Ibrael Fantasy AGRADECIMIENTOS:

AGRADECIMIENTOS: Quiero agradecer a mi novio, por el hosting, el dominio y el espacio que me regala tan gratuita y eficientemente desde www.escor.pro
Author:  Carla Rubio Moreno

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Agradecimientos
Índice Nota del autor (cómo empezar...)......................... 11 Libro interactivo.................................................... 13 La moder

III. Agradecimientos
II III Agradecimientos Quiero dar las gracias a mis padres: Lina y Hugo por el enorme esfuerzo y sacrificio que hicieron para darme la oportunidad

Story Transcript

AGRADECIMIENTOS: Quiero agradecer a mi novio, por el hosting, el dominio y el espacio que me regala tan gratuita y eficientemente desde www.escor.pro . Y por toda su labor a la hora de guiarme y enseñarme cómo se hace para manejar la creación de páginas web, sin la cual nunca hubiera podido hacer públicos ni mis dibujos ni mis relatos. Es obvio que sin su amor y su inspiración, la mayor parte de relatos no se parecerían, ni siquiera existirían. Gracias, JM. Te quiero. También quiero dar unas gracias muy especiales a Yanddros, un amigo muy especial que he encontrado a través de esta página, y que me ha ayudado como nadie en la corrección de la forma y las erratas, así como en la presentación de los pdf´s online. Eres una persona increíble, y ojalá pudiera tenerte cerca para darte los miles de abrazos que te mereces por todo tu interés por mis creaciones, por tus ánimos, por tu inestimable labor y, sobre todo, por tu paciencia con mis fallos. También quiero agradeceros a todos vosotros, los que estáis disfrutando de forma anónima del material que creo y subo a esta web, pues solo que a uno de vosotros pueda haber emocionado, aunque sea mínimamente, con mis relatos, ya me sentiría recompensado por todo esto.

Ibrael Fantasy by Ibrael is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España License. Based on a work at ibrael.com. Permissions beyond the scope of this license may be available at [email protected]. Tal y como se ve aquí, queda prohibido todo uso comercial, reproducción parcial o total de cualquiera de los relatos y obras obtenidos de esta página web, excepto para uso propio. Si no sabes si se te permite hacer algo con estas obras, escribe a [email protected] y contestaré encantado tan pronto como pueda.

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SINOPSIS: Tras la muerte de su pareja a manos de un psiónico, Jean Paul Heritage se convirtió en un asesino de gente con poderes mentales durante 9 años. Por fin ha conseguido dejar atrás el resentimiento y quiere comenzar una nueva vida junto a alguien especial. Sus planes se complicarán cuando conozca el mismo día a dos muchachos completamente distintos a quienes podría amar. Por otra parte, sus terribles acciones durante estos pasados años no se desvanecerán sin pasar factura y deberá enfrentarse a un obstáculo tras otro para conseguir acercarse al chico por el que al final se decida.

AUTOR: Ibrael ([email protected]) Edición y maquetación

Yanddros

([email protected])

Si te ha gustado este relato y deseas encontrar mas o hacer algún tipo de comentario sobre el mismo puedes dirigirte a mi pagina web - http://www.ibrael.com -

Este relato contiene escenas de temática homosexual.

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Contenido

Primera parte "Carpe Diem"...........................................................5 Prólogo...................................................................................................6 Capitulo 1............................................................................................9 Capitulo 2......................................................................................... 11 Capitulo 3......................................................................................... 16 Capitulo 4......................................................................................... 22 Capitulo 5......................................................................................... 28 Capitulo 6......................................................................................... 37 Capitulo 7......................................................................................... 43 Capitulo 8......................................................................................... 50 Capitulo 9......................................................................................... 57 Capitulo 10....................................................................................... 64 Capitulo 11....................................................................................... 71 Capitulo 12....................................................................................... 77

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Segunda parte "Libertad o Destino".......................................... 84 Capitulo 13....................................................................................... 85 Capitulo 14....................................................................................... 92 Capitulo 15....................................................................................... 99 Capitulo 16.....................................................................................107 Capitulo 17.....................................................................................113 Capitulo 18.....................................................................................118 Capitulo 19.....................................................................................126 Capitulo 20.....................................................................................134 Capitulo 21.....................................................................................141 Capitulo 22.....................................................................................147 Capitulo 23.....................................................................................154 Capitulo 24.....................................................................................161 Capitulo 25.....................................................................................166

Nota: Desde el panel de marcadores de Adobe Reader® puedes navegar cómodamente entre capítulos.

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Primera parte "Carpe Diem"

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Prólogo

E



lías Bellarosa Sparkov, Director de Intervención Z23WTN”

Así rezaba la tarjeta plastificada enganchada en la solapa de la chaqueta del inmaculado traje blanco que portaba el hombre con toda la pinta de un elegante alto ejecutivo. Avanzaba por el pasillo metálico iluminado a intervalos de cinco metros por focos de luz blanca. Su rostro era de rasgos afilados, sus labios finos y sus ojos de ese azul tan claro que parece hielo polar; todo ello, en conjunción con su cabello corto de un rubio casi albo le daba un aire innegable Ruso, que ciertamente era el origen de alguno de sus abuelos. Se detuvo ante una puerta de acero con aspecto inexpugnable, tecleó una clave en el grabado que apareció en el hologel y dejó que un par de máquinas escaneasen su retina y su voz antes de recibir acceso. Su ligera sonrisa confiada y algo depravada se desvaneció al instante al ver los aparatos ya encendidos y a alguien sentado en el sillón de dirección. - ¿Quién…?. ¡Ah!, Jariko… - Buenas noches, Elías.- Comentó la china tras sorber de la pajita de su vaso de batido de fresa. - ¿No te ha llegado la comunicación?. - Qué comunicación.- Inquirió él neutralmente mientras se acariciaba la rubísima perilla. Ella pareció contener una sonrisa en su regordete rostro. – La del cambio de planes. El objetivo debe haber intuido algo: ha llenado su casa de alarmas y sistemas de seguridad. Ya no entras tú, es mío.

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El hombre sintió la rabia derramándose helada por su interior como hidrógeno líquido, pero consiguió que el tono de su voz no lo dejase traslucir. Intentó serenarse, resopló como con resignación, se acercó al sillón y se sentó en el reposabrazos notando como su proximidad la ponía nerviosa, así que se forzó a sonreír... - Es normal que lo presintiera, es de tipo oráculo. - Sí, estos blancos son muy inestables. En cualquier caso, ese psi no será problema para Némesis. Es por eso que me han mandado a mí… sabes que no es nada personal, ¿verdad?. ¿Había miedo en lo más profundo de esos ojos rasgados?. Si que lo había, y a Elías le encantó confirmarlo: ella sabía lo que él podría hacerle. - ¡Claro!. Gajes del oficio… es solo que venía ya con la noche reservada y la idea de trastearle un rato la mente al chiquitín. Ella elevó una ceja ante la familiar forma de llamar al ejecutor. - ¿Llamas chiquitín a Shield?. Elías asintió. – Tiene solo 16 añetes, pero desde siempre me ha fascinado el poder bruto de mi ejecutor me fascina. Cuando lo controlo es como si fuera supermán… La oriental sintió como su espalda se contraía dolorosamente por los escalofríos. “Es a gente como tú a quien cazamos, Elías… deberías ser un blanco, y no un Director de Intervención”, pensó; la china nunca llegó a entender bien porqué una agencia dedicada a la eliminación de psiónicos peligrosos tenía que tolerar a algunos de ellos entre sus propias filas. Entonces él frunció ligeramente el ceño al preguntar – ¿Qué sabueso le has mandado a Némesis?. - A Martínez, como siempre. No hay otra que pueda comerle el tarro tan fácil. Ya conoces el tema. El rubio asintió. - Aún falta un rato para tu intervención. ¿Me dejas sentarme y mirar qué tal le va a mi pequeño monstruito?. - No creo que deba, entiéndelo… - Venga, Jariko. Estamos solos y los dos tenemos el mismo rango. Apártate y déjame dos minutos, solo quiero verle la cara. Jariko dudaba, aferrada a los reposabrazos con las manos blancas de hacer fuerza. – No debes. El contacto con los ejecutores está prohibido si no hay prevista una intervención, y más en tu caso: Shield no es un ejecutor voluntario.

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- No te lo estoy pidiendo.- Sus ojos se clavaron en los de ella como dagas y la mujer notó como un clic en su voluntad. Mientras Elías la miraba fijamente, ella se levantó de la silla y se fue a un rincón, donde se quedó de pie mirando a la pared con los pensamientos en un vacío impenetrable. – No recordarás nada de esto luego… y no voy a pasar ni un solo día más sin ver a mi chiquitín por tu obtusa estupidez.- ella no le escuchaba y él lo sabía, pero era un placer desquitarse y decirle toda la verdad: - Una zorra frígida como tú nunca lo entendería, pero mi Shield es pura poesía; es hermoso y más poderoso que ningún otro psiónico que yo haya visto… y es mío. Elías se sentó en el sillón de dirección, metió su clave en un panel, pasó su tarjeta ante un lector de bandas y esperó tan solo diez segundos hasta que uno de los monitores se cargó con las imágenes que recibía vía satélite de una webcam intervenida a varias decenas de kilómetros. - Perfecto, estás online. ¡Ah!, Shield, Shield… mi bello efebo.- En realidad no había comunicación a dos bandas, solo Elías podía verle. El hombre resopló notando lo cachondo que se estaba poniendo y se lamentó de nuevo. – Hoy no nos dejan trabajar juntos, pero estoy seguro que pronto habrá una nueva intervención, alguien que merezca tu imparable atención, y entonces tomaré las riendas de tu mente. Hoy es el día de Némesis, pero no te vas a librar de mí mucho tiempo. Eres de Prime.corp… eres mío ahora y para siempre. Tras levantarse miró a Jariko y observó como ella seguía sus órdenes mentales al sentarse en la silla con expresión ausente; pasó un minuto más mirándola a los ojos y manipulando sus recuerdos. Tras chasquear los dedos comentó: - Bueno, Jariko. Ha sido un placer verte de nuevo. Buena suerte en la intervención, aunque sé que con Némesis no la necesitarás. Me voy a disfrutar de la noche. ¡Adiós!. - Hasta luego, Elías.- Se despidió ella con una sonrisa. Su compañero había sido realmente amable y simpático hoy. Tras cerrar la puerta se concentró en la pantalla y envió un mensaje al móvil de Martínez: - Intervención Némesis 25-X. Procedan.

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Capitulo 1

Y

a está hecho.- anunció el silencioso recién llegado, una alta figura negra y encapuchada que apenas se distinguía de las sombras colindantes. Pese a haber advertido de su presencia antes de tocarla, la muchacha sintió cómo se le aceleraba el corazón del susto. - Joder, Jean Paul… cada vez más rápido.- Ella consultó la hora en su móvil de última generación y negó con la cabeza. Aún no se acostumbraba a la rapidez con que este hombre, su amigo, era capaz de robarle la vida a una persona. – Apenas minuto y medio en entrar, hacerlo y salir. Nuevo record. La figura se quitó la capucha descubriendo un elegante rostro de cuidada sombra de barba oscura y ella se lamentó una vez más al desear esos pómulos marcados, su fuerte barbilla y sus ojos negros, tan profundos, fieros y atrayentes que conjuntaban a la perfección con su corto cabello: “¡Que desperdicio!.” La chica tendría algo más de 25 años, pero su pequeña estatura, su extrema delgadez y los piercings de su nariz, ceja y labio la hacían parecer poco más que una quinceañera alocada. – Sabueso Martínez…- comenzó él con calma mientras repasaba su atuendo y posesiones con profesional eficacia: la cartera, las llaves, la pulsera de acero, el paquete de tabaco y el cuchillo en su funda disimulada del abdomen. Ella carraspeó divertida: eran amigos desde hace muchos años y su confianza mutua era absoluta, pero cuando estaban trabajando él aún se volvía distante e impersonal. –… estoy viejo. - ¿Némesis viejo?. ¡Quién eres tú, y que ha hecho con el Jean Paul Héritage que conozco!.- Preguntó ella con sorna, pero abandonó el tono burlón ante la mirada grave que el otro le lanzó al alejarse andando. – No, en serio Jean… ¿a qué viene eso?. Tu tiempo mejora cada vez, y treinta y cinco años no te convierten en un anciano.- Él caminaba con la cabeza gacha embutido en el enlutado “uniforme” de apariencia casual que siempre se ponía para trabajar.

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- Si tardo menos es por mi experiencia, pero me noto anquilosado Nina. No soy el de antes. Estoy cansado, y no solo de cuerpo. Esto no parece llevarme a ningún lado, no sacia mi sed de venganza.- El hombre sacó un cigarro, lo encendió en pocos segundos pese al viento y siguió caminando.- Ni siquiera sé si aún busco venganza. Nina le observó seriamente durante un par de manzanas hasta que llegaron a los coches de ambos, y por fin dio su brazo a torcer aunque sabía que luego se arrepentiría. Si seguía tensando más la cuerda de la sensatez de su amigo con su presión mental terminaría liberándose solo, y prefería ser ella quien le diera la libertad. - Jean Paul…- su tono grave hizo que él se volviera y clavase la infinita profundidad del vacío de sus ojos azabache en los de suyos, poniéndole la piel de gallina. -… respecto a lo que te dije el otro día de no buscar pareja, de centrarnos en nuestro trabajo… - Lo de que los ejecutores debían quedarse solos, pues ponían en peligro a cualquiera cercano… - Emm… sí. Yo estaba equivocada.- El francés elevó una ceja mostrando interés. Jean Paul era un hombre independiente de ideas firmes y convicciones propias, pero los años trabajando juntos y la amistad que habían desarrollado mantenían su guardia baja ante Nina, y por ello la muchacha era la encargada de mantener la cooperación del ejecutor mediante sus aptitudes de oradora: Era increíble como una simple sugerencia potenciada mediante su poder mental pasaba a considerarse algo tremendamente lógico, por más extraño que sonase de buenas a primeras… y ella había abusado mucho de él. Le había mantenido aislado, sin pareja, sin amigos, sin siquiera dejarle preguntarse si era buena idea o no seguir matando a otros psiónicos por encargo de Prime.corp, sin dejar que se preguntase si merecían verdaderamente ser eliminados. Y lo curioso es que había sido ella quien había caído enamorada de él: se sentía incapaz de doblegar su voluntad por más tiempo. - Solo tenemos una vida, tío… y no te mereces estar tan solo.- Nina Martínez apretó los puños rabiosa consigo misma, pero estaba hecho: había aceptado finalmente que no tenía ninguna oportunidad de tener un romance con Jean y que, sobre cualquier otra cosa, deseaba su felicidad. Dejaría su mente libre pese a lo que Prime.corp le ordenase; él decidiría: Esta vez sería una sugerencia sin carga mental. – Si quieres mi consejo, uno de verdad: ¡vive!. ¿Recuerdas ese chico que me dijiste que te había dejado un mensaje por Internet o algo así?. Dale una oportunidad. Se nota que te gustaba.- No pudo decir más; Se metió en su escarabajo negro, cerró la puerta casi con violencia y huyó intentando contener el llanto al menos hasta salir de su vista. Jean Paul tragó saliva al comprender por fin que Nina siempre había sentido algo muy fuerte por él. Tras un par de minutos helándose ante la nocturna brisa de febrero mientras terminaba su cigarro, se metió en el Volkswagen Passat CC gris metalizado que usaba para los “trabajos” y comenzó a alejarse del vecindario con calma y disimulo; la radio estaba apagada y su mente trabajaba febrilmente: Solo hay una vida, y él ya había dedicado demasiado tiempo de la suya a la venganza y al rencor. Quizá Nina tuviera razón y era hora de olvidar su identidad como Némesis. “Sí… ¿porqué no?. ¿Porqué no darle una última oportunidad a l’amour?.” Sonrió. Fue una sonrisa sincera y feliz, más que cualquier otra en los últimos nueve años.

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Capitulo 2



C

uidadooo!.

El Lancia monovolumen negro derrapó con patente mal humor y se quedó detenido tras un agudo chirriar entre el resto de coches de policía con las sirenas en pleno baile. La enérgica mujer en plenos treinta y tantos que salió del coche como una exhalación le tiró las llaves al subordinado que le había increpado sin siquiera mirarlo; más le valía aparcarlo cerca y sin arañarlo. Mientras caminaba hacia el chalet dúplex con jardincito esquivando las bandas amarillas de precinto, se fijó una vez más en los alrededores: era una urbanización para gente bien situada, con sus cámaras de vigilancia, su servicio privado de guardias y una buena iluminación. “El cabrón estaba forrado…”, concluyó ante la puerta abierta acorazada de la compacta mansión de diseño. - Comisario Brigadier…- Saludó un agente ante la puerta con un cabeceo, apartando rápidamente los ojos. Aurora podía ser una gran compañera cuando tenía un buen día, incluso una gran jefa en un día normal, pero hoy no era ese día. La responsable de toda la policía de la zona se fijó en el teclado para contraseñas de la cerradura electrónica (intacto) y penetró en la vivienda. Todo había ocurrido en el salón, donde su ayudante, un investigador forense y dos policías más trataban de pasar desapercibidos ante su escrutinio, pues acababan de ver su expresión guerrera. Sin embargo su ayudante no podía escaquearse. – Hola Aurora.- Saludó neutralmente con la confianza de los años, aflojándose la corbata. Ni se le ocurriría preguntarle por el veredicto del juicio de divorcio; probablemente ella acababa de perder la custodia de su hijo ante el vago infiel de su marido… pero claro, ¿qué juez se la iba a otorgar, trabajando una media de 14 horas al día?. No cabe duda de que ser comisario es un trabajo muy duro, pero nadie podría decirle que una mujer no era capaz de hacerlo, no a ella; había hipotecado su vida por su trabajo perdiendo su privacidad, a su marido y ahora a su hijo… pero les demostraría a todos que ella podía hacerlo.

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- Núñez, resumen.- Espetó con la vista clavada en el cadáver espatarrado vestido con una bata y una zapatilla de estar por casa (la otra debía habérsele salido). Ya no era una investigadora de crímenes, dejó atrás su época de detective hace años, pero este caso era especial, era “su caso”, y no permitiría a nadie más asumirlo mientras tuviera fuerzas para enfrentarse a él. El trajeado policía, delgado y alto como un espantapájaros se aclaró la voz: -Es Julián Milo Cuerva, 53 años. Un corredor de bolsa de increíble talento. Todos los destrozos en muebles fueron causados aparentemente por la victima. Toda la sangre pertenece a la víctima. Un solo corte en la yugular: se desangró rápidamente y sin poder gritar. La cerradura electrónica no estaba forzada y según el registro se abrió a las 00:00 por ella misma. Las cámaras de seguridad se apagaron a la vez a las 00:00 durante tres minutos, tras los cuales la víctima ya había fallecido. No hay huellas del asesino, ni ha roto o tocado nada. Es como si le hubiera matado… - … un puto fantasma.- Terminó la comisario conteniendo un suspiro. Esto ya duraba demasiado. Casi siete años tras este criminal y ni una sola pista que seguir. La mayor parte de policías que habían trabajado en ello dudaban que se tratase de una sola persona, ya que ni siquiera parecía haber una relación o nexo entre los fallecidos, tan solo el modo de ejecución: una única herida de arma blanca precisa como la de un cirujano, diestra como la de un espadachín, siempre mortal aunque no siempre en el mismo punto del cuerpo; Ella estaba segura: era el mismo cabrón, y algún día bajaría la guardia y podrían echarle el guante. “El Hacker” le llamaban, y es que ese asesino parecía dominar todo sobre sistemas de alarma, electrónica y cualquier cosa programable. No se iba a permitir mostrar ni un asomo del desánimo que sentía por dentro, así que compuso una mueca firme y ordenó con voz seria: - Pues ya sabes el procedimiento: busca todo lo que sepas sobre este Julián y cotéjalo con el resto. Añade la marca de esta casa en el mapa de cuadratura, rastrea todo lo rastreable en el teléfono e Internet que se conecta a la casa y… - Aurora…- La comisario dejó de hablar ante la interrupción de su ayudante y lo miró sorprendida ante su osadía. – Aurora hay algo más, algo nuevo.- Metió su mano en maletín que reposaba abierto en una mesa y sacó una bolsita de plástico trasparente de unos 10 cms de lado; en su interior podía vislumbrarse un papel plegado en forma de cuadrado. – Es una nota con un correo electrónico: Joná[email protected]. Estaba en la entrada, en una esquina.- Ella seguía mirándole fijamente con seriedad. – Podría ser cualquier cosa: basura de la calle que ha volado hasta aquí, algo de la propia víctima, pero… - Déjame verlo…- Tomó la bolsita, unas pinzas para pruebas del maletín, sacó el papel, lo desplegó, lo leyó y se volvió hacia su ayudante. - ¡Núñez!. - Qué… - ¡Joder!. ¡Felicidades, Francisco!.- Estaba sonriendo, pero era una sonrisa feroz.- ¿Esperas que te lo cante?. ¡Manda esto a grafología, a huellas dactilares… que rastreen la composición del papel, el tipo de boli que lo escribió!. ¡Todo!.- Levantó una mano en señal de pedir un momento, y a los segundos ordenó en voz más baja y sibilina: - Que busquen a todos los Jonás con apellidos que comiencen por G y C nacidos en 1994, y que intervengan esta cuenta. Lo quiero para ya. - ¡Si, Comisario!.

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Llevaba en el cuerpo apenas un lustro, pero sabía que ella llevaba mucho más tras este asesino. No entendía las prisas por este hallazgo después de tanto tiempo, pero confiaba totalmente en la intuición de su jefa, y realmente esto podía ser algo importante. Aurora ya había dejado de sonreír, pero una mueca burlona aún mostraba lo que sentía: - Hacker… eres mío. ***

Jonás Guillén Cañada miraba la pantalla del ordenador con verdadero aburrimiento. Eran solo las 8 del viernes y debería haber tenido cientos de planes para salir, beber, bailar, ligar, divertirse… pero se encontraba desencantado con su vida. Ya había contestado, comentado, etiquetado y marujeado todo lo que se le ocurría de sus 435 contactos del tuenti, y absolutamente nada le había levantado el ánimo. Miró a su alrededor con apatía: un ordenador Mac último modelo, una micro cadena de música con todos los adelantos, una televisión de plasma gigante, un sofá tan grande y cómodo en el que podría dormir para siempre sin echar de menos su cama… si, un moderno salón de lujo y diseño, pero solo él y su gato lo disfrutaban, como al resto de la casa, como al resto de su vida regalada gracias al triste intercambio de una orfandad prematura por el dinero de un seguro de vida paterno. Al pasear los ojos por la pequeña foto enmarcada de su padre (retratado con una expresión no demasiado afortunada para una instantánea, pero al menos en ella estaba abrazando a su hijo y sonriendo) se llenó como siempre de emociones contrapuestas y resopló intentando olvidarlo. Rencor por dejarle solo, pena por su muerte, intranquilidad por el modo en que murió, odio por lo que le hizo, ¿excitación?, nauseas… - ¡Olvida eso ahora!.- Se gritó. No necesitaba deprimirse más. Suspiró pensando en sus compañeros de clase: los veía demasiado inmaduros pese a los 16-17 años que tenían todos ya, y él se sentía tan solo. Los pocos profesores que le gustaban no parecían interesados en él, y los alumnos eran demasiado jóvenes para su gusto, para el gusto de un adolescente gay con predilección por los adultos. Frunció el ceño notando como su mente comenzaba a vagar por los derroteros de siempre: la gente quería proteger a los adolescentes de ser seducidos por los “pervertidos adultos”, querían juntar a cada grupo de gente con los de su misma edad, pero ¡él no era así!. ¿Porqué la naturaleza le había dado esta necesidad de encontrar un hombre más mayor que le cuidase, le protegiera y le amase, además de desearle y aprovecharse de su cuerpo… si la sociedad no se lo permitía?. Cierto que para él era ya legal el poder tener sexo con cualquier adulto, pero no era sexo lo que Jonás buscaba, o al menos no solo eso. Y no encontraba adulto alguno que quisiera ser algo más que un folla-amigo o tener un romance casual con él. ¿Nadie quería darle un puesto permanente en su vida?. Desde luego que habría gente que le diría todo lo que quisiera oír con tal de poder acceder a su piel, pero él ya había aprendido a distinguir sus mentiras.

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Sintió las lágrimas acudir a los ojos y se odió por su debilidad; se había prometido que no iba a llorar más por este tema, por lo difícil que era sentirse tan lleno como su corazón le pedía… pero es que se había hecho demasiadas ilusiones esta vez. Se le estaba acelerando el corazón y comenzaba a dolerle, por lo que su mano se movió instintiva hasta colocarse la palma bajo el pectoral izquierdo: no estaba seguro de porqué ese gesto le calmaba los pinchazos, quizá era mental. - ¡Meoooowww!.- Boloncho (su enorme gato persa blanco castrado) tenía una enorme intuición a la hora de sentir su congoja, y se había subido en su regazo comenzando a masajear de forma (involuntariamente) erótica su entrepierna, para luego sentarse encima y mirarle fija y enigmáticamente. El chico reflejó sus ojos dorado-verdosos en los del minino (del mismo color) y suspiró: - Soy tonto, ¿verdad?.- Se repantigó en su sillón del ordenador y consiguió manipular el ratón sin incomodar al felino. – Después de todo, ¿qué se de él?. Treinta y cinco, guapo que te cagas… y con una inexplicable necesidad de esconder su vida privada en la más rigurosa intimidad. Pufff… Jean Paul…- Se mordió el labio; la cara de aquel hombre moreno comenzaba a desdibujarse de su mente, y es que apenas tuvo 5 segundos para observarle gracias al enlace a una página que expiró, se actualizó por sí misma y desapareció. ¿A qué venía tanto secretismo?. Le hubiera mandado a paseo directamente, pero algo dentro de él le pidió dar una oportunidad a este sujeto; Tal y como había dicho, era difícil encontrar a alguien que buscase en él lo que Jonás quería dar, y las pocas conversaciones a través del tuenti (Jean Paul siempre desde perfiles falsos y variados) le habían llegado muy dentro. Además, aburrido siempre de las mismas intenciones obvias y la poca capacidad de seducción de la gente, se había encontrado con este personaje esquivo, interesante, atrayente y divertido. Bueno, quizá divertido no era la palabra, digamos “inesperado”. Jonás era muy guapo; con su cabello rubio oscuro, sus ojos esmeralda brillantes, su carita con rasgos aún muy jóvenes y tiernos pero desbordando virilidad (en conjunción con su manera de ser y su simpatía)… sabía que solía llamar mucho la atención de aquellos sexualmente compatibles, pero por una vez sentía que era él quien tenía que ganarse el interés del otro, y no estaba mal esa sensación; no cuando pretendía obtener de este hombre un premio mayor que una noche de pasión o unas semanas de relación hasta que la vergüenza por estar con un menor o la incompatibilidad de la vida diaria con una armarizada y retrógrada moral le dejasen fuera de juego. ¡Lo quería todo!. Aunque Jonás lo había intentado, ese Jean Paul no aceptó que le diera su número de móvil. En cambio, Jean le había enseñado un programa llamado Pgp que servía para encriptar y desencriptar textos, le había dado una clave lentamente a lo largo de semanas (la primera letra del inicio de cada conversación en el tuenti), y por fin le advirtió que pronto le mandaría un mensaje privado a su email que prometía un avance definitivo entre ellos… ¡quizá incluso quedarían!. ¿Podría saber alguna vez el motivo de tanta precaución?. ¿Podría penetrar esa coraza y averiguar si realmente era un hombre tan interesante como parecía?. ¡Pero todo se había ido a la mierda!. Hacía dos semanas que no tenía noticia alguna suya, ni por tuenti, ni por mail, ni por chat… Su mirada se derrumbó hasta el suelo como sin energías, y no pudo evitar otro suspiro. Sería mejor que le diera la cena a Boloncho, se fuera a la cama y dejase morir la noche. Apagó el monitor y se encaminó hacia el pasillo arrastrando los pies… y sin embargo el escalofrío que recorrió sus entrañas le dejó paralizado; había vislumbrado una estrella fugaz por la ventana. – No… no…

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Sentía el impulso de correr de vuelta al ordenador y mirar su cuenta de correo de nuevo, pero sabía que era un proceder infantil que solo le iba a hundir aún más. Llevaba 2 semanas mirando los correos 1.000 veces al día, esperando algo. ¿Qué más daba un escalofrío?. ¿Qué más daba una estrella?. – No…- dijo, pero Boloncho le llamó lastimeramente desde la mesa del ordenador y no pudo ignorar también esta señal, pues Jonás se dejaba guiar mucho por los supuestos indicios del destino que le salían al paso. Tras tocar disimuladamente la madera de la puerta, compuso un gesto de hastío y volvió sobre sus pasos; Cogió en brazos al pesado gato, encendió la pantalla como de pasada y, elevando una ceja con desdén se quedó mirando la bandeja de entrada tras darle al botón “enviar/recibir”. Su pulso se aceleró una vez más: había un correo nuevo. Uno sin remitente. Cuando las pezuñas de Boloncho tocaron el suelo, Jonás ya estaba sentado de nuevo en el sillón abriéndolo, y el archivo adjunto e ilegible le dejó una desconsolada sensación hasta que se acordó del programa de encriptación: - ¡Dónde la puse!.- Casi gritó buscando entre los papeles de su mesa el post-it con la clave que tanto le costó conseguir: - ¡Aquí!. Abrió el sencillo programita, copió y pegó ese texto, metió la clave en su apartado y cruzó los supersticiosos dedos mientras le daba al botón de “desencriptar”. El resultado fue el siguiente: “Siento la espera. Yo también quiero conocerte. Plaza de los Luceros. Kiosco de prensa. 16:00. Mañana. JP” Escueto. Muy escueto. ¡Pero era un mensaje de él!. La cara le cambió por completo y se levantó sin pretenderlo, cogiendo de nuevo en brazos a Boloncho (que solo quería comer y dormir), y comenzó a bailar con el felino mientras canturreaba una pegadiza canción. Cuando el primer cuasi-arañazo de “Esto es ridículo; suéltame y ponme mi comida” le pinchó el antebrazo, rió soltando a su mascota y se apresuró a abrirle una lata de paté. De repente el mundo parecía más amplio y prometedor. Sonriendo, se abrió una botella de vino, metió en el dvd una película que había visto más de una docena de veces y se adormeció tras un par de copas, mirando a la pantalla pero sin hacerle caso. Su mente no dejaba de hacer planes: “¿Qué ropa me pondré?. ¿Debo recortarme el vello púbico?...”

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Capitulo 3

T

an solo unos holgados pantalones cubrían la esplendorosa desnudez morena del joven de largo cabello negro y ojos miel que miraba atentamente la pantalla de su portátil, mientras la música de Linking Park guiaba el rítmico movimiento de su pie. Su pronunciada barbilla oscurecida por 4 días sin afeitarse se adelantó interesada hacia donde apuntaba su nariz ligeramente aguileña: el artículo de unas news que hablaba de un nuevo asesinato en la provincia de Alicante supuestamente atribuido al “Hacker”, pero en modo alguno confirmado por la policía, que desmentía cualquier rumor y aconsejaba prudencia y discreción. – Ese cabrón…- rugió lo suficientemente alto como para desahogarse, pero lo suficientemente bajo para que la música disimulase su voz; no le apetecía nada que su madre subiera a interesarse por él. –Si algún día me lo topo de frente…- su puño se estrelló en el colchón sobre el que estaba tumbado tensando los poderosos músculos marcados en sus fibrosos brazos y estilizado torso. La perra que dormitaba en la alfombra elevó sus ojazos azules y gimió como preguntándole si estaba bien, pero al ver que el humano no le hacía caso, se dedicó a mordisquear una alpargata. - ¡Eh!. Michi… ¡deja mi zapatilla ya!.- Ordenó, y por una vez la husky le hizo caso, pero tan solo hasta encontrar la zapatilla del otro pie y comenzar a rosigarla con fiereza. - ¡Eva!. ¡Evana!.- Gritó el muchacho levantándose y comenzando a pelear ( jugar, según Michi) con la perra por la posesión del calzado. - ¡Llévate ya a tu puñetera perra al jardín!. ¡Eva!.- El chico sabía que si estiraba más rompería él mismo la babeada zapatilla, así que se la dejó colgando en la boca y la miró con desafío. - ¿Y tú porqué eres tan tonta?. Ya tienes 6 años… ¡compórtate!. La puerta se abrió y una voluptuosa jovencita que no llegaría a los 18 de tez morena y negro cabello sujeto en una larga trenza se asomó riendo: - ¡Le gustas!. No entiendo porqué, pero te prefiere a ti; Además, no es solo mi perra, papá la compró para los dos. ¡Y hoy te toca pasearla a ti, Marcos!.-

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- Y unos cojones…- fue la contundente respuesta del moreno. - ¿No sabes las mierdas que suelta?. Sácala al jardín y ya enterraré luego lo que suelte. - Igualmente te tocará pasearla. Sabes que esta noche no nos dejará dormir con sus ladridos si no la paseas. - Asco de perra… Evana rió, sabía que su hermano lo decía en broma: adoraba a su husky por lo bonita que era, por lo simpática, aunque no por el trabajo que daba. – Vale, hoy voy a hacerte el favor de sacarla yo.- A Marcos se le iluminó la cara, pero su hermana entró componiendo un gesto de pena y se sentó a su lado tras apagar la música del reproductor. – Papá quiere que abras esta tarde. - ¡¿Qué?!. ¡Pero si es sábado!. ¡Qué mosca le ha picado a ese viejo!. ¡Me voy a ir de casa!. ¡No lo soporto más!.- ¡Chsss!. ¡chssss! ¡Te va a oír!.- Y esa advertencia le hizo callar. Ambos sabían lo mucho que su padre les quería, pero era un hombre autoritario y severo cuando se trataba de inculcar disciplina, incluso con alguien tan mayor como Marcos. – Pues con tus recién estrenados 21 podrías hacerlo. ¿Porqué no te buscas un trabajo mejor pagado y un alquiler?.- Le preguntó ella con sorna sabiendo la respuesta, pues eran muchos años de convivencia con el este chico vago y conformista. - ¡Puff!. Estamos en crisis, ¿dónde iba a encontrar otro trabajo?. Aunque la verdad que no costaría mucho ganar más dinero que con él. Con eso de ser su hijo, me va a tratar siempre como a un niño… ¿Y porqué coño tengo que abrir el taller?. Los sábados cerramos a medio día y la gente lo sabe: nadie vendrá. Ella le pasó el papelito que había traído. – Esa matrícula es de un Jaguar XF-1, y tiene un seguro vip de los especiales, y eso significa bonificación extra. Joseppe ya lo está remolcando en la grúa, así que alguien tiene que darle entrada. Él asintió entendiendo; entendía perfectamente que un ricachón engreído había escuchado un ruidito en el motor y quería joderle el fin de semana. – Bueno. No será mucho tiempo entonces: lo meto al garaje y que el viejo lo arregle mañana. Para el lunes estará listo. Ella puso los ojos en blanco: - ¡Qué perro eres!. Padre no te subirá el sueldo así. ¿No ves que te está dando la oportunidad de demostrarle que puedes ocuparte de esto sin su ayuda?.- Él se calló malhumorado, pero Evana sabía que le había hecho meditar. – Marcos… tienes que crecer ya. Un trabajo mejor pagado, más independencia… ¡y un novio!. ¡Tengo ganas de que presentes en casa ya a alguno de tus ligues y que te dure más de dos semanas!. Su hermano se entristeció de repente pensando en todos los chicos con los que alternaba semana tras semana. A veces repetía con alguno, pero siempre era sexo, sexo morboso… pero en modo alguno amor. ¿Cuándo encontraría a alguien especial?. Entonces terminó de entender lo que ella le había propuesto:

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- ¿En casa?. Estás loca. Ya sabes como reaccionarían padre y mamá… nunca les hablaré de eso.- Vio que ella iba a responderle y supuso que sería con lo de siempre: que ellos le querían y tendrían que entenderlo, que no eran tan cerrados como él creía, que alguna vez tenía que salir del armario con la familia… y no le apeteció nada una de esas charlas. Se levantó y cogió su camiseta blanca de tirantes con un letrero negro rezando “I’m your Man”. - ¡Bah!. Me estoy poniendo nervioso, no quiero hablar de eso ahora. Dile al viejo que voy para allá… cuanto antes llegue ese cochazo, antes volveré. Ella se levantó para irse, pero preguntó: - ¿Algún plan para esta noche?. - ¿En sábado?. ¡Siempre! Populos debe estar a rebosar de universitarios, y he escuchado que han llegado esta semana los del Erasmus de Francia. Ya sabes cómo me pone el francés… Ella compuso una cara que decía claramente “eres un putón”, y luego salió de la habitación riendo. Ella tenía novio, pero si no… seguro que esta noche también saldría a probar suerte. Había un lado en la vida liberal de su hermano que envidiaba, pero había otro que le repelía. Tras cambiarse los pantalones por unos negros y coger su chupa de cuero, Marcos volvió al ordenador y escribió un email a [email protected] : “Tío, mira este enlace de news. “El Hacker” ha actuado de nuevo, esta vez en Benidorm, aunque la poli pretende esconderlo. Joder… me pone de los nervios. Un día de estos irá a por mí, lo sé… ¿Para qué coño estáis ahí los Freeminds?. Tenéis que pillarlo ya, o no quedaremos ninguno. Si puedo hacer algo, cualquier cosa, avísame. Ya sabes de lo que soy capaz. Apokryphos. P.D. Dile a Dog que me avise para la próxima quedada.” Cerró el portátil, bajó las escaleras a saltos y entró en el salón tratando de componer una sonrisa que resultó tensa. - Me voy al taller. Hasta luego. - Hijo, tienes que afeitarte algún día, por todos los santos…- le recriminó su madre. Su padre se lo quedó mirando y de repente le soltó: - Quizá deberías llevarte la pastilla, por si tardas. ¿No?- dejando a Marcos clavado en el sitio. En unos pocos segundos analizó todos los matices de esa sugerencia: . Si se llevaba la pastilla del tratamiento diario, era porque volvería muy tarde del taller. . Si volvía muy tarde de taller, era porque se habría quedado reparando ese coche de-luxe. . Si se iba tal cual (sin duchar ni afeitar), era porque no pensaba salir esta noche. En resumen: su padre le estaba tomando la medida para saber si pensaba intentar reparar el coche esta tarde, o si ya había decidido eludir su responsabilidad. En esos momentos le odió.

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- Gracias por recordármelo, padre. Voy por ella. – Comentó lentamente intentando contener su enfado. Fue a la cocina, abrió el frasquito y cogió la pastilla rosada que mantenía su infección a raya, guardándosela en el bolsillo. Todo el camino en moto desde su casa hasta el taller fue renegando contra su padre y prometiéndose que no arreglaría ese coche: saldría tal cual. ¿Qué más daba en un cuarto oscuro?. Además, la barbita le quedaba bien, y aún no olía tan mal… ¿no?. ***

- Ya estamos llegando, y por cierto: ¡menudo cochazo gasta usted!. ¿A qué se dedica?.- Preguntó el conductor de la grúa pasándose un mohoso palillo de una comisura de la boca a la otra. Jean Paul intentó ahogar el disgusto de verse metido en la cabina de semejante trasto sucio y desordenado, pero sus pensamientos eran bastante sombríos, sobre todo si tenemos en cuenta que acababa de darse cuenta que no encontraba el papelito que escribió con el email de su cita; no es que lo necesitase para nada en este momento, y ya le había escrito acordándose de memoria de la dirección, pero no le gustaba dejar cabos sueltos. Apagó su último cigarro y lanzó la colilla por la ventanilla abierta. – Soy informático.- Espetó bruscamente. “Esperemos que me lo haya dejado en la mesita de casa…” - ¡Coño!. Mi hijo quiere estudiar informática y yo me oponía. ¿Seré idiota?.- Jean Paul no dijo nada. – Sí, ya estamos aquí… es ese. - Está cerrado. ¿Seguro que abren hoy?.- Preguntó Jean Paul observando la persiana metálica bajada del taller al que le había traído la grúa, y comenzando a dudar de la inteligencia de su conductor. Miró su reloj Viceroy con preocupación y urgencia; se acercaba la hora y él no llegaba tarde nunca. - Talleres Ferro abrirá para usted. Deben estar en camino.- Musitó el conductor sabiendo que su compatriota italiano no podía ignorar una llamada de carácter “urgente vip plus”. Jean Paul le dio una buena propina al chofer de la grúa (innecesaria porque el seguro cubría los gastos, pero siempre bienvenida), y se bajó de la cabina para revisar la operación de desenganche de su coche azul océano metalizado (vigilando que no le causasen ningún desperfecto). Sin embargo, su mirada se vio obligada a abandonar su querido automóvil para pasearse por la carrocería del macarrilla en moto que pasaba ahora muy cerca de él por la calzada y que desviaba también su mirada para examinarle… El francés percibió claramente admiración y deseo en el muchacho y, animado a ser más abierto como estaba hoy, decidió jugar y divertirse: le guiñó un ojo. Total, no le había visto antes y no le iba a ver nunca más en cuanto cruzase la esquina… Cuando el chico detuvo la moto apenas a cinco metros, se quitó el casco (dejando ver un preciosa cabellera negra hasta la nuca y unas facciones afiladas y sexys) Jean Paul sintió vergüenza; no le iba a armar un escándalo ¿verdad?. No podía tener el morro de acercarse directamente a él solo por un guiño. Resultó que el chico era el mecánico (“Merde… ahora tendré que hablar con él”), pues sacó unas llaves y subió la ventana del taller.

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- ¡Buona tarda, Marquitos!. Aquí te dejo el coche. Salúdame al tuo papa cuando le veas…- La grúa comenzó a alejarse. - Claro Joseppo. Hasta otra.- Contestó con un tono de voz aún joven pero verdaderamente sensual, y se volvió hacia su cliente mientras se desabrochaba poco a poco la chupa de cuero quedándose con una morbosa camiseta blanca que dejaba muy poco a la imaginación. Jean Paul tuvo que tragar saliva. – Usted debe ser el dueño de esa pasada de coche…- Le tendió la mano. – Soy Marcos, Marcos Ferrer. El francés le estrechó la mano con fuerza sin poder dejar de advertir como ese mero movimiento marcaba los morenos músculos del pecho del chico y sonrió sin pretenderlo. Se forzó a calmarse a base de reñirse interiormente: “No soy así. Soy una persona seria. Tengo que controlarme”. – Es mi coche, si. Soy Jean Paul. Estaban solos en la estrecha calle quizá debido a la tardía hora de la siesta, y Marcos se acercó al coche mirándolo con precisión pretendidamente profesional, dándole una vuelta alrededor con lentitud (y dejándose ver él mismo con detalle ante el examen del hombre vestido con el elegante traje moderno que se le acababa de presentar). El chico de ascendencia italiana se había quedado flipando con él por su porte, por su atractivo y… por su desparpajo al guiñarle el ojo. Estaba seguro de que cuando lo hizo, el hombre no tenía ni idea de que él era el mecánico, y por ello se encontraba con una mano de ventaja en este juego que no tenía previsto jugar esta tarde. - ¡Guapísimo!.- Jean tardó unos segundos en entender que se refería al coche. -¿Qué le ocurre?. - Emmm… se me ha calado y luego no arrancaba. Je ne se pá; No tengo ni idea de motores: la batería, la trasmisión… Eso te lo dejo a ti. Yo me tengo que ir, ya llego tarde.- Jean Paul sintió la evidente decepción del muchacho ante el anuncio de su partida. Estaba claro que se habían gustado mutuamente y que, debido al atrevimiento del guiño, las cartas estaban boca arriba. El francés se quedó mirando los entrecerrados ojos del moreno y se sorprendió a sí mismo con los siguientes pensamientos: “No estoy atado a nadie, y precisamente hoy salía a una cita con otro chaval para ver qué podía surgir. ¡A saber cómo irá con el otro!, pero con éste es evidente la química y las ganas de acercarnos. No puedo dejar de mirar su cuello, y esa clavícula marcada sobre el pectoral me parece tan erótica…” le embargó la creciente necesidad de acercarse y oler su piel. Pero él no era así. Llevaba un plan preconcebido y bien marcado; había investigado a Jonás Guillén y le sabía un candidato posible tanto por lo inofensivo como porque el físico y lo que conocía de su vida podían casar con lo que buscaba. Carraspeó. - Oye, ¿podría pasar a tu taller y llamar a un taxi?.- Además, dejar pasar la oportunidad con el adolescente que le esperaba para probar con este mecánico, sería como cambiar un billete de lotería por otro sin saber cual estaba premiado. - Claro. Sígueme. Entraron en el garaje y, en un cuarto más limpio y decente de un lateral, Jean Paul se encontró con lo que parecía una pequeña oficina a cuyo teléfono se acercó. Cuando puso la mano sobre el auricular la mano del mecánico se colocó sobre la suya como para detener su llamada. Apenas apretó un segundo de forma suave pero firme antes de apartarla y decir: - Oye, se me ocurre… estamos lejos del centro, y un taxi tardará un buen rato en llegar y otro buen rato en llevarte. ¿Cuánta prisa tienes?.

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El francés hizo un cálculo mental y dijo: -He quedado en 10 minutos en Los Luceros. Marcos resopló con superioridad: - Ni de coña te llevarían a tiempo… pero puedo acercarte con mi moto en 5 minutos. Jean no pudo evitar mostrar una expresión de agradable sorpresa: - ¿Harías eso por mí?. Marcos rió: - ¿Por un cliente vip gold?. Lo que sea…- su sonrisa evidentemente sexy desarmó a Jean Paul pues venía acompañada de una mirada y sentimientos muy distintos que pudo notar claramente. – ¡Vamos!. Tengo un casco de reserva por aquí.- Mientras lo cogía, se lo daba y se dirigían hacia la moto de gran cilindrada, el joven se preguntó si éste podía ser el hombre que había estado esperando, alguien que le hiciera sentar la cabeza; y encima con ese acento francés que seducía solo con su susurro. Sintió como se acaloraba ante el mero pensamiento de una vida al lado de él… y se sintió como un idiota por pensar algo así cuando apenas le conocía. “Pero es que me gusta mucho, y casi saltan chispas. Pufff… ¡Habrá que intentarlo!” Cerró la puerta del garaje. La moto se encendió a la primera y Marcos aceleró de golpe sonriendo con satisfacción al notar como su pasajero se agarraba y se pegaba a él con fuerza por el repentino subidón de adrenalina.

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Capitulo 4

E

xpláyate Greta.- Pidió la Comisario a la mujer que miraba el trocito de papel con una lupa de aumento. No le quedaba mucha paciencia: El papel era demasiado común, la tinta del bolígrafo irrastreable, no había huellas en la hoja y estaba resultando condenadamente difícil encontrar al dichoso Jonás G.C. La única que la acompañaba en esta habitación oscura y repleta de libros y papeles de todo tipo, tamaño y color era una enana; apenas medía más de metro treinta y había compensado con gordura lo que no pudo llenar con la altura. De boca pequeña y ojos muy juntos (engrandecidos por las gafas que portaba) era sin dudas una mujer muy peculiar sin necesidad de mentar la verruga de la punta de su nariz, o los trajes como grandes túnicas que gustaba de portar. Margarita (Greta para los amigos) era grafóloga desde antes de que Aurora naciera, y aunque la comisario no tenía precisamente fe o confianza en esta ciencia que se le antojaba más de adivinos y charlatanes que de gente culta, lo cierto es que la enana no fallaba en sus análisis de firmas y escritos. – Al principio creía que era una broma, pero lo cierto es que esta caligrafía me ha impactado mucho… ejerce exactamente la misma presión en cada punto de cada letra, sin dejarme comprobar dónde empieza a escribir y dónde acaba. Es como si el autor poseyera un control absoluto de su cuerpo y sus movimientos… algo imposible excepto por una máquina. ¿No me estarás tomando el pelo, no?. La jefa de policía contuvo una exclamación y trató de calmarse, eso sí era información nueva. – ¿Tengo cara de hacer bromas?. Sigue. - Te veo con prisa, querida. Así que, si esto va en serio te ahorraré los motivos por los que cada grafo me ha hecho decantarme, y te daré mi opinión. Suponiendo que esta grafía no venga de una máquina, aún hay cosas que puedo deducir: El sujeto que ha escrito esta nota estaba nervioso en el momento de escribirla, y no suele estarlo normalmente, pues es alguien concienzudamente ordenado y organizado.

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Aurora pensó que el asesino nunca había cometido un error hasta ahora, así que bien podía ser cierto que algo en relación con ese Jonás le pusiera nervioso. – Continúa, por favor. - Diría que es un varón de treinta y algo, que es de raza blanca, bastante alto, bastante fuerte y diestro…comentó de pasada, aunque miró fijamente al rostro de la comisario esperando ver en ella algo parecido a una confirmación, pero esta no se la dio. - Parece haber llevado durante muchos años una gran disciplina mental, pero da la impresión de que intenta liberarse. Como si hubiera decidido cambiar. - ¡Je!. Ni de coña. Ha asesinado a demasiados para que ahora quiera dejarlo y que nos olvidemos de él.Luego se mordió el labio; no quería dar demasiada información a la regordeta mujer: Cuanto menos supiera, menos enturbiado sería su análisis. - No es eso, Aurora… o quizá sí. Lo que sé es que parecía tener un gran odio y un objetivo muy claro que de repente ha cambiado por completo. Sí, de alguna manera se ha liberado de algo. - ¿Y eso lo estás deduciendo de su forma de escribir?.- La comisario miraba a la enana tan seria como podía; Si todo lo que le había dicho fuera cierto, sería una información muy útil, pero en su fuero interno se negaba a creer que esto fuera verdaderamente ciencia. Le daría la credibilidad justa. Greta asintió, acostumbrada como estaba a que pusieran en tela de juicio sus aptitudes; después de todo, más de la mitad de las cosas que averiguaba era mediante sus ocultas aptitudes mentales. - Adelante.- Concedió cuando golpearon en la puerta de la sala y las dos se volvieron para ver a Núñez entrar algo amedrentado y saludar con la cabeza: le ponía nervioso la grafóloga.- Dime Francisco. - Comisario Brigadier… creo que tenemos a un posible Jonás. Aurora se levantó como un resorte y se alejó de la enana junto a su ayudante para hablar con algo más de privacidad. - ¿Entre los 27 Jonás G.C. que nacieron en España en 1994?. El larguirucho investigador asintió: - Tal y como usted sugirió, intervenimos la cuenta y los datos en ella indicaban que era de la provincia de Alicante. Solo 4 eran de aquí, y en efecto la dirección de correo estaba metida en un perfil de la red social “tuenti”. Sabemos exactamente de quién se trata, dónde vive y podemos echarle el guante en cuanto usted lo ordene. Ya tengo agentes de paisano en la zona. Tiene 16 años. - No.- Ordenó ella levantando una mano. Ese chico no es nuestro asesino, es obvio que solo es alguien que quizá se ha relacionado con él, o quizá es su siguiente víctima. Si nos acercamos a él, el Hacker desaparecerá y nos quedaremos sin nada. - No creo que sea la próxima víctima de nuestro fantasma, sino que mantiene contacto con él, ya que tenía un correo encriptado que no hemos podido descifrar aún cuyo remitente era una cuenta que ya no existe. Pero seguimos en ello. - La comisario Brigadier estaba muy seria. – Aurora, ¿estás bien?. - Tenemos a alguien que tiene contacto con nuestro asesino. Es el mayor avance en muchos años, pero… claro que no estoy bien. Lo estaré cuando le cacemos. – Señaló a su ayudante en el pecho, como haciéndole responsable: - Mantenme vigilado a ese Jonás día y noche, ¡sin que se entere!. Es de vital importancia que no se dé cuenta de que seguimos sus pasos.

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- Sí, comisario.- Aurora lo vio alejarse. No se sentiría muy a gusto usando como cebo a un adolescente indefenso, pero si era por un bien mayor… en cualquier caso, se aseguraría de que no corriera peligro si el Hacker decidía actuar. ***

Fueron los cinco minutos de la vida de Jean Paul más intensos que recordaba desde hacía nueve años. Podía sentir la confianza en sí mismo que Marcos tenía sobre la moto, así que pronto desterró su miedo a un accidente y se dedicó a disfrutar del alocado viaje. Sintió la dureza de sus músculos, la suavidad de su piel, pudo (como había deseado) oler el cuello del muchacho en varios de los frenazos y le costó mucho contenerse para no darle un lametón o un mordisco; pero sobre todo le costó disimular su erección, y es que tenía el paquete involuntaria pero completamente incrustado entre las nalgas de Marcos, y cuando se apartaba un centímetro o dos, el otro retrocedía otro tanto para acabar igual. “Madre mía, que olor… me despierta algo por dentro”. En el primer semáforo, el francés se sintió en la obligación de ser agradable (y así de desviar un poco la atención de la tensión sexual que estaba sintiendo) y se escuchó a si mismo preguntar: - Eres un poco joven para tener un taller propio. ¿No?. Notó como Marcos se tensaba un tanto y luego se desinflaba; Jean supo que el moreno había pensado durante unos instantes en mentirle, pero algo le hizo decidir que prefería la verdad: - Es de mi padre. Y tú, ¿cómo es que no llevas móvil para llamar a un taxi cuando lo necesitas?. - le devolvió la pregunta comprometida: -No será por falta de dinero, con ese cochazo… - Se me ha roto.- Mintió Jean Paul sintiendo algo de remordimientos. No iba a contarle al chico que sabía demasiado acerca de los móviles como para confiar en ellos; le tomaría por un paranoico. - Pues menuda suerte tienes…- como de pasada, la mano de Marcos se posó sobre el muslo del mayor y apretó con algo así como complicidad. – Primero el móvil, luego el coche… cualquiera diría que eres gafe. - Oui…- A Jean Paul se le llenó el gesto de aflicción sin darse cuenta de que Marcos podía verle la cara reflejada en el retrovisor, así que el chico se apresuró a arreglarlo notando que había tocado algún punto doloroso. - Pero yo no creo en la suerte… ni en las casualidades. No ha sido tan malo que vinieras al taller después de todo. - Sus miradas se encontraron en el espejo y Marcos le sonrió con sincera afabilidad. Jean Paul notó algo estremecerse en sus tripas. En un momento dado llegaron a un sitio problemático: un atasco. Parecía haber un accidente por allí delante y la caravana de coches estaba situada de tal manera que incluso la moto estaba impedida para continuar por esa avenida. - Merde…- Susurró el francés sin poder evitarlo.

