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Reflexiones sobre la Marcha de los Bombos en Santiago del Estero Por Adriana Luengo
Cómo citar este artículo: Luengo, Adriana. 2010 “Reflexiones sobre la marcha de los bombos en Santiago del Estero, Argentina”. Entremúsicas. Música, investigación y docencia. http://entremusicas.com/investigacion/2010/0 5/04/reflexiones sobre la marcha de los bombos Consultado /descargado: [x día, x mes, x año]
Cómo nació este trabajo. Una cuestión personal
En julio del año 2007 conocí Santiago del Estero, la ciudad de mi abuela. Fui en viaje de investigación. Con Nélida Toloza, mi compañera de la carrera de etnomusicología, participamos de la quinta Marcha de los Bombos en la capital santiagueña, y de un encuentro de vidaleros y quichuistas en la ciudad de Fernandez. De ese viaje surgió una serie de visitas a Santiago, y un fuerte interés por la provincia, y especialmente por la performance de los bombos. Se sucedieron entrevistas a bombistos y artesanos, a músicos y gente de la calle, que fueron construyendo un paisaje de luces y sombras que me intrigaba. Pensábamos asistir a la marcha número siete, que se haría en julio, pero poco antes del viaje se desató una epidemia de gripe A que obligó a la cancelación de actividades en todo el país. Paralelamente se desató un escándalo de corrupción en la municipalidad de Santiago del Estero, que llevó a la sustitución del intendente, y que salpicó no sólo a todo el gobierno de la provincia, sino a la organización de la marcha. Tras nuevas postergaciones, decidimos que ese año no participaríamos de la marcha. A partir de conversaciones con referentes santiagueños en Buenos Aires (entre ellos Víctor Paz, hijo del artesano de bombos Mario Paz), los informes y noticias a través de diarios de la provincia y de internet, comencé a tener una visión crítica de la verdadera dimensión de la marcha. Sentí que sólo volviendo a Santiago podía volver a orientarme en ese caos, y así lo hice en septiembre del 2009, acompañada por Adela Carabelli, profesora en letras y amiga de la infancia. Todo este proceso estuvo fuertemente enlazado y transpasado por imágenes y sentimientos de mi vida personal y familiar. Era una búsqueda doble: de mis raíces y de mi desarrollo como investigadora. A continuación, y como prólogo al verdadero trabajo etnomusicológico, presento el relato de ese viaje a Santiago del Estero.
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Camino por las calles de Santiago. Camino por las calles polvorientas de Santiago del Estero de la mano de mi abuela. Miro las casas, el cielo, los rostros, la escuela donde se recibió de maestra para irse a ejercer a Buenos Aires (porque se tuvo que ir, como tantos santiagueños), las iglesias, que tantas veces se abrieron para dejar salir las peregrinaciones, como aquellas a las que me llevaba de chiquita (para espanto de mis padres). Oigo su voz de domingos en su casa de Buenos Aires, contándome su niñez y juventud, las largas siestas de verano en la quinta de su amiga, chorreadas del jugo de los melones robados al padre, los rostros pálidos de sus amigos, aterrorizados ante la presencia temida y deseada de un alma-mula en el barrio, y tantas historias y leyendas que me asustaron y maravillaron, y de las cuales sólo recuerdo retazos. Oigo palabras quichuas, como aquellas que hacían estallar la risa entre ella y sus hermanos, y nos llenaban de curiosidad a mis primas y a mí. “Lengua de indio”, prohibida, y por eso quizás más sabrosa. Justo ella, a quien llamaban “La tana” por su padre inmigrado. Palabras que aprendí a entender, ahora, tanto tiempo después de la muerte de mis abuelos, cuando ya no las recuerdo. Palabras que me traen el sonido de los pasos de los conquistadores cuando comenzaron a andar estos caminos de Santiago. Y más lejos aún otras lenguas, más antiguas y misteriosas, nacidas en estas tierras y ya olvidadas. Se abren las puertas de las escuelas y salen puñados de chicos: “Chango, me voy al cyber”. Miro de reojo a mi abuela, que me devuelve una mirada interrogante. ¿Cómo explicarle que éste es su Santiago, pero otro?
Santiago del Estero. Es ahora el territorio de mi búsqueda: de mis abuelos, de su gente, de su música, de mis raíces. Inicié este camino hace dos años, en septiembre de 2007, en mi primera visita, cuando me recibió el aire cargado del sonido de cientos de bombos que marchaban por las calles, en un interminable río que unía el norte y el sur, para terminar en el corazón de la ciudad: la plaza Libertad. Tenía un nombre mágico: “La marcha de los bombos”. Después, ya en Buenos Aires, analizaría lo visto, compararía datos, estudiaría toques de bombo, pensaría las relaciones de poder, hasta exprimir algunos escritos que servirían para cumplir metas, dar a conocer el fenómeno, para poco más. En ese momento, en Santiago, todo era emoción, entusiasmo, alegría, ganas de fundirme con
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esa multitud que marchaba tocando, cantando, bailando, y en quienes veía a mis hermanos. La distancia, una mirada más despojada, algunos comentarios críticos, y el desarrollo de una situación confusa y chabacana de la política santiagueña, me alejaron de la marcha. Pero en mí quedó latiendo el retumbar del bombo legüero, y vuelvo ahora a buscarlo.
