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Murcia ME 31 03 Murcia, flor de sentimiento y rincón romántico de España ME 03/31 p. 19-28
1. Presente de bodas Eran los días heroicos de mediados del siglo Xlll. España, feudo de árabes y moros desde hacía cinco largos siglos, acababa de dar un empujón terrible a la obra de la Reconquista. Por el lado catalán o aragonés, un rey gigante –el más grande de esa centuria en todo el mundo- Jaime el Conquistador, había rematado la obra de la reconstitución nacional. Al subir al trono, que regentó por más de cincuenta años fecundos, todavía había moros en tierras de Aragón y Cataluña. Y el gran rey, casi niño todavía, se propone echarlos más allá de las naturales fronteras de su reino; de lo que él cree que debe ser su reino. Reúne Cortes –las primeras de la Edad Media- y entusiasma a catalanes y aragoneses para la gran empresa. Reúne una formidable escuadra y salta a Mallorca, que pasa en pocos días, a fuerza de heroísmos, a la soberanía del rey. Apenas rehecho de las fatigas de esa gloriosa expedición, arma un formidable ejército de leridanos, zaragozanos y otras comarcas, y las emprende contra la famosa Valencia mora. Lo9s obstáculos son enormes. El rey se acrece a medida de la magnitud de las dificultades. Y a los pocos meses, ese jardín inmenso que es la región valenciana cae en poder de Jaime l, echada para siempre la morisma. La misión en la obra de la reconquista estaba terminada. El oriente nacional estaba libre de mahometanos y extranjeros. Y de Toulouse a Cartagena, de Castilla al mar, se levantaba poderosa una monarquía que creaba en aquellos mismos instantes dos instituciones famosas: el Consulta de Mar y los parlamentos modernos. Por el lado castellano, también se había sentado en el trono un buen gigante. Es éste el siglo de los gigantes reales en España. Nombremos a Fernando ll, el Santo, y queda dicho todo. El empujón que dio a los moros por el lado central de la península, fue formidable. En cuanto sus ejércitos llegaban a las riberas del río Segura, en la hoy llamada Murcia, el rey árabe que regía la región, Abu Beker, se rinde, pacta con Fernando el Santo que su reino murciano será tributario de Castilla y entran los ejércitos cristianos en esa región extrema de España. Más, muere Fernando lll, y su hijo Alfonso el Sabio, rey de letras y amoríos, no sabe sostener el empuje bélico de su padre. Los moros se sublevan contra él en todas partes. Tiene graves dificultades interiores, rebelándose contra él la nobleza, acaudillada por su propio hijo el Infante. Y, aprovechando el moro Abu Beber esas favorables circunstancias, rompe el protectorado pactado, se declara independiente de Castilla y desafía al débil rey que había heredado la corona. Podía darse por perdido para España y la Cruz, otra vez, el reino de Murcia, que los castellanos no trataban de reconquistar, cuando aparece en la arena de combate el rey Quijote de aquel siglo. Jaime el Conquistador, que hemos dicho había terminado la reconquista de Mallorca y Valencia, sin decir una palabra a su cuñado el rey castellano, organiza un ejército de catalanes e irrumpe sobre la árabe Murcia. Todo cede al empuje de los almogávares. La misma capital es asaltada y tomada. El rey moro es vencido completamente. Dominan las armas de los ejércitos de Barcelona todo el bello país. Y sucede entonces el episodio más delicado de la historia de la península. El rey Jaime reúne a sus guerreros catalanes y les propone una quijotada generosa. Aceptan unánimes. Y el reino de Murcia es regalado, una vez reconquistado del todo y organizado, a la Corona de Castilla y al pueblo castellano. Era el regio presente de hermandad que Cataluña hacía a Castilla, y que habían de olvidar y contrariar los políticos de la España central algunos siglos después. Hermoso presente: un reino entero, regado con sangre todavía caliente.y nada menos que esa joya de reino que era la región murciana, en la cual la fecundidad y la poesía están en perpetuo y prolífico connubio. ll. Tierras murcianas En la punta sudoriental de la península hay un pequeño rincón, bello y cautivador, que ha venido a llamarse con el tiempo Reino de Murcia. Tiene una extensión de algo más de 26.000 kilómetros cuadrados, equivalente al total de varios países independientes: Suiza, Bélgica, Holanda, etc. a) Por el lado oriental toca la región al mar Mediterráneo, constituyendo una de las más hermosas costas del mundo. Arenas bajas y suaves la constituyen a lo largo de docenas de kilómetros, destacándose ya a pleno sud tres accidentes notables en la configuración de la península hispana: el mar Menor, el cabo Palos y las bahías de Cartagena. El mar Menor es un enorme recodo de las aguas marinas, separado del mar libre mediante una barra o brazo de arena muy bajo. Dentro de ese pequeño mar o gran lago marino, surgen varias islas, que ofrecen un espectáculo fantástico por su configuración. El cabo Palos, término del arco de círculo cóncavo –cuyo centro está en Valencia- que forma la costa española desde Cataluña al sur, es también bajo, poblado de verdes pinos marítimos y conteniendo cantidad de tierras labrantías. Es una de las puntas más singulares de España, constituyendo el hito divisor de la costa mediterránea en oriental y meridional. Cartagena fue edificada en los más antiguos tiempos entre dos magníficos golfos que puedan proteger a ciudad alguna. Por esto ese puerto, con carácter militar y zona marítima de guerra, es uno de los mejores punto de defensa y organización militar de España. b) El reino de Murcia, en cuanto a configuración del suelo, podría dividirse en dos partes o zonas: la alta, en los alrededores de Albacete, y las tierras bajas, que se extienden alrededor de la ciudad de Murcia y constituyen la zona de las famosas huertas murcianas. Atraviesan la región diversas cordilleras, ramales una de la Celtibérica, que viene del norte y divide España en dos grandes cuencas; otras de la Penibética, que atraviesa la Andalucía meridional y lanza hacia oriente algunos ramales. http://www.estudiosbardina.cl