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Una sonrisita pícara se insinuó en la comisura del labio de Marcos. – Tranquilo, no voy a permitir que llegues tarde a tu reunión…- aseguró, tras lo que dobló el manillar completamente y enfiló la callejuela de al lado en dirección prohibida. - ¡Putain, que nos vamos a matar!.- Exclamó Jean algo asustado, pero la calzada estaba vacía. - Nadie viene por aquí. Nos saltamos el atasco y adelantamos tiempo. ¡Solo sujétate!.- Y aceleró. Pero no todo fue bien: desde la punta de la calle entró un coche de policía a poca velocidad y con las luces apagadas, pero avanzaba hacia ellos y era obvio que tenían que haberles visto ya. No había escapatoria. Jean contuvo un suspiro de resignación. Pero Marcos no bajaba la velocidad y ya estaban casi encima. – Marcos… Marcos la policía. Marcos para… ¡Arrêt! Pero Marcos no aminoró, sino que aceleró incluso mucho más: - ¡Cógete a mí y calla!.- La ruidosa moto pasó a toda velocidad al lado del coche de policía en sentido contrario y, ante la atónita mirada de Jean Paul, los agentes de la ley ni siquiera les echaron una ojeada. ¡Qué osadía!. Al salir por la otra parte, el joven enfiló la moto en la dirección correcta: - Ya te dije que no pasaba nada. Nadie entra nunca en esa calle y la policía sabe que muchos la usan en ambas direcciones. Jean no se quedó tranquilo del todo: Aun aceptando eso como lo más probable, nada explicaba porqué esos policías no habían detenido a una motocicleta que circulaba por el casco urbano a casi 100 kilómetros por hora. ¿Serían conocidos de Marcos?. La conducción del mecánico se tornó casi temeraria, pasando entre coches, saltándose cedas el paso, esquivando gente que cruzaba por donde les daba la gana… pero por algún milagro nada malo sucedió. Se detuvieron en el último semáforo antes de llegar a los Luceros y Marcos se llenó de valentía para preguntar, pese a correr el riesgo de meterse donde no le llamaban: - ¿Qué clase negocio vas a cerrar en esta reunión?. Jean tardó unos segundos en responder. Esta vez sí quiso ser sincero: - No es de negocios, es de placer. Es decir…- matizó –… voy a conocer a alguien.- y al instante notó como el optimismo de Marcos se reducía considerablemente; enmudeció y el moreno aceleró el pequeño tramo que faltaba hasta la entrada de la plaza. El francés se bajó de la moto y le entregó el casco con premura, pensando que su verdadera cita podría sentarle al menos regular que un morboso muchacho como este macarra le hubiera traído.

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- Gracias por el viaje. - Jean Paul…- se miraron a los ojos. – El placer ha sido mío. - Pasaré el lunes a por el coche. ¿Te veré?. Marcos le sonrió con chulería, nuevamente envalentonado al ver el interés. - Mañana tendrás tu coche arreglado. - Es domingo.- Le recordó Jean. - Lo sé. Si vienes mañana por la tarde te lo entregaré yo. Si vienes el lunes, te lo dará mi padre. Tu decides…- Esta vez fue el motorista quien le guiñó el ojo y luego se alejó acelerando ruidosamente. “Ojala se me hubiera estropeado el coche antes…” pensó Jean Paul en un exacto reflejo de lo que pasaba por la mente de Marcos en esos momentos, que además estaba intentando rememorar todo lo que sabía de los motores de los Jaguar. Los erasmus recién llegados se perdieron conocer al mecánico más fogoso de Alicante aquella noche. ***

Pidió un paquete de tabaco en el kiosco y miró su reloj tras pagar. Al final le habían sobrado cinco minutos y ahora se sentía un poco estúpido plantado en la calle. Encendió un cigarro y comenzó a mirar las portadas de las revistas por entretenerse, pero no les hacía verdadero caso. De repente solo tenía ganas de volver a aquel taller y enrollarse con Marcos, saborearle, disfrutarle… e invitarle luego a una cena romántica en un buen restaurante. Jean Paul se había quedado absolutamente extrañado al percibir la verdadera intención de este muchacho tan chulito: no solo buscaba un buen polvo en él, sino que había leído su ilusión al pensar en algo mucho más serio. ¿Cómo podía ser eso cierto?. Si se acababan de conocer… pero sí, esas habían sido las intensas emociones y objetivos del muchacho. Todo el mundo tenía un sexo que satisfacer, pero muy pocos estaban justo en el momento adecuado de sintonizar una necesidad vital de encontrar la mitad que les faltaba. Ni por un instante se le ocurrió que no debía utilizar su aptitud de lectura de emociones superficiales tan a la ligera; después de su entrenamiento, lo hacía casi por instinto y añadía a su subconsciente los datos que obtenía como si hubiera leído un informe. Sabía que no debía comparar a Marcos con lo que sabía de Jonás, pero lo hizo sin poder evitarlo: ahora había quedado con un chaval de 16 años al que le gustaban los hombres mayores (y tan mayores, pues él tenía más del doble de su edad), con el que apenas había cruzado unas pocas horas de conversaciones algo crípticas pero sumamente reveladoras. Cierto que parecía un chico guapo, maduro para su edad y muy simpático, cierto que había habido una extraña química entre los dos en aquellos contactos por el tuenti, cierto que finalmente había conseguido sobreponerse a sus propios prejuicios sobre la edad del chaval y aceptar conocerle… pero de repente se sentía como un imbécil por estar aquí.

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“¡Un adolescente imberbe!. S’il vous plaît, quien me vea…”. Si ni siquiera le gustaban tan jóvenes. Además, lo que estaba buscando ahora mismo era una persona con la que reiniciar una vida de sentimientos y complicidad, alguien en quien pudiera confiar… algo como la ilusión que había percibido en Marcos. Aunque Jonás le dijo que también buscaba el amor y algo serio, nadie con dieciséis años podía pretender unirse a alguien de por vida; No podía existir alguien tan joven con esa necesidad. Negó con la cabeza lentamente: Se había equivocado al quedar con él. Tenía que inventarse una excusa para cuando el chiquillo llegase, algo que exculpase a Jonás y no le hiciera daño. Por ejemplo, podía decirle que lamentablemente su ex-novio le había llamado esa misma mañana para volver y que había aceptado (sintió un puntazo de remordimiento al tener que usar a su difunto Robert para esto). Sí, eso podría funcionar. En esos pensamientos se encontraba cuando un dedo presionó dos veces de forma suave en su omóplato, y al volverse se encontró con el susodicho imberbe. Se quedó asombrado.

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Capitulo 5

J

onás se le antojó al instante de una deslumbrante belleza inesperada; en las fotos del tuenti salía bien, no podía negarlo (era parte de lo que le había empujado a conocerlo) pero la sensación de verle en persona fue arrebatadora. Era casi tan alto como él, mostraba unas pecas dulces y pícaras que le daban una apariencia inocente y juguetona, y los dos pendientes (uno en el lóbulo de la izquierda y una pequeña banda de madera en lo alto del pabellón de la derecha) le daban un toque callejero y rebelde. Si aderezamos todo ello con el sombrero de lana que llevaba calado hasta casi las cejas (dejando escapar algunos mechones de cabello del color del oro viejo sobre los asombrosos ojos verdes, brillantes de evidente ilusión) junto a la sonrisa más bonita que el francés recordaba, se encontraba ante el chico más guapo que hubiera tenido delante; y la ilusión, nervios y anticipación que desprendía eran todas por Jean Paul. - Hola. ¿JP?.Al francés le hizo gracia esa forma de llamarle y sonrió. - Bien sûr!. Hola Jonás. Se dieron la mano (pues el chico la había adelantado entre los dos) y el adolescente la sostuvo unos segundos de más junto con la mirada clavada en los del mayor, que pensaba en lo suave y agradable que el chico tenía la voz. - ¿Vamos a tomar algo?.- Preguntó el rubiales de repente, haciendo que Jean Paul se diera cuenta de que se había quedado algo transpuesto. – He tenido lío de bancos esta mañana y aún no he comido. - Claro. ¿Qué sugieres?.

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- Siempre me han gustado los sándwiches de este sitio.- manifestó señalando una franquicia de la cadena Rodilla apenas a 10 metros. – Si te parece bien.- Jean asintió y comenzaron a acercarse. Durante el trayecto Jean Paul examinó la vestimenta del más joven y le divirtió verle con una mochila algo desastrada colgando del hombro derecho, pues ese detalle acentuaba el aire aniñado del chico; y su ropa no era precisamente elegante o pija, ni tampoco podría decirse que fuera deportiva o vieja… ¿cómo le llamaban a esta moda?. ¿Callejera?. Llevaba un casco rojo completo (los de Marcos cubrían solo la parte superior) con la visera abierta colgado del antebrazo, también debía tener moto. Cuando Jean Paul abrió la puerta de cristal para dejarle pasar, Jonás se detuvo y se volvió hacia él con una expresión algo afectada; miró el cigarro a medio consumir en la mano de su acompañante: - No se puede fumar aquí. Si es molestia buscamos un bar u otro sitio… Casi como un resorte el francés mandó el cigarro rebotando varios metros más lejos. - No hombre, no es necesario. ¿Tú no fumas?. Entraron y se acercaron al mostrador, donde le respondió: - No.- Como para cambiar de tema, el adolescente le echó una mirada con los ojos entrecerrados. – Vas muy elegante. Me gusta. - Merci.- Jean Paul estaba más que complacido con su propia forma de vestir correcta y moderna a la par que distinguida, pero esa apreciación le hizo sentir mejor de lo que hubiera creído. Si, definitivamente hacía demasiado tiempo que no gozaba de la complicidad y admiración de otro hombre. No podía creerse lo estúpido que había sido durante todos estos años recluido, pero eso iba a cambiar. - Por cierto, ¿quieres algo?. Invito yo.- Anunció el adolescente. El moreno asintió con sorpresa, pues lo que menos esperaba que Jonás se ofreciera a pagar algo: suponía que, puesto que mostraba una buena posición social con su ropa, reloj y demás, el rubio esperaría que él lo pagase todo, y le parecía adecuado teniendo en cuenta que la paga de un chico tan joven tenía que ser escasa. Por un momento pensó en decir algo como “pagaré yo”, pero luego se dio cuenta de que Jonás se ofendería si le hacía el feo: si se lo había ofrecido, es porque quería invitarle. - Un café solo. El chico habló con la dependienta y pidió medio de ensaladilla rusa y otro medio de jamón york y queso, más una cocacola y un café solo. Cuando la chica se alejó, aún dándole la espalda, Jonás comentó: - Apenas pude verte unos segundos en aquella foto… casi me había olvidado por completo de cómo eras, y desde luego que no sabía cómo sueles vestir.- Se volvió hacia él y se quedó con los codos abiertos y apoyados en la barra en una posición que a su compañero se le antojó sumamente sexy, pues la gruesa cazadora se había abierto y la fina camiseta que llevaba debajo se le ajustaba en su caída al cuerpo insinuando un torso y un abdomen delgaditos pero muy bien formados. – Apenas conozco nada de ti. Ni siquiera sabía si podría reconocerte.- Estaba serio; mosqueado por el trato a lo largo de estas semanas. Jean Paul suspiró.

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- Siento el secretismo. Supongo que pensarás que me excedo con la precaución… si todo va bien, te contaré pronto porqué voy con tanto cuidado. Pardon me. - Perdonado, con tal de que termines contándomelo.- Aceptó el muchacho, y al instante la sonrisa volvió a su faz. – Solo dime que no es porque estás en el armario y te avergüenza que se sepa que has quedado con otro tío… Jean casi tuvo que contener las risas. - Hace mucho que salí del armario. No tengo de qué avergonzarme. Jonás se había puesto serio de nuevo; Estaba dudando si sacar un tema a continuación, pero se lo había puesto en bandeja: - ¿Ni siquiera de haber quedado con uno… de 16?. El francés miró al muchacho a los ojos durante unos segundos y se le acercó bastante, poco a poco (por si le rechazaba) colocó su brazo sobre los hombros del chico y le dio un suave beso en la mejilla. - No, ni siquiera de eso.- Aparte del aftershave de su rostro, el olor de su cuerpo se le antojó como el de un bizcocho recién hecho. Completamente ruborizado pero lleno de satisfacción, Jonás trató de recuperar la respiración y la calma mientras la dependienta le dejaba la bandeja con comida delante y repasaba el contenido sin haber percibido la muestra de cariño homo. El rubio cogió la bandeja y se dirigieron a una mesa algo apartada. Dejaron los bártulos y se sentaron para empezar a comer. Al cabo de dos bocados, Jonás le miró de nuevo (por fin recuperado): - Pinchas.- Comentó. Jean Paul elevó las cejas cogido con la guardia baja, sin saber si eso era malo: - Me gusta.- Y ambos sonrieron. - ¿Pero te ha molestado?.- Jonás negó con la cabeza. El rubio tenía muchas barreras en su interior con respecto a los acercamientos rápidos de gente que solo quisiera aprovecharse de él, pero un cariñoso besito en la mejilla no constaba entre sus traumas, al menos si provenía de este hombre que le aceleraba la respiración solo con mirarle. – Y dime, Jonás… me has dicho que has estado de líos en los bancos esta mañana. ¿Algún problema?.- Nada más decirlo se dio cuenta de que a lo mejor era un tema demasiado personal, así que intentó bromear para restarle importancia. - No habrás atracado alguna sucursal y tendrás la mochila llena de billetes de quinientos, ¿no?. - ¡Ya me gustaría!. Lo de los billetes digo, no lo de atracar.- Rieron, y del movimiento las piernas de ambos se quedaron rozándose. – Fui a protestar por las comisiones que me habían intentado cobrar a fin de año, son unos cabrones… y luego he movido unos fondos a algo más rentable.- Tras limpiarse las manos, cogió la mochila la abrió y mostró: - Me he traído esto para llevar los comics que pensaba comprarme en Ateneo. ¿Conoces la tienda?. He dejado mi moto por allí. Tras un sorbo de su café, Jean Paul negó con la cabeza y miró las portadas de los comics que le mostraba el adolescente; la mayor parte eran de super héroes, pero también habían algunos manga. - De pequeño me gustaban, pero hace mil años que no leo uno. Me quedé en Mortadelo y Filemón.

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- ¡Lo que te estás perdiendo!. Yo tengo incontables. Cuando quieras verlos dímelo y te vienes a mi casa. Te lo pasarás genial.- Tras decirlo Jonás se quedó muy callado al pensar que podía sonar a otra cosa el pedirle que fuera a su hogar, así que volvió al ataque del medio sándwich que le quedaba intentando que no se le notase la vergüenza. - Bien sûr. Será un placer ir. - No eres alérgico a los gatos, ¿verdad?. El francés se lo planteó: - No que yo sepa, pero no me hacen mucha gracia. El rubio rió. – Pues yo tengo uno en casa: Boloncho. Ya te lo presentaré. Es algo arisco al principio, pero cuando te conozca seguro que cae rendido a tus pies. El mayor asintió. – Sin problema. Me voy a tener que acostumbrar a él…- soltó. Ninguno de los dos pareció darse cuenta de que con esas invitaciones y aceptaciones estaban mostrando lo mucho que se estaban gustando y los planes mentales futuros que estaban forjando para estar juntos mucho tiempo. - Ahora vuelvo. Cuídame la mochila, ¿si?.- Pidió guardándose algo en el bolsillo. Jean Paul no pudo quitarle los ojos de encima mientras el chico se dirigía al aseo. Por un momento se planteó si Jonás no querría que le siguiera para tener un primer contacto íntimo… luego desechó la idea: no podía dejar las chaquetas y la mochila sin cuidado, y por lo que sabía Jonás era un poco más romántico y sensual que un rápido rollete en un mingitorio público… pero el francés resopló al ver ese culito en movimiento. Era un adolescente hermoso sin duda alguna, inocente, algo tímido y con una necesidad inmensa de cariño y contacto físico. Podía notar como el chico quería confiar en él desesperadamente, que tenía una ilusión enorme en esta cita y la verdad es que (admitió) él también estaba empezando a ilusionarse. Le gustaban más jóvenes que él mismo, aunque sus dieciséis años rallaba el límite de lo que podía tolerar mentalmente como aceptable antes de sentirse algo así como pedófilo. Pero pese a ello, estaba absolutamente a gusto al lado de este muchacho. ¿Tan difícil era imaginarse la posibilidad de pasar el resto de su vida al lado de alguien como Jonás?. Sería realmente interesante y edificante verle crecer y guiarle en lo que necesitase, compartiendo sus penas, sus alegrías y sus secretos… Se quedó parado pensando en ello y supo que estaba haciendo el idiota por planteárselo en este momento, a mitad de cita, cuando hacía un rato había tenido pensamientos poco menos que similares con otro chaval. Probablemente el haber estado tantos años reprimido y cerrado a todo pensamiento al respecto de poder rehacer su vida sentimentalmente le estaba pasando factura y haciéndole ver visiones. “¡Arrêt Jean Paul, Arrêt. Más despacio”. Se dijo. Jonás se sentó de golpe tras llegar. Se notaba que se había lavado la cara, las manos y la boca; ahora estaba mascando un chicle. Le ofreció uno sin decir nada a Jean y este lo tomó con igual naturalidad; no era dado a mascar chicle, pero este de menta igual le vendría bien por si luego llegaba algún beso.

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- ¿A qué te dedicas?.- Soy informático.- No era mentira, aunque no era toda la verdad ni por asomo. Para paliar su sentimiento de culpa por estar ocultando cosas decidió contar algún detalle más. – Soy responsable de seguridad en las computadoras de unas cuantas compañías importantes. Jonás abrió mucho los ojos, suponiendo que de ahí todo este asunto de encriptar los mensajes y ser tan cuidadoso. Por un momento se planteó que este hombre podía ser un friki de todo este asunto de los virus, los hackers y demás, pero luego decidió que podía darle un voto de confianza y esperar que en algún momento le contase esas buenas razones para todo el alarmismo que había mostrado. – Suena bien. Es como… ¿revisar los cortafuegos y antivirus de los ordenadores de algunas empresas?. Jean se sorprendió al ver su trabajo de tapadera reducido a una frase tan sencilla e inocente, así que asintió sonriendo. – Podría resumirse así, pero es bastante más complicado. Ofrezco seguridad total… y cobro en consecuencia.- Esta última frase le sonó incluso a él mismo un poco pedante, así que quiso desviar la atención: - Tú me dijiste que estudiabas FP, ¿verdad?. - Si, de formación de empresas. - ¿Qué empresa tienes en mente?. - Aun no lo sé, pero sé que quiero ser mi propio jefe, y la verdad es que tengo muchas ideas. Ya te contaré… por ahora son secretas.- Esa última parte de la frase la susurró con ojos de “misterio”, y se rieron. Jean Paul se dio cuenta de que en los últimos minutos había sonreido más veces que en el último lustro.- ¿Qué quieres hacer ahora?. Durante unos segundos, el mayor se quedó en blanco pensando qué contestar; dar un paseo sonaba tonto, y desde luego que si le invitaba a su casa podría pensar que solo había quedado con él por el sexo. Tendrían que ir a otro lado para seguir conociéndose. - ¿Qué tal si vamos al Horus?.- Al ver la cara del rubio se dio cuenta de que no tenía ni idea de qué hablaba: - Es un bar de copas de ambiente. Está a menos de 5 minutos andando desde aquí.- Perfecto.- Dijo levantándose y empezando a recoger. Al ver como se echaba la mochila a la espalda, Jean se dio cuenta de algo: - Creo que es para mayores de 18… pero no creo que te pongan pegas viniendo conmigo, y menos a estas horas de la tarde.- “Además… no aparenta precisamente ser un niño, no con ese cuerpo y su altura.” Se dijo. ***

El trayecto lo hicieron en silencio, apenas dirigiéndose algunas tímidas miradas de complicidad y anticipación, observándose de reojo y pensando en lo que estaban viviendo y podían sacar de todo ello.

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“¿Y si no puedo tener sexo con él?. Por muy hermoso que sea, tiene solo 16… ¿Y si llega el momento y no me pone… si me siento como un violador o algo así?. El amor tiene dos caras dicen, los sentimientos y lo físico, y lo cierto es que aunque su belleza púber me llame muchísimo la atención, quizá no sea lo que busco, lo que quiero tener a mi lado. Es más, yo tengo bastante más edad, es posible que una vez en pelotas sea yo quien no le atraiga nada a él, y menos si me compara con otros chavalitos más jóvenes con quienes haya follado. Por ejemplo, ¿quién querría tener sexo conmigo pudiendo tener a alguien como… Marcos?.” Jonás trataba de contener los suspiros y caminaba intentando no tropezar de tan atontado que se sentía. También él intentaba centrarse y dejar las ilusiones para más adelante: “Recuerda lo que te ocurrió la última vez que sentiste una química así… todo puede irse al traste en cualquier momento, así que tranquilo.” El pub transformado en bar de copas por la tarde era oscuro, profundo y no había mucha gente, pero al menos tenían intimidad casi absoluta y la música estaba lo suficientemente baja como para hablar sin gritar. Se sentaron juntos en una mesa con sofá del fondo. La proximidad era inevitable y los muslos se juntaron pronto sin que ninguno intentase separarlos, aunque Jean Paul notó algo de nerviosismo en el muchacho. -¿Qué quieres tomar?. Me toca invitar a mí. Jonás ladeó la cabeza adorablemente. – Aquí no habrá buen vino de la comarca, ¿verdad?. - Diría que no. Yo pediré un ron con cocacola, por si te inspira. El adolescente pensó en si quedaría muy infantil pedir un vaso de leche con colacao y al final le dio vergüenza pedirlo. – Vozka con limón, pues.- El camarero tomó nota. - ¿Te gusta el vino?.- Jonás asintió. – Me aficionó mi padre. Tengo una buena bodega en casa. Si te interesa, te haré una cata cuando vengas.“Dios, que he dicho…” se escandalizó y sus mejillas enrojecieron como un tomate. Jean Paul tuvo la delicadeza de hacer como que no había pillado el doble sentido. - Es raro que a alguien de tu edad le guste el vino así; me refiero, sin cocacola para el calimotxo…- Ambos rieron. – Sin embargo, ya es la segunda vez que me dices de ir a tu casa. Jonás, ¿no habrá peligro si voy alguna vez?. Me refiero, tus padres pensarían… - El chico levantó una mano para detener el comentario. – Es mejor que te lo diga cuanto antes: Soy huérfano desde hace años y ahora estoy emancipado. Vivo solo.- Era un tema muy delicado para Jonás, así que examinó con detalle la expresión de su cita ante lo que había dicho. Jean Paul asintió seriamente, evitó cualquier pregunta al respecto y luego cambió de tema: aprobado.

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- Yo apenas tomo alcohol, excepto por alguna cerveza cuando hace calor y alguna copa si salgo de bares, lo que no suele ser a menudo. Igual te extraña al ser francés, pero… no entiendo de vinos. - Ya te enseñaré yo… Se miraron un buen rato mientras bebían sin hablar, pero el silencio no se hacía incómodo. Aunque el más joven carecía de capacidad alguna para leer las emociones de su compañero, no le hacía falta para notar el deseo que crecía en ambos. - ¿Y sueles venir mucho por aquí, por… el ambiente?.- Inquirió el adolescente. Tras pensarlo un momento Jean contestó: - Cuando tenía pareja si… desde entonces no lo había pisado. A decir verdad, mientras veníamos andando se me ha ocurrido que lo más probable es que lo hubieran cerrado… ¡pero aquí sigue!.- Notó algo de alivio en el más joven, así que le devolvió la pregunta: - ¿Y tú, sueles ir al ambiente?. - Vine el año pasado... no al Horus claro, a otro sitio. ¿Cómo se llamaba?. La Cúpula Azul creo. No estaba mal… pero no he vuelto.- El francés seguía mirándole como requiriendo una explicación, así que continuó hablando: - No fumo, no bailo mucho que digamos, no soy de trasnochar… y no me gusta tener que hablar para gritar: Creo que no soy muy dado a la fiesta nocturna.- Compuso un ligero puchero. – Con eso que he dicho te acabaré de parecer un muermo aburrido… Jean Paul rió. – Absolumen. A decir verdad creo que coincidimos en bastantes cosas, aunque no en todas. Hablando de eso, ¿te importa si fumo?.- El chico no respondió, solo se encogió de hombros como si no le importase, pero su respuesta física no era lo que Jean buscaba: la sensación de desagrado que su mente trató de ahogar ante este tema le dejó claro lo que el rubio pensaba. Suspiró alejando la mano del paquete de cigarrillos; eso era un impedimento para comenzar algo serio con él: había intentado dejar el tabaco al menos en 7 ocasiones pero siempre había recaído. Esperaba que “dejar de fumar” no fuera requisito para intentar algo juntos porque, aunque se lo propusiera, no sabría si podría lograrlo. Aun así, podía contenerse un buen rato. A cambio del sacrificio decidió que quería intimar un poco más. – Bueno, y dime… ¿has tenido muchos novios?.- Si no empezaban a coger más confianza, nunca avanzarían. Con algo de concentración Jonás consiguió no ruborizarse: - No. Ninguno. Jean notó que el chico había dudado, pero lo que había dicho al final era verdad, aunque quizá no toda la verdad. Probablemente hubo algún romance especial que no cuajó: - Pero… virgen no eres, ¿no?. - No eso no.- Ahora si se ruborizó. - ¿Y tú?.

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- No soy virgen tampoco. Jonás rió: - ¡No!. Me refería a si has tenido muchos novios, obviamente. - Uno.- Esa respuesta desconcertó al adolescente que le miró con extrañeza enarcando las cejas: - Robert. Es la única vez que me he enamorado. ¿Tú te has enamorado alguna vez?.El rubio iba a decirle que ahora mismo creía estar sintiendo eso, pero supuso que el francés se refería a antes de hoy: - Sí. Hace unos meses. - ¿Qué pasó?.- Jean necesitaba saber cómo había sido la vida amorosa del muchacho. No es que fuera especialmente celoso, pero si quería tener algo con Jonás, quería saber quién era Jonás de verdad, y para él una persona es la suma de todas sus experiencias. - Yo… él…- el rostro del adolescente se había ensombrecido. – No sé qué pasó. Creo que era un mentiroso, un obseso sexual. Me comió la cabeza durante semanas hasta vernos; luego me dijo todo lo que yo quería oír hasta que fuimos a la cama, y desde esa noche no he vuelto a saber de él. Creí que me iba a pedir de ser novios y en cambio me ignora. Le he mandado emails, le he llamado, le he dejado mensajes… pero no quiere saber nada más de mí.- Suspiró. - No lo entiendo. ¿Algo fue mal aquel día en la cama?. Jonás negó con la cabeza, pero se encogió de hombros. – Fue genial. Yo al principio estaba algo cohibido porque era mayor que yo, porque no sabía si estaba preparado… pero creo que no fue nada mal. Yo me lo pasé muy bien y creo que él también. Aún no lo entiendo. Jean Paul sintió algo de celos mezclados con enfado en su interior. – Tuvo que ser un gilipollas para hacerte eso, para dejarte así. – Por un momento pareció que el rubio iba a defender a su antiguo ligue, pero el francés remató la frase: - Te mereces algo mejor, a alguien que te haga feliz, que te dé seguridad y no desaparezca de buenas a primeras. Tú quieres unir tu vida a la de alguien, y eso es posible. Espero que no te hiciera tanto daño como para dejar de creer en el amor. – No te voy a mentir, no le he olvidado porque me llegó muy dentro; Pero tengo asumido que todo fue una mentira; sigue doliendo, pero estoy preparado para seguir adelante. Quiero seguir adelante. - Es horrible enamorarse solo para perder a quien quieres. Comprendo tu dolor. Jonás se volvió hacia Jean con los ojos brillantes pero contenidos. –¿Qué pasó con Robert?. - Murió, hace nueve años.

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- Lo… lo siento.- La cara de Jonás era de verdadera pena, y su mano cogiendo fuerte la de Jean Paul le transmitió sincero apoyo y consuelo. - No pasa nada, fue hace mucho.- Subió la mano del chico hasta su boca y la besó, pero el adolescente pudo entrever como los negros ojos de Jean se habían tornado algo vidriosos. - Me he centrado en el trabajo todo este tiempo porque creía que ya no volvería a sentir nada por nadie. Tras tragar saliva, Jonás preguntó: - Y ¿sigues pensando eso?. - Sinceramente no lo sé; Espero que no, deseo que no, pero no puedo descubrirlo solo. Ni una sola palabra más era necesaria, los ojos del uno se clavaron en los del otro sin parpadear, las manos se apretaron más, los cuerpos se acercaron milímetro a milímetro y las bocas se entreabrieron deseosas, necesitadas, fundiéndose en un beso que comenzó muy poco a poco, como si intentasen no herirse el uno al otro. La pierna del rubio subió sobre la del francés y los cuerpos se acomodaron para abrazarse ligeramente primero y cada vez más fuerte mientras el saboreo de labios fue dejando paso a las lenguas en un jugueteo cariñoso y pícaro que, minuto a minuto, fue subiendo de tono mientras las bebidas languidecían olvidadas; habían hecho bien al sentarse en el sillón más íntimo del local. “Dieu… ¿cómo he dudado en que Jonás podría o no ponerme sexualmente?. Estoy que exploto; Y mira que paquete tiene el chaval. Oh lala!… le va a estallar el pantalón. No puede ser todo suyo, tiene que ser una arruga en la tela o algo así.” Meditó Jean Paul subido en el séptimo cielo mientras una mano del adolescente le acariciaba la nuca y la otra la mejilla cubierta de vello negro. Jonás comenzó a jadear de excitación. En medio del apasionado abrazo la mano de Jean Paul se metió bajo la camisa del otro y se maravilló ante lo prieto que sentía su suave torso, su abdomen sin grasa… y luego bajó casi sin darse cuenta hasta su entrepierna, donde apretó su duro sexo confirmando que todo aquel bulto “era de verdad” y masajeándolo repetidamente mientras le besaba. Justo cuando se planteó que hacía casi un minuto que notaba al chiquillo frío y quieto, como si solo se dejase hacer, Jonás se separo de un brinco agarrándose el pecho por sobre el corazón. – ¡No!.- Exclamó en voz alta haciendo que las cabezas de los demás clientes se volvieran hacia allí; una lágrima le caía por la mejilla. – No puedo. No puedo. No puedo…- fue diciendo en voz cada vez más baja hasta susurrarlo mientras cogía su mochila y su casco, y entonces salió corriendo como si le quemasen los pies y desapareció del local dejando al francés con la boca abierta y los labios brillantes de saliva.

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Capitulo 6

L

a mesa del ordenador del salón de Jonás estaba llena de clinex usados y arrugados. En el suelo de una esquina yacía hecha añicos el marco y la foto de su padre abrazándole. El ordenador estaba encendido, la pantalla mostraba un juego abierto con el que el adolescente había intentado distraerse durante el resto de la tarde, pero su mano sobre el ratón se negaba a moverse y su personaje no hacía más que morir una y otra vez cada pocos minutos. Y a él no le importaba. Boloncho estaba hecho un ovillo sobre sus piernas pero no dormía, le miraba fijamente pues notaba que le pasaba algo a “su humano”. Jonás cruzó su mirada vidriosa con él: - Seguro que estás pensando que he sido un gilipollas. Yo también lo pienso.- Se le escapó un sollozo: Mierda, mierda… hace ya 5 años y sigue ahí. No me deja en paz… hijo de puta, cabrón mal nacido…- al menos la rabia le permitía controlarse y, pese a la voz rota, notaba como se iba calmando. – Que suerte que te moriste.- murmuró fieramente con la mirada perdida. Se quedó como sin fuerzas, con la mente en blanco y sin energía ni para mover los brazos que parecían pesar una tonelada. Era como si la gravedad tirase de él hacia el suelo con una fuerza 10 veces mayor que la habitual y ya solo podía hundirse más y más… - Ping.Por el rabillo del ojo vio algo brillando en la barra de tareas del Windows, algo del Messenger. Apagó el juego al instante y salió al escritorio. Era un nuevo contacto llamado Jenesepa que le había agregado y esperaba que lo aceptase para hablar. ¿Jenesepa?.

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No quería hacerse ninguna ilusión, probablemente sería un compañero de clase que se había hecho una nueva cuenta o algo así, pero le dio a “aceptar” y se quedó esperando. > Fue lo que le llegó desde el tal Jenesepa. “¿Qué es esto?. No se entiende nada, es como cuando Boloncho corre por mi teclado y escribe algo. O como cuando viene encript… ¡el Pgp!. ¡La clave de Jean Paul!.” Copiar, pegar, desencriptar… Fue la traducción. Ahora si se le aceleró el corazón al adolescente, tanto que tuvo que colocarse la mano encima para aplacar el dolor. > Escribió en el PGP, lo encriptó con la clave y lo pegó en la conversación. > Fue comprensible la respuesta tras traducirla con el programita, igual que el resto de la conversación. El rubio tragó saliva y pensó en qué decir con calma durante unos segundos… luego se derrumbó y empezó a escribir sin poder parar: > Unos segundos después la respuesta. > Jonás iba a contestarle que “de eso nada”, pero el otro siguió escribiéndole: > > > Convino el francés. > Aceptó Jonás. > > Los dedos se le trabaron al adolescente una y otra vez, borró unas 4 veces distintas frases explicativas, y al final se rindió. > > Respondió Jenesepa. > > Pidió notando como todo el cuerpo le temblaba.

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Un minuto después le llegó la respuesta: > > Había observado que Jean Paul escribía todo correctamente, así que se concentró en escribir bien para no ser menos. > De nuevo un larguísimo minuto de silencio hizo sufrir a Jonás. > Nada más leer eso, las mejillas de Jonás se llenaron de lágrimas sin poder evitarlo. > > > > Comenzó a escribir alguna clase de despedida como “un beso”, pero lo borró. Luego escribió “un abrazo” y también lo borró. Cuando iba por el tercer intento Jenesepa ya se había desconectado y el rubio se maldijo a sí mismo por su indecisión. Miró a Boloncho (que se había bajado al suelo y le miraba moviendo la cola como con expectación) y le anunció: - Tengo una nueva oportunidad. Será duro… pero voy a hacer todo lo que pueda. No voy a rendirme sin haberlo intentado de verdad. ***

A las 16:12 de la tarde del domingo, un taxi aparcó justo delante de Talleres Ferro y de él se apeó Jean Paul embutido en su gabardina negra. La persiana estaba cerrada pero no tenía puesto el candado. Encendió un cigarro, se acercó, elevó la mano y se quedó casi como una estatua, asaltado una vez más por los pensamientos que le habían asediado las últimas horas: “No me reconozco a mí mismo.

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Durante tantos años he sido tan serio, tan meticuloso, cuidadoso y distante con el mundo… y de repente me decido a encontrar a alguien que devuelva la ilusión a mi vida y todo se pone patas arriba. En un mismo día he encontrado a dos chavales excepcionales y me he comportado como un atontado que se emociona sin garantía alguna… y lo cierto es que estoy como antes: solo y sin nada seguro, derrochando sentimientos como un imbécile, cuando solo tengo agua escurriéndose entre mis dedos. ¿Porqué he aceptado quedar de nuevo con Jonás?. Ayer demostró ser un crío inmaduro lleno de inseguridades y que no tiene claro lo que quiere, capaz de actuar histéricamente por impulsos… y sin embargo es un chico sumamente bello, no solo de cuerpo y de rostro, sino de mente. Me pareció alguien completamente sincero, inocente, simpático, y la verdad es que me impresionó saberle emancipado a sus dieciséis años, ocupándose de sus finanzas y demás. Eso sin contar con que vi claramente su anhelo de tener algo serio conmigo, y también estaba clara la gran atracción física que sentía por mí… …Por eso no me explico porqué reaccionó así. Por un momento creí que podría funcionar lo que estábamos iniciando, y se largó sin explicación de la manera más dramática posible, casi como si le hubiera intentado violar. Yo no quiero sentirme así, como alguien que le fuerza a hacer lo que no quiere.” Miró su mano alzada justo ante la persiana de metal y la bajó poco a poco, más porque sus pensamientos seguían deteniendo su avance que por vergüenza de que alguien le viera así. “Si hubiera encontrado ayer solamente o a Marcos o a Jonás, a uno de los dos, lucharía por ese uno con toda la ilusión y ganas que tengo por rehacer mi vida sentimental… pero es que ha dado la maldita casualidad de que son dos los que me he cruzado casi a la vez. No estaría justo ante esta persiana ahora mismo si no fuera porque el enlace y las sensaciones que tuve y que percibí en Marcos por mí, fueron igual de fuertes que las de Jonás. Marcos es un chaval muy sexual, ya crecido si lo comparo con el adolescente, pero sigue siendo mucho más joven que yo; Es completamente diferente a Jonás, pero igualmente parecía tener en mente vivir algo profundo junto a mí; cosa que no entiendo porque apenas le he tratado y apenas hemos hablado. Con Marcos creo que el asunto sería más fácil tan solo basándome en la edad que tiene, y en que quizá tiene más experiencia y seguridad en lo que quiere, no lo sé. Lo que sí sé, y eso es innegable, es que no tengo nada seguro ahora mismo, que estoy libre y buscando, y que no voy a poner a Jonás por delante de Marcos después de lo de ayer. No puedo ilusionarme con un chico que apenas conozco y que me puede decepcionar a la mínima, sin tener ningún compromiso con él.” Tras tirar la colilla, golpeó secamente el metal de la persiana dos veces y suspiró. “Si tengo tan claros esos pensamientos ¿porqué me siento culpable al darle también una oportunidad a Marcos?. Igualmente Jonás podía no aparecer esta tarde, o volver a salir corriendo, o estar conociendo otros chicos esta misma mañana… y yo no podría echarle nada en cara.” La persiana se abrió desde dentro y la figura de Marcos fue quedando expuesta poco a poco, permitiéndole fijarse en sus botas de cuero negro, en su abultado paquete, en su perfecto torso marcado vestido con una camiseta negra de tirantes (con el cartel “badboy” escrito en rojo sobre él, con un cuernecillo sobre la “b” y

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otro sobre la “y”) y finalmente en el afilado rostro del muchacho con una ligerísima sonrisa y un brillo especial en la miel de sus iris. Estaba afeitado y llevaba la melenita recogida en una pequeña coleta en la nuca, aunque algunos mechones le caían sobre los ojos. Ahora pudo ver que también tenía un piercing, un único pendiente de plata en el lóbulo de la oreja izquierda. – Lo siento, no queremos comprar ninguna enciclopedia…- bromeó, pero al ver el gesto de incomprensión del recién llegado le tendió la mano para estrecharla de modo informal- Hola Jean.- Se apretaron la mano. - Bonjour, Marcos. Vengo por mi coche… si te ha dado tiempo a repararlo. - ¿Lo dudas?. Anda, entra a por tu preciosidad.- Al pasar pegado a su lado, el francés pudo notar su calor y su olor. No sabía que colonia usaba, pero le arrebataba el sentido y se escuchó suspirar antes de poder controlarse. El mecánico le dio las llaves y Jean Paul se metió en la cabina para encenderlo. – Escúchalo. Ronronea como un gatito en celo, ¿verdad?. - Incroyable. Como nuevo.- Le dio gas y lo sacó a la calle. - ¿Qué le pasaba?. - El filtro de partículas se había quemado. No quiero aburrirte con los detalles, de todas maneras te lo cubre el seguro…- comentó cerrando con candado la persiana tras ellos y volviendo a la ventanilla para seguir hablando. Jean Paul detuvo el motor y se quedó unos segundos mirando el volante. Podía ahora mismo darle las gracias al muchacho e irse con su coche para no volver, centrándose en la oportunidad que quería darle a Jonás esta noche para aclararlo todo… o comprobar hasta dónde era posible llegar con este chico tan chulito. Lo miró de reojo y volvió a notar la química entre ambos solo con cruzar los ojos. Se fijó en las ligeras ojeras bajo los sensuales ojos de Marcos y se dio cuenta de que debía haber estado trabajando en su coche toda la noche. - ¿Te parece si lo probamos?.- Se le ocurrió. - ¡Ya tardabas en pedirlo!.- Exclamó el mecánico sentándose en el asiento del copiloto y poniéndose el cinturón. -¡Dale caña!. Salieron a la autovía que circunvalaba Alicante y pasearon a buena velocidad durante un buen rato. - ¿Te importa?.- Preguntó Marcos sacando un pequeño pendrive de su bolsillo y señalando el aparato de música. Ante el cabeceo positivo del francés lo metió en la ranura y Linking Park comenzó a dar buen ritmo al paseo, aunque el volumen estaba lo suficientemente bajo como para hablar. -¿Qué tal tu… tu cita de ayer?. ¿Triunfaste?.- El tono de voz trataba de ser amable e informal, pero de la respuesta dependía mucho, y Marcos se merecía sinceridad. – No fue precisamente bien. Prefiero no pensar en ello ahora. - Ok.- Subió la música unos decibelios más, pues ahora llegaba un estribillo pegadizo y lleno de energía, y el muchacho cantó algunas estrofas con una evidente falta de conocimiento del idioma inglés que hizo reír a Jean Paul olvidando sus comeduras de cabeza. Llegaron hasta la costera ciudad de San Juan y el coche se detuvo en la calle a pocas decenas de metros del mar embravecido. La oscuridad que había descendido en este tardío invierno era solo rota por la tenue luz de las farolas a lo largo de todo el paseo. Hacía viento esta noche, y la vista era preciosa con las olas rompiendo sobre las rocas y cayendo sobre el parabrisas en dispersas gotitas.

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Marcos quería decir algo, pero no le salían las palabras. Estaba claro que Jean Paul no le veía solo como a un mecánico, pero no sabía como iniciar esto de manera que no pareciera que solo quería sexo. No estaba acostumbrado a hacer declaraciones como la que tenía prevista: - Jean… - Marcos…- Los dos habían empezado a hablar a la vez, así que les dio risa durante unos segundos. – Dime. - No, dime tú primero. - ¿Cómo estás?.- Preguntó el francés. - Bien…- contestó el muchacho sin saber muy bien que decir. - Me refiero en tu vida. El moreno se quedó algo parado. No era de darle mucho a la cabeza y esa clase de pregunta se le antojó muy rara, aunque la respuesta le vino clara y directa a la cabeza: - Solo. Estoy solo y no me gusta. - Yo también.- Jean Paul le puso la mano en el hombro y apretó con afecto, se miraron fijamente y se sonrieron sin necesidad de aparentar ya ni chulería ni falsos intereses. Se acercaron poco a poco, mirándose, saboreando el momento con anticipación y se besaron llenos de pasión animal.

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Capitulo 7

H

ay quien dice que un automóvil es uno de los lugares más incómodos para hacer el amor; quizá sea cierto, pero también es cierto que cuando las ganas y la excitación están al máximo, poco importa el lugar si estás haciendo lo que quieres. Jean Paul y Marcos habían hecho exactamente lo que habían deseado durante aproximadamente hora y media en aquel oscuro paseo, y era la tercera vez que la ventanilla se abría durante dos segundos para dejar caer un condón usado (anudado y repleto) en la papelera situada justo al lado del coche. “Entonces, mi francesito… ¿deseas que nos enamoremos?”. Pensaba Marcos en ese momento, mirándole a los ojos con una sonrisa de felicidad difícil de superar bajo sus ojos atractivamente entrecerrados. - Sigo pensando que deberíamos vestirnos. Cualquiera que pase por aquí podría darse cuenta de lo que hacemos y llamar a la policía. El moreno le calló con un nuevo beso apasionado en los morros, juntando los torsos sudados y gruñendo juguetonamente. - Ni te preocupes por eso. Conozco este lugar, no pasará nada. Jean sabía que al menos 4 personas habían caminado por la cercana acera desde que él y el muchacho comenzasen el acercamiento amoroso, pero por suerte ninguna parecía haberse percatado de lo que sucedía dentro del coche. El francés no podía dejar de erectarse una y otra vez ante el cuerpazo del chaval que ahora estaba sentado sobre su entrepierna completamente desnudo, mordiéndole los labios y haciéndole cosquillas con la melenita que se había soltado. Su perfume corporal le había robado la razón, y su expresión pícara y desafiante le retaba una y otra vez a amar a este jugoso chaval que tan lascivamente había entrado en su vida.

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Jean Paul miró el reloj y se dio cuenta que apenas faltaba media hora para verse con Jonás, y ni siquiera se había duchado aún. - Vamos a tener que irnos… - ¿Porqué?. ¿Hay algún lugar mejor en el que podamos estar?. El francés bajó la vista (intentando no mirar esos abdominales marcados y ese mástil de carne que siempre pedía más guerra) y tragó saliva. No solo se lo había pasado bien, sino que estaba claro que esta historia con Marcos no iba a quedarse en un mero polvo, lo leía en sus ojos y lo sabía desde su propio corazón… pero también sabía que no podía ni quería faltar a la promesa que le había hecho a Jonás: acudiría y le dejaría explicarse, aunque estaba bastante claro que si tenía que elegir entre un adolescente inseguro y Marcos, su elección era más bien clara. Y si pensaba comenzar algo con este morenazo que tan profundamente le entraba en el corazón con su desparpajo y su seducción innata, si quería que la relación que pensaba comenzar con él durase indefinidamente, no podía comenzar con mentiras: - En un rato he quedado con el chico de ayer. Jean Paul esperaba muchas posibles reacciones en Marcos, pero solo percibió en él pensamientos tipo “Tranquilo, contrólate…”. Le notó temblar como de rabia o miedo, pero su cara intentaba sonreír. Preguntó con aparente indiferencia: - ¿Y qué vais a hacer?. El francés suspiró aliviado al ver que le dejaría explicarse: - Ayer el chico y yo estábamos tomando una copa cuando nos besamos y… se asustó y salió corriendo. Me da la impresión de que le falta madurar bastante, pero me cayó bien. Me pidió esta mañana que le dejase explicarse, y eso voy a hacer. No quiero dejar que se quede traumatizado: podrá explicarse. - ¿Solo eso?.- Su rostro aún sonreía, pero sus pensamientos turbulentos eran casi tormentosos. - Ese es el plan.- Le cogió de la melenita y acercó de nuevo su boca a la del mecánico. – No te voy a dejar tirado, Marcos. Esto ha sido mucho más que sexo, mon cher… no te voy a dejar escapar.- Y le besó. - ¿Mohnsehg?.- El alivio y alegría que desbordó la mente del moreno, que trató de disimular agarrándole de ambas muñecas y forzándole a quedarse quieto. – Claro que ha sido más que un polvo, han sido tres por lo menos… pero tienes razón: yo tampoco te voy a dejar escapar. Y si tengo que pegarme de ostias con quien sea avísame, que no me voy a acobardar si tú eres para el ganador, Jean. Tras unas cuantas carantoñas juguetonas y varios lametones lascivos, por fin Marcos consintió en sentarse en su asiento y se vistieron. El chico estuvo a un segundo de pedirle al francés que le dejara acompañarle a su cita, pero se contuvo: no quería parecer demasiado posesivo o desconfiado todavía. Antes de arrancar el motor, Jean Paul sacó su paquete de tabaco y se encendió un cigarro, tras lo que ofreció uno a su compañero:

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- ¿Voulez-vous?. - Ni de coña.- Se había puesto muy serio y le miraba apretando los labios. El francés resopló. ¿Qué pasaba hoy en día?. ¿Nadie fumaba o qué?. - ¿Te molesta que fume?. - Si. No se esperaba una sinceridad tan directa; elevó un tanto su ceja y notó como en su interior batallaba la posibilidad de sentirse ofendido con el sentirse molesto por la poca permisividad. - ¿Pourquoi?. Marcos tenía el ceño un tanto fruncido pero no miraba a Jean Paul sino al horizonte. - Mi hermano murió de cáncer de pulmón. Él y yo fuimos fumadores pasivos desde que nacimos por culpa de mi padre. Como siempre suele suceder, la noticia de la muerte de un ser querido paralizó cualquier sentimiento de ofensa que Jean estuviera sintiendo. - Je suis désolé. - No es culpa tuya. Fue culpa de mi padre… y bastante mal lo ha pasado y lo está pasando. – Miró seriamente a su amante. – Desde que murió Román, mi padre ha intentado dejar de fumar 100 veces debido al sentimiento de culpa; ha usado pastillas de nicotina, parches, cigarros de plástico, incluso terapia de hipnosis… pero siempre vuelve a caer. Es un veneno que te mata, a ti y a quien tienes alrededor… y a la vez es una droga que te controla y te impide ser libre.- Trago saliva y agachó la cabeza dejando que el flequillo le cubriera los ojos. – Tengo que ser claro contigo: no lo soporto. No puedo con el tabaco. Pese a entender completamente lo que Marcos le estaba diciendo, la frase final le sonó a ultimátum: -¿Me estás diciendo que si quiero tener algo contigo, tengo que dejar de fumar?. El otro comenzó a negar con la cabeza, pero se detuvo. - No lo sé. Sé que yo no puedo admitir a alguien que fume a mi lado, porque no podría soportar verte morir por una tontería como el tabaco, o saber que me has matado tú si a mí me diera un cáncer. No te voy a pedir que hagas o dejes de hacer nada, yo solo te informo de cómo soy y de dónde están mis límites. El resto lo decides tú.- Nada más decirlo, Marcos se arrepintió: este había sido el peor momento que podía elegir para poner al francés entre la espada y la pared con un tema tan jodido, la noche en que iba a quedar con otro chico que, aparentemente, también le había gustado… pero no podía callárselo si iba en serio. Ya no. - D’accord. Lo capto. El viaje de vuelta hasta el taller fue bastante silencioso, y al llegar Marcos se bajó y se quedó unos segundos con la puerta abierta.

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- Ya sabes dónde trabajo. Si quieres… llámame o…- apretó los dientes y se alejó hacia la oscuridad. Jean Paul no dijo nada. ***

La cara del francés no podía ser más seria, sentado en el respaldo de piedra de uno de los bancos de Los Luceros mientras meditaba sobre lo sucedido. Cierto que notaba que el tabaco le impedía hacer ejercicios físicos con la misma facilidad, y que era un engorro tener siempre encima un paquete de cigarros; era un asco perder tiempo y dinero comprando tabaco y que el sabor de su boca en un beso fuera mucho peor… eso sin hablar del olor general de su ropa y cuerpo, del riesgo para su salud y del mono que le entraba cuando pasaba demasiado tiempo sin fumar… ¡pero no era tan horrible!. Es decir, si tenía ganas, se fumaba uno y se quedaba tan a gusto. Acababa de encontrar a un muchacho genial con el que tendría una vida llena de sentimiento, pasión, complicidad y morbo y todo se ponía en peligro por la manía tonta de Marcos con el tabaco. ¡Qué casualidad lo de su hermano!. Cualquiera podía tener un cáncer de cualquier cosa… Resopló asqueado mientras le daba otra calada a su cigarro. Antes de empezar a buscar pareja no le había dado importancia a encontrar a alguno que fuera fumador, pero realmente si se ciñera a los hombres que fumaban se ahorraría problemas. Miró la colilla con rencor y la lanzó lejos negando con la cabeza. Podía intentar dejarlo, pero nada le garantizaba que esta vez tendría éxito; Sería algo realmente feo y deprimente andar fumando a escondidas y disimulando el aliento con chicles de menta ante Marcos. No quería eso. Se sorprendió al ver acercarse a Jonás, y es que casi se había olvidado de él por el reciente mal rollo con el mecánico. Durante unos instantes se planteó si había vuelto a ser un tonto por aceptar verse con el adolescente de nuevo sabiendo que no iba a funcionar… pero la sonrisa del hermoso muchacho le desarmó rápidamente. Venía con la capucha azul de su cazadora hasta casi los ojos, vestía más abrigado que el día anterior (teniendo el cuenta el frío y la noche era lógico) y portaba su casco en la enguantada mano derecha. No llevaba mochila y se estaba quitando con la diestra unos auriculares de música de los oídos cuando llegó hasta él. Apenas había gente en la calle. - JP, hola.- Se sacó un guante y le tendió la mano, que fue estrechada rápidamente antes de hacerle una seña para que se sentase a su lado en el banco. - ¿No nos vamos a una cafetería calentita?. - No sé cuanto tiempo vamos a estar… además, igual no me dejarían fumar allí.- Contestó algo secamente mientras sacaba un nuevo cigarro y se lo encendía con algo de rabia, pero casi al instante se arrepintió por haber sido así de duro al ver y percibir el desencanto y tristeza en el rostro de Jonás al sentarse a su lado. Intentó no mirarle a la cara, pues sus mofletes rojos de frío le enternecían y quería mantenerse firme. Por un momento su atención se la llevó un hombre bastante abrigado del otro lado de la calle que parecía ir a cruzar al parque donde ellos se encontraban, pero que finalmente se detuvo al lado del cerrado kiosco y se puso a curiosear las portadas de las revistas.

