Chapter 15. Enfoques alternativos de pagos por servicios ambientales: Experiencia del proyecto Silvopastoril

Chapter 15. Enfoques alternativos de pagos por servicios ambientales: Experiencia del proyecto Silvopastoril Muhammad Ibrahim, José Gobbi, Francisco C

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Chapter 15. Enfoques alternativos de pagos por servicios ambientales: Experiencia del proyecto Silvopastoril Muhammad Ibrahim, José Gobbi, Francisco Casasola, Mario Chacón, Ney Ríos, Diego Tobar, Cristóbal Villanueva y Claudia Sepúlveda Prepared for: Ecomarkets: Costa Rica’s Experience with Payments for Environmental Services Gunars Platais and Stefano Pagiola, editors BORRADOR * 14 June 2007 Send comments to the editors [email protected] and [email protected]

15.1 Introduccion La experiencia sobre pago por servicios ambientales, tanto en Costa Rica como en otros países, ha estado enfocada casi exclusivamente hacia los usos de la tierra de bosques y plantaciones forestales. Sin embargo, los paisajes agropecuarios pueden jugar un rol importante en la generación de servicios ambientales paralelo a la provisión de productos para satisfacer el bienestar de las familiar rurales. Este es el enfoque de la experiencia del Proyecto Silvopastoril en Costa Rica. En Centroamérica, nueve millones de hectáreas han sido convertidas de bosque a pasturas en monocultivo, de las cuales se estima que al menos un 60% presentan indicadores de degradación de suelos o de la pastura. Para la reconversión productiva de la ganadería, se ha identificado a los sistemas silvopastoriles como sistemas de producción pecuaria sostenibles debido a sus bondades en relación a sus efectos sobre mejorar los niveles de producción, aumentar la rentabilidad de las fincas ganaderas y presentar un alto potencial para la generación de servicios ambientales. Los sistemas silvopastoriles contribuyen en la conectividad del paisaje para el mantenimiento de especies de interés para la conservación: aves, murciélagos, mariposas y árboles entre otros. Sin embargo, estas tecnologías presentan bajos niveles de adopción debido a sus altos costos de establecimiento. En los últimos años, el CATIE en Costa Rica, NITLAPAN en Nicaragua y CIPAV en Colombia han implementado el Proyecto Enfoques Silvopastoriles Integrados para el Manejo de Ecosistemas (Proyecto Silvopastoril) con financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF de su sigla en inglés) y al apoyo del Banco Mundial. El Proyecto Silvopastoril tiene como objetivos evaluar si el pago de servicios ambientales es un incentivo suficiente para que los productores adopten sistemas silvopastoriles tendientes a generar beneficios ambientales globales y ganancias socio-económicas locales. Al mismo tiempo, el proyecto busca desarrollar una metodología de pago por servicios ambientales orientada a fomentar cambios de usos de la tierra amigables con el ambiente en paisajes agropecuarios. Este capítulo se enfoca en los logros del Proyecto Silvopastoril en la zona piloto de Costa Rica. Específicamente, se describe el efecto del pago sobre los cambios en los usos de la tierra introducidos por los finqueros, se presentan resultados del monitoreo de la generación de los servicios ambientales de captura de carbono y de incremento de la biodiversidad en los usos de la

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tierra más predominantes en el paisaje. Asimismo se muestran resultados de los estudios desarrollados para obtener insumos básicos para el diseño de un pago local por agua, ya que en el área del proyecto se evidenció que el agua era un recurso escaso y que la generación del servicio era de remarcada importancia para las poblaciones de la zona. Finalmente, se comparan los esquemas de pago correspondientes al Proyecto Silvopastoril con el actualmente empleado por el Programa de Pago Por Servicios Ambientales (PSA) implementado por el Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (FONAFIFO).

15.2 Sitio del Proyecto Silvopastoril En Costa Rica, el Proyecto Silvopastoril se implementa en fincas ganaderas del cantón de Esparza en la Región Pacífico Central, con una altitud promedio de 140 m.s.n.m. Presenta una temperatura media anual de 27ºC, con mínimas de 23ºC y máximas de 36º C y una precipitación media anual entre 1500–2000 mm con una estación seca marcada entre diciembre y abril. La humedad relativa es del 60% en la época seca y del 85% durante la época de lluvias (Calvo, 1994). Los suelos del área son Planisoles, Alfisoles, Nitrisoles y Andosoles (Mojica, 1994). La zona de vida es el Bosque Tropical Sub-húmedo (Holdrigde, 1978). La zona de Esparza posee una población de aproximadamente 24.000 habitantes, de los cuales el 56% se encuentra en áreas urbanas. La tasa de desempleo para la zona es del 8% y la de analfabetismo del 12%. El 28,7% de la población de la región es pobre, porcentaje que se encuentra por encima de la media nacional de 20,6% (INEC, 2002). Las principales actividades agrícolas de la región son la ganadería de carne y leche y los cultivos de caña de azúcar, arroz y frutales. La región cuenta con buena infraestructura de comunicación vial; está atravesada por la carretera Panamericana, varias carreteras pavimentadas y una extensa red de caminos secundarios de tierra o revestidos con grava. Esto permite el fácil acceso al principal mercado regional (Puntarenas), y la comunicación con la meseta central, la ciudad de San José (capital del país) y las cuencas lecheras agro-industrializadas de Monteverde y Zapotal.

