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TEMA 21. LA CREACIÓN DEL ESTADO FRANQUISTA: FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y APOYOS SOCIALES. Introducción El día 1 de abril de 1939, Franco hacia emitir el último parte militar en el que anunciaba el fin de la guerra. El resultado final de aquella contienda fue la consolidación del régimen dictatorial que los sublevados contra la República habían empezado a construir desde octubre de 1936. Una vez alcanzado el poder, Franco nunca lo cedió. Las autoridades republicanas, y munchos de sus seguidores, habían salido del país o se encontraban recluidas en las cárceles o en “los campos de concentración”, habilitados en esos años para albergar prisioneros (Albatera, Ocaña). Se considera que el franquismo tuvo dos grandes etapas. La primera se desarrolló hasta 1959 aproximadamente y se caracterizó por el intento de establecer un Estado totalitario, que hasta el final de la Segunda Guerra Mundial se inspiró en el modelo fascista. Tras la derrota en la contienda mundial de las potencias fascistas en 1945, el régimen franquista fue objeto de condena por parte de la ONU. En el plano económico este aislamiento obligó a una política de autosuficiencia, autarquía, que se tradujo en años terribles de escasez y miseria. Hacia 1950 la situación cambió en el escenario internacional: la lucha contra el fascismo dejó paso a la guerra fría contra el comunismo. En este nuevo contexto lo que interesaba era la decidida política anticomunista de Franco y el importante valor estratégico de la península Ibérica. España firma un Concordato con la Santa Sede y un tratado con EEUU, y después ingresó en la ONU; se abren las relaciones económicas con el exterior y hacia 1959 se inicia una nueva época, la del desarrollismo y la del intento de institucionalizar un régimen que pretendía hacerse pasar por un estado de Derecho. Desarrollo 1. LA CREACIÓN DEL INSTITUCIONALES
ESTADO
FRANQUISTA:
BASES
POLÍTICO-
El poder dictatorial, personal y vitalicio de Franco como jefe del Estado, presidente del Gobierno, líder del partido único y generalísimo de los ejércitos fue la clave del sistema político surgido tras el fin de la Guerra Civil. El prestigio, la autoridad y la popularidad del general Franco entre los vencedores se basaban esencialmente en un éxito para dirigir y ganar la guerra contra el bando republicano. No obstante, el dictador (que adoptó el título honorífico de “caudillo”) y fue exaltado como un hombre excepcional y carismático que había sido “enviado por Dios para salvar a España”) también demostró poseer una enorme habilidad y capacidad de adaptación para mantenerse en el poder a lo largo de los años. Tras el cese en 1942 de Ramón Serrano Súñer, el almirante Luis Carrero Blanco pasó a convertirse en el colaborador más importante e influyente de Franco, a quien auxilió en el ejercicio del poder durante más de treinta años. Además de la concentración total de poderes políticos y militares en manos del dictador, los rasgos principales que caracterizaron al nuevo régimen franquista fueron el mantenimiento de un fuerte autoritarismo, la anulación de libertades, el rechazo de los principios democráticos, la negación del sufragio universal y la supresión del pluripartidismo. Por otra parte, el Gobierno Magdalena García López. Departamento de Geografía e Historia
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franquista siempre controló estrechamente la designación de mandos militares, jueces, alcaldes, obispos, rectores universitarios y directores de periódicos. El proceso de institucionalización del régimen discurrió con gran lentitud y su legislación fundamental fue elaborada entre 1940 y 1967. Las instituciones, las normas y los principios básicos del sistema político franquista quedaron definidos en un conjunto de textos legislativos que fueron promulgados en diversas fechas a lo largo de un cuarto de siglo. En primer lugar citaremos la Ley de Responsabilidades Políticas (febrero de 1939). Esta ley representaba un ejemplo de tiranía y ley contraria a las más elementales normas de Derecho: prohibía cualquier manifestación u organización en contra de la ideología franquista y penalizaba a quienes hubieran incumplido esta ley antes de existiera, se aplicaba con carácter retroactivo. Una vez terminada la guerra el régimen franquista pretendió dar una imagen de legalidad con la promulgación de una serie de Leyes Fundamentales: 1.1 La Ley de Unidad Sindical El gobierno franquista (que ya había prohibido las libertades sindicales, el derecho de huelga y las actividades de las organizaciones obreristas de izquierdas UGT y CNT durante las primeras semanas de la Guerra Civil) creó en 1940 el llamado sindicato vertical, que fue definido como una “hermandad cristiana