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LA CREACIÓN DEL ESTADO FRANQUISTA: FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y APOYOS SOCIALES 1. Introducción El Franquismo (1936-1975) fue el nombre de un régimen político y de una etapa de la historia española del s.XX que duró unos 40 años. Debe su denominación al militar que dirigió una dictadura de derechas, y fue un régimen personalista, en el que el dictador Francisco Franco tuvo un poder casi absoluto. El encarnó el régimen que lleva su nombre, impregnando a todo el país de su propia personalidad. El régimen finalizó solo tras la muerte física del dictador. 2. Antecedentes e inicios El régimen dictatorial o totalitario de Franco se forjó durante la Guerra Civil (19369), cuando el gallego Francisco Franco Bahamonde, resultaba ser uno de los generales más jóvenes del Ejército, militar africanista, había ascendido rápidamente por méritos en la Guerra de Marruecos. Muy conocido por sus ideas conservadoras y de derechas, llegó a ser Jefe del Estado Mayor durante el Bienio de Derechas (1933-5), dirigió la represión de la Revolución de Asturias de 1934, y luego fue denostado y apartado por el Gobierno del Frente Popular. Opuesto a las reformas izquierdistas y laicistas de Azaña y del PSOE, participó en la conspiración y en la sublevación militar contra la República; el 18 de julio se sublevó en Canarias, y después voló al protectorado de Marruecos para ponerse al frente del Ejército de África, el más experimentado del país. La muerte del general Sanjurjo, la necesidad de un mando único para ganar la Guerra Civil, y el hecho de que dirigiera el mejor de los ejércitos del Bando Sublevado, le hicieron ser designado por sus compañeros como líder y jefe indiscutible del Bando Nacional en 1936; fue designado Jefe del Estado y del Gobierno y Generalísimo de todos los ejércitos nacionales, por la Junta de Defensa de Burgos. Su astucia militar, el apoyo extranjero y la debilidad del enemigo le permitieron ganar la guerra, quedando él como máxima autoridad del régimen totalitario que instauró. 3. Fundamentos ideológicos: Franco carecía de un corpus ideológico elaborado, sus fundamentos ideológicos se hallaban totalmente marcados por tres pilares esenciales; los valores militares, su arraigado catolicismo y su exacerbado patriotismo. Aparte de esto, su forma de pensar se definía más por lo que rechazaba que por lo que defendía. Los valores militares marcaron el Régimen franquista, tales como la disciplina, el orden, la autoridad, la jerarquía, etc. El militarismo impregnó la sociedad con desfiles, marchas, himnos y banderas en una estética de tipo fascista. Sentimentalmente Franco fue un ultranacionalista, un patriota radical, en su régimen los lemas y saludos fueron “Arriba España” y “España una, grande y libre”. La unidad y la grandeza de España se convirtieron en elementos definitorios del régimen, lo que llevó a una “exaltación de lo español” de Castilla, del centralismo, ignorando otras realidades culturales nacionalistas como las que había en el País Vasco o Cataluña. Se exaltaban los periodos históricos que respondían a los lemas y al 1
esplendor patrio, tales como el Reinado de los Reyes Católicos y el Imperio de los Austrias, la Reconquista, la construcción de la Corona de España, el orgullo militar, la gloria pasada, la dominación de medio mundo, y la propia Guerra Civil eran los principales referentes históricos del Franquismo. Así el águila imperial, escudo de la dictadura, lo había sido también del reino en los siglos XV y XVI, la bandera roji-gualda lo había sido de la Corona, y el 18 de Julio se celebraba como Fiesta Nacional junto con el Día de la Victoria. De ideas reaccionarias y ultracatólicas; Franco era un monárquico, ultraconservador opuesto a toda modernidad, se veía a sí mismo como un defensor de la tradición y de las esencias históricas de la Nación, entre las cuales primaba la religión cristiana y católica, cuyos valores sociales, culturales y familiares quedaron instituidos por ley, y la Iglesia se vio encumbrada