El impacto del consumo de drogas en el mundo y en América Latina: ¿Qué funciona en el campo preventivo? The impact of drug abuse in the world and in South America: What works and what doesn’t in prevention.
Augusto Pérez Gómez, Ph.D. Director Corporación Nuevos Rumbos Consultor CICAD
e-mail:
[email protected]
Palabras clave:
Key words:
Abuso de drogas
Drug abuse
Tendencias de consumo
Global trends
Prevención
Prevention
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Abstract Most studies on consumption of psychoactive substances around the world show an increasing pattern, particularly in developing countries: currently, some 184 million people would be frequent users of such substances, not including alcohol and tobacco. The large majority are marihuana smokers, followed by those who take amphetamines, cocaine and opiates. This paper examines and analyzes data from different sources, with special emphasis in South America. In its second part, the paper reviews the main prevention strategies, highlights the basic reasons explaining why many of these programs do not work as expected, and identifies those procedures that, according to systematic evaluations, present the most positive effects. Some reccomedations and suggestions are proposed for South America.
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Resumen Los estudios sobre consumo de sustancias psicoactivas (SPA) en el mundo muestran una tendencia hacia el aumento, especialmente en los países en vías de desarrollo: en el momento actual cerca de 184 millones de personas serían consumidores frecuentes de estas sustancias, sin incluir alcohol ni tabaco. De ellos, la gran mayoría fuman marihuana; las otras sustancias más consumidas son las anfetaminas, la cocaína y los derivados del opio. El presente artículo examina y compara los datos procedentes de diferentes fuentes, con especial énfasis en Sur América. En la segunda parte se analizan las principales estrategias de prevención, se señalan las razones por las cuales muchos de estos programas no dan los resultados deseados y se identifican las formas de trabajo que, de acuerdo con las evaluaciones, ofrecen los efectos más positivos. Se hacen algunas recomendaciones para los países de América Latina.
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El impacto del consumo de drogas en el mundo y en América Latina
Para quienes hemos pasado una buena parte de nuestras vidas estudiando el problema del consumo de drogas (lo que en mi caso eso representa casi la mitad de mi vida) resulta bastante claro que el hecho de tener un número considerable de jóvenes (y algunos menos jóvenes) involucrados en el consumo de sustancias psicoactivas tiene unas implicaciones que, infortunadamente, la mayoría de la población desconoce, aun cuando las presiente. Examinemos, para comenzar, algunos datos sobre la situación en diferentes partes del mundo, y en particular an varios países latinoamericanos, con lo cual trataré de sustentar las afirmaciones que siguen. -------------------------Insertar aquí Tabla 1 --------------------------La
comparación
con
años
anteriores
permite
extraer
las
siguientes
conclusiones generales: 1. El mayor incremento se ha producido en el consumo de estimulantes de tipo anfetamínico, que constituyen la segunda sustancia más consumida después de la marihuana. 2. El abuso de opiáceos es estable en Europa Occidental y en Norteamérica; tiende a aumentar en Europa Oriental,
Asia Central y Africa; tiende a
disminuir en Asia del Sur y en Australia.