disciplinada que agrupa a todos los productores españoles”. En este sindicato único quedaron encuadrados con carácter obligatorio todos los trabajadores asalariados junto con los gerentes, ingenieros, empresarios y propietarios de negocios. Aunque quedó integrado institucionalmente dentro del partido único (FET de las JONS) y su dirección fue confiada a los falangistas, el Gobierno mantuvo siempre un control pleno sobre la organización sindical vertical. Este sindicato único franquista jamás logró atraerse la confianza de los trabajadores e incluso los informes oficiales de carácter confidencial reconocían “la repugnancia que el pueblo sentía hacia los Sindicatos verticales por considerarlos un nido de enchufistas”. 1.2 Ley de Cortes (1942) Este tradicional órgano parlamentario quedó restablecido, pero fue despojado de sus atribuciones legislativas, ya que Franco no renunció a su potestad exclusiva de dictar normas con rango de ley. Por lo tanto, las únicas e intrascendentes tareas de las Corte franquistas consistieron en colaborar en la preparación de las leyes, debatir los proyectos legislativos presentados por el Gobierno, proceder a su aprobación y aplaudir dócilmente los discurso del dictador. La composición de estas Cortes se ajustaba al modelo corporativo, puesto que sus miembros (que recibieron el nombre de “procuradores”) eran designados gubernamentalmente o elegidos en representación de los sindicatos verticales y de la Cámaras de Comercio. 1.3 Fuero de los Españoles (1945) La necesidad de adaptarse a la nueva situación internacional originada tras la derrota germano-italiana en la II Guerra Mundial, obligó al Gobierno de Franco a abandonar la retórica falangista más fascistoide e introducir algunas novedades institucionales (como la promulgación de este Fuero de los Españoles o la Ley de Referéndum Nacional) con el propósito de marcar distancias con respecto a los perdedores. De este modo se intentaba ofrecer una apariencia supuestamente democratizadora ante los gobiernos de los países vencedores (EEUU, Gran Bretaña y Francia).
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Aunque el Fuero fue presentado como una enumeración de derechos, su contenido solo incluía una declaración doctrinal del régimen y su aprobación no introdujo ninguna transformación significativa en la realidad política española. 1.4 Ley de Referéndum Nacional (1945) Con su promulgación se estableció un procedimiento de voto directo para la ratificación popular de aquellos textos legislativos que fuesen considerados de extraordinaria trascendencia. 1.5 Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947) Esta ley afirmaba el carácter vitalicio de la jefatura de Franco, definía a España como reino y regulaba el mecanismo de sucesión con la intención de garantizar la continuidad del régimen tras la muerte del dictador. Sin embargo, el restablecimiento de la institución monárquica no significó que se procediera a una restauración de la línea dinástica borbónica. Por el contrario, se prescindía de las normas hereditarias históricas de sucesión a la corona y se reservaba a Franco el derecho a designar a la persona que le sucediera a título de rey. 1.6 Ley de Principios Fundamentales del Movimiento Nacional (1958) Su contenido no presentaba ninguna novedad, ya que sólo reproducía una nueva reafirmación de los viejos valores doctrinales del régimen: antiliberalismo, antimarxismo y nacionalcatolicismo. La denominación de “Movimiento Nacional” pasó a reemplazar en el lenguaje oficial del régimen franquista al término FET de las JONS que, en los años cincuenta y tras la firma de los acuerdos bilaterales con EEUU, ya poseía incómodas resonancias fascistas y totalitarias. 1.7 Ley Orgánica del Estado (1967) La construcción del entramado institucional del régimen fue completada finalmente con la aprobación de la Ley Orgánica del Estado en 1967. Después de un periodo largo sin leyes fundamentales, a mediados de los años sesenta, el régimen tratará de responder al desarrollo material del país con un simulacro de actualización de su entramado legislativo. Una nueva ley buscará esa limpieza de imagen ante una Europa próspera que envía sus turistas a un país necesitado de modernizar sus estructuras políticas. Esta ley introdujo algunas novedades funcionales, como la separación de los cargos de jefe del Estado y presidente del gobierno, aunque este no se cubrirá hasta 1972, cuando se nombra a Carrero Blanco. Con respecto a la legislación de contenido social, hay que destacar la implantación a partir de 1943 de un sistema de seguros de enfermedad y de pensiones de vejez, así como a puesta en marcha de un conjunto de prestaciones y subvenciones económicas para los más necesitados en caso de invalidez, accidente laboral o maternidad.
