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Conociendo a Juan Martín Moyë Fundador de las Hermanas de la Providencia
“El Evangelio nos representa continuamente a Jesucristo que iba por los pueblos, las aldeas y los caseríos, es decir, por los lugares más pequeños del campo, predicando y evangelizando a los pobres. Aún más, era carácter distintivo del Mesías esta cualidad que le atribuye el profeta, “de anunciar el Evangelio a los pobres”. ¡ Qué felicidad para vosotras aplicaros a las mismas funciones, a instruir a los pobres del campo!” ( D p 110 ) (
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MÓDULO: IDENTIDAD PROVIDENCIA
1. TEMA
CONOCIENDO A JUAN MARTÍN MOYË, FUNDADOR DE LA CONGREGACIÓN DE HERMANAS DE LA PROVIDENCIA
2. OBJETIVO GENERAL
Motivar a nuestros destinatarios Laicos a conocer con profundidad a Juan Martín Moyë, Fundador de la Congregación de las Hermanas de la Providencia, los orígenes de la misma e iniciar con ellos un proceso de identidad con el Carisma Providencia, para dinamizar con su espiritualidad los diversos campos apostólicos y afrontar con valentía los retos actuales para ser hoy los “Multiplicadores del Amor Providente de Dios”
3. OBJETIVOS ESPECÍFICOS
3.1 Lograr que los Laicos conozcan la persona de Juan Martín Moyë, la Congregación y su espiritualidad. 3.2 Impulsar proyectos que los comprometan a asumir responsabilidades en los diversos campos de apostolado que se lleva en nuestras Comunidades. 3.3.- Promover en los Laicos el compromiso de revitalizar las Fraternidades Providencia, como un soporte de la vivencia del Carisma Providencia.
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INTRODUCCIÓN
Presentación del Módulo: “CONOCIENDO A JUAN MARTÍN MOYË”
“Nuestros colaboradores Laicos, contagiados del espíritu de Providencia, serán puntos de referencia para un cambio fecundo, artífices de un mundo diferente”. 1
Cuando retornamos al pasado de la existencia de nuestra Congregación, nos sentimos tan privilegiados, que nos place agradecer a Dios providente por tantos detalles manifestados a lo largo de nuestra historia. El detalle de la vida de nuestro Fundador, que vivió en un contexto tan cuestionado a nivel social, político, económico y eclesial; el detalle de haber descubierto, como el motor de su vida, la Confianza en Dios Providencia y el coraje de responder con una pastoral que parte de una realidad dura y discriminatoria de Francia: la situación socio-económica, cultural y religiosa de las niñas, nos da una idea de la talla espiritual y apostólica de nuestro Fundador. Conocer a Juan Martín Moyë es seguir un proceso para descubrir, no solamente unos datos históricos fríos, sino una vida que nos invita ardientemente, a ser testigos de una experiencia de fe dinámica en la Providencia, que nos llama a ser signos del “Amor providente de Dios”. Con este pequeño tratado queremos que nuestros Laicos Providencia, conozcan profundamente al Beato Juan Martín Moyë, como un referente del seguimiento a Cristo para construir, paso a paso, el Reino de Dios, y como el padre de una espiritualidad basada en el amor, la ternura y la esperanza en la Providencia. Recordemos que Juan Martín Moyë tuvo un aprecio especial para los laicos, empezó su obra con laicas, encomendó…la evangelización en China a laicos.” Vivido inicialmente por laicos, luego por Congregaciones religiosas, nuestro Carisma de Providencia atrae cada vez más a laicos, conquistados por su valor evangélico original.” Const. 25 1. LP Tomo . l Tanto dentro de las líneas- fuerza del Capítulo 2009, como dentro del Plan Estratégico de la Provincia, sentimos el llamado a esforzarnos en la formación del Laico Providencia para que, con la espiritualidad de nuestro Fundador asumida por ellos y por nosotras, podamos juntos dinamizar nuestra misión en cualquier campo apostólico de la Congregación.
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El Objetivo de este Módulo es “Motivar a los laicos a conocer con profundidad a Juan Martín Moyë, Fundador de las Hermanas de la Providencia, sus orígenes; e iniciar con ellos un proceso de identidad con el Carisma Providencia, para dinamizar con esta espiritualidad los diversos campos apostólicos y afrontar con valentía los retos actuales para ser hoy los Multiplicadores del Amor Providente de Dios”. (Módulo: Identidad Providencia) Hemos tratado de presentar este trabajo lo más completo posible, dentro de nuestras limitaciones, para tener una idea integral de la vida de Juan Martín Moyë, de los orígenes de la Congregación, de la llegada de las Hermanas de la Providencia a nuestro país y de las obras de la Providencia en el Ecuador. Anhelamos que la lectura, el estudio, la reflexión y la oración en torno a todos los temas expuestos, dejen en nosotros huellas de un compromiso serio que nos lleve a ser providencia en el mundo, y que la intercesión de nuestro Beato nos alcance el don de trabajar en unidad fraterna con nuestros Laicos Providencia.
Sor María Isabel Cabezas P. Superiora Provincial
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PRESENTACIÓN DEL MÓDULO
1. CONTEXTO SOCIO - POLÍTICO, ECONÓMICO, RELIGIOSO Y CULTURAL DE FRANCIA EN LOS ORÍGENES DE LA CONGREGACIÓN 2. JUAN MARTÍN MOYË FUNDADOR 3. JUAN MARTÍN MOYË MISIONERO 4. JUAN MARTÍN MOYË PROFETA.
5. HERMANAS DE LA PROVIDENCIA, TESTIGOS DEL AMOR PROVIDENTE DE DIOS.
CONCLUSIÓN TRASCENDENCIA DEL CARISMA PROVIDENCIA EN LA HUMANIZACIÓN DEL MUNDO Y EN EL CUIDADO DE LA VIDA.
ANEXOS
MAPAS
ORACIONES
CANCIONES
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UNIDADES 1. Contexto Socio-Político de Francia en los orígenes de la Congregación 1.1 La Lorena de los Pobres. 1.2 Seducción de las nuevas ideas en Francia 1.3 Situación de la Iglesia en Francia en los años 1789- 1791 2. Juan Martín Moyë Fundador
2.1 Juan Martín Moyë Infancia, Sacerdocio, Primeros Ministerios. 2.2 Juan Martín Moyë Hombre de Providencia 2.3 Juan Martín Moyë Educador y Pedagogo. 2.4 María y el Proyecto de las Escuelas.
3. Juan Martín Moyë, Misionero
3.1 Qué es la Misión 3.2 Juan Martín Moyë, Apóstol Misionero. 3.3 Iniciativas Apostólicas.
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4. Juan Martín Moyë, Profeta
4.1 ¿Quién es un profeta ? 4.2 Juan Martín Moyë, profeta de la PALABRA. 4.3 Signos de profetismo en Juan Martín Moyë. 4.4 Ser profeta en el mundo actual según la Espiritualidad Providencia.
5. Hermanas de la Providencia, testigos del amor providente de Dios. 5.1 Orígenes de la Congregación (Margarita Lecomte, María Morel). 5.2
Expansión de las Hermanas de la Providencia (Ramas de la Congregación)
5.3 Hermanas de la Providencia en el Ecuador: Datos históricos, Obras Apostólicas, ¿dónde estamos? ¿qué hacemos?
CONCLUSIÓN TRASCENDENCIA DE LA VISIÓN PROFÉTICA DE JUAN MARTÍN EN EL MUNDO ACTUAL.
ANEXO
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UNIDAD NO. 1 Contexto Socio-Político de Francia en los orígenes de la Congregación 1.1 La Lorena de los pobres En 1789, los “cuadernos” de quejas nos revelan situaciones de miseria. Que se juzgue por estos extractos del “Cuadernode Béfey - Vigy (anejo de Metz ) , donde se instalaron las primeras Hermanas de la Providencia “Ya que la voluntad de nuestro buen Rey es conocer y estar al corriente de las penas y miserias de su pueblo, con sinceridad les decimos, nosotros somos los más pobres de todos sus súbditos. La miseria en que vivimos no puede ser más grande: vivimos en casuchas construidas de piedra y tierra, mal alineadas, cuyos techos cubiertos con un poco de paja están sostenidos por palos y los aguilones de nuestras llamadas chozas, tapados con retamas. Las enfermedades que hemos soportado en este invierno no tienen antecedentes, nos ha faltado el pan y lo más indispensable a las necesidades vitales. Nuestros Señores ( 2 ) no tuvieron piedad de nuestras desgracias: somos los únicos que no hemos gozado de ningún beneficio o limosna. Algunos de entre nosotros, han muerto de miseria. Nuestro Cura párroco, cuando vino a administrarles los no pudo evitar el expresarse así: “¿Es posible 1. sacramentos, Cuaderno, memorias ser pobres?” A pesar de que nuestro respetable Párroco no 2. tan Cuaderno, memorias tenga más que un cuarto de los diezmos por toda entrada, que es muy módica, el solo con sus limosnas nos ayuda, como también a nuestros niños. El campo en terraza de nuestra comunidad es frío. Cuando las lluvias son abundantes, la caída de las aguas se lleva toda la tierra fértil con todo lo sembrado. El producto de nuestros campos, en los mejores años, apenas nos permite comprar lo necesario para sembrar y pagar las
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fuertes rentas al “Señor”. Nuestras tierras son tan malas que en los mejores días no se venden más que veinticuatro libras…”.
El texto anterior nos hace conocer la realidad social de los campos de Francia antes de la Revolución. Descubrimos la situación de inequidad, de pobreza, de impotencia humana para salir adelante como personas, como comunidad, como pueblo. Dios providente permitió que en esa realidad surgiera la Congregación de la Providencia.
1.2 SEDUCCIÓN DE LAS NUEVAS IDEAS EN FRANCIA
El siglo XVIII es llamado “el siglo de las luces”, las de la razón frente a “las tinieblas” del fanatismo religioso y del absolutismo del “Antiguo Régimen”. Esta razón debía traer la felicidad para todos, la libertad y la justicia. La literatura de este siglo XVIII es comprometida: Quiere reformar las instituciones y la pedagogía, y desarrollar el espíritu crítico a base de experiencias. Las reacciones de la sensibilidad hasta la pasión son vivamente alentadas. Los filósofos ejercen su influencia hasta en los medios clericales. Testigo es este texto de Juan Martín: ¿Cuántos jóvenes sacerdotes se ve que piensan bien al salir del Seminario y en cuanto han visto el mundo se encuentran cambiados? Esto casi sin darse cuenta pues el cambio se hace imperceptiblemente, el espíritu del mundo se insinúa poco a poco en sus corazones… “Dime con quién andas y te diré quién eres”. En efecto, si la persona…se une a mundanos se vuelve pronto mundana, habla, piensa, actúa como ellos…
Que un sacerdote cualquiera predique las verdades de nuestra religión como la fe nos la enseña y que vuelva después con los mundanos, verá entonces ¡cómo le caerán encima de lo lindo! Unos se burlarán: “Padre, usted casi me ha escandalizado, felizmente tengo fortaleza de espíritu, si no usted me hubiera horrorizado”; y si efectivamente alguna persona de la familia ha sido afectada, se recomendara al Padre predicador que se guarde bien en delante de predicar semejantes sermones, que enloquecerían a la gente ¿Qué predicará entonces y cómo? Sermones que los diviertan y los distraigan, que digan lindas cosas y con gracia, estando bien peinado, bien rizado, bien acicalado, que hable con unción, es decir, con un tono dulzón y afeminado, en una palabra que predique de tal manera que sierva para alimentar y entretener al mundo en todos sus errores, sus vanidades y sus
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pasiones. ¡Después de esto que el Padre predicador venga a presentarse resueltamente con una hermosa compañía, será aplaudido, alabado, estimado, exaltado!” (Vida del Padre Jobal de Pagny, por J:M:M:, pág.326)
1.3 SITUACIÓN DE LA IGLESIA EN FRANCIA EN LOS AÑOS 1789- 1791
Los sacerdotes y la Revolución Francesa, los Estados Generales se reúnen en Versalles. Las tres órdenes: el Clero, la Nobleza y el Tercer Estado presentan sus libros de quejas. Los Estados Generales reunidos, los sacerdotes del bajo clero, en su mayoría campesinos, dan su apoyo a la burguesía del tercer estado que quiere reformas. Gracias a ellos será proclamada la Asamblea Constituyente. La revolución empezará. Como las cajas del Estado están vacías, Talleyrand, obispo de Autun, propone poner en venta los bienes del clero. ¡Propuesta ejecutada inmediatamente por los Constituyentes!
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La Iglesia es despojada, sin recursos, pobre. ¿Cómo van a sobrevivir los sacerdotes? ¿Qué lugar van a tener en la Nación? La Asamblea Constituyente estudia la cuestión y vota en 1791 la Constitución Civil del Clero. Al principio, ni los sacerdotes ni algunos obispos condenan esta Constitución. Intervienen, al contrario, ante el Rey y ante el Papa para que la acepten. La situación cambia cuando la Asamblea Constituyente impone al clero el juramento de dicha Constitución. La mitad de los sacerdotes la aceptan. Son los sacerdotes “juramentados”. Los otros se niegan y se vuelven rebeldes. La mayoría de los obispos se niega a firmar. La Iglesia está dividida. En 1791 una parte del clero emigra (como Juan Martín). Monjes y monjas son obligados a dejar sus Monasterios.
La Revolución se radicaliza. En París y en provincia aparece una fuerte corriente anticlerical. Por su parte, la contrarrevolución se organiza. Los Nobles, el Rey y el Alto Clero, sostenidos por el Papa y las potencias extranjeras, tratan de hacer fracasar el movimiento revolucionario. En este contexto social, providencialmente se está gestando el nacimiento de una obra en beneficio de los pobres, se está preparando una espiritualidad del riesgo y de la confianza en la Providencia. Aparecen los personajes claves de una historia que se va a iniciar, como el grano de trigo que debe morir para dar fruto. ¿A quienes tiene en su proyecto la Providencia? A Juan Martín Moyë, Margarita Lecomte, María Morel, etc.
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En San Huberto – Vigy , nace la primera escuela en 1762 en un caserío de los más pobres y necesitados, la Providencia conduce su obra paso a paso.
Cuestionario 1. ¿Qué tiene que ver en la vida de un pueblo el contexto socio- político, económico y cultural? 2. Le parece justa la actitud de las autoridades frente a la Iglesia ¿Por qué? 3. ¿Cómo ve usted la actitud de nuestra Iglesia Ecuatoriana frente a la realidad sociopolítica en que vivimos? 4. Encuentre en el texto situaciones en contra de la dignidad humana. 5. Explique las diversas actitudes de la Iglesia frente a la Revolución. 6. ¿Por qué el siglo XVIII es llamado el siglo de las luces? 7. Tiene que ver el contexto de Francia en el siglo XVIII con los orígenes de la Congregación? ¿Por qué? 8. Interprete la actitud de JMM frente a la realidad social del pueblo, en su misión sacerdotal.
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UNIDAD 2 JUAN MARTÍN MOYË, FUNDADOR 2.1 Juan Martín Moyë: Infancia, Sacerdocio, Primeros Ministerios “La familia es: el manantial de donde brota el amor, la fuerza que genera el servicio mutuo, el corazón generoso del perdón, la llama que crea, infunde y anima la fe, la luz que se proyecta en esperanza, el comienzo de toda oración. La familia es el centro de todos los valores fundamentales de la comunidad cristiana”. (José Ignacio Torres). “Debemos estar agradecidos a Dios por habernos dado padres tan religiosos y tan preocupados de nuestra educación; yo considero esto como una gran gracia” (carta de JMM. del 05 de agosto de 1772).
2.1.1 Su familia Detrás de la vida de todo ser humano, se guarda una historia, una herencia de tradiciones, costumbres que van marcando y definiendo el ser y hacer de una persona; por eso, creemos importante conocer, al menos a breves rasgos la familia de Juan Martín Moyë, nuestro fundador. en La región de Lorena en Francia
He aquí una historia fecunda de amor.
