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Altar – Iglesia Museo de Santa Clara Fotografía: Lucía Patricia Martínez Rojas

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La vida religiosa en el Virreinato de la Nueva Granada Álvaro Acevedo Gutiérrez

Licenciado en Filosofía y Letras Universidad Santo Tomás Magister en Historia Pontificia Universidad Javeriana Docente de la Fundación Universitaria Los Libertadores [email protected]

Religious life in the

Viceroyalty of New Granada Abstract

Resumen

Along with the territorial space occupation by the conquerors, marched alongside mental space occupancy of the natives. Medieval political theology of the two swords sustained by God as the last source of all authority delegated to the Pope and the Emperor the administration of spiritual matters and material was present in the American territory. Along with the conqueror’s sword, it marched the spiritual power of the sword turned into the cross of evangelization. Royal Patronage, which directly came from the medieval political theology, granted through several Papal Bulls issued by Alexander VI to the Catholic Kings, was an obvious reality in the process of mental and physical occupation of territory and the mind natives through the process of conquest and invasion of space and the respective process of evangelization.

Junto a la ocupación del espacio territorial por parte de los conquistadores, paralelamente marchó la ocupación del espacio mental de los nativos. La teología política medieval de las dos espadas sustentadas en que Dios como fuente suprema de toda autoridad, delegaba en el Papa y en el Emperador la administración de los asuntos espirituales y materiales, se hizo presente en el territorio americano. Junto a la espada del conquistador, marchó el poder de la espada espiritual transformada en la cruz de la evangelización. El Patronato Real, que directamente se desprendía de la teología política medieval, concedido a través de varias Bulas Papales expedidas por Alejandro VI a los Reyes Católicos, era una evidente realidad presente en el proceso de ocupación física y mental del territorio y de la mente de los nativos a través del proceso de conquista e invasión espacial y el respectivo proceso de evangelización.

Palabras Clave Iglesia Católica, Evangelización, Parroquia, Colonia.

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1 La teoría de la separación de los poderes fue planteada por primera vez por el Papa San Gelasio I, en el año 494. La teoría fundamentada teológicamente en San Agustín, donde se establecían las esferas del poder de la iglesia como auctoritas y su diferenciación con el poder del emperador como potestad. La teoría de las dos espadas delegadas por la máxima autoridad encarnada en Dios, eran cedidas en lo espiritual al Papa y en lo temporal la otra se ponía en manos del Emperador. En el conflicto por el poder, las relaciones iglesia-estado, forman parte de uno de los grandes problemas políticos en la historia de la cultura occidental. 2 El Patronato Real o Regio, fue el conjunto de privilegios cedidos por el Papa Alejando VI a los reyes de España y Portugal, a cambio de que efectuaran el proceso de evangelización y el establecimiento de la Iglesia Católica en América. El Patronato Regio para la Corona española fue confirmada por el Papa Julio II en 1508. Es importante anotar que en las Bulas “Romanus Pontifex” de 1455 e “Inter. Caetera” de 1456, se concedieron los derechos a Portugal. A partir de 1492 con el descubrimiento de América se expidieron nuevas Bulas, denominadas comúnmente como Alejandrinas. 3 La primera isla descubierta por Colón en 1492 denominada por los Taínos como Guanahani en las Bahamas, será bautizada con el nombre de San Salvador. 4 Santo Domingo fue fundada en 1496 por Bartolomé Colón en la Isla de La Española. Es importante recordar que su hermano Cristóbal había fundado el 5 de diciembre de 1492, en el costado norte de la isla el “Fuerte de Navidad”. 5 Santo Domingo de Guzmán nace en Caleruega, Reino de Castilla en 1170 y muere en Bolonia en 1221. El 22 de diciembre de 1216 recibe del Papa Honorio III la Bula “Religiosam Vitam” en la que se confirma la Orden de Predicadores, establecida un año antes en Tolosa.

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Fundamentos teológicos y jurídicos de la conquista Junto a la ocupación del espacio territorial por parte de los conquistadores, paralelamente marchó la ocupación del espacio mental de los nativos. La teología política medieval de las dos espadas sustentadas en que Dios como fuente suprema de toda autoridad, delegaba en el Papa y en el Emperador la administración de los asuntos espirituales y materiales1, se hizo presente en el territorio americano. Junto a la espada del conquistador, marchó el poder de la espada espiritual transformada en la cruz de la evangelización. El Patronato Real2, que directamente se desprendía de la teología política medieval, concedido a través de varias Bulas Papales expedidas por Alejandro VI a los Reyes Católicos, era una evidente realidad presente en el proceso de ocupación física y mental del territorio y de la mente de los nativos a través del proceso de conquista e invasión espacial y el respectivo proceso de evangelización. Con los primeros conquistadores y como uno de los requisitos estipulados y contemplados en las Bulas, era obligatoria para el acompañamiento de las huestes militares la presencia de un sacerdote misionero, que hacía las veces de capellán y de observador de las actividades que se efectuaban. El poder civil que autorizaba a un adelantado o capitán para la expedición proyectada, tenía su respectivo paralelo en el poder eclesiástico y espiritual del misionero. Conquistar y dominar con poder militar y civil, junto al misionero como delegado eclesiástico, representaban las dos caras de una misma moneda. Con la llegada de Colón a territorio americano en 1492, arribaron los primeros misioneros y con ellos, el “bautismo” toponímico del nuevo territorio con advocaciones referenciales al santoral cristiano3. La fundación de la primera ciudad en las islas antillanas, con la advocación de Santo Domingo4, en honor del fundador de la Orden de Predicadores Domingo de Guzmán5, es el primer paso real del establecimiento de la praxis de la teología política medieval: un fundador civil y un bautizo cristiano. La espada conquistadora y la cruz evangelizadora, que se implantaran en el Nuevo Mundo,

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Las Indias Occidentales, el Orbe Novo o Tierra Firme, como se denominará desde la península al territorio americano. Como luz y vanguardia, la espada espiritual convertida en cruz evangelizadora, será la garante y observadora de los procesos de conquista por parte del otro poder encarnado en el conquistador civil y militar. En tal sentido, la disputa de los dos poderes se dejará sentir en los conflictos que surgirán cuando la explotación y el atropello de la dignidad del cuerpo y alma del nativo se salga del cause de la moral política y choque con el celo humanitario de los religiosos. El Grito de Justicia de Fray Antonio de Montesinos y de los primeros dominicos dirigidos por Pedro de Córdoba, representará el primer paso de la otra mitad de España convertida en garante y guardiana de la defensa de los Derechos Humanos y de la participación de una comunidad religiosa que con tesón espiritual iniciará un verdadero revisionismo del colonialismo español (Boria & Cordoba, 1982, p.19). Una Orden Religiosa creada por Santo Domingo de Guzmán, como una comunidad regular, cuya vida fuera una colaboración directa en la proclamación del Evangelio y con la imitación e inspiración en los Apóstoles de una vida de cenáculo, pero también de predicación itinerante y con las normas esenciales del dominicanismo: observancia regular, oración y estudio (Medina, 1983, p.68), no podía permanecer callada ante los atropellos cometidos con los naturales. Además, creada en el esquema de fraternidades de canónigos regulares, ligados a la predicación de la palabra, la convertía en una orden esencialmente misionera, que no podía quedar recluida únicamente en el monasterio (Boria & Cordoba, 1982, p.119). La realidad del Nuevo Mundo, representaba un campo infinito para la expansión de la predicación de la palabra y de la evangelización, encomienda que el Maestro General de la Orden Tomás de Vio Cayetano había hecho a Fray Tomás de Matienzo Vicario de España, el 3 de octubre de 1508, fecha en la que autorizó el traslado de 15 frailes a la “Isla Española, situada en el Mar de las Indias, para fundar allí conventos y predicar la Palabra de Dios” (Boria & Cordoba, 1982, p.35). Con la respectiva autorización de Fernando El Católico el 11 de febrero de 1511, un grupo de cuatro frailes dominicos encargados al primer vicario en América, Pedro de Córdoba, se prepararon para marchar a las Indias.

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Religión y evangelización en el Nuevo Reino de Granada La Orden Religiosa, a la que perteneció Las Casas fue creada por Santo Domingo de Guzmán, como una comunidad regular, cuya vida fuera una colaboración directa en la proclamación del Evangelio y con la imitación e inspiración en los Apóstoles de una vida de cenáculo, pero también de predicación itinerante y con las normas esenciales del dominicanismo: observancia regular, oración y estudio (Medina, 1983, p.68). Fundamentada en estos principios, era imposible que permaneciera callada ante los atropellos cometidos con los naturales. Además, creada en el esquema de fraternidades de canónigos regulares, ligados a la predicación de la palabra, la convertía en una orden esencialmente misionera que no podía quedar recluida únicamente en el monasterio (Boria & Cordoba, 1982, p.119). La realidad del Nuevo Mundo representaba un campo infinito para la expansión de la predicación de la palabra y de la evangelización, encomienda que el Maestro General de la Orden Tomás de Vio Cayetano había hecho a Fray Tomás de Matienzo Vicario de España el 3 de octubre de 1508, fecha en la que autorizó el traslado de 15 frailes a la “Isla Española, situada en el Mar de las Indias, para fundar allí conventos y predicar la Palabra de Dios” (Medina, 1983, p.35). Con la respectiva autorización de Fernando El Católico el 11 de febrero de 1511, un grupo de cuatro frailes dominicos encargados al primer vicario en América, Pedro de Córdoba, se prepararon para marchar a las Indias. Junto a los Padres Dominicos, también bajo el esquema de ordenes religiosas y con similar celo apostólico y evangelizador arribaron al territorio americano los hijos de San Francisco de Asís6, San Agustín de Hipona7, los Padres Jerónimos8, Mercedarios9, Capuchinos10, Carmelitas11, la Compañía de Jesús12, entre otras (Martínez, 1999, p.189). Los misioneros que vinieron a América entre los siglos XV y XVIII, llegaron de la siguiente manera: en el siglo XV vinieron 10 misioneros13; en el XVI 541814; en el XVII 381415 y en el siguiente 511416. A Tierra Firme, los primeros misioneros franciscanos fundaron en 1510 un convento en la fallida ciudad de Santa María la Antigua del Daríen17. Los dominicos fundaron