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La de España es la más interesante de estas sierras, habiéndose mucho en estos últimos tiempos sobre sus bellezas. “Muy cerca del Mediterráneo, se alzaba hace unos años una crestería de picachos desnudos de vegetación, áridos e inhóspitos, donde no había más belleza que la contemplación, desde sus alturas, del dilatadísimo horizonte, perdido en las brumas del lejano mar por un lado, y asentado en las últimas estribaciones de las sierras de Almería, Albacete y Alicante, por otros. Bajo el azul litúrgico del cielo, las áridas desnudeces de la tierra, con sus fuertes encendidos colores de la ocre corteza quemada por el sol, sobre el paisaje enorme, abierto a todos los vientos, la bruma caliginosa del mediodíaespañol; arriba, las rocas abruptas, descarnadas, rasos esquilmados, con vergonzantes atisbos de antiguo pinar raquítico y mutilado; abajo, la tierra roja lejana, abierta en surcos para las pobres labores; unos brochazos azules de mar y unas brumas tenues de encubiertas lejanías… Era la máxima sensación de la Naturaleza muerta, la impresión imborrable de la soledad y del abandono. Pasaron unos años, pocos, y varios hombres ilustres y un afán y un cariño infinito por el árbol y una protección franca del Estado sirvieron y bastaron para que el macizo abrupto, las cresterías desnudas, los valles ocultos, las barrancadas y las laderas fuesen tiñéndose de verde encendido, fuesen fortaleciéndose bajo el manto esmeralda de los pinos y sean hoy orgullo de la repoblación forestal y paraje el más frondoso, el más recogido, el más íntimo, el más suave y el más bello de la región levantina y uno de los más admirables del mundo. Hoy causa profunda admiración la labor llevado a cabo en tan pocos años; hoy nadie puede imaginar lo que ha sido antes este rincón de España, donde millones y millones de pinos alzan sus copas enhiestas mirando al cielo y donde las aguas corren por fuentes y regatos alegres y saltarinas bajo la brillante caricia de un sol que, a trechos, logra atravesar el ramaje. Kilómetros y kilómetros por espléndidas carreteras forestales, bajo las bóvedas de las copas de los pinos; rincones de ensueño dormidos al susurro continuo de la brisa de la enorme pinada; alturas abruptas con fantásticos acantilados por donde se encaraman las últimas plantaciones camino de las nevadas cumbres; augusto silencio del bosque inacabable en la paz de los montes; temperatura ideal en todo tiempo, suavizada por la enorme masa forestal en invierno, y templada por la brisa de altura en el verano; espléndidos panoramas, aguas purísimas, paseos inacabables. Tiene España bondad de clima y pureza de cielo. La suave temperatura en todas las épocas del año hacen de este paraje una perenne estación de reposo y salud; la hermosura de su cielo, siempre azul, casi siempre despejado, y lleno de la esplendente luz del sol, convida a guarecerse en el centro de sus magníficas pinadas, sin pensar en la época del año ni tener que consultar previamente el barómetro. España no puede ser recomendad en un tiempo fijo. En cada época tiene su atractivo peculiar, y el encanto de sus frondas, de sus paisajes, de sus aromas, de sus lozanías es tan fuerte y subyugador cuando las nieves coronan los altos picachos, como cuando el sol parece envolverlos en un manto de luz y fuego en la quietud de los días agosteños. La paciente labor de años y años ha hecho de este bello rincón del mundo el sitio ideal para las almas que gustan fundirse con la Naturaleza y para los cuerpos que precisan de la sombra del árbol y del monte. La conformación orográfica murciana le da el aspecto de una gigantesca gradería que desde los más altos riscos de Albacete van descendiendo hasta el mar, con llanuras bellísimas en cada escalón, oasis espléndidos donde la vida bulle alrededor de caseríos encantados”. c) Por las arrugas de esos montes corren ríos famosos, ya por la fuerza hidráulica que proporcionan, ya por su curso torrentoso, ya saltando riscos, ya escurriéndose entre cañadas estrechas de altísimas rocas. El mayor de esos ríos es el Segura (el Thader de los romanos), de 240 kilómetros de longitud, que corre, puede decirse, por entero por el reino murciano. Río pintoreco en su curso alto, con saltos y pequeñas cataratas; fecundo en su parte media y baja, arrancando de él cantidad de canales y acequias que siembran fecundidad por las infinitas vegas. La mayor parte de corrientes de agua son afluentes de ese río, y desarrollan respetables kilómetros de longitud: el Sangonera 121; el Mundo, 19; el Mula, 64; el Tarvilla, 60. Numerosos pequeños lagos y represas almacenan el agua murciana en diversas zonas, dándoles belleza y utilidad. Son famosas las cuevas murcianas, donde las filtraciones de agua han construido