Juan Martín Moyë, nuestro padre en el espíritu, nace en Cutting, una aldea de la provincia de Lorena, en Francia, el 27 de Enero de 1730. Su padre se llamaba Juan Moyë era un rico agricultor, y su madre Catalina Demange, hija del Alcalde de la localidad. Juan Martín fue el sexto de una familia de trece hijos. Sus padres tenían la dicha de pertenecer a familias cristianas. Su principal cuidado fue conservar y transmitir a sus hijos la herencia de la fe y la virtud que habían recibido de sus antepasados. Un autor los define: “los padres de Juan Martín eran de los más señalados en piedad dentro de una aldea que ya se distinguía por esto mismo entre las de alrededor” (Anales, primer tomo, pág.17). De su padre recibe una devoción muy grande por la pasión del Señor “Recueerdo que mi padre lloraba al leer la Pasión; ayunaba todos los viernes”. ( D.A. 325 ) De su madre recibe especialmente su inclinación a la santidad; de ella se dice que fue rectísima y de una gran sencillez de conciencia; oraba durante largo tiempo, ayunaba
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rigurosamente durante la Cuaresma, y se acercaba con frecuencia a los sacramentos, a pesar de las ocupaciones de una madre de familia y de la urgencia de los trabajos en el campo. Era caritativa al extremo, madre de la viuda y del huérfano, vestía con la misma sencillez que la más pobre del pueblo.
2.1.2 Su infancia Aunque los libros no lo detallan, quisiéramos atrevernos a pensar en algunos aspectos importantes de la vida de Juan Martín que nos darán luces para entender su vida de audacia, riesgo y confianza en Dios. En una familia de trece hermanos no podemos menos de pensar que habría mucho movimiento, juegos, bromas y, con seguridad, algunos momentos de conflicto y discusión entre hermanos y entre ellos estaba Juan Martín quien, por ser el sexto hermano, pudo disfrutar de los consejos y enseñanzas de su hermanos mayores, pero también la oportunidad de compartir lo aprendido con sus hermanos menores. Si en su casa hubo oportunidad de diálogo y compartir, lo constatamos “cuando Juan Martín tenía unos doce años, el mayor de la Familia, Juan Santiago, salió del Seminario de Metz por motivos de salud,este se convirtió en maestro de su joven hermano”. (Anales, I Tomo. 21). De pequeño, tendría la oportunidad de disfrutar de la amistad y compañía de muchos de los niños que vivían en su misma aldea, saldría a jugar con ellos por los caminos y los campos de Cutting. Pero también contaba con las sabias enseñanzas de su piadosa madre que desde sus primeros años no vaciló en inculcar en su hijo la virtud y la piedad. “La tradición de Cutting refiere que le mandaba a misa todos los días y que le acostumbró desde su tierna edad a emplear bien el tiempo”. (Anales, I Tomo 19). Este doble aprendizaje le permitió elegir su vida, su camino, pues, al revés DE otros niños, a quienes les encantaba jugar y que huían del esfuerzo, prefería el trabajo, el estudio y la vida seria. Por eso él aprovechaba los momentos de compartir con sus amigos no sólo para la diversión, sino también para instruirlos en la piedad y en el amor a su patrono san Martín; esta actitud es ya un anuncio de su futuro ardor apostólico.“Subido a un peral, en el prado de Cutting, enseñaba el catesismo, daba pequeñas instrucciones a los niños de su edad y les contaba la vida de san Martín, su patrono” (Anales, I Tomo 20).
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Otra referencia importante del pequeño Juan Martín es que tenía un rasgo distintivo, no tan frecuente en un niño de su edad, era el marcado amor a los pobres que manifestaba desde lo profundo de su corazón; con frecuencia se le vio privarse de una parte de su comida para asistir a los más empobrecidos del lugar. Cuenta la historia, que un día, al regresar del campo, al ver pasar a un pobre con los pies descalzos, se quitó sus zapatos y se los dio. Con sus padres aprendería los oficios propios del campo: labrar la tierra, recoger leña, cuidar algún animalito que acostumbra criar la gente del pueblo. Un niño que nace y crece en un ambiente donde se respira a Dios no puede sino dar frutos de santidad; por eso, desde pequeño da manifestaciones de su celo por Dios y su Reino.
2.1.3 Su vocación y primeros años de sacerdocio (Párroco y Pastor) “Antes de formarte en el vientre te conocí, antes que salieras del seno te consagré, te constituí profeta de las naciones…” (Jer 1, 5).
Sin duda, esta elección de Dios se plasma no sólo en la persona elegida, sino en todos aquellos que rodean al elegido. Según cuenta la historia, en el seno de la familia Moyë Demange, Dios miró con cariño especial a tres de sus miembros y les concedió la vocación al sacerdocio, Juan Santiago, que murió a los 24 años de edad, después de estar en el Seminario; Juan Martín, nuestro Fundador, y Juan Pedro, que murió siendo párroco. De Juan Martín se dice que desde el seno de su madre fue elegido por Dios ya que, poco antes dar a luz, su madre tuvo un sueño en que le pareció que el niño que iba a traer al mundo sería santo. Esta predestinación, poco a poco, se fue haciendo realidad en la vida de Juan Martín; pronto sentirá una fuerte inclinación al sacerdocio, apoyada y alimentada por sus padres; así, fue enviado a la universidad de Pont-a- Mousson, dirigida por los jesuitas. Allí pasó dos años y luego siguió en Estrasburgo los cursos de filosofía dados por los mismos religiosos. Después, sintiendo que su vocación se había consolidado, ingresó en el Seminario de Saint- Simon, en Metz. Desde muy joven da muestras de una santidad natural. En el Seminario se destacó por su inteligencia, sencillez, piedad y constante aplicación al estudio; adquirió un conocimiento profundo en lo referente a la Sagrada Escritura, Historia de la Iglesia y la vida de la Gracia.
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Dotado para las lenguas, Juan Martín estudia el hebreo a fondo. Este entrenamiento le servirá de gran ayuda cuando, más tarde, tenga que aprender el chino. A través de las gestas de la Iglesia le gusta descubrir la acción de la Providencia, y esto es asimismo una inconsciente preparación para las fundaciones futuras. Se distinguió en el estudio de la Historia eclesiástica, tanto que su superior, el docto, Padre Thiebaut, se atrevía a decir que si se perdiera la historia de la Iglesia, se la encontraría en la cabeza del Padre Moyë. Ordenado sacerdote el 09 de marzo de 1754, es nombrado coadjutor de San Víctor en Metz. Desde los comienzos de su ministerio, se mostró tal como se había manifestado durante sus estudios: lleno de celo por la gloria de Dios y salvación de las almas “Apenas fue sacerdote, se le nombró coadjutor de San Víctor de Metz, cuya feligresía, numerosa y pobre, se convirtió en objeto de su caridad, de sus visitas y de sus instrucciones”(Anales, tomo I, . 23). A lo largo de su desempeño pastoral en esta parroquia lo que más le distinguió fue: Su coherencia de vida Lo que atraía a las gentes, a pesar de mostrarse tan exigente, era el ver que no merecía el reproche que Cristo hacía a los fariseos de imponer a los otros cargas que ellos no estaban dispuestos a tocar ni con la punta de los dedos. A ejemplo de Cristo quería comenzar obrando y luego enseñando. Llevaba a todos a la penitencia siendo él, el primero en dar ejemplo. Su vida era austera, “llevaba unos zapatos cuyos clavos atravesaban la suela de parte a parte. Vivía pobremente y, aun disponiendo de medios económicos, llevaba una vida dura, privándose incluso del fuego durante el invierno, hasta el punto de que un día fue preciso llevarle, después de misa, desde el altar hasta la sacristía, por hallarse totalmente entumecido por el frío”. Su capacidad de llegar al corazón de las personas Según algunos testimonios encontrados se dice que Juan Martín no daba grandes discursos, por el contrario, sus palabras eran sencillas, con un vocabulario accesible a todos pero que llenaban el corazón. “Aunque el Sr. Moye no tuviese eso que se llama cualidades exteriores del orador, poseía abundantemente las del orador cristiano: la unción y el celo apostólico. Enemigo de falsas retóricas, introducidas hoy, por desgracia, en la predicación evangélica, sustituía, en sus pláticas, todos esos ornamentos frívolos que agradan momentáneamente al espíritu, pero que dejan el corazón frío, seco e inactivo, por la solidez, el orden ,la precisión y sobre todo, por una acertada aplicación de la Palabra de Dios. La humildad y la mortificación
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que transparentaba su rostro, interesaban tanto como su lenguaje y hacían sus charlas más persuasivas. En una palabra, si convencía e impresionaba con sus sermones, arrastraba con su ejemplo”. (Anales,I Tomo. 25). En él se percibía que era el corazón el que hablaba Lo que nuestro venerado Padre hizo al comienzo de su misión en la parroquia de San Víctor, lo continuó realizando en los diversos puestos que ocupó. La constante de lo sobrenatural en él impresionaba a las almas. En el altar, en el púlpito, en el confesionario, en la calle, era siempre el mismo. No se le encontraba, no se le veía sin sentirse como sazonado en esa sal saludable de quien se siente guiado y protegido por el espíritu de Dios. Su pasión por la realidad de los empobrecidos “Yo por mí nada puedo, pero lo puedo todo en Aquel que me conforta”(San Pablo) Aunque totalmente entregado a los deberes de su ministerio, su celo apostólico le hacía buscar, además, otras maneras de trabajar en la santificación de las almas. Colaboró gustosamente con el P. Bourg, canónigo de Saint- Sauveur, quien predicaba misiones a las gentes del campo. Estas misiones y las visitas que hacía a los sacerdotes parientes o amigos, en los alrededores de Metz, le permitieron conocer a fondo el total desamparo de los pobres y, en especial, la miseria e ignorancia de las niñas del campo. Interpelado por esta realidad, y convencido de que, cuando se presenta una buena obra por hacer y se está moralmente seguro que la voluntad de Dios es que la hagamos, se la puede emprender con audacia. Concibe el proyecto de enviar jóvenes al campo y, sobre todo, a las aldeas más abandonadas, sin otros fondos que la Providencia, con la persuasión de que ella no falta jamás a los que se la abandonan con confianza. "Cuando yo estaba en Metz, comencé a formar el proyecto de enviar jóvenes al campo y, sobre todo, a las aldeas más abandonadas (...) exhortándolas a poner su confianza en Dios y a abandonarse enteramente a la divina Providencia".( Cfr DH 335 )
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Juan Martín Moyë: Hombre de Providencia
2.2.1 La fe en la Providencia Hablar de la Providencia es hablar de la ternura y amor infinitos del Padre para cada uno de sus hijos. “Eres precioso a mis ojos, eres estimado, y te amo. Nunca te olvidaré ¿Acaso una mujer olvida a su niño? Incluso si las mujeres pueden olvidar a sus hijos, yo no te olvidaré. Mira, en las palmas de mi mano te tengo tatuado”. (Is 43,4; 49,15).
La Providencia del Padre sabe lo que cada uno necesita, lo que le sucede, de qué está hecha su vida. Dios cuida con interés infinito a cada uno. “Dios cuidaba de mí como si yo estuviera solo en el mundo”, dice Juan Martín Moyë. El Padre provee nuestras necesidades: en latín, providentia significa “prever”, anticipar, “proveer”, suministrar.
Para entenderlo mejor
La Providencia es el Amor La sabiduría, la ciencia, el poder infinito de un Dios muy bueno, de un Padre que “dispone, ordena y conduce todo” para la felicidad del ser humano, de cada uno de nosotros. “La providencia no es una especie de azar, de destino, de seguro contra todo riesgo, no es la actitud de un Padre sin exigencias”. Es el cuidado divino, inspirado por el amor, de procurarnos, “lo único necesario”. Su presencia es siempre la de un amor eficaz… todo en nuestra vida ha preparado el “hoy”… La Providencia es nuestro Dios. Comprometido con la HISTORIA, con nosotros, con la humanidad entera. “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus angustias. Voy a bajar para liberarlo….lo sacaré de este país” (Ex. 3, 7).
Con Israel. Por su alianza renovada con Abraham, Moisés, los profetas, los sabios de Israel. Con Jesucristo, Verbo de Dios y, en seguimiento suyo, los Apóstoles, los santos, Juan Martín.
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Con nosotros, impulsándonos, animándonos, invitándonos. El es en todas partes y en todos los tiempos el Dios con nosotros. La Providencia es nuestro Dios
Que invita al hombre a compartir con él sus energías creadoras y redentoras. Él quiere que seamos “providencia” los unos para los otros. El nos llama a colaborar en la creación del “hombre perfecto,” según sus designios, en nosotros mismos y en nuestros sufrimientos y nuestras alegrías unidos a los suyos para la identificación de su Cuerpo que es la IGLESIA en la fuerza del Espíritu. “Estar atentos al mundo en el cual vivimos… nada está adquirido, todos los días hay que recomenzar, pero con la certeza de no estar solos en la lucha”. La Providencia es nuestro Dios Que quiere al hombre libre. El saca bien del mal, el sufrimiento llega a ser medio de redención, el pecado ocasión de perdón para los mayores pecadores., “donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia”. Dios Providencia está presente en el corazón de nuestra vida, en el orden de la gracia y de la fe. Él restaura esta vida, la resucita, la introduce en la “Bienaventuranza.” “La Gloria de Dios es el hombre viviente; pero la vida del hombre es la visión de Dios” (San Ireneo). La Providencia de Dios es el amor de Dios en acción que nos guía con amor, como un Padre, que vigila los pasos vacilantes de su hijo pequeño.
2.2.2 Cómo entendió la Providencia Juan Martín Moyë Según Georges Tavard1 “Juan Martín Moyë concibe la Providencia como el medio por el cual Dios revela su gloria entre los seres humanos” (Cuando Dios lo hace todo, la doctrina espiritual de Juan Martín Moyë).
Juan Martín, a lo largo de su vida y en todas las circunstancias que lo rodean, sean positivas o negativas (humanamente hablando) ve cómo Dios en su Providencia se le manifiesta y es que para él, la “fe en la Providencia” es su itinerario espiritual, el sello a través del cual se lo puede identificar.
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LA FE EN LA PROVIDENCIA Para JMM.
LANZA
NO SE DETIENE ARRIESGA
PERCIBE LA CRUZ
Cuando propone el Proyecto de las escuelas, en un acto de fe, lo pone en manos de Dios, “Que la Providencia conduzca todo, en este asunto, que aleje o que venza los obstáculos…..; que arregle todo para sacarlo adelante; que secunde mis actividades; que lleve todo a feliz término; en una palabra, que la Providencia haga todo, por el camino que le plazca; que todo suceda según las miras de Dios; que Dios mismo comience la obra, la termine y la perfeccione” (DP. pág. 70 -71). Sin duda la fe en la Providencia, vivida por Juan Martín, es una fe que lanza, “Las envié sin darles ningún dinero, así como Nuestro Señor había enviado a los Apóstoles, exhortándolas a abandonarse enteramente a la divina Providencia” (DH. pág. 335;) que arriesga, “Estén siempre listas para ir donde las envíen, y si tienen que escoger, escojan los lugares más difíciles, los más humillantes y los menos lucrativos” (DH pág.167); que percibe la cruz en el caminar, “Sin duda tendrán cruces, porque la Providencia sabe que útiles y necesarias son…, de cualquier lado que se vuelvan las hallarán…; sin la cruz, todo es estéril, sin fruto y sin consuelo” (DC. págs. 205 -206) pero que no se detiene, “Hemos recorrido cuatro o cinco mil leguas, y vamos a Cochinchina cuya entrada está siempre cerrada a los misioneros. ¿Qué será de nosotros?. Lo que Dios quiera; estamos en sus manos”. (DP. 177). Él sabe que Dios nunca lo abandonará.
La Providencia en Juan Martín, es la presencia actuante de Dios que llena toda su vida pasada, presente y futura. En él, no hay acontecimiento, (aun en lo más insignificante que parezca), en el cual no esté presente la voluntad de Dios. Es presencia cercana que se le comunica creativamente en la oración, en la vida, en los demás, en el universo; así como Moisés, en su experiencia trascendente, descubre que el “Yo Soy” es el nombre de su Dios, así, Juan Martín, descubre que “La Providencia” es la mejor definición que le puede dar a su experiencia con Dios. Concretizando el quehacer y la espiritualidad de Juan Martín, podemos decir que su vida se regía por dos principios fundamentales.
