VII. Los pies y el plexo solar

La Alquimia Espiritual VI - 1 VII Los pies y el plexo solar “Durante la cena, cuando el diablo había ya inspirado en el corazón de Judas Iscariote,

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VII Los pies y el plexo solar

“Durante la cena, cuando el diablo había ya inspirado en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el designio de entregarle, Jesús, que sabía que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, que había venido de Dios, y que se iba a Dios, se levantó de la mesa, se quitó sus vestiduras, y tomó una toalla y se la ciñó. Después, vertió agua en un barreño y se puso a lavar los pies a sus discípulos y a enjuagarlos con la toalla que se había ceñido. Fue, pues, a Simón Pedro; y Pedro le dijo: ¡Tú Señor, no me vas a lavar los pies! Jesús le respondió: Lo que hago, tú no lo comprendes ahora, pero pronto lo comprenderás. Pedro le dijo: No, nunca me lavarás los pies. Jesús le respondió: Si no te lavo, no tendrás parte conmigo. Simón Pedro le dijo: Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que está lavado sólo necesita lavar sus pies para ser interiormente puro…” San Juan 13: 1 – 17

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Este pasaje que acabo de leeros es muy conocido, porque a todo el mundo le ha llamado la atención este gesto que hizo Jesús en el transcurso de la última cena que tomó con sus discípulos. Siempre ha sido interpretado como una lección de humildad que Jesús habría querido dar a sus discípulos. Esta interpretación es exacta, pero incompleta y, si me lo permitís, os daré algunas explicaciones muy importantes para vuestra evolución espiritual. Pero todo depende también de la forma en que vayáis a considerar estas explicaciones. Suponed que os doy una semilla diciéndoos que tiene propiedades milagrosas. Si la tiráis o la dejáis en un rincón en vez de sembrarla y de regarla, ¿cómo podrá germinar? De la misma manera, lo que encontréis en esta conferencia depende de vosotros. Aquél que busca con el deseo de beneficiarse de todo lo que oye encontrará ciertamente en ella algo muy precioso. Jesús, pues, se levantó, tomó una toalla y empezó a lavar los pies a sus discípulos. Y San Pedro se negó, al principio, a dejarse lavar los pies por su Maestro, pero Jesús le dijo: “Lo que hago no lo comprendes ahora, pero pronto lo comprenderás.” Tenía, pues, intención de explicar a sus discípulos el significado de su gesto. Jesús dio a sus discípulos numerosas explicaciones que no han sido relatadas. Al final de su Evangelio, San Juan dice que, si se tuviesen que escribir todas las palabras y todos los actos de Jesús, el mundo entero no bastaría para contener los libros que se escribirían. Muchos se imaginan que los apóstoles eran hombres sin ninguna instrucción ni inteligencia. En absoluto; Jesús les escogió porque, en el pasado, habían sido Iniciados, grandes magos. Es imposible que alguien se convierta en discípulo de un gran Maestro si no se lo ha

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merecido, si no ha trabajado en el pasado para poseer las virtudes necesarias. Incluso el más incrédulo, Tomás, era la reencarnación de Salomón, y era feliz de ser un humilde discípulo de Jesús. Si no me creéis, ¡id a verificarlo! A menudo, los religiosos piensan que Jesús pudo realizar milagros sin haber estudiado ni trabajado. Pero desde los doce a los treinta años los Evangelios no mencionan nada de la vida de Jesús. ¿Dónde desapareció durante estos 18 años? En los archivos de la Fraternidad Blanca Universal, donde su vida está inscrita en detalle, podemos leer que durante todo este periodo Jesús viajó: se fue hasta el Himalaya y allí fue instruido por grandes Iniciados. La ciencia contemporánea estudia los fenómenos de la naturaleza de forma incompleta todavía, es decir, sin relacionarlos entre sí. Pero Jesús conocía todas las relaciones que existen entre los diferentes órganos de nuestro cuerpo físico y los diferentes dominios de la naturaleza, y nosotros debemos conocer también estas relaciones si queremos comprender por qué Jesús lavó los pies a sus discípulos. Cuando os expliqué el milagro de la multiplicación de los dos peces y de los cinco panes con los que Jesús alimentó a cinco mil personas os hablé de ciertas correspondencias astrológicas entre los pies y el plexo solar. Jesús nació cuando el punto vernal entraba en la constelación de Piscis. La era cristiana está, pues, bajo la influencia de Piscis y del signo opuesto, Virgo. Jesús nació de la Virgen (Virgo) y representa a Piscis. Hoy vamos a tratar otra vez de este eje Virgo-Piscis, pero desde otro punto de vista.

