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Principio del Santo Evangelio 47 samente porque nada hay en ella de est´etico, porque no trata de gustar ni de conmover, porque su belleza no es art

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EL EVANGELIO DEL ESPÍRITU SANTO
EL EVANGELIO DEL ESPÍRITU SANTO Pastor Jack Sequeira Vichy, 19 al 22 Sep. 2002 Tema nº 2 mundo. Ved en Juan 16:8 lo que Jesús dijo a los discípulos:

ectura del santo Evangelio según san Juan». BERNADETTE ESCAFFRE
Cuaderno.145-146 17/1/10 «L 23:49 Página 2 ectura del santo Evangelio según san Juan». Así empieza la mayor parte de las proclamaciones del evang

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k ˜ OFICINA ESPANOLA DE PATENTES Y MARCAS 19 k kInt. Cl. : A61K 38/46 11 N´ umero de publicaci´on: 7 51 ˜ ESPANA k 2 194 720 A61P 3/10 TRADU

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samente porque nada hay en ella de est´etico, porque no trata de gustar ni de conmover, porque su belleza no es arte ni lite´ "loso"ca ´ ratura, pero s´1 naturaleza y esp´1ritu. ¿Esceni"cacion y moral? ¡Esc´andalo y esc´andalo para los jud´1os, y locura para los griegos, horror de las gentes de bien y repugnancia de los ´ ´ de los sacerdotes, supongo "losofos! Si fuera una fabricacion que los sacerdotes no habr´1an tenido la imprudencia de fabri´ car un instrumento tan incomodo de manejar. Pues quien se ˜ el Evangelio corre el riesgo de ver alzarse conatreve a ensenar tra e´ l las grandes y terribles verdades que el propio Evangelio a"rma.

za muestra la Santa Faz del Sudario de Tur´1n.) Ya lo conoc´eis. No es una imagen, no es una imagen piadosa, no es el fruto ´ no es la obra maestra de un pintor ilusde la imaginacion, ´ pintor, por grande que sea, podr´1a pintar un rostro tre: ningun semejante. Tambi´en este documento ha sido protestado, juzgado, analizado por los sabios y los cr´1ticos y los qu´1micos. Desde luego, ninguno de ellos tiene medios para a"rmar que esta imagen sea aut´entica. Pero al menos han demostrado la ´ Algunos no han extrema improbabilidad de una falsi"cacion. ˜ olvidado senalar que hay varios sudarios propuestos a la ve´ publica, ´ neracion pero e´ ste se distingue de todos los dem´as, ´ de todos los velos de Veronica, de todos los santos sudarios ´ conservados en Besanc¸on y en otras partes, y la comparacion misma de esta reliquia con las imitaciones nos da una prueba innegable de su verdad. Pues en todas ellas puede verse ´ provienen y qu´e medios t´ecnicos se emde qu´e imaginacion plearon para fabricarlas: la pintura o diversas manchas que pueden aislarse y reproducirse. Mientras que de e´ ste sabemos por lo menos que es una tela que se remonta a la e´ poca de ´ pudo producirCristo; sabemos adem´as que esta imagen solo ´ de un rostro ungido con mirra y a´ loe. se mediante la aplicacion Ungiendo el rostro de hombres tras una dura agon´1a y aplicando una tela se obtuvieron huellas semejantes. Es preciso saber adem´as que si se deja demasiado tiempo la tela sobre el rostro, quiero decir, m´as de tres d´1as, la imagen se borra como una placa fotogr´a"ca expuesta demasiado tiempo a la luz. Por lo ´ de ese rostanto es necesario que las condiciones de impresion ˜ en el sepulcro desde tro sean las de la permanencia del Senor ˜ las once del viernes hasta la manana del domingo2 . Adem´as

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˜ que los enemigos de un hombre se unan No es cosa extrana para condenarlo y quitarle la vida; pero que veinte siglos despu´es de su muerte haya motivos para resucitar su proceso y ´ condenarlo a no haber vivido nunca, es una aventura que solo ´ pod´1a ocurrir. a Jesus ´ Aunque admitamos que para sostener una hipotesis tan atrevida como la inexistencia de Cristo —nunca insinuada an´ tes, siquiera por los enemigos m´as encarnizados de la religion cristiana ni por los herejes m´as extremados— basta con alegar ´ la ausencia de documentos historicos; aunque admitamos que los seis testimonios que datan del primer siglo son insu"cientes; aunque admitamos que a T´acito, Suetonio, Plinio el Joven, Flavio Josefo, que hablan de Cristo como de un hombre cru´ ci"cado por Poncio Pilatos, pueda acus´arseles de informacion precipitada, as´1 como a los rabinos del Talmud, que lo maldicen, o a san Pablo, cuyos escritos son sin duda m´as antiguos ´ que el Evangelio mismo y pudo estar en connivencia con aun la parte encausada, queda todav´1a un s´eptimo testimonio que no es romano, ni jud´1o, ni cristiano, ni humano: es e´ ste. (Lan-