sistemas de bellas estalactitas. Las más famosas –porque abundan en toda la región- son las de Caravaca y Basquillo, en las cuales centenares de sedimentaciones calcáreas forman los más fantásticos colores; donde las rocas enormes de cristal de rocas rosado ofrecen el espectáculo más grandioso; donde numerosas corrientes subterráneas, que llevan las aguas quien sabe donde, hacen adivinar los misterios que se desarrollan en las obscuridades del subsuelo. d) El clima murciano, muy frío en los límites del norte, adquiere en la mayor parte del reino carácter de primavera eterna. Murcia en nombre romano, que viene de Venus, la diosa del mirto (Murtho) y el arrayán. Y ha sido llamada la región “el reino serenísimo de la luz y el sol”, en la cual la primavera florece todo el año bajo un cielo eternamente azul. “Quien no ha visto la huerta de Murcia no ha contemplado uno de los lugares más hermosos de la tierra”. Esta es la conclusión a que llega un cronista extranjero, después de haber vivido en ella y gozado de sus innúmeras bellezas. De ahí que sea Murcia región predilecta de turistas, ofreciendo a la curiosidad y al goce estético continuados motivos. lll. Las buenas gentes murcianas La región murciana tuvo personalidad desde los días más viejos de la historia hispana. Las primitivas iberas y celtas tenían dividida la península en comarcas nacionales, cada una de las cuales tenía independencia política y lenguaje propio. La actual Murcia era entonces la Bastitania, habitada por los hombres de las cavernas y primeros agricultores, de los cuales han quedado en el país reliquias numerosas. Una anomalía respecto a la historia de Murcia consiste en que, siendo el ángulo sudoriental de España, con el cual habían de toparse cuantos vinieran al país desde el Oriente, no hay el menor vestigio en todo él de fenicios, griegos o http://www.estudiosbardina.cl
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cartagineses.
De los romanos sí hay vestigios, aunque poco numerosos. “La predicación del Evangelio en aquellos remotos siglos debió iniciarse en esta zona levantina, donde es tradición constante, que suple a la carencia de documentos, el arribo del apóstol Santiago y de los siete varones apostólicos por una de las playas de la Cartago Spartaria, a la que se dio el nombre del patrón de España, y frente a la cual se grabó esta memoria lapidaria, que aún se conserva: “Ex oc loco orta fuit in Hispania lux evangelica”. Los árabes fueron, en rigor, los primeros que supieron dar a Murcia la importancia que tiene. Ellos descubrieron la belleza natural y la fecundidad de su tierra; y, al derrumbarse el califato de Córdoba, surgía el reino árabe de Murcia, independiente y soberano. Dominaron aquí los árabes, absolutamente, por más de 500 años, y fue tal su influencia, que hoy día todavía es lo morisco y lo oriental una de las más relevantes características de las gentes murcianas, distinguiéndose en esto de los valencianos. Durante esa dominación brilló el insigne sabio sufí Mohidín Ben Arabí, que es nada menos que el precursor del Dante. Las embestidas del rey Fernando el Santo contra los reinos moros fueron dadas también por este lado, teniendo necesidad el rey moro murciano Mohamed Ben Alí de declararse feudatario del rey Santo. Se sublevaban los moros poco después, independizándose Murcia del rey de Castilla, y fue entonces cuando el rey catalán o aragonés Jaime l entraba en el país con sus almogávares, lo conquistaba definitivamente y lo regalaba a su suegro, Alfonso X y a Castilla. “El rey Sabio –copiamos- concedió a la ciudad sello y pendón, el primero con el emblema de cinco coronas de oro en campo rojo; amén de esto, numerosos privilegios vinieron a complementar fragmentariamente una legislación que tenía por base el fuero de Córdoba; y como se había de poblar la capital del reino sometido con las familias de los conquistadores, urgía el repartimiento entre ellos de las tierras de regadío ganadas por derecho de conquista”. Para esta obra el rey trajo a Murcia al maestro Jacome de Junta, o sea Jacobo el “de las Leyes”, gran jurisconsulto que había colaborado en la obra ingente de las Partidas. El Ayuntamiento de Murcia guarda en su archivo el preciado Códice del Repartimiento, que es el precursor de los modernos códigos rurales. Quería tanto Alfonso X a esa región, que dedicaba a la Virgen de Arrixaca una de sus mejores Cantigas. Murcia, ya cristiana del todo, acentuó día a día su personalidad regional, que consiste en una mezcla de andaluz, catalán y castellano –tres razas asentadas sobre otras tres más antiguas: bastetanos, romanos, árabes- y que tiene fisonomía propia. Por el norte es Murcia más castellana. Allí están, en un ángulo de Albacete, los Campos de Montiel, por los cuales el Hidalgo del Ideal, caballero en su Rocinante, deshacía agravios, enderezaba entuertos y las emprendía contra los mal nacidos, los gigantes, los opresores y los endriagos. Por el este asoma el catalán, no sólo en su carácter y fisonomía, sino en su misma habla castellana: Calnegre, río Sangonera, isla Grossa, Foradada, Portíes… Y por el occidente, el andaluz se manifiesta cada vez más, gradualmente confundiéndose Murcia con Andalucía, con la charla dicharachera y el humor de los hijos del Betis. Ha rendido esa raza a la nación hijos muy preclaros. Basta recordar al insigne moralista Saavedra Fajardo, al político Floridablanca, al famoso escultor Salzillo, al