Me hace bien la presencia de Adela, su entusiasmo, sus preguntas inteligentes que me descolocan y me obligan a repensar todo. A veces el cansancio nos pone de malhumor, no hablamos, nos miramos de reojo. Pero nos conocemos desde los doce años, y basta una mirada para que vuelva la armonía. Nuestro viaje comienza en el “Patio del Indio Froilán”, en las afueras de la ciudad. Es el terreno que rodea la casa de Froilán González, artesano de bombos, inventor, junto con su mujer Teresa Castronuovo y el percusionista Horacio Mizoguchi, de la marcha de los bombos. Calle de tierra que bordea un brazo del río, casas bajas, algún puentecito que cruza a la otra orilla, sol de septiembre, tarde apacible. Mientras esperamos la llegada de Mizoguchi observo a mi alrededor. Hay mesas y bancos bajo los árboles que, como dirá Mizoguchi, “lloran” gotas de savia que caen al suelo y manchan la ropa. En unas mesas unos muchachos están ocupados en la construcción de bombos, mientras escuchan cumbia que sale de una radio portátil. Entre las mesas andan las gallinas y los perros, con el ritmo propio de la siesta santiagueña. A un lado se ven trozos de ceibo en distintas fases de su transformación en instrumentos. Imagino el patio el fin de semana, lleno de gente, de música, de baile. Nos sobresalta el sonido de una moto, es Mizoguchi que llega para la entrevista. Ha tenido la amabilidad de venir especialmente para que podamos filmarlo en el patio. Mizoguchi les pide a los muchachos que apaguen la radio para que el sonido no se cuele en la grabación. De cualquier manera se oyen ladridos y cacareos. Buscamos una mesa donde el árbol no “llore”, nos acomodamos y comienza la charla. Nos cuenta sus orígenes (descendiente de japoneses y españoles), sus comienzos como bombisto de la mano de su padre, su amor por el instrumento, al que reivindica como “el latido de Santiago”, y como forma de expresión musical de la gente pobre del campo, habla de la aridez de la tierra santiagueña, y de su responsabilidad como músico de expresar a su provincia. Habla de muchas cosas más, y habla muy bien. 3
Al final de la entrevista le pido que toque para filmarlo, a lo que accede con gusto. Nos despedimos luego de haberle agradecido su amabilidad. Realmente fue un comienzo inmejorable para mi investigación.
Volvemos al hotel a prepararnos para la noche santiagueña. Queremos ir a cenar a la “Casa del Folklorista”, un restaurant en el parque donde nos han dicho que se reúnen muchos músicos. Vamos caminando, pasamos por el centro de Santiago, donde hay una manifestación de amigos y familiares de un muchacho que “desapareció”... Esas sombras de nuestra tierra. Llegamos al restaurant demasiado temprano, somos las únicas. Al largo rato, cuando ya casi no hay tema de conversación, comienza a llegar la gente: parejas, grupos de amigos, gente suelta, poco a poco parecen encontrarse todos los santiagueños. Tengo la alegría de encontrarme con Mario Paz, el mejor artesano de bombos, a quien entrevistamos en el 2007. Viene acompañado de su hijo Mariano y otra gente. Me saluda con mucho afecto y quedamos en ir a visitarlo en estos días. Luego se abre la puerta y entra Rubén Palavecino, el hijo del entrañable Sixto, a quien también habíamos visitado en ese viaje. Nuevos abrazos, nos invita a Adela y a mí a su programa de radio: “El alero quichua”. Me extraña esa sensación de estar ya tan entrelazada con la gente de Santiago. La gente comienza a pedir la comida, nosotras ya estamos por el postre. Eso y el cansancio del viaje nos manda de vuelta al hotel, sin esperar a los músicos que van a cantar. Una pena, pero es la una de la mañana y ya no damos más.
Hoy es sábado, y la cita es en la Feria de Upianita. Me interesa por varias razones: me la recomendó Víctor Paz; es en el Camino Real, antigua posta de los viajeros que unían Buenos Aires con Perú; es una feria artesanal (sobre todo de comidas); y sé que hay espectáctulos musicales de gente de los pueblos del lugar. Viajamos en un remise porque no hay comunicación directa de transporte público (por lo menos no encontramos). A medida que vamos avanzando en el recorrido de los 10 kilómetros que llevan de la capital a Villa Silipica, los campos se van haciendo más verdes. Cada tanto el remisero nos señala algún country, donde veranea la gente rica de la ciudad. Llegamos por fin a la feria artesanal. Está en el campo, en las afueras de la villa, frente a un grupo de casas. Es el mediodía, y ya está todo listo para el disfrute de un día 4
de campo: mesas distribuidas debajo de los árboles, hornos de barro donde mujeres con delantales blancos y pañuelos atados a la cabeza preparan las empanadas, locros, chivitos, artesanos que presentan sus empanadillas, tamales, alfajores santiagueños, dulces, patay, arrope de tuna. El recuerdo de mis abuelos se mezcla con estos sabores: cuando volvían de sus viajes probábamos golosos las delicias santiagueñas Todos los artesanos son de la zona de alrededor, como una forma de fomentar la economía de esos pueblos. En uno de los puestos me compro un libro de un investigador de la Universidad de Santiago del Estero: Luis G. Garay. El libro se llama Camino Real (Caminos del Tiempo), y hace una historia del camino desde que lo transitaban los indígenas. Cuenta cómo en 1663 fue denominado con ese nombre, y constituyó una alternativa al llamado Camino del Inca para las comunicaciones del Virreinato. Allí estamos ahora, en una de sus postas. Luego de curiosear por los puestos, nos sentamos a una mesa a saborear las cosas que compramos. En el medio de todo hay un palco rudimentario donde se van a presentar los músicos. Escuchamos a dos grupos folklóricos, con canto, guitarras, acordeón, violín y, por supuesto, bombo. Grabo y filmo todo lo que puedo. La gente está contenta, muchos salen a bailar las chacareras, gatos y chamamés. Es una atmósfera de alegría, de vacaciones, de “fuera del tiempo”. Esta feria fue inaugurada hace uno o dos años, y constituye una alternativa a los paseos en la capital. En verano abre a la tardecita, por el calor. Volvemos a Santiago, pero antes de llegar al hotel pasamos por la casa de Mario Paz. Le llevamos miel de la feria, y charlamos un rato con él y su señora. Nos cuentan que últimamente mucha gente los visita en el taller, porque éste ha pasado a formar parte del circuito turístico. Me alegro por ellos, han trabajado tanto y han puesto tantas esperanzas en su taller de bombos. Sus instrumentos son una preciosura. El domingo participamos del programa de radio “El alero quichua”. Se desarrolla en uno de los estudios de Radio Nacional. Nunca había estado presente en una transmisión de radio. La atmósfera es relajada y alegre. Dirigen el programa Rubén Palavecino y dos colegas mujeres. Una de ellas habla en quichua, Rubén traduce. Llegan llamados de santiagueños de la diáspora, dispersos por todos los rincones del país, a quienes, una vez por semana, les llega una voz en quichua y un pedacito de su tierra.
