LH ESeUEbH MODERNH. REVISTA PEDAGÓGICA Y ADMINISTRATIVA DE ÁlUU LTJISIUIXJO (HISTORIETA MORAL) III Solo!

LH ESeUEbH MODERNH REVISTA PEDAGÓGICA Y ADMINISTRATIVA DE Á l U U ENSEÑANZA Año XIII. I| M A Y O DE 1913. 11 N.° 261 de la col.» LTJISIUIXJO (HIS

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LH ESeUEbH MODERNH REVISTA PEDAGÓGICA Y ADMINISTRATIVA DE Á l U U ENSEÑANZA

Año XIII.

I|

M A Y O DE 1913.

11 N.° 261 de la col.»

LTJISIUIXJO (HISTORIETA MORAL)

III ¡Solo!

Luisillo no ha sabido más do su padre. Los vecinos, enterados d(,' la muerte de su madre, han hecho las diligencias oportunas y se ha procedido al entierro: un entierro humilde, pobre. Sólo Luisillo y dos o tres vecinas compasivas han acompañado al cadáver a la última morada. Las únicas lágrimas que han regado la tieri-a removida donde reposa la difunta, son las de un hijo que recuerda un amor perdido, de un niño que se encuentra solo en el mundo, pues el padre que le queda no vuelve. Si hubiese leído los periódicos sabría que fué detenido y conducido al sanatorio un loco que alborotaba en la vía pública, con risas estridentes y gritos desentonados. Pero el niño no había leído los diarios. * ** (I)

Vóase el cuaderno i

,nes de marzo.

TOMO X X X V . — N é M , í . 'l

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LA ESCUELA MODEBNA

Poco a poco, el alma que tan fuertes impresiones ha i'ecibido se serena, el corazón atribulado se sosiega, y el cerebro puede pensar en la triste situación. La necesidad imperiosa de alimento atormenta con sus rigores a Luisillo. Hace muchas horas que no ha comido y no hay siquiera en casa un pedazo de pan con que satisfacer 'el apetito. Y el niño, ante la realidad, discurre lo que le permite discurrir su inteligencia de niño. «No tengo nadie a quien i)edir el pan que me falta, y el hombre necesita comer para vivir», se dice. Entonces recuerda unas palabras del maestro, de aquel viejo que tanto le quería: «EL hombre ha de ganar el pan con el sudor de su rostro; es preciso trabajar para poder comer.» Y Luisillo exclama con resolución: Trabajaré. IV En busca de trabajo. Por las calles de la gran ciudad reina inusitado movimiento. Multitud de seres con su andar apresurado cruzan de un lugar a otro dirigiéndose a sus quehaceres, quien al taller, quién a la fábrica, quién a las oficinas. Un niño camina pensativo, sin rumbo fijo, entre los viandantes. Es Luisillo que está resolviendo un problema: el gran problema de la vocación. Va en busca de trabajo; este es su deber. Y se pregunta: «¿A qué trabajo me decido?» Esta es su duda. Entonces examina los múltiples oficios y recuerda aquel que más le gustaba cuando leían en la escuela el libro que los explicaba todos. Y Luisillo se decide ya. Quiere ser albañil, quiere contribuir con su labor a la construcción de esos magníficos edificios que adornan y embellecen las grandes vías de las ciudades.

LUISILLO

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/L'on tal propósito se dirige a pasos agigantados hacia una casa en construcción, lleno de risueñas esperanzas. * *

— ¡Eh, niño!, ¿qué buscas por aquí?—dice un albañil que desde lo alto de un andamio observa al niño que ha penetrado en el recinto cerrado de la obra. — jNo está el amo? — ¡Ah, buscas al amo! Mira, ¿ves aquel señor que viste traje de pana, el que habla junto a las rimas de ladrillos?; aquél es el amo. — Muchas gracias. — No hay de qué. — g,Es usted el amo de las obras? — El mismo. — Pues yo... venia... a solicitar trabajo. — ¿Trabajo? ¿Pero crees tú acaso que puedes desempeñar algún servicio en estas obras? — Sólo deseo trabajar para poder comer. — Pero, vamos a ver, ¿cuántos años tienes? — Nueve. — En primer lugar, no puedo aceptar niños de tu edad, y desi)Ués, eres demasiado débil para empezar el oficio. Dentro de un par de años o tres..., acaso... — ¡Tenga usted compasión de mí...; estoy solo en el mundo! ¡No tengo qué comer! El albañil mete mano al bolsillo y, sacando una moneda, dice: —Toma. Luisillo rechaza con dignidad aquel dinero, y responde con altivez alejándose de aquel sitio: —Yo no pido a usted limosna; vengo en busca de trabajo.

Ha pasado el día, y la noche envuelve ya en su manto obscuro a la ciudad.

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LA. ESCUELA MODERNA.