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un convento con la advocación de Santo Domingo en Nombre de Dios en 151918. En 1528, dos años después de fundada la ciudad de Santa Marta, el rey de España Carlos V, nombró como primer obispo al dominico Fray Tomás de Ortiz19. Con la expedición de Gonzalo Jiménez de Quesada bordeando el Río Magdalena para llegar al Mar del Sur, pero que finalmente alcanzará el altiplano de los Muiscas, fueron acompañantes de las huestes militares los religiosos Domingo de las Casas de la comunidad dominicana y el clérigo Antón de Lezcamez. Domingo de las Casas celebró las primeras misas en La Tora, durante las semanas que permanecieron junto al río, antes de iniciar la expedición final a las montañas de los muiscas, como también en Chipatá el 4 de marzo de 1537 Con las expediciones de Nicolás de Federmán y Sebastián de Belalcazar llegaron los religiosos: Vicente de Requejada, agustino20; Fernando Granada, mercedario y el bachiller Juan Verdejo (Ariza, 1967, p.9). A partir de 1550, llegaron oficialmente a Santa Fe los dominicos y franciscanos, dos décadas después arribaron los agustinos, convirtiéndose en las ordenes religiosas que van a fundar los primeros conventos en el Nuevo Reino de Granada. En Santa Fe se fundan los conventos de frailes de Santo Domingo con la advocación de Nuestra Señora del Rosario y el de San Francisco, con la advocación de la Purificación de Nuestra Señora. Con permiso del General de la Orden de los Dominicos, el fraile José de Robles funda la Provincia de San Antonino del Nuevo Reino de Granada en 1551, donde bajo su

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6 San Francisco de Asís (1182-1226), santo italiano canonizado en 1228 y fundador de la Orden Franciscana y de la Orden de las Hermanas Clarisas. 7 Los agustinos como una orden mendicante fue creada por el Papa Inocencio IV en 1244 y tenía como fin organizar varias comunidades sueltas para que se sujetaran a la Regla de San Agustín. 8 La Orden de los Jerónimos se crea en España en 1373 por Pedro Fernández Pecha y Fernando Yánez de Figueroa y aprobada por el Papa Gregorio XI. 9 La Real, Celestial y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos fue fundada pos San Pedro Nolasco (1180-1249). Aprobada por Gregorio IX en 1235. 10 Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, pertenecen a la Primera Orden de San Francisco. Iniciada en 1528 por Mateo de Bascio y por los hermanos Ludovico y Rafaele di Fossombrone. 11 La Orden de Nuestra señora del Monte Carmelo, fue creada en el siglo XII por San Bartolo del Monte Carmelo y un grupo de ermitaños, que se retiraron a vivir en el Monte Carmelo en Palestina. Las advocaciones de la Virgen del Carmen, serán corrientes y numerosas en el nororiente colombiano. 12 La Compañía de Jesús fue fundada por San Ignacio de Loyola en 1534 en París. Aprobada por Pablo III en 1540 y confirmada por Julio III en 1550. Los primeros jesuitas llegaron a Cartagena y Panamá de paso hacía el virreinato del Perú, donde fundaron en 1568 la Provincia del Perú. En 1590 llegaron los primeros sacerdotes al Nuevo Reino acompañando al presidente de la Real Audiencia Antonio González. 13 De los cuales 5 eran franciscanos, 3 mercedarios y 2 de otras órdenes. 14 Los franciscanos aportaron un total de 2872; los dominicos 1579; los jesuitas 351; mercedarios 312; agustinos 348 y lo restantes a los carmelitas descalzos y otras órdenes. 15 Los franciscanos siguen aportando el mayor número de religiosos con total de 2207; los jesuitas 1148; los dominicos 138; los capuchinos 205 y los restantes de otras órdenes. 16 De nuevo los franciscanos aportan el mayor número con 2736 frailes; los jesuitas con 1690; los capuchinos 571; los dominicos 116 y un agustino. 17 Mantilla, Luis Carlos. La evangelización fundante en el Nuevo Reino de Granada. Universidad de San Buenaventura. Bogotá. 2002. p. 18. 18 Nombre de Dios fue la ciudad fundada por Diego de Nicuesa en 1510 en la actual Panamá. El convento fue trasladado a ciudad de Panamá en 1565. 19 Diócesis a partir del 10 de enero de 1534 por Bula de Clemente VII. 20 Procedente del convento de San Agustín de Zaragoza, llegó a Coro y formo parte de la expedición de Nicolás de Federmán. Participo en la expedición de Gonzalo Suárez Rendón a la fundación de Tunja el 6 de agosto de 1539, donde fue párroco desde 1541 a 1555.

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21 Fundado por los dominicos Fray Antonio de la Peña y Fray Lope de Acuña, quienes acompañaron al Capitán Hernán Venegas en la fundación de Tocaima.

reciente jurisdicción eclesiástica ya existían los conventos de Tocaima21, erigido en 1544 y Vélez, fundado en 1547. Varios lustros después, los Agustinos22 y Carmelitas fundarán sus conventos. Los frailes de San Agustín23 establecen el colegio de novicios bajo la advocación de San Nicolás de Bari. Por solicitud de Felipe II, el Papa Pio IV expidió la Bula del 11 de abril de 1553, mediante la cual dispuso que la Iglesia Catedral de Santa Marta, se trasladara a Santa Fe con su prelado Juan de los Barrios y Toledo. En 1556, se establece la Diócesis de Santa Fe, siendo nombrado el prelado como su primer obispo. Con la Bula “In Supremo” de marzo 22 de 1564 Pío IV, le otorga la dignidad Metropolitana y Arzobispal (Ariza, 1947, p.13). En el convento de Nuestra Señora del Rosario se funda la Escuela de la Santísima Trinidad en 1563, donde se educaran los primeros sacerdotes nacidos en la tierra y los hijos de los españoles, que a su vez representarán un grupo importante que administrará las doctrinas de las encomiendas y pueblos de indios. Años más tarde, en 1571 se funda en el convento de Santa Fe, el Colegio de Santo Tomás de Aquino y el Estudio General, que a partir de 1580 se convertirá en Universidad con la anuencia del rey Felipe II y el Papa Gregorio XIII. A partir de la Diócesis y posteriormente Arquidiócesis de Santa Fe, el arribo de las ordenes religiosas y la creación de conventos, colegios de novicios, escuelas para los hijos de los indios, el aprendizaje de las lenguas nativas y la fundación de universidades en el Nuevo

22 Los agustinos llegaron al Nuevo Reino de Granada con Vicente de Requejada en la expedición de Federmán. Posteriormente otros frailes llegaron a Tunja y el Espíritu Santo de la Grita, donde atendieron algunas doctrinas de los encomenderos. El primer convento de San Agustín fundado en Santa Fe lo erigieron en 1575 23 Los agustinos del Nuevo Reino de Granada pertenecieron a la Provincia de San Miguel, que abarcaba a Perú, Ecuador, Nueva Granada y Venezuela. En 1603, se creo la Provincia de Nuestra Señora de la Gracia del Nuevo Reino de Granada. Antes se habían creado conventos en Mérida, San Cristóbal, San Antonio de Gibraltar y Pamplona que sirvieron como base para adelantar las doctrinas en su perímetro. 24 El convento de Vélez es fundado en 1547 por Fray Juan de Santa María y Fray Juan de Aguayo. Se le señalan como campos de sus doctrina las tribus de los indios Yariguíes, Opones, Matareguas, entre la peña de Saboya y la cordillera de San Turbán. Actualmente abarca gran parte del territorio del Gran Santander. El convento de los franciscanos se erigió en 1550. Ver Ariza, 1982. 25 En Tunja se fundaran varios conventos. Como referentes en el proceso de formación de “avanzadas” evangelizadoras en las encomiendas y doctrinas de pueblos de indios se destacan entre otros el de los dominicos fundado en 1551; franciscanos creado en 1550, bajo la advocación de Santa María Magdalena; los agustinos erigieron su convento en 1578, entrando a funcionar a partir de 1582. 26 Por solicitud de los vecinos de Pamplona a la Real Audiencia de fundar un convento en la ciudad, los dominicos lo establecen con la advocación de San Antonio de Padua. De allí partirán los curas doctrineros y misioneros a los distintos puntos de expansión de los pamploneses, principalmente al Valle de Cámara, Valle de los Locos, Chicamocha, Valle de los Capachos, Valle de Chinacota, región de los Cáchiras, Cacheguas, Bochalemas, Chevas y por el sur de Mérida hasta el Río Apure. En 1581, se inicia la construcción del convento con la advocación de Nuestra Señora del Rosario y del Niño Jesús. Los agustinos fundaran un convento en 1588 y los Franciscanos en 1590 en la Ermita de San Sebastián. Posteriormente, la Compañía de Jesús y los religiosos de San Juan de Dios. También se fundo el convento femenino de Santa Clara. Ver Acosta, 2000. 27 Los dominicos fundaron un convento en 1567 28 Los agustinos fundan un convento en 1593. 29 El dominico Fray Alonso de Ladrada que acompañó a Juan Rodríguez Suárez en la fundación de la ciudad, establece la primera casa dominicana con la advocación de San Vicente Ferrer. Posteriormente, los agustinos fundaran un convento en 1591. 30 Los franciscanos fundan un convento en 1579. 31 Los agustinos fundan un convento para atender las doctrinas de La Palma (Hacarí), Borotare y los valles del Río Magdalena. El convento tuvo la advocación de San Sebastián de Ocaña. Los franciscanos se habían instalado en 1584 y con unos pocos frailes habían dado origen al convento de San Francisco. 32 El historiador dominico Alonso Zamora, señala la órbita de evangelización del Convento de San Antonio de Padua bajo la jurisdicción del espacio ocupado y conquistado por sus pobladores. (1980, p.198) 33 El Colegio de San Bartolomé.

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Reino de Granada, se iniciará la segunda etapa de la conquista: la evangelización de los nativos. Es importante destacar el aporte del clero secular que durante los siglos XVII y XVIII, va a tener relevancia en la erección de las viceparroquias y parroquias. Además, después de tener duros cuestionamientos por la carencia de formación teológica en un principio y por los intereses económicos producto de la consecución de la congrua, mejoraran su actividad pastoral con la preparación que van a recibir en los colegios de las comunidades religiosas (Lopetegui & Zubillaga, 1965, p.188). A lo anterior se sumaba que una porción importante de los curas seculares eran nacidos en el reino, lo que de cierta manera facilitaba la transmisión del mensaje pastoral y establecía una cercanía de comunión con los nativos y con los vecinos blancos y mestizos. En el nororiente del Nuevo Reino, los primeros conventos se fundaran en Vélez24, Tunja25, Pamplona26, Muzo27, San Cristóbal28, Mérida29, La Grita30 y Ocaña31. Los franciscanos fundan en Vélez en 1551 el convento de San Luis, que servirá de referente para el proceso de adoctrinamiento de los indígenas de la región. Desde Pamplona32 y Vélez, dependientes eclesiásticamente de la Arquidiócesis de Santa Fe y Posteriormente Ocaña, bajo la jurisdicción administrativa civil y eclesiástica de Santa Marta, se iniciará el proceso de evangelización y educación de los habitantes de la región. La Compañía de Jesús, se consolidará en el Nuevo Reino de Granada en los primeros años del siglo XVII, estableciendo para 1604 colegios en Santa Fe33 y Cartagena. Además durante la segunda década del señalado siglo se erige la provincia en el reino, con expansión del noviciado a la ciudad de Tunja. Siguiendo la expansión de franciscanos, dominicos y agustinos, la Compañía fundará colegios en Tunja en 1613, Pamplona en 1625 y Mérida en 1628, que servirán de referente académico y de formación de sacerdotes puestos al servicio de las doctrinas, pueblos

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de indios, viceparroquias y parroquias en el nororiente del reino, pero sobre todo en las misiones de los llanos orientales34. De manera similar, abrieron espacios de evangelización en el occidente y sur de la actual Colombia, principalmente desde Popayán.