arquitecto Bart, al gran poeta Selgas, al genial actor Romea, al gran músico Jiménez Caballero; y entre los modernos al político Juan de La Cierva y su hijo el insigne inventor del Autogiro, al poeta Vicente Medina y a tantos otros insignes ciudadanos. Tiene Murcia actualmente un millón de habitantes, divididos así entre sus dos provincias: Albacete 320.000; Murcia 680.000. su zona minera, cercana a la capital, constituye uno de los distritos más poblados de España. lV Cómo trabajan los murcianos a) Es el reino de Murcia la segunda zona minera de España. todo el reino está sembrado de minerales en explotación; pero las dos comarcas situadas, respectivamente, al norte y al sur de la capital (Yecla Cieza; La Unión Cartagena) son de una vida tan intensa, que puede señalarse como una de las más activas no ya de España sino de Europa entera. Ya en los tiempos de los romanos era esa región emporio de riquezas, que afluían a Roma en volumen extraordinario. Tito Livio habla con entusiasmo de “los ríos de plata que manan de Lorca”. Polibio cuenta que trabajaban no menos de 40.000 mineros solo en los alrededores de Cartagena y La Unión, sacándose un mínimum de 25.000 dracmas diarios de plata en una zona llena de mineral blanco de 74 kilómetros de longitud. El plomo murciano era, en aquellos tiempos, el mejor y más abundante del mundo, salvo el de Sierra Morena. Existían minas, de mil años atrás, de 550 metros de profundidad. Actualmente es tan voluminosa la explotación minera en Murcia. El zinc sale con abundancia solo superada por Santander. El cobre se explota en Riopar. El cromo abunda en Cartagena. El manganeso, en Mazarrón. El plomo argentífero –no menos de 3.000 minas en explotación- produce 200.000 toneladas por año. El azufre brota en Moratalla, Hellín y en la confluencia del Mundo con el Segura. La plata produce 50 mil toneladas al año. El hiero, dos millones de toneladas. El carbón se extrae en Chinchilla y Villaverde. Blenda, aluminio, oro, en otras comarcas murcianas. Aguas minerales famosas brotan en Archena, conocidas en todo el mundo: en Alhama, Fortín, Fuensanta, Asdrúbal, Relumbrar, estas decisivas contra la lepra. En estas zonas hay no menos de 49 sociedades de obreros y 309 patronales, con un movimiento económico y social intensísimo, habiendo sufrido serias alteraciones obreras, ahogadas en sangre, en los últimos intentos revolucionarios de los últimos meses del gobierno de Berenguer. b) La agricultura adquiere en Murcia y en sus famosas huertas un enorme desarrollo. Dos millones de quintales métricos de trigo; dos millones quinientos mil quintales de cebada; 300.000 qq. de maíz; 100.000 de aceite; y en http://www.estudiosbardina.cl
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menores, pero muy voluminosas cantidades, el famoso esparto murciano, azafrán, morera, achicoria, pimientos para el celebrado pimentón, legumbres de toda clase, frutas delicadas, lino, dátiles habas, etc. Es que las vegas murcianas, y en especial la llanura de Murcia, es un jardín maravilloso. La tierra da el 100 por 1, con dos cosechas al año, y tres en Lorca. Una eterna primavera sopla sobre ella, y flores y frutas se suceden a porfía, conquistando mercados y corazones. Cincuenta y ocho mil hectáreas de bosque bajo, 70.000 ha. de pastos y 180.000 ha. de pinos completan ese cuadro, uniéndose los montes a la feracidad de las vegas. No menos frondosa anda la ganadería. Trece mil quinientos caballos, 51.000 asnos 61.000 mulas, 430.000 0vejas, 300.000 cabras, 260.000 cerdos constituyen una riqueza inmensa, que enriquece a millares de hogares. Hablando de la vega de Murcia, que atraviesa el Segura, escribe un viajero entusiasmado: “Es un hermoso oasis creado por el hombre, utilizando las aguas del río, las fértiles tierras del valle y los favores de un sol brillante, que da vida a espléndidos trigales, largas filas de moreras, maizales, hortalizas varias, predominando el pimiento, de importante industrialización, olivos y naranjos, limoneros y granados, con toda clase de frutales; y erguido sobre el conjunto, como remembranza oriental en el paisaje, las palmeras de abiertos penachos y los cipreses de graciosa esbeltez. Entre la vegetación frondosa, añadiendo una nota más de belleza al conjunto, asoman las casas de los huertanos, las típicas viviendas de blancos muros de morera o pajiza cubierta; y allá en el centro, la ciudad con sus cúpulas, campanarios y tejados, y la airosa silueta de la Torre de la Catedral dominándolo todo”. Murcia, de campo y huerta preciada labradora Tu crías en los valles de tu región feraz La delicada seda, la vid embriagadora, La hespéride manzana, la palma triunfadora, El lauro de la guerra, la oliva de la paz. c) La industria murciana, al lado de esa exuberante producción agrícola e intensa minería, aparece –y es en realidad- poco voluminosa. Sin embargo, Lorca es un intenso centro fabril en cuanto a hilados y tejidos; Caravaca y Cehegín tienen notables fábricas de papel; Murcia tiene hilaturas de seda, fábricas de pólvora, numerosas fundiciones de toda clase de metales. Los hay también en La Unión, Mazarron, Agullos y Lorca. Fábricas de curtidos en Cartagena y otras varias ciudades. Como se ve, el reino de Murcia es esencialmente agrícola y en su parte sudoriental, intensamente minero. A su base, los murcianos han creado una región rica y próspera, siendo una de las regiones en que abundan menos los pobres de