Luisillo ha vuelto a su casa, a la habitación desmantelada y fría. Su rostro apesadumbrado es una evidente prueba de lo desgraciadas que han sido sus gestiones en busca de trabajo. En todas partes lo mismo; todos los amos respondieron en términos parecidos a su demanda: «Eres demasiado niño.» ¡Como si un niño no pudiera trabajar! ¡ Ah!, eso no lo decía el maestro; él se olvidaba decir (]ue muchas veces no dejan trabajar al que quiei-e. Después de acudir a los albañiles, fué nuestro Luisillo a las tiendas de carpintei'ía, luego a las de cerrajería. Siempre obtuvo una negativa más que le dejó con una es])eranza menos. Y ahora lo vemos desconsolado, sentadilo en el camastrón donde murió su madre, reflexionando en su desgracia. Disti-aído, coge el libro que en exámenes cúpole por pi-emio, y, al abrirlo, sus ojos se lijan en estas palabras: El hombre fuerte no desespera jamás. Siempre peí'severa en la honrosa luclta. Ya llega el día en que el éxito corona sus esfuerzos. Ivcnace la esperan/.a en el pecho de Luisillo, y rendido de hambre y fatiga se entrega en brazos de un sueño reparador. Otro (lia nuevo luce para la ciudad. Luisillo vuelve a emprender su tarea. El buscará por doquier cualquier clase de trabajo. ¡Qué importa por entonces el olicio que sea! Su anhelo es vivir, trabajar para conseguirlo y crecer, que cuando tenga más edad tiempo habrá ¡)ara dedicarse a la deseada ocupai-ión : la de albañil. Recorre ulra vez las calles y entra en todos los talleres. El éxito de la víspera corona sus esfuerzos. El hambre que siente es atroz. No puede apenas dar un paso. Pero la voluntad se impone aún y sigue buscando...

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El Sol ha escondido tras los montes de poniente su rostro luminoso, cediendo el espacio a las sombras que se enseñorean de la ciudad. Amengua la obscuridad de las calles la macilenta luz de los faroles Los obreros salen del trabajo y van a sus casas presurosos en busca de alimentos y reposo. Las calles van Cjuedando desiertas. Llega la noche. No se ve apenas un alma; digo mal, echado al arrimo de un muro en una calle solitaria, duerme un niño. Es Luisillo, que agotado después de recorrer la ciudad en todas direcciones, sintiendo los aguijones del hambre, no ha tenido fuerza para llegar a su casa; Luisillo que ha caído desfallecido al suelo y se ha dormido; Luisillo que da voces incoherentes, que delira, atormentado de una horrible pesadilla. — ¡Eh, niño! — dice un hombrón moviendo (íoii el pie al durmiente. Luisillo despierta y mira sorprendido a su interlocutor. Se hace cargo de su situación y se avergüenza de haber dormido en la calle como un píllete. — ¿Qué hacías aquí? — Dormii"... — ¿No tienes casa? — Sí, señor. — Y, pues, ¿cómo no vas a ella? — Perdí las fuerzas y me caí; no puedo llegar. — ¿Tienes padres? — Murió mi madre y no sé nada de mi padre. — ¿Qué haces, pues'^ ¿Cómo vives? — Busco trabajo... — Si quieres \ enir coiniiigo te lo proporcionaré y tendrás casa y comida. — ¡Oh, sí! ¡Gracias, buen señor! — Sigúeme, pues; vamos...

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Luisillo trata de ponerse en pie y no puede; tanta es la debilidad. — No puedo andar; hace mucho tiempo que no como. — Bien; veremos si puedo llevarte. Aquel hombi-e coge en brazos a Luisillo y a grandes pasos dirígese a las afueras de la ciudad. Si Luisillo hubiese sorprendido una sonrisa irónica que se dibujó en los labios del que consideraba su salvador, hubiera tenido miedo. Pero un hecho único tenia en suspenso sus energías, colmándole de gozo: el haber hallado el trabajo tan deseado.

Al cabo de unos minutos el hombi'e se ha detenido. — Anda, mira si puedes tenerte, niño — dice a Luisillo. Éste procura guardar el equilibrio. Mientras tanto aquél engancha una caballería a un carro. — Sube... ¿Cómo te llamas? — Luisillo, para servirle. — Bien. Una vez en el carro los dos, se alejan de la ciudad, que poco a poco desaparece en la obscuridad de la noche. Pasa el tiempo. Amanece. Por unos minutos se detienen en un pueblo. Luego prosiguen la marcha. Al mediodía descansan en un villorrio para comer. Siguen el camino, dejando atrás pueblos y más pueblos. Por fin, muy entrada la tardo, divisan una gran ciudad. Es el término de su viaje. Antes de entrar en ella se detienen. Han llegado ya.

y En poder de Plutón. A extramuros de la gran ciudad existe una casa aislada de mísera apariencia. Dentro de la casa un hombre de feroz aspecto se entre-

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tiene enseñando a un niño y a una niña ejercicios acrobáticos: equilibrios, contorsiones, saltos y piruetas. Al niño ya le conocen nuestros amiguitos. La niña es una hermosa criatura, de negros cabellos, de mirada inteligente y noble, cuya bondad se hace acreedora al impulso de simpatía que nace en el corazón de quien la contempla. Fué recogida cual Luisillo por el titiritero, que se dedica a enseñarles para explotar luego su habilidad. Al verse ambos niños por vez primera, nació en sus almas mutua simpatía. Quizás la igualdad de situación aproximaba sus almas tiernas nacidas para amar; acaso la falta de un afecto perdido los movía a estimarse uno a otro para llenar el vacío de sus corazones; tal vez su esclavitud a un hombre déspota, que los martirizaba a cambio de un escaso alimento, los invitaba a unirse a fin de sobrellevar mejor su •desgracia. Lo cierto es que Luisillo y María eran amigos; que el niño y la niña se querían como buenos hermanos •desde el primer día que se conocieron.