El Cristianismo y la Iglesia en las primeras ciudades del nororiente del Nuevo Reino La presencia del Cristianismo y la Iglesia en el nororiente del Nuevo Reino, se va consolidando en la medida en que se fundan las primeras ciudades. El celo evangélico fue una constante en el acompañamiento de los avances de ocupación civil y militar del territorio. En tal sentido, desde la fundación de Vélez y Pamplona, conjuntamente con el proceso de ocupación territorial, la hispanización y la vida religiosa se van a expandir a través de la erección de conventos, capillas, templos, doctrinas de indios, viceparroquias y parroquias.

La religión en Vélez Se tiene conocimiento, que las primeras misas celebrada en el nororiente colombiano se llevaron a cabo en La Tora, actual Barrancabermeja y en Chipatá, en el perímetro de la futura ciudad de Vélez, estando a cargo del fraile dominico Domingo de las Casas, compañero de aventura militar de Gonzalo Jiménez de Quesada (Téllez, 2003, p.33). De igual manera, la expedición de conquista militar realizada por Pedro de Ursua contra los indios Guanes en 1546 y 1547, fue acompañada por los dominicos Juan de Santamaría y Juan de Aguayo, quienes posteriormente fundaran el convento de Vélez que servirá de referente en el proceso de evangelización y de creación de las hermandades, cofradías, las doctrinas en las encomiendas y pueblos de indios, en los términos administrativos y jurisdiccionales establecidos por el cabildo. Evangelización que se complementara pocos años después con la llegada de los franciscanos en 1551 Para la década de 1570, los dominicos abandonan el convento de la ciudad y la evangelización quedará en manos

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de los franciscanos, aunque algunas doctrinas como las de Yuca, Guatoque, Gachantivá, Guepsa, Guavatá y en las cercanías de Charalá y Ocamonte, continuarán siendo administradas por los frailes de Santo Domingo. Desde la ciudad de Vélez, los franciscanos, dominicos y en menor medida agustinos35 y capuchinos, contribuirán en el proceso de evangelización. Labor que en el campo de la salud pública va a ser complementada con la llegada décadas después de los religiosos de San Juan de Dios en 1669, quienes van a administrar el hospital de caridad que había sido creado desde los mismos tiempos de la fundación de la ciudad. Con la fundación de San Juan de Girón, la Villa de Santa Cruz y San Gil de la Nueva Baeza y la importancia estratégica de la parroquia de Nuestra Señora del Socorro, la antigua ciudad de Vélez, no solamente verá mermada su influencia administrativa y política sobre su jurisdicción territorial originaria de las primeras décadas, sino que será reemplazada paulatinamente en el campo eclesiástico con el surgimiento de viceparroquias y doctrinas de pueblos de indios, que tendrán como referente las nuevas jurisdicciones de las villas, parroquias y ciudades del siglo XVII y XVIII.

Presencia de la Iglesia en Pamplona El primer párroco que llegó a Pamplona fue Alonso Velasco, como capellán de la expedición de Ortún Velasco y Pedro de Ursúa a las “sierras nevadas” (Acosta, 2000, p.7). Desde la fundación de Pamplona en 1549 hasta 1553, año en que se creo la sede eclesiástica en Santa Fe, la dependencia fue de Santa Marta, donde el obispo era Pedro García Matamoros. Una vez se establece en la nueva sede don Juan de los Barrios, primer obispo de Santa Fe, se expide el 7 de septiembre de 1553 el nombramiento oficial de párroco de la ciudad. Durante la vicaría del padre Velasco, se construyó la Ermita de Nuestra Señora de las Nieves36 y la

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34 En 1622 se funda la Universidad Javeriana. Los jesuitas tuvieron entre sus filas a dos gigantes de los derechos humanos en el siglo XVII: San Pedro Claver y Alonso de Sandoval. El primero vivió varios años en Tunja. 35 Se encontraban radicados en el convento del desierto de La Candelaria en Villa de Leiva y ocasionalmente prestaban sus servicios religiosos en las doctrinas de las encomiendas y pueblos de indios. 36 Representa una advocación mariana que se remonta al siglo IV. La leyenda narra que un acaudalado patricio romano y su esposa, solicitaron a la Virgen María que hacer con sus bienes. La Virgen, les indicó donde construir un templo y en la mañana de un 5 de agosto amaneció nevado el monte Esquilino de Roma. Posteriormente se construyó un templo que en la actualidad se conoce como la Basílica de Santa María la Mayor. La advocación en Pamplona, se encuentra relacionada con el mismo proceso del viaje de los fundadores de la ciudad a las “sierras nevadas”,

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37 Se encontraba ubicada en el camino a las minas de las Vetas y había sido construida en acción de gracias por la conquista y protegerlos de las flechas de los indios. Se dice que allí se daban gracias por las riquezas obtenidas en las minas de Páramo Rico. San Sebastián es invocado contra la peste y los enemigos de la religión. La leyenda afirma que nació en Narbona-Francia en el año 256 y fue soldado del emperador Diocleciano, quien desconociendo que era cristiano lo nombró como jefe de la primera corte de la guardia pretoriana imperial. Por no participar en los ritos de idolatría y defender a los cristianos encarcelados por causa de la religión, fue denunciado ante el emperador Maximiano, quien lo obligó a elegir entre ser soldado o cristiano. Prefiriendo esta ultima opción y Maximiano ofendido lo condenó a ser asaetado. Sin embargo, con graves heridas, los amigos lo recogen con vida y lo llevan donde una cristiana romana llamada Irene, donde se reestablece de sus heridas. Le aconsejaron que se alejara de Roma, pero no lo hizo, presentándose ante el emperador Maximiano para conminarlo y cuestionarlo por la persecución que efectuaba a los cristianos. El emperador ofendido, lo mando a azotar muriendo en el año 286 y sepultado en la Vía Apia en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián. 38 Representaba la congregación de fieles cristianos en torno a una advocación de la Virgen, Cristo o un Santo. En toda parroquia era obligatorio al menos erigir tres cofradías: la del Santísimo Sacramento, la de las Ánimas y la de Nuestra Señora. En Pamplona, las más importantes fueron las del Dulce Nombre de Jesús, la del Santo Cristo del Humilladero, la del Señor Sacramentado, la de Nuestra Señora de las Nieves y la de La Concepción. 39 De manera similar a las cofradías, las hermandades eran asociaciones de católicos que bajo una advocación se creaban con fines piadosos, religiosos y/o asistenciales. Las hermandades alcanzaron a tener grandes fortunas y mediante el “censo” efectuaban préstamos a los miembros, lo que de cierta manera permitió una dinámica de la economía. El censo era como un préstamo hipotecario. Muchos de los bienes pasaban a manos de la hermandad, cuando el deudor no cumplía con las obligaciones pactadas en el contrato. La hermandad más importantes en Pamplona fue la de San Pedro, donde existe una imagen que elaboró el artista sevillano Juan de Mesa, la cual llegó por el Puerto Real de Ocaña en 1620 y trasladada a Pamplona en solemne viaje por los miembros de la hermandad. 40 Lucía de Siracusa ( ¿283-304?). Fue una mártir de la Iglesia católica, que había hecho su voto de virginidad y su madre enferma, la comprometió en matrimonio con un joven pagano. Para evadir el matrimonio, la joven le recomendó que fuera a la tumba de Águeda de Catania a fin de curar sus heridas. La madre fue y se curó de sus heridas y Lucía le pidió que evadiera el compromiso del matrimonio y le dejara consagrar la vida a Dios. La madre accedió a la petición, pero el pretendiente resentido la acusó ante el procónsul Pascacio como cristiana en época del emperador Dioclesiano. Por tal motivo fue llevada a juicio y conminada a abandonar la fe y adorar los dioses paganos, no accediendo a la petición, siendo decapitada. Es la patrona de la vista por una leyenda medieval que afirmaba que cuando Lucía se encontraba en el tribunal ordenaron a los guardias que le sacaran los ojos, pero ella siguió viendo. Es patrona de los ciegos, pobres, de los niños enfermos y de las ciudades de Siracusa y Venecia. También es patrona de los electricistas, chóferes, cristaleros, afiladores, cortadores y escritores. 41 La autorización fue dada por el Arzobispo Luis Zapata de Cárdenas en 1584. El convento tomó el nombre de Clara de Asís (1194-1253), seguidora fiel de San Francisco, con quien creo la Segunda Orden Franciscana o de hermanas clarisas. Ver Acosta 2000.