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Tras tragar saliva, Jonás asintió. - Como quieras.- Se esperó mientras el francés le daba unas caladas al cigarro y luego comenzó: - Siento el modo en que me fui ayer cuando estábamos… comenzando. Me puse nervioso y me sobrepasó. - Ya te dije esta mañana que lo entendía, que sé que eres muy joven y que quizá te sentiste forzado a hacer algo que no querías. No pasa nada. Estoy seguro de que encontrarás a alguien cuando tengas claro lo que… - ¡JP!. Por favor déjame explicarte…- El francés se quedó algo parado ante la autoridad del chico, y le concedió una fuerte personalidad que hasta ahora no había visto en él. Sin embargo, no veía bien esta falta de humildad y sumisión a la hora de disculparse por una acción sin sentido como la que tuvo; aún así asintió: probablemente se encontraba ante los últimos minutos que iba a pasar en su vida junto a Jonás; dejaría que fuera como él quisiera. El adolescente le miró directamente durante un minuto y pidió: - Por favor, mírame a los ojos. Resoplando con fastidio pues no quería caer en el hechizo de su belleza, aceptó. El rubio se quitó la capucha exponiéndose completamente. - En estos momentos tienes toda mi atención.- aseguró, y trató de cerrar su lectura de emociones al chico pues se estaba dando cuenta del titánico esfuerzo que Jonás estaba haciendo para contarle algo, de lo mal que lo estaba pasando y del deseo tan enorme que tenía de que todo se arreglase entre los dos. - Mi padre me violó.- Dijo directamente, luego tragó saliva y desvió sus ojos al suelo unos instantes como para coger fuerzas. El shock de escucharlo fue tan grande para Jean que no pudo hablar. – Unos años antes de morir empezó a hacerlo.- Ahora estaba muy serio; su entonación era neutra, sin tratar de acusar ni de soltar toda la pena que llevaba dentro por ello. - Dieu…- pudo decir por fin el francés, y no pudo evitar pasar un brazo por encima de los hombros de Jonás para darle apoyo y calor; no encontró más que decir, pero se fijó en el vello erizado del cuello del rubio ante su contacto. - Yo no he…- Jonás tomó aliento y Jean se fijó en que el chico se agarraba el corazón como si le doliera, luego se pasó el dorso de la enguantada mano por la mejilla para borrar una lágrima con rabia. – Yo no he contado esto antes a nadie, pero me importa tanto lo que hemos comenzado, me importas tanto tú, que te cuento toda mi verdad sin guardarme nada.- El francés asintió seriamente notándose más cerca de él que en ningún otro momento. – Es por eso…- su voz se había roto de nuevo, así que susurró para poder seguir hablando. - …que a veces puede que notes que me cuesta avanzar mucho de golpe. - No pasa nada, lo entiendo Jonás, de verdad.- Se quedó pensativo un momento notando el cuerpo del muchacho temblar bajo su brazo. – Pero quiero que te plantees una cosa… ¿es posible que te sientas así conmigo porque soy mucho mayor que tú?. Es decir, que con alguien de tu edad no te asaltasen esos recuerdos subconscientes que te alteran tanto... No quiero recordarte a tu padre. El rubio negó fuertemente. – No sé si es así por lo que me hizo mi padre, pero tengo claro me gustan mayores y no quiero analizarlo más. Y de entre todos los adultos que me he cruzado, tú eres quien me ha llegado más adentro. Solo necesito que tengas un poco de paciencia conmigo.

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Jean Paul tiró la colilla y suspiró. – Te refieres que si intentásemos algo, tendría que ser sin sexo durante un tiempo, ¿no?.- Su atención se desvió de nuevo al hombre que miraba el kiosco; estaba cruzando ahora hacia el parque donde ellos estaban situados y buscaba algo en su bolsillo. Jonás abrió los ojos como sorprendido: - No, no… no es eso. Solo que me dejes a mí dar los pasos en las primeras veces, para acostumbrarme a ti y poder estar tranquilo a tu lado. No me malinterpretes, no es por ti, me pasaría con cualquiera que se me acercase demasiado. – El hombre se había detenido y se había agachado a atarse una cordonera; lo que había sacado del bolsillo era tan solo un móvil, así que en principio Jean podía tranquilizarse. Malinterpretando el silencio del francés, le instó: -JP, dime algo… El adulto meditó unos segundos en cómo decir la siguiente frase sin herir al chiquillo: - Jonás, lamento en lo más profundo lo que te hizo tu padre, y me alegro de que haya una explicación lógica para el modo en que te fuiste ayer que no implique que seas inseguro, indeciso, inmaduro o cualquiera de las cosas que había empezado a pensar sobre ti.- el rubio asintió para que continuase. - Pero no creo estar preparado para tener algo contigo, si temo que cada caricia que te haga te asuste, te cause un trauma o te aleje de mí. Mi realidad es que por mis propias estúpidas comeduras de cabeza he pasado 9 años de mi vida completamente solo, y que ahora necesito cariño, amor, confianza… Necesito seguridad en quien tenga a mi lado. Si tú y yo fuéramos a iniciar una relación, yo necesitaría poder ser yo mismo y no tener que refrenarme si me apetece darte un beso o manosearte, necesito no tener miedo a que huyas de mí o a forzarte a hacer algo que no quieres. No creo que estés preparado para eso.- ¿Cuánto tiempo necesitaba para atarse la cordonera?. Ah, ya se levantaba… pero ahora parecía que le vibraba el móvil y se ponía a hablar allí parado. Estaba empezando a ponerle nervioso. Jonás había escuchado atentamente al mayor y asintió aceptando lo que decía. – Te comprendo. Lo entiendo.- Pareció plantearse algo, decidir algo: - Me he equivocado al pedirte que tengas paciencia. Es cosa mía superar mis tonterías mentales, igual que has hecho tú con lo de Robert, así que retiro esa frase. Voy a intentar con todas mis fuerzas controlar toda esa mierda que llevo dentro y que tú no tengas que preocuparte por mis tonterías.- Al ver que Jean dudaba, continuó sin dejarle hablar. – ¡No!. No voy a intentarlo, voy a hacerlo. Las cosas que realmente importan no se intentan, se consiguen… y yo voy a controlarme. Necesito tenerte a mi lado, JP. Quiero saber si es posible algo juntos. ¿Qué me dices?. Daba la impresión de que el rubio había gastado su última bala y le miraba fijamente con los ojos vidriosos, intentando contener los nervios; más Jean Paul no podía dejar de mirar disimuladamente al transeúnte allí en el parque, inmóvil mientras hablaba por el móvil… daba vueltas sobre sí mismo como distraído por la conversación. De repente se quedó quieto apuntándoles exactamente a ellos con la cámara del reverso del móvil. Jean solo tuvo medio segundo para levantar disimuladamente el brazo, bajar la cabeza y así evitar salir retratado. Cogió a Jonás del brazo y lo hizo levantarse. Debía irse de allí. – Esta piedra me ha dejado el culo helado.- Dio la espalda al supuesto fotógrafo espontáneo y sonrió al chico. - ¿Sigue aún en pie tu invitación para conocer a tu gato y probar alguno de tus vinos?. El adolescente pareció atónito unos instantes, pero al momento supuso que JP le estaba probando para que demostrase que no se acobardaba al plantearse el estar juntos en su casa, para que demostrase que sus

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buenos propósitos iban en serio. Le molestó un poco tal falta de delicadeza cuando acababa de contarle lo que le sucedió, pero supuso que se lo merecía; Además, la perspectiva de estar con Jean Paul en cualquier situación agradable le parecía un regalo del cielo. - Claro. Cuando quieras. - D’accord. Vamos.- Y se alejó de allí con el brazo sobre los hombros del jovencito y sin volver la cara atrás. -¿A… Ahora?. – Jean Paul no respondió- Pero mi… mi moto está por el otro lado. - Te llevo yo. Vamos en mi coche.

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Capitulo 8

J

ean Paul no podía dejar de darle vueltas al asunto: Ese hombre que había llegado a la plaza siguiendo a Jonás, y luego les había vigilado e intentado fotografiar. Al final le había despistado callejeando antes de llegar al coche, pero había sido difícil de lograr mientras engañaba al chico para que no se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Y es que, ¿le estaban vigilando a él?. ¿A Jonás?. ¿Era algún detective privado?. ¿La policía?. ¿Prime.corp?... Fuera como fuese, no había sido ninguna imaginación suya porque casi resultó surrealista la pseudo-huida por las calles en donde tuvo que recurrir a arrinconar al chico dentro de un portal y comerle a besos la boca (para distraerlo) mientras esperaba a que el perseguidor pasase de largo. Por fin habían llegado al coche y conducían siguiendo las indicaciones del ilusionado adolescente. Ahora solo podía pensar en que quizá Nina tenía razón en sus primeros consejos sobre seguir solo y olvidarse de tener lazos fuertes con otras personas, ya que los ponía en peligro. Por eso mismo lamentaba mucho ahora haberle dado esperanzas al rubio con los besos. Su futuro con este chico era completamente dudoso tanto porque aún tenía una elección pendiente (entre él y Marcos), como porque él mismo debía plantearse si le era posible mantener una relación con un adolescente sabiendo que este tenía un trauma que podía aflorarle en cualquier momento en que él quisiera un acercamiento mayor. Pero ahora mismo lo único que le importaba era poner a Jonás a salvo y mantenerle aparte de cualquier riesgo causado por su relación con Prime.corp. Estaba tan ensimismado en esos derroteros mentales que no se percató del silencio en su acompañante hasta que un ruido de sonarse los mocos le llegó desde el asiento del copiloto. Al mirarlo se dio cuenta de que tenía los ojos rojos y debía haber estado llorando, pero ya estaba calmado; también se dio cuenta del otro clinex que había en el suelo al lado de sus pies, uno que debía haber servido para limpiarse del pecho el semen de Marcos. “¡Putain!”. No había tenido tiempo ni de darle un repaso al coche antes de ir a ver a Jonás.

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Esperaba que no se percatase del húmedo pañuelo, o podría mosquearse. - ¿Estás bien?. Si te has mareado puedo parar un momento. - No, no… puedo aguantar. Faltan solo dos calles. - Bien pues… aparquemos aquí y démonos un paseo hasta allí.- No lo preguntó, lo decidió así. Si tenían también vigilada la casa de Jonás, no quería que fichasen su coche por allí. Irían despacio y él vigilaría cada esquina antes de acercarse. *** Nada más entrar al apartamento de Jonás, Jean manipuló el inhibidor de ondas desde el bolsillo de su abrigo para anular los posibles sistemas de escucha y cámaras instalados por aquellos que, según pensaba, estaban vigilando al chico para llegar a él; luego se permitió olvidarse del tema un rato. El sitio en sí le resultó sumamente sorprendente, no solo por lo grande que era la casa, por los enormes ventanales, las preciosas vistas al mar y el mobiliario de diseño, sino por lo limpio y organizado que parecía estar todo. Para el francés, un hogar ordenado era sinónimo de una persona organizada que actuaba con mesura y con opiniones bien formadas. También le llamó mucho la atención el cazasueños sobre la enorme cama del chico. - ¿Crees en esas cosas?. Jonás se encogió de hombros. – Llevaba muchos años con pesadillas, pero alguien me regaló ese objeto indio y apenas he tenido más malos sueños. Quizá no haga nada y sea todo auto-convencimiento mental, pero me ayuda.- Jean aceptó que un posible efecto placebo podía ser beneficioso en un caso así. Cuando se iba a sentar en el sofá, Jonás le hizo esperar un momento mientras colocaba un mullido cobertor y luego le pidió la gabardina negra: - Es por mi gato. Es gris… y así de gris quedaría tu chaqueta por sus pelos si no la colgamos sin que se roce con nada. Justo cuando el francés pensaba que era un alivio que el animalito estuviera durmiendo en algún rincón (o lo que fuera que estuviera haciendo) el susodicho apareció por la esquina del sofá, se subió en el reposabrazos y se sentó mirándolo fija y seriamente. Casi parecía estar evaluando si le iba a hacer daño a “su” humano o a causar revuelo en su hábitat. – Es… muy majo.- Realmente era un gato esplendoroso de ver, muy guapo y esponjoso, aunque tenía el morro chato en un perenne gesto como de mala uva. Queriendo demostrar que intentaba ser amable, Jean Paul elevó la mano para acariciarlo, pero el gato se revolvió y desapareció pasillo adentro, eso sí, dejando una fina línea roja en el dedo del extraño. - ¡Oh no!. ¡Estúpido Boloncho!.- Gritó el adolescente lanzando un cojín hacia la dirección en que el felino se fuera. – Lo siento tanto… le cuesta mucho cogerle confianza a la gente que no conoce.

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- Dicen que las mascotas se parecen a sus dueños.- comentó el herido con media sonrisa. El rostro del chiquillo se puso serio de repente. – A veces conviene desconfiar…- contestó crípticamente antes de anunciar: - Voy al botiquín a por algo para curarte. - No te preocupes, estoy bien. No es más que un arañazo. - En pocos minutos te escocerá si no lo desinfecto. Solo dame un momento. Volvió a los pocos segundos con tiritas, algodón, yodo, agua oxigenada… - Tranquilo, no me ha destripado.- Bromeó Jean Paul, y se dio cuenta de que Jonás estaba algo ausente o malhumorado, pues ni siquiera sonrió, y el adolescente había sido un cúmulo de sonrisas en casi todo momento desde que le conoció, más aún cuando había hecho alguna broma. El rubio se fue a dejar las cosas al botiquín tras la cura y a la vuelta traía una botella de vino, dos copas y varios comics. Jean sintió como si Jonás quisiera hacer rápido y de golpe todas las cosas que habían dicho que harían juntos en su casa para que se fuera, y cuando se acercó constató que el dueño de la casa emitía emociones de nervios y algo así como desencanto. Al poco, el chico trajo también un cenicero que le dejó al lado, cosa que sorprendió al fumador: el otro día supo que le molestaba el tabaco, pero ahora le ofrecía incluso fumar en su propio salón si así lo deseaba. No lo hizo. El vino reserva del 2006 que Jonás destapó habría resultado excelente para un paladar entrenado en caldos de esta guisa, aunque el francés simplemente lo notó agradable. Los comics, en cambio, le parecieron muy bien dibujados y se dejó guiar por las viñetas y comentarios que el más joven señalaba. - Pareces cansado.- Comentó Jean en un momento dado en que ambos quedaron callados. - Bueno, ha sido un día largo y no demasiado bueno. Lamento si no estoy siendo una compañía alegre esta noche.- Sonrió el rubio una vez de forma pasajera, pero no con los ojos. Estaba claro que algo había cambiado en Jonás desde sus disculpas y explicaciones en el parque. Jean Paul se reclinó en el asiento para mirarlo bien y le dijo seriamente: - He hecho mal viniendo. Creo que sientes que invado tu intimidad, y quizá te estoy poniendo nervioso… Los ojitos verdes del chico parecieron perder vida al mismo ritmo que su rostro se ensombrecía. – No es eso, JP. Te aseguro que nada en este mundo podría hacerme más feliz que tenerte a ti en mi casa a mi lado, con tiempo para conocernos y compartir todo lo que quisiéramos… - ¿Pero?. - …pero es que lo sé todo. Jean Paul se quedó helado. ¿Podía estarse refiriendo a que sabía que trabajaba en realidad como asesino para una compañía que controlaba amenazas de terroristas y criminales psiónicos?. ¿Podía estarse refiriendo

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a que se sabía vigilado, y que se había dado cuenta de cómo intentaban seguirles y fotografiarles?. ¿Quizá había notado su aptitud como lector de emociones y sentía su intimidad demasiado expuesta?. – Eso es un poquito demasiado general, Jonás. Dame una pista. - Me refiero a Marcos.- Pillado completamente con la guardia baja, el francés palideció visiblemente. – No solo ha estado hoy en tu coche, sino que habéis follado. - Je… Yo… ¿Cómo sabes tú algo así?. - Su olor. Usa Hugo Bosh, pero incluso sin esa colonia su olor natural es inconfundible, nubla el juicio. Nunca voy a olvidar ese olor…- Había intentado mostrar calma e indiferencia pero en ese momento se tapó la cara con las manos mientras sus hombros se estremecían. A Jean Paul se le partió el corazón. - ¿De qué puedes tu conocer a Marcos?. ¡Oh!… no. ¿Fue él ese chico del que te enamoraste?. ¿El que te prometió la luna… y luego te dejó tras conseguir tener sexo contigo?. -El adolescente asintió. – Que pequeño es el mundo… – Creía que tú y yo teníamos algo, que lo estábamos intentando...- Dijo tras recuperarse. – Yo no soy perfecto, pero no te he engañado en nada. Jean se sintió como un demonio malvado y lascivo que va por ahí aprovechándose de gente inocente sin importar el daño que cause. – Jonás, no te he engañado. Le conocí ayer una hora antes que a ti y nos gustamos. Aún así no quise nada con él pues yo ya tenía planes contigo… no quise nada con él hasta que me dejaste tirado en el Horus sin explicación. Sé que te debes sentir fatal, que debes pensar que soy un monstruo asqueroso que solo pretende aprovecharse de ti, jugar a dos bandas o algo así, pero piénsalo detenidamente: no solo no estoy comprometido con nadie, sino que ayer me hiciste algo que me dolió mucho y que yo creía irreparable. Jonás le tomó de la mano y le miró intensamente. - ¿Y lo es?. - No, claro que no. Ya te dije antes que ahora entendía porqué actuaste así, y tú me has dicho que te ibas a controlar para hacer esto posible.- ¿Porqué le daba esas esperanzas?. ¿Acaso se había decidido ya por él?. De repente se sentía completamente en sintonía con este chiquillo al que solo quería proteger de cualquier mal, al que solo quería cuidar y amar. Jonás no se merecía esta situación… pero tampoco Marcos. ¿Qué cojones iba a hacer?. – Soy un imbécile…- terminó diciendo y dejó caer la vista a la alfombra. - Un poco…- musitó el rubio, y al volverse ambos sonrieron con tristeza. - ¿Le quieres?. Que pregunta… Marcos es una bomba sexual, ¿cómo no vas a quererle?.- Silencio.- ¿Qué vas a hacer?. Jean suspiró. – No lo sé. Sé que es una situación difícil, pero no te voy a tener así mucho más tiempo. No te voy a dar falsas esperanzas si no podemos seguir juntos adelante. Pero tampoco voy a negarme a que sea posible algo entre tú y yo, porque… cachorrito, siento algo muy profundo por ti.

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- ¿Qué vas a hacer?.- Repitió el otro, sin permitir que su rostro mostrase el placer que había sentido ante esa denominación cariñosa, ante esa declaración de sentimientos. - Tengo que aclararme.- Anunció y se levantó adelantándose hacia la silla donde le esperaba su gabardina. Al volverse, Jonás se le había acercado por la espalda; le abrazó fuertemente y acercó sus labios rosados a los del francés, muy despacio por si quería negarse… pero no se apartó: le correspondió, aunque de una forma más dulce y sensual que apasionada. - Aclárate.- Le dijo el chiquillo tras un minuto; Fue a sentarse en el sofá mientras Jean Paul se iba, y escuchó la puerta de salida de la casa desde el salón. Ninguno de los tres jóvenes amantes pudo dormir bien aquella noche. ***

- Nina… ese es el tercer whisky que te has tomado. ¿Va todo bien?.- Preguntó el francés la mañana del martes siguiente. La mujer asintió con una sonrisa un poco forzada. – Claro. Es que esta historia que me cuentas es fascinante. ¡Te has enamorado de dos chicos en un día!. Estoy intentando entenderlo; porque es así, ¿no?. Estás enganchado de los dos por igual…- Tras dar un sorbo a su café y repasar los alrededores una vez más para constatar la intimidad de la conversación en esta recóndita cafetería de las afueras, el hombre asintió. - ¿No es coña?.- La cara seria de su amigo la convenció. – Vale, vale. Entiendeme… nueve años con una media de un polvo disperso al año y ahora dos amores a la vez. Pero uno tiene que gustarte más, o con uno tienes que sentirte mejor, más completo, más tranquilo… - No. Lo he pensado detenidamente y resulta que con cada uno tengo cosas diferentes. Cada uno me complementa de una manera distinta… y es que son distintos: de aspecto, de forma de ser… ¡Maldita casualidad!. Ojala hubiera conocido solo a uno de ellos, pero es que… ¡Putain!. - Si, joder…- Nina miró a su querido amigo con algo de recelo; le veía demasiado nervioso y Jean solía ser mucho más cuidadoso y controlado que lo que estaba demostrando. ¿Podía realmente haberse soltado la melena al haber dejado ella de usar su aptitud psiónica sobre él?. Esperaba no haber metido la pata y causarle más mal que bien a su amigo, pero ahora no iba a echarse atrás. - Y me dices que el más joven tiene ¿cuántos años?. - Dieciséis.- le recordó algo ruborizado Jean. Él conocía al muchacho y sabía que era muy maduro, que estaba independizado y que estaba casi completamente desarrollado de cuerpo… pero sabía perfectamente cómo sonaba este romance ante cualquier otro que no conociera a Jonás. - ¡Ja!. Es que es para flipar… no tiene ni la mitad que tú, ni siquiera es mayor de edad. ¿Seguro que es legal?. - Oui, si consiente… Además, ya te he dicho que está emancipado, en términos legales es como si tuviera ya los 18. - Pero no los tiene.- Matizó ella. – Puedes hacerle mucho daño.

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Él elevó las manos en el conocido gesto de mostrarse desarmado. – No es lo que deseo. Quiero lo mejor para Jonás, y también para Marcos, y sé que el rumbo que tome mi vida depende de lo que decida en este dilema; Pero no puedo decantarme. - ¿Y quieres que yo tome esa decisión?. Él resopló y por un momento dudó que hubiera sido acertado llamar a su amiga para contarle sobre este tema; siempre habían confiado el uno en el otro, pero lo cierto es que es la primera vez en nueve años que le contaba problemas de amor y no sabía si la chica estaba reaccionando bien del todo. Ojala pudiera usar su aptitud de leer emociones superficiales sobre ella, pero Nina sabía de su psiónica y ya hacía tiempo que aprendió a usar unas sencillas técnicas mentales para evitar dejar que sus sensaciones trascendieran tan a la ligera. Jean podría acceder a sus pensamientos con concentración y voluntad, pero eso sí sería una invasión de su intimidad. – No es eso, ni siquiera los conoces. ¿Cómo podrías?. Solo yo puedo tomar una decisión así. Pero me estoy comiendo mucho la cabeza y es el mayor dilema en que me encuentro en la actualidad… ¿a quién se lo iba a contar?. “Mierda de sugestiones… tenía que haberle dejado libre antes y que tuviera otros amigos. Ya me jode bastante saber que es gay y que no podremos tener nada, para que ahora me cuente sus rollos… pero esta vez no había más cojones que venir. Mi cuello está en juego”. – Lo sé. ¿Y qué quieres que te diga?. - No sé… solo necesitaba contarlo a alguien.- Se la quedó mirando y ella casi odió sus ojos tan profundos, sus rasgos tan atractivos. – Está claro que la decisión la voy a tomar yo, pero quizá escuchar otro punto de vista distinto me ayude. - Vale.- Aceptó ella cruzando los brazos sobre su escaso pecho. - Sé que en tu pasado universitario fuiste muy liberal y que tuviste relaciones más que atípicas, pero ahora ya has crecido. Escúchame: ese crío es un colegial y tú eres un asesino, por Dios. Jonás estará en el punto de mira de Prime.corp y de nuestros enemigos en cuanto estreches lazos con él, y puede ser peligroso. Pasa del niño ese; Déjale que crezca y que se mantenga al margen de todo esto. - Pero… lo mismo sucederá con Marcos. Es decir, sea Jonás o Marcos el que termine a mi lado correrá el mismo peligro, y tú misma me dijiste que era hora de volver a vivir, de salir de mi aislamiento. ¿Tan importante para ti es la edad?. Ten en cuenta que en poco, Jonás ya tendrá los 18. Nina resopló fastidiada. Le estaba doliendo demasiado el ver al que había tenido por su “hombre ideal” durante tanto tiempo enamorado de otras personas, solo quería irse de aquí. – No me dejas alternativa, así que voy al grano: La poli te pisa los talones, y es por culpa de Jonás. Pese a que se imaginaba algo así por lo de la persecución del domingo, que ella lo supiera (y que supiera con seguridad quienes eran los que iban tras él) le asombró. - ¿Qué?.

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- Mi contacto en la poli me ha hablado de un avance en el asunto de “el hacker”. En la casa de tu último objetivo encontraron una nota con un correo electrónico “Joná[email protected]”. ¿Te suena?.- Jean se quedó lívido. “Así que era ahí donde lo perdí. ¡No podía ser en cualquier otro lado!.” – Imagina lo fácil que es piratear la entrada a una de esas cuentas… Solo espero que hayas encriptado los correos que le hayas escrito al chico, o la comisario te tendrá en bandeja. - Si, sí… por eso no te preocupes. Pero… merde… - Sí, merde. Quizá Némesis sí se está haciendo viejo después de todo…- pinchó ella con sorna, pero luego le puso la mano en el voluminoso bíceps y apretó con camaradería. – En serio Jean, ese Jonás no es para ti. Te pone en peligro y le estás poniendo a él en peligro, sin hablar de su edad… Prueba si quieres con ese Marcos. Es mi consejo.- Se lo quedó mirando fijamente hasta que notó el leve brillo en los ojos de Jean, y luego suspiró dolida por tener que usar su psiónica con él una vez más. -Suerte.- Le deseó alejándose tras dejar un billete de 20 en la mesa.

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Capitulo 9

J

ean Paul reflexionó sobre la conversación que acababa de tener con su mejor amiga durante unos minutos mientras se fumaba un nuevo cigarro; había algo en su mente que le empujaba a elegir a Marcos y a alejarse de Jonás. Realmente los razonamientos de Nina no parecían tener fisuras, como cada vez que le había aconsejado algo durante todos estos años. Además, era obvio que tenía que elegir a uno y que, a más tiempo pasase, más haría sufrir al que luego se quedase fuera. Si sus dos amores estaban sufriendo la mitad de lo que él sufría con este asunto, entonces era hora de cortar por lo sano. Jonás tendría que aceptarlo… Por primera vez en muchísimos años los ojos se le llenaron de lágrimas; Le dolía en el alma al pensar en dejar al adolescente que tanto le quería y le necesitaba; pero si pensaba en alejarse de Marcos le ocurría lo mismo. “¿Porqué cojones hay que elegir?. Ojala pudiera partirme en dos…” Se iba a levantar para pagar y volver a casa cuando las palabras de Nina hablando sobre sus antiguas “relaciones atípicas del pasado liberal” le hicieron recordar algo que ocurrió hace unos 11 años: Ellise y Robert. Su Robert no fue gay, había sido bisexual, y cuando le conoció en la carrera de periodismo de la universidad él tenía novia: Ellise. Esta chica era un bombón: enérgica, simpática, guerrera y un poco hippy. Tenía el pelo cortito y tan poco pecho que casi podría confundírsele con un chico imberbe. Ambos dos fueron sus mejores amigos en aquel momento y pronto quedó claro que Jean Paul les atraía a los dos. Aunque a él solo le gustaba Robert, la gran amistad y cariño que sentía por ella (y que sin asumirla no habría podido acercarse a él) le llevaron a aceptar una noche con ambos; ¡Y menuda noche!. Obviamente el sexo con una mujer no le atraía, pero en este caso no era “una mujer”, era su mejor amiga, y lo que más le importó fue que así había podido estar con el tío que más quería.

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Lo repitieron unas cuantas veces a lo largo de las siguientes semanas, pero el tema no quedó ahí: no dejaban de verse en los recreos, para comer, en clase… La realidad es que antes de darse cuenta habían formado un trío tanto sentimental como sexual que duró algo más de un curso; Jean Paul no podía recordar un año más feliz en su vida. El asunto se torció, es cierto; él no era bisexual y no se sentía atraído por ella más que de manera afectiva, y Ellise se dio cuenta de que Robert y el chico francés parecían compenetrarse mejor incluso sin ella, por lo que los celos la pudieron y les dio a elegir: ella solo podía ser para uno. Ellos se eligieron el uno al otro y la dolida Ellise se marchó a vivir a otro país. Robert y él empezaron siendo muy felices juntos y a solas, pero la bisexualidad de Robert comenzó a darles problemas al tener también necesidad de mujeres, y la relación comenzó a hacer aguas… Incluso se mudaron a España para huir de los líos que tenía en París. Sin embargo aún seguían juntos y amándose el día en que Robert murió, tras cinco años de relación. Alejando como pudo el recuerdo de la muerte de su mejor amigo y pareja, Jean Paul se planteó aquella relación de tres desde más de una década después: “Si falló el trío en aquel momento fue por culpa de dos factores: 1º la presencia de una mujer en la relación y 2º la bisexualidad de uno de los integrantes.” Pero que él supiera, ni Marcos ni Jonás (ni desde luego él mismo) eran bisexuales. Se acarició la sombra de barba y miró como la mano que sujetaba un nuevo cigarro estaba temblando ante la mera idea que se le había ocurrido siguiendo estos derroteros mentales. ¿Y si pudiera tenerlos a los dos?. ¿Y si ellos pudieran retomar el romance que tuvieron antes de que él llegase, y los tres pudieran quererse?. Pidió otro café, pues necesitaba pensarlo muy bien: ¿Era un trío sentimental algo posible en la sociedad de hoy en día?. ¿Podía lograr que los dos chicos se arreglasen entre ellos?. ¿Y si luego preferían estar ambos dos a solas y pasaban de él, como Robert y él hicieron con Ellise?.. Y sobre todo, ¿Qué iba a hacer con el tema de la policía?. No creía que a él le hubieran identificado, pero tenía que quitárselos a Jonás de encima… ***

El timbre en la casa de Nina había sonado hacía pocos segundos y Tina, la caniche de la mujer, no dejaba de ladrar agudamente en el pasillo. La dueña de la casa se dirigía hacia la puerta cubierta tan solo por su corto albornoz negro, aún húmeda, cuando se detuvo con la mano agarrando el picaporte y su afilada mente de sabueso psiónico localizó e identificó a quien estaba al otro lado. No pudo más que resoplar agobiada y plantearse disimular que no estaba en casa. - Abre, Martínez. – La voz del Elías, lo suficientemente alta para que la escuchase pese a los ladridos de la perra, pero lo suficientemente baja como para hacerle entender que sabía que estaba justo ahí le dejó sin más opciones: abrió apenas un palmo. El frío de febrero comenzó a colarse y la piel de la muchacha se puso de gallina; El Ruso se planteó si ofenderse al ver que no pensaba dejarlo entrar, pero luego se planteó que quizá no abría más la puerta para que la perra no se escapase, y se la quedó mirando con una ligera tensión en la comisura de la boca que bien podía ser el comienzo de una sonrisa o de un gesto de repulsión.

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- ¿A qué debo esta agradable pero inesperada visita, director de intervenciones Bellarosa?.- Inquirió ella con una entonación evidentemente irónica. La compañía y sus mandamases nunca visitaban a sus agentes de campo en su entorno natural, pues nada debía relacionarlos con Prime.corp; así que era obvio que se trataba de un encuentro informal o, al menos, no oficial. Lo que hablasen aquí, aquí se quedaría… y ella sabía de qué quería hablarle este hombre. - No me hagas perder el tiempo. Tenías un encargo y espero tu informe. - ¿Te lo dejo mañana por la mañana en tu despacho?.- Elías no movió ni un músculo del rostro mientras la miraba fijamente y Nina supo que se estaba arriesgando demasiado. El Ruso no era alguien a quien se pudiera tomar el pelo y salir impune. – Disculpa, estoy algo nerviosa. Ya está hecho. La inducción está asentada en Némesis: Dejará a Shield en paz, pensando que lo hace por el bien del chiquillo.- Si Elías le hubiera caído bien, podría haberle avisado de que la policía iba detrás de Jonás, pero no era su trabajo advertir a la compañía de ese asunto. - Perfecto. - Una gélida mirada atravesó los ojos de la sabueso. – Por tu bien y por el de Némesis, espero que esa inducción tuya funcione… o me encargaré yo de él. Adiós. Nina no le despidió y, pese a que el frío le helaba las piernas y la cara, resistió mirando la espalda del hombre con desprecio contenido hasta que se alejó en su coche blanco. Si no fuera porque la había chantajeado con acabar con su mejor amigo, nunca habría cedido para sugestionar a Jean ni una sola vez más, pero ni siquiera el estatus de Némesis como el mejor ejecutor podría salvarle mucho tiempo de la ira de este vengativo Director de Intervenciones. Tina se había quedado como temerosamente deprimida en una esquina, así que la acarició un poco antes de dirigirse al salón; Allí enchufó la cadena de música con sus altavoces BD 500 tan solo a mitad de potencia (no quería quedarse sorda) y volvió al baño. Se quitó el albornoz y dejó que su piel cubierta por al menos cinco tatuajes y 12 piercings volviera a recuperar el calor con una nueva ducha mientras pensaba: No tenía porqué sentirse culpable, después de todo Jean Paul quería tanto a ese Marcos igual como al adolescente… ¡pues que se quedase con el otro!. En todos estos años, el francés nunca se había resistido con éxito a sus inducciones si las rodeaba de algunos argumentos lógicos y persuasivos. Jonás estaba de nuevo en manos de ese despiadado Ruso… pero eso ya no le incumbía a ella. ***

La cama de 2x2 metros de Jonás estaba completamente deshecha, cubierta de comics, cleenex usados y prendas de vestir arrugadas tanto por encima como por los alrededores, y en medio de todo aquel desorden Jonás languidecía mirando el techo con ojillos tristes mientras Boloncho dormitaba sobre un número exclusivo de los X-Men en la versión “What if…”. Llevaba días buscando cualquier señal que le tranquilizase acerca del tema central de sus anhelos, algo que le indicase el giro en su destino causado por la decisión que hubiera tomado el misterioso hombre que tan fácilmente le había enganchado la existencia… pero no encontraba nada claro. Tomó al azar uno de los comics a su vera, leyó el título con desgana: “El retorno de la Mariposa Mental”, y se quedó pensando. “Retorno… ¿retornará JP alguna vez?.”

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El timbre sonó una educada y potente vez provocando una ligera reacción en el gato (entreabrir un párpado y volver a cerrarlo) y una enérgica en el muchacho: saltó como un resorte, se calzó las zapatillas de estar por casa en forma de garras de tigre, se compuso el peinado pasándose las manos por el cabello y corrió hacia la puerta, donde abrió con una sonrisa de oreja a oreja… … que solo duró hasta darse cuenta de que el atractivo hombre de buena talla y de una edad parecida a la de Jean Paul que estaba a su puerta no era realmente Jean Paul. También iba elegante, con un traje blanco y una corbata azul, pero era rubio y carecía de la misma sofisticación en sus rasgos; Le devolvió una sonrisa que pareció afable e incluso cariñosa al verle en pijama. - ¿Jonás Guillén Cañada?.- El adolescente asintió seriamente. – Soy Elías Bellarosa, asesor de Seguros San Silvestre y… - No me interesa…- le interrumpió el muchacho cerrando la puerta. Pero el trajeado puso la mano en la hoja de la puerta e impidió que se cerrase tan rápido, dándole tiempo a decir: - No quiero venderte nada, vengo por el seguro de vida de tu padre…- La puerta se cerró. Pero se volvió a abrir una vez captado el interés y el asesor continuó con algo más de calma: - La modalidad que contrató tu difunto padre tiene un par de peculiaridades que están a punto de tener lugar. Me mandan de la central a tratarlas contigo. - Miró hacia la escalera tras él y se mesó la perilla como si temiera que hubiera algún vecino escuchando. - ¿Podemos hablar en privado?. Tras una mueca de ligero fastidio, la educación del muchacho se impuso y asintió con una tímida expresión afable: - Pase al salón. Mientras caminaba por el pasillo fijándose en todos los detalles posibles, el asesor de seguros comentó: - Llámame Elías, por favor. Ambos se sentaron frente a frente en la mesa del comedor. - ¿Y bien?. - Como sabes, seguros San Silvestre te ha estado ingresando una cantidad enorme de dinero en tu cuenta desde que lamentablemente tu padre faltó.- Jonás mostraba una expresión gentilmente interesada, pero su mente se encontraba bastante lejos; asintió ante esta pausa. – Bueno, pues los primeros 5 años desde que Josué Guillén falleció ya han pasado, así que las condiciones de la póliza han de variar según el mercado, por lo que estoy aquí con el nuevo contrato que has de firmar para esta modificación, como beneficiario de la misma.- El extraño se levantó y se sentó en el asiento justo al lado del dueño de la casa acercándole un sobre repleto de papeles. Algo de la situación que se le presentaba pareció por fin entrar en el entendimiento del adolescente (quizá gracias a la invasiva cercanía de este hombre que olía a suavizante de lavanda) y frunció el ceño.

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– Espere, un momento…- Lo cierto es que las mensualidades de dinero entregadas por el seguro en su cuenta a lo largo de estos años habían sido tan grandes que nunca se hizo el ánimo de averiguar el motivo, no fuera que estuvieran equivocadas y por indagar se redujeran. Había considerado su vida solucionada, sin necesidad de trabajar excepto en aquello que le gustase y sin tener que llevar demasiado cuidado con sus gastos. Sin embargo ahora venían desde la compañía y le exigían firmar un nuevo contrato. El estudiante se había hecho cargo y había analizado cada parte de sus finanzas y economía excepto lo relativo a este seguro: cualquier cosa relacionada con su padre le ponía nervioso. - ¿Me está diciendo que si no firmo el nuevo contrato, dejarán de pasarme el dinero del seguro de vida de mi padre?. – Tutéame, por favor. - Elías compuso una expresión como de fastidio y asintió. – Más o menos, lo que dices es un resumen, sí, pero es tan solo un trámite sin importancia que… - Pero… ¿me está diciendo que cuando firme me van a rebajar los ingresos mensuales?. ¿Es por la crisis?.Jonás había palidecido; ya se veía vendiendo su casa para malvivir compartiendo piso con algunos estudiantes y dejando la F.P. para trabajar como repartidor de pizza. ¡Odiaría perder su independencia!. ¡Odiaría tener que depender de otra gente de su edad, tan inmaduros y alocados!. El corazón comenzó a dolerle de nuevo y su mano se movió instintivamente hacia su pectoral izquierdo. ¿Cuándo tenía la siguiente revisión?. ¿Se había olvidado hoy de la pastilla de nitroglicerina?. Horrorizado se dio cuenta de la lagrimita aterrorizada que se le escapaba ante el miedo de pensar en las desgracias que se avecinaban. - Tranquilo. No pasa nada. Confía en mí…- pidió el rubísimo asesor de la perilla. En ningún modo el inteligente muchacho hubiera confiado en un extraño y menos si, como este hacía ahora, le ponía la mano encima de la suya con esa sonrisa tan rara; sin embargo lo que dijo a continuación sí contribuyó a relajarle: - En realidad la media del mercado de valores ha subido durante estos últimos 5 años, y es esa media la que modifica el contrato. De manera que, al contrario de lo que pareces pensar, vas a recibir incluso más dinero que hasta ahora. Intentando controlar su respiración acelerada, el amedrentado jovencito no pudo evitar coger con fuerza la mano que le transmitía tranquilidad. – ¿No hay truco?. ¿Entonces todo va bien?. Elías se resistió a soltar la mano, pero tenía que continuar con el teatro así que lo hizo y abrió el sobre mostrando los documentos en él incluidos. Sacó el cuaderno final y señaló unos renglones al final del todo con una cifra en negrita. - ¿Ves esa cantidad?. Es al menos un 12% mayor que la recibías. Es la que recibirás cada mes hasta los 21 años. Jonás tragó saliva. Sabía que a los 21 se le acabaría el chollo, pero para entonces ya tendría coche, pagada la hipoteca y unos buenos ahorros que compenetraría con cualquier trabajillo. Leyó el contrato por encima durante unos minutos y luego suspiró aliviado. – Vale… bien… que susto me he llevado.- Cogió un boli de la mesa del ordenador y firmó ya sin dudar. - Ya te veo ya. Lo siento si no te lo he dicho de la manera más apropiada. Creía que habrías leído con de-

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talle el contrato anterior y que sabías todo esto de antemano. – Su sonrisa parecía ahora sincera y llena de paternalismo. – No voy a engañarte, Jonás. Hay pocos casos como el tuyo. – Su mirada captó la del chiquillo e intentó transmitir aprecio. - Para tratar este asunto, he seguido todo lo que te ocurrió y cómo te van las cosas. Creo que has sido un chico muy, muy valiente saliendo adelante tú solo de forma tan responsable.- Había vuelto a coger la mano al muchacho y este, quizá por incomprensión, se quedó escuchando. – Con tu emancipación es como si fueras mayor de edad, pero sigues siendo muy joven… a veces me he planteado pasarme por aquí a ver cómo te iba, por si necesitabas ayuda o apoyo.- Le guiñó un ojo. – Cualquier tipo de ayuda. El confuso adolescente tragó saliva y apartó la mano. – No necesito ayuda. - Jonás. Estás solo.- Le espetó seriamente. – Vives solo, y se te ve pálido y demacrado, como si recientemente te hubiera ocurrido algo malo. ¿No comes bien?. ¿No deberías estar en clase ahora mismo?. El estudiante carraspeó. – Estoy un poco enfermo de la barriga…- Por una parte sentía como su intimidad estaba siendo invadida, que su modo de vida estaba siendo juzgado y su anticipada mayoría de edad evaluada… no le gustaba. Pero por otra veía afecto y deseo en los ojos de este desconocido, y eso no le estaba desagradando del todo; le hacía sentir menos solo. Lo miró bajo otra perspectiva y la verdad es que no era precisamente feo. - Todos tenemos malos momentos. Podemos sentirnos abandonados, sin objetivos, necesitados de cariño… incluso tú, que has demostrado lo valiente y maduro que eres.- Estaba tan cerca que Jonás podía oler el desodorante que se había puesto, podía notar el calor de su mano transmitirse a su cuello, pues es allí donde acababa de posarse como si fuera un amigo de toda la vida. - ¿No quieres nada de mí?.- Se estaba acercando demasiado y fue obvio que Elías quería besarle. Aunque al principio le iba a apartar de un empujón, ese impulso quedó frenado por otro que le decía: “No seas tonto, si estás solo. Este tío tan guapo te está ofreciendo cariño, sexo, puede que una bonita relación… JP no va a volver y lo sabes. ¿Cómo podría JP elegirte por encima de Marcos?.” Abrió los labios levemente y aceptó el beso intentando ahogar los gritos de culpa desde su interior… … pero el beso no llegó; una especie de tetera silbando debajo de la mesa se disparó en los pies del asesor de seguros en medio de una nube de pelo, zarpas, colmillos y uñas. - ¡Joder!. ¡Mierda de gato!.- Exclamó el Ruso levantándose y notando las pantorrillas llenas de arañazos y babas de los estufidos. - ¡Boloncho!. ¡Lo siento, Elías!. Lo siento tanto… voy a por algodón y agua oxigenada. -El director de intervenciones miró con tanto odio al gato que este salió corriendo a esconderse en la cocina, aunque aún se escuchaban sus bufidos (que sonaban como insultos) desde el salón. – No sé que le ha puesto tan nervioso. – Déjalo…- cogió el contrato del seguro firmado. – Si de todas maneras tengo mucha prisa.- Se calmó lo que pudo pese al escozor de las heridas y trató de sonreír. – Pero lo que te he dicho continúa en pie. Toma mi tarjeta: Llámame para lo que quieras.- Y se alejó pasillo adentro. Jonás escuchó la puerta de la calle cerrarse de golpe. ¿Qué había ocurrido?. Al cabo de medio minuto se volvió hacia la cocina:

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-¡Estúpido gato!. ¡No puedes tratar así a las visitas!. ¡Como te vea en lo que queda de tarde te pego una patada que…!.- Amenazó, pero al momento la bola de pelo gris blanquinosa que era el felino se le acercó y pasó por al lado de “su humano” sin apenas hacerle más caso que a cualquier otro mueble. El chico resopló resignado. Se le ocurrió entonces correr hasta el interfono y mirar por la cámara de seguridad. “Cuando vea a Elías salir del edificio le diré algo, quizá que vuelva a subir o…” planeaba notando como se estaba excitando ante la perspectiva; Encendió la pantalla, miró el rellano del edificio y esperó a que pasase el asesor. Sin embargo alguien entró en el edificio, un cartero que se dirigió directo al buzón de su piso y dejó dentro un sobre completamente cuadrado y negro. El vello de su cuello se erizó al comprender que acababa de recibir una carta especial, y sentía en lo más profundo de sí mismo que sabía de quién procedía; esa certeza le hizo esbozar la primera sonrisa sincera desde hacía días mientras cogía las llaves de la puerta para bajar. El asesor desapareció de su mente.

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Capitulo 10

F

rancisco Núñez, Aurora Brigadier y Rufo Jumilla, el informático encargado de las cámaras de vigilancia, miraban la repetición del video con total atención. Finalmente el tal Elías Bellarosa salió del apartamento y dejó a solas a Jonás. - Ostia…- dijo la comisario con los ojos entrecerrados. - ¿Quién coño era ese tío?. Entra en el piso de un menor para hacerle firmar contratos e intenta tirárselo… - Si no es por el gato, quizá lo hubiera logrado.- Matizó Núñez.- Creo que lo pisó. Aurora lo miró seriamente. – Encárgame una investigación completa de él. Si es un asesor de seguros al que simplemente le van los críos... - Igual es nuestro hombre.- Vaticinó Rufo, aunque enmudeció y volvió su cabeza de nuevo a la pantalla al ver la mirada de la comisario. - Tú a lo tuyo, que bastante metiste la gamba el sábado perdiendo la conexión durante casi dos horas. ¡Estás a esto de irte a la calle!.- Hizo un gesto de pequeñez con los dedos. - Y manda a alguien que arregle el audio del salón en cuanto Jonás se vaya, que con el de la entrada apenas nos enteramos.Mientras Aurora caminaba por el pasillo de comisaría hacia su despacho, meditaba sobre el informe que Greta le diera hace días: varón blanco de unos 35, diestro, alto, fuerte, y desde luego ordenado y metódico. Por ahora concordaba… ***

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La potente Honda Racing CBR RR 954 plateada y decorada con motivos de fuego azulado alrededor de los cobertores de las ruedas aparcó justo ante la entrada del Portamaris, y de ella se apeó Marcos. Se quitó el casco, abriéndose la cremallera de la chaqueta de cuero (mostrando el pectoral de una camisa azul con el rótulo “Give it all to me” junto a un corazón algo psicodélico debajo) y se guardó las llaves en su riñonera. Miró alrededor cubriéndose los ojos del sol de medio día y respiró el aire marítimo del puerto antes de observar con sospecha el gran edificio del hotel al que se disponía entrar, y en cuyo interior nunca había estado. Miró de nuevo la nota cuadrada (algo arrugada, pues la sacó del bolsillo trasero de su pantalón vaquero) y asintió confirmando que recordaba con exactitud su contenido. Tras coger aire y algo de valentía, entró por las puertas principales con cara de saber exactamente qué hacía allí y tener todo el derecho del mundo para ello, y lo cierto es que, pese a su pinta algo desgarbada y fuera de lugar entre gente trajeada, nadie le prestó la menor atención hasta que se apoyó chulescamente en el mostrador de recepción y la jovencita con corbata se volvió hacia él con una ensayada sonrisa encantadora. – Soy Marcos. ¿Me das la llave de la 333?.- Como si le hubieran advertido de su llegada, la muchacha no dudó en entregarle una tarjeta de plástico, se ofreció a guardarle el casco y le deseó una feliz estancia. Con el ascensor vacío solo para él mientras subía al tercer piso, tratando de contener los nervios y la ilusión, apretó la llave magnética intentando que no le temblasen los dedos: ¡una invitación de Jean Paul a un hotel de lujo!. Había llegado a pensar que el francés estaba pasando de él, pero nada de eso. Le dio tiempo a abrir su riñonera y chequear los condones, el lubricante, las llaves de la moto y de casa, las gafas de sol e incluso a fantasear un poco con lo que pensaba hacer, notando como se le ponía gorda. No se trataba de que el moreno pensase en esta relación que iba a comenzar como algo meramente sexual, pero el sexo siempre había sido muy importante para él y desde luego que admitía que Jean le ponía cachondo hasta un punto increíble. Marcos no era de mucho meditar, más bien actuaba a impulsos… pero por un momento se quedó quieto planteándose los molestos pensamientos que llevaban días torturándole: No había sido completamente sincero con Jean Paul. No se trataba de haberle mentido directamente, pero ciertamente habían temas que el francés debía conocer antes de comprometerse con él. No eran temas agradables ni fáciles, no le gustaba pensar en que tenía que airearlos, pero Marcos ya no guardaba más dudas sobre lo que quería de esta relación y Jean tendría que aceptar la realidad. La tarjeta abrió la puerta con un ligero clic y el lujo de la habitación de preciosas vistas marítimas deslumbró al muchacho durante unos instantes antes de darse cuenta de que no había nadie allí; a decir verdad el cuarto que tenía delante parecía más bien un salón/comedor, y al fondo había una puerta entreabierta que debía conducir a la habitación. Sonrió con lujuria mientras caminaba silenciosamente hasta allí abriendo del todo la cremallera de su cazadora de cuero. - Hola…- Saludó al abrir. El pecoso adolescente que se volvió hacia él con cara de sorpresa, pues parecía haber estado distraído con una revista, se levantó de la cama como pillado en falta. - Tú…- le señaló acusadoramente con el dedo, aún incrédulo. - ¿Qué cojones haces aquí?.- Jonás aún no había conseguido sacarse el estupor. Cerró los ojos con fuerza como tratando de borrar la imagen de un mal sueño, pero al abrirlo el recién llegado aún estaba ahí. - ¡Te he preguntado que qué haces aquí!.