Hace ocho días que Luisillo vive con su amo; ocho días que hora tras hora se esfuerza en aprender los ejercicios acrobáticos que le enseñan; ocho días que recibe por cada equivocación o torpeza un golpe; ocho días que en silencio sufre las vejaciones que le ha deparado su fortuna. Llega la mañana del día noveno. El Sr. Plutón, que así se llama el titiritero, blandiendo el látigo se entretiene h a ciendo saltar a María. Cada vez que salta mal, un latigazo cruza sus espaldas. Llega un tiempo en que, abatida por el dolor, María no puede saltar más. El hombre grita, se enfada y, viendo inútiles sus amenazas, condena a la infeliz criatura a quedarse sin comer. Empieza luego la lección de Luisillo. Él es fuerte, y logra desempeñar bien los ejercicios que le manda el tirano. * * *

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Es la hora de la comida. Plutón saca de un armario un pan, chorizo y un trozo de queso, y da su parte a Luisillo. María solloza en la sala de ensayos. — ¡Puedes llorar, que no me conmueven tus lágrimas, perezosa! ¡Quizás el apetito te obligue a desem[)enar bien tu cometido! No vino al mundo Plutón pai'a mantener gandules. ¡Sería gracioso! Tales son las frases que arroja como dardos afilados al alma de una niña inocente; la perversidad encarnada en un hombre sin entrañas. A Luisillo le llega al alma el llanto de su amiga. Contempla un rato su ración; se acuerda de aquel consejo que recibió en la escuela: Ayudaos los unos a los otros, y oye una voz interna que le dice: Una de las obras de misericordia es dar de comer al que tiene hambre. El pan y el chorizo pasan maquinalmente de sus manos al bolsillo. Plutón encierra el resto de su comida en el armario; so levanta, pasa por el cuarto de ensayo, da un par de puntapiés a la niña, que prorrumpe en ayes de doloi', y luego se dirige a la calle, cerrando tras sí la puerta de entrada, murmurando : — A almacenar en vuestro cuerpo fuerzas para cuando vuelva; antes de cenar habrá ensayo otra vez. •lUAN GOMIS L L A M B Í A S . (Continuará.]

-tf*-

DESDE INGLATERRA

LA UNIÓN NACIONAL DE MAESTROS Xia Conferencia anual en Weston-Saper-Mare.

POR QUH VINK A LA CONFERENCIA

Hallábame yo en Oxford trabajando de lleno en mi tema de estudio, cuando me enteré de que iba a celebrarse una gran reunión, llamada por los maestros ingleses «Anual Conference», durante las fiestas de Semana Santa y Pascua en WestonSuper-Mare. Desde el primer momento comprendí que mi presencia en la Conferencia podía ser de suma utilidad para adquirir información plena acerca de lo que es objeto de mi actual estudio, así como de otras muchas cosas más o menos con él relacionadas, y cuya información, transmitida a LA ESCIKLA MODERNA, podía ser de interés para los lectores. Esto suponía molestias y trabajo extraordinario; pero, a la verdad, de esto me he dado cuenta sólo ahora que escribo para motivar mi presencia en la Conferencia. Como no podía dejar durante los días de Semana Santa Oxford por trabajos iniciados y no concluidos, no vine aquí hasta hoy lunes de Pascua, en que se inaugura la Exposición y la Conferencia; pero debo decir que durante los últimos días de Semana Santa se trabajó ya activamente en organización, instalación y demás trabajos preliminares necesarios y difíciles en una reunión de unos 4.000 maestros. Llevaba yo una carta de presentación del secretario del Bxi-

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reau de viajes de «The Schoolmaster», cuyo cambio lie suplicado y logrado con LA ESCUKLA MODERNA, contando con que su ilustrado director, Sr. Mingo, accedería al mismo; mas la carta no fué necesaria siquiera, pues enterados tanto el secretario de la Conferencia como otros maestros de que un profesor español asistía a presenciar sus trabajos, cuando todo fueron facilidades para mí. Uno me buscó inmediatamente confortable residencia en la misma casa donde residen miembros del Comité ejecutivo y algunos otros maestros delegados de partidos; otro me proporcionó tarjetas para visitar las diferentes salas de la Exposición; otro, invitación para las reuniones y sitio en los estrados de la Presidencia; otro, compañía para enseñarme la población, y así por el estilo han ido saliendo voluntarios que no sólo me han allanado todas las difícultades, sino facilitádome todos los datos que yo pueda necesitar para que mi información sea lo más completa posible. ¿Cómo corresponder a tanta galantería? Lo he dicho ante una porción de maestros y maestras: «Sólo puedo corresponder a las inmerecidas atenciones de que soy objeto por parte de ustedes, agradeciéndolas desde el fondo de mi corazón, guardando eterna memoria de ellas y dando cuenta de su entusiasta compañerismo a mis compañeros los maestros españoles, para que lo tengan en cuenta al recibir compañeros ingleses.» Algunos creen que en Inglaterra existe cierta prevención contra España. Nada más injusto y más lejos de la realidad. Lo único que existe es cierto desconocimiento de lo que la España de hoy es, del propio modo que en España se desconoce lo que es Inglaterra; todo por la falta de la debida y la recíproca compenetración entre ambos países. En prueba de esto puedo decir que al respecto nuestro, esto es, de la educación, todos me expresan su admiración (y contento, desde luego) de que un maestro español asista a sus reuniones, pues dicen: «Esta es la primera vez que vemos entre nosotros, trabajando con nosotros, a un compañero español...... Mis fervientes deseos son de que si realmente es esta la primera vez no sea la última, y se establezcan entre las Asociaciones de maestros de ambos países las cordiales relaciones que deben reinar entre obreros de una misma causa. Este sencillo hecho, más tal vez que muchos discursos, prueba la eficacia del trabajo que va llevando a cabo la Junta para