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Ermita de San Sebastián37, se erigieron las cofradías, se inicio la construcción del templo parroquial y la casa de los religiosos de Santo Domingo y se organizaron las primeras doctrinas. Las bases de la vida religiosa en la ciudad durante la segunda mitad del siglo XVI, fueron las cofradías38 y hermandades39, ya que mediante ellas se financiaban los gastos de la construcción de los primeros edificios eclesiásticos, se organizaron las primeras festividades religiosas con honores patronales, se afirmó la cultura cristiana e incluso, se convirtieron en referentes de estratificación de clases sociales y étnicas, que empezaban a diferenciarlos (Acosta, 2000, p.16 ). En el caso de la cofradía del Santo Cristo del Humilladero tenían cabida blancos y mestizos, pero las festividades y celebraciones se realizaban en dos días distintos. Para el año 1673, los españoles y blancos criollos las celebraban el 4 de mayo y los mestizos el 14 de septiembre. De esta manera, desde el referente simbólico religioso, se empezaban a afirmar los poderes locales y la respectiva estratificación característica de las ciudades hispánicas. La imagen del Señor Crucificado fue tallada probablemente en España y a cargo económico de los blancos, la de los dos ladrones, fueron elaboradas en Pamplona por Juan Bautista Guzmán (Acosta, 2000, p.23). Con el motivo de la visita a Pamplona del Arzobispo Luis Zapata de Cárdenas en los primeros años de la década de 1580, los indios ladinos y cristianos solicitaron la erección de una cofradía

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especial para ellos. La Patrona escogida fue Santa Lucía, que simbólicamente representaba la invocación contra la ceguera 40. La advocación, desde el aspecto simbólico fue utilizada para proclamar y catequizar para que los indígenas salieran de la ceguera e ignorancia en que vivían y abandonaran la infidelidad adquiriendo el conocimiento de la fe católica (Acosta, 2000, p.48). La cofradía empezó a funcionar el 18 de junio de 1581, cuyo decreto de erección canónica fue emitida por el franciscano Zapata de Cárdenas el 7 de enero del año siguiente. A pesar de ser una cofradía solicitada por los indios, más tarde ingresaron españoles e incluso algunos integrantes de las órdenes religiosas y del clero diocesano. Los descendientes del fundador de la ciudad Ortún Velasco jugarán un papel importante, no solamente en la vida política y económica de la ciudad. Sus tres hijos, Juan, María y Magdalena tendrán repercusiones en el desarrollo de la vida religiosa de Pamplona. María y Magdalena intervinieron activamente en la creación del Convento de Santa Clara41. La advocación del convento por solicitud de Doña María de Velasco fue la de Nuestra Señora de la Concepción. En una de las cláusulas se impedía el ingreso de mestizas, con la única excepción en la norma de permitir la entrada de su media hermana Catalina de Velasco, hija de Ortún y de una indígena. Las hermanas Velasco y algunas doncellas de la ciudad, ingresaron al convento convirtiéndose en las primeras monjas del nororiente colombiano. De las festividades religiosas de mayor importancia celebradas durante los primeros años de la ciudad, se destacan la visita eclesiástica realizada a la Pamplona por Fray Bernardino de Santa María, enviado por el señor Arzobispo Don Juan de los Barrios en 1555 (Acosta, 2000,

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p.20), como también, las honras fúnebres en honor a Doña Juana I de Castilla42, madre del rey Carlos V, celebradas el 1 de noviembre de 1556, un año después de sus muerte. Como señal de duelo, se prohibió cabalgar en la ciudad treinta días antes de las honras y en la ceremonia de todos los santos, mismo día en que se celebraba la fecha de la fundación de la ciudad, se ordenó que los “hombres traigan de luto las caperuzas negras y las mujeres togas negras” (Acosta, 2000, p.21). Con la expansión del eje conquistador pamplonés y el repartimiento de encomiendas, fue una necesidad sentida en las reuniones del cabildo de la ciudad, la de traer misioneros para que ejercieran la doctrina a los indígenas. En tal sentido, los primeros en establecerse en la ciudad y fundar su convento fueron los Dominicos, seguidos posteriormente por los Franciscanos y Agustinos (Acosta, 2000, p.27). En 1622, la Compañía de Jesús fundará su propio colegio en la ciudad. Con la ampliación del perímetro de Pamplona y la ocupación de espacios geográficos en sus términos territoriales originales, la iglesia tendrá su expansión al occidente de la actual Venezuela, donde se fundarán las ciudades y villas de Mérida, La Grita y San Cristóbal, las cuales en un principio dependerán eclesiásticamente de los conventos y ordenes religiosas ubicadas en la ciudad madre. De manera similar, con la fundación de las ciudades de Ocaña y Salazar de las Palmas, la labor eclesiástica administrada desde Pamplona tendrá su auge en el apoyo espiritual de las doctrinas. Es importante aclarar, que Ocaña, fundada en 1572 en los términos territoriales de la gobernación de Santa Marta, pasará a depender civil y eclesiásticamente de la ciudad costeña, hasta la segunda mitad del siglo XIX. En el siglo XVII, se establece la Inquisición en Pamplona, pero no funcionó como la de Lima o Cartagena. Solamente existía un comisario que calificaba las faltas cometidas contra la fe y si el caso ameritaba lo trasladaba a Lima o Cartagena. Los casos de calificación más notoria y a los que se les penitencio por Auto, entre otros fue a Germán López de Pineda por bigamia, cuyo proceso se siguió en Lima; el fraile dominico Juan de Iturmendi, procesado en Cartagena por de-

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lito de solicitación, con la pena temporal de no confesar hombres y perpetuamente mujeres. Los hermanos Luis Rodríguez Pardo y Juan Pardo fueron procesados por judaísmo. Juan confeso después del tormento del potro ser judío. El Tribunal de Cartagena los reconcilió con la fe, pero los condenó a la pena de confiscación de los bienes (Acosta, 2000, p.72). El mimo brazo de la inquisición, procesó por hechicería al negro Fernando Cabamoche residente en Pamplona. El reo fue enviado a Cartagena y condenado a la pena de azotes que le iban dando en la calle. De manera similar, fue condenado Duarte Vaez de origen portugués y residente en Pamplona. Vaez, fue juzgado por observante de la ley de Moisés. Durante el siglo XVII, se remitieron otros habitantes de Pamplona a la inquisición de Cartagena y a otros con delitos menores, se les siguieron los procesos en la ciudad (Acosta, 2000, p.101). Otro de los hechos de importancia en Pamplona durante el siglo XVII, fue la destrucción que causó en la ciudad el terremoto de 1644. La arquitectura religiosa y civil sufrió grandes daños, incluyendo el hospital que venía funcionando desde los primeros años de la fundación de la ciudad y que se encontraba a cargo del cabildo, pero que a partir de 1665 pasaron a manos de los frailes de San Juan de Dios, primeros auxiliares de la salud física de los habitantes de la región oriental del Nuevo Reino (Acosta, 2000, p.121). La vida religiosa de Pamplona, va a estar cruzada con el nacimiento en 1668 de María Gertrudis Orozco, conocida como la santa pamplonesa y quien profesó el 23 de junio de 1684 en el convento de Santa Inés de Monte Policiano en Santa Fe, con el nombre de Sor María Gertrudis de Santa Inés. Se ganó la fama de santa por la forma en que sobrellevó las enfermedades que padeció, muriendo en olor de santidad el 28 de noviembre de 1730 (Acosta, 2000, p.126). De manera similar, la vida religiosa en los términos de la provincia, tendrá como referente dos hechos religiosos que se convertirán en referente de adoración y peregrinación para los fieles: la aparición de la Virgen de Belén43 en Salazar de las Palmas y de la Virgen de Torcoroma44 en Ocaña, ciudad ya no bajo su administración eclesiástica.

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42 Llamada Juana la Loca que había muerto el 12 de abril de 1555. 43 Se le aparece a una india ciñera en una manta en 1671. 44 Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma aparece en 1711 a los campesinos Cristóbal Melo y sus hijos en una astilla de madera en una montaña cercana a la ciudad de Ocaña.

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La doctrina en los pueblos de indios

45 El término hace referencia en lo civil a reunir varios pueblos dispersos para darles un lugar fijo. 46 También se les denominó reducciones, debido a la resistencia que hicieron los indígenas y se les sometió por la fuerza o “reducidos”. Más tarde se llamaron corregimientos de indios por tener una autoridad civil como garante denominado el corregidor de indios.

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Con la visita del oidor Tomás López trasladado desde la Real Audiencia de Guatemala, se empieza a aplicar lo estipulado en la Cédula Real y los postulados y conclusiones tomadas en la Congregación de México. López, un comprometido seguidor de la doctrina lascasiana en la visita realizada a las encomiendas del Nuevo Reino de Granada entre 15591560, iniciará el proceso de congregación de los pueblos, a pesar de la resistencia que va a tener de encomenderos y autoridades del reino y las disputas de estos, con el obispo de Popayán Juan del Valle, como también entre el mismo arzobispo de Santa Fe, Juan de los Barrios y el celo evangelizador de las ordenes religiosas. Respecto a la visita de Tomás López, el fraile dominico Martín de Agurto y Mendieta, en una carta le informaba al Padre de Las Casas, que el oidor era una luz de esperanza para iniciar el proceso de congregación de los pueblos y su consecuente salvación física y espiritual, debido al alto compromiso y diligencia humana y ética que mostraba en su oficio, para defender a la población nativa del acoso y explotación que de su vida y trabajo efectuaban sin compasión los encomenderos. En la región nororiental del Nuevo Reino de Granada, la encomienda aunque establecida con los primeros conquistadores como institución, va a marchar de manera paralela a la congregación45 o agrupamiento de pueblos de indios46 a partir de 1583, como un nuevo modelo de asentamiento con dos propósitos definidos: resolver el problema de la producción y facilitar la conversión. Es decir control fiscal temporal y cuidado espiritual de los indios. La doctrina en las encomiendas y pueblos de indios estuvieron a cargo de las órdenes religiosas en su gran mayoría. Sin embargo, en la medida en que se empezaba a fortalecer un clero diocesano ligado al poder de la arquidiócesis, las disputas entre las órdenes y el clero fue constante. Desde el Arzobispo Luis Zapata de Cárdenas (Acosta, 2000, p.73), pasando por Juan de los Barrios, Bartolomé Lobo Guerrero y Hernando Arias de Ugarte a fines del siglo XVI y las primeras

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décadas del XVII y en concordancia con el afán de mejorar la calidad del servicio de los doctrineros, se presentó una competencia entre los curas para acceder a una doctrina. Las más importantes exigencias a los doctrineros se encontraban relacionadas con los conocimientos teológicos, deficientes en un principio, pero que se fueron fortaleciendo en la medida en que los conventos y universidades brindaban la debida capacitación. Otra competencia en la formación académica. Era la relacionada con el aprendizaje de la lengua aborigen. Además, de las consecuentes y necesarias exigencias en calidades humanas y vocación de servicio. En 1625, la Arquidiócesis de Santa Fe contaba con 216 parroquias y viceparroquias, de las cuales 130 se encontraban administradas por el clero diocesano y 83 por las órdenes religiosas (Dussel, 1981, p.31). En tal sentido, el mapa religioso en el campo de las doctrinas era cada día más favorable al poder ejercido por la centralización de la arquidiócesis y la pérdida de la influencia de las ordenes religiosas, que habían sembrado las primeras semillas de la evangelización y que de una u otra manera dependían económicamente de las doctrinas, para el sostenimiento de los conventos y de su labor misional, pastoral y educativa (Dussel, 1981, p.26). A los religiosos de las órdenes como a los sacerdotes diocesanos, se les exigieron los requisitos señalados para conservar sus privilegios. En tal sentido, la enseñanza de la doctrina era fundamental a pesar de las divergencias existentes en el método practicado por las órdenes, como en el clero secular. Cada religioso respondía a los intereses de su comunidad, como también a la larga experiencia que habían adquirido durante los años de establecimiento en el continente. El evangelizador, debía actuar con benevolencia frente al indio al cual se le veía como un “alma infantil”. Además, se le exigía aprender la lengua y su cultura, para lograr mayor efectividad en la doctrina. Una de las mayores dificultades en el proceso de evangelización estuvo relacionada principalmente con el choque de mentalidades. De allí que verdaderos misioneros como Pedro de Córdoba, diseñaran sus propias estrategias de evangelización creando un novedoso cuerpo doctrinario que permitiera acceder no solamente a la atención externa y

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formal del indígena, sino que también contribuyera a conquistar su alma47. El modelo fue aplicado posteriormente por Las Casas48 y con las reformas correspondientes, se convirtieron en manuales que se extendieron por el territorio de evangelización de la orden dominicana, siendo asimilados y adaptados por otros misioneros. La doctrina, además de afirmar el proceso evangelizador49 y la administración de los sacramentos del bautizo, confirmación y matrimonio, buscaba la erradicación de las prácticas de la idolatría, que en la mentalidad del misionero eran extremadamente aberrantes. Los misioneros, con mayor tolerancia y visión, convirtieron la mismas prácticas y rituales religiosos de los aborígenes, como medio e instrumento base para catequizarlos. Para los misioneros, la espiritualidad del indígena debía tenerse en cuenta en el proceso de evangelización, cambiando paulatinamente los objetos de adoración50 por la nueva iconografía católica.