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3. El consumo de cocaína disminuyó en América del Norte y aumentó en Sur América, Europa y Africa. 4. El
consumo
de
marihuana
aumentó
en
Europa,
las
Américas,
Africa, Oceanía; disminuyó en Asia del Sur y Suroccidental. 5. El consumo de anfetaminas tiende a estabilizarse en Norteamérica y Europa Occidental; se incrementa en Asia Oriental y Suroccidental. 6. El consumo de éxtasis aumentó en las Américas, en el sureste de Asia y en algunos países europeos. Presentaré algunos ejemplos de cifras de varios países del continente americano, pero la realidad es que no es posible hacer una verdadera síntesis debido a las diferencias tan marcadas en metodologías, grupos de edad y definición de lo que es importante. Por ejemplo, Chile solo evalúa prevalencias de consumo en el último año; Brasil solo presenta datos de estudiantes de 1º y 2º grado; la mayor parte de los países centroamericanos solo tienen índices muy aproximativos; y algunos países de Sur América hace muchos años no hacen estudios. Los datos de Canadá son los del estado de Ontario, de jóvenes estudiantes de secundaria. De todas maneras, los datos permiten ver la existencia de un problema real, que afecta especialmente a las poblaciones más jóvenes y que puede tener efectos muy nocivos sobre el futuro de nuestro continente. ------------------------Insertar aquí Tabla 2 -------------------------
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-------------------------Insertar aquí Tabla 3 -------------------------Las dos tablas precedentes muestran que las diferencias de consumo son enormes si se comparan los Estados Unidos con cualquiera de los países Centro o Sur Americanos; Colombia y Argentina presentan niveles de consumo semejantes con respecto al alcohol, la marihuana y la cocaína; Uruguay tiene un nivel de consumo de tranquilizantes superior al de cualquier otro país; México es el único país con una tendencia general a la disminución del consumo de SPA, con respecto a la encuesta de 1998; y no deja de sorprender que Ecuador tenga un nivel de consumo de heroína superior al de cualquier otro país del subcontinente. Estas cifras frías, sin embargo, no permiten ver todas las implicaciones del problema en numerosos ámbitos, en particular para los países en vías de desarrollo. Veamos algunas de las inquietudes que pueden plantearse, de las cuales prácticamente ninguna ha recibido hasta el momento una respuesta clara:
¿De qué manera podría medirse el sufrimiento, la desintegración y las secuelas que sobre una familia deja el que uno de sus miembros sea un consumidor de SPA?
¿Cuál es la contribución de los consumidores de SPA al mantenimiento de conflictos armados en diferentes partes del mundo? No hay duda de que quienes consumen contribuyen con su dinero a financiar las guerras en los
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países en vías de desarrollo, pero este tema nunca ha sido abordado en profundidad: porque contrariamente a lo que dicen los promotores de la legalización a ultranza, no es la prohibición lo que hace de las drogas un negocio: es el que haya decenas de millones de consumidores, al igual que ocurre con el alcohol, el tabaco, las armas o el petróleo.
¿Cuál es el costo (humano, económico, de proyección para el futuro) para los países de América Larina, de tener a un porcentaje de sus jóvenes destinados a convertirse en una carga social, en un obstáculo para el desarrollo del país, en un factor más de atraso, en vez de contribuir a su evolución? ¿Cuánto cuesta el tratamiento de una persona que consume drogas, sabiendo como sabemos que la mayoría de esos tratamientos son ineficaces y que una persona suele pasar
largos períodos de
internamiento completamente inactiva e improductiva, solo para recaer poco tiempo después de abandonar el tratamiento?
¿Qué implicaciones tiene para el futuro de un país como los nuestros el abandono escolar y la pérdida de oportunidades educativas relacionadas con el consumo de sustancias?
¿Cuánto le cuestan a la industria el ausentismo, la accidentalidad, la pérdida de productividad, el bajo control de calidad, la rotación de personal y los conflictos laborales asociados al consumo de drogas, incluyendo, por supuesto, el alcohol?
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Los estudios de costos del consumo de sustancias que se están llevando a cabo en diferentes países del continente (Barbados, Costa Rica, México, Uruguay, Chile, Colombia), muestran que los países están invirtiendo recursos sustanciales en esta problemática (alrededor del 4% del producto interno bruto en algunos de ellos); ¿Cuánto desarrollo educativo, de vivienda, artístico, en salud, podría lograrse si esos recursos no fueran empleados en controlar el problema de las drogas?
