Unidad, destete y separación psicológica en cuádruples

Trabajo para: Área Psicoanálisis de niños y adolescentes Eje III Dra. Nohemí Reyes de Polanco Asociación Psicoanalítica Mexicana. E mail: nohemipolanc

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Trabajo para: Área Psicoanálisis de niños y adolescentes Eje III Dra. Nohemí Reyes de Polanco Asociación Psicoanalítica Mexicana. E mail: [email protected] Tel y fax: (52) 5662-5966

Unidad, destete y separación psicológica en cuádruples.• Nohemí R. de Polanco•• En primer término es importante subrayar que los recientes avances en los tratamientos de infertilidad, la fertilización in vitro, la neonatología y el seguimiento de los niños a través de los periodos prenatales han contribuido notablemente, al incremento en el número de nacimientos de niños múltiples que nacen y sobreviven. Es destacable que estos progresos han influido no sólo en el permanente aumento de nacimientos de esta naturaleza, sino también han logrado que los estudiosos sobre el tema coloquemos una especial atención e interés; al grado que en la actualidad han aparecido más publicaciones en la literatura sobre niños múltiples que sobre niños gemelos. Podemos intuir que este trabajo fue estimulado, en cierta medida, por el aumento en la incidencia de trillizos, cuádruples y quintillizos en los últimos tiempos. Y como una respuesta a la actual demanda planteada desde los avances de la biotecnología al psicoanálisis de ofrecer algunas respuestas a los trastornos del desarrollo y alteraciones psicológicas de niños múltiples generados por una crianza también múltiple. Después de esta breve introducción debo dejar en claro que el interés general de este ensayo se dirige a observar, estudiar y analizar desde la experiencia en psicoanálisis infantil y la teoría planteada por winnicott, el tránsito por la unidad madre bebé, el destete y la separación psicológica del entorno protector en un cuádruple producto de una crianza múltiple; para posteriormente plantear algunas formulaciones •

Trabajo a presentar en el XXV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis. Guadalajara, Jalisco, México. Septiembre del 2004. •• Miembro de la Asociación Psicoanalítica Mexicana y analista didacta de su instituto. Dirección: Cerrada Calyecac, 19-2. Tlacopac, San Angel. México, 01020, D. F. México. Tel y Fax 52 (55) 5662-5966. E-mail [email protected]

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psicoanalíticas sobre la forma como estos niños enfrentan, resuelven y encaran las crisis que se crean a lo largo del desarrollo y el logro de estos procesos.

Para adentrarnos más en el tema considero pertinente resaltar antecedentes del tema. Algunas investigaciones previas, sino es que la mayoría, se han enfocado esencialmente a estudiar la experiencia y relación madre-niño (Levobici, 1996; Stern, 1977; Winnicott, 1957). En contraste, en

el presente trabajo nos detendremos a

investigar y describir la experiencia de la interacción entre un cuatrillizo y su madre. A continuación me referiré brevemente a algunos estudios e investigaciones sobre el efecto de la crianza múltiple en el psiquismo de estos niños. Investigando el terreno de la estadística encontramos el trabajo de Malmstrome y Biale (1990) quienes reportan los siguientes datos: en los

Estados Unidos de

Norteamérica anualmente nacen un total de 80 mil gemelos, triples, cuádruples o quintillizos. Aproximadamente un total de 300, 000 parejas y familiares se encuentran involucradas en el cuidado de ellos. Así mismo, una de cada 45 personas es un gemelo, triple o cuatrillizo; y una de cada 20 personas se encuentra directamente impactada o influida por los nacimientos múltiples. Desde este enfoque en las primeras investigaciones sistemáticas con familias de estos niños, como la de Yarrows (1963), se han consignado los siguientes elementos categóricos: las madres de estos infantes tienen un menor contacto con sus hijos en todas las áreas, se encuentran menos disponibles a manejar sus tensiones y muestran menos iniciativas de contacto, interacción y participación con sus bebés que aquellas madres de niños únicos a los seis meses de edad. Abundando más en el tema tenemos que la experiencia de observación de sextillizos con la metodología de Esther Bick reseñada por Root (2002) en su trabajo sobre algunos factores predictivos para el desarrollo de la personalidad en sextillizos presentado en el Congreso de Cracovia, ilustra las diferentes cualidades de la relación madre-hijo para el logro de la separación individuación; advirtiendo que es diferente en cada díada. Esta investigación propone que la separación intrapsíquica de estos niños se encuentra íntimamente ligada a la experiencia compartida de pertenecer a un grupo homogéneo.