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´ ocurrio´ el Estudios recientes tienden a aprobar que la cruci"xion

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es necesario saber que esta imagen se conservo´ durante varios siglos sin que nadie la viera. Podemos verla desde hace poco ´ Esta imagen no es la tiempo porque la fotograf´1a la descubrio. ´ del negafotograf´1a del Santo Sudario, sino una reproduccion ´ tivo fotogr´a"co. En efecto, las huellas negras sobre la tela solo pueden resultar de las partes del rostro aplicadas sobre la tela, mientras que las huellas blancas representan las cavidades que se llenan de sombra, y, por lo tanto, de negro. La imagen, tan ´ impresionante aqu´1, es irreconocible en la tela misma. No solo conserva las huellas de todos los vej´amenes soportados por el ˜ y de los cuales nos hace el Evangelio un relato preciso y Senor espantoso, sino que adem´as agrega detalles acerca del suplicio ´ cristiana: por ejemplo, que siempre ignorados por la tradicion los clavos no atravesaron la palma de las manos sino que se ˜ ´ hundieron en las munecas. ¿Como habr´1a sabido eso el falsi´ ˜ "cador? ¿Como habr´1a pensado en senalar la diferencia entre la sangre viva que broto´ de las llagas del l´atigo, las espinas y los clavos, y la sangre muerta (mezclada con agua) de la herida del costado? Esta imagen, piadosamente conservada desde ´ se rela e´ poca de los Disc´1pulos, nunca hab´1a sido vista. Solo velo´ en nuestros d´1as y como respuesta al nuevo esfuerzo de ´ este mundo para borrar las huellas del Cruci"cado, incomoda para su conciencia.

para saber si las personas y los hechos que nos presentan son meras "guras o seres vivos, realidades concretas y espirituales. Escuchad bien: al propio tiempo que el sentido, el sonido del texto y la calidad de la voz. Y vuestros ojos de vida ver´an lo que no vieron esas presuntuosas gafas de la objetividad cr´1ti´ Hijo del Hombre, por ser ca: que la "gura del hombre Jesus, radiante de colores y plena de sentido no es menos real y viva, o m´as real y viva que cada uno de nosotros.

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Y mientras los escribas actuales demuestran que el Hijo del ´ as´1 como los de hace veinte siglos deHombre nunca existio, mostraban que no era Hijo de Dios y merec´1a la muerte, desde el fondo de la noche el rostro de Cristo resurge en silencio comi´ercoles (y no el viernes) y que la permanencia en el sepulcro fue de tres d´1as. “Y lo reconstruir´e en tres d´1as. . . ”. Les dates de la Vie du Christ, por el R. P. de C URSAC y G UILBERT DE C HAMBORTAND.

Si la realidad de Cristo nos emociona a tal punto es porque ´ es porque creemos en nos habla de nosotros; si creemos en El la mejor parte de nosotros mismos, porque lo sentimos en nosotros o acaso porque sentimos la falta de esa parte m´as noble, hueco tan bien colmado por la realidad de Cristo. Cristo nos habla con voz de la que no dudamos porque la reconocemos al escucharla por primera vez. ¿Cristo es un mito solar y el Evan´ literaria, la exposicion ´ por im´agenes de una gelio una creacion ´ doctrina "loso"ca o de un modelo moral?. . . Palabrer´1o. Na´ el "loso´ die, ni el pueblo inculto, ni el poeta, ni menos aun fo podr´1an crear una "gura tal como la de Cristo; una "gura cuyo poder de realidad es tal que conmovio´ todas las reglas ´ del arte, y la moral, y la logica, y la "losof´1a. Si fuera la crea´ del pueblo ignorante, no encontrar´1amos en ella las llaves cion de la vida interior, una ciencia oculta, un conocimiento de todos los secretos. No encontrar´1amos ese texto donde residen todos los grados del conocimiento a que podemos elevarnos, puesto que est´a por encima de nosotros. Si fuera una obra li´ los c´anones del tiempo. Pero teraria, estar´1a compuesta segun lo cierto es que se opone por completo a tales c´anones. Probablemente no representaba ninguna forma de belleza para sus contempor´aneos. Es tan hermosa y conmovedora preci-