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ampliación de estudios e investigaciones científicas. Verdaderamente estábamos aislados, muchos inconscientemente, del resto de Europa, gracias al retroceso logrado por quienes han laborado, y laboran, para detener nuestro progreso. ¡Cuan tremenda responsabilidad han contraído, y cuan tremenda justicia ha de ejecutarse en su día! Pero dejando aparte amargos recuerdos que continuamente vienen a la pluma debido a nuestra constante lucha por el bien social, y para lograr esta fraternidad de que vengo hablando, quedo desde ahora a disposición de mis compatriotas, tanto de 4a Junta directiva como de la Comisión permanente de la Asociación Nacional del Magisterio Primario, para practicar cerca del Comité de esta «Nacional Unión of Teachers» las gestiones necesarias para ello. Asimismo también quedo a la disposición de cuantos profesores, así de Escuela Normal o Instituto, inspectores y maestros, deseen establecer relaciones e intercambio de correspondencia, trabajos, programas, catálogos, etc., etc., de escuelas o librerías. Quienes crean que puedo hacer algo en beneficio de nuestra común causa o deseen alguna información acerca ^e estudios, viajes, casas de hospedaje, coste de pensiones, etc., etc., en este país, sólo necesitan manifestar sus deseos a la citada Junta para ampliación, la cual no dudo de que me transmitirá gustosísima tales deseos, que complaceré también como sepa y pueda; y no digo que me escriban directamente porque cambio con alguna frecuencia de domicilio y de población por convenir asi a mis estudios, y la Junta sabe en todo tiempo en dónde estoy. II TAREAS DE LA CONFERENCIA

Suponiendo que muchos de los que me leen desconocen qué clase de población es Weston-Super-Mare, donde se celebra la Conferencia, diré que está situada en la parte Sudoeste de Inglaterra, junto al canal de Brístol, cuyos flujo y reflujo llevan las aguas del mar a una distancia de más de un kilómetro en algunos puntos, y de unos dos metros de altura en la costa acantilada; fenómenos que yo,,francamente, como oriundo de Barcelona, jamás había visto, y que me causa hoy, sin pensar en

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ello, estupefacción grande, pues al ir a la Conferencia el mar estaba tan tranquilo en su sitio prestando una incomparable belleza al panorama y a la playa, y al salir digo a mi estimado amigo y compañero Mr. Leonard Perkins (quien tiene grandes deseos de aprender la lengua española): «¿Qué ha ocurrido"? ¿En dónde está el mar?» Y él, sin perder su calma, con su pipa en la boca y su bondadosa sonrisa en Jos labios, dijo: «// is ffone » «?,Qué?», digo yo, y él contesta : «¿Ha oído usted hablar del fenómeno del flujo y reflujo?» «¡Ah!, usted dispense.» No me acordaba yo aquí de esto sin haberlo visto, y después de oir la mar de pensamientos sobre educación, también en constante flujo y reflujo. La ciudad está en la falda de una colina, en donde se halla reclinada; tiene un aspecto hermosísimo, realzado por el eterno vaivén de las olas del mar que bañan sus lindos pies. En alguno de sus aspectos parece San Sebastián y su Concha, sólo que aquí no he hallado a persona alguna que hablara una palabra en español. Las sesiones se celebran en un teatro, Knightstone Pavillon, que hay en una pequeña península que tiene su acceso por un paseo, pier, que desemboca en la deliciosa Promenade. El tiempo no está mal, pero en Inglaterra no hay que ñar mucho del tiempo, pues las borrascas se suceden con frecuencia y con ímpetu (y vaya esta nota para quienes dicen que la serenidad e imperturbabilidad inglesas provienen del clima constante lluvioso o lo que fuese). La bienvenida. — El lunes de Pascua por la mañana, a las diez en punto Como estaba anunciado, y debo hacer constar que aquí en eso de las horas se hila delgado, empieza la primera sesión. El presidente de la Junta del distrito (podríamos decir provincial) abre la sesión dando la bienvenida a todos. Dice que están actualmente en una muy importante cuestión que comprende todo el plan de vida para la educación popular, que como todas las grandes, buenas y duraderas reformas en este país, tuvo un modesto principió, no obstante lo cual han ido adelante hasta hoy que son el objeto, la emulación y la admiración;de los Gobiernos constitucionales. Espera que con motivo de la conferencia del lord gran canciller del Estado, manan» han de quedar claramente establecidos dos puntos. Uno,