Esto son solamente algunos ejemplos, pues podría sería necesariomucho tiempo para analizar todas las implicaciones del problema que tenemos que enfrentar. En busca de brevedad podemos decir que el consumo de SPA representa una seria amenaza para todos los países, pero especialmente para los países en vías de desarrollo, que no pueden darse el lujo de perder ningún porcentaje de su verdadera riqueza: sus gentes. Y que siguiendo una racionalidad muy elemental, inmortalizada por la sabiduría popular en la expresión „Más vale prevenir que curar‟, los países deberían invertir muchos más recursos en prevención para no tener que invertirlos en tratamiento y represión. La evaluación de los programas de prevención En este campo, de por sí tan difícil y en el que frecuentemente tenemos que avanzar tanteando en medio de la oscuridad, nos vemos obligados a enfrentar una realidad concreta: a pesar de los programas preventivos, que son muy populares en diversos países, y que suelen ser ejecutados por ONGs, el consumo de drogas sigue aumentando. Las razones para que esto ocurra son múltiples:
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1. Ningún programa, en ninguna parte del mundo, es suficientemente poderoso para controlar la enorme cantidad de factores que influyen en la decisión de consumir drogas. Los mejores de ellos pueden ofrecer herramientas e instrumentos que permiten fortalecer los factores protectores y disminuir la influencia negativa de los factores de riesgo, pero siempre existirán condiciones que no pueden ser contrarrestadas adecuadamente. 2. En la mayoría de los países de América Latina y en general del Tercer Mundo, los programas preventivos son ejecutado por entidades que tienen muy buenas intenciones pero una limitada formación conceptual, de manera que con frecuencia se tiende a un activismo que puede ser totalmente irrelevante a la hora de prevenir el consumo de SPA. 3. Existe una fuerte tendencia a „importar‟ estrategias preventivas, como si se tratara de tecnología para cultivar algodón o para desarrollar páginas web. Por motivos obvios, tal tendencia está condenada al fracaso. Las diferencias culturales crean inmensas barreras que invalidan los resultados de las evaluaciones, salvo a nivel local. Por ejemplo, en los Estados Unidos es común hacer prevención „con manual en mano‟, lo cual tiene indudables ventajas para hacer evaluaciones; pero el carácter „estándard‟ de esos procedimientos, que fueron creados para poblaciones específicas (jóvenes de clase media, generalmente) los hace totalmente inútiles en contextos distintos: los problemas no son los mismos, ni las costumbres, ni las formas de relacionarse, ni las circunstancias socioeconómicas. Un ejemplo simple bastará
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para ilustrar este punto: mientras que en los Estados Unidos se promueven la expresión de sentimientos y el contacto físico como manifestación de afecto, en los países de Asia Oriental tales comportamientos pueden ser inaceptables. Por este motivo, el concepto de „mejores prácticas‟, que ha sido respaldado por las Naciones Unidas, solo adquiere sentido dentro del contexto particular en el que tales prácticas tuvieron su origen; pretender generalizarlos (o peor aun, imponerlos) en la forma como fueron concebidos, significa creer que la llamada „globalización‟ ha hecho desaparecer
las diferencias entre las
subculturas, lo cual es manifiestamente un error conceptual craso. 4. Suponiendo que los programas preventivos fueran eficaces (lo cual está lejos de haber sido demostrado, como veremos en un momento), para que realmente funcionaran correctamente se necesitarían dos condiciones: que fueran permanentes, no acciones ocasionales o aisladas; y que afectaran a toda la población, o a la mayoría de ella. Ninguna de las dos condiciones se cumple en los países en vías de desarrollo, aun cuando sí en la mayoría de los países de la Unión Europea, en Australia y en Nueva Zelandia ; la situación en los Estados Unidos y en Canadá no es clara: algunos estados tienen programas constantes, otros no. Qué funciona y qué no en el campo de la prevención Hace unos meses la Organización Mundial de la Salud publicó un voluminoso informe, preparado por expertos de la Universidad de Perth, Australia (Hawks, 2002) en el que se analizan 1265 estudios sobre prevención publicados entre