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2. LAS SEÑAS IDEOLÓGICAS DEL RÉGIMEN FRANQUISTA Los valores ideológicos esenciales que identificaron al régimen franquista fueron el anticomunismo, el nacionalcatolicismo, el antiliberalismo, el autoritarismo derechista, el corporativismo y la defensa del orden y de la propiedad privada. Los dirigentes, los intelectuales y los propagandistas del régimen acusaron a los bolcheviques de ser los responsables de todos los desastres y males que habían azotado a España durante los años treinta. La fobia anticomunista llegó a ser tan exageradamente disparatada que el psiquiatra y coronel del Ejército Antonio Vallejo-Nájera se atrevió a asegurar en sus libros que “el marxismo era una enfermedad”, ya que existía una “íntima relación entre marxismo e inferioridad mental” y estaba comprobado que “los psicópatas antisociales militaban en el comunismo”. En 1940, el Gobierno creó el llamado Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo con el propósito de perseguir, depurar, encarcelar y sancionar a todos los individuos que hubieran tenido alguna vinculación en el pasado con grupos políticos y organizaciones sindicales izquierdistas. Miles de personas fueron detenidas y encarceladas por este motivo durante los años siguientes. El liberalismo también fue descalificado con aspereza por tratarse de una ideología y un sistema político cuyos principios se asentaban en “errores” tan censurables como el egoísmo, el individualismo, el librepensamiento, el materialismo y la insolidaridad. Por todo ello, el liberalismo llegó a ser considerado como un “virus extranjerizante y antiespañol” que debía eliminarse lo antes posible. Otro de los componentes doctrinales básicos que caracterizaron siempre al franquismo fue el nacionalcatolicismo, que afirmaba la necesidad del mantenimiento de una fuerte vinculación entre patria y religión y defendía la convicción de que el catolicismo representaba la esencia de la nación española. 3. LOS APOYOS SOCIALES DEL FRANQUISMO El Gobierno de Franco contó con muchos adeptos en todos los grupos sociales (incluyendo a las clases trabajadoras) y la mayoría de la población española se identificó con el franquismo o lo aceptó de manera pasiva. Algunos de los factores que explicaban este amplio respaldo social al dictador y que permitieron al general Franco retener el poder durante casi cuarenta años fueron: -
El recuerdo de los desastres de la Guerra Civil (muertes, destrucción, exilio) y el deseo generalizado de preservar la paz y evitar nuevos conflictos violentos. La resignación y el temor a la represión (cerca de 50 000 personas fueron ejecutadas por orden de las autoridades franquistas entre 1939 y 1945) La efectividad de la propaganda oficial y la influencia de los medios de comunicación controlados por el régimen que difundieron una imagen del dictador como un prudente, abnegado y clarividente estadista capaz de asegurar la paz y el orden.