en el poder con una enorme influencia política en lo que se llamó Nacionalcatolicismo, o fusión de la Iglesia y el Estado. ¿A qué se oponía Franco? Despreciaba e incluso odiaba cuanto consideraba que debilitaba a la Nación, su unidad y distorsionaba sus esencias históricas; negó siempre las virtudes del Liberalismo y de la Democracia como sistemas políticos, abominaba del parlamentarismo y del juego de partidos políticos, lo que le llevó a instaurar un Régimen totalitario o dictatorial sin división de poderes, un Régimen de Partido Único, FET-JONS, del que él mismo era el Jefe supremo, al estilo fascista. Como ultramonárquico convencido, entendía España como un reino, despreciaba la República como sistema y también los periodos en los que España fue una República. Además acusaba a la masonería, muy ligada al liberalismo y al republicanismo, de haber conspirado históricamente para adueñarse de España y destruir sus tradiciones. Otros enemigos de la Patria eran para Franco los nacionalistas periféricos, que atentaban contra la unidad de la patria pretendiendo independizarse, y el Movimiento Obrero (socialistas, comunistas y anarquistas), que dividía a la Nación en dos clases enemigas anteponiendo sus intereses internacionalistas a los de unidad y gloria nacional. A menudo la propaganda del régimen alertaba contra una supuesta conspiración judeo-masónica-comunista de los enemigos de la patria. Este pensamiento convenció a Franco de que tras la guerra, la construcción política y económica que mejor podía salvaguardar a su idea de España era una dictadura militar y personal, quedando abolidos y prohibidos el Parlamento, los partidos, los sindicatos, la Constitución, la División de Poderes y los derechos ciudadanos y civiles tales como la libertad de expresión, de reunión, de asociación, el derecho a huelga, las garantías jurídicas y judiciales, y un largo etcétera. Para asegurar “el orden” y aplacar cualquier intento de disidencia instituyó unos tribunales militares llamados Tribunales de Orden Público (TOP) y un cuerpo policial llamado Brigada Político-Social, que con la pena de muerte y la censura previa, y el castigo y el exilio de los perdedores de la Guerra, se encargaron de desmovilizar a la sociedad y alejarla de la política en una atmósfera de pasividad y preocupaciones materiales, livianas y banales. Este pensamiento totalitario y patriótico antiliberal también indispuso a Franco contra el liberalismo económico, el libre comercio y el Capitalismo en general, el cual despreciaba, así organizó una economía nacionalista controlada, intervenida y regulada por el Gobierno en la que prosperaron las corruptelas. Franco se sentía legitimado por los hechos, concretamente por su victoria en la Guerra Civil, que le imbuyó de un providencialismo mesiánico, es decir, un convencimiento de que la Providencia o el destino le habían elegido para gobernar la 2
Nación, del mismo modo que le había pasado a Hitler en Alemania. Decía ser “responsable de sus actos sólo ante Dios y ante la Historia”, y no ante los hombres. Así las monedas acuñadas por la Dictadura rezaban la leyenda “Caudillo de España por la Gracia de Dios”. La Iglesia española también ayudó a legitimar el régimen y el poder unipersonal de Franco, ya que para la jerarquía eclesiástica, y ante la opinión pública, Franco había salvado a la Fe y a la patria de caer en el Comunismo y en el ateísmo propio del Movimiento Obrero, así la Sublevación Nacional se interpretó desde el principio de la guerra como una Cruzada de los cristianos contra los infieles republicanos y socialistas. La capacidad de adaptación a las circunstancias internacionales fue una característica de la oportunista política exterior del régimen; cuando las potencias fascistas del Eje (Alemania e Italia) iban ganando en la II Guerra Mundial, Franco, que simpatizaba con sus regímenes, protagonizó un acercamiento a ellas estrechando lazos económicos y militares, sin embargo, cuando en 1943 la guerra empezó a decantarse por el bando de los Aliados, Franco rectificó esta política creando