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En los días siguientes vagabundeamos por la ciudad. Visitamos museos, iglesias, la universidad, la escuela de música, puestos de libros, casas de música, cafés. La gente de Santiago es cálida, comunicativa, amable. Charlamos con la señora que limpia nuestra pieza de hotel, con mozos, guías de turismo, estudiantes, músicos, taxistas. Nos sumergimos en la vida de la ciudad, escuchamos su tonada, respiramos sus olores, se nos pegó su polvo, nos iluminaron su sol y su luna. Nos sentimos parte de Santiago. Volvimos a Buenos Aires con pena de dejarla. Fueron cinco días intensos. De esos días, de las entrevistas, las charlas, las grabaciones y filmaciones, las clases de bombo que comencé a tomar a la vuelta, las lecturas de libros y artículos, salió el trabajo que presento a continuación. Ya no está presente la figura de mi abuela, y sin embargo forma parte de su sustancia. Sin ella, sin su recuerdo, Santiago del Estero sería para mí una provincia más.
Presentación del trabajo sobre la Marcha de los Bombos en Santiago del Estero
Este trabajo intenta dar cuenta de un fenómeno relativamente reciente en la provincia de Santiago del Estero. Se denomina “Marcha de los Bombos”, y es una peregrinación no religiosa, que une los extremos de la ciudad al ritmo de miles de bombos. Comenzó en el año 2003 y ha ido creciendo en importancia y número de participantes hasta convertirse en una marcha multitudinaria, que convoca a gente de todas las provincias de alrededor, así como a turistas extranjeros. Mi interés se centra en ver si este proceso social y cultural se puede inscribir en lo que se denomina “patrimonio cultural intangible” (término caracterizado por la Unesco como obra colectiva que representa a una comunidad), y en el concepto de “tradición inventada” de Eric Hobsbawm, que refiere a un ritual o grupo de rituales que simboliza en este caso a la “santiagueñidad”. También intentaré analizar en qué medida esta marcha canalizó la reflexión que se venía construyendo espontáneamente, si ese discurso coherente y armado no corre el riesgo de ahogar las voces de los bombistos del pueblo al asumir la representatividad de los mismos. Mi trabajo se basó en bibliografía sobre el tema, fundamentalmente en los conceptos de performance, de Richard Bauman, el de tradición inventada, de Hobsbawm, así como el artículo de Gottfried Hesketch (referido a una tradición inventada en Veracruz), el trabajo de Mónica Rotman sobre patrimonio cultural y tradición, el de Torres y Romero sobre cultura y patrimonio, y el de Handler y Linnekin 6
sobre tradición Asimismo trabajé con material de mis anteriores trabajos en colaboración con Nélida Toloza. Con respecto a la marcha en sí, no encontré material publicado, posiblemente por el hecho de que es un fenómeno tan reciente. Otras fuentes importantes fueron mis entrevistas formales a bombistos (tocadores de bombo) y a un artesano constructor; las muchas charlas informales con músicos y gente de la calle, realizadas tanto en Santiago del Estero -en ocasión de tres viajes que realicé con este propósito- como en Buenos Aires; filmaciones obtenidas “in situ”; visitas a museos; al patio de Froilán González, donde se inició la marcha y donde se realizan peñas y encuentros folklóricos; a la Casa del Folklorista, donde se reúnen los folkloristas y gente en general para comer (es un restaurante) y para asistir a eventos folklóricos, y donde tuve ocasión de hablar con artesanos y con Rubén Palavecino (hijo de Sixto Palavecino); las visitas a la feria de Upianita, que es una feria artesanal y de espectáculos musicales en Villa Silipica, a unos 10 km. de Santiago del Estero, antigua posta del Camino Real, y donde filmé a dos grupos folklóricos con bombo; a la Radio Nacional Santiago, donde participé de una sesión de “El alero quichua”, programa dirigido actualmente por Rubén Palavecino, que me realizó una entrevista, y donde pude filmar a otros bombistos; al taller del artesano Mario Paz, referente en artesanías en bombo; a la Universidad de Santiago del Estero; a la escuela de música municipal, donde visité la biblioteca y conversé con la secretaria de la escuela; y a una casa de música del centro de Santiago, que concentra muchas grabaciones de artistas santiagueños, y donde me hicieron conocer al grupo “Repercuta” de percusión, que realiza fusiones de ritmos folklóricos con otros ritmos latinoamericanos. Asimismo participé de la marcha del año 2007, así como de una pequeña marcha que se realizó en julio del 2009 en la ciudad de Buenos Aires. Actualmente estudio percusión en bombo con el profesor Roque Herrera en la Casa de Santiago del Estero en Buenos Aires, como una forma de desarrollar mi bimusicalidad, y participar –tocando- de aquello que quiero investigar. Agradezco a la profesora Ana Romaniuk por su aliento, orientación y críticas positivas, que me ayudaron a llegar al final de este trabajo.