El declive de los pueblos de indios y de sus doctrinas y la erección de parroquias Debido a la crisis demográfica y a las constantes denuncias sobre el mal trato dado a los indígenas, la Real Audiencia de Santa Fe organizó varias visitas a las encomiendas y pueblos de indios, destacándose desde un principio la efectuada por Tomás López a la región en 1560, que tenía como objetivo el de “juntar y poblar los indios” (Acosta, 200, p.29). En los dos siglos siguientes se realizaron otras visitas encaminadas a la congregaron los llamados pueblos o “repúblicas” de indios, que dieron pie a la expedición de normas específicas para la construcción de capillas para el ejercicio de la doctrina y los asuntos relacionados con la administración civil. De igual manera, se procuraba frenar la crisis demográfica, eliminar el mal trato interétnico y aliviar las tensiones sociales existentes. Con la formación de los pueblos de indios, que responde a una dinámica iniciada en la Nueva España, pero generalizada para los otros territorios bajo el dominio de la península, la Corona tenía diversos objetivos: frenar el vertiginoso declive demográfico; congregarlos o “juntarlos” para

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ejercer un mayor control; facilitar la labor del cura doctrinero y de su evangelización; tener mano de obra disponible para las labores privadas y públicas; repartir las tierras entre los colonos españoles; formar una “república” de indios, separada de las influencias de los peninsulares, entre otras. En el nororiente del reino, la congregación y asentamiento de indios fue efectuado fundamentalmente a partir del último cuarto del siglo XVI. Los pueblos de indios, establecidos normativamente en cumplimiento de las ordenes contempladas en las diferentes cédulas reales emitidas a partir de 1545, sobre todo debido a la presión del movimiento en pro de la defensa del indígena encabezada por el dominico español Bartolomé de las Casas, que por medio de la congregación de los naturales buscaba conservar y frenar el declive demográfico y aliviar el peso físico y emocional impuesto por la crueldad de conquistadores y encomenderos, no tuvo los éxitos esperados en el nororiente del Nuevo Reino. El fracaso de la congregación de la población nativa en los pueblos de indios, en el caso del nororiente, responde fundamentalmente a tres grandes causas: por una parte, la congregación de indígenas dispersos y de diversas etnias bajo la tutela del cura doctrinero, tuvo que “agregar” una creciente población blanca y mestiza ruralizada, que por motivos geográficos y de distancia, no podían acceder a los oficios religiosos y a otras actividades comunitarias y públicas con miembros de su misma etnia, por la ausencia de ciudades cercanas; los intereses de los colonos blancos y mestizos por acceder a la propiedad de la tierra de resguardos. Por último, como tercera causa, la relacionada con los continuos conflictos entre los encomenderos y los obispos, entre los colonos blancos y mestizos y los indígenas, entre los curas doctrineros de las órdenes religiosas y los curas diocesanos y entre los vecinos blancos y mestizos “agregados” y el cura doctrinero. A su vez, las causas tuvieron repercusión directa en la extinción de los pueblos de indios. El poder social y político de los “agregados” blancos y mestizos hispanizados51 se convirtieron en un fuerte peso para tomar las decisiones al interior de los pueblos. Además, la constante mezcla étnica llevó paulatinamente a la disminución de la población de natu-

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47 Córdoba, escribe el primer cuerpo doctrinal y la llamó “Doctrina Cristiana para instrucción e información de los indios por manera de historia”. 48 En la obra de Bartolomé de las Casas, El único modo de atraer a los pueblos a la verdadera religión, el ilustre dominico hace referencia, que el método de mayor efectividad para la evangelización de los indígenas es la persuasión. En tal sentido, el misionero debe utilizar todas las estrategias pedagógicas a su alcance para seducir la atención del evangelizado. La obra de Las Casas, es verdaderamente la primera obra compacta de Misionología. 49 Es importante tener en cuenta la inclusión del miedo y del pecado. A través de la teología del premio y el castigo, se buscaba la introducción de la moral religiosa. Además, las enseñanzas del génesis y la creación del mundo, la vida en el paraíso, el pecado original, el infierno, entre otras bases de la historia sagrada, servían como referentes para evangelizar. 50 Muchos misioneros valoraron la espiritualidad y la ritualidad de los indígenas. Por lo tanto, la manera de atraerlos a la nueva religión se podía lograr cambiando paulatinamente los referentes materiales y reemplazándolos por la iconografía cristiana. Inclusive, utilizando los mismos espacios físicos donde efectuaban las prácticas de adoración y culto. 51 Los mestizos hispanizados eran aquellos que habían asumido la cultura y a su vez la protección del padre español. Por el contrario, los mestizos ilegítimos no tuvieron la misma posibilidad y fueron tratados socialmente como indios.

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52 En tal sentido, no se entiende lo pasado en la aplicación de las Reformas Borbónicas en América si se desconoce los conflictos por en la península entre el poder de las comunidades locales y el afán centralizador de la corona.

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rales y a crear un vacío jurídico, en el sentido de la existencia de pueblo de indios que ya no contaban con la “sustancia” de estos, como en el caso del pueblo de indios de Arboledas, bajo la tutela de Pamplona que según el presbítero Juan Ignacio Gutiérrez: “ha tenido y reputado por verdadero curato el de Arboledas y con el nombre de pueblo y con sustancia de parroquia” (Martínez, 1999, p.27). Con lo anterior, afirmaba la percepción que otros sacerdotes como el cura párroco del Socorro Joseph de Vergara Azcárate y Dávila (Martínez, 1999, p. 39-40) tenían sobre la misma situación, al considerar que la población de los pueblos era mayoritariamente blanca y mestiza, originando un nuevo orden social y jurídico que exigía la creación de las parroquias de vecinos blancos y mestizos. En el mismo sentido, se presentaron circunstancias como el del pueblo de indios de Oiba, cuyos indígenas fueron trasladados al pueblo de Chitaraque, creando un vacío jurídico que fue aprovechado por los vecinos para crear de manera natural la parroquia. Posteriormente, cuando los vecinos blancos y mestizos de Oiba reclamaron ante las autoridades competentes su erección como parroquia con todos los requisitos legales, se les informó, que esta ya existía desde 1753, por el traslado que se había realizado de los indígenas del pueblo al vecino de Chitaraque. Pero además, del interés de los vecinos blancos y mestizos de contar primero con una viceparroquia y si los trámites eran más eficientes y convincentes, con su propia parroquia, que no dependiera de otra, situación que se aceleró a fines del siglo XVII y durante el XVIII, se sumaban otros relacionados con la obtención de las tierras realengas de los resguardos y a la afirmación del poder político y económico local. Al quedar desocupadas las tierras de los resguardos, motivadas por el traslado de los naturales a otros pueblos, la dispersión de los indios de sus pueblos de origen y por la asimilación étnica, estas se convirtieron en fuente de conflictos entre los vecinos blancos y mestizos que pretendían ganar la merced de obtener un espacio territorial. Se presentaron casos como el de los naturales que al regresar de sus obligatorio confinamiento en otras “repúblicas” a sus pueblos de origen, se convirtieron en “agregados” de las parroquias, presentándose una situación a la inversa, ya que pasaban de

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ser los habitantes legales de su pueblo a ser “agregados” en las nuevas entidades eclesiásticas erigidas por solicitud de blancos y mestizos para desarrollar las actividades pertinentes a la administración espiritual y religiosa. Sumado al interés espiritual, la población blanca y mestiza competía por la adquisición de las tierras vacuas de los pueblos de indios En la creación de las viceparroquias y parroquias en el territorio santandereano, se presentaron una variedad de conflictos principalmente entre los curas doctrineros, mayoritariamente pertenecientes a las órdenes religiosas y los curas parroquiales sujetos a la jerarquía diocesana. Los primeros, defendían sus privilegios económicos generados por las doctrinas por una parte y por la otra, argumentaban la tradicional y espiritual defensa de la conservación de la “república de indios”. Los segundos, presbíteros diocesanos, estaban interesados en fortalecer el poder eclesiástico central de la Arquidiócesis de Santa Fe como también el de las parroquias, secularizando las misiones de doctrina. De cierta manera, la política eclesiástica se ajustaba a una política global planteada desde la corona manejada por los Borbones y que buscaba en la imposición estructural de sus reformas, la centralización absoluta del poder y bloquear de cierta manera, el ímpetu de los poderes locales52. El apoyo decidido por parte de la corona durante el siglo XVIII, fue por la de la erección de las viceparroquias y parroquias. Sin embargo, los procedimientos para su erección debían ajustarse a las exigencias normativas establecidas por la autoridad eclesiástica y la Real Audiencia. Desde 1721, la Real Audiencia había proclamado una sentencia (Mantilla, 2002, p.25) por medio de la cual favorecía el proceso de secularización parroquial siempre y cuando los interesados en erigir las parroquias, cumplieran los procedimientos pertinentes y estos fueran ajustados a la normatividad correspondiente. Con la sentencia se reversaban los efectos de los autos emitidos con anterioridad por los arzobispos de Santa Fe Hernando Arias de Ugarte firmado en Pamplona el 24 de abril de 1623 y el de Francisco de Cossio y Otero originado en Santa Fe el 24 de abril de 1713, que permitieron la agregación de la población blanca y mestiza de las estancias a las doctrinas y pueblos de indios, que hasta principios del siglo