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«que todos los niños, hasta los de los más apartados y pequeños pueblos y desde los más modestos lugares o aldeas, tengan facilidad de seguir sus aspiraciones o estudios directamente y por su propia voluntad y esfuerzo, desde la más rudimentaria escuela primaria hasta la más elevada Universidad, de tal manera que si consigue buen éxito en esta última, pueda ser elegible para los más altos destinos de la nación». Debo hacer notar que aquí no se acostumbra a soltar pensamientos para producir efecto en las masas, sino, a lo más, para preparar a las masas y poner el pensamiento en ejecución. Y este importante pensamiento, enunciado en esta Conferencia, se refiere a los auxilios y recursos pecuniarios y de todas clases que deberán prestarse al niño. «Y esto se refiere, naturalmente, tanto o igual para las niñas que para los niños.» (La proposición es recibida con grandes aclamaciones y aplausos.) El capitán G. .1. Sandys dijo que hoy en esta nación se miran los grandes problemas referentes a la educación mucho más seriamente que nunca, porque ya hemos visto con claridad que todo el porvenir de nuestra patria y de nuestro imperio descansa sobre la educación de nuestros niños. Tiene gran fe en estas reuniones de los maestros, porque todos los que se hallan ocupados en esta profesión en diferentes partes del país y bajo condiciones completamente diferentes, tienen la oportunidad de comparar sus experiencias y de cambiar ideas. El Rev. Prebendarlo Thompson, rector de Weston-SuperMare, dio su cordial bienvenida en nombre del obispo (protestante por supuesto) y de la Iglesia nacional, teniendo comparaciones y frases que provocaron el entusiasmo del numerosísimo auditorio, al igual que el Rev. Dawson, que habló en representación de las Iglesias libres, diciendo entre otras cosas: «Nosotros hemos tenido siempre para vosotros un profundo respeto desde que estuvimos en la escuela.» Las cuatro quintas partes de los miembros que componen las Iglesias libres pertenecen a las clases obreras, y esto significa que las cuatro quintas partes de las mismas pertenecen también a los maestros que a ellas se dedican. Recordó también que el gran Livingstone, siendo un niño de una pequeña villa, pasó luego a la Universidad, en donde adquirió la preparación que le diera fama universal, perteneciendo a la Iglesia libre. (Religiones

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libres son todas las que son diferentes de la del Estado, entre ellas la católica-romana.) El concejal Sr. Mallett dijo que la profesión de maestro estaba a más bajo nivel que las demás, fundándose en el hecho de que las masas iban recibiendo en sus manos el poder de la civilización. Si el Reino Unido ha de continuar en sus grandeza y poderío como Imperio, necesita tener una democracia educada. El cerebro de la nación debe ser educado porlos medios de una garantida libertad nacional, desde las más bajas a las más elevadas clases, y nutridos los niños preferentemente por los fondos del Estado. Sólo por estos medios bien preparados podrán lograr éxito completo en la competencia entablada con los extranjeros. A. este respecto — añade — la ciudad de Weston, tan hermosa, no se halla bien atendida en lo tocante a enseñanza, pues carece de escuela de segunda ídem en un radio de 16 a 20 millas; y terminó rogando a las Asociaciones tomen por su cuenta atender a esta necesidad, L'n piropo a la hermosa Weston.-—M Sr. Bentliff hizo observar que la bienvenida era una equivocación, pues eran los llegados quienes debían saludar a la ciudad bonita, la reina de los pueblos de veraneo y de aguas: los alrededores son hermosos; los distritos que la rodean llenos de recuerdos históricos, que hacen de la ciudad un magnífico centro de interesantes excursiones. «Una vez más, pues, saludo a la ciudad que tan hospitalaria acogida da a la Conferencia, y más aún por la unión de espíritus y de ideas en un punto que une a todos los reunidos. La Religión, desde cierto punto de vista, divide a los hombres; la Política los separa; pero la Educación los une.» La ex presidenta, Srta. Cleghorn, apoyó con sugestivos razonamientos lo expresado por el anterior, provocando en más de una ocasión la risa del auditorio con sus chistes y buen humor. Y aquí quiero hacer notar la opinión equivocada que se tiene del pueblo inglés, a quien, debido a no muy profundas observaciones, se pinta en España como serio, inalterable, casi insensible a todo sentimiento, mientras que yo en todos sus actos, en todas sus costumbres (y soy testigo ocular de algunas en todas las clases sociales), observo que es muy amante de la Música, del Arte, de muy delicados sentimientos, y lo que es más, mucho más divertido su carácter que el español. ¿Quién en España y en la sesión de un Congreso de más de 4.000 entre

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maestros y visitantes osara a soltar el más ligero chiste? Pues aquí se sueltan a docenas, y toda la Conferencia ríe a carcajada ruidosa: es un pueblo libre que sabe y quiere vivir bien, que comprende la vida, no como una expiación, sino como un medio de gozar lo más posible de las bellezas y dichas que Dios ha concedido para todos los seres humanos. Por esto decía una eminente conferenciante que oí hace pocosdías en Oxford: «Hay que cultivar el buen humor en la infancia del propio modo que se cultivan sus facultades; hay que hacer feliz a la Humanidad desde los primeros años de la vida.» Sus conceptos eran seguidos de hermosos cuentos (no a lo Calleja) para cautivar la atención y el buen humor de los alumnos de las escuelas. También debo recordar aquí, no obstante, que no es este género de lecciones desconocido en España. En el Seminario de Historia, que dirige el Excmo. Sr. D. Rafael Altamira, en el Centro de Estudios Históricos de la Junta para ampliación de estudios, no hay clase sin el oportuno buen humor; muchos profesores cultivan también con éxito este indispensable género literario (quizá el más difícil), y yo de mí mismo puedo asegurar que pocas veces estoy completamente serio a pesar de mi ceñuda cara, que dispone poco (y contra mi voluntad) a los alumnos al franco buen humor.