El lugar
La provincia de Santiago del Estero, por su desarrollo histórico y su pobreza geográfica, ha quedado fuera del circuito económico, político y turístico del país. Ha habido una fuerte emigración de santiagueños hacia todas las regiones del país, y no ha habido una consecuente migración hacia Santiago. Este hecho ha contribuido a que se
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hayan mantenido las formas tradicionales y se haya desarrollado un sentimiento muy fuerte de pertenencia . A ésto se suma el peculiar componente social, que proviene de una interpenetración de elementos aborígenes, africanos (ambos negados), europeos (tanto españoles en el primer momento, como italianos en una segunda oleada), y árabes (hubo una gran inmigración sirio-libanesa), que ha dado a la población de Santiago del Estero características muy particulares. Una de las formas en que se ha manifestado esto es en lo cultural, y específicamente en lo musical, que se centra sobre todo en la vidala (especie que va lentamente desapareciendo, en la chacarera (que según el mito vigente provendría de Salavina, donde aún se habla quichua, pero que a la vez tuvo una importante población africana), y últimamente en el chamamé, característico del litoral, con una frontera permeable que ha permitido la circulación de su música, y en la fuerte presencia de la cumbia. Existe actualmente una corriente musical, que está experimentando con el llamado “folklore joven”, que integra otros ritmos, tanto rock como ritmos latinoamericanos. En la chacarera pueden utilizar,
por ejemplo, violín, guitarra
eléctrica, bajo y batería. Es un movimiento interesante que busca una nueva representación musical que refleje los gustos de las nuevas generaciones y que va moldeando una nueva identidad santiagueña. Con respecto a la chacarera, ocupa un rol central en la Marcha. Los bombos avanzan a su ritmo, que se alterna con el ritmo de marcha. Además, cada tanto se realizan altos para colocarse en rueda, dentro de la cual algunos participantes realizan pasos de malambo o bailan chacareras. Se entiende esta importancia desde la representación social que asume la chacarera. María Inés Palleiro, en su trabajo sobre Folklore, danza y narración considera a la danza como un sistema de signos desplegados por el cuerpo, y al relato folklórico como expresión narrativa espontánea de la identidad de un grupo. Y como reflexionábamos con Toloza en nuestro trabajo “Las danzas de la Marcha de los Bombos en Santiago del Estero” (2009, p 12): La chacarera significaría así una expresión colectiva de la identidad cultural santiagueña, hecho reafirmado por los relatos que circulan sobre la misma, y sobre todo por las leyendas sobre su origen y su relación con “la quichua”, que lo vincula con lo indio –negado y silenciado- ,y al mismo tiempo la impronta negra –también silenciada- que se adivina en sus ritmos.
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En el aspecto instrumental se centra en la guitarra y sus variantes, como la sachaguitarra (mezcla de guitarra y violín, inventada por el músico Elpidio Herrera), en el violín, en el bandoneón, que, como comenta Nélida Toloza en su investigación sobre El bandoneón en el folklore de Santiago del Estero (2009, p.2) ha venido a reemplazar al arpa, y en el instrumento que nos ocupa: el bombo legüero. Salvo este último instrumento, con orígenes discutidos entre lo europeo, lo africano y lo aborigen. los anteriores tienen una procedencia claramente europea.
Los bombistos
Existe una larga tradición de tocadores de bombo, tanto los públicamente reconocidos, como los que tocan su instrumento en las fiestas rurales o simplemente en reuniones familiares. Estos bombistos no profesionales eran los que más me interesaban para el presente trabajo ya que representan las voces no oficiales, espontáneas. A través de las charlas informales y las entrevistas que realicé, se fueron perfilando muchos temas interesantes, que conforman un discurso común y compartido, que trataré de ir mostrando a través de sus propias palabras. Los bombistos manifiestan un fuerte orgullo de tocar su instrumento, que definen como “el latido de Santiago” y al que viven como un patrimonio regional que los representa. E.M.Nosotros decimos que el bombo viene a ser el corazón de afuera, [...]a través del latido, del repique, del toque, de todo lo que genera escuchar sonar a un bombo. Por áhi otros lo definen como que es un hachazo, cuando le pegan con un solo palillo. Julio Paz, que toca con los Coplanacu decía que uno le pega y paaf, es como un hachazo que uno le está dando. E:M:Yo siento que es un corazón que está estallando por expresar el sentimiento de lo que es esta tierra.
Comparten este sentimiento con los artesanos de bombos, que viven su arte casi con un sentimiento místico y también vinculado a un pasado idealizado: V:P:Uno puede creer o no, pero en la artesanía está toda la alegría, la tristeza, las emociones, crear con las manos es entre místico y real, y lamentablemente muchas veces no está valorizado. Este olor que sientes, a cuero, a madera, es el olor que hay en mi casa. Antes, cuando no teníamos el taller y hacía mucho frío, trabajábamos en la cocina, tengo una fotografía del 91, estamos en la cocina de mi casa (muestra la foto), y aquí esta otra trabajando debajo de la parra.
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Expresan permanentemente la naturalidad del bombo en la vida santiagueña, lo tocan desde chiquitos, por transmisión familiar o de amigos o vecinos. Esto pudimos observarlo en la marcha del 2007, donde se veían chicos muy pequeños a babucha de sus padres, llevando bombitos caseros, hechos de envases de dulce, pero tocando con una precisión increíble los ritmos de la marcha: E:M:Y el bombo, bueno, yo lo toco desde que tengo noción de vida, tres, cuatro añitos, ya tocaba el bombo. Y mi padre, también nacido en Santiago, es empleado de correo, era cartero, fue el que me pasó los primeros golpes en el bombo. E:M:Como santiagueño, el bombo lo toco hasta durmiendo, es una forma de decir, porque uno lo tiene incorporado como parte de la vida de uno, hemos nacido con eso, nos criamos con eso. R:H:Con el bombo me ha pasado que he visto hacer y he querido hacer yo también, me llamaba la atención el bombo, el zapateo, y hacer esas cosas, no sé porqué, pero era algo natural, que le aparece a uno ¿has visto?. Y de ahí en más empezar a practicar mucho, mucha práctica en el fondo de casa, a mis vecinos los tenía locos (risas), pero allá en Santiago no molestas a nadie, bueno, uno tiene un fondo grande, y todas esas cosas.