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Por otro lado, en los años ochenta, en un seguimiento de observación en su propias casas de triples, cuádruples y quíntuples llevado a cabo por Goshen y Gosstein (1980) se percató de una constante esencial: la mayoría de las madres contaban con ayuda extra durante la mayor parte del primer año de vida, casi no jugaban con sus pequeños, tendían a limitar la motilidad por confinamiento físico y procuraban escapar de la carga y responsabilidad de esta crianza. Igualmente refiere que los progenitores tendían a tratarlos como unidad; esta situación es interpretada por la autora como una falta de sensibilidad a las solicitudes individuales de cada niño. De acuerdo a su experiencia de observaciones semanales, enfatiza la notable y excesiva competencia de estos infantes por la atención y proximidad con la madre. Una de las conclusiones de este trabajo se refiere a la sobrecarga emocional y física que representa la crianza de cuádruples; lo cual coloca a estas progenitoras en una dificultad para investir del todo a sus infantes al mismo tiempo. En esta temática, reporto que al investigar sobre los antecedentes observé, que recién se ha iniciado el estudio y publicación de aspectos del maternaje y el desarrollo mental de infantes múltiples inducidos por los permanentes avances de la biotecnología y su impacto en la reproducción humana. De esta observación puedo afirmar que esta situación plantea una serie de problemas y realidades del desarrollo del psiquismo humano de niños múltiples, e involucra el plantearnos que tanto la crianza de más de un infante al mismo tiempo, resulta una condición que predispone a un entorno sustentador a tener que sostener una sobrecarga de funciones en la prestación de cuidado y atención, en la satisfacción de necesidades, regulación de la frustración y facilitación del destete y la separación psicológica, por ejemplo. A lo largo de este trabajo trataré estas cuestiones, a propósito de un estudio de un cuádruple observado en su hogar durante tres años con el Método de Esther bick, una vez por semana. El estudio, análisis e interpretación del material permitirá realizar algunas propuestas teóricas psicoanalíticas en relación al tema. A continuación expondré la viñeta clínica que ilustra el caso. El nacimiento de este cuatrillizo fue producto de un tratamiento de fertilidad de la madre. Proporcionando más información, tenemos que ésta fue hospitalizada en los últimos dos meses del embarazo y restringida a reposo en cama; los niños nacieron mediante cesárea. En

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este caso la gestación fue de 29 semanas, Sergio1fue monitoreado en una unidad de cuidados intensivos, permaneció en incubadora por cuatro semanas y fue dado de alta al mes de nacimiento. La madre cursó el embarazo en medio de una crisis de ansiedad y depresión; además experimentó una mezcla de rabia y protesta sometida porque el médico tratante no le advirtió de las consecuencias de riesgo de un parto múltiple al seguir el tratamiento de fertilidad, y esto se manifestaba con la siguiente expresión: “siendo así lo hubiera evitado”. Entre otros aspectos es importante resaltar que la noticia de embarazo múltiple embargó de angustia a la pareja, especialmente a la madre, quien mantenía una preocupación constante por la futura salud de sus hijos y la posibilidad de daño o muerte. En este mismo sentido, las fantasías durante el embarazo con relación a los productos eran siniestras; tenía pensamientos obsesivos sobre su incompetencia para criar a unos cuatrillizos y así alguna vez manifestó: “el cuidado y atención de cuatro niños a la vez es como una tragedia en mi vida”. Reseñamos que desde el inicio de la observación fue posible constatar la capacidad de escuchar y de ponerse en el lugar del otro; así como de sustentar, en la medida de lo posible, las demandas de sus cuatro bebés por parte del objeto primario, pero esta disposición, llevada a la práctica y a la realidad, rápidamente se vio minada. Además, estableció diferencias claras desde el nacimiento entre los cuatro niños sostenía una relación de entorno protector en la medida de lo posible, con cada uno de ellos. Igualmente desde un principio mantuvo una diferencia entre las funciones y personalidad de cada uno y promovió el establecimiento de un vínculo positivo de manera individual. Desde pequeño Sergio aprendió a esperar, por ejemplo lo alimentaba en la boca, sentado en grupo con sus hermanos, amarrado a la silla para controlarlo y que no se manchara. Entonces el tenía que esperar a que le tocara su turno. Nunca aprendió a tomar solo el biberón, para facilitar la tarea, se lo proporcionaban. La alimentación era con poco contacto verbal, expresando la presión en la actividad, los niños comían con tal rapidez, que sudaban en exceso como quien efectúa una tarea bajo presión en la que se empeña un gran esfuerzo. 1

Así llamaremos al niño estudiado.