in DISCURSO DEL NtlEVO PRESIDENTE

Después de las ceremonias correspondientes de presentación y gracias para el antiguo presidente, pasó a ocupar el sillón presidencial el presidente electo, Mr. Dakers, quien pronunció su discurso diciendo, entre otras cosas, lo siguiente: «La poliíica educacional (nosotros decimos pedagógica) — en Inglaterra se usa poco la palabra Pedagogía y sí la de Educación — de nuestra organización puede ser resumida en la «igualdad de oportunidad», o lo que es lo mismo, facilidad de adquirir una esmerada educación para todos los olvidados o indigentes de clase, fortuna o estado social, doctrina no reconocida aún por el Estado, en cuyas leyes se mantiene aún el prejuicio de la separación o división de las escuelas en dos clases: de ricos y de po-

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bres. El espíritu de la escuela pública ha sido elogiado casi desde tiempo inmemorial, como el fundamento de nuestra grandeza nacional. Si esto es así, el deber de nuestros estadistas es proporcionar a todos los niños de nuestro país la facilidad de educarse bajo la influencia de este espíritu para evitar el favoritismo de clases. [Debo decir aquí, para entender bien el sentido de estas palabras, que la organización de la enseñanza en este país difiere mucho de la nuestra, y así, lo que aquí se llaman escuelas públicas, son nuestros grandes colegios de primera y segunda enseñanza y aun universitaria; son, pues, colegios particulares o privados, pero aquí se llaman públicas estas escuelas porque pueden concurrir a ellas todas las clases de la sociedad que puedan, pues los gastos son tan enormes que sólo pueden soportarlos las más linajudas y millonarias familias del país. Estas son las escuelas públicas (¡!) en Inglaterra. Las del Estado gratuitas se llaman escuelas pítMicas elementales.] »La naturaleza es esencialmente la misma en el pobre que en el hombre de Estado, y lo que es bueno para los alumnos de . Fton, Ilarrow y JiugKby, debe ser igualmente bueno para los alumnos de las escuelas primarias, cualquiera que sea su posición social. Herbert Spencer ha sentado el principio de que < todo individuo está, destinado a la .vida, a la libertad y a la consecución de la felicidad». Nosotros no podemos aceptar este axioma y negar la facilidad e igualdad en educación. La vida y la libertad son de escaso valor para el inculto entendimiento, y la felicidad no puede alcanzarse jamás si las facultades no están educadas para distinguir entre la verdad y el error. La /Aun existe otra razón para justificar la igualdad de opor-

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tunidad en educación. La prosperidad de la nación requiere aún más imperativamente el reconocimiento de este principio que los derechos individuales. Los niños, que concurren a las escuelas hoy serán los ciudadanos y directores del Imperio mañana. Esta es una razón cuya verdad es tan obvia que no necesita demostración, y a menos que queramos abolir el régimen democrático, debemos aceptar el principio de igualdad. El problema, pues, consiste en elegir entre la democracia y la anarquía. La educación no es un lujo que nosotros podamos permitir ser monopolizada completamente por los ricos, no; la educación es una necesidad nacional. Nuestros administradores deben ser escogidos con el más amplio criterio y extenso campo posible, ya que las cuestiones de la prosperidad nacional y social piden una calma y serenidad de juicio que solamente las personas educadas, asi hombres como mujeres, pueden tener. La oportunidad y facilidad en la educación restringida y el área de elección estrecha, hacen el gobierno difícil y peligroso en extremo, pues engendran o producen defectos e insolvencias y corrupción arriba, y allanan el camino para el éxito de la demagogia y el charlatanismo. El reconocimiento de nuestros principios es esencial para el logro de una buena administración, y la necesaria prudencia al decidir acerca de las cuestiones de la política nacional. >->¿Cómo debe, organizarse esta igualdad de oporiunidadP—Eü.

primer lugar, debe concentrarse toda nuestra atención en la escuela primaria y reformar enteramente sus condiciones. [Esto se dice en Inglaterra, donde queda uno maravillado al visitar sus escuelas. Si el presidente de la R. ü. T. hubiera visto la mayor parte de las nuestras, ¿qué hubiera dicho en tan solemne ocasión?] Hasta tanto que este trabajo se realice no puede hacerse más que muy poca cosa, o no hay esperanza de un sólido progreso en educación. Muchos celosos y entusiastas educacionistas (pedagogos) cuyos celo y sinceridad son innegables, creen que con el actual sistema la escuela primaria realiza un buen trabajo, y enfocan todas sus miradas a la enseñanza secundaria y universitaria. »La educación primaria no descansa sobre sólidas bases y no estará bien hasta que su administración y régimen estén organizados de tal manera que sus condiciones sean iguales a las de las escuelas secundarias (Institutos Generales y Técnicos). Este TOMO XXXV.—NÚM. 5.

