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Edición francesa: Revue internationale des sciences sociales (ISSN 0304-3037), Unesco, Paris (Francia). Edición inglesa: International social science

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Edición francesa: Revue internationale des sciences sociales (ISSN 0304-3037), Unesco, Paris (Francia). Edición inglesa: International social science journal (ISSN 0020-8701), Unesco, Paris (Francia). Edición árabe (selecciones trimestrales): Al-Madjalla al-Dawaliyya lil-'UIüm ul-Idjtimü'iyya, Unesco Publications Centre, 1 Talaat Harb Street, Tahrir Square, El Cairo (Egipto).

Temas de los próximos números Imágenes del m u n d o El deporte

Redactor jefe: Peter Lengyel Redactor jefe adjunto: Ali Kazancigil Corresponsales Bangkok: Yogesh Atal Belgrado: Balsa Spadijer Buenos Aires: Norberto Rodríguez Bustamante Canberra: Geoffrey Caldwell Colonia: Alphons Silbermann Delhi: André Béteille Estados Unidos de América: Gene M . Lyons Londres: Cyril S. Smith México: Pablo González Casanova Moscú: Marien Gapotchka Nairobi: Chen Chemutengmende Nigeria: Akinsola Akiwowo Ottawa: Paul L a m y Singapur: S. H . Alatas Tokio: Hiroshi Ohta

Precio y condiciones de suscripción [A] Precio del número: 25 F Suscripción: 1 año, 84 F 2 años, 135 F Se ruega dirigir los pedidos de suscripción a los agentes de ventas de la Unesco (véase la lista), quienes podrán indicar las tarifas en moneda local. Toda comunicación de cambio de dirección debe ir acompañada de la última banda de expedición. Imprenta de Presses Universitaires de France, Vendôme. © Unesco 1981

Los artículos firmados expresan las opiniones de los autores y no necesariamente las de la Unesco. Sc pueden reproducir y traducir los textos publicados (excepto las ilustraciones y cuando el derecho de reproducción o de traducción esté reservado y señalado por la mención " © autor(s)") siempre que se indique el autor y la fuente. Toda correspondencia relativa a la presente revista debe dirigirse al redactor jefe de la Revista internacional de ciencias sociales, Unesco, 7, place de Fontenoy, 75700 París

L a ciencia y la historia Aparato termoluminiscente y estatuilla de Ariana sentada, proveniente de Myrina (primera mitad del siglo H a. J.C.). (Museo del Louvre, París).

revista internacional de ciencias sociales

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Revista trimestral publicada por la Unesco, París Vol. XXXIII (1981), n.° 4

L a historiografía moderna ¿disciplina científica o literaria? Abdelwahab Bouhdiba Jerome M . Clubb

Las ciencias sociales en busca del tiempo 637 L a historia c o m o ciencia social 651

Krastio Goranov

L a historia y la sociología del arte 668

E. J. Hobsbawm

Contribución de la historia a las ciencias sociales 682

Ruggiero Romano

L a historia, hoy 701

Valeri Tishkov L a historiografía soviética contemporánea 711 N. Gatheru Wanjohi

L a investigación histórica en África oriental 729 Bases de datos socioeconómicos: situaciones y evaluaciones

Moshe Sicron

Estructuras nacionales de los datos socioeconómicos primarios. X : Israel 741 Servicios profesionales y documentales Calendario de reuniones internacionales 765 Libros recibidos 769 Publicaciones recientes de la Unesco 773

ISSN 0379-0762

L a historiografía moderna ¿disciplina científica o literaria?

Las ciencias sociales en busca del tiempo

Abdelwahab Bouhdiba E n u n trabajo extraordinario, Geoffrey Barraclough analiza la repercusión que las ciencias sociales tienen sobre la historia y pone, de relieve cuan grande es la convergencia de las ciencias humanas. "El impulso originario de la 'nueva historia', surgida hacia 1955 [...] proviene principalmente de las ciencias sociales. Cada ciencia y cada disciplina es tributaria de otras ciencias o de otras disciplinas. T a m p o c o es sorprendente que los historiadores hayan descubierto en las obras de los especialistas de las ciencias sociales el reflejo de sus propias preocupaciones"1. E n efecto, tanto la historia c o m o las ciencias sociales tienen por objeto estudiar y comprender, al hombre. Investigan la misma materia: las relaciones sociales y su desarrollo. Todas pretenden alcanzar un conocimiento objetivo de las situaciones globales de las sociedades. Todas se resisten a perder de vista la dinámica que les es propia y que conecta cada m o m e n t o de su historia con los demás. Todas aspiran a la mayor amplitud posible, en la medida en que han de tener siempre presente el hecho capital de que todos los hombres son m á s o menos solidarios entre sí, tanto en el plano local c o m o en el regional o en el mundial. Las ciencias sociales y la historia tienden, pues, a u n acercamiento recíproco, al punto de que algunos no vacilan en confundirlas2. A esta reivindicación de un mismo c a m p o de actividad viene a sumarse, de dos o tres decenios a esta parte, una tendencia cada vez m á s acusada a recurrir a los mismos métodos. Animados por los indudables éxitos de la investigación en ciencias sociales, los historiadores han hecho paulatinamente suyos determinados conceptos, técnicas y nociones elaborados y luego cuidadosamente experimentados por sociólogos, economistas, demógrafos, psicosociólogos, antropólogos y politólogos, sin contar con que, desde el primer m o m e n t o , algunos de los padres fundadores de la sociología (Ibn Jaldun, Montesquieu, M a r x , Comte y otros) no distinguieron claramente la sociología de la historia. Abdelwahab Bouhdiba es director del Centre d'études et de recherches économiques et sociales (CERES), 23 rue d'Espagne, Túnez y presidente en ejercicio del International Committee for Social Science Information and Documentation. Entre otras, ha publicado las siguientes obras: Criminalité et changements sociaux en Tunisie, en 1965; Public et justice, en 1971 y A la recherche des normes perdues, en 1973.

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A pesar de estos antecedentes, tan ilustres c o m o significativos, podemos afirmar que el encuentro de la historia y de las ciencias sociales constituye el hecho m á s importante del pensamiento humanista de nuestro tiempo. Las ciencias sociales han proporcionado a la historia moderna una profusión de categorías intelectuales: clase social, modelo, rol, función, estatuto, estructura, personalidad colectiva, representación, desarrollo, situaciones, y otras. Pero m u y especialmente las técnicas utilizadas por el sociólogo, el economista o el lingüista para "objetivar" el dato originario y para cuantificarlo han motivado, de unos veinte años acá, trabajos audaces, originales y prometedores0. A tal punto esto es así, que cada día resulta m á s difícil —por n o decir imposible o artificial— distinguir radicalmente una obra de historia de u n trabajo de ciencias sociales. Esté encuentro de la historia y las demás ciencias sociales es ya en sí m i s m o u n hecho histórico. El propio conocimiento, es, en efecto, u n producto histórico. M á s especialmente, la investigación social, el lugar, el rol y la función de los investigadores mismos, la relación que mantienen con su propia sociedad, los problemas que plantean y que intentan resolver o por lo menos elucidar, todo ello constituye una situación histórica sobre la que nos proponemos reflexionar. Ésta reflexión se hace aún m á s imperativa en el caso de los investigadores en ciencias sociales del tercer m u n d o , para quienes su experiencia cotidiana es un perpetuo desafío. ¿Qué papel cumplen estos científicos en el devenir de su propia sociedad? ¿Qué valor tiene su saber? ¿ C ó m o pueden influir sobre el curso de los hechos? E n efecto, innumerables tareas c o m o analizar las estructuras económicas y sociales de nuestros países, poner de manifiesto las grandes líneas seguidas por los cambios radicales que se producen ante nuestros ojos, encontrar el sentido de las mutaciones gigantescas hoy en curso y el de las formidables revoluciones que conmueven nuestras sociedades, hacer que tanto las clases dirigentes c o m o las masas tomen conciencia de las tareas que les aguardan, contribuir a la inserción histórica de grupos sociales secularmente marginados, descubrir puntos de apoyo y calcular las mejores estrategias para tal o cual acción-misión, todo esto se exige hoy en infinidad de lugares del tercer m u n d o de los especialistas en ciencias sociales, promovidos al rango insólito, y no exento de peligros, de "exegetas" del m u n d o moderno. Curiosa es la situación epistemológica de las ciencias sociales en nuestros países. Nuestros investigadores, formados casi con exclusividad en la escuela de occidente, disponen del aparato instrumental, metodológico, conceptual y teórico m á s moderno. Pero la sociedad en cuyo seno ejercen su arte se halla lejos de ser totalmente receptiva a sus ejercicios. Y n o gozan siquiera de la ventaja del extranjero, a quien la exterioridad sirve a la vez de límite y de protección. Su trabajo es tanto u n producto de su sociedad c o m o u n punto de vista acerca de dicha sociedad. Su relación con la sociedad respectiva es en principio tan histórica c o m o pueda serlo el de investigadores occidentales, pero esta historicidad es de u n género m u y distinto; a m e n u d o su encuentro con su propia

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historia adquiere el aspecto de una violación, y, bien entendido, dé una violación incestuosa. ¿Explica esto el cúmulo de pasiones que se desata cada vez que u n o de nuestros compatriotas intenta aplicar a su propia sociedad tal o cual método científico? Son bien conocidas las discordias del pensador egipcio Taha Hussein con el círculo de Al-Azhar. N a d a sabemos, en cambio, sobre los centenares de Taha Husseins del m u n d o árabe actual. T o d a sociedad que se interroga sobre sí misma, que trata de comprenderse y de situarse, emprende, de una manera u otra, una reflexión secundaria que irremisiblemente duplica su propia historia. Ésta n o es ya u n simple desenvolvimiento de los hechos en los cuales estamos inmersos y que basta.con referir fiel y exactamente. Es u n devenir, sobre el cual se nos pide que actuemos; devenir inacabado que debemos tranformar y al que, m á s frecuentemente aún, h e m o s de resistir. E n ciencias sociales, la investigación n o consiste en levantar, acta de una situación de hecho. Se quiera o no se quiera, ella desemboca, de manera explícita o implícita, en una apreciación crítica. L a sociología, la psicología social, la ciencia política, la lingüística tienen una vocación desmitificadora y son por esencia subversivas. E n Europa, por ejemplo, el desarrollo de las ciencias sociales ha seguido al de las sociedades industriales. Son tanto el producto de estas últimas c o m o su instrumento, y se insertan en la misma línea de pensamiento que ha encauzado todo, el conocimiento h u m a n o — í n grados diversos, claro está, y con mayor o menor fortuna o retraso:— por vías positivas, fecundas, pero complementarias. U n a sociedad sólo se plantea los problemas a los que está en posición de responder, se ha dicho. Esto es verdad, sin duda alguna, por lo que a occidente se refiere. Fue verdad igualmente respecto a nuestras sociedades, en tiempos en que el saber sobre las mismas se gestaba en su propio seno y cuando el "punto de vista" sobre nuestras sociedades era tanto el punto de vista del interior c o m o sobre el interior. Ibn Jaldun, sin ir m á s lejos, incitaba a la historia a transformarse en Um aVumrân (ciencia de lo social) y al proceder de esta manera intentaba comprender el pasado y tranformar1 el presente. L a vocación natural de todo programa de investigación en ciencias sociales estriba en comprender y analizar lo social. D e b e asimismo definir su contexto, situarse en él y actuar. Por fuerza hemos de preguntarnos entonces con relación a qué hay que situarse y sobre qué es preciso actuar. E n otras palabras, si nosotros los sociólogos del tercer m u n d o tan a m e n u d o sentimos escapársenos los hechos de entre las manos, es que tal vez nuestro encuentro con la historia n o es, a fin de cuentas, m á s que una cita perpetuamente fallida. Durante m u c h o tiempo se creyó —y hay muchos entre nosotros que todavía creen— en la universalidad de los métodos, de la terminología y de las teorías sociales. Y no sin razón, indudablemente. Ello equivale no obstante a postular la linealidad de la historia entendida c o m o u n continuo homogéneo, indiferente y neutro. Equivale también a concebir la relación entre la historia y las ciencias sociales c o m o unívoca y ne varietur.

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Ahora bien, si.la historia y las ciencias sociales han podido acabar por converger en Europa es porque proceden de la m i s m a cultura ,y de los mismos condicionamientos. E n el tercer m u n d o , en cambio, la historia —generalmente una descripción de los hechos y de la política— se beneficia de una tradición local m á s o menos prolongada, mientras que la investigación en ciencias sociales, de origen reciente, se ha confundido, sobre todo al principio, con la etnografía, el orientalismo, el africanismo y otras "ciencias" coloniales. L a descolonización cambió el estatuto de las ciencias sociales, promovidas de la noche a la m a ñ a n a al rango de ciencias liberadoras, mientras se pedía a la historia, lecciones de nacionalismo y argumentos en favor de tal poder local, de tal aspirante al liderazgo o de tal ideología. Es un hecho singular, pero cierto, que la racionalidad postulada por. la ciencia histórica y social n o puede muchas veces separarse de la coyuntura del m o m e n t o . M á s particularmente, resulta de todo punto imposible separar las ciencias sociales de los estudios sobre el desarrollo. A la luz de la experiencia de los países industrializados, nuestros países, miran la labor de las ciencias sociales c o m o elemento de una estrategia de desarrollo. Merced a estudios diversos, desiguales y con harta frecuencia realizados en u n magnífico desorden, nuestros países han acumulado —ya en los últimos tiempos de la colonización— u n tesoro de saber sobre diversos aspectos de nuestras sociedades: población, demografía, niveles y géneros de vida, urbanización, cambios sociales, delincuencia, patología social, etc. Este afán por conocer nuestras sociedades sobre una base que aspira a ser rigurosa y precisa tropieza, sin embargo, con dificultades considerables, algunas de las cuales tienen m u c h o que ver con nuestro endeble conocimiento de la historia, sobre todo en su dimensión social. E n realidad, los investigadores sobre el terreno tropiezan a cada paso con la dimensión histórica de los problemas que tratan. Continuamente se lanzan a los historiadores estos desafíos, que son casi siempre la señal de nuestra propia impotencia y de los límites de nuestros trabajos. Ignoro hasta dónde llegará en Europa la colaboración entre historiadores y especialistas en ciencias sociales. E n el caso de las sociedades musulmanas, el desafío casi nunca halla respuesta. Robert Brunschwig, historiador, resume bastante bien la situación cuando dice: "Pero donde el vacío es mayor aún, y m u c h o m á s grave, es allí donde la investigación se aparta de la historia puramente descriptiva para tratar de alcanzar, las realidades fundamentales de la vida. Los mejores de entre nuestros colegas, n o hace m u c h o tiempo desaparecidos, reconocen y deploran algunos de estos enormes vacíos. 'La historia del culto musulmán está todavía por ser escrita', advertía Wensinck. 'La historia del comercio en el interior del m u n d o musulmán sigue aún íntegramente sin ser escrita', declaraba Sauvaget. Y uno de nuestros m á s brillantes historiadores franceses actuales, n o especializado en el m u n d o árabe, Fernand Braudel, expresa así su despecho y su escepticismo: ' N o conocemos la historia social del islam. ¿La conoceremos algún día?' "4.

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Consideremos en primer lugar los retos metodológicos. Trabajamos sobre sociedades en mutación rápida, inconclusas, se dice a m e n u d o . Pero, ¿cómo apreciar y comprender la mutación, el cambio, la inconclusión sin una seria referencia a la historia? M u y frecuentemente observamos que el cambio llamado rápido no es, a fin de cuentas, medido con la vara de la historia, sino superficial, localizado, artificial, precario o limitado. M á s de una vez hemos constatado que las "revoluciones" son irrisorias y que los cambios no existen m á s que en los planes o en las declaraciones de los dirigentes. ¿Tiene algo de sorprendente entonces que muchas de nuestras cuestiones giren en torno del concepto de tradición, es decir, de la presencia del pasado en el presente? M u c h o s de nuestros fracasos se imputan al peso de las tradiciones superficialmente analizadas c o m o pesadas, obstaculizantes o c o m o lastres del pasado. Pero ¿cómo definir una tradición? ¿ C ó m o poner de manifiesto sus rasgos esenciales? Bastará con identificarla a nivel de los valores, de los ideales, de los principios. Pero entonces ¿no correremos el riesgo de "preterizar" toda nuestra cultura y toda nuestra manera de vivir? ¿ N o deberíamos, por el contrario, buscar en las actitudes, en las conductas, en los comportamientos actuales, la dimensión que se desprende de una pura y simple repetición del pasado? Pero entonces ¿cómo y en virtud de qué alquimia vamos a decantar lo nuevo de lo antiguo en el seno de una m i s m a actitud? E n realidad el presente no.existe nunca en estado puro. Es siempre u n pasado que se prolonga o que cambia y ningún hecho social puede ser abstraído de su trasfondo histórico. El especialista de las ciencias sociales es, quiera o no, un historiador. Por exigua que sea la porción de vida a la que se consagra, aunque revista la fugacidad del instante, n o puede prescindir, para comprenderla, de u n enfoque histórico. L a demarcación de nuestros campos de investigación no es solamente horizontal y sectorial (sistemas de producción, fecundidad, relaciones interpersonales, solidaridades familiares, etc.), sino también vertical y temporal e implica una periodización. N o se comprenderá ningún hecho social sin u n sólido anclaje y buenos puntos de referencia en la historia. Dicho de otra manera, tenemos que reconciliarnos con el tiempo. Para estudiar la criminalidad en Túnez 5 durante el decenio de 1960 hube de interrogarme sobre los cambios sociales en curso, pero también reencontrar en el presente los vestigios de los "bandidos de honor" de los siglos xix y XX, además de situarlos con relación al orden beylical y al posterior orden colonial. Esta referencia al tiempo era necesaria para entender c ó m o , en qué y por qué determinadas formas de la criminalidad, pese a violar el orden legal e incluso a veces el orden moral, gozaban de una incontestable legitimación popular. E n otro trabajo sobre las imágenes actuales de la justicia que tiene el pueblo tunecino8, hube de aventurar la hipótesis de una degradación del estatus de la justicia c o m o u n valor para comprender la desconfianza impregnada de hostilidad y las reservas de los ciudadanos respecto a instituciones creadas, sin embargo, para protegerlos.

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E n cada una de estas ocasiones hice un llamamiento de socorro a los historiadores. Tiempo perdido. Y en cada ocasión fue menester —mal que bien y generalmente mal antes que bien— suplir con los medios a m i alcance para aportar este esclarecimiento. L a sociología o es genética o no es nada, a fortiori cuando vemos u n hecho cristalizarse, transformarse casi ante nuestros ojos. El nacimiento de una nación, la aparición de una estructura, la formación de una clase social, la estratificación de una sociedad no pueden estudiarse de otra manera 7 . Podrían multiplicarse los ejemplos. N o hay u n solo sociólogo que trabaje sobre el tercer m u n d o que n o sienta la tentación de darse una vuelta por la historia social. Pero también nos acecha el peligro de convertirnos, subrepticiamente y sin saberlo, en pseudohistoriadores. Los conflictos de fronteras y la mezcla de géneros —por legítimas que sean las razones que nos motiven— no han contribuido nunca-a clarificar las ideas y a elucidar los problemas. E n cambio, nuestros trabajos, en la medida en que reflejan una imagen fechada, relativamente precisa y objetiva de una situación en un m o m e n t o dado, constituyen documentos históricos preciosos. Es éste un medio de lijar una fecha y de anticipar trabajos futuros, sobre todo si al investigador le sonríe la fortuna y le permite situarse, con algunas décadas de diferencia, frente al mismo grupo y a una problemática similar. Así, tras u n intervalo de veinticinco años, la segunda edición de las Structures sociales du Haut Atlas, de Jacques Berque, se enriqueció con un nuevo capítulo, "Retour aux Seksawa", que a nuestro juicio es tan importante c o m o todos los demás juntos8. Pero la excepción confirma la regla, y ya tenemos bastante que hacer aquí en el presente para dispersar nuestros esfuerzos en anticipaciones aleatorias del futuro. Triste consuelo, por lo demás, y que no quita u n ápice de dramatismo al retraso de la historia en nuestros países árabes. El cuadro trazado por Geoffrey Barraclough es bastante sombrío. "Aunque la joven generación de historiadores del Medio Oriente, de los cuales un número considerable han sido formados en las universidades inglesas, francesas y alemanas, hayan adoptado los criterios de la erudición occidental y abordado la historia con talante positivista y empírico, existen también historiadores ortodoxos y conservadores que rechazan la metodología occidental y se esfuerzan por mantener viva la historiografía islámica tradicional"9. Chejne es aún m á s severo. Reconoce, desde luego, que algunos historiadores árabes hacen uso de los métodos modernos occidentales en cuanto a crítica y a empleo de los factores sociales y económicos para explicar la historia. N o yerra sin duda cuando destaca "la preferencia por la compilación más que por el análisis", y cuando observa que muchos libros "no son otra cosa.que la continuación de los esquemas medievales" y que "están desprovistos de todo espíritu científico"10. ¿Será menester acaso, en justa reciprocidad, pedir auxilio a los sociólogos para comprender esta situación? Habría que poner a disposición una verdadera sociología de la historia y. de los historiadores. E n realidad nuestros historiadores,

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normalmente entregados a u n trabajo de relectura de la historia, se Ven h o y elevados al rango —quizás a pesar suyo— de recuperadores de nuestra identidad nacional. Día tras día se reitera el llamamiento, por ejemplo en el Maghreb, para que los mejores de entre ellos privilegien la historia del movimiento nacional11. ¿Son estas exigencias sociológicas? C o m o quiera que sea, la historia se alimenta también de las preocupaciones del m o m e n t o . El pasado, sin duda alguna, sirve de vínculo a los vivientes. Se ha asignado a la historia el papel de cimentadora de la unidad nacional, que se estima garantía de eficiencia social, condición de la acción política, defensa contra las agresiones procedentes del exterior y, sobre todo, instrumento del desarrollo económico y social. L a investigación histórica, en su aplicación práctica, es descolonizadora. Curiosamente, aunque no sin razón, los historiadores son llamados a colaborar en la construcción nacional con el m i s m o título que los investigadores en ciencias sociales. Esto es, sin duda alguna, lo que explica la multiplicación en nuestros países, durante los últimos decenios, de obras apologéticas de toda laya, centradas lá casi totalidad en la grandeza de la civilización islámica. Y a se trate de supuestos nacionalistas o de supuestos escatológicos, la historiografía árabe n o h a llegado aún a constituirse en ciencia total del hombre. A lo que viene a sumarse el hecho de que sólo una pequeñísima porción de historiadores árabes posee conocimientos m á s que superficiales de antropología, sociología, derecho, teoría política o lingüística. Si es cierto, c o m o fundadamente observa Fernand Braudel, que "una sociología puramente descriptiva atesta nuestras bibliotecas, las carpetas de nuestros gobiernos y de las empresas"12, n o es por ello menos exacto que una historia deshilvanada y narrativa atasca nuestras referencias. Queda m u c h o por hacer en nuestros países para que, por una parte, las ciencias sociales consigan integrar en sus métodos la dimensión histórica, y que, por la otra, la metodología de la historia sé desarrolle y alcance el nivel y el rigor de lás preocupaciones de las demás ciencias sociales. Las insuficiencias de las ciencias sociales se combinan, pues, con las deficiencias de la historia, y n o podemos contentarnos con hablar de complerhentariedad. Y no porque ésta sea vana o ilusoria, sino porque es todavía insuficiente y no debe constituir u n velo de h u m o que nos impida llegar al fondo de las cosas, es decir, a una verdadera interrogación sobre la validez m i s m a dé cualquier análisis de los hechos humanos, tanto en una perspectiva histórica c o m o sociológica, lingüística o demográfica. El fin del orientalismo —y del africanismo— no sólo ha acabado definitivamente con toda concepción europeocéntrica del hombre, sino que pone en tela de juicio todos aquellos conceptos, métodos y teorías utilizados en ciencias sociales y en historia para justificar la dominación colonial y explicar el retraso de nuestras sociedades con su inevitable "colonizabilidad". El verdadero progreso del conocimiento de nuestras sociedades consiste en recusar tanto el ontologismò de la historiografía tradicional, c o m o la aspiración occidental a la universalidad.

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M a s para ello debemos, por una parte, interrogarnos sobre la validez del uso que nosotros podemos hacer de los métodos, conceptos y teorías occidentales, y sobre la posibilidad de crear o de partir de algo emanado de nosotros mismos, por la otra. La,legitimidad de este cuestionamiento —y considerado sólo c o m o cuestionamiento— dimana del carácter histórico de los métodos, conceptos y teorías de las ciencias sociales, que, nacidas en condiciones m u y concretas, deben ser sometidas a una crítica histórica antes de proclamar o de rechazar su validez. Q u e la sociología naciera en Europa occidental durante la segunda mitad del siglo xix es u n hecho significativo. Fue sin duda para comprender mejor su época y fundar una nueva sociedad por lo que Augusto Comte "inventó" la estática social, la dinámica social, posteriormente la sociología y por último el positivismo. Fue también para entender su época y la sociedad industrial en la que vivía, y a fin de aumentar las probabilidades históricas del movimiento obrero, por lo que Karl M a r x desvió deliberadamente la dialéctica en un sentido materialista y centró toda investigación histórica en la lucha de clases y en las relaciones de producción. N o se puede ser m á s explícito a este respecto que Feuerbach, cuando dice: "Los filósofos no han hecho m á s que interpretar el m u n d o de diferentes maneras, pero se trata de transformarlo." Equivalía esto a dar u n giro hacia la acción y tomar parte en la historia en marcha. L a reflexión social pertenece tanto al orden del pensamiento c o m o al de la praxis. Si todo es devenir, todo se transforma, incluido el m u n d o que hace posible la investigación social y el punto de vista que ésta se forma sobre él. Engels, en su Ludwig Feuerbach, no hace m á s que sacar las conclusiones de estas premisas cuando escribe: "El m u n d o no debe considerarse u n conjunto de cosas acabadas, sino un conjunto de procesos donde las cosas, aparentemente estables, son fluidas, al igual que sus reflejos intelectuales en nuestro cerebro; las ideas cambian en u n ininterrumpido proceso de devenir y de desgaste en el que finalmente, pese a todas las contingencias aparentes y los momentáneos retrocesos, termina por imponerse un desarrollo progresivo"13. El mérito tan profundamente histórico del materialismo dialéctico estriba en haber lanzado la acción social en el sentido de lo posible y de haberse propuesto enraizar los objetivos de la clase obrera en u n contexto concreto capaz de darles un sentido y una probabilidad de realización. Pero ya se conciban en una perspectiva marxista o en u n sentido liberal, las ciencias sociales deben ser dialécticas, es decir, vistas en la perspectiva de la historia. Ello implica que previamente se las debe someter a una crítica radical. C o m p r o b a m o s , sin embargo, que los métodos de las ciencias sociales han sido "transportados" casi sin modificación al tercer m u n d o en general y al m u n d o árabe en particular. Confiados en su aptitud para esclarecer o para cuestionar hechos o ideas, hemos contado durante demasiado tiempo con ellos para analizar, interrogar a nuestras sociedades, y actuar sobre ellas.

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N o es casualidad que durante m u c h o tiempo, sobre todo en la década de 1950 e incluso en la de I960, las únicas referencias sociológicas egipcias fueron las traducciones al árabe de obras anglosajonas. Y si actualmente el marxismo, con todas sus variantes, goza de tanto predicamento.entre nuestros universitarios y estudiantes, es porque entraña u n formidable poder polémico. ¿Desafiamos el status quoi Sí; pero cuando se trata de poner en marcha u n proceso de transformaciones y una acción a corto o medio plazo, ¡cuan anticuados somos todavía! Ahora bien, toda investigación en ciencias sociales reviste una importancia capital, n o sólo por su valor propio sino también c o m o signo. M u c h o s de nuestros sociólogos creen poder explicarlo todo por la división de las clases y las relaciones de producción. A la ciencia oficial, y por ello mismo burguesa, oponen una ciencia proletaria. N o se dan cuenta de que la aplicación de los criterios de clases n o puede nunca ser ahistórica y funcionar en el vacío, y que al así hacerlo transforman su propio saber, por m u y marxista que pretenda ser, en pura y simple ideología. Ahora bien, el propio proceder de M a r x nos invita a dialectizar las ciencias sociales. M á s que las teorías, fueron los hechos los maestros de M a r x . E n Francia se encontró con una clase obrera ampliamente organizada, mientras su discípulo Engels descubría en Inglaterra el capitalismo en pleno auge y expansión. E n los dos casos, la lucha de clases era algo fáctico y real, seguía sus propias leyes sin preocuparse de análisis, de ciencia o defilosofía.Es, de alguna manera, la irrupción de la historia en la sociología; en la práctica misma, c o m o una experiencia vivida. El análisis no parte del hombre abstracto, sino de sus condiciones sociales y económicas c o m o datos básicos. Esa es la riqueza de M a r x . Funda u n proyecto nuevo que se expresa mediante la imperiosa necesidad de n o sustituir por u n a teoría —ni siquiera la de M a r x m i s m o — el análisis de los hechos. Pues los hechos son obstinados. N i siquiera la lucha de clases puede invocarse haciendo abstracción de sus condicionantes. H a de ser pensada y analizada en sus efectos específicos. N o existe contradicción simple. U n todo social es una unidad compleja y estructurada. Existen en ella diversos niveles y en cada nivel hay u n haz de contradicciones. U n análisis auténticamente marxista deberá abocarse a estudiar—y ello de manera no artificial—las diferentes contradicciones sociales. La lógica de la dialéctica marxista nos invita a esta perpetua revisión, que implica una crítica radical, aún de la validez dé los conceptos, teorías y métodos utilizados en las ciencias sociales. Pero cuántas nociones se nos proponen para "comprender" nuestras sociedades: la "mentalidad", él "despotismo oriental", el " m o d o de producción asiático", las "sociedades hidráulicas", las "sociedades simples", el "centro y la periferia", la "dependencia", etc. Las modas y los salones se desviven cada temporada por vestir al gusto del día nuestro pensamiento en ciencias sociales. Algunas tesis que hacían furor apenas ayer m i s m o , son hoy abandonadas tan aprisa c o m o se proclamó en su m o m e n t o su carácter definitivo.

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El ejemplo del m o d o de producción asiático es m u y significativo. Esta tesis no se defiende ya hoy ni en China, ni en la U R S S , ni en los países del este. Y es que los progresos en el conocimiento de la historia del tercer m u n d o han inducido afortunadamente a muchos investigadores a observar una mayor prudencia y a preguntarse en qué medida tal o cual tesis, por ilustre que sea su promotor, es verdaderamente sostenible11. El reto recíproco de las ciencias sociales y de la historia, y su crítica mutua, permite denunciar el carácter estéril de muchas pseudo-explicaciones y debería incitarnos a meditar aún más sobre el alcance y la validez de nuestras investigaciones. Algunos especialistas árabes observan que el conocimiento sociológico e histórico que interesa a nuestra sociedad, y que se forja "a la occidental" aun cuando esté elaborado por nacionales —y a fortiori cuando es producto.de los demás— corre m u y a m e n u d o el riesgo de n o ser más que un discurso sobre nosotros, exterior y alienante. Tropezamos así con obstáculos epistemológicos de primer orden debidos al hecho de que, lejos de extraer nuestro saber de nosotros mismos, n o hacemos m á s que traducir al árabe una visión exterior fragmentaria y parcial; además, con la ilusión de hacer obra científica. • • Y para empezar, el tiempo mismo, receptáculo de toda acción y piedra de toque, para la validez de toda investigación en ciencias sociales, constituye un problema. Georges Gúryitch nos ha enseñado que hay múltiples "tiempos"16. Si adoptamos su análisis, vemos que hay un tiempo "musulmán" que sirve de referencia a toda una corriente de pensamiento tan vigorosa hoy c o m o antaño, o, si lo.preferimos, una cierta manera musulmana de vivir el tiempo. Pues la verdad coránica es ahistórica. L a tradición es u n rechazo del tiempo lineal. L a tradición musulmana (el Corán, los Hádices o máximas del Profeta, la exegesis, éifiqh y los esfuerzos de racionalización) es un cuerpo formado por aportaciones de diversas edades, ciertamente, pero constitutivo de una ética que se considera a sí misma c o m o intemporal. La shari'a se hace explícita en la historia. Sus formulaciones, históricas apenas si tienen más valor que diversas miradas dirigidas a un m i s m o objeto. Puede incluso deducirse de ello que la historia no es más que retroceso o degradación, en la medida en que es alejamiento progresivo respecto al modelo coránico original. La Quadim no se opone al Jadíd c o m o lo antiguo a lo nuevo, sino c o m o lo coyuntural, lo factual, a lo eterno, o la copia al arquetipo. Y efectivamente, el modelo fundamental encarnado por el Profeta y descrito por la sunna es u n modelo "antiguo", con lo cual entendemos qué es "esencial" y verdadero. Cuanto m á s avanza la historia, más se alejan los musulmanes en el tiempo de este modelo original, y la imagen colectiva que de él poseen no puede menos que degradarse cada vez más. Los teólogos musulmanes, de Ghazali a Jomeini,ríohan dicho otra cosa. A la historia pura, sucesión de aconteciriiientos, oponen la visión del m u n d o a la luz de la eternidad. Y si queremos comprender c ó m o el debate historia-ciencias sociales se presenta en el m u n d o árabo-musulmán, es preciso hacerle girar, todavía hoy, en torno a esta problemática: ¿cómo iderí-

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tificar y hacer explícitas las "edades" de una tradición que rehusa el propio concepto de edad? < Podemos, por lo demás, buscar y encontrar explicaciones objetivas para dar cuenta de esta historia congelada. U n a cierta concepción de la tradición puede incluso desempeñar u n papel y una función de "obstáculo epistemológico" interpuesto en el camino del saber social. El análisis en profundidad y hasta el psicoanálisis, a ejemplo de lo que nos ha enseñado Gaston Bachelard18, puede incluso resultar saludable. N o deja de ser por ello apasionante e irónico contemplar el partido que pese a todo puede sacarse del propiofiqhpara comprender las sociedades árabes actuales y su historia. Y esto implica someter a u n estudio histórico y comparado la elaboración del cuerpo del fiqh musulmán. Se puede incluso fundar u n a verdadera arqueología de las visiones islámicas del m u n d o y delimitar sus horizontes sucesivos. Por supuesto, nos faltan demasiados jalones, y n o disponemos aún sino de m u y escasos conocimientos objetivos sobre la materia. Pero tal c o m o es, este cuerpo permite establecer las grandes líneas de evolución de muchos aspectos de la sociedad árabe17. Claude Cahen pone el dedo en la llaga cuando escribe: "Las fuentes jurídicas tratan, naturalmente, desde su propio punto de vista los hechos económico-sociales, y no podemos eludir la cuestión de saber en qué condiciones pueden o deben ser utilizadas, n o sólo por el historiador del derecho, sino por la historia propiamente dicha"18. Otros colegas no menos lúcidos y n o menos avisados han planteado los problemas de manera distinta a la nuestra y han creído poder resolverlos rechazando completamente el espíritu mismo que presidiera en occidente el desarrollo de las ciencias sociales. Para ellos la repulsa es doble: el ontologismo de la tradición y la aspiración occidental a una universalidad exclusiva. U n a manera de.ser fiel a uno mismo sería partir primero de los conceptos nacidos en el propio seno de la sociedad árabe, aún si hubiera que criticarlos severamente, rectificarlos y hasta hacerlos trizas. E n esta perspectiva es c o m o hay que interpretar el entusiasmo a veces mórbido con que se acogen entre nosotros los Prolegómenos de Ibn Jaldun. Los conceptos jaldunianos, nacidos en el interior de nuestra sociedad, podrían traducir sus contradicciones mejor que otros cualesquiera. El proyecto del iraquí AJi Al Wardi, por ejemplo, se propone descubrir una lógica social a través de la lógica del pensamiento de Ibn Jaldun, y a ese respecto dice: " L a sociología moderna nació en u n marco distinto de aquél en que se desarrolló la de Ibn Jaldun"19. Las ciencias sociales árabes han extraído sus concepciones básicas de dos tradiciones culturales diferentes. Ninguna puede aspirar ni a la exclusividad ni a la universalidad, por n o haber alcanzado u n grado.de desarrollo suficiente. Cada escuela conserva sus caracteres específicos^ por estar arraigadas en realidades sociológicas diferentes. Al Wardi no desconoce en m o d o alguno la importancia capital de la sociología occidental en su doble variante marxista y anglosajona. Pero no cree que

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las ciencias sociales árabes puedan ignorar la contribución de Ibn Jaldun. "Quizá la corriente de pensamiento jalduniana sea más apta para acercarnos a la comprensión de nuestra sociedad que las otras corrientes sociológicas"20. A l Wardi propone que los conceptos de beduinismo (badâwà), beldismo o civilización urbana (h'adhâra), solidaridad (àsabiya) y aparición del Estado {manshu al dawlá) se consideren conceptos "auténticos y verdaderos", susceptibles, mejor que otros, de explicar y elucidar desde dentro las sociedades árabes. Y añade: "Tenemos necesidad de una sociología específica que extraiga sus marcos de referencia de nuestro propio legado sociológico y que se apoye en el estudio de nuestra realidad concreta. H e m o s de dejar de ser imitadores ciegos que se apoderan de cualquier teoría y de cualquier concepto que les viene a las manos y que inmediatamente tratan de aplicar a nuestra sociedad, abstracción hecha de las diferencias que la distinguen de los países en que apareció la sociología moderna" 21 . El proyecto de Al Wardi no es ni mejor ni peor que cualquier otro. L o hemos expuesto porque da fe de este cuestionamiento de la historia y de las ciencias sociales por apelación a lo interior contra lo exterior. N o se trata aquí de entablar ningún proceso. L o mismo habríamos podido citar la historia del Maghreb de Abdallah Laroui22. E n u n trabajo precedente tuve ocasión de mostrar que conceptos tales c o m o los de éxodo rural, urbanización, etc., son m u c h o menos adecuados cuando se trata de sociedades árabes que los de beduinismo y beldismo, no solamente porque éstos sean verdaderos, sino porque dan a la vez la medida de los cambios profundos y de la permanencia de una invariante histórica23. Pero no siempre es necesario recurrir a Ibn Jaldun para comprender la sociedad árabe. T o d a investigación, toda pesquisa es, ipso facto, retorno a las fuentes. Es al nivel de la encuesta sociológica o histórica, del trabajo sobre el terreno o del examen meticuloso de los archivos, c o m o se revela la validez y la fecundidad de nuestros métodos, de nuestros conceptos, de nuestras teorías. Por lo que a nosotros respecta, nos guardaremos m u y bien de oponer al europeocentrismo u n arabocentrismo de pura fachada. Es bien evidente que los trabajos de Robert Brunschvig, de Claude Cahen, de Dominique Chevallier, de André Raym o n d , de Carl Brown, de Bernard Lewis, de W i d a d Al Kadhi, de Abdallah Laroui, de M o h a m e d Talbi, por-diversos que sean sus supuestos y premisas, no podrán nunca ser ignorados a pesar de no haber partido de conceptos procedentes del contexto árabe. El interés de este debate se cifra en hacer ver que, al reto metodológico que separa la historia de las ciencias sociales, se superpone, en nuestros países, u n reto epistemológico. L o que cimenta la validez de u n concepto, de una teoría, de un método, es, en último análisis, su fecundidad, su aptitud para dar cuenta de los hechos, para esclarecerlos y explicarlos. U n a teoría, al fin y al cabo, n o es verdadera sino en tanto no se haya demostrado que es falsa, c o m o gustaba de enseñarnos Gaston Bachelard. Es saludable que tentativas c o m o la de Al Wardi'o Laroui se hayan llevado

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a cabo. Constituyen, sin duda alguna, vías de enriquecimiento. Son testimonio dé vitalidad y demuestran que el encuentro de la historia con las ciencias sociales, especialmente en el m u n d o árabe, está en camino de fundar u n verdadero h u m a nismo nuevo. Dicho encuentro —que, por otra parte, y m u y a m e n u d o , es enfrentamiento y confrontación— está revelando el sentido del ser colectivo árabe. Y ello, además, en el triple sentido de la palabra sentido: destaca la orientación de nuestra historia, elucida su significación, exalta.su sabor. El reto de la historia a las ciencias sociales obliga a éstas a no quedarse en la superficie de las cosas, sino a penetrar en lo m á s hondo de lo social, es decir, afinde cuentas, a dialectizarlo y a dinamizarlo. Al tomar conciencia de la dimensión histórica de los hechos sociales, la historia nos obliga a hacernos cargo del tiempo c o m o receptáculo y de las representaciones colectivas del tiempo c o m o condicionantes de la acción y del pensamiento humanos. Las ciencias sociales, a la inversa, cuestionan la historiografía tal c o m o tradicionalmente se practica en nuestros países, y tal c o m o la Escuela de los Anales, por ejemplo, la h a recusado m u y recientemente en Europa. H a y que guardarse de tratar este debate c o m o u n debate local, porque, por el contrario, es u n presagio de su irrupción a escala mundial. Invita a hacer un fondo c o m ú n de todas las investigaciones históricas y de ciencias sociales realizadas en el m u n d o entero que tengan una aportación original que hacer al conocimiento del hombre. Desde nuestras independencias hemos partido hacia el descubrimiento de las raíces de nuestro pasado. Era preciso que así se hiciera, para ser alfinnosotros mismos. Pero al mismo tiempo nuestra contribución, sean cuales fueren sus presupuestos, entra en el patrimonio colectivo de la humanidad. N o s ha lanzado al diálogo con el m u n d o y nos ayuda a salir de nuestro aislamiento. Por esta razón, tiene una función histórica, vitalizante y desmarginalizante. Se ha observado con frecuencia que si las ciencias humanas no pueden realizar experimentos, tienen la posibilidad de suplir esta carencia mediante el método c o m p a rativo. M a s para que esto sea posible, aún hace falta que haya elementos que comparar. [Traducido del francés] Notas Geoffrey Barraclough, "L'histoire", Tendances historia interminable e imprescriptible de las principales de la recherche dans les sciences estructuras y de los grupos de estructuras." a sociales et humaines, 2 . parte, vol. I, p. 300"Histoire et sociologie", en: Georges G u r 301, Paris, Mouton-Unesco, 1978. vitch, Traité de sociologie, vol. I, p . 93. Fernand Braudel, por ejemplo, no vacila en escri- 3 Véase Geoffrey Barraclough, op. cit., p . 300 y ss., bir: "Si tomamos u n enfoque histórico de que ofrece una exposición detallada de la largo plazo, historia y sociología no es que situación. 4 se encuentren, que se apoyen mutuamente, Robert Brunschwig. Islamologie, tomo I, p . 3. 5 esto sería demasiado poco decir; es que A . Bouhdiba, Criminalité et changements sociaux ambas se confunden. El largo plazo es la en Tunisie, Túnez, 1965.