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Ya a los seis meses de edad, la madre refería en Sergio una tendencia a hacer berrinches cuando tenía que esperar, así como llanto excesivo como una medida de solicitar la atención cuando estaba el padre. Todas las actividades, los cuatro niños, las realizaban en equipo en presencia de la madre en medio de un ambiente de competencia y rivalidad en la fratría, reaccionando Sergio con agresión cuando se sentía desplazado o en posición de desventaja. Para evitar el conflicto y la frustración se aisló del grupo y se volvió un niño intolerante, irritable, distinguiéndose por su mal genio. La madre poco alentó el flujo hacia actividades de independencia porque significaba un cuidado más individual y personalizado, la educación y atención era “en serie”. Pero si se daba la oportunidad para en ciertos momentos, estar con cada uno de los hijos. Después de este breve bagaje de antecedentes, a continuación exploraré el tránsito desde los tres tipos de dependencia planteada, desde la perspectiva teórica de Winnicott en un cuatrillizo: la unidad psicológica madre-bebé, el destete y la separación psicológica.

Unidad psicológica madre-bebé

Para iniciarnos en el tema y a manera de introducción es importante señalar que la teoría planteada por Winnicott (1956) establece que la unidad de desarrollo psicológico se inicia a partir de la fórmula constituida por la madre y el bebé. A lo largo de sus estudios y planteamientos teóricos este autor sostiene que, en un principio, ambos crean una nueva entidad psicológica que es el resultado de dos elementos, y no la suma de las partes, al entrar en contacto el uno con el otro; y es a partir de ese momento, cuando la progenitora se vincula estrechamente con su hijo desde su estado de preocupación maternal primaria2. Así, su papel esencial consiste en proporcionar un entorno en el que se reproduzca la unidad psicológica; en tanto el infante se desarrolla como resultado de la interacción, estimulación y frustración dosificadas, entre lo biológico y las vivencias concretas.

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De acuerdo a Winnicott sería la experiencia materna de perderse en el otro, o ponerse en el lugar del otro para convertirse en parte de esa unidad denominada madre-bebé. (1951)

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Desde este planteamiento podemos enfatizar que gracias al intercambio permanente entre la acción psíquica y física de la progenitora, se reproduce una matriz psicológica inicial para incentivar las vivencias mentales y corporales; así como para empezar a facilitar la separación psicológica. En otras palabras, la madre suficientemente buena le proporciona a su hijo lo que necesita, de la manera que lo requiere y en el momento preciso; como si el pequeño hubiera creado el objeto; y así desde este lugar se inicia el desarrollo psicológico con la ilusión del objeto subjetivo3, es decir, la creación de la ilusión de que interioridad y exterioridad son lo mismo.

Para introducirnos más en el tema que nos incumbe y de acuerdo con lo anteriormente expuesto, podemos decir que si articulamos dicho proceso al desarrollo de un cuatrillizo e incorporamos los hallazgos de la observación directa probablemente esta madre en virtud de la crianza múltiple se encuentre inmersa en una actividad mental sobrecargada de demandas por atender y resolver de cuatro niños.

Y esta situación trasladada a la evidencia clínica nos demostró, que este entorno protector trataba, desde su preocupación maternal primaria, de organizar los estímulos y la vida mental de cada bebé; inevitablemente las condiciones de cuidado la llevaban a diferir en ocasiones la regulación de necesidades o dosificar la frustración; abasteciendo para cada hijo un ambiente relativamente sustentador con un decremento de la estimulación, la prolongación de estados de ansiedad, el incremento de frustración y generando muy probablemente un tipo de objeto subjetivo con la ilusión de que la realidad interna y externa eran algunas veces disímbolas y no coincidentes.

Con base en lo anteriormente expuesto podemos inferir que dada esta experiencia de déficit en la regulación y satisfacción de demandas, un cuatrillizo puede experimentar de manera más frecuente, que un niño único, la frustración y en este mismo sentido tener la sensación de quedarse a expensas de sus propias excitaciones,

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La ilusión del objeto subjetivo según las descripciones del autor, sería aquella en donde la empatía de la madre proporciona las necesidades al bebé como si el hubiera “creado” al objeto (Winnicott, 1948 )

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o se prolonguen los estados de tensión, es decir, que experimente la vivencia de una interacción con un entorno protector que falla, en algunas ocasiones, en la dosificación de la experiencia de aprovisionamiento porque no devuelve, todo el tiempo en la medida de lo esperado lo que necesita, cuando lo requiere y como lo demanda.