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Os dije, pues, que en el cuerpo humano los pies corresponden a la constelación de Piscis y el plexo solar a la de Virgo. Jesús lavó los pies de sus discípulos para mostrarles esta conexión muy importante que existe entre los pies y el plexo solar. Hoy os hablaré más en detalle del plexo solar, así como del sistema simpático del que forma parte. El sistema simpático comporta unos centros escalonados a lo largo de la columna vertebral, desde el cerebro hasta la base de la médula espinal, y una parte periférica constituida por nervios y ganglios comunicados entre sí por redes de filamentos nerviosos llamados plexos. El plexo solar, situado al nivel del estómago, es uno de ellos. Los ganglios del sistema simpático se reparten así (ver figuras págs. 7 y 8): - 3 pares de ganglios intracraneales situados en el trayecto del nervio trigémino. - 3 pares de ganglios cervicales, en relación con el corazón. - 12 pares de ganglios dorsales, en relación con los pulmones y el plexo solar. - 4 pares de ganglios lumbares, en relación con el plexo solar y, a través del plexo solar, con el estómago, el intestino delgado, el hígado, el páncreas, los riñones. - 4 pares de ganglios sacros, en relación con el recto, los órganos genitales y la vesícula. Hay, pues, en total 26 pares de ganglios. Este número 26 no es casual: es el número de las 4 letras del nombre de Dios,

‫ה ו ה י‬. En

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efecto, 5 =

‫ ה‬,6 = ‫ ו‬,5 = ‫ה‬

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,10 = ‫י‬. Lo que da 26. El nombre de Dios está,

pues, construido según las mismas leyes que rigen la estructura del sistema simpático. Los 2 grupos de 3 pares de ganglios intracraneales y cervicales están en relación con el mundo divino; corresponden al lado psíquico de la naturaleza, a la Cábala. Los 12 pares de ganglios dorsales están en relación con el mundo espiritual; corresponden al lado fisiológico de la naturaleza, a la astrología. Los 2 grupos de 4 pares de ganglios lumbares y sacros están en relación con el mundo físico; corresponden al lado anatómico de la naturaleza, a la alquimia. Estudiemos cada uno de estos grupos más en detalle (ver figura pág. 9): - 2 veces 3 pares de ganglios intracraneales y cervicales: el 3 es el número divino, el número de la Cábala, que nos revela los factores, los principios que actúan en el universo. La Cábala responde a la pregunta “quién”: ¿quién ha creado?, ¿quién actúa?, ¿quién decide? - 12 pares de ganglios dorsales: el 12 es el número de la naturaleza, el número de la astrología (las 12 constelaciones del zodíaco), que estudia las influencias de los planetas y de las constelaciones, las funciones de los órganos del cuerpo cósmico. La

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astrología está en relación con la circulación y la respiración. El punto vernal, por ejemplo, retrograda un grado cada 72 años; pero 72 es también el número de latidos del corazón por minuto. Para las respiraciones la norma es 18 por minuto, y 18 es, justamente, el cuarto de 72. La astrología responde a la pregunta “¿cuándo?”. - 2 veces 4 pares de ganglios lumbares y sacros: el 4 es el número de la alquimia, porque representa los 4 estados de la materia: tierra, agua, aire y fuego. La alquimia responde a la pregunta “¿qué?”. El sistema simpático juega un papel considerable en el organismo: 1 - con sus vías sensitivas, que conectan los órganos de nutrición con la sustancia gris de la médula espinal. 2 - con sus vías motrices y secretoras, que conectan la sustancia gris de la médula espinal con las fibras lisas de los órganos internos, con las fibras musculares del corazón y con las glándulas. El sistema simpático regula, pues, los mecanismos de la digestión, de la respiración, de la circulación, de la excreción. Todos estos procesos tienen lugar en nosotros sin que seamos conscientes de ello. Algunos Iniciados consiguen actuar sobre el sistema simpático y, desde allí, sobre los órganos que dependen de él. Se ha creído durante mucho tiempo que no existía ninguna relación entre el sistema simpático y el cerebro. En nuestros días se sabe que ambos tienen una relación muy estrecha El cerebro no puede actuar directamente sobre los órganos, actúa a través de un conductor que es el gran simpático. Los Iniciados trabajan

