Story Transcript
Con el barro de tu frente. Mujeres en el umbral del taller y el hogar1
∗
Ricardo Romo Torres
Introducción Los recuerdos son el aroma de la experiencia. Es por eso que el presente ensayo está redactado con los hilos del recuerdo y desde la pretensión de volver a pasar por el corazón las experiencias vividas; por ello, no es una descripción exhaustiva de los sucesos acaecidos en el momento de incursionar en la problemática implicada en la alfarería y sus actoras. Pues en consonancia con lo que dice Shakespeare: “Vistas las cosas en la cámara oscura del recuerdo, toman un relieve singular" es la singularidad detectada en la atmósfera de las artesanas en donde inevitablemente hay sombras, umbrales y penumbras tras el reflejo de luz especificado por la memoria. Cuánta razón tenía Kierkegaard cuando afirmaba: “Para obtener un recuerdo hay que conocer los contrastes entre sentimientos, situaciones y entornos”. De esta forma, en lugar de continuidad descriptiva de lo narrado por ellas, hemos optamos por las ráfagas de instantes que buscan diseñar una constelación con base en la recursión orientada a los otros y otras. Tejedoras de barro Centraremos nuestra descripción en la obra de dos mujeres artesanas: Martina Covarrubias y María Arana, en virtud de su representatividad dentro del marco del trabajo artesanal. Ambas disponen de componentes tales como el barro, el fuego, el agua para amasarlo y, lo más importante, el movimiento para tejer y recrear objetos alfareros, en este caso figuras hechas con base en arcilla. Martina y María se ubican en contextos artesanales de Tlaquepaque y Tonalá, respectivamente2. 1
Agradezco a Marcela Ramírez, Mónica Gallegos, Rocío Salcido y Juan Campechano sus observaciones y comentarios. ∗ Profesor Investigador del Departamento de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos, CUCSH, UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA. 2 Tlaquepaque ha sido un lugar productor de nacimiento y macetas de barro, entre otras artesanías. A diferencia, Tonalá que se especializaba en otros objetos, entre ellos los de la rama alfarera del bruñido. Para una mayor información respecto de esta última ver Romo (1990). Martina fue entrevistada en agosto de 1985, en el caso de María se sostuvieron conversaciones con ella en julio del mismo año.
113
Martina Covarrubias Martina emprende un movimiento que es, a la vez, corporal y cultural. Con las manos y todo su cuerpo produjo figuras en movimiento. Cuando la entrevistamos manifestó su disgusto al observar en su entorno la elaboración de figuras de barro tiesas y sin alma. Ella procuraba moverse para salir de la inercia cultural de la época, manifestando así el doble despliegue físico y simbólico. Se opuso a la solemnidad plasmada en las figuras rígidas y estiradas, procurando ejercer desde su obra un desenvolvimiento creativo en torno a figuras en movimiento, con ánima y ánimos. Sus acotaciones al trabajo de otros asumen las modalidades, pero también los matices que sugieren una especie de cromatización de la crítica. Logró hacer un desplazamiento recíproco entre la cultura popular encarnada en la artesanía y la expresión culta (oculta, pues tras los descansos que se da, después de un período de la jornada, procura tomar a hurtadillas y por asalto la biblioteca de su tío para leer, disfrutando el oasis de temas de su interés). Buena lectora de libros y de su realidad, hereda a sus hijos el hábito de posar los ojos en el conocimiento que se puede descifrar de esos objetos contenedores de tejidos, de textualidades al igual que los productos de su trabajo artesanal. Mujer y sensibilidad incidiendo en la materia para que en la manipulación se logre plasmar otro movimiento en y desde las figuras arcillosas. Voluntad y dolor expresados en la elaboración de figuras móviles. Martina, martirio, mártir pero también alegría contenida en el hacer, fabricar y crear.3 Matriz que procura generar otras matrices de y en movimiento. Martina, al despejar el sudor, estampa barro en su frente y con el líquido extraído de sus sienes reblandece la arcilla para trazar perfiles que, articulados al ritmo de sus movimientos, conforman despliegues que irrumpen en los umbrales del hogar y el taller. 3
Para el filósofo Emmanuel Lévinas (1995) la prueba suprema de la libertad y la voluntad la encontramos en el sufrimiento.
