EL VOLUNTARIADO CON LOS INTERNOS DE LA PRISIÓN

Q-32s EL VOLUNTARIADO CON LOS INTERNOS DE LA PRISIÓN Florencio Roselló Avellanas capellán de prisiones en los centros penitenciarios de Castellón, Al

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Fiscal de Sala Coordinadora de Menores FISCALIA GENERAL DEL ESTADO DICTAMEN 2/2010, SOBRE EL DERECHO DE LOS MENORES INTERNOS A COMUNICARSE CON SUS A

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Q-32s

EL VOLUNTARIADO CON LOS INTERNOS DE LA PRISIÓN Florencio Roselló Avellanas capellán de prisiones en los centros penitenciarios de Castellón, Alicante y Venezuela, Guatemala, Panamá, El Salvador y Mozambique, durante veinte años. En la actualidad, Superior Provincial de los Mercedarios de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca)

1. INTRODUCCIÓN Ser voluntario, consecuencia de una reflexión Ser voluntario no es porque sí, sin más, o porque no sabes qué hacer. Normalmente todo compromiso de voluntariado como nos dice Jesús Valverde, en “La cárcel y sus consecuencias”, “implica una reflexión previa que lleva al individuo a plantearse su vinculación y su compromiso en un problema y desde un determinado punto de vista. Inevitablemente esa reflexión es, sobre todo, una reflexión ideológica, que implica varias razones”: -

Pensar que no se están haciendo las cosas como se debieran. Pensar que no se están poniendo todos los medios para actuar eficazmente sobre el problema, por imposibilidad institucional o por desinterés.

Como conclusión de esta reflexión podemos deducir que el problema es cosa de todos, no sólo de las instituciones sino de la sociedad en general.

Ser voluntario, un ejercicio de libertad La grandeza y valor del ser voluntario, del compromiso es la libertad. Uno se compromete porque es libre, pero dentro de este compromiso continúa siendo libre. Este suele ser un problema constante entre el voluntariado y la institución donde ejerce su acción. Este es un tema que se vive con pasión en las instituciones penitenciarias, pero que conlleva riesgos: - En la administración penitenciaria, convertirse en un funcionario más. - Si no ejerce la libertad perderá la capacidad crítica. - Todas iniciativas de los voluntarios serán mano de obra barata de la administración. - Esta pérdida de libertad supondría la pérdida de cercanía y confianza con los presos.

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2. CONOCER QUÉ SIGNIFICA PARA VOLUNTARIO EL ESTADO ACTUAL DE ATENDIDO

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El voluntario de prisiones deberá ser consciente de que su actuar estará muy condicionado por el estado en que se encuentra su atendido, en este caso el preso. ¿Qué tipo de persona atiende el voluntario cuando entra en una prisión? Esta percepción y este análisis estarán presente en sus objetivos posteriores. El interno, cuando es ingresado en prisión, lo hace arrastrando una serie de carencias que le convierten en un ser peculiar, con el añadido de que nos encontramos con una persona encerrada contra su voluntad, por muy culpable que la sentencia le haya definido. El voluntario de prisiones, cuando entra en la cárcel, se encontrará con internos que tienen unas características determinadas.

2.1. Análisis antropológico 2.1.1. Carencias culturales - Falta de escolarización. - Fracaso escolar. - Castigos en el colegio. - Sin recursos económicos para el estudio. - Valorar más el trabajo que el estudio. - Poca valoración de la cultura en su entorno vital. 2.1.2. Carencias familiares y afectivas - Carencia de un ambiente familiar sano. - Hijos no aceptados o no deseados. - Ausencia de alguno de los progenitores. - Falta de modelos de identificación o, en su defecto, identificación con modelos negativos. - Carencia de afectividad. Agravio comparativo con otros niños. - Malos tratos en la infancia y violencia en el entorno familiar. 2.1.3. Carencias laborales - Baja calificación laboral. - Ausencia de hábitos de trabajo. Incumplimiento de horarios y responsabilidades. - Trabajos esporádicos y temporales y, en muchos casos, ilegales y en plena convivencia con la marginalidad laboral. - Falta de motivación laboral. El dinero se consigue más fácil y rápido desde el delito. - Acostumbrados al paro. No ven el sentido educativo y pedagógico del trabajo. 2.1.4. Carencias relacionales La zona donde tienen la vivienda condiciona sus relaciones, favoreciendo esta circunstancia las relaciones con individuos marginales y delincuenciales. - El absentismo y el fracaso escolar facilitan las relaciones de los futuros delincuentes. - Falta de elementos normalizadores en barrios marginales. - Carencia de referencias (amigos) positivas en sus ratos de ocio. Largas horas fuera del domicilio familiar. Se

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sienten más acogidos por sus “amigos” que en su casa. Predominio del tener sobre el ser. Incapacidad para distinguir el bien del mal, lo positivo de lo negativo.