15.3 Enfoque del Proyecto Silvopastoril En Centroamérica, las pasturas permanentes son uno de los principales usos de la tierra, ocupando aproximadamente 9 millones de hectáreas (ha), equivalentes al 38,7% de la superficie terrestre de la región (FAOSTAT, 2004). Aunque a un ritmo menor al observado durante los años 70s y 80s, el área de pasturas permanentes en la región ha continuado su expansión en los últimos años a tasas que varían entre el cuatro y el nueve por ciento (Szott et al., 2000). Al igual que en el resto de la América tropical, dicha expansión se ha efectuado principalmente a partir de áreas cubiertas de bosque (Barbier et al., 1994; Downing et al., 1992; Kaimowitz, 1996; Repetto y Gillis, 1988; Steinfeld, 2000), por lo que la deforestación inducida por la ganadería ha sido señalada como una de las principales causas de la generación de problemas de erosión, y de pérdida de hábitat naturales y biodiversidad en Centroamérica (Pérez, 2000). Además de los problemas ambientales generados por la pérdida inicial de bosques, el manejo convencional de las pasturas es a menudo poco sostenible. Después de unos pocos años de producción y retornos elevados, el mal manejo de los recursos forrajeros trae aparejado la degradación de las pasturas y de los suelos, con los consecuentes deterioros en la producción de ganado y en el ambiente. La resultante reducción en los ingresos de los productores deriva en la persistencia de la pobreza y en mayor presión para desmontar áreas adicionales de bosque o degradar aún más su capital natural.

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Los enfoques clásicos de conservación, los cuales han estado dirigidos a preservar hábitat prístinos dentro de parques nacionales u otras categorías de áreas naturales protegidas, si bien son necesarios, no han resultado suficientes frente a las crecientes presiones para la conversión de hábitat naturales en tierras bajo producción. En este contexto, las tecnologías silvopastoriles ofrecen una alternativa ambientalmente amigable frente a los sistemas convencionales de producción ganadera en la región. Los sistemas silvopastoriles—entre los que se encuentran los árboles en las pasturas, los bancos forrajeros de ramoneo y de corta y acarreo, y las cercas vivas (Pezo y Ibrahim, 2000)—permiten mejorar la productividad de las pasturas (Esquivel, en preparación) y del ganado (Betancourt et al., 2003; Holmann et al. 1992, 2004), diversificar la producción (Current et al., 1995) y generar incrementos en los ingresos (Alonzo et al., 2001; Dagang y Nair, 2003; Gobbi et al., en preparación; Souza et al., 2000). Asimismo, los sistemas silvopastoriles son capaces de fijar cantidades importantes de carbono en el suelo y la biomasa aérea (Fisher et al., 1994, Ibrahim et al., 2007); proveer hábitat para biodiversidad (Harvey y Haber, 1999; Saénz et al., 2007) y conectividad al paisaje (Harvey et al., 2005), y disminuir la escorrentía superficial (Ríos, 2006). No obstante las numerosas bondades productivas y ambientales descritas anteriormente, los sistemas silvopastoriles presentan bajos niveles de adopción (Dagang y Nair, 2003). La renuencia de los productores para la implementación de sistemas silvopastoriles está causada principalmente por los elevados costos iniciales para su establecimiento, los costos de oportunidad asociados con la demora en el tiempo hasta que los sistemas se vuelven productivos y la rentabilidad limitada que presentan la mayoría de los mismos. Estudios preliminares sobre la rentabilidad privada de la incorporación de sistemas silvopastoriles en Costa Rica muestran que—dependiendo de la tecnología silvopastoril—se requieren inversiones iniciales de entre US$215 y US$660 por hectárea, se debe esperar entre seis meses y un año para que el sistema comience a producir, y se obtienen retornos de entre 8 y 17 por ciento (Gobbi, 2005). A estas restricciones, se suma la limitante de los productores para obtener crédito destinado a incorporar sistemas silvopastoriles, ya que los créditos están generalmente disponibles para propósitos específicos (por ejemplo, retención de vientres o incorporación de pasturas mejoradas) y poseen requerimientos colaterales que son muchas veces difíciles de cumplir para los finqueros. Por otro lado, los beneficios ambientales de la incorporación de sistemas silvopastoriles, tales como captura de carbono o conservación de la biodiversidad, son poco conocidos por los productores. Aunado a esa falta de conocimiento, se encuentra la condición de que dichos beneficios constituyen externalidades. Consecuentemente, los mismos no son tomados en cuenta a la hora de tomar decisiones acerca de los usos de la tierra, lo que reduce las posibilidades de implementar prácticas que los generen, tales como los sistemas silvopastoriles. El reconocimiento de este problema y de las barreras para la adopción de los sistemas silvopastoriles mencionadas anteriormente, llevó al diseño de un mecanismo de pago a los finqueros por los servicios ambientales globales que los sistemas silvopastoriles generan, de tal manera que el ingreso de ganancias adicionales haga que las prácticas silvopastoriles resulten más rentables y, por ende, más atractivas que las prácticas ganaderas convencionales. El supuesto detrás del mecanismo propuesto es que un pago relativamente pequeño otorgado por un período de tiempo limitado y al principio de la adopción de los sistemas silvopastoriles sería suficiente para cambiar a favor el balance entre éstos y los sistemas ganaderos convencionales. El efecto del pago, entonces, actuaría a través de incrementar el retorno de las inversiones asociadas a los sistemas silvopastoriles y de reducir el periodo de repago de las mismas, a la vez que aliviaría los problemas de liquidez encontrados por muchos

