4. LOS NOMBRES SUSTANTIVOS Y ADJETIVOS: El GÉNERO Y El NÚMERO

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4. LOS NOMBRES SUSTANTIVOS Y ADJETIVOS: El GÉNERO Y El NÚMERO Para la definición y las singularidades que presenta el nombre en relación con otras clases de palabras, conviene tener presente algunos de sus rasgos elementares. En primer lugar, desde el punto de vista prosódico, los nombres, sean adjetivos o sustantivos, son palabras tónicas, ya que siempre poseen una sílaba caracterizada por la presencia del acento. En cuanto a sus rasgos morfológicos, los nombres son palabras variábles, compuestas por un lexema o morfema léxico (que se encarga de acercar el contenido léxico) y, en ocasiones, morfemas gramaticales de género y número o vocal temática. En tercer lugar, desde el punto de vista funcional hay dos tipos de nombres, sustantivos y adjetivos, cuyas diferencias fundamentales son de índole sintáctico-semántica; algunos pueden ser, segundo el contexto, sustantivos o adjetivos (Un gallego pescador / Un pescador galleg). Muchos nombres son esencialmente adjetivos y otros esencialmente sustantivos, pero los primeros pueden substantivarse y los segundos funcionan ocasionalmente como adjetivos. La diferencia está en la función sintáctica, ya que normalmente el sustantivo es el núcleo de la frase nominal y el adjetivo es modificador; los adjetivos acuerdan en género y número con los sustantivos. Finamlmente, en cuarto lugar, partiendo de criterios semántico-léxicos, los nombres son palabras léxicas o lexemáticas y forman un inventario abierto. 4.1. La categoría de género Hay que indicar que el NS (nombre sustantivo) es una clase de palabra variáble que está a ponerse de manifiesto que presenta flexión, un tipo muy concreto de flexión, que es la nominal. El género hace parte de esa flexión y es una categoría gramatical inherente a los nombres sustantivos y que las demás tipologías de palabras (pronombres y adjetivos) van a recibirla fundamentalemente mediante los mecanismos de concordancia dentro de la frase. La función del género no es otra que la de clasificar los NS en dos modalidades principales, la de los masculinos y la de los femeninos. La oposición por el género de sustantivos individuales frente a colectivos no sexuados es un procedimento tirado del latín, sin vigencia en la actualidad: el masculino proviene del acusativo singular neutro a cuyo objeto indica un nombre individual, en cuanto el femenino proviene del acusativo plural neutro y por tanto tiene valor colectivo: madeiro / madeira (madera), leño / leña (leña), froito / froita (fruta) etc. La oposición entre masculino y femenino también puede ser rentable para señalar diferencias en seres no sexuados, de tal modo que nociones como el tamaño, la forma o incluso la forma y el tamaño pueden ser expresadas mediante

las particularidades morfológicas del masculino y el femenino. El más habitual es que el femenino indique un tamaño más grande, aunque no siempre: 1. El primer tipo de diferencias es aquel en que el femenino indica mayor tamaño que el masculino y en tales circunstancias aparecen principalmente dos subgrupos: a) el femenino señala el tamaño normal y el masculino un tamaño más reducido o pequeño: horto / horta (huerta), cancelo / cancela (cancelo), pipo / pipa (pipa) etc. b) el femenino indica un tamaño más grande del normal y el masculino el tamaño normal: carballo / carballa, agro / agra, saco / saca etc. 2. El segundo supone que el masculino indica el tamaño normal y el femenino un tamaño más pequeño, aunque no es muy frecuente: machado / machada (machada). 3. Hay casos en que lo que se observa es una oposición de forma y tamaño, como se verifica en los sustantivos siguientes: barco / barca, dedo / deda, fouciño / fouciña. 4. La oposición puede también servir para designar otra suerte de matices, como los casos de leiro / leira o, mediante lo uso de apreciativos, feirón / feria (un leiro es una leira más pequeña que produce poco o nada por muerte de su terreno ruín; y un feirón era en origen una feira con pocos productos a la venta o pocos comerciantes). Cuando no hay oposición de género, la adscrición al masculino o al femenino viene determinada por el uso, como en el caso de los nombres de las letras, que son siempre femeninas. Así, como por ejemplo, los árboles froiteiras casi todas son femeninas, el mismo que el fruto: maceira, mazá / pereira, pera etc. Pero hay excepciones de esta regla: figueira / figo, castiñeiro / castaña, limoeiro / limón, fatoeiro / fatón etc. 4.2. Correspondencias morfológicas de género en el masculino y femenino El femenino de sustantivos y adjetivos se obtiene con la terminación -a, que se añade directamente a la forma del masculino cuando esta termina en consoante o en vocal tónica: vicerreitor, vicerreitora; avó, avoa. Cuando la vocal final del masculino es fuerte -e o -o átonos, se sustituye por un -a: mestre, mestra; financeiro, financeira. Por otro lado de esta norma principal, se pueden estabelecer otros casos: 1. Sustantivos y adjetivos acabados en -n