114
María Arana Se atreve a moverse para salir de la inercia producida en el claustro hogareño. Se desplaza desde los objetos de barro a las figuras de nacimiento de bruñido, activando el movimiento en términos de fabricar piezas pequeñas para evitar, así, lo bromoso de las grandes4. Lo describía, en el marco de nuestra conversación, con una actitud humorística, riéndose con los demás, que en este caso es su compañero y los otros alfareros. Ella puede traer consigo su mercancía en una pequeña caja de zapatos y, así, viajar rumbo a la Ciudad de México, para colocar sus nacimientos en los Sanborns de la capital. En María se da un entrecruce pues además de lo pequeño y lo grande, asume una condición entre lo indígena y lo blanco (ella es rubia y su esposo de rasgos indígenas). Aspectos que se combina con el sudor generado tras los esfuerzos del trabajo. Amor desde el barro hacia la compresión del brillo. Del bruñir las almas para descubrir el alba en el taller y, así, salir un poco de la penumbra, mediante la luna que se asoma y emite su guiño creativo e incita al movimiento a partir de esa compañera incansable de la noche y la artesana. Es verdad que solo una actitud dionisiaca hace posible que el color y calor se fusionen desde la penumbra para generar sus creaciones. Pero en lugar de piedra dura, es la arcilla el material que amasa y decora con imágenes y formas, para que de allí brote un lenguaje exquisito cuya expresión es el flujo creativo desplegado en sus actividades. Una filigrana de ambas tejedoras Estas dos mujeres expresan posiciones que también son oposiciones: el dinamismo frente a la rigidez o solemnidad; lo menudo frente a lo grande. Producen calidoscopios de arcilla, conforme van moliendo y dando nacimiento a sus figuras que se mueven y brillan. Plasman formas y colores configurados desde la sensibilidad femenina. ¿En qué rubro arendtiano ubicaremos la actividad desplegada por Martina Covarrubias y María Arana? ¿Acaso en la labor, en el trabajo o en la acción? La 4
Las figuras de nacimiento de bruñido son utilizadas en navidad para conmemorar la natalidad de Jesús. El bruñido alude al aspecto brilloso que caracteriza a estas piezas artesanales. Se presume que e es el tipo de alfarería que desde tiempos prehispánicos se ha venido produciendo y en el cual se plasmaban, en forma de motivos decorativos, la flora y fauna propias de Tonalá.
115
dificultad de ubicación estriba, entre otras cuestiones, en la implicación del movimiento con el amor. Dice Francoise Collin, haciendo eco de Arendt: “El ser humano no contribuye al mundo fabricando sino amando. Por tanto, sólo así el ser humano y el mundo se vuelven mundanos. No habitan en la obra hecha, sino habita en aquel que la ha hecho. Sitúate en el movimiento de la creación, no en la cosa creada” (2000: 84). ¿Cuáles son las tensiones que experimentan las mujeres entre los lugares y temporalidades del hogar y el taller? ¿Cómo articulan esos dos lugares y temporalidades las mujeres artesanas? ¿Acaso esos dos lugares especificados en casa y taller expresan también la diferencia entre el mundo urbano próximo (Guadalajara) y su mundo pueblerino (Tonalá y Tlaquepaque)? La tarea de las artesanas se antoja descomunal, pues de lo que se trata es amar y amasar, pero no el dinero, sino el mundo para humanizarlo, para imprimirle el color de la tierra, para estampar su ser y hacer en las rendijas de la realidad y, así, irrumpir hacia nuevos horizontes y posibilidades. Se trata, a decir de Juan Gelman, de mundar, pero también de mandar obedeciendo a su sensibilidad y a la solidaridad para con otros y otras. 1. Consideraciones epistémicas en torno a las matrices de pensamiento y sensibilidad La pretensión epistémica de este apartado lo constituyen la comparación, diferencia y puntos en común de dos perspectivas epistemológicas de gran alcance a nivel internacional; por un lado, la emprendida por la pensadora Alcira Argumedo, en torno a las matrices teórico‐políticas; por el otro, una contribución de resonancia mundial especificada en la del chileno Humberto Maturana, quien ha contribuido al desarrollo de planteamientos epistémicos en el campo de las ciencias sociales y las humanidades. Un aspecto relevante de la propuesta argümediana radica en que ubica su locus de enunciación en y desde América Latina: «“Tierra de dolor y esperanzas, de desorbitadas fusiones genéticas, poca duda cabe de su heterogénea composición de una “identidad latinoamericana” propia de esos territorios, unificados originalmente en el proceso traumático de la conquista y la colonización”» (Argumedo, 2004: 15).
116
No cabe duda de que las formas de razonamiento y sensibilidad de Argumedo lo atrapan a uno, pero sobre todo su capacidad doliente frente al silencio a que han sido objeto muchos de los movimientos indígenas a lo largo de la historia. Actitud doliente que le lleva a concebir a América Latina como “tierra de dolor y esperanzas” (Argumedo: 2004, 15, 291 y 333) es decir, como espacio sufriente pero con las posibilidades colocadas en una utopía viva, cuya realización descansa en nuestras tradiciones de movimientos sociales y culturales a lo largo y ancho de nuestra América. Es en este marco en donde la investigadora argentina desprende la siguiente caracterización: denominamos matriz teórico‐política a la articulación de un conjunto de categorías y valores constitutivos, que conforman la trama lógico‐conceptual básica y establecen los fundamentos de una determinada corriente de pensamiento. Dentro de las coordenadas impuestas por esa articulación conceptual fundante se procesan las distintas vertientes internas como expresiones o modos particulares de desarrollo teórico. Estas vertientes constituyen ramificaciones de un tronco común y reconocen una misma matriz, no obstante sus múltiples matices, sus características particulares, sus eventuales contradicciones o los grados de refinamiento y actualización por cada una de ellas (Argumedo, 2004: 79).
