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Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas From the SelectedWorks of Enrique Pasquel
2007
Quién paga la regulación laboral Enrique Pasquel, Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas
Available at: http://works.bepress.com/enrique_pasquel/9/
¿Quién paga la regulación laboral? [publicado en Punto de Análisis No. 2 Verano 2007]
Enrique Pasquel1 Alguna vez escuché que un economista, en una visita a la China de Mao, se encontró con treinta obreros que cavaban una zanja utilizando palas y picos. El economista preguntó al capataz por qué no abrían la zanja en la cuarta parte del tiempo con una pala mecánica que solo necesita un operario. Este le respondió que porque se perderían veintinueve puestos de trabajo. El economista replicó, “si se trata de preservar trabajos, entonces en vez de palas denles cucharitas”. Cuando se miran con cautela, así de absurdos son los argumentos detrás de leyes que elevan el costo de la contratación laboral y el despido, bajo la excusa de “querer proteger al trabajador”. Estas leyes son absurdas porque solamente se aplican a una minoría de trabajadores ya que más del 60% de empleados en Perú son ocupados por el sector informal. Pero, además, porque dañan a los trabajadores que dicen querer proteger y reducen la productividad de las empresas, de la que depende la existencia de empleo. El miedo a la productividad Muchos sostienen que no importa reducir la productividad de las empresas con tal de proteger los empleos. Temen que la liberalización del mercado laboral permita que con la industrialización y técnicas más eficientes de producción se explote y deje sin trabajo a la mayoría. Quizá el miedo a la productividad nace de la errada imagen que tenemos de la revolución industrial. Se nos ha vendido la idea de que las máquinas permitieron que las empresas se volvieran más productivas a costa del empleo de los pobres. Esta falsa idea se desmorona con un solo dato estadístico. Como cuenta Mises, entre 1760 y 1830 la población británica se duplicó. El país fue capaz de mantener a cientos de miles de niños que en épocas anteriores hubiesen muerto de hambre. Esto hubiese sido imposible si, como suele pensarse, en dicha época la 1
Abogado. Profesor de Análisis Económico del Derecho, Propiedad y Contratos en la UPC. Investigador del Instituto Libertad y Democracia (ILD). Las opiniones de este artículo corresponden a su autor y no representan las del ILD.
clase baja se hubiese encontrado mayormente desempleada y en peor situación que en el pasado2. William Lewis tiene otro buen ejemplo de cómo mayor productividad – para la que es necesaria un mercado laboral libre- aumenta y no reduce el empleo3. Hace 250 años casi todas las personas se dedicaban al agro. El desarrollo de técnicas de explotación agrícola que elevaron la productividad –junto a la libertad de contratación y despido laboral- hizo posible una mayor producción con una menor cantidad de mano de obra. En efecto, hoy en día en los países desarrollados solo el 5% de las personas se dedica a labores agrícolas. Sin embargo, el otro 95% no quedó desempleado. Más bien, se crearon nuevos puestos de trabajo en otras industrias que permitieron satisfacer necesidades de los consumidores que anteriormente no eran satisfechas. En efecto, hoy en los países ricos entre 70% y 75% de las personas trabaja en servicios, 20% a 25% trabaja en manufactura y alrededor de 5% en agricultura. La explicación es que cuando una industria se vuelve más productiva queda libre más capital y más trabajo, que se puede combinar con nuevas ideas para crear nuevos productos. Asimismo, la mayor productividad de las empresas permite vender a menores precios, con lo que los consumidores disponen de mayores recursos para adquirir otros productos. Por esto, no debe preocuparnos que las empresas despidan trabajadores si es necesario para aumentar su productividad, pues es parte del proceso que permite que cada vez se emplee más gente en un país.
Más regulación, menos trabajo Tenemos contratar cualquier contrata informal.
que darnos cuenta que cuando la ley eleva el costo de trabajadores sucede lo mismo que cuando eleva el precio de producto: su demanda se reduce. En otras palabras, se menos trabajadores y aumenta el desempleo y el trabajo
Es curioso. Existe cierto consenso en que no se debe controlar el precio de los alimentos si queremos que no escasee el pan, la leche, el azúcar 2
MISES, Ludwig von. “Economic Policy”. Free Market Books, 1995. p.7. LEWIS, William. “The Power of Productivity”. The University of Chicago Press. 2004. p. xxii. 3
o el arroz. Pero, contradictoriamente, nuestros gobernantes no entienden que para que no escasee el trabajo tampoco deben intervenir en su precio. No es coincidencia que los países más desarrollados –y donde existe más empleo- suelen caracterizarse por imponer menores costos laborales. Botero, Djankov, La Porta, López de Silanes y Schleifer, realizaron una comparación entre 85 países que determinó que los países pobres tienen una regulación laboral más restrictiva que los ricos. Para demostrar la relación entre pobreza y costos laborales, estos autores señalan que un incremento en la rigidez de la regulación laboral del nivel existente en Nueva Zelanda al nivel existente en España –un sistema más rígido- elevaría el empleo informal en 13.74% y aumentaría el desempleo en 3%4.