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que dirige, corrige y salva. Nadie le reza, nadie espera nada de e´ l. Otro es el origen de su fuerza: surge desde abajo a quienes invocan el Ideal. Y esas fuerzas inferiores se dirigen hacia sus "nes naturales, mientras que el Ideal le sirve de m´ascara, de manto y de bandera. Pero quienes creen en Dios reciben la ´ no acude para justi"car, sino para fuerza desde lo alto: de El juzgar. Y juzga a sus "eles con m´as severidad que a los otros. ´ ˜ Esta es la ensenanza de la Biblia en cada una de sus p´aginas: Dios es el Dios Viviente, el Dios poderoso, din´amico, creador. En cuanto al Evangelio, que es el complemento de la Ley, nos ˜ que para despertarnos a las realidades espirituales Dios ensena mismo se encarn´o. Qu´e lejos estamos de las dulzoner´1as del Ideal. Y como todo lo que vive, Cristo es terriblemente contradictorio, asombroso, indemostrable, imposible de inventar a priori. Se distingue con nitidez perfecta de todo lo que es ´ f´abula y de todo lo que es mito y de todo lo que es fabricacion ´ ´ ´ cuestion ´ de fe, sino tambi´en "loso"ca. Creer en El no es solo de olfato. Al ver un fresco o un cuadro, ¿no sabemos distinguir ´ o de un retrato? ¿Acaso no sab´eis si se trata de una invencion reconocer a primera vista que una cabeza de Ghirlandaio, por ˜ ejemplo, es siempre un retrato y por anadidura parecido (aunque no teng´ais frente a vosotros el modelo ni podr´eis tenerlo ´ nunca), mientras que una cabeza de Miguel Angel nunca es un ´ rostro humano, puesto que es retrato y no se parece a ningun ´ ideal? ¿No pod´eis distinguir que una "gura de una creacion ´ de la realidad mienBrueghel, por ejemplo, es transcripcion tras que una escultura de una catedral romana no es copia de ninguna realidad visible?

ronado con sus llagas y se muestra sin mirar a nadie. ´ escrita con letras de Esta huella, en que veo toda la Pasion ´ la Coronacion ´ de espinas, la Crucisangre —la Flagelacion, ´ el lanzazo del centurion— ´ "xion, la proclamar´1a yo como el quinto evangelio reservado a este siglo incr´edulo. Aquellos a quienes he propuesto esta imagen como tema ´ conocen la virtud que hay en ella. Poco ha de de meditacion, importarles lo que otros digan, supongan, demuestren u opongan. Podr´an “hablar lo que vieron”.

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´ an´aloga (que no haEs conveniente ejercitar una intuicion ´ con los textos sagrados br´a de procurarnos ninguna erudicion)

43 tas de la Biblia; satisfac´1a el ansia de todo el mundo pagano, que saludaba su re#ejo en los dioses solares. As´1 lo expresa en cuatro palabras el admirable verso del Dies Irae: Teste David cum Sibylla.

III EL PRINCIPIO ´ MARCOS Y LUCAS SEGUN O SAN JUAN BAUTISTA Y JESUCRISTO

Enero de 1949. Tournier.

´ Principio del O IGAMOS el primer rugido de Marcos, el Leon: Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Desde el primer paso Marcos parece ganar ventaja a Mateo, que dice en el mismo lugar: Hijo de David, Hijo de Abraham. Pero el graduar los cua˜ tro Evangelios o las ensenanzas y revelaciones de un mismo ´ un orden progresivo es imposible. Si es verEvangelio segun dad que Mateo espera hasta el cap´1tulo XIV para enunciar el t´1tulo de “Hijo de Dios”, ya en el par´agrafo vig´esimotercero del primer cap´1tulo nos muestra de qu´e manera concreta y ´ Ninguno de los cuatro tiene corporal se produce tal "liacion. miramientos para con nuestra incr´edula imbecilidad ni pierde tiempo con nuestra ignorancia. Desde el comienzo ponen ante nuestros ojos las a"rmaciones m´as misteriosas, m´as des50

´ ´ del alma Hab´1a en los cultos astrologicos una introduccion a las exultantes grandezas de la luz y, en los Misterios Mayores, a las profundidades terribles de las tinieblas divinas: una ´ establecida con las bellezas y los secretos de la comunicacion ´ La Iglesia naciente solo ´ los destruyo´ para restaurarcreacion. los y puri"carlos. El juego de resonancias y concordancias universales que se establece en la persona y en la vida de Cristo ´ que, en efecto, se a"rma de manera permite esa reabsorcion ´ de #agrante en la liturgia oriental y romana, en la distribucion ˜ en la simbolog´1a las "estas en los puntos cardinales del ano, de los ornamentos sacerdotales y los ademanes rituales, en la ´ y la decoracion ´ de las bas´1licas. estructura, la orientacion Pero si Cristo es una realidad espiritual, me dir´eis vosotros poco importa saber si ha existido o no ha existido, si es ´ y una f´abula, siempre que esa "gura obre en una invencion nosotros como ha obrado. Basta con que su "gura represente un “Ideal” elevado y perfecto. ¡Oh, no dig´ais tal cosa! Ante todo suprimid esa palabra de vuestro vocabulario, ese sustantivo sin sustancia. Anulemos esa nader´1a, esa carne sin vida, ese dios hueco que pretende ocupar el lugar de la Verdad y de Dios. El Ideal es el dios de quienes no tienen Dios. Un dios inexistente, un dios vaporoso y facultativo, un dios que nada exige de sus "eles, que cierra los ojos ante sus faltas y sus men´ tiras y su indiferencia. Es un dios moderno y comodo. No es el Dios que dicto´ la Ley y que nos “ve en el secreto”, el Dios