una imagen o estética menos totalitaria y fascista: redujo el poder de Falange, instituyó unas Cortes consultivas de Procuradores, conformó un sistema plebiscitario de consultas al pueblo mediante referéndums, estableció unos derechos ciudadanos básicos (en el Fuero de los Españoles), definió el Estado como un Reino sin Rey (en la ley de Sucesión) y ya en los años 60 dictó leyes de Prensa y de Libertad religiosa que relajaban el férreo autoritarismo del régimen. En los años 50 la tensión internacional entre la URSS y EE.UU en la Guerra Fría, permitió, con la intermediación del Vaticano, la progresiva integración internacional del Franquismo en el Bloque Capitalista como aliado de EEUU, lo que sacó a España de una década de aislamiento y bloqueo internacional. Entre las más curiosas singularidades del régimen podemos mencionar: la fuerte relevancia y presencia institucional del Ejército y de la Iglesia, verdaderos pilares de la dictadura, un racismo antijudío de baja intensidad, y la definición del Estado como Reino sin Rey, que se debió en parte a las desavenencias del dictador con el infante Don Juan de Borbón, legítimo sucesor del rey Alfonso XIII. 4. Los apoyos sociales del régimen Varios sectores apoyaron al Franquismo desde la misma Guerra Civil, formaron lo que se llamó “familias del régimen”, adictas a la persona del Caudillo, y a las que Franco supo tratar astutamente, repartiendo equilibradamente entre ellas, funciones, cargos, ministerios, áreas de influencia, instituciones, presencia en las Cortes, etc. tanto para contentarlas como para evitar que acumularan demasiado poder. El principal sector del régimen fue sin duda el Ejército, al que quedó reservado el papel de gobernar las regiones y provincias como actor disuasivo de toda rebelión disidente. Al Ejército quedaron adscritos los cargos principales del Gobierno regional y central, es decir, gobernaciones y algunos ministerios. La Iglesia Católica. El Concordato con la Santa Sede de 1953 dio a Franco el derecho a presentar obispos al Papado y recibir legitimación hacia el régimen a cambio de influencia social y control de la educación por parte de la Iglesia, reservándose ésta algunos ministerios detentados por conocidos católicos. Además cuando el régimen abandonó su apego al Fascismo europeo, los ministros tecnócratas del Opus Dei pasaron a dirigir la liberalización de la 3
economía española. No obstante, en los 60 y en los 70, tras las reformas de la Iglesia (con el aperturismo del Concilio Vaticano II del Papa Juan XXIII), la Iglesia española comenzó a distanciarse de un régimen que ya anunciaba síntomas de agotamiento. FET-JONS, partido único llamado Movimiento Nacional, estaba integrado inicialmente por ultras, carlistas y falangistas unificados por Franco en 1937, de ideología predominantemente fascista y reaccionaria. El Movimiento dirigía y controlaba determinados ámbitos del régimen, principalmente en lo que se refiere a organización de la sociedad civil y su representación institucional, tales como los Sindicatos Verticales, las instituciones corporativas o Corporaciones (asociaciones profesionales), las secciones femeninas y juveniles, la asistencia social y las viviendas sociales en beneficio de la clase trabajadora, y la labor de propaganda del régimen. El fascismo español estuvo implantado durante toda la dictadura ocupando una amplia parcela de poder e influencia, pero tuvo su auge en los años 40 y 50, etapa en la que dirigía también la economía. Inspirado en los fascismos italiano y alemán, el falangismo estableció un sistema de Corporativismo y Nacional-Sindicalismo y prestó su estética a la dictadura. Los monárquicos también tuvieron una pequeña cuota de poder en las instituciones del régimen, aunque siempre divididos en dos grupos: a) Los carlistas, que tuvieron un papel secundario y de poca importancia dentro del régimen, sobre todo tras el decreto de unificación con Falange, porque los principales puestos del nuevo partido estuvieron copados por miembros de Falange; y los donjuanistas, generales, banqueros