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finqueros para financiar las inversiones iniciales. Si este supuesto es correcto, los sistemas silvopastoriles serían sostenibles per se una vez establecidos, por lo que no necesitarían de pagos posteriores. Sin embargo, este supuesto no está exento de dudas. Pagos por periodos cortos crean el riesgo de que los usuarios de la tierra reviertan a sus prácticas previas de uso del suelo una vez finalizado el mismo (Pagiola et al., 2004). Este riesgo ha sido observado en numerosas ocasiones, tales como en proyecto de conservación de suelos o de reforestación (Lutz et al., 1994). No obstante, los pagos representan una porción pequeña de los costos de inversión (considerando tanto los de establecimiento como los incrementales de operación), haciendo de esta manera menos probable que los usuarios de la tierra implementen prácticas solamente para recibir los pagos, aunque piensen en abandonarlas en el futuro. El diseño del esquema de pago por servicios ambientales incluyó la generación de un índice ecológico y la operacionalización del mismo (Murgueitio et al., 2003; Gobbi et al., 2005). El índice ecológico fue utilizado para estimar la cantidad de servicio ambiental generado por los usos de la tierra presentes en la zona de estudio y fue construido utilizando información secundaria, experimentos en campo y estimaciones por expertos. El índice incluye tanto usos de la tierra orientados a producción ganadera (por ejemplo, pasturas y bancos forrajeros) como usos de la tierra orientados a conservación (por ejemplo, cercas vivas y bosques) que se encuentran presentes en el área de implementación del proyecto (Cuadro 15.1). El índice asigna puntos a cada uso de la tierra según su capacidad para generar servicios ambientales—en este caso carbono y biodiversidad. Los sistemas de uso de la tierra fueron calificados para cada servicio ambiental en una escala de 0 a 1 según su contribución a la generación de dichos servicios ambientales; lo cual significa que para el bosque primario—el sistema con máximo aporte en servicios ambientales—el índice fue de 2 puntos (1 para carbono y 1 para biodiversidad) mientras que para pasturas degradadas fue de 0 puntos. La operacionalización del esquema de pago se basa en el índice ecológico, como indicador de la provisión de servicios ambientales por cambios en los usos de la tierra en una finca determinada. Los pagos se efectúan en forma proporcional al incremento total en servicios ambientales, medidos por el índice ecológico, con relación a una línea base establecida en el primer año. La cantidad a pagar por servicios ambientales surge de multiplicar el puntaje obtenido por la finca por el valor monetario asignado al punto del índice. La duración del periodo de pago es de cuatro años. Un aspecto clave de la operacionalización del esquema de pago es la definición del nivel apropiado del valor monetario por punto incremental del índice ecológico, ya que la inducción hacia cambios en el uso de la tierra deseados depende de que el nivel de pago sea suficiente para favorecer las prácticas silvopastoriles sobre las actuales. El nivel de pago fue inicialmente establecido en US$50 por punto incremental del índice ecológico, pero fue posteriormente elevado a US$75 luego que reportes del personal de campo indicaban que los finqueros consideraban los pagos insuficientemente atractivos para justificar la implementación masiva de prácticas silvopastoriles. Es posible que los finqueros consideraran que el monto de pago no era lo suficiente como para compensar su percepción sobre el nivel de riesgo asociado a la inversión en sistemas silvopastoriles. A su vez, y dado lo novedoso del enfoque, es posible que también existiera el problema potencial de la credibilidad de la promesa del proyecto de pagar por los servicios ambientales.