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Dos principios fundamentales
Dejarse interpelar por la realidad
Tener fe en la Providencia:
Toda su vida, obras, palabras, fueron una respuesta a las necesidades concretas que iba percibiendo en su caminar.
La Providencia de Dios fue el motor de su vida, su inspiración, su guía.
2.3 Juan Martín Moyë. Educador y Pedagogo Juan Martín Moyë concibió el Proyecto de sus Escuelas para niñas en el momento en que las ideas subversivas, que debían conducir a la explosión revolucionaria de Francia, se daban en su pleno apogeo. La necesidad de una educación más profundamente cristiana se hacía sentir con verdadera urgencia. Después de conocer la realidad socio-religiosa de las aldeas más abandonadas, y confiando totalmente en la Providencia, resolvió reunir a algunas jóvenes piadosas, que sin emitir votos religiosos, estarían totalmente dedicadas a la educación de las niñas de las aldeas. Esta feliz inspiración de Dios se haría realidad en 1762, en Vigy, Francia, con la colaboración decidida e invalorable de Margarita Lecomte y otras compañeras, en que se hizo visible el amor y la ternura de Dios en las niñas de la primera escuelita. Hoy, en pleno siglo XXI, no es menos importante educar a la niñez y juventud; pero sin olvidar que esta educación debe ser integral y basada en los principios cristianos y en los valores humanos y religiosos. Hoy hemos incursionado incluso en la educación mixta. La mujer, como esposa, como madre, como profesional, desempeña un papel preponderante; el hombre,, en calidad de ciudadano, de padre, de profesional, ejerce en los destinos del país una influencia tal, que si no se prepara con valores humanos, sociales, cristianos, las consecuencias son funestas y peligrosas. El Proyecto de Juan Martín al comienzo no encontró el apoyo que merecía: “Tolerado hoy, combatido mañana, el P. Moyë tuvo que vencer continuas dificultades cuando puso los
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cimientos de una Congregación que, a mediados del siglo siguiente, adquiriría tan magnífico desarrollo.” (1 Anales de la Congregación pg.8). Cuando en su Proyecto, llega Juan Martín a involucrarse en la educación, expresa: “Nada es más importante como la educación de la niñez y de la juventud, pues de ellas depende toda la vida”. El futuro está siempre en los gérmenes; quien conserva la semilla, asegura ser dueño del tiempo venidero. Por esto los gobiernos tratan de adueñarse de los niños, para modelar sus cerebros y sus almas, y así cumplir sus metas… Nosotros no cederemos fácilmente el apostolado de la evangelización en la escuela. En la época de Juan Martín, educación sólo podía significar educación cristiana. Un consejo que daba era que en cada escuela hubiese una imagen de Cristo y una de la Virgen María. El Fundador insiste mucho en la competencia que en conocimientos religiosos, debe poseer la maestra. No basta la buena voluntad. Insiste también en la necesidad de abrir el alma de los niños a los tesoros de la vida sobrenatural. Es preciso mostrarles la diferencia entre lo natural y lo sobrenatural, entre el obrar humano y el obrar por motivos religiosos. Puesto que el bautismo es el principio de la vida sobrenatural, Juan Martín desea vivamente que se explique a los niños la importancia de este sacramento y que aun se les enseñe a administrar el bautismo en caso de necesidad. Sobre la formación eucarística de los niños tiene ideas muy oportunas. Insiste en la Eucaristía-Sacrificio. Las Hermanas enseñarán cómo participar en la Misa, lo que se ha de hacer al inicio, en la consagración, en la comunión. Importante enseñar la Liturgia de la Eucaristía, evidentemente las Hermanas no dejarán pasar ni una fiesta sin explicar su significado y su importancia. Enseñarán a los niños a realizar bien las obras ordinarias cada día, sin olvidar de ofrecer a Dios las obras por la mañana, qué intención hay que tener en ellas. Sugiere la utilización de las obras más pequeñas para ir a Dios. “Dios quita de mí lo que te desagrada”. En la comida, “Dios mío alimenta mi alma con tu Palabra y tus inspiraciones”. JMM sabe unir muy bien la doctrina y la práctica, sabe conciliar los principios e indicaciones de orden práctico. Era esencialmente un hombre realista. Sería un gran error considerar que el P. M sólo insistía en los conocimientos religiosos y en la formación propiamente cristiana. Explica cómo enseñar a los niños a leer y escribir correctamente sin faltas de ortografía; cómo concebir la enseñanza de la Historia y cómo utilizar lo que es arte, cuando se dirige a los pequeño, a espíritus lentos. Importante las comparaciones, los retratos, las historias.
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Un consejo importante. Pondrán sumo empeño en adaptarse a la capacidad de los niños y en hablar de manera que se hagan entender. Éste es uno de los talentos mayores y necesarios para los que enseñan y, la mayoría de las veces, se `peca por carecer de él. ¿Cuántas personas creen hacer maravillas dirigiendo bellos discursos a los educandos y se aplauden a sí mismas, mientras los pobres estudiantes se quedan sin entender nada? Juan Martín dice: “Un excelente método para hacerse entender bien es explicar todas las palabras, no pasando ninguna sin antes haberse cerciorado de que los niños la han comprendido”. Continúa con el proyecto, “Algo importante es hacer inmediatamente que se ponga en práctica lo que se acababa de enseñar”.
He aquí algunos ejemplos -
“En el campo religioso has hablado de actos de Fe, que hagan actos de fe en Dios.” “Hablas de la Gracia, que hagan actos de confianza en ella. “Enseñas el Amor a Dios, que hagan actos de amor al Señor” (Juan Martín Moyë)
Conviene lo mismo para las disciplinas académicas. En todo caso, hemos visto qué bien sabe conciliar, unir, hermanar, doctrina y técnica, atender a los principios de orden práctico. Era Juan Martín, esencialmente, un hombre realista. Conviene que al final de cada instrucción,, tomen en cuenta los sentimientos, los afectos y las resoluciones. Después de haber ilustrado el espíritu, bueno es tocar el corazón, mover la voluntad y conducirlo al bien”. Ciertamente, para nosotros que vivimos en el siglo XXI, todo esto no nos resulta nuevo. Con razón a Juan Martín se lo considera un Precursor Pedagógico de una Formación integral, y un técnico en el arte de instruir y educar, porque el mira más a la Educación Formación que a la simple instrucción Instruye a la Hermanas: A las Jóvenes las prevendrán de la excesiva vanidad y del prurito de hablar y hablar, de la curiosidad, de las familiaridades peligrosas, las inculcarán la necesidad de aprender buenos hábitos, para vivir una juventud positiva en base a valores. A las Hermanas les recuerda darles a las niñas buen ejemplo, “Las niñas a veces olvidarán las lecciones dadas verbalmente, pero conservarán el recuerdo global de sus maestras y de las virtudes que practicaban”. La intención de enseñar será la gloria de Dios.
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2.3.1 CUALIDADES QUE DEBEN TENER LAS/ LOS MAESTRAS/OS
Ha de cumplir primero lo que exigirá a sus educandos. En cada clase, la intención principal será la gloria de Dios. Debe reinar entre las Hermanas y los maestros, la caridad más profunda, el espíritu de mutua ayuda. Nada escandaliza tanto a los niños como comprobar que entre los maestros se dan la envidia y poca armonía. Serán un solo corazón y una sola alma; nada de celotipias, se alegrarán sinceramente del éxito de las compañeras. Buscarán siempre el último lugar. Cuando se ofrezca la ocasión de visitarse, de escuela a escuela, tratarán de evitar las quejas, críticas y murmuraciones. Las conversaciones serán más bien edificantes y positivas. Idéntica será la caridad con respecto a las niñas. No mostrarán repugnancia hacia aquellas que estén harapientas, sucias o mal vestidas, o sean poco agraciadas, ni se impacientarán con las que tienen cabeza dura para aprender. La medida será igual para todas, y si tienen preferencias, que sea para las menos dotadas, las menos ricas, las menos atrayentes, las menos privilegiadas. Esto exige unas miras muy sobrenaturales.
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Antes de las clases, procurarán recogerse, y en ese recogimiento, renunciarán a toda pasión y a toda insinuación desarreglada, y le pedirán a Dios la gracia de comportarse en la clase sobrenaturalmente: hablando, callándose, instruyendo, exhortando, corrigiendo, en presencia de Dios, bajo el impulso del Espíritu Santo, y nunca por cólera, mal humor, arrebato o precipitación, ni por cualquier otro motivo y principio vicioso”. En la medida en que las Hermanas sean mortificadas, tendrán derecho a reclamar las renuncias convenientes y, luego, arrastradas por el ejemplo, en vez de refunfuñar, se esforzarán por seguirlas más de cerca. Salta a la vista que nuestro Fundador se alimenta del lenguaje de las cartas de san Pablo, en general, por los ejemplos, por los consejos que da como formador y pedagogo.
2.4 Primeras semillas de Providencia en Bélgica
Las peticiones para abrir nuevas escuelas abundaban y llegaban no sólo a Francia, sino también a Bélgica. Los conventos habían sido suprimidos en masa por la Revolución Francesa, y muy pocos habían logrado reorganizarse. Además, desde 1815 los ministros del Rey Guillermo I de Holanda, protestante, entorpecían de todas formas el desarrollo de la enseñanza católica. Las primeras Hermanas de la Providencia de Portieux que se establecieron en Bélgica, lo hicieron en 1822 en Dhuy y en Branchon, una en cada lugar. Poco después llegaron cuatro más a dirigir el orfanato de Saint-Gilles en Namur. Antes de concluir aquel año también llegaron a Jambes, debido a la insistencia del párroco de este lugar, Juan Bautista Kinet, quien será más tarde Director de las Hermanas de Champion. Nuevas fundaciones siguieron y para 1830 la Congregación de la Providencia era ya conocida a lo largo y ancho de Bélgica.
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El Obispo de Lieja, Monseñor Van Bommel, fue uno de los primeros y más infatigables artesanos de esta expansión. Sus cartas pastorales y sus instrucciones al clero revelan su constante afán por dotar a cada parroquia de escuelas francamente cristianas. Sus cartas llegaron a Portieux. En ellas pedía Hermanas de la Providencia para su ciudad episcopal, así como para Herve, Ampsin y Flémalle en marzo de 1832. Se trataba de Sor Javier y Sor Mónica Henry. Sor Javier se dedicó a la difícil tarea de institutora de la aldea. Fue para ella una inmensa alegría comenzar su apostolado con la preparación de ocho niñas para la Primera Comunión.
2.4 María, Protectora de nuestros Proyectos Cuando se acercaba el peligro del fracaso humano del Proyecto de las escuelas, nuestro Fundador nos enseña a poner en manos de María las obras, los proyectos y la actitud de aceptación de la voluntad de Dios sin desanimarnos, sin sentir el fracaso. “Cuando Juan Martín se enteró de la prohibición de abrir más escuelas sintió que le arrancaban el corazón”. El mismo refiere en la Historia de la Pobres Hermanas de la Providencia, escrita 22 años más tarde, lo que tuvo que sufrir en esa ocasión, queremos citar el manuscrito de la época que reproduce el texto mismo de los sentimientos que el siervo de Dios mostró con ocasión de esta prueba tan dolorosa: “Es imposible imaginar el sufrimiento que me produjo esta noticia. Sin embargo, la gracia que me ha ayudado siempre en las grandes penas y en las circunstancias más desagradables, me movió a ofrecérselo a Dios, haciendo constantemente actos de resignación y de conformidad con su voluntad. A fuerza de multiplicarlos y reiterarlos, conservaba la paz del corazón; hallaba una calma interior en medio de la tempestad, y mi sosiego en medio de la mayor amargura que he experimentado en mi vida, de suerte que logré dormir esa noche, lo que me pareció milagroso, porque otras inquietudes menores hubiesen sido más que suficientes para privarme del sueño. Al día siguiente por la mañana, manteniendo siempre ese espíritu de resignación y sacrificio, fui a presentarme en la Iglesia de Santa Cruz, donde estaba de coadjutor, ante el altar de la Santísima Virgen que tenía al Niño Jesús en sus brazos. Renové sin cesar mis actos de sumisión a la voluntad de Dios; le decía a nuestro Señor y a su Santísima Madre
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que ponía todo en sus manos, que Dios era dueño de disponer de ello como quisiera; que hacía bien quitándome esta obra, porque yo solamente era capaz de echarla a perder. Sin embargo, después de haber pasado así casi una hora de grandísima angustia, sentí renacer en mi corazón no sé qué esperanza, como una lámpara casi apagada que se vuelve a encender, un corazón abatido que se reanima. Esta esperanza que renacía se daba únicamente en el sentimiento, porque con la inteligencia yo no veía ninguna razón para esperan, ningún medio de salir adelante. En todo caso ese sentimiento me hizo revivir por decirlo así” (Anales I, pag 41) “Lo que sobre todo hacia sufrir a Juan Martín era la persuasión en que se hallaba de que la apertura de las escuelas era querida por Dios. Por eso, manifestaba él más tarde a D. Santiago Louyot, esa oposición había sido una de las grandes penas de su vida, no por la confusión de haberse adelantado tanto por un bien que no era del orden común, sino por el sufrimiento de ver fracasar un proyecto que él creía que venía de Dios. Sin embargo, su profunda sumisión a la autoridad hizo callar toda otra consideración”. Con el ejemplo de nuestro Fundador, toda Hermana o laico Providencia debe poner su vida y su misión en manos de nuestra Madre la virgen María, para que ella nos ayude a superar las dificultades, a gozar con los éxitos espirituales, a no perder la esperanza y a convencernos, una vez más, de que lo único importante es aprender a cumplir con la voluntad de Dios en nuestras vidas.
Cuestionario para desarrollar 1. ¿Cree que el medio familiar influye en la formación de la persona? ¿Por qué?
2. Realice un crucigrama en el cual se puedan encontrar los datos sobresalientes de la familia e infancia de Juan Martín. 3. Dibuje el perfil de Juan Martín y coloque sus cualidades. 4. Se dice que Juan Martín Moyë afianzó su vida en dos bases fundamentales. 1. Dejarse interpelar por la realidad. 2. La fe en la Providencia. Investigue, al menos, dos momentos claves en su vida los cuales reflejen cada uno de estos aspectos.
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5. Señale tres características de los consejos pedagógicos de JMM que se encuentran vigentes en nuestro tiempo y que nos ayudan a mantener vivo el espíritu evangelizador en nuestras escuelas. 6. Escriba una carta a María poniendo en sus manos su vida y la misión que realiza como laico Providencia
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UNIDAD 3 JUAN MARTÍN MOYË, MISIONERO
1. ¿Qué es la misión? Para adentrarnos en la vida misionera de Juan Martín creemos necesario entender lo que significa la palabra misión en el contexto de la Iglesia. Misión viene del latín mittere (enviar, mandar). En su sentido original evoca la dimensión trinitaria ya que expresa la relación íntima entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Padre envió al Hijo al mundo; Cristo, a su vez, envió de parte del Padre al Espíritu Santo para que cumpliera su obra de salvación. Más tarde, al término misión se le da otro significado que indica la acción evangelizadora de la Iglesia entre las poblaciones que no conocen todavía el Evangelio, a Cristo, Redentor del mundo.
2. Juan Martín Moyë, Apóstol Misionero Juan Martín, desde su ministerio sacerdotal se siente enviado, por eso, va, se dirige a las aldeas pobres de Lorena, a la cruda y peligrosa China para constatar la realidad, para dejarse interpelar por ella. “Vi esta mañana, muchachas como también muchachos y hombres que arrastraban un carro como pobres animales. He visto también esclavos enfermos, desnudos y acostados en el suelo; uno de ellos, más grave que los otros, estaba tendido en una tabla y tenía por almohada un pedazo de madera del ancho de la mano. El alimento de esta pobre gente es tan miserable y escaso, que moriría de hambre el que tuviera que contentarse con eso en Europa”. (DC 176). Apóstol misionero, tal parece ser el rasgo fundamental que caracteriza a Juan Martín. La “vocación apostólica” se inscribe en su ser, en su vida, en su obra, marcando todos los aspectos de su rica personalidad.