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S´1, pero ¿no ser´a e´ se un efecto del arte? El C´1clope de Homero nos pone los pelos de punta, pero eso no veri"ca la aventura de Ulises. ¿No es caracter´1stico de los mitos antiguos presentar las grandes verdades por medio de historias?

concertantes, m´as absolutas. Es probable que la verdad acerca del Hijo del Hombre no se haya revelado en la conciencia de ´ los apostoles sino por grados o destellos intermitentes, hasta ´ de"nitiva del Pentecost´es. Pero el Evangelio la iluminacion parte desde el punto de llegada. No es un m´etodo. Cosa que, en su sencillez, hace tan dif´1cil su acceso. Se ha exagerado mucho, por ejemplo, la distancia que separa el Cuarto Evangelio de los otros tres y se lo ha llamado el Evangelio espiritual. Pero los cuatro merecen por igual ese t´1tulo y los cuatro no son m´as que uno. Cosa que destaca la Iglesia cuando dice: “el ´ Mateo o segun ´ Juan”. La imaginer´1a Santo Evangelio segun ´ de tradicional atribuye uno de los cuatro animales de la vision Ezequiel (Ezequiel, I) a cada uno de los Evangelistas: as´1 encontramos a san Mateo junto a un Toro, a san Marcos junto a ´ ´ a san Lucas junto a un Angel, un Leon, a san Juan junto a un ´ Aguila. Los Padres explican que el Toro (llamado Buey y hasta Ternero) es el animal de los antiguos holocaustos y por lo ´ es el signo del Rey; tanto s´1mbolo del sacerdocio; que el Leon ´ ´ que el Angel (u hombre) expresa la Humanidad y el Aguila la Divinidad. Tales atributos ser´1an los elementos constitutivos y por as´1 decirlo las puntos cardinales de la grandeza de Cristo. ´ Pero es digno de observarse que san Agust´1n atribuye el Leon a Mateo el Toro a Lucas el a´ ngel a Marcos. Mientras que los ´ doctores griegos asignan el Angel a Mateo el Toro a Lucas el ´ ´ a Juan y el Aguila a Marcos. Lo cual demuestra a las claLeon ´ hay un Evangelio en cuatro libros y que los cuatro ras que solo ´ pertenece la fuerza vital de la Tierra animales son Cristo. A El ´ que es el Toro puesto que todo lo que fue hecho era vida en El; ´ el reino del Fuego puri"cador y trans"gurador que es el a El ´ que bautiza en fuego y en esp´1ritu; a El, ´ al Hijo ´ alado, a El Leon

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El Evangelio ser´1a en tal caso un poema, un mito, y Cristo ´ ya que no una persona. . . ¡Ah!, si yo puuna personi"cacion, diera demostrar eso, se dice el Cr´1tico, acabar´1a de un plumazo ´ cristiana. con el Evangelio y arruinar´1a la religion Esa idea genial prospero´ en el cerebro de cierto Dupuis, ˜ III de la Republica; ´ que fecha su libro en el ano y su tesis pro´ greso´ notablemente en los siglos XIX y XX. En su ultima fase se la formula de la siguiente manera: al igual que Piel de Asno o Barba Azul, el Evangelio es un cuento popular muy hermoso, con todos los rasgos de los cuentos tradicionales que los pueblos se transmiten sin conocer su sentido esot´erico. Hay en e´ l reminiscencias de doctrinas inici´aticas y una transcrip´ realista de ciertos mitos de la antiguedad; ¨ cion el Cristo no ´ es m´as que un disfraz folclorico de Osiris, cuya desmembra´ lloraba Egipto, o de Adonis, cuya sangre corr´1a por todas cion ´ una "guracion ´ del sol en su las an´emonas del L´1bano; es solo recorrido a trav´es de los signos del Zod´1aco, de su tormento ´ primaveral. . . invernal y su resurreccion Y as´1 el cr´1tico se convirtio´ en poeta a pesar de s´1 mismo; y la rata, a fuerza de roer y roer, encontro´ un rub´1 que conviene ˜ reponer en la corona de gloria del Senor. ´ entre: “Hab´1a una vez un joven pr´1nciPues esa relacion ´ dijo a sus disc´1pulos. . . ” nos recuerda pe” y “Entonces Jesus al menos una verdad harto olvidada en nuestros d´1as: que el ´ a la espera de Israel advenimiento de Cristo no respond´1a solo ´ ni estaba pre"gurado unicamente por los patriarcas y profe-

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´ la seguridad del Hombre la plenitud del Hombre alado; a El ´ ´ la hosca pureza, el del Aguila posada en la cima del cielo; a El ´ pico fulminante y la garra terrible del Aguila cuando se arroja ´ de la V´1ctima. Pues los cuatro animales comsobre el corazon ponen la Es"nge enigm´atica y sonriente en la encrucijada de todos los caminos.

puede serlo y cuando lo hayamos comprendido, comprenderemos tambi´en por qu´e hay tantas personas a quienes tanto les cuesta creerlo.