solemnidad. V La personalidad lingüística de los murcianos La personalidad regional de Murcia vive reflejada –y no podía ser menos- en su lenguaje y literatura. Cuanto pudiéramos decir de las características de ese dialecto y del alma que inspira el verbo regional, no marcaría su fisonomía con la precisión con que lo puedan hacer las poesías de Vicente Medina, el vate regional murciano por excelencia. Vamos a transcribir de su libro “Aires Murcianos” algunos trozos al azar. 1 Cantares Para mis penicas tengo consuelico de esperanzas que he visto, mirando al río que el agua turbia se aclara. * El empeño de un querer se lleva con vida y honra; o se pierde en él la vida, o se ganan las tres cosas. * Morenica m’hizo Dios morenica y no me quejo: que por lo rojo no paso ni penica ni deseo. * Moreno pintan a Cristo morena la Magdalena, moreno mi bien que adoro, ¡viva la gente morena! * Déjate ya la sendica por ande tus pasos llevas; que no es sendica pa dos, Y otro mozo va por ella * Yo no dejo la sendica http://www.estudiosbardina.cl
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Porque nunca vuelvo atrás: de los dos que la seguimos, quien no caiga, llegará. * Busca ande te hagan laíco, y ande te traten mejor: que esa es una lumbrecica, que a ti no te da calor. * No te rías si me caigo; perdona si te trompiezo, porque, a tientas y sin tino, por tu querer ando ciego. * Si es que Dios no lo ha dispuesto, lo ha dispuesto mi querer: ¡has de ser pa mi solico, o pa nadie tiés que ser! * Mi barraca está en la huerta, y en la huerta está mi novia, y es el mentarme la huerta como mentarme la gloria. * Cuando mi horica me llegue, quiero morirme en mi tierra… verla, al cerrarse mis ojos, y tener mi hoyico en ella. * No he tenido carta tuya, pero de mi madre sí. ¡Y aún no he escrito a mi madre Y otra vez te escribo a ti! * Cuando vuelva si es que vuelvo, ¡Dios sabe lo que hallaré! Una bala mata a un hombre. El tiempo mata el querer. * Yo me pensaba qu’era tan facilico el apagar la lumbre de aquel cariño… ¡Ay, lumbrecica, lo que dura el rescoldo de tus cenizas! * ¡Cuando querrá la Virgen de la Fuensanta que tu ropa y la mía tengan un arca! * Eres pobre y eres peña que por los suelos te ves y que vas ande te llevan los que te dan con el pie. * Irse lejos, para verte; para quererte, dejarte; ¡y perderte, tierra mía para saber lo que vales! 2 Las Barracas http://www.estudiosbardina.cl
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A la orillica del río y mirándose en el agua, está como satisfecha y orgullosa mi barraca. Entre álamos y cañares, y limoneros y parras con las paeres de atobas abrigás con arcazabas y con el techo de cisca y con las puertas de caña, agachá bajo una higuera grande que tóa tapa, y acurrucá; ¡propiamente paese un nío mi barraca! La he revocao con yeso, Y está que la vista encanta. Tó lo que tiene de humilde, tié de limpia y de blanca, y mi mujer ha hecho de ella una tacica de plata. El cantarero reluce, la cantarica tresmana, fresca y como un sol de limpia que abre de beber las ganas. La espetera y la platera de emperejilas se saltan. Las sillas y la mesica sin polvo y sin mancha. Debajico del jarrero sus macetas con alábelas. Y como un altar de ilesia, En un laíco la cama con sus encajes de nieve y su cobertor de grana. Yo no envidio los palacios que en las ciudades levantan; que en ellos, con ser grandes el corazón se me aplana, y en cambio en mi barraquica, que es tan pequeña, se ensancha. Tomando el fresco en verano a la sombrica e la parra; tomando el sol en invierno al amparo e la barraca, con la concencia tranquila ¡que a gusto las horas pasan! Tan hermosa está la huerta que paece una moza maja, y tan hermoso está el cielo, que deja a la huerta en zaga. A descansar del trabajo Con el que mi pan se gana, me siento junto a la puerta y cogiendo mi guitarra, pienso que, pa mí, en el mundo tó se encierra en mi barraca… ¡Ay de mi si crece el río y se lleva mi barraca! ¡Ay de mí si tu querer se lo lleva una mudanza! Basten como ejemplos de lenguaje, y a la vez de sentimientos, esas líneas cortadas al azar de los versos pairales de Vicente Medina, tan sentidos, tan abundosos. La huerta de Murcia está en ellos retratada en cuerpo y alma, y la fisonomía especial de esa región se destaca en ellos nítidamente, formando una zona mixta entre Andalucía y Levante soldadas ambas opuestas tendencias con cemento del más puro y delicado sentimentalismo. http://www.estudiosbardina.cl
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Vl. Ciudades de Murcia a) Entre tantas y tan bellas ciudades como pueblan esa región encantadora, la de Murcia sobresale entre todas por sus habitantes, su historia y las bellezas que contiene. Ciudad silenciosa, asentada en medio de la celebérrima huerta, su numerosa población, que traspasa los 200.000 habitantes, la ha convertido en la quinta ciudad de España (Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, Murcia). Ciudad muy provinciana antes de 1923, la época dictatorial sacudió su modorra, iniciándose una serie de transformaciones que han realizado en ella un verdadero milagro de rejuvenecimiento. Como Murcia –escribe un cronista- poseía el oro puro y fino de sus magníficas bellezas naturales, no ha sido preciso más que trocar el abandono, la desgana, el escepticismo de ayer, por la actividad, el entusiasmo y la esperanza, para que la ciudad polvorienta y triste quede convertida en una población