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Discípulo de Cristo, lo es a la manera de Pablo con quien presenta rasgos de semejanza notables. Nuestro Padre hubiera podido decir también: “Desde el seno de mi madre fui reservado, llamado por la gracia…y esta gracia no ha sido estéril en mí”. Desde su nacimiento, su madre lo considera como consagrado a Dios. Adivina una vocación en este “predicador insigne” para quien una rama de peral servía de púlpito. “…apenas llego a un lugar, tengo que dejarlo para ir a otra parte. Voy errante de país en país, de ciudad en ciudad, de casa en casa, recorriendo unas mil leguas de camino por año, a pie, por montañas o caminos casi intransitables…”(DC 198). La raíz profunda de su celo devorador es su identificación con Cristo que vino para “atraer” hacia él a todos los hombres para llevarlos al Padre. “Permanecemos en Cristo, vivimos por el Espíritu… Mientras más avanzada está una persona en la perfección cristiana, más opera la gracia en su interior, pues entonces no es ella quien vive, sino Cristo quien vive en ella… La gracia es en ella como un fuente de agua viva que brota continuamente hacia la vida eterna”. (D G 208).
2.1 Cómo Juan Martín concibe el ser Apóstol de Cristo. El apóstol, según la concepción de Juan Martín, no se pertenece más a sí mismo. Toda su vida está al servicio de la voluntad de Dios, de la gloria de Dios, de los intereses de Cristo. “Las Hermanas pensarán a menudo en estas palabras de san Pablo: La caridad de Cristo nos apremia. Si están animadas por la caridad, no habrá nada que no hagan para la gloria de Dios y la salvación de las almas. La caridad corre, vuela, nada la detiene; es ingeniosa… se hace todo para todos, y se acomoda a todo, sufre todo” (DA 301). Nuestro Padre realizó de una manera maravillosamente fiel la “carta apostólica” escrita en el capítulo 10 de san Mateo “habiendo llamado a sus doce discípulos, Jesús les dio autoridad… los envió en misión… a proclamar el Reino, a curar a los enfermos, a expulsar demonios…” (Mt 10, 8). El apóstol no es sino el instrumento, el sacramento del poder de Dios. Debe, pues, desaparecer, para que Dios obre a través de él: “Mi gracia te basta”. Nuestro Padre está tan penetrado de ello que no deja de recordarlo a las Hermanas. “Pidamos continuamente a Nuestro Señor que Él mismo haga todo lo que nosotros hacemos… ” (DC 208). En seguimiento de Cristo, el apóstol es el servidor que le da su vida. Juan Martín contempló primero la cruz, participó de los sufrimientos del Salvador… puede decirse que
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se configuró con Cristo crucificado y no es de admirar que su vida haya sido tan profundamente marcada por la Cruz; la del apostolado no fue la menor. “La muerte hace su obra en mí para que brote la vida en vosotros”, decía san Pablo; como él, nuestro Padre afirma: “La cruz salva al mundo; por la cruz damos fruto… por la cruz nos engendró Cristo. Por la cruz engendramos almas para Cristo”.
Y anima sus a hijas y, hoy, a sus hijos: “Recordad que Nuestro Señor llevó la cruz y la abrazó. Su cruz santificó todas nuestras cruces, y les comunicó una virtud divina… Amemos la cruz, llevemos la cruz, permanezcamos clavados en la cruz de Jesucristo… Él sufrió y murió en la cruz para enseñarnos a permanecer amorosamente clavados en ella hasta la muerte por la gloria de Dios y la salvación del mundo.”(DC 206).
Ser apóstol de Cristo a la manera de Juan Martín
No pertenecerse más a sí mismo
supone
Ser el instrumento, el sacramento del poder de Dios.
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Ser el servidor que da su vida
3.- Iniciativas Misioneras 3.1 Promoción de la mujer tanto en Lorena como en China. Joven sacerdote, manifiesta predilección por las misiones rurales en las aldeas y caseríos más abandonados en donde reinan la miseria material, la ignorancia, la marginalización social de las niñas y de la mujer. Al constatar la miseria, Juan Martín concibe el proyecto de fundar escuelas para remediar esta dolorosa e injusta situación. Durante ocho años madura el proyecto en la oración y en la fe en la Providencia. Contrariamente al criterio propio de su tiempo, Juan Martín Moyë, cuando va a iniciar su proyecto no quiere contar con el apoyo de los hombres sensatos, instruidos, piadosos que, con seguridad, habría en la parroquia. Él, al igual que Cristo, quiere confiar en la mujer, devolverle su dignidad, darle su puesto en el mundo. En Lorena, cuando siente el impulso del Espíritu avizorando la hora de emprender tan anhelado proyecto, quiere contar con una mujer “Margarita Lecomte” que tenía diecisiete años de edad cuando el Padre Moyë comenzó sus funciones de coadjutor en la parroquia de San Víctor. Era obrera de un taller. Como la mayoría de las chicas de esa época, había sido criada en la mayor ignorancia, pero tenía un espíritu de servicio impresionante. Luego en el camino Juan Martín Moyë se encuentra con otras (La Srta. Fresne, que prestó su casa para que se formaran las primeras maestras, además fue consejera de Juan Martín; María Morel, quien, a pesar de su edad (60 años) acompañó efectivamente en la formación de las primeras Hermanas) que fueron una bendición y un seguro apoyo en su obra que era la obra de Dios. En China a su llegada, Juan Martín Moyë comprende muy pronto que, sin la mujer, la Iglesia de China progresaría difícilmente. Reconoce y aprecia su fuerza de carácter, inteligencia y generosidad a toda prueba. Es quizá en este dominio donde da pruebas de una cierta originalidad por su gran audacia que roza, a veces, con la temeridad.
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“Entre los cristianos de estas montañas, muchos hombres se hacían notar por el ardor y la sinceridad de su fe; no obstante, el P. Moyë estimaba que las mujeres los superaban en piedad, en conocimiento de la religión, en talentos, en celo y en prudencia. Ellas hacían el mayor número de conversiones”. También allí Juan Martín se inscribe en una larga línea de misioneros que, largo tiempo antes que él, pensaron en la misión que podían tener las mujeres en la evangelización. Desde 1745 existía en el Vicariato una sociedad de Vírgenes fundada por Monseñor de Martillac, y aprobada por la Iglesia. Eran jóvenes consagradas a Dios, dedicadas únicamente a una vida de contemplación y de recogimiento, en el secreto de la casa paterna. La innovación de Juan Martín Moyë consiste en invitarlas a ser apóstoles por medio de la enseñanza. La condición femenina en China, en el siglo XVIII, es muy precaria y Juan Martín quiere mejorar esta situación. Tiene tres certezas: 1. Por el evangelio se transformará la suerte de las mujeres. 2. La mujer cristiana evangelizará mejor a la mujer pagana. 3. La evangelización se hará mejor por las mujeres que por los hombres. “las mujeres son mejores y más celosas. Ellas no temen ni los senderos escabrosos de la montaña, ni los largos caminos, ni la persuasión, ni la muerte cuando se trata de dar a conocer el nombre de Jesucristo” (Goyau G. Juan Martín Moyë, misionero en China). Juan Martín orienta el trabajo de las mujeres que, en un primer momento, eran “bautizadoras” hacia un trabajo de educación evangelizadora. Tiene la intuición espiritual de buscar mujeres seguras, probadas para esta misión, tomando en cuenta las precauciones impuestas por la cultura local y por la prudencia. “En China, una joven no sale sino acompañada por un pariente próximo, o por una mujer de edad”. (DH 374).
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Pasado el flagelo de la peste, después de esos años trágicos, Juan Martín busca una acción más estable y más constructiva: maestras como en Francia. Las jóvenes que escogía para ser maestras se alojaban en las familias cristianas, donde recibían a las niñitas (descuidadas también en esta época). El fin de la enseñanza era doble. Al procurar una educación elemental a las niñas, Juan Martín quería: 4. Restituir a las mujeres su dignidad y el rango al cual tienen derecho en la sociedad. 5. Dar a las futuras madres de familia la posibilidad de tener la iniciativa en la educación de sus hijos.
3.2 Los niños
El bautismo de los niños fue la constante preocupación de Juan Martín Moyë. En Lorena, llevado por su celo apostólico, no podía soportar la idea de que se dejase morir a los niños sin el bautismo. Recordemos el libelo que publicó en Metz con su amigo Jobal denunciando: “… la negligencia e ignorancia de aquellos que debían velar por este asunto, es decir, los pastores, parteras, padres de familia, parientes, amigos. Es verdad que al joven coadjutor le faltó tino, prudencia, se mostró demasiado radical, pero su vehemente deseo por la salvación de los niños le inspiraba estos actos audaces”. En China tiene la misma preocupación: “La China es un país donde los niños nacen en número extraordinario, pero mueren en una proporción que da miedo. En este hormiguero humano, la mortalidad general es muy considerable”.
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Juan Martín Moyë revela su celo devorador en la primera carta que escribe a su padre a su llegada a China: “Estoy contento y satisfecho de haber venido aquí. Partiré con alegría a nuestras misiones. Tengo motivos para creer que Dios me llamó y estoy lleno de confianza que todo será para su gloria, la salvación de las almas y de la mía. Hay que ganar el cielo en algún lugar; aunque no hiciéramos sino procurar el bautismo a una sola alma, a un solo niño, valdría la pena haber venido, porque una sola alma costó a Jesucristo toda su sangre. Espero que Dios salvará a muchas almas desde nuestro ministerio….” En los años 1775 a 1779, una terrible sequia azota el país; el hambre y la peste devastan, sobre todo, la población infantil. Durante la tragedia, Juan Martín no vacila en movilizar un cierto número de mujeres (madres de familia y mujeres solteras, viudas y jóvenes) para bautizar a los niños moribundos. La respuesta de las mujeres a este grito de angustia es de una generosidad extraordinaria, nada detiene su valor, ni siquiera el riesgo del contagio. “A una media hora de Tchoung – Kin, los mandarines instalan un campamento donde se distribuye arroz a los que sufren el hambre. La sra. Catalina Lo, casada con un rico banquero, es una destacada pionera. Al principio estas mujeres- apóstoles son rechazadas, pero permanecen firmes; se presentan con remedios para socorrer a los enfermos. Así pueden circular libremente y bautizar a numerosos niños. Estas mujeres bautizan cada día decenas de moribundos….”. Terminada la epidemia, nuestras “bautizadoras” se encuentran sin trabajo; entonces Juan Martín se interroga: “¿Por qué no establecer en la misión, de manera permanente, un grupo de mujeres cristianas que, como los apóstoles, recorran el país en busca de los niños enfermos o abandonados?” Para el sostenimiento de las mujeres - apóstoles y de los niños recogidos necesita una ayuda pecuniaria. Con este fin, el 7 de Octubre de 1779, el Misionero escribe a sus amigos de Francia: “El aviso a las almas caritativas de Europa”
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De allí nace la “Obra Angélica” que, en 1840, inspira a Monseñor Forbin Janson la Obra de la Santa Infancia.
3.3 Presencia afectiva y efectiva en el mundo de los pobres
Desde los comienzos de su ministerio, nuestro Fundador hace una opción preferencial por los pobres de su tiempo. En ellos encuentra la inspiración para su Obra, por ellos se arriesga y acepta todo sufrimiento. Ésta es la más grande intuición de Juan Martín Moyë, la realidad de pobreza fue lo que tocó su corazón; los pobres son el “lugar teológico”, en el cual él escucha la voz de Dios: “Formamos, el 25 de enero de 1764, el proyecto de una escuela para un caserío donde las bestias duermen en el mismo lugar que los hombres, donde el más rico de la aldea se ve obligado a mendigar, y donde los ancianos de sesenta a ochenta años ignoran totalmente los principales misterios de la religión, y apenas saben si hay un Dios” (DP 74; 110);
y más aún, insiste en que, de entre los pobres, debemos elegir a los más “pobres” en un doble sentido. Pobres desde el lugar geográfico: “… si tienen que escoger, escojan los lugares más difíciles, los más humillantes y los menos lucrativos” (DC 167).
Pobres desde las carencias personales: “Hay niños que tienen cualidades naturales, que los hacen amables; uno se apega a éstos, y
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descuida a los otros que tiene muchas veces más necesidad de instrucción, es decir, a los espíritus tardos, las inteligencias lentas, y con frecuencia a los pobres que, por estar mal vestidos y desaseados causan disgusto y repulsión. Sin embargo, habría que preferirlos a los otros porque la caridad bien ordenada va siempre a la necesidad más urgente”(DP 114).
Hablando de la conveniencia de la formación de las primeras maestras para las escuelas dice: “Se había pensado primero enviar algunas jóvenes a Toul, para que se formen en el seminario* que fundó un venerable canónigo… pero como todas las jóvenes que allí salen de esta casa deben recibir rentas*, encontré dos inconvenientes. El uno es que siendo difícil conseguir las fundaciones* para establecer maestras de escuela, éstas serían muy pocas; y muchos lugares, sobre todo lugares pobres donde son más necesarias, estarían en la imposibilidad de tenerlas…además se impediría a las jóvenes pobres, capaces de enseñar, el que fueran admitidas en nuestra sociedad. El otro inconveniente es que, teniendo estas jóvenes una renta fija, sería muy de temer que algunas abrazaran este estado por interés.” (DP 69-70).
Hoy, como Hermanas y miembros de la Familia Providencia, queremos seguir haciendo realidad la Utopía del Reino desde los más empobrecidos, por eso, nos proponemos:
“Queremos, pues, hacer de la opción preferencial por los pobres el eje de todas nuestras opciones porque fue la opción de Jesús, la de la Iglesia, la del Bienaventurado Juan Martín y de Madre María Javier. Nos sentiremos siempre enviadas, prioritariamente, a los más pobres. Para descubrirlos, tenemos que convertir nuestra mirada, abrir nuestros corazones, ampliar el horizonte de nuestra oración”. (Const. Nº 22).
3.4 Preparar a los laicos para asumir las tareas de la Iglesia Si hoy la participación de los laicos en la acción apostólica nos parece completamente normal, hay que comprender que no fue así en la época de Juan Martín Moyë: en ese tiempo, la misión del laico en la Iglesia, era secundaria, subestimada, casi inexistente. Entonces, Juan Martín se presenta, una vez más, a la vanguardia cuando llama a los laicos y, sobre todo, a las mujeres, para que colaboren en la evangelización, la educación, la promoción social.
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Semejante audacia se explica solamente por la fuerza del Espíritu Santo y por el celo que consume a Juan Martín Moyë. Formó militantes, laicos fervientes que pudieran suplir la falta de misioneros; obreros apostólicos que lo acompañaron o lo precedieron para anunciar la Buena Nueva. “Cuando el misionero ve almas de buen temple debe cultivarlas con cuidado y capacitarlas para prestar servicios esenciales a la Iglesia. Debe examinar los talentos de cada uno y colocar a cada uno en su puesto, servirse de uno para catequizar, de otro para bautizar, de este para orar, para edificar, para visitar a los enfermos, de otros para nuevos cristianos”. (Goyau. p. 129).
CUESTIONARIO DE EVALUACIÓN 1. ¿Qué es la misión? 2. ¿Qué rasgos de la personalidad de Juan Martín podemos destacar en su quehacer misionero? 3. ¿Cuáles fueron las iniciativas apostólicas por las que Juan Martín optó en su tiempo? Y si hoy viviera ¿cuáles serían? 4. ¿Cuáles son los desafíos que nos presenta la Iglesia Latinoamericana en la realidad actual? Lea el documento Aparecida Nº 407 – 430 5. En la realidad actual de la Iglesia los laicos desempeñan un papel importante. Investige sobre lo que dice Aparecida con respecto a su rol en la sociedad y en la Iglesia. 6. Indague sobre los apostolados que realizan las Hermanas de la Providencia en colaboración con los laicos.