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El esquema de pago inicialmente diseñado contemplaba solamente el pago a los finqueros por las mejoras incrementales en los usos de la tierra deseados. Sin embargo, este enfoque escondía el riesgo potencial de crear incentivos perversos, ya que los finqueros podían eliminar usos de la tierra deseables (por ejemplo, bosques y pasturas arboladas) a fines de presentar una línea de base más baja y, de esta manera, poder obtener pagos mayores cuando hicieran los cambios. A su vez, existía el riesgo que aquellos que no participaran en el proyecto en zonas aledañas pospusieran la incorporación de sistemas silvopastoriles, en espera de un proyecto que pudiera compensarlos por hacerlo. Por tal razón, se decidió compensar a los finqueros por los servicios ambientales preexistentes a través de un pago único de US$10 por punto de la línea de base, hasta un máximo de US$500 por finca. El número de fincas ganaderas participantes en el proyecto en Costa Rica en la actualidad es de 124. El número total de fincas participantes en el proyecto fue definido en función de los fondos disponibles para el pago por servicio ambientales y del monto máximo a pagar por finca por servicios ambientales (ver más abajo). Los criterios para la selección de las fincas participantes fueron los siguientes: (i) ser pequeños y medianos productores, (ii) la ganadería es la principal fuente de ingresos de la finca, (iii) tenencia de la tierra asegurada, (iv) anuencia del finquero a la firma de un contrato que estipula las condiciones bajo las cuales se efectúa la certificación y pago de los servicios ambientales y (v) anuencia del finquero a permitir el monitoreo de los cambios en el uso de la tierra en su finca. Dado que el proyecto persigue el objetivo de orientar la aplicación del pago por servicios ambientales hacia prácticas silvopastoriles, se hace necesario evaluar el grado en el cual el proyecto estimula a los finqueros participantes a implementar los cambios deseados en el uso de la tierra. Por tal razón, y para poder distinguir el efecto del proyecto de otras tendencias que afecten cambios en el uso de la tierra, el monitoreo de los cambios en el uso de la tierra se implementa en tres grupos de fincas. Un grupo focal de 96 fincas que recibe pago, y un grupo control de 28 fincas que no recibe ningún tipo de pago. A su vez, el grupo focal se dividió en dos grupos: 69 fincas reciben tanto pagos como asistencia técnica, mientras que un subgrupo de 27 fincas recibe solamente pago; de manera tal que se pudiera medir el efecto de la asistencia técnica provista por el proyecto. En el grupo de los que reciben pagos, hay un subgrupo de 46 fincas que reciben pagos solo par dos años y no cuatro, para poder observar si las practicas adoptadas con el pago se abandonan cuando se para el pago.

15.4 Efectos del Proyecto Silvopastoril El proyecto Silvopastoril hizo el pago para la línea base en agosto del 2003. Después de haber medido los cambios de uso de la tierra se hicieron los pagos adicionales en julio del 2004, 2005 y 2006. Cambios de usos de la tierra El área total que comprenden las 96 fincas que reciben pagos en la zona de Esparza es de 3124,5 ha. Los usos de la tierra que mostraron mayor cambio en el período del 2003 a 2006 fueron las reducciones—según orden de importancia—en pasturas naturales, pasturas degradadas y pasturas mejoradas sin árboles (Cuadro 15.2). Esos usos fueron convertidos en su mayoría a pasturas mejoradas con árboles. Los usos de la tierra con cambios positivos, en orden de valor fueron las pasturas mejoradas con árboles, los bosques y las cercas vivas que pasaron de 156,1 km en el año 2003 a 386,1 km en el 2006.

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A nivel de grupos de fincas, la presencia de áreas de bosques, de pasturas mejoradas con alta densidad de árboles y de cercas vivas fueron significativamente mayores en fincas con pagos que las de control (Figura 15.1). Los productores realizaron los mayores cambios de usos de la tierra hacia aquellos con mayor impacto en la productividad de la finca, como las pasturas mejoradas con alta densidad de árboles. La incorporación de bancos forrajeros fue marginal. Cambios hacia usos de la tierra con fines principalmente de conservación, como los bosques, fueron implementados en menor grado. Cabe destacar que entre los usos de la tierra asociados a la producción que promueve el proyecto, los árboles dispersos en potreros y las cercas vivas (simples y multiestrato) tienen mayor relevancia en cuanto a la generación de servicios ambientales que las pasturas mejoradas en monocultivo y los bancos forrajeros de corte y acarreo (de especies como Cratylia argentea, o Sacharum officinarum). El incremento del componente forestal en la finca se efectuó por medio del manejo de la regeneración natural, en términos de selección, retención y protección de los mejores individuos y su distribución espacial (dispersos) en el potrero. La preferencia en la introducción de árboles en potreros por medio de la regeneración natural se debe a que la siembra de árboles implica la clausura temporal de potreros para la protección de los árboles contra daños por los animales, lo cuál representa un costo de oportunidad en términos de producción que los productores generalmente no están dispuestos a asumir. También es de señalar que el pago favoreció, al menos en el período del proyecto, la protección de usos de la tierra orientados a conservación, como así también un leve incremento en el área de los mismos. Por otro lado, los productores invirtieron en la transformación de cercas vivas simples (cercas manejadas con una especie y con poda) a cercas vivas multi-estrato (cercas con varias especies de árboles y estratos) que tienen mayor importancia para la conservación de la biodiversidad. El puntaje ecológico, expresado tanto en puntos por finca como por hectárea, fue diferente significativamente entre los grupos de fincas que reciben pagos y el control (Figura 15.2). Es notable que la asistencia técnica no mostrara efecto significativo sobre el puntaje ecológico entre los distintos grupos de fincas, aunque se observó una tendencia a un mayor puntaje en aquellas con asistencia técnica. Esto se podría atribuir a que las fincas están localizadas en un paisaje pequeño, donde existe intercambio de información entre productores por parentesco, amistad y pertenencia a asociaciones, entre otros factores, los que no permiten aislar el efecto de la asistencia técnica (Holmann et al., 2004). Por otro lado, el pago está actuando como un incentivo que les permite a los productores que lo reciben realizar cambios en los usos de la tierra a una mayor velocidad respecto a productores que no reciben este incentivo. Conforme aumenta el tamaño de la finca, el puntaje ecológico incremental total de la finca tiende a ser mayor, y conforme el pago total acumulado recibido fue mayor. Sin embargo, el puntaje ecológico incremental por hectárea fue similar estadísticamente entre los distintos estratos de fincas (Figura 15.3). No se encontraron diferencias en los pagos por hectárea entre los distintos estratos de tamaños de fincas, aunque se observó una tendencia a que las fincas más pequeñas recibieran pagos más altos por unidad de superficie. El pago promedio por servicios ambientales acumulado por finca (2003–2006) fue similar entre el grupo que recibe pagos y asistencia tecnica (US$2225/finca, US$79/ha) y el grupo que solo recibe pago (US$2114/finca, US$75/ha). . Secuestro de carbono Para la cuantificación del secuestro de carbono, el proyecto seleccionó siete de los principales usos de la tierra presentes en Esparza. El proceso de cuantificación consistió en dos