limpia, moderna y animada. Hoy sus jardines son joyas que realzan y avaloran la hermosura de la Murcia poética e indolente como el alma mora que todavía duerme en sus encrucijadas. ¡Cómo se cuida y engalana la ciudad! Nunca han lucido tanto las murcianas bonitas, ¡y cuidado que hay aquí caras preciosas! Recordamos unos ojos negros en una cara morena… Tienen para brillar mejor la plataforma de sus jardines. Floridablanca, mansión de árboles centenarios, en donde los pájaros dicen su himno a la Naturaleza. “Jardín de Santo Domingo, presidido por el magnífico “Ficus”, de gigantesco tamaño, y ramas umbrosas, profusión de flores formando una magna sinfonía de verdores, con sus bancos de azulejos, donde se sientan los ávidos de cultura y saborean los libros que guarda la biblioteca de Sánchez Madrigal, pabellón donde se muestra la arquitectura murciana. Y después el parque inmenso que acaricia el murmullo del río y donde lucen bustos de poetas que son orgullo de esta tierra. Después, el Malecón, el paseo más clásico de Murcia, verdadero mirador sobre la espléndida vega, muro que contiene las acometidas del Segura; es como una verdadera cinta en esta huerta de naranjos y limoneros. Murcia es ciudad rica en notas típicas y pintorescas que hay que gozar principalmente en la huerta. Aquí el huertano ha conservado gran parte de sus costumbres, cantos y trajes primitivos de gran belleza y sugestivo interés. En la ciudad, aunque modernizada y en vías de urbanización perfecta, aún hay rasgos, costumbres y fiestas de típico abolengo; siendo entre ellas afamadas, las viejas y devotas procesiones de Semana Santa, en las que las tallas del notable imaginero, F. Salzillo, último gran representante de la tradición escultórica, policroma y religiosa nacional, seducen el ánimo por su unción y verismo”. b) “Cartagena es una ciudad que supera en mucho los 100.000 habitantes riquísima y laboriosa, con tráfico superior a la misma capital de la región. Es puerto militar de primera categoría y sus arsenales son de los más grandes y modernos de Europa. Esa ciudad está en el mar y vive para el mar. El resurgimiento de nuestra Marina militar va ligado al de Cartagena, que día por día ve aumentar su población, incrementarse sus negocios y crecer su prosperidad. Desde que comenzaron en España las construcciones navales para la Armada, el Arsenal de Cartagena ha adquirido vida robusta y ha dado lugar a la demostración del valer extraordinario de los obreros españoles. El Arsenal de Cartagena ha lanzado al agua a una magnífica flotilla de destructores y submarinos de construcción tan perfecta y de condiciones tan excelentes, que llegaron a ser admiración de algunos pueblos extranjeros. Ya se recordará que la República Argentina se apresuró a adquirir dos destructores que habían sido construidos para nuestra Marina. La labor de los técnicos y de los obreros cartageneros triunfó gallardamente y continúa venciendo en la noble lid del trabajo. Bien puede apreciarse que la ciudad de Cartagena instruye y educa a la perfección a sus pequeñuelos para formarlos buenos artífices al mismo tiempo que buenos y corteses ciudadanos. No en vano Cartagena escuchó elogios del gran polígrafo D. Joaquín Costa, porque fue en España la primera ciudad que tuvo una escuela graduada, y ahí está también el fruto de esa benemérita obra de la escuela de superdotados, con la que la gran ciudad afirma sus prestigios de muy cultísima y en la que los niños muy inteligentes son separados del lento ritmo pedagógico de los otros para recibir con rapidez enseñanzas superiores. Cartagena, la vieja ciudad mediterránea que bajo el imperio romano fue quiá la población más importante de la península ibérica, tiene encantos que la hacen una de las urbes más bellas y atractivas de España. Con ser Cartagena un emporio de actividades marítimas, parece que tendría bastante para su mérito y fama; pero esta ciudad, para orgullo de España, gala inapreciable de la bellísima costa levantina, ofrece al curioso investigador de los valores raciales otros motivos para el estudio y la admiración. Cartagena es una de las ciudades de más fino espíritu de España, de las más cultas, de las más afanosas por superarse, realizando así un noble pugilato de mejoramiento individual y colectivo que contribuye de modo poderoso al florecimiento de nuestra nación. Cuando desde el interior se llega a Cartagena, después de atravesar algunas regiones atrasadas, perezosas, incultas, se percibe una sensación de bienestar, como si los pulmones, después de un largo encierro, pudieran respirar a pleno aire. Cartagena, colocada entre el mar y la montaña, es luminosa, alegre, jovial. Una brisa dulce la acaricia siempre y la perfuma y tonifica: las emanaciones de las sales marinas. Vive la ciudad por el mar y para el mar. El Arsenal, la Escuela de Submarinos, las condiciones de su puerto le aseguran un brillante presente y le prometen un fructífero porvenir”. c) Albacete -36.000 habitantes- puede considerarse como capital de la montaña murciana. “Adorna a esta Villa un plantío de viñas, que producen más de ochenta mil arrobas de vino al año; otro de azafranares, que asciende anualmente a centenares de miles de pesos, y es grande el importe de los frutos que se cogen en media legua de circunferencia que tiene, sin contar lo que rinde la tercera parte del terreno que se siembra de trigo y cebada. Cuenta cos dos aeródromos: el de “La Torrecica”, del mar que parece que se incautará el ramo de http://www.estudiosbardina.cl