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- Yo… tengo una cita con alguien. Me alegro de verte tan bien, Marcos.- Dio un paso tentativo hacia el otro muchacho, pero el moreno retrocedió como picado por una serpiente hasta el centro del salón. - ¿Vienes a terminar lo que empezaste?.- Había algo histérico en su voz. Jonás no se lo creía. ¿Se había puesto en guardia como si le fuera a atacar?. - Marcos… Jean Paul me ha citado aquí.- Ahora estaba serio y pálido, y cogió una hoja negra y cuadrada de la mesita de noche. - ¡Y una m…!.- Comenzó, pero al instante su rostro pareció cambiar al comprender algo. – No me jodas que tú eres el hijo de puta que está intentando quitármelo… Jonás cerró los ojos más dolido de lo que esperaba por esos comentarios y negó con la cabeza. – Yo no quiero quitar nada a nadie. Ven al sofá, sentémonos y te explicaré lo que sé.- pidió avanzando hacia el mullido asiento triple del salón, pero el moreno retrocedió hasta la puerta de entrada y se agarró al pomo como si fuera una balsa de salvamento en un mar tormentoso. - ¡Marcos!. ¿Qué te pasa?. ¿Porqué estás asustado?.- El comportamiento sin sentido del recién llegado se mezcló con el abrupto e incógnito final que sufrió su relación con él y ya no se contuvo: - Yo te quería… te fuiste sin más y ya no quisiste saber nada de mí. ¡Me dejaste sin explicación!. - ¿Qué?.- No daba crédito a lo que oía; enrojeció de rabia. - ¿Tú te oyes?. ¿¡Cómo coño iba a responderte después de lo que intentaste!?. ¡Estás neurótico!.- Resopló negando con la cabeza. – No vuelvas a acercarte a mí. No pienso quedarme ni un minuto m… Pero la puerta de la habitación se abrió desde fuera y Jean Paul apareció allí. Marcos lo miró al principio amedrentado y luego le agarró del brazo. -¡Por fin!. ¿Qué cojones hace ese aquí?. ¡Me largo!. - Pero el francés le cogió de los hombros y lo retuvo unos instantes. – Acabas de hacerme una pregunta. ¿No me darás tiempo para respondértela?. Quédate, por favor.- Le soltó y se metió hacia la habitación tomando asiento en una de las sillas de la gran mesa del comedor. – Pasa. El rostro de Marcos parecía esculpido en granito y se le veía tenso como una pantera a punto de echar a correr. Cerró la puerta con él dentro de la habitación, pero se quedó agarrado al pomo de la puerta. Jonás parecía desolado, confuso, se había sentado en el sofá y tenía la boca tapada con las dos manos. Jean Paul tomó aliento y comenzó con lo que tenía preparado: - Lamento haberos traído a ambos a la vez sin avisar, pero tenía que reuniros. Os conocí el mismo día y ambos me habéis llegado al corazón. Me complementáis, me atraéis, y creo que también os sucede conmigo. Sin embargo yo no voy a engañar a nadie, no voy a llevar una relación con cada uno de vosotros a espaldas del otro, y por tanto me he sentido forzado a elegir. Tendría que quedarme con uno de vosotros, mis chicos, y otro se quedaría fuera. ¿Es esto lo único que puedo hacer?. Durante días he pensado que sí, por eso no contacté con vosotros mientras trataba de tener clara la elección. No puedo soportar el pensar en hacerle daño a uno de vosotros. Pero me he planteado otra opción que no suele ser común, algo que la sociedad

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no acepta ni contempla pero que yo podría digerir perfectamente y que me haría feliz: Un trío. – Notó que alguno de los dos iba a decirle algo, así que levantó la mano pidiendo silencio. Si ahora le cortaban, dudaba poder terminar su exposición correctamente. – No hablo de sexo solo, sino de sentimientos. Hablo de tener lo mismo que en una pareja pero siendo tres… todos con todos. Marcos, Jonás y Jean Paul. Me falta saber si es posible que vosotros podáis planteároslo y digerir una situación así. - Me dejas flipando.- Contestó Marcos sin contenerse más, acercándose dos pasos hacia él; Jonás seguía sin moverse. – Mira, dejando de lado esa tontería del trío que no se cree nadie… - ¡Hablo en serio!.- Exclamó el mayor levantándose de nuevo para mantener el dominio de la conversación. – Podría haberlo hablado con los dos en privado, pero no quería dar prioridad a ninguno. Sé que de buenas a primeras es algo difícil de entender, pero planteároslo. Podéis pensarlo unos días y… El moreno se le acercó hasta colocarse a su lado. – No sabes de lo que hablas. ¿Sabes quién es ese niñato?. ¿Sabes lo que me hizo?.- Señalaba acusadoramente al adolescente. - Sé que estuvisteis juntos y sé que os quisisteis; por lo menos eso deduzco desde lo que me ha contado Jonás. También sé que algo sucedió entre vosotros que os distanció y lo estropeó. No sé lo que pasó, pero estoy seguro de que podemos intentar hablarlo y solucionarlo. - Es imposible.- Sentenció seriamente Marcos. Por fin eso pareció tocar la moral de Jonás, que se puso en pie y gritó. -¡Porqué!. ¿¡Qué te hice, Marcos!?. Hicimos el amor, nos quisimos, ¡te fuiste sin más!.- Estaba llorando de pura rabia.- Yo llegué a pensar que éramos novios aunque no nos lo habíamos dicho con esas palabras. ¡Me hice este tatuaje por ti!, para demostrarte que quería ser tuyo…- El rubio se remangó la camisa azul y mostró un brazalete tribal negro en el brazo derecho, uno exactamente igual que el que llevaba Marcos, según Jean recordaba. Marcos se había atragantado por la sorpresa. Ese tatuaje significaba mucho para él, pues se lo hicieron él y su hermano gemelo la semana antes de que muriera, y le contó esa historia a Jonás. Sin embargo, tras la primera impresión su rostro se llenó de rabia. – Eres un hipócrita, cabrón… no te entiendo. ¡No puedo entender a qué viene eso!. ¿Primero tratas de matarme y ahora me vienes con ñoñadas?. ¡¿De qué vas?!. - ¿Qué?.- Preguntó el francés sin poder reprimirse, pese a que se había prometido dejarles hablar solo a ellos; miró de reojo al adolescente y constató la misma sorpresa y confusión en él. - ¿Matarte?. - ¿Ahora lo niegas?. Dios… esto es muy fuerte… y querrás que yo cuente cómo lo hiciste para que parezca un loco y Jean se olvide de mí, ¿es eso?. ¡Joder, eres retorcido!. - ¿Porqué iba yo…?. ¿Cómo… cómo iba a intentar yo matarte?. Te quería. Aún te quiero…

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Jean Paul respiró pesadamente. – Marcos, eso que has dicho es una grave acusación. Explícate. El muchacho asintió con la ironía pintada en el rostro. – Sí, ese era tu plan… que ahora lo contase y quedase como un loco para que Jean me rechazase y tú te quedases tranquilo con él, ¿verdad?. Él nunca creería lo que puedes hacer solo porque yo lo dijera. ¿Quién iba a creerlo sin verlo?.- Preguntó mientras hablaba de forma aparentemente tranquila. Se había acercado a la mesa del comedor y toqueteaba uno de los cuatro jarrones decorativos. - No tengo ningún plan. Yo no sabía que estarías aquí… - Casi susurró el adolescente con la mano derecha colocada sobre el corazón, como si estuviera prometiendo algo. - No puedes hablar en serio.- Intervino Jean Paul. – Ese chico no tiene ni capacidad ni motivo para intentar hacerte daño. Puedo suponer que has exagerado o mentido, pero tendrás que retractarte. - Claro…- El humor desapareció de la faz de Marcos y su mirada se centró como si hubiera decidido algo. – Pues no será así. No voy a quedar como un imbécil con explicaciones sin sentido cuando puedo demostrárselo. ¡Mira lo que hace!.- En un movimiento relámpago agarró el jarrón con el que jugueteaba y se lo lanzó con tremenda fuerza a Jonás impactándole directamente en el hombro. Los trozos de porcelana se expandieron por el suelo tras el estrépito de rotura y el grito de dolor del chico. Marcos pareció decepcionado, pero apretó los dientes y supo que no tendría más oportunidad que esta: ¡Le forzaría a mostrar su psiónica!. Le lanzó otros dos jarrones. Pero esta vez Jean Paul ya estaba prevenido y se interpuso en la trayectoria desviando de forma capaz los proyectiles con la mano como si de un maestro karateka se tratase. Jonás emitió un asustado grito ahogado allí detrás y se zambulló tras el sofá para refugiarse. El francés avanzó los dos pasos que lo separaban del moreno y agarró su mano deteniéndola cuando iba a coger otro adorno. – Suffisant. Creo que deberías irte…- La mirada en los profundos ojos negros de Jean Paul era peligrosa. Al muchacho se le hinchó una vena en la frente, sintiéndose completamente ultrajado; tras unos momentos de tensión, asintió. – Será lo mejor.- Jean le soltó y le acompañó hacia la salida. Allí Marcos se volvió hacia él un segundo antes de irse: - Siento que hayas caído en sus redes. *** - Ya se ha ido.- Anunció Jean Paul, pero no obtuvo respuesta. - ¿Jonás?.- Se acercó al sofá y miró detrás de él. El chico estaba allí tumbado, pero daba la impresión de estar inconsciente. -¡Jonás!. Se agachó, le tomó el pulso (latía algo acelerado) y comprobó que respiraba, aunque estaba cubierto de sudor; Lo cogió en brazos y lo levantó, llevándolo hacia la habitación. – Jonás…- Le susurró una y otra vez mientras le besaba levemente. Si no reaccionaba rápido, tendría que llevarlo al hospital.

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Por suerte pareció recuperarse cuando abrió los ojos de golpe y gritó asustado, retrocediendo hasta la pared tras la almohada temblando como si alguien le estuviera amenazando. Jean se subió en la cama a su lado y le ofreció un abrazo que el adolescente aceptó al ver que no había peligro: - Todo va bien. Marcos se ha ido. Cálmate, cachorrito.- El chico sintió debilidad en las piernas y ambos fueron descendiendo hasta quedar sentados en la cama, Jonás llorando en el hombro del mayor. -¿Te has desmayado?.- Sabía que el chico era muy sensible, pero ¿tanto?. El rubio se fue tranquilizando y finalmente asintió. – No te lo he contado aún, pero tengo un pequeño problema de corazón… si me pongo muy nervioso empieza a doler, y alguna vez he perdido el conocimiento. - ¿Estás bien?. ¿Necesitas algo?.- Inquirió el mayor preocupado. - No, no… - comenzó, aunque aceptó el vaso de agua de la mesilla de noche que el francés le ofrecía. - Lo… lo siento.- Jean le apartó el cabello húmedo de la frente y le besó las mejillas mientras le acariciaba el corazón como en un masaje por sobre la camisa. – No pensaba ocultártelo de verdad, es solo algo con lo que tengo que llevar cuidado. - No pasa nada. Aún nos falta mucho por conocernos.- Se quedaron en silencio un momento. – Y… ¿Qué es exactamente esa dolencia?. El rubio se encogió de hombros. – De pequeño me hicieron muchos análisis pero no tengo noticia de que encontrasen nada especial. De vez en cuando me tomo calmantes para no alterarme. De repente Jean levantó la manga del brazo del chico. – Te está saliendo un hematoma. ¿Te duele?. - Un poco. No es nada.- El golpe del jarrón le había dolido, pero este ataque del muchacho por el que aún sentía tantas cosas le había hecho mucho más daño por dentro. El francés miraba el tatuaje tribal fijamente. – Sí que ibais en serio… - Por lo menos yo.- Jonás suspiró recordando. - El día anterior a que yo me hiciera esto, él vino a verme con un piercing en la oreja y llevaba el mismo pendiente que yo. Me pidió que le diera el mío y él me dio el suyo a cambio; es este, el que llevo puesto. – Señaló el aro de plata de su izquierda. - Me dijo que quería sentirse siempre parte mía y que yo sintiera que era parte suya… esa noche fue cuando hicimos el amor.- tragó saliva. – Yo me hice el tatuaje al día siguiente como una sorpresa, pero ya no volví a saber de él.- Se volvió hacia el otro y, tras suspirar se quedó pensativo. Al rato levantó al vista y preguntó: - ¿Decías de verdad eso del trío?. ¿Crees que algo así hubiera podido funcionar?. - Creo sinceramente que algo así podría funcionar, en este caso.- Suspiró negando con la cabeza. – Podría haber funcionado. Ya había supuesto que encontraría barreras y obstáculos que sobrepasar, que no sería fácil convenceros de arreglar vuestros problemas y dar una oportunidad al asunto los tres juntos… pero no me esperaba que te atacase.

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A Jonás se le humedecieron los ojos. – No sé porqué ha dicho esas cosas de mí. Yo no intenté matarle, nunca he querido hacer daño a nadie. Tienes que creerme… - Te creo. Marcos se ha comportado como un gilipollas acusándote y agrediéndote. No llego a entender lo que pretendía con los jarrones… - Ni yo. - Se le fue la bola.- Jean Paul intentó abrazarle de nuevo, pero le notó ponerse tan tenso que se detuvo. – Te repito que siento haberle traído a la vez que a ti, haber intentado toda esta tontería. Lo siento de verdad… me he ilusionado con una quimera. - No es culpa tuya… yo…- su mirada estaba perdida. “Dieu, que bonito es…” pensó el francés acariciando la espalda del chico, pero este se estremeció. – Yo… no estoy bien JP. Llevo a Marcos muy adentro, todavía más profundo de lo que pensaba y esto me ha afectado mucho. Tienes razón, no tenías… no tenías que haberlo traído. Jean estaba notando las sensaciones de Jonás y no le gustaron. – Olvídate de él. Ahora veo a quién quiero a mi lado.- Sabía que no debía agobiar al adolescente, pero notaba como le estaba perdiendo poco a poco y no lo entendía. Trató de abrazarlo de nuevo y besarle… y aunque Jonás se dejó, a los pocos segundos se separó y se apartó sin mirar al francés a los ojos. - No estoy bien. Necesito pensar, JP.- Se bajó de la cama y se fue hacia la silla donde le aguardaban su chaqueta y su casco rojo. - Estás aún en shock, Jonás. Siéntate y cálmate. - No, en serio… quiero irme a mi casa.- Musitó como para sí mismo. Tomó sus pertenencias y se encaminó hacia la puerta, solo que una vez allí se volvió y corrió hasta Jean Paul, al que se abrazó con tanta fuerza que casi le hizo daño, y luego le besó levemente: - Déjame unos días a solas. - D’accord. Aclárate…- aceptó el francés dejándolo libre, viéndolo marchar poco a poco y sintiendo como la congoja le ganaba por dentro. Se quedó solo en aquella inmensa habitación, demasiado grande para uno solo.

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Capitulo 11

E

ra Jueves por la mañana, apenas las 8 y recién amanecido.

Ante los insistentes sonidos del móvil en la mesita de noche, un brazo adornado de un morado en el hombro y un brazalete tribal en el bíceps salieron de debajo de las sábanas, buscaron con el mero tacto por la mesilla de la noche y luego arrastraron su botín bajo el edredón. - ¿Diga?.- sonó su ronca de dormir. - Querías que te devolviera las llamadas, así que te llamo. - ¿Quién… emm…?. ¿Marcos?. - Tenemos que hablar en persona. Si quieres dejar las cosas claras, estate a las 10 en el Panoramix, frente al Mac Donalds. ¿Vendrás?. - Si.- Susurró con seguridad. La llamada se cortó, y Jonás empezó a temblar. ***

Marcos paseaba por el piso superior del centro comercial sin poder pararse quieto ni un minuto; apenas reparó en el apuesto reflejo de su figura mostrando una camisa decorada con dos truenos donde podía leerse “Burn it all”. Se sentó en un banco observando a la gente tomar café y charlando de sus chorradas. Qué ciegos estaban todos, encorsetados por límites mentales que la gente como él y Jonás habían superado.

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No tenía ni idea de cómo ni porqué, pero lo cierto es que había una pequeñísima fracción de tanto por ciento de personas cuya mente había superado el potencial limitado humano, y no tenía nada que ver con la inteligencia, ni con la sagacidad… Nada de esto había trascendido a los medios porque ni a los psiónicos les interesaba darse a conocer, ni a la gente común le interesaba creer en esas cosas: mejor aferrarse a la realidad tal y la conocían. Era una relación simbiótica donde nadie salía perdiendo y todos ganando: los humanos comunes obtenían la seguridad y tranquilidad de “no saber”, y los psiónicos podían vivir sin ser explotados o sufrir experimentación… eso sí, a veces habían algunos psi que no dudaban en emplear su potencia mental para atacar a gente inocente o cometer otros crímenes. Jonás, por ejemplo. Jonás le habría eliminado a él si no hubiera dispuesto de sus propias capacidades psi para defenderse. Marcos no podía entender porqué el adolescente le atacó hacía unos pocos meses; no entendía porqué de un día para otro el grandioso amor que sentían y que hubiera dado lugar a la estabilidad que ambos deseaban, se truncó en un intento de asesinato. No cabía duda de que aquello no fue una broma, ni tampoco de que Jonás ahora mentía y se hacía el tonto al negarlo todo y hacer como que no recordaba nada. El muchacho se agachó para que la barandilla le escondiera en un amedrentado impulso al ver los cabellos dorados de Jonás asomar por la esquina allá abajo. Aunque el chico ya no parecía un niño, la expresión indefensa y asustada de su rostro pecoso le daba todo el aire de necesitar un gran abrazo y consuelo. “Qué guapo es el cabrón…”. Cerró los ojos, respiró profundamente para coger valentía, subió a tope la cremallera de su cazadora negra y descendió hacia el primer piso para encontrarse con el asesino. - Hola Marcos.- Saludó el adolescente con los ojos muy abiertos, casi como en un ruego. - Jonás… - ¿Nos sentamos?. Te invito a desayunar, si quieres. - No seas hipócrita con gestos de amistad. Sabes que si estamos aquí es por un solo motivo: que haya testigos. - El rubio compuso un gesto de incomprensión. - ¿Testigos de qué?. - Testigos por si me atacas, para que no te atrevas. Jonás pareció descolocado. -¿Por si te ataco yo a ti?.- Su mano se acarició allí donde aún le dolía ligeramente el golpe del jarrón. Tuvo que hacer un esfuerzo para contener las lágrimas. - ¿Porqué dices esas cosas?. ¿Me contarás hoy lo que te pasa conmigo?. Marcos parecía nervioso y retrocedía cuando el chico adelantaba algún paso hacia él. – Ahora no está Jean Paul, puedes dejar de disimular.- El más joven compuso una clara expresión que decía “no sé de qué me hablas”. – Esto es increíble… ¡yo estaba allí!. ¡Fui yo a quien intentaste aplastar contra el árbol usando tu telequinesia!. ¡Fue mi muñeca la que se partió!. He necesitado casi tres meses para recuperar la movilidad completa y que dejase de doler… y ¿pretendes hacerme creer que no lo viví?. ¿Qué no me amenazaste de aquella manera tan terminal?. ¡Vivo aterrado pensando que volverás a por mí!.

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- Yo no… no comprendo. Siento que te hayas partido la muñeca, no tenía ni idea. Pero ¿telequinesia?. ¿Qué te dije qué cosa?. No te entiendo… Marcos negó con la cabeza como si se rindiera ante la cabezonería del otro. – Mira, me da igual que quieras hacerte el inocente. No sé porqué quisiste matarme, Jonás, pero ya no me importa. Pasé página… Paso de ti y ahora tengo mi oportunidad con Jean Paul. He quedado contigo solo para decirte que no voy a dejar que te lo quedes. ¿Me oyes?. No sé si planeas matarle también cuando lo tengas tan enamorado como me tenías a mí, o si pretendes tenerle engañado toda la vida sobre esa psiónica que tienes y lo violento que puedes ser, pero yo le abriré los ojos. No permitiré que le hagas daño, y si quieres guerra… ¡la tendrás!. No estoy tan indefenso como crees. Los gruesos lagrimones cayendo por las mejillas del adolescente casi desarmaron a Marcos, que hubiera sucumbido a su encanto de no haber sufrido anteriormente en primera persona la potencia de su telequinesia. – Jonás, yo… ya no sé si realmente te estás creyendo tus propias mentiras, pero me da igual. Eres un psicópata enfermo y eres un peligro para los que te rodean. Solo te lo voy a decir una vez: aléjate de Jean Paul o tendrás que enfrentarte a la verdad.- Advirtió, y se fue alejando sin darle la espalda ni dejar de mirarlo. Jonás tuvo que encerrarse un buen rato en los aseos del centro comercial para calmarse. Había llegado a creer que Marcos le iba a dar una explicación, quizá incluso a pedir disculpas. Había llegado fantasear con que quizá esa idea de Jean Paul sobre el trío era posible… pero era hora de despertar. *** Email a [email protected] desde [email protected] : “Chimo, tío, necesito ayuda. ¿Recuerdas el psi que me rompió la muñeca?. Se vuelve a meter en mi vida, y eso no es todo: Creo que es peligroso y que planea hacer daño a gente que quiero. Me he acordado de la vigilancia a la que lo sometisteis y de lo que me contaste que hacía de vez en cuando… ¡joder, aun tengo escalofríos cuando pienso que me enrollé con él!. Bueno, la cosa es que necesito un favor: pásame a DogChaw para que lo vigile y me avise. Tengo que mostrarle a alguien la verdad. Te debo una, Apokryphos. *** Las 3:44 de la noche del sábado. Lugar: Residencia de Jean Paul Héritage a las afueras de Alicante. Némesis vestía su traje de trabajo con capucha y se contemplaba con aire crítico en la parte exterior de la ventana tintada de su Volkswagen gris. Se sabía armado y preparado para la nueva intervención de esta noche: un posible talibán psiónico que pretendía confundir a los controladores aéreos para causar un nuevo 11/S en pocos días, en la nueva terminal del aeropuerto de Torrellano, en Alicante.

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Jean Paul no se reconocía a sí mismo: tenía dudas. Había pasado cerca de tres horas paseándose nervioso por su casa mientras hacía malabares con su cuchillo, meditando sobre su vida. Esa noche tenía una intervención; esa noche había de eliminar a otro psiónico que había cometido un crimen o que pensaba hacerlo… y sin embargo no estaba tranquilo, y eso mismo era preocupante. No recordaba la última vez que se puso nervioso antes de actuar. Dio una vuelta más alrededor de su coche; estaba esperando el mensaje de confirmación de Nina para salir hacia el lugar de encuentro. A ella la debía avisar su Directora de Intervenciones. Los primeros trabajos que Jean hizo para Prime.corp hacía casi una década venían encargados junto con una carpeta llena de pruebas que le convencían para realizar su labor de eliminación sin remordimientos, sabiendo que con ello salvaba vidas y borraba de la existencia a alguien peligroso para la humanidad; a alguien tan peligroso como el psiónico que asesinó a su Robert. Pero en algún momento empezó a confiar tanto en la compañía que dejó de pedir esa información, dejó de recibirla y no le importó: solo tenía objetivos que ejecutar, venganza que saciar. Su vida fue su trabajo, y el tiempo que no pasaba entrenándose o eliminando a esa lacra psiónica peligrosa era como una mera tapadera sin importancia. Recientemente ese ciclo se había invertido: su vida era su búsqueda de un romance que aliviase su corazón herido… y solo ahora volvía enfrentarse a Némesis, a su lado oscuro y a aquello en lo que se había convertido: un asesino sin escrúpulos. ¿De verdad había elegido él en algún momento ser así?. ¿Cuándo había permitido que pasase?. ¿Podría ejecutar una vez más a quien Prime.corp le ordenase, sin tener realmente pruebas ni de que fuera psiónico, ni de que fuera un criminal?. El móvil de trabajo integrado en el coche empezó a brillar, así que abrió la puerta, lo descolgó y miró en la pantalla el mensaje de la sabueso Martínez: “Intervención Némesis 26-X CANCELADA. Pasa buena noche.” Cambio de planes, no habría ejecución. El alivio que sintió ante tal anuncio le confirmó que algo no iba bien en su interior. No deseaba realmente seguir matando, ni siquiera aunque sus objetivos fueran verdaderos criminales psiónicos y con su muerte la gente inocente estuviera más segura. Su venganza carecía ya de sentido, y por fin podía dejar que el recuerdo de Robert descansase en paz. Quería seguir adelante con una vida normal. Suspiró sabiéndose en paz con el pasado. Ahora solo necesitaba pensar en el modo en que podía conseguir que Prime.corp y la policía le dejasen en paz… si es que lo había. Se bajó del coche y se quedó paralizado de la impresión al mirar allá lejos en la puerta cerrada de la verja de su chalet. ¿No era Marcos aquel agarrado a los barrotes y tratando de ver algo desde la distancia?. Resopló indignado: ese cabrito debía haber mirado los papeles del seguro de su Jaguar. Solo recordar el morado en el hombro de Jonás, y cómo ese tío había desbaratado la posibilidad de tener una existencia plena con ellos dos por un estúpido acceso de violencia compulsiva, le lleno de rabia. “Merde, Marcos… podía haber funcionado.” Aunque iba vestido de negro y estaba seguro de que el moreno aún no le había localizado, no le importó

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enfrentarse a él. Es más, era necesario: Era una molestia saber que había localizado su vivienda, así que ahora tenía que dejarle claro que prefería que siguiera lejos. Se acercó tanto y tan silenciosamente que pudo ver el letrero de la vieja camisa de Terminador 2 que su cazadora abierta auguraba: NO FATE. - Marcos. Estoy aquí. ¿Qué quieres?.- Recordó que llevaba puesta la capucha negra y se descubrió. - ¡Joder!, qué susto… Sales de la oscuridad en silencio y encapuchado. ¡Casi me da un ataque!. - ¿Y tú?. Que vienes a mi casa de madrugada y sin avisar, espiando desde las verjas… El chulito compuso una mueca de que le daba igual. - Tú te lo has buscado por no tener móvil ni interfono. Tenía que hablar contigo. - ¿Hoy?. ¿A estas horas?. - Hoy, y a estas horas precisamente. - Marcos, no creo que tengamos ya nada más que hablar. No puedo tolerar la violencia hacia mis seres queridos, y yo pretendo que Jonás sea uno de ellos, al igual que lo pretendía de ti. Te has quedado fuera. El rostro de Marcos se llenó de tristeza. - Si me he de quedar fuera por haber intentado abrirte los ojos, así sea, pero no quiero que andes engañado. Déjame mostrarte algo, una última cosa… y luego te dejaré en paz para siempre, si lo quieres así.Jean Paul iba a negar con la cabeza, pero el chico se le adelantó: - Jonás no está bien. Quizá necesita ayuda psiquiátrica. Puede hacer daño a otros y a sí mismo… pero no lo admitirá si tiene elección. Ya sé que no me crees, yo tampoco lo haría, pero si no lo haces por ti, hazlo por él… has de saber su verdad.- Su rostro era una máscara seria llena de gravedad. – Mírame a los ojos… sabes lo que tú y yo hemos tenido, lo que yo todavía siento por ti. Dame una última oportunidad y luego desapareceré si me lo pides. Te lo juro.- Decía la verdad. ***

- ¿Por dónde se mueve?.- Preguntó Marcos a su móvil, sentado en el asiento del acompañante. – Tuerce a la derecha Jean, y todo recto. Le vamos a alcanzar… No le pierdas Dogchaw, ¡pero que no te vea!; Ya sabes lo peligroso que es. El francés miraba a su acompañante con ojos no demasiado amistosos, pero realmente sentía mucha curiosidad por todo lo que estaban haciendo. ¿Quién sería ese Dogchaw?. En cualquier caso se suponía que en pocos minutos todo quedaría aclarado: o una nueva mentira de Marcos intentando alejarle del rubio, o… no se le ocurría qué otra cosa podía ser. Sin embargo una alarma mental saltó a los pocos minutos en la mente de Jean al darse cuenta de la dirección que habían tomado: se estaban acercando demasiado al emplazamiento de la intervención cancelada para hoy. ¿Casualidad?.

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Pese a las farolas, las tinieblas eran tan oscuras en esta madrugada de luna nueva que poca gente se aventuraba a salir por las calles de esta zona de Alicante, un barrio no demasiado rico ni bien iluminado. Por ello Jean Paul se extrañó al llegar a una esquina y ver a un chaval resultón de no más de catorce años subido en un monopatín y hablando por móvil… a la vez que Marcos le respondía. – Sí, ese es Dogchaw. Párate ahí delante y esperemos aquí.- Marcos detuvo el coche y observó por el retrovisor como el chico de tan raro alias se alejaba calle abajo. Por un momento cruzó los ojos con los iris miel del muchacho que le acompañaba y la tristeza y anhelo en ellos patente le provocó un nudo en las entrañas; no podía negar el enlace que aún existía con Marcos. - ¿Qué estamos esperando?.- Inquirió algo abruptamente. El joven levantó una mano pidiendo silencio y a los pocos segundos una luz adicional llegó por la carretera iluminando; una moto acercándose. - ¿Le reconoces?. Jean Paul observó atónito la moto que pasaba apenas a meros 3 metros del coche; Aunque no había podido verle la cara, lo cierto es que el casco rojo completo era el de Jonás, así como las deportivas que había portado en su primera cita. Llevaba además un mono de cuero negro y rojo de motorista. - ¿Adónde va?. - A matar.

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Capitulo 12

-¿

Q

ué?. No seas paranoico… estará…

- No hay tiempo, Jean. Si quieres saber la verdad, enciende el motor y síguele. El francés se maldijo a si mismo; Habría confiado completamente en Jonás, pero de repente se lo encontraba muy tarde, muy solo y muy lejos de su casa. Si no averiguaba qué hacía allí, las dudas nunca le abandonarían. – Vale… quiero saberlo todo. Pero no puedo seguirle sin más, no hay nadie en la calle y nos oiría. Nos vería por el retrovisor… Marcos puso su mano en el brazo del hombre que amaba y cruzó su mirada con la de él. – No se dará cuenta. Confía en mí. Jean Paul había previsto sacar a este atractivo chulito de su vida, pero descubrió que confiaba en Marcos después de todo. Suspiró, encendió el motor y siguió la moto del adolescente esperando el momento en el que el supuesto Jonás se daría cuenta de que le seguían. - ¿Pero qué haces?. Enciende las luces que nos la vamos a pegar…. - Marcos, es obvio que nos verá si hago eso.- Estaban en una calle estrecha llena de coches aparcados por todas partes; no habría manera de ocultar su presencia. - Como quieras… yo ya te digo que no nos verá.

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Queriendo probar si al moreno se le había ido la cabeza del todo, encendió las luces… y el motorista no se dio cuenta de que estaban tras él. - ¿No nos ve…?. ¿Está drogado?. - Eso sería lo de menos. Se ha detenido en ese portal. Párate y observa. - ¿Aquí en medio de la calle?.- Marcos asintió, así que Jean se dejó llevar de nuevo y miró. Se quedó realmente sorprendido al constatar que ésta era la calle y el número en donde él habría de haber intervenido de no haberse suspendido la ejecución. Jonás, o el muchacho con la complexión y la estatura de Jonás, con el casco y las zapatillas de Jonás, se apeó de la moto y se acercó a la acera. Una vez allí… voló. Jean Paul tuvo que pasarse una mano ante los ojos y volvió a mirar. ¡El chico volaba!. Se había elevado hasta la altura del primer piso, ahora del segundo, y se había parado ante una ventana. La miraba fijamente y la persiana comenzó a subir como si alguien desde dentro estuviera manipulando el mecanismo. El encasquetado motorista seguía sin mover ni un músculo pero las hojas de vidrio de la ventana se abrieron igualmente como desde el interior. Ahora el supuesto Jonás sí elevó un brazo ante él como señalando algo y levitó varios metros atrás… mientras una horizontal figura humanoide salía tras él flotando desde esa vivienda, cubierto por una sábana. Obviamente era alguien durmiendo que ignoraba estar levitando a unos diez metros del suelo. - Qué está ocurriendo…- no pudo evitar preguntar Jean. ¿Habría sido esa su víctima, el supuesto talibán psiónico?. - Telequinesia. – Susurró Marcos. “¿Qué va a hacer ahora?.” Se preguntó el francés justo antes de que el puño enguantado del Jonás encasquetado se moviera horizontalmente. El bulto cubierto por la tela que parecía ser la cabeza se movió repentinamente a un lado y al francés casi le pareció escuchar el ruido de un hueso al romperse. – Merde. Lo ha matado.- A continuación el cadáver y la sábana cayeron desde lo alto hasta la acera, donde quedó inmóvil. Jean se volvió hacia Marcos esperando ver en él una expresión tipo “te lo dije”, pero en su lugar encontró una gran desolación, la mayor que hubiera visto en él hasta ahora. ***

El chico del mono rojo bajó poco a poco hasta la acera, se subió en la moto y se alejó dejando a los dos vigilantes helados. - ¿Dónde se supone que va ahora?. - ¿Y yo que sé?. A su casa a dormir calentito, supongo… - ¿Y tú sabías esto?.

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Marcos ladeó la cabeza. - A mí me atacó de forma parecida, pero escapé. Luego me llegaron rumores de lo que hacía cada pocas semanas... Tengo amigos que están muy alerta ante cosas así. Hoy me dijeron que había salido con el traje que suele ponerse para esos casos, y fui corriendo a buscarte. Jean Paul tenía los dientes apretados de rabia. Jonás era un psiónico, un potente telequinético que, por lo que estaba viendo, actuaba con la frecuencia y los parámetros que Prime.corp requería de sus ejecutores, y que esta noche se había ocupado del que, de otra manera, se hubiera tenido que ocupar él mismo como Némesis. ¿Su inocente cachorrito era un asesino a sueldo como él?. Era demasiado duro de digerir… - ¡No puede ser él!. Esto es un montaje, una merde que han montado para joderme de alguna manera… y aún no sé porqué lo han hecho, pero se lo voy a desbaratar.- Exclamó acelerando el coche tanto que hubiera perdido bastantes puntos de su carnet si la policía le hubiera visto. - ¡Adonde vas!.- Casi gritó Marcos aferrándose a su asiento. - ¡Ese no es Jonás!. No puede ser él. Le voy a alcanzar, le voy a desenmascarar, y luego voy a matar al fill de pute que me la está intentando jugar.- Sentenció, y el muchacho palideció al darse cuenta de que el francés parecía hablar completamente en serio. Allí delante se veía la luz de la moto que perseguían, y el Volkswagen tardó menos de dos minutos en alcanzarlo, colocándose justo detrás. Jean Paul comenzó a hacerle luces. - ¡No seas estúpido!. No puedes enfrentarte a ese asesino, ¿no has visto lo que puede hacer?. ¡Yo apenas pude escapar!.- El chico de la moto no disminuía ni se apartaba, como si no se hubiera percatado de su presencia pese a que ya habían salido a la nacional que circunvalaba la universidad y solo estaban esos dos vehículos en kilómetros a la redonda. ¿Qué ocurría?. El de la moto no podía estar tan ciego. Jean Paul miró de reojo a Marcos y lo entendió todo de repente: la policía sin pararles cuando iban en moto a demasiada velocidad y en sentido contrario; la gente pasando junto al coche en el paseo de San Juan sin darse cuenta de que ellos estaban fornicando sin pudor; el supuesto Jonás que ni siquiera les prestaba atención pese a estar casi encima haciéndole luces. - Marcos, tú también eres psiónico.- El moreno tragó saliva. – Luego tendremos unas palabras al respecto, pero ahora mismo te ruego que dejes de hacer lo que sea que estás haciendo para que ese motorista pueda vernos. - Vale.- Aceptó el chico notando un gran miedo por dentro. Había esperado incredulidad, negación y otras tantas reacciones normales en un ser humano al ser enfrentado a una prueba irrefutable de poder psiónico, pero Jean Paul lo había aceptado realmente rápido, había deducido en qué consistía el portento que podía lograr mediante su potencia mental y pensaba enfrentarse a todo ello sin miedo. En cuanto Marcos cesó de disimular la presencia del Volkswagen, la mente del encasquetado les detectó y frenó en seco haciéndose a un lado. El coche derrapó y quedó justo al otro extremo de la carretera. ***

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Jean salió al instante, se caló la capucha y sacó el cuchillo de su funda oculta, encaminándose directamente hacia el desconocido que había suplantado al chico que amaba. - Tú, sé valiente y muestra quien eres…- Exigió. Llegó hasta mitad de la carretera y se detuvo. El motorista se apeó de la moto tras ponerle la sujeción para mantenerla en pie y, sin más, se quitó el casco. Era Jonás sin duda alguna. Jean Paul sintió sus rodillas temblar y casi cayó al suelo. - Así pues, es cierto. Intentaste matarle. – señaló a Marcos allí detrás.- Y eres un asesino… al servicio de Prime.corp. Jonás asintió y sonrió de una manera que en absoluto recordó a las dulces expresiones que el muchacho solía componer. - Como tú, Némesis.- Jean Paul se quedó lívido de la sorpresa. Marcos salió del coche también y escuchaba ahora. – No has hecho caso de la inducción de Martínez y sigues detrás de mi ejecutor, ¿verdad?. Tendré que darle un escarmiento a esa inútil sabueso que se cree oradora; pero primero: sí, yo ataqué a ese niñato que traes contigo, pues también quería a Jonás para él…- ¿Hablaba en tercera persona de sí mismo?. ¿Había dicho que Nina le indujo a algo a él, que era oradora?. -Aún no entiendo cómo escapó de mí, pero hoy no lo hará.- Elevó un brazo en un movimiento rápido horizontal y Némesis saltó al suelo rodando para esquivar lo que le había lanzado. ¿Una roca?. No, era Marcos que golpeó el suelo más allá, rebotando contra el asfalto y quedando inmóvil. - ¡Marcos!.- Corrió hacia él y lo examinó. Estaba inconsciente, sangraba ligeramente en un par de heridas superficiales, pero respiraba. - ¡Eeese era el nombre!, no me salía.- Exclamó burlonamente el adolescente riéndose. Jean se fijó en que Jonás estaba sudando mucho. – Ese ya no se escapa. Ahora me ocuparé de ti… El rubio se elevó por el aire a buena velocidad y se colocó justo a unos 15 metros sobre Némesis con los brazos y las piernas abiertos. – ¡A bailar!- Ordenó; ahora sí que empezaron a llegar docenas de rocas de los alrededores desde el tamaño de un puño al de una pelota de fútbol y a llover sobre la posición del encapuchado desde todas direcciones. Jean Paul comenzó a esquivar los proyectiles con una gracia inusitada, colocándose en posiciones completamente desconcertantes y realizando inesperadas cabriolas. “Su forma de hablar, de expresarse, las cosas que ha dicho…” -¡Tú no eres Jonás!. La inútil lluvia de proyectiles cesó de inmediato. - ¡Bien dicho!. Creía que era algo obvio, pero te has ganado un premio, ya que parece ser difícil golpearte…- El adolescente volador señaló con la mano a Némesis y apretó con el puño, haciendo que Jean notase como una fuerza exterior le agarraba por la mitad del cuerpo apresando sus brazos y tirando de él hacia arriba. Comenzó a alejarse del suelo, pero aún sujetaba el cuchillo. Quizá pudiera lanzárselo… – No puedes

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esquivar lo que no ves, y menos aún lo que se te acerca a la velocidad del pensamiento. Estoy pensando si partirte el cuello también, o si arrancarte miembro a miembro… quizá podría incluso subirte varios kilómetros hacia lo alto y soltarte, a ver si tú sabes volar… - ¿¡Quién eres!?. ¿¡Cómo controlas a Jonás!?.- Desde aquí pudo verle bien; en efecto tenía la frente perlada de sudor y la cara pálida como la nieve. Dudó; sin lugar a dudas el cuerpo era el de su amado adolescente: olía a él, llevaba sus mismos pendientes. No podía herirlo. - ¡Bah!. ¿Qué más te da si vas a morir?. ¿Sabes Némesis?. Nunca tuve clara tu psiónica; Decían que eras imbatible, que eras el mejor ejecutor, pero la verdad es que me ha resultado muy fácil vencerte usando a Shield. ¿Sabias leer mentes o algo así?. ¿Por eso que esquivas tan bien?. - Jonás, sé que estás ahí dentro… ¡resístete!. Sé que puedes hacerlo. El control no puede ser absoluto, no a esta distancia de quien te controla, no si te obliga a hacerme daño a mí. Jonás se carcajeó y con simplemente elevar una ceja apretó la presa; Jean Paul notó como uno de sus dedos crujía al partirse sobre el mango del cuchillo, que se soltó y cayó al lejano suelo. – No sabes cómo funciona mi poder… te lo diré: Simplemente anulo la mente humana y ya no está. No hay Jonás aquí dentro que pueda escucharte, así que concéntrate en responderme. Venga, que tengo curiosidad: si me dices qué capacidades has logrado desarrollar, te mataré rápido y sin dolor. Te lo prometo.- Al ver que Jean Paul no respondía, el huésped del adolescente pareció impacientarse y apretó aún más su presa mental haciendo que los huesos del francés comenzasen a crujir y soltase bastante aire. – No tengo toda la noche…Con el estertor, la capucha se le salió y se miraron a los ojos. - Jonás, cachorrito, sé que no quieres hacerme daño. Por… favor…- Se había quedado sin aire y no podía respirar más por la presión. El ruido de una costilla al partirse le resultó desesperanzador. Elías estaba disfrutando como nunca: podía cargarse a Némesis legalmente según las normas de Prime. corp por entrometerse con otro ejecutor en plena intervención, y luego remataría al otro chiquillo idiota. El adolescente volvería a estar solo y entonces el “cariñoso asesor de seguros” le haría una visita para consolarlo. El Ruso podía ver perfectamente las venas hinchadas en el cuello de Jean Paul y sabía que solo un poco más de presión haría estallar algún órgano interno. – Bueno, pues adiós…- se despidió sonriendo. Pero simplemente compuso una mueca de dolor, se llevó la mano a la parte izquierda del pecho y se quedó inconsciente en medio del aire. Jean respiró profunda y dolorosamente mientras aceleraba su caída con un descenso en vertical, rodó en el suelo y se levantó enganchando al muchacho inconsciente que estaba a punto de golpearse de frente con la tierra al caer. Apenas se le dobló un poco el tobillo, aunque el pecho le dolía de forma tremenda; escupió sangre “esto no es bueno”. - ¡Jonás!. ¡Jonás!.- No se despertaba. – ¡Marcooos!.- Respiró controladamente y decidió que no iba a derrumbarse, no cuando todo dependía de él. Cojeando y con un estallido de dolor en cada paso, llevó a Jonás hasta el coche y lo sentó en el asiento del copiloto con mucho cuidado. Ya se volvía para ocuparse de Marcos cuando un sonido extraño salió del

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rubio: un teléfono móvil. Le buscó entre la ropa y lo encontró zumbando y con un nombre parpadeando en la pantalla: Naïara. ¿Una amiga que le llamaba a las 4:37 de la madrugada?. Le dio al “aceptar llamada”. - Contraorden prioritaria, código: Shield.- Dijo una voz masculina con entonación algo histérica. - Creo que se te han acabado las contraórdenes, cabronazo… voy a por ti.- Anunció antes de tirar el móvil al suelo y romperlo de un potente pisotón. Luego corrió trastabillando hasta el otro muchacho y lo examinó superficialmente. No parecía tener nada roto, pero nunca se sabía, así que lo tomó en brazos lo mejor que pudo y lo llevó al asiento de atrás del coche, donde lo tumbó. Nada más dejarlo observó el chichón que le estaba saliendo a Marcos y cómo tenía el cabello empapado en sangre. - ¡Merde!. No, no… Buscando en las ropas del moreno encontró lo que buscaba: su móvil, y llamó de memoria al único número del que ahora se podía fiar: - Salut Primarca, soy Némesis. Siento llamarte a estas horas… tengo una emergencia. *** El grito de rabia y dolor físico de Elías al perder el contacto casi traspasó las paredes de acero de la habitación insonorizada en donde realizaba las intervenciones. Nadie había roto nunca su control una vez él había logrado el dominio, y menos alguien como Jonás cuya mente había sido manipulada para ser más receptiva a la influencia psiónica de su Director. Pero eso no había sido lo peor; había intentado llamar al chico rápidamente para volver a inducirlo al trance mediante las palabras clave y su psiónica, pero Némesis se le había adelantado. - ¡Imposible!. ¿¡Cómo cojones se ha liberado!?.- Gritó a los monitores en blanco que le rodeaban. Volvió a sentarse en el cómodo sillón que utilizaba durante las operaciones y se mesó la perilla mientras meditaba sobre los acontecimientos. Análisis de daños : 1) No había podido modificar los recuerdos de Jonás tras dominarlo. 2) El tal Marquitos seguía vivo. 3) Némesis seguía vivo. 4) Némesis había averiguado la verdad sobre Jonás. 5) Némesis sabía ahora la verdad sobre Nina y su capacidad de oratoria. 6) Némesis le había amenazado… ¿Era posible que supiera quién era él?. No con seguridad, pero podía deducirlo uniendo cabos. Los únicos recuerdos que Elías podía modificar en otra mente, eran aquellos obtenidos durante el periodo en que esa mente había estado dominada, cosa que le solía servir para cubrir sus huellas cuando dominaba a alguien… Pero en este caso era obvio que ya no podría retornar la mente y recuerdos de Shield a una situación tan apacible como la de antes aunque lo capturasen y lo tuviera a su merced.

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Prime.corp tendría que cazarlo, sedarlo y mantenerlo prisionero entre cada intervención. Resopló indignado. Habría preferido vivir una falsa vida “apacible” al lado de un crédulo Jonás, pero al menos lo seguiría teniendo a su disposición mientras la compañía lo poseyera. En cambio Némesis había cometido un gran error rebelándose; Se había entrometido en una intervención oficial atacando a otro ejecutor y desbaratando el control de su director sobre él. Sería una gran pérdida para Prime.corp, pero no quedaba otro remedio que acabar con él. Sonrió con malignidad al abrir el archivo para relatar el informe de la intervención para sus superiores. – Ha sido solo una batalla, Némesis. Solo una batalla. Te voy a lanzar a los perros…

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Segunda parte "Libertad o Destino"

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Capitulo 13

J

onás estaba a gusto.

Se había ahogado en una oscuridad abisal, y tras ello había sido consumido por un frío glaciar lleno de carámbanos afilados que hacían cada minuto más doloroso que el anterior… Pero finalmente un tibio calor reparador se estaba extendiendo por su interior, como si un millar de pequeños capullos de flores estallasen llenos de belleza en medio de un paisaje desolador, suavizándolo y sanándolo. - Creo que ha despertado. Esperaré fuera.- Anunció una voz desconocida. - Merci, Primarca. Gracias por todo.- Luego pasos alejándose precedieron al de una puerta cerrándose con cuidado. Abrió los ojos conforme sintió su consciencia por fin capaz de soportar la realidad. Se encontraba tumbado en una mullida cama, vestido con sus slips y una camiseta interior. La atmósfera era cálida y agradable y la estancia muy acogedora, con las paredes y las vigas del techo hechos de madera. La ventana del fondo mostraba el sol naciente por detrás de unos cuantos abedules, y justo a su lado Jean Paul le estaba observando con los ojos muy abiertos. El chico sonrió tiernamente. - Hola.- Pero el torrente de recuerdos le golpeó como un maremoto y lo asfixió con lo ocurrido en las últimas horas. - ¡JP!.- Exclamó asustado. Intentó levantarse pero se mareó un poco, así que fue el mayor quien se agachó y le dio un afectuoso abrazo (aunque sin apretar mucho). - ¿Estás bien, JP?. ¿Te… te hice daño?.

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- Estoy bien, cachorrito, tranquilo.- Se separó y lo miró con tanta dulzura que solo eso contuvo la angustia que el rubio estaba comenzando a sentir al analizar esos recuerdos. Apenas notaba ya una ligera molestia en el dedo y la costilla, allí donde los huesos se habían soldado aceleradamente. - Yo… maté a un hombre.- Palidecía de nuevo mientras miraba su mano con extrañeza. - No, tranquilo. Tú no has matado a nadie; lo hizo ayer noche esa persona que te controlaba. Eres completamente inocente. - Pero… yo lo vi. Es decir… estaba allí, como amordazado y atado viendo una película tras mis ojos, pero estaba allí. Me vi hacerlo…- Su voz amenazaba con romperse. - No. Has de desechar cualquier sentimiento de culpa que venga desde esos pensamientos, pues no son buenos para nadie y realmente no fue culpa tuya.- Le cogió de la mano y la besó. Tras suspirar y calmarse, Jonás asintió. - Entonces estás bien… ¡Oh no!. ¡Marcos!. ¡Le… le… lo empujé!. ¿Está bien?. ¿Dónde está?. Tenemos que… - Estoy bien.- Casi susurró la voz del otro muchacho en una silla a la derecha que hasta ahora no había visto. No levantaba la vista del suelo y el largo húmedo cabello cayendo sobre la cara tapaba sus ojos. – Ese amigo de Jean nos ha ayudado. - ¿Quién?. - Primarca. Un antiguo compañero mío de trabajo… Marcos tenía una fisura craneal, y tú habías tenido algo así como un ataque al corazón. Por poco me dejáis solo.- Se ahorro hablar de sus propias lesiones para no preocupar más al rubiales. - ¿Marcos, estás bien?.- Volvió a preguntar Jonás preocupado; había conseguido sentarse y observaba intensamente al cabizbajo moreno de la silla. Marcos lo miró y se mordió el labio inferior. Asintió y necesitó unos segundos sin hablar para calmarse. – Con todo… lo que te he hecho… y sigues pendiente de mi. Lo siento tanto… siento tanto haberte tratado así… - Ven… ¡ven!.- Pidió Jonás, y Jean Paul se apartó cuando Marcos se acercó y los dos chicos se abrazaron rompiendo a llorar. – No pasa nada, no importa… ya no.- Se quedaron así unos minutos simplemente disfrutando de tenerse entre los brazos. - ¿Cómo ibas a suponerlo?. ¿Cómo ibas a saber que le dominaban la mente y luego le borraban los recuerdos?.- Comentó el francés sentado a su lado, acariciando la ancha espalda del muchacho mayor con una mano, y luego el brazo de Jonás con la otra. – Ninguno podíamos suponer algo así. - Ven tú también…- pidió Jonás abriendo el brazo derecho, y allí se tumbó Jean con el adolescente en medio y Marcos en la otra parte. – Ufff…- El rubio miró al moreno y lo besó suavemente en los labios durante un momento, y luego se volvió hacia Jean Paul e hizo otro tanto. – Pincháis… Yumm…- Comentó con ojitos entrecerrados justo antes de ponerse rojo, pues había advertido como su erecta virilidad se marcaba en la apretada ropa interior.

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Marcos se apartó un tanto y los miró con cara de circunstancia; Se había sentido violento al ser besado por Jonás ante Jean, y ahora además sentía celos de ver al chico besando al mayor, celoso de ambos. - Emm… ¿Qué vamos a hacer ahora?. - Vamos a descansar hasta estar bien del todo. Luego averiguaré quién era ese psiónico cabrón que ha estado usando a Jonás y trataré este tema con él de forma terminante.- Explicó el francés subiendo consideradamente la sábana para tapar la entrepierna del adolescente que pese a ello seguía siendo bien discernible. - ¡No!.- Exclamó un poco alterado Marcos antes de carraspear. – Perdón; me refiero a nosotros. ¿Quién queda fuera?.- Él había pasado del más joven en su momento de mayor necesidad, le atacó, le acusó ante Jean Paul… suponía quién sería el tercero en discordia. Tendría que aceptarlo. ***

- La respuesta a su petición, Director.- Le entregó el uniformado guardia de seguridad con rostro inescrutable nada más entrar en la sala de juntas vacía. El Ruso abrió la carta y leyó con rostro grave: “Elías Bellarosa: Nos ha decepcionado mucho lo ocurrido durante su intervención, tanto por la pérdida del control sobre Shield como por la traición de Némesis. Estimamos que su torpeza a la hora de realizar su labor podría ser paliada en gran medida logrando capturar/anular por completo a uno o a los dos ejecutores que hemos perdido. Posee una autorización de nivel 87 J. Esperamos su informe favorable cuanto antes. El Consejo.” Elías sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. No había salido precisamente como había planeado. La noche anterior él insistió en que les cedieran a Shield y a él la última intervención, y por tanto era a ojos del consejo responsable de todo lo sucedido. Sin embargo tenía un voto de confianza para recuperar su control o presentar los despojos de los cuerpos de esos energúmenos. Bien, no iba a fallar al consejo, ni iba a fallarse a sí mismo. - Autorización de nivel 87 J.- Mostró el papel al guardia.- Llame a los agentes indicados en esta hoja al hangar y que preparen los helicópteros. Salimos inmediatamente. - Si señor. Emmm… ¿Destino?.- Vamos a visitar la casita de Némesis. ***

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Jean observó al nervioso muchacho con una luz especial en los ojos; le hubiera gustado decirle que no había porqué elegir, pero algo así no debía partir de él de nuevo: miró a Jonás y elevó las cejas esperando que decidiera si era posible. – Yo…- comenzó el rubio. -… creo que podríamos intentar quedarnos los tres. Marcos elevó las manos como sin comprender. -¿Hablas de lo del trío que dijo Jean?.- Jonás asintió y el muchacho compuso un gesto de angustia. – Eso no funciona, las relaciones no son así… Al notar el verdadero malestar del moreno, Jean Paul se levantó, le abrazó muy poco a poco por si se resistía y luego le besó suavemente. – Marcos, ¿aún me quieres?.- Los ojos de muchacho se humedecieron al asentir. – Yo te quiero también. Entonces sé sincero, ¿sigues queriendo a Jonás, ahora que sabes la verdad de su inocencia?. - Más que nunca…- Admitió con la voz rota, y Jonás le sonrió cálidamente mientras le cogía la mano con fuerza. En la ventana se posaron tres pajarillos que trinaron alegremente y Jonás encontró su señal. – Yo también te quiero. Nunca dejé de quererte.- Le correspondió el más joven. El francés cogió la otra mano del adolescente y le miró con ternura. Como si con esa frase sentenciase el lazo que los unía, anunció lo evidente: – Los tres sentimos eso por los demás. – Volvió a besar a Marcos poniendo tanto sentimiento que el muchacho gimió sorprendido. – Entiendo que no es fácil, es algo complicado de admitir tal y como nos ha educado la sociedad… pero si nosotros creemos que podemos, nadie podrá decirnos que no funcionará. Nadie. - Yo creo que funcionará.- Anunció Jonás al instante acercándose a los dos y abrazándoles.- Querer es poder, y yo quiero que funcione. - Solo tienes que quererlo, Marcos.- resumió Jean Paul acariciando su nuca. -¿No lo quieres?. Marcos respiraba algo agitadamente. - Me va a costar… y tendréis que ayudarme. Nunca había pensado en nada así, no lo veo… natural.- Finalmente asintió.- Pero lo quiero, joder que si lo quiero… - Entonces luchemos por ello. Seamos una triada.- Durante unos minutos disfrutaron de besos y abrazos, cada vez más sentidos. Marcos volvió a separarse, parecía muy nervioso. Ahora negaba con la cabeza. – No puedo comenzar esto, no sin poner todas las cartas sobre la mesa.- Se le veía muy afectado. Miró a Jean Paul fijamente y luego al rubio. – Él no lo sabe aún, Jonás. No sabe lo mío. Quizá no pueda con ello...

