Reflexiones sobre el mito y su función Mónica Gómez Salazar

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Reflexiones sobre el mito y su función Mónica Gómez Salazar

MEXICO En las siguientes páginas veremos cómo es que el mito a lo largo del tiempo ha sido mal entendido desde la perspectiva de "historia ficticia", "ilusión" y hasta "mentira". El hecho de que nosotros y la sociedad en la que vivimos no sea mítica no implica que el mito se entienda en un sentido peyorativo, como si lo que es mito careciera de validez. Por otro lado, la palabra "mito" también ha sido entendida como aquello misterioso y tal vez sobrenatural que no fue real y en esto tampoco convenimos.

Si por algo se caracterizaron los mitos fue precisamente por formar parte de la vida real de los hombres arcaicos, de tal suerte que sus rituales no eran concebidos desde fuera, en forma abstracta; por el contrario, aquellos hombres los vivían penetrándose en una atmósfera sobrehumana que hacía girar su existencia conforme a los preceptos míticos. Conocer el mito, significaba conocer la creación y el origen de las cosas, entender este origen permitía el control sobre lo que se conocía y significaba el acceso a vivir dominado por la potencia sagrada, por lo tanto a mantenerla y respetarla como modelo. Dentro de este patrón a seguir el hombre vivía el mito, de ahí la aparición de tribus en las que se practican actos orgíasticos y otro tipo de conductas extrañas, sin embargo, el estudio de tales conductas no debe de calificarse de salvajismo o intrusión patológica, debe entenderse dentro de un contexto cultural y humano, en el sentido en que el hombre mítico vive con el mito y de acuerdo a él, el mito y su reactualización forman parte de su realidad, aún más, sobrepasan su entorno para convertirse en el modelo a seguir. De igual manera como los Seres Sobrenaturales actuaron, así el hombre deberá ser y vivir, al vivir de esta manera pasará de una realidad cotidiana, a aquella en la que el tiempo cambia convirtiéndose en presente, este tiempo sagrado es parte de lo que está en el origen, en la causa que dio cabida al hombre en el mundo, y no sólo a él, sino también al mundo en sí mismo. Esta realidad sobrenatural le da sentido a la vida del hombre y de ahí el rechazo a entender el mito como ilusión o mentira.

El mito y sus elementos. Es una tarea difícil definir al mito, pues implica encerrar dentro de ciertos límites lo que constituyó una realidad y forma de vida de seres humanos de épocas antiquísimas. Se convierte en una labor complicada considerando primero que, nuestra concepción del mundo y manera de conducirnos cotidianamente descansa en la percepción visual y no oral; segundo, el mito actualmente lo entendemos más como una historia ficticia ajena a nosotros que como un fundamento de nuestro existir. Éstos son dos de los obstáculos que hacen que lo que determinemos como mito necesariamente deba reconocerse bajo sólo una visión reservada de todo lo que implica una "definición" de mito.

El mito puede ser entendido como "la narración de un acontecimiento que ha tenido lugar en el

tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los comienzos... el mito cuenta cómo gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total, el Cosmos, o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución. Es, pues, siempre el relato de una creación: se narra cómo algo ha sido producido, ha comenzado a ser."

Dentro de la mentalidad y concepción mítica, la participación de lo Sobrenatural en el Mundo es fundamental para el hombre de esta época, el hombre vive y es hombre -con todo lo que implica ser humano- gracias a las acciones de seres sobrenaturales, prueba de ello es que el hombre existe; las acciones de lo sagrado sobre la muerte son también "reales" ¿o acaso no es real el que todos morimos?, las comunidades arcaicas dirigían su existencia en base a los modelos establecidos por el mito no sólo dentro de un nivel espiritual sino también en un escalón aterrizado a la realidad de las actividades humanas más elementales como el caso de la alimentación. Para este tipo de sociedades el mito era intrínseco a su vida y a su mentalidad, ésta no poseía naturaleza externa e independiente respecto a su proceder, por el contrario, así como el individuo era consecuencia o resultado de causas sagradas, así debía seguir dentro del patrón conductual revelado por el mito.