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para hacer consciente en ellos la conexión entre el plexo solar y el cerebro porque, una vez que esta conexión se realiza conscientemente, todo se vuelve más fácil.1 Hay ciertos yoguis, en la India y en otras partes, que se han entrenado durante mucho tiempo en trabajar con el plexo solar, y así logran cicatrizar, en muy poco tiempo, heridas que se han hecho ellos mismos o que les han hecho los demás.

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Como habéis podido observar, los 26 ganglios del sistema simpático están divididos en 5 grupos. Estos 5 grupos de ganglios están relacionados con las 5 virtudes: la pureza, la justicia, el amor, la sabiduría y la verdad. - La pureza está relacionada con los 4 pares de ganglios sacros, que constituyen la base de la cadena de los ganglios, porque la pureza es la base, el fundamento.2 - La justicia corresponde a los 4 pares de ganglios lumbares (situados en la región de los riñones, con los que está relacionado Libra -la Balanza-, símbolo del equilibrio), en relación con todos los órganos de la nutrición: estómago, hígado, intestino, etc. Cuando el hombre no sabe alimentarse correctamente, el equilibrio se rompe, y los problemas que de ello se derivan revelan que la justicia tiene siempre la función de restablecer el orden. - El amor está relacionado con los 12 pares de ganglios dorsales. El amor es una fuerza que nos dilata (y esta dilatación la encontramos también en los movimientos de la respiración), que nos conecta con todos los seres, con todo el universo resumido en las 12 constelaciones del zodíaco. - La sabiduría está relacionada con los 3 pares de ganglios cervicales, porque la verdadera sabiduría viene del corazón. - La verdad está relacionada con los 3 pares de ganglios intracraneales, porque la verdad está por encima de todo, es lo más alto, la meta a alcanzar. La verdad, la sabiduría, el amor, la justicia y la pureza nos ponen en contacto con todas las fuerzas armoniosas del universo, del que recibimos las bendiciones. Cada virtud mejora el funcionamiento de los

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ganglios y de los órganos con los que éstos están relacionados, lo mismo

que

cada

falta

contra

estas

virtudes

perturba

este

funcionamiento. Existe una conexión estrecha entre los estados psíquicos y los estados físicos. Cuando estamos tristes, por ejemplo, este estado actúa sobre las vías simpáticas que, al tener un papel vaso-constrictor, empiezan a contraer el sistema arterial. Entonces nos sentimos pobres, aislados, abandonados. No es así exactamente, pero ésa es la impresión que sentimos. Esta contracción producida por la tristeza obstaculiza, pues, la circulación de la sangre y, por consiguiente también, la digestión, la respiración, etc. Al contrario, para poner en acción los nervios que dilatan, debemos recurrir al gozo, al amor, y cada día al levantarnos, en vez de pensar: “No tengo dinero, mi marido –o mi mujer- me engaña, no he recibido las cartas que esperaba…” debemos esforzarnos en tener pensamientos positivos. Cada mañana, al levantarse, el verdadero discípulo lleva en él este pensamiento: “Señor Dios, Creador nuestro, te doy gracias por encontrarme vivo y con buena salud, por poder respirar, caminar, cantar, mirar, oír… porque todo esto son tesoros inestimables.” Debemos levantarnos alegremente dando gracias al Señor. Si los hombres envejecen tan rápidamente es porque no saben cómo recurrir todos los días a la alegría. Pero volvamos al gesto de Jesús lavando los pies a sus discípulos. Con este gesto quería decir: “Os doy un ejemplo. Más tarde, vosotros también deberéis mostrar la misma humildad y el mismo desinterés ante los demás.” Jesús lavó también los pies a Judas, y sin embargo sabía que ya le había traicionado. Simbólicamente, el que renuncia a vengarse de los seres que le han hecho daño les lava los pies.