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pasos: la cuantificación de los depósitos de carbono en campo, para lo cual se diseño una metodología que permitió determinar el carbono en el suelo hasta 1 metro de profundidad (Amézquita et al., 2005) y el carbono en la biomasa arbórea (Andrade e Ibrahim 2003). Además se desarrollaron modelos de secuestro de carbono anual mediante la aplicación del programa para ordenador CO2Fix (Schelhaas et al., 2004). Los resultados obtenidos mostraron que los depósitos totales de carbono (sumatoria entre carbono orgánico en el suelo y en la biomasa arbórea) en las pasturas degradadas fueron de solo 26,48 toneladas de carbon (tC) por hectarea (Figura 15.4). Los depositos fueron mayores en los bosques secundarios, con 297,63tC/ha, y en las plantaciones forestales de Tectona grandis, con 187,48tC/ha. Por su parte, los usos de la tierra conformados por pasturas mejoradas y naturales con baja y alta densidad de árboles se encontráron en un rango entre las 114,4 a 143,0tC/ha. Al modelar el secuestro de carbono con CO2Fix se encontró que las pasturas degradadas son el uso de la tierra que secuestra menor cantidad de carbono anualmente. Se estima que en un plazo de 30 años, una pastura degradada sin árboles habría secuestrado solamente un total de 0,18tC/ha en el suelo, mientras que pasturas naturales con alta densidad de árboles podrían secuestrar durante el mismo periodo 37,36tC/ha. En el estudio desarrollado no se lograron encontrar pasturas mejoradas con edades mayores de 12 años, pero vale la pena resaltar que una pastura mejorada con árboles podría secuestrar en un periodo de 30 años unas 27,44tC/ha. Como era de esperarse, las plantaciones forestales lograron secuestrar cantidades de carbono mayores de hasta 72,09tC/ha. Estos datos coinciden con los reportados por Ramos (2003) para la misma zona. Utilizando las tasas de secuestro anual de carbono generadas con CO2Fix, se estimó la tasa de secuestro al nivel de paisaje debido a los cambios de usos de la tierra introducidos por el Proyecto Silvopasotril hasta la fecha. Los cálculos mostraron que al inicio del proyecto el paisaje poseía un total de depósitos de carbono de 10.715tC, y que al cabo de tres años los depósitos de carbono alcanzaron las 13.620tC, lo que implica un incremento de 2.909tC, que representan 10.660 toneladas de ecuivalentes de COe (tCO2e) capturadas. Conservación de biodiversidad Uno de los principales logros del proyecto ha sido el aumento de la cobertura arbórea en potreros, a través del manejo de la regeneración natural y la siembra de árboles en potreros, y el incremento de las cercas vivas diversificadas o multiestrato. Esta cobertura arbórea es de vital importancia para ayudar a proteger y conservar la biodiversidad. El aumento de la cobertura arbórea permite conectar fragmentos de bosque y actuaría como corredores biológicos para fauna y flora, ya que facilitan el movimiento de los animales entre parches de bosque y, para algunas especies, cumplen la función de proveer hábitat (Cárdenas et al., 2003; Villanueva et al., 2006; Harvey et al., 2005; Saenz et al., 2007). Aspectos tales como la estructura, composición, manejo y arreglo espacial de las pasturas arboladas y las cercas vivas multiestrato son relevantes para la conservación de aves y mariposas. En el paisaje ganadero de Esparza, de las 158 especies de aves encontradas: 36 fueron observadas en pasturas con alta cobertura arbórea, 34 en cercas vivas multiestrato, 18 en pasturas degradadas y 36 en bosques secundarios (Sáenz, 2005). De las 128 especies de mariposas registradas, 54 especies fueron apreciadas en las cercas vivas multiestrato y 44 en pasturas con alta cobertura arbórea (Tobar et al., 2006) (Figura 15.5). Se han registrado especies de interés para la conservación como el pájaro campana (Procnias tricarunculata), el buco barbón (Malacoptila panamensis), el pinzón aceitunado (Arremonops rufivirgatus), el pinzón piquinaranja (Arremon aurantiirostris), el soterrey rufo y blanco