Sienten que ese ritmo del bombo, ese latido, está inscripto en el cuerpo y en el transcurrir de la vida cotidiana: R:H:A mi manera de ver, el cuerpo humano se basa en percusión, todo el movimiento que hacemos nosotros en la vida cotidiana, no nos damos cuenta, pero todo tiene un ritmo, todo tiene un ritmo, todo, aunque no estemos bailando, manejar el auto manual tiene ritmo, porque tienes que coordinar entre el acelerador y el embrague, hay una coordinación de soltar y acelerar, ahí ya tienes un ritmo[...] ya tenemos incorporado el ritmo en el cuerpo, que es el latido del corazón.
Los bombistos se manejan con algunas fórmulas transmitidas de viejos a jóvenes, sin educación formal. E:M:Y mi padre, también nacido en Santiago, es empleado de correo, era cartero, fue el que me pasó los primeros golpes en el bombo, y la vida después me fue llevando por los caminos de lo que es descubrir nuevos ritmos, nuevos horizontes. E:M:Un músico como Hugo Díaz es el que me inspira a mí a ... por todo lo que él tocaba y hacía la parte rítmica, los sonidos onomatopéyicos, sonidos con la armónica, donde hacía todos los repiques,[...]. Toda esa síncopa y ese juego rítmico, que también supo incursionar no sólo en el folklore sino en el jazz, en lo que es la música tropical, en fin, todas las corrientes musicales abarcó Hugo Díaz con su armónica. Y es el que desde chico me inculcó, o me transmitió ese fuego por lo que es lo rítmico
Y combinan estas fórmulas, en una improvisación que se construye “según el estado de ánimo”.
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A.L.: Cuando tocás, ¿lo hacés con fórmulas ya aprendidas y establecidas, improvisás, cómo es? E:M:: Las dos cosas, voy combinando las dos cosas. Hay códigos, hay un abecedario donde uno ya tiene incorporadas cosas, donde ya lo hace metódicamente, y uno lo va sacando según el momento. Pero también uno se va dejando llevar según el estado de ánimo, porque mucha gente piensa que el bombisto es el que tiene que dar la alegría, y yo escribí un tema donde dice: “Déjenlo sonar al bombo legüero, él está llorando, por amor está sufriendo” R:H:Yo me manejo con cuatro fórmulas básicas, que voy combinando y complejizando según el momento y a quién esté acompañando.
De esta manera crean un mundo sonoro en el que están ellos y aquellos que los escuchan: R:H.Bueno...cómo te puedo decir...Es como si cada vez que toco el bombo entro en mi mundo, y también trato de meter en ese mundo a todos los que están escuchando, a todos los que están viendo lo que estoy haciendo.
Coinciden en percibir la música como una compensación por la pobreza de la tierra santiagueña, así como las dificultades económicas: E:M:Yo siento que es un corazón que está estallando por expresar el sentimiento de lo que es esta tierra. Como rezan los dichos de años: “No tiene mi tierra ni oro, ni ganado, ni verdes prados, pero tiene la riqueza que Dios le ha dado, que es el alma del santiagueño”. Porque esta tierra es árida, es salitrosa, es calurosa, es algo que hay que vivir aquí, hay que amar como es.
El bombo pertenece a la gente pobre, porque es fácil de construir, y está presente en las zonas más humildes: E:M:Siempre decimos que en el interior el santiagueño hasta tango canta con el bombo, porque por ahí no cuentan con una guitarra, por una cuestión económica, pero un bombo siempre hay, y hablo de la gente humilde, la gente trabajadora, la que le cuesta todo, y siempre encontrás un bombo, y esa persona se alegra cantando, acompañando con el bombo toda clase de música: tango, chamamé, y otras.
Afirman que, como consecuencia del perfeccionamiento en su construcción, la importancia del bombo ha ido creciendo con el tiempo, que antes era un simple acompañamiento, mientras que ahora ha adquirido un rol mucho más central: R:H: Hace años, cuando no había una buena referencia de sonido –hablamos 40, 50 años atrásel bombo aportaba los graves, porque no había contrabajos, porque el contrabajo da los sonidos medios y graves, porque la guitarra, las voces, la flauta, bandoneón, todo era agudo, y el bombo sostenía todo lo grave, envolvía todo. Entonces se tocaba con el palillo con un pompón, para sacarle el sonido más grave. Hoy hemos ido desechando eso, tocamos el palo sin el pompón, y usamos para acompañar otra clase de sonido donde incluso se le saca el aro, y el
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acompañamiento es diferente, porque al tener otra gama de sonidos, el percusionista logra otros efectos, donde ya no es sólo acompañante, el percusionista pasa a ser importante en el grupo. Y el bombo, bien tocado, pasa a ser el centro, constantemente está haciendo solos, levanta a la gente, levanta el ánimo, por eso se trata del estado de ánimo también.
Sienten una gran responsabilidad social por mostrar a través de su arte la cultura de su provincia, dar lo que llaman “el mensaje”. Este mensaje se refiere a la “santiagueñidad” en su conjunto -la presentación ante el mundo de las cosas vividas como lindas y positivas en su provincia- a la gente del campo que no tiene voz reconocida, y a los maestros: R:H:No bailo una chacarera porque tenga velocidad, porque tenga violín, porque tenga bandoneón, porque canta fulano o mengano. Yo bailo una chacarera porque la siento, porque voy a dejar un mensaje, porque voy a transmitir lo que he aprendido con mis maestros, en Santiago. Yo estoy representando una cultura santiagueña, estoy representando muchas cosas sin querer queriendo, entonces es como que hago conciencia de bailar una chacarera y de dejar un buen mensaje. R:H:Porque al bailar una chacarera se me viene a la cabeza la gente que vive en el campo, mis abuelos, mis tíos, mi familia, que se han venido del campo para tener una mejor manera de vivir, para tener un progreso en la vida, eso es lo que se me viene a la cabeza al bailar una chacarera, tocar el bombo, por eso es que le tengo un gran respeto a esas cosas. R:H:Cuando estamos bailando, zapateando, cantando una chacarera, tocando bombo, estamos haciendo cultura, representando una provincia, a un pueblo. Porque se habla mucho de la gente del campo, de los campesinos, pero qué onda entonces, qué estás cantando, qué estás escribiendo, ¿entendés? R:H:Y nada, para mí es mucho orgullo, mucho sentimiento, todas esas cosas que uno siente porque es de la tierra, porque es de Santiago, que lleva una tradición. Es una cuestión de respeto por de donde uno viene, por lo que está haciendo, qué es el mensaje que quiere dejar, que algunos no le dan el valor que se merece la cultura.