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XVIII había sido una medida práctica para ejercer el control espiritual. La tradicional ruralización de la población blanca y mestiza en la región, junto con su crecimiento demográfico que respondían a las nuevas realidades étnicas, económicas, sociales y políticas, llevaron a que las autoridades favorecieran la concentración y congregación en nuevas entidades territoriales como las parroquias. Las protestas y la oposición de los curas doctrineros frente a las nuevas realidades fueron continuas. El descontento de los doctrineros de las ordenes religiosas que veían el fin de la evangelización iniciada desde los tempranos días del siglo XVI, pero a lo cual se sumaba la pérdida de la rentabilidad económica, fue de oposición férrea a la Arquidiócesis, a la Real Audiencia y a los intereses de los vecinos blancos y mestizos. Para dejar en claro el constante conflicto y a solicitud del rey de España, el Papa Benedicto XIV, emitió la bula Cum nuper, que autorizaba a los obispos la secularización de las doctrinas. En tal sentido, la bula fue reforzada con la Cédula Real de Felipe VI el 1 de febrero de 1753, donde ordenaba que las doctrinas que quedaran vacuas fueran ocupadas por el clero de la diócesis. Frente a los argumentos de los vecinos blancos y mestizos, relacionados con las distancias entre sus lugares de habitación y los pueblos, villas y ciudades, el Real Consejo de Indias emitió una Cédula Real en 1771, donde ordenaba realizar visitas al territorio de la Arquidiócesis con el fin de medir las distancias entre los vecinos y las cabeceras de los curatos, estableciendo una distancia perimetral de cuatro leguas. Para el cumplimiento de la Cédula y sus especificaciones, fueron autorizados el arzobispo y al virrey, los cuales otorgaran, de acuerdo con su competencia, los permisos correspondientes para la erección de parroquias, siempre y cuando los vecinos tuvieran la capacidad de pago de la congrua para el cura y el mantenimiento administrativo de la parroquia (Mantilla, 2002, p.20). A pesar de toda la estipulación normativa, los conflictos continuaron lo que llevó a la corona a expedir desde Aranjuez otra Cédula Real el 2 de junio de 1776, donde se ordenaba la realización de los procesos de erección de parroquias sin admitir oposición de los curas vecinos, refiriéndose

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fundamentalmente a los integrantes de las ordenes religiosas. La Cédula de 1771 se aplicó en Vélez en 1772, al erigirse una capilla cercana al pueblo de indios de Guepsa y elevarla como viceparroquia y a nombrar su respectivo teniente de cura, para aplicar los respectivos sacramentos a los vecinos blancos y mestizos (Mantilla, 2002, p.21). El pleito ganado por el cura de Vélez al doctrinero de Guepsa, se va a repetir en otros escenarios del nororiente de la Nueva Granada. Sin embargo, los colonos no quedaban conformes con la transitoria erección de las viceparroquias y por lo tanto, utilizaban los recursos legales para aspirar a la autonomía y a la creación de su propia parroquia, independiente de otra. El pleito del Vélez es importante, porque nos muestra el proceso acelerado del poder del clero secular, el debilitamiento de las ordenes religiosas y por lo tanto, la extinción de las doctrinas y consecuentemente los pueblos de indios. Como efecto de la eliminación casi total de los pueblos de indios, también significó la paulatina sustitución de los frailes regulares pertenecientes a las ordenes mendicantes principalmente dominicos y franciscanos, por el clero secular (Mantilla, 2002, p.25). El poder adquirido por el clero secular en el siglo XVIII a través de la afirmación del poder local en la parroquia no es casual, ya que en el fondo respondía a los intereses centralizadores y organizativos implícitos en las políticas reformistas de los monarcas de la casa de Borbón, que gobernaban a España desde 1700. Pero como toda norma tiene su excepción, caso contrario al de Vélez se presentó con los de la Villa de Santa Cruz y San Gil de la Nueva Baeza y su cura párroco en su conflicto con el cura doctrinero de los pueblos de indios de Curití y Guane, donde se habían establecido colonos blancos y mestizos desde los inicios del siglo XVII, en los alrededores del río Suárez y que habían sido “agregados” a la doctrina de Guane. Frente a las exigencias de anexarlos a la parroquia y a la Villa de San Gil, los vecinos blancos y mestizos se opusieron, erigiendo su propia viceparroquia en Zapatoca, llamándola San Joaquín de Guane, dependiendo del cura doctrinero. En Curití y debido a la extinción de la población indígena, se realizó un procedimiento similar al erigir su propia parroquia separada de los intereses del cura de San Gil (Mantilla, 2002, p.26).

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El mapa de las parroquias del nororiente del Nuevo Reino 53 El Concilio de Trento se desarrollo en periodos discontinuos entre 1545 y 1563 en el norte de Italia. Denominado corrientemente como la Contrarreforma, que buscaba por una parte frenar el ascenso de las ideas luteranas y calvinistas, opuestas a Roma y por la otra, reformar el catolicismo. 54 Los casos de mayor notoriedad en el nororiente colombiano, respecto a las jurisdicciones civiles y religiosas se presentaran en algunos pueblos que estuvieron bajo la jurisdicción de Vélez, Málaga y Ocaña. En el caso de los primeros, formaran parte del “Gran Santander” en términos civiles, pero eclesiásticamente a Tunja o Chiquinquirá. Para el caso de Ocaña, estarán a partir de la segunda mitad del siglo XIX civilmente bajo la administrativa del “Gran Santander” de acuerdo con la evolución del ordenamiento territorial, pero eclesiásticamente dependientes de la Diócesis de Santa Marta. Inclusive en la actualidad, algunos de los municipios del sur del Cesar, dependen eclesiásticamente de la Diócesis de Ocaña. 55 Desde el mismo momento de la Independencia la situación no quedó clara. El mismo General Santander en una consulta elevada a los dominicos, solicitaba información sobre si el Patronazgo Real continuaba con el nuevo gobierno. La respuesta fue negativa, ya que desde la comunidad se le manifestó que el pacto establecido se había dado entre el Papa y los Reyes Católicos.

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En el Gran Santander, el origen de la mayoría de los municipios estuvieron ligados a la erección de las parroquias. Se puede afirmar, que la administración eclesiástica tuvo profundas repercusiones en el futuro en lo concerniente a la división político-administrativa de los entes municipales. El hecho de que para la corona española resultaba más oneroso la creación de parroquias, ya que los costos de su erección y funcionamiento corrían a cargo de los vecinos, las disposiciones reales al respecto no se enredaban en las tramitaciones burocráticas como si sucedía en ocasiones cuando se proyectaba la fundación de una villa o ciudad. Al contrario de las parroquias, donde los gastos y procedimientos de su erección no afectaban el fisco, en la fundación de ciudades y villas, la corona debía participar en un porcentaje para el establecimiento político-administrativo y su posterior funcionamiento. Desde el punto de vista eclesiástico, la parroquia era una referencia importante para la congregación de los feligreses y el crecimiento de la iglesia. La palabra parroquia designa por una parte, una comunidad de vecinos cristianos que quedaban bajo la responsabilidad y la curaduría de un presbítero, que a su vez, se encontraba bajo la jurisdicción de una autoridad en la jerarquía de la iglesia y por la otra, el territorio donde se ejercía la actividad eclesial quedaba bajo la jurisdicción de un cura párroco (Mantilla, 2002, p.3). Paroicia, como una comunidad de vecinos o “rebaño espiritual”, puesto bajo el cuidado de un pastor, respondía a los principios de una institución que se ajustaba a una de las constituciones de Alejandro VI, denominada Eclesiis Edificandis y que en términos reales se traducía en la edificación y crecimiento de la iglesia, de sus miembros y de sus propiedades. El modelo de parroquia, como concentración de un feligresado en crecimiento y una iglesia de fieles en edificación, fue objeto de atención en el Concilio de Trento53,

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siguiendo las orientaciones que previamente había establecido el Pontífice Alejandro VI. Desde la Diócesis de donde dependía jerárquicamente la autoridad eclesiástica y administrativa del cura, se fue diseñando la geografía religiosa, pero también política y administrativa del nororiente colombiano. Diócesis, se identificó inmediatamente con provincia, de allí que la administración de los sacramentos y la predicación también coincidía con la división social y política del rebaño cristiano. En tal sentido, la confusión entre responder ante la Ley o Dios, como ciudadano o cristiano, empezó a formar parte de la mentalidad del habitante de la parroquia. Confusión que se trasladó a los otros ordenes de la sociedad. En lo geográfico, las confusiones territoriales fueron una constante en los siglos siguientes, ya que en ocasiones civilmente se dependía de un ente territorial como gobernación, provincia o cantón y en términos eclesiásticos a otro ente54. Es decir, la erección de una parroquia resumía en términos físicos y eclesiástico-administrativos, la expresión de la teología política medieval de las dos espadas. En tal sentido, se sacrificaba lo civil, para dar paso a una expresión del poder religioso en la vida comunitaria. El ejercicio del Patronazgo Real, quedaba fracturado, ya que primaban más los intereses económicos de la corona, que por todos los medios buscaba evitar los gastos concernientes a la fundación de entidades territoriales de tipo civil como las ciudades y villas. Esta fractura del poder, tendrá en el futuro de Hispanoamérica y con un mayor peso en la Nueva Granada, los conflictos entre Iglesia-Estado y por lo tanto, las consecuencias en la estructuración del Estado y la relación entre este y los ciudadanos, con derechos civiles, pero mentalmente marcados por su convicción cristiana55. El hecho de que la parroquia tuviera un origen eclesiástico, llevó a que los habitantes respondieran por sus acciones a la administración religiosa y los marcos de sus comportamientos éticos, se ajustarán más a los postulados teológicos que a los de la autoridad civil. El conflicto entre el sacerdote y el alcalde, entre lo espiritual y temporal, entre la construcción

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del ideal de la Civitas Dei agustiniana y la Civitas temporal, entre la iglesia y el estado, entre ser cristiano y responder a Dios o ser ciudadano y responder a la Ley, marcarán la historia políticoadministrativa y mental en los dos siglos posteriores. La dinámica del conflicto se dejará sentir más en unas partes que en otra. En el caso del nororiente colombiano, de donde emanaron las primeras chispas de casi todas las guerras civiles en el siglo XIX, merece una atención el análisis de la evolución de las relaciones entre la iglesia y el estado. En la erección de parroquias en el Gran Santander, es importante tener en cuenta una serie de causas, que permiten comprender la dinámica interna de su conformación. En tal sentido, la crisis demográfica de la población aborigen, el ascenso de la población blanca y mestiza, el conflicto por la tierra, el surgimiento de elites políticas y económicas locales, el interés centralizador de los gobernantes borbónicos, la afirmación de la autoridad de las diócesis sobre las ordenes religiosas, entre otras, se convierten en los motores de transformación de la sociedad y el surgimiento y consolidación del régimen de la secularización de las parroquias en el nororiente colombiano. Por otra parte, la parroquialización implica la participación de nuevos grupos sociales en la toma de decisiones en una sociedad tradicionalmente hermética. Debido al nuevo escenario, la parroquialización, generaba: un proceso de urbanización con la traza del pueblo, la edificación de capillas, la ubicación de la plaza, el reparto de solares, la participación política y económica de las nuevas elites locales, ampliación de los espacios burocráticos para los segundones56, creación de nuevas cofradías y hermandades, etc, que implicaron