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1985 y 2001 en todo el mundo. Este es sin duda el estudio más completo existente sobre este tema, y por ello me permitiré presentar las principales conclusiones, incluyendo aquí y allá mis propios comentarios. Los estudios fueron agrupados en 5 áreas: 1. Regulación de la disponibilidad física y económica del alcohol: se observa que las restricciones disminuyen el número de accidentes y que la disminución de la edad legal, la disminución del precio y el aumento del número de sitios donde al alcohol está disponible, incrementan el consumo. 2. Regulación de la disponibilidad física y económica de sustancias ilegales: afecta el mercado, el precio y la pureza, lo cual lleva a los usuarios a buscar otras drogas, a veces más peligrosas. Hay pocos estudios, pero estas medidas no parecen afectar el consumo. 3. Uso de medios masivos de comunicación: Su empleo de manera aislada (“campañas”) no tiene ningún efecto preventivo, pero sirven para dar información y para lograr soporte para decisiones sobre política de drogas. 4. Iniciativas basadas en la comunidad: Hay muy pocas evaluaciones rigurosas y los resultados no son claros, pues en la mayoría de los casos se dice lo que debería hacerse, pero no se demuestra su eficacia. Sirven más para influenciar la percepción de los problemas, su conocimiento y la aceptación de alternativas, que para modificar los comportamientos. Pero pueden tener resultados positivos. El rigor metodológico de las evaluaciones tiende a
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desanimar a los participantes y frecuentemente se dificulta su sostenibilidad e institucionalización. 5. Educación en la escuela: Son los más numerosos, los más estructurados y los que han sido objeto de más evaluaciones. Se agrupan en 8 categorías: - Educación por pares: implican que el liderazgo de las acciones preventivas lo toman jóvenes del mismo rango de edad de quienes están recibiendo el programa. - Resiliencia: este concepto, tomado de la física y de amplia popularidad actualmente en las ciencias sociales, asume que la mayoría de los seres humanos tenemos la tendencia natural a asumir nuestra „forma original‟, a pesar de las tensiones a las que nos hayamos encontrado sometidos. - Conocimientos: Los programas preventivos más antiguos asumían que si las personas tenían suficiente información sobre los daños eventuales provocados por las drogas, tomarían decisiones apropiadas. - Actitudes: se presume que si se logra cambiar las actitudes positivas y de apertura ante la experimentación con drogas, se reduciría el número de personas involucradas en problemas de consumo. - Comportamientos: Se propone modificar los comportamientos relacionados con el consumo de sustancias. - Habilidades: Buscan desarrollar formas prácticas de hacerle frente a las diferentes dificultades de la vida cotidiana de los jóvenes y prepararlos para afrontar situaciones difíciles propias de su edad.
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- Interactivos más que didácticos: Se proponen evitar la pasividad propia de una clase convencional y estimular el que los jóvenes sean partícipes y debatan entre sí y con los instructores. - Comprehensivos vs. centrados en el salón de clase: Estos programas involucran a todos los estamentos de la sociedad, incluidos los padres de familia, las organizaciones comunitarias, las autoridades civiles, etc. Cada una de estas aproximaciones tiene sus ventajas y sus limitaciones; globalmente, del análisis de los estudios se pueden extraer las siguientes conclusiones: 1. Los programas centrados exclusivamente sobre actitudes y conocimientos tienen un efecto prácticamente nulo para prevenir el consumo; por el contrario, aquellos
centrados
sobre
modificación
de
comportamientos
relacionados con el uso de sustancias, generan resultados positivos. 2. Para que un programa sea eficaz debe ser administrado en un momento adecuado del desarrollo y debe ser relevante en la vida del joven („inoculación‟ en etapas tempranas; „relevancia temprana‟ en la primera parte de la adolescencia; y „relevancia tardía‟ en la etapa final de este período). 3. Los programas educativos complementarios sobre habilidades de salud y de vida dan mejores resultados que los que se centran en habilidades generales (de comunicación, toma de decisiones, etc.). 4. Es conveniente y necesario hacer pre-tests de las estrategias con estudiantes y profesores para asegurar su relevancia.