Y es en este punto donde el discurso separa al “nosotros”, responsables, que “no nos prestamos al marketing y al comercio”, de los “otros”, que lucran con algo sagrado. R:H:Sí, hemos venido desde abajo mamando estas cosas, pero en silencio, con nuestra manera de andar sin hacer mucho alarde, mucho espamento, como decimos nosotros, sin hacer comercio como están haciendo algunos folkloristas del norte y también del sur. No nos vendemos a ese tema ¿entendés?, yo personalmente trato de no hacer ese tema del marketing y todas esas cosas. Entonces hay una contradicción entre esos folkloristas que hacen alarde de estar en la televisión, de estar en el programa de fulano y de mengano, y todas esas cosas, ¿entendés? Yo estoy en contra de todo eso.
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Y es también aquí donde comienza la ambivalencia con respecto a la marcha de los bombos, que recibe tanto aceptación como críticas, y en general por las mismas personas. Por un lado se la vive como algo positivo, reúne todas las expresiones ya mencionadas y las aúna en un discurso coherente. Al mismo tiempo se critica el manejo político, económico y discrecional de la misma, así como el hecho de que el grupo fundador se haya apoderado de algo que es sentido como colectivo y comunitario.
La performance de la Marcha de los Bombos: ¿“tradición inventada”? La marcha se inscribe dentro de lo que podríamos denominar una “tradición inventada”, según el concepto de Eric Hobsbawm: La “tradición inventada” implica un grupo de prácticas, normalmente gobernadas por reglas aceptadas abierta o tácitamente y de naturaleza simbólica o ritual.
El distingue la tradición de la costumbre, indicando que las tradiciones tienen como objetivo y característica la invariabilidad, remiten a un pasado (real o ficticio) e imponen prácticas fijas. Mientras que la costumbre en las sociedades tradicionales no descarta la innovación y el cambio. En este sentido, se podría plantear la duda sobre si la marcha de los bombos es una tradición inventada o una costumbre, pues, aún cuando remite a un pasado, acepta la innovación y el cambio (como, de hecho, se ha dado en la última marcha). Sin embargo, afirmo que representa una tradición inventada, por varios motivos: el primero es que tiene un comienzo explícito, manifestado por el mismo grupo que lo ideó, de esta manera: El llamado nació en una mesa de amigos: Eduardo Mizoguchi, Freddy García, Froilan González y Tere Castronuovo, quienes nos unimos para llevar adelante este proyecto. 1
Otro punto: Se maneja con antiguos materiales –el uso del bombo en la expresión de la regionalidad-, que es uno de los puntos que destaca Hobsbawm: para construir tradiciones inventadas de género se utilizan antiguos materiales para propósitos nuevos, una reserva que es abundante en el pasado de cualquier sociedad. Ése es el resorte por el que el pueblo pudo ir, y que en ese momento convocó el sentimiento y la “identidad ”, que viene siendo construida durante estos 455 años, sustentada por una raíz muy profunda con un pasado anterior perteneciente a nuestros pueblos originarios.
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www.marchadelosbombos.com.ar/
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Hobsbawm da una caracterización de tres tipos superpuestos de tradiciones inventadas: las que establecen o simbolizan cohesión social o pertenencia al grupo, las que establecen o legitiman instituciones, estatus o relaciones de autoridad, y las que tienen como principal objetivo la socialización, el inculcar creencias, sistemas de valores o convenciones relacionadas con el comportamiento. Y considera que el primer tipo es el dominante, mientras que los otros surgen de un sentido de identificación con una comunidad que se expresa o simboliza como “nación”. En la marcha de los bombos están implícitos los tres tipos, como se observa en los objetivos y resoluciones de los fundadores de la misma, y que figuran también en la declaración de la marcha como de interés cultural: De allí, que una de las razones que nos mueve a convocar a la marcha de los bombos es el “encuentro”. Es que necesitamos sentirnos parte de una cultura rica, prolífica, casi siempre olvidada, cuando no destruida. Han ido llegando ya los momentos en que poniéndonos de pie nuevamente cantemos y gritemos a voz de cuello: somos dueños de nuestra tierra, la queremos para todos, porque solo en ella podemos producir la cultura que nos enaltezca Por eso esta marcha de bombos, nos permite acercarnos y sentir entre nosotros que es posible retomar caminos de unidad, de nobleza y de orgullo. ¡Unamos nuestros corazones y nuestra esperanza para reforzar nuestro sentimiento de Patria, de saber quiénes somos y quiénes queremos ser! 2
Como comenta Jessica Gottfried Hesketch en su artículo “La reinvención de una tradición en Santiago Tuxtla, Veracruz” (2006: p.10), Lo que Hobsbawm define como “tradiciones inventadas” incluye también las adaptaciones o reinvenciones de elementos de una costumbre ancestral.
La marcha exalta fuertemente el sentido de “santiagueñidad”, poniendo el acento en el “ser santiagueño”, en el pasado de la provincia, en el encuentro de todos los santiagueños para levantarse con orgullo al son de los bombos: Despierta ashpa (tierra) al son de los bombos…y ¡marcha! Hasta ahora nos han confundido con las versiones acerca de quienes éramos. Demasiados siglos de vivir sintiendo que nuestras culturas no tenían lugar igual a las que oficialmente aparecían como las imitables. Hemos descubierto que no hay una sola cultura que abarque a todos por igual. Si siguen existiendo las diferencias, quiere decir que nos expresamos también de maneras diferentes .La voz de los oprimidos no suena igual que la voz de los opresores.