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Jonás se quedó quieto solo unos instantes. – Te refieres… pero yo creía que… - ¿Qué pasa?.- Preguntó Jean comenzando a ponerse nervioso. Marcos cogió tan fuerte al francés de la mano que casi le hizo daño. – Te juro que no te lo he ocultado a propósito, que no te he mentido, que pensaba decírtelo… pero es que, ha sido todo tan rápido que no me ha dado tiempo. - Dímelo. No sé que pasa, pero soportaré lo que sea por ti, por los tres. La triste sonrisa de Marcos mientras negaba con la cabeza precedió a la noticia. – Soy vih positivo. Jean elevó una ceja mientras la información se asentaba en su cerebro. Marcos le miraba fijamente atento a cualquier reacción posible: El francés le cogió y se encaró con él. - ¿Pero estás bien?. ¿En qué estadio de la infección estás?. - Yo… bien. Es decir, está controlado. Me tomo una pastilla cada noche y no pasa nada… Jean Paul suspiró aliviado y lo abrazó fuertemente. - ¿Cómo se te ha ocurrido pensar que eso iba a ser un factor para alejarme de ti?. Te he dicho que te quiero, y lo he dicho completamente en serio; Estaremos juntos en lo bueno y en lo malo. Por segunda vez aquel día Marcos rompió a llorar de alegría, y esta vez los otros dos le acompañaron mientras se volvían a abrazar. - Voy a… tengo que hablar con Primarca un momento, chicos. Está esperando en el recibidor y ya lo hemos molestado bastante. ¿Os parece si preparo algo de desayuno?. Los chicos asintieron y le besaron, y luego siguieron ellos mientras Jean salía. Nada más salir Jean Paul se apoyó en la pared para no caerse mientras notaba las rodillas temblar. ¡Vih +!. No era algo irrelevante. Todo lo que había dicho acerca de que eso no le haría plantearse la relación con Marcos era cierto, y más después de todo lo que habían pasado juntos y de cómo se había comprometido; pero ¡putain!… esto era una dificultad a superar. Conocía perfectamente lo que era esta infección; la que había sido su mejor amiga, Nina, la tenía desde hacía unos años y él sabía que era algo crónico (tal y como estaba la medicina hoy en día) pero en absoluto mortal o grave si se trataba como se tenía que tratar; pero ello no minimizaba el miedo a tenerla tan íntimamente cerca como la iba a tener.

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Suspiró intentando calmarse. Jonás parecía saberlo de antes, probablemente de esas semanas que estuvieron juntos hace meses, y daba la impresión de que nunca había sido un factor preocupante para el adolescente ni nada que le hiciera plantearse si debía seguir con el moreno o no. Era normal; Jonás no había vivido conscientemente durante la década de los 80, cuando decenas de miles de los gays infectados morían en medio de terribles padecimientos sin que los médicos supieran cómo enfrentarse a esta infección que bajaba las defensas y daba lugar al sida. Sin embargo en la actualidad la infección podía paralizarse permanentemente y evitar que se desarrollasen complicaciones; podía ser tan leve como tratarse de cualquier otra dolencia que se controlase con una pastilla. Pero Jean Paul sí que había vivido durante esa década terrible para los homosexuales; había sentido el miedo en lo más profundo de su ser, había demonizado esa infección equiparándola con una sentencia de muerte lenta e inexorable y, pese a que sabía que ya no era así, le costaba mucho combatir esa sensación. Era muy duro, pero él lo había decidido y seguía más empeñado que nunca en que funcionase esta triada que estaban comenzando. Marcos estaría bien, solo tenía que seguir cuidándose; solo tendrían que llevar cuidado con los preservativos, las cuchillas de afeitar y cosas así. Por un momento recordó los increíbles polvos que pegó con el moreno en su coche en la playa de San Juan y se quedó libido… pero se dio cuenta de que no había habido ni una sola práctica de riesgo. El francés llevaba siempre mucho cuidado, pero aquel día Marcos le sorprendió llevando incluso más precaución que él. Lo vio ahora desde el otro punto de vista: ¡Pobre Marcos!. Que mal tenía que haberlo pasado. Pensó en cómo podía vivir Marcos con calma teniendo ese virus encima, cuan mal podía sentirse al pensar en que podía infectar a quien quería por un morboso momento de pasión descontrolada o un tonto descuido negligente. En cómo de sólo podía sentirse al compararse con los demás. En cuan desgraciado podía sentirse si le hacía el más mínimo feo o desprecio por esta causa… ¡Pues no sería a causa suya!. Jean se decidió a hacer todo lo posible por tratar de la manera más normal e intrascendente esta situación. Nada había cambiado en lo que sentía; ¡esto no cambiaba nada!. Sacudió la cabeza y decidió dejar el tema de lado. Tenía cosas que hacer: Avanzó hasta la sala de estar y luego al recibidor, donde el enorme curandero de rostro cetrino y rastas hasta los hombros estaba hablando por móvil con su esposa, tranquilizándola e informándole de que ya volvía para casa. Se despidió y colgó al ver entrar al francés. - Abdulah, amigo mío… - ¿Todo bien?.- Jean Paul asintió con una sonrisa agradecida. - Tú y tus aptitudes sois impresionantes; es casi como si ninguno hubiéramos sido heridos. - No te confíes. He exprimido los recursos de vuestros cuerpos para haceros sanar. Os faltan días de descanso para que todo se asiente y estéis recuperados.- Jean asintió recordando cómo funcionaba el ajuste corporal psiónico: enfocaba las defensas, la capacidad regenerativa del cuerpo y la sangre para reducir a meros minutos lo que podría necesitar días, semanas o meses.

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Por un momento Jean Paul estuvo a punto de hablar con su amigo de la infección de Marcos, pero ya sabía por Nina (que también acudió a Primarca cuando se enteró de la suya) que la capacidad de Abdulah para eliminar enfermedades como ésta, terminaba allí donde la ciencia actual aunque no por el mismo motivo: podía ser capaz de penetrar en el adn infectado de las células para eliminar al virus de raíz, pero era un trabajo interminable de dimensiones infinitas. Suspiró. - ¿Qué haréis ahora?.- Inquirió el árabe mientras se ponía la chaqueta y sacaba las llaves de su coche. – Sabes que no os dejarán en paz, al menos a Shield y a ti. Cuando uno huye de Prime.corp, es difícil poder vivir tranquilo de nuevo. - Sinceramente no lo sé. Tengo planes, pero no hay nada seguro. – prosiguió con voz grave: – Los chicos y yo tenemos mucho que hablar aún. Luego decidiremos cómo hacer para salir de este atolladero, los tres juntos. - Me cubriste cuando abandoné; Siempre me tendrás a tu disposición, y a Laberinto también. Te diría de venirte a casa con nosotros, pero me temo que con tus nuevos amigos seríamos demasiados para pasar desapercibidos. Es mejor para todos seguir separados.- La apostura y rectitud de Primarca parecían ser una barrera para el acercamiento físico, así que Jean (que tampoco era de dar abrazos a los amigos) asintió con una mirada grave transmitiéndole su agradecimiento y se dieron la mano fuertemente. - Salam alaycum.- Se despidió el árabe con una reverencia y abandonó la casa. Ya a solas se restregó los ojos, cansado. “Merde… Prime.corp irá a por nosotros…” ya lo había supuesto, pero la opinión de su amigo al respecto solo subrayaba esa posibilidad dejándole bastante chafado, como si le hubieran arrebatado la energía. No era un problema menor. *** En ese instante, las ventanas de la casa de Jean Paul se rompieron cuando un batallón de soldados especializados asaltaron la vivienda desde todos los ángulos; Los francotiradores permanecían encaramados en puntos altos por todo el perímetro mientras Elías lo visualizaba todo en los monitores de la sala de control, desde su sillón de intervención. - Que Trinidad acceda.- Ordenó. El Ruso observó como tres figuras descendían desde un helicóptero silenciado en medio del jardín y se acercaban justo hasta la puerta principal: Una mujer joven con gafas de sol y larga gabardina negra, un encorvado anciano trajeado bajo un sombrero de ala ancha y un hombre joven y corpulento vestido con una cazadora vaquera y unas altas botas como de cowboy americano. - Es la hora del dolor.- Musitó Elías con una sonrisa perversa.

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Capitulo 14

Elías intentaba sacar algo en claro mirando desde las distintas cámaras de los cascos de las fuerzas de asalto, así que aguzó el oído al escuchar la voz de la mujer integrante en Trinidad: - Aquí Dolores. No hay ni rastro, Director. Se lo han debido oler. Abortamos misión. Había visto el coche que Némesis usó para perseguirle la noche anterior, un coche con un sistema de búsqueda incorporado, un sistema que le había guiado a su casa asegurando un enorme tanto por ciento de probabilidades de encontrarles allí. El tic en el ojo del Ruso lo decía todo. - Muy listo…- farfulló con rabia mientras una vena azul se le marcaba en la sien. *** En la casa rural de Albacete que Jean Paul tenía perennemente alquilada mediante una identidad falsa, el francés terminaba de colocar elegantemente el desayuno sobre una bandeja en la cocina. Tras ello se rebuscó en un bolsillo interior y sacó un paquete de tabaco; lo abrió y le dio un experto golpecito que sacó medio cigarro del contenedor. Era tan fácil cogerlo, fumarlo, sentirse bien y tranquilo de nuevo… Llevaba sin probar uno desde el jueves anterior cuando los citara a ambos en el Portamaris, pero cada poco rato notaba un impulso irrefrenable que le llevaba la mano hacia donde solía guardar los cigarros. Estaba muy nervioso, no solo por la noche movidita, no solo por lo que estaban comenzando los tres, no solo por acabar de enterarse del mal que afectaba a Marcos, sino porque ahora eran fugitivos ante sus antiguos aliados, y Jean Paul sabía que Prime.corp era gente sin piedad ni miramientos que no dudaría en considerarle un peligro para la sociedad solo por haberles causado algún contratiempo. Encendió el cigarro y se lo llevó a la boca…

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…pero sus pulmones se negaron a aspirar. Con un terrible esfuerzo de voluntad consiguió quitarlo de nuevo de sus labios y lo espachurró con rabia en el cenicero. - Las cosas que de verdad importan no se intentan, se hacen.- Repitió la frase que Jonás le dijera hacía unos días y que tanto le había ayudado. Puede que Marcos le hubiera condicionado a intentar dejarlo de manera definitiva, pero no lo dejaba porque hubiera un ultimátum o una condición terminante en la forma de pensar del moreno; lo dejaba porque sabía que debía dejarlo (siempre lo había sabido), quería dejarlo y ahora tenía motivos. Tenía a alguien por quien luchar. La adicción trataba de hacérselo ver desde el lado contrario, pero querer es poder. No quería condenar a sus chicos a verle morir de cáncer, a soportar su olor a tabaco, a verle tristemente nervioso si no conseguía un cigarro… o incluso a causarles a ellos alguna enfermedad derivada. – Por los tres. ***

- Lo siento, lo siento de verdad…- Repitió Marcos acariciando el hematoma en el hombro del adolescente y recordando con vergüenza el momento en que le atacó. - Yo también lo siento.- Le imitó Jonás masajeando la muñeca de su chico.- ¿Fue esta la que… la que te rompí?. Marcos matizó. – La que me rompió el hijo de puta que te controlaba, tigre. Pero sí, fue esa…- Solo escuchar como el moreno retomaba el viejo mote que le pusiera por su cabello rubio cuando comenzaron a verse, Jonás se derritió. Entre beso y beso, Marcos le levantó la manga de la camisa y apretó el brazalete tatuado. – Pero que tonto eres…- Dijo con una sonrisa de oreja a oreja y entonación enamorada. Jonás rió. – Tú más…- Le devolvió mientras jugueteaba con el lóbulo de la oreja, con el piercing plateado. – ¿Llevas aún… este es mi pendiente?.- Su tono era de verdadera sorpresa. Marcos asintió. – No me lo quité nunca. Los ojitos del jovencito brillaron de emoción.

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- No vuelvas a alejarte de mí. ¿Vale?. - No lo haré. Tras unos golpes en la puerta, Jean Paul entró con una bandeja en alto conteniendo tres vasos grandes de zumo, algunos bollos con chocolate y varias piezas de fruta. - ¡A reponer fuerzas, mon amours!.- Los chicos notaron que realmente estaban muertos de hambre y se lanzaron a comer sin decir palabra durante unos minutos, pero las miradas y sonrisas cómplices fueron apareciendo sin remedio. En algún momento se fueron turnando para ir al aseo. - Me he quitado las lentillas. Mejor que los ojos descansen…- anunció Jean Paul al salir del baño con unas gafas estrechas de varilla muy fina. - ¡Woooo!. ¡Qué morbo, el intelectual!.- Exclamó Marcos silbando, y rompieron a reír. Pasaron al menos las dos horas siguientes sin querer pensar en nada más duro que la carne de sus entrepiernas. Para el francés, descubrir y degustar las diferencias entre sus dos novios fue un contraste espectacular, pero en ningún momento sintió la necesidad de comparar. Cada uno era como era, y cada uno tenía facetas propias de la que el otro carecía, haciéndolo único a sus ojos. Marcos seguía tan morbosamente irresistible como lo recordaba: musculado, marcado, estilizado, oliendo a gloria y con ese mástil de carne perennemente guerrero, sin hablar de su forma de actuar morbosa y pícara, sorprendiendo en cada movimiento y convirtiendo el sexo en algo parecido a una ligera pelea por el dominio de la situación, en que el perdedor no salía realmente perdiendo sino disfrutando. Era ahora cuando descubría finalmente el cuerpo de Jonás, más suave, sensual, tierno y juvenil. Se notaba que aún adolecía de la madurez completa del cuerpo del moreno, pero esa misma cualidad en conjunción con su palidez y sus pecas lo hacían tan delicioso como un dulce prohibido a ojos del francés; y por cierto que estaba realmente bien dotado. Su forma de actuar en el sexo era algo más sumisa e ignorante, pero su aparente “dejarse llevar” contrastaba absolutamente con el deseo que destilaba y el placer que dejaba escapar en gemidos y ronroneos; sus gestos y caritas de vicioso lo exaltaban. Por su parte, los dos más jóvenes pudieron disfrutar del hombre que tan profundamente les había conquistado constatando tanto la dureza y potencia de su cuerpo entrenado, como el placer de acariciar su vello más abundante; y todo ello combinado con su corpulencia (mayor que la de Marcos) le daban un poderoso aire bestial contenido. Pese a haber pasado los últimos años en sequía tanto sexual como sentimental, se le notaba enfrentarse a cada situación con una experiencia, tranquilidad y confianza que los animaba a perder las vergüenzas, a dejarse llevar por el éxtasis y a querer satisfacerle y hacerle sentir orgulloso. En un momento dado, Jean Paul se quedó congelado observando el segundo y último tatuaje en el cuerpo del adolescente: un sol negro sobre su corazón dibujado con extrema delicadeza. Ciertamente era muy bonito, y aunque al mayor no le atraían los tatuajes en modo alguno (prefería los cuerpos limpios de manchas no-naturales), no tuvo más remedio que aceptarlo pues había sido parte del pasado del muchacho y ya no podría borrarlo aunque quisiera. Sin embargo, lo que le alarmó no era precisamente el dibujo, sino la cicatriz que parecía querer disimular; Le alarmó tanto que durante unos minutos no consiguió que su erección retornase. Finalmente logró dejar de pensar en ello para poder disfrutar y satisfacer a sus chicos; se prometió que luego retornaría sobre ese tema… sabía que no podría olvidarlo.

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Obviamente no todo fue perfecto, pues había que irse habituando a las particularidades del trío sexual, pero lo cierto es que acabaron todos más que cansados, saciados y felices; tumbados, brillantes de sudor y manchados de su más íntima esencia blanca, comenzaron a recuperarse. Marcos lucía una enorme sonrisa, pero consiguió disimular el temblor de miedo y rabia que le había supuesto ver a sus dos amantes quererse entre ellos; esperaba poder acostumbrarse a ello, y pronto, porque dolía mucho. - ¿Nos duchamos?.- Propuso el rubio, que siempre gustaba de estar completamente limpio. - ¿Y si probamos la piscina?.- Contraofertó Marcos con una sonrisa pilla. - En estas fechas y latitudes, no creo que la temperatura acompañe...- Hizo notar el francés. - Y no tenemos bañadores… Marcos rió mientras dibujaba, juguetón, abstractas formas en los fluidos que manchaban la pierna del mayor. – No necesitamos bañadores, y la piscina privada de esta casa está aclimatada y cubierta. ¿Acaso no es tu casa, Jean Paul?. Deberías conocerla más. - Apenas vengo por aquí, y cuando lo hago es para dormir, leer y relajarme. No soy muy acuático.- acarició la espalda del adolescente, cuyo vello rubio se erizó. – Pero si, nos vendrá bien un poco de ejercicio para despertarnos. ¿Nos animamos, Jonás?.- Vale. ***

Llevaban ya un buen rato chapoteando, nadando y zambulléndose en la impresionante piscina climatizada cuando, ya entrados en calor, fueron bajando el ritmo y comenzando a hablar de cualquier cosa que se les ocurría. Jean Paul salió, se secó y se vistió mientras pensaba en lo que se avecinaba. - Estás muy serio, JP.- Inquirió el perceptivo Jonás. El francés trató de sonreír. – Hay temas importantes que tenemos que hablar. - ¡Baaah!.- Se escuchó la exclamación de protesta de Marcos al acercarse nadando. - ¿No podemos pasar simplemente unos días tranquilos, disfrutando de esto?.- Preguntó extendiendo un brazo hacia el lujo que les rodeaba, pero él mismo sabía que no podían simplemente ignorar al mundo, que seguía girando quisieran ellos o no. No estaban realmente disfrutando de unas vacaciones pagadas, estaban escondiéndose de verdaderos peligros, y lo sabían. Jean se sentó y observó al pecoso apoyado con los codos en el borde de la piscina, mirándole.

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Marcos se le acercó por detrás y lo abrazó, besándole tras la oreja y (probablemente) colocando su buen cacho de carne entre las nalgas del rubio (que se ruborizó un tanto). Miró a sus dos chicos, tan hermosos y mojados; Lamentaba profundamente ser él quien rompiera esta armonía y felicidad que habían alcanzado hacía tan poquito. – Hemos de hablar de psiónica.- Le prestaron completa atención. – Durante todo el día hemos ido postergando este tema, pero creo que tenemos que sincerarnos todos para pisar firme. ¿Estáis de acuerdo?.- Ellos asintieron con más o menos convicción. - Empiezo yo.- Inquirió Marcos con una sonrisa. Se notaba que le placía fardar de las capacidades que había obtenido mediante su potencia mental, quizá porque no solía tener oportunidad de hacerlo. – Vale, pues… la cosa es que puedo dejar de importar yo, o aquello que yo toque, o a quien toque. - ¿Cómo que dejar de importar?. No me vas a dejar de importar nunca…- Aseguró Jonás mirándole seriamente y poniendo morritos de necesitar un beso que en seguida fueron saciados. Se volvió entonces hacia Jean Paul interrumpiendo el beso como si no estuviera sucediendo y bostezó. – Bueno, ¿qué hacemos ahora, JP?. ¿Nos duchamos y encendemos la chimenea?. El francés asintió meditando si tenían madera seca cerca de la casa y entonces una alarma mental le hizo fruncir el ceño y concentrarse durante unos segundos en algo que se escondía en el borde de su consciencia. Podía verle ahí, al lado de Jonás, pero estaba como borroso, no en su vista sino en su mente. - Ok, te creo M… Marcos, para… detén eso… El moreno mostraba los blancos dientes en su amplia sonrisa triunfal. – Te ha costado, ¿eh?. Y eso que lo he hecho flojito y me teníais delante. ¿Os dais cuenta de cómo funciona?. - ¿Qué… qué ha pasado?. ¿Te hiciste invisible o que?.- Inquirió el adolescente confuso. - No, ¡nadie puede hacerse invisible!.- Rió. – Esto son poderes de la mente sobre las mentes. Simplemente os olvidasteis de mí, o más concretamente dejé de tener importancia para vosotros, como si fuera un ladrillo más de la pared. Eso es lo que puedo lograr: dejar de sobresalir del paisaje. Me pueden ver, pero les doy igual y ni siquiera se acuerdan de mí. Y por lo que sé, puedo lograrlo incluso gente que posee aptitudes psiónicas para rastrear, o eso me dijo Dogchaw. Jean Paul parecía maravillado. Le dio la mano a Marcos y le ayudó a salir del agua, comenzando a secarle lenta y placenteramente con una nueva toalla. – Increíble… había oído de cosas así, conocí a gente que podía hacer algo parecido, pero no todo a la vez. – Marcos le miró con un interrogante en los ojos. – Si, me refiero… has descrito y usado capacidades que, según Prime.corp, pertenecen a tipos distintos de psiónico: Un “camaleón” se camufla ante los sentidos tal y como has dicho; se le denomina “espectro” a alguien que puede difuminar los recuerdos que tratan de él en la mente de los demás; y finalmente un “sombra” es quien puede eludir las aptitudes psiónicas de rastreo. ¡Y además puedes extenderlas a objetos y personas cercanas! tal y como ya he comprobado en algunas ocasiones. Marcos parecía no comprender mucho.

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- Emmm… eso es bueno, ¿no?. - ¡Eres un portento!. Más nos vale que siga siendo algo secreto, porque mucha gente querría usarte o destruirte de saberse lo que puedes hacer. Además… ¿recuerdas lo que te pedí ayer?. ¿Lo has logrado?. - ¡Claro!. Todo el tiempo nos he estado escondiendo… nadie se percató de a dónde veníamos, ni creo que puedan localizarnos. Estamos a salvo aquí. - Con el ego por las nubes y sin dar muestras de querer esconder su incitante virilidad de la vista de sus chicos, el moreno sonrió al cambiar de tema. – Bueno, ya sabemos que nuestro tigre usa la telequinesia, solo queda saber qué puedes hacer tú, Jean… porque es obvio que tú también puedes hacer “algo”… - ¡Un momento!.- Jonás parecía algo arrebolado allí bajo; también quiso subir y le ayudaron a secarse entre los dos. – Yo no sé si tengo de eso. Es decir… me parece increíble de lo que habláis, y ayer por la noche yo pude ver lo que le hice…- viendo como le miraban, cambió la frase.- … lo que le hicieron a través mía a ese pobre hombre que saqué de la ventana. Sin embargo yo nunca he tenido esos “poderes” a lo Charles Xavier. ¡Os lo habría dicho!. Sin entender muy bien la súbita referencia al líder de los X-men, el francés se le acercó y constató que el rubio creía decir la verdad. Comenzó a secarlo ahora, pero el chico estaba nervioso y cogió la toalla para hacerlo él mismo. - Quizá no sabes usar tu telequinesia, pero la tienes. Lo sabes, y nosotros lo sabemos. - ¿No podría ser una capacidad de quien le controlaba?.- Inquirió Marcos pensativo mientras se sentaba espatarrado en otra de las sillas y se retiraba el pelo hacia atrás. - No. Quien tenía el control sobre él me lo dijo y no mentía: eres alguien especial para Prime.corp. - Comprobémoslo…- Jonás miró fijamente una toalla, luego cerró los ojos siguió imaginando que la movía. Abrió los ojos ilusionado pero nada había cambiado; Ni siquiera se había arrugado un poco la tela. – No tengo poderes...- Comentó con un tono neutro que a Marcos se le antojó con un fondo de envidia. - Lo que tienes es un bloqueo.- Sentenció Jean Paul asintiendo como para sí mismo. - ¿Un qué?.- Jonás se le acercó y se quedó de pie entre ambos con los brazos en jarras. - Un psiónico tipo anulador ha debido tratarte para condicionar tu aptitud, para limitar tu mente a parámetros normales. - ¿Porqué harían eso?.- Preguntó Marcos, por fin poniéndose los boxer negros. - Para tener completo control sobre él.- Se volvió hacia el rubio. – Han condicionado tu uso de la psiónica a los momentos en que te dominen… - Joooo…- Protestó el adolescente. - ¡No es justo!. Jean Paul rió. – La verdad, pensaba que te tomarías más a la tremenda todo este asunto de la psiónica. Creí que no querrías ni oír hablar de ello, y que quizá incluso te negarías a creerlo pese a lo que has visto o lo que pudiéramos mostrarte.

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- Nuestro tigre ha leído demasiados comics de superhéroes, Jean.- Puntualizó Marcos uniéndose a las risas, que Jonás no compartió. - No me gusta. ¡Me niego!. ¿Cómo puedo acceder a esa parte de mi mente?.Jean Paul meditó unos minutos mientras el rubio comenzaba a vestirse. - Laberinto, la mujer de Primarca es también una anuladora. Dentro de un tiempo la visitaremos y le pediremos consejo. ¿De acuerdo?. - Un tiempo… pronto.- Matizó el chico mientras miraba su reloj y constaba las 12:37 del medio día; la cara le cambió. -¡Ostia!. Sus novios le miraron con alarma, pues era casi la primera palabra mal sonante que soltaba desde que le conocían. - ¿Qué pasa?. - ¡Boloncho!. ¡Madre míaaaa… no le he puesto su lata de paté matutina!.- Marcos rompió a reír, pero carraspeó y se controló al ver la cara de enfado del rubio. – Es mi gato. Le quiero y punto. Tengo que ir a por él ya mismo si vamos a quedarnos aquí unos días. ¡Estará hambriento!. Marcos le miró conteniendo las risas. – Mimas demasiado a esa bola de pelo gorda y antipática. ¿Cómo va a pasar hambre si todos los días le llenas de whiskas su tazón!. - Eso no le dura ni una mañana. Es un tentempié para él.- Puso carita de pena y ruego. Jean Paul compuso un gesto de fastidio. – Me temo que tu piso va a estar bastante vigilado ahora. ¿Hasta cuando puede aguantar tu gato a solas?. Jonás negó con la cabeza, parecía verdaderamente afectado. – No sé… quiero traérmelo ya. El moreno suspiró pensando en sus cosas. – La verdad es que yo también tengo que volver hoy, por lo menos a por el frasco con mis pastillas.- Comentó, y añadió rápidamente como para cambiar de tema:- Y tú necesitas tener a mano las tuyas para el corazón, tigre.- El adolescente asintió, como si se acabase de acordar de ellas. – Y necesitamos ropa, y tendré que inventarme algo para mis padres… Jean Paul meditó unos minutos mientras Jonás recogía las cosas para volver a la casa y entonces anunció: - Preparémonos. Todo ha de quedar resuelto hoy. Bastante animados, los dos jovencitos corrieron hacia la casa persiguiéndose y jugueteando, mientras que el francés los observaba con una ligera sonrisa nostálgica y preocupada. No iba a ser un día sencillo… y más si Jonás recuperaba todos los recuerdos que le habían arrebatado. No sabía como podría tomarse saber la verdad sobre la cicatriz de su pecho.

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Capitulo 15

H

acía viento, pero por lo demás era una tarde soleadamente agradable para estar terminando febrero. El todoterreno Chevrolet Captiva alquilado en que viajaban era espacioso y bastante nuevo, y Marcos conducía y Jean hacía de copiloto mientras que el adolescente iba tumbado en los asientos traseros jugando a un pasatiempo electrónico de lógica, asociación y percepción en el móvil prestado del moreno; debía encontrar sucesiones de bolas de colores juntas en una pantalla llena de ellas, y a más eliminase del mismo color, más puntos obtenía. Antes de comenzar el trayecto habían comido y descansado gracias a una reparadora siesta, aunque antes de partir habían vuelto a disfrutar de una rápida sesión de acercamiento lúbrico para estar más tranquilos al respecto durante la tarde. - ¡Impressionnant!.- Musitó como para sí mismo Jean Paul mirando como Marcos pilotaba, pues había manifestado su interés en manejar un coche tan grande. – Estás usando tu psiónica: la gente no nos presta atención ni nos recuerda luego… pero nadie se choca con nosotros. El moreno soltó una risa. - ¿Te chocarías tú con… ese bloque de la mediana de la carretera?.- No esperaba contestación, así que continuó. – Para la gente es como si fuéramos parte del paisaje, como si tuviéramos que estar aquí pero careciéramos de la suficiente importancia individual como para percibirnos más allá del subconsciente.- Jean Paul negaba con la cabeza incrédulo. Si él hubiera podido desarrollar capacidades semejantes, quizá hubiera sido un asesino todavía más eficiente. - ¿Y cómo es tu psiónica, Jean?.- Aunque aparentó no dejar de jugar, Jonás agudizó el oído allí detrás y el sonido de bolitas desintegrándose se detuvo. El francés, que por unas horas había postergado con algo de alivio el hablar del tema, suspiró sabiendo que la tregua había acabado.

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Eran muy pocas las personas con las que había hablado de sus aptitudes psiónicas y era casi como volver a salir del armario. – Es algo complicado. Por lo que averigüe en los tests iniciales de Prime.corp hace casi una década, tengo un grado alto de lente y de fotógrafo y uno más pequeño como lector. Son capacidades no demasiado potentes y que no afectan la realidad a mi alrededor de una manera tan espectacular como las vuestras….Se quedó callado durante unos segundos ordenando mentalmente las palabras para exponerlo de manera comprensible. -¿Qué es… que son esas cosas?. ¿Qué significa lo de Lente, fotógrafo y lector?.- Inquirió Jonás desde atrás, sin levantarse del asiento y con un tono de voz algo tirante. - No quiero aburriros y es un poco complicado… digamos que me puedo concentrar de forma absoluta, que la lógica y los procesos mentales los realizo de forma inmediata, que memorizo datos de una manera instantánea y que puedo percibir las emociones y pensamientos más superficiales de alguien cercano a mí.En el silencio consecuente, el francés constató que sus muchachos estaban intentando dar forma a lo que les acababa de contar. – Me sirven y podrían servir para muchas cosas, pero de forma práctica os contaré que puedo ser un hacker y antihacker muy difícil de superar, y que lucho cuerpo a cuerpo con total eficacia. Aunque Marcos asintió, Jonás comentó. – Te iré pidiendo detalles, JP… has sido muy general. Jean sabía que el chico tenía razón. –Se compliqué y largo, pero os he hecho un buen resumen.- Al francés le daba algo de miedo que se dieran cuenta de que, desde que les conoció, cada vez que los había tenido cerca había ido notando sus pensamientos más intensos, que había percibido hasta el más mínimo detalle de su aspecto y forma de comportarse, que sabía unos instantes antes cómo reaccionarían a casi cualquier cosa que él dijera o hiciera… no quería que sintieran su intimidad mental amenazada por él. Por otra parte no quería parecer jactancioso al explicar las millones de posibilidades que sus aptitudes combinadas le habían dotado: podía aprender a hablar un idioma a la perfección en algo más de una hora si tenía acceso a un libro en esa lengua, obtener la solución casi inmediata a cualquier ecuación o logaritmo de kilométricas dimensiones y comprender, traspasar y trampear cualquier sistema de seguridad eléctrico o informático en meros minutos si disponía de un terminal con acceso a ese sistema. Las implicaciones prácticas de tales aptitudes difícilmente podían resumirse. Jonás se levantó y siguió jugando ya más erguido. - ¿Tantos psiónicos hay?. Porque ya es casualidad que nos hayamos juntado nosotros y que los tres seamos psiónicos. Bueno… vosotros lo sois y se supone que yo también. - No hay tantos por lo que sé.- Apuntó Marcos adelantando con cuidado a un camión. -Apenas hay uno de cada muchísimas decenas de miles o cientos de miles de personas, aunque no hay nada oficial porque no es algo público. Aun así yo no creo que la casualidad nos haya juntado. - Entonces habrá sido el destino.- Puntualizó Jonás con una sonrisa. - Tampoco creo en el destino.

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- Pues yo si…- subrayó el rubio sacándole la lengua; Marcos le devolvió el gesto por el retrovisor. - Lo cierto es que puede haber algo más que el destino o la suerte en este encuentro, mon amours; En contadas ocasiones tuve acceso a algunos archivos de datos protegidos de Prime.corp y, según sus científicos, se supone que hay una especie de conexión entre los psiónicos, una especie de red neural la llaman. No es algo consciente, pero permite a un psiónico interiorizar sin siquiera darse cuenta que otra persona pueda ser psiónica, y por tanto sentirse más equiparado con ella que con otro humano común. Es por eso que se han observado que muchos de los psi tienden a acercarse a otros psiónicos por amistad, por amor, por afinidad… creando sociedades o grupos, pero lo hacen casi de forma instintiva. - ¿Es como el radar para detectar gays de los gays?.- Preguntó Jonás haciendo reír al mayor, que sin embargo asintió pensando que no era un mal símil. - No creo en eso tampoco.- Hizo notar Marcos resoplando. - Pero no se trata de creer o no… es algo contrastado con estadísticas y tests. - Yo me niego a creer que lo que tenemos nosotros tres esté influido por nada más que por nosotros mismos y porque nos da la gana sentirlo. ¡Una red neural!. Solo falta que os quisiera porque os detecto como psiónicos… y ni siquiera me he dado cuenta de ello.- Advirtió el moreno nervioso. – Además, ¿Porqué coño Prime.corp tiene que tener razón en nada?. Por lo que sé, es solo un grupo de asesinos de psiónicos.-Jonás se abrazó a Marcos por detrás del asiento y le besó la mejilla para calmarle. - Es una sociedad secreta creada por los gobiernos conjuntos de Aznar, Blair y Bush hace más de una década, cuando comenzaron a obtenerse resultados positivos en pruebas que evidenciaban la existencia de la psiónica, y de crímenes y delitos que algunos psiónicos cometían. - Y se dedican a…- le instó a seguir el moreno seriamente. - Aunque fue creada primero para buscar evidencias de la existencia de la psiónica y para comprobar si peligraban las civilizaciones occidentales por ella, luego evolucionaron en su propósito: Intentaron buscar maneras de coexistencia entre psiónicos y no-psiónicos. Intentaron saber cómo controlar, buscar y castigar a los psiónicos que se saltaban las leyes gracias a sus capacidades mentales… - Y luego se dedicaron a eliminarlos.- Apuntó Marcos. Casi parecía enfadado. Jean Paul suspiró. – No lo sé con seguridad, pero no eliminan a todos los psis. Yo fui contratado y entrenado por ellos para ocuparme de eliminar amenazas psiónicas que pudieran causar grandes desastres en la gente inocente; para acabar con aquellos psiónicos que habían errado su camino hacia crímenes, terrorismo y temas así de peligrosos. - Eres “el Hacker”.- Acusó Marcos. El francés asintió. – Así me apoda la policía. Pero ahora sabes que mi trabajo era salvaguardar la seguridad de la sociedad, evitando catástrofes y eliminando a criminales peligrosos.

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- Como un justiciero fuera de la ley…- intervino Jonás imaginando.- ¿Y a mí también me usaban para eso?. - ¡No!.- Casi explotó Marcos, pero se contuvo y respiró para tranquilizarse. – Tigre, tú nunca hubieras hecho algo así de haber tenido elección. Pero tú, Jean… dime, ¿estabas seguro de que todos tus blancos eran … criminales, terroristas y cosas así?. - Oui, al principio sí. Pero al cabo de los años dejé de pedir pruebas… y es que hay algo que tengo que aclarar con Nina. - ¿Quién es Nina?.- El coche derrapó un poco al acercarse demasiado a un utilitario que avanzaba más lento, y el francés se planteó que quizá debiera conducir él si el moreno estaba tan alterado. - Una compañera de trabajo, mi sabueso: la que localizaba al blanco, me llevaba al sitio y demás. Actuaba como un contacto entre la empresa y yo. Lo que necesito saber es… El que controló a nuestro Jonás insinuó que ésta “amiga mía” me había estado manipulando la mente, y la verdad es que mirando atrás me parece mentira que yo sea el mismo que la horrible persona que he sido durante estos años pasados. Oui… creo que va a tener mucho que explicarme.- Miró a Marcos de soslayo y constató que ya no parecía tan enfadado, más bien cabizbajo. - Jean, yo… conocía a un par de los que eliminaste y puedo asegurarte que no eran peligrosos para la sociedad. Podían hacer sus triquiñuelas y sacar algo de ventaja con sus aptitudes mentales, claro que sí, ¿quién no lo haría?. Pero no se merecían morir.- Suspiró. - Je suis Desolé.- Se disculpó sinceramente el francés apretándole el hombro a Marcos. El muchacho suspiró y sacudió la cabeza como para sacarse algo de encima. - Ya no pasa nada. Sé que creías estar haciendo lo correcto y entiendo lo que me has dicho de la Nina esa. Al fin y al cabo, parece que a ti también te usaron. Desde luego que esa “sabueso” va a tener que rendir cuentas… - ¿Y cómo se supone que me controlaban a mí?.- Inquirió el rubio al cabo de un par de minutos de silencio; ya habían pasado Novelda. Unos quince minutos más y llegarían.- Me da mucha rabia no saberlo, me siento indefenso… ¿quién y cómo?. No se supone que un psiónico raro de esos puede simplemente desear desde su casa dominarme y yo paso a ser su esclavo, ¿no?. Jean Paul observó la palidez y la expresión de su chico por el retrovisor y no necesitó de su lectura de emociones para saber que estaba aterrorizado. – Por móvil.- Tuvo que informarle. Iba a continuar, pero lo peor sucedió entonces, pues el teléfono de Marcos que Jonás sujetaba entre sus manos empezó a vibrar y sonar con el trozo de una canción de Gwen Stephany y el adolescente gritó lleno de angustia lanzándolo hacia las piernas de Jean Paul, que lo cogió al vuelo. - Evana…- Anunció el francés mirando la pantalla. -¡Tranqui, tigre!. Es solo Eva…- Informó Marcos, y Jean Paul aceptó la llamada y se la arrimó al moreno al oído al notar su tranquilidad al respecto. – Hola… No… Sí… No te importa… Dile qué… ¡Déjame hablar un

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momento!. Joder con el viejo… Que sí, que gracias por pasearla pero es que… Dios, cómo te pareces a mamá cuando te enfadas. ¡Que sí!. ¡Que ya voy!.- Y apartó la cabeza visiblemente malhumorado, por lo que Jean colgó. - ¿Todo bien?.- Inquirió el francés deduciendo el parentesco de quien había llamado. Ya habían pasado “el Portichol” y en apenas diez minutos más estarían en las afueras de Alicante. - Tengo a mis padres y a mi hermana cabreados por haber pasado la noche y el domingo fuera sin dar señales de vida. Tengo que volver, y tenemos que decidir qué vamos a hacer. ¿Qué voy a decirles?. *** Los nudillos de Nina estaban blancos de apretar las manos con tanta fuerza en el volante de su coche. El escarabajo estaba detenido ya apenas a dos manzanas de su casa, pero no se decidía a salir y volver a retomar su rutina del domingo; no podía hacer como si no hubiera pasado nada. A primera hora se había puesto en camino hacia casa de Jean Paul para encontrarse con él. No podía conciliar el sueño ni vivir tranquila desde lo ocurrido y ya había decidido que se lo contaría todo: desde que había estado manipulando durante años su mente y su vida con sugerencias psiónicas para hacerlo adecuado a lo que Prime.corp pretendía de él, hasta la última inducción que realizó para que eligiera a Marcos por encima de Jonás… se lo iba a contar todo y luego él podía aceptarlo y entenderla, o enfadarse con ella y no querer verla nunca más; Sabía que podía perder para siempre su amistad, pero era un riesgo que estaba dispuesta a correr; no podía soportar más tiempo la sensación de traicionar a su mejor amigo por una puta compañía de asesinos de psiónicos. Sabía también que airear estos trapos sucios era probablemente la mejor manera de ponerse a Prime.corp contra ella, pero no podía seguir viviendo con estos sentimientos de culpa. Y sin embargo ya había ido y había vuelto rápidamente al ver lo ocurrido… La casa de Jean Paul había sido invadida. La puerta había sido echada abajo, los cristales de todas las ventanas estaban rotos, el jardín había sido pisoteado… No entró a comprobar el interior de la casa, ni siquiera se acercó hasta la verja pues sabía que podía haber vigilancia, pero ella ya había visto un panorama similar en otras dos ocasiones: durante una detención masiva de psiónicos asociados criminales, y cuando Prime.corp quiso capturar a un disidente. Aunque no lo necesitaba para saber lo que estaba ocurriendo, la confirmación le había llegado hacía diez minutos en forma de mensaje cifrado desde la central: -Contraorden prioritaria HunterU74. A todos los sabueso del área 87H y colindantes: búsqueda y alerta de la posición de Némesis y Shield. Máxima prioridad. Obviamente al instante había intentado concentrarse en su amigo sujetando una de las colillas que sabía que él fumó y que guardaba para algún momento en que necesitase encontrarlo, pero no parecía haber ni rastro y no se le ocurría ninguna explicación para una ausencia así de rastro… excepto que ya hubiera muerto; pero entonces no habrían mandado el mensaje. Necesitaba advertirle de la situación. “Jean Paul, ¿qué ha ocurrido?. ¡Joder!. Si al menos llevases móvil…”

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No le quedaba más remedio que volver a casa y esperar. Agarrotada y superada, la muchacha delgaducha de los piercings y tatuajes consiguió salir del coche y encaminarse hacia su hogar… sin embargo al llegar al portal de su chalet se encontró con alguien inesperado: -¡Elías!. - Buenos días, Martínez. ¿Aprovechando el domingo?. El rubísimo director de ejecuciones se levantó de la silla de su marquesina con una extraña sonrisa en el rostro. El normalmente impecable traje blanco en el que se embutía parecía algo sucio, como si se hubiera revolcado por el suelo; tenía algo de sangre seca en la comisura del labio y en los zapatos, y una venda le cubría parte de la mano izquierda. El brillo de sus ojos le hacía parecer un loco. -¿Qué haces aquí?. - Has leído el mensaje U74, ¿verdad?.- Ella asintió lentamente.- Bueno, todos saben que eras la que mayor contacto y confianza tenía con ese traidor, así que he venido a ver si podíamos sacar algo en claro. ¿Pasamos a tu casa?. A Nina la extrañó de repente no escuchar los ladridos de bienvenida de Tina, y notó como su espalda se cubría de sudor frío. – Ya lo he buscado y no he encontrado ni rastro. Es de ahí a donde venía. Creo que no puedo ayudarte más. Elías asintió con una inexpresiva sonrisa y comenzó a salir del camino hacia la entrada del jardincillo, pero al pasar por al lado de la chica se detuvo y la miró de reojo. – Respecto de la sugestión que te pedí que impusieras a Némesis acerca de alejarse de Shield... sabes que también has fallado, ¿no?. Las rodillas de Nina casi perdieron el control, pero consiguió mantenerse de pie. – No tenía ni idea. Se ve que ya no confía tanto en mí y se habrá resistido. No depende solo de mí, a veces pasa… - Si a veces pasa…- Convino el Director de ejecuciones pensativo, pero ella vio como él mantenía una mano metida en el bolsillo de la chaqueta y la forma que se le marcaba solo podía provenir de un revolver. - Creo que ya no tienes nada que hacer aquí. Mejor déjame en paz y olvídate de mí… No tengo ninguna utilidad para ti ni merezco un segundo más de tu tiempo.- Dijo ella muy seria, mirándole a los ojos y poniendo toda su fuerza de voluntad en la inducción. El chispazo casi pudo verse entre los dos. – No… yo diría que no. Tus burdas artes de oradora no sirven con alguien de mi grado. Creo que podemos entrar en tu casa mejor…- Sugirió, pero en realidad ya había anulado la voluntad de la chica y Nina estaba sacando las llaves tal y como él deseaba. ***

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Los tres hablaron durante los últimos minutos de viaje de excusas que Marcos podía dar en casa para ausentarse un tiempo, y a Jonás se le ocurrió anunciar que había ganado un premio de sorteo: un par de semanas en un crucero para él y unos amigos. – Podría funcionar… Aunque ya tenían el plan decidido, Jean Paul no pudo dejar de hacer notar la otra posibilidad: Prime.corp no tenía fichado al mecánico. Podía retornar a una vida normal con su trabajo y su familia, y verse los tres cuando acabase su jornada laboral, pero Marcos no quiso ni planteárselo; en cuanto el joven se planteó el dejar a sus dos amantes a solas se le revolvió el estómago, pero no podía decirles eso: -Además, si yo estoy lejos y concentrado en otras cosas, podrían rastrearos… no voy a arriesgar vuestra seguridad por mantener una fachada ante mi familia que ya no se mantiene. Estoy con vosotros.- Les respondió. Cuando Marcos subió a su casa a recoger las cosas y les dejó solos en el coche aparcado a pocos metros de la casa, Jean Paul aprovechó para preguntarle al rubio algo que no había sugerido por ser tan obvio: - ¿Tú entiendes porqué no usa su aptitud de ocultación con su familia, para que se olviden de él un tiempo?. Sería tan fácil… Jonás compuso un gesto grave; Precisamente de este tema habían hablado el mecánico y él cuando se quedaron a solas duchándose mientras Jean Paul preparaba la comida. – Marcos lo hizo muchísimas veces desde los 13 años para salir hasta tarde, para evitar ir a trabajar… pero luego tenía remordimientos. Cuando recién se enteró de que era vih+ y creyó que moriría, hizo una promesa: no volvería a usar su psiónica con su familia si conseguía sobrevivir a la infección. Al ir al médico, le explicaron que no era algo grave y que no iba a morir de eso… bueno, tomó como regla cumplir con esa promesa.- Explicó el adolescente. Marcos se había cambiado y lucía bajo su chaqueta abierta una camisa azul oscura que rezaba New horizons en dorado, casi como un sol naciente. Volvió al coche con una mochila llena de ropa, una bandolera conteniendo su portátil, su documentación en una carpeta, el tarrito del tratamiento en el bolsillo y una cara tan seria que asustó al adolescente. - ¿Qué ha pasado?.- Le preguntó al moreno al cerrar la puerta y terminar de pasarse el cinturón. - Vámonos. Vámonos de aquí, por favor…- pidió con los ojos vidriosos, y Jean encaminó el vehículo hacia el centro de la urbe. El silencio reinó en el coche durante unos minutos, pero al llegar al siguiente semáforo el francés acarició la melenita del mecánico y este se sintió derrumbar. Rompió a llorar y Jean Paul aparcó el coche para abrazarlo; Parecía siempre tan viril y chulito que verle así de decaído afectó mucho a sus novios. - Me he ido de casa... creo que para siempre. No he podido convencer a mi padre de lo de irme unos días, no se ha tragado nada de lo del viaje y el sorteo; dice que quiero irme de juerga y que soy un irresponsable y un inútil. Me ha puesto contra la espada y la pared y he tenido que elegir… Ya no puedo volver. Estoy solo.Aunque contenía los sollozos, todo su cuerpo temblaba. Podía haber sido un muchacho muy dado a la fiesta, a salir de casa, a desdeñar el trabajo duro, a quejarse de la disciplina de su padre… pero era su familia y los quería intensamente. - No estás solo, Marcos. Ni ahora ni nunca más.- Le aseguró Jean Paul conmovido al sentir la congoja del

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muchacho, pero mostrándose calmado y confiado para tranquilizarlo. –Ahora nosotros somos tu familia. A las seis de la tarde, tras haber ido a comprar algunas cosas al Corte Inglés y haber parado a merendar en el MacDonalds, Jonás dormía una segunda siesta mientras avanzaban hacia la casa del rubio. Jean Paul vislumbró de reojo como su copiloto jugueteaba con algo plateado en la mano derecha. Parecía una cadena con un crucifijo liso también de plata; finalmente, Marcos se lo puso lentamente alrededor del cuello. - Es un colgante muy bonito. Al cruzar la mirada con la de su novio y ver que lo había descubierto, el mecánico le sonrió con algo de afectación. - Gracias, es de Eva. Me lo ha regalado antes de irme. - No sabía que creyeras… Marcos se encogió de hombros. - Yo no… pero ella sí. El móvil de Marcos resonó con la advertencia de un mensaje y, aunque no estaba de humor, finalmente lo sacó y lo leyó con algo de extrañeza. - ¡Detente, Jean!. Despierta al tigre… - ¿Que ha pasado?. - Es Dogchaw. Prime.corp intenta tendernos una trampa.

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Capitulo 16

E

l mar estaba a la vista desde esta zona ajardinada entre dos edificios anaranjados, pero el pelirrojo muchacho sentado en el borde de cemento mantenía la vista fija en la cercana carretera mientras tiraba la última cáscara de pipa al montoncito entre sus piernas. Por fin el todoterreno que le habían descrito se detuvo a 10 metros de él. A su lado, el gato encerrado en la jaula (y que por fin parecía haberse calmado después de un cuarto de hora de maullar como un demonio al que le han robado su tridente preferido) levantó sus pequeñísimas orejas y preguntó: ¿miau?. La puerta trasera del coche se abrió y un chaval rubio emergió al instante con cara de desesperación, pero ya desde lejos vio la jaula para animales y gritó: -¡Bolón!.- Y corrió hacia la misma con los brazos extendidos tal y como si fuera un querido amante que no había visto en un mes. “Es Shield…” pesó el pelirrojo levantándose por instinto y apartándose un par de metros atrás. Pese a que sabía que ahora estaban en el mismo bando (o eso le había advertido Apokryphos en el sms), el jovencito sabueso sabía exactamente de lo que era capaz el telequinético, pues lo había presenciado en varias ocasiones. Cogió su monopatín y se preparó para alejarse mientras observaba como el chico se sentaba junto a la jaula, abría la compuerta y metía la mano para acariciar al minino de los cojones... casi deseó que la sacase llena de arañazos y sangrando, pero para sorpresa del skater, eso no sucedió. - ¡Dogchaw!.- Marcos se acercaba con las manos en los bolsillos, en esa pose chulesca que siempre llevaba y que tanto ponía al joven psiónico. –Espera hombre… gracias por el aviso y no te preocupes; estos dos son mis… amigos. - De nada.- Murmuró intentando que los antiguos recuerdos de su último rollo con el moreno no enturbiasen su visión.– Me voy.

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- Attendus, garçon. Vamos a necesitar que nos cuentes qué ha pasado…- Pidió el tercer llegado, un hombre alto, elegantemente vestido de negro y con un aire de seguridad innegable. El sabueso le conocía, le vio la otra noche con Marcos en el coche y sintió como de nuevo se llenaba de celos, tanto por Shield como por este otro que tan cercano parecía del moreno… otro psiónico. Casi había decidido irse cuando la sonrisa cómplice del mecánico, un gesto no demasiado frecuente en él, le detuvo y le sedujo lo suficiente para quedarse unos segundos más e informarles. – Yo vigilaba la casa de Shield como me pidió Chimo. Un tío rubio vestido de blanco que parecía alemán o algo así se acercó y noté que era psiónico…entró. Así que llamé a FMR y pedí refuerzos. - ¿FMR?.- Preguntó Jean Paul. - FreeMind’s Republic… luego te cuento.- Contestó Marcos. – Sigue, Dog. - Cuando el tío ese salió del piso al cabo de varios minutos, llevaba la jaula con el gato… y la mano envuelta en vendas. Cogió un coche y se alejó, pero ya le estábamos siguiendo la pista. En cuanto se detuvo en aquel semáforo…- señaló la bocacalle. -…yo y los gemelos lo asaltamos. Se escapó acelerando pero conseguí abrir la puerta y coger al gato. - ¡Gracias!. No sabes lo que significa para mí…- Dijo Jonás acercándose y poniéndole la mano en el hombro al chaval, que se apartó abruptamente para evitar el contacto. - No lo he hecho por ti.- Manifestó seriamente sin dejar de mirar a Marcos. – Y ahora me largo. Ya sabes mi número…- Le recordó al moreno mientras se encendía un pitillo. –Por cierto, la siguiente quedada FMR es el viernes de la semana que viene. - Y se alejó calle abajo a buena velocidad. Jonás lo siguió con la mirada notando el buen culito del patinador y su estilizada figura, y al volverse pilló a Marcos mirándolo también: notó un fondo helado de celos recorrer sus entrañas. - ¿Y ese niñato quién es?. - Jean Paul se adelantó. – Dogchaw… ¿se dice así?. Parece que Marcos tiene un grupo de amigos psiónicos con quien mantiene contacto.- Pasó su brazo alrededor de los hombros del moreno y le dio un besito en la mejilla, cosa que lo hizo ruborizar y mirar hacia los lados alarmado; por mucho que tuviera asumida su homosexualidad, por mucho que hubiera recorrido todos los garitos de ambiente de Murcia a Castellón y más allá, a la luz del día y en medio de la calle se cuidaba de aparentar una pretendida heterosexualidad: uno nunca estaba seguro de qué amigo de sus padres podía verle mariconeando e irles con el cuento. - En realidad Dog se llama Pedro, y pertenecemos a un grupo de colegas psi llamado Freeminds; la traducción sería algo así como los Libre Pensadores, o los Mentes Libres, pero nos mola más en inglés.- Jean Paul recordó haber leído algo a escondidas en algún informe confidencial pirateado de Prime.corp: una agrupación de jóvenes psiónicos organizados que se creían con derecho a defender a los otros psiónicos y a usar su psiónica como les diera la gana. Debido a esta posición, en algunos momentos se habían encontrado en oposición directa con la compañía. Empezaron como aficionados, pero últimamente su eficiencia crecía y estaban comenzando a darle dolores de cabeza a los jefazos del Consejo. – Nos unimos para ser más fuertes y poder defendernos mejor de… bueno, de lo que erais vosotros. De los ejecutores de Prime.corp y de aquellos que puedan querer eliminar, controlar o usar a los psi.

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- Y tienes su teléfono…- comentó Jonás intentando contener el frío en su voz. - Claro, de todos ellos; bueno, de los que conozco. Por seguridad no nos conocemos en persona más que unos pocos de esta área, y usamos cuentas anónimas de Hotmail que cambiamos cada poco para evitar la vigilancia. – Y le has dicho que éramos “amigos” tuyos. - Hombre, no voy a ir por ahí diciendo que somos 3 amantes, ¿no?. -Miró al rubio y por primera vez vio su expresión. - ¿Estás bien?. ¿Qué te pasa?. El adolescente cogió la cesta que contenía a su mascota y se dirigió al coche. – Pasemos por un supermercado para comprar comida para gatos y vámonos….- Se metió en el asiento de atrás y cerró la puerta algo más fuerte de lo necesario. Marcos miró a Jean con la incomprensión plasmada en los ojos. - ¿Qué le pasa?. - Yo diría que está celoso. - De… ¿De Dogchaw?. El francés asintió. – Tuviste sexo con ese skater, y los tres acabamos de comenzar. Marcos abrió aún más los ojos si era posible. -¿Qué?. ¿Cómo lo ha sabido… y cómo lo has sabido tú?. ¿Tanto se ha notado?. Jean Paul suspiró. – Lo primero en lo que pensaste cuando le viste hace un momento fue en aquel portal, en aquel día lluvioso por la noche… pero parece que Jonás no ha necesitado sentir esas emociones y pensamientos tuyos para adivinarlo. Marcos había palidecido. – No… No me gusta que me leas la mente así. El francés se encogió de hombros. – No lo elijo yo, no controlo esa aptitud. Percibo las emociones y pensamientos más superficiales o intensos de las personas que tengo cerca lo quiera o no; Si te sirve de algo, lo siento, pero ha sido sin mala intención. En cualquier caso, sí que se os notaba algo... Marcos se le acercó mucho y le susurró.