Por su parte, Maturana emprende, con su epistemología naturalizada, un aporte significativo al ayudarnos a comprender que las operaciones epistémicas están encarnadas en los sujetos que conocen. Por ejemplo, nos proporciona una visión de cómo las distinciones corporizan operaciones epistemológicas de uso cotidiano. Pero las distinciones se aprenden y aplican dentro de ciertos contextos. El contexto al que nos interesa enfocarnos es el familiar y de éste hacia el umbral del taller alfarero. Las emociones y los pensamientos están corporalizados, no son entelequias que se alcanzan por sujetos transpersonales. En ese sentido, el examen epistémico lo estamos emprendiendo a través de una situación concreta, en este caso, la referida al estudio de mujeres alfareras en el marco y su contacto entre el hogar y el taller. Para ello, precisamos cubrir la necesidad de mirarnos en nuestro propio espejo epistémico. De esta forma, visualizamos la potencialidad en los pues a todas luces resulta fecundo en el estudio de familias, en la teoría de la comunicación, la antropología del conocimiento y la sociología o en lo que él denomina biología cultural, sólo por mencionar algunos ámbitos. Potencialidad que puede ser aprovechada también en el campo de las ciencias sociales.
117
Para el biólogo chileno: La expresión Matriz Biológica de la Existencia Humana hace referencia al mismo tiempo a la condición de origen de lo humano en la biología del amar (matriz=útero) y a la trama relacional (matriz=trama de relaciones) propia del entrejuego de la emoción y la razón que hace al vivir humano en su devenir histórico un vivir que puede adoptar muchas y distintas formas culturales que surgen en la realización de su ser como un ser en su origen ontogénico primariamente amoroso.5
En la perspectiva de Maturana las emociones definen los dominios de las acciones. Por su parte la conversación resultará del entrelazamiento entre el emocionar y el lenguajear. Importará aclarar que, desde una epistemología naturalizada, las diferentes concepciones y modalidades de acción y reflexión adoptadas por sujetos están inscritas en ámbitos distintos, incluso de una misma familia. Ahora bien, el contacto entre los aportes procedentes de América Latina (Maturana) y de otras latitudes como los de Hannah Arendt es una buena oportunidad para realizar un diálogo entre tradiciones distintas, pero a todas luces complementarias. De esta manera, en opinión de Collin, es Arendt, quien inspirada en San Agustín, considera que: “la praxis traducida del griego es lo que en la fábrica se refiere no a la cosa creada, sino a la creación; y éste remite al acto” (Collin, 2000: 87). Creatividad bajo sombras y silencios Algunos de nuestros silencios toman la forma de una mujer que nos abraza como si quisieran secarnos el sudor de las ternuras solitarias. Roberto Jaurroz
La mujer que nos abraza desde el recuerdo lo hace con ternura irónica, con cercanía distanciada y con distanciamiento participativo. Ese abrazo, en virtud de sus cualidades, permitiría entrelazar las actividades de hombres y mujeres. En una investigación emprendida en 1986, relativa a la dinámica sociocultural de la cerámica de Tonalá, Jalisco, nos centramos en el análisis del papel que desempeñaron los jefes de taller y de familia, concentrados en la misma persona. Fue
5
http://www.matriztica.org/htdocs/familia.lasso (última consulta: 25 de julio 2008)
118
así como pasó desapercibida la relación entre hombres y mujeres, así como el puente o umbral entre el hogar y el taller en el cual transitan estas últimas. Lo sucedido es como los silencios que efectivamente toman la forma de una mujer que se lleva las manos a las sienes y deja estampado en ellas el material arcilloso, imprimiéndole así el color de la tierra. El movimiento que ejercen hacia arriba sugiere una disección del viento orientado a secar “el sudor de las ternuras solitarias” en el umbral del taller y el hogar. El ahogo es la prefiguración de las formas posibles contenidas en el barro y que son extraídas por el accionar creativo de las artesanas. El cincel comporta la matriz de movimiento que se despliega para producir formas en medio del mar de colores aprehendidos por los pinceles. Por nuestra parte hubo un silenciamiento involuntario en término del que fueron objeto las mujeres alfareras, pues en aquella indagación entrevistamos sistemáticamente a jefes de familia y jefes de taller y mantuvimos charlas informales con las esposas de los artesanos, las cuales ahora son pertinentes para la presente reconsideración, dada la visibilización de las mujeres por parte de ellas mismas. Ahora bien, la expresión secar “el sudor de las ternuras solitarias” alude al silencio y soledad de las artesanas. Soledad compartida entre el taller y el hogar. La ternura es como el agua que permite al barro hacerse maleable y pueda marcar tanto la frente de las alfareras como a la producción de objetos artesanales. En esa línea, tiene sentido la doble consideración aludida por Argumedo: “expresiones manantial de creación insaciable plenos de desdichas y de belleza” (2004: 65‐6), la que traducimos en manantiales de creación en el bruñido, plenos de colorido y formas tradicionales y “las vertebraciones conceptuales que fuimos tejiendo han sido procesadas por líderes y pensadores de América Latina” (Argumedo, 2004: 9). De lo anterior sobresalen, por un lado, el manantial de creación y, por el otro, el tejido de la vertebración conceptual (tejedoras de barro). Pulen la pieza con piedra‐pirita para sacarle el brillo en el contexto del taller ante el opacamiento del cual han sido objeto, siendo quizás la razón de entresacarla de las piezas alfareras, para lucir a través de ellas. Concentran sus esfuerzos por hacerse notar y, así, salir de las penumbras del taller y la cocina. Cocen las piezas de barro para contemplar la cocción del alma. Bruñir y bullir para después amar y nutrir a los demás.