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Guerra, al que pertenece, y el de “Los Llanos”, próximo al cazadero del mismo nombre, propiedad del marqués de Larios. El aeródromo de “Los Llanos” ha sido construido por la Compañía Española de Aviación y fue inaugurado en 1929. Consta de un bonito chalet con terraza para presenciar los vuelos, disponiéndose de un hall elegante, salón de conferencias, despachos, oficinas, enfermerías, botiquín, quirófano, cuarto de baños y duchas. El campo mide 84 hectáreas, y en él se han construido además cuatro hangares capaces para 30 aparatos, cantina, taller, almacenes y vivienda para el jefe de mecánicos y el guarda. En él funciona la Escuela de Pilotos Aviadores, única de carácter civil autorizada oficialmente en España. Pero su orgullo, su satisfacción y sus alegrías los cifran los albacetenses en su Feria, en las brillantes fiestas que se organizan del 7 al 15 de Septiembre con motivo de su famoso mercado anual, para lo cual cuentan con un edificio adhoc único en España. d) Otras muchas ciudades llaman la atención, y sería cosa interminables detenernos en ellas. Águilas, el pequeño puerto con una ensenada extraordinaria; Alhama, con sus aguas termales y sus baños del tiempo de los romanos; Archena, con sus maravillosas aguas de fama europea; Caravaca, con sus bellísimas iglesias y su Cruz famosa; Calasparra, gran ciudad comercial; Cehegín, en el centro de una gran zona minera; Cieza, en medio de un paraíso florido; Fortuna, con sus baños; Jumilla, con su viejo castillo; Lorca, con cerca de 80.000 habitantes, con notables industrias, grandes explotaciones mineras y una agricultura floreciente, una de las mejores ciudades de España; Mazarrón, con su puerto para minerales exportables; Moratalla, con sus minas y su famosa iglesia, de enormes dimensiones; Mula, con sus baños y sus industrias; Pacheco, en un llano feracísimo; Totana, en la falda de la famosa sierra de Espuña; Yecla, con sus tradiciones moriscas y su vida intensa; Alcaraz, con su brillante historia medieval; Almansa, famosa por la batalla dada en ella en las guerras de Felipe V; El Bonillo, en la zona cerealista más intensa del reino; Casas Ibáñez, con su floreciente agricultura; Alpera, la de las prehistóricas cuevas rupestres; Hellin, con las famosas cuevas subterráneas; Ossa de Montiel, donde están las famosas lagunas del Ruidera y la Cueva de Montesinos, citadas en el Quijote; Riopar, poético lugar de románticos alrededores; Villa de Ves, en lo más frondoso de la sierra brava; Yeste, en la región de los siempre verdes pinares, etc. etc. Como se ve, tiene Murcia un gran número de ciudades dignas de mención, a causa de la población intensa y de las riquezas que ha sabido desarrollar a través de los siglos, y en especial en estos últimos años. Vll. El arte y los artistas murcianos Esa relativamente pequeña región ha sido cuna de grandes artistas, y en sus ciudades brillan todavía grandes manifestaciones artísticas que se desarrollaron en ella durante siglos. Hablando de arte, hay que pensar inmediatamente en esa riqueza enorme que constituyen las catedrales y los templos, que son, las más de las veces, los puntos de conservación de las famosas obras. Entre todas las catedrales, la de Murcia ocupa un lugar primero, de la cual ha dicho el poeta:
Es en la noche callada ferviente jaculatoria; oración petrificada que está subiendo a la gloria. “Semeja un alegórico retablo –dice la Guía Turística- en que la escultura juega un importante papel. En el sentido de la anchura, la fachada se distribuye en cinco paños y en el de la altura en dos cuerpos, uno corintio y otro compuesto, teniendo en el conjunto una forma apiramidada. Las estatuas más importantes son los de San Fernando, San Hermenegildo, las de los cuatro Santos Cartagineses, la de Santo Tomás de Aquino, en un templete lateral y el lindo grupo de María gloriosa o la Asunción, que campea en el centro. En el interior, aunque el templo carece de unidad absoluta de estilo, domina el gótico u ojival, de cuyo conjunto destacan algunas partes diferentes, como la cúpula neoclásica. En la capilla mayor, transpuesta la interesante reja gótica, como su gemela del coro, se halla al lado del Evangelio la urna que contiene el corazón y entrañas del Rey Sabio Alfonso X, el autor de las Cantigas de Santa María. Es de piedra labrada en el siglo XVl y restaurada en tiempos modernos; muestra preciosos relieves y reyes de armas. El retablo es moderno, pues el primitivo fue destruido, con otras joyas, en el memorable incendio de 1854. El coro actual se trajo después del siniestro de un monasterio de San Martín de Valdeiglesias y es bella obra de rica talla del siglo XVl, del toledano Rafael de León. Su fachada es un poema de piedra y su torre, centinela gentil que se levanta en medio de la Vega como un dedo gigantesco que señala al cielo. Puesto que acabamos de entonar un himno al templo madre de Murcia, hemos de colocar inmediatamente la obra del famoso Salzillo, el genial escultor que ha sembrado en todos los templos de Murcia frutos espléndidos de su genio artístico.. de él se acaba de decir: Aunque en su larga vida (1707-1783) no tuviera más obras que el Crucifico del Coro Catedral y el San Jerónimo, penitente, hubiera ganado justos lauros a su fama. El San Jerónimo fue donación al monasterio del prebendado don José Marín y Lamas, en 1755. Es, acaso, la escultura superior de Salzillo, “cuya obra no se conoce bien (en sentir de Tormo) si no se visita la Ñora. Difícil es discernir el ápice del poder artístico de Salzillo: a veces nos parece su obra cumbre la de los ocho pasos del Viernes Santo; es decir, todos los de la Real Cofradía y ermita de Jesús; pero, si desde el Museo nos trasladamos a la ermita de Jesús (preciosa rotonda neoclásica, decorada con frescos arquitectónicos de Sistori) nuestro juicio comparativo queda en suspenso; tanto más, si observamos la estupefacción del viajero que por vez primera posa su vista sobre la ingente serie de los cinco grupos y tres esculturas exentas, que Salzillo fue labrando, desde 1752 al 78, http://www.estudiosbardina.cl