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UNIDAD 4 JUAN MARTÍN MOYË, PROFETA 4.1 ¿Quién es un Profeta? Según definiciones populares, podríamos suponer que un profeta es una persona que "adivina el futuro". Esta mentalidad está influenciada porque algunos profetas parecen actuar de esa forma. Pero los profetas ante todo, son analistas profundos del presente y no adivinos del futuro. El término profeta viene del griego “prophetes” que, básicamente, puede traducirse "alguien que anuncia la voluntad de Dios". El término hebreo “nàbî” tiene la raíz nb´ que significa "llamar". De esta manera podríamos traducir la palabra profeta como: "uno que es llamado", o bien "uno que llama". Nosotros, para saber qué es un profeta, tomaremos el texto de Jer 1, 4-10.16-19. Leamos detenidamente el texto y descubramos las características del profeta: a. El profeta es elegido para una misión. En el caso de Jeremías es escogido desde siempre, “antes de que tú nacieras, yo te consagré- escogí” (v.5). En el plan de Dios todos somos elegidos para realizar una misión. Nadie está libre de la elección y misión, todos hemos sido elegidos y tenemos una misión que realizar. Pero su elección es en un momento concreto de la vida, puede ser de niño, joven o adulto. Porque, si bien todos somos elegidos, hay un momento que nos descubrimos a Dios y nos llama. b. El profeta es una persona inspirada. “Entonces Yahvé extendió su mano y me tocó la boca” (v.9). Nadie en Israel tuvo una conciencia tan clara de que era Dios quien le hablaba y de ser portavoz del Señor como el profeta. Desde luego, esta inspiración le viene de una experiencia personal de comunión con Dios, por eso podía decir “Palabra de Yahvé”, “oráculo de Yahvé”. ¿No es verdad que hay veces que sentimos que Dios nos empuja a comunicar su Palabra y no nos podemos quedar callados? Eso es la inspiración.
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c. El profeta es una persona pública “Tú, ahora renueva tu valor y ve a decirles todo lo que te mande” (v.17). Yavé no lo escoge para que vaya a un monasterio, a un centro de estudios o a un sitio pequeño del templo. El lugar del profeta es la calle, la plaza pública o cualquier sitio donde se reúne el pueblo. El profeta se halla en contacto con el mundo que lo rodea: conoce las maniobras de los políticos, las intenciones del rey, el descontento de los campesinos, el lujo de los poderosos, la despreocupación de muchos sacerdotes, en fin, palpa el día a día de la gente de la calle. d. Los profetas son hombres amenazados “Ellos te declararán la guerra, pero no podrán vencerte, pues yo estoy contigo” (v.19). Ser amenazado, perseguido e insultado fue el riesgo constante de los profetas. La gente se vuelve enemiga de los profetas porque denuncian el mal y se niegan a participar en el pecado de todos. Rechazan su palabra, en otros casos las autoridades los ven como un estorbo y buscan eliminarlos. Es lo que le sucedió a Juan Bautista, a Jesús, a Romero… e. Por fin, el profeta es un hombre carismático. Es carismático porque rompe las barreras de género, pueden ser varones o mujeres. Rompe las barreras educativas, pueden ser instruidos o sin instrucción. Rompe las barreras de clase. Son carismáticos porque tienen una gran capacidad de sintonizar con las luchas y las esperanzas del pueblo. En síntesis, podemos decir que el profeta es una persona carismática, escogida por Dios para llevar adelante la misión de anuncio, denuncia o consuelo para el pueblo. Y por esta razón encuentra conflictos constantes que lo pueden llevar hasta entregar su propia vida.
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4.1.1 Juan Martín, Profeta de la Palabra
Juan Martín Moyë como los apóstoles, anunciaba la Palabra de Dios con seguridad “Al terminar la oración, el lugar en que estaban reunidos tembló; todos quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a anunciar la palabra de Dios con toda valentía” (Hech. 4,31). Aparece como un hombre de la Palabra oral, escrita y “en acción”. En todas las etapas de su vida lo encontramos en actitud de “hablar” para instruir, reprender, estimular en nombre del Señor. Niño, evangeliza a sus compañeros desde el “rústico púlpito” de un peral. Vicario, exhorta desde el púlpito, en el confesionario, en la catequesis, en las escuelas, en las casas, en su casa.
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Predica misiones en los pueblos abandonados. Misionero, en el transcurso de su largo viaje en barco, en las escalas (en la Isla Mauricio, por ejemplo, anima a los esclavos). En China, en Mayo en 1774, en Mao – Tien, Juan Martín es arrestado porque da testimonio de Jesucristo ante el mandarín. Se prepara a la muerte. “Esperando, y como la prisión es una especie de jaula cerrada con barrotes, y como la multitud pasa delante de ella para ver “al diablo de occidente” y a sus compañeros, entre ellos Benito Sen, el Padre Moyë aprovecha para predicar públicamente y en alta voz: la Palabra de Dios no está encadenada”. (R. Plus p. 72 -73). Sin temor de enfrentar al poderoso mandarín, profesa a Jesucristo, pese a los golpes y a las rudas bofetadas. No se hace cómplice de los poderosos. Se le solicitó mentir a la autoridad: para escapar de la cárcel le bastaba al misionero declararse originario de Cantón (y no de Europa). Con esa mentira y una fianza, lo podían liberar. Juan Martín no cedió a la tentación. Al regreso de China, en 1784, para renovar a las Hermanas en su primer fervor, las convoca y él mismo les predica los Ejercicios Espirituales. En 1786, su detractor Chatrian, escribe con ironía que el P. Moyë es actualmente misionero “ubicuo” (que está al mismo tiempo en todas partes). Durante la Revolución, se plantea a los sacerdotes el problema del juramento a la Constitución Civil; Juan Martín no deja de hablar a los sacerdotes. Recorre los campos para: 1. Orientar a los sacerdotes, poco instruidos, 2. Sostener a los débiles, 3. Advertir a los ministros del culto que pudieran ser sorprendidos en su buena fe, 4. Inspirar a todos la energía necesaria. N.B. ( las leyes del 17 de Marzo, del 21 de Abril y del 23 de Octubre de 1793 ordenaban que, apenas se supiera que un sacerdote no había prestado el juramento a la Constitución, debía ser ejecutado en el término de 24 horas).
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Este dato destaca con fuerza la audacia de Juan Martín Moyë para suscitar la fidelidad de sus cohermanos, como también su valentía para arriesgar la propia vida. En Treveris (1792), donde Juan Martín se refugia como tantos otros sacerdotes, todos los días instruye a los sacerdotes, confiesa, da conferencias sobre la Sagrada Escritura. Uno de sus compañeros de exilio, entonces cura de Santa Segolena, decía: “fui a ver en Tréveris la iglesia donde el santo Moyë predicó un día ante dos cardenales, ocho arzobispos y obispos y 600 sacerdotes: predicaba con la mayor sencillez”. Observamos que Juan Martín es anunciador de la Palabra. En el “siglo de las luces”, escéptico, mundano, jerarquizado, filósofo, Juan Martín anuncia que el Reino se establece para los pobres, con los pobres y por los pobres, aquí y en cualquier parte. A continuación señalamos cómo Juan Martín valora la promoción de la mujer. Así en Lorena forma “el proyecto de enviar jóvenes al campo y sobre todo a las aldeas más abandonadas, para enseñar a las niñas y a otras personas que necesitaban instrucción” (DH 335) Las primeras Hermanas de la Providencia eran jóvenes modestas. Notemos de paso que Juan Martín, sin complacencias con los ricos, les arrebatará “sus sirvientas” para la evangelización. Su opción por los pobres no es beneficencia, asistencia, paternalismo, sino promocióneducación. 1. Las niñas del campo, prioritariamente, porque, en esa época, se encontraban totalmente marginadas: lucidez del profeta que lee las situaciones sociológicas, y no sentimentalismo fácil. 2. Las primeras Hermanas en Francia (Lorena). Qué audacia profética para enviar mujeres solas, confiándoles un mandato comparable al de los
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apóstoles “trastornando así el espíritu de su tiempo, la tradición eclesiástica, los prejuicios” (Agnès Kernel). “Las envié sin darles ningún dinero, así como Nuestro Señor había enviado a los Apóstoles, exhortándolas a poner su confianza en Dios y a abandonarse enteramente a la divina Providencia”. (DH 335)
4.2 Signos de profetismo en Juan Martín Moyë 4. 3.1 Juan Martín “anuncia y denuncia”. Nuestro fundador “anuncia” la prioridad de los pobres en el Reino, la universalidad de la salvación, la excelencia de la vida “de Providencia”. Hace meditar también sobre la primacía del acto y de la comunión fraterna. “Anuncia” con insistencia, con convicción, por medio de sus palabras, su comportamiento, sus iniciativas.
Pero no se contenta con anunciar, va hasta “denunciar” explícitamente lo que le parece negligencia, tibieza, injusticia, espíritu del mundo… Lleno como estaba del celo apostólico, Juan Martín no soportaba la idea de que se dejase morir sin bautismo a los niños pequeños. En una hoja volante, con mucha rapidez, sin duda, con radicalidad, denuncia: “… la negligencia y la ignorancia de los que deberían velar por este importante asunto, como los pastores, las parteras, padres y madres, parientes y amigos…” El joven vicario se muestra imprudente y sin tino. Pero está bien destacar, más allá de la exageración de Juan Martín, su ardor profético, pues tenía verdadera obsesión por la salvación de los niños.
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Ciertamente, como lo afirma Tavard en su libro “Cuando Dios lo hace todo”, “la espiritualidad está en el centro de su apostolado y de su ministerio”. Pero Juan Martín se muestra también preocupado por la justicia social. Así, en China protesta contra los contratos usureros. Va más allá de la estricta justicia, se revela profeta de la solidaridad, de la justa promoción social y de la libertad de los cristianos con relación a los paganos. Insiste sobre el deber de ayudar a las misiones y concretiza este deber invitando con energía a los europeos a colaborar para poder comprar tierras para los chinos. Estas tierras servirán a los cristianos rechazados por los paganos ricos, que los obligaban a apostatar para darles trabajo. Las tierras así adquiridas ayudarían también a los chinos que, convencidos de la “Santa Religión”, no se atrevían a comprometerse por temor a encontrarse después sin trabajo y sin recursos. Juan Martín solicita también la ayuda financiera para comprar tierras con el fin de construir hospitales. Repite con frecuencia: “toca a los fieles de Europa” ayudarnos. Por tanto, insiste una vez más, en la promoción de los más pobres para que no sean alienados por la dependencia de los patronos paganos. El sentido del compartir y de la solidaridad se manifiesta también en la Obra Angélica que inspira al fundador de la Santa Infancia, llamada hoy Infancia Misionera. “Ser portavoz del Señor”, esta exigencia del profetismo, tan bien encarnada en Juan Martín, es para nosotros una invitación para que nos “atrevamos a hablar” con nuestras palabras y nuestras acciones, para anunciar la Buena Noticia de un Dios Padre que sabe y que provee con amor omnipotente, lleno de ternura y de misericordia. Por este mismo amor, “todo concurre al bien de los que aman a Dios”. Pues es claro que nuestra misión específica es anunciar la bondad infinita del Padre a todos, pero, especialmente, a los pobres, siendo para ellos “testigos de este amor benevolente”.
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4.3.2
Juan Marín, “profeta perseguido” Tanto en Lorena como en China, Juan Martín sorprendió, molestó, sacudió. Se enfrentó también a la autoridad civil y religiosa: las dos lo rechazaron, criticaron, frenaron, vejaron… persiguieron.
Recordemos la prohibición de las escuelas, el cambio que le dieron después de las hojas volantes sobre el bautismo, la prohibición de celebrar… las limitaciones impuestas a la obra de los bautismos y a la Institución de las Vírgenes cristianas, los golpes, las prisiones en China. El final de su vida marcado por las tribulaciones, las angustias de la revolución y el exilio en Tréveris. Juan Martín no sólo fue perseguido por la autoridad, sino también por el pueblo. “Se hizo en Dieuz todo lo posible para no recibir al P. Moyë; inclusive, tentativas inútiles ante el obispo. Personas que debían protegerlo, lo detestaban y buscaban todos los medios para hacerlo salir. Se quedó allí durante seis o siete meses en continuas alarmas y en medio de sus enemigos”. Hemos visto ya como, cada vez, Juan Martín reacciona con fe, casi con una alegría pascual: verdadero renacimiento después de la prohibición de abrir nuevas escuelas; alegría de sufrir por Cristo, en China. Habría podido decir muy bien lo que Pablo escribe en la segunda carta a los Cor 6, 4-5. “…en todo demostramos ser auténticos misioneros de Dios: somos muy perseverantes; soportamos persecuciones, necesidades, angustias, azotes, cárcel, fatigas…”
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Recordemos lo que Juan Martín escribe en una de sus cartas: “Nada se hace sin esfuerzo. Por la cruz nos engendró Cristo, por la cruz engendraremos almas para Jesucristo… ¡He estado, Dios sea bendito!, en prisiones y cadenas, dudoso de si me iban a dar la muerte, y con qué suplicio. Sin embargo, lo que sufrí entonces no se compara lo que he sufrido por vosotras. Ahora os toca sufrir a vosotras. Yo sufro hoy otras penas por la conversión de los gentiles; vosotras debéis sufrir por el progreso de las escuelas y por la educación de los niños.” DC 198() ¿Y nosotros? ¿Estamos listos a vivir, hablar, obrar bajo el impulso del Espíritu, aun si por ello debemos ser criticados, rechazados? “Pobres de ustedes, decía Jesús, cuando todos hablen bien de ustedes” ¿No viviremos en una tranquilidad alarmante? Es verdad, no debemos buscar la persecución, pero la historia de la Iglesia demuestra que la contradicción, a veces hasta el martirio, es signo habitual de la autenticidad profética. ¿Anunciamos verdaderamente al Dios de Jesucristo? ¿al Dios de los pobres?
4.4 Ser profetas en el mundo actual y según la espiritualidad Providencia 4.4.1 Magisterio de la Iglesia Latinoamericana en orden al profetismo Puebla habla de un pueblo enviado de Dios como "pueblo profético", que anuncia el Evangelio y discierne las voces del Señor en la historia. Constata la intensificación de la función profética de hace algunos años para acá y la describe como una labor dura para los pastores, que intentan interpretar el paso del Señor por América Latina. La regulación en el ejercicio de esta función profética corresponde a la autoridad en la Iglesia, la cual debe cuidar de no sofocar al Espíritu, sino probarlo todo y retener lo bueno. Actualmente para nuestra sociedad el pobre es el resultado de la "ociosidad" o de la "incapacidad" y, desde esta óptica, los ciudadanos de los países ricos juzgan a los
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individuos y las regiones pobres. El problema de la pobreza tiende a reducirse a mero subdesarrollo, superable con más laboriosidad y capacitación técnica. Se tiende a cerrar los ojos ante estructuras nacionales e internacionales que acarrean la riqueza de pocos y la pobreza de las grandes mayorías. El tema de la pobreza y de los pobres es uno de los más reiterados. Hay una tendencia a hacer converger las ideas de pobre y piadoso, rico e impío. Sobre todo en la época del exilio, se habla de una espiritualidad que pone la esperanza de los pobres en Dios. El mensaje profético genera una dialéctica de bendiciones y maldiciones, exhortaciones y críticas al pueblo, a sus autoridades y al mismo culto sacerdotal. La relación con Dios no puede darse al margen de las condiciones de la vida de los pobres y de las situaciones de injusticia en la sociedad israelita.