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5. Contrariamente a lo que se proponía hace algunos años (cuando se proponía emplear las mismas estrategias en todos los países de una manera virtualmente idéntica) , los programas deben ser elásticos y adaptables a las condiciones concretas de una comunidad particular. 6. El programa conocido bajo el nombre de „habilidades para la vida‟, que ha sido empleado durante 20 años, parece ser bastante eficaz en la disminución del consumo de tabaco, así como en el de tabaco, alcohol y marihuana (3%). Pero hay un cierto número de inquietudes sin resolver (Stothard y Ashton, 2000): el núcleo del programa (habilidades sociales) tiene muy poco que ver con cambio y carece de impacto sobre las variables psicológicas; sus promotores tienen un negocio muy claro, que los ha llevado a cambiar indicadores para hacerlos aparecer como positivos; y hay un problema de relevancia, pues el programa fue creado en 1983 y desde entonces muchas cosas han cambiado; sin embargo, los temas y las formas de proceder se mantienen sin cambio luego de 20 años de empleo. 7. Los factores realmente responsables de resultados positivos (cambio de comportamiento) parecen ser: la asertividad para rechazar el consumo, el conocimiento sobre las sustancias y la corrección de ideas erróneas (por ejemplo, los jóvenes tienden a creer que „la gran mayoría‟ consume, y a edades más tempranas de las reales). 8. Los programas interactivos (en los que los jóvenes tienen una amplia oportunidad de discutir y de recibir retroalimentación), son entre dos y cuatro
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veces más efectivos que los no interactivos (Tobler, 1997). Es el intercambio de ideas y experiencias, más las reacciones de los pares, lo que actúa como catalizador de cambio, más que cualquier contenido específico. Pero estos programas son difíciles de implementar, pues se requieren maestros entrenados y dispuestos a la polémica y el debate abiertos. 9. Los programas preventivos centrados sobre una sola sustancia son más eficaces que aquellos centrados sobre múltiples sustancias (Tobler, 1997); por supuesto, el problema es el aumento de costos, pero si se considera que el alcohol y el tabaco son las sustancias con las que se inician otros consumos, su eficaz prevención puede resultar altamente rentable. De todas formas, este hallazgo solo es válido para los mayores de 12 años: con los más pequeños los programas generales funcionan bien. 10. Los programas deben diseñarse con base en las prevalencias locales y focalizarse en las sustancias que más daño hagan en la comunidad particular. 11. Los programas en los que hay interacción entre pares son los que ofrecen consistentemente los mejores resultados, especialmente cuando se trabaja en pequeños grupos y por un número de sesiones no inferior a 10. 12. Los programas más eficaces, según las investigaciones, generalmente son poco accesibles; por el contrario, los menos eficaces, suelen tener un excelente „marketing‟ y materiales de bajo costo, lo que lleva a que sigan siendo empleados a pesar de las demostraciones de su baja o nula eficacia para prevenir consumo. Por ejemplo, uno de los programas más populares en
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el campo preventivo es el DARE (Drug Abuse Resistance Education), desarrollado por la Policía de Los Angeles,
que cumple actualmente 20
años, de los cuales 10 han transcurrido bajo una lluvia de críticas bastante bien fundamentadas (Becker, Agopian y Yeh, 1992; Clayton, Leukefeld, Harrington y Catarello, 1996; Ennett, Tobler, Ringwalt y Flewelling, 1994; Rosenbaum y Gordon, 1998; Wright, 1999) y sin embargo sigue siendo ampliamente promocionado y utilizado en cerca de 50 países del mundo; en realidad, no hay ningún estudio que muestre que el DARE
realmente
contribuye a prevenir el consumo, aun cuando sí a mejorar la imagen de la Policía: pero ese no es el objetivo para el cual se ha propuesto. 13. Los programas preventivos de América Latina no han sido adecuadamente evaluados; hasta el momento de escribir este trabajo (septiembre de 2003), la mayor parte de los países del hemisferio han desarrollado durante más de 10 años diferentes tipos de estrategias de prevención, pero ninguno ha demostrado su eficacia o falta de eficacia. Sugerencias para América Latina 1. Es esencial mejorar la capacitación de las instituciones y de las personas encargadas de llevar a cabo los programas de prevención. Las evaluaciones institucionales realizadas en algunos países (por ejemplo, Pérez et al., 2001) tienden a mostrar que existen graves deficiencias a nivel conceptual y una falta de actualización de los responsables de estos programas.