2.1.5. Carencias trascendentales - Pérdida de escala de valores morales, éticos y religiosos. - Nula experiencia religiosa o, en su defecto, negativa. - Decepción religiosa, culpabiliza a Dios de su pobreza, miseria y mala suerte en la vida. - Excesiva racionalización de su realidad personal. Sólo creen en lo que ven.

2.2. Sentimientos dentro de la prisión 2.2.1. Miedo a la cárcel Al medio, a los presos, a los funcionarios, a la noche, a lo desconocido, a las leyendas e historias que nos han contado. El miedo y pánico adquiere forma en el recién ingresado en una cárcel. Se genera un ambiente de desconfianza. Todo es negativo coronado con un ambiente depresivo. 2.2.2. Impotencia La persona, cuando ingresa en una prisión, es desconectada de la realidad, del exterior, deja de ser un sujeto activo de su situación para ser sujeto pasivo en manos de “otros”, de una situación que van a resolver otros por él. 2.2.3. Complejo de inferioridad La “aprisionamiento” (el habituarse al mundo de la prisión) lleva al interno a considerarse como inferior a las personas libres. Como nos dice Concepción Arenal en “El visitador del preso” (Ed. ACOPE) “hay que combatir la idea de lo definitivo, y repetir que el delito no es un estado permanente, sino transitorio, y que el delincuente que pasó una parte de su vida sin serlo, puede volver al estado anterior; la fatalidad que le permitió vivir en paz con la ley, no le impedirá reconciliarse con ella”. Hay que transmitir la idea que de la cárcel se sale, y que uno no pierde su condición de persona. 2.2.4. Falta de intimidad Art. 12 “Cada interno disponga de una celda...”. En general esto no se cumple y por lo tanto ni favorece ni ayuda a la intimidad personal del interno en prisión. La realidad interno por celda está muy por encima de la ratio establecida por la propia administración, produciéndose graves problemas de hacinamiento. 2.2.5. Falta de motivación “La jaula, aunque sea de oro, jaula es”. Esta es la realidad, el preso está en contra de su voluntad, y aunque le ofrezcan todo tipo de recompensas la motivación es muy baja. Si a esto añadimos que con el nuevo código penal de 1995 se han quitado las redenciones de penas por el trabajo nos arrojan una población penitenciaria desmotivada y sin aliciente. En la actualidad cuesta mucho esfuerzo el conseguir que los internos trabajen y realicen cualquier tipo de trabajo si no tiene una compensación económica o regimental. Partiendo de que el interno está contra su voluntad, el aliciente por aprovechar el tiempo o encontrar un sentido y explicación lógica a su reclusión es poco menos que tarea imposible. Es un mundo apagado y opaco, duro en su estructura y en sus sentimientos. Esta falta de motivación y alicientes provoca en el preso inestabilidad e irregularidad en sus comportamientos.