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Notas (continuación) 6

15 A . Bouhdiba, Public et justice, R o m a , 1971. Georges Gurvitch, Dèterminismes sociaux et liberté humaine, París, 1955. A . Bouhdiba, "C'est ainsi que nous avons tenté une analyse de la genèse du concept de nation 16 Gaston Bachelard, La formation de l'esprit scienen Tunisie", A la recherche des normes perdues, tifique, Paris, 1957, principalmente el capítulo p . 11 y ss., Túnez, 1973. primero: " L a notion d'obstacle épistémolo8 gique". J. Berque, Structures sociales du Haut Atlas, 17 a Es lo que hemos intentado realizar en La sexualité 2 . ed. Presses Universitaires de France, 1978. 9 *Barraclough, op. cit., p . 391. en Islam, Paris, 1975, principalmente en la 10 primera parte. A . G . Chejne: " T h e use of history by modern Arab writers", The Middle East journal, 18 Claude Cahen, "Considérations sur l'utilisation des ouvrages de droit musulman par l'histovol. X I V , 1960, p. 391. 11 rien", Les peuples musulmans dans l'histoire Véanse sobre este punto dos magníficos estudios de médiévale, p . 82, Damasco, 1977. Constantin Zuraiq: " N a h ' n u wal Târîkh", 19 Ali Al Wardi, Mantaq Ibn Jaldun, 2 . a edición, Beirut, 1960 y "Fi ma'rakat al h'adhâra", Beirut, 1964. Véase también A . Laroui, Les Túnez, 1977. 20 origines sociales et culturelles du nationalisme Ibid. 21 marocain (1830-1912), Paris, 1977, 481 p . Ibid. 22 12 A . Laroui, Histoire du Maghreb, un essai de synBraudel, op. cit., p . 97. 13 F . Engels, Ludwig Feuerbach et la fin de la philothèse, Paris, 1970, 395 p . 23 Véase A . Bouhdiba, Criminalité et changements sophie classique allemande, tomo II, p . 34, É d . Sociales, 1946. sociaux, p. 79 y ss., Túnez, 1965; A . Boubdiba, 14 "Bédouinisme et beldisme dans la Tunisie acE n cuanto a este punto concreto remitimos a tuelle", en: A la recherche des normes perdues, Georges Lichtheim, " M a r x and the Asiatic op. cit., p . 29 y ss. m o d e of production", St. Antony's papers, vol. X I V , 1963. 7

L a historia c o m o ciencia social*

Jerome M . Clubb Este artículo se basa en la idea de que la historia puede y debe ser estudiada c o m o una ciencia social y que la historia puede contribuir de forma decisiva al progreso del saber científico social. Antes de seguir adelante, sin embargo, convendría indicar también que la palabra "historia", cuando se refiere a la disciplina o al c a m p ó de estudio, n o debiera quizás emplearse en singular. Y n o se trata aquí de las diversas especializaciones temporales, geográficas y temáticas de los historiadores, sino m á s bien del hecho de que los estudios históricos se abordan de m u y distintas maneras y que estos variados enfoques sirven a los historiadores para una diversidad defines.Entre dichosfinesse cuentan, sin duda, la satisfacción del interés por el conocimiento del pasado, sin m á s , por la reconstrucción y explicación de los hechos históricos c o m o u n afinalidaden sí, por la transmisión de valores sociales, por la instrucción moral, por los valores recreativos e inspirativos que se desprenden de u n a buena crónica o relato épico, y tantos otros. Nuestra tesis aquí es que la historia puede también cultivarse c o m o una ciencia social y servir afinescientíficos sociales, o, desde u n punto de vista diferente, que las otras ciencias sociales precisan de u n componente histórico bien desarrollado1. Para losfinesde nuestro trabajo podemos definir las ciencias sociales c o m o aquellas áreas de investigación que aspiran a identificar regularidades en los asuntos humanos mediante el empleo de datos y de métodos empíricos, y que intentan elaborar formulaciones teóricas para concatenar y explicar esas regularidades. N o equivale esto a sostener, repetimos, que todos los historiadores han de estudiar el pasado con arreglo a esta definición, o que toda prospección en el pretérito deba llevarse a cabo de acuerdo con los fines y criterios implicados en ella. Sólo Jerome Clubb es director ejecutivo del Inter-University Consortium for Political and Social Research, P . O . Box1248, Ann Arbor, Michigan 48106, Estados Unidos de América. ;

Rev. int. de cieñe, soc., vol. XXXIII (1981), n.« 4

* Algunas de las ideas expresadas en este trabajo se basan en argumentos desarrollados en dos ensayos anteriores, uno de ellos escrito en colaboración con Alian G . Bogue y el otro en colaboración con A . Bogue y William H . Flanigan. Estos dos ensayos aparecieron en American behavioral scientist, vol. 21 (noviembre/diciembre de 1977). Si bien he sacado buen partido de la erudición y sabia intuición de mis colaboradores, n o debe hacérseles a ellos responsables de las ideas, argumentos e interpretaciones que aquí se presentan.

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afirmamos aquí que el enfoque científico social se cuenta entre las formas legítimas de abordar la historia. Es m á s , constatamos y aceptamos la diversidad, ya que toda tentativa de prescribir una ortodoxia de métodos, objetivos y enfoques en el estudio de la historia está condenada a ser infructuosa y destructiva. Si los fines de las ciencias sociales figuran entre los fines legítimos de la investigación histórica, y si la investigación histórica es un componente necesario del quehacer científico social, hay unos cuantos puntos m á s que merecen consideración. E n el presente artículo nos interesan tres de los m á s evidentes. El primero de ellos atañe a las posibles contribuciones de la historia, así entendida, al saber científico social. El segundo se refiere a las características de este tipo de historia y a las formas en que se aleja de la investigación histórica m á s convencional. El tercero tiene que ver con los obstáculos que h a de enfrentar la historia puesta al servicio de los objetivos científicos sociales y con las cargas que su ejercicio impone al historiador. Al tratar estos puntos recurrimos a los ejemplos y experiencias de la "nueva" historia, tal c o m o se practica en los Estados Unidos de América. El punto de vista, lo reconocemos plenamente, es estrecho y provinciano. A u n así, la nueva historia supone u n significativo alejamiento de una tradición historiográfica m á s antigua y convencional (la que, por razones de conveniencia,, design a m o s aquí c o m o historia "tradicional"), que frecuentemente se describe c o m o científico-social tanto en inspiración c o m o en aspiración2. D e esta manera, la nueva historia, y los debates entre historiadores tradicionales y nuevos, ofrece valiosos puntos de referencia a la hora de considerar las características de la historia científico-social.

Misión de la historia científico-social Para muchos historiadores las conclusiones, modelos y teorías de las ciencias sociales (quizá con la parcial excepción de la economía y, en menor grado, de la psicología) suelen parecer un tanto inconsistentes. E n general, parecen descansar en supuestos ilusorios sobre la motivación h u m a n a , aparte del hecho de que las relaciones y generalizaciones que se sustentan poco menos que c o m o leyes generales del comportamiento h u m a n o suelen dar la impresión de ser excesivamente abstractas, limitadas en su utilidad e incluso triviales. El alcance y universalidad de las conclusiones parecen cuestionables, limitadas en el tiempo y sólo aplicables a contextos históricos estrechos y específicos. Quizás lo m á s importante es que las formulaciones científico-sociales parecen tener escaso valor para la misión fundamental de muchos historiadores, o sea la explicación de las actitudes y del comportamiento de individuos históricos, en situaciones históricas específicas. Si bien se admiten las críticas, hay también dos respuestas que vienen al caso. L a primera es que la historia y los historiadores n o han contribuido aún eficazmente al desarrollo de las ciencias sociales. Por una parte, el fomento de los

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estudios históricos sobre las últimas décadas del siglo xix, y en adelante, n o ha tomado direcciones plenamente compatibles con los,objetivos de la ciencia social en cuanto a métodos, orientación y objetivos. Por la otra, los científicos sociales, especialmente durante el primer ardor de la revolución conductista, tendieron a favorecer los métodos de observación directa, m u y a m e n u d o tratándolos erróneamente c o m o sinónimos de ciencia. Se veía a la historia c o m o basada en testimonios excesivamente fragmentarios, c o m o demasiado impresionista, m á s e m p á tica y subjetiva que empírica y objetiva. L a segunda aunque no. menos oportuna respuesta es que las expectativas de los historiadores, y con ello sus críticas, se basan con frecuencia en una incomprensión de lo que son en realidad la naturaleza y losfinesde las ciencias sociales. La relación entre historia y ciencias sociales ha solido enunciarse c o m o u n nexo de dependencia y aplicación. Así, los historiadores simplemente aplican modelos y teorías tomados de la ciencias sociales a situaciones históricas, para describirlas y explicarlas. Ésta fue, sin duda, una característica de gran parte de la labor inicial de la nueva historia económica, o "cliométrica", la m á s avanzada de las historias nuevas. L a teoría económica neoclásica fue así acoplada a la cuantificación para explorar la vida económica del siglo xix. Es evidente que una orientación tal define el papel de los historiadores y las.virtuales aportaciones de la historia al saber científico-social en términos sumamente limitados y m u y poco interesantes. C o m o dice North, "los nuevos historiadores económicos están haciendo lo mismo que los economistas, salvo que los historiadores económicos se ocupan de cuestiones muertas en lugar de tratar problemas vivos, y que los datos que manejan son generalmente de menor calidad"3. L a m i s m a generalización puede también aplicarse a otras áreas importantes de la nueva historia. E n estas otras áreas, sin embargo, la utilización de teorías y modelos científicos sociales ha tendido a ser menos sofisticada y menos explícita que en la nueva historia económica. Sin embargo, existe u n papel sustancialmente distinto y m á s vital para la historia en su relación con las ciencias sociales. Escribiendo acerca de la relación entre la historia económica y la economía, Postan sostiene que u n objetivo de estudio apropiado para la historia económica son los factores que, c o m o el cambio en la población, en la tecnología y en el gusto, son tratados c o m o constantes en gran parte de los estudios económicos4. North hace la misma observación al comentar críticamente la historia cliométrica: "Los cliómetras han vuelto la espalda a una larga tradición que va de Joseph Schumpeter a Karl M a r x y a A d a m Smith. Estos autores, miraron la historia económica c o m o algo esencial porque añadía una dimensión a la economía política. Su objeto era analizar los parámetros que el economista toma c o m o constantes. Si la economía es una teoría de la elección sujeta a restricciones específicas, una tarea de la historia económica era teorizar acerca de esas restricciones en continua evolución"6. Según esta perspectiva, los estudios históricos tienen u n papel vital en el fomento del saber científico-social,

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y todo fallo en el desempeño de ese papel empobrece a las ciencias sociales. El estudio de los fenómenos políticos ofrece una ilustración m á s de esta manera de ver el papel de la historia en las ciencias sociales. Los estudiosos de las ciencias políticas, los psicólogos sociales y los sociólogos políticos han elaborado en los últimos años una serie impresionante y sistemática de propuestas y formulaciones acerca de la naturaleza y de los elementos determinantes de las actitudes y comportamiento político de las masas. Esta investigación, no obstante, se ha basado principalmente en el breve periodo que va de la década de 1950 a la de 1970. Durante estos años, por supuesto, factores tales c o m o las comunicaciones, la estructura institucional de la política, los niveles educativos, la estructura de grupos de la sociedad, e incluso las expectativas sobre el papel de los poderes públicos, se han mantenido esencialmente constantes. Tales factores, además, tienden a ser tratados c o m o constantes y c o m o "externos" respecto a las formulaciones y a los modelos m á s sistemáticos empleados en esta área de investigación. U n a de las consecuencias de ello es que la capacidad de predecir aun el impacto direccional que el cambio en estos parámetros de la vida política podría tener sobre las funciones de gobierno, la representación popular o los partidos políticos se ve rigurosamente limitada. El reconocimiento de dichas limitaciones ha motivado que se haga cada vez mayor hincapié en el examen sistemático del pasado político, c o m o vemos en las obras de Burnham, Converse y otros8. Estos ejemplos podrían exponerse, sin duda, en términos m á s generales. L a importancia de estudiar los fenómenos sociales en contextos situacionales variados es algo generalmente admitido. H o y se dedica m u c h o esfuerzo a elaborar comparaciones entre naciones, culturas, regiones y otros agrupamientos subnacionales. Al m i s m o fin pueden también contribuir los estudios históricos. Las comparaciones históricas pueden ser útiles en la identificación del impacto de los factores específicos que están presentes en algunas situaciones históricas pero no en otras. D e esta manera, los estudios históricos pueden ayudar a especificar las condiciones límite de las generalizaciones científico-sociales; o, dicho de otro m o d o , las condiciones dentro de las cuales las generalizaciones son aplicables o no lo son. E n otras palabras, los estudios históricos pueden ayudar a definir el contenido de la cláusula ceteris paribus, que es un agregado implícito de toda generalización científico-social. E n términos m á s optimistas, tales estudios pueden aportar una mayor cantidad de factores a las teorías y a los modelos de la ciencia social, constituyendo así u n medio de verificación, de desarrollo y de aquilatamiento de las formulaciones teóricas. Pero si aceptamos estas posibilidades c o m ofineslegítimos de la investigación científica, debemos considerar aún otras implicaciones. Éstas tienen que ver con cuestiones de método, con los cánones de prueba y verificación y con la definición y enfoque de la investigación. L a consideración.de estos puntos indica, además, que la nueva historia, tal c o m o se practica en los Estados Unidos de América, sólo ha avanzado u n corto trecho hacia las ciencias sociales.

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Métodos de investigación E n los debates entre historiadores tradicionales y nuevos, al menos tal c o m o se han desarrollado en los últimos años en los Estados Unidos de América, el empleo de métodos y datos cuantitativos ha constituido u n punto polémico central. L a cuantificación se ha tratado a m e n u d o c o m o característica definitoria fundamental de la nueva historia, tanto por sus críticos c o m o , con alguna frecuencia, por sus propios postulantes. Por otra parte, en el uso de datos cuantitativos, estadísticas y otros recursos matemáticos se ha visto el área central de afinidad entre la nueva historia y las ciencias sociales. E n realidad, estos debates han tendido generalmente a caracterizar la cuantificación, al menos por implicación, c o m o definitoria fundamental de las ciencias sociales y, si vamos al caso, de la ciencia en general. E n la medida en que ha sido llevado por estos derroteros, el debate ha resultado seriamente desorientador. Evidentemente los historiadores tradicionales no se privan de cuantificar cuando los nuevos historiadores lo hacen. C o m o Fogel y otros han señalado, todos los historiadores han cuantificado siempre, al menos implícitamente7. L a diferencia entre los dos campos, por lo que al uso de la cuantificación se refiere, estriba sólo en el grado y en la naturaleza del uso de materiales y métodos cuantitativos. L a identidad que a veces se establece implícitamente entre cuantificación y ciencia social es también, sin duda alguna, falaz. Acaso toda ciencia sea cuantitativa, pero desde luego no toda cuantificación es ciencia. El uso de métodos y materiales cuantitativos en buena parte de la nueva historia sólo supone, además, u n distanciamiento apenas relativo de los fines y procedimientos de la historia m á s tradicional. C o n frecuencia supone m u y poco más que el empleo de material documental olvidado para estudiar poblaciones históricas relegadas también al olvido, y que no pueden ser eficazmente estudiadas a través de las fuentes literarias convencionales. Se basa, por decirlo de otra manera, en u n esfuerzo por escapar a la parcialidad elitista propia de las fuentes convencionales y en una preferencia por datos relacionados con las características y el comportamiento de poblaciones históricas, en vez de las descripciones de esas características y de ese comportamiento suministradas por algún observador contemporáneo supuestamente perspicaz y bien informado. L a finalidad, n o obstante, es la misma que la de la historia tradicional: ofrecer una descripción más.completa y exacta de la realidad pretérita. Poca razón hay para tratar tales aplicaciones c o m o u n alejamiento importante de la historia tradicional o c o m o una ciencia social. Globalmente considerado, el debate sobre la cuantificación ha tendido a borrar las diferencias entre la ciencia social y la historia tal c o m o suele practicarse y a.enmascarar cuestiones de método m á s importantes. Huelga hacer aquí u n examen minucioso de las aptitudes matemáticas y técnicas de los nuevos historiadores. U n a opinión expresada tiempo atrás por algunos, de estos nuevos historiadores indicaba que los métodos cuantitativos brutos, "aproximativos" y

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"manejables" bastaban para la investigación histórica; otras veces se ha aducido que las inconsistencias y el carácter fragmentario de los datos históricos excluyen el empleo de instrumentos y de procedimientos estadísticos complejos. Afortunadamente, tales opiniones han perdido m u c h a vigencia en la actualidad, y cada vez m á s se reconoce que lo correcto es justamente todo lo contrario. Las mismas inconsistencias de los datos históricos imponen en realidad una mayor pericia matemática y técnicas m á s complejas que las que se precisarían para datos m á s perfectos. A u n q u e los saberes matemáticos y técnicos de los historiadores, fuera del campo de la historia económica, n o pueden compararse con los de otras ciencias sociales, la necesidad de una mejora sustancial en este aspecto es algo generalmente admitido8. Sin minimizar en m o d o alguno la importancia de la pericia matemática y técnica, hay otras cuestiones de método de importancia más fundamental. Entre ellas se destacan los problemas de la teoría y de la conceptualización. Aunque frecuentemente descuidadas por los nuevos historiadores, la teoría y la conceptualización explícitas son esenciales para la ciencia social, c o m o fines mismos de la investigación y c o m o instrumentos de análisis. Para estudiar fenómenos se emplea una teoría o una conceptualización que especifica los elementos críticos de esos fenómenos y describe las relaciones entre esos elementos. L a teoría o conceptualización es una abstracción, una elaboración intelectual, y los elementos y relaciones que especifica son conceptos n o empíricos. Para emplear tales esquemas hace falta una serie de operaciones adicionales. Se requiere u n proceso de traducción para transponer explícitamente dichos conceptos n o empíricos en datos específicos y operaciones matemáticas. L a manipulación de los datos proporciona luego una base para formular inferencias acerca de los fenómenos y u n medio para someter a prueba la idoneidad de la conceptualización, en términos de la presencia o ausencia de las relaciones propuestas en la hipótesis. E n este sentido, Alfred Marshaíl describía la teoría económica diciendo que " n o es u n sistema de verdad concreta, sino u n mecanismo para el descubrimiento de la verdad concreta"0; este enunciado es aplicable igualmente a teorías y conceptualizaciones de otros ámbitos de la investigación científica. Los problemas de medición, de traducción de conceptos n o empíricos a datos empíricos y operaciones aritméticas y estadísticas son de una importancia decisiva en la investigación científico-social. Blalock expone este conjunto de problemas del m o d o siguiente: "Entre el lenguaje de la teoría y la investigación propiamente dicha parece existir una brecha consustancial que nunca podrá salvarse de una forma totalmente satisfactoria. Pensamos en términos de u n lenguaje teórico que encierra nociones tales c o m o causas, fuerzas, sistemas y propiedades; pero nuestras comprobaciones las efectuamos en términos de covariaciones, operaciones y lecturas de indicadores. C o m o dice Eddington, aunque u n concepto tal c o m o el de " m a s a " pueda considerarse teórica o metafísicamente c o m o una propiedad, el hecho de que " m a s a " c o m o propiedad sea equivalente

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a "masa" c o m o realidad, según se infiere de la lectura de indicadores, n o deja de ser una opinión piadosa"10. Así considerados, los datos y operaciones cuantitativas de los científicos sociales —y de los historiadores científico-sociales— son, en el mejor de los casos, indicadores de conceptos; su validez depende de definiciones de conceptos operativas y precisas, y su utilización requiere teorías explícitas, conceptualizaciones y elaboración acerca de la realidad subyacente. E n esta perspectiva, y sin minimizar tampoco el valor del análisis de datos exploratorio, la cuantificación puede considerarse c o m o el producto final de la conceptualización y de la elaboración teórica, m á s que c o m o su comienzo 11 . Estas mismas consideraciones presentan bajo u n a luz diferente cuestiones tales c o m o la de si los problemas históricos particulares son intrínsecamente cualitativos o cuantitativos por naturaleza. Y a sea que entendamos las referencias a la estructura u organización de las sociedades pretéritas c o m o cualitativas o c o m o teóricas, esos conceptos n o pueden.emplearse en. la investigación sin u n a conceptualización mayor y m á s específica. S u empleo requiere además u n a traducción que los. relacione con datos específicos, ya sean cuantitativos o de otra naturaleza. L a calidad y lautilidad de los descubrimientos resultantes dependen de la calidad de la conceptualización inicial y del proceso de traducción. : Justo será decir que, sobre todo en las primeras obras, una buena parte de la nueva historia tendió a descuidar los problemas dé teoría, conceptualización y medición. Las conceptualizaciones de fenómenos y de procesos se dejaban a m e n u d o implícitas y, por lo tanto, sin examinar. Los datos se trataban con frecuencia c o m o sinónimos efectivos de conceptos y de la realidad histórica, y las técnicas cuantitativas se emplearon prematuramente. Algunos ejemplos generales pueden servirnos de ilustración. , E n los trabajos de investigación de historia política se tomaba a veces el voto popular emitido en elecciones c o m o medida directa de las lealtades partidistas o de las preferencias políticas del electorado en general. Pero el comportamiento electoral puede ser producto de una compleja configuración de actitudes políticas, adhesiones partidistas, atractivo personal de los candidatos y diversas cuestiones específicas y circunstancias locales. D e ahí que el voto emitido por individuos históricos —o m á s exactamente, colectivos de individuos históricos— no pueda tomarse c o m o medida correcta de preferencias políticas o de adhesiones a partidos. Proceder así implica u n a conceptualización o teoría precisa respecto de las actitudes y del comportamiento político de las masas 12 . E n general en estos trabajos, sin embargo, n o se especificaba ni.se examinaba críticamente ninguna teoría o conceptualización de esa índole. Otras investigaciones anteriores encaminadas a evaluar la movilidad social en diversos contextos históricos nos ofrecen u n segundo ejemplo. E n muchas de ellas, se tomaba la ocupación profesional de los individuos históricos c o m o medida básica del estatus social y el cambio de ocupación, o la falta de ella, c o m o

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medida de la movilidad social. El estatus social es, sin embargo, un concepto sumamente complejo. L a profesión constituye, c o m o m u c h o , u n elemento entre otros del estatus social, y nos ofrece, a lo sumo, una definición empobrecida del concepto13. Sin mayor conceptualización, una definición tal sólo puede producir resultados de cuestionable utilidad. ; Las investigaciones acerca de la familia en la historia proporcionan todavía otro ejemplo. Se han dedicado considerables esfuerzos a indagar el carácter, la estructura y las características de la familia en los Estados Unidos de América del siglo xix. E n buena parte de dichos trabajos las unidades de análisis empleadas, o sea, las entidades estudiadas, n o son las familias sino los hogares definidos en términos de residencia en la misma vivienda. U n a familia, sin embargo, no es lo m i s m o que u n hogar, y los miembros de una familia n o siempre residen necesariamente bajo el m i s m o techo. Utilizar el hogar c o m o sustituto operativo de la familia, sin m á s explicaciones ni conceptualización, introduce una deformación de los hechos o u n error en la medida. • L a magnitud y naturaleza de ese error depende de la forma en que se conceptualice la familia, ya sea, por ejemplo c o m o u n a unidad económica, o social, o biológica. Sin embargo, en la mayor parte de los trabajos n o se ofrecía esta conceptualización. El objeto de estos ejemplos mencionados n o es insistir sobre los defectos de los estudios históricos de ayer. D e todas maneras, los problemas de conceptualización y medición son m á s explícitamente admitidos y m á s directamente tratados en la actualidad. El objeto qué aquí perseguimos es m á s bien señalar, por u n lado, la inevitable brecha que existe entre los datos empleados por los científicos sociales y los fenómenos de verdadero interés y, por otro, indicar que en el caso de los estudios históricos la brecha en la medición resulta significativamente ampliada, debido a la naturaleza misma de los materiales documentales históricos. Los ejemplos antes mencionados ilustran en parte las limitaciones de las fuentes históricas. Por lo que a la historia política de los Estados Unidos de América se refiere, por ejemplo, el voto emitido en las elecciones constituye la principal y, en ciertos aspectos, la única fuente testimonial sistemática y comprehensiva de la participación, comportamiento y actitudes políticas de las masas. E n el otro caso, la información sobre las profesiones de los individuos históricos es m á s asequible que la referente a otros atributos individuales que, combinados, ofrecerían indicios m u c h o m á s completos respecto al estatus y a la movilidad social. E n el caso de la familia, las fuentes testimoniales básicas y m á s exhaustivas para su estudio histórico son los padrones manuscritos para los censos d e m o gráficos del siglo xix en los Estados Unidos, que generalmente agrupan a las personas en términos de convivencia bajo un m i s m o techo, m á s que con arreglo a vínculos familiares. Sin embargo, con todos sus defectos y limitaciones, este es el tipo de material documental que los historiadores se ven obligados a utilizar. L a disponibilidad de datos es sin duda una condición indispensable para poder llevar a cabo cualquier investigación. Los datos de que disponen los histo-

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riadores son generalmente m á s fragmentarios, menos completos y con m e n o s relación directa con los fenómenos en observación que los datos de que disponen los científicos sociales para el estudio de fenómenos m á s contemporáneos. El historiador, además, tiene menos control sobre la información y n o puede reunir a voluntad nuevos datos para clarificar resultados ambiguos o verificar de otro m o d o relaciones poco comprobables. C o m o consecuencia, la historia científicosocial depende m á s estrechamente de la teoría y de la conceptualización, exige métodos m á s complejos y requiere una atención aún mayor sobre estas cuestiones que la ciencia social orientada hacia lo contemporáneo 11 . Para los historiadores científico-sociales los problemas de medición son más graves. Se les hace necesario acudir a la conceptualización '—o, lo que es igual, a la "teoría auxiliar", para expresarlo con palabras de Blalock— a fin de poder especificar c ó m o los datos empíricos se relacionan con las propiedades y procesos conceptuales y desde qué base, de qué m o d o y en qué grado los indicadores empíricos se apartan de los conceptos en estudio y falsean los resultados16. Lejos de ser poco o nada teórica, c o m o a veces se afirma de la historia tradicional, la historia científico-social tiende a ser m á s teórica incluso que las demás ciencias sociales.

Prueba y verificación L a historia es una disciplina antigua y bien desarrollada que tiene a su vez u n a historia. Esa historia, ha desembocado en concepciones ampliamente compartidas entre los historiadores en cuanto a las metodologías idóneas; los focos de investigación, la manera de abordarla y los m o d o s de presentación. Fogel repasa la evolución de los estudios históricos y constata, por u n lado, el alejamiento de los historiadores de las ciencias naturales c o m o modelo de investigación y explicación y, por otro, la negativa de los historiadores a formular leyes del comportamiento h u m a n o c o m o objetivo de la exploración histórica. Los historiadores han adoptado en cambio, prosigue Fogel, u n modelo m á s afín al del derecho18. Para ilustrar la aplicación del modelo jurídico, Fogel cita extensamente la Harvard guide to American history, publicada por primera vez en 1954 y considerada entonces, y quizás todavía hoy, c o m o texto fundamental del método histórico. Algunos de los pasajes bien merecen ser reproducidos de nuevo: . " U n a vez seguro de que comprende lo que el testigo está diciendo, el historiador debe ponderar si el testigo se hallaba en posición de conocer aquello de lo que hablaba; luego, en el caso de que el testigo se hallara efectivamente en tal posición, si poseía la competencia necesaria para observar correctamente; después, si el testigo fuera'buen conocedor de los hechos, si fue capaz de presentarlos con imparcialidad, o si las circunstancias —emocionales, intelectuales, políticas— pudieron inclinarle a destacar algunos aspectos de un episodio y a minimizar

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otros. Son muchos los motivos, dignos e indignos, que vician o falsean la observación: el patriotismo nacional, los condicionamientos de clase, el partidismo político, la fe religiosa, los principios morales, el amor, el odio, los imperativos de supervivencia... C o m o la traición en la Constitución, un hecho histórico debería sustentarse idealmente "en el testimonio de por lo menos dos testigos de un acto transgresor, o en confesión ante tribunal competente". Pero a veces, por desdicha, no hay más que un solo testigo; o, en caso de haber dos de igual probidad y competencia, sus versiones pueden ser contradictorias. Charles Evans Hughes dijo a su biógrafo que había recomendado a Robert H . Jackson c o m o presidente del Tribunal Supremo; el presidente Truman asegura en sus memorias que Hughes había recomendado a Fred M . Vinson; no ha quedado ninguna prueba documental; ¿cómo resolver el insoluble conflicto? U n juez o un jurado se volverían realmente locos si tuvieran que decidir casos basándose en pruebas que, con mucha frecuencia, parecerán más que satisfactorias al historiador. Pero no hay evasiva posible; el historiador, si ha de interpretar, juzgará y fallará basándose en pruebas que un tribunal desestimaría por circunstanciales o no verificadas. Las víctimas del proceso histórico han de buscar compensación en el hecho de que la historia les ofrece un procedimiento de apelación mucho másflexible.Las sentencias del historiador se hallan en estado de revisión permanente; pocos veredictos suyos son definitivos"17. Para sintetizar, interpretar y descubrir el sentido de los diversos y multitudinarios hechos históricos, los historiadores tradicionales tienden a confiar en la empatia, en la imaginación creadora y en la comprensión intuitiva. Recurren también a las ciencias sociales pero de una forma ecléctica, seleccionada y escogiendo ideas y generalizaciones según convenga a sus necesidades particulares18. C o m o observa McClelland, se advierte en ellos una preferencia por las exposiciones imprecisas y evocadoras de temas interpretativos, por las generalizaciones y las relaciones presuntamente causales, en vez de la exposición y elucidación precisas y específicas19. U n a declaración de J. H . Hexter ilustra este punto:."[los historiadores] escogen deliberadamente u n a palabra o u n a frase que es imprecisa y posiblemente ambigua inducidos por su rica aura de connotación. Sin remordimiento alguno, sacrifican así la exactitud en aras de la fuerza evocadora" 20 . L a exactitud de esta generalización sobre la historia tradicional podrá acaso discutirse, y tal vez parezca injusta a m u c h o s historiadores tradicionales. Sin embargo, parece captar por lo menos las tendencias modales de la historia tradicional21. Esta modalidad del proceso de investigación de la que hablamos se halla notablemente en pugna con la de las ciencias sociales y la historia científicosocial. Los científicos sociales también dan enorme importancia a la acumulación de testimonios, y el peso acumulado de la evidencia se aplica a todo informe sobre resultados, generalizaciones y teorías, para sustentarlo. Se comprueba rigurosamente la exactitud de los datos y se emplean cuidadosos procedimientos para calcular el virtual efecto de u n a posible inexactitud de los mismos sobre los

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resultados del análisis. Pero las ciencias sociales también emplean reglas y criterios de investigación práctica, de inferencia y de verificación que difieren en aspectos básicos de los de la historia tradicional. . E n realidad, sería probablemente legítimo definir las ciencias sociales empíricas diciendo que constituyen un sistema de criterios y reglas de inferencia, mal codificado pero admitido por consenso, merced al cual se aceptan o rechazan provisionalmente las afirmaciones acerca de la realidad social. Las tan conocidas reglas para justificar las inferencias causales son una simple ilustración. A u n q u e formuladas de diversas maneras, estas reglas exigen, para la aceptación de u n enunciado causal¿ que se establezca la prioridad temporal de la presunta causa en relación con el presunto efecto; que se demuestre que la supuesta causa y el supuesto efecto covarían; que se elimine la posibilidad de que otros factores sean el origen real de la covariación y que se presente una exposición teórica o conceptual plausible que describa razonadamente los procesos que enlazan la causa con el efecto22. Estas reglas y criterios también deben incluir la especificación concreta de las definiciones operativas que concatenan los datos empíricos con el concepto y la teoría, la aclaración de todas las hipótesis empleadas y de los métodos de obtención y análisis de los datos, a fin de permitir la evaluación y la repetición críticas; la lista podría alargarse, considerablemente. , Tales reglas y criterios muchas veces se invocan pero n o se cumplen, y, c o m o ocurre con los demás mortales, las declaraciones de principios de los científicos sociales suelen ser mejores.que sus prácticas. Pero la existencia de este sistema de reglas y criterios, por mal codificado que esté y por m u y frecuentemente que se viole, refleja u n esfuerzo por sentar una base objetiva consensual desde la.cual poder aceptar o rechazar provisionalmente las afirmaciones acerca de la realidad; equivale, por otro lado,, a una suerte de código de prueba y de verificación : significativamente distinto. al de la historia tradicional (y quizás equivalga a una epistemología diferente). . A l aplicar estas normas, sin embargo, el historiador tropieza también con dificultades muy.serias, fruto de las limitaciones de los materiales documentales históricos. C o n frecuencia el modelo analítico : del historiador n o puede ser adecuadamente especificado. Bastante a m e n u d o n o es posible introducir en el modelo todas las variables virtualmente pertinentes, por n o disponerse de los datos apropiados. E n consecuencia, no pueden apreciarse los efectos de todos los factores potencialmente significativos.. Estas mismas dificultades aquejan también a los científicos sociales interesados por el m u n d o contemporáneo. Pero el científico social, por lo menos en principio, puede planificar u n nuevo acopio de datos, repetir las entrevistas y efectuar observaciones adicionales. El historiador, en cambio, n o puede entrevistar a los muertos, volver a constituir archivos que fueron destruidos, ni regresar a situaciones de épocas remotas para efectuar observaciones adicionales. Estas son, no obstante, diferencias de grado, n o de especie. El historiador

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científico social arrostra mayores dificultades que el científico social que investiga el m u n d o contemporáneo. Estas dificultades n o exigen,ni el rechazo del método y de las normas científico-sociales, ni el abandono de los objetivos de la ciencia social, ni el retorno a la intuición y a la empatia. Exigen, m á s bien, la aplicación m á s rigurosa de los métodos y de las normas de las ciencias sociales; imponen una conceptualización y u n uso de la teoría m á s intensivos, y Hacen al historiador m u c h o , m á s dependiente de la teoría ¿y de la generalización. Esta situación exige, asimismo, gran habilidad de parte del historiador tradicional en la pesquisa exhaustiva del material documental y en la búsqueda de datos de fuentes diversas que puedan ser sistemáticamente empleados para medir conceptos que de .otro m o d o quedarían sin medida 23 . Por otra parte, estas dificultades también imponen u n enfoque de la investigación distinto del que frecuentemente se presenta c o m o característico de la historia tradicional.