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Pero, sobre todo, al lavar los pies de sus discípulos, Jesús quería despertar en ellos las fuerzas constructivas del plexo solar. En ciertas circunstancias muy simples de la vida corriente algunos de vosotros habéis notado, sin duda, la existencia de esta conexión entre los pies y el plexo solar. Cuando tenéis mucho frío en los pies sentís una contracción en el plexo solar y, si coméis en este momento, la digestión se hace mal. Mientras que si os bañáis los pies, por ejemplo, con agua caliente, constatáis que sentís una dilatación en el plexo solar, una sensación muy agradable que os pone en buena disposición. Ante una persona con la que os encontráis, o ante un espectáculo penoso, sentís, a veces, que vuestro plexo solar se contrae y estáis indispuestos. Al contrario, ante otra persona, o ante un espectáculo agradable (una cascada, un jardín florido, una montaña) os sentís dilatados. ¿Por qué? Evidentemente no todo el mundo siente estos efectos o se da cuenta de ellos. No todos los hombres saben sentir y analizar lo que sucede en su plexo solar. Pero los discípulos de la ciencia espiritual deben llegar a ser cada vez más sensibles, cada vez más conscientes y capaces de observar lo que sucede en ellos, y así pueden hacer numerosos descubrimientos. El plexo solar se convierte en un guía para ellos, les da informaciones sobre muchas cosas y personas. A veces se habla del sexto sentido: este sexto sentido es el plexo solar. El plexo solar es un centro extremadamente importante para nosotros y debemos evitar todo aquello que pueda contraerlo, porque ello conlleva, automáticamente, la contracción de los vasos sanguíneos y de los diferentes canales del organismo. Y cuando la sangre y los

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demás líquidos circulan mal se forman posos que, con el tiempo, acaban provocando toda clase de trastornos. Lo que más perturba al plexo solar y, por consiguiente, a los órganos internos, el hígado, los riñones, el estómago, etc., es el miedo, la ira, las preocupaciones, la duda, el amor desordenado. Los pensamientos y los sentimientos caóticos destruyen la armonía del plexo solar y, como el plexo solar es el depósito de las fuerzas, la consecuencia de esta desarmonía es una desmagnetización total. Cuando sentís pánico, o una fuerte impresión, inmediatamente os vaciáis de fuerzas, vuestras piernas ya no os sostienen, vuestras manos tiemblan y ya no tenéis ninguna idea en la cabeza. Eso significa que vuestro plexo solar ha agotado sus fuerzas. El plexo solar puede, pues, vaciarse, pero también puede llenarse, y eso es, justamente, lo que el discípulo debe aprender; cómo llenar su plexo solar. Os daré algunos métodos. Cada árbol es un depósito de fuerzas salidas del Sol y de la Tierra; y podemos extraer estas fuerzas. Escogéis un árbol grande: un roble, un haya, un abeto, etc… Os respaldáis contra él poniendo vuestra mano izquierda en vuestra espalda, con la palma apoyada contra el tronco del árbol; al mismo tiempo ponéis la palma de vuestra mano derecha sobre el plexo solar. Os concentráis entonces en el árbol pidiéndole que os dé una parte de sus energías, que recibís por vuestra mano izquierda y que vertéis, con vuestra mano derecha, sobre vuestro plexo solar. Después, dais gracias al árbol. Se trata de una especie de transfusión de energías.