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www.marchadelosbombos.com.ar/
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Han ido llegando ya los momentos en que poniéndonos de pie nuevamente cantemos y gritemos a voz de cuello: somos dueños de nuestra tierra, la queremos para todos, porque solo en ella podemos producir la cultura que nos enaltezca
Existe en los organizadores un intento consciente de reivindicar su ser regional a través del sonido de los bombos, tal como ocurre en las llamadas de candombe y en el carnaval brasilero: E:M:Y bueno, a mí se me ocurrió una marcha saliendo de donde se hacen los bombos, que es el patio, y ganando las calles de la ciudad, llegando al centro, homenajeando a gente importante de la cultura nuestra, y tocando y bailando y cantando, y que sea una fiesta. Y con los bombos. Como salen en Uruguay los candomberos de las llamadas, como salen en Brasil para el carnaval,
La marcha ha ido creciendo en importancia a través de los siete años que han transcurrido desde su primera organización y participa de las características propias de una performance, lo que Richard Bauman (Bauman 1992, p.13) considera como un proceso metacultural, un medio cultural de objetivar la cultura y ofrecerla para su examen. Concentra una multiplicidad de actividades: música, canto, danza, caminatas multitudinarias tocando el ritmo característico de chacarera en bombo, venta de artesanías e instrumentos musicales (especialmente bombos) y comidas típicas y regionales. Están presentes los símbolos patrios, regionales y barriales por medio de banderas que identifican la nación, la provincia y los departamentos que participan de la marcha (como el de San Esteban). Los participantes de los distintos barrios portan grandes pancartas con las imágenes de músicos o bailarines representativos de la provincia, ya fallecidos: Jacinto Piedra, el Linyerita, Carlos Saavedra, Sixto Palavecino, y otros. Esta actividad cultural ha producido condiciones muy ventajosas para la provincia (especialmente para la capital), lo cual se observa en la creciente afluencia de turistas argentinos y extranjeros, en el agotamiento de las plazas de hoteles y pensiones, en la venta de artesanías (especialmente bombos), artículos regionales, comidas típicas y regionales, y otras mercaderías, en la mejora económica de los comercios (restaurantes, mercados, etc.), en la venta de discos. Pero fundamentalmente ha tenido el efecto beneficioso de integrar a Santiago del Estero en un circuito turístico, lugar del que carecía, y de promover el conocimiento creciente de su cultura, lo que se traduce en la convocatoria a los músicos santiagueños, en las visitas a museos, iglesias y monumentos históricos, en la compra de CDs y libros referentes a la cultura de la provincia, en la revalorización de sus artesanos y otras variadas maneras. La gente por mí entrevistada (bombistos y artesanos), así como aquella con quien tuve ocasión de conversar (mozos, taxistas, guías de museos, alumnos de colegio o de la universidad, etc.) reconocen los beneficios que en este sentido ha aportado la marcha:
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R:H:Está bien, es positivo, porque hay una iniciativa de que la gente que no conoce Santiago, que no conoce la cultura, tiene una iniciativa, dice, “ah, el bombo sale de Santiago, bueno, vamos a visitar esa provincia”. Porque tenemos unas catedrales impresionantes, y sin embargo nadie sabe. V:P:El taller ha dado un salto cualitativo y ahora es también como una atracción turística dentro de Santiago, porque la atracción turística de Santiago es la cultura, los escritores, los poetas, los músicos, los artesanos. Así que ahora el taller está dentro del circuito turístico. Mi mamá me dijo que julio y agosto, hasta el cumpleaños de la abuela Carabajal, todo el día iba gente. La gente va, sabe cómo se hace un bombo, conoce una familia artesana, siempre hay gaseosa, chipacos, mate, siempre algo para compartir.
Se resalta también la afluencia espontánea de la gente, el sentimiento de orgullo que ha despertado en la gente santiagueña: E:M:Sí, y eso es lo que te emociona, saber que hay gente todavía que rescatamos esos valores, esa simpleza, que la familia se reúne a partir de, y ese es el mensaje de la marcha, de encontrarnos todos, la emoción del momento, y la emoción de que a cambio de nada, nos juntemos y estemos todos unidos. Aquí es el mismo espíritu, el mismo sentimiento, el alma del santiagueño que por sí solo se convoca en la marcha de los bombos.
Sin embargo, como ya comenté, no todo es positivo, y se notan tensiones dentro de la sociedad santiagueña, que se manifiestan en las críticas que se oyen en la calle, sobre todo relacionadas con el manejo discrecional de la plata (que ha sido mucha) y el manejo político que se ha hecho de la marcha, y que tuvo su culminación en los sucesos de la destitución del intendente Alegre en el 2009: Empleado de la municipalidad: Este gobierno está siempre de joda, así tapa lo que tiene que hacer y no hace. Esto no es verdadero folklore, tienen que ir a los pueblitos, al monte, para palpitar lo que es verdadero folklore. R:H:O sea que cuando se quieren mover las cosas, se mueven, cuando no las quieren mover, no las van a mover, porque todo se maneja a base de política, ¿entendés?, eso es lo que pasa. los que están arriba son los que ligan, pero los que están en el medio o abajo, que también necesitan un empujón no lo van a lograr nunca porque no están arriba, que es lo que pasa en los festivales. Y la Marcha de los Bombos, la idea me parece bien, pero volvemos a entrar en la parte lucrativa, económica y todas esas cosas, ¿entendés? Es muy difícil de manejar el tema, muy difícil.
Una de las críticas más fuertes que escuché provino de un folklorista, que comentaba: M.P:¿Cómo pueden patentar una marcha de los bombos, cuando ya se hace en otros lados, por ejemplo en San Esteban?