L o general y lo particular Frecuentemente se afirma que la historia se ocupa de lo particular y la ciencia social de lo general. A decir verdad, el interés central de la historia por lo particular se anuncia tan a m e n u d o , de una forma o de otra, que parece ser un canon básico del credo ortodoxo. Desde esta perspectiva, las ciencias sociales parecen perder de vista a los individuos concretos,; encasillar la vida h u m a n a , reducir drásticamente —o pasar por alto— la rica diversidad de la experiencia h u m a n a , e intentar explicar la sociedad y la experiencia del hombre con arreglo a unas cuantas generalizaciones excesivamente abstractas y mecanicistas. Los historiadores tradicionales reconocen sin duda analogías entre los hechos, las instituciones y los individuos, y n o son indiferentes a las pautas y a las fuerzas generales. Pero las analogías, las pautas y las fuerzas generales n o interesan tanto c o m o las desviaciones de las mismas, y el aliciente fundamental sigue estando en el comportamiento, en' las ideas de individuos particulares y en las secuencias de hechos acontecidos en circunstancias especiales. El historiador científico-social comete aún otras violaciones al credo referido. Stone resume así los puntos del sumario: "[La historia] se ocupa de u n problema particular y de u n conjunto particular de actores, en u n m o m e n t o particular y en u n lugar igualmente particular. El contexto histórico es de la m á x i m a importancia, y n o puede ser desatendido o desechado a*finde encajar los datos'en algún modelo hiper-generalizador de la ciencia social. L a brujería en la Inglaterra del siglo xvi, digamos, puede ser esclarecida con ejemplos de la brujería que se practica en África en el siglo xx, pero no puede ser explicada tan fácilmente por ellos, toda vez que los contextos sociales y culturales son m u y distintos"24. Los fines y la orientación de las ciencias sociales y de la historia científico-

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social son distintos de los perseguidos por los historiadores tradicionales, aunque las diferencias quizá n o sean totalmente c o m o Stone y otros historiadores tradicionales indican. Por definición, las ciencias sociales se ocupan virtualmente de la generalización y su objetivo es promover generalizaciones que describan y expliquen el conjunto de fenómenos m á s amplio posible, bajo la m a y o r diversidad de condiciones posible. Los científicos sociales se interesan por las colectividades y sus tendencias principales, así c o m o por las similitudes entre individuos, instituciones y acontecimientos conforme a determinadas propiedades, pertinentes desde la perspectiva de la teoría o modelo dados. Las diferencias en otros aspectos n o significativos para la teoría o modelo en cuestión se pasan por alto. Y efectivamente, los científicos sociales intentan describir y explicar la sociedad y el comportamiento h u m a n o en términos de teoría abstracta y austera. N o quiere esto decir, empero, que las desviaciones de las tendencias centrales se desatiendan por carecer de importancia. Tales desviaciones pueden debilitar la credibilidad de la formulación, pero lo que realmente importa son las tendencias centrales y las generalizaciones. Las incriminaciones de Stone son en parte correctas. Los historiadores científico-sociales se interesan por las analogías entre individuos, sucesos e instituciones, comprendidos aquellos que están m u y separados en el tiempo y en el espacio. N o ven inconveniente en aplicar el m i s m o modelo o teoría general a situaciones históricas diversas, en u n esfuerzo por mejorar la comprensión de esas situaciones. Pero las diferencias de contextos sociales, culturales, u otros son de capital importancia. T o m a n d o estas diferencias explícita y sistemáticamente en cuenta, la aplicabilidad de las generalizaciones y teorías puede ponderarse y sus limitaciones pueden estimarse m á s puntualmente. D e esta manera, los factores adicionales que están presentes en algunas situaciones históricas, pero n o en otras, pueden pasarse directamente a modelos y teorías con el propósito de aumentar su generalidad y ampliar su capacidad explicativa. Esto es, si los entiendo bien, lo que muchos nuevos historiadores de la economía están intentando hacer. Aplican la teoría económica neoclásica a situaciones históricas diversas, en un esfuerzo por explicar las características de esas situaciones/ Pero están intentando igualmente ampliar esa teoría a fin de tomar. explícitamente en cuenta factores tales c o m o el cambio tecnológico y demográfico, el papel y la función de los poderes públicos y las inversiones en capital h u m a n o mediante el mejoramiento de los niveles de vida, etc. El objetivo es, en cierto sentido, generalizar la teoría neoclásica y ampliar su aplicabilidad y su capacidad explicativa para que incluya una variedad m á s extensa de fenóm e n o s humanos. : L a historia científico-social contempla, en efecto, la diversidad histórica en una perspectiva diferente a la1 de la historia tradicional, tratando, además, de aplicar y desarrollar la teoría abstracta. N o hay indiferencia respecto a la diversidad histórica, pero el interés por la diversidad n o es u n fin en sí. Ese interés

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está m á s bien al servicio del desarrollo de la teoría más; general, con mayor capacidad explicativa. E n este sentido, la historia científico-social es reduccionista, toda vez que aspira a describir y a explicar los fenómenos h u m a n o s en términos de teoría abstracta, general y austera. Por otra parte, n o es reduccionista en cuanto aspira a elaborar una teoría que describa y explique la variedad m á s amplia posible de fenómenos humanos. E n realidad, el objetivo último, aunque quizás irrealizable, es una teoría generalizada del comportamiento h u m a n o .

Obstáculos con que tropieza la historia científico-social Es relativamente fácil hablar de las características de la historia científico-social. Esta historia se apartaría en aspectos fundamentales de la historia tal'como habitualmente se practica, y sus productos serían significativamente distintos de aquellos a los que los historiadores y sus lectores están acostumbrados. Pero n o son éstos los mayores problemas si creemos, c o m o hemos sostenido aquí, que los estudios históricos son vitales para el progreso del saber científico-social. Desde este último punto de vista, tienen m u c h a m á s importancia los obstáculos que se presentan en el cultivo de la historia científico-social. Estos obstáculos, y las cargas que imponen a los historiadores, acaso contribuyan a explicar mejor las características de la nueva historia tal c o m o h a surgido en los Estados Unidos de América. Al cabo de m á s de dos décadas y en términos generales, la nueva historia todavía se encuentra en un punto medio equidistante entre la historia tradicional, por u n lado, y u n a historia genuinamente científico-social por el otro. Los principales obstáculos que se presentan a la historia científico-social provienen de las características de los materiales documentales históricos. Las fuentes históricas son fragmentarias e incompletas, adolecen de graves inexactitudes y, con frecuencia, sólo guardan una relación tangencial con los conceptos que se estudian. Para hacer frente a estas características es indispensable utilizar las técnicas del historiador tradicional para localizar y evaluar las fuentes y extraer significado de ellas. N o menos necesaria, y de igual importancia desde el punto de vista de la historia científico-social, es la innovación metodológica para arbitrar procedimientos y técnicas más adecuados a las características y a las inconsistencias de los datos históricos. Y para esto n o basta una limitada formación tipo "libro de cocina", que es hoy la n o r m a entre los nuevos historiadores. Hacen falta m á s bien conocimientos avanzados en el terreno de la estadística y otras especialidades matemáticas25. Las características de los testimonios históricos también exigen teorías y conceptualizaciones sólidas y eficaces, así c o m o aptitud para utilizarlas rigurosa y explícitamente. El empleo de datos imperfectos y limitados requiere la definición precisa de los elementos conceptuales de los fenómenos y la especificación de

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las relaciones entre los elementos susceptibles y n o susceptibles de medición. Si ha de utilizarse la estructura ocupacional de sociedades pretéritas para hacer deducciones respecto a la estructura del estatus social, será indispensable una definición teórica del estatus. Esa definición deberá especificar asimismo la interacción entre la profesión y los demás elementos del estatus social, a fin de que el empleo de la información ocupacional pueda servir para estimar las graduaciones del estatus. Para formular estas definiciones teóricas y conceptuales, el historiador científico-social tiene que acudir con.frecuencia a las otras ciencias sociales, ya que el trabajo en estas áreas tiende a basarse en dispositivos de investigación que, en términos de fuentes de datos y oportunidades de obtener información, son m á s ventajosos que los del historiador. L a relación entre la historia científicosocial y las otras ciencias sociales es, por lo demás, u n a relación de simbiosis. Dicha relación supone el préstamo recíproco de formulaciones teóricas en vistas a la aplicación, la comprobación y la generalización. D e ahí que, también en esto,' se exija del historiador científico-social una familiaridad con las demás ciencias sociales m u c h o m á s profunda que la ocasional o fortuita. El interés explícito por lo general, en cuanto opuesto a lo particular, impone cargas y exigencias adicionales y quizá menos ostensibles. Las explicaciones de fenómenos que se dan en un contexto temporal o geográfico dado deben contrastarse con las explicaciones de fenómenos análogos en otros contextos. Si las explicaciones son distintas, le incumbe al historiador científico-social la responsabilidad de conciliar las diferencias. Si una explicación verosímil de lo que era la brujería en la Inglaterra del siglo xvi, por volver al ejemplo de Stone, n o se compagina con una explicación diferente pero igualmente verosímil de lo que es la brujería en África hoy, el historiador científico-social está llamado a abordar explícitamente las discrepancias. L a investigación requerida puede dar c o m o resultado la especificación de las razones de tales discrepancias, quizá en términos de aspectos específicos de los dos contextos históricos, o bien puede llevar a la conclusión de que, debido a las diferencias específicas, n o pueden clasificarse ambos fenómenos bajo u n término c o m ú n , ni ser incluidos en la m i s m a serie de generalizaciones. El primer resultado es u n modelo explicativo extenso y generalizado; el segundo, u n a clarificación conceptual. Tanto en u n caso c o m o en el otro, la comprensión de los hechos gana y mejora. Pero evidentemente, estos no son m á s que consejos para lograr una m a y o r perfección. Así expuestas, las necesidades de la historia científico-social exigen una variedad de conocimientos técnicos y generales a la que pocos de nosotros, vistas las cosas con realismo, pueden aspirar. Estas necesidades, consecuentemente, añaden una diferencia m á s a las que ya existen entre la historia tradicional y la científico-social. El cultivo de la historia tradicional es una empresa singularmente individualista. Tal vez a causa de la visión de la historia c o m o una forma de arte literario, la imagen del historiador tradicional es la de u n estudioso individual que trabaja a solas y que n o requiere m u c h o m á s que material documental,

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experiencia e inteligencia innata; el producto de ese esfuerzo es una contribución exclusivamente individual. L a historia científico-social, en cambio, es una tarea desarrollada en estrecha cooperación y colaboración con otros. Se considera de gran importancia la rapidez en comunicar los resultados, la utilización en c o m ú n de los recursos necesarios y la cooperación en su desarrollo. Se reconoce explícitamente la especialización y se recurre a ella siempre que hace falta. Los resultados de la investigación, ya sea que haya habido o no colaboración directa, se ven c o m o productos del esfuerzo cumulativo y cooperativo26. Pero aun en el mejor de los casos, la historia científico-social tropieza con serios obstáculos, y su cultivo está predestinado a sufrir frecuentes frustraciones. N o obstante, la ciencia social parece abrigar las mejores esperanzas de obtener u n saber'sistemático, aunque provisional, acerca de la sociedad, que ofrezca una base para hallar soluciones a los problemas humanos. Los estudios históricos, c o m o se ha tratado de demostrar aquí, pueden contribuir al fomento del saber científico-social de varias formas esenciales. Así, el esfuerzo requerido para vencer obstáculos y la necesaria buena voluntad para aceptar frustraciones estarán justificados. ; [Traducido del inglés] Notas 1

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Este último punto de vista es expuesto en términos 3 m á s amplios por George C . Horaans cuando sostiene que ' 'las ciencias sociales comprenden . la psicología, la antropología, la sociología, la economía, la ciencia política, la historia y 4 probablemente la lingüística. Estas ciencias son en realidad una sola y única ciencia. Tienen en c o m ú n la misma materia de estudio: 5 el comportamiento del hombre." The nature of social sciences, p . 3, Nueva York, Harcourt, Brace and World, 1967. L a nueva historia y los debates entre historiadores nuevos y tradicionales se exponen y 6 analizan en diversos lugares. Véase por ejemplo la colección de ensayos "History and the social sciences: progress and prospects", American behavioral scientist, vol. "21, noviembre/diciembre de 1977. Véase también Robert W . Fogel, "Scientific history and traditional history", Harvard University (mimeografiado), 1979, y, desde un punto de . vista diferente, Lawrence Stone, "History 7 and the social sciences in the twentieth century", en: Charles F . Delzell (dir. publ.), The future of history: essays in the Vanderbilt8 University Centennial Symposium, p. 3-42, Nashville, Tenn., Vanderbilt University Press, 1977.

Douglas C . North, " T h e new economic, history after twenty years", American behavioral scientist, vol. 21, noviembre/diciembre de 1977, p . 197. M . M . Postan, Fact and relevance: essays on historical method, Cambridge, p. 74-75, Cambridge University. Press, 1971. Douglas C . North, "Structure and performance: the task of economic history", p. 1-2 (ponencia presentada en la asamblea anual de la American Historical Association en 1978), Universidad de Washington (mimeografiado). Véase por ejemplo Walter D e a n Burnham, Critical elections and the mainsprings of American politics, Nueva York, W . W . Norton and C o m p a n y , 1970; y Philip E . Converse, "Change in the American electorate", en Angus Campbell y Philip E . Converse (dir. publ.), The human meaning of social change, p. 263-337, Nueva York, Russell Sage Foundation, 1972. Robert W . Fogel, " T h e limits of quantitative methods in history", American historical review, vol. 80, abril de 1975, p. 329-350. Estos temas son brevemente examinados en Jerome M . Clubb y Allan G . Bogue, "History, quantifications, and the social sciences", American behavioral scientist, vol. 21, no-

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Notas (continuación) viembre/diciembre de 1977, p . 167-185, y con mayor detenimiento en J. Morgan Kousser, "Quantitative social scientific history", California Institute of Technology (Social Science Working Paper 272), junio de 1979 (mimeografiado.) 9 Citado en: Peter D . McClelland, Causal explanation and model building in history, economics, and the new economic history, p . 105, Ithaca, Nueva York, Cornell University Press, 1975. 10 Hubert M . Blalock, Jr., Causal inferences in nonexperimental research, p . 5-6, Chapel Hill, N . C . , The University of North Carolina Press, 1961. 11 Véase a este respecto Arthur L . Stinchcombe, Theoretical methods in social history, p . 4-7, Nueva York, Academic Press, 1978. 12 Estas cuestiones se examinan m á s específicamente en Alian G . Bogue y otros, "The new political history", American behavioral scientist, vol. 21, noviembre/diciembre de 1977, p . 201-220. 13 U n examen detallado de algunas de estas cuestiones en relación con u n problema histórico puede verse en Jerome M . Clubb y Howard W . Allen, "Collective biography and the progressive movement: the 'status revolution' revisited", Social science history, vol. 1, verano de 1977, p . 518-534. 14 Para una discusión de problemas relacionados con los datos históricos y sus implicaciones, véase Murray G . Murphey, Our knowledge of the historical past, Indianapolis, Ind., T h e Bobbs-Merrill C o . , Inc., 1973. 16 Hubert M . Blalock Jr., "The measurement problem: a gap between the languages of theory and research", en: Hubert M . y A n n B . Blalock (dir. publ.), Methodology in social research, p . 5-27, Nueva Y o r k , McGraw-Hill B o o k C o m p a n y , 1968. 18 Robert W . Fogel, "Scientific history and traditional history", op. cit., p . 1-12. Véase también McClelland, Causal explanation and model building in history, economics, and the new economic history, op. cit., p . 77-84. 17 Las citas se encuentran en Fogel, op. cit., p . 6-7, y proceden de: Oscar Handlin y otros, The Harvard guide to American history, p . 2425, Cambridge, Mass., T h e Belknap Press, 1954.

Observando la rápida evolución de las ciencias sociales, las inconsistencias de Ias teorias y conclusiones científico-sociales y la importancia que tiene el saber escoger "la teoría o método apropiado en vez del inadecuado", Stone dice que "no hay nada malo en fisgonear en u n a ciencia social con miras a encontrar alguna fórmula, alguna hipótesis, algún modelo, algún método que tenga aplicación inmediata a la propia labor personal, y que parezca ayudarle a u n o a comprender mejor los propios datos y a ordenarlos e interpretarlos de manera m á s significativa [...] Desdeñar las contribuciones de las ciencias sociales es, sin duda alguna, fatal; dominarlas todas, o siquiera una sola, es manifiestamente imposible. L o m á s que el historiador puede esperar alcanzar es la visión general y u n tanto superficial del estudiante universitario lleno de entusiasmo que se interesa por ese campo del saber." Véase Lawrence Stone, "History and the social sciences in the twentieth century", op. cit., p . 19. McClelland, op. cit., p . 78-80. Citado en McClelland, op. cit., p . 79. Véase J. H . Hexter, Doing history, p . 18-19, Bloomington, Ind., Indiana University Press, 1971. Los párrafos precedentes de esta sección siguen las ideas de Fogel en "Scientific history and traditional history", op. cit., al menos tal c o m o las interpreto yo. Los párrafos siguientes quizás se aparten de sus puntos de vista. Evidentemente estas reglas y criterios representan un esfuerzo por traducir el método experimental de las ciencias naturales a una forma aplicable en situaciones en que la experimentación es imposible. U n ejemplo excelente nos lo ofrecen Charles, Louise y Richard Tilly, The rebellious century, 1830-1930, Cambridge, M a s s . , Harvard University Press, 1975. Stone, "History and the social sciences in the twentieth century", op. cit., p . 28. Véase Murphey, Our knowledge of the historical past, op. cit., especialmente los capítulos 5 y 6. Para u n examen m á s detenido de estas cuestiones véase Fogel, "Scientific history and traditional history", op. cit., p . 34-37.

L a historia y la sociología del arte

Krastio Goranov El marxismo hizo evidente y metodológicamente válida la relación entre el historicismo científico y la sociología del arte. Esta relación, sin embargo, ni es automática ni está exenta de problemas. Los problemas surgen con la definición m i s m a de historia. Creo que el término "historia" tiene tres significados diferentes: u n proceso objetivo e irreversible que, aunque resultante de la acción h u m a n a , es independiente de la voluntad y de la arbitrariedad de la conciencia individual y colectiva; u n a noción elemental, espontánea ("objetivada" en la mitología, folklore, creencias religiosas, costumbres, supersticiones, conciencia c o m ú n , psicología de masas manipulada, etc.) y una ciencia con estructura y metodología definidas c o m o un principio básico de pensamiento científico (historicismo). Estos tres significados, naturalmente, se relacionan entre sí. Estos tres significados interrelacionados pueden también aplicarse al arte. Sin duda será difícil para la sociología del arte, que estudia procesos objetivos, interesarse por los tres aspectos de la historia, porque el meollo m i s m o . d e los fenómenos artísticos es espiritual y psicológico, mientras que el enfoque histórico del arte es una necesidad metodológica. A parte de esto, el arte es parte integrante de la historia general, pero tiene su propia historia relativamente independiente. A m b a s constituyen el terreno abonado en que la sociología del arte puede y suele crecer. Pero estos dos aspectos del problema (caracterizado el primero por ciertas nociones acerca de la determinación social del arte y el segundo por la idea del efecto del arte sobre la sociedad que le ha dado origen) n o siempre coexisten cómodamente y dan lugar a muchos problemas. N o es fácil,definir de forma convincente el papel determinante de la historia de la sociedad en la historia del arte, y especialmente en los autores y obras de arte individuales. T o d o determinismo en esta esfera resulta fuera de lugar, aunque el arte sea esencialmente un

Krastio Goranov esprofesor defilosofíaen el Instituto Superior de Artes Teatrales y Cinematográficas, de estética en la Academia de Bellas Artes, de sociología del arte en la universidad y de teoría de la cultura en la Academia de Ciencias Sociales y de Administración, en Sofía, Bulgaria. Fundador del Instituto de Cultura en Bulgaria, del cual fue el primer director, lia publicado numerosas obras sobre estética, sociología del arte y teoría de la cultura.

Rev. int. de cieno, soc, vol. XXXIII (1981), n.« 4

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fenómeno social. A d e m á s , el arte no sólo tiene su propia historia (universal, regional, nacional y diferenciada por géneros y tipos), sino que, al ser u n fenóm e n o cultural, es u n componente indispensable de la historia h u m a n a . Pero, ¿es realmente indispensable? ¿ Y en qué consiste su valor incomparable, su potencial constructivo para los grupos sociales y el desarrollo espiritual de los individuos? Quisiera insistir aquí en dos aspectos de la interpenetración entre sociología e historia. El primero es el metodológico: el punto principal estriba en clarificar c ó m o las diversas concepciones de la historia son transformadas en historicismo científico, siendo el meollo de este aspecto, a su vez, la comparación lógica entre conocimiento histórico y artístico. El segundo aspecto es la especificidad del arte c o m o fenómeno histórico.

Filosofías de la historia Los primeros que hicieron la comparación entre historia y poesía —al m e n o s en el pensamiento europeo— fueron Platón y Aristóteles. Sus concepciones son a la vez contradictorias y análogas. L a noción sobre la relación entre historia y poesía (explícita o implícita) se basa en cierta idea de la relación entre realidad y arte en general. Según Platón, la realidad es el plano de las ideas, mientras que el plano de los objetos y, en consecuencia, el de la historia, n o es otra cosa que la pálida sombra de las ideas. C u a n d o el arte imita esa "sombra de la sombra" es falso, e indigno de su respeto. Platón exige que el arte penetre solamente en la esfera de las ideas eternas e invariables, pues sólo entonces puede ser eidos de la verdad, la virtud y la belleza. L a actitud de Aristóteles es m u y diferente. Estefilósofosostiene que la naturaleza (es decir, la vida h u m a n a y la historia) representa la verdadera realidad, siendo la capacidad mimética del arte su cualidad principal y suprema. Esta diferencia constituye la demarcación entre la estética materialista y la idealista, entre la interpretación materialista y!la interpretación idealista del arte, y sigue siendo válida para todas las interpretaciones ulteriores de la relación entre la historia y el arte. Pero la similitud es también evidente. Tanto para Platón c o m o para Aristóteles, la poesía, por diversas razones, tiene ciertas ventajas sobre la historia. A l comienzo del capítulo 9 de su Poética, Aristóteles ve la diferencia entre u n historiador y un poeta en que "el primero habla de lo que realmente ha sucedido y el segundo de lo que podría suceder"1. Este es probablemente el único punto de la comparación de Aristóteles n o controvertido en la actualidad. Aristóteles sostiene además que existen dos características adicionales: el carácter teleológico de toda obra artística, en contraste con las fortuitas relaciones que se dan entre los acontecimientos históricos, y el hecho de que el arte expresa m á s bien fenómenos generalizados, en tanto que la historia se ocupa de fenómenos aislados. Sin m á s consideraciones sobre este particular, pues ya ha sido discutido con

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frecuencia, propongo insistir en una cuestión que nos legó el neokantismo en el siglo xix: ¿cómo es posible aprehender la historia? Cronológicamente, esta pregunta se formuló después de que M a r x la había ya contestado, y tanto la pregunta c o m o las respuestas de los neokantianos fueron en cierta medida provocadas por la respuesta de M a r x , y opuestas a ella. Según M a r x , la historia es una ciencia que trata sobre el desarrollo de la sociedad y su relación con la dialéctica materialista es orgánica; por esa razón es la "única ciencia". Las cosas, empero, no se limitan a la esfera cognoscitiva. L a historia c o m o ciencia es el reflejo de las relaciones objetivas entre acontecimientos y fenómenos, lo que M a r x llamó u n "proceso histórico-natural". M a r x dio un nuevo significado tanto a la relación entre la sociedad y la evolución natural c o m o al nuevo principio que surgía de la organización laboral y social. Leyes objetivas rigen tanto la naturaleza c o m o la sociedad. E n la base de la historia h u m a n a están las fuerzas productivas, que son las relaciones concretas entre el hombre y la naturaleza, sobre las cuales se sustentan las diversas formas de c o m u nicación h u m a n a ; en sociedades antagonistas, las leyes de la historia tienen el efecto de las ciegas fuerzas elementales de la naturaleza. Por eso, escribe M a r x en La ideología alemana, "esta interpretación de la historia plantea la necesidad (partiendo de la producción material de la vida) de considerar el proceso de producción real y de comprender la forma de comunicación resultante de u n m o d o de producción dado y nacida de él. Esto significa que la sociedad de clases en sus diversas formas es la base de toda historia. E s necesario también representar la dinámica de la sociedad de clases en la esfera de los asuntos de Estado y explicar los distintos productos teóricos y las formas de conciencia, religión, filosofía, moralidad, etc., remontándose a su origen sobre esta base, c o m o resultado de lo cual el proceso podrá representarse c o m o un todo (de aquí también la interacción entre sus diversos aspectos)"2. M a r x sostenía que las concepciones anteriores de la historia "ignoran por completo la base real de la historia" j eliminan "la relación del hombre con la naturaleza, creando así una oposición entre naturaleza e historia" y la creencia de que las ideologías, la "imaginación", las "nociones", etc., determinan el curso de la historia. M a r x criticaba la historiografía objetivoidealista alemana la cual no atribuye tanta importancia a la realidad, ni siquiera a los intereses políticos, c o m o a los meros, pensamientos que se devoran entre sí y finalmente desaparecen en la "auto-conciencia". L a llamada historiografía objetiva, según M a r x , "consistía en considerar las relaciones históricas independientemente de toda actividad"3, lo que explica su carácter reaccionario. M a r x ve en la actividad práctica una categoría real mediante la cual puede explicarse la dinámica de la historia. L a actividad presupone la existencia de u n actor, sin que por ello pierda su objetividad. El actor n o es meramente u n a conciencia subjetiva sino que posee realidad ontológica m á s allá de los términos de la oposición gnoseológica básica "objeto-sujeto". V . I. Lenin, en Materialismo y empirocriticismo, escribe: "El punto de vista de la vida, de la práctica debe ser

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el primero y principal punto de vista de la teoría del conocimiento (gnoseología). N o debemos olvidar, por supuesto, que el criterio de la práctica no puede nunca confirmar ni refutar por completo la esencia de ninguna noción h u m a n a . Este criterio es indefinido en la medida que impide que el conocimiento sei convierta en "absoluto", y al m i s m o tiempo es lo bastante definido c o m o para entrar implacablemente en conflicto con todas lás variedades de idealismo y agnosticismo"4. U n enfoque así clarifica la relación entre el objeto y el sujeto en el proceso histórico. L a historia es objetiva, pero eso no quiere decir que pueda progresar sin la participación del hombre. L a producción h u m a n a y la división del trabajo es el punto de partida de toda historia. N o obstante, los factores subjetivos desempeñan u n papel considerable que aumenta con la aceleración del progreso social. El marxismo descubrió que las leyes de la lucha de clases y del desarrollo de las formaciones1 socioeconómicas son las verdaderas leyes de la historia. Es la formación socioeconómica la que puede '"desenmascarar" la contradicción aparente entre las leyes objetivas y los "caprichos de la coincidencia", orientada por el deseo y la voluntad de millones de conciencias. Las leyes de la historia son objetivas, pero no funcionan automáticamente, sin participación de la conciencia. D e esta manera se hace m á s comprensible el desarrollo relativamente autónomo de los distintos componentes de las formaciones socioeconómicas: las fuerzas productivas, las relaciones de producción y especialmente los diversos elementos de la superestructura. M a r x nos dejó una inconclusa y brillante explicación dé la irregularidad en el desarrollo del ethos griego antiguo y del arte en general. El desarrollo irregular y relativamente independiente de las esferas espirituales n o implica el rechazo del determinismo social, pero es u n argumento contra una interpretación metafísica del funcionamiento automático de las leyes de la historia. El pensamiento histórico se mueve en zigzags, con muchos retornos; a veces, viejas posiciones teóricas reaparecen c o m o nuevas. Tal es, por ejemplo, el caso de la oposición entre naturaleza e historia, o entre ciencias naturales e históricas, típica de lasfilosofíasde Kant y de Hegel.iEsta oposición^fue hasta cierto punto desdeñada por el positivismo inglés y francés, pero se convirtió luego en punto de partida de lafilosofíaneokantiana de la historia. Sobre este telón de fondo han de entenderse las dos formas de positivismo del siglo Xix: la de Augusto Gomte y la de los neokantianos. Para el método positivista de conocimiento, las exigencias básicas son la identificación de los hechos y la formulación de leyes por vía de inducción. Se hace hincapié en los hechos, que se consideran independientes entre sí y de la conciencia que los aprehende, mientras que las leyes son generalmente desatendidas por los historiadores profesionales para pasar a ser competencia de los sociólogos. L a tarea del historiador consiste en hacer acopio de materia prima (hechos), a partir de los cuales el sociólogo configura una ciencia (deduce leyes). D e esta manera, la historia, c o m o una agregación de hechos separados, se convierte en algo intermedio entre ciencia y un simple registro de los hechos, o bien es considerada c o m o u n arte. El

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positivismo de C o m t e identifica las leyes de la naturaleza con las de la sociedad y justifica la asimilación de los métodos de conocimiento históricos a los métodos y procedimientos de las ciencias naturales. Esto se refleja en la interpretación de la noción m i s m a de "hecho". U n hecho es aquella parte dada y aislada de la realidad que es percibida directamente por el sujeto que siente y observa. L a sensación directa constituye el acto cognoscitivo fundamental. Pero ¿puede el hecho histórico, las m á s de las veces confirmado por documentos o por testimonios indirectos, ser asimilado a los hechos recurrentes de las ciencias naturales, comprobados experimentalmente en el laboratorio? L a respuesta de los neokantianos es negativa. Y a a mediados del siglo pasado, Dreuzen 6 consideraba la naturaleza c o m o una coexistencia simultánea de objetos, y la historia c o m o la sucesión de su aparición. Y afinalesdel m i s m o siglo xix, los neokantianos daban una nueva definición de las capacidades cognoscitivas del sujeto. Windelbandt fue el primero, en 1894, en hablar de dos tipos de conocimiento científico: las ciencias nomotéticas (que formulan leyes) y la historia (que describe hechos particulares)6. El conocimiento histórico está cargado de valor, informado por el juicio moral, y de este m o d o trasciende la ciencia. Tal fue la conclusión del positivismo neokantiano, que subjetivizó la oposición aristotélica por medio de la teoría de los valores. Partiendo de una crítica de esta posición extrema, Rikkert7 no va m á s allá con sus ideas sobre los métodos cognoscitivos generalizantes e individualizantes. Según él, Windelbandt diferenciaba la ciencia natural y la historia n o en virtud de dos, sino de cuatro categorías: la diferencia entre u n pensamiento generalizante y un pensamiento individualizante y la diferencia entre u n pensamiento valorativo.y un pensamiento n o valorativo. C u a n d o estas categorías se combinan, se obtienen cuatro tipos de ciencia: n o valorativa y generalizante (historia natural pura, que es una construcción arbitraria de la mente); n o valorativa y n o generalizante (como las llamadas ciencias históricas de la naturaleza, geología, biología evolucionista, etc.); valorativa y generalizante (sociología, economía, etc.); y valorativa e individualizante (historia). Aquí la historia resulta ser la ciencia primordial, pero a u n precio m u y elevado; Rikkert se atiene a la interpretación positivista de la historia c o m o una descripción de hechos aislados que se destacan del proceso histórico continuo. Es incapaz de responder, por lo tanto, al importante interrogante: ¿cómo se alcanza el conocimiento histórico? H e m o s de admitir aquí una contradicción. El positivismo es u n camino hacia el idealismo subjetivo, pero es todavía "naturalista", o, c o m o dice Lenin, da lugar a interpretaciones materialistas. Esta concertación era característica de Kant, pero también de sus. seguidores definalesdel siglo xix, quienes, aunque renunciando al "naturalismo" hasta u n cierto punto, trataban de interpretar la historia c o m o experiencia, si no de ideas, al menos de sensaciones o de imágenes. Para Simmel 8 , lo importante n o era distinguir entre ciencia natural e historia, sino el hecho de que los fenómenos de la ciencia natural puedan examinarse aquí

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y ahora en experimentos de laboratorio, mientras que los hechos históricos, aunque confirmados por documentos, testimonios y vestigios, tienen que ser reconstruidos en la conciencia del historiador. Pero ¿cómo es esto posible y c ó m o podemos estar seguros de que tal reconstrucción es exacta y no simplemente una manipulación arbitraria? Wilhelm Dilthey9 trató de contestar a esto. E n su opinión, el conocimiento histórico representa una experiencia interna del historiador con respecto a la materia de su estudio, experiencia ésta que se halla psicológicamente fundamentada. D e ahí que el conocimiento histórico aparezca únicamente cuando se apoya en una ciencia natural, c o m o la psicología, que es nomotética. Pero ¿qué relación guarda esto con las leyes de la historia? Algún tiempo después, Meyer sostuvo explícitamente que no había leyes históricas en absoluto. Simmel y Dilthey intentaron buscarlas en las experiencias del historiador. Pero entonces, ¿hay lugar para el conocimiento acerca del objeto? Simmel sostenía que la historia es una proyección de la experiencia cognoscitiva del historiador hacia el pasado, una proyección de cierto estado de conciencia sobre la pantalla de los acontecimientos pretéritos. Tal es el origen de la famosa Einfühlungstheorie(teoría de la empatia), que ejerció una fuerte influencia sobre la psicologización de los fenómenos estéticos. Para Dilthey las cosas eran diferentes, pero análogas. Las leyes de la historia, a la larga, resultan ser leyes de autocognición (conocimiento de sí mismo). L a existencia individual es una experiencia inmediata (Erlebnis) en la que uno se reconoce a sí mismo, y esto es ya conocimiento, autoconocimiento. Naturalmente, para que el pasado sea autoconocimiento es necesario que se haga parte de la experiencia personal del historiador. Pero ¿cómo puede esta experiencia puramente subjetiva conducirnos al objeto del conocimiento histórico? Evidentemente, no puede de ningún m o d o . El proceso histórico se entendía c o m o u n proceso espiritual, toda vez que el autoconocimiento es parte del espíritu. L a contradicción interna, característica de Dilthey, de que la historia es autoconocimiento, el cual, no obstante, sólo puede derivarse de las posiciones científico-naturales de la psicología, muestra bien a las claras que el dilema entre naturalismo e historicismo idealista subsiste; y éste fue el dilema de Kant igualmente. L a historia c o m o experiencia no es todavía una ciencia, y el naturalismo psicológico está enteramente desprovisto de historicismo. El concepto m i s m o de "naturalismo" en este caso es vago y oscuro/Arroja, sobre todo, una perspectiva negativa sobre cualquier materialismo (principalmente sobre el materialismo histórico de Marx), e impugna las tesis de Freud y en parte las de Jung (que son en realidad hostiles al historicismo). L a fenomenología aparece al principio c o m o una crítica al psicologismo de los neokantianos. Pero n o es una crítica materialista, desde el m o m e n t o que trata de respaldar la interpretación idealista de la esencia de la existencia y de la historia. A la luz del trascendentalismo y reducción fenomenológicos, los fenómenos históricos adquieren u n nuevo significado. E n la Crisis de las ciencias

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europeas y lafilosofíatrascendental, E d m u n d Husserl, después de contraponer la verdad objetiva del "objetivismo" materialista a la tesis del trascendentalismo fenomenológico, y puesto que "la raison d'être del m u n d o viviente es una formación subjetiva, una adquisición de los que conocen", extrae una deducción principal: ¿no es la existencia del m u n d o en su incuestionable simplicidad lo primerísimo de todo, y no debiéramos sencillamente preguntarnos qué es lo propio de ella? L o primero es la subjetividad, que al principio reconoce ingenuamente la existencia del m u n d o , y luego "racionaliza", lo cual viene a ser lo mismo que "objetivar"10. Admitiendo que la historia entera de lafilosofíaes la historia de la lucha entre objetivismo (materialismo) y trascendentalismo (idealismo), Husserl explica la historia mediante la subjetividad trascendental. L a historia es una "reflexión" por parte delfilósofoy del historiador, u n "tener conciencia" de lo que el individuo (como ser histórico) se esfuerza por conseguir. U n a "interpretación histórica teleológica" c o m o ésta va m á s allá y es independiente de documentos y testimonios históricos de cualquier clase, "porque únicamente se demuestra con la evidencia de una plena consideración crítica, lo cual hace posible en última instancia la razonable armonía que surge de detrás de los 'hechos históricos' de documentados filosofemas y su existencia imaginaria uno después del otro.o uno junto al otro"11. Tal es la conclusión de la fenomenología trascendental, ampliamente difundida y continuada por sus numerosos partidarios. Se subjetiviza la historia, y la distinción entre lo histórico y el historicismo sólo representa dos formas diferentes de subjetivizar el tiempo y los procesos históricos. Este es un tema de gran envergadura, que nos lleva a una metodología sumamente influyente para comprender no sólo la historia c o m o cultura sui generis, sino también los fenómenos culturales. L a oposición entre la existencia y la significación de los fenómenos culturales da origen a una metodología que despliega el potencial de la sociología empírica y teórica, al menos en algunas de sus manifestaciones actuales. L a relación entre historia y arte es ostensible en las obras de Benedetto Croce y Robin G . Collingwood. E n sus primeras •• obras de fines del siglo xix, Croce da un nuevo significado al problema de Aristóteles. Aduce que el arte narra lo que es probable que suceda y la historia lo que realmente ha sucedido. Pero lo que sucedió realmente era probable que sucediese en una fase anterior. Era, pues, una posibilidad, que ocurrió por fin, y en este sentido la historia es considerada una mera subcategoria del arte12. E n sus obras posteriores, Croce rectifica su propio punto de vista, supeditándolo a las leyes de la lógica y considerando que la historia es u n "juicio individual", con u n predicado conceptual. N o es difícil aplicar esto también al arte. Ciertamente el artista no es una tabula rasa con respecto a la realidad por él expresada o descrita, y cuando imita personas y cualidades ya tiene su propia concepción, convicción, experiencia, es decir, sus propios predicados conceptuales bien definidos. Collingwood t o m ó muchas de sus premisas de Croce, pero prestó especial

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atención al papel de la imaginación en el conocimiento histórico. Se. trata aquí de la imaginación constructiva. Cuando la imaginación se ve necesariamente ligada a hechos que sucedieron en realidad, ya está en la esfera de la historia. Pero en el origen de ambas se encuentra "la imaginación a priori". Collingwood se inclina a admitir el carácter exigente del estilo narrativo del escritor, aunque n o acepta la veracidad c o m o índice de mérito del m i s m o . Escribe en sus Epilegomens que el historiador tiene una doble tarea; a semejanza del escritor tiene que componer u n cuadro lleno de significado y al m i s m o tiempo este cuadro debe representar cosas y acontecimientos tal c o m o fueron y sucedieron en realidad13. A través de esta breve exposición de diversas concepcionesfilosóficasde la historia podemos advertir que la dialéctica entre lo general y lo particular, m á s la incapacidad de comprender correctamente la categoría de lo "peculiar", constituye u n obstáculo. Y no fue por mera coincidencia que, partiendo de algunas ideas de Goethe, Georg Lukács considerara lo "peculiar" c o m o una categoría básica de lo "estético" y de lo "artístico"14.

L a sociología del arte y sus problemas L a cuestión principal aquí es la exageración del papel constructivo de la conciencia histórica (muy a m e n u d o atribuido a la personalidad del historiador). Según Collingwood, el pensamiento histórico es u n acto de la imaginación por medio del cual intentamos dotar a la idea interna de contenido concreto. Esto se logra utilizando el presente c o m o prueba o testimonio del pasado. T o d a reconstrucción del pasado en la imaginación tiende hacia una reconstrucción del pasado correspondiente al presente que es percibido aquí y ahora16. Tal concepción tropieza con obstáculos cuando nos enfrentamos con problemas de conocimiento sociológico. L a sociología siempre se ocupa del presente, sus hechos son siempre aquí y ahora. Pero no puede interpretar sin referencia a la necesidad y á la causalidad de la continuidad histórica; dicho de otra manera, sólo es fértil mientras es histórica. Acaso pueda decirse que la sociología es cuasihistórica porque trata con leyes generales, y n o con hechos particulares. Pero Croce había señalado ya la necesidad de un predicado conceptual acerca del "juicio personal" del historiador. Por eso ninguna historia es posible sin ideas generales, c o m o tampoco es posible ninguna sociología sin u n análisis de los fenómenos de masas y también de ciertos fenómenos individuales típicos ( M a x W e b e r estimó necesario igualmente tipologizar los hechos sociológicos). ¿Podemos delinear entonces una frontera entre historia y sociología sobre esta base propuesta por Collingwood, tomando también en consideración la distinción entre el historicismo de la sociología y la historia c o m o una ciencia autónoma? U n a distinción así n o puede establecerse a menos que estas dos ciencias se consideren no c o m o dos formas

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distintas de hacer objetiva la realidad, sino c o m o construcciones de la imaginación o de algún otro elemento de la conciencia. Esto nos lleva directamente a los problemas y dificultades que enfrenta la sociología del arte, que son principalmente metodológicos. Tanto el positivismo ( M a d a m e de Staël, Hyppolyte Taine) c o m o el marxismo, aunque de formas radicalmente distintas, admiten la historia c o m o base de la sociología del arte. Los positivistas posteriores (Charles Lalo, H . Focillon, H o u senstein, Fritsche y otros) se inclinan a interpretar la sociología del arte c o m o una "morfología de la historia" (la expresión es de Focillon)16, c o m o una ciencia de las formas que surgen de condiciones sociales determinadas. Algunos positivistas, tras haber pasado por el marxismo, intentan sustituir el problema del historicismo por el llamado "problema genético", o por el problema de las estructuras (L. Goldm a n n ) ; otros aún abrigan dudas en cuanto a.la idea de causalidad histórica". A lo s u m o , arte y literatura son la expresión de una concepción dada del m u n d o , siendo tales concepciones no fenómenos individuales, sino sociales (L. Goldmann). Roger Bastide subraya que arte y literatura han de ser atribuidos a u n grupo o clase de seres h u m a n o s con todas sus condiciones de vida sociales y económicas18. Así, pues, el historicismo es c o m ú n a todas las escuelas importantes en sociología del arte (aunque de formas diferentes y desde posicionesfilosóficasdistintas), careciendo totalmente de fundamento los intentos tanto del naturalismo (freudismo y jungianismo) c o m o del trascendentalismo (o sea la fenomenología), precisamente por su anti-historicismo, de basar sus parámetros en la sociología en general y en la sociología del arte en particular. Pero n o es el historicismo la única condición para el éxito en los estudios sociológicos del arte, por supuesto. El valor del historicismo depende directamente de la calidad y consistencia del monismo materialista. Husserl vio la causa de la crisis que aquejaba a la ciencia europea en el dualismo cartesiano entre naturaleza y espíritu, en el objetivismo naturalista, que aplica métodos científicos también al examen del espíritu, pero, incapaz de salvar el foso entre el cuerpo y la mente, trató de imponer el m o n i s m o idealista. Resultó, sin embargo, que el monismo no tenía nada que ver con la historia, que era "demasiado para ella". H a y también un tipo de materialismo que enfoca, los fenómenos espirituales de una forma mecánica, no comprende su independencia relativa y trata de reducirlos a factores, por ejemplo, económicos. Algunos identifican este "materialismo económico" con el marxismo. U n a crítica del marxismo así fue la que hizo Pierre Francastel" sobre algunas obras de Arnold Hauser, que conoce bien las insuficiencias del "economismo", adoptado bajo la influencia de Simmel, Sombart y M a x Weber. Este reduccionismo económico no tiene nada que ver con el marxismo. M a r x escribe: "con respecto al arte, es bien sabido que algunos periodos de su edad de oro no corresponden al progreso general de la sociedad, y por consiguiente, al desarrollo de su base material que representa el marco de su organización"20.