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para la procesión matinal del Viernes Santo. No es dable analizar cada uno de los pasos. En el de la Oración del Huerto agótase el vocabulario de los elogios ante aquella figura de Cristo, derribado en tierra y casi exánime, y aquel Ángel confortador, en cuya contemplación se extasían los espíritus nobles y del cual se ha dicho Sus formas de suavísima elegancia tan indecisas son, tan ideales, que tienen del mancebo la arrogancia y las castas turgencias virginales. Y ¿qué decir de la Dolorosa? ¿Qué llora sin descomponer trágicamente las líneas de su bello rostro? ¿Qué hace llorar a las muchedumbres? ¡Pero si ante ella llorarían hasta los celestes espíritus, exentos por su naturaleza de toda pasión humana! Más, para el poeta no hay “imposible”, y por ello pudo escribir el exquisito vate murciano don Roberto Gil estos versos, elogio el más alto que se ha hecho de esta obra y de nuestro artista: Invisibles los ángeles bajaban a tu taller a verte trabajar, y un día, al terminar la Dolorosa cuentan que les oíste sollozar. Podríamos completar ese cuadro hablando del arte dramático español, que en su fase moderna nació en Murcia con el famoso Rafael Calvo y don Fernando Díaz de Mendoza, ambos hijos ilustres de Murcia. Podríamos hablar de Selgas y repasar las artes una por una. Pero es suficiente con lo dicho, para saber a qué atenerse respecto a este aspecto de la vida murciana”. Vlll. Las características del pueblo murciano El pueblo murciano tiene características privativas, que lo distinguen de los demás tipos regionales de España. El murciano es decidor, alegre, franco, pero por encima de todo, romántico y sentimental. Ya Murcia es suelo apto para los romanticismos, donde, al lado de las flores de sus vegas, florece espléndida la flor del sentimiento. Y el hombre, moldeado por esa naturaleza poética e íntima, responde a esa manera de ser. El murciano es sencillo, sobrio, hospitalario, humilde. Pero, si las cosas soplan por el lado de las ofensas, es activo y exigente, saliendo a la plaza ya por sus derechos hollados al riego de su heredad, ya por el amor disputado de una moza garrida. Son campesinos religiosos y virtuosos, que viven alrededor de su virgen de Fuensanta. De esa sierra, de ese Santuario, bajan las aguas materiales para el surtimiento de la ciudad de Murcia, y también las claras aguas espirituales que fecundan los corazones. La mujer murciana es uno de los más bellos tipos de las regiones hispanas. Tiene la gracia de la andaluza, la severidad de la castellana y la frescura de la levantina, encerrando –puede decirse- en su cuerpo esbelto las cualidades de esas tres regiones españolas. Las fiestas murcianas son numerosas y celebradísimas. Las bodas tiene sus ceremonias especiales, como las tienen el Carnaval, la quema de los peleles, varias fechas cuaresmales, los Reyes que originan una especie de representación dramática colectiva en la que figuran los tres Monarcas orientales, el ángel y el rey Herodes. Otras fiestas celebran la llegada florida de la Primavera, la cría del gusano de la seda, los Pasos de Semana Santa, ennoblecidos con las esculturas geniales del gran Salzillo. Los bailes murcianos más extendidos son las parrandas cartageneras y las malagueñas, y son muy comunes, salpicando con ellos todas las fiestas y los principales actos de la vida colectiva. “Puede decirse –escribe un cronista- que no hay fiesta en la región que no sea integrada con las explosiones de los bailes y los de la pólvora”. Juegos regionales se unen a las danzas típicas, así como cantos románticos, de sabor morisco, que entonan las añoranzas, ya de la raza exótica que se fue, ya de los enamorados en la huerta florida. Viste el murciano con su traje típico, que viene reproducido en algunos de los grabados que acompañamos. Sobresalen los calzones blancos y las alpargatas, y en la mujer el gran pañuelo con grandes flores que cae graciosamente de las espaldas hasta la cintura. En el hogar las tradicionales arcas, fogón y tinajero imprimen carácter, y en él se amasan especiales bocados para cada una de las grandes fiestas del año: tostones en Enero, moragas en Mayo, monas en Pascua, hogueras en el día de la Cruz, tortas dulces para Navidad. * Cuando España sepa organizarse democráticamente y cada región aparezca con sus características –familia compuesta de quince hermanos distintos, unidos por la misma sangre y un mismo mutuo amor- Murcia representará en el conglomerado vivo del Estado Español la región romántica y callada, que proyectará sobre el conjunto gracia, resignación y poesía.
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