Actualmente las decisiones tomadas por cada uno de nosotros, diríamos que llevan la influencia de causas determinadas y una serie de circunstancias, sin embargo, lo decidido es propio de nuestra elección, hasta cierto punto somos independientes de patrones establecidos, es decir, nuestra resolución tiene la posibilidad de emanciparse de ellos. El caso de las sociedades míticas es radicalmente distinto, nos atreveríamos a decir que el individuo al decidir conforme lo establece el relato mítico, pierde su libertad e independencia, pierde apertura a una extensión de posibles explicaciones o visiones del mundo, sólo concibe una como válida, la mítica, la sagrada, la sobrenatural, aquella que lo creó, el hombre es parte de ella y se debe por entero a ella. El mito se convierte en el lazo que une a los creadores -los seres sobrenaturales- con sus creaciones -o consecuencias directas de sus actos, a saber, el Mundo, el Cosmos, el hombre, la propia muerte etc.-

Historias Verdaderas e Historias Falsas. Podríamos determinar cómo historias verdaderas a los mitos y como historias falsas a los cuentos o fábulas. Como principio podemos diferenciar que en las primeras los protagonistas son seres sobrenaturales y sagrados, en las segundas se relatan sucesos triviales de algún héroe, o animal, en otras palabras, entre unas y otras se encuentran antagónicamente lo sagrado y lo profano. Sin embargo, la distinción no se reduce sólo a la naturaleza de cada narración, hay mucho más de fondo.

El mito, como se ha visto, incluye al ser humano en su relato, lo hace partícipe de él, tanto, que su vida la explica a partir de lo sagrado. El caso de los cuentos es la exposición de algo completamente externo al hombre, algo que no lo afecta en lo más mínimo, puede contarse en cualquier tiempo a diferencia del mito que requiere de un momento específico e igualmente sagrado, rige la vida humana por el nivel tan profundo de compromiso que naturalmente otorga a cada hombre.

De cualquier forma, se trate de historias verdaderas o falsas, ambas poseen un rasgo en común: no son sucesos cotidianos. Ciertamente la creación del mundo, del hombre, de los animales y del resto de los seres vivos no acaece todos los días, lo sobrenatural es penetrado en el hombre por el sólo hecho de existir. En otras palabras, el ser humano no nace todos los días y tampoco muere todos

los días, no todos los días es creado el Sol ni todos los días es creada la Luna, cada irrupción divina es especial, singular, de igual modo extraordinario afecta la vida del hombre. Por su parte, los cuentos sobre héroes son equivalentes respecto a su singularidad, no todos los días el héroe libra una batalla gloriosamente, lo que encierra lo magnífico de ese momento va de la mano con su ausencia de cotidianidad. A pesar de la similitud mencionada entre uno y otro tipo de narración, la característica que los distingue está en que el mito enseña al hombre la historia que lo constituye y además muestra el modo de vivir en el lugar donde fue puesto. El mito no sólo mantiene una naturaleza informativa sobre parte esencial del hombre, de dónde viene y por qué surgió, también indica a éste las prácticas que debe seguir para sobrevivir en el mundo donde fue situado, vb.gr: "determinada tribu vive de la pesca, y esto porque en los tiempos míticos un Ser Sobrenatural enseñó a sus antepasados cómo capturar y cocer los pescados".

Así como el hombre moderno se explica a sí mismo a partir de la Historia, el hombre arcaico se explicaba también a partir de los acontecimientos míticos. Es decir, ambos individuos no son seres acabados, dados, hechos de principio a fin, no son seres condenados a lo estático, todo lo contrario, entre su nacimiento y expiración se van haciendo a ellos mismos y eso que van construyendo -o les fue construido- lo van dejando detrás, a saber la historia, el hombre moderno se entiende y conoce desde lo que ha sido, ha hecho y ha vivido en el pasado: su historia; el hombre moderno también se explica tomando como base que es consecuencia de sucesos externos que afectaron directamente su existencia y condiciones de ésta, tal es el caso del descubrimiento de América y la conquista de los españoles a los indígenas, el mexicano es consecuencia de esta invasión y de ninguna manera puede ignorar que él es producto de esa mezcla de culturas. De forma similar, el hombre mítico se consideraba resultado y consecuencia de los actos sagrados, a diferencia de nosotros, este hombre vivificaba esa historia que lo definía, la conocía y la hacía presente; el hombre moderno lejos de vivificar la historia que lleva detrás, ni siquiera requiere de conocerla en su totalidad, este individuo deja atrás la historia, la mantiene irreversible, casi diríamos, muerta. El mito al ser reactualizado muestra al hombre arcaico no sólo la explicación de cómo las cosas llegaron a su existencia sino también cómo encontrarlas y hacerlas presentes: un mundo que se mantiene vivo y en el que al pasado no se le aleja ni se le desecha haciéndolo ajeno al presente, en el mito, el pasado forma parte y se hace presente mediante el rito.

Relación entre el mito y el rito. El rito es la manera como se evoca al mito, como se le hace a éste presente, pero el rito no se agota en ser el método por el que se conoce cómo fue creado el Mundo, por ejemplo. A través del rito, el mito enseña cómo reiterar los caracteres creadores de los Seres Sobrenaturales, es decir, el conocer un mito significa adentrarse a la realidad mágico-religiosa que provee el conocimiento del origen de las cosas y de ahí la capacidad de crearlas y controlarlas.