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es el primer punto contra el cual deberíamos dirigir nuestras fuerzas. Cuando esta posición haya sido capturada, el resto de la campaña será relativamente fácil. Si las condiciones de la escuela primaria militan hacia la perfección, entonces una larga proporción de niños de estas escuelas serán capaces de aprovecharse de los mejores medios posibles que les brindará este gran sistema de educación. Sólo una pequeña minoría necesitará ampliar sus estudios para dedicarse a las escuelas secundarias (también se llaman High Schools—grandes escuelas—> y Universidades, cuya vida será entonces más firme que nunca. »Condiciones de las escuelas primarias y secundarias.—No es ciertamente el espíritu de envidia el que nos mueve a esta comparación, sino las condiciones exigidas por la educación, igualmente necesarias para una clase de escuelas como para la otra, y cuya igualdad no es reconocida ni por el Estado ni por las autoridades locales. En materia de construcciones escolares el espíritu de clase tiene aún sus prejuicios. Los niños de las escuelas de segunda enseñanza necesitan, segi'in las reglas establecidas por el (iobierno, mayor espacio y aire que los de las primarias sus hermanas, aunque los alrededores de estas últimas en muchos casos parecen pedir una completa reforma o cambio de sitio. Además, existen escuelas primarias aun en sitios de casas ricas, en donde o no hay enteramente patios de recreo, o si los hay son por completo inútiles para el objeto a que se destinan, y en donde la atmósfera interior está con frecuencia en invierno bajo cero, y en todo tiempo cargada con mefíticos olores de la más variada y emocionante descripción. Estos casos han sido en muchas ocasiones puestos de relieve, pero el proceso es penosamente lento y entretanto se causan graves perjuicios en los que trabajan en estas miserables trampas de escuela [Apologies for schools fué la expresión, y su traducción literal es excusas por escuelas. Hago esta declaración por tratarse de puntos de excepcional gravedad en Inglaterra. Yo no sé a qué escuelas puede referirse el orador, pues todas las que he visto, y he visto algunas, son construidas de nueva planta, y con semejante estilo, grandes, higiénicas y confortables, pero wo lujosas, con su jardín, campo y patio más o menos grande. Lo que hay es que no todas tienen campo de juego ^SLVSL foot-dall, etc., y jardín, y sí sólo patio que rodea el edificio. Yo creo que la expresión del ilustre presidente de la

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Unión Nacional de Maestros debe tomarse en términos relativos en comparación con las escuelas secundarias — nuestros Institutos y Normales —, los y las cuales todos están provistos del correspondiente campo 'para deportes. Equiparar las condiciones de la escuela primaria con la secundaria es de lo que se trata. ¡Ah!, ¿no es verdad que hilan muy delgado y son muy exigentes estos ingleses?], cuya existencia no seria permitida por un solo momento si se rig'ieran por el código o reg'lamento de escuelas secundarias. Los niños no pueden ser convenientemente educados en escuelas antihigiénicas, y si esto es reconocido para las generaciones de las clases ricas (Dives), semejante conducta deberá adoptarse para las pobres (family of Lazarus). [Después de escrito lo que antecede he preguntado a muchos maestros cómo son estos locales de escuelas denunciadas por Mr. Dakers en su doctrinal oración, y me han indicado que sí los hay, «y sin ir mas lejos, le enseñaremos a usted un local que ha sido cerrado por no reunir las condiciones higiénicas apetecibles. — ;Hombre, si! Tengo interés en ver ese local, porque habiendo sido clausurado por malo podré juzgar de los demás con algún acierto. A decir verdad, yo sentía cierta especie de satisfacción al ver que también Inglaterra, la gran soberana del mundo, que tiene por capital el centro del Universo (como modestamente llaman a Londres, para distinguirla de París, cerebro de Europa) tiene malos locales-escuelas como España. Y fui y vi. Desde que estoy en este país las decepciones se suceden. Algunos de los que me leen conocen lo que es la escuela graduada de la calle de la Florida de Madrid, tenida por modelo, o la graduada de Barcelona, ídem de ídem. Pues bien: la escuela cerrada por mala, y que fué construida en el año 1887, según expresa una lápida, es de piedra, sólida, esbelta, pero está dentro de las calles, en una esquina, y sólo tiene patios mayores que los de las citadas, aunque por los demás conceptos es mucho mejor. Vuelvo a preguntar: ¿No es verdad que hilan muy delgado estos ingleses?»] »De más importancia que los edificios son las condiciones del trabajo práctico de educación. Aquí la disparidad entre las dos clases de escuela es aún más pronunciada y productora de fatales consecuencias. El maestro es, después de todo, el principal