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Si debemos atribuir a Marcos un car´acter particular habremos de aludir a la fogosa brevedad de su palabra aprendida ´ la tradisin duda de su Maestro san Pedro. En efecto segun ´ Marcos es disc´1pulo inmediato del Primer Apostol ´ cion cuyas memorias habr´1a recogido en Roma. Proseguimos: As´1 como est´a escrito en Isa´1as el profeta: He aqu´1 yo env´1o a mi a´ ngel delante de tu faz, que preparar´a tu camino delante de ti. Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Senor, ˜ haced derechas sus sendas. Estaba Juan en el desierto bautizando y predicando el bautismo de penitencia para remisi´on de pecados. Y sal´1a a e´l toda la tierra de Judea, y todos los de Jerusal´en, y eran bautizados por e´l en el r´1o Jord´an, confesando sus pecados. Y Juan andaba vestido de pelos de camello, y tra´1a un cenidor ˜ de piel alrededor de sus lomos, y com´1a langostas y miel silvestre. Y predicaba diciendo: “En pos de mi viene el que es m´as fuerte que yo, ante el cual no soy digno de postrarme para desatar la correa de sus zapatos. Yo os he bautizado en agua, pero e´l os bautizar´a en el Esp´1ritu Santo.” ´ es, breve y perfecto, el retrato de Juan Bautista. La voEse luntad de condensarlo todo mueve al Evangelista a fundir dos profec´1as la de Malaqu´1as, III, y la de Isa´1as, XL, 3, para desembocar de inmediato en la realidad: estaba Juan en el desierto bautizando.

Es tan falso decir que esta historia es falsa como pretender ´ que no ha sufrido un tratamiento especial en la presentacion. Por otro lado, toda historia lo sufre. La Historia nunca tiene "n ´ en s´1 misma. Pues as´1 como los hombres nada hacen y razon ´ tampoco vuelven sobre los hechos pasados sin "n y sin razon, ´ Ya sea su objeto presentar ejemplos de virsin "n y sin razon. tud a las generaciones nuevas o predicar una reforma o una ´ el historiador siempre tiene algo que demostrar o revolucion, mostrar, y es en este sentido que escoge los hechos, los encadena, los ilumina y los destaca, sin llegar a inventar o mentir si no quiere cortarse la hierba bajo los pies. Asimismo, el ´ y su "n: son muy claros y no se Evangelista tiene su razon aparta un a´ pice de ellos. Consisten en presentar al mundo ese ´ ejemplo perfecto, el unico que merece recordarse, y predicar ´ interior, exponer la verdad no mediante teor´1as la revolucion y sistemas, sino con palabras de vida mediante una historia. Tal historia es la de la Verdad Encarnada: no contiene un so˜ lo hecho que no sea una ensenanza o un signo. A nosotros nos corresponde dar con su signi"cado, puesto que el narrador nunca lo explica por temor de perder el contacto con lo concreto y con el sabor de la vida. Por eso las escenas de la ´ impresionan tan vivamente nuestros sentidos y vida de Jesus nos conmueven casi corporalmente. M´as que un relato, m´as ´ son una presencia. Como ´ que una representacion dudar de algo que se nos muestra de tal modo. Y sin embargo ni un solo color se nombra, ni un rostro, ni un paisaje se describen; y henos aqu´1 cara a cara y a solas con las cosas.

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´ de las fuentes, al estudio de la e´ poca y la region. ´ El tigacion parto de este monte de pacientes trabajos es muy parecido a ´ no poseemos ninguna seguridad sobre la fecha de un raton: ´ de los cuatro relatos, la identidad de sus autores composicion ni sobre los hechos que re"eren.

˜ para preJuan es el mensajero delante de la faz del Senor parar su camino para hacer derechas sus sendas. Las sendas son los caminos que llevan al Camino. Para acceder al camino real de la vida interior es preciso enderezar las v´1as humanas. Es preciso guiar los pasos del hombre por la rectitud antes de ˜ abrirle el camino antes de senalarle con el dedo a Aquel que ˜ es el Verbo, el dice de s´1 mismo: Yo soy el camino. Y si el Senor ˜ es la Voz, la Voz del que clama en el desieranunciador del Senor to. La voz es la sustancia terrena de la palabra; suena antes de que la palabra sea o´1da y adquiera sentido. Suena y llama. Es ´ en generacion ´ resuena en Israel y un grito que de generacion en la tierra entera; y esa voz dice: “¡Ha de venir! ¡Viene, viene ya aquel que es plenitud de vida, el que har´a que no hayamos vivido en vano ni con el solo "n de morir!”