119
No obstante los límites del estudio aludido, creemos haber estado en lo justo cuando en aquel momento de 1990 expusimos las implicaciones entre el movimiento muralista y la presencia de sus representantes en los contextos artesanos6. En esa dirección Argumedo concibe que en el México posrevolucionario: “el nacionalismo popular encuentra sus causes en la literatura y especialmente en el arte pictórico, acompañando la recuperación y el reconocimiento del exquisito despliegue de la artesanía popular” (2004: 55‐6). Lo expresado por la epistemóloga argentina suena bien porque es una heteropercepción de una mujer aguda, quien, sin embargo, no alcanza a percibir los matices en la elaboración de artesanías por parte de las propias mujeres al no encontrarse en nuestro contexto. Pues de lo que se trata, dicho con la vibración poética gelmaniana es, de que “Cada sombra captura un rostro de su sombra” (Gelman, 2008: 16).
2. Algunos aspectos histórico‐contextuales del trabajo alfarero
Pensad que, en el origen, el espejo de la verdad se rompió en fragmentos pequeñísimos y a pesar de ello cada uno de los trozos refleja una migaja de su auténtica luz. Joan Nogué Font
Cambiar las piedras preciosas por trozos de cristal fue un procedimiento que, durante la conquista y colonización del Nuevo Mundo, benefició a los españoles, pero también constituyó una fascinación para los nativos de este país, pues el verse reflejados en el espejo les permitió notar al otro que está en uno mismo (alter ego). Los conquistadores percibían al otro con su propia mismidad, y aspiraban a que los otros (los indígenas) los vieran con la mirada hispana. En eso consistió el gran monólogo cultural. Los siglos han pasado y, con ellos, los horizontes interpretativos marcaron la posibilidad de que nos miremos con el espejo fabricado por nuestros artífices, en su mayoría hombres. Sin embargo, la tentación constante es la de sobrevalorar los parámetros y las miradas externas que dan cuenta de nuestras figuras proyectadas en
6
Nos referimos a lo expuesto en el libro Dinámica sociocultural de la cerámica de Tonalá.
120
esa fábrica de imágenes. A lo anterior nos fue ajeno la falta de inserción de las mujeres a la participativo en el ámbito cultural. La confianza fue depositada en las teorizaciones importadas de Europa y USA, incluso en aquéllas que implican nuestra propia identidad. Correlativamente, nuestros teóricos y epistemólogos no son sido valorados lo suficiente como pensadores en y para nuestra América, pero tampoco las teóricas y epistemólogas latinoamericanas. Uno de los indicadores del anterior estado de cosas es el desconocimiento y avergonzamiento de la mayoría de las capas “cultas” de la sociedad mexicana hacia las manifestaciones artísticas populares, como el caso de las artesanías. Se concibe a los productores de objetos arcillosos como solos en y con su tradición, su actividad se percibe como si girase en torno de una gran monotonía. No se es capaz de concebir el dinamismo de la producción artesanal, tanto a lo largo de las generaciones como de una en particular. No se tiene la conciencia bachelardiana en donde es posible percatarse que aún el hábito admite sus variaciones (Bachelard, 1987). Ante el énfasis conferido a las temáticas cognoscitivistas surge la necesidad de dirigir la mirada a los procesos que implican emociones y movimientos corporales y culturales, máxime que desde los planteamientos epistemológicos de Maturana las emociones definen dominios de acción desde los dominios propios de lo que el denomina biología cultural. Además de que su conceptualización del cambio estructural y la invariancia organizacional ha impactado a buena parte de los investigadores en torno a la familiar y con ello a las reflexiones que exponemos en el presente trabajo. En el ámbito de la producción artesanal, la reflexión de Benedetto Croce clarifica el sentido de que todos los hombres y las mujeres somos artistas y que sólo algunos o algunas cumplen la función social de artistas, sentido que ha pasado desapercibida por las ciencias sociales y humanas, en términos del examen de los movimientos y emociones en y del contexto de las familias en donde se produce alfarería. Al circunscribir nuestro análisis a los movimientos y las emociones no queremos negar los procesos cognitivos de los que están provistos los alfareros, pues una reflexión gramsciana, paralela a la arriba señalada, aduce que todos somos intelectuales pero sólo algunos cumplen la función social de intelectuales. La
121
pretensión investigativa se orienta a la exploración acerca de cómo los movimientos y las emociones, en cuantos aspectos elementalmente humanos, condicionan los dominios de acción en la convivencia. El estado de la cuestión indica que, mientras los estudiosos del folklore se lamentan la desaparición de tradiciones y los apologistas de lo moderno y postmoderno cierran filas ante los especímenes en extinción, los analistas sociales, como buenos espectadores, contemplan en el espejo de la disciplina la virtualidad de los cambios. La estética y cognición popular es popular está diferenciada y distanciada de las formas "sublimes" de expresión artística, así las artesanías constituyen la zona marginal de lo estético. Junto con un grupo marginal nos ha interesado en reflexionar también acerca de su actividad y producto de la alfarería. Por lo demás, un aspecto que preocupa a los viejos alfareros del bruñido, sobre todo aquellos con antecedentes indígenas, es que sus hijos o nietos no quieran seguir en la tradición, con lo que los conocimientos y habilidades también morirán; un caso diferente es el de una familia cuyos integrantes son de fuerte ascendencia indígena, y se puede decir que con ellos no hay el problema de que no quieran trabajar en la alfarería. ¿Acaso el riesgo de la pérdida de la tradición se observa más en familias mixtas, que en aquellas con fuertes antecedentes indígenas? ¿Hasta que punto se tiene una imagen más o menos generalizada de que el bruñido sea una rama alfarera producida exclusivamente por indígenas? ¿Qué valorización se le da a esa imagen de lo indígena?