De acuerdo con estas descripciones podemos establecer que esta cesación parcial de cuidados maternos, en un cuatrillizo, puede denotar cierto déficit del entorno protector; incentivándose en sus inicios una matriz psicológica con algunas fallas. Sin embargo es importante resaltar que también puede ser factible que en otros momentos, esta madre, atendiera las demandas de Sergio en el momento y calidad de la solicitud, de manera contingente, para que él fuera capaz de crear al objeto y la ilusión del objeto subjetivo gratificador; logrando transmitir en estas circunstancias, la experiencia en Sergio de unidad psicológica en donde él y su progenitora forman una unidad.

Retomando el análisis del material de observación y los datos clínicos, la viñeta ilustrativa permite comprobar un hecho: la madre de este cuatrillizo logró recrear esta sensación de unidad con cada hijo, es decir instaurar la dependencia absoluta, para que cada bebé se introdujera en la fase del destete y los objetos transicionales, aunque con cierto déficit.

El destete, el objeto transicional y la apropiación de la matriz psicológica

A continuación analizaremos la segunda fase de la separación psicológica y los fenómenos de dependencia hacia la madre por un cuatrillizo. En este sentido y retomando la experiencia en términos de un desarrollo normal, la función del entorno protector varía en referencia con las diversas demandas emocionales del niño y con sus cambiantes necesidades de maduración y desarrollo; pero una vez que se han resuelto estas experiencias tempranas, el bebé ha madurado y ha integrado la primera paradoja

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de que él y la madre son uno, y

se introduce en la fase del destete y objetos

transicionales4.

En este momento me gustaría subrayar que, desde mi perspectiva del psicoanálisis infantil, la observación directa de bebés y la experiencia clínica que he tenido oportunidad de realizar plantearía una primera hipótesis: la conciencia inicial de separación y el tránsito por la misma, en el caso de un cuatrillizo, cursa por otras vicisitudes. Dadas sus experiencias tempranas incorpora un entrono protector que regula y dosifica las demandas y solicitudes primarias con algún déficit, facilitando la internalización de una matriz psicológica con cierto desfasamiento entre la vivencia y la maduración. En este sentido, es posible que este deficit del objeto sustentador suscite una conciencia prematura de separación y desde estos antecedentes un cuatrillizo se introduce en el proceso de destete.

Estos aspectos demostraron que en algunas ocasiones Sergio se quedaba con sus propias experiencias internas sin transformarlas suficientemente y por lo tanto con cierta dosis de frustración. Y es aquí donde puede surgir la siguiente interrogante: ¿cómo un cuatrillizo experimenta la desilusión gradual del objeto si está asociada a un incremento

de la frustración? En el caso del cuatrillizo estudiado, al asociarse la

frustración a la separación, es factible que el infante experimentara la conciencia inicial de destete como algo poco tolerable, angustiante, difiriendo el movimiento.

Y prosiguiendo con este referente teórico de Winnicott tenemos que el otro fenómeno crucial psicológico-interpersonal que posibilita la desilusión por parte de la progenitora a su hijo, es el mantenimiento de una serie de paradojas: el bebé y la madre son uno, el infante y la progenitora son dos, el bebé ha creado al objeto y éste estará allí para ser descubierto; el pequeño ha de aprender a estar a solas en presencia de la madre ausente (Winnicott, 1951).Y con la finalidad de ser más explícita a

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fenómenos transcionales sería la zona hipotética que se da entre el bebé y el objeto madre durante la fase del repudio del “no yo” y la fase de la internalización de la matriz psicológica suministrada por la madre (Winnicott, 1968b).

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continuación ilustraré con una observación clínica la experiencia de Sergio en relación con la segunda paradoja.

Observación 52. Un año y dos meses. Sergio se encuentra parado en medio de la sala, sus otros hermanos juegan en el mismo lugar. Al oír que abren la puerta, los cuatro niños dirigen su mirada hacia este lugar, y es entonces cuando aparece en el umbral la figura de la madre. Tres hermanos, excepto Sergio, corren hacia ella, se prenden de sus piernas y mientras él se queda parado observando la escena. La madre apenas puede caminar porque los tres niños siguen colgados de sus piernas, entonces camina con dificultad y les pregunta: “¿cómo están hijos?” En ese momento, Sergio que continua parado en la sala empieza a llorar, se acerca a la madre y le pide los brazos, entonces, Luis salta para que lo cargue y Ana le sonríe seductoramente, y por su parte Jaime se tira al piso y empieza a patalear.