4.4.2. El profetismo hoy Jesús de Nazaret es presentado por los evangelios como "El Profeta". En la memoria del pueblo latinoamericano tiene un lugar particular el relato de la vida de aquel hombre que, hace ya casi dos mil años, murió para generar la esperanza de un pueblo. En las favelas de Río, en los suburbios de México, en la frontera de Nicaragua, en los campamentos de los refugiados, en los suburbios del Ecuador los cristianos se reúnen en torno al recuerdo de Jesús, "Profeta poderoso en obras y Palabras". Tal vez por esto el mensaje profético les suena especialmente cercano como una teología narrativa capaz de hacer crecer y potenciar su esperanza. El cuarto cántico de Isaías ….. podríamos releerlo desde la situación del pueblo "crucificado" de América Latina que está sediento de salvación. Este texto admite diversas lecturas ya que puede iluminar problemas distintos. Se trata de una figura destrozada por la intervención de los hombres: "hombre de dolores". Además, se lo considera como leproso, condenado, herido de Dios y humillado. (Indocumentado, subempleado, indígena, obrero, precarista etc.) Aparece también como pecador, fruto del pecado y lleno de pecados. Pero lo muy cierto es que sufre el pecado sin haberlo cometido. La orientación global de este cántico, su sentido profético de anuncio futuro y su ámbito de universalidad hacen que no pueda determinarse unívocamente la concreción histórica de siervo.
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Todo cristiano es llamado a la misión profética en Cristo, viviendo el Evangelio, dando testimonio de la verdad y condenando el mal, rechazándolo y hasta sufriendo con la disposición más profunda de dar su vida por el Evangelio. Esta actitud vivida por los cristianos nos ayuda a no caer en una idea del profetismo que sólo se encuadre para "grandes hombres" que esperamos que lleguen a salvar la historia, sino que nos compromete desde nuestra propia y "modesta" realidad a trabajar proféticamente por el Reino. Ser profeta hoy en nuestro país presupone una comunicación profunda con el Señor (traducida por una fuerte experiencia de Dios o experiencia fundante). Inspirados por el Espíritu debemos asumir la actitud del que "habla lo que ha oído". El profeta y el movimiento profético nacen en el pueblo de Dios y para el pueblo de Dios... Yahvé ha hablado, ¿quién no profetizará?; esta Palabra, que dirige su vida, es la que informa su actividad. La palabra profética, interpeladora es siempre denunciadora de falsos valores, y anunciadora de los valores del Reino. Esta palabra profética para nosotros Familia Providencia no debe ser un mero anuncio de la Palabra de Yahvé sentida. Nuestro reto es ser profetas intérpretes de la voluntad de Dios para el pueblo aquí y ahora, y por eso atiende decididamente a los signos de los tiempos. El enviado leal del Señor hace la crítica del orden establecido en la medida en que éste se torna en "desorden"; critica a las instituciones en cuanto que son infieles al Espíritu, lo hace desde su lealtad a la Iglesia, colaborando y construyendo, no destruyendo y debilitando. Esto es de gran importancia hoy en América Latina, en donde la Iglesia, como institución, sigue siendo un polo significativo. Por esta razón, ser profeta es un acto de coraje. Rompimiento y riesgo, capacidad de vivir la contradicción con sentido pascual. Ser profeta es llevar la cruz con esperanza, como Cristo profeta. No se concibe un profetismo en el hoy de América latina, que sea anuncio vacío, espiritualismo desencarnado. El profeta de hoy lanza preguntas que se desearía no fuesen formuladas, pone el dedo en la llaga. Su exigencia da respuesta a Dios, lanza una palabra transformadora de la historia de los hombres. El profetismo en América Latina hoy debe presentarse como presencia de Dios ante el vacío del pecado. Ante este vacío de Dios, en la Iglesia se repite el gesto profético que muestra que Dios no abandona a su pueblo y no deja de llamarlo a la conversión.
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El profeta de hoy, antes que todo, ha de hacer una opción apoyándose en los indicios simbólicos de su experiencia de Dios, su experiencia consigo mismo y su experiencia con los demás. El profeta actual como receptor de un mensaje tiene que hacer una opción libre. En el fondo, ser profeta es una opción, una decisión en la que se apuesta la vida. Los profetas recordaron constantemente a sus hermanos que, sin justicia, sin amor, sin solidaridad con los demás, no seremos escuchados ni recibidos por Dios. (Am 2, 6.8; Is 1,5.9; Miq 6; Jer 5, 26.29; 22, 13-15, etc).
4.4.3. Martirio y profetismo La historia de la Iglesia comienza por un glorioso primer capítulo: el tiempo de los mártires de la Iglesia perseguida. Hecho fundacional que la muerte misma martirial de Cristo inaugura, que Esteban continúa y que miles de mártires, a través de la historia, siguen dando con su vida testimonio de fe. Mártir es el que testimonia, el que testifica algo ante un tribunal. En el caso de América Latina, es el que testimonia su fe en Cristo ante el Estado que lo persigue, porque anuncia proféticamente a los pobres y oprimidos la liberación en el Reino de Dios. De allí la relación constitutiva entre mártir y profeta, entre martirio y profecía: "si no profetizara no sería perseguido". "La hora llega en que los que les quiten la vida pensarán dar culto a Dios (Jn 16, 2). El Estado de seguridad nacional, el capitalismo financiero y transnacional, que mata a los mártires latinoamericanos por ser subversivos del orden (injusto) y en nombre de valores de la civilización occidental (conciencia monárquica), piensan que con ellos vuelven las cosas a su lugar, que cumplen con los preceptos del cristianismo. Con esto se ha llegado al tiempo en que se mata a los profetas en nombre de Dios, aun de Cristo".
CUESTIONARIO 1. Para usted ¿quién es un profeta? 2. ¿Por qué decimos que Juan Martín es profeta de la Palabra? Señale dos acontecimientos de su vida en los que demuestre esta afirmación. 3. Elabore un poema con el tema el profetismo en Juan Martín Moyë. 4. En América Latina, ¿qué supone el ser profetas según la espiritualidad Providencia. 5. ¿Podría estar Benito Zen en la lista de los profetas de Providencia? Sí, No ¿Por qué?
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UNIDAD 5 HERMANAS DE LA PROVIDENCIA, TESTIGOS DEL AMOR PROVIDENTE DE DIOS 5.1 ORÍGENES DE LA CONGREGACIÓN Los personajes que la Providencia había elegido para los inicios de nuestra Congregación son: Juan Martín Moye, de quien hemos compartido anteriormente. Constituye para nosotros la Piedra angular del edificio de nuestra Congregación, valiente, decidido y emprendedor; no se detuvo ante la llamada que le hizo Cristo frente a la realidad dolorosa que palpó en los campos. ¿Pero qué hubiera sido de los mejores deseos de trabajar por los pobres si no recibía el sí de una mujer que constituye el “granito de mostaza” que luego se transformó en un árbol frondoso que ha cobijado a tantas Hermanas, niños, jóvenes, adultos y ancianos? Se trata de la primera hija del Beato Juan Martín Moye, la valiente mujer llena de fe y amor, Margarita Lecomte. Algunos escritos de los orígenes de la Congregación nos presentan una frase muy significativa de Margarita Lecomte: “Soy un grano de mostaza plantado en un estercolero”. Creemos que esta frase debe encabezar la historia de nuestra Congregación ya que resume muy acertadamente sus humildes orígenes. Cuando Sor Margarita Lecomte retomaba la frase en los últimos años de su vida, podía añadir:”Y ese grano se ha convertido en un gran árbol”. El crecimiento de éste es lo que queremos dar a conocer a las Hermanas y a toda la Familia Providencia. “Tengamos ante nuestros ojos los heroicos ejemplos de nuestras Madres que fueron modelos de verdadera perfección y santidad. ¿Qué es nuestra vida comparada con la suya? Ellas sirvieron al Señor en hambre y sed, en frío y desnudez, en trabajos y fatigas, en vigilias y ayunos, en oraciones y santas meditaciones, en persecuciones y oprobios”. “Ellas eran pobres en bienes de la tierra” pero ricas en gracia y virtudes. En lo exterior se hallaban necesitadas pero, interiormente, las fortalecían la gracia y los consuelos divinos”. “Vivían la humildad, la sencilla obediencia, la paciencia y la caridad”. (Anales IT 11)
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Los datos son tomados de testimonios de nuestras primeras Hermanas, el Padre Louyot y del Padre Chatrian.
El granito de Mostaza. “ Margarita Lecomte” La primera obrera del amplio campo que se abría ante el humilde Juan Martìn Moye, fue Margarita Lecomte, la manera como la conoció nuestro Fundador fue totalmente Providencial. “Pobre muchacha de Metz de la calle de los (Cloutiers los claveros fabricantes de clavos), Margarita ganaba su sustento diario trabajando en un taller. Como la mayoría de las chicas de esa época, había sido criada en la mayor ignorancia y sentía enormemente el no saber leer, no obstante sus ardientes deseos, cuando un accidente le brindó la ocasión de adquirir esta ciencia”. “Después de su primera comunión, se rompió un brazo al caer en el hielo; fue curada en el hospital, y allí, durante sus largas horas de inactividad, se entregó al ejercicio de la lectura, solicitando la ayuda de las hermanas enfermeras cuando no podía pronunciar las palabras”. “Margarita aprovechó la ciencia así adquirida para leer libros instructivos. Más tarde, cuando veía a jóvenes menos favorecidas, se compadecía de ellas. Este fue el medio de que se sirvió la Providencia para hacer de ella una maestra de escuela”. “Como el lugar de trabajo se hallaba muy distante, no iba a comer a casa, sino que lo hacía en el taller, o en los campos cercanos. Pasaba su corto recreo leyendo. Esto dio ocasión a que otra muchacha dijese a una de sus compañeras: “¡Qué hermoso es saber leer! ¡Qué feliz sería si yo supiera¡”. Por delicadeza, Margarita no dijo nada en ese momento; pero, tomando luego aparte a la joven, le dijo: -
“ ¿Es cierto que no sabes leer?” “Sí”. “Pues, si quieres, te vienes conmigo después de cenar y yo te enseño.
Así lo hizo. Y el deseo de la alumna, su buena voluntad y sus progresos estimularon y avivaron el celo de su caritativa maestra”. “Por insignificantes que puedan parecer en sí mismos estos detalles, tienen gran importancia para nuestro tema. Este acto de caridad sería la señal por la que el Fundador de las Hermanas de la Providencia reconocería a su primera hija. Sin embargo, la joven obrera aún no conocía ni el nombre del Padre Moyë. Pero Dios, que había, reparado un
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instrumento para la obra que era realmente suya, se reservaba el ponerle en manos de su fiel servidor”. “Nacida en Jeusse(Mosela) en 1737, Margarita contaba 17 años cuando el P. Moye comenzó sus funciones de coadjutor de la parroquia de San Víctor. No sabemos en qué momento de su estancia allí tenemos que colocar el hecho que vamos a referir; el relato nos permite creer que tuvo lugar durante el primer año”. “Las virtudes de Margarita le habían ganado la estima de sus patronos, quienes le confiaron la dirección del taller donde trabajaba. Las mismas obreras apreciaron su regularidad y dedicación, y la imitaron. El taller dirigido por ella fue puesto con frecuencia como modelo frente a otros en que se cumplía con menos fidelidad la tarea”. “Las obreras querían a su joven encargada y, en los ratos libres, les gustaba hacerle alguna confidencia piadosa. En unos de esos desahogos (era después de la Asunción) se habló de esta fiesta, de la dicha de la sagrada comunión, etc…” “Reproducimos el relato tal como lo hacía la misma Margarita cuando, retirada en la comunidad de Portieux, contaba cómo se había convertido en la primera Hermana de la Providencia: “Un día me lamentaba ante mis compañeras de no haber podido comulgar por haber llegado en el momento en que el sacerdote de mi parroquia había salido ya de la iglesia y por no haberme atrevido a molestarle. ¡Ah, nosotras tenemos más suerte!, me dijeron. Desde hace algún tiempo, hay en San Víctor un sacerdote al que no necesitamos buscar; se queda junto a su confesionario cuando llegamos y nos da tiempo incluso para prepararnos antes de acercarnos a confesar. Es un santo; da tan buenas orientaciones para ayudar a santificar el trabajo, que una se siente impulsada a ser realmente piadosa. ¡Vente con nosotras! Respondí que no tenía motivo para cambiar de confesor y que, después de haberme visto privada de la sagrada comunión en la fiesta de la Virgen, esperaba que no me sucediera lo mismo en la segunda. “Al acercarse la Natividad de la Virgen, me volvieron a insistir, y, temiendo sufrir una nueva decepción, me dejé convencer y seguí a mis compañeras a la iglesia de San Víctor. El confesor de quien me habían hablado era el p. Moye. Le encontré, efectivamente, junto al santo tribunal, y pude confesarme. Me preguntó si era de la parroquia y si tenía intención de dirigirme habitualmente con él. Le explique el motivo que me había llevado allí, sin asegurar nada. Sin embargo, creía, como mis compañeras, que las prácticas que aconsejaba eran realmente estimulantes. Me sentía atraída hacia él, y volví de nuevo. Esta vez el piadoso director me mostró mucho interés, informándose de mis prácticas de piedad y de mis ocupaciones hasta en sus menores detalles. Le dije que estaba encargada de vigilar a ocho obreras, que rezaba el rosario y algunas breves oraciones con mis compañeras durante la jornada. Me preguntó incluso cómo empleaba el tiempo que me
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quedaba después de cenar. Le respondí que enseñaba a leer a una joven obrera ¡Ah!, me dijo entonces, tú enseñas a leer, ¿no te gustaría dar clase?” “Esta pregunta tan inesperada sorprendió a la humilde muchacha. “Claro que me gustaría, contestó; pero ni tengo ciencia ni nada de cuanto se necesita para ser maestra de escuela: soy una pobre chica”. “Humildes muchachas era lo que buscaba nuestro venerado Padre para su obra, y había descubierto, en su nueva penitente, las cualidades que deseaba en aquellas a quienes quería asociar a su empresa”. “Cuando el piadoso coadjutor obtuvo el asentimiento de sus superiores, fue a Sor Margarita Lecomte a quien confió la primera escuela. Debió sin duda estar muy seguro de su virtud para ponerla a trabajar en los comienzos de una obra tan combatida. Margarita respondió a las esperanzas del Fundador, y durante cincuenta y tres años la pobre aldea a donde la envió, fue testigo de las virtudes en que había sido formada mediante las lecciones y ejemplos de su celoso Fundador. Los disturbios de la Revolución no llegaron a interrumpir su dedicación ni a quebrar su abandono a la Providencia, que era su virtud fundamental. Nuestro Padre hablaba a menudo de esta generosa hija por el cuidado que la Providencia había tenido de ella cuando se hallaba en suma pobreza”. “Fue el 14 de enero de 1762 cuando se abrió la primera escuela en Vigy, o más bien, en una aldea de esta parroquia, Saint-Hubert, que distaba tres o cuatro leguas de Metz”. “Aquí queremos reproducir nuevamente el relato de la misma Sor Margarita, cuando setenta y dos años más tarde, satisfacía la piadosa curiosidad de las Hermanas de la Comunidad de Portieux, ávidas de escuchar de su boca hasta los menores detalles del comienzo de la Congregación: “El P. Moye me llamó y me dijo: Hija mía, te voy a llevar a tu puesto; puedo darte alguna cosita, pero si quieres abandonarte a la Providencia, tendrás más mérito. Yo me hallaba entonces en mi primer fervor; nada me resultaba costoso, y respondí: Sí, Padre, me abandono a la Providencia. Los preparativos se hicieron rápidamente: una cesta con algunas cosas para el camino, y en marcha hacia Vigy”. “Mientras las autoridades se preocupaban de buscar un local para la escuela, Sor Margarita permaneció a los pies del Señor, encomendándole la obra naciente y ofreciéndose a él para trabajar con todas sus fuerzas en la santificación de las almas. Su decepción fue grande cuando supo que no había una casa donde cobijarse. Las autoridades, reunidas para tratar de encontrarle alojamiento, no pudieron conseguirlo, y ya pensaban en despedirla cuando una pobre mujer se ofreció a acogerla en su casa. Sor Margarita experimentó una nueva decepción y mucha pena al verse obligada a compartir una estrecha habitación con el padre, la madre y los hijos. “No dormí, decía, pero no estaba desanimada; no quería mirar atrás. Yo confiaba en la Providencia y me animaba pensando que nuestro Padre nos había dicho muchas veces que las grandes cosas tienen modestos comienzos”.