Si se conoce cómo se origina un objeto, un animal, una planta, equivale a conseguir un poder sobre ellos: el poder de crearlos, de dominarlos. Por ejemplo, si es conocido el origen de un animal salvaje, entonces se tiene la capacidad, si se quiere divina, de domesticarlo. Si se conoce el origen del fuego puede entonces entendérsele y tocarlo sin que lastime, ¿por qué?, porque saber de dónde viene y cómo se crea implica controlarlo y también crearlo. De ahí que la reactualización de los mitos fuera en ceremonias de iniciación, pues se trataba de instruir y llevar al individuo a las profundidades de lo Sagrado, de lo Sobrenatural, de tal suerte que lo divino deja de ser ajeno para convertirse en el círculo y la realidad que desde ése momento rodeará al individuo para hacerse y existir dentro de una esfera del tiempo sagrado y por lo tanto infinitamente recuperable. En otras palabras, el hombre deberá conocer el origen de las cosas, pero además tendrá que reactualizar esa creación, ese mito, al reactualizarlo se sumerge en un tiempo y espacio que abandonan lo humano para convertirse en divino, creando el fuego una, dos, tres hasta un número infinito de veces; creando el arroz, una, dos, hasta un número infinito de veces tal y como se creó en un principio.

El rito le permite al hombre arcaico acceder a la atmósfera de lo Sobrenatural y vivir probando parte de lo sagrado haciéndose contemporáneo de la Creación cuando fue creada, para dejar de percibirla como pasada, teniéndola presente. El tiempo se detuvo, su andar cronológico cesó y en el aliento de la religiosidad respira eternamente.

El Modelo ejemplar del mito y su sentido. Al considerar el rito como la puerta por la cual el hombre tiene acceso al tiempo y naturaleza Sagradas, también denota el acceso a los preceptos por cumplir. En otras palabras, el mito expresa, según asienta Malinowski, una realidad más original y de mayor sentido que la de la vida cotidiana, pareciera que ésta última se volviera frívola junto a la inmensidad de la Sobrenatural, el sentido real de la vida de los hombres arcaicos se basaba en los mitos, eran éstos los que llenaban de dirección y de luz a los hombres, era esta realidad sagrada la que les indicaba cómo dirigirse y como cumplir en su vida diaria, se trataba del modelo a seguir para vivir como era establecido, de ahí el sentido de los mitos, son el fundamento de la actividad del hombre, son parte de su propia realidad porque él mismo es producto de la decisión y acción Sobrenatural, como tal, sigue la guía del ejemplo sagrado para existir en una realidad mundana que lo separa de su causa divina y con la que sólo puede tener contacto mediante el mito y su reactualización. De tal suerte, que el mito, el conocimiento del origen, no se reducen a conceptos, sino a realidades vividas y puestas dentro del círculo y tiempo sagrados.

Es un ir y venir entre la base y la punta; sin la primera no hay sostén de la segunda, más aún, no hay razón de sostén, no hay sentido, no hay a dónde ir, todavía peor, no hay a dónde volver.

Conclusión. Como se ha visto, el mito no se reduce a un cuento o fábula ficticia, se trata de la historia, forma de vida y pensamiento de toda una época, la arcaica, minimizarlo a definiciones fútiles implica ignorar aquello que precedió a la cultura visual en la que estamos sumergidos.

Hacer a un lado la cultura mítica es conservar la ceguera de una vida cotidiana en la que no encontramos diferencia alguna. En otras palabras, mantener una perspectiva de nuestra cultura visual y casi robotizada con respecto a una cultura mítica, ritualizada y del mundo de la palabra oral, permite conocer la nuestra propia, es decir, la diferencia entre ambas permite su identificación.

Entender cómo es que un mito era vivido por antepasados, nos hace conscientes de nuestra historia que, como sociedad y como humanos se conserva dormida, si no es que muerta por la ignorancia respecto a ella. Preguntarse y buscar el origen de las cosas, querer entender ese principio del QUÉ y del CÓMO, permitiría desarrollar en el hombre actual una base de preceptos a seguir, situación que sería muy saludable para éste, pues se mantiene con paso firme caminando sin rumbo, sin ejemplo ni modelo qué seguir, no porque no exista, sino porque ya olvidó cómo reactualizarlo, cómo vivificarlo, olvidó el sentido de su existencia, ni siquiera sabe dónde está su origen, perdió toda perspectiva, permanece en la punta donde fue puesto pero se quedó sin base, no tiene a dónde regresar, no tiene modelo que lo guíe, perdió su acceso al tiempo y círculo del sentido, de lo

sagrado, de su ser como producto del Ser Sobrenatural.

FUENTE:

La caverna de platón

http://www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/MonicaG1.html

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