¿Qué efectos tiene en la conservación o pérdida de la que sea pareja de indígenas o de matrimonios mixtos o externos? ¿Cómo se percibe, concibe y valoran estas situaciones en los grupos entre sí? En torno a la experiencia de vergüenza Es probable que los hijos de los alfareros del bruñido y de las figuras de barro se distancien de esa tradición dado el peso del estigma y, con ellos la vergüenza que pesa como una losa sobre sus hombros, pues esta actividad ha sido considerada, por los críticos de las tradiciones como propia de situaciones premodernas. A pesar de esa desvalorización se continuaba trabajando en esa rama alfarera, sobre todo en el caso
122
de las mujeres quienes son, a la vez, guardianas de las costumbres y promotoras del cambio. En cuanto a la experiencia de vergüenza, leemos en la obra de Jaurroz: Un poema quebrado, como un tronco partido por un rayo, como un tallo roto por el propio delirio de la flor que sostiene, exhibe de pronto en el lugar de su ruptura algo que se parece a un regreso. La vergüenza de amar sólo lo múltiple va convirtiendo al amor en locura, en un sol que se desplaza de improviso a la vereda de enfrente. El poema se quiebra para que el amor reconozca en su propia sustancia la unidad de lo múltiple y pierda su vergüenza. El poema se quiebra para que el sol regrese. El poema quebrado tiene la virtud de reconocer, en el amor, la unidad de lo múltiple y superar así, la vergüenza. Junto a este poema están las vasijas de bruñido rotas, que suponen la pérdida de horas o días de trabajo invertidos en su elaboración. Se puede decir que los hijos e hijas de María, pero también los de Martina, estuvieron paralizados por formas la vergüenza que los condujeron a tomar distancia respecto a la tradición alfarera. Es la otra opción de ruptura, además de la física con la que es posible romper con los objetos alfareros; esto es, al truncar con la tradición de varias generaciones de alfareros del bruñido, no les es factible mirarse en el espejo de sus tradiciones. Para el sociólogo Ervin Goffman la vergüenza está implicada en la estigmatización. En su libro Estigma. La identidad deteriorada, encontramos una alusión a la vergüenza en el marco del estigma: “La vergüenza se convierte en una posibilidad central, que se origina cuando el individuo percibe uno de sus atributos como una posesión impura de la que fácilmente puede imaginarse exento” (2001: 18).
123
Desde un planteamiento cercano a la vergüenza, en tanto matriz de emociones o estados emocionales, las psicólogas Fossum y Mason comentan: “La vergüenza está presente en un amplio margen de estados afectivos; enfrentar la vergüenza significa enfrentar los sentimientos. Pero con frecuencia los sentimientos auténticos no están presentes debido a las defensas o a la represión o a la negación” (1989: 51). Otro punto de vista, que entrevé la implicación entre vergüenza, miedo y estigma, es la del sociólogo Norbert Elias: El conflicto que se manifiesta en la vergüenza no es solamente un conflicto del individuo con la opinión social predominante, sino un conflicto del comportamiento del individuo con aquella parte de su yo que representa a la opinión social; es un conflicto en su espíritu; es un conflicto en el que el propio individuo se reconoce como inferior. El individuo teme perder el aprecio o la consideración de otros cuyo aprecio y consideración le importa o le ha importado. La actitud de aquellos frente al individuo se ha consolidado en su interior en una actitud que él mismo adopta de modo automático. Esto es lo que le hace encontrarse indefenso frente a los gestos de superioridad de los demás que, de algún modo, actualizan en él este automatismo. Así se explica también que el miedo a la infracción de las prohibiciones sociales se convierta en vergüenza con tanta mayor intensidad y nitidez cuanto más claramente se han transformado en autocoacciones las coacciones externas y cuanto más amplia y diferenciada es la gama de autocoacciones que se impone al comportamiento del individuo (1987: 500).
Existe una cualidad conflictiva de la vergüenza que nos permiten pensar las tensiones que operan en los tránsitos entre el hogar y el taller por parte de las mujeres alfareras y que se expresan en el miedo a perder el aprecio de los suyos ante la posible dispersión, valorada culturalmente, de ocupar dos lugares, descuidando supuestamente su actividades domesticas o como madres. 3. Un multiverso de dobles7 La oscuridad, las sombras y la noche, situaciones por las que pasan las mujeres alfareras, sirven de marco a la exposición de un componente fundamental de la mitología mexicana que se encuentra expresado en los motivos decorativos del bruñido y en la elaboración de figuras de barro, nos referimos al nahual. La noche era 7
El término multiverso ha sido acuñado por Maturana para referirse a la coexistencia de mundos, verdades, creencias de ser consideradas en el espacio del campo de opciones para la convivencia.