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N o es el automatismo económico lo característico del marxismo, sino la idea de la irregularidad del desarrollo histórico, que es una de las premisas del m o n i s m o materialista en la sociología del arte.

L a especificidad de la creación artística Hippolyte Taine compara la sociología del arte con la botánica, viéndola c o m o una especie de botánica que n o se aplica al estudio de las plantas sino al de las creaciones humanas 2 1 . Su tarea consiste en revelar las relaciones de concordancia y de simultaneidad entre las obras de arte y otros factores sociales (morales, políticos, etc.). Merced a las obras de arte el científico reconstruye la verdad acerca de periodos históricos que n o pueden observarse directamente. E n opinión de Lanson, los lectores tienen que aprender c ó m o , a través del prisma de una página de Montaigne, una pieza dramática de Corneille o u n soneto de Voltaire, es posible captar momentos particulares de la cultura universal, europea o francesa. A u n el artista m á s original hereda tres cuartas partes de su genio22. Georg Brandes creía que una aceptación consecuente de las tesis de Hippolyte Taine nos llevaría a la construcción de una historia de la literatura sin autores (esto lo ha hecho ya Wolflin en la historia de las bellas artes), con la ayuda del "método biográfico" de Sainte-Beuve. Estas ideas básicas de la escuela histórico-cultural, con todos sus méritos indiscutibles, la hacen incapaz de penetrar en el sancta sanctorum de las peculiaridades de obras y escuelas artísticas. L a obra queda reducida a u n vestigio histórico, sin ningún valor intrínseco, mero testimonio de los aconteceres históricos y sociales. . Este determinismo casi total de la.escuela histórico-cultural ha sido rectificado por los métodos históricos comparativos, que son de enorme importancia tanto para la historia del arte c o m o para sus análisis sociológicos; pero la incapacidad general para llegar al propio acto creador y a la obra de arte subsiste. A . N . Vesselovsky, uno de los m á s ilustres representantes de la teoría, históricocomparativa de la literatura, escribía en 1884: "El principal resultado de m i encuesta, especialmente caro para mí, es vital para là historia de la creatividad poética. N o sueño con levantar el telón que nos vela los secretos de la creatividad personal, objeto de preocupación de los estetas y que m á s bien pertenece al dominio de los psicólogos [...] Naturalmente, el poeta mantiene u n nexo con el material heredado de tiempos pasados, pero su punto de partida ha sido determinado por lo que se ha hecho antes de él. T o d o poeta, Shakespeare u otro cualquiera, entra en el ámbito de las obras poéticas que ya existen, se interesa por determinados asuntos, está al tanto de la m o d a , yfinalmentesurge en u n m o m e n t o en que cierto género poético ha sido ya desarrollado. Para poder definir el grado de su iniciativa personal, hemos de remontarnos al principio m i s m o de la historia

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de lo que utiliza en su obra, y consiguientemente nuestra investigación debe aventurarse en la historia del lenguaje poético, del estilo, de los argumentos literarios, y concluir con el problema de la consistencia histórica de los géneros poéticos, de su regularidad y relaciones con el desarrollo histórico y social"23. El determinismo histórico n o es tan rígido e incluye las tradiciones de la poesía y de la cultura, m a s , con todo, la creación personal sigue siendo u n secreto velado. ¿Hay alguna obra de creación que no sea, en alguna medida personal? N i siquiera la creatividad popular colectiva es impersonal. H e m o s visto ya que los intentos tanto del psicologismo c o m o del fenomenologismo para abordar la especificidad de la creación artística, sean cuales fueren sus inconvenientes y sus méritos, se ven afectados por su inadecuado historicismo. Apenas si hace falta resaltar explícitamente aquí que las manifestaciones actuales, tanto de la escuela histórico-cultural c o m o del psicologismo y del fenomenologismo, han subsanado cierto número de defectos sin modificar, empero, la esencia de sus metodologías. Dentro del marxismo auténtico, G . V . Plejanov fue uno de los primeros en aplicar la interpretación materialista de la historia a la compleja esfera del arte. Su obra Cartas sin dirección demostró c ó m o puede la sociología del arte revelar las regularidades que determinaron el nacimiento y el carácter del arte primitivo y de las actitudes estéticas hacia el m u n d o . Su Arte y vida social es también un clásico. Desde las posiciones del monismo materialista-histórico arrojó luz no solamente sobre la relación general entre la sociedad y el arte, sino también sobre las especificidades de la obra de creación personal. Analizó m u y convincentemente el misterio de la pasión de Pushkin por el "arte puro", comparó la interpretación pushkiniana con la idea de l'art pour l'art de la poesía francesa y definió n o sólo las distinciones sociales generales, sino también las individuales24. T a m p o c o podemos desestimar la magnífica obra de Franz Mehring La leyenda de Lessing, en la que el gran marxista alemán ofrecía no sólo una descripción materialista de la Ilustración alemana, sino también una obra de creación singular. Sus obras sobre Klopstock, Herder, Goethe, Schiller, Heine y otros son igualmente notables25. L a contribución sociológica de A . V . Lunacharsky es asimismo considerable: sus numerosas investigaciones sobre sociología de la literatura, de la música, del drama, del teatro, de las bellas artes, del cine, además de los problemas generales de la sociología de la cultura y de la sociología del arte n o han sido todavía objeto de la atención que merecen. E n su Historia de la literatura europea occidental (conferencias dictadas en los primeros difíciles años que siguieron a la revolución de octubre), aplica con s u m a competencia la dialéctica entre lo general, lo particular y lo individual. Lunacharsky estudia n o sólo las "normas", sino también la patología del arte. E n su excelente estudio Factores Sociológicos y patológicos en la historia del arte, lleva a cabo un análisis de la obra de Hölderlin. Es él quien introduce las nociones de épocas "sanas" y épocas "enfermas". E n el primer

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caso, la patología en el arte parece una excentricidad, pero en tiempos de tribulación, "cuando todo hombre normal padece las contradicciones y está en busca de portavoces que sientan las contradicciones de u n m o d o sutil y sepan expresar las experiencias negativas de forma conmovedora, en esos tiempos, la historia pulsa el teclado patológico con la m a n o de un virtuoso de piano"26. U n a persona con talento pero mentalmente perturbada, que viva en una época normal, puede quedar en el anonimato o ser poco conocida, pero será resucitada en épocas "enfermas", en cuyo caso "la historia toca no sólo el teclado de la vida, sino incluso el de la muerte: lo que estaba muerto vuelve a vivir, haciéndose contemporáneo de la época posterior". C o n toda la significación que revisten las condiciones sociales objetivas y la lucha de clases, la individualidad es de singular importancia para Lunacharsky. " E n arte n o debemos creer que la importancia resida en los grupos, y no en los genios", escribe". E n esta m i s m a tónica son también de suma importancia los análisis de Antonio Gramsci, especialmente los efectuados sobre Dante y Pirandello.

Conclusión L a sociología del arte está todavía definiendo su c a m p o de estudio, sus métodos y sus categorías. Tendrá que salvar el foso que existe entre los datos estadísticos de las observaciones empíricas y la singularidad de la percepción estética individual, destronar el presunto objetivismo de los métodos experimentales y buscar criterios genuinamente objetivos para la contribución subjetiva del observador. U n a razonable combinación de sincronía y diacronia requiere una sociología y una psicología social de la cultura artística. La noción de "cultura artística"28 abarca el proceso creativo c o m o un acto social, el valor artístico total, en lo cual entran las obras de arte socializadas, la difusión de estos valores mediante los canales tradicionales y los de comunicación masiva, y las paradojas de la percepción artística. Es importante puntualizar que el enfoque cultural intensifica las tesis del historicismo en la sociología del arte, ya que al arte n o se le considera meramente c o m o una imagen subjetiva del m u n d o objetivo, u n estado emocional o psicológico, sino c o m o u n proceso integral, específico, que posee objetividad social; de tal manera que debería sernos posible observar su aparición y desarrollo, su influencia sobre las personas, sobre los grupos sociales y sobre otros fenómenos de la sociedad, así c ó m o su participación en la amalgama social, la desaparición de algunas de sus formas y la aparición de otras nuevas. L a cultura artística n o se limita a los sistemas de artefigurativo(aunque constituyen su núcleo principal), sino que también comprende algunas instituciones sin las cuales n o existe ni actividad creativa ni percepción o efecto de los valores artísticos29. El enfoque aquí considerado incide sobre muchos problemas que atañen a la relación entre la historia universal de la sociedad y la historia universal del arte,

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y comprende las interacciones y la tipología dinámica de las especificidades universales, regionales, nacionales y de otras clases. H o y día, las nociones originales de "literatura universal" o "cultura universal" lo son m u c h o m á s de una realidad que de una construcción teórica. N o por casualidad se ha iniciado en C u b a y en otros países latinoamericanos una amplia discusión sobre "europeocentrismo" y "antieuropeocentrismo" en la literatura y en el arte de esa región. A esta discusión se verán inevitablemente arrastradas muchas voces procedentes de Asia y de África. Algunas veces la importante noción de "identidad cultural" se contamina de chauvinismo e incluso de racismo, siendo este aspecto morboso contrario a la significación de las influencias y relaciones culturales internacionales. Otras veces ni siquiera se comprende que, en una sociedad de clases, coexistan dos culturas dentro del marco de la cultura nacional. Esta actitud se convierte en la base de mitologías o místicas reaccionarias, provincialismo o incluso especulaciones escatológicas, mesianismo n o humanista y segregación racial. Sin embargo, las tendencias predominantes n o son éstas, sino m á s bien la creciente interpenetración entre distintas culturas pretéritas y contemporáneas. Estas comparaciones regionales, por ejemplo, pueden hacernos ver el renacimiento europeo bajo una nueva luz: ¿fue u n fenómeno exclusivamente europeo o se dan fenómenos similares en las culturas asiáticas, americanas y africanas?30. [Traducido del inglés] Notas 1 2 3 4 5 6 7 8 9

Aristóteles, Poética, 1857, p . 67-68. último escribe: " L a palabra 'vivir' debe interpretarse aquí no en el sentido fisiológico, K . M a r x y F . Engels, Complete works, vol. 3, sino m á s bien c o m o una vida que se encamina p . 36-37, 2 . a ed. a u n fin, que manifiesta la creación espiritual Ibid. en el m á s amplio sentido, c o m o es el acto de V . I. Lenin, Complete works, vol. 18, p . 131-132. crear cultura (kulturschaffend) dentro del Dreuzen, Grundriss der Historik, Jena, 1858. marco del continuo histórico." E . Husserl, Windelbandt, Präludien, vol. II, p . 136-160, T u Die Krisis der europäischen Wissenschaften binga, 1915. und die transzendentale Phänomenologie: Eine Rikkert, Die Grenzen der naturwissenschaftlichen Einleitung in die phänomenologische PhilosoBegriffsbildung, Friburgo, 1896. phie, vol. 6, p . 315, L a H a y a , Husserliana, Simmel, Die Probleme der Geschichtsphilosophie, 1954. Leipzig, 1892. Dilthey se encuentra en el origen de una serie de 10 Husserl, Die Krisis..., op. cit., p . 72. 11 ideas sobre la filosofía de la historia y la Ibid. teoría de la cultura idealistas contemporá- 12 B . Croce, La storia ridotta sot to in concetto geneneas, a partir de las cuales se desarrollaron rale dell'arte, Bari, Primi Saggi, 1919. posteriormente la hermenéutica moderna, el 13 R . G . Collingwood, The idea of history, Oxford, método de la empatia y la historiografía 1961. "inteligente" con él relacionada. T o d o esto 14 Georg Lukács, " D a s Besondere alz zentrale Katetiene su fuente en la célebre y única obra de gorie der Ästhetik", Deutsche Zeitschrift für Dilthey, Einleitung in die GesisteswissenPhilosophie, n.° 2 , 1956. 15 schaften, publicada en 1883. Dilthey, el Collingwood, op. cit. iniciador de la "filosofía de la vida", critica 10 H . Focillon, Vie desformes, Presses Universitaires la teoría abstracto-espiritualista de la naturade France, 1970. leza h u m a n a y abre cl camino al "trascenden- 17 R . Bastide, Art et société, p. 39, Paris, Payot, 1977. talismo fenomenológico" de Husserl. Éste 18 Ibid., p . 40.

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Notas (continuación) Pierre Francastel, "Problèmes de la sociologie de 29 N o todos están de acuerdo con este enfoque culturalista. E n su libro Notes towards the defil'art", Traité de sociologie, vol. II, p . 278-279, nition of culture (1948), T . S. Eliot hace una Presses Universitaires de France. clara distinción entre religión y cultura. Para Marx, Engels, op. cit., vol. 12, p . 737. él la religión n o es meramente la base, sino Hippolyte Taine, Philosophie de l'art, p . 13, también el punto de partida activo de toda París-Ginebra, 1980. cultura, en tanto que forma de vida estableH . Lanson, Method of the history of literature, cida de u n pueblo dado. U n a distinción p . 4, Moscú, 1811. semejante es la que ha hecho en nuestros días In memory of Acad. A. N. Vesselovsky, p . 29-30, Athanas Natev respecto al arte y a la cultura. 1921 (suplemento). Athanas Natev, "Individuality—a trial for G . V . Plejanov, Aesthetics and sociology of art, . art", Collective works: ethics, social cognition, vol. I y II, Iskustvo, 1978. moral behaviour, p . 346, Sofia, 1979. Franz Mehring, Articles on literary criticism, 30 N . I. Konrad, West and east, M o s c ú , 1966. Moscú, G I H L , 1964. A . V . Lunacharsky, Complete works in eight volumes, vol. 8: Artistic literature, p . 80,. Nota del redactor: Las citas de este artículo han sido Moscú, 1967. libremente traducidas y pueden diferir de los Ibid., p. 81. a pasajes correspondientes que aparecen en las Krastio Goranov, Art as a process, 2 . edición, versiones inglesas de las obras citadas, cuando Sofía, 1977, introducción; Art and social life,, estas versiones existen. p . 249-275, 2 . a edición, Sofía, 1979.

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E. J. Hobsbawm Todas las ciencias sociales precisan de testimonios históricos en la medida en que se ocupan de la realidad social o que intentan verificar o refutar modelos teóricos generales valiéndose de datos y, testimonios. Esto es de una evidencia absoluta, pues cualquier tipo de testimonio recogido para los fines propios de cualquier ciencia social, por contemporáneo que sea, se hace "histórico" al instante. m i s m o de haber sido recogido, es decir, se refiere ya al pasado, aun cuando sea u n pasado inmediato. D a d o el lapso que normalmente corre entre la recolección y la utilización de los datos para el análisis de hechos corrientes o de tendencias futuras, es ya m u y probable que la información sea histórica. Los sondeos de opinión pública destinados a predecir resultados electorales han demostrado esto m u y a m e n u d o . Hasta aquí n o existe una distinción tajante entre material documental histórico y no histórico. E n la práctica, sin embargo, sí se hace alguna distinción, toda vez que la mayor parte de los testimonios sobre "el presente" recogidos para su utilización en las ciencias sociales (mediante encuesta pública o privada, experimentación u otro m o d o cualquiera) pueden planificarse para que respondan a u n objetivo concreto, y la encuesta puede ampliarse, elaborarse o modificarse para que satisfaga ese propósito. Los testimonios históricos (que, c o m o se ha observado, pueden incluir hechos y datos de ayer mismo) han de tomarse c o m o algo dado. N o podemos añardirles nada, aunque tratemos de extraer de ellos todo lo posible, incluso respuestas a preguntas que no estaban en el ánimo de quienes los compilaron. Así, hasta 1831, los censos ingleses n o daban datos ocupacionales respecto a individuos, sino únicamente respecto a familias. N o hay forma alguna de interpretar esos datos censales para extraer datos ocupacionales referentes a individuos, aunque podemos valemos de ellos para especular sobre este asunto con diversos grados de plausibilidad. La mayoría de las ciencias sociales utilizan también material más estric-

Eric J. E. Hobsbawm es profesor de economía y de historia social en el Birkbeck College de la Universidad de Londres (Malet Street, Londres WC1E 7HX). Entre otras, ha publicado las siguientes obras: Industry and empire, en 1968, Bandits, en 1969, Revolutionaries, en 1973 y The age of capital, en 1975.

Rev. int. de cieñe, soc., vol. XXXIII (1981), n.° 4

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tamente histórico para diversos fines, especialmente para determinar, tendencias, o a efectos de.comparación en el tiempo. L a antigüedad a la que se remonta el material empleado depende en parte de su disponibilidad y en parte de la índole de la investigación en cuestión. Así, por ejemplo, generalmente sólo se dispone de censos de una antigüedad m á x i m a de dos siglos. Se pueden compilar de otras fuentes datos demográficos equiparables relativos a periodos anteriores o a periodos intermedios, allí donde ha sido irregular el levantamiento de censos. A efectos de determinar la curva de crecimiento demográfico es esencial una serie cronológica de ese tipo, pero para otros fines demográficos no lo es. Así, u n estudio sobre las distintas formas de controlar la dimensión de la familia (mediante diversas clases de control de la natalidad, por infanticidio, variación de la edad de matrimonio u otros procedimientos) podría contar con datos tomados tanto del presente c o m o de distintas fechas y localidades en el pasado, no necesariamente sucesivas. U n estudio de tendencias debe contar con series cronológicas de duración variable. Su empleo está m u y generalizado, sobre todo con fines de extrapolación, aunque este procedimiento plantea problemas m u y serios. Naturalmente, todo conjunto de datos utilizados para hacer comparaciones plantea tanto el problema de su comparabilidad c o m o el de su fiabilidad. Este problema llega a ser especialmente serio cuando a los científicos sociales n o les basta con emplear material histórico ya disponible (ya sea recogido específicamente para fines que sólo sirven para algún m o m e n t o del pasado o que haya ya sido descubierto y publicado por historiadores), sino que precisan de material histórico que n o está disponible, por ejemplo, para verificar o refutar sus proposiciones teóricas. Esto puede m u y bien ocurrir en el caso de científicos sociales interesados por cuestiones esencial u ostensiblemente históricas, c o m o la teoría del crecimiento económico. Será necesario en estos casos efectuar cálculos del producto nacional bruto o de la renta nacional en periodos distintos. Pero los datos de esta clase apenas si se recogían antes del siglo x x , y menos aún de una forma constante y regular. A d e m á s , las estimaciones que tal vez pudieran hacerse n o se hacían necesariamente en los términos requeridos por los teóricos. E n tales casos, el material histórico utilizado por el científico o historiador social n o es material de fuentes originales, sino un artilugio construido a partir de una combinación de fuentes diversas, elaborado y moldeado por distintos medios a base de suposiciones y conjeturas. Hasta cierto punto este es también el caso de algunas fuentes históricas disponibles, c o m o los compuestos de datos agrupados (tabulaciones censales, por ejemplo) o las estimaciones genéricas cuyas fuentes exactas n o pueden ya ser consultadas (evaluaciones de opinión pública en informes policiales, etc.). N o obstante, las dificultades aumentan en forma proporcional a la distancia entre los datos que están disponibles o que pueden conseguirse y los que el científico social necesita. H a y u n cuarto uso del material histórico que es habitual entre políticos, periodistas y público en general, pero que también se da entre los científicos

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sociales. Se trata del uso de la historia c o m o precedente, parangón, modelo o anti-modelo del presente. Esto se refleja bien en la conocida frase "los generales siempre se están preparando para la guerra pasada", o en ejemplos tales c o m o la referencia a "Munich" en la política internacional desde 1938. Probablemente éste sea el uso práctico de la historia m á s antiguo que se conoce,.y poco m á s que una ampliación de la práctica natural de tomar decisiones a la luz de la experiencia. N o obstante, afecta también a los científicos sociales, aunque éstos sean generalmente (pero no siempre) menos ingenuos sobre este punto. Así, al analizar la naturaleza y la estabilidad del sistema político de los Estados Unidos de América, u n científico social puede m u y bien remontarse nada menos que a la descripción y análisis que de ese sistema hiciera Tocqueville en la década de 1830. M á s c o m ú n todavía es el uso indiscriminado de ejemplos del pasado y del presente para la generalización o la comparación, c o m o en el caso de tipologías de revoluciones o guerras. ( C o m o casi todas las guerras y revoluciones que se analizan son pretéritas, el material para el análisis ha de ser en su mayor parte histórico.) El problema de la comparabilidad es aquí decisivo. Supuesto básico de todos estos ejercicios es que la comparabilidad existe, es decir que para los fines del científico social las diferencias que existen entre casos. análogos pueden desdeñarse. Los ejemplos reseñados describen el uso de material histórico que es hoy corriente en las ciencias sociales, y, aunque la lista no es exhaustiva, probablemente incluye los m á s esenciales. Esta es u n a lista descriptiva y n o normativa; es decir, no considera qué usos son m á s deseables y cuáles lo son menos. Esto se considerará m á s adelante. Sin embargo, ya desde este primer m o m e n t o la lista plantea el problema de la naturaleza, evaluación y manipulación de los testimonios y datos históricos. Esto es importante, pues los científicos sociales n o siempre están bien informados sobre las dificultades que el manejo de tales testimonios implica, y no son suficientemente críticos al utilizarlos. U n a práctica corriente entre sociólogos, por ejemplo, ha consistido en utilizar relatos históricos secundarios c o m o materia prima y luego "teorizar" sobre ellos. D e m o d o análogo, los economistas, especialmente los económetras, tienden m u y a m e n u d o a utilizar cualquier serie estadística que hallan a m a n o , sólo porque está disponible, sin inquirir con demasiado rigor sobre sufiabilidad.Contrariamente, tienden a no incorporar a sus teorías hechos históricos sobre los que no hay información exacta disponible; por ejemplo, datos sobre el sector de subsistencia de la economía c o m o factor distinto del sector de mercado, o sobre el sector de la economía n o registrado o "negro", c o m o factor distinto del adecuadamente cubierto por la estadística.

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Naturaleza de los testimonios históricos Los historiadores, al igual que los letrados/toman una posición escéptica respecto a lafiabilidadde las pruebas y testimonios c o m o punto de partida. E n realidad, el problema de la evaluación y comprobación de testimonios ha constituido el fundamento de la metodología histórica, y.para algunos historiadores tradicionalistas agota el problema de la metodología. L a evaluación de los testimonios varía, naturalmente, con los problemas que los historiadores se propongan resolver, y con la índole de los datos. D e esta manera, allí donde tanto los problemas c o m o los datos son limitados, acaso parezca deseable o incluso practicable u n estudio totalmente exhaustivo de las fuentes; tal es el caso del estudio de la historia antigua a partir de fuentes literarias, todas las cuales podrían caber en u n cuarto de modestas dimensiones, o del examen a fondo de u n incidente diplomático, que sería posible estudiar repasando exhaustivamente u n número limitado de legajos en u n número limitado de archivos y u n reducido número de colecciones de papeles personales. Tales casos n o son típicos de las fuentes y de los problemas históricos que interesan a las ciencias sociales, y en realidad la escuela m á s influyente de historiografía tradicionalista, la representada por Leopold von Ranke y sus seguidores, se ha interesado generalmente por cuestiones que son de. limitado interés para los científicos sociales (como la narración cronológica de las acciones de quienes toman decisiones —reyes, presidentes, generales— en asuntos de política y de guerra). A menudo, esta corriente ha rechazado deliberadamente la búsqueda de generalizaciones y constantes que caracteriza a las ciencias sociales y a otras ciencias. N o ha de desestimarse, sin embargo, la pericia técnica acumulada en el transcurso de los siglos por este limitadísimo tipo de historiografía, que ha desarrollado una enorme sagacidad en el estudio de los errores que suelen darse en la transmisión de la información (por ejemplo, la copia de documentos), en la apreciación de la parcialidad yfiabilidadde los testimonios individuales, así c o m o de la diferencia entre relatos de primera y de segunda m a n o o entre exposiciones de hechos y las fórmulas, etc. Tal experiencia es aplicable a las ciencias sociales y tiene una pertinencia directa en casos tales c o m o Ja estimación de la magnitud de las muchedumbres participantes en actividades sociales o políticas. V e a m o s u n ejemplo de aplicación de la crítica histórica tradicionalista en una ciencia social: el profesor de Oxford R . N e e d h a m , en el curso de u n debate sobre el canibalismo visto por los antropólogos1, indica que, si bien existen pruebas fidedignas de su prácticas en algunas sociedades, varios de los ejemplos conocidos se basan, directa o indirectamente, en uno o dos relatos de antiguos viajeros, relatos que al ser comprobados, resulta que cuentan meramente "lo que m e dijeron". D e esta manera, todo: modelo antropológico acerca de, digamos, sociedades indonesias que dé por supuesto que el canibalismo se practicó en esta región del globo en algún m o m e n t o del pasado debe ser sometido a una seria revisión. Las técnicas

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del detective y del jurista que, c o m o se ha sugerido con acierto, son m u y similares a las del investigador de textos o documentos históricos tradicionalista, es indudable que tienen una bastante amplia aplicabilidad, especialmente en ciencias n o experimentales que deben confiar en testimonios de difícil o imposible corroboración. Dichas técnicas, aunque n o irrelevantes, n o son esenciales para la clase de historia que está m á s próxima a las ciencias sociales, c o m o la historia económica y social. Entran aquí otros dos elementos, uno metodológico y el otro relacionado con el tratamiento de los datos. Mientras que la historia tradicional generalmente toma sus datos c o m o algo dado (por ejemplo u n a colección de textos o de documentos escritos conservada en u n archivo público o privado), nosotros sabemos que muchas de nuestras fuentes sólo salen a luz a través de las preguntas mismas que • los historiadores formulan. Algunas pueden m u y bien estar implícitas en los materiales preparados para otros fines. Así es c o m o teóricamente resulta fácil, por ejemplo, obtener información demográfica (tasas de natalidad, de mortalidad, etc.) a partir de los simples registros de nacimientos y defunciones que existen en las parroquias, n o concebidos originariamente con esa intención. H a y conclusiones que pueden deducirse razonablemente de los datos, aunque n o estén implícitas en ellos, por ejemplo, los niveles mínimos de alfabetización según la proporción de hombres y mujeres capaces defirmarcon nombre y apellido los certificados o actas de matrimonio. Sin embargo, aunque la inferencia de la alfabetización por las firmas o la ausencia de ellas es hoy generalmente aceptada, descansa en argumentos que no tienen nada que ver con la naturaleza de la fuente. L a primera utilización de actas de matrimonio para este fin (hecha por Farr en el siglo xix en Inglaterra) fue impugnada en su m o m e n t o por personas que proponían explicaciones alternativas. Es m á s , algunos usos de fuentes guardan relación con los datos originales mediante cadenas de inferencias o argumentaciones aún m á s largas o complejas. El análisis de las fórmulas testamentarias y de las inscripciones y monumentos funerarios en el siglo xvni hecho por Voyelle y otros2, para medir la declinación de la fe cristiana y el auge de una visión secular del m u n d o , es u n ejemplo. E n los tres casos citados arriba, la mayor parte de los observadores hallarían hoy el uso dado a las fuentes c o m o totalmente aceptable, aunque conviene recordar que esta aceptabilidad descansa por su parte en nuestra familiaridad con determinadas formas de análisis, c o m o son la utilización de series cronológicas y tendencias, la generalización estadística, etc. Otros casos pueden seguir siendo debatibles, por ejemplo, la utilización de testimonios iconográficos para el estudio de la ideología, o la determinación de niveles de alfabetización según la calidad de las firmas matrimoniales. N o obstante, el punto principal a destacar es que en todos los casos en que los datos no están "dados", sino que son extraídos, derivados o construidos para responder a las preguntas del historiador, su selección, presentación, elaboración, y aun su interpretación, corren siempre el

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riesgo de verse afectadas por las intenciones del historiador, así c o m o por sus parcialidades y prejuicios. N o hay aquí lugar para el viejo y anticuado positivismo que considera los datos c o m o externos al observador y c o m o dados. Por ejemplo, los historiadores cuya teoría les induce a sostener la tesis de que las colonias españolas formaron parte de u n sistema capitalista mundial desde el siglo xvi en adelante, tenderán a concentrarse en aquellos aspectos de las haciendas coloniales españolas que demuestran que producían para un mercado m á s amplio y a desdeñar, por un lado, aquellos otros aspectos que n o inciden en la cuestión y, por otro, las diferencias entre las haciendas de México del siglo xvu y aquellas del Porfiriato, consideradas ambas c o m o "esencialmente" capitalistas. (Y n o estoy criticando aquí este procedimiento, sino meramente señalando su carácter selectivo.) E n casos extremos los datos pueden ser casi enteramente "construidos" en función de algún modelo explicativo, c o m o en los llamados ejercicios contrafactuales de los historiadores económetras. Por ejemplo, la estimación de los costos sociales de la educación en el siglo xix en los Estados Unidos (hecha, por ejemplo, por Fishlow, Engermann, Schultz y otros) implica la medición n o sólo de los recursos sociales dedicados a la educación —de los que sólo algunos tipos de gastos directos son fácilmente mensurables— sino también la estimación de la renta que las personas que reciben la educación han dejado de percibir por no ganarse aún la vida o por otros conceptos (los "costos de oportunidad"). Esto exige u n "frecuente recurso a la formulación de supuestos sobre el valor de las variables ^pertinentes"3, que son sumamente especulativos y controvertibles. ¿Qué representa, exactamente una tabla de fgastos educacionales" así estimados, aparte de ser un medio para responder a una pregunta planteada por u n modelo económico que probablemente guarda escasa relación con las c a m biantes realidades sociales a las que pretende ser aplicable? Quizá los historiadores han debido enfrentar tales complejidades metodológicas m á s frecuentemente que otros.científicos sociales, por lo cual su experiencia puede servir a éstos de valiosa guía.. . El segundo elemento a considerar respecto a la naturaleza de las fuentes se relaciona con la índole técnica de algunas de esas fuentes históricas n o tradicionales,y en particular su abundancia, que hace el uso de los anticuados métodos artesanales individuales imposible, y con frecuencia inconveniente. A d e m á s , en algunos casos n o hay posibilidad de recurrir a la "prueba", en el sentido jurídico tradicional. Por sí misma, la correlación de dos o m á s series cronológicas estadísticas sólo, puede establecer una conexión entré ellas, pero n o u n nexo causal. Sin embargo, en estos sectores de su actividad los historiadores n o han elaborado técnicas y metodologías propias, sino que m á s bien han adoptado y adaptado las de otras ciencias sociales, e incluso de las naturales. Queda, pues, fuera del ámbito de este artículo, y n o voy a ocuparme de los problemas que plantea.

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Hasta aquí hemos tratado en términos m u y generales sobre los materiales documentales corrientemente utilizados en historia y las técnicas y disciplinas desarrolladas en su empleo, aplicables a la práctica de otras ciencias sociales. Ahora conviene que hagamos referencia a una cuestión m u c h o m á s importante: ¿qué puede la historia, en tanto que campo específico del estudio de la humanidad en¡ su dimensión temporal y cronológica, aportar a las ciencias sociales, las cuales han de interesarse también por tales cuestiones, prospectiva o retrospectivamente? Esto puede afirmarse, en un sentido m á s general, sobre todas las ciencias; la dimensión histórica de varias de ellas se ha reforzado marcadamente en las últimas décadas, n o solamente en biología y geología, que desde hace ya m u c h o vienen siendo, entre otras cosas, ciencias del cambio y de la evolución, sino en las ciencias físicas, m u y interesadas actualmente por la historia del universo. E n esta medida, hasta las ciencias naturales se han apartado de la metodología experimental tradicional, ya que algunos de los fenómenos que estudian no pueden ni aislarse en laboratorios ni ser reproducidos intencionalmente (por ejemplo el proceso de la "deriva de los continentes"). Algunos de esos fenómenos no pueden siquiera ser observados en su proceso de cambio, sino que han de ser inferidos de observaciones estáticas (como el ciclo vital de las estrellas), o incluso propuestos c o m o construcciones especulativas, de lo que se supone que debió pasar (como las teorías sobre los hechos ocurridos en los primeros momentos del origen del universo4). Paradójicamente, el reciente desarrollo de las ciencias sociales las ha alejado de la perspectiva básicamente histórica y evolucionista a la luz de la cual se analizaban los fenómenos sociales hace un siglo, c o m o pone de manifiesto una comparación de la lingüística en las décadas de 1880 y de 1980. H a n mostrado inclinación a avanzar por el camino de la abstracción teórica y del análisis estático, que a decir verdad ha resultado m u y remunerador dentro de sus límites, ya que ha producido, a veces, modelos generales tan interesantes y tan eficaces c o m o el análisis de equilibrios en las ciencias económicas y diversos tipos de estructuralismo/ funcionalismo en sociología, antropología, lingüística, etc. Sin embargo, las ciencias sociales se han valido en su avance de dos tipos de simplificaciones que son en sí mismas m u y peligrosas, c o m o por ejemplo, la reducción de sus modelos a componentes deliberadamente generales y abstractos, dando por supuesta "la igualdad de circunstancias", y esperando que la realidad pueda ser abordada aflojando o adaptando gradualmente estos supuestos. Pero, c o m o todo historiador (y todo ser h u m a n o ) sabe, "las circunstancias n o son nunca iguales", y la realidad social es demasiado compleja para que ninguno de estos modelos la describan o analicen adecuadamente. Los juegos de competición entre dos personas, por ejemplo, para los que se ha elaborado una espléndida teoría matemática, n o representan muchas situaciones de la vida real para las que puedan servir de orientación estratégica. A d e m á s , tales modelos generalmente prescinden del cambio histórico; muchas veces en forma totalmente deliberada, c o m o en el

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caso del estructuralismo de Levi-Strauss, quizá con la esperanza de inyectar después u n elemento de dinamización en u n análisis esencialmente estático6. Pero todo historiador (y la mayor parte de los humanos) saben que n o vivimos en economías que aspiran al equilibrio estable. Todos los historiadores de la economía se ocupan, justamente, de economías que n o están en equilibrio. T o d a teoría que no tome en cuenta las fuerzas que tienden a desestabilizar las sociedades o las economías, lo m i s m o que aquellas otras que tienden a mantenerlas en su sitio, no puede constituir una ciencia social adecuada, aunque tal vez forme parte esencial de esa ciencia. Pero las fuerzas que juegan para que el equilibrio no sea nunca permanentemente "estable" son precisamente las que hacen cambiar a las sociedades en el curso del tiempo, es decir las únicas de las que esencialmente se ocupa la historia. .