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2.2.6. Falta de momentos para ejercer la responsabilidad personal La cárcel destruye y anula el ejercicio de responsabilidad de la persona recluida. En la cárcel se toman pocas decisiones, no se actúa con libertad. Al hilo de esta reflexión quiero citar a Concepción Arenal, gran penitenciaria del s. XIX, que en su libro, “El visitador del preso” nos dice sobre la responsabilidad “Los reglamentos debieran tener bastante más elasticidad para dejar elección al recluso y a la manifestación de su personalidad todas aquellas cosas compatibles con el orden; muchas que parecen insignificantes, y que lo son para el que goza de libertad, tienen gran valor para el que está privado de ella” (Pág. 78) La cárcel destruye la responsabilidad del preso. No decide, no actúa, no opta libremente. Se le ingresa para educarlo y que madure en la responsabilidad y no se le deja ejercer como tal. Nos decía Evaristo Martín Nieto, Capellán General de Prisiones “El preso es siempre el número tantos; no se le pregunta lo que piensa y lo que quiere; se le manda lo que debe hacer, conforme a una regla inflexible... La obediencia cuanto más pasiva, mejor; es el ideal respecto al preso”. 2.2.7. Necesidad de autoestima El preso necesita recuperarse, quererse y aceptarse como persona, con todos sus valores y limitaciones. Desgraciadamente la prisión magnifica lo negativo y que la sociedad se encarga de alimentar. Nos encontramos, pues, a una persona que es rechazada por la sociedad y se rechaza a sí mismo. Un ser avergonzado de su propia realidad, y desconfiado de sus posibilidades y su futuro. 2.2.8. Aislamiento social Cerrada la puerta de la prisión, una nueva vida comienza para el interno. Su vida cambia por completo y nada de lo que se encuentra se parece a lo que ha dejado en el exterior. El aislamiento es total, materializado en pequeños detalles elementales (llamar por teléfono, acostarse y levantarse; elegir comida, elegir horarios, ...). Es a través de la pérdida de estos detalles cuando el preso acepta que vive en otra sociedad, muy diferente, pero desgraciadamente también muy real. 2.2.9. Inseguridad física Una de las razones por la que se ingresa en prisión y se le aísla de la sociedad es para “garantizar la seguridad de la sociedad”, pero a él ¿quién le garantiza la seguridad física en el interior de la prisión? Cada año las estadísticas nos despiertan con datos de muertes violentas en prisión, sin aparentes responsabilidades penales por ello. 2.2.10. Inactividad y falta de ocupación Como diría Martín Nieto, Capellán General en España en la década de los 80 “la cárcel es el colmo del ostracismo”. En otro momento también manifestaba “el estado permanente de inactividad conduce al embrutecimiento y a la más deplorable deformación del individuo. Si la ociosidad es la madre de todos los vicios, una madre fecunda de maldades es la cárcel”. 2.2.11. Desprecio social El preso es una persona, sea preventivo o penado, que debe demostrar su inocencia, nada de “presunción de inocencia” o hasta que no exista sentencia no es culpable. La realidad es que sufre el desamor y la incomprensión, acompañados por la constante duda. Esta situación hace que se produzca un fuerte rechazo social. Por el mero hecho de estar en la cárcel genera desconfianza y se le cierran todas las puertas de una posible reinserción. Es de los colectivos más despreciados de la sociedad, con argumentos maniqueístas y partidistas, “algo habrá hecho”.

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2.2.12. Indigencia social Como decía Bernardino de Sandoval, penalista del siglo XVI, “en la cárcel están los pobres más pobres”, que en nuestra sociedad actual llamaríamos indigentes o sin recursos. Su miseria condiciona la propia vida en prisión, está solo, no cuenta ni para sus propios compañeros. Este grupo se encuentra doblemente preso, por un lado privado de libertad y por otro preso de su propia miseria y pobreza. 2.2.13 Grupos específicos En este apartado voy a enumerar los distintos colectivos que se encuentran en prisión y que, por lo tanto, merecerán una atención especial. Simplemente los voy a citar porque cada uno de ellos merecería un tratamiento por separado. Pero son grupos que el voluntario de prisiones deberá tener en cuenta en su intervención dentro de la prisión. Según el análisis que realizaremos a continuación, podemos afirmar sin ningún tipo de dudas que la cárcel es el último eslabón de la marginación, después ya no queda ninguno, salvo la muerte. 1. Mujer. En todas sus vertientes (drogadicta, maltratada, inducción prostitución,...). Sí es cierto que se ha dado una feminización de la cárcel, pues desde el año 1980 al 1994 se ha incrementado en un 800%, pasando de 487 a 3884 mujeres. La mujer se incorpora en todos los ámbitos de la sociedad, también en el delictivo 2. Extranjeros. Casi la cuarta parte de la población reclusa o penitenciaria es extranjera. Esta cifra en sí no diría nada si no tuviéramos en cuenta que, en el conjunto nacional, sólo el 2,7% son extranjeros, de los cuales el 1% son extranjeros económicos, es decir gente con dinero, que no molesta y que a nivel estatal se apoya su estancia entre nosotros. Últimamente hay que añadir a grupos del Este, en sus más distintas variantes de delinquir. 3.Drogodependientes. Aproximadamente el 56% de los presos son drogadictos, y casi el 70% tienen que ver con la droga, bien por robo bien por tráfico. La droga marca el ritmo de vida de muchas prisiones. Peleas, extorsiones, comportamientos más o menos violentos. Pero sí que conviene dejar claro que ser drogadicto no es razón para ir a la cárcel, sino la comisión de un delito. 4. Enfermos mentales. Las prisiones, y concretamente las enfermerías están llenas de enfermos con algún problema mental. Está siendo un problema para las prisiones, pues en este momento sólo hay dos psiquiátricos en España, Sevilla y Alicante. 5. Jóvenes. La franja dominante se sitúa por debajo de los 30 años. Hay mucha gente joven en las cárceles. Muchos de ellos son hijos de la calle. Y en la misma cárcel necesitan una atención especial. Su vitalidad y su falta de madurez crean constantemente conflictos de relación con los otros internos. 6. Enfermos de Sida. Entre el 20 y 30% se declaran portadores del Sida, enfermedad que también precisa una atención personalizada e individualizada. El Sida representa la primera causa de mortalidad en el medio carcelario, el 34%. 7. Enfermos. Normalmente el delincuente, debido al estilo de vida que ha llevado, mal comido, mal vestido, mal dormido, poca higiene, mal cuidado en general le provocan enfermedades de diferente tipo. Todo esto provoca un envejecimiento rápido de la persona.