En cualquier caso, los militares, el clero, los católicos, los falangistas, los carlistas, los terratenientes y los empresarios fueron los grupos que más destacaron por mantener un respaldo activo y entusiasta al poder dictatorial de Franco. Así pues, los sectores que colaboraron más estrechamente con el régimen fueron los mismos que habían secundado la sublevación militar antirrepublicana de 1936 y los mismos que habían apoyado al bando franquista durante la Guerra
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Civil. Aunque, los verdaderos pilares de su sustentación del régimen franquista siempre fueron el Ejército y la Iglesia. 3.1 Los militares La inmensa mayoría de los oficiales y mandos del Ejército habían combatido contra el bando republicano durante la Guerra Civil. Además, obedecieron con fidelidad y disciplina al dictador porque compartían los principios ideológicos del régimen y porque identificaban el servicio a Franco con la defensa de los intereses de la patria. 3.2 Los católicos Además del respaldo diplomático del Vaticano, el régimen recibió el valiosísimo apoyo de los eclesiásticos y los católicos españoles, del Opus Dei y de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP). La Iglesia prestó una decidida colaboración propagandística e ideológica al Gobierno franquista, que, por su parte, cedió al clero católico el control casi exclusivo de la educación, de la censura y de gran parte de los medios de comunicación. 3.3 Los falangistas Hacia 1940, la estructura interna de FET de las JONS ya había quedado definida y completada con la puesta en marcha de la Sección Femenina, el Frente de Juventudes, el Sindicato Español Universitario (SEU) y el Auxilio Social. El objetivo de estas cuatro organizaciones (que fueron creadas a imitación de otras similares existentes en la Italia fascista y la Alemania hitleriana) consistía en garantizar el encuadramiento de las mujeres, los jóvenes y los estudiantes universitarios dentro del partido franquista. 3.4 Los carlistas Mantuvieron siempre una estrecha colaboración con el régimen y fueron designados por Franco para desempeñar distintas carteras ministeriales. Asimismo, los carlistas lograron acaparar los cargos municipales en los ayuntamientos de la mayoría de las localidades vascas, navarras y riojanas durante los años cuarenta y cincuenta. 3.5 El apoyo empresarial Los sectores empresariales también cooperaron con el Gobierno franquista, resultando favorecidos por su legislación y obtuvieron muchas ventajas del régimen. Hacia 1965, una tercera parte de los escaños de procuradores en Cortes estaban ocupados por empresarios. 3.6 Los monárquicos Casi todos los monárquicos derechistas y antiliberales apoyaron asimismo al régimen.
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4. ETAPAS DE LA DICTADURA FRANQUISTA Podemos distinguir cuatro fases en la dictadura según las diferentes condiciones de vida y el mayor o menor grado de represión: La posguerra Entre 1939 y 1949 el régimen se caracterizó por el aislamiento internacional, la caída de la producción económica, las penosas condiciones de vida para la población y la implacable represión política e ideológica. Hasta 1942 el Estado franquista apoyó a las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial, pero no se implicó directamente en la guerra, a excepción del envío de la División Azul (18 000 voluntarios que lucharon a favor de Alemania en el frente soviético). En 1943, el avance de los aliados indujo a Franco a declararse neutral. Las industrias, las infraestructuras y los campos quedaron asolados tras la Guerra Civil. Para la reconstrucción se puso como objetivo la autarquía, siguiendo el ejemplo del fascismo italiano. Se diseñó una economía caracterizada por el intervencionismo del Estado y cuyo objetivo era producir en España todos los productos básicos. Fueron años de hambre: la escasez de productos de primera necesidad llevó al gobierno a practicar el racionamiento. Esta medida creó un mercado de alimentos y medicinas vendidos a precios muy elevados al que se conoció con el nombre de estraperlo. Los años cuarenta presentan tres rasgos: el autoritarismo; el predominio de Falange en los órganos de gobierno y una orientación fascista. El régimen ejerció una durísima política represiva. La fuerte represión provocó una escasa actividad de la oposición, que se limitaba a la acción de las guerrillas rurales comunistas y anarquistas (los maquis). El maquis fue eliminado en pocos años. El comienzo de la apertura Los primeros años cincuenta supusieron la consolidación del franquismo. En política exterior, finalizó el aislamiento internacional del régimen. En 1953, en uno de los momentos más tensos de la guerra fría (estaba finalizando la guerra de Corea), España firmó tratados con Estados Unidos: se permitía la construcción de bases militares estadounidenses en suelo español a cambio de ayuda económica. Ese mismo año se firmó un concordato con la Santa Sede. En 1955 se permitió el ingreso de España en la ONU y los países europeos comenzaron a mantener relaciones diplomáticas y económicas. En 1956 se reconoció la independencia de Marruecos. En política interior la década de 1950 supuso el declive del poder político de los falangistas y el comienzo de la actividad de los grupos católicos. La Ley de Principios Fundamentales del Movimiento (1958) eliminó los aspectos más fascistas del régimen. A pesar de esto, se mantuvo una férrea dictadura basada en el rechazo de la democracia y de la libertad de expresión. La situación económica mejoró ligeramente con el relajamiento de la política autárquica y la llegada de los créditos occidentales tras el fin del aislamiento. Sin embargo, persistieron los problemas económicos. Esta situación provocó las primeras huelgas en la minería asturiana y otras protestas en grandes ciudades como Barcelona o la Universidad de Madrid. La protesta social tomó el relevo de la protesta política que había encabezado la guerrilla rural (maquis) en los años anteriores.