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2. Es indispensable darle continuidad a los programas y aumentar su alcance hasta donde sea posible. En la mayor parte de los países del hemisferio no existen políticas estatales consistentes y con una visión de largo plazo, a pesar de los esfuerzos hechos en este sentido por organizaciones como la CICAD. 3. El desarrollo de sistemas de evaluación permanentes es un requerimiento básico para conseguir mayores inversiones de parte de los estados, para corregir los errores y para actualizar los procedimientos cuando sea necesario. 4. Una prioridad debe ser la creación de sistemas preventivos claramente adaptados a las características culturales de cada país. Lo usual es que los países en vías de desarrollo toman lo que ya ha sido ensayado en los países industrializados y lo aplican sin tener en cuenta las enormes diferencias que existen en las condiciones de cada uno de ellos. 5. Hay que estimular la creatividad en este campo, pero sin descuidar el respaldo teórico y conceptual de los programas que se desarrollen. 6. La prevención debería hacer parte de la formación de maestros y profesores, de manera que se evitaría el tener que invertir ingentes recursos en este proceso; si esto se lograra, bastaría llevar a cabo refuerzos y actualizaciones periódicas. Para ello se requiere que los gobiernos de turno tengan una visión clara de la situación y que sepan darle la importancia que se merece; desgraciadamente, esto no es el caso en una importante proporción de los países suramericanos y del Caribe.
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7. Los programas de prevención de los países industrializados tienden a poner el acento en la díada escuela-estudiantes, y dejan por fuera a los padres de familia. Vale la pena empezar a considerar estrategias que involucren a los padres de una manera mucho más activa, en vez de considerarlos como elementos pasivos e incluso como „estorbos‟.
Referencias
Becker, H.K., Agopian, M.W. y Yeh, S. (1992). Impact evaluation of Drug Abuse Resistance Education (DARE). Journal of Drug Education, 22 (4), 283-291. Clayton, R., Leukefeld, C.G., Harrington, N.G. y Catarello, A. (1996). DARE (Drug Abuse Resistance Education): very popular but not very effective. En C.B. McCoy et al. Intervening with drug involved youth. New York: SAGE, p. 101109. Conace, Chile (2002). Quinto Estudio Nacional de Drogas en la Población General de Chile, 2002. Informe Ejecutivo, Gobierno de Chile. Consejo Nacional de Adicciones de México (2003). Encuesta Nacional de Adicciones 2002. México, D.F.: CONADIC.
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CONSEP-SEVIP, Ecuador(1997). Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas, 1995 . Quito: Gobierno Nacional. Contradrogas (2000). Encuesta Nacional sobre Prevenciónn y Uso de Drogas, 1998. Lima: Perú Ennett, S.T., Tobler, N.S., Ringwalt, C.L. y Flewelling, R.L. (1994). How effective is drug abuse resistance education? A meta-analysis of Project DARE outcome evaluations. American Journal of Public Health, 84 (9), 1394-1401. Hawks, D. et al. (2002). Prevention of psychoactive substance use: a selected review of what works in the area of prevention. Ginebra: World Health Organization. Bejarano, J. y Ugalde, F.(2003). Consumo de drogas en Costa Rica: resultados de la Encuesta Nacional 2000-2001. San José:IAFA Míguez, H. (2000). Consumo de sustancias psicoactivas en Argentina. Acta Psiquiátrica y Psicológica de America Latina. Vol 46/ N°3. Pérez Gómez, A. et al. (2001). Evaluación de 15 organizaciones dedicadas a la prevención del consumo de SPA. Documento no publicado. Bogotá: Presidencia de la República. Pérez Gómez, A. et al. (2001). Encuesta nacional sobre consumo de drogas en jóvenes de 10 a 24 años. Bogotá: Programa Presidencial Rumbos. Rosenbaum, D. P. y Gordon S. H. (1998). Assessing the Effects of School-Based Education: A Six-Year Multilevel Analysis of Project D.A.R.E. Journal of Research in Crime and Delinquency. 35(4381-412. Secretaría Nacional de Drogas/Junta Nacional de Drogas, Uruguay (2001). Encuesta
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Nacional de Prevalencia del Consumo de Drogas. Montevideo: JND. Tobler, N.S. (1997). Meta analysis of adolescent drug prevention programs: results of the 1993 meta analysis. En W. Bukoski (ed.) Meta-analysis of drug abuse prevention programs. Eashington, D.C.: NIDA. UN/ODCCP (2003). Global illicit drug trends: 2002. Viena, Austria. Wright, K. (1999). Just say so: D.A.R.E. doesn‟t work. San Francisco Examiner, Feb. 16, p. A15.