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8. Niños de protección. La mayoría de los jóvenes delincuentes que ingresan en prisión son hijos de centros de menores y de libertades vigiladas. Arrastran un historial delictivo que los proyecta inexorablemente a la cárcel. 9. Gitanos. Alrededor del 25%, tanto en hombres como en mujeres, encontramos a gitanos en prisión. 10. Multirreincidentes. Alrededor del 62% en hombres y del 56% en mujeres, según datos de la propia administración penitenciaria. 11. Temas de violencia de género. Maltrato de mujer.

3. OBJETIVOS DEL VOLUNTARIADO CON LOS INTERNOS DE LA PRISIÓN Los objetivos del voluntariado estarán encaminados a la reinserción social de las personas privadas de libertad, con las consabidas limitaciones que el medio genera. Pero tras esta reflexión utópica hemos de admitir que la prisión ha fracasado como institución recuperadora. Y está claro que como elemento disuasorio deja mucho que desear, pues no sólo no recupera sino que introduce a la persona presa en el mundo delincuencial, y esta afirmación viene corroborada por el dato de que para unos casi el 70% son reincidentes, y la propia administración acepta casi el 60% de reincidencia. Ante esta realidad ¿qué tipos de objetivos podremos marcarnos como voluntariado?. Aceptamos que nuestra acción estará encaminada a evitar la “aprisionamiento” del interno, pues difícilmente podremos educar para la libertad desde la no-libertad. Por eso nuestros programas no pretenderán la modificación de conductas desadaptadas, sino, fundamentalmente, evitar las consecuencias del internamiento en la persona presa. Esta introducción quizás podrá parecer dura y negativa, pero la realidad de más de 20 años trabajando en prisiones me ha llevado a conocer mucha reincidencia y demasiadas ilusiones frustradas. No obstante me atreveré a trazar unos objetivos o pautas para trabajar en prisión desde un voluntariado comprometido: 3.1. Conocimiento del medio. La prisión no es un espacio natural. Es un medio cerrado que condiciona toda la actividad. Por eso el primer paso es saber dónde vamos, y sobre todo a quién nos dirigimos. En la actualidad se tiende a individualizar a asociar perfiles de presos. Conviene saber si trabajaremos con hombres, mujeres, jóvenes, extranjeros.... 3.2. Estudiar las causas que generan la prisión. Y en la medida de lo posible trabajar o motivar a que se trabaje en prevención. Nos ahorraríamos tiempo, dinero (un preso cuesta entre 24 y 30 mil euros al año). 3.3. Trabajar la personalidad. Anteriormente hemos comentado que el principal problema que tiene la persona presa es “la aprisionamiento”, donde pierde su identidad y es imbuida por el mundo marginal y de prisión. Ello nos llevará a trabajar, a través de actividades, la personalidad del preso. Que