124
el momento de la quema de las piezas de barro, pero también la atmósfera para platicar leyendas en torno a ese personaje mítico. Un tema muy socorrido era el relativo a que, en su transformación nocturna, ataca a las personas con hechizos infernales. El nahual frente al tonal constituye el punto de partida de una cosmovisión dual. La palabra azteca nahual se refiere a la habilidad de éste para transformarse en una criatura mitad hombre y mitad animal. Muchas veces adquiere configuraciones zoomórficas que se ven plasmadas en motivos decorativos de las piezas del bruñido. Dobles descripciones Después del esfuerzo desplegado para dar cuenta de las dobles descripciones implicadas en los aspectos destinados a lo poético y lo epistémico‐histórico‐contextual de los apartados precedentes, ahora nos dispondremos a exponer otras dobles descripciones8. Al interior de estas consideraciones lo importante es partir de esquemas conceptuales y no necesariamente de teoría. Está claro que requerimos de conceptos y categorías interconectados para realizar el proceso indagatorio. Una limitación ocurre cuando se observa la cuestión de un solo lado, esto es únicamente desde los jefes de taller quienes fungen al mismo tiempo como jefes del hogar; cuando la cuestión es advertir el otro lado, es decir, la situación de las amas de casa quienes son, a la vez, trabajadoras del taller artesanal. Otra faceta de la doble descripción tiene que ver con la circunstancia de que el varón asume roles tipificados socialmente en el tránsito del hogar al taller. La mujer, en cambio, tiene que desplazarse en las penumbras de un contexto y otro. Otro aspecto de esa cualidad doble de la descripción tiene que ver con el otro lado de la tradición; esto es, cuando el diseñador regiomontano Jorge Wilmont incursiona en el diseño, producción, promoción y distribución de objetos de bruñido. Su irrupción fue importante en términos de propiciar nuevos habitus de trabajo y de previsión, ante el hecho de que la demanda de bruñido se incrementaba y los artesanos no se dieran a
8
Las dobles descripciones son un procedimiento formulado por el epistemólogo Gregory Bateson para observar el patrón reciproco de interacción.
125
basto para producir. Por otro lado Wilmont calificaba, desde su punto de vista, de escasa capacidad de ahorro y previsión de los artesanos, pues, según él, despilfarraban el dinero obtenido por concepto de la producción de las artesanías. Lo descrito puede interpretarse, a partir de las observaciones hacia este diseñador, en la perspectiva eliasiana bajo los siguientes términos: “Norbert Elias realiza su análisis de los cambios graduales que se dan en la conducta, las costumbres y el carácter psicológico de las personas a través de la literatura, los libros de consejos y los manuales de courtoise, donde se manifiesta la diversidad de códigos y reglas para la configuración de las “buenas costumbres”, es decir, el proceso de modelación de los comportamientos hacia costumbres menos rudas en situaciones como la compostura en la mesa, la realización de las necesidades fisiológicas, el modo de sonarse o de escupir, el comportamiento en el dormitorio, las relaciones sociales y en el manejo y represión de la agresividad”.9
Doble lugar El psicólogo Mihalyi Csikzentmihalyi (1998), especialista en estudios de creatividad, ha diferenciado dos aspectos del flujo creativo, cuya denominación inglesa es flow: Flow para designar el proceso creativo por excelencia y flow para atribuir el flujo cuasicreativo que opera en las actividades cotidianas del común de la gente. Respecto a la actividad desplegada por las alfareras y amas de casa: ¿Qué podría decirse de esa doble situación del Flow y flow aplicada en el hogar y el taller? ¿Qué tipo de flow opera en el tránsito entre ambos lugares? ¿Cómo las mujeres artesanas toman conciencia de las experiencias de la doble invisibilización del taller y del hogar y cual sería su especificidad con respecto a los hombres? ¿Hasta qué punto las mujeres artesanas no hallaron su lugar, cuando paradójicamente se movían en dos lugares, es decir, entre el hogar y el taller? ¿Acaso estas mujeres operaban con flujos diferenciales de dos lugares distintos, pero de un espacio verdadero? En este trabajo no daremos respuesta a los interrogantes anteriores, pero si queremos expresar que hay una especie de lugar de enunciación a la hora de despejar las cuestiones, de esta forma puede decirse, parafraseando a Joan Nogué Font y Joan 9
http://mural.uv.es/juasajua/procesocivilizacion.htm
126
Vicente Rufí (2001: 18), que nuestros pensamientos y emociones dependen demasiado del lugar y el momento donde son emitidos para que nuestro paradero sea irrelevante. Esa relación entre lugar (espacio) y momento (tiempo) deberá conducirnos al despliegue. Pero ¿cómo opera el despliegue de la subjetividad (y la identidad) de las mujeres alfareras en esos dos lugares y momentos que son el hogar y el taller? Doble natalidad Antes que la sequía lo consuma el barro ha de volverte de lo mismo. Miguel Hernández