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´ no nos sorprenda: no es sino el resulQue esta conclusion tado del m´etodo empleado. Ese m´etodo consiste en conceder ´ ´ valor historico unicamente a los hechos con"rmados por los documentos, monumentos o escritos contempor´aneos (ningu´ sobre el profeta errante no de los cuales da la menor indicacion ´ y a los hechos que presentan todas las garant´1as que era Jesus) ´ entro´ en la historia es de la verosimilitud. Ahora bien, si Jesus ´ hubiepor sus milagros, y su vida toda es un milagro. Si Jesus ´ cosas naturales y razonables, Jesus ´ no ser´1a ra hecho tan solo ´ y los incalculables resultados de su advenimiento no se Jesus ´ modo. Sin embargo, se hicieron ensayos explicar´1an de ningun ´ sin milagro y sin misterio. La m´as para urdir historias de Jesus ´ c´elebre de esa clase de reconstrucciones historicas es la Vida de ´ anade ˜ Jesus ´ de Ren´an, el cual a un rico fondo de erudicion los ´ recursos literarios de los novelistas de la e´ poca. Pero segun ´ es el Hijo de Dios y nos trae nuevas de la Etersan Juan, Jesus ´ de Ren´an es una elucubracion ´ de nidad, mientras que el Jesus Ren´an. Pienso que a un cristiano poco ha de servirle el estudio de las obras de la escuela llamada “Cr´1tica liberal”. Esa gran ta´ ha producido polvo y vac´1o. Su rea de insectos roedores solo odio astuto, tenaz y taimado de todo lo que es profundo, espiritual y sagrado es digno de la mayor piedad. Pero nosotros, que creemos que el Evangelio es una historia verdadera, e in´ cluso historicamente verdadera, examinemos en qu´e sentido

Y esta voz que clama en el desierto es el anuncio de la luz que brilla en los tinieblas y que las tinieblas no recibieron, el anuncio de Aquel que vino entre los suyos y que los suyos no recibieron. La voz resuena entre los sordos, entre millones de simientes desecadas y convertidas en arena, entre millones de endurecidos ´ de que voluntariamente se consagraron a la inmensa perdicion las soledades. . . ´ del desierto? Lla¿Qu´e hac´1a Juan en la muda desolacion maba. ¿Qu´e ofrec´1a en lo hondo de esas regiones a´ ridas? El ˜ Bano. Y de la Tierra Santa y de la Ciudad Santa las gentes iban ha˜ Pues, ¿como ´ cia Juan para el bano. puede ser santa una ciudad si tantas gentes se mueven en ella impulsadas por la codicia de las riquezas por el placer de la carne y las vanidades? No hay m´as tierra santa que el desierto. Hay que sudar mucho, padecer la sed, correr el riesgo de las "eras y los ladrones, sufrir la

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quemadura del d´1a, el hielo de las noches y la arena del viento ˜ que lava para toda la vida. para merecer por "n un bano

Si la Escritura opone al libre ejercicio de la curiosidad y de la cr´1tica tantas fosas y barreras, es para invitar a la inteligencia a desandar el camino. La fe que es inteligencia convertida, es decir regresada, no es un conocimiento oscuro y vacilante; por el contrario, es ella quien ha de esclarecernos las cuestiones ˜ de este mundo cambiante y limitado, senalarnos los caminos y las puertas que llevan al Ser. Por lo tanto, es preciso que ella sondee la realidad de las cosas y encare los hechos y considere las leyes del mundo y se apoye en buenas razones.

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Pues al "n del camino pedregoso corre el Jord´an, el m´as inhumano de los r´1os, entre sus m´argenes de rocas. Llega desde ´ se hunde en dos desiertos para desemlas nieves del Hermon, ´ y sal del Mar Muerto. Es como bocar en el estanque de betun una corriente y un v´1nculo entre el cielo y el in"erno, es el r´1o de la penitencia. Para entrar en e´ l las gentes dejan sus alforjas y se quitan sus ropas. Y Juan empuja hacia el agua al penitente, desnudo como en el d´1a de su nacimiento, lo empuja bajo la super"cie y le apoya su pesada mano sobre la cabeza. As´1 lo mantiene unos segundos, con el aliento suspendido en la negrura y el fr´1o, hasta que todo pensamiento abandona al penitente, salvo ´ furiosa en el aire libre la luz. El hombre queda su respiracion as´1 brillante y nuevo: no solo ha dejado caer sus ropas y su haber, sino tambi´en el bagaje de sus h´abitos y la envoltura de su persona. De tal modo iniciaba, renovaba y desligaba Juan. Y Juan andaba vestido de pelo de camello porque el camello es el m´as sobrio y el m´as humilde de los animales de carga, que se arrodilla para que depositen sobre e´ l los fardos y los lleva a destino a trav´es de distancias sin agua y sin pal˜ mas. Y Juan llevaba un cenidor de piel en torno al talle porque ten´1a un dominio circular y completo de sus deseos y apetitos. Com´1a langostas que, como las opiniones exaltadas y las fantas´1as atrevidas, saltan en el aire por todas partes para volver a caer un poco m´as all´a. Y sab´1a atraparlas, secarlas al sol de la Verdad, reducirlas a polvo y alimentarse con su pulpa. Conoc´1a el gusto de la miel que hay en lo hondo de las rocas, la sustancia de alegr´1a y dulzura que oculta la ruda y terrible