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(Thryothorus rufalbus) y el mosquero real (Onychorhynchus coronatus), y el gavilán blanco (Leucopternis albicollis), y las mariposas (Panthiades bathildis, Dynamine milita, Neographium epidaus). Estas especies son sensibles a la reducción de su hábitat natural, especialmente la cobertura arbórea, por lo que es probable que con la implementación de los sistemas silvopastoriles efectuada por los productores en sus fincas se haya contribuido a la conservación de estas especies dentro del paisaje agropecuario. Efectuando una comparación con la riqueza de especies presentes en un área protegida cercana al área de estudio, los paisajes fragmentados de Esparza pueden mantener entre el 67% de las especies de aves, el 83% de las especies de mariposas y el 77% de las especies de árboles presentes en el Parque Natural Santa Rosa (Sáenz, 2005). De lo anterior se desprende que es evidente que la diversidad arbórea presente en los sistemas silvopastoriles juega un papel importante para la conservación de la fauna silvestre, aunque menor al de las áreas de bosque protegidas. Mejoras del recurso hídrico El potencial de los sistemas silvopastoriles para contribuir en la provisión de los servicios hidrológicos (cantidad y calidad) es el servicio ambiental menos estudiado. Si bien el Proyecto Silvopastoril no desarrolló un esquema de pago por servicios ambientales hídricos, se desarrollaron investigaciones para conocer el comportamiento hidrológico y potencial de los principales usos de suelo presentes en la zona de intervención (pasturas degradadas, pasturas nativas con árboles, pasturas mejoradas con árboles, bancos forrajeros, plantaciones forestales y bosque secundario intervenido). Los efectos más importante de los sistemas silvopastoriles sobre el balance hídrico se observan de varias formas: (i) actuando como barreras, las cuales controlan la escorrentía; (ii) como cobertura, la cual reduce el impacto de gota, y (iii) como mejoradores del suelo, incrementan la infiltración y la retención de agua. Esto efectos dependen del tamaño de los árboles, principalmente su altura y cobertura (Ríos, 2006). Estudios desarrollados demuestran que pasturas bien manejadas con bajas presiones de carga animal, y que mantienen una buena cobertura a través del año son muy eficientes en la captación de agua (Cárdenas et al., 2006). Por otro lado las tasas de evapotranspiración son más bajas en sistemas de pasturas sombreadas que en pasturas puras, especialmente donde estas están expuestas a fuertes vientos. Esto conlleva a una mayor humedad del suelo bajo las copas de los árboles comparados a suelos bajo pasturas a campo abierto. A medida que crecen los árboles el impacto positivo sobre la humedad del suelo puede incrementarse. Estos argumentos se reforzaron con investigaciones llevadas a cabo en Costa Rica y Nicaragua con la finalidad de conocer el comportamiento hidrológico en sistemas ganaderos tradicionales y silvopastoriles. Los cuales mostraron que: la pastura nativa sobrepastoreada presentó una escorrentía superficial cinco a cuatro veces mayor al tacotal, tres a dos veces mayor a la pastura mejorada con árboles y de once a siete veces mayor al banco forrajero (Cárdenas et al., 2006; Ríos, 2006 (Figura 15.6). En cuanto a la calidad del agua, trabajos realizados en el Proyecto Silvopastoril muestran que la calidad del agua a nivel físico-químico presenta alteraciones importantes debido al cambio de uso de suelo, factor principal que influencia la vulnerabilidad del recurso. Asimismo, se evidencia que la presencia del bosque ribereño brindan beneficios al ecosistema acuático, evidenciándose una mayor diversidad y riqueza de macroinvertebrados bentónicos indicadores de agua de buena calidad, teniendo también, un efecto positivo en la disminución de sedimentos y nutrientes que ingresan a los cursos de agua (Auquilla, 2005).