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“Durante esa penosa noche, Margarita hizo planes para el día siguiente: las inútiles búsquedas de la víspera no la desanimaban; no dejaría de haber un pequeño rincón para ella; con tal que pudiese estar sola, se daría por contenta. Su esperanza no quedó defraudada; descubrió una pocilga abandonada y obtuvo permiso para instalarse en ella. “Al segundo día, ya me hallaba en mi cuartucho, feliz y contenta. Estaba allí realmente como un grano de mostaza”. “Me confiaron los tres niños de la casa; pero el espacio en que los tenía era tan reducido que me veía obligada a ponerlos delante de mí”. “Cuando Sor Margarita relataba estos humildes orígenes, en 1834 y 1835, podía con razón compararse al grano de mostaza echado en el estercolero y convertido en un gran árbol: la Congregación de la Providencia, derribada por la tempestad revolucionaria, se había levantado y contaba entonces con novecientas Hermanas que regentaban más de setecientas escuelas y algunos hospicios”. “Pero no queremos contemplar todavía las ramas de este árbol bendito; preferimos detenernos en sus raíces, y ver cómo, alimentadas por el espíritu del Fundador, se han fortalecido y extendido. Aprenderemos así que serán siempre la savia vivificante del espíritu primitivo y la práctica fiel de las virtudes fundamentales las que darán crecimiento y fecundidad a nuestra familia religiosa”. “En los alrededores de Vigy se abrieron otras escuelas, entre ellas las de Béfey. Sus Maestras fueran dignas hermanas de Margarita y verdaderas hijas de su Padre Fundador, por el amor a la pobreza y el abandono a la divina Providencia”. “Marcharon cuatro, dice el manuscrito ya citado, para comenzar la nueva escuela de Béfey, pobre aldehuela, donde las gentes, al vivir sin instrucción, muy lejos de las parroquias, se agostaban en la ignorancia, y con mayor razón los niños. Llegaron sin pan, sin provisiones, sin saber donde se las alojaría ni cómo podrán alimentarse…Y esta era una de las razones por las que se decía en Metz que no perseverarían; que era una imprudencia esta empresa. Pero tenía puesta toda mi confianza en Dios, decía el P. Moye, y había tratado de inspirarles ese abandono en la Providencia. Ellas no flaquearon, y encontraron alimento y cobijo. Cierto que tuvieron que sufrir muchos asaltos, pero Dios les permitía para probar su fe”. “En Saint-Hubert, llegó a construirse una pequeña casa de madera y de tierra, y este pobre refugio sirvió a Sor Margarita de vivienda y de escuela. Más de una vez le ofrecieron puestos menos incómodos; pero siempre respondió que se había entregado a la instrucción de los niños de esta pobre aldea y que no lo abandonaría. Daba las clases gratuitamente, y en los ratos libres que le dejaba la clase, labraba la tierra para ganarse la vida. Una persona caritativa le proporcionaba un pan cada semana. La humilde joven iba a buscarlo ella misma, de suerte que este donativo adoptaba la forma de limosna, y la confundía con los
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otros pobres de la aldea. Sor Margarita estaba encantada con ello, porque la pobreza era su virtud favorita, y la practicaba con alegría siempre que la Providencia le ofrecía la ocasión. Así, se la veía recoger leña en el bosque para calentar a sus niñas”. “Amaba a los pobres, y, aunque pobre ella misma, todavía encontraba medios de socorrerlos. Sí veía que un niño llegaba a la escuela triste, aterido de frío o llorando, le preguntaba si había desayunado, y, tras de su respuesta negativa, le servía una ración de las patatas que diariamente procuraba cocer para aquellos que sabía que estaban mal alimentados.” - “Pero, Sor Margarita - le dijo un día la maestra de novicias, a quien le encantaba que le refiriese todos estos detalles; si la hubiesen enviado a un pueblo menos pobre se habría alegrado mucho.” “-Oh, no –respondió la humilde Hermana, - mis talentos no estaban hechos para galones de plata; eran para los pobres.” “Esta vida laboriosa y de constantes privaciones no alteró la salud de Sor Margarita; estuvo en su querida aldea hasta 1815. Tenía entonces setenta y ocho años. Los servicios prestados durante cincuenta y tres años movieron a las autoridades a solicitar para ella una pequeña pensión. La Prefectura de Metz acogió favorablemente su demanda, y se la colocó como pensionista en casa de una persona buena de la ciudad. Allí permaneció hasta octubre de 1826, época en que la Madre Teresa Maourey vino a invitarla a terminar sus días en el convento de Portieux, donde la Congregación del P. Moyë había establecido su centro después de la Revolución. Sor Margarita aceptó esta invitación, y grandes fueron la alegría y la emoción de la comunidad al recibir a esta primera hija de su P. Fundador.” “En su nuevo retiro, la piadosa maestra de la parroquia de Vigy no cesó de edificar a sus compañeras con la viveza de su fe, su tierna piedad, la ecuanimidad, la dulzura y la alegría de su carácter. Su espíritu se hallaba empapado de máximas religiosas y de pasajes de la Sagrada Escritura. Había asimilado su doctrina y las repetía tan oportunamente que se veía con claridad que en ella la boca hablaba de la abundancia del corazón.” “Después de la Palabra de Dios, nada saboreaba tanto Sor Margarita como los escritos de nuestro Padre. Su fervor se reanimaba cuando, en la lectura espiritual, oía leer los avisos o las cartas a sus hijas. Interrumpía entonces a la maestra de novicias y le decía con acento traspuesto: -
Sí, hija, sí. ¡Oh! es realmente él, el pobre Padre. ¡Cuántas veces nos dijo de viva voz lo que Ud. lee ahora en el libro.”
Un día, la superiora leyó, en el noviciado, lo que el P. Moye dijo acerca de la disposición en que deben hallarse las Hermanas de ir a enseñar a las aldeas. Sor Margarita, se puso
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rápidamente de pie y, levantando los brazos, exclamó con un entusiasmo que asombró a todas: -
Hijas mías, queridas hijas mías, amad a las aldeas, no abandonéis mis queridas aldeas. ¡Ah, si yo pudiese ir todavía a enseñar a los pobres niños de las aldeas!”
“Llamaba años de felicidad a los que había pasado en su querida aldea, en medio de toda clase de privaciones. Para abandonarla sin retorno, le había sido precisa la prueba evidente de su impotencia. Retirada ya en Metz, no sólo habían vuelto con frecuencia su corazón y su espíritu a su querida aldea de Saint-Hubert, sino que más de una vez, sin duda, había ido ella misma, para repetir a sus niños las piadosas exhortaciones que les había hecho y para continuar instruyéndolos”. “Desde este punto de vista, los comienzos de su estancia en Portieux le resultaron penosos. Soportó con dificultad el alejamiento de su querida aldea. Su gran deseo de volver la hizo pensar que tendría aún fuerzas para regresar a ella, y esto a pie, puesto que el viaje en carro le molestaba. Una Hermana de la casa se ofreció a acompañarla, consciente de que las fuerzas de la venerable nonagenaria no responderían al ardor de su deseo. Se fijó el día de la partida, y la esperanza parecía reanimar a la buena Hermana Margarita. Se pusieron en camino de madrugada; la pobre Hermana tuvo dificultad para llegar a Essegney; tratando siempre de disimular su debilidad y su fatiga, pidió descansar un poco y reanudó su camino. Pero apenas hubo dado unos pasos más, tuvo que confesarse vencida. Viendo la voluntad de Dios en su impotencia, volvió a Portieux exclamando: -
Veo que ahora se ha terminado; no volveré a ver más a mis queridos niños de las aldeas.”
“A partir de ese momento. Sor Margarita no pensó ya más que en prepararse para la muerte. Su oración era continua. Como en sus últimos años no podía servirse de un libro, a causa de su ceguera, tenía siempre el crucifijo entre sus manos juntas, recordando así una de las devociones preferidas de nuestro Fundador. Su paciencia en sus achaques y en la enfermedad fue admirable. Fiel a las lecciones y a los ejemplos del Padre Moyë, practicó la penitencia hasta el fin de su vida.” “Dándose cuenta, unos días antes de su muerte, de que le habían quitado el cilicio, lo reclamó entre sollozos, diciendo que había prometido a Dios llevarlo hasta el fin de su vida. Fue necesario que el confesor la tranquilizara al respecto. Era el día en que debía recibir los últimos sacramentos. En cuanto entró el sacerdote llevando Santísimo, la viveza de su fe venció a la debilidad de su cuerpo, e, incorporándose, lanzó una exclamación de amor, que ponía bien de manifiesto su ardiente deseo de unirse para siempre a Jesús.”
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“Algunos días después, el 3 de Junio de 1835, hacia las cuatro de la tarde, se extinguió dulcemente, a la edad de 98 años, menos tres meses.” (Anales I T, 31-37)
Sor María Morel Primera Superiora General
1705 - 1779 “Nació en Faulquemont, distrito de Metz, en 1705. Tenía casi sesenta años cuando nuestro Padre fue a Dieuz. Desde que le conoció hizo suyos todos sus proyectos y le prestó una generosísima ayuda para el establecimiento de las escuelas. Trabajaba en la formación del personal y, cuando ya disponía de él, se iba a las parroquias donde el Fundador quería abrir una escuela, para organizarlo todo. Una vez preparada la plaza, instalaba ahí a una Hermana, y luego partía para comenzar en otro sitio. Esto hizo decir a D. Santiago Louyot que “iba quitando el rocio para abrir camino a los demás”, también “que seguía al P. Moye para comenzar el establecimiento de escuelas y colocar allí a las Hermanas, después que la tempestad había descargado sobre ella.” “Más de una vez sufrió humillaciones y rechazos por parte de quienes debieron secundar su celo. Al verla volver un día de una parroquia a donde la habían enviado, le preguntó el Fundador: - ¡Veamos hija!. ¿ Qué tal te han recibido? - ¡Ay, Padre!, dijo la Hermana toda conmovida, me han escarnecido e insultado, y hasta me han expulsado vergonzosamente. - Bendigamos al Señor, hija mía, respondió el Padre, por el hecho de ser juzgados dignos por él; nuestra obra prosperará.” “Por la Historia de las pobres Hermanas de la Providencia sabemos que, cuando fue a abrir una escuela, en el momento que tocaban la campana para expulsarla, hizo cambiar las disposiciones hostiles del párroco, poniéndose de rodillas para pedir su bendición.” “Entre las escuelas comenzadas por Sor María Morel conocemos la de Cutting, la de Gondreange y las de Assenoncourt y Saint – Dié.” “En 1768, cuando el P. Lacombe fundó un noviciado francés y se trasladó a él para ayudar a formar a las aspirantes.”
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“Con razón se la llamó la verdadera coadjutora del P. Moyë en lo referente a las escuelas porque su solicitud y sus desvelos se extendieron a todas las necesidades de Hermanas y de las escuelas. Era una persona de mucha fe y de gran valor, que sabía unir perfectamente los ejercicios de la vida interior con las ocupaciones de la vida activa. Su humildad y su amor a la pobreza eran admirables. Y trataba de inspirárselos a sus hijas mediante sus lecciones y ejemplos. Con ese fin las llevaba a recoger ramas secas en el bosque, como hacen los pobres.” “Su caridad para los pobres fue muy grande; era ingeniosa para encontrar los medios de aliviar sus miserias y para hacer el bien a sus almas. Tenía un celo tan grande para enseñar el catecismo a los niños que, el mismo día de su muerte, hizo que se los llevaran junto a s u cama para instruirlos.” A imitación del P. Moyë, Sor María Morel se dedicaba preferentemente a los pequeños y a los pobres. Ella ayudaba a grandes y pequeños pero sentía predilección por estos últimos.” “Una vida tan colmada se terminó en Dieuze, el 28 de enero de 1779, a las cinco de la tarde. Sor María Morel no se había sentido enferma hasta ese día, al volver de misa, y se habría apagado dulcemente, después de recibir el sacramento de la Unción de los enfermos.” “Tal fue la Hermana que el venerable Fundador dio como primera Superiora General a la naciente Congregación y como modelo a todas sus hijas. Tenía sumo empeño en que las Hermanas de la Providencia se formasen según este modelo, puesto que consideró un deber conservar el recuerdo de sus virtudes en la Historia de las pobres Hermanas de la Providencia, escrita en el Seminario de Misiones Extranjeras, en 1785.” (Anales I T 47 49)
EXPANSIÓN DE LAS HERMANAS DE LA PROVIDENCIA RAMAS DE LA CONGREGACIÓN Si recogemos estos recuerdos, si nos remontamos a estos humildes orígenes es para poder sacar de la raíz misma la savia fecundante de nuestro Fundador.
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DIOS PROVIDENCIA
JUAN MARTÍN MOYË FUNDADOR
1730 - 1793
MARGARITA LECOMTE
HERMANAS DE LA PROVIDENCIA DE PORTIEUX 1806
HERMANAS DE LA PROVIDENCIA DE GAP FRANCIA 1838
VÍRGENES EDUCADORAS CHINAS
HERMANAS DE LA DIVINA PROVIDENCIA DE SAN JUAN DE BASSEL 1827
HERMANAS DE LA PROVIDENCIA Y DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN CHAMPION BÉLGICA 1833-1837
HERMANAS DE LA DIVINA PROVIDENCIA DE SAN ANTONIO DE TEXAS USA 1886
HERMANAS DE LA DIVINA PROVIDENCIA MISIONERAS CATEQUISTAS USA 1989
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HERMANAS DE LA DIVINA PROVIDENCIA DE RIBEAUVILLE FRANCIA 1863
HERMANAS DE LA PROVIDENCIA EN EL ECUADOR DATOS HISTÓRICOS En 1868, el terremoto de Ibarra asoló a la población. El Presidente de la República Javier Espinosa, nombró Jefe Civil y Militar de Imbabura al Dr. Gabriel García Moreno, quien trajo a Quito a las huerfanitas del terremoto. En 1869, la Asamblea Constituyente nombró Presidente Constitucional de la República al Dr. Gabriel García Moreno, quien asumió el mando por segunda vez. En 1870, Monseñor Ignacio Checa y Barba debía asistir en Roma al Concilio Vaticano I; García Moreno aprovechó esta oportunidad y le encargó gestionar para traer al Ecuador una Comunidad religiosa de Europa, que se hiciera cargo de las huerfanitas. En efecto, Monseñor Ignacio Checa, al ir a gestionar ante el Santo Padre, se encontró en la antesala con el Cardenal De Merode, quien le sugirió que pidiera a las Hermanas de la Providencia. Ellas se caracterizaban por ser sacrificadas, eficientes, responsables y con vocación de dedicarse a la educación de las niñas más pobres. Y así lo hizo. Aceptado el pedido por el Santo Padre y luego por Sor Emmanuel, Superiora General de la Congregación, un 4 de Noviembre de 1871, 8 Hermanas salieron rumbo a París; luego zarparon desde el Puerto Francés de San Nazario, pasaron por el Golfo de Gazcuña o Vizcaya, hasta las Islas Azores. El 16 de Noviembre entraron al trópico; el 2 , a las Antillas, el 28 al Puerto de Santa Martha y el 30 llegaron a Panamá. El 16 de Diciembre arribaron a Guayaquil. Y el 25 de Diciembre salieron de Guayaquil a Quito a lomo de mula o caballo. La subida a los Andes, a pesar de ser tortuosa, fue alegre y llena de esperanza. Al fin, el 4 de Enero de 1872, llegaron a Quito. Luego del Beaterio, fueron a la casa del actual Colegio La Providencia, su hogar y el lugar de su apostolado. Sesenta huerfanitas fueron sus primeras alumnas. Pronto la escuela fue abriendo las puertas a muchas otras niñas que deseaban nutrirse con la enseñanza de las Hermanas. Así, el Colegio “La Providencia” fue el primer plantel fundado por las Hermanas de la Providencia y de la Inmaculada Concepción. Nació de la urgencia de educar a las huerfanitas. La pobreza material del edifico, la escasez en la alimentación, no fueron obstáculos; la riqueza espiritual de las Hermanas compensó con creces las carencias materiales. Como años atrás lo había hecho Juan Martín Moyë, a través de las jóvenes a quienes envió a educar a las niñas más pobres de los campos abandonados de Lorena, las Hermanas hacían de madres espirituales, paternidad y maternidad, acción providente de Dios
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HERMANAS DE LA PROVIDENCIA Y DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN EN EL ECUADOR
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LUGARES DONDE DESARROLLAN SU MISIÓN Las Hermanas de Providencia y de la Inmaculada Concepción en el Ecuador 31 de Enero del 2009
Lugares AMBATO
Nombre de la Institución
Fecha de Fundación
Educación
Inserc
Destinatarios directos
Observaciones
La Providencia
1891
Escuela
La Inmaculada
1928
Colegio
Patate "Centro Pastoral"
1988
AYORA
Centrol Pastoral
1982
AZOGUEZ BAHIA DE CARAQUEZ
La Providencia
1896
Unidad Educativa
La Inmaculada
1922
Unidad Educativa
San Agustin Km20
2001
x
Comunidad en General
Rural
"San José
1991
x
Comunidad en General
Rural
CATAMAYO
ESMERALDAS La Inmaculada
1926
La Providencia
Mixto Femenino x
Comunidad en General
Rural
x
Comunidad en General
Rural
Mixto Mixto
Escuela - Colegio
Femenino
Educación Básica
Mixto
1ro a 10mo GUAYAQUIL
VespertinoFiscomisional
Borbon Colegio
2007
Pastoral Educativa
Mixto
La Inmaculada
1900
Educativa Bilingüe
Mixto Primaria
Sta Ana
1944
Educación Básica
Juan Martin Moye
1995
Escuela
Femenino Secundaria
Guasmo Nuestra Señora
Mixto Mixto x
Comunidad en General
de la Encarnación
1982
MINDO
Colegio Técnico Ecuador
1972
Unidad Educativa
Mixto
InternadoFiscomisional
MERA
León Ruales
1968
Colegio
Mixto
Fiscomisonial
OÑA
Esther Ullauri
1967
Escuela
QUITO
Rural Toda la Familia Providencia
Casa Provincial Casa Noviciado
1874
Sta Teresita
1930
Escuela
Hermanas Novicias Mixto
La Inmaculada
1907
U. E. Experimental
Femenino
La Providencia
1872
Unidad Educativa
Femenino
San Jose de la Providencia Juan Martin Moye San Patricio de la Providencia
1945
Escuela
Mixto
1990
Educación Básica
Margarita Lecomte
1995
Guardería
Hospital San José
2002
TUMBACO PUERTO EL CARMEN ORIENTE PUTUMAYO
Casa de Espiritualidad
1993
RIOBAMBA STO. DOMINGO
La Providencia
SALINAS
x
Mixto
Marginal
Mixto
Marginal Marginal
Popular toda edad Familia Providenciaotros
Marginal
Unidad Educativa
Mixto
Fiscomosional
1954
Unidad Educativa
Mixto
Raúl Gonzalez Astudillo
1970
Escuela - Colegio
Mixto
Casa de descanso
1986
Técnico San Miguel
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Cuestionario. 1. Escriba una carta dirigida a la persona que usted desea que conozca los orígenes de nuestra Congregación. 2. Comente. ¿Qué significó la lectura en l vida de Margarita Lecomte para descubrir su vocación de ser providencia para los demás? 3. Señale 3 características de Margarita Lecomte que la distinguen como mujer del pueblo, como cristiana y como colaboradora del proyecto evangelizador de Juan Martín Moyë. (Primera escuela). 4. Importancia de la presencia de María Morel en los orígenes de la Congregación. 5. Grafique la expansión de las Hermanas del Providencia en el mundo. 6. Relate la historia de la llegada de las Hermanas de la Providencia al Ecuador. 7. Mediante un gráfico indique la expansión de las Hermanas en el Ecuador.