Pero

también

podéis

reforzar

vuestro

plexo

solar

contemplando y escuchando cómo mana una fuente, una cascada, un

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manantial. Estos métodos son, en apariencia, insignificantes, pero dan grandes resultados. El agua que fluye influencia al plexo solar que se pone a trabajar expulsando los materiales nocivos. Miramos, a veces, el agua fluir, pero inconscientemente, sin darnos cuenta de la utilidad del agua que fluye, y por eso no hay muchos resultados. Podéis también sumergir vuestras manos en el agua, o mejor aún, vuestros pies, porque éste es el método más poderoso. Cuando os sintáis

desmagnetizados,

turbados

o

contraídos,

preparad

conscientemente agua caliente, sumergid en ella vuestros pies y empezad a lavarlos con atención; así actuáis sobre el plexo solar dándole

fuerzas,

y

vuestro

estado

de

conciencia

quedará

inmediatamente transformado. Si un día, en vuestra casa, no lográis meditar, tomad un baño de pies y veréis que tendréis mucha más facilidad para concentraros. No es necesario sumergir los pies en el agua durante mucho tiempo, pero al lavarlos suavemente podemos decir: “Mis queridos pies, ahora comprendo todos los servicios que me prestáis. Nunca presto atención a que soportáis el peso de mi cuerpo y me conducís a todas partes a donde quiero ir. De ahora en adelante, os estaré más agradecido por vuestra humildad y vuestra paciencia.” Los pies son, para ciertas células, una escuela en la que deben hacer un periodo de prácticas. Las células de los pies son seres vivos, y un día estos seres pasarán exámenes. Cuando aprueben, la Inteligencia cósmica les dirá: “Ahora podéis subir más arriba”; y subirán a los pulmones, al corazón, al cerebro, para continuar su evolución. Estos seres están actualmente en los pies porque en el pasado se mostraron orgullosos y crueles, y les han puesto en los pies para que aprendan la humildad y la bondad.

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Lo mismo sucede en la vida de los hombres. Todos aquéllos que son duros, orgullosos, malvados, serán enviados por el destino a unos pueblos o a unas familias que deben sufrir para aprender la ley de la justicia, de la humildad y del sacrificio. Así habla la Ciencia iniciática, lo crean o no. Todas

las células deben

seguir una evolución.

Las más

desinteresadas, las más evolucionadas están en el corazón. Mientras que las demás células duermen, se divierten o descansan, las células del corazón trabajan sin cesar para sostener el organismo y repartir las fuerzas en él. Las células son seres que deben trabajar juntos para el bien del organismo. Cuando algunas de ellas desean liberarse y formar un reino separado, una enfermedad grave se declara. Pero si las células se separan de la armonía común, no son ellas las culpables. El culpable es el hombre, porque es él, con su comportamiento, quien las arrastra, y es el responsable. Las enfermedades son el resultado de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos, de nuestros actos que actúan indirectamente sobre nuestro sistema simpático. La ciencia futura enseñará a los hombres a vivir armoniosamente, y vivir armoniosamente es, en primer lugar, saber encontrar todo lo que puede reforzar el plexo solar. ¡A cuántas personas les gusta contemplar la puesta de Sol o la caída de las hojas en otoño, dejándose ir a pensamientos melancólicos, a los recuerdos de sus amores perdidos… Hay que evitar eso; un discípulo debe conectarse únicamente con aquello que es vivo y ascendente en la naturaleza, con lo que le ilumina, le fortifica, le eleva. Todo lo que vivimos, comemos, respiramos, tocamos, actúa sobre el plexo solar; por eso hay cosas que no debemos ni tocar, ni comer, ni oír, ni mirar, porque actúan sobre el plexo solar

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para debilitarlo. Al contrario, si vamos a mirar cómo se levanta el Sol por la mañana, sentimos que algo se levanta también en nosotros. Y si salimos a la naturaleza en primavera, cuando todo brota y florece, sentimos también florecer algo dentro de nosotros.3 Pero volvamos a la importancia de los pies. Nunca debemos olvidar que con los pies estamos sin cesar en contacto con la Tierra y las corrientes telúricas. Los pies son como antenas. Tenía un amigo que con los dedos del pie sentía venir las tormentas y las lluvias con mucha antelación. Era un servicio meteorológico perfecto. Pero las corrientes eléctricas y magnéticas que suben de la Tierra, o descienden a ella, sólo circulan normalmente en los pies si no son detenidas por capas de fluidos y de polvo; por eso es bueno lavarse los pies cada noche. Os acordáis que San Pedro se negó primero a que Jesús le lavase los pies; pero después quería que le lavase incluso las manos y la cabeza, y Jesús le dijo: “El que está lavado sólo necesita lavarse los pies para ser enteramente puro.” Los pies son la parte del cuerpo que está más en contacto con la Tierra; representan, pues, el plano físico del que debemos liberarnos para tener acceso a los planos superiores. Por eso, si nos lavamos los pies concentrándonos conscientemente en los centros situados encima y debajo de los mismos, trabajamos para esta liberación del plano físico. ¿Habéis reflexionado por qué el dios Hermes era representado con alas en los talones? Hermes era el mensajero de los dioses y sus alas eran el símbolo de su poder de viajar por el espacio. Pero las alas de los talones de Hermes deben ser también interpretadas como una representación de los centros, de los chakras que el hombre posee en sus pies. Si estos centros están despiertos, el hombre tiene la posibilidad de trasladarse por el espacio y