y terratenientes que formaron parte de la trama civil que apoyó a la sublevación militar y eran partidarios del sucesor de Alfonso XIII, D. Juan de Borbón, aspirando, por tanto, a que cuando terminara la guerra se restableciera el régimen monárquico Desde el punto de vista social, destacó el apoyo de dos grupos; las clases altas (nobleza, banqueros, patronal, alta burguesía, terratenientes, etc.) y los pequeños y medianos propietarios. El resto de la población se mantuvo más o menos al margen de la política, lo que se llama desmovilizada, pues el miedo a la represión impedía una disidencia fuerte, si bien ésta fue creciendo a medida que se olvidaban las purgas y los asesinatos de la guerra y de la posguerra. 5. Evolución política del Régimen a) los años 40: aislamiento y autarquía. Sólo meses después del final de la Guerra Civil da comienzo la II Guerra Mundial. España declara su neutralidad pero se encuentra claramente alineado con el bando del Eje, integrado por las potencias totalitarias e imperialistas de Alemania, Italia y Japón, que, además, habían colaborado en la victoria de Franco. Alemania e Italia presionaron a Franco para que España entrase en guerra, pero las exigencias del dictador fueron muy altas. Para esto se reunió Franco con Hitler en Hendaya en 1940. Fruto de las presiones fue el cambio del status de neutralidad española por el de “no beligerancia” y el envío de la División Azul, una fuerza de voluntarios, contra la Unión Soviética. Cuando en 1943, la suerte de la guerra cambia, España vuelve a la neutralidad y se distancia de Alemania. 4
La derrota del Eje fue también una derrota para España. Significó sobre todo, su aislamiento internacional. Era la única dictadura de corte fascista que quedaba en Europa. España no es admitida en al O.N.U. y sus integrantes retiran sus embajadores. Se somete a España a un boicot económico y político que, por el contrario, reforzará a Franco en el interior. La posguerra fue muy dura para la mayoría de los españoles. Fueron años de miseria, racionamiento e, incluso, hambre. La doctrina económica del régimen, la política de autarquía, no ayudó nada a la recuperación. Las iniciativas legislativas comienzan a dar forma al nuevo régimen: - El Fuero del Trabajo de 1938, que prohibía el sindicalismo de clase, otorgaba el monopolio de las relaciones laborales a la Organización Sindical de Falange (sindicalismo vertical y corporativo) y establecía el control estatal sobre las condiciones de trabajo. - La Ley de Cortes (1942), donde se restablecía este tradicional órgano, pero desprovisto de atribuciones legislativas, con la única finalidad de debatir con gran moderación y aprobar dócilmente los proyectos de ley. En realidad servían para ratificar las decisiones del dictador. - El Fuero de los Españoles (1945), constituido por una declaración de derechos que en realidad no pasó de ser una pura ficción; además su relación es muy limitada- faltan aspectos básicos como la abolición de la pena de muerte y de la tortura, o está ausente cualquier referencia a la no discriminación por razones de sexo, religión o raza-, pero sobre todo el origen de los derechos, concesión del dictador “vengo en disponer” - Ley de Referéndum Nacional (1945), que establecerá un procedimiento, sin garantías, de voto directo para la ratificación popular de textos legales considerados fundamentales. Esto va a ser entendido como la consulta paternal del dictador que quiere contar con la nación en los asuntos de trascendencia. - Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947), donde se confirmaba el carácter vitalicio de la jefatura de Franco, regulaba el mecanismo de sucesión y definía a España como reino, reservándose el dictador el derecho a designar a la persona que, a su muerte le sucedería a título de rey, sin necesidad de tener en cuenta la legitimidad dinástica e histórica. b) los años 50: el final del aislamiento. Esta década se caracteriza principalmente por el giro político y económico que da el régimen. La autarquía había fracasado estrepitosamente y ya no