Ante tal escena la progenitora se dirige a Sergio diciendo: “Mi hijito por favor no llores”, él sigue llorando y le solicita nuevamente los brazos, la madre procede a cargarlo, en tanto Luis y Ana le jalan la falda y le piden también los brazos, Jaime ha dejado de llorar y se dirige hacia ella. En un segundo momento la madre baja a Sergio y carga a Luis; entonces el primero vuelve a llorar luego ella le acaricia la cabeza y le dice “no llores”. Enseguida, la madre baja a Luis y se sienta en una silla. Es en ese preciso instante cuando Luis, Jaime y Ana se dirigen rápidamente hacia ella, Luis se impulsa con los pies para agarrar su brazo y tratar de subirse a sus piernas; la madre termina cargándolo, Ana observa la escena con cara de frustración.

Al ver el cuadro, Sergio empieza a llorar a gritos, la madre le estira el brazo y le dice “ven”. Sergio corre y la madre con dificultad lo carga y lo coloca en la otra pierna. Estando Sergio frente a Luis, éste lo empuja como queriendo desplazarlo. La madre grita: “no Luis, no avientes a tu hermano”; Sergio vuelve a llorar y mira a la madre como solicitando su ayuda, en ese momento la progenitora baja a Luis y abraza a Sergio amorosamente, el cual se muestra complacido y deja de llorar. Acto seguido la madre baja a Sergio, al mismo tiempo Ana y Luis se le acercan e intentan subirse a su regazo.

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Ante tal escena la madre expresa tajantemente: “así los verá: apenas llego, se acercan todos, todos quieren que los cargue, todos quieren atención, pero no puedo con todos”. Sergio, se va a una esquina de la sala, a llorar desconsoladamente.

Con la viñeta ilustrativa de observación se revela una variedad en la comprobación de la segunda paradoja que difiere sustancialmente con la experiencia de un hijo único, y plantea un nuevo problema a la teoría psicoanalítica: ¿cómo un cuatrillizo aprenda la experiencia de que él y la madre son dos, si siempre está presente el grupo de hermanos? En este sentido es importante señalar que los datos de la observación directa arrojan evidencias: un cuatrillizo alcanza a descubrir el objeto entorno presente, con la salvedad que siempre se encuentra compartido (Reyes, 2002b), pues invariablemente la fratría lo acompaña. Al descubrir y no comprobar que el y la madre son dos, se obscurece la ratificación de la segunda paradoja. Desde este panorama, el destete entre la madre y un cuatrillizo resulta diferente al de un niño único, porque la insoslayable realidad emocional le demuestra que el entorno protector siempre estará rodeado de un grupo, y que la unión -separación entre ella y él serán simultáneos la minoría de las veces; y por el contrario, frecuentemente, después de la separación con el entorno sustentador, la unión siempre se verá obstaculizada o amenazada por la presencia de otros aspirantes al encuentro con ese entorno. De acuerdo con lo anteriormente expuesto podríamos emitir la siguiente conclusión: la experiencia independiente de la separación y unión entre la madre y un cuatrillizo, no se dan simultáneamente.

Con la finalidad de explicar científica y analíticamente el problema abundaré más en el tema. Al transitar por esta fase del destete, la experiencia emocional de un cuatrillizo se vincula con la no realización de la segunda paradoja; sintiéndose en la mayoría de las veces amenazado y reactivándose como respuesta la angustia ante la pérdida del objeto. Toda esta problemática se presenta porque la experiencia le ha enseñado que la separación y consecuente reunión no se dan sucintamente; prolongando no solo la constatación de la segunda paradoja, sino también otros procesos del destete como la internalización de la madre como entorno, la posibilidad

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de jugar solas con ella y la creación del espacio potencial. Como otra conclusión, podemos establecer que el mantenimiento no paralelo de la verdad emocional de la unidad y separación con la madre, torna más difícil y prolongada la tarea de un cuatrillizo para repudiar al objeto como “no yo” (al final de estar unido con el objeto) y empezar a jugar a solas.

Esta falla en la comprobación de la segunda paradoja igualmente motiva una lucha interna en estos niños e implica realizar todo un movimiento en medio de una crisis de desarrollo para tolerar la frustración que encierra la separación y no necesariamente reunión con el objeto, además de metabolizar los celos provocados por el rival del objeto, mitigar la angustia, manejar emociones intensas como la rabia frente al no reencuentro. Estas vicisitudes de la dependencia hacia la independencia en cuatrillizos señalan procesos de desarrollo conflictivos, para dejar de estar unido con el entorno sustentador y acceder a la separación entre el self y el objeto.

Es el momento de asentar que de acuerdo con el planteamiento teórico anteriormente explicitado, sostengo que la resolución de la segunda paradoja, es decir, la reconfirmación de la separación y luego reunión con el objeto, es el escollo más importante para que un cuatrillizo resuelva el destete.