Hernández en su poema alude a la necesidad de que, previa a la situación desértica de la existencia, precisemos la retroacción de tornar a él, puesto que de él procedemos. Barro somos, en barro nos convertiremos y nos recrearemos desde sus múltiples posibilidades. Son situaciones existenciales de arranque y llegada en torno a la arcilla: primero seca y después hidratada, pero siempre en el marco de la existencia del otro. Por este motivo, cobra sentido recordar la siguiente reflexión: “«El desierto crece», dice Arendt retomando una frase de Nietzsche, y la acción humana consiste en luchar contra esta expresión del desierto por medio de la resistencia del oasis, para ganar un poco de terreno donde pueda sobrevivir algo de la afirmación del ser‐con‐los‐otros, de la vita en tanto vita activa” (Collin, 2000: 83‐4) En el temblar y pulsar desde los frescos murmullos del barro se convoca a las matrices de movimiento y las emociones para suscitar nacimientos de formas y figuras. Las mujeres alfareras tienen temor y temblor, pero también valor y amor al asumir el arquetipo condensado en la creación del hombre por Dios a partir de la arcilla. Análogamente, las alfareras crean formas y figuras y al pintarlas desde el material arcilloso, combinándolo con agua y el sudor de su frente. Es por esa razón que la pensadora Hannah Arendt, frente a su maestro Heidegger quien sostenía que somos seres para la muerte, insistió en que somos seres para la vida, para el nacimiento y, es factible que para una doble natalidad. Martina y María son mujeres con iniciativa, con impulsos creativos de seguir adelante, independientemente de su procedencia o no de esa tradición artesanal, se involucran en ella. Se abren al nacimiento de tradiciones e innovaciones y procrean a
127
sus hijos e hijas, al mismo tiempo aportan a la tradición con sus producciones ya sea nacimientos o figuras de barro. Rostros y rastros femeninos desde los murmullos, el dolor y la alegría Rostros y rastros, entretejidos por murmullos, dolores y alegrías, conforman el escenario femenino en donde la fuerza de los deberes asumidos vence a la inercia productora de vergüenza y miedo. Los murmullos: entre voces y silencios
Antes de que el silencio lo consuma los murmullos han de tornarse de lo mismo para traducirse en voces y gritos. R.R.T.
Argumedo afronta con una postura doliente, que también es epistémica, los silencios a que han sido sometidos los sectores populares, encauzándolos con base en su esperanza de que: “Amalgamando el deseo de millones y millones de hombres y mujeres que simplemente no querían o no quieren seguir sufriendo más. Son los rumores y las señales que anuncian el renacimiento de esas utopías latentes en las memorias colectivas y nos dicen que es preciso prepararse para cercanos desafíos. Porque las estirpes populares de América Latina, condenadas a quinientos años de ignominias, han de tener al fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra” (Argumedo, 2004: 334). En la medida en que los murmullos se ubiquen entre los silencios y las voces, la perspectiva dramatúrgica de Goffman proporciona elementos para entender sus alcances, pues como lo suscribe Randall Collins (1996: 206): Goffman presenta una colección de evidencias que sólo él percibió: los gritos, murmullos y demás sonidos que emiten las personas en presencia de otras, sin entablar conversación. Esta «charla con uno mismo», como él la llama, demuestra que una situación social se basa en la copresencia física de la gente y no necesariamente en su conciencia subjetiva e intersubjetiva.
Pero además de murmullos, hay movimientos como el de llevarse las mano llenas de arcilla hacia la frente y que permanecen en el umbral. Respecto a este último, la perspectiva goffmaninana considera como: “una especie de acuerdo vacío que constituye el “marco”” con el cual cada actor social encuadra las secuencias de
128
actividad” (Wolff, 1982: 37). Y al añadir otra idea en relación con los marcos añade que forman “los modos en que se cataloga y se vive la experiencia que los actores tienen de la realidad” (Wolff, 1982: 40). Con lo anterior, nos acercamos a encontrar la relevancia de la experiencia. Asimismo, los intentos goffmanianos por encontrar unidades analíticas aparece con: “las formas en que se organiza la experiencia de la vida cotidiana (de la secuencia de acciones a los episodios de conversación informal) y al intento de individualizar la unidad analítica más provechosa para estudiar los flujos de conversación, donde claramente se mezclan comunicaciones verbales y movimientos no‐verbales” (Wolff, 1982: 23). Dolor, alegría y el fortalecimiento de la voluntad Pero no sólo cólera en sus manos encontraste : no sólo sus raíces buscaron el dolor sino la fuerza, y fuerza soy de piedra pensativa, alegría de manos congregadas. Pablo Neruda
Los artesanos y las artesanas confieren un sentido ético a su actividad, cuando al ver coartadas sus expectativas de que sus hijos o hijas den continuidad al trabajo de bruñido o de las figuras de barro, expresan el sufrimiento por el que atraviesan. También es factible percibir ese sufrimiento en las mujeres quienes tienen que alternar sus actividades domésticas con las artesanales. Respecto a esto último Elaine Scarry, desde su sensibilidad femenina, comenta: “La dificultad de imaginar a los demás queda evidenciada por el hecho de que podemos estar ante otra persona que está sufriendo y no saber que dicha persona está sufriendo. La facilidad de ignorar que otra persona padece permite incluso infringir y aumentar su dolor mientras que nosotros permanecemos inmunes al mismo” (Carry, 1999: 123). Para nuestro contexto inmediato son dignas de atención las palabras expresadas por el artesano tonalteca Zacarías Jimón al pintor jalisciense Dr. Atl: Yo pinto porque tengo una cosa dentro que me hace trabajar con dolor y pinto también por llenar un pedazo de jarro. Yo no deseo más que una cosa: poder dibujar mis jarros para regalarlos, no para venderlos. Cuando a uno le encargan una cosa parece que le amarran las manos. Esto de la pintura debe ser una cosa así como para uno y para que luego las gentes a quienes les gustan lo que se haya hecho se lo lleve sin pagar” (1980: 120).