L a cuestión evolucionista ¿De qué se ocupa esencialmente la historia? N o puedo hablar aquí en nombre de todos los historiadores, pues hay todavía muchas escuelas e individuos en m i profesión para quienes la historia es radical y cualitativamente distinta de las ciencias sociales (u otras cualesquiera), y que por lo tanto niegan toda relación o nexo con ellas. Es técnicamente imposible negar el derecho de los historiadores que sostienen esta tesis a llamarse a sí mismo historiadores, y la labor que hacen bien puede, a su manera, ser interesante y valiosa. Sin embargo, puesto que para esa corriente la historia no tiene, por definición, relación alguna con las ciencias sociales, c o m o no sea una relación m u y periférica, m u y bien podemos prescindir aquí de ella. L a historia de que personalmente m e ocupo guarda relación con las ciencias sociales, y, para el caso, con las ciencias naturales históricas, puesto que trata de la evolución y transformaciones del hombre c o m o ser social. Siendo así, la historia se sitúa en u n continuo con las ciencias naturales evolucionistas, y especialmente las biológicas, aunque debe rechazar el reduccionismo de la biología social, hoy tan en boga. El hombre es u n animal social, pero un animal social con conciencia y cultura. N o obstante, la cuestión básica de la historia gira en torno a la evolución: ¿cómo ha pasado la humanidad, merced al dominio creciente de la naturaleza por el trabajo, de las comunidades paleolíticas a la sociedad industrial moderna, o expresado m á s simplemente, de un tiempo en que temía a los leones a otro en que teme a los misiles nucleares? ¿Por qué algunas sociedades humanas avanzan en esta dirección por rutas distintas y salvan distancias diferentes? L a humanidad en general, con excepciones numéricamente desdeñables, se ha visto recientemente transformada por efecto de la sociedad capitalista que recorrió la distancia entera (hasta la fecha) en una y sólo una región del globo, pero que es u n avance m u y reciente, aun a la escala de la historia escrita. Dicho fenómeno se ha producido

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en el curso de u n puñado de generaciones. El hecho mismo de estas transformaciones es algo innegable. También lo es el hecho de que, en u n aspecto sin duda esencial c o m o es la aptitud del hombre para controlar la naturaleza, dichas transformaciones han tendido a producirse en una única dirección, globalmente hablando. Esto es independiente de que resolvamos llamarlas "progreso" o no. El intento m á s serio y sistemático de responder a este interrogante básico de la historia es el de Karl Marx, cuyo enfoque general del mismo se resume en la famosa Introducción a la crítica de Ja economia política, de 1859, y que elaboró en otros textos, principalmente de la misma época6. N o aduzco aquí que Marx tenga razón, aunque sí estoy aduciendo que su enfoque es el más fructífero de todos. (También quiero decir que los marxistas que rechazan el enfoque esbozado en la obra mencionada n o están meramente interpretando o matizando a Marx, sino abandonando realmente su línea de análisis.) M e limito a hacer observar que, aunque el enfoque de M a r x no es la única versión evolucionista de la historia, la mayoría de las demás versiones de este tipo (como las "teorías de las fases", en boga hacia las postrimerías del siglo xix) no tienen hoy ya influencia alguna, y que la historia marxista, con o sin aditamentos de otros historiadores y sociólogos que aceptaron sus planteamientos pero intentaron dar respuestas alternativas, sigue siendo hoy por hoy el más eficaz e influyente de tales enfoques de la historia. Esto no quiere decir tampoco que dentro de este enfoque general no sea posible llegar a varias respuestas distintas. • • •, El enfoque de M a r x entraña dos elementos. Primero, ofrece u n mecanismo básico de transformación histórica mediante los cambios en el m o d o de producción (y reproducción) social humana, en los cuales entran los hombres en diversas relaciones sociales de producción que corresponden a una fase determinada del desarrollo de las fuerzas materiales de producción, aunque entrando cada cierto tiempo en conflicto con ellas. Segundo, ofrece u n modelo que pone a las demás actividades sociales humanas —que M a r x llama la "superestructura" y las "formas de conciencia social" específicas— en relación con la estructura económica de la sociedad y recíprocamente unas con otras. Las relaciones entre base y superestructura se han debatido m u c h o entre los marxistas, y n o deseo entrar ahora en esta discusión, pero es evidente que tanto la dinámica del cambio histórico c o m o la índole y características de las actividades humanas, en toda sociedad y en cualquier época, sólo pueden comprenderse analizando primero su m o d o de producción en la vida material. Esto no tiene vuelta de hoja. Si queremos entender algo del m u n d o del siglo xix, en la medida en que ese algo no estuviera aislado de la historia global, tendremos que empezar por el hecho esencial del triunfo de la economía capitalista. Cualquier otro punto de partida analítico resultará, m á s tarde o más temprano, sólo explicativo de algunas partes o aspectos del hecho en cuestión y dejará otros en la oscuridad. N o obstante, el enfoque de M a r x también entraña u n tercer elemento: la relación entre la acción humana consciente y los cambios históricos que son independientes de la voluntad del hombre. Puesto

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que en lo tocante a este punto, M a r x se interesó fundamentalmente por establecer la independencia del desarrollo histórico a largo plazo, en general, respecto a la conciencia h u m a n a y a los actos de la voluntad del hombre, n o abordó a fondo el análisis de esta relación, aunque tomó nota de ella; pero, naturalmente, ésta tiene u n nexo directo con las ciencias sociales y en particular con aquellas que se interesan por cuestiones de política y de gobierno. M a r x hizo abstracción, en su análisis:general, de casos individuales y de sociedades concretas. E n su formulación m á s genérica, c o m o en la Introducción, ni siquiera mencionaba las clases c o m o tales, presumiblemente contemplándolas c o m o casos especiales (en la larga época histórica de la sociedad de clases) de relaciones sociales de producción. N o obstante, a m i modesto entender, podría haber prestado mayor atención a u n cuarto elemento, que algunos marxistas ulteriores han analizado cuidadosamente. M e refiero a la coexistencia de sociedades humanas distintas, o entidades sociopolíticas y económicas de diferentes estructuras, o en fases diversas de desarrollo, pero que viven en interrelación. E n suma, lo que Lenin llamaba "la ley del desarrollo desigual", y lo que los marxistas trotskistas denominan "desarrollo combinado y desigual". L a distinción del m u n d o capitalista en países "desarrollados" y "subdesarrollados" tiene relación con esto. N o creo que semejante hecho pueda considerarse u n aspecto secundario dentro de la historia —ni siquiera de la historia considerada en su forma m á s general y global. Por eso los marxistas, se han visto cada vez m á s frecuentemente obligados a incluirlo en sus análisis. Por otra parte, M a r x dio a entender que este aspecto existe porque tema clarísima conciencia de que la evolución histórica no es lineal. N o veía pienso yo, a todas las sociedades humanas c o m o abocadas a la tarea de subir por una m i s m a escalera y destinadas a llegar al último rellano por sí solas, tarde o temprano, sin otra diferencia que la de que unas suben m á s despacio que otras. L o cierto es que bosquejó u n modelo explicando por qué algunas sociedades se desarrollan m á s prestamente que otras, y por qué algunas (en el llamado " m o d o de producción asiático") tienden a la estabilidad e inhiben el desarrollo. El modelo era m u y esquemático, y sus opiniones sobre algunas sociedades, erróneas. Es importante observar, sin embargo, que su enfoque fue concebido para explicar n o sólo el desarrollo histórico en diferentes formas, sino también la estabilización y la resistencia al desarrollo, o sea sociedades que tienden hacia el equilibrio de varias clases y sociedades que tienden a desestabilizarse y, con ello, a cambiar. Conviene^ hacer aquí una última observación, y se refiere a los procedimientos analíticos de M a r x . Este autor elaboró u n modelo de la transformación social h u m a n a tan sumamente general que dice, específicamente, m u y poco acerca de cualquier fase concreta.de la sociedad o de cualquier sociedad en particular. Luego construyó otros modelos específicos sobre tipos y fases particulares de la sociedad —los m o d o s de producción— que tienen una aplicación m á s restringida, pero todavía m u y amplia. C o m o sabemos, el único de estos modelos que intentó

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elaborar en detalle fue el de las transformaciones, por sus contradicciones internas, del capitalismo; otros modelos análogos de m o d o s , de producción diferentes están ya sugeridos, y en realidad se hallan implícitos. M a r x también aplicó su enfoque a casos concretos y situaciones particulares, principalmente de su propio siglo. A este nivel de análisis, del que son buen ejemplo sus escritos sobre la historia francesa entre 1848 y 1871, n o son ya suficientes los mecanismos generales a largo plazo; las relaciones entre base y superestructura se ríos presentan en toda su considerable complejidad. Y justamente, si la historia ofrece explicaciones generales del cambio, debe considerar también las situaciones concretas y específicas, o en sus propias palabras, "las legales, políticas, religiosas, estéticas o filosóficas; en suma, las formas ideológicas en que los hombres toman conciencia de este conflicto [entre las fuerzas y las relaciones sociales de producción] y lo combaten"'. L a historia c o m o disciplina se interesa, pues, por formas m u y complejas de cambio, interacción y síntesis social. A decir verdad, se interesa en m u y amplia medida por lo que otras ciencias (especialmente las experimentales y teóricas) intentan eliminar de su mira cuando aislan el fenómeno preciso que ha de ser estudiado en condiciones de laboratorio, o cuando formulan teorías sumamente genéricas que hacen abstracción de las irregularidades y de los casos especiales del m u n d o real. L a historia requiere tanto teorías generales c o m o , para fines analíticos, técnicas análogas al aislamiento experimental, tales c o m o la comparación sistemática de casos y determinados fenómenos estadísticos. Para analizar, por ejemplo, la transición de las sociedades precapitalistas a las capitalistas o las tendencias de desarrollo del capitalismo, se debe también y fundamentalmente operar a niveles de teoría menos generales. C o m o M a r x n o ignoraba, n o basta con formular el mecanismo de la evolución social h u m a n a en su forma m á s general, o sea, la creciente capacidad del hombre para controlar su medio natural por medio del proceso social del trabajo (las fuerzas materiales y las relaciones sociales de producción combinadas), sino que también éstas deben ser analizadas y especificadas según fases de desarrollo, sociedades y situaciones particulares. A d e m á s , las posibilidades de aislar los fenómenos, a efectos de análisis, son limitadas. L a historia podría casi definirse c o m o la disciplina que se ocupa de cosas que no son nunca iguales y que no puede suponerse que lo sean. Es m á s , requiere n o ya meros mecanismos de cambio general y cambio dentro de los límites de la fase particular de desarrollo, sino explicaciones de las consecuencias específicas del cambio, es decir respuestas a la pregunta de por qué la situación A fue seguida por la situación B y n o por la C , la D , o cualquier otra. E n el nivel en que los sucesos o decisiones particulares afectan la corriente de la historia, el nivel de la "historia de sucesos", quizá n o sea posible formular una explicación generalizada en absoluto, aunque la generalización, sin embargo, establecerá los límites dentro de los cuales acontecimientos tales c o m o la intervención personal de Lenin en la revolución rusa o la

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muerte de Stalin pueden producir u n efecto. Las ciencias naturales y las sociales no se interesan normalmente por. este nivel en: absoluto, y podemos dejarlo de lado por razones de conveniencia y porque se resiste a la explicación en términos generales. N o obstante, aun por encima de este nivel, es preciso explicar las consecuencias específicas. ¿Por qué se hizo fascista Alemania, y n o .el Reino Unido, en el periodo de entreguerras? ¿Por qué n o se desarrolló. Australia c o m o la Argentina? ¿Por qué se produjo la revolución industrial en el siglo x v m y no en el xvii o en el xix? Tales interrogantes n o pueden eliminarse de la historia. Por supuesto, estos interrogantes se plantean también en cualquier ciencia histórica, posiblemente con la excepción del nivel en que los hechos particulares han de ser explicados. H a y , sin embargo, ciencias que están obligadas, al menos en parte, a operar a u n nivel análogo, c o m o por ejemplo la meteorología o la economía política, al menos en la medida en que, por razones prácticas, están obligadas a considerar,cuestiones tales c o m o el tiempo que hará mañana en el aeropuerto de Londres o la posible repercusión en la economía de una sociedad mercantil, de u n país o del m u n d o entero, de u n golpe de Estado en Arabia Saudita. Sin embargo, toda ciencia interesada por el cambio histórico complejo debe complementar su teoría general con teorías y explicaciones m á s específicas, a menos que, c o m o la cosmología, opere en un ámbito y a u n nivel de generalización en que —dado u n punto de partida sin explicación— pueda presentar todo el cambio ulterior c o m o el resultado obligado de procesos basados en las fuerzas esenciales de la física. L a geofísica histórica no puede contentarse con determinar el mecanismo que explica la deriva de los continentes en general, sino que se esfuerza también por descubrir —dentro de límites m u y aproximados— c ó m o y por qué los continentes y los océanos adquirieron las formas y distribución que tienen. Los biólogos, evolucionistas que desean explicar, n o la evolución en general, sino el auge y la desaparición de los dinosaurios o la evolución de las aves o de los mamíferos (por no hablar de cualquier género o especie particular), también se enfrentan con problemas históricos que necesitan explicaciones m á s específicas que la de la selección natural en general. Y en realidad hay un periodo y una región de la investigación donde los temas y las técnicas de la paleontología y de la arqueología prehistórica se superponen. Desde luego es verdad que estas ciencias históricas normalmente se contentan con explicaciones m u c h o m á s generales de lo que los historiadores de la humanidad necesitan. Les puede satisfacer decir que una especie particular produjo u n salto evolutivo porque "descubrió" un nicho ecológico particular no ocupado previamente por otra; mientras que los historiadores interesados, digamos, en el desenvolvimiento de una diáspora de comerciantes sirio-libaneses en África occidental y en algunas zonas de América Latina querrían saber, entre otras cosas, por qué fueron ellos y no otros pueblos con.tendencia histórica a formar diásporas análogas, c o m o los griegos, los armenios o los judíos, los que tendieron a llenar este "nicho" en las economías de dichas regiones. Hasta cierto punto, éste, puede ser u n problema de fuentes y

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testimonios. Interrogantes c o m o éstos no podrían hallar respuesta a partir de los datos de que disponen, por ejemplo, los paleontólogos. Sin embargo, las preguntas, metodologías y respuestas históricas n o están circunscritas a la disciplina de. la historia. Los testimonios históricos desempeñan un papel aun en las ciencias n o humanas. Así, la m á s sólida prueba prima facie de la deriva de los continentes, aparte de la forma de las costas de América del Sur y de África occidental, solía ser la peculiar distribución regional de determinados tipos de animales terrestres, gracias a lo cual podía inferirse aproximadamente el m a p a del m u n d o correspondiente a diversos periodos del pasado. Esto fue descartado por los geofísicos, que, hasta la década de 1950, no lograban concebir u n mecanismo que explicase dicha deriva. D e m o d o semejante, a mediados del siglo xix, los físicos n o conocían ningún tipo de fuerzas que pudiesen probar la edad de la tierra que los geólogos (disciplina histórica de las ciencias naturales) pretendían demostrar merced a sus descubrimientos y sus explicaciones. E n ambos casos, la pertinencia de tales pruebas "históricas" ha sido ulteriormente demostrada.

Aspectos del cambio Si el enfoque histórico no se circunscribe à la historia, esta disciplina está esencial y básicamente interesada en el cambio, la transformación y la interacción dinámica. E n ello estriba su significación fundamental para las ciencias sociales. V e a m o s algunos aspectos del cambio con más detenimiento. El primero es el análisis en términos de niveles diferentes de regularidad. T o d o fenómeno histórico (es decir, social) debe ser analizado con arreglo a varios grupos de "leyes" de creciente especificidad. L a sociedad burguesa, por ejemplo, no está meramente sometida a las regularidades de cualquier grupo de animales socialmente organizados investigado por la ecología, la biología social, etc., aunque de una manera específica. Está sometida igualmente a las regularidades de toda sociedad h u m a n a , de cualquier sociedad que funcione a su mismo nivel de control de la naturaleza (sociedad industrial), a los mecanismos específicos de su m o d o de producción (capitalismo), a los mecanismos específicos de su fase de desarrollo (hoy la "competición imperfecta" o monopolio capitalista), etc. Esto es especialmente aplicable a las ciencias sociales que, en imitación de cierta fase de desarrollo de las ciencias naturales, han tendido hacia el reduccionismo, soslayando estas complejidades. El comportamiento social h u m a n o n o puede ser reducido a los mecanismos de la sociobiología. Las economías feudales son sin duda "economías" c o m o otras cualesquiera —las de los aborígenes australianos o la mundial capitalista moderna—, pero no pueden comprenderse adecuadamente sólo en tales términos generales. Las economías capitalistas de la década de 1980 son sin duda alguna capitalistas, pero n o pueden comprenderse sólo desde el supuesto de empresarios que compiten libremente en un mercado, presumiendo

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que siempre lo.hicieron así. Las disciplinas que deliberadamente buscan la generalidad excesiva, es decir, por ejemplo, definiendo la economía c o m o cualquier comportamiento h u m a n o encaminado a distribuir, recursos limitados entre partes en competencia, o definiendo las sociedades c o m o cualesquiera sistemas funcionales (humanos), eliminan realmente de su análisis una parte considerable de la materia de estudio por la que dicen interesarse. El segundo aspecto del cambio que quiero destacar se refiere a la naturaleza misma del cambio histórico. Aquí también el principal adversario es u n excesivo reduccionismo presuntamente científico. El "desarrollo" económico que implica cambios cualitativos n o puede reducirse al "crecimiento" económico, que (en teoría) no los implica. Sin duda se puede formular una teoría pura de dicho crecimiento, basada en determinados supuestos, y tendría su valor. (Esta teoría fue efectivamente formulada por el; matemático von N e u m a n n 8 . ) Sin embargo, c o m o demuestra la experiencia, las teorías de este tipo son incapaces de explicar los procesos reales del desarrollo económico y sus problemas concomitantes. Verdad es que (como M a r x observaba en la Introducción a la crítica de la economía política)9 un. estudio: sobre "el grado de productividad" es importante, pero aun este estudio tan general debe llevarse a cabo también "por periodos en el desarrollo de pueblos individuales", toda vez que no podemos generalizar a partir del "grado de productividad" de, por ejemplo, la China Sung, el de la América precolombina; el cálculo de la productividad promedio de todas las economías humanas, antes de la existencia de una economía global al menos, tendría u n valor m u y limitado, si fuese siquiera practicable. A d e m á s , incluso las formas de desarrollo que pueden presentarse en forma lineal, por ejemplo el crecimiento secular de la población, han de ser necesariamente explicadas mediante u n mecanismo de cambio social complejo; ya que no están directamente controladas (excepto en casos extremos) por relaciones maltusianas tan simples c o m o la que se da entre la población y los medios de:subsistencia. Por eso la demografía, una de las ciencias sociales m á s adelantadas, encuentra tantas dificultades para, predecir las tendencias futuras de la población. Incluso situaciones que podrían explicarse en términos maltusianos, c o m o las crisis de población acaecidas en los siglos xiv/xv, o en el xix en Irlanda, llegaron a ser maltusianas precisamente a causa de una contradicción específica, general o local entre las relaciones sociales y las fuerzas de producción (por emplear una expresión abreviada), sin la cual la curva de, crecimiento demográfico no podría explicarse. Quizás es necesario contar con mecanismos de contradicción aun m á s complejos para : explicar, digamos, el desarrollo demográfico de la América Latina colonial. Por estos mecanismos precisamente es por lo que se interesa la historia. El tercer aspecto atañe a las interacciones complejas. L a historia se interesa no por sociedades que puedan definirse en abstracto, o en términos generales, sino por sociedades que son producto de su propio pasado. Así, un análisis estructural-funcionalista puro de cualquier sociedad h u m a n a , por útil que resulte, omite

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la cuestión principal — c o m o en realidad sucede con cualquier análisis de este tipo—, o sea, por qué el sistema consta de componentes específicos distintos a otros equivalentes funcionales, y cuál es el efecto de operar con componentes históricamente dados que son adaptados a funciones para las cuales quizá n o hayan sido originariamente concebidos; o bien, si no, en qué medida la situación históricamente dada impide tal adaptación. Sabemos, por ejemplo, que las monarquías hereditarias son perfectamente compatibles con el desarrollo del capitalismo y de la sociedad burguesa moderna, sujetas a cambiar en formas diversas su carácter y su función. El hecho no es en sí m u y significativo, pero si nos interesáramos en él habremos de explicar por , qué las monarquías se han mantenido en algunas sociedades capitalistas pero han sido frecuentemente abandonadas en otras. U n a vez m á s , la historia se interesa por la interacción de entidades socioeconómicas, políticas o de otra índole, cualitativa tanto c o m o cuantitativamente diferentes, sea cual fuere la forma en que éstas puedan ser definidas, y sea cual fuere también el origen de dichas diferencias. Los historiadores se ocupan constantemente de tales interacciones, ya sea en el siglo xiv cuando Ibn Jaldun explicaba el desarrollo del m u n d o islámico mediante un modelo del conflicto y la interacción entre poblaciones pastoriles nómadas y poblaciones agrario-urbanas asentadas y estables10, o en nuestro siglo, cuando el proceso de desarrollo del m u n d o capitalista (y el subdesarrollo correspondiente) se ve c o m o la expansión del capitalismo en sociedades precapitalistas y c o m o la interacción de economías de Estados nacionales desarrollados que se hallan algunas veces en conflicto. Tales interacciones son tanto externas c o m o internas. E n ambos casos requieren un análisis compuesto, o mejor, u n modelo basado en la interacción de m á s de u n sistema. D e esta manera, los estudios tanto sobre el tercer m u n d o c o m o sobre la expansión del comercio europeo antes de la revolución industrial han puesto de manifiesto que estamos tratando, por lo menos, con dos sectores distintos, el "desarrollado" y el "subdesarrollado", y que por lo tanto una teoría económica basada en una economía de mercado universal y en la doctrina de costos comparados no se ajusta a la realidad de los hechos. Kula, en su Teoría económica del feudalismo11, elabora u n modelo así, bisectorial, y observa que las empresas económicas en el sector feudal operan en ambos sectores, aplicando la "racionalidad" de u n a economía capitalista y otra no capitalista allí donde es oportuno, o combinándolas; y esto (como los estudios de sociedades rurales han demostrado) rige también para las agriculturas llamadas de "subsistencia". U n a teoría del crecimiento económico que soslaye este problema por excesiva generalidad ahistórica encuentra dificultades insuperables al tratar, por ejemplo, sobre el desarrollo agrario, donde los factores estructurales e institucionales son básicos. U n cuarto aspecto es el tocante a las explicaciones y predicciones. M e limitaré a las predicciones, ya que, aunque basadas en explicaciones, se consideran normalmente prueba de validez de las mismas. E n las ciencias sociales, c o m o en

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otras, las predicciones asumen tres formas principales: a) "si determinadas condiciones se cumplen, eliminados otros factores, se producirán siempre determinados resultados". L a predicción sólo rige en circunstancias así delimitadas, y n o queda invalidada mientras n o se demuestre que es inexacta en esas circunstancias. Nadie usa el vuelo de las aves o de los aviones para invalidar la teoría de la gravedad; b) cierta teoría general nos permite predecir, por deducción, fenómenos todavía desconocidos, c o m o la tabla periódica de los elementos predijo la existencia de determinados elementos químicos, aun cuando no habían sido descubiertos; c) afirmaciones matemáticas del tipo "si se incrementa la demanda pero n o la oferta, subirán los precios", aplicadas a circunstancias reales en igualdad de todos los demás factores. (Tales formulaciones deben distinguirse de las predicciones tautológicas, que no son predicciones en m o d o alguno, c o m o aquella de que toda sociedad aún por descubrir será incuestionablemente un sistema estructural-funcionalista. Si una sociedad o sistema estructural-funcionalista es definido de una forma dada, todos los miembros de.esta clase de entidades se ajustarán a la definición.) Todas estas predicciones pueden indicar consecuencias futuras, pero n o están específicamente dirigidas a pronosticarlas, ni pueden hacerlo, salvo en condiciones restrictivas c o m o la de "en igualdad de todas las demás circunstancias". L a pura teoría de la oferta y la demanda preverá los precios sólo en un perfecto mercado neoclásico, que dista m u c h o de lo habitual. Sin embargo, las ciencias sociales se interesan en amplia medida, acaso principalmente, por las predicciones sobre las consecuencias futuras en la realidad. Los tipos de predicción científica que hemos mencionado son para esto de utilidad limitada. A d e m á s , muchas ciencias sociales carecen de estructuras teóricas bien desarrolladas de las que poder deducir predicciones. L a mayoría de ellas, por lo tanto, tienden a ser "poco m á s que proyecciones estadísticas basadas en compilaciones de datos empíricos dentro de categorías de probablemente escasa importancia teórica"12. Paradójicamente, sin embargo, la historia tiene que elaborar,una metodología o u n marco para la predicción. Siempre se ha interesado por el futuro, aunque ese futuro lo sea meramente en relación con u n pasado aún m á s remoto: el siglo xix en relación con el xvin. Los historiadores que analizan las consecuencias de la revolución industrial están formulando modelos de u n futuro visto desde un pasado y contrastándolos con resultados fehacientes. Naturalmente gozan de la singular ventaja de saber cuáles fueron en verdad esos resultados. E n esta medida, el hecho de explicar por qué Argentina ganó la copa mundial de fútbol debe ser diferente del de apostar sobre quién va a ganarla la próxima vez; pero, esencialmente, la índole analítica del ejercicio es la misma. A d e m á s , el análisis histórico, debe interesarse sobre todo por los cambios de u n estado complejo del pretérito a otro estado complejo del futuro. Analizar las consecuencias de la revolución industrial supone n o sólo factores definibles c o m o estrictamente económicos o tecnológicos, sino también el efecto de elementos institucionales, culturales y de otras clases; el "pronóstico" histórico debe tratar de explicar también

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la estructura y carácter de la nueva sociedad burguesa en todos sus aspectos, en la medida en que fue el resultado de la revolución industrial. Los historiadores deben distinguir entre consecuencias que eran en la práctica o en la teoría imposibles de predecir y las que eran teóricamente de posible predicción, intentando asimismo definir los campos de unas y otras. Se hallan en posición de desarrollar una metodología de predicción histórica, analizando, a partir de resultados, por qué y en qué respectos los modelos de predicción o las predicciones efectivas eran inadecuados, y de modificarlos o elaborarlos en consecuencia; y esto por ejemplo, analizando retrospectivamente las limitaciones y los aciertos de la predicción de M a r x sobre las tendencias del desarrollo capitalista. Los historiadores se hallan en posición de escoger entre modelos que tienen mayor eficacia y alcance y los que tienen menos. T o d o esto es sin duda m u y complejo y plantea enormes problemas en cuanto a la índole de las explicaciones y teorías, los criterios de elección de modelos (sin excluir las limitaciones subjetivas e históricas de esta elección) y la naturaleza de la comprobación. Estos problemas no son distintos, sin embargo, de los que hallamos en las ciencias sociales. L a metodología analítica de la historia es por lo tanto de crucial interés para las ciencias sociales, que precisan de una metodología semejante para sus propias predicciones, m u c h o m á s inciertas según suele admitirse generalmente. El último aspecto que quiero destacar en relación con el cambio tiene que ver con la naturaleza de las ciencias sociales mismas. E n la mayoría de ellas el c a m p o o asunto real de investigación es vago, incierto, y sus definiciones son selectivas a priori o empíricas, y proclives a cambiar de manera poco sistemática. Así, Marshall definió empíricamente la economía c o m o "el estudio de la humanidad en el quehacer (business) ordinario de la vida" (definición bastante vaga); Robbins lo hizo de una forma cualitativamente m u y distinta, c o m o "la ciencia que estudia el comportamiento h u m a n o c o m o una relación entre medios escasos que tienen usos alternativos". (Esta definición ha sido ampliada pero es todavía aceptada en lo esencial por Samuelson 13 .) Mientras que la relación del campo de estudio de las principales ciencias naturales con sus subdisciplinas especializadas es básicamente sistemático, no suele ser éste el caso en las ciencias sociales. Términos básicos c o m o el de "sociedad" son virtualmente indefinidos. D e una forma o de otra, todas se interesan por el comportamiento h u m a n o , pero fuera de esto su c a m p o es difícil de definir, c o m o no sea mediante enumeración o catálogo, cosa que los economistas, sociólogos, antropólogos, etc., hacen ya en realidad cuando lo creen oportuno. Los científicos sociales logran evitar las dificultades que esto produce seleccionando para su estudio, en formas que pueden considerarse casi arbitrarias, cualquier parte o aspecto del comportamiento h u m a n o sin referencia a todo lo demás; por ejemplo, dentro de la sociología pueden seleccionar la "etnometodología" (según Garfinkel, el "estudio organizacional de los asuntos ordinarios de u n miembro, de sus empresas organizadas, donde ese saber es tratado por nosotros c o m o parte del mismo marco que hace también

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posible su ordenamiento".) Esta es u n a situación bastante insatisfactoria. Los historiadores tienen que estructurar su c a m p o , sencillamente porque no pueden seleccionar (salvo por razones de pura conveniencia o necesidad técnica), de entre la totalidad de las actividades humanas del pasado, cuál es su materia de estudio. A u n cuando los historiadores, por u n a razón cualquiera, deciden concentrarse en determinadas actividades humanas y desdeñar otras, es siempre con arreglo a u n juicio consciente o inconsciente de prioridades analíticas. Los historiadores tradicionales centraban su atención en reyes y gobiernos, guerras y diplomacia, porque consideraban las acciones de quienes tenían la iniciativa entre los grupos dirigentes c o m o las m á s importantes fuerzas motrices de la historia. Todos los historiadores, sea cual fuere su concepción de las fuerzas esenciales de la historia, saben que tienen que ponerlas en alguna forma de relación sistemática con los demás fenómenos del pasado —económicos, políticos, culturales, religiosos, etc.— dentro de su c a m p o de visión; y por m u y restringido que ese c a m p o resulte a criterio de otros historiadores, siempre implicará la síntesis de fenómenos que, fuera de la historia, se tratarían por separado y sin relación mutua. La física newtoniana "pertenece.a" la ciencia natural, H o n n e s y Locke a lafilosofía,los debates sobre la balanza comercial a Ja economía; Milton es tema propio de la crítica literaria y la matanza de Glencoe formaría hoy parte de un informe redactado por antropólogos sociales sobre los sistemas de parentesco en la sociedad de clanes escocesa. Pero todos los historiadores de la G r a n Bretaña de fines del x v n tienen que acomodar todos estos elementos en sus exposiciones. Si bien toda historia está de tal suerte obligada a estructurar la totalidad de las actividades humanas y a establecer relaciones entre las materias propias de diversas disciplinas especializadas, algunos tipos de historia (como la de M a r x ) lo han hecho sistemática y conscientemente. A l proceder así, n o sólo se ven forzadas a procurar clarificaciones conceptuales, sino que contribuyen a la estructuración del c a m p o de las ciencias sociales. Por eso las m á s fructíferas aproximaciones a la ciencia social —la economía política clásica dieciochesca, M a r x , W e b e r , etc.— han operado dentro de u n marco esencialmente histórico, aun cuando quienes las practicaran no fuesen básicamente historiadores. Esta estructuración de la materia de investigación histórica y de la ciencia social, sin embargo, h a de ser hasta cierto punto selectiva y subjetiva. Nadie acepta hoy ya la simple idea positivista de que el científico observa una realidad objetiva que existe fuera de él mismo, sin afectarla con los supuestos previos, los paradigmas y las actividades del observador; una realidad cuya índole y leyes esenciales habrán de ser descubiertas con la aplicación del método científico. L a existencia de semejante realidad objetiva n o suele negarse, pero la relación entre ella y el observador es notoriamente compleja. Las hipótesis y las teorías se pueden verificar hasta cierto punto por varios procedimientos de prueba, o' al menos puede establecerse que no son incongruentes con los hechos observados. Sin embargo, también esto plantea problemas difíciles, especialmente en las

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ciencias sociales. L a política y la ideología, supuestos históricamente determinados, se hallan abrumadoramente presentes en estas ciencias. El problema n o consiste sólo en reconocer este hecho, y en reconocer que también nosotros (todos nosotros) estamos sujetos a estas limitaciones, sino en descubrir c ó m o , a pesar de todo, puede alcanzarse una mayor comprensión de la sociedad h u m a n a . H a y filósofos que dudan de que esto sea posible en absoluto. Si están en lo cierto, no es posible que exista ciencia social alguna merecedora de tal nombre. Parto de la base de que nosotros n o aceptamos esta tesitura. L a historia al menos ofrece u n camino posible a través de tales complejidades. N o s permite estudiar y. analizar las relaciones entre una infinidad de formas de ver la realidad de la naturaleza y de la sociedad; nos permite seleccionar aspectos de ambas para la investigación, formular teorías y explicaciones, así c o m o descubrir el marco "extrínseco" que las determinó o condicionó. Es m á s , nos permite apreciar retrospectivamente sus limitaciones. E n la medida en que el conocimiento h u m a n o de esta realidad ha aumentado acumulativamente — n o necesariamente por crecimiento lineal— nos permite analizar c ó m o ha sucedido tal cosa. Y sin embargo, quizá nos sea imposible actuar, pensar y estudiar de otro m o d o que c o m o hijos de nuestro tiempo, de nuestra situación histórica y social. N o somos inteligenciasflotantesy n o podemos serlo, c o m o ya lo señaló Marx. Pero, a la luz de la historia, estamos en posición de ver a hombres y mujeres c o m o nosotros mismos, moviéndose entre limitaciones análogas a las nuestras. E n este sentido también puede la historia hacer una significativa aportación a las ciencias sociales. [Traducido del inglés] Notas

2 3

4 c 6

.

Rodney Needham, "Chewing on the cannibals", en E . J. H o b s b a w m (dir. publ.), Karl Marx, Times literary supplement, 25 de enero de 1980, pre-capitalist economic formations, Londres, p. 75-76. 1964. M . Voyelle, Piété baroque et déchristianisation en ' K . Marx, Introducción..., op. cit. 8 Provence, Paris, 1978. John von N e u m a n n , " A model of general economic Stanley L . Engerman, " H u m a n capital, education equilibrium", Review of economic studies, and economic growth", en: R . W . Fogel y vol. 13, 1945, p. 1-9. 9 S. L . Engerman (dir. publ.), The reinterpret- Karl Marx, Grundrisse, p. 86, Harmondsworth, ation of American economic history, p. 244, 1973. 10 Nueva York, 1971. Ibn Jaldun, The Muzaddimah: an introduction to Steven Winberg, Thefirstthree minutes of the history, 3 volúmenes, Nueva York, 1958. u universe, Londres; 1977. Witold Kula, 77;e economic theory of the feudal C . Lévi-Strauss, en: Sol Tax (dir. publ.), Anthrosystem, Londres, 1976. 12 pology today, p . 343, Chicago, 1962. Karl F . Schuessler, "Prediction", International Karl Marx, Introducción a la critica de la economia encyclopedia of the social sciences, vol. 12, política, en: Marx-Engels, Werke, vol. 13, p . 419, Nueva York, 1968. p. 7-11, Berlin, 1961, y en numerosas edi- u P . Samuelson, Economics, p. 3, décima edición, ciones en diversos idiomas; los pasajes perti1976. nentes de K . Marx {Grundrisse) se encuentran

L a historia, hoy

Ruggiero Romano Creo que es necesario hablar con absoluta claridad. Y por lo tanto, antes de hablar de historia quiero hablar del papel del historiador. ¿El historiador c o m o operador social? ¡Vamos, seamos serios! El historiador no es u n operador social. El único, intelectual que conozco que, en términos históricos, haya logrado ofrecer una contribución social —es decir, revolucionaria— es Lenin, con su gran obra El desarrollo del capitalismo en Rusia. Por lo demás, sólo hemos tenido,ensayos pretenciosos (el caso límite es André Gunder Frank) que no han aportado absolutamente nada. El historiador debe aceptar su función por lo que ésta es: la de constituir la memoria de los hombres. ¿Pero qué memoria? Y aquí comienzan las dificultades mayores. Definir qué memoria significa definir la historia (el tipo de historia) que se practica. E n efecto, es evidente que si m e intereso por la historia sacra privilegiaré la memoria religiosa de mi pueblo y de m i grupo cultural. Si insistiera en los aspectos diplomáticos del pasado de mi país, será otra la memoria que resultará particularmente privilegiada. .. D e m o d o que el gran debate sobre una historia nueva, a través de métodos nuevos, m e parece igualmente estéril. L o nuevo de una historiografía consiste en ampliar —cualquiera que sea el método adoptado—• el c a m p o de la memoria humana. Si estas premisas son, c o m o creo, válidas, se puede ver mejor en qué,ha consistido la novedad de la historiografía de los últimos cincuenta años. Dicha novedad m e parece bastante evidente: la penetración de la economía por la historia, una renovada sensibilidad por los problemas colectivos (desde la organización social hasta las creencias). Y valdrá la pena decir algunas palabras para precisar de qué m o d o esta operación se ha realizado.

Ruggiero Romano es director de estudios de la École des hautes études en sciences sociales, 54 Blvd. Raspail, 75270 Paris, Cedex 06. Entre otras, ha publicado las siguientes obras: Tra due crisi : l'Italia del Rinascimento, en 1971, Les mécanismes de la conquête coloniale : les conquistadores, en 1972 y L'Europa tra due crisi (xiv e xvn secólo), en 1980.

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La historia se ha dirigido a la economía, a la sociología; a la psicología y ha asimilado muchas de sus técnicas (y pocos de sus conceptos). D e cualquier m o d o , los cambios han sido enormes y sus consecuencias se evidenciaron n o sólo a nivel de estudios particulares, monográficos, sino también en obras de conjunto (generales, c o m o se las suele llamar). E n este sentido, puede afirmarse que la reciente historiografía ha permitido a un número importante de hombres adquirir conciencia sobre el hecho de que la memoria histórica n o está constituida sólo por los hechos de reyes y emperadores, generales y embajadores, sino precisamente por los hechos de los hombres, de todos los hombres. L a pregunta que inmediatamente se plantea es la siguiente: ¿En qué medida pagó la historia la deuda que había contraído con la economía, la estadística, la sociología, la psicología? Hablando francamente, m e parece que los historiadores han quedado en deuda y que todavía no han restituido por completo lo que tomaron. Y esto por dos razones. Por u n lado, intrínsecamente, no creo que economistas, estadísticos, sociólogos, psicólogos hayan encontrado en la historia —aunque ésta fuera nueva— material útil para responder a sus preocupaciones; el material histórico que se ha ido acumulando —cualquiera sea su calidad historiográfica— n o es, en los hechos, de naturaleza tal c o m o para ser traducido en términos económicos, psicológicos, sociológicos o de cualquier otro tipo (y esto pese a algunas notables excepciones, c o m o por ejemplo la relación HamiltonKeynes 1 ). Por otra parte, debe destacarse que sociólogos, economistas o psicólogos no han prestado m u c h a atención al discurso hecho por los historiadores (aunque también aquí hay excepciones, en primerísimo lugar, los geógrafos). Pero en lugar de mantenerme en u n plano general, preferiría entrar en u n examen u n poco m á s concreto estudiando aquellas relaciones que m e parece pueden existir entre historiadores, economistas (y sociólogos) en el difícil campo de los estudios sobre el desarrollo económico y social. Creo que no existen dudas sobre el hecho de que los historiadores han cambiado: ya no es solamente el pasado lo que constituye el objeto esencial de su reflexión, sino también el presente. Por otra parte, los economistas también han cambiado y su atención, que antes estaba enfocada esencialmente en el tiempo corto, se orienta ahora con creciente interés hacia el tiempo largo. D e esta convergencia de dos movimientos —que deriva de otros motivos también— surge la posibilidad de una colaboración real y concreta. ¿ C ó m o olvidar las aportaciones considerables de los historiadores al estudio de los precios, o de las monedas, o de los ciclos comerciales? ¿Es necesario recordar, por ejemplo, la contribución de los trabajos de E . J. Hamilton a la construcción de la teoría keynesiana? Evidentemente, el trabajo de los historiadores deseosos de "colaborar" con los economistas se resintió inevitablemente —para mejor o para peor— con las preocupaciones del pensamiento económico, que eran esencialmente de orden

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cuantitativo. Así, se formaron series históricas de larga duración, con frecuencia excelentes, algunas veces discutibles, pero siempre útiles. E n general, adolecieron de un defecto: construidas a partir de las épocas m á s pretéritas que permitía el estado de conservación de los documentos de archivo, se detienen con bastante frecuencia haciafinesdel siglo x v m ; su fusión con los datos que se pueden recoger de los anuarios estadísticos que comienzan a ser publicados a lo largo del siglo xix aparece siempre difícil, si no imposible. Pero esas largas series construidas por los historiadores no tienen importancia únicamente para los economistas; los propios historiadores han extraído de ellas grandes beneficios, no sólo en el plano de la construcción histórica sino en el del método. H a surgido u n nuevo sentido crítico por el cual nosotros, los historiadores, hemos aprendido que n o hay nada m á s peligroso que la falta de h o m o geneidad, nada m á s ilusorio-que el simple alineamiento de cifras alejadas del contexto político, social; económico, espiritual —en una palabra, h u m a n o — en el cual se han manifestado los fenómenos revelados por esas cifras. Las dudas metodológicas, las vacilaciones y preocupaciones han aumentado hasta el punto de hacernos dudar de la posibilidad real de construir series largas capaces de reflejar realidades concretas. Dudas superadas, evidentemente, ¿pero es realmente posible estudiar el comercio de la pimienta en el siglo x v y xvi en una ciudad dada sin considerar que entre los dos siglos han ocurrido cambios que han conmocionado no solamente el comercio de la pimienta, sino todas las corrientes comerciales? Es imposible presentar aquí la serie completa de esos problemas, que aparentemente es sólo tarea de nuestra corporación de historiadores. Digo aparentemente porque, ¿es posible en realidad examinar la serie de la circulación de numerosos vehículos en una gran metrópoli entre el comienzo del siglo y nuestros días sin reflexionar que es esta misma metrópoli la que ha c a m biado, o el número de aparatos de radio existentes en u n país determinado? Está bien: Pero, ¿qué es u n aparato de radio? Porque hay una diferencia enorme entre aparatos eléctricos y aparatos transistorizados. E n algunos países con una red de distribución de electricidad limitada e insuficiente, se puede decir que la radio comenzó a desempeñar u n papel importante solamente desde hace algunos años, con los aparatos transistorizados a pilas. Así lo demuestran, por otra parte, los cambios importantes en los programas radiofónicos de esos países, que bruscamente se han enfrentado con el problema de satisfacer a una nueva m a s a de radioescuchas. Así es c o m o , en un problema que a primera vista parecía suficientemente compacto y condensado (cronológica, cualitativamente y en todo sentido), aparecen características m u y particulares que llegan a diferenciarlo profundamente. A decir verdad, no sé si los economistas han prestado la atención debida a estas preocupaciones. D e todos modos, esto sólo ha tenido una importancia relativa hasta el m o m e n t o en que los economistas centraron toda su atención en hechos esencialmente cuantitativos. Pero —y creo que aquí el problema se