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Tabla 1: Prevalencia anual de consumo de sustancias ilícitas 1998-2001 Todas, de
Marihuana
las
cuales Global
en
Estimulantes
Opiáceos,
anfetamínicos
de
Anfetaminas
Extasis
Heroína
los
cuales
185
147.4
33.4
7
13.4
12.9
9.2
de
3.1%
2.5%
0.6%
0.1%
0.2%
0.2%
0.15%
pobl.
4.3%
3.5%
0.8%
0.2%
0.3%
0.3%
0.22%
millones de personas % población mundial % Mayor
de
15 años
Fuente: Naciones Unidas (2003). Global illicit drug trends. Viena.
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Tabla 2:Prevalencia de vida* de consumo de drogas en algunos países latinoamericanos
Sustancia
Ecuador
Colombia
México
Perú
Chile *
Argentina
Tabaco
44.3 %
30.3%
44.6%
71%
67,0
Alcohol
53.9 %
83%
**
94%
91.4
Tranquililiz.
6.6 %
2.4%
---
4.8%
Estimulantes
3.6 %
2.2%
0.08%
Marihuana
3.9%
8.9%
3.48%
Basuco-PBC
2.8%
1.2%
Cocaína
2.4%
Inhalables
------
6,0
------
2,8
4.9%
5.18%
8,5
------
3.1%
0.51%
0,8
4.5%
1.23%
1.3%
1.57%
3,6
2.2%
2.2%
0.45%
1.3%
------
1,8
Alucinóg.
1.9%
1.3%
0.25%
----
------
1,5
Heroína
1.6
1.1%
0.09%
----
------
0,5***
Ecuador: 1995-1997, estudiantes Colombia: 2001, estudiantes de 10 a 24 años México: 2002, Población general de 12 a 65 años; **: no presenta datos totales. Perú: 1998, Población general de 12 1 65 años *Chile:2002, Prevalencia último año, población general de 12 a 64 años Argentina: 2000, Población general de 16 a 64 años; ***mezcla opiáceos y anestésicos
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Sustancia
Uruguay
Costa Rica
Tabaco
52.2%
29.9%
Alcohol
80.5%
54.3%
Tranquililiz.
25.3%
2%
Estimulantes
----
1.9%
Marihuana
5.3%
5.5%
Basuco-PBC
----
---
Cocaína
1.3%
1.7%
Inhalables
0.1%
---
Alucinóg.
0.6%
---
Heroína
0%
4.5% *
Uruguay:2001, mayores de 12 años. Costa Rica: 2001, mayores de 12 años; *: se refiere a medicamentos opiáceos sin fórmula médica.
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Tabla 3: Prevalencia de vida de consumo de SPA en Norteamérica Sustancias
Estados Unidos
*Canada
Marihuana
36.9%
34.7%
Cocaína
11.2%
5.1%
Crack
2.4%
3.3%
Heroína
1.2%
2.3%
Alucinógenos
11.7%
-----
Tranquilizantes
5.8%
3.5%
Inhalables
7.5%
10.9%
Estimulantes
6.6%
9.5%
*Canadá: 2001, solamente Ontario, jóvenes de 15-16 años Estados Unidos: 2002, población general mayor de 12 años
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