Por lo tanto si se comprobase que los hechos narrados en la Escritura son falsos y la doctrina absurda; que es la obra ´ de unos cuantos alucinados, o bien de poetas anonimos que ´ habr´1an urdido ese cuento y esos apologos sobre una base "´ loso"ca y moral, o bien de un cl´erigo cuyo objeto era aprovecharse de nuestro candor y mantenernos sumisos, nuestra fe perder´1a sus ra´1ces y se extraviar´1a. Henos aqu´1 pues conducidos al tema que no hemos hecho ´ m´as que rozar hace un instante: el valor historico de los Evangelios. ´ Despu´es de los “"losofos” del siglo XVIII, que atacaron la ´ con la cabeza exponiendo a las luces de la razon ´ la osreligion curidad de los dogmas, probando con los descubrimientos de la f´1sica la imposibilidad de los milagros, midiendo la grosera ´ los c´anones del decobarbarie de la Historia Sagrada, segun ro mundano y las reglas del buen gusto cl´asico, convirtiendo, en suma, todo ello en pretexto de palabras bonitas y agudezas maliciosas, aparecieron los sabios del siglo XIX para atacarla por los pies, quiero decir para desmenuzar bajo ella el terreno de los hechos. Se consagraron al an´alisis cr´1tico de los textos, a la inves-

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tervalo y de tal modo ingresa en la libertad. La fe es un acto libre de la inteligencia. Reconocer la divinidad de Jesucristo ´ autom´atica de cierta faculno es el resultado de una operacion tad nuestra que nos permite reconocer que dos m´as dos son cuatro, o creer en la presencia de un objeto duro por el solo hecho de que damos contra e´ l. La inteligencia que permanece ´ ´ de los sentidos ligada a las reglas de la logica, a la impresion y al mundo externo es incapaz de un acto libre: est´a sujeta al encadenamiento de causas y efectos. Puesto que el movimiento natural de la inteligencia es el de descender hasta el objeto, ´ podemos conocer por su intermedio un mundo inferior a solo nosotros. Torced hacia el cielo la cabeza de la vaca: pondr´a los ojos en blanco para no quitar la mirada del suelo. La inteligencia humana tiene ojos de vaca. La inteligencia que alza los ojos se llama fe. Y de tal modo la inteligencia deja de ser pasiva y de recibir impresiones para volverse activa; no es ya una facultad, pero s´1 una virtud. La fe, pues, es el fruto de un trabajo de inteligencia sobre s´1 misma, la consecuencia de un endere´ y, para emplear la palabra exacta, zamiento de una inversion de una conversi´on de la inteligencia. “¿Qu´e podemos hacer? —dicen las gentes—. No tenemos fe”. Un suspiro suele acom˜ esa comprobacion. ´ panar Si en lugar del suspiro hubiera en ´ del ser ´1ntegro a llenar esa laguesas personas una aspiracion ´ el vac´1o, entonces los ojos de su na por la cual su vida es solo inteligencia se levantar´1an por s´1 solos y la gracia har´1a el resto. Porque no basta con que los ojos se abran y miren hacia donde deben; es preciso adem´as que existan la luz y el objeto. La Luz y el Objeto son la gracia, pero la gracia no fuerza a quien se aparta de ella o a quien no se toma el trabajo de acerc´arsele: ´ del Todopoderoso. tal es la exquisita discrecion

corteza de las cosas. Tambi´en Mateo lo presenta, en el capitulo III, 4, con dos trazos inolvidables. Y esos trazos nada tienen de descriptivo o de pintoresco: al hablar de las ropas y el alimento hablan de la esencia. Esos dos trazos nada tienen de exterior, porque nada queda de exterior en el hombre espiritual. Su h´abito, sus h´abitos, su lenguaje y sus pensamientos, sus obras y su actitud no ´ sino son ya productos del arti"cio y efectos de la convencion, ´ y al mensaje. Es el momenque est´an destinados a la expresion to en que no existe el azar en la vida del hombre espiritual y ´ su signi"cado. El nacimiento, los accidentes mismos acentuan las jugadas del destino, la muerte son cosas contra las cuales nada podemos y por eso las padecemos; pero el hombre espiritual las asume y sabe informarlas. Por eso nos cuenta Lucas el nacimiento de Juan Bautista y hasta empieza con esa historia su Evangelio. Hubo en los d´1as de Herodes, rey de Judea, un sacerdote nombrado Zachar´1as, de la suerte de Ab´1as, y su mujer de las hijas de Aar´on, y el nombre de ella Elisabeth. Y eran ambos justos delante de Dios, caminando irreprensiblemente en todos los mandamientos y estatutos del Senor. ˜ Y no ten´1an hijo, porque Elisabeth era est´eril, y ambos eran avanzados en sus d´1as. Y aconteci´o que, ejerciendo Zachar´1as su ministerio de sacerdote delante de Dios en el orden de su vez, Segun ´ la costumbre del sacerdote, sali´o por su suerte a poner el incienso, entrando en el templo del Senor; ˜ Y toda la muchedumbre del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. Y se le apareci´o el a´ ngel del Senor, ˜ puesto en pie a la derecha del