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15.5 Comparación entre el Proyecto Silvopastoril y el Programa de PSA El Proyecto Silvopastoril representa un enfoque distinto respecto al programa nacional de PSA, ya que el mismo se orienta a los paisajes agropecuarios en vez de los bosques y las plantaciones forestales. En este sentido, es interesante considerar las diferencias existentes entre la operatoria de los dos programas de pago. En el Cuadro 15.6 se presentan las características principales de ambos esquemas. Además de la diferencia en cuanto al tipo de paisaje y de usos de la tierra que los dos esquemas de pago compensan, los mismos presentan una serie de diferencias relevantes en cuanto a: (i) la forma de alcanzar el objetivo de generación de los servicios ambientales, (ii) la cuantificación y monitoreo de los servicios ambientales generados y (iii) la forma de pago de los servicios ambientales. A continuación se presenta una discusión de las mismas. Es claro que el objetivo de ambos esquemas de pago se dirige a asegurar la provisión de servicios ambientales. No obstante, la modalidad para alcanzar dicho objetivo es diferente entre ambos esquemas. Los pagos del Proyecto Silvopastoril se dirigen a promover la implementación de prácticas agropecuarias—en particular sistemas silvopastoriles—amigables con el ambiente y a la restauración de paisajes agropecuarios degradados (por ejemplo, plantando árboles en pasturas o liberando áreas sin vocación ganadera para la regeneración natural). Consecuentemente, este mecanismo promueve activamente la transformación de paisajes degradados dominados por la ganadería hacia usos de la tierra que generan servicios ambientales y que, al mismo tiempo, aumentan la sostenibilidad ambiental y económica de los sistemas productivos involucrados (Gobbi, 2006). Este aspecto representa una marcada divergencia con relación a la modalidad empleada por el Programa de PSA, la cual se orienta mayoritariamente a la preservación del bosque existente (ver Capítulo 3). En este sentido, los pagos del Programa de PSA representan una compensación por los costos de oportunidad de conservación en que los dueños de la tierra incurren por no modificar las áreas de bosque que generan los servicios ambientales. Por el contrario, los pagos del Proyecto Silvopastoril tienen la función de hacer marginalmente más rentable los usos de la tierra asociados a los sistemas de producción pecuaria amigables con el ambiente vis-a-vis los sistemas ganaderos convencionales degradativos. Una marcada diferencia entre el Proyecto Silvopastoril y el Programa de PSA es la posibilidad del primero de basar sus pagos en la cantidad esperada de servicio ambiental que generarían los usos de la tierra incorporados por los finqueros a través del índice ecológico. . Si bien el cómputo de los pagos por medio del índice puede aumentar los costos de monitoreo del sistema (aunque esta alternativa es más barata que medir directamente la cantidad de servicio ambiental generada por distintos usos de la tierra), el mismo permite enfocar con mayor precisión los esfuerzos del esquema de pago. A diferencia del enfoque binario del Programa de PSA, que considera que un pedazo de tierra provee o no provee servicios ambientales, el Proyecto Silvopastoril reconoce los diferentes niveles en la provisión de servicios ambientales por parte de distintos usos de la tierra, y proporciona pagos acordes con ello (Pagiola et al., 2004). Otro aspecto en que difieren ambos esquemas de pago es en cuanto al enfoque para evitar problemas de “fuga”. El problema de fuga es referido generalmente como la pérdida no anticipada de los beneficios de un proyecto debido a la implementación de las actividades del mismo (Brown et al., 1997; Mora Cousta et al., 2000; Watson et al., 2000) y constituye uno de las principales preocupaciones de la integridad de los beneficios de los proyectos asociados con deforestación evitada (Auckland et al., 2002). El Programa de PSA asume que el problema de fuga no es de importancia (Chomitz et al., 1999), por lo que la operatoria requiere solamente el

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monitoreo del área en la finca sujeta al pago o la cantidad de árboles por las cuales se realiza el pago. Por lo tanto, no hay un seguimiento de los cambios en los usos de la tierra que pueden ocurrir en otras partes de la finca. Por el contrario, en el Proyecto Silvopastoril, la finca en su totalidad está sujeta al monitoreo, ya que el puntaje que obtiene el finquero por medio de la aplicación del índice de cambio de usos de la tierra—y que sirve como base para computar el monto del pago—se calcula al nivel de finca. De esta manera, se intenta abordar el problema de fugas, para evitar que el finquero incorpore cambios en el uso de la tierra que generen servicios ambientales en una parte de su finca pero, al mismo tiempo, realice cambios que disminuyan o eliminen la provisión de servicios ambientales en otra parte de su propiedad resultando en un balance negativo en cuanto a la generación de los mismos. El Programa de PSA Hídrico (PSAH) de México tiene un enfoque similar, pues el monitoreo se efectúa a nivel de lops ejidos participantes en su totalidad y se suspenden los pagos en caso que se detecte la corta de árboles en algún área del mismo (Muñoz et al., 2006). Si bien el enfoque del Proyecto Silvopastoril atiende el problema de fugas a escala de la finca, el mismo no aborda los potenciales desplazamientos de actividades que puedan presentarse a escala de paisaje, en caso que los finqueros decidieran mudar sus prácticas ganaderas extensivas a otras fincas de la zona. Por ejemplo, un finquero que posee más de una finca, caso que no es excepcional en la zona de Esparza, podría descargar de ganado la finca que participa en el proyecto para dejar áreas bajo regeneración natural y recibir pago por ello, al mismo tiempo que mueve su ganado a una segunda finca, sobrecargando la misma y degradando sus pasturas, con la consiguiente pérdida de servicios ambientales en el balance total. La forma de pago empleada por ambos esquemas de pago por servicios ambientales difiere en, al menos, tres aspectos. En primer lugar, la forma de pago del Proyecto Silvopastorilcompensa sólo los servicios ambientales incrementales con relación a una línea de base establecida al primer año de la operatoria. Esto es, se compensan aquellos servicios ambientales adicionales a los ya generados en la finca y que surgen de la incorporación de nuevas áreas bajo usos de la tierra amigables con el ambiente. Al contrario, el Programa de PSA—específicamente con relación a su modalidad de conservación de bosques—paga ha todos lo que tienen bosques. Esta diferencia tiene implicancias prácticas, ya que el Proyecto Silvopastoril requiere que se inicie el monitoreo de los usos de la tierra antes de comenzar el pago por los servicios ambientales para establecer la línea de base, lo cual el Programa de PSA no necesita. A su vez, la mecánica de pago en forma incremental presenta la desventaja potencial de que la misma no compensa comportamientos positivos pasados del finquero. Esto es, aquellos finqueros que han implementado usos de la tierra amigables con el ambiente previo a su ingreso al sistema de pago, no reciben compensación por los mismos. Tal como se mencionó en la sección 15.3, esta desventaja presenta el riesgo de generar incentivos perversos, lo cual requirió un pago único por línea de base para disiparlo. Sin embargo, el pago en forma incremental es un aliciente para promover cambios hacia usos de la tierra amigables con el ambiente, ya que a más cambio, más pago. En segundo lugar, si bien ambos esquemas están basados en pagos por unidad de área, los participantes del Programa de PSA reciben un monto fijo por hectárea, mientras en el caso del Proyecto Silvopastoril el monto del pago está en función del tipo y trayectoria de los cambios de usos de la tierra que generen servicios ambientales incorporados por el finquero. Esta diferencia en la forma de computar el pago implica que en el caso del Proyecto Silvopastoril se deba estimar la “cantidad” incremental de servicio ambiental generado por el dueño de la tierra al efectuar los cambios en el uso de la tierra por medio del índice ecológico mencionado