129
El nombre y apellido de Zacarías Jimón serían recursos para incluirse en la onomástica rulfiana. Pero también la clave ética del sufrimiento debería incorporársele, al igual que el tránsito a la alegría de hombres y mujeres al interior de la producción de bruñido. Unido a lo anterior, el proceso de fabricación de bruñido, con su larga y lenta elaboración implica el despliegue de la voluntad en un marco en donde aparece el crepúsculo del deber10 y el querer, pues las nuevas generaciones ya no quieren asumir responsabilidades y obligaciones, solamente derechos y prerrogativas, marcando así el grave debilitamiento volitivo. En la artesanía como en el canto no se perdona el viento, ya que a éste se le aprovecha como soplo de vida y que junto con el agua dará origen a las figuras de barro en movimiento, como en Martina Covarrubias y en María Arana, esta última con sus nacimientos de bruñido. Por lo demás, es una fiesta apreciar sus producciones que esculpen con el cincel del alma. Se equiparan a la fiesta con su trajinar de gente en torno al tianguis dominical de artesanías. Sus creaciones son forjadas desde el polvo enamorado, impregnado a los colores que se agolpan para tejer el discurso pictórico de un pueblo milenario. Describen el sufrimiento agigantado por el esfuerzo pocas veces recompensado. Pero la alegría poco a poco emergerá, dando tumbos con la férrea voluntad que se forja tras la existencia dolorosa que implica el cruzar el umbral del taller al hogar y de éste hacia aquél. Por último, desde una actitud amorosa, consistente en un incesante preguntar, formulamos las siguientes cuestiones: ¿A qué se debe que la producción alfarera tradicional esté en crisis? ¿En qué radica la crisis de la producción alfarera? ¿Cómo han cambiado las imágenes del mundo, en tanto concepciones estéticas y cognitivas hacia esta actividad? Estos interrogantes generales pueden desglosarse a partir de los más específicos: ¿Cómo han cambiado los movimientos y emociones en los artesanos y las alfareras? ¿Cuál es la cromaticidad diferencial de las mujeres según se encuentran el taller o en el hogar? ¿Cómo la producción de alfarería estuvo referida a la condición indígena y a la mujer y después pasa a un plano en la que ésta no es de su idiosincrasia? ¿Qué sucede en las familias con antecedentes indígenas cuando se reproduce en los hijos? ¿Qué ocurre con los hijos que prefieren trabajar como obreros en la cuidad, hasta ser el punto de emplear el saber y las destrezas del aprendizaje 10
Ver Lipovetsky (2005).
130
alfarero? ¿En qué proporción los que aún trabajan alfarería la aprendieron en sus familias de origen o en otro contexto? Ante la situación de que habiendo familias que emigran de los ranchos y pueblos a Tonalá y gustan de incursionar en la producción de alfarería, ¿bajo qué circunstancias la aprenden?
131
Bibliografía Argumedo, Alcira (2004), Los silencios y las voces en América Latina. Notas sobre el pensamiento nacional y popular, Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional. Bachelard, Gaston (1987), La intuición del instante, México: FCE. Collin, Françoise (2000), “Nacer y tiempo. Agustín en el pensamiento arendtiano”, en Fina Birules, (comp.), Hannah Arendt. El Orgullo de pensar, Barcelona: Gedisa. Collins, Randall, (1996) Cuatro tradiciones sociológicas, México: UAM. Csikszentmihalyi, Mihaly (1998), Experiencia óptima. Estudios psicológicos del flujo en la conciencia, Bilbao: Desclee de Bouwrer. Dr Atl (1980), Las artes populares en México, México: INI. Elias, Norbert (1987), El proceso de la civilización: investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, México: Fondo de Cultura Económica. Fossum, Merle A. y Marilyn J. Mason (1989), La vergüenza, México: Pax México, Gelman, Juan (2008), Mundar, México: Era. Goffman, Ervin (2001), Estigma. La identidad deteriorada, Buenos Aires: Amorrortu. Lipovetsky, Gilles (2005) El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos democráticos, Barcelona: Anagrama. Nogué Font, Joan, Joan Vicente Rufí (2001), Geopolítica, identidad y globalización, Barcelona: Ariel. Romo Torres, Ricardo (1990), Dinámica sociocultural de la cerámica de Tonalá, Guadalajara: Universidad de Guadalajara. Scarry, Elaine (1999), “La dificultad de imaginas a otras gentes” en Marta Nussman, Los limites del patriotismo. Identidad, pertenencia y “ciudadanía mundial, Barcelona: Paidós. Wolff, Mauro (1982), Sociologías de la vida cotidiana, Madrid: Cátedra.
132