En otro orden de ideas es importante enfatizar que en este período de fenómenos transicionales y el destete, la madre al favorecer la desilusión gradual, igualmente promueve el desarrollo de la capacidad para estar a solas (Winnicott, 1958ª). En dicho proceso, lo que se internaliza, no es a la madre como objeto sino como entorno. Así, un niño saludable, cuando se encuentra a solas, siempre está en presencia de la madre entorno generada por el mismo. A través del ejercicio de la capacidad para estar a solas, un bebé intentará y experimentará, una y otra vez, intrapsíquicamente, la separación y reunión con el objeto.

En el caso clínico que nos ocupa, pareciera que el infante necesitó un espacio de tiempo más prolongado y transitar un camino con más obstáculos, limitaciones a

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vencer que un niño único; así como repetir con más frecuencia e intensidad ese juego de separación y encuentro con la madre para dominar la angustia, la sensación de pérdida del objeto y la segunda paradoja,

hasta internalizar paulatinamente a la

progenitora como entorno. Cabe subrayar que cuando Sergio empezó a jugar a solas y a rememorar la presencia de la madre como entorno generada por sí mismo, se hizo posible que mentalmente estuviera presente como espacio contenedor con el que jugaba, pero ausente como objeto.

Y continuando con los argumentos en torno al destete en un cuatrillizo, otro proceso para alcanzar esta segunda fase de la separación psicológica, se refiere al desarrollo de la capacidad de crear el espacio potencial.5 Es decir, para que un infante la incorpore, necesita transitar diversos procesos, como por ejemplo repetir sucesivamente la experiencia de reunión y separación con el objeto, incorporar a la madre como entorno; así como lograr jugar a solas en presencia de la madre ausente.

Desde esta perspectiva, al incorporar a la madre como entorno, dominar el juego de estar a solas con la madre y parcialmente la segunda paradoja Sergio construyó ese espacio transicional en el que vive y se desarrolla; es importante resaltar que dicho espacio potencial entre un cuatrillizo y su madre se establece más lentamente porque la compenetración entre ambos se da de una manera más complicada y azarosa. Los datos revelados por la observación directa nos permiten sostener que estos procesos necesitan repetirse en forma más consecutiva y prolongada en un cuatrillizo que en otro tipo de niños, por la reactividad de estos pequeños a la separación.

En este renglón seria útil recalcar que a pesar de las contingencias, los datos clínicos señalan logros en Sergio para crear su propio espacio potencial, aunque de manera más complicada y diferida, pues adquirió la habilidad de crear el espacio potencial en el que habita; tiene su mente propia, su zona vivencial en la que piensa sus pensamientos, siente sus sentimientos, sueña sus sueños y juega sus juegos. Esto 5

La ilusión del espacio potencial, es el término general utilizado por Winnicott para designar una zona intermedia de vivencias que se sitúa entre fantasía y realidad. Sería la vivencia de unidad con la madre y la separación de ella coexistiendo en posición dialéctica. Es la forma de ilusión que se reconoce en el juego (Winnicott, 1971a).

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implica que su madre entorno estuvo allí como un espacio contendor en la medida de lo posible y él jugó en presencia de un entorno protector ausente.

Ahora bien, si analizamos la viñeta clínica desde la perspectiva psicoanlítica, diríamos que Sergio continuaba el intento de separación psicológica entre el self y el objeto, en una época más avanzada del desarrollo, en la cual dicho objeto estuvo allí para ser creado. Sin embargo, aunque el cuatrillizo descubrió a ese objeto externo, el uso de ese objeto transitó por otras vías diferentes que un hijo único a causa de las vicisitudes de la crianza múltiple, por ejemplo, la reactividad a la separación. Esta reactividad en un cuatrillizo interfiere e influye en el juego de la ausencia de la madre como objeto, pues en cada separación experimenta estados de ansiedad y fantasías de pérdida del objeto.

Sin embargo es importante destacar que una vez que dominó relativamente la angustia y la amenaza de la pérdida del objeto, Sergio intentó la separación con su self, así como entre mundo interno y externo, generándose a propósito del espacio entre ellos, la separación relativa entre el self y el objeto; paralelamente ese espacio se empezó a llenar con ilusión, símbolos, creando un espacio mental en el que se transformaron las cosas, adquiriendo una subjetividad propia, para finalmente ejercitar un movimiento de la madre-bebé, a la madre y bebé y a la construcción definitiva del espacio potencial.