a) Los sustantivos y adjetivos que terminan en -án forman el femenino en -á, excepto cuando se trata de sustantivos o adjetivos pejorativos, que lo hacen en -ana: bergantiñán, bergantiñá; ancián, anciá folgazán, folgazana; lerchán, lerchana b) A los sustantivos y adjetivos masculinos terminados en -ín les corresponde el femenino en -ina. La única excepción es el adjetivo ruín, que es invariable: bailarín, bailarina; galopín, galopina un programa ruín, unha análise ruín c) A los sustantivos y adjetivos acabados en -ón les corresponde el femenino en -oa, excepto aquellos que actúan como caracterizadores aumentativos o pexorativos, que lo forman en -ona: bretón, bretoa; campión, campioa faltón, faltona; abusón, abusona 2. Sustantivos y adjetivos que acaban en vocal o diptongo tónicos a) Ni los nombres sustantivos ni los nombres adjetivos tienen un comportamiento único. Los primeros tienden a acrecentar un -a y los adjetivos costuman ser invariables: avó nepalí, avoa nepalí (abuelo/a napalí) b) Con todo, también hay ejemplos en el sentido contrario, de sustantivos que no varían y adjetivos que sí flexionan: un chimpancé, unha chimpancé (un/a chimpancé); nu, núa (desnudo/a); cru, crúa (crudo/a). c) Presentan características morfológicas especiales grou, grúa; sandeu, sandía e xudeu, xudía. 3. Sustantivos y adjetivos terminados en el masculino en -és: les corresponde el femenino en -esa; portugués, portuguesa; montañés, montañesa. 4. Otros casos Hay algunos sustantivos que forman el femenino de una manera especial sobre la base lexical del masculino, como en el caso de abade / abadesa, galo / galiña (galo/gallina), heroe / heroína (héroe/heroína)... Y otros cuyas formas masculina y femenina no partillan la misma base lexical, como ocurre con home / muller (hombre/mujer), xenro / nora, carneiro / ovella etc.

La propia historia de la lengua es la que determina que las palabras se adscriban a un género o al otro. Así, tienen género masculino los siguientes sustantivos: o cal, o cárcere, o costume, o couce, o cume, o cuspe, o fel, o labor, o legume, o leite, o masacre, o mel, o nariz, o riso, o sal, o sinal, o xiz (lo cual, la cárcel, la costumbre, el couce, la cumbre, lo escupe, el fel, la labor, el legume, la leche, la matanza, la miel, la nariz, el riso, la sal, la señal, el xiz) etc. Y poseen género femenino a árbore, a arte, a canle, a calor, a cor, a dor, a fraude, a orde, a orixe, a ponte, a reuma, a síndrome, a suor etc (el árbol, la arte, el canal, el calor, el color, el dolor, el fraude, la orden, el origen, el puente, a reuma, el síndrome, el sudor) etc. Por suyo turno, son femeninas las palabras cultas de origen griego acabadas en -se y -te: a análise, a crise...; a amigdalite, a peritonite (el análisis, la crisis...; la amigdalite, la peritonite) etc. Y las palabras terminadas en en -axe son todas femeninas a mostraxe, a paisaxe (la mostraxe, el paisaje...), excepto paxe y traxe (paxe y traje). Personaxe (personaje) admite los dos géneros. 4.3. Cuestiones generales sobre el número Por otro lado del género, los nombres poseen tan sólo otra verdadera alteración flexiva en la variación del número. Mediante la ausencia o presencia de un determiando morfema, lo de número, los nombres pueden significar unidad o pluralidad, esto es, más de una unidad, como en mesa / mesas. Singular y plural son los números que existen en el gallego. La flexión de número es otra categoría gramatical propia de los sustantivos y sirve para señalar la oposición entre lo singular (término no marcado) y el plural (término marcado). Por medio de la categoría del número, de manera genérica, la lengua distingue elementos únicos e isolados de elementos numerosos o reunidos en grupos de dos o más entidade. La existencia de la oposición de número cobra sentido desde el momento en que existen los nombres sustantivos contábles, ya que en los incontábles o continuos no tiene sentido. Se reciben el morfema de número los sustantivos continuos, suelen producirse cambios semánticas fume / fumes (humo / humos) o expresivas auga / augas (agua / aguas). Tal y como acontecía con el género, la lengua dispone de un sistema regular de oposición entre lo singular y lo plural mediante la utilización del morfema de plural y de los alomorfes que lo explicitan. En el primero de los casos existen unas reglas que explican la estruturación morfemática del singular frente al plural: 1. Los nombres sustantivos y adjetivos acabados en singular en vocal o consonante nasal toman el alomorfe de plural -s: avó / avós, lei / leis, irmán / irmáns, lerchán / lercháns etc.

2. Los nombres sustantivos y adjetivos terminados en consoante -r, -s, -z toman el alomorfe de plural -eres: doutor / doutores, cruz / cruces, coruñés / coruñeses etc. 3. Los sustantivos acabados en -l presentan diferentes soluciones. Podemos disntinguir varios apartados: a) los oxítonos terminados en -al, -él, -ol o -ul toman el alomorfe -is a perder el -l final: animal / animais, papel / papeis, farol / farois, baúl / baúis etc. Las formas túnel, posíbel, probábel etc., que son paroxítonas, conocen túneles y túneis, por un lado (recuperada literariamente en la época moderna y coincidente con el portugués) y posíbeis, probábeis etc.. b) los monosílabos mantienen como norma el -l en el plural, pues algunos de ellos tenían -ll- doblo en el latín: pel / peles, val / vales, fol / foles, mal / males etc. c) el plural de cónsul, paroxítono, hace el plural en cónsules. Y por suya vez, el sustantivo real mantiene la solución patrimonial centro-occidental reás en el plural en el habla y en la lengua literaria, en convivencia con la oriental y común reais. d) los nombres oxítonos acabados en -il forman el plural con el alomorfe -s sin -l final de la raíz: barril / barrís, mandil / mandís. e) y finalmente, nombres como misil o fósil, que son paroxítonos, conocen dos formas plurales: mísiles y fósiles, por un lado, que son los normativos, y míseis y fóseis, que son de carácter literario y que se emplean con una cierta frecuencia en los textos modernos gracias a su recuperación desde el portugués.

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