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La década del “desarrollismo” Entre 1960 y 1972 se produjo un fuerte desarrollo económico y la modernización de las estructuras económicas y sociales, lo que significó un considerable aumento en los niveles de vida de la población. El Plan de Estabilización (1959) acabó con la política autárquica. La industria, el comercio y los servicios se liberalizaron en gran medida, se permitió la inversión extranjera y se eliminó parte de las trabas al comercio exterior. A pesar de esto, entre 1959 y 1973 unos dos millones de españoles emigraron en busca de un trabajo, especialmente a Francia, Alemania, Suiza y Países Bajos. A partir de 1963, el Estado aplicó Panes de Desarrollo en tres años para impulsar la industria en las zonas pobres e incentivar las exportaciones. Estos planes no resultaron muy eficaces. La población pasó de ser rural a urbana. La mecanización del campo supuso la pérdida de trabajo para muchos agricultores. Los campesinos emigraron y las ciudades crecieron con mucha rapidez. Se desarrollaron las clases medias y se introdujeron los modos de la sociedad de consumo propios de los países industrializados: televisión, coches, electrodomésticos. La sociedad adoptó formas de pensar más libres, y se distanció de la moral conservadora que difundía el régimen. Por ello fue creciendo la conflictividad social. En el aspecto político se produjo un cierto aperturismo desde 1962, propiciado por la elección de ministros con ideas más moderadas. En 1969 Franco eligió a Juan Carlos de Borbón como su sucesor, a título de Rey. Los objetivos de la política exterior española de estos años fueron principalmente tres: el acercamiento a la Europa comunitaria, el mantenimiento de una estrecha relación con Estados Unidos y la recuperación de Gibraltar. Los años finales del franquismo Entre 1973 y 1975 se produjo la crisis del franquismo y el colapso de las estructuras del régimen por la división interna, la presión de la oposición y la movilización popular. Los propios partidarios del franquismo se dividieron entre aperturistas, partidarios de una progresiva democratización política y ultras, defensores de una férrea dictadura. La elección del almirante Carrero Blanco como presidente del gobierno en 1972, y cuando éste fue asesinado (20 de diciembre de 1973), el nombramiento para el cargo de Carlos Arias Navarro, mostró que los sectores inmovilistas eran los más fuertes. Aumentó la conflictividad social: protestas universitarias y huelgas. En estos años nació Comisiones Obreras. La oposición política logró reorganizarse. En Julio de 1974 se constituyó en París la Junta Democrática la que estaban integrados el Partido Comunista, Comisiones Obreras, algunos liberales seguidores de don Juan de Borbón y sectores vinculados al socialismo y al carlismo progresista. Exactamente un año después se creó la Plataforma de Convergencia Democrática de la que formaron parte el Partido Socialista Obrero Español, los grupos cristianodemócratas entre otros. La mayor diferencia entre ambas agrupaciones era que la Plataforma aceptaba la monarquía como solución política fundamental, mientras que la Junta proponía que la forma de Estado futura (monarquía o república) fuera decidida mediante consulta popular.
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En los últimos años de la dictadura se produjo también un recrudecimiento de la violencia política. Por una parte ETA incrementó sus atentados, y apareció un terrorismo de ultraizquierda que tuvo sus principales referentes en el FRAP y el GRAPO1. El franquismo respondió con una intensificación de la represión: en 1974 fue ejecutado Puig Antich, un joven militante anarquista; al año siguiente, un nuevo decreto-ley antiterrorista significó la instauración de un Estado de excepción permanente y en septiembre fueron condenados y ejecutados cinco activistas de ETA del FRAP, a pesar de las numerosas peticiones de indulto. Además, en estos años, llegó a España la crisis económica internacional provocada por el gran aumento de los precios del petróleo a finales de 1973. Las consecuencias de la crisis fueron mayores en España que en otros países industrializados. Sus efectos fueron, sobre todo, un fuerte descenso de la tasa de crecimiento económico, una gran subida de la inflación y una menor competitividad comercial exterior.
1 ETA ( Euskadi Ta Askatasuna ); FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico); GRAPO (Grupo de
Resistencia Antifascista Primero de Octubre)
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