Más regulación, menos productividad No es posible tener más trabajos y mejores sueldos si no crece la economía de un país. Y para que ésta crezca es necesario que las empresas puedan ser lo más productivas posibles. Ello se vuelve más difícil mientras más estricta sea la regulación laboral. Buena parte de la eficiencia de una empresa depende de que pueda ajustar su fuerza de trabajo para responder a las cambiantes circunstancias del mercado en el que compite. Por ello, los costos legales del despido reducen la eficiencia empresarial pues dificultan que las empresas se adapten a los cambios de su entorno. Una compañía está dispuesta a pagar por trabajo hasta el punto en el que su costo marginal sea igual al su beneficio marginal. Los beneficios que reporta un trabajador, no obstante, son variables en el tiempo. Por ejemplo, la demanda de los bienes que produce una empresa puede reducirse al punto que ya no sea rentable seguir invirtiendo en mano de obra. Imaginemos el caso de una empresa que vende 3000 sacos al mes y que necesita de 10 trabajadores para alcanzar este nivel de producción. Si la demanda se reduce y la empresa solo puede vender 2700 sacos, solo le será rentable invertir en 9 trabajadores, pues el 4
Ver: BOTERO, Juan; DJANKOV, Simeon; LA PORTA, Rafael; LÓPEZ DE SILANES; Florencio y SCHLEIFER, Andrei. “The Regulation of Labor”. p. 25. En: www.ssrn.com.
décimo trabajador no le permite obtener ninguna ganancia. Si la empresa no puede despedir a ese trabajador, la estaremos obligando a perder dinero manteniéndolo. Además, cuando la ley eleva los costos del despido, las empresas -por ejemplo- perderán la oportunidad de hacer un buen negocio aprovechando un pico de demanda, pues saben que si contratan trabajadores para esta coyuntura les será muy costoso despedirlos luego. Paralelamente, esto impide que personas desempleadas obtengan -por lo menos- empleos temporales. La regulación laboral también lleva a realizar inversiones ineficientes en capital. Invertir en capital es una forma alternativa de aumentar la productividad de la empresa. Esta puede, por ejemplo, optar por comprar una máquina que realice el mismo trabajo que 10 trabajadores. Cuando se eleva el costo de la contratación a la empresa le puede salir más barato invertir en capital en vez de contratar empleados. De esta forma no solo se pierden puestos de trabajo, sino que se incentiva a las empresas a realizar inversiones ineficientes pues contratar trabajadores podría haber sido una mejor inversión si no existiese regulación. Por otro lado, los costos en el despido dificultan el cambio tecnológico en las empresas, pues hacen más caro sustituir mano de obra por maquinaria moderna. Así, si la empresa de nuestro ejemplo anterior encuentra que una máquina le permite producir la misma cantidad de sacos en la mitad del tiempo y a la mitad del costo, sería más eficiente cambiar la inversión en trabajo por inversión en maquinaria. Si la legislación dificulta esto elevando los costos del despido será más difícil que las empresas se vuelvan más productivas y competitivas.
Más regulación, menos capitalización Cuando la ley eleva los costos del despido aumentan las provisiones financieras que las empresas deben acumular para manejar el riesgo de tener que despedir trabajadores debido a la necesidad de ajustarse a problemas de mercado. En otras palabras, tendrán que ahorrar por si tienen que pagar eventualmente el costo despedir trabajadores. Esto no solo lleva a que el costo de contratar empleados se eleve, por lo que la demanda de trabajo formal se reduce. Además, dificulta la capitalización
de las empresas, pues capital que podrían utilizar para hacer crecer sus negocios –contratando a su vez más trabajadores- queda congelado como una provisión financiera. Y las que no pueden realizar estas provisiones financieras se vuelven más vulnerables a shocks económicos.
Los pobres son los más afectados Una ley que eleva los costos de la contratación laboral perjudica especialmente a los trabajadores poco capacitados –que coinciden con los más pobres-. En el mercado laboral trabajadores poco capacitados a los que se les paga poco a menudo son insumos sustitutos de trabajadores más capacitados a los que se les paga más. Así, cuando la ley eleva el costo de contratar más trabajadores, la demanda puede desplazarse hacia trabajadores más capacitados, que pueden hacer el mismo trabajo que varios poco instruidos pero respecto de los que hay que asumir costos regulatorios menores. Asimismo el aumento de los costos del despido también perjudica especialmente a los menos capacitados, pues dentro de un escenario de problemas económicos, la empresa los despedirá primero a ellos pues son los menos necesarios. La razón es que la empresa tendrá que conservar a sus trabajadores más productivos (por ejemplo, es más fácil trabajar sin portero que sin gerente). En consecuencia, si la empresa sabe que tendrá problemas en despedir gente si se ve forzada a hacerlo, preferirá no contratar a los primeros que despediría en ese escenario, es decir, a los menos capacitados. El costo de oportunidad de más regulación Regular supone tener personal que administre el cumplimiento de las normas, inspectores de trabajo y órganos que sancionen y resuelvan reclamos. ¿Cuánto cuesta esto? ¿Y en qué deja de invertir el Estado a cambio? ¿Menos policías, jueces, hospitales, maestros, carreteras? ¿O aumentará los impuestos reduciendo la inversión, el consumo y el empleo privado? La regulación laboral no solo daña a los trabajadores y a las empresas. Además, desvía recursos que el Estado podría invertir en actividades que si sean beneficiosas.
¿Empleo o cucharitas? EEUU es uno de los países menos proteccionistas en materia laboral lo que explica gran parte de la extraordinaria productividad de su mercado y su elevado nivel de empleo. Esto no ha permitido una mayor situación de explotación. Por el contrario ha dado a sus trabajadores cada vez mejor calidad de vida. El trabajador promedio estadounidense trabajaba 61 horas semanales en 1870, 48 horas en 1929 y solo 34 horas hoy en día. Asimismo, en 1870 empezaba a trabajar a los 13 años, mientras hoy lo hace a los 19 años5. La explicación es que en EEUU los gobernantes se dieron cuenta de algo en lo que hasta ahora no reparamos nosotros: Que si queremos más empleo y mejores condiciones de vida, no podemos pretender cavar zanjas con cucharitas.
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DI LORENZO, Thomas. “How Capitalism Saved America”. Crown Forum. 2004. p. 99.