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ictor en educación, y un bien preparado o formado cuadro de laestros puede hacer muclio para vencer las dificultades creaas por defectos de naturaleza; pero también aquí los hados stán en contra de las escuelas primarias. Los alumnos en las scuelas secundarias deben ser siempre enseñados por profesoes titulares y cargados de méritos, mientras que sólo poco más e la mitad del cuerpo docente de las primarias puede ser coniderado con suficientes garantías de aptitud. [Aquí se considera un maestro con méritos bastantes y necearlos i)ara dirigir una escuela si además de poseer el titulo de aaestro posee un grado universitario, y quienes lo poseen tielen preferencia siempre en los concursos—éstos muy diferenes de los nuestros, desde luego, como diré en otra parte —, )ero el hecho es real. Hace algunos años que pienso en que la ormación de maestros en España es defectuosa; lo es en Fran;ia y también en Inglaterra, pero aquí se está en el periodo de ransición ya, encargando la formación científico-literaria al nstituto y a la Universidad, y dejando a las Normales la espeñalización que debe ser su propio y exclusivo objeto en colaooración con las buenas escuelas. El maestro debe, antes que todo, estar bien formado ya desde su infancia; después viene el íspecializar y el examinar, y nuestras Escuelas Normales no tendrán nunca—a menos que se gaste en ellas sumas enormes para transformarlas radicalmente, y no creo en la necesidad de ello— ni el suficiente personal ni los necesarios medios, como cuentan los Institutos y Universidades. Como lie dicho, aquí se está obrando ahora esta transformación, deseada por los mismos maestros como único medio de elevar nuestro ramo de enseñanza al nivel de los otros, lo que es preciso porque la enseñanza primaria es dq mayor importancia que las demás, por ser la del mayor número, pues comprende a todos los ciudadanos.] JAIME POCH V GARÍ. (Conftnna'rá.;

MEMORIA PEDAGÓGICA (1) También en este primer grado comienzan las sencillas conversaciones geográficas; tales como el saber orientarse, puntos cardinales, en dónde se encuentran sus compañeros con relación a él; el día, semana, mes, año y sus estaciones, etc., etc. Las ocupaciones o ejercicios manuales comienzan a iniciarse con el plegado en cuadraditos de papel de varios colores y en el entrelazado con tiras estrechas (serpentinas), para educar sus deditos y vista. Con el mismo objeto empiezan a tejer en el número 1." o con tiras relativamente anchas ¡Qué de consideraciones y conclusiones prácticas se pueden sacar al ejecutar estos ejercicios, tomando como asunto y motivo los objetos que resultan al plegar, trenzar y tejer! Asi como al hablarles del primer don se dio noticia de los corderitos y ovejas, su leche, queso, carne, piel, estiércol y demás productos; de los perros y pastore?; de los cuidados, protección y buen trato a que estamos obligados por nuestra parte y debemos dar siempre a los animales que Froebel pide haya en sus Jardines, ahora se presentó la ocasión propicia para comunicarles, al resultar una pajarita de su plegado, ideas sencillas acerca de las aves, sus plumas o vestidito; de los pájaros, huevos, cariño y alimentos que dan a sus crias; árbol donde fabrican sus nidos; madera y sus aplicaciones, etc., etc. El carpintero y sus herramientas y su canción alusiva, mencionada anteriormente. En esta clase, en sustitución de la realidad, hay láminas que representan estos y otros muchos pasajes; vida y costumbre de los animales, aves e insectos más comunes y útiles al hombre, como el perro, oveja, gallina, buey, gato, pavo, cerdo, liebre, asno, caballo, conejo, gusano de seda y algunos más que se pedían mutuamente a las demás clases, lo mismo que se traían (1)

Véase el número anterior.

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del Museo y Gabinete g"eneral los productos y objetos que mo' tivaban y servían de lecciones de cosas. Ya en las últimas semanas de curso algunos niños empezaban a iniciarse en la escritura, mediante el dibujo en pizarras naturales cuadriculadas, formando las letras más sencillas, como la i, u, I, r, n, ñ, m, etc. Recibido, tal vez en abundancia, el todo de la instrucción que necesita un niño de tres a cuatro años, habiendo reducido y acomodado estos conocimientos a su estómago intelectual para la fácil y segura digestión — asimilados y no aprendidos por esta causa—; conservando la salud y habiendo desarrollado la fuerza física, objeto principal de la educación en el Kindergarten, pasarán maestra y niños a la clase siguiente, y por años sucesivos llegarán hasta la cuarta, por seguirse en esta escuela graduada el sistema llamado de rotación total, que a mi juicio ofrece ventajas de unidad y relación, por continuar cada profesora siempre con la misma sociedad, terminando de esta forma la obra por ella empezada. Como para nosotros ha sido también establecida la rotación y a ello nos obliga el corto tiempo de que disponemos para hacer estos estudios, nos trasladamos, por ordenarlo así nuestro director, a la Segunda clase. En rigor puedo decir que el traslado, refiriéndome al cambio de clase, fué más bien aparente que real, de forma y no de fondo. En efecto : como miembros de la misma familia, lo mismo ,

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especiales, que pone siempre al servicio de su simpática institución y de la causa genera! de la educación de los niños mentalmente deficientes. ¿Por qué no prestar a obras tales el calor de la publicidad y del elog-ioV Se pide ya en España, aunque todavía coa menos insistencia de la necesaria, y considerándola no más que como ideal a realizar lejanamente, la escuela de bosque, la escuela al aire libre, la escuela alegre, la escuela higiénica. Pues todo eso es la'(Escuela-SanatoriO)., con su extenso jardin, poblado de árboles, de plantas y de flores; con su construcción tan ncertada, que permite

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