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El Principio

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altar del incienso. Y Zachar´1as al verle se turb´o, y cay´o temor sobre e´l. Mas el a´ ngel le dijo: No temas, Zachar´1as, porque tu oraci´on ha sido o´1da; y tu mujer Elisabeth te parir´a un hijo y tu le llamar´as por su nombre que es Juan; Y tendr´as gozo y alegr´1a, y se gozar´an muchos en su nacimiento; Porque ser´a grande delante del Senor; ˜ y no beber´a vino, ni sidra, y ser´a lleno del Esp´1ritu Santo aun ´ desde el vientre de su madre; Y a muchos de los hijos de Israel convertir´a al Senor ˜ Dios de ellos. Porque e´l ir´a delante de e´l con el esp´1ritu y verdad de El´1as, para convertir los corazones de los padres a los hijos, y los incr´edulos a la prudencia de los justos, para aparejar al Senor ˜ un pueblo perfecto. Y dijo Zachar´1as al a´ ngel: ¿En qu´e conocer´e esto?, porque yo soy viejo, y mi mujer est´a avanzada en d´1as. Y respondiendo el a´ ngel le dijo: Yo soy Gabriel, que asisto delante de Dios; y soy enviado a hablarte, y a traerte esta feliz nueva. Y tu´ quedar´as mudo, y no podr´as hablar hasta el d´1a en que esto sea hecho, porque no cre´1ste a mis palabras, las cuales se cumplir´an a su tiempo. Y el pueblo estaba esperando a Zachar´1as, y se maravillaban de que se tardase e´l en el templo. Y cuando sali´o, no les pod´1a hablar, y entendieron que hab´1a visto visi´on en el templo. Y e´l se lo signi"caba por senas, ˜ y qued´o mudo. Y cuando fueron cumplidos los d´1as de su ministerio, se fue a su casa; Y despu´es de estos d´1as concibi´o Elisabeth su mujer, y se estuvo escondida cinco meses, diciendo: Porque el Senor ˜ me hizo esto en los d´1as, en que atendi´o a quitar mi oprobio de entre los hombres.

nes e indicaciones dispersas y contradictorias de la Biblia y les agreg´aramos las del Libro de Enoch y otros libros prof´eticos, no creo que pudi´eramos componer una imagen plausible del Mes´1as (pues la profec´1a, dice san Pablo, es un don incomple´ de Nazareth, y de to). En todo caso, de la persona de Jesus su car´acter, Y de sus milagros, y de su doctrina, y de su obra ´ y Maestro de vida interior, esencial de fundador de religion ´ no se dice absolutamente nada. Este es el punto en que sus disc´1pulos m´as "eles vacilan, retroceden, se azoran y a pesar ´ recobran su de todos los milagros que han presenciado solo ´ ´ el Angel "rmeza con lentitud y penoso esfuerzo. M´as aun,

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˜ para aparejar sus caminos”, el enviado “ante la faz del Senor propio Juan Bautista, en v´1speras de su muerte le manda pre´ ¿Eres tu´ el que guntar rudamente desde el fondo de su prision: ha de venir o esperamos a otro?. Pero si Dios quiso manifestarse para salvar al mundo, ¿por qu´e no lo hizo de manera menos equ´1voca? ¿Por qu´e su llegada no fue como el rel´ampago que hiende el cielo de Oriente a Occidente. Si Dios no se apodera de nosotros, aun cuando se lo suplicamos, es para salvaguardar el privilegio m´as precioso que nos haya acordado: la libertad, privilegio tremendo, y tambi´en peligroso. Si renunciamos a e´ l, lo hacemos por voluntad propia y por lo tanto libremente. Si nos encadenamos no es ´ podeprecisamente a Dios, pues Dios no lo consiente. Solo mos encadenarnos al pecado, a la naturaleza, a la necesidad, al Demonio. Pero a Dios debemos consagrarnos libremente. La libertad es el intervalo entre el plano terrenal y el plano espiritual. En el plano terrenal, el juego de causas y efectos no tiene fallas, pero quien se consagra a Dios franquea el in-

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