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evite asumir el bajo mundo carcelario, y sólo desde una personalidad fuerte y definida se podrá lograr. 3.4. Preparación para la libertad. Aún admitiendo las dificultades que supone trabajar en este ambiente cerrado y marcado por la seguridad, nuestra utopía no la podemos perder, y entre nuestros objetivos tendremos que trabajar programas que ayuden a una preparación a la libertad, entre los que podemos destacar: Técnicas de búsqueda de empleo. Ser responsable en buscar un trabajo, no que se lo den todo hecho. Hay programas para ellos. - Técnicas de habilidades sociales. Saber desenvolverse en la realidad de la calle sin necesidad de delinquir. - Técnicas de respeto y tolerancia. En una sociedad plural y multicultural necesitamos respetarnos y escucharnos, y en dinámicas de grupo y grupos de debate tenemos que trabajar estos aspectos. 3.5. Formación laboral y educacional. Hay un 82% de los presos que no tienen ninguna cualificación laboral. ¿No se convierte este en un objetivo fundamental para su futura reinserción? A esto hay que añadir que un 10,1% son analfabetos totales y un 19,07% analfabetos funcionales, y un porcentaje muy alto no han acabado la enseñanza primaria. Estas dos realidades llevarán al voluntariado a trabajar en estos dos sentidos, bien es verdad que en sincera coordinación con la administración penitenciaria, primera responsable de ambas áreas. 3.6. Información y asesoramiento jurídico. El gran problema de la mayoría de presos tras su ingreso en prisión es su situación jurídica. Esta circunstancia se convierte en angustiosa cuando no tiene información, sabiendo que su tiempo en prisión está condicionado por una decisión judicial o por una mejor o peor defensa por parte del abogado. Hay grupos de voluntariado que tienen grupos de juristas voluntarios responsabilizados de informar y atender a internos indigentes. 3.7. Programas que rompan tensiones. La prisión es un medio cerrado donde conviven con cierta naturalidad la tensión y la conflictividad. No podemos olvidar entre nuestros objetivos actividades que rompan y descarguen tensiones. Como propuestas ofrezco algunas: - Actividades deportivas. Que descargan adrenalina y apaciguan tensiones y disputas. - Técnicas de relajación. Que ayuden a serenar a los internos en un medio tan complejo y violento como son las prisiones. 3.8. Programas culturales y creativos. Como pueden ser: Teatro, Revista, Radio y televisión penitenciaria, Música. Son todas ellas actividades donde el interno vuelca toda su imaginación y creatividad, lo cual le ayuda a evadirse de una realidad que le ahoga.

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3.9. Talleres ocupacionales. Que ayuden a la persona presa a ocupar su mucho tiempo libre de forma entretenida y motivadora. Conscientes de que son talleres que para su vida en libertad no le van a servir como medio de vida (marquetería, espejos, pintura, laminados, macramé...), pero que, durante su realización, le ayudan a evadirse de la prisión. 3.10. Atender problemas concretos. Además de preso, cada persona lleva parejo un problema determinado: droga, alcohol, enfermedad (Sida, mental), malos tratos (ya hay programas en prisión para ellos), delitos sexuales (también existen programas concretos). 3.11. Programas para colectivos específicos. Tenemos casi un 10% de mujeres, un 25% de extranjeros; jóvenes (más de la mitad con menos de 30 años); niños (hasta tres años en prisión). La mujer que vive con angustia su prisión; el extranjero que carece de toda información son algunos de los colectivos que necesitan una atención especializada. 3.12. Acogimiento y acompañamiento en permisos y libertades condicionales. En España hay más de 100 Centros de Acogida que tienen programas para tutelar permisos y libertades. Este recurso es uno de los más efectivos para trabajar por la libertad de los internos. 3.13. Denuncia. Este es uno de los objetivos fundamentales del voluntariado, pero que por otro lado, deberá realizar con prudencia y serenidad. Esta actitud generará recelo y desconfianza en la administración penitenciaria, de ahí la medida en la denuncia, sin extrañarnos que este actuar desemboque en la retirada de la autorización de entrada en el centro.

4. PERFIL DEL VOLUNTARIO CON LOS INTERNOS EN PRISIÓN Para esta reflexión voy a traer a colación la exposición que hizo Eduardo Bofill, Psicólogo del Centro de Menores de Nazaret (Alicante) al voluntariado de Alicante con la ponencia “Psicología del voluntario de prisiones”. Nos dice Eduardo Bofill que hay que adoptar unas actitudes que nos faciliten el encuentro con el otro, estas las presenta de la siguiente manera: 4.1. Saber mirar: “lo que el ojo no ve” “Observar la vida del otro supone ir de mi mundo y mi vida hasta su mundo y su vida. Esto que parece tan simple no lo es porque partimos de profundas diferencias en nuestras respectivas historia personales. Y desde ellas miramos”. Y si no tengo en cuenta esto es posible que proyecte sobre los otros mi propio estilo de vida, mis normas, mis valores. Soy yo quien tiene que ir hasta sus vidas, y no traerlos hasta la mía. Flexibilizar e incluso cuestionar mi propia realidad para acercarme a la del otro”. 4.2. Saber escuchar: “que no seamos sordos a sus llamadas” “Toda escucha supone que estamos atentos a alguien que está emitiendo. Tan importante es lo que se dice como lo que no se llega a decir. Lo que ocurre es que vivimos en una sociedad en que los silencios no tienen significado. Nos cuesta movernos en los silencios y no permitimos otra palabra que no sea la nuestra, porque ¡nos podrían dejar sin palabra! Una de las cosas que más me costó cuando empecé a trabajar como educador de calle