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aplica también a la sociología—, desde el m o m e n t o én que el tema esencial pasa a ser el del desarrollo, los economistas demandan a los historiadores que se unan a ellos en el terreno cualitativo (sin olvidar, evidentemente, los aspectos cuantitativos). H a y que congratularse por ello, pues esto permite extraer una primera lección importante: no es posiblefijaru n canon estricto para la colaboración entre nuestras disciplinas; el tema particular de investigación de una de ellas pedirá, exigirá a la otra que se oriente en una determinada dirección. Para una aproximación científica y realista a los problemas del desarrollo es, sin embargo, evidente que ya no se puede recurrir solamente a los datos cuantitativos. Éstos pueden constituir un punto de partida m u y útil, pero deben estar integrados por elementos de orden cualitativo para que sea posible arribar a conclusiones que tengan cierta validez. Pero procedamos ordenadamente. Ante todo, hay que ver hasta qué punto es aún posible aprovechar los materiales de orden cuantitativo acumulados por los historiadores durante estas últimas décadas. Bastará con un ejemplo. Junto a la m o d a , que ha persistido hasta hoy, de hacer la historia de los precios y de los salarios, se ha afirmado la tendencia al estudio del costo de la vida; se ha estudiado el precio de la "canasta familiar" (con sus variaciones cualitativas) o la evolución de los presupuestos familiares, tan útiles para la evaluación del estandard de vida e, indirectamente, de la capilaridad social. Estos tipos de estudios n o se han desarrollado suficientemente, pero ello n o impide que se esté perfeccionando toda una compleja metodología según la cual no. debería ser difícil reconvertir las adquisiciones hechas en el c a m p o de la historia de los precios, de los salarios, de la m o n e d a o de la historia demográfica en una serie larga de presupuestos familiares. Reconversiones de ese tipo pueden ser realizadas fácilmente y con gran provecho. Otro problema —éste sí directo— que nos interesa es el de las fuerzas cualitativas que deben ser tomadas en cuenta. Se trata de u n problema que interesa examinar bajo u n doble aspecto, aún cuando en la realidad n o aparece desdoblado. E n efecto, es posible considerar que el aspecto cualitativo siempre está presente aún en las fuentes aparentemente m á s cargadas de sentido cuantitativo. E n primer lugar, ¿cuál es.el valor del aspecto cualitativo de las fuentes consideradas en sí mismas?, ¿qué confianza es posible tener en ellas? Y si se debe plantear u n límite, ¿cuál es la tasa posible de corrección que es preciso hacer para permitir u n empleo correcto? L a contribución que los historiadores pueden aportar en este dominio m e parece exclusiva y en todo caso irremplazable. Sólo los historiadores podrán determinar el grado de utilización de las fuentes, sobre todo de las del periodo de aproximadamente 1850 a 1920, con frecuencia llenas de errores; sólo los historiadores podrán determinar el marco general dentro del cual las fuentes cuantificadas se aplican con precisión. A ese primer aspecto del problema los historiadores podrán aportar n o sólo una suerte de conocimiento topográfico de los archivos, sino, sobre todo,

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su sentido crítico, su técnica del tratamiento de la fuente, su capacidad de fijación del conjunto al cual la fuente se refiere. Indicaba hace u n m o m e n t o que hay también otro aspecto en el problema de las fuentes cualitativas del desarrollo: aquéllas que por su propia naturaleza revelan, además de aspectos cuantitativos, aspectos directamente cualitativos. Para entendernos, y a título de simple ejemplo, citaremos la evolución de la tasa de escolaridad de un país dado. Es evidente que esa tasa puede ser m u y reveladora de las inversiones hechas por el Estado en infraestructura escolar, de las condiciones de las rutas y caminos a veces absolutamente determinantes de la asistencia escolar en el campo, de las condiciones económicas de los padres de los alumnos que son sustraídos de la producción del núcleo familiar para ser enviados a clase. Hasta aquí, repito, estamos considerando aspectos estrictamente cuantitativos. L o cualitativo radica en el hecho de que el alumno de hoy será m a ñ a n a lector de periódicos, tendrá una capacidad de comunicación escrita además de oral, será quizás u n técnico, o u n obrero especializado, ó u n maestro. Es evidentemente difícil cuantificar esas "consecuencias", y el.historiador puede aportar datos m u y interesantes para aclararlas. Pero podemos decir que el problema cualitativo recién comienza. E n efecto, conocer la proporción de liceos por habitante es seguramente m u y interesante. Pero m e parece que ese interés se vería singularmente aumentado si se estudiasen también los programas de enseñanza, los libros con los que se estudia en esos liceos, etc. Ciertos conceptos-base que constituyen el patrimonio casi exclusivo de las clases dirigentes, y que llegan luego a ser impuestos al conjunto de la población, se gestan en los bancos de las escuelas. Este es u n hecho. Y aquí el análisis cualitativo sólo puede ser tarea del historiador. L a formación de la conciencia nacional, de la conciencia religiosa, de la conciencia de grupo está fundada en buena parte, para las clases dirigentes, en los manuales de los que se han servido en su m á s temprana edad. Y esta formación influirá, c o m o ya lo sabemos m u y bien, en la actitud que esta futura clase dirigente adoptará frente a los problemas económicos, sociales y políticos de su país. Y es aquí —y solamente aquí— que entramos verdaderamente en contacto con lo cualitativo. ¿ C ó m o transformar lo cualitativo en cifras, en símbolos, para permitir su manejo a los economistas o a los sociólogos? U n problema de este tipo se plantea, por ejemplo, a propósito de las relaciones entre literatura y sociedad. ¿Cuáles son los criterios que permiten, por ejemplo, clasificar c o m o historia, teología, filosofía o geografía a los libros del siglo xvii y xviii? ¿Qué criterios escoger?, ¿criterios meramente externos, es decir aquello que es definido c o m o el "asunto" del libro, o bien tendremos en cuenta el hecho de que para el hombre de esos dos siglos la frontera entre filosofía y teología es m u y lábil? E n este caso respetaremos una cierta sensibilidad del pasado. Pero, si por el contrario tuviéramos presente que hoy es la frontera entre historia y geografía la que se ha convertido en bastante sutil, haríamos deslizar las cosas hacia nuestra sensibilidad de hombres del siglo XX. Obsérvese

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bien que los tres procedimientos son m á s o menos correctos. Pero.es verdad que ellos, de todos m o d o s , conducen a distorsiones tales que es ilusorio esperar poder corregirlas y de las que se pide, al menos, que el historiador sea conciente. Del m i s m o m o d o , es necesario que el usufructuario del otro horizonte disciplinario tenga presente estas distorsiones. H e aquí u n ejemplo particular, pero que presenta numerosas posibilidades de aplicación, y no sólo para el problema de la enseñanza, con el que comenzamos esta discusión. Es evidente que el problema no cambia m u c h o si se trata de la prensa o de las elecciones. Contar el número de periódicos, es decir, la parte dedicada por ellos a la información interna o extranjera, calcular el abstencionismo o cuantificar los electores de "derecha" o de "izquierda" puede ser seguramente útil. Pero n o se captará la realidad hasta que no se sepa de qué izquierda o de qué derecha se habla, o si no se conoce el,grado de independencia (política y económica) de la prensa. Todos estos aspectos, que se podrían llamar "cualitativos de lo cualitativo", podrán ser revelados, estudiados o analizados solamente por los historiadores,que, por su formación, están capacitados para ese tipo de trabajo. Sería verdaderamente peligroso que nuestros colegas de las demás ciencias sociales se dedicaran simplemente a una suerte de autarquía intelectual de la que terminarían siendo sus primeras víctimas. D e esos peligros reales hay uno que aparece ya de manera m u y clara: el peligro de una cierta tendencia a las comparaciones. Los historiadores han hecho desde hace largo tiempo justicia a la historia comparativa,.al menos a una cierta historia comparativa. Ahora bien, esta tendencia a la comparación que se presenta, nuevamente en otras.disciplinas es con seguridad peligrosa, pues tiende a comparar allí donde la comparación no es posible porque los fenómenos son estructuralmente diferentes. ¿ C ó m o comparar elementos que reflejan situaciones que no son comparables? Actualmente los historiadores observan seriamente preocupados c ó m o sus colegas de otras disciplinas (incluidos los científicos sociales, y que. se m e excuse por esto) siguen esos caminos de la comparatividad, que en el c a m p o histórico ya se revelaron c o m o estériles.'El problema verdadero n o es el de encontrar similitudes o discordancias frecuentemente ilusorias, y que se encuentran.o n o según la buena voluntad del investigador interesado, sino el de captar los grandes rasgos evolutivos, las constantes, las contingencias en las grandes áreas. El método comparativo puede tener validez en u n estadio intermedio de la investigación, pero n o puede, bajo ninguna condición, transformarse en objetivo último de la investigación. Pido disculpas por haber tomado de manera polémica ciertos temas que resultan habitualmente m u y agradables, pero para este rápido —demasiado rápido para m i gusto— esbozo de las condiciones posibles de una colaboración entre historiadores y sociólogos, m e pareció importante indicar lo que creo que es la realidad de la situación. L a franqueza es la condición esencial para que una corporación n o gane en su lucha contra otra, sino para que todas ganen en el difícil combate del conocimiento del hombre por sí mismo.

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Y a esta altura, podría considerar que m i tarea ha concluido.,,Pero en realidad no es así. Hasta aquí aludí varias veces a las relaciones entre historia, por un lado, y economía y sociología por el otro (y en el trasfondo también la psicología y la geografía). Y creo que es correcto limitarse a estas disciplinas si se desea examinar un periodo de tiempo casi secular. Pero debe señalarse también que en los últimos treinta años (grosso modo) la historia ha comenzado a moverse hacia otras disciplinas: la antropología, la biología, las matemáticas. Es claro que con u n poco de buena voluntad se pueden hallar nexos con estas disciplinas (en particular con las matemáticas) aún antes del periodo señalado. Pero.no creo que se m e pueda contradecir si afirmo que desde hace una treintena de años las relaciones entre la historia y estas disciplinas adquirieron u n sentido verdaderamente nuevo: el de relaciones lógicas (y no técnicas) y el de relaciones de conceptos (y no de métodos). Creo que vale la pena seguir detallada y atentamente estas relaciones. Historia y antropología, por ejemplo. Quisiera referirme,por un m o m e n t o al área andina. ¿Qué es el m u n d o andino prehispánico? H e m o s tenido respuestas puramente históricas y hemos conocido respuestas que hoy no se mantienen en pie ni siquiera con muletas, tales como: socialismo inca, feudalismo inca, m o d o de producción asiático-inca. Y se ha debatido (sólo los zombies de la historiografía andina continúan haciéndolo) largamente sobre este (falso) problema. Y sólo porque gracias al trabajo inteligente y atento de John Murra 2 pudo encontrarse una solución, se llegó a un perfecto equilibrio, el de la etnohistoria. Fue precisamente la etnohistoria —ese feliz matrimonio entre historia y antropología— la que permitió ver c ó m o el m u n d o andino prehispánico es esencialmente un m u n d o de reciprocidad y de redistribución. Es cierto que la etnohistoria contiene en sí m i s m a algunas limitaciones, limitaciones en el tiempo (es difícil imaginar la recurrencia a la etnohistoria para estudiar, digamos, el m u n d o griego clásico), o limitaciones en el espacio (es igualmente poco pensable el uso de la etnohistoria para estudiar problemas del m u n d o campesino de la Europa occidental actual). Pero esto no impide que constituya un instrumento válido para la comprensión de toda una serie de fenómenos que a los ojos del historiador puro o del antropólogo puro son imperceptibles, o casi. ' • i .• E n pocas palabras, existe la posibilidad para la historia, asociada a nivel lógico con la antropología, de releer textos que parecían haber ya dado todo lo que podían dar, de reexaminar resultados de misiones sobre el terreno, de releer los hallazgos arqueológicos y alcanzar resultados analíticos y de síntesis totalmente nuevos. . Es claro que existen riesgos, como existen cada vez que algo nuevo aparece en el horizonte; y una bandada de buitres revolotean para ver qué pueden recoger. E n realidad, n o recogerán nada; en el mejor de los casos harán historia del folklore,

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de las tradiciones populares, que se obstinarán en bautizar c o m o etnohistoria. Al final perderán, pero es cierto que entre tanto habrán creado una gran confusión. El otro punto nuevo es el de las relaciones entre la historia y las matemáticas. Cierto es que todos los historiadores que se han ocupado de la historia cuantitativa tuvieron algo que compartir con las matemáticas, aunque sólo fuese a través de la estadística. Pero n o m e refiero aquí a esas matemáticas, y menos aún a ese uso de ellas. M e refiero en cambio a dos empleos distintos. Ante todo, por orden de aparición, al problema de las matemáticas en la escuela de la "new economic history". Y o no creo, hablando francamente, que la importancia de ésta última resida en el uso de las calculadoras ni en los resultados por ella obtenidos (y que son, no obstante, m u y interesantes). Pienso, sobre todo, que la gran contribución de esta escuela consiste en el hecho de que ha introducido u n elemento absolutamente nuevo: la "alternativa". ¿Cuál habría sido el curso de los acontecimientos si en lugar de adoptar una determinada solución la clase dirigente se hubiera decidido por otra, manteniendo constante el sistema general político, administrativo, económico y social? La novedad, en este sentido y sólo en este sentido, de la "new economic history" m e parece verdaderamente fundamental. N o menos importante m e parece la aportación de la biología a la historia, particularmente a través de la emotipología. Es esta disciplina la que introduce una categoría documental nueva: el hombre.. El hombre, cada hombre, es un documento de u n pasado m u y lejano a través del cual es posible reencontrar el linaje genético ancestral, la presión selectiva (ambiente), las migraciones. Los resultados ; de esta relación interdisciplinaria ya se perciben para la prehistoria4, pero también para la historia m á s reciente (por ejemplo, para el m u n d o andino)6. Pero lo grave es que la mayor parte de los esfuerzos en esta dirección es realizada más por los biólogos que por los historiadores. Y sin embargo, estos últimos deberían tener interés en penetrar en este ámbito de estudios, aunque sólo fuese para hablar con mayor conocimiento de causa sobre obras importantes, tales c o m o Sociobiology de Wilson 6 , de la que se han desembarazado con demasiada facilidad. E n m i opinión, sin embargo, es más determinante aún todo aquello que la historia puede extraer de las nuevas matemáticas. Por ejemplo, ¿es un concepto local/global sólo matemático o es posible, a partir de él, realizar extrapolaciones? Procedamos por orden. El problema dé base es el siguiente: ¿en qué medida un sistema, cuyos componentes actúan sólo en función de una información local, es capaz de lograr u n desempeño global? Puramente matemático, el problema se abre a las ciencias del hombre. Así, por ejemplo, de este concepto se han derivado en estos últimos años los metalenguajes que han permitido replantear sobre nuevas bases algunos de los problemas dialécticos más críticos propuestos por la estructura lógico-semántico-sintáctica de las lenguas naturales. Y no sólo esto; toda la temática local/global, precisamente porque plantea en términos rigurosos

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el problema de la clasificación, puede conducir (¿ha conducido ya?, es difícil responder este interrogante) a una nueva organización —enciclopédica— del saber. Pero de lo local/global se pasa a otro concepto que, desde el punto de vista historiográfico, puede ser absolutamente determinante. M e refiero al problema de las "catástrofes". ¡Pero una catástrofe (en el sentido de René T h o m 7 ) es algo que debe interesar a los historiadores! D e igual m o d o , los historiadores no pueden permanecer insensibles a otro concepto matemático c o m o el de centradodecentrado. D e aquí, del rechazo del examen de las estructuras centradas (un examen que hoy dura m á s de mil años), se pasa a las estructuras decentradas; sólo de este m o d o podremos rechazar la idea de u n conocer histórico (y n o sólo histórico) c o m o algo arborescente para alcanzar visiones en las que conceptos tales c o m o los de laberinto y de combinatoria asuman todo su peso, injustamente descuidado hasta hoy. Permítaseme aquí abrir un paréntesis. Se habla m u c h o en estos últimos años de histoire nouvelle (nueva historia). Se publican libros, se realizan entrevistas, se lanzan programas y mensajes. Francamente, yo veo en todo ésto m u y poco de nuevo. Esos programas, en el mejor de las hipótesis, pueden dar lugar a la gran historia, pero n o ya a una historia nueva. Y m e parece que sería mejor intentar —aunque sea logrando resultados modestos— una historia nueva que repetir la gran historia. Cerrado este punto, se puede retornar a lo que decíamos antes. L o nuevo puede venir (y está comenzando a venir) de las matemáticas, de la antropología, de la biología; pero también de la lingüística, de la genética, de la física. N o se trata, evidentemente, para el historiador de transformarse en u n experto en todas estas materias. Pero lo que sí puede hacer es tratar de lograr el dominio n o ya de las técnicas, sino de las lógicas que sustentan las disciplinas que he mencionado hasta ahora. Se trata, en suma, de abandonar la interdisciplinariedad para alcanzar algo verdaderamente m á s global: la metadisciplinariedad. Sólo con esta condición los "productos" de los historiadores podrán ser útiles a los demás estudiosos. D e otro m o d o , continuaremos manteniendo ilusorios intercambios de materiales con la falsa esperanza de que estos despojos rituales constituyan contribuciones, c o m o se suele decir, a la "causa del pueblo", a la "solución del problema del subdesarrollo", a la "causa de la revolución", al "mantenimiento del orden", etc. Los historiadores quizás vuelvan a ser útiles el día en que asuman su "inutilidad" social para sostener con fuerza su dignidad y utilidad intelectuales: la de contribuir a ampliar la memoria de los hombres. Pero, para llegar a ésto será preciso abandonar las verdades reveladas y tener la modestia de entender que no hay ideología alguna que pueda explicar la historia del hombre, desde siempre y en todas partes. Y por lo tanto es necesario en cada m o m e n t o —evitando anacronismos— construir el modelo requerido para resolver el problema que se desea resolver.

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Notas 1

2

3

1

Véase E . J. Hamilton, American treasure and the L . Cavalli-Sforza, " T h e genetics of h u m a n price revolution in Spain, 1501-1650, C a m population", Scientific American, vol. 231, bridge (Mass.), 1934 y J. M . Keynes, A n.° 3, 1974, p. 80. treatise on money, London, 2 vols., 1931 6 J . - C . Quilici, "Hémotypologie des populations (particularmente p . 152-162 del vol. II). andines et du piémont andin", Colloque sur l'anthropologie des populations andines, J. V . Murra, Formaciones económicas y politicas Paris, 1977. del mundo andino, Lima, 1975; La organiza6 ción económica dei Estado inca, México, 1978. E . O . Wilson, Sociobiology—The new synthesis, Véase en particular, R . Dacey, "Aspects of the Cambridge (Mass.)-London, 1975. 7 R . T h o m , Modèles mathématiques de la morphocounter-factual controversy", IXth Purdue Conference, 1969. genèse, Paris, 1974. J. Ruffié, De la biologie à la culture, París, 1976;

L a historiografía soviética contemporánea

Valeri Tishkov U n conocido y antiguo proverbio dice: "La historia es la maestra de la vida" (historia est magistra vitaé). Quiere decir sobre todo que el individuo y la sociedad en general fundan su actividad presente en la experiencia pasada, y que evalúan dicha actividad a la luz de los resultados obtenidos anteriormente en actividades análogas. Aunque cada nuevo paso de la humanidad, cada nueva etapa del desarrollo social plantea cada vez cuestiones m á s complejas, cuya solución n o siempre se puede encontrar en el recuerdo del pasado, sólo la experiencia histórica permite comprender los acontecimientos del presente con la debida profundidad. Privar al m u n d o contemporáneo del camino recorrido por la humanidad y a cada individuo de sus días vividos y de la experiencia que le transmitieron sus predecesores significa reenviar a la humanidad a los tiempos prehistóricos, dejarla completamente sin memoria. N o en vano el gran poeta ruso A . S. Pushkin escribía: "el respeto por el pasado es el rasgo que diferencia la cultura del salvajismo". L a historia es la experiencia acumulada de la humanidad; es el archivo ,de sus conquistas materiales, el tesoro de sus pensamientos y el punto de partida de nuevas realizaciones. Considerada c o m o ciencia, la historia está destinada a estudiar el desarrollo de la sociedad h u m a n a c o m o "un proceso único gobernado por leyes en toda su enorme diversidad y contradicción"1. E n la U R S S , la ciencia histórica se desarrolla sobre la base teórica y metodológica del marxismo-leninismo. E n la concepción materialista de la historia se encuentra la idea de la unidad del proceso histórico mundial, de su desarrollo gradual.con arreglo a ciertas leyes, desde las formas inferiores de organización social hasta la forma superior de estructura social, el comunismo. Precisamente en virtud del carácter general y universal de la teoría del proceso histórico, la creación de los historiadores soviéticos se distingue por la amplitud

Valeri Alexandrovich Tishkov es secretario académico de la Sección de Historia de la Academia de Ciencias de la URSS. Es autor de las obras Osvoboditelnoe dvizhenie v kolonialnoi K a n a d c [El movimiento de liberación en el Canadá colonial] (Moscú, 1978), y Strana klenovovo lista. Nachalo istorii [El país de la hoja de arce. Comienzo de la historia] (Moscú, 1977), así como de numerosos artículos sobre cuestiones de historiografía soviética.

Rev. int. de cieñe, soc., vol. X X X I I I (1981), n.» 4

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y diversidad de sus intereses científicos, pues abarca todos los periodos del desarrollo histórico de la humanidad y la historia de todos los países y continentes del planeta. E n especial, se interesan por el estudio de las formas concretas del proceso histórico, por el análisis de las leyes del movimiento progresivo de la sociedad que se expresa en los cambios sucesivos de formaciones socioeconómicas, por la investigación de las actividades productivas de las masas populares y su cometido en la creación de monumentos sobresalientes de la cultura material y espiritual.

Estudios macrohistóricos Las investigaciones científicas se orientan principalmente hacia la elaboración de la metodología de la historia y de las concepciones generales de la historia universal y nacional. E n este sentido, es necesario señalar que la teoría marxista sostiene que el método histórico es u n o de los principios básicos de aproximación dialéctica al estudio de la naturaleza y de la sociedad, que exige examinar los procesos y los fenómenos en su desarrollo, en su evolución. El principio se aplica a la propia teoría, que está sometida a un constante proceso de desarrollo. Refiriéndose a su propia concepción del m u n d o , M a r x decía que "no ofrece dogmasfijossino puntos de orientación para una investigación ulterior y los métodos necesarios para dicha investigación"2. Por consiguiente, los historiadores soviéticos, tomando en cuenta los1 conocimientos históricos concretos adquiridos, procuran llevar a cabo una elaboración ulterior de la comprensión materialista de la historia. E n los últimos años se han realizado investigaciones especiales relativas al funcionamiento de las formaciones económicosociales, a los periodos de transición entre diferentes formaciones antagónicas de clases y a la caracterización de los fenómenos históricos. Se realizaron además notables progresos en el planteamiento de temas tales c o m o la comprensión de las estructuras y de las leyes históricas, la relación entre leyes del desarrollo históricas y sociológicas, la descripción de las sociedades en función de su estructura y de su estadio de desarrollo, los principios de la periodización de la historia universal y la comprensión del progreso social3. Los esfuerzos de los eruditos en este sentido se reflejaron de una manera m u y completa y fecunda en la organización, por parte de grandes equipos de científicos, de trabajos de carácter fundamental y general. La preparación de los tomos complementarios de la Historia universal* se llevó a cabo con m u c h o éxito; en ellos se intentó sintetizar por primera vez la experiencia del desarrollo mundial hasta fines de los años sesenta, incluyendo así la época caracterizada por la creación del sistema socialista mundial, la victoria total y definitiva del socialismo en la U R S S , la creación de las bases del socialismo en otros países socialistas, el auge del movimiento laboral y de liberación nacional, la agudización

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de la crisis general del capitalismo y el proceso de derrumbamiento del sistema colonialista del imperialismo. Durante-la elaboración de las voluminosas obras en varios tomos sobre la historia de la segunda guerra mundial, del movimiento laboral internacional y sobre la historia de la U R S S desde los tiempos m á s remotos hasta nuestros días se extrajeron enseñanzas históricas esenciales y se introdujeron nuevas e importantes conclusiones metodológicas6. E n u n futuro cercano verán la luz los trabajosfinalesen varios tomos sobre la historia del Lejano Oriente soviético y sobre la historia de los pueblos del Cáucaso septentrional. Los historiadores-etnólogos, conjuntamente con los geógrafos, comenzaron la elaboración de u n trabajo en veinte tomos sobre los países y los pueblos del m u n d o 6 , que refleja los conocimientos m á s modernos sobre todos los pueblos —grandes y pequeños— que existen hoy en nuestro planeta, sobre la organización de los Estados y sobre su vida económica y cultural. U n trabajo general de este tipo resulta particularmente necesario en nuestra época puesto que destaca la situación y función de todos los pueblos en la historia de la humanidad, corroborando la tesis de que n o hay pueblos n o históricos y de que cada u n o de ellos, incluso los m á s pequeños, han aportado su contribución al patrimonio cultural de la tierra. L a reunión de todos los conocimientos permite ver con mayor claridad los momentos de coincidencia, los procesos de influencias recíprocas y de mutuo enriquecimiento de las culturas y civilizaciones del globo. A pesar de que en la historia mundial hubo frecuentes conflictos y guerras, todos esos contactos, relaciones y colaboraciones de los pueblos constituyeron los lincamientos principales del desarrollo histórico. Es importante señalar que en los últimos años casi todas las repúblicas unidas y autónomas publicaron historias completas y sistemáticas de sus pueblos. Por regla general, estos libros se han impreso en los idiomas nacionales y confirman de manera convincente el alto nivel profesional de la histografía de las repúblicas soviéticas. C o n la experiencia sin precedentes del trabajo colectivo de historiadores profesionales, en colaboración con u n grupo m á s amplio (de historiadores aficionados, profesores de historia, etnógrafos regionales) apareció en su m o m e n t o la edición en veintiséis tomos de la historia de los pueblos y aldeas de la República Socialista Soviética de Ucrania. Esta obra, que recibió el premio del Estado de la U R S S , acaba de publicarse también en ruso7. Las diversas investigaciones en el campo de la historia extranjera han permitido también la preparación de trabajos generales sobre la historia de una serie de países que interpretan el desarrollo histórico de sus Estados y pueblos en términos marxistas-leninistas. Y a en los últimos cinco años se publicaron trabajos semejantes sobre la historia de la República Democrática Alemana, C u b a , Viet N a m , India, Japón, Canadá, Noruega e Irán. El año próximo se publicarán historias en varios tomos de los Estados Unidos de América, del Y e m e n y de los países de América Latina. D a d a la enorme significación que tiene el continente europeo en la historia mundial, y el alcance de los problemas europeos contemporáneos,

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las investigaciones.que se han proyectado sobre la historia de Europa desde las épocas m á s remotas hasta nuestros días revisten una importancia especial. Entre las obras de carácter general debemos mencionar la conclusión de la edición en dieciséis tomos de la Enciclopedia histórica soviética. Los historiadores militares han preparado una edición en ocho tomos de la Enciclopedia militar soviética. L a casa editorial Enciclopedia Soviética ha publicado, o lo hará próximamente, trabajos de carácter enciclopédico e informativo sobre la revolución de octubre, la ciudad de M o s c ú , les ciudades de América Latina y los mitos de los pueblos del m u n d o , que contienen un material histórico m u y importante. Las obras enciclopédicas contribuyen a la sistematización del conocimiento científico reunido y a la determinación del nivel y de los límites del desarrollo actual de la ciencia, además de prestar una incalculable ayuda a investigadores, profesores, estudiantes y al público en general. A u n q u e podría afirmarse con seguridad que la historiografía soviética no conoce el egocentrismo ni las limitaciones nacionales, la atención de los historiadores soviéticos sigue centrada, principalmente, en el estudio de la historia nacional, que desempeña u n papel,primordial en la educación político-ideológica de los trabajadores de nuestro país. E n el informe del Comité Central del Partido Comunista de la Unión • Soviética del vigésimo sexto congreso del partido se destacó que el soviético es u n trabajador concienzudo, u n hombre de gran cultura política, un patriota y u n internacionalista. Es el producto del partido, de la historia heroica del país y de todo nuestro sistema y m o d o de vida.

L a historia nacional L a gloriosa revolución socialista de octubre ocupa u n sitio preponderante en la historia de nuestra patria. Entre las numerosas obras escritas sobre este tema debemos mencionar la segunda edición en tres tomos de la obra de 1.1. Mints 8 . E n relación con el estudio del alcance internacional de la experiencia del glorioso octubre, han adquirido especial importancia las investigaciones sobre los procesos previos que culminaron en la revolución y su influencia en el m u n d o contemporáneo. Por primera vez los historiadores analizaron esmeradamente y siguiendo u n plan histórico-comparativo las transformaciones sociales y económicas del proceso revolucionario, basándose en la revolución de octubre, y en las revoluciones socialistas y democrático-populares del centro y sudeste de Europa 9 . Los esfuerzos combinados de historiadores de diversos países socialistas dieron nuevo ímpetu al estudio de este tema. L a historia de la construcción de la sociedad socialista en nuestro país ocupa, sin embargo, el centro de la atención. Se ha emprendido u n trabajo intenso de investigación sobre los problemas de la nueva política económica y de su alcance internacional10. L a historiografía soviética ha logrado éxitos notables al estudiar

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la historia de la clase obrera y del desarrollo industrial del país. E n una serie de obras colectivas e investigaciones monográficas descubrimos el papel primordial de la clase obrera soviética en la edificación del socialismo y del comunismo, la historia de la emulación socialista, el problema del número y estructura de la clase obrera, así c o m o la transformación de su nivel cultural y de su bienestar material. Se han publicado numerosos trabajos sobre la historia de la clase obrera en diversas regiones del país y sobre la historia de las fábricas e instalaciones industriales. E n los últimos años se inició u n estudio m u y activo sobre la historia de la planificación soviética, de la administración industrial, de la utilización de los recursos internos de las industrias socialistas, del proceso técnico-científico y de la función de la ciencia en la transformación socialista del país. Se está realizando u n estudio sobre la historia de la colectivización, de la reconstrucción técnica de la economía rural, de la lucha de clases y del alcance internacional de la ejecución del plan cooperativo leninista. A este respecto, cabe citar la nueva edición de la obra de S. P . Trapeznikov que sintetiza la tarea del partido en la solución del problema agrario11. Las experiencias y el material documental reunidos por los investigadores han permitido que una vasta comunidad de científicos comenzase a organizar una serie de obras generales sobre la historia de la clase obrera (en nueve tomos) y de los campesinos (en diez tomos). Está por publicarse asimismo un estudio completo sobre la historia de la clase obrera en Siberia.: E n la esfera de la enseñanza de la historia de la cultura soviética se han resuelto serios problemas, incluidos los relativos a la esencia y al carácter de. la revolución cultural, sus etapas, sus lincamientos generales, la singularidad y el alcance internacional de la: cultura soviética. Las investigaciones sobre el papel del Estado soviético en la orientación del proceso cultural tienen una gran significación práctica y teórica. Se ha ampliado notoriamente la temática de las investigaciones en este c a m p o , completándose nuevos trabajos sobre la historia del desarrollo cultural de las aldeas soviéticas, sobre la función de la clase obrera y de la intelectualidad soviética en el desarrollo de la cultura soviética y sobre la historia de la reconstrucción nacional y cultural. Los historiadores han comenzado una labor sistemática de investigación sobre la cultura del socialismo avanzado, sus componentes nacionales e internacionales, la interacción de esos componentes y el papel de la cultura en la formación de la nueva colectividad histórica que es el pueblo soviético. Se ha llevado a cabo asimismo una crónica de la vida cultural en la U R S S 1 2 y se ha comenzado la preparación de una obra en varios tomos sobre la historia de la cultura soviética, que se concluirá en los próximos años. L a historiografía soviética se ha enriquecido, por otra parte, con nuevas investigaciones sobre la gran guerra patria de 1941-1945. El papel decisivo desempeñado por la Unión Soviética durante la segunda guerra mundial, y la actividad organizada del partido para el logro de la victoria contra el fascismo, se ilustra en la Historia de la segunda guerra mundial, 1939-1945, y en las investigaciones

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colectivas y monografías que analizan el problema del "pueblo en tiempos de guerra". H a avanzado notablemente la elaboración de una historia de la lucha de los pueblos de territorios ocupados por los fascistas, de los problemas de la retaguardia soviética y de la vida político-social y cultural del pueblo durante los años de guerra. Se ha publicado asimismo una breve historia sobre la segunda guerra mundial". La elaboración de la historia de la política exterior de la U R S S sigue su curso. Se publicó u n a nueva edición de la Historia de la política exterior de la URSS, y se concluyó una Historia de la diplomacia en varios tomos. E n una serie de nuevas investigaciones se analizan los principios leninistas de la poh'tica exterior soviética y la lucha para ejecutar el Programa para la Paz, la actividad de la U R S S en las Naciones Unidas, la historia de la lucha de la Unión Soviética para poner en práctica los principios de la coexistenciapacíficade los Estados con diversos regímenes sociales, la situación y la función de la Unión Soviética en el sistema socialista mundial y la historia de su actitud frente a los países en desarrollo. E n los últimos años se ha creado una sólida base documental para las investigaciones sobre la historia de la política exterior, incluidos ciertos temas importantes tales c o m o la actividad de la diplomacia soviética durante la segunda guerra mundial y la lucha de la U R S S por la paz y contra la amenaza de guerra14. La experiencia de la preparación conjunta, con archivistas de otros países, de documentos relativos a la política exterior ha resultado m u y interesante16. Se están llevando a cabo trabajos adicionales de investigación sobre el periodo de la historia soviética anterior a la revolución de octubre. Los problemas relativos a la educación del pueblo soviético y a la manera de inculcarle respeto por la herencia cultural exigen un atento estudio de la historia patria en todas las etapas de su desarrollo, incluidas las del pasado m á s lejano. E n las investigaciones sobre la historia de Rusia aumentó visiblemente el interés sobre el periodo de afirmación, desarrollo y derrumbamiento del capitalismo, y se obtuvieron resultados apreciables en cuanto al análisis de los problemas de demografía histórica y de historia de las ciudades. A través de varias obras se revelaron importantísimos índices demográficos, la migración de los pueblos, la asimilación económica de las regiones suburbanas, el papel importante de los centros urbanos en el desarrollo económicosocial y cultural del país y en el movimiento revolucionario y liberador. Se han realizado también valiosas investigaciones sobre la historia de la familia rural y de las comunidades de campesinos. La historia del desarrollo económicosocial del país durante la época de afirmación del capitalismo se ha revelado c o m o u n fructífero c a m p o de estudios. El premio Lenin de 1980 recayó en la obra fundamental del académico N . M . Druzhkin sobre la historia de las aldeas rusas en los años 1860 y 187016. E n una serie de monografías se. han estudiado a fondo tanto los problemas — m a l analizados hasta el m o m e n t o — del complejo proceso de afirmación del capitalismo en la estructura económicosocial del país y de la formación del proletariado y de la burguesía,

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c o m o los aspectos m á s corrientes de la evolución capitalista de la economía de los campesinos y terratenientes, la historia de la industria y del comercio y la política gubernamental en esas esferas. Se ha dedicado cierta atención también al estudio de la historia del capitalismo monopolista en Rusia y se publicaron recientemente valiosas obras sobre la historia de la formación del proletariado ruso, de su transformación en fuerza predominante del movimiento liberador y en adalid revolucionario de todos los trabajadores del país. E n los últimos años ganó terreno el estudio de la historia de la burguesía y de la nobleza en el régimen social de la Rusia capitalista, analizándose la función de la alta burguesía y de la nobleza en la Rusia anterior a la emancipación y las características del sistema autocrático de Rusia en la época del imperialismo. Los historiadores han manifestado u n marcado interés por el estudio de la ideología conservadora y liberal-burguesa, por el movimiento liberal y sobre todo por el liberalismo zemsívo y por la historia de los partidos de terratenientes, burgueses y pequeño-burgueses en Rusia. Los estudios sobre la Rusia feudal siguen avanzando, por ejemplo, con la historia de la expansión del territorio y ocupación del país y con el estudio sobre la, génesis y evolución de las relaciones feudales con el capitalismo primitivo. E n términos generales pasaron a primer plano los estudios sobre: el proceso de formación y evolución de la tenencia de la tierra por parte de los campesinos y de la propiedad feudal de las mismas; lo que sería luego la economía comunal; el campesinado; los terratenientes; y los monasterios y los soberanos de distintos sectores de la Rusia propiamente dicha y de sus regiones nacionales. Se está trabajando sobre la historia de los campesinos y de su lucha de clases, especialmente sobre la influencia de la ideología campesina en el desarrollo de una utopía social popular. E n menor grado se ha estudiado la historia de los oficios, de las formas capitalistas de producción industrial primitivas, del comercio interior y exterior. Sin embargo, gracias a los materiales de la Gran Novgorod, de Polotski, de Pskov, de Vitebsk y de otros centros, se h a logrado enriquecer sustancialmente nuestra imagen de la ciudad medieval rusa y de sus habitantes; y en algunos casos, inclusive, se han desmentido los mitos populares sobre el. atraso del pueblo de la Rusia antigua17. E n los últimos años se ha prestado gran atención al análisis comparado del absolutismo en Rusia y en otros países, a las comparaciones tipológicas de las instituciones sociales y estatales de la Rusia antigua y a la historia de las monarquías absolutas y representativas18. Los estudios de los aspectos económicos, políticos y culturales internacionales de la Rusia antigua tienen m u c h a importancia científica y política. Las últimas investigaciones realizadas confirman la tesis de que la Rusia antigua había alcanzado u n alto nivel de desarrollo y que era uno de los Estados poderosos del m u n d o medieval. E n esas investigaciones ocupan,un lugar importante los problemas vinculados a la lucha de liberación nacional rusa contra ei yugo mongol-tártaro y la reunificación de las tierras de

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las haciendas rusas rurales. E n una serie de trabajos sobre estos temas, incluidos los publicados para conmemorar los seiscientos años de la batalla de Kulikov, se exponen los resultados negativos de la dominación mongol-tártara y la grandeza de la hazaña del pueblo ruso en el campo de Kulikov. Es m u y importante destacar que durante los últimos años se. observa en nuestra historiografía multinacional u n gran desarrollo de las investigaciones que revelan las raíces históricas de la amistad entre los pueblos de nuestro país, los vínculos culturales y económicos que existen entre ellos, la lucha c o m ú n de la masa de trabajadores de diversas nacionalidades contra los explotadores extranjeros y el papel del pueblo ruso en el desarrollo progresivo de otros pueblos de la U R S S en su lucha por la liberación social y nacional. Entre los trabajos m á s recientes sobre la historia antigua de nuestra patria, quisiéramos citar el libro del académico B . A . Ribakov sobre la concepción del m u n d o pagano y las nociones religiosas de los eslavos de la época antigua19. El paganismo eslavo es una parte de ese enorme patrimonio de la humanidad compuesto por criterios, creencias y ceremonias primitivas que provienen de la profundidad de los milenios y sirvieron de base a todas la religiones ulteriores del m u n d o . Utilizando datos obtenidos de antiguos textos, de la etnografía, del folklore, de la epopeya, del arte popular, de la arqueología y de la lingüística, el autor logra descifrar la historia de la concepción popular del m u n d o de los rusos, ucranianos y bielorrusos; se propone analizar la procedencia de los dioses paganos, la concepción del m u n d o y la dominación de sus fuerzas —todo lo cual se remonta a la época de los cazadores del paleolítico y del mesolítico— y estudiar la concepción del m u n d o de agricultores del cuarto y tercer milenio a. de J.C. en el territorio de Ucrania, con su consecuente repercusión en la concepción del m u n d o de los eslavos.