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en los planos sutiles. Acordaos, por otra parte, de lo que os dije a propósito del plexo solar en la conferencia “Los misterios de los dos peces y de los cinco panes”: el milagro de la multiplicación de los peces y de los panes está en relación con el poder que tenía Jesús de viajar por el espacio, puesto que San Marcos, que relata cómo llegó Jesús hasta la barca caminando sobre las aguas, dice: “Quedaron estupefactos y llenos de asombro porque no habían comprendido el milagro de los panes.” Este texto nos da la prueba de la correspondencia que existe entre los pies y el plexo solar, relacionada con la posibilidad de viajar por el espacio. Os decía que los pies están relacionados con el plano físico; sin embargo, es en el plano físico donde somos siempre víctimas, porque éste está siempre más o menos en contacto con el mundo subterráneo, los infiernos. Por eso, simbólicamente, los pies representan el lugar en donde el hombre es vulnerable. Esto es, por otra parte, lo que expresa otro mito, el de Aquiles. Para hacerle invulnerable, su madre Tetis le había sumergido cuando era muy joven en las aguas del Styx, pero le sostenía por el talón que, por lo tanto, no se había mojado; y Aquiles murió bajo las murallas de Troya por una flecha envenenada que le hirió en el talón. ¿Comprendéis ahora el significado del gesto y de las palabras de Jesús: “El que está lavado sólo necesita lavarse los pies para ser enteramente puro.”? Puesto que los pies son el símbolo del plano más material, lavarse los pies representa el final de la purificación. Habría aún muchas cosas que deciros con respecto a los pies. Desde

tiempos

inmemoriales,

los

sabios

descubrieron

las

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correspondencias que existen entre el microcosmos y el macrocosmos. Esta ciencia de las correspondencias revela que no solamente el cuerpo del hombre está en relación con las constelaciones del zodíaco (la cabeza con Aries, el cuello con Tauro, etc.), sino que cada parte misma está en relación con el conjunto del organismo, con el universo. 4 Se han estudiado estas relaciones para las manos, pero también existen para los pies. Los pies tienen unos puntos precisos que están relacionados con los demás órganos del cuerpo, y actuando sobre estos puntos podemos curar ciertos trastornos en los órganos correspondientes. Pero, esta noche quería, sobre todo, mostraros que este gesto de Jesús lavando los pies a sus discípulos tiene un significado mucho más profundo que el que se había visto hasta ahora. Reflexionad en todo lo que os he dicho, haced un trabajo espiritual con los pies y el plexo solar y pronto sentiréis todas las bendiciones que os aportarán estas prácticas. ¡Que la luz y la paz sean con vosotros!

Paris, 18 de marzo de 1939

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Notas 1.Cf- La armonía, Obras completas, t. 6, cap. IX: “El plexo solar y el cerebro”, y cap. XI: “El corazón iniciático”; Los esplendores de Tiphereth – el Sol en la práctica espiritual, Obras completas, t. 10, cap. XVII: “El día y la noche (la consciencia y la subconsciencia)”. 2.Cf. Los misterios de Iesod – Los fundamentos de la vida espiritual, Obras completas, t. 7. 3.Cf. Vida y trabajo en la Escuela divina, Obras completas, t. 31, cap. 1: “La nueva vida”, Parte III. 4.Cf. Del hombre a Dios – Sefirots y jerarquías angélicas, Col. Izvor nº 236, cap. XI: “El cuerpo de Adam Kadmon”.

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