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fueron los silencios.... intentaba buscar algún tema para rellenar el tiempo. Poco a poco fui descubriendo que la comunicación no siempre pasa por las palabras, que a veces también tienen que ver con la cercanía y la credibilidad. 4.3. Saber aprender: “no el mucho saber...” “Saber aprender a lo largo d nuestra vida supone estar abierto constantemente a nuevos planteamientos, que impidan la rigidez y superioridad del que se acerca a otro desde una posición de privilegio social y personal. La unión entre la formación, el compromiso y la sensibilidad es lo que nos permitirá avanzar por ese difícil sendero entre mi vida y la de ellos, y llegar a niveles de encuentro que hagan posible aportar una pequeñita luz en esa noche de tormenta la que transcurre la vida de tanta gente”. 4.4. Saber ser uno mismo: “romper fachadas” “Con los tres puntos anteriores estamos trazando un itinerario de “bajada” hacia la autenticidad personal, tal como es recogida por los diferentes autores de la escuela humanista. Y la condición fundamental para ser auténtico en la relación interpersonal es la de conocer y aceptarse a sí mismo”. “Ser uno mismo nos coloca en una situación de fragilidad, de vulnerabilidad, a la vez que nos hace estar accesibles para todos aquellos cuya vida está cimentada en los márgenes del sistema”.

5. CONTEXTO EN EL QUE SE DESENVUELVE EL VOLUNTARIADO La acción voluntaria está condicionada por el medio o lugar donde se realiza la misma. En nuestro caso el contexto de la prisión, por ser un medio especial, condiciona toda la acción. La prisión en sí misma, matiza y varía nuestra tarea voluntaria, que es muy diferente a realizarla en otro medio. En la cárcel hacen falta una serie de requisitos que fuera ni se plantearían. Por eso en este apartado quiero introducir una serie de elementos que el voluntario debe tener siempre presentes y que influyen en mayor o menor medida en el buen desarrollo de cualquier actividad. 5.1. La cárcel, puertas, barrotes, etc... (seguridad) Es importante situarse en la cárcel, como un medio cerrado, donde nos encontramos a personas privadas de libertad en contra de su voluntad. Esto nos lleva a comprender que la motivación y el estímulo en cuanto a la participación en nuestras actividades no es lo más positivo para ello. Esta privación de libertad conlleva otra serie de privaciones como son: la familia, los amigos, la elección de horarios, hobbies...