L a historia extra-nacional M u c h o s historiadores soviéticos se interesan en las investigaciones de problemas de la historia extranjera. Se estudia la historia de la lucha de los pueblos de Europa central y sudoriental contra el fascismo, por la liberación nacional y social y por la democracia y el socialismo. Se ha estudiado a fondo la historia de la edificación del socialismo en los países de la región, el proceso de formación y desarrollo de nuevas relaciones interestatales, la actividad del Consejo de Asistencia Económica M u t u a y de la Organización del Pacto de Varsóvia, así c o m o la aportación de los países socialistas a la lucha por el fortalecimiento de la paz y la seguridad en Europa y en el resto del m u n d o . Tras ser preparadas en colaboración con eruditos de los países socialistas europeos, se publicaron diversas obras de historia de las relaciones y vínculos de la Unión Soviética con Polonia, Bulgaria y Checoslovaquia20.

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E n los últimos años recibió u n nuevo impulso la redacción de una historia del movimiento obrero en los países de Europa occidental. Al m i s m o tiempo que se estudiaron los problemas de la unidad de la clase obrera, su sindicalización, las relaciones mutuas entre los partidos comunistas y social-demócratas y las influencias del movimiento obrero en los sectores no proletarios, se prestó m u c h a atención al análisis de los cambios en la posición y en la conciencia de diversos grupos sociales, a los métodos para incorporar a una masa m á s vasta de trabajadores a la lucha antimonopolista, y a la lucha de los trabajadores por la transformación del mecanismo del desarrollo económico, por el desarme, la paz y la seguridad. E n la esfera de los estudios especializados sobre la historia del movimiento obrero se han iniciado también trabajos sobre países menos estudiados en este plano, tales c o m o Italia, España, Austria y los países escandinavos, así c o m o análisis sobre los movimientos de masas en la última década. Los trabajos de los historiadores han echado nueva luz sobre el importante problema reciente de la aparición del proletariado en el escenario histórico y del comienzo del movimiento obrero y comunista. A d e m á s de las obras ya mencionadas sobre la historia del movimiento obrero internacional, publicadas en varios tomos, en otra serie de investigaciones se estudian las características comunes de la lucha de clases del proletariado, sus rasgos particulares en diversos países y la historia de las huelgas masivas c o m o un medio eficaz de lucha política. El tema del nacimiento y desarrollo del marxismo y de la vida y actividad de los fundadores del comunismo científico, K . M a r x y F. Engels, se vio enriquecido con nuevas obras. E n los últimos años se ha elaborado u n número considerable de obras de carácter general sobre la historia económicosocial y política de los países de Asia y África. Los eruditos soviéticos han contribuido considerablemente a las investigaciones sobre el proceso de formación de las clases en los nuevos Estados independientes, sobre la función de las distintas clases y grupos en la vida de la sociedad, así c o m o sobre la historia y tipología de las instituciones municipales tradicionales21. Se publicaron además obras consagradas a la formación y desarrollo del proletariado, al movimiento laboral en diversos países, así c o m o a la clase m á s numerosa en los países de Asia y África: la campesina 22 . L a historia de los movimientos revolucionarios y de liberación nacional, m á s los problemas que enfrentan los pueblos en su etapa actual de desarrollo, ocupan el centro de la atención de los orientalistas y de los estudiosos de África y A m é rica Latina. Al mismo tiempo se elabora una tipología de los movimientos nacionales africanos que refleja la evolución de diversas formas de resistencia contra el colonialismo23, y se realizan investigaciones sobre diversas etapas de la lucha nacional en varios países y regiones. E n ciertas investigaciones monográficas especializadas se analizan la formación y el funcionamiento de los sistemas políticos en Asia y África, el papel de las fuerzas armadas y la política de los regímenes militares. Se ha dado mayor impulso, asimismo, al estudio de la función del islam en la vida actual de los pueblos de Oriente21.

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M u c h o ha avanzado la investigación sobre problemas tales c o m o las relaciones recíprocas de los países de Asia y África con la U R S S y con otros países de la comunidad socialista en materia de economía, política, ideología y cultura; sobre el papel de los países emancipados en el proceso mundial de liberación y su lucha por la independencia económica y contra el imperialismo y elneocolonialismo, así c o m o sobre el nuevo orden económico internacional. Se han proseguido los estudios sobre la función cada vez m á s importante de los Estados emancipados en las relaciones políticas y económicas internacionales26. E n las investigaciones de los orientalistas se han producido nuevas tendencias, y se están actualmente estudiando temas tales c o m o los problemas d e m o gráficos, de abastecimiento de alimentos y de materias primas y su influencia en la situación económica y políticosocial de los países en desarrollo; los conflictos internacionales y sus posibles soluciones; las formas y métodos de la lucha por la paz en las nuevas condiciones internacionales; los problemas del desarme y seguridad en el continente asiático y el desarrollo del movimiento de países n o alineados26. Se estudian también las etapas básicas del desarrollo de los países de América Latina, incluyendo la época de dependencia colonialista y el periodo dé las luchas y revoluciones nacionales. Se han publicado trabajos sobre la historia de. la iglesia católica y biografías de eminentes latinó-americanos tales c o m o Francisco de Miranda, Bolívar, C h e Guevara, Allende, Siqueiros y otros. Se han preparado asimismo varios trabajos sobre la historia.y la cultura de algunos países tales c o m o Argentina, México, Brasil, Colombia, Perú, Paraguay, etc., y se están efectuando investigaciones sobre la historia de los vínculos ruso-brasileños y delas relaciones soviético-argentinas. Los últimos años han visto intensificarse, por otro lado, los estudios sobre la historia reciente de los países de Europa occidental; se diversificaron los temas de investigación, se puso de manifiesto una necesidad de análisis m á s exhaustivo de los datos de esta época histórica y se prestó mayor atención a un conjunto de problemas vinculados a la influencia de la revolución de octubre en el desarrollo del m u n d o contemporáneo. L a historiografía soviética se ha enriquecido con nuevas investigaciones que confirman una vez m á s el carácter global y permanente de la influencia de octubre en Europa occidental y la importancia del movimiento de solidaridad surgido de los círculos democráticos de Europa occidental con la lucha de liberación de los pueblos de Rusia durante la revolución y la guerra civil. E n este mismo ámbito de interés se han elaborado también estudios exhaustivos sobre la solidaridad entre el pueblo soviético y los trabajadores extranjeros en el periodo posterior a octubre27. E n el c a m p o de la política exterior se han llevado a cabo diversos trabajos, vinculando estrechamente este tema con la historia política y civil interior. Cabe señalar que, además de conservar su interés tradicional por la historia de la política exterior en los años entre las dos guerras y durante la segunda guerra mundial, los historiadores se han ocupado especialmente de la postguerra.

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Así, se han estudiado temas tales c o m o las relaciones internacionales en vísperas de la segunda guerra mundial, la situación de diversos países durante los años de la guerra, la historia del fascismo y del movimiento, antifascista de liberación y las cuestiones relativas a la reconstrucción de la paz una vez terminada la guerra. Se han analizado asimismo los problemas del neofascismo y de la lucha contra el m i s m o por parte de las fuerzas democráticas, y ciertos problemas complicados relativos a la.función de la religión en el m u n d o capitalista contemporáneo 28 . L a atención de los especialistas en historia moderna se ha centrado sobre todo en el origen de la estructura socioeconómica capitalista y en el descubrimiento de sus contradicciones antagónicas intrínsecas, que demuestran la transitoriedad de su carácter histórico. Se han escrito obras sobre la historia de la lucha de clases, de los movimientos político-sociales y de las revoluciones burguesas, en especial la revolución burguesa francesa de fines del siglo x v m y la revolución burguesa norteamericana del siglo xvin. Se h a llegado a conclusiones esenciales en la esfera del pensamiento social y,.sobre todo, socialista. E n este ámbito se han concluido investigaciones sobre las opiniones de los enciclopedistas franceses, sobre las ideas sociales de Voltaire, sobre los pensadores y hombres políticos italianos e ingleses y sobre socialistas utópicos tales c o m o Saint-Simon, O w e n y otros. Se analizan los estudios político-sociales y las ideas de una serie de pensadores de Europa occidental (Diderot, Kant, Hobbes, Goldbach, Mellier, etc.), y se ha preparado una serie de trabajos sobre historia de la religión e historia de la cultura de los países de Europa occidental en los tiempos modernos. E n el estudio del complejo proceso de formación de las naciones y de las culturas nacionales de Europa central y sudoriental, sobre todo en la época del pasaje del feudalismo al capitalismo, se h a producido u n notable avance. Se ha investigado la historia de los movimientos de liberación de los pueblos del imperio austríaco y los procesos de renacimiento nacional, de formación de los idiomas literarios eslavos y de las culturas nacionales24. Los trabajos m á s recientes en este ámbito de estudios utilizan técnicas de diversas ciencias; este enfoque de sistemas integrados contribuye a la elucidación multidisciplinaria de fenómenos históricos complejos. Se han tenido particularmente en cuenta los vínculos entre sí de los diferentes pueblos eslavos y los de éstos con los demás países y pueblos.

Historia antigua, medieval y etnohistoria Los especialistas en historia de la edad media se atacan a u n vasto espectro de problemas sobre el desarrollo económicosocial, político y espiritual de la humanidad. Los estudiosos de la época bizantina se interesan por las investigaciones de carácter tipológico. Su atención se centra en la definición de los rasgos comunes del desarrollo del feudalismo en Bizâncio. Se analizan asimismo los

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elementos específicos de la lucha de clases en ese contexto y se muestra el alcance de las herejías populares y su esencia social. A d e m á s , está en estudio el sistema agrario del imperio bizantino, la condición de los campesinos, el desarrollo de la ciudad bizantina primitiva y la historia del derecho, de la literatura y de las ideas sociales del Bizâncio primitivo. Se ha discutido animadamente el problema de la correlación entre la cultura antigua y la bizantina y se ha demostrado que los rasgos característicos de ésta se deben a los aportes de la cultura antigua. Actualmente está lista para su publicación una obra en dos tomos sobre la historia de la cultura bizantina. Los medievalistas han demostrado gran interés por la, historia de los establecimientos urbanos. Para el estudio del periodo de consolidación del feudalismo se comenzó por la historia económicosocial a partir de la evolución agraria, siguiendo por la historia de las ciudades en sus actividades recíprocas y por la influencia de las relaciones monetarias y mercantiles en la estructura agraria y social de la sociedad feudal. Se avanzó luego considerablemente en el estudio de la estructura social, de la vida económica, de las corporaciones, del desarrollo urbano y del régimen político de las ciudades medievales en su periodo de desarrollo. E n conexión con el análisis de las relaciones mutuas entre la ciudad y el c a m p o , los eruditos comenzaron a estudiar a fondo las cuestiones relativas al comercio interior y exterior, al problema de las rutas comerciales y la lucha por conquistarlas y al fenómeno de la circulación del dinero y del crédito. L a cuestión del carácter social de la burguesía durante el feudalismo ha sido objeto de animadas discusiones. Para los trabajos sobre la baja edad media, se efectuaron investigaciones particularmente complicadas, relativas al proceso de disolución del feudalismo que engendró una producción de tipo capitalista y una reacción feudal contra los primeros éxitos del desarrollo burgués. Se han hecho también estudios sobre la lucha social y de clases y sobre la continuidad, desde el punto de vista social e ideológico, de las herejías medievales. Los historiadores soviéticos han contribuido clara y positivamente a las discusiones que suelen entablarse en la historiografía mundial sobre los problemas agrarios de la revolución burguesa de Francia definesdel siglo x v m 3 0 . E n el ámbito de la cultura, la ideología y el pensamiento políticosocial medieval de la Europa occidental de principios del feudalismo se han llevado a cabo fructíferos trabajos. Se estudian asimismo la forma de vida en general, la vida cotidiana y el derecho de diversos estratos de la sociedad feudal de esa época. Sobre la historia del humanismo y la cultura del renacimiento se han publicado investigaciones monográficas y trabajos colectivos31. Se realizan también investigaciones sobre la historia de las ideologías y de las culturas que resultaban progresistas en la época, y, ante todo, sobre las primitivas utopías comunistas. Se examinan a fondo las concepciones del m u n d o de T . M o r o , de Erasmo de Rotterdam y de T . Campanella. Durante los últimos años se han obtenido resultados m u y significativos en

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esferas tradicionales tales c o m o el estudio del Oriente antiguo y en la publicación e interpretación de documentos históricos y literarios de gran importancia. Los estudiosos lograron acceso a insignes monumentos del pensamiento social y artístico de los pueblos del Oriente antiguo y medieval, que representaron u n a aportación sin par a la cultura mundial. Entre las investigaciones concretas efectuadas mencionaremos la tarea de descifrado de los textos jeroglíficos, del reino de Tan-Guyr, del siglo x n , y su traducción al ruso; el descifrado y análisis de los textos históricos sogdianos hallados en el territorio de la antigua Kirguisia y el establecimiento, gracias a investigaciones de etimología comparada, de u n léxico de los idiomas irano-orientales. Se iniciaron, en la esfera del nacimiento del precapitalismo en Oriente, importantes investigaciones, las cuales constituyeron una aportación considerable a la mejor comprensión de la estructura económicosocial de la sociedad oriental antigua y medieval, al estudio de fenómenos específicos y de leyes históricas generales en Oriente y al descubrimiento y reconstrucción del eslabón histórico que. permite llegar a civilizaciones orientales desaparecidas. Los investigadores se han dedicado m u y especialmente a cuestiones relativas a la cultura y a la ideología de las sociedades antiguas, así c o m o a la historia antigua de países c o m o Egipto, India e Irán32. L a actividad de los especialistas en historia antigua se ha caracterizado por u n aumento considerable de los temas de investigación y por un. análisis de problemas que hasta n o hace m u c h o constituían u n a laguna en la historiografía soviética. El interés por los periodos creto-micénico y aqueo aumentó, así c o m o por la colonización griega de las costas del m a r mediterráneo y del m a r Negro. Se han analizado cuestiones vinculadas a la historia económicosocial y política de la antigua R o m a , tales c o m o las formas de esclavitud y de dependencia, las relaciones agrícolas, la ideología y la cultura, y las relaciones de R o m a con las provincias bárbaras. El estudio realizado sobre la esclavitud en R o m a se constituyó en una gran contribución a la teoría general sobre la función y el lugar que han ocupado en la historia de la humanidad las sociedades esclavistas. El problema de la comunidad rural en las provincias occidentales del imperio romano ha sido también tema de discusión. E n el ámbito de la etnografía se ha prestado renovada atención a los problemas metodológicos y en primer lugar a la teoría del etnos. Su análisis permitió fundamentar el concepto de etnografía c o m o la ciencia que estudia los caracteres étnicos de los pueblos en todas las etapas del proceso histórico mundial, así c o m o también a determinar el lugar que ocupa esta ciencia en el estudio moderno del m u n d o , delimitando su c a m p o de acción en relación con las disciplinas afines, sobre todo con la sociología aplicada. E n la frontera de la etnografía y de la sociología resulta posible crear una nueva disciplina afin, la etnosociología, cuyo principal objetivo sería el estudio de los procesos etnográficos y sociales (nacionales) contemporáneos. Se ha realizado una elaboración ulterior cuidadosa de ciertos, aspectos importantes de,la teoría del etnos, por ejemplo, la definición de

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su lugar entre otros tipos de comunidades, la clasificación tipológica de las comunidades étnicas, la particularidad étnica de la cultura y de la mentalidad y la variedad de los procesos étnicos33. L a tendencia principal del trabajo de los etnógrafos ha sido el estudio de la vida actual de los pueblos y, sobre todo, de los procesos étnicos contemporáneos en nuestro país. Se analizan los problemas del cambio en la estructura étnico-social de la población de las repúblicas, la función y el significado de los factores nacionales en la movilidad social,la migración de las poblaciones, la característica étnico-social de las relaciones familiares y la influencia de éstas en la constitución y estructura de la familia. Se presta atención especial al estudio de los cambios en la vida doméstico-cultural de los pueblos, a la correlación de elementos en la cultura tradicional y moderna de los grupos sociales urbanos y rurales; se prosigue la investigación de los aspectos étnico-sociales del bilingüismo y de los procesos lingüísticos y se analizan los aspectos sociológicos de la forma de vida soviética31. E n la esfera de los procesos étnico-sociales contemporáneos en los países extranjeros, cuya comprensión es sumamente importante para analizar las situaciones que se producen en tal o cual país, se ha avanzado notablemente. Así, se publicaron obras: sobre la población de inmigrantes en los Estados Unidos de América, sobre los procesos étnicos y las minorías étnicas en los países de Asia meridional y sobre los procesos étnico-culturales en la India occidental. Se han completado investigaciones sobre los procesos étnicos contemporáneos en los países de Europa occidental y América meridional y sobre el desarrollo étnico y nacional en Indonesia. A partir de éstas y de otras investigaciones se preparó el estudio general Los procesos étnicos del mundo contemporáneo. E n la obra de los etnólogos ocupa u n lugar importante el estudio de la cultura y los estilos de vida tradicionales, interés que culminó en una serie de publicaciones sobre las culturas autóctonas de los pueblos de la Unión Soviética, que aportan nuevos conocimientos sobre el pasado de esos pueblos, tal c o m o se refleja en su trabajo, sus costumbres y sus opiniones y en los objetos creados por ellos. Para identificar las peculiaridades étnicas de los diversos componentes de la cultura tradicional, tuvieron m u c h a importancia los trabajos tipológicos comparativos sobre elementos básicos tales c o m o la vivienda, la alimentación, el calendario de ceremonias y las fiestas36. E n el estudio de la cultura tradicional ocupa u n lugar importante la investigación de ciertos sistemas de escritura olvidados desde hace tiempo y que guardan información esencial sobre las etnias que los utilizaron. Por el trabajo de descifrado de la antigua cultura m a y a , lu. V . Knorozov recibió en 1977 el Premio Estatal de la U R S S . Se han descifrado asimismo los textos protoindios que reflejan la cultura de Harappa, y actualmente se descifra la escritura de la población de la isla de Pascua. E n los últimos años se ha proseguido también el análisis de los problemas de

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etnogénesis y de historia étnica de los pueblos, análisis, que, a base de testimonios nuevos y m u y evidentes, demuestra que la historia de la humanidad es la historia de los contactos y de las mezclas de diversos1 grupos antropológica, lingüística y culturalmente diferentes, y que no hay un solo pueblo en el m u n d o que sea "puro" y ajeno a influencias de elementos extraños. E n el campo de la arqueología se han llevado a cabo y se siguen haciendo investigaciones a gran escala en todos los territorios de la Unión Soviética. C a d a año se realizan en el país m á s de seiscientas expediciones. L a preparación de la obra en veinte tomos La arqueología en la URSS fue tarea principal del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de la U R S S . También han ocupado el centro de la atención de los arqueólogos soviéticos ciertos problemas esenciales vinculados al origen del hombre y de la sociedad, al establecimiento de la economía productiva, al origen de la ciudad antigua y a las investigaciones sobre la historia de la cultura de las sociedades antiguas. E n la esfera de los estudios sobre el paleolítico se han obtenido resultados importantes para el análisis del problema del origen del hombre y del desarrollo de las tempranas etapas de la cultura36. Se dio u n nuevo paso en el estudio de monumentos de la época en que el hombre pobló la región noreste de Asia y penetró en el continente americano. Los descubrimientos de los arqueólogos han permitido datar la aparición del hombre en Siberia en 150 ó 200 milenios y n o en 14 ó 20 milenios, c o m o se pensaba. El trabajo que realizó la expedición soviética a la Mesopotamia fue excepcional por la importancia de los descubrimientos realizados. Se descubrió u n establecimiento agrícola que se remonta al octavo milenio antes de Cristo, es decir, al neolítico precerámico. Se han concluido, además, diversas monografías y trabajos colectivos sobre la historia antigua de Europa, Asia, América y África.

Conclusión La actividad de los historiadores soviéticos en los últimos años ha estado siempre m u y relacionada con el fenómeno de la construcción del comunismo. Los historiadores intervinieron directamente en la elaboración de la ley sobre la protección y revalorización de los monumentos históricos y culturales, y se trabaja actualmente en la preparación de un listado nacional sobre los monumentos históricos y culturales de la U R S S . D a d o que las investigaciones de los historiadoresetnólogos han comenzado a tener un carácter más práctico, se ha completado una serie de trabajos concretos que incluyen recomendaciones para el desarrollo de las pequeñas comunidades del extremo norte. L a organización, por parte de la Academia de Ciencias de la U R S S conjuntamente con otras instituciones científicas, de reuniones y conferencias para conmemorar el 325.° aniversario de la reunificación de Ucrania y Rusia, el 60.° aniversario de la batalla de

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Kulikov, el 40.° aniversario del comienzo de la segunda guerra mundial, y otros eventos, fue m u y bien recibida por el público. A ñ o tras año aumenta el número de publicaciones de divulgación.histórica y el esfuerzo por difundir los conocimientos históricos por medio de conferencias para los trabajadores! Se prestan asimismo servicios de asesoramiento científico por televisión y radio y a través de otras organizaciones estatales y sociales. . L a historia c o m o ciencia cumple también una importante función social. El valor de la historia se aprecia a través de los resultados que logra en el conocimiento de las leyes del proceso histórico, puesto que sólo la experiencia de la historia universal en su totalidad permite separar lo general de lo particular, lo necesario de lo fortuito. Sólo a partir de los logros de la historia pueden formularse leyes generales sobre el desarrollo de la, sociedad. Por esta razón, la ciencia histórica, junto con las demás ciencias sociales, desempeña un papel esencial c o m o base científica de la gestión de la vida social. [Traducido del ruso] Notas V . I. Lenin, Polnoc sobranic sochinenii [Obras 8 I. I. Mints) Istoria Vielikoio Oktiabria [Historia completas], 5 . a edición, tomo 26, p. 58. del glorioso octubre] (en tres tomos), 2 . a edi2 ción, Moscú, 1977-1979. : K . M a r x y F . Engels, Sochincniya [Obras], tomo 39, 9 p . 352. Velikii Oktiabri revolutsii 40-j godov v stranaj 3 Véanse, por • ejemplo, E . • M . Yukov, Ocherki Tsentralnoi i Iugo-Vostochnoi Evropy [El glorioso octubre y la revolución del decenio metodologuii istorii [Esbozos de metodología de 1940 en los países de la Europa central y histórica], M o s c ú , 1980; E . M . Yukov; sudoriental], Moscú, 1977. M . À . Barg; E . B . Cherniak y V . I. Pavlov, Teoreticheskie problemy vsemirno-istoriches-10 Ot kapitalizma k sotsializmu. Osnomye problemy kovo protsessa [Problemas teóricos del proistorii perejodnovo periodo v SSSR 1917ceso histórico mundial], Moscú, 1979. 1937 gg [Del capitalismo al socialismo, pro4 blemas fundamentales del periodo de transiE . M . Yukov, Vsemlrnaia istoria [Historia unición de 1917 a 1937 en la U R S S ] (en dos versal], tomos VI-Xrr, Moscú, 1977-1979 tomos)', Moscú, 1981. ( T o m o X n l en prensa.) 5 Istoria vtoroi mirovoi voini, 1939-1945 [Historia de11 S. P . Trapeznikov, Lettinizm i agrarno-krestianskii la segunda guerra mundial, 1939-1945] (en vopros [El leninismo y la cuestión agrariodoce tomos), tomos V - X T , Moscú, 1976-1980; campesina] (en dos tomos), 2 . a edición, Mezhdunarodnoie rabocheie dvizhenie. VpMoscú, 1976. prosy istorii i teorii [El movimiento obrero12 Kulturnaia zhizn v SSSR, Kronika. 1917-1965 internacional:. cuestiones de historia y de ' [Vida cultural de la U R S S , crónica. 1917teoría], tomos I-IV, Moscú, 1976-1980; Is1965], tomos I-IV, Moscú, 1975-1979. toria SSSR s dremeishij vremen do nashij dneiu A . M . Samsonov, Kraj fashistkoi agressii. 1939[Historia de la U R S S desde sus orígenes hasta 1945 [Fracaso de la agresión fascista], 2 . a edinuestros días], tomo X I , Moscú, 1980. ción, Moscú, 1980. G Strany i narody mira [Países y pueblos del mundo] 14 Soyietskii Soiüz na mezhdunarodnij konferentsiaj (en veinte tomos), tomos I-VIT, Moscú, 1978periodo Velikoi Otechestvennoi Voiny 19411980. 1945 gg [La Unión Soviética en las confe7 rencias internacionales del periodo de la gran Istoria gorodov i sel Ukrainskoi SSR [Historia de guerra patria de 1941 a 1945] (colección de las ciudades y aldeas de la República Socialista documentos en seis tomos), Moscú, 1978Soviética de Ucrania] (en veintiséis tomos), 1979; Sovietskii Soiuz v barbe za razoruzhenie Kiev, 1974-1981. 1

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[La Unión Soviética en la lucha por el •desarme] (colección de documentos), Moscú, 1977; Dokumenti po istorii tniunjenskovo sgovora 1937-1939 [Documentos sobre la historia del acuerdo de Munich], Moscú, 1979. 22 Sovietsko-guermanskie otnoshenia 1922-1925 gg [Las relaciones soviético-germanas entre 1922 y 1925] (documentos y materiales en dos tomos), Moscú, 1977; Ekonomicheskie sviazi mezhdu Rossiei i Shvetsiei v XVII veke [Vínculos económicos entre Rusia y Suécia en el siglo xvn] (documentos de los archivos soviéticos), Moscú, 1978; Rossla i SSHA: 23 stanovlienie otnoshenii 1765-1816 gg [Rusia y los Estados Unidos de América: establecimiento de relaciones, 1765-1816], M o s c ú , 21 1980. N . M . Druzhkin, Russkala derevnla na pereiome. 1861-1880 g [La Rusia rural en el periodo de transformación. 1861-1880], Moscú, 1979. 25 A . V . Artsijovski, V . L . Ianin, Novgorodskie gramoti na heríoste [Las inscripciones en corteza de abedul de Novgorod], Moscú, 1978; B . N . Lazarev, Vizantinskoe i drevneruskoe iskusstvo [El arte de Bizâncio y de la 20 Rusia antigua], Moscú, 1978. L . V . Cherepnin; Zemskie sobory v Rassii XVIXVII vv [Los consejos rurales de la Rusia de 27 los siglos xvi y xvn], M o s c ú , 1978. B . A . Ribakov, Iazichestvo drevnij slavian, Moscú, 1981. Dokumenty i materialy po istorii sovietsko-polskij , otnoshenii [Documentos y materiales sobre la historia de las relaciones soviético-polacas], tomos 1-X, Moscú, 1963-1980; Sovietskobolgarskie otnoshenia i sviazi [Relaciones y vínculos soviético-búlgaros], Moscú, 1976; Dokumenty . i materialy po istorii sovietskochejoslovatskij otnoshenii [Documentos y m a -23 teriales sobre las relaciones soviético-checoslovacas], tomos 1-111, M o s c ú , 1973-1978. Sotsiálnye sdvigi nezabicimij stranaj Afriki [La evolución social en los países independientes de Africa], Moscú, 1977; Kiassoobrazovanie na sovremennom Vostoke: problemy i tendentsii [La formación de las clases en el Oriente 29 moderno: problemas y tendencias], Moscú, 1978; Issiedovanie sotsioíogicheskij problem razvivaiushchijsia stran. Teoria sotsiainoi struktury [Estudio de los problemas sociales de los países en desarrollo. Teoría de la estructura social], Moscú, 1978; A . I. Levkovskii, Sotsiainaia struktura razvivaiuschijsia stran. Problema mnogoukladnovo perejodnovo obshchestva [La estructura social de los países

en desarrollo. El problema de la sociedad pluralista de transición], M o s c ú , 1978; Obshchina v Afrike: problemy tipologii [La c o m u nidad en África: problemas de tipología], M o s c ú , 1978. Rabocheie dvizhenie v razvivaiushchijsia stranaj [El movimiento obrero en los países en desarrollo], M o s c ú , 1977; Agrarnye struktury stran Vostoka: guenezls, evoliutsia, sotsiainie preobrazovanla [Las estructuras agrarias de los países orientales: orígenes, evolución y transformaciones sociales], M o s c ú , 1977. Istoria natsionalno-osvoboditelnoi borby narodov Afriki v novoe vremia [Historia de la lucha de liberación nacional de los pueblos africanos en los tiempos modernos], M o s c ú , 1976. Islam i evo rol v sovremennoi ideino-politicheskoi borbe razvivaiushchijsia stran [El islam y su papel en la actual lucha ideológica y política en los países en desarrollo], M o s c ú , 1980. SSSR i strany Afriki [La U R S S y los países de África], M o s c ú , 1977; Mezdunarodnye otnoshenia na Dainem Vostoke [Las relaciones internacionales en el Extremo Oriente], tomo 2 (1958-1976), M o s c ú , 1978. E . M . Irimakov, Anatomia blizhnevostochkovo konflikta [Anatomía del conflicto del Medio Oriente], M o s c ú , 1978. . Velikaia Oktiabrskaia sotslalisticheskaia revoliutsia i strany Zapadnol Evropy [La gran revolución socialista de octubre y los países de Europa occidental], Moscú, 1978; Mezhdunarodnaia solidarnost trudiashchijsia, 1917-1923 [Solidaridad internacional de los trabajadores, 1917-1923], Kiev, 1978; Dvizhenie mezhdunarodnoi solidarnost! trudiashchijsia, 1924-1932 [El movimiento internacional de solidaridad de la clase trabajadora], Kiev, 1980. Istoria fashizma v Zapadnoi Evrope [Historia del fascismo en la Europa occidental], M o s c ú , 1978; Evropa v mezhdunarodnyj otnoshenia}, 1917-1939 [Europa y las relaciones internacionales, 1917-1939], M o s c ú , 1979; I. R . Grigulevich, Papstvo. Vek XX [El papado en el siglo xx], Moscú, 1978. Teatr v natsionalnoi kulture stran Tsentralnoi i Iugo-Vostochnoi Evropy XVIII-XIX vv. [El teatro en la cultura nacional de los países de Europa central y sudoriental en los siglos xvni y xix], M o s c ú , 1976; Formirovanie natsionalnyj kultur v stranaj Tsentralnoi i Iugo-Vostochnoi Evrope [Formación de las culturas nacionales en los países de Europa central y sudoriental], M o s c ú , 1977; Formirovanie natsii v Tsentralnoi i Iugo-Vostochnoi

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Notas {continuación) 2 . a edición aumentada, Moscú, 1977; EtniEvrope [Formación de las naciones de cheskie i kulturnobytovyeprotsessy na Kavkaze Europa central y sudoriental], M o s c ú , 1979; [Procesos étnicos y cultural-costumbristas Osvoboditclnoie dvizhenie narodov Avstríiskoi del Cáucaso], Moscú, 1978; Kaltumo-bytovye imperil (Vozniknovenie i razvitie. Konets . protsessy na iugue Ukrainy [Procesos culturalXVIII V.-1849 g) [El movimiento liberador costumbristas del sur de Ucrania], Moscú, de los pueblos del imperio austríaco. Orígenes y desarrollo, desde. fines del siglo x v m . ! . 1979; Etnicheskie protsessy u natsionalnyj hasta 1849], M o s c ú , 1980. grupp Srednei Azii i Kazajstana [Procesos 30 étnicos en los grupos nacionales de Asia A . D . Liublinskaia, Frantsuzskoie krestianstvo central y de Kazajstán], Moscú, 1980; Opyt v XVI-XVII vv [El campesinado francés en etnosotsiologuicheskovo isseledovania sovietlos siglos xviyxvn], M o s c ú , 1978; Sotsialnaia skovo obraza zhizni (po materialam Molpriroda sredneyekovovo . biurgerstva XIIIdavskoi SSR) [Investigaciones etnosociolóXVII vv [El carácter racial de la burguesía gicas experimentales sobre las características medieval de los siglos xin a xvn], Moscú, ; de la vida soviética, según materiales de la 1979, y otros. República Soviética Socialista de Moldavia], ""^V. I. Rutenburg, Istoki Risorgimento. Italia M o s c ú , 1980. v XVII-XVIII vekaj [Orígenes del risorgimento. Italia en los siglos x v u y x v m ] , 35 Russkii narodnyi svadebnyi obrlad [Ceremonia Leningrado, 1980; Iz istorli i kultury srednyj nupcial popular rusa], Leningrado, 1978; vekjov i Vozrozhdenia [Sobre la historia de la • Semia i semeinye obriady u narodov Srednei cultura de la edad media y del renacimiento], Azii i Kazajstana [La familia y las ceremonias M o s c ú , 1976; Tipologia i periodizatsia kultury . familiares en los pueblos del Asia central y Vozrozhdenia [Tipología y periodización de la en Kazajstán], M o s c ú , 1978; Semeinaia obriacultura del renacimiento], Moscú, 1978; Is' dnost narodov Sibirl [Ceremonias familiares kusstvo Zapadnoi Evropy i Vizantia [El arte de los pueblos siberianos], Moscú, 1980; de Europa occidental y Bizâncio], M o s c ú , Kostium narodov Srednei Azii i Kazajstana 1978. • [Trajes típicos de los pueblos del Asia central 32 y de Kazajstán], Moscú, 1980; Kalendarnyc M . A . Korostovtsev, Religio drevnevo Egipta [La obychai i obriady v stranaj Zarybezhnoi Evropy religión del antiguo Egipto], M o s c ú , 1976; [Costumbres y ceremonias de los países no G . M . Bongard-Levin, Drevneindiiskaia tsisoviéticos de Europa en determinadas fiestas vilizatsia. Filosofia, nauka, religio [La cividel año], fascículos 1-3, Moscú, 1976-1978, lización india antigua: Filosofía, ciencia y Tipologuia zhilishcha selskovo naselenialuzhnoi religión], M o s c ú , 1980; M ; A . Dandamaiev; i Iugo-Vostochnoi Azii [Tipología de la viV . G . Lukonin, Kultura i ekonomika drevnevo vienda rural de la población del Asia meriIrana [Cultura, y. economía del antiguo diental y sudoriental], Moscú, 1980. Irán], Moscú, 1980. 33 Problemy tipologuil i etnografii [Problemas de tipo- 38 Vozniknovenie chelovecheskovo obshchestva. Paleolit Afriki [Aparición de la sociedad h u m a n a . logía y etnografía], M o s c ú , 1979; EtnografiEl periodo paleolítico de África], Leningrado, cheskie aspekty izuchenia sovremennosti [As1977; Paleolit Blizhnevo i Srednevo Vostoka pectos etnográficos del estudio de la época [El periodo paleolítico del Cercano y Medio actual], Moscú, 1980; lu. V . Bromlei, SovreOriente), Leningrado, 1980. mennye problemy etnografii [Problemas actuales de la etnografía], M o s c ú , 1981. 34 Sovremennye etnicheskie. protsessy v SSSR [Los actuales procesos étnicos de la U R S S ] ,

Alegorías

Anderson-Giraudon La historia, bajorrelieve de Agostino Duccio en el templo Malatestiano, Rfmini (Italia).

Alegorías

Giraudon La historia, bajorrelieve de Clodion en el palacio de la Legión de Honor, París. Notar a la izquierda el busto del joven Napoleón Bonaparte.

Soportes diversos de la crónica histórica

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Col. Muscc de l'homme Piedra grabada relatando la historia de la región. Chekow, Yunnan (China).

Soportes diversos de la crónica histórica

Vestimentas de piel de visón de los indios mandau en el siglo x v m en Arkansas. Arriba, vestimenta de un guerrero, relatando sus hazañas. Abajo, prenda de una mujer, simbolizando el m u n d o y el universo. Col. Musée de l'homme

Mandíbula grabada de una ballena blanca (Alaska).

Col. Mus6c de l'homme

Caña grabada relatando la vida cotidiana y ceremonial (Nueva Caledonia).

Roger-Viollct Alegoría sobre la historia de América del Norte, hecha en tela de Jouy (Francia).

Historia de la historia

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Bases de datos socioeconómicos: situaciones y evaluaciones

Estructuras nacionales de los datos socioeconómicos primarios. X : Israel* Moshe Sicron** • Introducción El papel desempeñado por el gobierno en Israel requiere una amplia disponibilidad de datos para la planificación,' la formulación de medidas políticas y las actividades y trámites posteriores. Y a en los meses subsiguientes a la fundación del Estado, se creó y organizó el sistema estadístico de forma centralizada, encomendándose el acopio y la difusión de datos a la Oficina Central de Estadística ( O C E ) . Debido a su posición central y al carácter independiente del sistema estadístico, este organismo fue instalado en las oficinas de la presidencia.

publicando información relativa a las actividades planeadas o llevadas a cabo por la O C E u otras instituciones públicas. Aparte de esto, y previa consulta con la O C E , pueden desarrollarse actividades estadísticas recogiendo datos directamente del público por o para cualquier institución del Estado. Las personas están obligadas a contestar, en là medida de su < conocimiento, a todas las preguntas formuladas por el administrador general

* Éste es el último estudio de la serie. Los anteriores versaron sobre Australia (vol. X X I X , n.° 4 , 1977), Túnez (vol. X X X , n.« 1 1, 1978), L a O C E comenzó a funcionar dentro del Noruega (vol. X X X , n.° 3 , 1978), Costa de Marfil (vol. X X X I , n.» 1, 1979), Grecia marco de la ley especial de estadística, promulgada (vol. X X X I I , n.° 2 , 1980), Sri Lanka en 1947 por el gobierno mandatario británico de (vol. X X X I I , n.° 3,1980), Perú (vol. X X X I I , Palestina, antes de ser creado el Estado de Israel. n.° 4 , 1980), Hungría (vol. X X X I I I , n.° 1, L a ley fue enmendada y ampliada por el Knesset 1981) y Barbados, Jamaica y Trinidad y (parlamento israelí) en 1978, pero las principales Tabago (vol. X X X I I I , n.° 2 , 1981). disposiciones siguieron siendo las de la ley de 1947. ** El presente trabajo se llevó a cabo con la ayuda Según esta ley, la Oficina Central de Estade algunos miembros de la Oficina Central de dística es el órgano responsable del acopio, pro: Estadística ( O C E ) . I. Hershkowits preparó ; los borradores de partes de las secciones cesamiento y publicación de estadísticas referentes sobre influencias de los usuarios en la detera la población y sus actividades en las esferas minación de las prioridades de información social, sanitaria y económica, así c o m o de las estadística y sobre distribución y difusión de estadísticas referentes a la economía y sus diversos los datos; preparó también la lista de publisectores. D e b e coordinar las actividades estadíscaciones y el organigrama de la O C E ; Gael ticas preparando, en consulta con el Consejo de Nathan redactó el borrador de parte de la Asesoramiento Público para la Estadística, los sección sobre la organización de la Oficina planes a largo plazo para las actividades estadísCentral de Estadística; a S . Weiss se le debe ticas de las instituciones del Estado, determinando la redacción de la parte sobre los aspectos legales de la actividad de la O C E ; a W . Stern, las clasificaciones estadísticas tipo y recogiendo y los datos sobre la distribución del presupuesto de la O C E y sobre algunas estimaciones de gastos. El primer borrador completo fue leído por I. Hershkowits, G . Nathan y Moshe Sicron es administrador general de estaN . Goldsmith, quienes aportaron comentadística y director científico de la Oficina Central rios tanto sobre aspectos sustantivos c o m o editoriales. de Estadística de Israel.