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– Esa noche estaba borracho después de una de las quedadas con los Freeminds, tanto que Pedro me acompañó a casa para que no me quedase durmiendo en cualquier rincón. Yo sabía que le gustaba, y la verdad es que el chico es majo… - Está bien, no necesitas explicarme nada.- Dijo Jean Paul seriamente. - Jonás me había… apartado de él y yo estaba muy mal. Estaba soltero, con la muñeca herida, me sentía muy solo y Pedro… bueno… tiene pecas. Me recordaba tanto al tigre… Me metió en el portal y comenzó a besarme, y solo me dejé llevar.- Pareció desesperarse y su tono de voz se elevó un tanto. – Estaba solo. ¿Acaso hice mal?. ¿No tenía derecho a follar con quien quisiera?. ¡Ya hace dos meses de eso!. El francés le abrazó fuertemente y al apartarse sonrió un instante. – No. Tranquilo, no digas más. Je comprendre lo que me dices, y confío en lo que ahora sientes por nosotros y en nuestro compromiso… pero Jonás lo ha pasado muy mal pensando que le abandonabas, y creo que aún no se siente seguro de ti. Tendrás que cuidarle mucho. Marcos asintió algo cabizbajo. No se consideraba culpable por haberse alejado de Jonás cuando este intentó matarle controlado por algún psiónico cabronazo, pero entendía que el rubio lo había pasado verdaderamente mal: enamorado y abandonado sin explicación alguna. – Lo haré.- Prometió. *** Marcos conducía siguiendo las indicaciones del Jean Paul. - Pues yo aún no entiendo para que querrían llevarse a esa bola de pelo gris…- la cual maulló tan desconsoladamente que Jonás sintió remordimientos de mantenerlo en la jaula. - Porque es una cucada de gato, ¿a que si, JP?.- Sugirió el rubio acariciando la nariz húmeda del felino por entre los barrotes. Jean sabía que solo estaba frivolizando para tranquilizarse, pero sentía que el adolescente estaba tan confuso y nervioso al respecto como los demás. - No creo que Boloncho sea tan importante en sí mismo. Probablemente lo usarían como cebo para cazarte. Tú lo dijiste antes Marcos, estaban preparándonos una trampa- Contestó. No quería asustarlos, pero convenía que estuvieran preparados para lo que se les venía encima, y suavizar la verdad solo los haría débiles. – Somos blancos para Prime.corp, objetivos a controlar… o destruir.- Al notar como sus chicos se habían sumido en un preocupado silencio, se sintió en la obligación de darles un camino de salida: - Pero esto no será así para siempre. Voy a usar todo lo que tengo para averiguar quién es ese rubio que intentó coger al gato, para averiguar quién controló a Jonás y para acabar con esta persecución cuanto antes.- Jonás se mordió el labio y contuvo la respiración. - Siendo calculador, no creo que todo Prime.corp ande detrás de nosotros; como máximo asignarán los recursos de unas pocas personas para seguirnos o buscarnos. Podemos superarlo. Jean Paul les había aconsejado dejar de lado el plan de acudir a casa de Jonás; teniendo a Boloncho ya con ellos y pudiendo comprar ropa y las pastillas para el corazón en cualquier farmacia, el francés consideró un riesgo demasiado grande el acudir a ese piso que, por lo que sabía, podía estar incluso doblemente vigilado por la policía y por Prime.corp.

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- ¿Es aquí?.- Preguntó Marcos al llegar al cruce que el francés le indicase hacía unos minutos; una intersección de calles en una urbanización de chalets con jardín a las afueras de Mutxamel, a un cuarto de hora del centro de Alicante. JP asintió. - Oui. Quedaos aquí. No me llevará más que unos minutos… - Pues yo preferiría volver ya a casa…- comentó Jonás una vez el coche se detuvo, poniendo morritos: había tenido un mal presentimiento al ver una mariposa espachurrarse contra el parabrisas. A Marcos le hizo gracia que el adolescente llamase ya de esa manera a la casa rural alquilada, pero se dio cuenta de que pensaba igual: su casa era allí donde viviera con sus dos amores. – Boloncho no puede estar mucho tiempo más en la cesta, y si lo suelto se nos puede escapar al abrir la puerta del coche. - Vuelvo en seguida. Iba a salir cuando Jonás le cogió de la mano. – Jean… ¿Esa mujer, puede ser peligrosa?. Dudó. - Por lo que sé, es una chica no demasiado fuerte ni ágil a la que no se le dan muy bien las armas, cuyo poder mental es de tipo sabueso y que además es mi amiga. Así que no lo creo. Jonás no le soltaba la mano y Marcos lo apoyó. - Ahora también sabes que tiene aptitudes mentales que no te contó, como eso de ser oradora… y sabemos que te ha estado comiendo la bola durante años y que ha confabulado contra nosotros con el que controló al tigre.- Se despasó el cinturón de seguridad.- Yo voy contigo. - ¡Y yo!.- Exclamó Jonás. Marcos asintió para darlo por definitivo: – Si hay que dar de ostias, mejor ser tres que uno. Cuando al cabo de varios minutos discutiendo al francés le quedó claro que no le dejarían irse solo a enfrentarse a su ex-amiga, terminó accediendo a que le acompañasen. Ya en el porche de la casa, iba a tocar el timbre pero se detuvo con el dedo levantado. Con una simple mirada, la visión fotográfica de Jean Paul ya notó que algo no iba bien: La puerta no estaba encajada del todo, la perra de Nina no ladraba y habían milimétricas manchas como de sangre en el picaporte. Sacó de la funda oculta su cuchillo, hizo una seña a sus chicos para que se quedasen quietos y callados detrás de él; empujó la puerta. El sonido flojito de música les llegó desde la salita interior. La caniche estaba en el pasillo justo ante la entrada. Parecía haber recibido un disparo en el cuerpo, haberse arrastrado hacia un lado dejando un rastro de sangre; luego le habían disparado en la cabeza terminando con su sufrimiento. El color rojo en contraste con los ricitos blancos era bastante alarmante.

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– Hijos de puta…- musitó Marcos allí detrás notando como se llenaba de rabia. Aunque Boloncho no le cayera especialmente bien ni los perros le gustasen demasiado, si había algo que le revolvía las tripas era toda clase de violencia o maltrato contra los animales, desde las corridas de toros hasta la caza de ballenas; incluso se habría hecho vegetariano si no fuera porque le entusiasmaba comer carne. Jean Paul le chistó y el rapidísimo movimiento con el que entró al piso moviéndose sin ruido les dejó atónitos. El francés llegó al salón del pequeño chalet y, tras echar una fugaz mirada, se permitió caer de rodillas frente al cuerpo frío de la que había sido su mejor amiga. – Nina… Suponiendo que no había peligro, sus dos novios entraron y se detuvieron al ver la sangrienta escena en las penumbras de la sala con la persiana a medio bajar; La tenue canción que sonaba desde los altavoces distribuidos por toda la sala era una balada de Evanescence. Marcos abrazó a Jonás y trató de que no mirase, aunque él mismo sentía el Bigmac presionando contra su garganta. Era obvio que alguien la había ejecutado de un disparo con orificio de entrada en la nuca y de salida en la cuenca ocular derecha. - Vámonos fuera, Jonás.- No se va nadie.- Advirtió una voz chirriante de mujer muy cerca, y al mirar hacia allí descubrieron a tres figuras vigilándoles desde el pasillo, obstruyendo el camino hacia la salida. Debían haber entrado tras ellos. El primero era un corpulento veinteañero de cabello dorado y piel tostada con pinta de haber llegado directo desde una tabla de surf californiana, aunque vestía más bien como un vaquero, con sombrero y todo. La segunda era una mujer de cabello negro, liso y largo hasta más debajo de la cintura de una edad indefinida entre los veintitantos y los cuarenta años; su rostro parecía ser sinónimo de una bella calma, pero en sus ojos azules había un fondo de locura; se estaba quitando unas gafas de sol e iba ataviada con una larga gabardina. Finalmente, un par de metros atrás se encontraba un encorvado anciano vestido en un elegante traje de color pardo algo holgado de más, con sombrero de ala ancha y todo, cuya faz recordaba innegablemente a la de un buitre debido a las arrugas, colgajos y a la gran nariz aguileña. – Némesis… al fin te dejas ver. Es hora de pagar por tu traición.

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Capitulo 17

J

ean Paul se levantó sujetando el cuchillo con fuerza y los miró fríamente. Sin levantar ni un ápice la voz ni mostrar emoción alguna, demandó: - Quién ha disparado a Martínez. El vaquero se relamió los labios y realizó un gesto algo obsceno al meter los pulgares en los bolsillos de su ajustado pantalón y adelantar la cadera para hacer notar su abultado paquete. – Me hubiera encantado acabar con esa fucken bitch, pero solo hemos venido a por ti siguiendo órdenes.En efecto su acento parecía indicar que era norte americano. - Perros… ¡quien es vuestro amo!.- Rugió Marcos levantándose y colocándose en posición defensiva; echó de menos los dos puños americanos de bronce que guardaba en la mochila; se prometió que a partir de ahora no iría desarmado por ahí. Sin dejar de mirar al último que había hablado, la mujer se volvió ligeramente hacia atrás y preguntó. – Signore Giovanni, ¿es ese?.- El sombrero de ala ancha respondió con un cabeceo afirmativo y las comisuras de los labios pintados de fucsia se le curvaron ligeramente hacia arriba al presentarse: - Yo soy… Dolores.- Abrió los ojos excesivamente y Marcos cayó al suelo en medio de espasmos, casi como si le estuvieran electrocutando. Jonás habría querido gritar su nombre, pero nunca había tenido que actuar en la más nimia pelea y el valor le falló: se quedó paralizado y solo más tarde entendió que había estado en shock. “¡Haz algo!”

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Al ver lo sucedido, Jean Paul saltó raudo hacia el americano esperando desjarretarlo en apenas dos movimientos para enfrentarse a esa psi de tipo sádico: como cada vez que luchaba, su aptitud mental para concentrarse le provocó la ligera impresión de que el tiempo se ralentizaba a su alrededor, de que los movimientos de sus rivales se enlentecían y de que era consciente de todo su entorno. Sin embargo se sorprendió por dos razones: 1º no notaba los pensamientos, emociones o reacciones en el vaquero y 2º el muchacho sacó instantáneamente dos cuchillos de monte de algún arnés bajo su manga y detuvo sus golpes sin dejar de sonreír. El contraataque del americano fue inmediato a base de varios cortes de machete horizontales y verticales que el francés intentó esquivar o parar, pero terminó con un corte en el pecho y otro en el brazo izquierdo. Los miró una centésima de segundo hasta constatar que no eran graves, apenas superficiales… el californiano elevó una ceja con chulería y se relamió de nuevo el labio. – Me decepcionas, Némesis. No eres tan bueno cuando no puedes leer la mente de tu rival, isn’t so?. - Se jactó y volvió a atacar. En sobre aviso de la destreza de su adversario, Jean esquivó la mayor parte de ataques, paró otros produciendo chispeantes sonidos metálicos y devolvió otros cuantos, pero más y más cortes empezaron a aparecerle en los brazos y se dio cuenta de que el vaquero luchaba de manera imposible en un humano común; De momento tenía claro que debía poseer alguna clase de escudo mental para evitar que lectores como él percibieran sus movimientos de lucha de antemano, y casi seguro que poseía un grado de lente tan potente como el suyo, pues sin una capacidad de concentración sobrenatural, nunca habría podido moverse así. Jonás reculó hacia el sofá temblando, y entonces se dio cuenta de que la situación dependía de él: La mujer miraba a Marcos sin pestañear haciendo que el muchacho se retorciera en medio de alguna clase de tortura inhumana que no entendía, anulándolo e impidiendo así una vía de escape; Jean Paul luchaba cuerpo a cuerpo contra ese macarra y, aunque les había dicho que era buen luchador, lo cierto es que parecía superado. Estaba herido, la sangre caía como una suave lluvia sobre la alfombra sin que el vaquero hubiera sido ni rozado. El viejo… bueno, el viejo no parecía hacer nada más que observar impasible la lucha. Cogió un macetero que encontró al lado y lo lanzó con todas sus fuerzas contra Dolores… … pero el tiesto de arcilla pareció encontrar una barrera invisible a pocos centímetros de la mujer y se rompió, cayendo los trozos inofensivos hasta el suelo. La chica desvió su atención solo un instante para sonreír al adolescente con amabilidad antes de volver a centrar su atención en Marcos y sumirlo de nuevo en un trance de dolor destructivo. “¿Cómo ha logrado detener la maceta?.” Al mirar al viejo a los ojos supo que era él quien había alzado alguna clase de escudo telequinético; casi podía percibirlo. Jean Paul había subestimado a su adversario. Sabía que podía manejar dos cuchillos tan bien como uno, pero nunca había encontrado con ninguna situación en que mereciera la pena luchar así; apenas necesitaba un único golpe, dos a lo sumo, para acabar con la vida de cualquier persona… pero lo cierto es que no solía luchar contra psiónicos que tuvieran unas habilidades parecidas a las propias o que las anularan. Además, no llegaba a comprender porqué este muchacho era superior a él pese a tener dos cuchillos: creía haberle propinado ya un par de buenos tajos, pero no conseguía hacerle sangrar. ¡Necesitaba saber qué capacidades mentales tenían!. La velocidad a la que pensaba hacía que todo a su alrededor pareciera estar extrañamente en calma: recordaba con total exactitud el perfil de la ejecutora Dolores en la base de datos de Prime.corp de cuando la hackeó por última vez hacía un par de meses, y allí se anotaba que pertenecía a un sub-grupo de ejecu-

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tores llamado Trinidad, pero no había ningún dato referente al viejo o al vaquero; Entendía que el luchador de cuchillos debía haber llegado hacía poco de USA, así que probablemente el anciano venía de otro país donde Prime.corp se había asentado; quizá Gran Bretaña, quizá Alemania… Aunque carecía inicialmente de relevancia, el hecho de no saber ante qué clase de psiónicos se encontraba imposibilitaba el poder luchar adecuadamente contra ellos, pero lo peor es que ellos sí parecían conocerles bien; Incluso a Marcos, pues no era casualidad que lo hubieran dejado fuera de combate al inicio del enfrentamiento. De alguna manera habían deducido parte de sus capacidades y no querían que las usase para ayudarles a escapar. Jean sabía que en solitario, con calma y sin nada más que preocuparse que él mismo podría quizá vencer a este californiano tan chulo que parecía inmune a sus ataques, pero escuchar los gritos del muchacho que amaba sufriendo a menos de dos metros de él le desconcentraba; sabía en qué consistían las aptitudes de la sádica: era un tipo de psiónica que podía afinar su poder mental para exacerbar el sistema nervioso del cuerpo humano provocando dolor, y la potencia de Dolores era tal que el shock podía llegar a provocar un fallo terminal en el blanco. En otras palabras: si no cortaba el ataque mental sobre Marcos, el chico moriría en pocos segundos sin poder defenderse. Dio una vuelta sobre sí mismo dejándose caer y con una patada segadora completamente inesperada hizo que el vaquero resbalase y cayera al suelo; como parte del mismo movimiento, se impulsó hacia Dolores cuchillo por delante y apuntó a su cuello... … pero al igual que la maceta, igual que ante el cuerpo del vaquero, el filo se detuvo a meros centímetros de su carne sin siquiera rozarla. - Da’h Man… deja de jugar ya y acaba con él.- Ordenó Dolores concentrada, sin apartar ya la vista del agonizante moreno. - OK, girl… solo me divertía un poco.- Explicó el californiano levantándose con destreza y atacando con ambos cuchillos en poses tan imprevisibles que a los dos segundos dio en el blanco: la frente de Jean Paul. El francés sintió el corte tan profundo que con seguridad le había llegado al hueso; el dolor fue punzante, pero lo peor era que la sangre comenzó a manar en grandes cantidades sumiendo su vista en una vidriosa niebla roja. Su analíticamente mente perfecta vaticinó que sus posibilidades de vencer se habían reducido a menos de un 4%. Jonás se enfadó tanto con esa gente que notó algo en su cabeza crujir… era como si hubiera un flujo de energía en su mente que pidiera a gritos salir, pero se diera de bruces contra una puerta de acero. “El bloqueo…” adivinó con expresión triste. ¿No había nada que pudiera hacer para salvar a sus dos amores?. Y encima esa música flojita y triste que parecía heraldo de un trágico final desde los altavoces situados en las cuatro esquinas del salón… le había gustado Evanescence durante mucho tiempo, pero en este momento los odió; sintió el impulso de parar la música y se dio cuenta de que tenía la mini cadena al lado de la mano… …Y entonces le llegó la inspiración; esa Dolores había perdido un instante la concentración al mirarle tras tirarle la maceta, y en esos momentos dejó en paz a Marcos. ¡Eso era!. ¡Concentración!. En lugar de apagar la minicadena, apretó un botón con el dial presintonizado, le dio vueltas al volumen hasta ponerlo al máximo y subió todas las palancas de control de sonido. Tuvo una suerte loca: la versión acelerada de la canción de Kevin Rudolph que había pillado a mitad era electrónicamente una locura, marchosa, llena de ritmo y le hizo vibrar tornando toda su piel de gallina mientras los altavoces BD 500 hicieron gala de su poder llenando la habitación de tanto ruido que ni la más escandalosa discoteca tendría nada que envidiar:

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¡¡I SEE YOUR DIRTY FACE!! ¡¡ THE TRUTH IS OUT TO SWALLOW!! Dolores pareció sorprenderse y se tapó las orejas con las manos, mientras que la sónica onda expansiva incluso llegó a derribar al suelo al anciano del fondo. ¡¡I BRING THE FIRE!! ¡¡ I CAN TAKE YOU HIGHER!! Da’h Man se sintió confuso al notar como los escudos telequinéticos del viejo desaparecían en torno a su cuerpo, tuvo que cerrar los ojos unos instantes al pensar que los globos oculares le iban a estallar por la repentina presión del sonido. Sus golpes comenzaron a errar… ¡¡I’LL MAKE YOU COME ALIVE!! ¡¡LIVE THE LIFE, LIVE THE LIFE!! Marcos se sintió renacer cuando el dolor cesó por completo. Podía estar rodeado de un sonido bestial que casi le paralizaba el corazón, podía sentir los pulmones y el estómago palpitando a cada golpe del ritmo, pero le parecía el cielo comparado con lo que había sentido hasta hacía meros instantes. Notaba su sistema nervioso como ardiendo, pero de alguna manera las ondas sonoras aplacaban lo peor de las consecuencias de la tortura que había recibido y, al reconocer la canción, su canción preferida desde hacía unas semanas, notó la adrenalina recorrer su cuerpo como un maremoto de energía. Simplemente se levantó, cogiendo un pedazo de arcilla afilada del tiesto roto a su lado y la clavó con toda la fuerza de su potente y joven cuerpo contra el rostro de Dolores. ¡¡¡LET IT ROCK, LET IT ROCK, LET IT ROOOOOCK!!! 0’2 segundos: Némesis se percató de la estrategia de Jonás. 0’5 segundos: Némesis se había limpiado la sangre de la frente con la manga, pero más y más comenzaba a sobrepasar sus cejas. 0’7 segundos: Clavó su cuchillo fuertemente en la mano derecha de Da’h Man cortando tres tendones, anulando la fuerza de su sujeción y dejando así desprotegida su zona diestra. 0’8 segundos: el arco de su corte continuó hacia arriba y, aunque sintió el filo izquierdo de su enemigo penetrando en su costado, clavó hasta la empuñadura su propio cuchillo bajo la barbilla del rubio, atravesando lengua, paladar y llegando hasta el cerebro. ¡¡WE HAVE WON!! ¡¡THE LIFE HAS JUST BEGIN!! Marcos vió a Jean Paul tambalearse; con solo un paso se le colocó al lado y le pasó un brazo bajo las axilas para ayudarle a sostenerse. Miró a Jonás y le vio gritándole algo; aunque no le escuchó por el ruido, leyó sus labios: -¡Vámonos!. Quizá Marcos se hubiera quedado a rematar a los vencidos, quizá hubiera intentado retorcerle el cuello al viejo que intentaba levantarse apoyándose en su bastón… pero el apremio en la cara del adolescente y la sangre recorriendo el rostro de Jean Paul le decidieron.

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Salieron corriendo casi pisoteando al viejo (en realidad Marcos realmente pisoteó al viejo) y cerraron la puerta de la casa nada más llegar al jardín. El ruido aún era demencial aún con la pared y la puerta por en medio, pero “¡Por mis cojones!” Marcos consiguió concentrarse y levantó una circunferencia mental de irrelevancia alrededor suyo y de sus chicos. Avanzaron cojeando hasta el coche y se metieron como pudieron, con Jean Paul cegado, perdiendo sangre a gran velocidad en el asiento de atrás junto a Jonás, que presionaba su herida con un pañuelo. Marcos encendió el contacto con las llaves que le dieron desde atrás y cogió el volante… sin embargo, cada vez más alejado de la influencia extrañamente calmante de la vibración musical sobre su sistema nervioso, empezó a notar de nuevo como todo su cuerpo parecía arder. Pisó el acelerador y se alejaron… El viejo buitre salió entonces al porche con una máscara de odio pintada en la cara y se concentró en levantar campos de fuerza invisible en la carretera, sin embargo ¡no los percibía!. El todo terreno estaba allí delante alejándose y él apenas conseguía prestarle atención. Primer campo de fuerza: si lo lograba, el coche chocaría a gran velocidad y con suerte explotaría… pero lo colocó demasiado tarde. Segundo Campo de fuerza: lo colocó más atrás de la verdadera posición del coche. ¡No lograba enfocar la vista en el automóvil!. Tercer campo de fuerza: … Supuso que había fallado, pues no hubo explosiones. Suspiró y se concentró en localizar a Némesis… de tanto que apretó el pomo de su bastón, la sangre comenzó a descender por la madera hacia el suelo. Imposible. El morenito ya estaba volviendo a usar su aptitud de ocultación; incluso le costaba concentrarse en recordar lo que habían venido a hacer a esa casa. Desde la central habían dado en el clavo con él; era el más peligroso de los 3 en estos momentos y tendrían que averiguar su identidad. Farfulló una maldición siciliana mientras sacaba su móvil para pedir asistencia médica y de limpieza a Prime.corp. Al Director de Intervenciones no le gustaría la noticia.

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Capitulo 18

N

úñez crujió disimuladamente sus dedos por debajo de la mesa para combatir los nervios y la inmovilidad mientras su superior leía el informe. Se distrajo mirando alrededor a su despacho y observó el mobiliario completo: la cafetera, el microondas, la nevera… ¡incluso el sofá podía ser transformado rápidamente en un improvisado catre!. Era obvio que esta habitación era casi un hogar para la comisario, y más aún desde que no tenía una familia esperándole en su casa. La mujer dejó las hojas en la mesa, tomó un sorbo de su café caliente y miró fijamente a su ayudante. – No me gustan los pedófilos, ni tampoco los ladrones… Emite una orden de búsqueda contra Elías Bellarosa. - ¿Bajo qué cargos?. Hasta ayer pensabas que no era el Hacker… Aurora frunció los labios pensativa. – Y sigo sin creerlo, pero el chico emancipado no ha vuelto a su casa desde el sábado, y ese asesor de seguros que intentó seducirlo ha allanado su casa y ha robado su gato. Quizá lo tenga retenido en algún sitio. - Y luego está lo de esa compañía de seguros para la que trabaja, que ni siquiera existe. ¿No son demasiadas coincidencias?. Podría ser el asesino; Podría incluso haber acabado ya con el chaval. Aurora pareció molestarse. Jonás tenía tan solo un par de años más que su propio hijo y no le gustaba imaginar en esa posibilidad. – Esperemos que no, pero tenemos que cubrir todas las posibilidades. Para mí es obvio que la forma de actuar de ese Elías no concuerda con el modus operandi del Hacker…

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Núñez ya se había levantado para irse cuando sonaron unos golpecitos en la puerta. Al abrir saludó a la diminuta grafóloga haciendo lo imposible por no rozarse con ella mientras se alejaba. La enana entró al despacho. - Greta… - He terminado el análisis de la firma en el documento del seguro que me has dado. - Te lo he dado solo hace 20 minutos… - No necesito más.- Le dejó cuidadosamente un folio escrito delante, pero se lo resumió hablando. – No me cabe duda de que la persona que ha firmado como Elías Bellarosa en esos documentos de seguro que habéis conseguido es el mismo que escribió el correo electrónico Joná[email protected] hace unas semanas.- Mintió. -Las grafías y los trazos muestran que su mente ha cambiado un poco, así que quizá notes que no actúa como antes, pero esa precisión en la fuerza de presión de cada letra es inconfundible. - Es nuestro asesino…- musitó Aurora para sí misma algo llena de estupor, y la enana se abstuvo de contestar mientras cogía un terrón de azúcar de un tarro y lo chupeteaba sin ningún glamour. La comisario marcó rápidamente en su móvil: - ¡Núñez!. El tema de Elías… máxima prioridad; añade cargos de homicidios. Si… es nuestro fantasma.- Se volvió hacia la grafóloga y la miró con intensidad. – Espero que no te equivoques… - Nunca me he equivocado. Suerte en la búsqueda, comisario.- Respondió la grafóloga saliendo con su jefa del despacho y observando como se alejaba a grandes zancadas. Con toda calma, la enana sacó un teléfono pequeñito de algún lugar en su escote y apretó una tecla con un número prefijado que hizo aparecer un nombre en la pantalla “Aasimón”. Tras el clic que indicaba que habían aceptado la llamada, dijo: - Está hecho. Némesis tiene vía libre. Comienza la caza del Ruso. ***

Jean Paul despertó de forma tranquila y agradable; había alguna clase de música celta sonando bajita en la habitación, y la luz era tenue y acogedora, casi tanto como la ropa de cama entre la que se encontraba arropado. - Se ha despertado.- Anunció Marcos. Jean sintió un cálido beso apasionado sobre su boca. Jonás se acercó raudo y se sentó a su lado en la cama. Con una sonrisa le ofreció un vaso de un líquido naranja que, al beberlo, ciertamente demostró ser lo que parecía: zumo cítrico ligeramente azucarado. – Todo, bébelo todo. Has perdido mucha sangre y tienes que recuperarte. Tras conseguir abrir los ojos, miró alrededor y se encontró con una habitación familiar pero inesperada: Era la suite de lujo del Portamaris, la misma donde intentó el primer acercamiento entre sus chicos. Se pasó la mano por la frente y notó apenas una delgada cicatriz; recordaba haber recibido una puñalada en el costado al terminar la lucha, pero igualmente allí había una costra como de hace muchos días; se acordó de Marcos sufriendo ante la mirada de Dolores y suspiró de alivio al verle tan bien, con su típica expresión de chulito autosuficiente pero algo pálido y ojeroso. Tras carraspear, preguntó:

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- ¿Nuestras heridas?. El moreno jugueteó con su móvil. - Anteayer hiciste una llamada desde mi móvil, y probé suerte. - Primarca… - Sí, ha venido, nos ha… emmm… ¿regenerado?. ¡Y como nuevos!. - No es así.- intervino Jonás tumbándose al lado del recién despierto. – Ha dicho que vuestros cuerpos están al límite, que no tenemos que arriesgarnos más durante un tiempo, que no podría ayudarnos más con su “ajuste no se qué” hasta que cojamos fuerzas. ¡Ni siquiera tendríamos fuerzas para sobrellevar bien un resfriado!. Llevemos cuidado, ¿vale?. - Cuanto tiempo llevamos aquí… - Apenas unas cuatro horas.- Contestó Marcos metiendo su fuerte mano bajo la camisa interior del francés para acariciar el vello de su pecho. Se abrazaron los 3 y se dieron cariño durante unos minutos antes de que Jean Paul sintiera la mente más despejada. Habría dado el brazo izquierdo por una calada de cigarrillo, pero tras unos segundos consiguió apartar ese impulso y centrarse. - ¿Y qué hacemos en este hotel?. - Teníamos que ocultarnos y reponernos. Es un buen sitio, ¿verdad?. - ¿Mais cómo lo habéis pagado?. ¿Cómo nos dejaron entrar llenos de heridas y…?.- Solo mirar al sonriente Marcos que ahora estaba haciéndose un vodca con limón de las reservas del minibar lo entendió. –Nadie nos vio subir, ¿verdad?.Tras dar un sorbo a su bebida, darle el visto bueno y volver a beber, el moreno se despatarró en una silla cercana. – Ni subir, ni coger la llave de la recepción… ni se percataron cuando bajé luego a toquetear el ordenador y cliquear en las opciones para marcar esta habitación como ocupada y pagada. - ¡Que caradura!.- rió el francés imaginando como la recepcionista incluso se habría apartado para dejar sitio al chico que quería usar su teclado, al chico que tenía todo el derecho del mundo a estar allí y que no tenía la más mínima importancia. - Caradura no; Era una emergencia… a ver si te crees que hago esto muy a menudo. Pero el tigre tiene razón: hay que intentar llevar más cuidado. No pueden pillarnos así de desprevenidos: ¡sabes lo mal que sale la sangre del cuero?. Me he pasado casi una hora en el aseo frota que te frota en la chaqueta… Algo gris subió en la cama y se quedó quieto mirando a los allí presentes para ver su reacción; Al ver que se habían quedado quietos, se sentó y se puso a lamerse mientras ronroneaba. Al poco parecía un cojín más. - Lo siento, no tuve corazón de dejarlo más tiempo en la jaula…- Se disculpó Jonás.

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- Y cuidado con la maceta del fondo, creo que la ha estado usando de pipican…- informó Marcos. – Aquí me da igual, pero cuando tengamos una cama propia… el gato al suelo siempre, ¿eh?. - Que siii…- Accedió Jonás. Entonces sacó un papel doblado del bolsillo, se lo tendió a Jean Paul y se dedicó a acariciar al gato mientras un ligero rubor cubría su mejilla. El francés solo vio un número de teléfono en él y al instante lo ubicó en su memoria: Laberinto. Miró al chico elevando una ceja. Marcos intervino: - El tigre le habló de su bloqueo a Primarca, y le pidió el número de su mujer. - Chivato...- le acusó el adolescente con una expresión exagerada que quitaba seriedad al adjetivo, y luego se volvió hacia Jean Paul.- Ya te lo iba a contar yo, pero a mi manera… en fin, que eso, que ese es el teléfono de Laberinto y tu amigo dijo que le llamásemos. El francés le miró con los ojos entrecerrados y luego suspiró. Primarca no tenía una deuda eterna de gratitud con él, y aunque así fuera no le gustaba ni tenía por costumbre pedir tantos favores y tan seguidos; aunque ya había previsto que tendría que acudir a la mujer del árabe, prefería hacerlo a su manera, a su tiempo. - D’accord, Jonás, le llamaremos. - No si el tig…- comenzó Marcos, pero el rubio lo fulminó con la mirada y enmudeció. Jonás carraspeó y su rubor se acentuó haciéndolo adorable. Compuso un puchero y habló mientras alisaba unas imaginarias arrugas de la sábana. - La cosa es que ya la he llamado yo hace un rato. - ¡Jonás!.- Exclamó Jean abriendo mucho los ojos. Boloncho miró al francés con el ceño fruncido y este bajó el tono por su propia seguridad. -¿Qué forma de hacer las cosas es esa?. Con los ojitos vidriosos, el rubio se enfrentó al adulto: - ¡No es justo, JP!. Tenéis superpoderes y yo… yo quizá no. ¿Y si no puedo tener mis poderes?. ¿Y si se han perdido, o no los aprendo nunca a usar?. Seré una mierda a vuestro lado, no os mereceré… ¡terminaréis cansándoos de lo débil que soy, porque no estaré a vuestra altura!.- Boloncho se le restregó y maulló como para apoyarlo. Jean Paul se acercó al jovencito y se sentó a su lado (con cuidado para no alarmar a esa máquina peluda de garras afiladas); sabía que lo que iba a decir estaba más que compartido por Marcos. - Cachorrito, no hay manera en que nos cansemos de ti; Que fueras psiónico nunca fue requisito para enamorarme de ti; Es más… cuando decidí que quería a alguien especial en mi vida, te aseguro que lo que buscaba no era precisamente un psiónico a mi lado. Marcos también se sentó a su lado y le pasó un brazo por los hombros. - Sé que eres psiónico, y sé que acabaremos con tu bloqueo, pero también sé que incluso si no lo fueras… no eres precisamente un débil princesito al que hay que rescatar todo el rato. Esta tarde, en casa de Nina…

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si hemos salido con vida ha sido gracias a ti, y no has usado ninguna capacidad mental más allá de tu inteligencia. Aliviado por los razonamientos, muestras de afecto y apoyo que ambos le otorgaban, se sintió mucho más seguro consigo mismo y suspiró. - Vale… no haré un drama si no conseguimos sacar a la luz esa telequinesia que se supone que tengo; pero… si la tengo, la quiero.- Se volvió hacia Jean Paul. – Lo siento, debería haber hablado contigo antes de llamar a Laberinto, pero no me pude contener. Marcos le abrazó por detrás y le dio mordiscos en el cuello. -¡Eres un ansias!. El francés terminó sonriendo. - Vale, es igual. Era algo que teníamos que hacer, y si lo hacemos ya, podremos tener más claro con lo que contamos a la hora de planificar lo que se nos viene encima. ¿Qué te ha dicho ella?. - Tal y como me dijo Primarca, Laberinto está fuera, en Madrid. En unos días volverá y retomará sus clases en la universidad. Ha dicho algo de una conferencia… que cuando la acabase nos vería. Tu amigo se ha ido rápidamente porque tenía a sus hijos solos en casa, pero pidió que te saludásemos. El rubio hizo intención de levantarse, pero Jean Paul lo retuvo sentado. - Vas a pagar el precio por tu impaciencia...- Jonás elevó una mosqueada ceja, pero cuando el mayor le tumbó en la cama poco a poco y le fue comiendo la boca, no pudo más que sonreír al saber que le encantaba pagar sus deudas con sus chicos. ***

Elías miraba por el gran ventanal norte de la T1 del aeropuerto de Alicante. El cambio en su apariencia haría que incluso alguien que le conociera personalmente dudase de su identidad al observarle: Cabello castaño, ausencia de perilla, ojos verdes, y vestía vaqueros, un jersey gris y una chaqueta de pana. El cielo despejado, el sol brillando en lo alto y mucho tiempo libre hacían de este un día realmente bueno para disfrutar de la cara amable de la vida, animaban a saborear lo bueno de una mañana apacible, en calma consigo mismo y el mundo; Sin embargo el Ruso no se encontraba precisamente en un estado de ánimo apto para sentimientos positivos. En su cartera el billete de solo-ida hacia Berlín se apretaba junto con las últimas órdenes del consejo: “Director de Intervención Bellarrosa En vista de sus reiterados fracasos a la hora de encauzar la crisis producida por el caso Némesis-Shield, de su incapacidad de paliar los daños cometidos por su negligencia, y de que su identidad 1K ha trascendido a las fuerzas del orden públicas, se le insta a:

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. Utilizar la identidad alternativa 3CG . Abandonar el país actual de destino . Disfrutar de unas vacaciones forzosas de 3 meses en otra localización europea Jariko Sakamoto se hará cargo de sus funciones durante este periodo. Por resolución del consejo, se le informa que el ejecutor Shield y el ejecutor Némesis han pasado a considerarse una pérdida irrecuperable para la compañía a partir del día de hoy. El tema que nos ocupa será revisado a su vuelta, cuando se decidirán posibles nuevas acciones. El Consejo” Esos imbéciles de la comisión no se daban cuenta de lo grave que era la situación. La unión de la psiónica de esos tres idiotas poseía una desbordante potencia que podía llevar a Prime.corp a una situación realmente precaria. Elías parecía ensimismado, y sin embargo estaba observando algo concreto allá abajo: una figura, un hombre uniformado como un policía que ahora salía por la puerta del edificio y se dirigía a la barandilla. El ruso lo miraba fijamente; se había encontrado con él hacía menos de cinco minutos y había insistido en cachearle de forma especialmente grosera y denigrante (según Elías lo interpretó). Ante la atónita mirada de los transeúntes, el guardia de seguridad se subió tranquilamente a la barandilla que lo separaba de más de 10 metros de caída, se metió el cañón de su pistola en la boca, disparó desparramando parte de su contenido encefálico por los alrededores y luego cayó al vacío. La gente comenzó a chillar allí abajo, aunque la noticia aún no había llegado a esta sala de espera. Elías estiró la espalda y bostezó mucho más satisfecho mientras se daba la vuelta y se dirigía hacia su puerta de embarque. Era tan fácil dominar las mentes inferiores… “Puede que hayas ganado tiempo, Némesis. Puede que tú y ese Marcos disfrutéis de mi Shield un tiempo… pero no durará para siempre.” Sonrió burlonamente apoyando la mano de manera inconsciente sobre su portátil. “Tengo mis recursos para trabajar a distancia. Te buscaré desde lejos, te vigilaré, encontraré tus puntos débiles y planearé una estrategia tan eficiente que terminará inevitablemente con tu muerte. Que Jonás se arrodille ante mí pidiendo clemencia, ofreciéndose a hacer todo lo que yo desee, es prácticamente una realidad.” No pudo evitar una carcajada. “No todos te son tan leales como crees.” ***

- ¡Ya lo tenemos!.- Anunció Marcos al entrar en la habitación a las 23:47. Venía del salón del hotel, donde se había reunido con un contacto de Freeminds Republic.

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Jonás había estado bastante frío y antipático desde que se había enterado que quien iba a acudir a la cita era Dogchaw, pero al subir su novio tan rápido de vuelta a la habitación desechó cualquier inseguridad y se centró en lo que traía entre manos. Jean Paul y Jonás se sentaron en la mesa y observaron impacientes mientras el moreno abría el gran sobre anaranjado del que sacó 3 sobres más pequeños, una llave y una dirección en una tarjeta. Entregó un sobre a cada uno y se quedó mirando el letrerito: - ¿Elda?. ¡Menudo idiota!. ¿Porqué coño nos ha sacado de la capital?. - Compuso un gesto de fastidio instintivo. A él le gustaban las ciudades más grandes con sus lugares de ambiente, sus turistas, sus edificios altos, sus masas de gente… Si acaso esperaba que les mandasen a Benidorm, o a Torrevieja. Por lo que sabía, Elda era una ciudad interior de menos de 100.000 habitantes a unos veintipico minutos de Alicante; solo una vez había estado allí junto a sus compañeros de clase hacía cuatro años en un viaje cultural del instituto sobre la industria de la comarca (concretamente, la de allí era casi toda del calzado), y no la recordaba ni demasiado bonita, ni demasiado verde, ni demasiado atrayente. Mientras miraba el contenido de su sobre, el DNI falso y leía algunos detalles de la nueva vida que le habían proporcionado, Jean Paul asintió pensativo. - Es más pequeña, más alejada y desde luego que más segura para nosotros. Me parece bien. Ese amigo tuyo Chimo sabe lo que hace, si lo ha decidido él.- Estaba francamente sorprendido por la organización y recursos de Freemind; los tenía por unos simples aficionados que se habían juntado por miedo, pero parece que usando sus aptitudes psiónicas habían logrado formar un grupo plenamente operativo que podía ocuparse de tareas complejas sin deficiencias. - Oooohhhh…- El desencanto patente en la voz de Jonás hizo que se volvieran hacia él. Su puchero casi les hizo reír, pero solo casi, pues era obvio que algo no le gustaba nada. – Javier Ortuño. ¿Así me tengo que llamar?. - Me gusta Javier… mejor que el mío: Miguel Jiménez.- Comentó Marcos mostrando su nuevo DNI. - ¿Y tú como te llamarás, JP?. - Vamos, vamos… es solo algo temporal. Nuestras vidas reales están limpias a ojos de la policía, que sepamos, así que en un tiempo volveremos a retomarlas donde las dejamos, pero juntos. Prime.corp no puede dedicar recursos infinitos a ocuparse de nosotros; no somos tan importantes si no nos volvemos terroristas, criminales o algo parecido. El moreno miró a Jean con sospecha y repitió la pregunta. - ¿Cómo te llamarás?. - Emm… eso da igual ahora. Lo que importa es que tenemos una nueva casa, nuevos trabajos…- Marcos hizo un primer intento de sorprender al francés agarrando su sobre y tirando, pero Jean se adelantó kilómetros a su intento y lo apartó. – No puedes sorprender a un Lente fotográfico que además es lector, mon cher…- Le desafió elevando una ceja. - ¿No?. ¿Ni siquiera si soy un camaleón sombrío espectral?.- Retó y se tornó irrelevante. Jean Paul elevó al máximo su nivel de percepción y concentración mientras el más joven trataba de pasar

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desapercibido expandiendo ondas de nimiedad; Podemos decir que casi se anulaban el uno al otro y solo quedó su destreza manual para luchar por la posesión del papelito. Casi parecían bailar por la habitación. Tan concentrado estaba Jean en el Marcos difuminado de su mente que dejó de percibir el entorno, y solo supo que Jonás le había saltado encima cuando lo sintió sobre su espalda riendo y tratando de inmovilizarle los brazos. Por miedo a que alguien se hiciera daño, se dejó arrebatar el sobre. - ¡Eusebio Serrano!. ¿Eusebio?. ¡Ja, ja, ja…!. Los chicos se reían de lo lindo, Marcos incluso revolcándose por la cama. - ¡Oh la la!, que no pasa nada. Podréis llamarme “Sebi”, ¿no?.- Las risas crecieron de volumen. Tras apagar el hambre con algunas chucherías del mini-bar, recogieron sus cosas y bajaron al coche. - Conduzco yo, que no me fío del copazo que te has tomado.- Advirtió Jean, y Marcos extrañamente no discutió. Al poco de arrancar, el mecánico estaba dormido, rendido de cansancio. El francés lo miró con verdadero amor y se dio cuenta de que Jonás también lo estaba mirando de la misma manera. – Ha sido un día duro para todos.- El adolescente asintió. – Pero Marcos acaba de dejar a su familia por nosotros, para mantenernos a salvo. Vamos a tener que cuidarle mucho, porque es más sensible de lo que quiere aparentar…- Lo sé, JP.- El rubio se adelantó, le besó en la mejilla y apoyó su cabeza en el hombro del francés. – Os voy a cuidar a los dos. Jean sonrió de pura felicidad, tomó la mano del jovencito y la besó con ternura. Se encaminaron hacia su nuevo hogar llenos de ilusión por la nueva vida que iban a comenzar, una vida juntos. Ahora comenzaba lo verdaderamente complicado: la convivencia.

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Capitulo 19

V

ivían en un pequeño piso alquilado de segunda mano y sin demasiada luz.

Los trabajos de Jean Paul y de Marcos (o más bien de Eusebio y de Miguel) no eran precisamente un chollo: dependiente de una tienda de informática y camarero respectivamente; Jonás (Javier) estaba intentando adaptarse a sus nuevos compañeros en el curso de económicas de FP al que habían conseguido meterle a mitad. Sin embargo los tres sabían que habrían dejado de lado cualquier otra forma de vida con tal de poder seguir así para siempre: acostándose juntos cada noche como en el final feliz de un cuento; despertándose juntos llenos de amor, ilusión y mimos; viviendo el día a día juntos como la más maravillosa de las aventuras que nunca hubieran planificado. No todo era perfecto; por supuesto que la simple convivencia de tres personas tan diferentes ocasionaba muchos roces, pero el cariño y enamoramiento tan intenso de esos primeros días permitía limar rápidamente las asperezas sin herir sentimientos. Marcos era demasiado desordenado y guarrete (siempre había sido un vago mimado en su casa, y casi nunca limpiaba lo que ensuciaba); Jonás era demasiado caprichoso y celoso con los de fuera (se moría de miedo ante la posibilidad de perder a sus recién encontrados amores, y ansiaba saber en todo momento qué hacían, dónde y con quién estaban); Boloncho era demasiado antipático e insolidario (solo quería comer, dormir y algún cepillado al sol del mediodía), y Jean Paul era demasiado perfeccionista, metódico y cerebral en cualquier labor y tarea que se proponía (llegando a poner nerviosos a todos con algunos comportamientos ridículos, como cuando ordenó los calzoncillos plegados por gama de colores en un cajón, o incluso los envases de provisiones según el código de barras en el armario de la cocina). Solo Marcos se daba cuenta de un problema que no conseguía resolver: su ira.

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Los quería a los dos, y le encantaba que le quisieran ambos… pero quizá debido a su educación caduca o italiana, le costaba mucho aceptar que alguien a quien quería tanto quisiera también a otro. Muchas veces se fue malhumorado a la cama o al trabajo sabiendo que dejaba a los otros dos solos y juntos; y casi siempre volvía a casa corriendo para dejarles cuanto menos tiempo a solas mejor. De algún modo, los otros parecían darse cuenta de que lo pasaba mal, y evitaban en lo posible el darle motivos para sentir celos por verles queriéndose a solas sin él… pero era doloroso para todos verle entrar en casa como una exhalación, buscándoles y casi juzgándoles con la mirada, inquiriendo si habían tenido sexo sin que él estuviera cerca o algo así. ¡Pero se amaban!, y solo por eso, cualquier otra consideración pasaba a importar más bien poco. Por supuesto que hubo también momentos tristes, pero fueron llenos de confianza y no hicieron sino ayudar a afianzar más sus sentimientos, como cuando Jonás se decidió a poner al día a Marcos sobre los abusos de su padre, o como cuando Marcos les contó cómo se contagió del vih siendo solo un adolescente inconsciente. Se sentían completamente unidos, y no dudaban de que la triada que estaban comenzando tenía una larga vida por delante. El miércoles de la semana siguiente, sobre las cuatro de la tarde y tras terminar su turno como camarero en la cafetería, Marcos entraba raudo por la puerta de la casa cuando, al dejar las llaves en la cómoda del recibidor, su móvil recibió un mensaje: “Estoy en Alicante. A las 20:45 en la sala de conferencias SC2A3 de UA”. -¡Anda!. Laberinto da señales de vida… Jonás dejó los cubiertos que ordenaba sobre la mesa y se le acercó corriendo por el pasillo. Tras cogerlo de la cintura y besarlo rápida pero tiernamente, le arrebató el teléfono y lo leyó por sí mismo. -¡Si!. ¡Y dice que es hoy!.- tragó saliva. – Hoy obtendré mis poderes... - Los recuperarás.- Apuntilló el Italiano guiñándole un ojo. Jean Paul distribuyó los tres platos de tallarines de atún por la mesa y acudió a abrazar al camarero fuertemente para darle la bienvenida. - Salut, mon cher. Y Jonás, no se trata de poderes, ya lo hemos hablado; Son capacidades, habilidades, aptitudes mentales… pero no “poderes”; eso suena a magia. - Pues desde fuera me lo parecen. Espérate a que tenga los míos, y quizá empiece a verlo como vosotros, pero por ahora…- Murmuró mientras ejecutaba la aplicación del juego Ball Breakers y se sentaba a la mesa, pero Marcos le cogió el teléfono y lo guardó en su bolsillo. - Mucho te gusta a ti mi móvil. Te vamos a tener que comprar uno, ¿no Jean?. Ya sentados a la mesa, el francés asintió pensativo. - No creo que haya problema. Una línea anónima y nueva que no puedan rastrear desde Prime.corp no debería tener riesgo. Es más, he visto una oferta de orange con un smart móvil última generación… mañana le echaré un ojo, ¿vale cachorrito?. Se le notó la ilusión en la cara.

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- Vale.- Y comenzaron a comer; Boloncho se había sentado bajo la mesa y miraba seriamente las piernas de “sus humanos”. De vez en cuando se acariciaba contra alguna o tocaba con la patita otra, y al poco le caía un trocito de atún que devoraba con placer. Jean Paul observaba a sus dos amores mientras hablaban del nuevo instituto de FP, de gimnasio al que Marcos se había apuntado, de un nuevo juego de ordenador que había salido y que querían bajarse de forma pirata… y se sentía completo. Era feliz tal y como estaban las cosas, incluso viviendo en un cuchitril como este, incluso ganando tan poco dinero en su trabajo pluriempleado de informático y contable en una fábrica de las cercanías: solo necesitaba tener a estos dos muchachos sanos y felices a su lado. ¿No podía seguir siempre así?. Pero sabía que no era posible. La mente de Jonás había sido manipulada, dominada, bloqueada… y había llegado el momento de enfrentarse a este desagradable asunto, comprobar hasta donde había llegado el daño y esperar que pudieran superar las consecuencias. Sin embargo, había razones que le impedían desearlo: 1) La cirugía mental no era un método sencillo. Podía tener sus consecuencias y no siempre salía bien. Trastear con la mente de alguien podía terminar en una paraplejía o la pérdida de alguna capacidad motriz o de comunicación. 2) Jonás era un chico muy sensible; sus capacidades psiónicas parecían ser enormes y nunca lo había usado conscientemente, de manera que darle acceso al mismo de repente podía ser peligroso para todo lo que le rodeaba y para sí mismo. Tendrían que llevar mucho cuidado si las recuperaba. 3) Era bastante posible que, con la desaparición del bloqueo psiónico, también se liberasen los recuerdos reprimidos que habían modificado en él; recuerdos que no serían agradables. Recuerdos que Jean Paul no deseaba que recuperase porque podrían incluso poner en peligro lo que él mismo sentía. Había estado tan centrado en esos pensamientos que no se había percatado en el cambio de tono en la conversación de sus chicos, que ahora parecían recriminarse algo. Daba la impresión de que había llegado un segundo mensaje hacía unos segundos y, tras leerlo, se habían quedado incómodos. - Ya te he dicho que no es más que la quedada de cada par de meses para ponernos al día y hablar de los proyectos. No tienes porqué preocuparte… Jonás tenía la vista fija en su plato de pasta medio vacío. - ¿Quién ha dicho que yo esté incómodo?. -¡Mírate la cara!. Estábamos riendo y charlando bien, y al leer el mensaje parece que te… La expresión del rubio se tornó gélida y se volvió lentamente hacia el moreno. - …Qué me qué…- parecía un desafío. Jean Paul deseó tener telepatía para decirle “Cálmate, Marcos”.

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- ¡Que creas que te voy a poner los cuernos!.- Desafío aceptado. “Merde” se lamentó Jean. – Solo voy a ver y hablar a esa gente del grupo, un grupo del que formo parte; un grupo que nos ha ayudado y nos está ayudando a salir adelante sin pedir nada a cambio. ¡Es lo menos que podemos hacer!. - Vas a una fiesta. El viernes por la noche. Con bebida. En un garito gay…- Murmuró Jonás. - Si. Vamos rotando de local, y como yo y un par más somos gays, alguna que otra vez toca ir al ambiente; esta vez es en Populos. Pero por favor, no es una fiesta ni una celebración, es solo quedar a hablar con una copa delante. Vamos de incógnito. - Y no podéis quedar en algún despacho, o donde quiera que sea que trabajen… Marcos resopló. - No. No hay ningún edificio ni local que pertenezca a Freeminds. Somos un grupo de personas individuales, y no queremos centralizarnos para no ser vulnerables a ataques exteriores. Tampoco sabemos dónde viven los demás y por eso no quedamos en casa de nadie. - Y tu contacto es Dogchaw.- El mensajito había venido desde su número de móvil. - Si. Por email tengo el enlace con Chimo, pero por móvil mi contacto es Pedro. - Y Pedrito es gay. Marcos palideció un tanto. - Si, jeje… no sabía que se le notase tanto. ¿Qué más da?. Hacía tiempo que Jean Paul no veía cómo Jonás se ponía lo suficientemente nervioso como para sentir los pinchazos en el corazón y tener que ponerse la mano encima; Ahora lo hizo. - Vas a un local de ambiente, con algunos conocidos que son gays, a tomar unas copas, un viernes por la noche…- Se volvió hacia el moreno con los ojos vidriosos. Pidió en voz baja: – No quiero que vayas. - ¡¿Qué?!. ¿Estás paranoico?. Son amigos, pertenezco desde hace más de un año a ese grupo de psiónicos (ojo de psiónicos, no de psiónicos gays, aunque algunos lo sean) y les debemos algo por lo que están haciendo por nosotros. ¡Tengo que ir!. El adolescente cogió la mano de Marcos. - Por favor, no vayas… Jean Paul decidió intervenir. - Nos guste o no, Freeminds nos ha ayudado y debemos seguir siendo sus aliados. Marcos debe acudir a esa quedada con ellos...- Jonás se volvió hacia el francés con una expresión desconsolada. –…pero no irá solo. Tú y yo le acompañaremos. Tras un instante de desconcierto, la expresión del jovencito se animó, pero Marcos pareció contrariado.