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ANEXOS SALMOS Y ORACIONES CONGREGACIONALES ACTO DE ABANDONO A LA DIVINA PROVIDENCIA Providencia de mi Dios, admirable y divina Providencia, infinitamente ilustrada, que prevés todo y provees a todo. Providencia infinitamente sabia, que gobiernas todo con orden, peso y medida, te adoro en todas tus disposiciones. Me abandono a ti sin reserva, pongo mi suerte en tus manos. Te confío el cuidado de mi cuerpo, de mi alma, de mi salud y de mi reputación; de mis bienes y de mi fortuna; de mi trabajo por la construcción del Reino; de mi vida y de mi muerte y, sobre todo, el de mi salvación eterna, con la firme persuasión de que en ninguna parte estará mejor que en tus manos. Padre bueno, no quiero, en adelante, gobernarme más por mí mismo, quiero dejarme guiar en todo por tu Providencia. No quiero inquietarme inútilmente; haciendo de mi parte lo que tú me ordenas, dejo a tu Providencia el éxito de mis trabajos; no quiero emprender nada sin antes habértelo confiado; espero todo de tu bondad y descanso totalmente en ti; en las pruebas y dificultades acudiré a ti, seguro de que tu Providencia no me faltará jamás. Creo en ti, Padre. Sé que me preservarás de los males que temo, o si me suceden, me darás fuerzas para soportarlos con paciencia y los harás servir para mi bien, porque yo te amo. Contigo, no temo mal alguno, pues aun el mismo pecado encuentra perdón en tu corazón misericordioso. Estoy convencido de que tú estás íntimamente presente en todo lo que me acontece y de que cuidas de mí como si fuera único en el mundo. Así, tranquilo en todo y contento de todo, quiero vivir y morir bajo el amparo y las disposiciones de tu Providencia. En lugar de apartarme de ella o precederla, quiero esperar vigilante su hora y seguirla hasta en las cosas más pequeñas. Santa y amable Providencia, te doy gracias por los cuidados caritativos que has prodigado a una criatura tan débil como yo; te ruego, humilde e insistentemente, que continúes prodigándomelos. Conduce todos mis pasos, regula todas mis acciones, guíame en todos los momentos de mi vida; dispón de mí y de todo lo que me pertenece, como te agrade, para tu mayor gloria y mi salvación. Amén. (Cfr Beato Juna Martín Moyë)
ORACIÓN A NUESTRO FUNDADOR Bienaventurado Juan Martín Moyë que, por los santos ejemplos de tu vida y el ejercicio constante de virtudes heroicas, has merecido la gloria de los que la Iglesia honra con un
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culto particular, recibe nuestros piadosos homenajes y acoge nuestras humildes y confiadas oraciones. Sé cerca de Dios nuestro poderoso intercesor, para que crezca y prospere en número y en fervor la familia de “Hermanas de la Providencia”, nacida de tu corazón desbordante de amor al Sagrado Corazón y a Nuestra Señora. Alcánzanos las gracias que solicitamos para nosotros y, especialmente, la de practicar aquí en la tierra las virtudes de las cuales eres el vivo símbolo, a fin de que merezcamos unirnos un día contigo en el cielo. Amén.
ORACIÓN PARA PEDIR LA CANONIZACIÓN DEL BEATO JUAN MARTÍN MOYË Dios de toda santidad que nos has dado la alegría de elevar al honor de los altares, al BEATO JUAN MARTÍN MOYË, Fundador de las Hermanas de la Providencia; dígnate escuchar nuestra humilde y ferviente oración: manifiesta por milagros la poderosa intercesión de tu Siervo para que esperemos su canonización. Te lo pedimos por tu gloria, para el engrandecimiento de la santa Iglesia. Unimos nuestras voces a las de los elegidos: esos millares de niños a quienes concedió el bautismo, aquellos que por él recibieron educación cristiana, y paganos y pecadores a quienes convirtió. Por tu Hijo, Jesucristo, Nuestro Señor y por la intercesión de la Santísima Virgen, Madre y Reina de todos los cristianos. Amén.
A NUESTRA SEÑORA DE LA PROVIDENCIA Acuérdate, oh buena y misericordiosa Virgen María, que nos has sido dada para ser madre y socorro nuestro. Llenos de confianza en tu bondad, te llamamos, ven a asistirnos. Te confiamos nuestras penas y necesidades, ven a aliviarnos; nuestros proyectos y trabajos, ven a bendecirlos. Tú que puedes obtener todo, nuestra Señora de la Providencia, socórrenos. Protege a la Santa Iglesia, a nuestra Patria, a todos aquellos que esperan en ti, a los que no saben pedirte. Ábrenos tu corazón, ese corazón tan bueno, confidente cada día de tantas penas. Y porque eres nuestra madre, oh nuestra Señora de la Providencia, acoge favorablemente nuestras oraciones, tú a quien Dios escucha siempre. Amén.
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ORACIONES VARIAS ORACIÓN PARA PEDIR UN ESPÍRITU PROFÉTICO Tú eres, Señor, el profeta ungido por el Espíritu y enviado por el Padre para anunciar la Buena Nueva a los pobres. Yo sé que tú me has enviado para evangelizar, para anunciar a los hombres la Buena Noticia de tu llegada, de tu presencia, de tu Reino. Quisiera que mi vida fuera un grito que anuncie a los hombres que tú viniste, que tu Reino está presente entre nosotros. Quisiera también que mi vida entera fuera un testimonio de esperanza y una invitación a la conversión. Ayúdame, Señor, a vivir a fondo mi vocación profética. En este tiempo que tu Providencia nos regala, tan rico y tan difícil para la vida de nuestra Iglesia y del mundo, ayúdame, Señor, a actualizar el don de la profecía; ayúdame a ser fiel a mi vocación profética. Para conseguirlo, Señor, haz de mí un alma profundamente contemplativa; ayúdame a ser fiel a la Palabra que está en Dios y que es Dios. Ayúdame a responder fielmente a las expectativas y a las necesidades de mis hermanos; que yo me haga su prójimo para poder hablarles en un lenguaje sencillo y pobre; pero que sea tu palabra la que yo les anuncie. Ayúdame, Señor, a ser fiel al Espíritu Santo, que su presencia me inunde hasta lo más profundo de mi ser. Que cuando yo hable, no sea yo quien lo haga; que sea Él quien ponga en mis labios la Palabra que eres tú. Sobre todo, Señor, sé el fuego que me abrasa y purifica para que mi voz sea únicamente tu testimonio.
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Que la palabra que yo diga brote de la profundidad de la contemplación y de la serenidad de la cruz; sólo entonces será ella, Señor, palabra que salve a los demás. Ayúdame para que mi comunidad (mi familia) llegue a ser una comunidad (una familia) orante, fraterna, misionera, que sea verdaderamente SIGNO PROFÉTICO para los demás. Amén. ACTO DE CONFORMIDAD CON LA VOLUNTAD DE DIOS Heme aquí entre tus manos, Señor; Haz de mí lo que quieras, Dispón de mí según tu agrado. Si quieres que esté en la luz, bendito seas. Si me envías tribulaciones, estoy dispuesto a recibirlas, tanto como los favores y los consuelos. Acepto todo de tu mano sagrada: me someto a todo, quiero lo que tú quieres, como lo quieres, porque tú lo quieres. No te pido otra cosa que la gracia de conocer y de hacer conocer en todo tu voluntad. Amén. TÚ ERES EL TIMÓN DE NUESTRAS VIDAS Señor, tu eres el timón de nuestras vidas, quien a todos conduces con sabiduría y bondad. Tú nos creaste a imagen y semejanza tuya. A pesar de ser tus hijos muy queridos, cuántas veces vacilamos, somos débiles y nos dejamos conducir por la marea. ¡Tan fuertes como nos creemos y al primer movimiento del oleaje nos hundimos!...
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Ayúdanos a poner nuestra confianza en ti. haz que en los momentos de mayor debilidad Sea más fuerte nuestra confianza. todos nuestros movimientos están ante tí. Pues en ti “existimos y somos”. Danos fuerza para proseguir el camino que en el interior de cada uno nos marcas, y sean tus brazos de Padre, Los que en la hora de la verdadera opción por ti. encontremos con los nuestros, que se estiran para encontrar los tuyos de Dios. Amén. “SALMO DE AGRADECIMIENTO POR LA CREACIÓN” Dios mío, tú eres el Padre de todo el universo, tú eres el grandioso, poderoso y sabio, tú eres la fuente de vida y roca de sabiduría que sacaste de la nada a todos los seres vivientes. La naturaleza fue creada por tu infinito amor, te agradecemos por las maravillas que entregaste a la humanidad, para que vivamos de ellas para gozar de la naturaleza y vivir junto a ti. Nosotros no somos nada ante ti, Padre. Creemos que vives y reinas en medio del pueblo. Los pueblos somos tu casa, tu habitación, tu morada. Tú existes en todos los siglos de los tiempos. Somos también tus hijos e hijas hasta el fin del mundo, junto con tu Hijo Jesucristo, Nuestro Señor, creemos también que vives en los seres invisibles, que nosotros no podemos entender ni saber. Creemos que hasta ahora nos sigues ayudando en medio de nuestras luchas, en medio de tantas muertes. Tú, Padre, quieres seguir el nuevo caminar con nuestros líderes como profetas, para construir el Reino eterno. Amén. (Doroteo Guamán)
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SALMO A LA PACHA MAMA PACHA MAMA, te damos gracias porque tú eres la madre de todos los seres vivientes, porque en ti vivimos, todos los días producimos en ti para alimentarnos. Tú alimentas a las aves del cielo, a los animales que viven en la tierra y a todos los hombres que vivimos en el mundo. MADRE TIERRA, tú eres el altar de todos los hombres; las lomas son una torre de ti, madre, las aguas del mar son tus ojos que brillan todos los días, y los ríos son como el seno de todos los que habitamos en la tierra. MADRE TIERRA, en ti florecen todas las cosas, qué bello es el campo para vivir, qué bellos son los seres vivientes. De ti nos vestimos, madrecita mía, en ti descansan nuestros cuerpos y cuando morimos a ti misma volvemos, a tu vientre, para descansar. Amén. (Juan Francisco Paltán).
CANTOS PROVIDENCIA HIMNO A LA PROVIDENCIA Tú, Señor, que enciendes las estrellas, tú que al sol le das su resplandor; tú que cuidas al pájaro perdido que va buscando un nido guiado por tu amor. Tú que siembras flores y trigales, tú que al lirio vistes de esplendor, nos proteges, Señor, con más cariño, pues quieres más a un niño que al pájaro y la flor. /Creo en ti y en tu Providencia, creo en ti mi Dios amor. /
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Tú, Señor, que velas por el pobre, y al humilde das tu protección, al que amas le ofreces un tesoro que vale más que el oro, le das tu corazón. Tú, Señor, que alumbras mi camino, tú que escuchas siempre mi oración, en tus manos acoges mi esperanza, me brindas confianza, y acunas mi canción.
HIMNO A JUAN MARTÍN MOYË ¡Gloria a ti! Juan Martín, grande apóstol, Fundador elegido de Dios. Fuego humano que irradia evangelio, y en las tierras del mundo es la luz. Misionero Apostólico, ¡Salve!, sol errante de ciudad en ciudad, embriagado de amor y abandono en las manos paternas de Dios. Allá en Francia, en lid de esperanza, de su fe y corazón germinó noble grano que fue la semilla que ese pueblo Providencia llamó. Con la cruz por espada en un siglo que proclama la diosa Razón, /Las primeras Hermanas enseñan, que en la escuela se engendra al Señor./ Si el poder de la ciencia ilumina, si el cerebro es su sola inquietud, todo es vano si a ciegas la enseña, sin un rayo de fe en la instrucción. ¡Ecuador!, nuestra Patria querida, donde el hombre armoniza con Dios, /tal mensaje lo graba en las aulas donde brillan la CIENCIA Y LA FE. /
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MADRE DE LA PROVIDENCIA Gracias, Madre de la Providencia, por regalarnos al Salvador. Gracias, Madre de la Providencia, por traernos al Redentor. /Nos enseñas a ser pobres entre los pobres, Te abandonas en las manos de Dios. / /La alegría a l mundo has traído desde la aldea de Nazaret. / Acudimos a ti, Madre querida, que intercedas por el Ecuador. Ya que tú eres la bienaventurada precursora de la Redención.
Juan Martín Moyë: Su apellido es como la definición de su ser: en el Francés antiguo, conservado en su patois lorenés, Moye significa “el corazón tierno de la piedra” (Marie AgnèsKernel)
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