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profundos cambios en la vida y conformación de la sociedad local y sus repercusiones en una identidad regional. Además, en el proceso de la erección de las parroquias es importante tener en cuenta los procedimientos internos que se utilizaban para su consolidación. El deseo de los vecinos interesados en la erección de las parroquias, se hacía la mayoría de las veces por intermedio de abogados que intercedían mediante memoriales ante las autoridades o curias diocesanas de Pamplona, Santa Marta57, Socorro y San Gil, el arzobispado y la Real Audiencia. En tal sentido, los procedimientos de solicitud eran comunes y muchas veces precedidos por un conflicto local con el cura doctrinero de las ordenes religiosas o el presbítero diocesano de la parroquia más cercana, los cuales se resistían a ver segregada su feligresía y el espacio territorial de habitación de esta. Además de las barreras locales y los pleitos entre vecinos y los curas, se sumaban los intereses que desde las villas, ciudades y parroquias consolidadas con anterioridad buscaban las estrategias y talanqueras para retardar e impedir llevar a cabo la nueva erección. Los pasos para alcanzar lo solicitado eran entre otros: elevar la solicitud a las autoridades eclesiásticas provinciales y posteriormente acceder al tribunal eclesiástico del arzobispado. Si la solicitud prosperaba y se expedía el Acta de erección por parte del arzobispo, el expediente pasaba a la Real Audiencia, que en virtud del Patronazgo Real, permitía que el virrey o presidente, previa visita fiscal58, para aclarar lo concerniente a la congrua del sacerdote y la respectiva financiación de la administración parroquial, confirmara la erección y diera trámite a la expedición de la Real Provisión59. Es importante aclarar, que muchas de las parroquias, antes de recibir la confirmación oficial, eran viceparroquias de blancos y mestizos, que pagaban al cura doctrinero de los pueblos de indios o al presbítero de una parroquia constituida con anterioridad y de mayor cercanía, para que prestara los servicios eclesiásticos y espirituales necesarios. Otro de los temas candentes en la erección de las parroquias era lo relacionado con la elección de la advocación. El pleito entre los blancos y mestizos habitantes de la nueva parroquia, con sus anteriores vecinos del pueblo de indios fue constante. En tal sentido, hechos como el referente al se-

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56 Los nuevos espacios burocráticos que surgen con las parroquias permiten que los hijos de los notables accedan a ocuparlos. Alcaldes pedaneos, notarios, curas, abogados, tesoreros, médicos, profesores, entre otros, representan los cargos necesarios para el funcionamiento de la parroquia. De esta manera, los hijos segundones de los notables empezaran a formar una elite burocrática que empezará a competir por el poder local con los comerciantes y terratenientes. La burocracia parroquial y luego municipal, se formará en los principales centros de estudio de Santa Fe, como el Colegio de San Bartolomé, el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y la Universidad Tomística. 57 En el caso de los vecinos ubicados en la esfera de poder de Ocaña. 58 La visita fiscal era importante debido a que se obtenía el pacto entre los vecinos y el visitador de la Real Audiencia, en lo relacionado a la firma del documento de fianza que respaldaba el pago de la congrua. El documento se convertía en un respaldo hipotecario o fianza que era imprescindible para la erección de la parroquia. El respaldo hipotecario se hacía sobre las tierras y frutos del nuevo territorio parroquial. Además, en el respaldo hipotecario y otras ayudas para los trámites y pagos de estipendios era importante la participación de las cofradías y hermandades que contribuían con aportes. 59 Algunas solicitudes de erección de parroquias hechas con anterioridad al proceso político y militar de la Independencia fueron confirmadas por las nuevas autoridades con posterioridad a la Constitución de Cúcuta de 1821.

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60 Se refiere al conflicto presentado entre los habitantes del pueblo de indios de Chanchón y los habitantes blancos y mestizos de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, los cuales habían compartido doctrina durante décadas y que ahora en su nueva jurisdicción parroquial reclamaban los ornamentos e imágenes de la doctrina argumentando que ellos habían contribuido en su adquisición. El conflicto, como lo manifiesta Martínez Garnica, parece que se solucionó pacíficamente y se repartieron los ornamentos e imágenes, ya que a mediados del siglo XVIII, en el pueblo de Guane donde fueron confinados los de Chanchon, la imagen de Santa Lucía era la patrona del pueblo anfitrión. En el conflicto y secuestro de santos, la imagen de la santa había sido la secuestrada principal. 61 En el nororiente colombiano como en todo el reino, las parroquias y hermandades tendrán advocaciones de acuerdo a las ordenes religiosas que participen regionalmente en los pueblos de indios, sus doctrinas y posteriormente en la erección de parroquias. La advocación de María Inmaculada o de Nuestra Señora del Rosario, nos lleva a interpretar la existencia de la Compañía de Jesús o la Orden de San Francisco o la presencia de la Orden de Santo Domingo, en las distintas regiones. 62 Silva, Renán. “El sermón como forma de comunicación y como estrategia de movilización. Nuevo Reino de Granada a principios del siglo XVII”. http//sociohistoria. univalle.edu.co/sermón. Silva se fundamenta en el escrito de un jesuita anónimo llamado “Relación de fiestas que se hicieron en Santa Fe de Bogotá del Nuevo Reyno de Granada de la Inmaculada concepción de la Virgen María Nuestra Señora en el mes de mayo de 1616”. Este documento fue trascrito por Carlos E. Mesa O.F.M, de los manuscritos localizados en la Biblioteca Nacional de Madrid y publicado en la Revista Bolívar, No. 44 de octubre de 1955. pp. 759-788. 63 El dogma de la Perpetua Virginidad de María, se refiere a que fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto. El dogma fue definido en el Concilio de Efeso en el año 431, siendo Papa San Clemente I. 64 Los “inmaculados” que apoyaban lo expuesto por franciscanos y jesuitas y los “santificados” que defendían las tesis de los dominicos. A esto últimos, se le sumaban en ocasiones los de la orden de San Agustín. Disputa que había surgido entre los dos grandes maestros de la Edad Media: el dominico Santo Tomas de Aquino y el franciscano San Buenaventura. Conflicto teológico sobre el dogma que se radicalizó en 1335 con la propuesta “santificacionista” del dominico Juan de Monzón, en cuya lección magistral para obtener el título de doctor en la Universidad de París sostuvo una serie de proposiciones contra la Inmaculada Concepción, siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás. La universidad reprobó las proposiciones y delego al franciscano Juan Vital para que las refutara. El obispo de París confirmó la decisión de la universidad. El dominico apeló al Papa, quién confirmó la primera decisión, triunfando la opinión “inmaculista”. El maestro franciscano Duns Scoto, defensor de la Inmaculada Concepción será seguida por la escuela franciscana y Monzón encabezara la corriente defendida a partir del maestro dominico Tomás de Aquino.

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cuestro de las imágenes y ornamentos llevado a cabo por los vecinos de Socorro en relación a sus vecinos indígenas de Chanchón, mostraban los conflictos existentes “en la guerra por los santos”60. Además, como referente simbólico, los blancos y mestizos que se quedaban en el antiguo pueblo de indios, borraban la fachada de las capillas de doctrina, imprimiéndole ornamentos arquitectónicos de templo parroquial o iglesia de blancos (Salcedo, 1996, p.151). Respecto a la advocación y la elección de los patrones parroquiales tenían grandes influencias los sacerdotes diocesanos y las ordenes religiosas. De acuerdo a su formación teológica, aparecían en sus propuestas un ejército de santos y vírgenes. La formación sacerdotal en los colegios de los jesuitas, franciscanos, agustinos o dominicos repercutían en las propuestas. A lo anterior, se sumaba la participación de los vecinos blancos, muchos de los cuales conservaban por tradición familiar la pertenencia a una hermandad o cofradía en las parroquias, villas o ciudades, de donde procedían. A pesar de la lejanía en el tiempo del conflicto presentado en Santa Fe a principios del siglo XVII, entre los jesuitas y franciscanos contra los dominicos, en lo referente al dogma de María, tenía influencias en el comportamiento religioso. En tal sentido, La Inmaculada Concepción de María y Nuestra Señora del Rosario, fueron las de mayor aceptación en las parroquias erigidas en el nororiente del Nuevo Reino de Granada. El conflicto hecho histórico y teológico de gran importancia, relacionado con la interpretación del dogma mariano y que determinará en los siglos XVII y XVIII, el nombre y su respectiva advocación de las viceparroquias, parroquias, cofradías y hermandades61. El hecho se presentó en Santa Fe en los años 1616 y 161762, cuando jesuitas y franciscanos, defensores de la

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“pureza de María” y su sin “macula” concepción63, se enfrentaron con los dominicos que interpretaban el dogma de María como “santificación”. La sociedad santafereña por clases y castas, nivel cultural, familias y autoridades políticas y administrativas, entró en una disputa patrocinada por la “opinión” sobre el dogma mariano que tenían las órdenes religiosas. La división sobre el dogma se manifestaba en los actos simbólicos, la ritualidad, obras de teatro, procesiones, las oraciones, los cantos de alabanza, la participación en las ceremonias y homilías, etc. Pero la situación no paraba exclusivamente en el tema ritual, sino que trascendió a la agresión física y a los ataques por medio de pasquines y letreros en las paredes y las calles, entre cada una de las dos clientelas partidarias64. Se podría decir que el debate sobre el dogma de María, no solo enfrentó a las órdenes religiosas, sino que también a la sociedad santafereña proyectándose a todos los territorios del reino. Para frenar el “alboroto” mariano, las autoridades encabezadas por el mismo presidente de la Real Audiencia Juan de Borja y el Cabildo de Santa Fe prohibieron las manifestaciones internas y externas, llamando a una “negociación de paz” entre las ordenes. El mismo Borja, le informó al Rey Felipe III, sobre las decisiones tomadas, agregando que un tipo de división y de conflicto grave como el que se había presentado afectaba el desarrollo de las doctrinas, ya que sembraba confusión en los indios, que en el fondo no entendían la disputa teológica, por no tener conocimiento del dogma cristiano. Finalmente y con posterioridad a la visita de Francisco Moreno y Escandon en la década del setenta del siglo XVIII, que respondía a los intereses administrativos y económicos de la dinastía borbónica, los únicos pueblos de indios que no se habían constituido en parroquias y que conservaban en términos legales su categoría eran los de Guane, Cúcuta, Cácota de Velasco, Tequia y Chipatá, a donde fueron desplazados y concentrados los sobrevivientes de la catástrofe demográfica. El resto del extenso territorio que había pertenecido a las comunidades aborígenes, estaba copado por los