podía mantenerse la fachada y el aspecto de régimen fascista por más tiempo. Pero no todo era situaciones adversas para el régimen. España deja de ser vista como una dictadura fascista, y pasa a ser uno más del bloque occidental enfrentado a los países comunistas. Es el fin del aislamiento. En 1950 España ingresa en la FAO, después en la UNESCO. En 1953, firma el Concordato con la Santa Sede. Estrechando lazos en la Iglesia, y un tratado militar con los EEUU, por el que España cedía bases a cambio de ayuda económica y militar. En 1955, ingresaba en la ONU. Para adaptarse a la nueva situación internacional, el régimen cambió el gobierno relegando a los falangistas y dando paso a ministros católicos como Ruiz Jiménez, ministro de Educación. Se introdujo una persona clave para dar continuidad al régimen, el almirante Luis Carrero Blanco, de quien se decía podía suceder a Franco 5
en caso de fallecimiento. El objetivo de estos cambios era dar una imagen internacional más adecuada. Puesto que los problemas estructurales de la economía continuaban y se agudizaban, se tuvo que proceder a una reestructuración profunda del gobierno en 1957. Es el comienzo de los tecnócratas, en su mayoría miembros del Opus Dei, que reorientarán radicalmente la economía del régimen, no así su estructura política: inmerso el régimen en una evidente apertura internacional el régimen franquista promulgó la Ley de Orden Público, que le permitía perseguir “legalmente” a todos los disidentes o adversarios a quienes antes se condenaba de forma más arbitraria. c) los años 60: desarrollismo y cambio social. Los años 60 marcan una nueva etapa en la dictadura franquista. Hay quien prefiere hablar de “segundo franquismo”, caracterizado por el desarrollo económico y el agotamiento final del régimen. Es un momento excepcional en la historia española porque, por una vez, el país consigue unirse a la expansión económica y social que vive Europa, pese, incluso, a las características del régimen. Políticamente, el régimen se presenta como una dictadura conservadora católica, no fascista, como lo atestigua la Ley de Prensa de 1966, impulsada por el ministro de Información, Manuel Fraga: se eliminaba la censura previa, lo que permitía una prensa más vivaz, pero que castigaba duramente a quienes se desviasen de la ideología oficial. En enero de 1967 se promulgó la Ley Orgánica del Estado, que quiso ser una especie de Constitución del régimen franquista. Se buscó incluso la prolongación del régimen mediante una nueva Ley de Sucesión (que completa a la de 1947) en 1969. Se designa a don Juan Carlos de Borbón, sucesor a título de rey, que debería continuar el régimen salido de la guerra civil. d) la crisis final del régimen (1970-75) Todo el cambio social provocado por el desarrollismo se iba a manifestar en los primeros años de la década de los 70. La oposición había crecido significativamente y la coyuntura internacional favorable se rompió con la crisis del petróleo de 1973. Dentro del régimen se escuchaban voces que se planteaban la continuidad de la dictadura a la vista de la salud del dictador, cada vez más frágil, y agravada desde el 20 de diciembre de 1973, cuando ETA asesinaba al presidente del gobierno, el almirante Carrero Blanco, el número dos del régimen. Este acontecimiento iba a desencadenar movimientos internos dentro del franquismo, conformándose dos grupos en el gobierno: inmovilistas y aperturistas. Tras 40 años de Dictadura el régimen estaba agotado, la inmensa mayoría del pueblo español ansiaba un cambio democrático que abriera y modernizara el país en el contexto de la Unión Europea, que no admitía una dictadura en su seno. En 1975 murió de muerte natural el Caudillo y Dictador Franco sucediéndole en la Jefatura del Estado, según su voluntad, el joven Rey Juan Carlos I, del que Franco esperaba la continuidad del régimen, pero el monarca, consciente del deseo de cambio, protagonizó junto a los sectores aperturistas de la dictadura, un proceso de transición a la democracia.
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