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5.2. Normas de régimen interno Nuestra acción pastoral está regulada por unas normas de régimen interno que el voluntario debe conocer y, por supuesto, cumplir. Estas normas, lógicamente, mediatizan nuestra actividad, pues no podemos hacer lo que queremos, cuando queremos y como queremos. Sin olvidar una máxima en derecho que nos dice “el desconocimiento de la norma no exime de su responsabilidad”. 5.3. Funcionariado, trabajadores de la Administración Penitenciaria El funcionario, que es quien mejor conoce a los internos, no es un rival ni una traba para el voluntario. Debemos conocer su trabajo, comprenderlo, respetarlo y valorarlo. Existen serios problemas en muchos voluntarios por una visión maniqueísta del mundo de la prisión, pues, por un lado, ven como bueno al preso y, por otro, ven como malo y negativo al funcionario. Afortunadamente estamos caminando hacia una relación favorable, la cual se traduce en un mejor desarrollo de los programas. 5.4. Internos. Personas con problemas La prisión no es ni un colegio, ni un parque, ni un Centro Juvenil, sino que es un centro de personas con problemas, con muchas carencias y muchas necesidades. Gente desengañada y frustrada, triste y hundida, marcada y marginada. El voluntario a la hora de programar debe tener en cuenta esta realidad, y ser consciente que el programa preparado puede venirse abajo por cualquiera de las razones anteriores. Por eso sería bueno que nuestros programas estuviesen diseñados en función de la realidad en la que nos vamos a desenvolver. 5.5. Rechazo social El voluntario es consciente que ha optado por una realidad que la sociedad no quiere y desprecia, critica y condena. Debe ser también consciente que nuestra acción y nuestra valoración va a tener un eco mínimo. La sociedad pide dureza, nosotros ofrecemos cercanía, pide condenas más duras (el debate abierto sobre la cadena perpetua), nosotros ofrecemos alternativas a la prisión, pide anulación de permisos, nosotros ofrecemos casas de acogida para los mismos y para las libertades. No sólo hay que vencer las trabas estructurales internas de la prisión, sino sobre todo el clima de visceralidad actual que está generando la sociedad. 5.6. Recaídos-Reincidentes El voluntario debe ser consciente que trabaja con gente que cae una, dos, tres, muchas veces. En la prisión, como ya hemos dicho anteriormente, hay un índice de reincidencia elevado, y el voluntario debe estar para levantar, para tender una mano, para devolver la esperanza al caído. Hemos de ser personas de esperanza en un mundo de fracaso. Cuidado con evaluar nuestro voluntariado a través de resultados objetivos, fríos y racionales. Aceptando que la prisión no rehabilita no podemos medir nuestra acción desde los éxitos o fracasos de los internos. 5.7. Situaciones límite Cada caso, cada persona en prisión, es una situación límite ("oiga, necesito tanto dinero ahora!"; "llame a mi madre que si no..."; "hable con el juez ¡ya! que seguro me da la

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libertad"; "si no me hace esto yo...") Estas situaciones producen angustia en el voluntario. Quiere ayudar, agradar, necesita responder a todas demandas de los presos. Estas circunstancias llevan al voluntario a transgredir normas y a ponerse al otro lado de la ley, presuponiendo siempre la buena voluntad, pero como ya hemos dicho en otro apartado eso no es suficiente.

5.8. Familia La situación del interno con su familia condiciona su estancia en prisión. El voluntario debe potenciar el tema familiar, su relación, si realmente quiere ayudar al interno. Debemos ser puente, dentro de la legalidad, entre el preso y la familia. Atendiendo a la familia el preso se siente bien, su prisión es menos prisión. 5.9. Indigentes-Pobreza Fundamentalmente en prisión están los pobres, los marginados, los indigentes, que, salvo destacadas excepciones, no son noticia. Nos encontraremos con gente que no tiene ropa, que no tiene ni para fumar, o para coger el autobús en la libertad. Nos encontraremos con miserias de no tener ni para un sello, mucho menos para llamar por teléfono (sobre todo ahora que es con tarjeta telefónica). Esta es una realidad de muchos presos que condiciona, en ocasiones, el desarrollo de nuestros programas. No caigamos en el error de valorar sus necesidades desde nuestro prisma.

6. PELIGROS DEL VOLUNTARIADO El voluntariado debe estar en constante dinámica de revisión y formación, para de esta forma superar los peligros que nos podemos encontrar en nuestra actividad de voluntariado. Los peligros que habría que vigilar con especial atención serían: 6.1. Rutina en nuestra acción Pasada la novedad de entrar en prisión, aparece la rutina, la monotonía. Esta puede llevar al voluntario a enfriarse en su compromiso, a desanimarse en su entusiasmo y a fallar en su responsabilidad. Cada día que vamos a prisión debemos plantearlo como si fuera el primero. Es importante mantener la tensión ilusionante. 6.2. Conocimiento parcial del medio (la prisión) El voluntario suele ser atrevido en sus juicios y valoraciones del medio en el cual se mueve y de su funcionamiento. Y esto es un serio peligro por cuanto que el voluntario no conoce toda realidad de una forma global. Simplemente participa en un lugar concreto de la prisión, en unas horas concretas, puntuales y breves (un día o dos a la semana), tiempo insuficiente para tener una idea general y global de la realidad de la prisión. Pero lo más grave es que de esas visiones parciales emitimos opiniones generalizadas ("la comida es mala", "la sanidad es mala", "el equipo de tratamiento no visita"...). 6.3. Recelos entre el voluntariado y la Administración Penitenciaria No somos rivales de la Administración sino que estamos juntos en el mismo barco, trabajando por objetivos comunes aunque partamos de distintos planteamientos. Estos recelos generan distancia y desconfianza entre voluntariado y administración, llegando a ponerse trabas mutuamente. Nuestras energías deben estar orientada a trabajar por los internos no a luchar contra la Administración. Se hace necesaria la coordinación.