De la separación psicológica

Después de este breve recorrido teórico y de observación clínica finalmente analizaré el tercer tipo de dependencia: la separación psicológica. Ahora bien, si consideramos que la actividad de sustentar es la función primordial que la madre debe realizar, entre otras, en el estadio inicial del desarrollo y el destetar es la función básica en el periodo de los fenómenos transicionales; en la posición depresiva la madre se tiene que dar a la tarea de sobrevivir durante algún tiempo. En este período el niño consigue el “estado unitario”.

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Y prosiguiendo con el análisis psicoanalítico de la dependencia en un desarrollo normal, en esta última fase, de la posición depresiva, la dependencia adquiere una nueva forma. En este momento el bebé dependerá de la madre como objeto, a la que estará en proceso de descubrir (en oposición con la función de crear). Por lo tanto, la vivencia de la ausencia de la madre como objeto es un fenómeno de la posición depresiva, pues generalmente ante la pérdida de la progenitora como objeto se reacciona con sentimientos de tristeza, soledad y culpa (Winnicott, 1955)

Pero si ante esta situación se ha logrado e instaurado la capacidad para estar a solas (internalización de la madre entorno) es posible sobrevivir a esa perdida (Ibídem). Análogamente, la supervivencia del objeto es una forma de sostener la situación de tal manera que la madre-objeto siga emocionalmente presente mientras el bebé lleva a cabo el acto de confianza que supone perder su asidero sobre la madre-objeto interno omnipotente. Desde este punto de vista, el desarrollo emocional continuo, incluido el desarrollo de la realidad psíquica, dependerá de que la progenitora desempeñe su papel como objeto externo durante cierto tiempo.

Y pasando nuevamente a la experiencia que la observación prolongada por tres años de este cuatrillizo permite reseñar en relación con estos procesos. En el caso que hemos venido analizando, cuando ya se instauró la capacidad para estar a solas, Sergio empezó a descubrir a la madre como objeto y a depender de ella. En medio del dolor, la tristeza y el duelo retramitó nuevamente, algo que para él era como su tendón de Aquiles, la separación, pero esta vez de la madre como objeto.

En este sentido, cabe señalar que en el caso de Sergio estos sentimientos asociados a la separación del objeto real, fueron exaltados y cursados intensa y gradualmente. Cuando se presentó esta etapa, la participación de la madre real fue sustancial, al mostrarse sensible, desempeñar su rol como objeto externo y tolerar los ataques a la madre interna en Sergio sin derrumbarse; permitiendo así el acceso a la progenitora como objeto y facilitar de este modo tanto la conciencia de la madre como

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objeto externo así como la capacidad para utilizar el objeto y el desarrollo de la realidad psíquica.

Nuevamente, es importante resaltar que en estos momentos, la presencia de la madre como objeto externo fue primordial porque no sólo facilitó el uso del objeto, sino también porque estuvo emocionalmente presente para que Sergio sintiera la suficiente confianza y certeza de que a pesar de sus ataques fantaseados y el duelo, ella era capaz de cumplir con el rol de objeto externo. De esta manera, la progenitora, con su actitud, estuvo allí para reconocer la culpa y aceptar sus intentos de reparación del niño y así facilitar las condiciones para completar el ciclo psicológico o desarrollo benigno. (Winnicott, 1958b). En resumen de cuentas, la madre al sostener la situación, facilitó la oportunidad en Sergio de constatar que estaba presente de una manera diferente a su fantasía inconsciente

En este contexto, reportamos que Sergio, a sus cuatro años de edad, no se ha permitido abandonar en su totalidad la órbita del destete, entrar en la atracción de la separación psicológica y aprovechar la disposición del entorno para el uso del objeto. Independientemente de que la progenitora ha estado allí para corresponder a la separación, tolerar sus ataques y aceptar su reparación, la amenaza de pérdida del objeto, es decir, la no comprobación de la segunda paradoja es una cicatriz que se remueve y con la cual vivirá eternamente, y que obstaculiza la finalización del ciclo psicológico.

La experiencia de trabajo nos ha enfrentado con una evidencia: este tránsito de la dependencia absoluta a la dependencia relativa y la independencia psicológica, definitivamente se presenta de manera diferente en un cuatrillizo producto de la experiencia con un entrono protector sujeto a una crianza múltiple, en donde las interacciones, conjuntamente con los procesos de desarrollo se ven alterados predisponiendo a estos niños, a enfrentarse al logro de tareas integrativas de una manera desventajosa; ya que el destete y la separación psicológica se producen en

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medio de crisis con un desgaste emocional más intenso y teniendo que hacer uso de defensas y aspectos de la personalidad más perfeccionadas, que un niño único.

