CAPITULO 1 LA ECOLOGIA EN EL MUNDO Y LAS CIENCIAS NATURALES EN ESPAÑA

CAPITULO 1 LA ECOLOGIA EN EL MUNDO Y LAS CIENCIAS NATURALES EN ESPAÑA "Están llamados, pues, á formar parte de esta Sociedad, no sólo las personas

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CAPITULO 1

LA ECOLOGIA EN EL MUNDO Y LAS CIENCIAS NATURALES EN ESPAÑA

"Están llamados, pues, á formar parte de esta Sociedad, no sólo las personas que por aficion ó deber se dedican á las ciencias naturales, sino también cuantos crean provechoso y conveniente alentar en España tales estudios, propagar los conocimientos que se refieren á este ramo del saber humano, y dar á conocer las producciones naturales del país." Sociedad española de Historia Natural. Circular, 1872.

En 1871, en el clima de efervescencia cultural que siguió a la revolución democrática de 1868, se fundó en Madrid la Sociedad Española de Historia Natural. Esta institución, que por cierto sigue en activo como la más antigua de nuestras sociedades científicas, iba a ser de enorme trascendencia para el desarrollo de las ciencias naturales en España. En su seno se realizaron o. se dieron a conocer muchas de las actividades científicas que tienen relevancia para el tema que aquí interesa, por lo que, como se irá viendo, las publicaciones de la Sociedad constituyen una parte fundamental de las fuentes para la historia temprana de la ecología en España. La fundación de la Sociedad Española de Historia Natural se produce poco después de que, como un desarrollo de las teorías darwinianas, Haeckel propusiese por primera vez el término ecología en 1866. Aunque la invención de la palabra no se corresponde con el inicio de la ecología como tal, que aún tardaría algún tiempo, no deja de ser una referencia importante en la historia de esta ciencia. Más ampliamente, puede decirse que es en esos años cuando se está produciendo el primer impacto de las teorías evolutivas de Darwin, publicadas en 1859, sobre la biología y sobre la ciencia y el pensamiento en general. En España la

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recepción del evolucionismo darwiniano tiene lugar asociada a un proceso social y político de conflicto y cambio ideológicos particularmente intensos. En el ideario de los sectores pro ^resistas que resultan victoriosos en la revolución de 1868, y concretamente entre los científicos e intelectuales, uno de los rasgos característicos es el afán por el desarrollo y la modernización de la ciencia en España, y no cabe duda de que la fundación de la Sociedad Española de Historia Natural ha de entenderse como uno de los productos del sexenio democrático. En el periodo de reactivación que, a caballo de dos siglos, llega hasta 1936, la ciencia en España alcanza una gran parte de esos objetivos de desarrollo y modernización, gracias a los esfuerzos de varias generaciones de investigadores y a la obtención de un cierto apoyo social, que favorece un proceso progresivo de crecimiento y organización institucionales. El papel de iniciativas privadas, como la Sociedad Española de Historia Natural, va siendo asumido por instituciones oficiales específicamente encargadas del fomento de la investigación, de las cuales la más importante será la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, fundada en 1907. Sin embargo, el desarrollo científico no es tan completo como para permitir una equiparación con las principales potencias de la ciencia occidental. Amplias áreas de conocimiento permanecen poco o nada cultivadas y se observan ciertos retrasos en la incorporación de las innovaciones teóricas y metodológicas que, a un ritmo nunca antes conocido en la historia, va generando la ciencia internacional. La ecología es una de esas parcelas u orientaciones científicas que no encuentran un hueco suficiente en la todavía reducida comunidad de científicos españoles, constreñida por limitaciones materiales y culturales que se derivan de las de la propia sociedad española y sus contradicciones. A finales del siglo XIX la ecología ha aparecido, al principio sin una identidad claramente reconocible, como una nueva forma de entender el estudio de la naturaleza viviente, buscando relaciones causales entre la abundancia y la distribución de los organismos y los factores de su medio ambiente, y tomando como objetos de indagación las comunidades y las poblaciones antes que los individuos o las especies. En el primer tercio del siglo XX

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se ha desarrollado y, en medio de múltiples vacilaciones, ha alcanzado una cierta madurez teórica y ha acumulado un cuerpo émpírico de conocimientos de considerable amplitud. En 1935 Tansley propone el término ecosistema, que ha de convertirse en una especie de moneda conceptual común para los ecólogos. Se viene así a cerrar el ciclo inicial de crecimiento de esa disciplina científica a la que Haeckel había dado su partida de nacimiento en 1866. Es un periodo de adolescencia científica, caracterizado por sus atributos de problemas de identidad y de mal acoplamiento entre diversas partes que crecen sin terminar de encajarse. En la década de 19301a ecología internacional experimenta un periodo de transición hacia una fase de mayor madurez, en la que se perfilan los grandes rasgos de la ecología moderna. En España la incorporación a esa ecología madura habría sido quizá más fácil y más completa si el incipiente sustrato científico construido por los primeros ecólogos españoles no hubiese desaparecido con la guerra Civil.

UNA CIENCIA EMERGENTE, LA ECOLOGIA La historia general de la ecología cuenta con algunos trabajos globales extensos (McIntosh, 1985, Acot, 1988, Drouin, 1991, Deléage, 1992) y no pocas aportaciones parciales que, si bien no alcanzan ni por asomo el volumen de publicaciones dedicado a otras disciplinas, han empezado a formar una parte reconocible de la historiografía de la ciencia. Así lo demuestra la aparición desde hace unos años de ensayos bibliográficos específicamente dedicados a recopilar lo publicado sobre la historia de la ecología (Egerton, 1977, 1983, 1985). Sobre esta base intentaré ofrecer una panorámica general del origen, o mejor los orígenes, de la ecología y su desarrollo durante el periodo aquí considerado. El primer problema y uno de los principales de entre los que se plantean al historiar de modo general la ecología es el de establecer sus raíces y su punto de partida (Acot, 1990). Parece claro que al menos una de esas raíces está inserta en la amplia tradición de la historia natural, que no es sino la descripción de la naturaleza. Algunos autores han querido hacer remontar el ori-

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