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6.4. Rivalidad entre asociaciones El juego de quien puede más es uno de los juegos más peligrosos para el voluntariado. Debemos ser capaces de caminar juntos asociaciones y grupos de distinto credo o signo político desde el entendimiento y la apertura solidaria. 6.5. Falta de coordinación Un peligro importante y que genera no pocos problemas es la falta de coordinación. Esta descoordinación se produce, en unas ocasiones con la Administración Penitenciaria y, en otras, dentro de la misma asociación o grupo de voluntarios. Hay que desterrar el "francotirador" o "voluntario paseante". Toda organización debe de estar coordinada con la Administración y todo voluntario debe de estar coordinado con su grupo o asociación. Los carismas particulares de algunos voluntarios hay que ponerlos al servicio de los presos, pero a través de un grupo o asociación y con un programa concreto. 6.6. El inmediatismo Un peligro por el que se desesperan mucho los voluntarios es querer solucionar los problemas ¡ya!. Ello conlleva una situación de angustia ante la impotencia de dar respuesta inminente y concreta a estos problemas. A su vez ese inmediatismo nos lleva a rebasar las propias normas permitidas dentro de la prisión, pues la urgencia nos hace ser inconscientes de los problemas que puede generar nuestro actuar. 6.7. El personalismo Que en muchos casos se convierte en paternalismo, la mayor parte de las veces ambas situaciones van unidas. Es contraproducente y negativo asumir de forma personal la solución de los casos que llegan al voluntario. Hay voluntarios que ante una marcada inmadurez personal se sirven del voluntariado, en este caso del de prisiones para destacar a nivel personal, valiéndose del preso. 6.8. Hacer suyos los problemas de los presos (actuar equilibrado) El voluntario nunca debe hacer suyos los problemas de los internos. Nos faltaría serenidad y frialdad para afrontarlos y, por lo tanto, para encontrar una salida a los mismos. Al interno hay que aceptarlo, pero no hacer nuestra su realidad. Como dicen los psicólogos "entre el problema y la persona distancia", nosotros somos esa distancia que puede ayudar al interno a superar su situación y su problemática personal, con frialdad, con equilibrio, con serenidad, con lucidez. 6.9. No ser conscientes de la repercusión de nuestra acción En ocasiones al voluntario se le olvida que forma parte de un grupo o asociación, pero no así a la administración que le autoriza a entrar porque lo hace a través de un grupo organizado, y además así lo expresan las últimas reglamentaciones legales sobre la materia. Por eso nuestra acción no tiene carácter individual, sino que representa a todo el grupo o asociación. Lo que hacemos lo hacemos en nombre de todos los componentes de la asociación. Si un miembro del equipo comete un fallo es todo el equipo quien falla, pues normalmente este tipo de valoraciones se hacen siempre a nivel negativo.

7. CONCLUSIÓN El voluntariado es una actitud ante la vida, no sólo una acción caritativa que nace de la conmoción de una imagen impactante de miseria. No actúa para aliviar la pobreza, sino

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para combatirla. El voluntariado es una respuesta social imprescindible, un compromiso individual y a la vez comunitario. Apoyar a la infancia marginada, acompañar a los ancianos que viven solos, participar en proyectos de reinserción en las prisiones, ayudar a las personas discapacitadas a llevar una vida digna y plena, favorecer la integración y las oportunidades de las personas inmigrantes, rebelarse al fin y al cabo contra un sistema cuyas prioridades son cuadrar las cifras de los beneficios económicos en un mundo globalizado. Es salirse del pensamiento único y denunciar que existen tantos pensamientos como personas hay en el mundo, por muy marcadas socialmente que estén. Es creer en la utopía, en un mundo diferente, donde por encima de todo está la persona El voluntariado no se sostiene si no es dentro de una organización seria (que no significa grande, sino responsable), con una continuidad asegurada y con una formación imprescindible que ayude a mejorar la calidad de la acción voluntaria, profundice en las causas de la injusticia y promueva el compromiso dentro de un mundo globalizado e interconectado donde cualquier injusticia no puede caer en el suburbio de la indiferencia.

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