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vecinos blancos y sus descendientes los mestizos, a excepción de las fronteras de guerra en la banda occidental de la cordillera oriental y la extensa herradura de la frontera motilona. Los valles centrales en los contornos de los ríos Suárez, Chicamocha y Fonce; las montañas de la banda oriental de la cordillera; los valles de Cúcuta y de los ríos Zulia, Peralonso y

PARROQUIA

Pamplonita y los valles aledaños a los ríos Tarra y Catatumbo en cercanías a Ocaña, fueron el escenario de erección de las viceparroquias y parroquias durante los siglos XVII y XVIII y en las dos primeras décadas del XIX. Las parroquias que se erigieron, con su respectiva advocación y año, fueron las siguientes65:

AÑO DE FUNDACIÓN

ADVOCACIÓN

Ábrego

1808

Santa Bárbara

Aguada

1755

Nuestra Señora del Rosario y San Isidro

Aratoca

1789

Nuestra Señora de las Nieves y Santiago

Arboledas

1804

Santísima Trinidad

Barichara

1753

Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción y San Lorenzo Mártir

Bochalema

1795

Sagrado Corazón de Jesús

Bucaramanga

1779

Nuestra Señora de Chiquinquirá y San Laureano del Real de Minas

Cabrera

1808

Nuestra Señora de la Concepción

Cácota

1637

San Jacinto y Nuestra Señora de los Dolores

Capitanejo

1804

San Bartolomé

Carcasí

1633* 1772

San Juan de Sahagún

Cepitá

1751

Nuestra Señora del Rosario

Charalá

1701

Nuestra Señora de Monguí

Chimá

1775

Santa Bárbara y la Inmaculada Concepción

Chinácota

1729

San Juan Bautista

Chitagá

1808

San Juan Nepomuceno

Cite

1819

Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá

Confines

1773

San José

Convención

1829

San José de Cote

Coromoro (La Cincelada)

1765

Nuestra Señora de los Dolores del sitio de Cincelada

Cúcuta

1733

San José del Guasimal

Cucutilla

1810

Nuestra Señora del Rosario

Curití

1806

San Joaquín

El Carmen

1808

Nuestra Señora del Carmen de la Estancia Vieja

El Cerrito

1775

Nuestra Señora del Rosario

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65 La información incluida en el cuadro fue tomada de las investigaciones publicados por la Universidad Industrial de Santander, sobre las provincias de Santander, dirigida entre otros, por Armando Martínez Garnica y Amado Antonio Guerrero Rincón.

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El Guacamayo

1932

San Juan Bautista

El Palmar

1810

Nuestra Señora de los Dolores

Encino

1802

Nuestra Señora de la Concepción

Enciso

1773

San José

Floridablanca

1817

San Juan Nepomuceno

Galán (La Robada)

1773

San José

Gambita

1759

Santa Bárbara

Guadalupe

1715

Nuestra Señora de Guadalupe

Guapotá

1818

San Cayetano

Guavatá

1783

San Antonio

Guepsa

1777

San Roque

Jesús María

1746

Sagrado Corazón de Jesús

La Concepción

1773

Nuestra Señora de la Concepción del Valle del Gallinazo

La Paz

1798

Nuestra Señora de la Paz

Las Flores

1804

Inmaculada Concepción

Labateca

1719

Nuestra Señora de las Angustias

Los Santos

1826

Nuestra Señora de las Nieves

Macaravita

1735

Nuestra Señora de la Concepción y San Claudio

Málaga

1542* 1695

San Jerónimo y Nuestra Señora de la Soledad del Valle de Tequia

Matanza

1749

Santo Ecce Homo

Mogotes

1722

Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá y Santa Bárbara

Molagavita

1772

San Pedro Apóstol

Ocamonte

1777

San Vicente Ferrer

Ocaña

1572

Santa Ana

Oiba

1753

Arcángel San Miguel

Onzaga

1777

Nuestra Señora de la Concepción

Palmas del Socorro

1809

Nuestra Señora de la Concepción

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Pamplonita

1808

Nuestra Señora del Rosario (Chopo)

Páramo

1766

Nuestra Señora de Chiquinquirá

Piedecuesta

1774

San Francisco Javier

Pinchote

1782

Nuestra Señora del Rosario

Puente Nacional (Puente Real)

1762

Santa Bárbara

Rionegro

1805

Santa Bárbara

Salazar de las Palmas

1583

San Pablo de Salazar de las Palmas

San Andrés

1763

San Andrés

San Benito

1766

Nuestra Señora de la Piedra de San Benito Abad

San Joaquín

1800

San Joaquín de Petaquero

San José de Miranda

1814

Nuestra Señora de los Remedios y San José

San Miguel

1763

San Miguel Arcángel

San Vicente de Chucurí

1816

San Vicente Ferrer

Santiago

1742

Santiago Apóstol

Silos

1784

Santo Domingo de Silos

Simacota

1729

Nuestra Señora de Chiquinquirá y Santa Bárbara

Socorro

1683

Nuestra Señora del Socorro

Suaita

1699

Nuestra Señora del Rosario

Suratá

1783

Santo Ecce Homo

Teorama

1812

La Concepción de la Santísima Virgen en la llanada de San Isidro Labrador

Toledo

1795

Jesús Nazareno de San Luis Gonzaga

Villa del Rosario

1773

Nuestra Señora del Rosario

Valle de San José

1764

San José

Zapatoca

1760

San Joaquín

* Erección fallida

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66 Santa Bárbara representa una de las advocaciones importantes en varias de las parroquias del Gran Santander. El motivo de la advocación, se encuentra relacionado con el alto nivel de descargas eléctricas que se presentan en la región y que al año causa grandes tragedias y pérdidas de vidas humanas. Santa Bárbara de origen fenicio, fue encerrada por su padre para impedir el proselitismo cristiano que impartía. Su padre era el mismo rey, condenándola por sus creencias cristianas a la decapitación. El padre dictó el castigo de decapitación y el mismo lo ejecutó en una montaña. En el preciso momento en que cumplía con la ejecución cayó un rayo muriendo los dos. Santa Bárbara, representa también la advocación que los grupos étnicos afro descendientes hicieron de Changó. 67 Santa Ana es la madre de María y por lo tanto la abuela de Jesús de Nazaret. Su fiesta es el 26 de julio. 68 Simón Pedro, considerado como el príncipe de los Apóstoles. Murió martirizado en épocas de Nerón y en su honor el Emperador Constantino ordenó la construcción de la basílica vaticana que lleva su nombre. Patrono de los sacerdotes y de los pescadores. 69 Representa al padre de la Virgen María y esposo de Santa Ana. Es el patrón de los abuelos y de los mineros, tomado por Cristo que representa el oro y María la plata. 70 Santo francés, patrono protector contra la peste. Patrón de enfermeros, peregrinos, cirujanos, entre otros. 71 He aquí el hombre. Representa la imagen lacerada de Cristo ante Poncio Pilatos. La advocación fue corriente en varios pueblos de influencia de doctrina de la orden dominicana. Inclusive el convento fundado en el siglo XVII en Villa de Leyva lleva su nombre. 72 José de Nazareth, padre terrenal de Jesús y patrono del trabajo, de los obreros y por su profesión de los carpinteros. 73 Santo de origen checoslovaco. Patrón contra la calumnia. Condenado a muerte por guardar el secreto de confesión. Por su martirio, al ser arrojado a un río es el patrono en contra de las inundaciones. 74 Uno de los nombres más corrientes en las advocaciones es el de San Antonio. En el santoral católico existen aproximadamente 16 santos con ese nombre.

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75 Santo oriundo de Valencia-España, que perteneció a la Orden de Predicadores. 76 Santo italiano. Patrón de las personas que buscan trabajo y de los desempleados. 77 Es uno de los doce apóstoles. Murió desollado, convirtiéndose en patrón de los que trabajan las pieles y fabrican lo relacionado con el cuero. 78 Religioso agustino nacido en Sahún, provincia de León, canonizado por el Papa Alejandro VIII. 79 San Miguel Arcángel representa el general de los ejércitos de Dios. En muchos países es el patrono de los militares. 80 Religioso jesuita oriundo de Navarra España, quién contribuyó junto a Ignacio de Loyola en la creación de la Compañía de Jesús. Su nombre era Francisco de Jaso y Azpilicueta. Patrono de la Obra de la Propagación de la Fe. 81 Santo nacido en Madrid, conocido comúnmente en América como San Isidro Labrador y convertido en patrono de los campesinos, agricultores e ingenieros agrónomos. 82 Santo de origen húngaro. Obispo de Sevilla en el siglo VI. Fue perseguido por el rey ostrogodo Totila, seguidor del arrianismo, quién lo toma prisionero y lo decapita. La cabeza es enviada a Sevilla y al llegar a la ciudad la libra de la peste y el hambre.

En lo relacionado con las advocaciones de la Virgen, en las parroquias y cofradías, se destacan Nuestra Señora del Rosario, Nuestra Señora de las Nieves, Nuestra Señora de las Angustias, Nuestra Señora del Socorro, Nuestra Señora de la Candelaria, Nuestra Señora de Belén, Nuestra Señora de Torcoroma, Nuestra Señora de los Remedios, Nuestra Señora de la Concepción, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora de los Dolores y Nuestra Señora de las Mercedes. Además de las advocaciones marianas, sobresalen las de santos como Santa Bárbara66, Santa Ana67, San Pedro68, San Joaquín69, San Roque70, Santo Ecce Homo71, San José71, San Juan Nepomuceno73, San Antonio74, San Vicente Ferrer75, San Cayetano76, San Bartolomé77, San Juan de Sahún78, San Miguel79, San Francisco Javier80, San Isidro81, San Laureano82, San Juan Bautista83, San Lorenzo84, Santiago85, entre otros.

83 Juan el Bautista. Precursor de Jesús de Nazareth a quién bautizó. Decapitado por Herodes. 84 Uno de los siete diáconos de Roma. Murió martirizado en la parrilla en el año 258. Patrono de los cocineros, mineros, curtidores, estudiantes, diáconos y comediantes. 85 Apóstol de Jesús de Nazareth, más conocido como Santiago el Mayor. Santo protector de España, donde se encuentra supuestamente su tumba en Santiago de Compostela, sitio que se convirtió en peregrinación durante la Edad Media, conocido como “Camino de Santiago”. Llamado Santiago Matamoros y protector en el combate contra los moros. Las ciudades de frontera militar y de conflicto con los indígenas en América Latina, lo van a invocar como protector.

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