Rev. int. de cieñe, soc, vol. XXXIII (1981), n.° 4

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de estadística o sus agentes en censos y encuestas. A d e m á s , los archivos y documentos de las instituciones públicas están siempre a disposición de la O C E para la compilación de información estadística (esta facultad se ve limitada en contadísimos casos). Ninguna información sobre un individuo que llegue a la O C E , cualquiera que sea su fuente, podrá ser revelada a ninguna otra persona u organismo,' ni publicada bajo forma alguna. D e esta manera la estricta confidencialidad de todo dato sobre un individuo está garantizada. : L a O C E está dirigida por un administrador general de estadística, nombradopor el gobierno de Israel a propuesta y recomendación del primer ministro. L a ley especifica que el administrador general de estadística debe desempeñar sus obligaciones con arreglo a criterios científicos. Esta disposición legal refuerza la orientación científica independiente de la O C E . L a centralización del acopio, procesamiento y publicación de los datos primarios dentro de una entidad independiente fue aceptada por el gobierno israelí c o m o u n principio básico. Además, a esta entidad central (la O C E ) se le encomendó la coordinación de las actividades estadísticas llevadas a cabo ; en otros organismos que tengan alguna conexión con las estadísticas generales del país. L a preferencia otorgada al sistema centralizado tiene c o m o meta garantizar: a) la objetividad de los datos recogidos y publicados, asegurando la imparcialidad al separar las funciones de medición (realizadas por la O C E ) de las funciones de ejecución efectiva y de acción política por parte de los diversos ministerios; b) una mejor coordinación e integración de los datos obtenidos de fuentes diversas. L a O C E puede tener una visión amplia y totalizadora sobre los usos y aplicaciones de los datos recibidos de un organismo determinado para las necesidades de información de otros usuarios. Así, los sistemas integrados de cuentas macroeconómicas (contabilidad nacional, tablas de relaciones interestructurales, balanza de pagos), preparados en la O C E brindan un marco m u y eficiente para la coordinación de los diversos datos requeridos; c) una calidad superior de las estadísticas, gracias a la utilización del limitado número de profesionales disponible (especialistas en los diversos campos de la estadística, tales c o m o muestreo, análisis, trabajo de campo, etc.) en un

íí solo organismo central encargado de las diversas encuestas y censos. El desarrollo de medios e instrumentos especializados y el mejoramiento de su calidad se llevan mejor a cabo dentro de un organismo único; d) un costo inferior de la compilación de datos al emplear el mismo aparato estadístico (especialmente entrevistadores) para el acopio de datos en ámbitos diversos. L a principal desventaja de esta centralización era que se privaba a gobernantes y responsables políticos de un contacto estrecho con el tipo de datos a obtener, su alcance, etc. Por eso se establecieron puntos de enlace con la O C E en la mayor parte de los ministerios y órganos oficiales. Esta función de enlace corre a cargo, en los diferentes organismos, de secciones tales c o m o los departamentos de investigación, los,centros de planificación, los centros de asesoramiento, etc. Evolución histórica del sistema estadístico Sus orígenes (1948-1954) U n o de los primeros organismos que comenzaron a funcionar tras el establecimiento del Estado de Israel en m a y o de 1948 fue la Oficina Central de Estadística1. Los planes de las funciones a desempeñar por esta oficina habían sido ya preparados por las organizaciones judías afinalesdel año 1947, y la O C E inició sus operaciones de acuerdo a ellos. E n agosto de 1948 se nombró a R . Bachi c o m o administrador general de estadística y director general de la O C E , quien inició su mandato tratando de proseguir la labor anteriormente desempeñada por el Departamento de Estadística del gobierno de Palestina (bajo mandato británico). C o n ese fin, contrató una parte de la plantilla profesional de dicho departamento para trabajar en la O C E , que también absorbió, por otra parte, las funciones, el material y el personal del Departamento de Estadística de la Delegación Judía2. L a centralización de los servicios estadísticos en el seno de la O C E llevó algunos años: en 1951 quedó absorbido en este organismo el equipo que se ocupaba de la contabilidad nacional y que era parte de la Autoridad de Planificación Económica (durante algunos años la O C E se deno-

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minó Oficina Central de Estadística e Investigación Económica); en 1952 se transfirieron a la O C E , desde el Ministerio de Hacienda, las estadísticas del comercio exterior; en 1955 se transfirieron las estadísticas de empleo y desempleo desde el Ministerio de Trabajo; en 1956 se transfirió, desde el Ministerio de Hacienda, la sección de balanza de pagos y en 4968 se le asignó la preparación de las tablas de relaciones interestructurales, previamente a cargo del Banco de Israel. Por otra parte, la sección de la O C E que tenía 1 a su cargo el tratamiento automático de la información, que servía también a varios órganos del gobierno, fue transferida en 1954 al Ministerio de Hacienda c o m o una sección independiente, denominada The Office Mechanization Centre. E n la primera fase de la organización de la O C E se dedicaron especiales esfuerzos a las siguientes tareas: a) organizar la utilización de registros administrativos confinesestadísticos, es decir, la estadística demográfica, basada en el registro de nacimientos y defunciones; la estadística de migración, basada en el control de fronteras; la estadística sobre delicuencia, basada en los archivos judiciales; la estadística sobre construcción, basada en las licencias emitidas por las comisiones de planificación de las autoridades locales, etc.; b) confeccionar censos; el primero fue el censo de población realizado en noviembre de 1948; el segundo, el censo agrario, relativo al periodo 1948/1949 y el tercero el censo de la industria de 1952. Estos censos, interrelacionados con usos administrativos, adolecieron de periodos de planificación m u y cortos y sus resultados fueron de baja calidad; c) sacar a luz las primeras publicaciones estadísticas; d) realizar varias encuestas especiales (por ejemplo, la encuesta sobre er gasto familiar de 1950/1951, que se empleó para actualizar ponderaciones en el índice del costo de la vida).

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cambios. Entre los más notables señalaremos los siguientes: 1. La introducción de las encuestas por muestreo (basadas en técnicas m u y - sofisticadas), entre las que figuran las siguientes: a) la encuesta sobre la población activa (a partir de 1954), una encuesta general sobre las familias, que da prioridad a cuestiones sobre empleo y desempleo, pero que también proporciona datos sobre otras características de la administración familiar. Posteriormente se convirtió en una encuesta familiar trimestral ordinaria; b) la encuesta sobre industria y artesanía (a partir de 1955), de establecimientos del sector de manufacturas y sobre las principales variables económicas ' (producción, salarios, inversiones, empleo, etc.). Esta encuesta pasó a ser anual ordinaria; c) la encuesta sobre el gasto familiar (1956-1957), : una sofisticada encuesta realizada a amplia escala mediante estudio a lo largo de u n año de grupos de familias. Se miden, en ; un solo mes, los gastos corrientes y, en todo el año, los gastos de compras importantes, de vivienda, etc. Sirvió para hacer una revisión radical y poner ai día el índice del costo de la vida, el cual fue ampliado y cuya metodología fue totalmente replanteada; la encuesta de empleo y salarios (a partir de 1961), que está basada en una muestra de los informes'de establecimientos que se someten al Instituto Nacional de Previsión, con datos sobre salarios m e n suales y otros aspectos del empleo. 2. L a realización de un censo de población m o derno (1961). Éste se llevó a cabo en dos 1 fases: u n padrón general con u n breve cuestionario, por un lado, y una muestra del veinte por ciento de las familias investigadas con un cuestionario detallado (sobre El periodo de modernización (1955-1962) variables demográficas, de educación, e m pleo, etc.), por otro. '' L a exigencia de mayor abundancia de datos (especialmente en los medios económicos), y de ser 3. El cambio en la organización de l a ' O C E , creando una sección de encuestas (responposible, más detallados y de mejor calidad; empujó sable de todo el trabajo de c a m p o y irresistiblemente a la O C E a reorganizarse y a m encargada de todas las entrevistas realizadas pliarse: L a ayuda'técnica recibida a través de las por la oficina) y una sección de métodos Naciones Unidas y la colaboración de los Estados (responsable de los muéstreos, los proceUnidos ' de América (especialmente en cuanto al dimientos estadísticos, etc.). envío de expertos de la Oficina del Censo de este país) contribuyeron de forma significativa a los 4. El asentamiento de la contabilidad nacional y

*h$ de la balanza de pagos sobre nuevas bases y métodos. Esto se hizo con la cooperación, .en las primeras fases, del Falk Institute for Economic Research y del Banco de Israel. 5. El empleo de ordenadores para la elaboración de algunas encuestas y. censos. Estabilización y ampliación de los servicios (1963-1972) -, Junto con la expansión de la planificación estatal (en los campos económico, social, del bienestar público, etc.), se produjo un aumento gradual en la cantidad de datos suministrados y: un- mejoramiento en la calidad de las encuestas. A d e m á s , el uso más.difundido de datos-trajo consigo una mayor demanda de datos en campos nuevos, lo que exigía una mejor equilibrio y coordinación. Se hizo lo posible por incrementar la participación de los usuarios en la definición de las prioridades del programa de trabajo, etc. El primer ministro n o m b r ó un Consejo de Asesoramiento Público para la Estadística, para que asesorara sobre los planes de ; desarrollo de las estadísticas y la coordinación. También se crearon.comités de asesoramiento público en diversos campos. Las encuestas e índices instituidos en el periodo anterior se ampliaron, se revisaron y pasaron a ser tareas ordinarias. Aparte de esto, se introdujeron nuevas encuestas (especialmente sobre transportes, enseñanza superior, etc., campos en que los usuarios, en particular los planificadores y los ejecutivos, mostraron vivo interés por disponer de datos). E n este periodo se levantaron tres censos: el censo de población de 1972 (basado en un plan análogo al del censo de 1961) y los primeros censos modernos de industria y artesanía (1965) y de agricultura (1971). L a contabilidad nacional llegó a ser un importantísimo instrumento de planificación, y a partir de 1964 fue computada trimestralmente. A d e m á s , las tablas de relaciones interestructurales, que en los años 1958 y 1965 fueron elaboradas por el Departamento de Investigación del Banco de Israel, pasaron a ser competencia de la O C E , donde se elaboró la primera tabla correspondiente a 1968/1969. L a mayor parte de las series económicas empezaron a publicarse después de corregidas las variaciones estacionales, especialmente aplicando

los programas utilizados por la Oficina del Censo de los Estados Unidos de América, con algunas modificaciones., . :; También en este periodo: se, realizaron encuestas sobre el gasto familiar y sobre el ahorro. Otra tarea de coordinación de los datos estadísticos que se realizó fue la difusión de información sobre publicaciones que contuvieran datos estadísticos, y la puesta al día de la información sobre la planificación y la ejecución de proyectos y actividades estadísticas por parte de la O C E y de otros organismos oficiales y públicos; todo ello se realizó a través de una publicación trimestral editada por la O C E ' a partir de 1969-con el título de New statistical projects, and publications. Cambios sobrevenidos desde 1973 L a O C E acusó los efectos de la política explícita del gobierno, a partir de 1974, de reducción general de programas gubernamentales, incluyendo restricciones presupuestarias para ; gastos corrientes y reducciones de personal. Este cambio coincidió con un periodo de.dificultades [económicas (especialmente tasas de inflación m u y altas, paro creciente, índices de crecimiento relativamente bajos), que determinaron una mayor presión sobre la O C E para suministrar.datos detallados, exactos y oportunos: Dadas las restricciones en presupuesto y personal, la O C E tuvo dificultades para responder a tales demandas. •-.. Pero el uso generalizado de ordenadores en los principales órganos públicos y la introducción de bases de datos yficherosautomáticos (en cintas, discos, etc.) permitieron la utilización m á s amplia de la información parafinesestadísticos. L a O C E dedicó recursos para intensificar el e m pleo de los mismos, lo cual hizo posible disponer de datos detallados sobre la totalidad de los sectores de la vida nacional y pública, con u n mínimo de costo en la mayor parte de los casos. Entre las nuevas actividades desplegadas en este periodo, las siguientes son dignas de mención: 1. Desarrollo de un marco adecuado para la elaboración de estadísticas sobre la energía y edición de una publicación anual destinada a cuestiones energéticas (que incluye balances especiales sobre la materia). 2. Iniciación de trabajos sobre indicadores sociales, lo cual dio c o m o fruto la publicación

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de dos volúmenes bajo el título Society in Israel (1976 y 1980). 3. Nuevas encuestas en los campos de la salud pública (utilización de servicios sanitarios por parte de la población en 1977); encuesta de 1979 sobre atentados contra la . seguridad ciudadana; encuesta sobre actividades culturales (hábitos de lectura, frecuentación a bibliotecas,,visitas a museos y asistencia a teatros, audiencia de radio y televisión, etc.) y, estadísticas sobre el fomento de la investigación científica y la enseñanza superior. 4. Utilización de avanzados análisis estadísticos de los datos (métodos econométricos, análisis de factores, etc.). -

El Ministerio del Interior recoge informes sobre presupuestos y gastos de todas las autoridades locales, en un formulario tipo utilizado para sus funciones normales de control, los cuales son resumidos, en cooperación con la O C E , para obtener datos estadísticos respecto a dichos sectores: D e los ficheros de la Bolsa de Trabajo del Ministerio de Trabajo y Bienestar Social, se obtienen datos acerca del desempleo registrado. El Instituto Nacional de Previsión, por su parte, prepara u n vasto conjunto de datos sobre el número y características de las personas que reciben diversos tipos de subsidios, ayudas,, pensiones, etc., de dicha institución. •, Los ministerios y otros organismos públicos encargan ocasionalmente encuestas especiales a diversas instituciones y empresas privadas sobre materias especializadas o temas no investigados por la O C E . Alcance de los datos económicos Los datos que se preparan pueden agruy sociales parse en dos tipos distintos, primarios y secundaLa mayor parte de los datos sociales y económicos rios. Los datos primarios se reciben o bien recoson recogidos, procesados y publicados por la giendo información directamente de los individuos Oficina Central de Estadística, aunque, en muchos (personas, familias, empresas) en una encuesta o casos confinanciaciónde los ministerios. Algunos un censo, o bien mediante tratamiento de ficheros datos son recogidos' en proyectos conjuntos de la e informes administrativos reunidos por algún O C E y otros organismos, generalmente cuando organismo público para su propia gestión admihan de servir, para fines tanto estadísticos c o m o nistrativa. Los datos secundarios consisten en administrativos. E n muchos casos, los ficheros o estimaciones, adiciones u otras operaciones basaarchivos administrativos preparados por los minis- das en los datos primarios. E n el sistema estadísterios para sus operaciones corrientes son utiliza- tico, las estimaciones corrientes sobre población dos por la O C E para la extracción de datos esta- total y algunas de sus características se.hacen dísticos (por ejemplo, los datos de las aduanas sobre la base de un censo de población, y se ponen sobre comercio exterior o datos sobre empleo y al día mediante datos sobre las características de salarios de las oficinas de previsión nacional). E n los cambios demográficos; la contabilidad nacioalgunos pocos casos, determinados órganos admi- nal, las tablas de relaciones interestructurales y la nistrativos resumen y procesan los informes y datos balanza de pagos son estimaciones.de las activireunidos con miras a la gestión y tramitación de dades de la economía global, basadas en datos sus programas ordinarios, a fin de extraer cuadros primarios procedentes de muchos sectores; tamestadísticos para su uso particular y también para bién se preparan proyecciones y previsiones de la uso general. Por ejemplo, el Banco Central prepara población total y de su estructura, de la futura y publica datos sobre institucionesfinancierasy oferta y demanda de m a n o de obra conforme a sus sobre transacciones de divisas, basándose para ello características, así c o m o anticipaciones de los c a m en los balances y otros informes requeridos para el bios a corto y medio plazo que pueden preverse en los principales colectivos económicos. control rutinario de las operaciones bancarias. Algunos ayuntamientos recogen directamente y luego publican datos sobre ingresos y Población y familias gastos y sobre otras actividades de las autoridades locales. El ayuntamiento de Tel Aviv-Yafo tam- Las estimaciones sobre la magnitud de la poblabién realiza una serie de encuestas locales que ción y algunas de sus características se hacen complementan los datos nacionales de la O C E . mensual y anualmente; todos los meses se revisa

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la magnitud de la población, y una vez al año su distribución por edades, sexos, estado civil, país de nacimiento y región geográfica. Estas estimaciones se basan en el registro permanente de los movimientos demográficos y sus características, que se agregan a los cómputos del censo. El censo también proporciona datos detallados sobre la población y sus características respecto a zonas geográficas específicas. Los datos sobre cambios de la población se obtienen por lo c o m ú n del registro de nacimientos y defunciones del Ministerio del Interior, y el de matrimonios y divorcios del Ministerio de Asuntos Religiosos. Los datos sobre nacimientos y defunciones se dan mensualmente. Cada año se lleva a cabo u n desglose detallado de defunciones por causas, edad, sexo, etc., y de nacimientos por características de los padres, peso, etc. E n varias ocasiones se llevaron a cabo encuestas especiales sobre fecundidad de la población; algunas realizadas directamente por la O C E . Varias instituciones académicas y el Israeli Institute for Applied Social Research efectuaron algunas encuestas aisladas, por ejemplo, sobre planificación familiar, control de la natalidad, etc. Los matrimonios y los divorcios son registrados por los tribunales religiosos, y los datos son anualmente desglosados por características de los contrayentes. Los datos sobre inmigrantes que entran en el país, residentes y turistas que entran y salen del m i s m o se obtienen a partir de las anotaciones efectuadas por las autoridades de vigilancia de fronteras. C o m o la inmigración es uno de los temas de mayor interés en Israel, la O C E realiza una encuesta especial complementaria sobre absorción de inmigrantes. ' Tanto demógrafos c o m o investigadores y planificadores económicos y sociales muestran un vivo interés por el futuro desarrollo de la población en Israel. Para atender a esta necesidad, la O C E prepara • proyecciones demográficas (por edad, sexo, país de nacimiento e incluso previsiones sobre familias) cada cinco años. Estas proyecciones se basan en diversos supuestos relativos a la inmigración futura y a cambios previsibles en la fecundidad, mortalidad, etc.

Condiciones sociales; económicas y culturales de las familias ' Los datos sobre nivel y cambios en las condiciones sociales y económicas de las familias se compilan normalmente a partir de los censos de población, de la encuesta periódica sobre la población activa, de encuestas especiales sobré grupos de población y a partir de datos administrativos. El grado de instrucción de la población se mide anualmente por años de estudios y por el nivel del último centro de enseñanza utilizado. Estas series son extraídas cada año de la encuesta sobre la población activa; 'además de los datos demográficos detallados sacados del censo de la población. Se compilan también datos m u y detallados sobre la población académica y otras personas con educación postsecundaria, a partir de una encuesta postcensal especial-en la que se indagan las características de empleo y nivel de instrucción de esta población. L a estructura del sistema de enseñanza es sistemáticamente inspeccionada mediante una encuesta periódica. El número de escuelas, clases, profesores y alumnos se registra anualmente. Ocasionalmente se realizan encuestas sobre las características del profesorado en diversas instituciones (es decir, años de formación, nivel de instrucción, sexo, edad, etc.), sobre las características de los alumnos y sobre los edificios y servicios destinados a la enseñanza. Estas encuestas son subvencionadas por el Ministerio de Educación y Cultura. El activo papel desempeñado en la última década por el Consejo de Enseñanza Superior ha traído c o m o consecuencia una mayor demanda de datos sobre enseñanza universitaria. Los datos sobre hábitos culturales y recreativos de la población se obtienen a partir de encuestas practicadas anual o bienalmente y de los registros de algunas de las instituciones afectadas. N o se dispone de datos sobre la situación sanitaria de la población total. E n 1977 se practicó una encuesta sobre la utilización de los servicios médicos, en la que se incluían datos limitados sobre algunas enfermedades crónicas. Sí se dispone, por el contrario, de datos sobre fallecimientos y hospitalizaciones, por causas, departamentos, etc. Los datos sobre delitos y sobre atentados contra - la población se extraen de una encuesta especial sobre atentados contra la población. A d e -

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m á s , los archivos de la policía y de los tribunales de justicia sirven para compilar datos sobre delitos por tipos, infractores, reincidentes, etc., así c o m o por sus características especiales. El nivel económico de las personas y de las familias es totalmente reflejado por una serie de encuestas. Por un lado, el nivel de ingresos de las familias, c o m o el de los individuos, es investigado de ordinario c o m o parte de la encuesta sobre la población activa. L a composición del presupuesto de la población total es analizada en la encuesta sobre el gasto familiar (realizada cada tres, cuatro o cinco años), en la que se recogen con detalle los gastos efectuados en diversos bienes y servicios y se registran sumariamente los ahorros realizados en valoresfinancierosu otros bienes patrimoniales, además de los ingresos de las familias. Los niveles de nutrición de la población son analizados anualmente en el balance alimentario, y con detalle, a partir de datos sobre las cantidades de alimentos recogidos en la encuesta sobre el gasto familiar. , Las condiciones de la vivienda, la propiedad de automóviles, y otros bienes de consumo duraderos importantes son objeto de análisis, ocasionalmente, cuando se añaden preguntas especiales a la encuesta sobre la población activa. , Las condiciones de empleo y de desempleo de la población son estudiadas trimestralmente en la encuesta sobre la población activa. Se investigan de este m o d o las. características de la fuerza de trabajo, la estructura ocupacional, la distribución por sectores de la economía, etc., junto con las diversas características sociales y económicas de los individuos y de las familias. Ocasionalmente se añaden a la encuesta sobre la población activa preguntas especiales para obtener datos detallados sobre la movilidad laboral, el potencial de e m pleo, etc. El Servicio de Empleo del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, en cooperación con la O C E , compila también datos sobre personas desempleadas,1 que consisten en cifras detalladas mensuales sobre los "clientes" de la Bolsa de Trabajo. Se obtienen también regularmente datos sobre salarios promedio y salarios totales respecto a cada sector de la economía, pero son m u y limitados los datos disponibles sobre los componentes salariales y sobre los salarios por ocupaciones. El Instituto Nacional de Previsión resume y publica datos sobre los servicios de asistencia pública prestados a la población, así c o m o sobre

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las características de las familias y de las personas que perciben distintos1 tipos de ayudas y subvenciones. Dicho instituto prepara estudios y análisis de datos sobre familias con bajo nivel de renta, pobreza, pensiones a la vejez, rehabilitación, hijos, etc. Estructura y actividades de los diversos sectores económicos Estos datos comprenden series sobre productos (valores y cantidades), sobre distintos factores de producción (particularmente datos sobre empleo: personas, días-hombre y salarios), sobre medios de producción de los establecimientos, sobre inversiones en el sector, sobre precios de ciertos factores de producción y de los productos y sobre gastos en investigación, desarrollo y personal.

Agricultura Éste es u n sector m u y bien organizado en Israel (dentro del marco de u n n ú m e r o limitado de juntas de comercialización, organizaciones c a m pesinas, etc.) que ha hecho posible u n avanzado sistema estadístico. Así, se compilan datos anuales sobre producción total y rendimientos de los diversos productos agrícolas (basados principalmente en las cantidades comercializadas). El Instituto de Investigación de la Renta Agraria, en cooperación con la O C E , lleva a cabo encuestas intensivas especiales sobre diversos subsectores agrarios, sus insumos y productos, sus medios de producción, etc., mediante u n sistema de computación m u y detallado. Los censos agrícolas levantados en 1948/1949 y 1971 proporcionaron datos detallados sobre la distribución de todas las granjas por superficies explotadas, en cada región, con datos, además, sobre cultivos de los diversos cereales y plantas, sobre los medios de producción, el empleo, etc. E n 1981 se está levantando un tercer censo agrícola.

Industrias de transformación y energía ' Los datos sobre cambios en la producción, ventas, empleo, salarios, etc., correspondientes a todo el sector o por subsectores detallados, se obtienen y presentan mensualmente en forma de índice. Estos datos se basan en el estudio de una muestra

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M representativa de establecimientos industriales que informan mensualmente a la O C E . U n a encuesta anual sobre industria y artesanía suministra datos pormenorizados sobre ventas, empleo, salarios, inversiones, cambios en inventarios y en los factores de producción. Cada cierto número de años se solicitan datos detallados sobre desgloses de ventas por mercancías vendidas, y sobre materiales adquiridos, por grupos especificados; para investigar estos extremos se añade un suplemento especial a la encuesta anual. E n 1965 se levantó un censo de la industria y la artesanía que recopilaba datos geográficos pormenorizados sobre. establecimientos industriales por sectores, además de otros detalles sobre sus actividades. Los datos sobre la energía. se obtienen normalmente de diversas fuentes, c o m o son los balances energéticos (procedencias y usos). Construcción Los datos sobre el volumen total de construcción, en obras iniciadas y concluidas, según tipos de edificios y otras características, sirven c o m o información básica acerca de las actividades en este sector. Estos datos se compilan trimestralmente y se basan en los informes recibidos de las autoridades que expiden las licencias de construcción y de las grandes empresas inmobiliarias, así c o m o en los informes estadísticos, del Ministerio de la Construcción y de la Vivienda. Cotejados los informes para obtener una síntesis global, se añaden los datos relativos a obras n o autorizadas, procedentes de otras fuentes. También se reúnen datos sobre obras públicas (construcción de carreteras, tendido de tuberías de agua, etc.). A d e m á s , se practican encuestas especiales sobre costos por metro cuadrado de edificios residenciales, sobre precios de viviendas vendidas y sobre empleo y salarios en el sector.

Los datos sobre tráfico y. transporte por carretera se obtienen a partir de- una serie de estudios realizados por la O C E , ' q u e comprenden: recuentos ordinarios del tráfico (número de vehículos y distancias recorridas), encuestas ocasionales sobre la industria camionera, encuestas sobre los hábitos en materia de viajes de la población y sobre distancias recorridas. Los datos procedentes de las pocas empresas de autobuses que operan en Israel cubren los servicios de viajeros. Mediante tratamiento de los ficheros administrativos de las autoridades que expiden los permisos de circulación y conducción, se obtienen datos sobre automóviles; conductores, etc; N o hay una cobertura satisfactoria de datos respecto a ciertos aspectos del subsector de taxis y del transporte en vehículos ligeros. Comercio, hoteleria y servicios Los datos acerca de estos sectores son incompletos pues cubren solamente un número limitado de actividades. Se han realizado algunas encuestas sobre el comercio, m u y poco frecuentes. El comercio al por mayor está cubierto por una encuesta mensual de ventas, por grupos de mercancías. Los datos sobre ventas al por menor sólo se recogen en los grandes establecimientos, que son encuestados mensualmente, sirviendo c o m o débil indicador de los cambios acontecidos en las actividades y en el consumo total. L a industria hotelera está cubierta por una serie de detalladas encuestas periódicas, mientras que otros servicios sólo están cubiertos eri forma irregular e incidental.

Banca y seguros Las actividades de los bancos de diversos tipos (que también reflejan las tendencias monetarias y financieras del país) son sintetizadas y publicadas por el inspector de bancos, a partir de los informes que los bancos presentan semanal, mensual y Transportes y comunicaciones anualmente al Banco de Israel a efectos de control. Los datos sobre las actividades de estas áreas se Los balances de los bancos y otros informes sirven reciben (en cantidades físicas y en términos finan- también c o m o fuentes de datos sobre este sector. cieros) de las administraciones de teléfonos, teléLas compañías de seguros están igualmente grafos, correos, etc., y de los ferrocarriles. E n la controladas; cada compañía está obligada a preaviación y en el transporte marítimo operan m u y sentar balances anuales al comisario general de pocas compañías, de suerte que los datos se seguros, del Ministerio de Hacienda, datos que obtienen de los informes recibidos de cada una son sintetizados por la O C E en cooperación con de ellas. dicho comisario general.

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Los fondos de previsión constituyen u n sectorfinancierom u y importante a través del cual son canalizados los fondos para pensiones, fondos de previsión, indemnizaciones por despido, etc. L a O C E realiza una encuesta especial anual sobre sus activos y pasivos.

Gobierno y autoridades locales Los datos sobre ingresos y gastos del gobierno central son obtenidos a partir de los libros de la Inspección General de Cuentas y de la Administración de Rentas del Estado, del Ministerio de Hacienda. Los ingresos y gastos de las autoridades locales son anualmente comunicados al Ministerio del Interior. Se ha creado una organización especial para tratar con computadoras los presupuestos y cuentas de las autoridades locales, y esta organización les prepara, en forma estandard, resúmenes de todas las cuentas. L a presentación estadística de las cuentas se lleva a cabo en cooperación con la O C E , que publica los datos correspondientes. Por otra parte, la O C E realiza anualmente una encuesta sobre las obras y actividades e m prendidas por las autoridades locales (escuelas y jardines de infancia, carreteras, alumbrado público, relaciones con el comercio y las empresas, etc.).

Datos macroeconómicos Contabilidad nacional E n la contabilidad nacional se resumen estimaciones y cálculos sobre las actividades económicas generales del país, tales c o m o : producción total dé la economía, sus fuentes y destinos, consumo privado y público, inversión; el gasto nacional en sanidad y educación, con sus diversos c o m p o nentes, etc. Las estimaciones de la contabilidad nacional se preparan trimestralmente, y anualmente se analizan con mayor detalle los precios corrientes y constantes. Para llegar a estas estimaciones se utiliza un vasto conjunto de datos económicos primarios (sobre el consumo —a partir de encuestas sobre gastos— sobre producción de los diversos sectores de la economía, sobre cuentas del gobierno y de las administraciones locales, importaciones y exportaciones, etc.). Además, se recogen o calculan algunos datos en aquellos campos donde las estadísticas que se necesitan son deficientes. Es preciso, por lo tanto, hacer

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algunas conjeturas y suposiciones para poder llegar a las estimaciones correspondientes a la economía general. El tratamiento de la contabilidad nacional que realiza la O C E permite la localización de áreas donde faltan datos, así c o m o la integración de los diversos componentes de las estadísticas económicas dentro de u n marco organizado h a ciendo resaltar las incongruencias existentes entre diversas partes del sistema estadístico. L a contabilidad nacional es preparada desde 1949, pero las revisiones básicas en los métodos y fuentes estadísticas se introdujeron en 1953 y en años posteriores. S u publicación se lleva a cabo trimestralmente desde 1964.

Tablas de relaciones interestructurales Estas tablas económicas, que muestran las interrelaciones entre los diversos sectores de la economía, se utilizan ampliamente en Israel para prever los eventos económicos, previsión indispensable para los diversos planes de desarrollo económico. Dichas tablas se preparan cada algunos años, y para ello se requiere u n cuerpo de datos primarios m u y pormenorizado. Se basan también en los datos primarios: recogidos por la O C E y en las estimaciones de la contabilidad nacional, pero, además, es preciso realizar u n a serie de encuestas especiales para cubrir campos en los que falta información.

Balanza de pagos Este balance, que muestra las transacciones internacionales de Israel, se prepara trimestral y anualmente, y sirve c o m o u n o de los indicadores económicos m á s importantes del país. Preparado por la O C E , exige un vasto conjunto de datos primarios sobre importaciones y exportaciones de productos y sobre las diversas transacciones financieras (obtenidos en el Departamento de Divisas del Banco de Israel, en las principales compañías aéreas y navieras, etc.).

Estadísticas de precios C o m o Israel h a experimentado altas tasas de inflación, y dado que se creó u n mecanismo para reflejar en índices los diversos aspectos de la economía (sueldos y salarios, bonos públicos, contratos de edificación, subsidios, etc.), la necesidad

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de disponer de índices de precios detallados y exactos se hizo aún, m á s aguda. El índice del costo de la vida es el m á s frecuentemente utilizado, y se publica mensualmente con un desglose pormenorizado de índices de precios por grupos de productos, sectores económicos, etc. También se publican los precios de una lista de bienes y servicios típicos., Ocasionalmente, el costo de la vida se calcula por subgrupos de la población. C o n una periodicidad mensual, o en algunos casos trimestral, se compilan datos para una serie de índices de precios de factores de producción y de productos, principalmente de precios de factores de producción de la construcción de viviendas y carreteras, del sector agrario, precios de los productos industriales para el mercado nacional y u n índice de precios separado para las exportaciones industriales, de los factores de producción de la industria hotelera y de los autobuses, un índice de precios de acciones y de bonos. (diario, semanal y mensual) y precios de importación y exportación.. , .

Influencia de los usuarios en la determinación de las prioridades de información estadística ; L a centralización del acopio de datos en la O C E ha traído consigo una separación entre productores y usuarios de las estadísticas. Puesto que los datos recogidos están llamados a atender las necesidades de diferentes categorías de usuarios, se creó un mecanismo apropiado para dar cabida a la influencia de los usuarios en la selección del tipo de información que hace falta, el alcance de la misma, así c o m o las prioridades de la labor de la O C E , todo a condición de que esta influencia de los usuarios n o menoscabe los principios científicos y los métodos de obtención y publicación de las estadísticas. L a O C E es dueña de determinar la forma y contenido de los resultados a publicar, así c o m o los métodos de obtención, tratamiento y análisis de los datos. Por lo demás, el mecanismo en cuestión deberá permitir el desarrollo equilibrado, coordinado y bien integrado del sistema de estadísticas en la O C E y en otras instituciones públicas. Los usuarios ejercen influencia a través de la financiación de proyectos específicos, a través del Consejo de Asesoramiento Público para la

Estadística, de la participación en comités asesores interdepartamentales y a través de una comisión directiva, formada por altos funcionarios, que examina el programa anual, las prioridades y el presupuesto de la O C E . Y a en su etapa inicial, el Departamento del Presupuesto Público (que tiene a su cargo el estudio de las propuestas de asignación presupuestaria) accedió a una política de financiación de la O C E según la cual ésta recibiría directamente un presupuesto central para la obtención de estadísticas básicas, mientras que las necesidades específicas de los ministerios u otros organismos públicos habrían de serfinanciadaspor ellos mismos. Esta política permitía a los usuarios decidir qué proyectos les eran necesarios y con qué prioridad. Los presupuestos eran canalizados hacia la O C E desde diversos organismos, permitiendo la ampliación del acopio de datos en nuevos ámbitos, con m á s detalle, mejor calidad, etc. Del presupuesto activo total de la O C E , m á s del cincuenta por ciento afluye hoy desde diversas fuentes de financiación, siendo asignado el resto directamente a través del presupuesto central. E n el cuadro que sigue aparece representada la evolución desde 1949.

Porcentaje del presupuesto de la O C E aportado por otros organismos 1949 1950 19601965 1970 1975 1979 1980 0

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Aunque estas asignaciones estimularon el rápido crecimiento en la labor de la O C E , la expansión fue m u y desigual en los diversos campos. E n áreas donde organismos activos operaban y promovían planes, se ejerció fuerte presión sobre la O C E , se asignaron presupuestos adicionales para fomentar nuevas encuestas y crear nuevas series de datos. Esto resultó m u y provechoso para el desarrollo estadístico y dio a los usuarios la oportunidad de ejercer su influencia, pero entrañaba el peligro de un crecimiento desequilibrado y mal coordinado. E n algunos casos, además, daba a los usuarios la opción de suspender proyectos ordinarios financiados por ellos. Tales desventajas habían de ser

Estructuras nacionales de los datos socioeconómicos primarlos. X: Israel

contrarrestadas por la creación de otros órganos en la década pasada. E n 1963 se creó el Consejo de Asesoramiento Público para la Estadística con el propósito de reunir y coordinar a los principales productores y usuarios. Después de funcionar durante quince años por designación del primer ministro, el consejo obtuvo una base legal formal en 1978, cuando el Parlamento aprobó la ley de estadística revisada. L a autoridad y las funciones del consejo quedaron definidas del m o d o siguiente por la ley: asesorar al primer ministro y a los ministerios sobre cuestiones relacionadas con las actividades estadísticas de las instituciones públicas; asesorar al administrador general de estadística respecto de las actividades estadísticas de la O C E ; recibir de las instituciones públicas sus programas de realización de operaciones estadísticas; exponer ideas sobre la coordinación de estadísticas entre diversos organismos; presentar proposiciones para el fomento de las operaciones estadísticas y para el aumento de su eficiencia. El consejo está formado por representantes de los distintos ministerios, de las administraciones locales, universidades, sindicatos, asociaciones e m presariales, algunas organizaciones voluntarias, algunos institutos de investigación, varios expertos independientes y delegados de la O C E . Se han constituido en su seno varias subcomisiones y se ocupa de asuntos tan diversos c o m o los planes de desarrollo de distintas ramas de la estadística, los censos decenales, las clasificaciones, la confidencialidad de la labor de la O C E , la ley de estadística, el plan de publicaciones de la O C E , etc. El consejo tiene una visión amplia del sistema estadístico total y del lugar que ocupan en él los diversos censos y encuestas. Su objetivo general es lograr en el largo plazo la integración y el equilibrio entre sus partes, tomando en cuenta las necesidades de los diversos usuarios en el gobierno y en la comunidad académica, así c o m o las recomendaciones internacionales pertinentes. Se han creado asimismo varios comités asesores interdepartamentales en diversos campos, además de los regidos por el consejo, para recoger comentarios y opiniones de los usuarios e investigadores universitarios. Entre ellos se cuentan el comité de asesoramiento público sobre el índice del costo de la vida, el comité sobre la balanza de pagos, sobre estadísticas laborales (especialmente

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respecto a la encuesta sobre la población activa), sobre precios de los factores de producción en la construcción y sobre estadísticas de transportes. Estos comités funcionan durante un periodo limitado para examinar cuestiones específicas o se reúnen cuando se introducen cambios o cuando surgen problemas especiales. A fin de delinear un programa de desarrollo equilibrado se creó en 1976 una comisión directiva para examinar los programas anuales y las demandas presupuestarias de la O C E . Esta comisión está formada por un equipo de altos funcionarios que revisa los proyectos a llevarse a cabo dentro del presupuesto solicitado para el año siguiente, tomando en cuenta las necesidades generales de los usuarios en el país, dentro del marco de una visión global de la sociedad y la economía israelíes. Luego se ordenan las propuestas con arreglo a las prioridades nacionales, siendo remitidas las recomendaciones de la comisión al D e partamento del Presupuesto Público que, en la mayor parte de los casos, las acepta e incorpora a las demandas presupuestarias anuales. El mecanismo de comunicación descrito, y las numerosas conexiones formales e informales entre los ministerios, otros organismos públicos, la comunidad intelectual y científica y el público en general parecen dar a los usuarios amplias oportunidades para influir en materia de selección de los campos y áreas sobre los que la O C E debe reunir datos. Pero la experiencia ha demostrado también que en muchos casos los usuarios orientan sus demandas hacia aquellos ámbitos donde las necesidades de datos son m á s apremiantes para la acción política del m o m e n t o , datos de apoyo para la planificación a corto y a medio plazo y para el seguimiento de los proyectos ya en marcha, o datos indispensables para justificar asignaciones de fondos, elaborar índices, etc. L a mayor parte de los usuarios no conceden alta prioridad a cuestiones tales c o m o los censos y encuestas importantes a largo plazo, la puesta al día de los datos catastrales, la constitución de un sistema estadístico bien integrado y equilibrado, las necesidades de la investigación básica, etc. Todas estas tareas, que requieren u n desarrollo a largo plazo, fueron emprendidas en su mayor parte por la O C E , previo examen por parte del Consejo de Asesoramiento Público para la Estadística y, en la mayoría de los casos, con asignaciones presupuestarias del gobierno central.

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Administrador, general de estadística.' • y director cientifico ;

Director científico adjunto' '

Departamento.. de Censos • •', de Población '•" y .Vivienda -',.:. Dependencias especializadas Nivel I Departamentos

Nivel II Divisiones

Departamento -.¡ . de ta So'cip-Démografia

División de, Población, ; Estadística Demográfica,'. Migración, ,; Absorción y ' Salud Pública

Dívisión'de, Estadísticas : . Sociales, de ,'la Enseñanza -, y dela-,. Magistratura -

Departamento de "- ., .",,-, Encuestas sobre las Condiciones Económicas de las Familias •

Departamento dela Economía y sus Sectores

División, de Empleo, Desempleo ' y Salarios

División de Agricultura

División da . Estadísticas de !a Industria, Comercio . Interior,,' ;• • Servicios '• :, y Empresas.

División de la Contabilidad Nacional

Divis¡6n de , Relaciones Interestructurales

División'de - Construcción

División de, [ Transportes

División de • Comercio Exterior, Balanza ds Pagos '" y Energía -.

División " de Precios •

División de Rentas, Consumo, • Condicionesy Fínancíamiento déla Vivienda

y

.

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