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– No sé si es buena idea, no os conocen, no sois del grupo y… Jean Paul le miró seriamente intentando que comprendiera que más le valía ceder en esto: - Si hace falta, todos seremos de Freeminds, o nos alejaremos de ellos. Ahora ninguno de los tres está solo, todo lo que hagamos nos incumbe a los demás.- Percibiendo en las emociones de sus chicos que la tensión había remitido y que estaban haciéndose a la idea, aprovechó para cambiar de tercio: - Sin embargo todo eso es irrelevante ahora. Tenemos algo mucho más importante en que pensar hoy: la cita con Laberinto, y tenemos que hablarlo muy bien Jonás, pues no es sencillo ni carece riesgos. El chiquillo asintió, sintiendo un escalofrío ante la mirada grave de JP. - Cuéntame lo que sepas. ***

La universidad tenía el mismo espíritu que una gran ciudad, es decir: siempre había gente en el campus a cualquier hora de la noche y día. La biblioteca permanecía abierta para los estudiantes en pleno periodo de exámenes, uno de los clubes sociales quedaba de guardia cada noche con su cafetería, restaurante y centro de esparcimiento, y desde luego que podían encontrarse grupos de alumnos inmersos en plena investigación, trabajo, o reunión deportiva en cualquiera de las amplias zonas verdes de moderna arquitectura. Sin embargo, dentro de los edificios de aulas, tras el horario de clases todo quedaba en un silencio oscuro y fantasmagórico solo roto por las patrullas de guardias y la solitaria señora de la limpieza que avanzaba como un espectro por los pasillos. Jonás tiritaba, y no creía que fuera por frío. Contrariamente a lo habitual a esa tardía hora del miércoles el acceso trasero del Aulario 3 permanecía abierto, y nadie los molestó hasta que se plantaron ante la entrada de la Sala de Conferencias 2. Al abrir las dobles puertas se encontraron con un amplio salón lleno de asientos rojos en descenso como un circo romano hacia un estrado, sobre él una amplia mesa y unas cuantas sillas. Solo había una persona en la estancia, una mujer de piel morena, cabello negro largo hasta los hombros y uno de esos lunares maquillados entre las cejas tan típicos de las culturas árabes, aunque vestía con un sencillo traje profesional de color crema. Su severa mirada incisiva, afilada y calculadora llenó al adolescente de temor; Sin embargo, al observar a Jean sus rasgos se suavizaron, sus mofletes se redondearon y una amable sonrisa se extendió por su rostro. - ¡Jean Paul!. Que alegría volver a verte.- Se levantó, aunque no avanzó hacia a ellos. - Jarine. Una vez se aproximaron, la mujer tomó de la mano al francés y se lo quedó mirando. - Te veo más impuro… - ¿Es eso malo?. -¡Es bueno!. No lo dudes… Muchos creen que la navaja más afilada es la que proviene del metal más puro, pero es todo lo contrario. Un metal impuro, recorrido por numerosas vetas de diferentes fuentes, se torna

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más elástico, más resistente, más… letal.- Miró a los otros jóvenes y su sonrisa se ensanchó. – Sin embargo no es letalidad lo que buscas, ya no, y me alegra. Abdulah me lo contó, pero no terminaba de creerlo posible: ¡Némesis enamorado!, y por partida doble nada menos…- Suspiró evidentemente contenta. – Había temido mucho por ti; pensé que estabas ya perdido, hundido en océanos de odio y venganza… pero has salido a flote. Jean Paul siempre se sentía confuso ante la mirada de Laberinto. Por lo que sabía, ella no era una lente en el término usual, no podía acceder a sus pensamientos si él no se los contaba, pero parecía tener una aptitud especial para apreciar los cambios mentales en los demás si los trataba lo suficiente. Habían sido amigos durante años, pero ella se había mantenido distante y prudente cerca de él; eso había cambiado. - Merci entonces. Ya sabes porqué hemos venido, ¿verdad?. Las negras pestañas se desviaron un instante hacia el rubio. - Un bloqueo. Una mente revuelta y desordenada que devolver a un estado más cómodo. Jean Paul se removió inquieto. - ¿Sabes quién es él?. La árabe asintió. - Es Shield. O sería Shield si no lo hubieras alejado del control de la compañía. Por favor, sentaros.- Abrió el brazo señalando las sillas a su alrededor y tomaron asiento en círculo. Jarine pasó un largo minuto mirando al más joven. – Jonás, supe de ti mientras trabajaba en Prime.corp e intenté presionar para que te dejasen vivir tranquilo, pero había alguien importante que no estaba dispuesto… y no creo que fuera solo por la potencia del poder psiónico que demuestras poseer.- Dijo mirando al adolescente, luego se volvió hacia Jean Paul: ¿Le has advertido de los riesgos?. - Ha dicho poder psiónico…- murmuró Jonás a Marcos. -¿Ves como sí que son poderes?. - Calla, tonto… - Le he advertido y está dispuesto a correrlos. ¿No es así, Jonás?. El rubio asintió varias veces. - Quiero ser dueño de mi mente, que me la dejes como si nadie hubiera metido nunca sus manazas en mí. ¿Puedes hacer eso?. - Puedo hacerlo, si tú quieres. - Adelante, por favor. - Muy bien, túmbate en la mesa. Te necesito calmado, así que te dejaré unos minutos para que respires profundamente. - Ordenó. Se volvió hacia Marcos y señaló su chaqueta de cuero. – Pónsela bajo la nuca, para que esté cómodo y…trata de tranquilizarlo. El moreno asintió.

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- Pero… ¿pero va a hacerlo aquí?. - Nadie ha entrado en la sala desde que mi conferencia de psicología terminó hace horas, y nadie lo hará durante un buen rato más. Nadie sabe que estamos aquí Jonás tragó saliva algo ruborizado. - Me… ¿desnudo? Ella sonrió. - No cariño, no voy a operarte el cuerpo. Es cirugía mental… Marcos le cogió de la mano y lo acercó a la mesa. El chico se tumbó y se apoyó en la chaqueta de su novio mientras se miraban fijamente. Se sentía aterrorizado, pero sabía que tenía que hacerlo por él mismo, por su relación… cogió fuertemente la mano de su chico y observó como se alejaban JP y Jarine. - ¿Estás bien?. Jonás asintió, pero le susurró - No. Ven…- El adolescente llevaba días teniendo pesadillas y sintiéndose horrible por un tema concreto, y ahora podía ser su última oportunidad. – Tengo que decirte un secreto, pero prométeme… prométeme que se lo dirás a Jean Paul solo si yo me quedo tonto perdido y ya no recuerdo nada. El francés y Jarine caminaban juntos por la gran sala poniéndose al día de sus respectivas vidas. La psicóloga había alumbrado este año a su segundo niño y, junto a Abdulah, eran una familia realmente feliz. Parecía que, tras el primer año de acoso y búsqueda, Prime.corp se había olvidado de ellos, algo de lo que el propio Némesis se aseguró hacía meses al hackear el sistema de alta seguridad de la compañía y terminar de borrar toda huella existente de sus amigos. La mujer se detuvo, miró allá abajo a los dos jovencitos y se volvió hacia su amigo: - Ya no nos oirán, puedes decirme lo que sea. Jean Paul la miró sorprendido durante un instante, pero luego comprendió que entre las aptitudes psiónicas y los propios estudios de psicología, Laberinto era alguien de quien se podían ocultar pocos secretos. - Je… sé que Jonás ha hecho cosas horribles cuando lo controlaban, y no quiero que se traumatice.- Respiró hondo. – Quiero pedirte que no le devuelvas esos recuerdos sangrientos que solo podrían hacerle daño. Él no es así, no necesita tener la mente manchada con lo que le han obligado a hacer. Ella asintió conforme. - La mente no es un ordenador; no puedo ejecutar una orden para que obtengamos exactamente el resultado que pretendemos… y sin embargo puedo llevar cuidado en la zona de la memoria y no sacar a la luz lo que él no desearía saber. Lo respetaré, si es posible. -Et… no solo se trata de quitarle el bloqueo a su psiónica. Parece ser que su mente fue manipulada para

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ser más… maleable a las influencias exteriores. Sabes que yo soy un poco lector, bueno… pues con él casi me encuentro con un libro abierto. Y esa manipulación también provoca cosas como que el titiritero que lo dominaba lo tenga mucho más fácil; podía controlarle con una sencilla frase por teléfono. Sabes lo que te estoy pidiendo, ¿verdad?. Jarine se sentó y suspiró. - Que le haga lo que te hice a ti. - Oui.- Se sentó a su lado. –Sé que no te gusta hacerlo, pero en este caso creo que Jonás se lo merece, lo necesita. Necesitamos que endurezcas su psique con la Fortaleza del Ego para que tenga las mayores posibilidades de resistir influencias psiónicas ajenas. ¿S’il vous plaît?. - Sabes porqué no me gusta hacerlo… Jean Paul asintió. - Si fortaleces la mente de psiónicos poderosos que pudieran tornarse malignos, luego sería más difícil acabar con ellos. Pero lo hiciste conmigo, tuviste fe en mí cuando no era más que un asesino, y acertaste. Déjate llevar por tus instintos. ¿No crees que Jonás será un buen hombre siempre?. La psicóloga pareció dudar. - En tu caso lo hice por gratitud, porque Primarca abogó por ti y también porque noté algo raro en tu mente… parecías tú, pero había un tú interno y reprimido allí dentro, el tú que eres ahora. No sé que ha cambiado en ti, cómo te has liberado, pero me gusta quien eres. Sin embargo Jonás… es el Jonás que veo el que me gusta, y es el Jonás que liberaremos el que me asusta. Es una incógnita para mí. - Yo abogo por él. Me hago responsable. La mujer le miró seriamente. - Si hago eso por ti, terminará cualquier favor que te deba por habernos ayudado a escapar de Prime.corp. - D’accord.

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Capitulo 20

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D

ímelo, tigre.- Marcos intentaba aparentar tranquilidad por ayudar al adolescente a calmarse.

- Sé quién es el que intentó llevarse a Boloncho, y sé quien me ha estado dominando. - ¡¿Qué?!. ¿Cómo?. - Shhhh, baja la voz.- Jonás le agarró por la pechera de la camiseta negra con el cartel “The truth is out there” en blanco con una gran X detrás y lo acercó para hablarle en voz baja. – Son el mismo. Elías Bellarosa. No me borró los recuerdos tras dominarme la última vez. Recuerdo cómo me llamó al fijo de casa, estuvimos hablando del seguro de mi padre y tal, porque dice que es corredor de seguros, y de repente me soltó una frase rara y ya no pude controlar nada de lo que hacía. – Pareció apenarse. - No pasa nada, esa es una buena noticia. Ahora sabemos de quién defendernos, a quien atacar … ¿porqué no nos lo has dicho antes?. El rubio tragó saliva. - Ese… cabrón… me hizo ir frente al gran espejo del baño, desnudarme y… me hizo pajearme mirándome. Me… me hizo meterme dedos, chupar mi semen… Dios… me temo que las otras veces que me controló no solo me usó para matar gente.- Rompió a llorar y Marcos lo abrazó fuertemente. Se prometió a sí mismo que iba a matar a ese hijo de puta. Cuando Jonás consiguió dominarse, susurró: - Y no quise decíroslo antes por si os lanzabais a lo loco a por él y os mataban. Marcos, mi Marcos, no puedo ni pensar en vivir sin ti, no puedo seguir si te pierdo. Prométeme que, incluso si me quedo hecho un vegetal, no os lanzaréis en busca de una venganza loca.

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- Te prometo, Jonás, que cuando encuentre a ese cerdo se va a comer sus propios huevos arrancados de cuajo. Pero también te prometo que lo haremos atando todos los cabos para acabar con él y luego poder huir sanos y salvos. - Gracias. Gracias, gracias…- Volvieron a abrazarse, y Marcos notó que el rubio aún temblaba. - Pero eso es tontería. No vas a quedarte vegetal. En un ratito estarás como ahora, pero con tu psiónica; Je, je… espero verte revoloteando por la sala como si fueras Peter Pan… ¿Trato hecho?. - Hecho. ***

Jarine y Jean Paul se acercaban ya y al llegar, la psicóloga observó largamente al adolescente. - Creí haberte dicho que lo tranquilizases…- comentó mirando a Marcos, que rebulló incómodo -… pero no pasa nada, entiendo que es una experiencia difícil y que cuesta relajarse. – Se acercó a la mesa y colocó una mano en el pecho del rubio y otra en su frente. – Intentemos que sea rápido. Cuenta hasta diez, Jonás. - Uno. Dos. Tres. Cua…- Se quedó con los ojos abiertos mirando al infinito, y su brazo derecho cayó de la mesa, colgando en el vacío. Marcos se alarmó al observar que Laberinto, igualmente, parecía inmóvil como si hubiera muerto de pie, mirando al horizonte; no pudo evitar agarrar con fuerza el crucifijo que colgaba de su cuello. Jean Paul se acercó, cogió al chulito de la cintura y lo alejó de allí en un lento paseo: - Les llevará unos minutos. Jarine se ha zambullido en la laguna de la mente de nuestro cachorro, y ahora debe buscar en lo más profundo. Ven, tengo que contarte algo… Marcos se dejó guiar con extrañeza. ¿Era hoy el día de “confiesa algo secreto a Marcos”?. Se sentaron juntos en la primera fila de butacas y el francés le cogió de la mano: - Hace días me hiciste una pregunta que intenté ignorar. A los pocos días la repetiste… - ¿Qué te pasa con Jonás?.- Jean asintió y el moreno resumió el porqué de esa cuestión. – Sé que le quieres tanto como yo, pero te veo mirarle cuando él no te mira y te veo estremecerte. De verdad que hay momentos en que pienso que le tienes miedo, u odio, o asco…- Aventuró el moreno. - No es eso. O quizá sí... no sé.- Marcos esperaba que lo negase, pero la mera posibilidad le hizo un nudo en la garganta. - ¿Qué pasa? - Cuando Jonás tenía 6 años, mató a Robert.

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Marcos le miró seriamente y tardó unos segundo en comprender. - ¿Qué?. ¿Se te ha ido la bola?. Jean Paul negó con la cabeza. - Ojala. - Pero… pero Robert dijiste que murió hace casi 9 años. Tú no conocías a Jonás. No… no entiendo. Si es una broma, te aseguro que no me está gustando. - Jean suspiró. - Estábamos mi pareja y yo en un restaurante cuando entró un niño vestido de espectro o algo así, con la careta de la película de Scream. Estábamos en carnavales, así que no le prestamos atención… hasta que se quedó plantado a tres metros de nosotros, mirándonos, y al momento Robert salió despedido casi 10 metros contra la pared, donde chocó con una fuerza tremenda hiriéndose de gravedad. Los demás clientes apenas creían lo que había pasado, ni yo tampoco. - Pero Jean… - ¡Déjame acabar!, por favor.- Marcos había visto pocas veces alterarse al francés, así que accedió. – Yo por ese entonces era psiónico ya, pero apenas había usado mis aptitudes para memorizar cosas, para resolver logaritmos… no sabía que podía darle otros usos a la unión de mis habilidades. Aun así entendí lo que acaba de ocurrir y me acerqué en dos pasos hasta el niñato, lo cogí de la pechera y lo elevé a lo alto: “¡Qué has hecho!. ¡Quien eres tú!.” El disfraz negro se rajó un poco y pude echarle un ojo a su pectoral de niño, donde pude ver una extraña cicatriz sobre el corazón.- Marcos tragó saliva, sabiendo lo que eso significaba. – El anónimo enfant me golpeó con la potencia de su mente y le solté, yendo a parar cerca de Robert. Entonces derrumbó la pared sobre nosotros. Yo me rompí una pierna, pero conseguí evitar la mayor parte del daño bajo los cascotes e impedir que destrozasen a mi pareja. Aun así, Robert estaba demasiado malherido. Cuando llegaron los de urgencias ya había muerto con el pulmón perforado por una costilla… al menos pude escucharle decir que me quería una última vez. Jean Paul lloraba mirando al suelo, no había hablado de esto desde que se lo contó hacía casi 8 años a Nina, y la que se hacía pasar por su amiga lo usó para controlar su mente y tornarle un asesino lleno de rencor. Marcos se encontró de nuevo abrazándolo y con el corazón en un puño. - Mi Jean…- Tras besarlo, se separó y lo miró con afectación. - ¿No es posible que te equivoques?. Son muchos años, quizá lo que ocurrió no es exactamente así… - El restaurante se llamaba Doner Kebab Tunisia, en la esquina de la tercera planta del Panoramix. Pedimos de menú dos menús lammacum (el mío con doble de carne y el de Robert con patatas extra) y dos cocacolas. Yo iba disfrazado del Neo de Matrix, y Robert de Morfeo, con katana y todo. La cicatriz del niño, aun formada por carne tierna y blanca de pacos años, formaba una especie de estrella de seis aristas, la más larga se dirigía hacia el abdomen. Robert murió a las 15:13:27. El moreno le miraba con la boca abierta. - Ah… claro, la memoria fotográfica.- Pero no podía ser, tenía que haber otra explicación. - ¿Y no podía haber sido otro niño de esa edad, con telequinesia… dominado… con una cicatriz igual…?.- Se rindió. - Tienes razón. Tuvo que ser él. ¿Pero porqué iba a querer cargarse a Robert?. No tiene sentido.

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Jean tragó saliva. - Durante esta semana me he asegurado. Me metí en la red interna de Prime.corp desde un cyber en la ciudad vecina de Sax, por si me rastreaban… y gracias a los troyanos de creación propia que introduje en su sede hace meses pude buscar el expediente de Shield.- Sacó la mano de un bolsillo mostrando un mechero de memoria negro, y lo volvió a guardar. – Lo tengo todo aquí. Fue su primera intervención como ejecutor. Estaba dominado por alguien al que apodan “El Ruso” y que pronto averiguaré quién es.- Suspiró. No quería explicar más. No quería contar que había averiguado al respecto de Robert, o de lo que le ocurrió a los padres de Jonás. Marcos se sintió de repente muy vulnerable. - Pero sabes que no fue Jonás, fue ese Ruso. No puedes guardarle rencor. No se lo guardas, ¿verdad?, no a él… Jean Paul miró la carita del adolescente en trance. - Me pasé nueve años de mi vida buscando al culpable, al psiónico asesino de Robert. Entrené con Prime. corp y me convertí en su ejecutor por él… y sin embargo tengo muy claro lo ocurrido, sé que hay un culpable, pero no es Jonás. El moreno respiró más tranquilo; por un momento había pensado que todo lo que ahora tenía podía peligrar por los sentimientos negativos que Jean Paul no pudiera controlar; había pensado que tendría que verse forzado a elegir entre ambos, y pensar en algo así le destrozaba por dentro. *** Jarine se separó de Jonás y se les acercó caminando despacio. Los dos novios se quedaron paralizados al ver que el rubio seguía sin moverse. ¿Había salido algo mal?. - Ya está. - ¿Cómo está?. - ¿Qué ha pasado?. La psicóloga les sonrió cálidamente. - Ha pasado que he deshecho el bloqueo. Jonás está bien. Despertará en unos minutos como de un sueño normal. - ¡Cojonudo!.- Marcos se levantó en un movimiento de victoria con los puños en alto. Jarine se sentó al lado de Jean Paul, se le notaba agotada, pálida y ojerosa. Tardó un buen rato en recuperar algo de energías y comenzar a hablar. - Jonás no solo es telequinético, tiene también un grado menor en otra técnica psiónica.- Ellos parecían verdaderamente sorprendidos. - ¿Nunca os dijo nada?. Esa no estaba bloqueada…

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- No. Él mismo aseguró que no era psiónico. Jarine tomó aire y cerró los ojos unos segundos antes de continuar: - Quizá ni él mismo sabía que era psiónica lo que usaba, ya que es en un grado mínimo. Es oráculo. - ¿Eso que es?.- Les llegó la voz de Jonás desde la mesa; se estaba levantando y se apretaba la cabeza con la mano derecha como si le doliera. Sus novios se le acercaron para arroparle en un gran abrazo. - ¿Cómo estás?.- Inquirió Marcos abriéndole un párpado para asegurarse de que su pupila dilataba correctamente. – Haz así…- Ordenó abriendo los brazos en cruz. Jonás empezó a hacerlo, pero luego sacó la lengua burlón. - Que estoy bieeeen. Quizá como si hubiera dormido dos días seguidos. Anda, decirme qué es eso de oráculo. Jarine no se había levantado de la silla y los observó mientras el francés explicaba: - Es un mote que recibe una aptitud catalogada por Prime.corp; es como lo de lente, fotógrafo y demás; los nombres científicos son más largos y no nos dirían nada.- Se quedó mirando a su chico mientras le acariciaba el cabello. - ¿De verdad no has notado nunca nada psiónico en tu vida?.- El adolescente negó. – Bueno… oráculo es una forma de llamar a los psiónicos que pueden expandir su mente para adivinar cosas del futuro generalmente.- La expresión interrogante seguía manifestando que no sabía de qué hablaba. – Verás, igual que cada persona es un mundo, la forma en que cada persona usa su psiónica es particular, pero por si te da alguna pista, los oráculos suelen concentrarse en algún foco, como el poso del té, las líneas de la mano, cartas sacadas al azar, y luego les aparecen como imágenes, frases o sensaciones. Ojo, que no se trata de magia ni nada así, sino de expandir la mente y recuperar retazos de pensamientos pasados, presentes o de analizar líneas de sucesos para ver hacia donde conducen. Algunos pueden buscar respuesta a preguntas concretas, como si cierto valor de la bolsa va a subir o bajar; puede ser algo muy, muy poderoso, pero en un grado menor puede que ni siquiera te has dado cuenta. Jonás abrió mucho los ojos como si se le hubiera ocurrido algo. - Yo…bueno, veo señales, pero creía que era porque soy un poco supersticioso.- Todos le estaban escuchando. – Simplemente cuando no sé bien que hacer, afino los sentidos y suelo encontrar algo que me indica una respuesta positiva o negativa, o me de una sensación buena o mala. – Sacudió la cabeza. – ¿Podría ser eso?. - Debe ser eso.- Aseguró la árabe desde su butaca. – Ponnos algún ejemplo. Tras dudar unos segundos, miró a Marcos y una sonrisa le iluminó el rostro. - Cuando te vi por primera vez, cuanto te llevé la moto rota al taller, ¿lo recuerdas?.- El mecánico asintió. – Llevabas la camiseta negra con el dibujo de un fénix en rojo. - ¿La que pone Reborn?. Pero si es viejísima, me la he puesto cientos de veces… La sonrisa no se desvanecía del rostro de Jonás.

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- Ya… pero yo acababa de leer un comic de los X-men, donde Lobezno se había enamorado de una mutante que tiene poderes como del fénix; en ese comic, por fin se habían encontrado y consumado. Y yo me había preguntado justo antes de verte cuando encontraría yo a mi fénix. Al ver esa forma en tu pecho… - Pero, pero… ¿si hubiera llevado otra camiseta distinta, no me habrías dado una oportunidad?.- Parecía agobiado. Jean Paul se acercó al mecánico y le cogió la mano para tranquilizarle. - No es eso, Marcos. Por lo que entiendo, Jonás habría visto una señal para acercarte a ti llevases la camiseta que llevases, pero fue ese fénix lo que hizo de foco para desencadenar su psiónica de oráculo. El moreno no estaba muy feliz con todo ello; si había algo que él siempre había defendido era que el destino no existía, que cada uno se hacía su vida según avanzaba, y por tanto todo lo referente a adivinos, premoniciones, señales y demás era una mera pantomima. - A ver, ¿qué me voy a sacar del bolsillo?. Dime. Jonás ahora si se puso serio. - No funciona así. Marcos elevó una ceja con superioridad. - Vale. Dime el número de la once para mañana… El rubio bajó la cabeza entristecido. - No lo entiendes… son sensaciones, tengo que ver señales… - Pues entonces dime… Jean Paul intervino: - D’accord, Marcos no sigas por ahí. Parece mentira que seas así de duro con él ahora que acaba de salir del trance. Acaba de recibir cirugía mental, tengamos un poco de calma; Además, como ha dicho Jarine, es un grado menor de oráculo, es posible que ni siquiera lo controle. Dejémoslo estar por ahora. ¿Vale?. Por suerte el moreno recapacitó, soltó el aire que había estado conteniendo y se acercó al rubio. - Lo siento, tigre. - No pasa nada.- Aunque se había quedado cabizbajo. - ¿Y si vemos esa telequinesia?.- Preguntó Marcos para cambiar de tema y hacer algo que animase al adolescente. -¡Vale!.- El brillo retornó a los iris verdes del chico, que se levantó de la mesa. - ¿Qué hago?. ¿Qué muevo?. A ver… esa silla mismamente. Uoooo muéveteeeee….- ordenó con entonación jocosa moviendo la mano hacia ella. Nada sucedió.

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Jarine se levantó por fin y se le acercó. - Solo te he quitado el bloqueo, pero no la has usado nunca conscientemente; no tienes entrenada esta aptitud. Quizá debas usar algo más ligero para empezar.- Sacó un clinex sin usar de papel, lo arrugó y lo dejó encima de la mesa. – Adelante. Jonás lo miró fijamente y movió la mano de nuevo señalándolo. A lo largo de varios minutos intentó activar su poder: Frunció el entrecejo. Entrecerró los ojos. Dejó de respirar. Apretó los dientes. Tensionó todos los músculos del cuerpo hasta hacerse daño… una lágrima de impotencia se deslizó por su mejilla derecha. No lo estaba logrando, no funcionaba, y Marcos se sentía fatal pues la idea de probarlo había sido también suya. Sin poder ver sufrir más a su chico se le ocurrió una torpe idea: sopló disimuladamente y movió unos centímetros la bola arrugada de papel, pero todos se dieron cuenta de lo que había hecho. - ¡No tiene gracia!.- Gritó Jonás, que soltó un quejido y subió corriendo las escaleras hacia la salida secándose la cara con la manga de la camisa. - Lo siento, Jonás, tigre… espera…. ¡Jonás!.- Marcos salió corriendo tras él. - El bloqueo no está, pero no lo está haciendo correctamente. Encontrará el camino, pero a su debido tiempo.- Advirtió Jarine sentándose sobre la mesa. Jean Paul suspiró y se volvió hacia su amiga. - Gracias de todas maneras. Has hecho más de lo que esperaba. Saluda a tu marido de mi parte. - Suerte en todo. Al salir, a Jean le costó encontrar a sus chicos casi ya fuera del edificio, abrazados en una oscura esquina. Jonás parecía llorar en el hombro del mayor. Al llegar, los abrazó a ambos. - No tengas prisa, cachorrito mío. Lo lograrás. Aun deprimido, Jonás se sintió mejor con el brazo de uno de sus novios alrededor de la cintura y el otro alrededor de los hombros. - ¿Podemos coger unas pizzas?. – Pidió con voz tristona, y nadie tuvo corazón de negárselo.

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Capitulo 21

C

omo cada viernes, Jean Paul llegó posteriormente a la hora de comer debido a la jornada intensiva que hacían en su empresa para tener libre la tarde, así que los dos más jóvenes de la triada tenían unas cuantas horas sin él para disfrutar de una intimidad más personal que Jonás, como las dos semanas anteriores, quería aprovechar para hacerle el amor profunda y lentamente a Marcos. Se acercó al moreno por detrás mientras este se quitaba el uniforme de camarero y le abrazó restregando su enardecido báculo de carne contra el slip del otro; aunque Jonás notó que le calentaba, la reacción de Marcos no fue exactamente como la que esperaba: se volvió, le dio un rápido pico bastante sonoro y se alejó hacia atrás, para comenzar a vestirse más deportivamente. - Tigre, me voy al gym, que luego en todo el fin de semana no hago nada y me entran remordimientos. Jonás se acercó sonriendo con picardía, le tomó de la mano y tiró de él para arrastrarlo hacia el dormitorio: - Anda ya… si fuiste ayer y anteayer, y tienes un cuerpo de dios griego. Ven… Pero Marcos se resistió y deslizó su mano fuera de la presa para terminar de preparar rápido la bolsa del gimnasio con la toalla, las chanclas y demás enseres de ducha. Se puso una camisa bermeja oscura sin mangas con el título “Do it” por delante, y anunciando por detrás “Faster, stronger, harder, better…” - Ja ja, muchas gracias… pero por esa regla de tres, ayer y anteayer también follamos. Voy al gym y ya luego…- Al rubio no le pasaba, pero Marcos sentía que si se corría, perdía energías y luego no rendía ni la mitad en las pesas. El adolescente se plantó ante él con los brazos en jarras. Había tenido 4 exámenes esta semana y el cuerpo le pedía guerra, le pedía pasión para descontrolarse y desestresarse.

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– Te estás obsesionando con el gimnasio. Solo hoy podemos tener un rato para ti y para mí solos.- Ambos sabían que el rubio no tenía nada contra hacerlo con JP a la vez, es más, le encantaba, pero los dos sabían que debían tener sus momentos particulares para fortalecer lo que sentían entre ellos, al igual que cada uno debía tenerlos en privado con el francés… cosa que a Marcos le encantaba hacer, pero que odiaba admitir que sus dos novios hacían lo mismo. El moreno le puso la mano sobre el hombro. - Sabes que no es eso. El tratamiento que me tomo es un químico muy potente que me podría trastocar algunas cosillas, como el colesterol, las grasas, los músculos… el médico me dijo que era muy importante el deporte, y por eso tengo que tener una disciplina al respecto. Voy al gym.- Le dio un beso rápido en la frente y lo apartó a un lado. - Vale… emm… ¡Yo también!. Pago los 3 euros de entrada y nado mientras, ¿vale?. Así no me quedo en casa solo. - Como veas. ***

Jonás llevaba cerca de 35 minutos nadando en la gran piscina cubierta del Centro Excursionista Eldense (CEE) habilitada para estas fechas cuando decidió que ya se había cansado: tenía los dedos como pasas. Había seguido a Marcos hasta allí para estar juntos, quizá incluso con la esperanza de tener morboso sexo con él en algún aseo o ducha, pero se estaba aburriendo. Había quedado con el moreno en que este pasaría a buscarle por la piscina una vez acabase sus rutinas de pesas y de cinta, pero el adolescente estaba estresado y hoy no tenía más paciencia. Sin prestar la más mínima atención a los chicos, chicas y adultos bañándose a su alrededor, salió del agua, se secó, se puso una camiseta, unas chanclas y se dirigió por el pasillo hacia la sala de pesas. Debido a que eran casi las 15 horas, no había casi nadie en la gran estancia llena de artilugios de acero para esforzar y desarrollar la musculatura del cuerpo del CEE. Solo dos muchachos permanecían castigándose y retándose a ponerse un poco más de peso cada vez; unas pocas repeticiones cada vez… - Pues yo no pensaba que ésta nueva fuera tan eficaz.- comentó un muchacho de unos veinticinco años mirando hacia la máquina en la que Marcos estaba sentado. Se trataba de una variante de pesas con poleas para pecho que habían traído hace poco al gimnasio. – Con la barra de siempre yo tengo bastante. Marcos miró al chaval con una media sonrisa chulesca; el chico guapete se llamaba Julián y desde hacía unos días se ayudaban mutuamente en las máquinas para conseguir mejores y más rápidos resultados. Aunque Julián tenía bastante volumen y fuerza, no se le marcaban los músculos tanto como quisiera, ni la mitad de lo que se le marcaban a Marcos, y este gustaba de darle envidia siempre que podía. - Pues es buenísima si inclinas el asiento un poco… mira.- Se puso de pie y se levantó la camisa hasta el cuello, mostrando abdominales y pectoral, piel brillante de sudor, hinchada por el esfuerzo, marcando cada fibra de músculo. – Toca ahora que acabo de hacerlo, mira dónde se ha quedado duro…

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Julián tocó. Su mano se deslizó sin vergüenza ni asco hasta el pectoral de Marcos y apretó el pecho lentamente con profesional perspicacia, sin darse cuenta de que alguien había entrado y se dirigía hacia ellos. Tenía tanta envidia de la forma cuadrada de ese pecho, el marcado esternón y la perfecta curva del músculo... Si tuviera algo así, su novia se volvería loca. - Si, emm… la verdad es que se nota que ha trabajado el pectoral superior. Quizá deba probar… Jonás había entrado en la sala pensando en cómo iba a asaltar y seducir a su novio una vez llegasen a las duchas, pues esperaba que estuvieran solos allí. Lo vio allí al fondo con otro muchacho y comenzó a sortear máquina tras máquina para acercarse a ellos. Entonces se quedó lívido como la nieve al ver como Marcos se levantaba la camisa hasta arriba y el otro muchacho empezaba a acariciar su cuerpo. - ¿Qué ha sido eso?.- Inquirió Julián agarrándose al tubo de una barra de acero cercana. Marcos también intentó afianzarse. - ¿Un terremoto?.- Aventuró mirando alrededor; entonces miró atrás y vio a unos 20 metros a Jonás con los ojos cerrados y los puños apretados. Apenas una centésima de segundo después se produjo una invisible onda telequinética centrada en el rubio y, como las olas producidas por un meteorito gigantesco impactando en el mar, las máquinas de cientos de kilos a su alrededor comenzaron a salir disparadas contra las lejanas paredes, primero las más cercanas, luego las siguientes… -¡Al suelo!.- Gritó Marcos empujando a Julián a tierra mientras la expansión pasaba sobre ellos llevándose mancuernas, pesas y máquinas en un maremoto telequinético sin control. Unos segundos después de que resonase el último crujido, el moreno se atrevió a levantar la vista y pudo observar la destrucción: No había ni una sola máquina en su sitio, todas aplastadas y dobladas contra las paredes a muchas decenas de metros; e incluso el suelo del gimnasio se había agrietado y levantado como si el epicentro de un terremoto se hubiera encontrado allí mismo… en Jonás. El adolescente estaba inconsciente. A su alrededor, las tablas del suelo habían sido arrancadas de cuajo formando una circunferencia perfecta desde la que había partido la ola psiónica. - Dios mío…- tragó saliva pálido y asustado; tenía algunos ligeros cortes en brazos y la cara que comenzaban a sangrar. No le cabía duda de qué era lo que había motivado toda esta destrucción, ni de lo que había alterado a su novio; más tarde debería aclararle el malentendido, pero ahora debían salir de aquí. ***

Jean Paul estaba terminando de poner otra tirita sobre la mejilla derecha de Marcos. - Entonces, ¿no hay peligro de que os reconocieran?. El moreno aún temblaba al recordarlo, pero negó con la cabeza.

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– Le dije a Julián que había sido un terremoto, que saliera de allí… y yo cogí en brazos al tigre y lo saqué tras usar mi psiónica. No creo siquiera que mi amigo recuerde que estuve entrenando con él un rato. Eso sí, al pasar por conserjería saqué la cinta de video con las últimas grabaciones de seguridad del video del gimnasio. ¿Te puedes creer que aún hay gente usando vhs?. - Nos ha venido muy bien, así pudiste solucionarlo rápidamente.- Hizo notar el francés sentándose a su lado. Ante ellos, en el otro sofá del salón Jonás parecía dormir plácidamente con Boloncho hecho una bola justo sobre la zona donde debía estar su entrepierna. Allá afuera el sol se ponía tras uno de los montes que formaban el valle en que se asentaba esta ciudad. El francés besó al camarero y le acarició. – Cálmate, ya ha pasado. - Estoy bien, Jean, de verdad… solo que no me lo esperaba. Sabía que tenía potencia, pero ¿tanta?. Escucharon rebullir el edredón que cubría al rubio y Jean Paul apretó el hombro del moreno. - Voy a prepararle un colacao caliente, y a ti una tila. Habla con él.- Salió del salón dejándolos solos, y Jonás sacó la cabeza de debajo de la manta con expresión adormilada. Aprovechando el movimiento, el gato se desperezó y se introdujo bajo el edredón a dormir junto al caliente cuerpo del chico. - Buenos días…- Dijo sonriente. Luego miró alrededor y frunció el ceño con extrañeza. - ¿Qué hago en el sofá?. Marcos suspiró y se acercó a su chico. Sin miedo ninguno se sentó a su lado y le acarició el cabello mientras le devolvía la sonrisa. - Tigre… ha pasado algo... - El chico compuso un gesto de tristeza. - ¿Nos hemos enfadado?. ¿He dormido aquí?. ¿Qué hora es?.- Se fijó entonces en la tirita en la cara de su novio y en la venda del bíceps derecho. - ¿Te has hecho daño?. - No es eso. A ver… Es viernes aún, las 5 de la tarde o así. Esta mañana nos fuimos al gimnasio tú y yo, y yo estuve probando una nueva máquina de pesas con un amigo. Cuando le estaba mostrando lo efectiva que era para tensar el pecho entraste y nos viste… creo que malinterpretaste lo que hacíamos. Jonás abrió mucho los ojos al acordarse de todo de de repente. - Te estaba acariciando bajo la camisa. Te dejabas… - Él me estaba apretando el pectoral para comprobar el esfuerzo que acababa de hacer, pero sin nada de caricias. Julián es hétero, y yo soy absolutamente feliz contigo y con Jean. Estas cosas se hacen entre compañeros de entrenamiento sin ninguna intención sexual. - Los ojillos verdes del rubio brillaron conteniendo las lágrimas. - Entonces… entonces no… no te estaba metiendo mano… -¡Ni por asomo!.- Se besó los dedos formando una cruz. – Te lo juro. Solo tú y Jean tenéis permiso para hacer eso. – Sonriendo con chulería y señalando de arriba abajo a su cuerpo susurró. – Este territorio es un coto privado de caza, y solo hay dos licencias que ya están repartidas, tigre mío. - Jonás casi brincó para abrazarse a Marcos con fuerza, y tras sonreírle le besó profundamente.

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Al pararse un minuto después tanto para respirar como para prestar atención al tercero que portaba una bandeja con bebidas, el francés (bastante aliviado de verlos tranquilos y abrazados) preguntó: - ¿Todo solucionado?. - Jonás se secó las lágrimas, cogió su colacao y bebió mientras asentía. – Por suerte no hubieron testigos, sino sería muy difícil de explicar todo el destrozo. - ¿Destrozo?.- Al meditarlo más profundamente, se dio cuenta de que, en realidad había algo que no concordaba. - ¿Me quedé dormido?. - Marcos resopló. - Aún no había llegado a eso. Emmm… Jonás, creo que podemos dar por inauguradas tus aptitudes telequinéticas.- Este le miraba sin comprender, así que Jean Paul cogió la cinta de video que el moreno había traído del Centro Excursionista, la metió en el video vhs (ventajas de vivir en un alquiler con muebles y electrodomésticos antiguos), rebobinó unos minutos y le dio al “play”. Desde arriba en una esquina, la cámara había captado todo lo sucedido con claridad: Marcos había estado usando varias máquinas de pesas y, tras usar una última, le mostró el pecho a otro muchacho y este le apretó el pectoral mientras Jonás, que había entrado y les miraba de lejos, se quedó paralizado. La completa destrucción del gimnasio que ocurrió a continuación sería prácticamente inexplicable para gente que no supiera del poder psiónico del adolescente, que cayó al suelo desmadejado al acabar. - Una verdadera detonación mental… - Eso… ¿lo he hecho yo?.- Era una pregunta más bien retórica. Se volvió hacia sus chicos con miedo en los ojos. - ¡No lo hice a propósito!. Tenéis que creerme… creo que solo quería gritar de rabia. Nunca hubiera querido romper nada, ni…- acarició la tirita en la cara del moreno. – Ni hacerte daño. Lo siento tanto.- Las lágrimas estaban aflorando de nuevo, así que el abrazo masivo de los tres fue inevitable. - Bueno, como te he dicho… ahora ya no puedes quejarte de no tener “poderes”, tigre.- Comentó tras unos minutos Marcos para romper la tensión, y lo consiguió arrancando una carcajada nerviosa del chico. - Vamos a tener que entrenarte concienzudamente para que lo controles.- Apuntó Jean Paul, y Jonás asintió. - Aún así, no creo poder usar aún…- Miró la mesa del comedor y esta empezó a levitar. - Je… jejeje…- Se le escapó una risa tonta. – … o quizá si. Los tres se habían quedado anonadados, y se pasaron los siguientes minutos probando y comprobando como el chiquillo podía mover cosas. Tan solo se rompieron dos sillas y el picaporte de la puerta. Jean Paul y el adolescente comenzaron a hablarle del modo de usar la psiónica; parece ser que Jonás había intentado usar sus aptitudes imaginando que movía los objetos, o forzando su propio cuerpo como si quisiera cogerlos y moverlos a distancia, pero no se trataba de eso: si quería mover algo, solo tenía que “hacerlo”, como cuando uno quiere mover un brazo no se ha de imaginar nada. Marcos terminaba su infusión cuando su móvil resonó con una llamada. Tras mirar la pantalla, anunció –Dogchaw. Será para confirmar lo de esta noche.- y apretó el aceptar mientras Jonás sentía su humor hundirse en la negrura. La conversación del moreno Marcos fue: -Aha… ummm… si, lo confirmo. Iremos los 3…

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Si, he dicho los tres…. ¡Que se joda Chimo!. Que se jodan todos. Ahora ya no soy solo yo, somos 3… Dile que son mis novios. Si, los dos… Me da igual que no dejen venir a la novia de Whirpool aunque lleven ya 11 años de relación, no se trata de eso. Somos psiónicos los 3, así que dilo claro: Apokryphos irá con sus dos novios psiónicos. Si me quieren dentro, también a ellos. A ti también. Taluego. Jonás había cerrado los ojos y tragó saliva. Luego se levantó, se sentó al lado de Marcos y le dio un fuerte abrazo. - Gracias.- Que el moreno hubiera hecho pública ante sus compañeros de Freemind su relación de triada le había llegado muy dentro. Jean Paul los besó alternativamente. - Habrá que decidir qué ponerse para esta noche… pero antes, creo que tenemos unas horas libres. ¿Alguna idea? Marcos se relamió los labios: -Empieza el finde, y tenemos que celebrar la psiónica del tigre… a mí sí que se me ocurren cosas.- Jonás, que solo estaba cubierto por el bañador debajo del edredón, rió notando como algo empezaba a endurecérsele.

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Capitulo 22

C

uando cruzaron las dobles puertas enrejadas de Populos a las afueras de Alicante, el más confiado era Marcos, que saludó al portero y a unos cuantos clientes más mientras se encaminaban al interior. Si no fuera porque el moreno llevaba a Jonás cogido de los hombros manifestando así su pública relación con él, este se hubiera sentido celoso e inseguro al ver la cantidad de amistades y conocidos gays que su novio parecía prodigar. Jean Paul iba muy cerca, pero independiente, vigilándolo todo. El local era bastante oscuro en general, aunque particularmente cada rincón parecía gozar de muchas muestras de color en forma de banderas del arcoiris, posters de chicos bastantes subidos de tono y adminículos variados de los distintos Desfiles del Orgullo gay de varios años anteriores. Había dos pistas de baile, una pública abajo y una VIP escaleras arriba, desde la que podía mirar a la “plebe” en un gran balcón (y dejarse ver por ellos). Había gays de todas clases a esta hora en este lugar: gorditos y delgados, modernos y clásicos, jóvenes y viejales, pijos y macarras… aunque el público objetivo que más predominaba era gente de 20 a 30 años buscando pillar un pedo y un buen polvo. También había chicas, supuestamente lesbianas, de toda clase y color pero en menor número, y parecían concentrarse en un lado concreto donde también la decoración variaba ligeramente para sustituir todo lo masculino por femenino. - ¿Todos estos son psiónicos?.- Preguntó Jonás nervioso. El moreno rió. - No hombre, estos son normales. De los Freeminds no habrán venido más de diez; sígueme. Marcos llevó a sus muchachos hasta las escaleras del fondo y le dio un papelito al guardia de seguridad, que marcó en una lista los tres nombres antes de dejarlos pasar.

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El moreno los guió por la pista de baile VIP (en donde predominaba más el pijerío, la gente “guapa” y guay) y se metió en la zona alrededor de una de las barras al fondo, a la derecha. Los tres novios se acercaron a un grupo de personas aparte del resto. Parecía que tanto bailarines como simples bebedores y curiosos no tuvieran ningún interés por acercarse a ellos, como si subconscientemente tuvieran la sensación de “estar de más” si se les ocurría siquiera mirarles. Marcos fue recibido con sonrisas, asentimientos de cabeza y sacudidas de mano. Jean Paul expandió su percepción y memorizó a los integrantes de la pandilla que parecían haber acudido a aquel lugar. No entraba en sus planes actuales traicionar a los Freeminds, pero aún no terminaba de fiarse de ellos; dos mujeres y seis hombres. De los chicos tan solo conocía al joven Dogchaw, que seguía vistiendo su moda skater no importaba si iba patinando por la calle o se encontraba de fiesta en un garito de ambiente. Aunque sonrió ligeramente a Marcos con la boca (no con los ojos), ignoró por completo a sus dos acompañantes. El francés no pudo menos que decirse que entendía que Marcos se hubiera dejado hacer por él… era un chaval muy guapo, y su expresión de perenne seriedad enfadada le daba un aire muy interesante. Chimo era el líder del grupo; algo canoso, de casi cincuenta años pero atractivo, tenía una sonrisa amable y unos ojos sagaces. Palmeó la espalda del ex-mecánico nada más verlo, como viejos amigos: - ¿Qué tal tu esposa?.- Preguntó el moreno con interés, atendiendo su respuesta unos segundos. - Perséfone y Espejo. – Presentó Marcos al volverse hacia las féminas. – Relaciones públicas de los FMR e Investigadora de sucesos pasados.- Las dos mujeres eran especialmente bellas aunque tan distintas como el día y la noche: una era voluptuosa y de cabello negro, y la otra parecía más grácil e inaccesible. La rubia y distante Espejo sonrió cálida pero lejanamente a Jonás y algo más ligeramente a Jean Paul, mientras que Perséfone se acercó rauda con una bebida en su zurda, extendiendo su otra mano hacia el francés como para que la besara. - Enchanté…- Dijo ella. Pero Jean no tenía porqué galantear ni con ella ni con nadie pese al saludo en su idioma natal y se la sacudió al modo normal. – Puff… completamente gay.- Comentó ella con una sonrisa afectada. Se volvió hacia el adolescente y por un momento pareció resplandecer. - ¿Y tú, ricura?. ¿Cómo estás?. - Bien señora, gracias. Ella no pareció demasiado complacida. - ¿Señora?. – Resopló y se centró en su bebida, perdido todo el interés. Más tarde, Marcos les explicó a sus chicos que esta mujer poseía una psiónica capaz de despertar la admiración y el deseo en aquellos sexualmente compatibles con ella (heterosexuales, bisexuales y lesbianas), y echaron algunas risas al saberse inmunes. Whirpool era un hombre albino sobre la treintena que parecía encontrarse fuera de lugar allí; aunque en realidad debido a su timidez daría la impresión de sentirse fuera de lugar en casi cualquier sitio. - El hacker del grupo.- Informó Marcos, y al instante Jean dio la mano deseando poder medir algún día sus aptitudes con las del albino de aspecto distraído.

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Para terminar con las presentaciones, Marcos tomó a sus muchachos y los acercó a otros cuatro que estaban algo apartados charlando animadamente; uno parecía un armario empotrado de veintitantos años, más ancho y alto que cualquiera de los presentes, y el alias por el que le presentaron tenía que ver bastante con su aspecto: - Goliat. Se le encargan misiones de escolta, ¿no grandullón?.- Bromeó Marcos, pero no fue recompensado con ninguna expresión afable. Los dos que estaban con él eran gemelos y no superarían los 20 años, con el cabello pardo y liso (uno largo y otro corto), uno con sombra de barba y otro con perilla, dijeron llamarse Playboy y Gameboy (Jean Paul elevó una ceja divertido). – A veces actúan junto a Espejo investigando algo, pero en general se dedican al espionaje de las actividades de Prime.corp o de cualquier otro que amenace a un miembro del grupo o a un psiónico independiente. - Y estos son Jean Paul y Jonás.- Presentó Marcos en voz más alta para hacerse oír sobre la música. – Mis chicos. –Dogchaw, que había huido antes del grupo principal y se había unido a este, pareció algo incómodo y les dio la espalda mientras bebía un refresco y se encendía un nuevo cigarrillo; Jean Paul observó que fumaba la misma marca que él, y quizá por el mono, por un momento este chico y el blanco humo que emanaban de su boca le parecieron sumamente eróticos. Era sin duda el más joven de los presentes, pero ser menor de edad no parecía haberle detenido a la hora de entrar. - Más bien Némesis y Shield.- Matizó Goliat, hablando por fin. – Vuestra reputación os precede.- No parecía muy amistoso y, sin cruzar palabra, la triada decidió volver al grupo principal, aunque uno de los gemelos había guiñado el ojo a Jonás y este se quedó con ganas de tratarlo algo más. Jean Paul se acercó a la barra para pedir bebidas para él y para sus amores, y en ese momento Whirpool se le sentó en el taburete de al lado sin levantar demasiado sus rojas pupilas del suelo. Se quitó las gafas y comenzó a limpiarlas mientras tartamudeaba: - He… he seguido tu traba… tu trabajo como asesino de Pri… de Prime.corp muy de cerca…- el francés le miró de manera neutra; no detectó animadversión en él por lo que se quedó a escucharle. – ¡Eres un crack!. ¡Tus pro… tus programas para hackear los sistemas de segu… seguridad son impresionantes!. Aún no he conseguido desentrañarlos del… del todo. Confieso que… confieso que cuando me pedían que preparase contramedi… contramedidas informáticas por si nos tocaba enfrentarnos a ti, me encontraba per… perdido. El francés le sonrió finalmente. - Te mandaré una dirección de correo; puedes preguntarme tus dudas, y quizá te muestre algunos trucos si así lo deseas.- El tartamudo asintió ilusionado, pero sin mirarle a los ojos. –Supongo que yo tengo que otorgarte la mayor parte del mérito por conseguirnos de manera tan eficiente las nuevas identidades que ahora tenemos. Es un trabajo realmente cuidadoso. - Si yo… gracias por notarlo. Perséfone me ayudó con… con algunos trámites legales, tiene mucha mano en la administración; pero sí, estoy orgu… orgulloso de lo bien que encajaba todo para el poco tiempo que me dieron.- miró alrededor para asegurarse de que nadie les escuchaba y susurró. – Espero que… espero que Elda esté bien para… para ti. Jean Paul rió. - Es perfecta. Ni demasiado grande, ni demasiado lejos de la capital. Gracias de nuevo Whirpool. Tras asentir, el albino se alejó hacia el grupo lleno de satisfacción.

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Cogió las tres bebidas (dos con una mano, algo bastante difícil), localizó a sus chicos 10 metros más allá y cuando fue a avanzar otra persona se le colocó delante, Espejo. - ¿Él lo sabe?.- Inquirió. Jean Paul se quedó paralizado; de alguna manera le recordaba a la “Galadriel” de la película del Señor de los Anillos. Esta chica tenía una edad indeterminada, igual 25 que cuarenta, pero sus ojos daban la impresión de verlo todo y de gran sabiduría. - ¿Quién sabe qué?. - Te pregunto si él sabe que mató a sus padres. Es obvio que tú lo sabes. Jean Paul se quedó lívido de la sorpresa. Había usado todos sus conocimientos informáticos para conseguir el expediente de Jonás de Prime.corp, y nunca hubiera creído que nadie más tuviera acceso a este material altamente confidencial sin pertenecer a un alto cargo de su antigua sociedad. ¿Sería una lectora?. Pero él estaba protegido en gran medida contra intrusiones mentales, y su disciplina mental hacía el resto para no pensar en lo que no deseaba y así evitar fugas. - ¿Cómo lo sabes tú? Ella suspiró con una mezcla de tristeza y alivio. - No lo sabe.- Se le acercó hasta casi besarle y le susurró. – No dejes que lo sepa. Es vital que no lo sepa... o podría consumirlo- Tan enigmáticamente como había venido, se alejó. ***

Ya llevaban unas dos horas allí bebiendo, charlando de temas casuales en gran medida (aunque se había hablado de algunos proyectos y avances en diversos sectores de defensa y planificación de FMR, como la captación de nuevas jóvenes promesas psiónicas, la implantación de nuevas protecciones para el grupo, de proyectos de espionaje contra Prime.corp, protocolos de actuación…) cuando por fin Jonás empezó a sentirse a gusto y casi sin darse cuenta empezó a menear el trasero al ritmo de la música. Marcos le cogía de la mano mientras hablaba con Goliat y con los dos gemelos, y Dogchaw escuchaba aparentemente indiferente a todo lo que se decía. El moreno había decidido acercarse más al gigantón para acercar posiciones y asegurarse de que no tenía nada contra él o sus chicos, y por ahora la conversación iba bien, incluso se habían reído en varias ocasiones. Allá atrás Jean Paul parecía entretenido en el grupo de la gente más adulta. El rubio sentía una secreta e indeseada satisfacción de ver los celos (o eso creía) en la expresión del pelirrojo patinador, de ahí que no soltase su mano y le hiciera carantoñas cada poco tiempo. Tras ver como el moreno vaciaba de un trago lo que quedaba de su calimocho, Jonás torció el gesto. - ¿No has bebido ya bastante?.- Inquirió bajito y cerca de su oreja.

