el mal carácter, las incomprensiones, los privilegios, la indiferencia, la pedantería, la intolerancia, influyen en forma perjudicial. Los niños y adolescentes son sumamente sensibles a la justicia. Cuando el maestro comete alguna injusticia con ellos, provoca reacciones de resentimiento y coraje. El maestro debe enseñar con el ejemplo, no sólo la justicia sino la tolerancia, el amor, la comprensión y la caridad.

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