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anteriormente. Si bien esta forma de pago es más compleja que la aplicación de un pago fijo por unidad de superficie, presenta la ventaja que el monto pagado se corresponde a una provisión más “real” del servicio ambiental. Por último, y altamente relacionado al punto discutido anteriormente, la distribución de los pagos a lo largo de la duración de la operatoria en el Proyecto Silvopastoril están sujetos a la cantidad de servicio ambiental generado. En otras palabras, el monto de pago varía a lo largo del tiempo en función del esfuerzo del finquero en incorporar mayores áreas en la finca bajo usos de la tierra que generen servicios ambientales. Por el contrario, bajo el Programa de PSA la distribución anual de los montos de pago está definida por adelantado en función de una escala porcentual de desembolso del pago total aplicable a cada modalidad a lo largo del período de compensación.

15.6 Conclusiones El Proyecto Silvopastoril ha desarrollado una metodología de pagos por servicios ambientales para fomentar la adopción de los sistemas silvopastoriles en fincas ganaderas. Los resultados del proyecto muestran que estos sistemas contribuyen en la generación de servicios ambientales: conservación de la biodiversidad, secuestro de carbono y en la conservación de los recursos hídricos. Con base en estos resultados, el proyecto colaboró con FONAFIFO para desarrollar e implementar un sistema de pago por servicios ambientales en los sistemas agroforestales (SAFs) entre los que se incluye la siembra de árboles en cercas vivas y en potreros. Sin embargo, la modalidad de SAF desarrollado por FONAFIFO está basada en un pago para la siembra de cada árbol y no en un sistema de puntaje para usos de la tierra con diferentes densidades y estructuras de vegetacion, como en el Proyecto Silvopastoril. El enfoque adoptado por el FONAFIFO tiene una ventaja que es el menor costo del monitoreo comparado con el uso de un índice, pero hay un riesgo que los arreglos establecidos no generen necesariamente servicios ambientales—por ejemplos árboles en pequeños grupos aislados. El Proyecto Silvopastoril está trabajando con FONAFIFO para mejorar la metodología de los SAFs, y se propone hacer el pago por sistema agroforestal y no por árbol plantado. La duración del proyecto silvopastoril fue de cuatro años y es relativamente corto el tiempo para emitir conclusiones validas acerca de la sostenibilidad en los cambios de uso de la tierra realizados. Los resultados del proyecto indican que el grupo de productores con pagos por dos años siguen manteniendo los cambios positivos de uso de la tierra, pero hay que esperar más tiempo para evaluar la decisión que ellos tomen de continuar o no con estos tipos de usos de la tierra. La implementación de sistemas silvopastoriles productivos (por ejemplo, bancos forrajeros y pasturas mejoradas con árboles) están asociados al incremento en la producción y la rentabilidad de las fincas, es posible que se necesite un incentivo a corto plazo para fomentar la adopción de estas tecnologías. En sistemas como los bosques secundarios y bosques riparios debido a que tienen poco impacto en la economía de la finca, hay que diseñar estrategias de pagos a largo plazo para estos sistemas. El Proyecto Silvopastoril está desarrollando una estrategia de sostenibilidad con diferentes mecanismos de financiamiento. A nivel global se está negociando para la venta de carbono en los mercados voluntarios y en el Fondo Bio-Carbono. Además, el proyecto en colaboración con Allianza de bosque (Rainforest Alliance) está desarrollando normativas para la certificación de productos (p.e., leche y carne) producidos con buenas prácticas agrícolas, que contribuyan a la conservación de la biodiversidad, el secuestro de carbono y la conservación del recurso hídrico. Se espera que los precios diferenciales para los productos certificados sean un

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incentivo para la adopción de los sistemas silvopastoriles. Además se ha negociado para que FONAFIFO siga pagando servicios ambientales en aquellos usos de la tierra (bosque secundaria, plantaciones forestales, sistemas agroforestales) que cumplen los requisitos establecidos por el fondo.

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Cambio en área (%)

100

Solo pago Pago y asistencia tecnica Control

80

c

c

60

e

e

f

40

d

20

a

a

b

0 Bosque

Cerca viva

Pasto mejorado con alta densidad de arboles

Notas: ‘Bosque’ incluye parches de bosque, bosques secundarios, bosques riparios y tacotales. Barras con letras diferentes indican diferencia significativa según prueba de Duncan (p 51 Tamaño de la finca (ha)

Notas: Barras con letras diferentes indican diferencia significativa según prueba de Duncan (p

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