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- ¿¡Qué más da!?. Conduce Jean…- Exclamó con una carcajada. Fue entonces cuando sacó el luminoso móvil vibrando de su bolsillo. – Un mensaje… ¡Eh, tigre!. ¡Adivina!. - Jonás se sentía un poco cohibido de ver a su novio tan “alegre” y poco reservado, así que se encogió de hombros. – Es de orange. ¡Tú nuevo móvil llega el lunes!. Dicen que probablemente lo llevaran al apartado de correos, creo que es porque Jean dijo que no estaríamos ninguno de los tres por la mañana en casa. ¡Mierda de trabajo!. - ¡Genial!.- El adolescente no pudo evitar la exclamación; no había sabido lo mucho que dependía y gustaba de tener móvil hasta que lo perdió. -¿En qué te ha tocado trabajar ahora?.- Inquirió el gemelo de la perilla con una sonrisa. - Puff, tío… ¡de camarero!. ¿Te lo puedes creer?. Toda la vida de mecánico y Whirpool me busca un currele de eso… pero claro, estamos en crisis, y en Elda hay poco más para elegir hoy en día. Hay que joderse… pero ya volveremos a Alicante, no es para siempre. Jonás se sintió mal al escuchar como su chico largaba dónde estaban viviendo a las primeras de cambio, ya que hasta ahora suponía que había sido un secreto solo conocido por el que creó las nuevas identidades y ellos mismos; llegó incluso a plantearse el ir a buscar a Jean Paul para que lo controlase un poco, pero luego suspiró. Marcos los conocía a todos, y si confiaba en ellos, ¿quién era él para meterse?. Sintió una repentina presión en la vejiga y se soltó de su mano. - Ahora vengo. ***

Los aseos de la zona vip eran enormes, de diseño y muy bien cuidados. Había un par de chicos fumando en una esquina, otros tres hablando de algo divertido en un corrillo, dos arreglándose en el espejo y algunos más dentro de los aseos con puertas, haciendo… sus cosas. Buscando algo de intimidad instintiva se fue a uno de los wcs de la pared del fondo y, tras sacar su asunto para aliviarse, le chocó que uno de los gemelos hubiera entrado tras él, se le acercase y se pusiera a hacer lo mismo justo en el mingitorio de al lado. Sintió como enrojecía violentamente y es que eran muy pocas las personas que habían podido echar un ojo en esa parte tan íntima suya. Y hablando de penes, ahí estaba el del gemelo de la sombra de barba, y parecía de buen tamaño. - ¿Qué tal?. ¿Lo estás pasando bien?.- Preguntó con una pícara sonrisa al ver que el rubio se había percatado de su erección. - Sí, sí, gracias. Sois todos majísimos.- Enrojeció aún más al darse cuenta de que este tío no disimulaba sus miradas hacia su miembro, y casi llegó al granate al percatarse de que él mismo se estaba empalmando. Se le cortó la meada, así que le dio un par de sacudidas y trató de meterla en el pantalón, aunque (como siempre que la tenía fuera de la bragueta en pleno esplendor) se le resistió bastante a entrar debido al tamaño extra. - Yummm… Menuda arma de destrucción masiva.

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A Jonás le salió una risa tonta en medio del achispado nerviosismo. Debía admitir que este era el gemelo que mejor le caía, que más le gustaba, pero ¿qué más daba eso?. Tenía novios, pero hacía siglos que no le tiraban los trastos un sábado por la noche. - Emmm… gracias, supongo. Tú también estás bien dotado.- Observó que su contertulio no solo no meaba, sino que se apartó de la pared para dejarle ver bien todo su enorme cimborrio de brillante e incitante cabeza; tragó saliva y rogó interiormente para que el otro no se diera cuenta de lo mucho que le había puesto. Al levantar la vista vio que el gemelo tenía una expresión invitante por si quería tocar… Jonás dudó. ¡Claro que no quería poner cuernos ni nada así!. Pero el chico estaba tan bien, estaba tan a mano, solo sería tocar ligeramente, sentir una polla dura, caliente y ajena más… había tocado tan pocas… Sacudió la cabeza, ¿Qué coño estaba pensando?. Él no solía tener pensamientos así, no parecía él… miró con sospecha al otro. - Mejor volvemos, ¿No?.- Sugirió retrocediendo y dándose cuenta de que tenía la pared justo detrás. Si el chico avanzaba hacia él, le tendría arrinconado. Pero por suerte, el de cabellos castaños pareció entender que el adolescente no quería nada realmente y, tras un gesto como de acuerdo se guardó el cimborrio en la ropa interior. - Oye Jonás, me gustaría hacerte una pregunta íntima, pero solo si me lo permites. Por cierto, me llamo Tom, de Tomás. Lo de Gameboy es un alias de coña, ya que todos en FR tienen uno. Jonás intentó tranquilizarse y asintió. - Dispara… Tom. - Vale que Apokryph… Marcos está como quiere, pero ¿porqué estáis liados también con el otro?. ¿Para qué un trío?. Se trata solo de sexo, ¿verdad?. - No. Es amor. - ¿No es complicarse la vida… cuando estaríais genial solos tú y Marcos?. - Eso no se elige. Yo no busqué hacer una triada, pero vino así, y ya no quiero vivir de otra manera. Tom pareció dudar si decir algo, pero al final se decidió. - Oye, de buen rollo, pero tengo que preguntártelo. ¿Y no es muy mayor para ti Némesis?.- Antes de dejar hablar al rubio continuó. – Ya sé que está bueno y tal, eso se ve a kilómetros… pero debe tener el doble de tu edad. Sabes que no puede durar... Ten en cuenta que cuando tengas veinticinco él ya será casi un viejales arrugado. ¿Te gustan tan mayores?. ¿Vas realmente tan en serio con él? Jonás lo miró seriamente y solo le dijo una palabra. - Sí. Luego pasó por su lado (casi empujándole porque no quedaba mucho hueco, y salió de los aseos atribulado.

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Jean Paul era atractivo, era guapo, era viril, era todo lo que siempre había deseado y la diferencia de edad no le había importado para nada en ningún momento… pero nunca había pensado realmente en lo que pasaría conforme él se fuera haciendo más mayor, conforme el francés fuera envejeciendo mientras él fuera aún un yogurín. Ciertamente alguien de 35 podía gustarle muchísimo, pero Jean Paul no se quedaría así para siempre. ***

SmS enviado el viernes 5 de Marzo de un móvil anónimo con tarjeta prepago (que fue destruida segundos después) hasta un teléfono en el norte de Europa. “Stan n Elda (Alc). Nuevo móvil orange para Shield el lunes a aptdo correos alquilado hace 17 días.”

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Capitulo 23

L

legó un momento en que el completo de los líderes de FMR y los tres novios se juntaron para hablar de algunos proyectos que tenían en mente, si bien Jean Paul no obviaba que si estaban confiando tanto en ellos era porque, a la vez que contarles, les observaban y analizaban en detalle. No eran tan confiados como pudieran parecer, pero hizo lo que pudo por esquivar los asaltos mentales a los que era sometido cada poco por gente indeterminada dentro del grupo; no se trataba de que les estuviera ocultando información (aunque todo el mundo tiene secretos) sino de preservar su intimidad de pensamientos y, de paso, demostrarles que su resistencia era más fuerte. En un momento de silencio entre temas, Goliat señaló al francés. Su voz pareció un cuchillo rajando madera en lentas palabras como tajos. - Némesis, quiero que sepas que te odio y así será siempre; has asesinado a gente que quería. No apruebo que estés aquí, no votaré a tu favor si pretendes entrar en Freeminds, y si descubro que vuelves a hacer lo más mínimo para hacer daño a algún otro psiónico libre… me encargaré de que lo lamentes. Pese a la música, dio la impresión de que un expectante silencio se había expandido alrededor del grupo. Jean Paul cruzó con él los ojos negros como pozos insondables y a los pocos segundos, el hombretón terminó perdiendo el duelo de miradas. - ¡Goliat!. – Marcos había enrojeciendo de rabia, pero Chimo se le adelantó en la reprimenda: - Ellos ya me informaron, y yo ya os informé al resto, de que cuando Némesis trabajaba para Prime.corp estaba influenciado por una oradora de la compañía llamada Nina. En cuanto se ha liberado, ha dejado de trabajar para ellos; algo parecido a lo que todos sabéis que le había estado ocurriendo a Shield. Son psiónicos que han sido usados por nuestros enemigos. Les debemos nuestro apoyo.

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Jean Paul levantó una mano para pedir turno. - Lamento profundamente lo que le hice a tu prima. -Marcos le había hablado exactamente de quienes eran los protegidos de FMR cuyas vidas fueron sesgadas por Némesis, y de su relación con ellos. - Se llamaba Johana, ¿verdad?. Estaba marcada como una asesina en serie de ancianos, pero probablemente era una mentira de Prime.corp. No considero una verdadera excusa el haber estado influenciado por Nina, así que te aseguro que lo siento de verdad. - ¡Por supuesto que era una mentira!. Johanna era dulce, era…- Goliat pateó el suelo con fuerza y luego cruzó una seria mirada con su interlocutor. – ¡Eso da igual ahora!. ¿Y quien nos dice que no sigues influenciado por alguien y nos buscarás la ruina?. - Yo respondo por él. ¿Lo has olvidado?.- Intervino Marcos hinchando el pecho con chulería. - ¡Tu te lo follas!. Solo piensas con la polla…- le espetó el gigante. Gameboy levantó un dedo. – Yo también respondo por él. Ninguna psiónica exterior le está afectando. Lo analicé nada más entrar, a él y a Shield. Si nos traicionan, será porque les da la gana. - No lo haré. - Ni yo. - Dicen la verdad.- Corroboró Playboy, que se acercó a por otra bebida a la barra. Goliat resopló y se alejó unos metros hacia la pista de baile, donde se quedó parado como un pilar en medio de la gente bailando. Con el tiempo, la tensión fue rebajándose de nuevo y poco a poco fueron apareciendo conversaciones más normales y Jonás se permitió sonreír al gemelo de la sombra de barba como agradecimiento por su defensa. Solo un cuarto de hora más tarde, el gigantón se volvió a acercar al grupo, pero apenas abrió la boca. Perséfone eligió ese momento para alejarse hacia un grupo de chicas que bailaban y mirar con ojitos seductores a una de ellas. En pocos minutos se estaban enrollando bastante salvajemente en un rincón… y al minuto se les acercó un chaval de veintipocos que se unió al lúbrico intercambio. Jonás miraba a los lados con los ojos entrecerrados, pensando y calculando, algo pedete de más. Marcos, allá lejos hablando con Espejo, era asombroso con su psiónica; Jean Paul, ahora en el aseo, era insuperable en el cuerpo a cuerpo (o eso se suponía), y también se suponía que él mismo llegaría a tener una potencia mental telequinética muy grande; si juntaban eso con lo que fuera que esta gente de Freeminds podían hacer… - Oye, se me ocurre, ¿Porqué no intentamos un asalto conjunto contra Prime.corp?. Algo de frente e inesperado. ¡Les patearíamos el culo!, ¿No?. Chimo le miró con los ojos abiertos como platos, pero Playboy comenzó a carcajearse y al poco se le unió Goliat; el albino Whirpool le miraba como si hubiera escuchado mal, mientras que Dogchaw compuso un gesto que le hizo pensar al rubio que había dicho una tontería muy grande.

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Marcos se acercó con una sonrisa socarrona al ver al grupo central de FMR en medio de un jocoso jolgorio, dispuesto a dejarse llevar por cualquier broma que estuviera sucediendo en esos instantes, pero se percató pronto de la situación: su novio adolescente estaba rojo como un tomate mientras Chimo le explicaba, como si fuera un niño imbécil (o así se le antojó): - Pero eso es imposible, Jonás. Poseen decenas de psiónicos trabajando para ellos, unos voluntariamente y otros obligados; además, incluso si lográsemos realizar alguna clase de devastador asalto sorpresa tendríamos dos problemas más: se trata de una sociedad internacional, y aunque la base de Alicante es probablemente la más grande de España, eso no destruiría a la organización; lo segundo es que no tenemos ni idea de dónde está esa base, de dónde están sus instalaciones o su gente… ¿O tú sabes algo de eso que nosotros desconozcamos después de años de búsqueda?. Jonás había comenzado a negar con la cabeza, sintiéndose como si se hundiera en un pozo de lodo ante la burlona mirada de los allí presentes, cuando el brazo de Marcos se colocó sobre sus hombros. - Mi chico y yo pensamos igual. Sabes que hace meses que propuse algo semejante, Chimo. - Y te respondimos igual. No hay manera posible de hacer algo así en la actualidad. Jean Paul se había acercado y en pocos segundos se puso al corriente de lo sucedido. - En mi opinión, FMR es un buen grupo para defenderse y ocultarse, pero os falta mucho que aprender para realizar una buena ofensiva. Tenéis razón, no estáis preparados para algo así… Chimo lo miró con sorpresa, pero fue Goliat quien le respondió: - ¡Ah!. ¿Y tú sí?. Jean Paul sonrió. - Quizá… Marcos bostezó escandalosamente. - ¡Las cuatro ya!. Nosotros nos vamos yendo…- y aprovechando que tenía a sus novios al lado, el moreno los empujó ligeramente para que notasen la presión y se encaminaron hacia la salida. Jonás notó sus ojos emocionarse ante el apoyo de sus chicos, pero respiró profundo y simplemente caminó con una gran sonrisa. *** Caminando por el aparcamiento hacia el coche se encontraron de frente con Perséfone, que parecía despedirse en ese momento de sus rollos del momento. - ¡Ah!. Hola muchachos, ¿os vais tan pronto?. También se han ido Erika y Hans… mi triada se dispersa por el momento. Me voy a quedar muy sola. - Algunos hemos trabajado hasta este mismo medio día y el cansancio ya se va notando, pero a ti aun te queda cuerda para pasarlo bien, ¿no?. - Ella rió.

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- ¡Eso por supuesto!. Sin embargo…- al quedarse detenida a mitad de frase, los chicos se detuvieron para mirarla. -…bueno, quería que supierais que tenéis mi total apoyo con esto del trío.- La miraron con reticencia. – Se escuchan algunos comentarios entre los demás: que si no duraréis, que si no se puede estar enamorado de dos personas a la vez, que si tal es demasiado joven o tal otro demasiado viejo… - No necesitamos la bendición de nadie.- Interrumpió Marcos, pero ella continuó como si no le hubiera escuchado. - Acabo de demostrarles que se puede hacer una triada siempre que se quiera. Y esta no es la primera, je,je… he estado muchas veces con varias personas a la vez, enamorada perdida. Así que, pues eso, que me parece muy bien. Jean Paul miró dubitativamente al moreno; le hubiera gustado contestar, pero la mujer le hablaba directamente a Marcos y este la conocía más, así que dejó que respondiera él. - No sabes de qué hablas. Tú te enamoras de 5 personas cada noche de fiesta, si es que a eso le puede llamar amor… - ¡Ah!. ¡Pero quien te dice a ti que el amor dura para siempre?. Es solo química cerebral que se calma con el tiempo… Jonás suspiró y se sorprendió a si mismo al decir: - Si realmente opinas eso, siento lástima por ti, y no te lo tomes a mal. Creo que jamás te has llegado a enamorar de verdad, o no dirías eso. - ¡Oye niño…!. Jean Paul por fin habló: - Amiga Freemind, lo que mis muchachos te quieren hacer entender es que encontrarnos los tres ha sido lo más maravilloso y difícil que ha sucedido en cualquiera de nuestras vidas, y que no tiene nada, pero nada que ver con tríos amorosos engañando a unos u a otros, con sexo de una noche, con folla amigos o cualquiera de los erróneos conceptos que pareces tener y que veo en tu mente… somos uno, y nuestro deseo es que sea para siempre. - ¡Claro que sé de lo que habláis!. ¡He tenido cientos de triadas de esas!. Jonás soltó una carcajada sin poder evitarlo, pero Marcos se estaba enfadando. Jean le contestó: - Claro que sí, claro que si… por mi parte, te agradezco tu apoyo, y aprovecho para desearte que encuentres alguna vez el amor verdadero correspondido. - La felicidad más pura que existe en la creación.- Apuntilló Jonás. La mujer pareció quedarse algo flasheada, como si por fin esos comentarios hubieran penetrado en su coraza de egocentrismo y reticencia para acertarle en lo más sensible. Los chicos se despidieron con la mano y se montaron en el coche para irse a casa. ***

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- Marcos…- La voz de Jean Paul sonó susurrante en medio de la falsa oscuridad que las persianas regalaban el domingo siguiente. - Qué…- En realidad no fue una palabra en sí, fue un gruñido. - Mon cherry, son ya las 11. Jonás y yo nos vamos ya. ¿Quieres venirte?. - A dónde… - A entrenar su telequinesia, tal y como hablamos ayer. Nos vamos a… Se escuchó un sonido como de chistar tras el francés. - Déjalo dormir.- Murmuró Jonás. La puerta de la habitación se abrió, y dos figuras salieron tratando de no hacer ruido. ***

Jonás y el francés habían preparado bocadillos, se habían pertrechado con cantimploras, se habían vestido con ropa deportiva y hacía al menos tres cuartos de hora que estaban recorriendo la senda de ascenso a lo alto de la montaña más alta del Valle del Vinalopó: el Cid. Rodeados del aire más puro, del frescor de los húmedos pinos de Marzo y de paisajes tan amplios como para vislumbrar a lo lejos el mar de la costa cubierto de nieblas, los dos novios jadeaban algo cansados, pero llenos de energía y obstinación: iban a llegar a la cima costase lo que le costase. Jonás parecía un niño curioso al que sueltan por primera vez en una tienda de juguetes, levantando piedras, arrancando algunas briznas de largas hierbas secas que lanzaba como si fueran flechas, señalando cosas en el horizonte y hablando de ellas… estaba realmente animado, no solo por estar haciendo deporte junto a alguien a quien amaba, sino por tener en meta el aprendizaje de sus aptitudes especiales mentales. Cada poco, soltaba un par de risas tras contar un chiste, o se volvía para besar a su chico en los labios con una irresistible sonrisa llena de encanto. Sin embargo, la mente de Jean Paul era un torbellino de emociones contrapuestas, pues debido a sus capacidades psiónicas y (no podemos negarlo) a su personalidad cerebral y planificadora en extremo, no podía ignorar ciertos pensamientos y sentimientos que le asaltaban sin cesar, y no todos agradables. Concretamente, esta misma mañana había notado como Marcos pasaba de cumplir varias promesas: despertarse temprano, hacer deporte juntos, ayudar a Jonás con sus poderes… él había notado como al rubio le hacía daño que el camarero le tuviera tan poco en cuenta, y por ello había intentado (una vez más) guiar al italiano para que actuase como debía, cuidando los sentimientos del chiquillo; pero el propio Jonás le había impedido hacerlo, llamándole la atención en un tono no demasiado amable y excusando la actitud pasota del otro. “¡Déjale dormir!. El pobre, que se pasa muchas horas de pie entre semana. Además, toda su vida ha sido así: un vago. Para él los fines de semana son una sucesión de fiesta y dormir. No le molestes… cada uno es como es.” y aunque el francés sabía que Jonás se sentía dolido al ver lo poco que parecía importarle a Marcos, el rubio le perdonaba, y Jean Paul había pasado a sentirse como el malo… una vez más.

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Cuando el francés hacía algo con lo que el adolescente no estaba de acuerdo, no faltaba tiempo hasta que este se lo echara en cara… pero si era Marcos quien fallaba, siempre habían explicaciones y excusas para dejarle seguir haciéndolo mal. Y si solo fuera eso, pero había algo que no terminaba de cuajar; Jonás era muy caluroso en la cama, y cuando JP se le arrimaba mucho, se quejaba de calor y el francés tenía que separarse unos centímetros. En cambio, Jean se había fijado que los dos chavales dormían abrazados cada noche, aunque el rubio estuviera sudando de calor, ya que no parecían poder conciliar el sueño estando separados. No es que Jean Paul tuviera celos de ellos, ¡le encantaba que se quisieran!, pero a veces le daba la impresión de que el amor que se tenían no era de la misma clase que tenían con él; a veces se sentía solo, se sentía como un secundario; sentía que no le necesitaban. - Estás muy callado.- Hizo notar Jonás cuando apenas les faltaban unos minutos para coronar el monte. - ¿Ya te has cansado de andar?. Con una sonrisa algo falsa, le contestó: - Cuidado, que has sido tú quien ha pedido que nos detuviéramos a descansar las últimas tres veces.- Su tono había sido agridulce, y es que sabía que cada vez que se habían parado, el chico se había quedado mirando a los lejanos y pequeños edificios de Elda allá abajo, intentando localizar su casa, pensando en dónde estaría ahora Marcos y preguntándose qué estaría haciendo ahora. Si se habría despertado ya; si le echaría de menos… Jonás señaló algo extraño a lo que se acercaban: - ¿Qué es eso?. Se trataba de un montículo como de metro y medio de alto formado por piedras pequeñas del tamaño de una oliva o incluso hasta el de un puño. Era como una pequeña montaña de piedrecitas sueltas en lo alto del Cid. - Es una tradición de la zona, por lo que he leído. Los montañistas cogen una piedra cada uno abajo del todo y, cuando llegan aquí, la amontonan con el resto, como símbolo de haber llegado a lo más alto. Jonás se quedó sorprendido mirando alrededor; ciertamente estaban en el punto más alto del monte, pero puesto que la cabeza de la montaña era bastante llana, no podía estar seguro. - Entonces… ¿Es aquí?. ¿Estamos en la cima?.- ante el asentimiento de Jean, el chico sonrió feliz, pero al momento se lo notó decaer. – Pues no hemos traído las piedras desde abajo… El francés buscó algo dentro del bolsillo de su mochila y sacó tres piedras. - Soy previsor. Las cogí de la base de la montaña, tal y como indica la tradición.- Se las tendió al rubio, que las tomó con todo el cuidado del mundo. Su tierna sonrisa agradecida fue como un regalo del cielo para Jean. – Hay una por cada uno. Jonás puso dos de ellas en la montaña, y se quedó mirando la tercera.

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- Traje esa por nuestro Marcos. ¿No la pones?. La intensa tristeza que el rubio desprendió fue casi como un aura de color azulado ante Jean, pero su rostro mostraba aún una ligera sonrisa. - No. Ha de ganársela. Cuando venga con nosotros, pondremos su piedra.- Tras suspirar, la dejó caer al suelo, y Jean tuvo que ahogar el sentimiento de rabia que le embargó contra Marcos. ¿Acaso el moreno no quería a Jonás?. ¿Cómo podía aceptar levantarse e ir con ellos una noche, para pasar olímpicamente de su promesa al día siguiente?. ¿Cómo podía pesar más su vagancia, que el cuidar los sentimientos de quienes le querían tanto?. Se alegró de que el camarero no estuviera a su alcance, porque quizá le habría dicho un par de cosas bien claras… su suspiro se unió al de Jonás. Sabía que Marcos ni siquiera se daría cuenta del daño que había hecho al rubio con su pasotismo; tendría que explicarle que ese egoísmo y su falta de generosidad no eran la mejor manera de actuar en el amor. - ¿Qué piensas?.- Inquirió Jonás, haciendo como siempre gala de una perspicacia poco corriente en cuanto a sus estados de ánimo. Como no quería hablar de este tema ni ponerlo más triste, dijo: - Fíjate que hora es. Aquí estaremos a solas y en intimidad para entrenarte, pero cada vez nos queda menos tiempo. ¡A ello!.

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Capitulo 24

L

a hora y media de entrenamiento de Jonás fue agotadora (mentalmente hablando), pero aquel día aprendieron mucho: el rubio entendió cómo podía controlar mejor de una forma voluntaria su psiónica para evitar accidentes como el del gimnasio, y Jean Paul comprendió que la potencia del chico era inusitada, y mucho más para alguien que estaba empezando a usar la psiónica. Jonás elevó piedras que fácilmente pesarían más que un autobús, lanzó materia a tal velocidad que poco tenía que envidiar a la de una bala, e incluso probaron cómo usar la telequinesia en usos menos esperados, como levantar un muro de fuerza mental (contra el que los cuchillos lanzados del francés nada pudieron hacer) y a levitar… el rubio solo logró levantarse unos pocos centímetros del suelo, porque cada vez que lo lograba se ponía nervioso y se desconcentraba; pero era un buenísimo comienzo. Jean Paul veía a su hermoso chico flotar y lograr brillantes portentos como los arriba descritos, y no le costaba mucho imaginarle como un ángel celestial que hubiera descendido para llenar de felicidad su vida. Fue uno de los pocos momentos en que Jean se imaginó lo feliz que habría sido con Jonás a solas, sin compartirlo con ningún otro… pero otras veces había tenido la misma sensación al imaginarse a solas con el fogoso Marcos. Las relaciones de tres eran, indiscutiblemente, muchísimo más complicadas que las de dos, pero se supone que la alegría de ser tres era mucho más intenso y feliz cuando estaba todo bien. La lástima era que costaba mucho que todo estuviera bien. Tras una agradable y tranquila comida sentados bajo las caricias de la fría brisa de las alturas charlando de psiónica, se dispusieron a bajar de vuelta a casa; pero pese al día de intenso esfuerzo físico y mental, al francés se le antojó que le faltaba algo. Habían muy pocas ocasiones en que podía estar a solas con el rubio, y creía que si volvían ya a casa sin hacer nada más, se arrepentiría.

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Una vez preparados con los bártulos y demás, Jean Paul se decidió: Tomó al muchacho entre sus brazos y le dio un intenso beso pasional, con lengua, con caricias, con flojos mordisquitos como si se lo quisiera comer… y sintió una alegría y un alivio muy grandes al notar como el paquete del chico se hinchaba duro y exigente, apretándose contra el suyo. - Puff… Jp, cómo me pones… - Tú a mí más.- Le contestó el mayor, y continuó con el beso sin dejarle responder, mientras su mano derecha se introducía dentro de la ropa interior del rubio para acariciar y masajear su duro falo, y la izquierda buscaba algo en el bolsillo exterior de su mochila. Sin poder resistirse a la excitación, el adolescente se arrodilló ante su novio (después de mirar alrededor para asegurarse que no había ningún otro inoportuno montañista cerca) y abrió la boca pidiendo claramente que se la llenase, y Jean no se hizo mucho de rogar antes de bajarse la cremallera y enchufársela hasta la garganta. El jovencito se sacó su propia enorme herramienta para pajearse, pero cuando Jean notó que el muchacho empezaba a gemir mientras lameteaba su sexo, lo apartó y lo puso de nuevo de pie, para besarlo y saborear su propia hombría de los labios de su amado. Con una mano aprisionó su cuerpo para que no se separase, y la otra se deslizó hasta la hendidura entre sus nalgas, acariciando su agujerito. El rubio jadeaba como loco. - Pufff…. Mi Jp, anda deja eso. Deja que te la coma hasta correrte… si no vamos a hacerlo del todo, no me calientes así, que luego… - ¿Y porqué no íbamos a hacerlo del todo?.- Inquirió el francés con una pícara sonrisa. - No tenemos lubricante, ni condones, ni…- Pero enmudeció al notar como el dedo de su novio se introducía en su interior casi de golpe, sin dolor. Jean Paul elevó su mano derecha donde sujetaba un frasco del lubricante con que había embadurnado sus dedos. - Pienso en todo, ¿eh?. Jonás trataba de hablar, pero su cuerpo hormonado de dieciséis años se negaba a obedecerle con ese querido dedo instalado en sus entrañas, apretando su próstata y provocando que su polla se lubricase en exceso por el placer. - No… aammmmm… el con… dón… El francés sintió un fondo de tristeza que trataba de ahogar su excitación. Así que presionó más fuerte con el dedo en el interior del chico y le susurró ferozmente al oído: - No olvides que estás conmigo, que también eres mío, y que tú y yo no nos podemos contagiar nada… así que abre tu culo para mí, cachorrito. Ahora estamos solos, y eres mío… ahora eres solo mío.

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Por un momento, el sentido del deber del rubio y la tremenda excitación que le inundaba batallaron ferozmente en su interior, pero era una lucha perdida: a esa edad, hay momentos en donde uno no se controla, y Jonás ofreció su grupa a su amado ya sin voluntad de negarse. El sexo del francés entró primero lentamente, pero una vez asentada, los empujes fueron poderosos y profundos, conectándoles absolutamente y sintiéndose más íntimamente unidos que nunca hasta recibir la inyección de glauca ambrosía del francés. ***

La bajada del Cid no fue tan animada como la subida. Aunque tras el polvazo se habían abrazado, acariciado y besado amorosamente, Jean Paul no podía dejar de sentir los sentimientos de culpa del rubio, algo que le exacerbaba. Y es que algo más había ocurrido hacía una semana, cuando los tres muchachos estaban intentando una nocturna sesión sexual: tuvieron una desavenencia que les llevó a dejar el coito en modo interruptus hasta el día siguiente, y fue por culpa del condón. Marcos estaba infectado del vih, y los otros dos estaban libres de esa dolencia; por tanto, muchas clases de contacto sexual con Marcos habían de incluir un condón por medio y un cierto grado de cuidado que no existía entre Jonás y Jean Paul. Hasta ese día, quizá por un respeto no pactado, todos usaban preservativo a la hora de penetrar a cualquier otro del trío, pero esa tarde habían llegado los felices resultados del análisis de sangre del francés y del adolescente, confirmando su estado de vih negativos. Así que, tanto por ahorrar condones, como porque era lo lógico, como porque (no vamos a negarlo) les daba mucho más morbo el poder follar sintiendo la piel y la carne del otro sin plásticos de por medio, Jonás y Jean Paul comenzaron a follarse sin profiláctico, mientras besaban y practicaban sexo oral con Marcos (una de tantas posiciones como las que habían practicado estando en uno u otro lugar)… … y Marcos estalló. Primero se sintió enfadado y se fue dando un portazo, y tras hablar con él (con un buen rato de intentar convencerle para que les contase lo que le pasaba) les confesó simplemente que no podía soportarlo. Que ver como ellos dos podían tener algo juntos que él nunca podría tener le superaba, que le dañaba en lo más profundo, y que por más que entendiera que ellos no tenían riesgo alguno al no usar condones entre ellos y que era lo más adecuado, le dolía por dentro. Aunque Jean Paul intentó razonar con él (haciéndole ver que no les importaba que él fuera vih+, que ellos dos no corrían peligro por follar a pelo, que no iban a dejarle de lado por tener que usar condón con él), la expresión de angustia que embargó al moreno fue tan lamentable que el francés detuvo su petición; Jonás abrazó a Marcos y le prometió que no tendría que sufrir por ello y que no volvería a ver algo así de nuevo. El francés no se quedó del todo convencido, pero entre el amor que sentía por Marcos, la pena que le daba verle en ese estado y el compromiso que Jonás había adquirido, no le quedó otra que claudicar… hasta hoy. Debido a la sensación de que sus novios se cuidaban y tenían más complicidad y paciencia entre ellos que con él, a que se había sentido un poco aparte estos últimos días, a que sabía que teniendo sexo sin profilácticos Jonás y él no hacían nada malo ni su salud se resentiría, y que Marcos no tenía ni porqué sufrir por ello ni porqué enterarse, se decidió a tentar a la suerte y a seducir al jovencito.

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Pero ahora veía al rubio con la tez cetrina, la expresión seria y su ánimo dictaminaba que estaba a punto de romper a llorar, aunque se contenía porque pronto anochecería en este día de invierno y necesitaban llegar al coche antes de eso para evitar caerse por la pendiente del monte o perderse. - ¿Estás bien?.- Inquirió Jean Paul cuando ya no aguantó más ese silencio, después de una hora de gris descenso entre fríos árboles y ya teniendo el coche a la vista. El otro negó con la cabeza. Le hubiera dejado más tiempo para pensar en lo que habían hecho, entenderlo por sí mismo y aceptarlo, pero si llegaban a casa con el rubio en ese estado, podría haber complicaciones. - ¿Pourquoi, cachorrito mío?. Jonás se detuvo, se volvió hacia él y lo miró con los ojos abiertos como si fuera algo obvio. - ¡Lo hemos hecho sin condón!. - ¿Y?. - ¿Como que “y”?. ¡Ya sabes lo que opina Marcos!. Ya sabes lo que le prometimos… - Pero Marcos no está aquí, y no tiene ni porqué saberlo, ni porqué sufrir por ello. - El rubio pareció enfadarse, aunque su tono fue lastimero. - ¿Cómo puedes decir eso?. ¿Acaso podemos hacer cualquier cosa que a los otros no les gustase, con tal de que no se enteren?. Jean Paul se acercó a su novio y trató de abrazarle, pero este se apartó. Tras suspirar dijo: - Sabes que no me refiero a eso, ni opino así. - ¿Entonces?. - ¿De verdad tengo que decirlo?.- Rogó el francés, y Jonás se cruzó de brazos mirándole. – Muy bien: Primero, no le prometimos que no lo haríamos siempre con condón entre tú y yo, sino que él no lo vería ni sufriría por ello. Segundo, se lo prometiste sin consultarme, y es una promesa que también me atañe a mí, ¿no?. - Creí que no querías que Marcos lo pasase así de mal, que estarías de acuerdo. - Pues no lo estoy. No todo siempre es fácil para todos, y a veces hay que soportar cosas. Yo sufro cada día de una terrible adicción que clama porque fume, y me aguanto porque Marcos no soporta que fume, y lo hago por su bien. Yo sufro por su bien, para que él esté más a gusto y tenga un bienestar que yo no tendría si fumase. ¿No puede él sacrificarse un poco también por nosotros?. - ¿Es eso?. ¿Le guardas rencor porque te pidió que dejases de fumar?. Jean Paul resopló; notaba como el simple hecho de hablar de su adicción le ponía nervioso, y trató de calmarse para seguir hablando en tono afectuoso. - No. No le guardo rencor… pero opino que no puede pretender que siempre seamos los demás los que claudicamos para hacer lo que él quiere, para que él esté mejor. A veces, él tiene que ceder para que los demás estemos bien y hagamos lo que nos gusta, sobre todo cuando no es algo peligroso ni trae ninguna mala consecuencia; como el sexo a pelo entre tú y yo.

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Jonás se había quedado con la boca abierta. - Estás… ¿estás comparando las dificultades de dejar de fumar, con lo horrible que es saberse seropositivo?. - No es justo así… yo… - ¿No te das cuenta de cómo se siente Marcos con ese tema?. ¿De la inseguridad y el daño que le hace saberse distinto a nosotros?. ¿Acaso no te has planteado el inmenso dolor que es para él tener sexo con nosotros, sabiendo que si se rompe un preservativo o si nos descuidamos podemos contagiarnos?. ¿Realmente crees que es comparable tu adicción…? - ¡No es eso, putain!.- Su grito hizo que el chiquillo se callase en sus interminables preguntas, y al instante Jean Paul se arrepintió de haber usado ese tono. Todo el mundo podía entender cómo de mal se sentía un seropositivo siéndolo, pero ninguno de ellos dos se daba cuenta de lo mal que lo estaba pasando él, lidiando día tras día con sus irreprimibles ganas de fumar, sabiendo que podía joderlo todo en su relación con ellos si cedía. Nadie le había dado las gracias por dejarlo, ni le habían felicitado por sus progresos, ni le animaban a seguir así… - Suspiró. Él era el adulto, el responsable, el que tenía que ceder, aguantarse y cuidarles a ellos. - Lo… lo siento. Perdóname. No quería hablarte así.- Jonás le miró callado, pero sus ojos estaban vidriosos. – Solo quiero decir que en este caso, en el sexo entre tú y yo, las pocas (poquísimas) veces que lo hacemos sin él delante, no pasa nada si nos ahorramos el condón. Él no sufrirá, y a nosotros no nos va a pasar nada malo.- Porque esa era otra, se dijo Jean Paul; Marcos difícilmente soportaba la idea de que ellos tuvieran sexo a solas, y se las ingeniaba para estar siempre presente cuando los dos estaban juntos, impidiendo así cualquier relación exclusiva y personal entre el francés y el adolescente… aunque bien que lo hacía Marcos con Jonás a solas, y con el propio Jean Paul a solas, sin que a los demás les importase. ¿Acaso Jonás no sentía necesidad de tener a Jean Paul solo para él a veces?. ¿Acaso era mucho más importante que Marcos no sintiera esos celos sin sentido, que disfrutar de una unión tan personal, profunda y completa como la que acababan de tener por primera vez en semanas?. ¿Acaso no tenía que ir acostumbrándose el moreno a que eran tres en todos los sentidos, y no solo en el que le conviniera?. - Jp, Marcos es tu novio y mi novio. Le debemos honestidad, lealtad y le debemos el sacrificarnos por él en todo lo que él necesite. Ya sabes que esto de ser tres le está costando más que a nosotros…- Jean Paul contuvo un pensamiento “Quizá sea porque no somos tres, sino que vosotros dos estáis juntos, dejándome a mí atrás… y aquí está este chico de dieciséis años dándome consejos morales.” – Tú y yo hemos hecho mal haciéndolo sin condón; y tampoco pasa nada si nos contenemos en tener sexo a solas si a él le duele, hasta que se acostumbre. No cuesta tanto, ¿no?, no es tan difícil. Tenemos que pensar en él, que darle lo que necesite. - Jonás se acercó ahora a él y le cogió de las manos. – Lo… lo entiendes, ¿verdad?. - Lo entiendo.- Dijo el francés tragando saliva; no le apetecía discutir más. Se notaba sobrepasado y creía que si seguía poniendo las cosas claras, quizá se pasaría de la raya. - Bien…- por primera vez desde que comenzaron el descenso, Jonás sonrió. – Entonces arreglado: nos contendremos y haremos lo que haya de hacerse, por él. Mientras lo veía descender sin aún haber empezado a andar, Jean Paul sintió como el chico no solo se alejaba de él, sino también de su corazón. ¿Porqué nadie pensaba en sus necesidades?. ¿Porqué solo tenía que ceder él?. ¿Porqué no podían poner todos de su parte?. ¿En qué orden de prioridad quedaba su bienestar, o sus necesidades?. Sin embargo, los malos rollos de ese día no habían hecho más que empezar.

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Capitulo 25

M

arcos se encontraba tumbado en el sofá del salón, envuelto en tinieblas, vestido solo con ropa interior. Había comido una pizza, se había hecho una paja con la pornografía de su ordenador portátil (testigo de lo cual era el clinex usado y arrugado sobre la mesa) y no parecía estar haciendo nada más que mirar el techo. - ¡Hola!.- Saludó animoso Jonás sentándose a su lado y dándole un tentativo pico. -¿Qué tal?. - Bien. ¿Y vosotros?.- Preguntó secamente sin moverse ni un milímetro. - Estupendos. Tu tigre ha aprendido hoy muchas cosas de su telequinesia.- Intervino Jean Paul dejando las mochilas en el recibidor; sin embargo, estaba sintiendo el enfado a duras penas refrenado en el interior del camarero. - Aha.- Respondió. Sintiendo el terco frío del moreno, Jonás reculó hacia la puerta. - Vamos a ducharnos, ¿te vienes?. - ¡Ah!, ¿a eso si me invitas?. ¿No te has quedado saciado?. Al notar cómo el rubio se había quedado paralizado, Jean Paul entró. - ¿Cómo?. - ¿Os lo habéis pasado bien… a solas?.- Inquirió con el ceño fruncido. – Porque me hubiera gustado ir, si me hubierais esperado.

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- Pero Marcos… - ¡De peros nada!. ¡Si sobro, solo tenéis que decírmelo!. Tengo pocas cosas; preparar mi maleta son cinco minutos… - Marcos…- empezó Jonás con la entonación rota por la pena. Boloncho entró en ese momento en el salón atraído por las voces, y se quedó sentado en la alfombra, mirando de uno a otro cada vez que hablaban, como si de un partido de tenis se tratase. - Te hemos esperado.- Anunció Jean Paul. – Nos hemos levantado los dos a las 9, como acordamos ayer, para irnos a entrenar a Jonás. Tú no has querido salir de la cama… - Es domingo. ¿Acaso hay que ser tan puntual?. ¿No puede uno adormilarse un poco?. El francés entró y se cruzó de brazos mirándole. - Deux heures. Te hemos esperado dos horas después de que sonase el despertador, y no nos hemos ido sin más: hemos entrado, te hemos dicho que nos íbamos y te hemos ofrecido venirte… pero has pasado, aunque se lo prometiste ayer a tu novio. Marcos se lo quedó mirando, como aceptando el desafío. - No “he pasado”, solo que estaba muy cansado. ¿Acaso no podíamos haber ido más tarde?. - Ya era más tarde. En invierno anochece muy rápido. Acabamos de llegar y ya ha oscurecido, así que si hubiéramos esperado un rato más, no habríamos tenido tiempo suficiente… -… para qué, ¿para follar?. Jonás se había sentado en el otro sillón y miraba al suelo con las manos agarrándose la cabeza, como si le doliera. - Por favor…- murmuró en voz baja. - Para entrenar.- Respondió lentamente Jean Paul.- No nos hubiera dado tiempo, o se nos hubiera hecho de noche antes de volver al coche y podríamos habernos... Pero Marcos le detuvo solo elevando una cajita que había tenido oculta en los cojines detrás de él. Era una caja de condones de 24, comprada hacía dos días para usarla los tres, y estaba sin abrir. - Esto estaba en el cajón de la mesilla, pero el lubricante no está. Lo voy a preguntar directamente: ¿Habéis follado?. La mano de Jonás se movió lentamente hacia su corazón. - Si.- Admitió secamente el francés. - ¡Voilé!.- Exclamó Marcos usando burlonamente una de las palabras en el idioma natal de Jean.

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- ¿Voilé qué?. - Habéis follado sin mí, sin condón… ¡es lo que habéis estado buscando todo este tiempo!.- Gritó tirando los condones a la otra esquina del salón, levantándose, saliendo de la estancia y ahuyentando al gato hasta un rincón (donde bufó molesto). Jean Paul le siguió por el pasillo. - ¡No inventes!. Hemos follado sí, pero es que Jonás es también mi novio y yo también soy su novio, además de ser tuyos, ¿no lo entiendes?. ¡También nos queremos!. ¿¡Te parece tan mal!?. El camarero, que había agarrado ya el picaporte del dormitorio, se volvió hacia él con los brazos extendidos. - ¡Claro que no!. ¡Follad cuanto queráis, y sin condón!. Cosa que no podéis hacer conmigo…- entró y cerró de un portazo. Jean Paul avanzó rápidamente por el pasillo con paso enérgico y justo cuando llegó a la puerta de la habitación, las manos de Jonás le agarraron de los hombros. - Por favor, por favor, por favor… no discutáis… - Alguien ha de dejarle las cosas claras a este egoísta irracional.- se soltó y abrió. Se encontró al moreno con la maleta abierta, metiendo su ropa. – Qué haces… - Me voy. Este egoísta irracional sabe cuando sobra. Jean Paul avanzó los tres pasos que lo separaban, lo tomó de los hombros y lo empujó contra la pared, arrinconándolo e impidiéndole moverse. - Très bien, mon amour… ahora me vas a escuchar…- ¡Jean Paul!. Exclamó el rubio allá detrás, rogando. - Jonás es tan novio mío como tuyo, y si queremos, follaremos, contigo delante o sin ti. Igual que él hace contigo o que tú haces conmigo. Todos somos iguales y tenemos los mismos derechos. ¿S’entendre?.- sin esperar a que contestase, continuó: - Lamento mucho que seas vih+, lo acepto, lo comprendo, y no me importa: te quiero igual, te queremos igual, pero es obvio que tenemos que protegernos para no infectarnos. Es algo entendible, ¿o no?.- De nuevo, no esperó a que el moreno le contestase. – Pero nosotros podemos hacerlo sin condón y no nos ocurrirá nada malo por ello; y el que te pongas hecho un energúmeno solo porque tú no puedes hacerlo así con nosotros es algo tremendamente egoísta por tu parte. Si dijéramos que es peligroso para nosotros hacerlo así, o que no quieres eso para nosotros porque es malo y te preocupas por nosotros… ¡pero es solo por ti!. ¡Por tus enormes celos y envidia!. ¿No nos quieres?. ¿No puedes alegrarte por nosotros, en vez de sufrir porque hay algo que tú no puedes compartir?. ¿Acaso me enfado yo porque vosotros seáis mucho más jóvenes que yo, y os entendáis mejor en cuanto a series de la tele, música, videojuegos y todo lo que compartís y que yo no comparto?. No, yo me alegro por vosotros… ojala tú pudieras hacer lo mismo por Jonás y por mí en vez de mirar siempre tu propio ombligo.

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Jean Paul era una persona calmada, que siempre hablaba en tono neutro o cariñoso, y que nunca había levantado la voz o usado la violencia a sus seres queridos, pero ahora estaba enseñando los dientes. Marcos estaba pálido y temblaba; solo consiguió tragar saliva antes de que el francés volviera a hablar. - Y no, no nos hemos ido sin esperarte. Y no, no lo hemos planeado para follar sin ti. Teníamos un plan al que estabas invitado, que no podía retrasarse más; uno al que queríamos que te unieras, y que nos ha tocado hacer sin ti, lamentándonos de tu ausencia. Te hemos echado de menos todo el día, pero tu tigre necesita aprender a controlar su telequinesia con urgencia, o podría causar desgracias a quienes le rodean, a sí mismo, o incluso alertar a Prime.corp de nuestra localización. Y sí, hemos follado, y sin condón, pero no por joderte a ti, sino porque podemos, porque queremos, y porque no es nada malo. Le soltó, y Marcos se quedó quieto mirando a la maleta abierta y a medio llenar en la cama. Jean Paul sabía que había sido demasiado claro y directo, pero estaba quemado por muchas cosas y no soportaba que Marcos pudiera salirse de tono, ser irracional, ser tan egoísta y encima hacerles quedar a ellos como taimados traidores. - Te quiero, Marcos. No quiero que te vayas. Sé que está siendo duro para ti el ser tres, y el aceptar que nosotros no somos vih positivos… pero así es la realidad y espero que puedas hacerte a la idea cuanto antes, porque si esto ha de funcionar, todos (tú incluido) tenemos que ser más generosos, confiar más en los demás y colocar la felicidad de nuestras parejas a la misma altura que la propia; como mínimo.- Se lo quedó mirando fijamente, y por sorpresa le agarró de la pechera y le besó en la boca con fuerza, intentando trasmitirle el intenso amor que sentía por dentro. Al separarse, se quedó con su frente apoyada en la del moreno mirándole a los ojos y le sonrió tristemente. - Siento las formas, pero necesitabas oírlo, y yo decirlo. Te quiero, te quise desde que te vi y te querré para siempre, ocurra lo que ocurra. Pero quédate, por favor.- Pidió; Entonces se dio la vuelta y salió de la habitación cogiendo a Jonás que les miraba llorando desde el pasillo. – Déjale solo un rato. ***

Marcos no se fue. Salió de la habitación una hora más tarde, cabizbajo y desanimado, pero aceptó las muestras de cariño de los demás e hizo un esfuerzo por desterrar sus celos, su ira, sus miedos, y darles algo de cariño también, aunque se le notaba triste. A partir de aquel día, todo estuvo mucho más claro para los tres; y sin embargo, más claridad no siempre implica una mejoría. *** Al día siguiente, mientras el sol del lunes se ponía tras los edificios, Jean Paul se encontraba sentado en un banco, en el Parque de Las Américas en la frontera entre las ciudades de Elda y de Petrel (solo separadas por una calle, llamada comúnmente así: la frontera).

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Había terminado de trabajar hace casi una hora y no tenía ganas de volver a casa, pese a que estaba tan solo a una manzana del portal. - Me encuentro raro. Como sin fuerzas.- Le dijo a su móvil; sí, finalmente el gran Némesis había aceptado que tener un móvil era algo necesario en algunas situaciones, pero se había asegurado de piratearlo y modificar sus programas para hacerlo prácticamente irrastreable; tal y como había hecho con el de Marcos; tal y como había hecho con el que había recogido esa mañana para Jonás. Esperó a que su interlocutor le respondiera, pero no hubo comentario alguno. El chico con el que hablaba ya le había demostrado ser un gran escuchador, pero no hablaba mucho, así que continuó. - Es como si… estuviera solo cuando estoy con ellos. ¡No me malinterpretes!, les quiero, me quieren, pero parece como si Marcos solo mirase para sí mismo, provocando un innecesario tira y afloja entre los dos por Jonás… y Jonás siempre se pone de su parte; Y yo me quedo atrás. - Marcos parece un chulito, pero es un trozo de pan sensible y muy inseguro. Ya lo habrás notado.- Le respondió al cabo de unos segundos la voz adolescente. - Sí, sí… lo sé. Pero es como si él no quisiera madurar, como si Jonás le quisiera pese a su inmadurez (o precisamente por ella), y como si no se valorasen mis sacrificios, mi generosidad, mis ganas de agradarlos a los dos y de hacer que esto funcione. La dejadez y vagancia de Marcos por todo, incluyendo lo que tenga que ver con Jonás y conmigo, causa dolor, y yo trato de mediar para que Jonás no sufra tanto, pero entonces yo soy el malo de la película ante ambos. Me estoy distanciando, y ellos no se dan cuenta de que solo trato de… de ayudar. Solo quiero que sean felices. - Estoy seguro de que lo valoran, Paul. - Verás, desde el primer día los he puesto por delante de mí en todo, dándolo todo por ellos, y se ve que ellos piensan que ese es el orden correcto de las cosas, lo que se supone que he de hacer, y no lo consideran excepcional ni hacen nada por actuar en consecuencia. En el consiguiente silencio, casi se pudo escuchar como Jean Paul apretaba los dientes y los puños para contener la sensación de desamparo que le llenaba por dentro. - ¿Paul?. - Si, si… perdona Pedro; a veces no me salen las palabras. De nuevo un silencio. Dogchaw volvió a hablar: - No voy a juzgarte ni a ti, ni al trío que sois, ni siquiera a decir lo que pienso de ello; pero tú mismo sabes, y ya me dijiste, que comenzaste esta relación tuya con ellos sabiendo que iba a ser algo muy difícil, y que era posible que uno de los tres saliera perdiendo, como en la vez anterior. Por un momento Jean Paul se quedó sorprendido. Desde que le habían presentado a Dogchaw en la quedada de los Freeminds hacía tan solo tres días y tuvieron un rato para hablar a solas, descubrieron una intensa química en la forma de tratarse y comunicarse. Él y el pelirrojo habían contactado al menos cuatro veces en conversaciones de largas horas en estos días y, por alguna razón, el jovencito sabueso parecía haber conectado con el antiguo asesino de Prime.corp.

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Ahora mismo JP se dio cuenta de cuan fuerte estaba siendo su incipiente amistad con este chiquillo al recordar que le había contado algo tan íntimo y lejano como aquella experiencia en la universidad con su novio fallecido y Ellise. - Si, sabía que iba a ser difícil, pero no estaba preparado para ser yo el que se quedase atrás. Estaba preparado para cuidarles y cuidar el amor que se tienen, sin dejar que se quisieran menos entre ellos… pero no sé cómo hacer que me valoren, que se den cuenta de quién soy, que quieran cuidarme a mí tanto como yo les cuido a ellos. - ¿No sientes que te estén cuidando?. Jean Paul se dio cuenta de que había sacado de forma automática un cigarrillo y lo sostenía entre los dedos. Había tirado al menos dos docenas de paquetes en las últimas semanas, pero siempre terminaba comprando otro nuevo y llevándolo en un bolsillo de la chaqueta, así que había terminado aceptando que portar la tentación encima sin ceder a ella era una manera de hacerse más fuerte ante el tabaco; pero la mano seguía buscándolos cuando estaba más vulnerable. Apretujó en un puño el cigarro hasta hacerlo puré y lo dejó caer al suelo, donde lo pisó. Entonces negó con la cabeza, pero no dijo nada, aunque a Dogchaw no le hizo falta escuchar su respuesta. - Leí el otro día algo: aprende a regalar tu ausencia, a aquel que no valora tu presencia. Lo dijo alguien famoso, ¿Nitzche?, no sé… - Oscar Wilde.- Apuntó el francés automáticamente, y luego se quedó muy quieto analizando esa frase. – ¿Estás diciendo que me aleje de ellos para que se den cuenta de que no estoy ahí?. Con una gran calma, el jovencito le respondió al cabo de varios segundos: - Yo no he dicho tal cosa. No te voy a dar un consejo ni nada así, solo te he hecho observar un punto de vista que quizá no habías contemplado. Cuanto valor le des tú a esa frase y lo que decidas hacer con ella, es cosa tuya. Jean Paul notó su corazón agitado, y se percató de que su respiración se había acelerado simplemente por plantearse la opción de alejarse de alguna manera de sus chicos. - No… no puedo dejarles. No puedo irme ahora. Son todo lo que yo quiero. - Por supuesto. Haz como debas. Pero… ¿eres tú parte de lo que ellos quieren?. ¿Cuántos años tenía Dogchaw?. ¿Catorce?. ¿Quince?. ¿Cómo era posible que los pocos comentarios que introducía en sus conversaciones siempre dieran en puntos sensibles, directos como flechas al corazón. - Voy a tener que plantearme todo esto con valentía, Pedro. Gracias por tu ayuda. - Cuando quieras. Tras suspirar, se levantó y comenzó a andar cansinamente hacia casa, pero un mensajito le llegó al móvil: “Ey!, an traio el móvl dl tigre a casa. Andestas?. Ven a ayudarnos a configurarlo ;)”

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Jean Paul notó como el frío se extendía por su espalda: la caja con el nuevo móvil pirateado de Jonás estaba aún en su bolsillo.

Fin De lo publicado de Mind Power hasta el momento. La continuación de “Querer es Poder” está en curso y será publicada tan pronto sea posible. Un enorme abrazo para todos aquellos que han llegado hasta aquí.

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