Como resultado de este recorrido teórico desde el psicoanálisis infantil y práctico de la observación longitudinal, continuaremos esbozando las conclusiones: la dificultad para la separación psicológica exitosa y en los términos esperados, en un cuatrillizo, radica desde sus inicios en la incorporación de una madre entorno deficitaria, una conciencia

prematura

de

separación

asociada

a

la

frustración;

aunado

al

descubrimiento de un objeto entorno compartido y la experiencia especifica y repetitiva de que la separación y reunión están canceladas o amenazadas por la invasión permanente de otros competidores por el objeto. Esta experiencia de no confirmación de la segunda paradoja -la separación y reunión son paralelas-, marca a un cuatrillizo indefectiblemente, deteniendo y retardando la internalización de la madre como entorno, la capacidad para jugar a solas y la creación del espacio potencial; procesos primordiales para la desilusión gradual del objeto y el destete.

Prosiguiendo con las conclusiones tenemos que en virtud de la experiencia de observación, el análisis del material y la interpretación analítica de los datos, sostenemos: finalmente un cuatrillizo transita por diversos procesos y enfrenta procesos de duelo y separación de la tercera fase de la separación psicológica, con ciertos déficit, retrasos y crisis en el desarrollo.

En el caso específico de estos niños, tanto el destete y la articulación de estos procesos ligados a ellos como la capacidad de jugar a solas y la creación del espacio potencial se llena de una forma gradual y lenta porque la compenetración entre el pequeño y la madre se establece de una manera más complicada y azarosa. En el caso de Sergio, independientemente de que el entorno protector no sólo facilitó el uso del objeto sino que también estuvo emocionalmente presente para que el ratificara que a pesar de sus ataques inconscientes, la madre podía sobrevivir, tolerar la reparación; y así continuar cumpliendo con el rol de objeto externo. En su caso, la susceptibilidad y

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reactividad a la separación impiden cerrar totalmente el desarrollo benigno o ciclo psicológico de la separación del objeto.

En este mismo orden de ideas referimos otro aspecto trascendental de la observación clínica, el cual apunta al hecho de que los movimientos de la envoltura protectora, de la dependencia al destete y la separación psicológica son individuales para cada cuatrillizo en relación con su madre. Y así desde este planteamiento podemos decir que tal vez entran en juego, por un lado, factores intrapsíquicos de cada uno de los infantes como la organización mental individual, la calidad de la fantasía, el nivel de sadismo, los aspectos congénitos del yo, el tipo de relación que se establece con la madre, la cuota de dependencia específica de cada niño; y por otro lado, la preocupación maternal primaria, su matriz psicológica, la capacidad para sustentar un entorno protector óptimo, el lugar que el niño ocupa en su mente y en su inconsciente, su disponibilidad para crear el espacio potencial, graduar el destete, el desempeño de su rol como objeto externo y la función que ejerce el padre como objeto separador de estos niños con su madre.

En último lugar me gustaría apuntar que la experiencia de este trabajo permite enfatizar lo siguiente: el hecho de ser cuatrillizo expone a estos infantes a cierto déficit de una matriz psicológica suficientemente dosificada; desde esta perspectiva, al producirse una falla prematura del entorno protector, se convierte en una criatura reactiva. Y en esta dimensión, un cuatrillizo tratará de enfrentarse inmaduramente a las tareas psicológicas posteriores para su independencia psicológica, pues el desarrollo se ve interferido, de tal manera que los deseos son percibidos como insatisfechos, la frustración se intensifica, el ingreso y tránsito por cada uno de los procesos implicados en el destete detectan un retardo en su logro, lo cual implica un desgaste e inversión emocional significativa y un desarrollo en crisis para un cuatrillizo.

Finalmente sólo me resta señalar que la experiencia de este ensayo, producto de la observación longitudinal, demuestra que la situación de cuidado múltiple potencializa las interferencias para la recreación de un ambiente propicio, para que un

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cuatrillizo recree y se apropie de una matriz psicológica sostenedora suficiente, un destete exitoso y una separación psicológica no conflictiva.

RESUMEN. El interés general de este ensayo es observar, analizar e interpretar desde la perspectiva del psicoanálisis infantil y la teoría planteada por winnicott, el tránsito por la unidad madre bebé, el destete y la separación psicológica del entorno protector en un cuádruple producto de una crianza múltiple; para posteriormente plantear algunas formulaciones psicoanalíticas sobre la forma como estos niños enfrentan, resuelven y encaran las crisis que se crean a lo largo del desarrollo y logro de estos procesos. Igualmente, tratar de responder a la actual demanda planteada desde los avances de la biotecnología al psicoanálisis y ofrecer respuesta a los trastornos del desarrollo y alteraciones

psicológicos de niños múltiples generados

por una crianza también

múltiple.

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