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También encontré algunos blogs en internet, de donde rescaté un comentario especialmente crítico: La marcha de los bombos no necesariamente representa por si sola la identidad santiagueña, afirmar eso es sostener un discurso conservador que insiste en dejar de lado otras experiencias sociales. Como fiesta popular, la marcha ofrece un espacio para la celebración de nuestra música y de nuestros cultos. Plantear y vivirla como una celebración reinvidicatoria de los valores culturales santiagueños es una exageración chauvinista que roza con el nacionalismo fascista. Un lugar como Sgo no necesita reinvidicar sus prácticas artísticas-culturales nativas como si corriesen riesgo de perderse. El folclore local goza de buena salud y no existen riesgos urgentes para él. La marcha de los bombos es una fiesta que está buena para vivirla como eso: una fiesta. Que los políticos quieran vender con ella una imagen de inquietud cultural y promocion turística es una discusión que merece hacerse. Tanto como las perspectivas populistas que se apropian de la marcha para protagonizarla con sus discursos de derecha. Y eso si es urgente. 3
Resta ver si la marcha puede ser inscripta en lo que se denomina “patrimonio cultural intangible” Ante todo debemos preguntarnos qué es el patrimonio cultural inmaterial (PCI). Este concepto ha pasado por varias acepciones que lo definieron en distintas formas. Actualmente, y según el texto de la UNESCO (www.unesco, 2009) “son los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas que las comunidades, los grupos y, en algunos casos, los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural.” “El PCI se manifiesta, en particular, en los ámbitos siguientes: Tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial; Artes del espectáculo (como la música tradicional, la danza y el teatro); Usos sociales, rituales y actos festivos; Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo; Técnicas artesanales tradicionales.” 4 Rosas Mantecón 5 expresa el carácter del PCI como un proceso dinámico que implica construcción social, “obra colectiva, producida por el conjunto de la sociedad”
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En este sentido, aún cuando en su origen la marcha fue obra de un
grupo concreto (y pequeño) de personas, su repercusión ha sido enorme y ha involucrado a una gran parte de la sociedad santiagueña. 3
Topo. www.argentina.indymedia.org/news/2005/.../311096.php Definición de la UNESCO en su sitio web. 5 Rosas Mantecón (1999), citado por Torres y Romero (2005), p. 3 6 Rosas Mantecón (1999), citado por Torres y Romero (2005), p.3. 4
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Otro aspecto que resaltan es que el patrimonio cultural, como representación social, hace permanente alusión a la identidad y a la cultura, utilizando incluso símbolos tangibles, como banderas, himnos, etc. símbolos que están presentes en la marcha. Y hemos visto también a través de las palabras de bombistos y gente común que las referencias a la identidad y a la cultura santiagueña son centrales y permanentes. Por otra parte, no toda la sociedad santiagueña responde de manera unánime a esta representación social, a esta obra colectiva, aspecto que se reitera en muchas sociedades. Como afirman Torres y Romero, “en las sociedades altamente diferenciadas la contribución a su construcción y el acceso de las clases sociales a ese patrimonio es diferencial.” 7 Aparece una lucha por el uso del espacio público y la representación de la identidad. Esto explicaría las tensiones que se advierten en Santiago del Estero referentes a la marcha. La marcha puede ser considerada parte del patrimonio cultural intangible de la provincia de Santiago del Estero, al igual que otras manifestaciones que construyen el ser regional, la santiagueñidad, como por ejemplo, la actividad de las teleras. Consideraciones finales He expuesto las razones por las que considero que la marcha de los bombos es una tradición inventada, una performance que pone el acento en la santiagueñidad y en los valores de la provincia, ligados al pasado y a la multiculturalidad que ha formado esa sociedad. Asimismo esta tradición se inscribe dentro de la concepción de “patrimonio cultural intangible”, concepto que se entiende actualmente como proceso dinámico de una sociedad (o grupo social), como representación social de la creatividad cultural de un pueblo, pero que también es escenario de las tensiones y luchas en torno a esta representación, hecho que se manifiesta en las disputas dentro de la sociedad santiagueña con respecto a la marcha. Traté de dar la voz a los bombistos y a la gente común, de la calle, de modo de poner en evidencia el discurso que se ha ido formando espontáneamente desde antes del fenómeno de la marcha, y que ahora se manifiesta de forma ambivalente, reconociendo 7
Torres y Romero (2005), p.4.
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los aspectos beneficiosos que ha aportado la marcha, pero viendo también los aspectos negativos, lo cual se ha traducido en críticas a los organizadores y a los políticos que han sacado provecho de la misma. La marcha se ha convertido en una manifestación multitudinaria, que mueve muchísima gente del país y del exterior, así como produce beneficios económicos para la provincia, y creciente conocimiento de la cultura santiagueña, que se ha visto revalorizada. Una de las críticas mas fuertes se da ante el hecho de que un grupo de personas (los organizadores) se hayan apropiado de una idea que ya estaba sobrevolando la imaginación de los bombistos, y la haya patentado como propia, desvirtuando el carácter popular y espontáneo que se pretendía para un encuentro de bombos, y apoderándose del discurso que se había venido construyendo a lo largo de los años de forma intuitiva. De esta manera se perfilan dos discursos: por un lado el de los bombistos, artesanos y gente de la calle, que se ha ido construyendo espontáneamente a lo largo de los años y como resultado de la práctica musical, de la escucha, y de la transmisión espontánea de generación en generación. Un discurso que resalta el “ser santiagueño”, el amor por su tierra, que manifiestan, entre otros modos, con el retumbar de los bombos, la responsabilidad social que les cabe de representar su provincia y a la gente pobre, del campo, de esa tierra árida y difícil. Por otro lado, está el discurso oficial de la marcha, que se explicita en los objetivos y consideraciones de la creación de la marcha, pensada como una performance semejante a la de los candombes de Uruguay o el carnaval de Brasil. Las palabras que maneja este discurso son muy parecidas a las de los bombistos del pueblo, y sin embargo, éstos no llegan a reconocerse en ellas (aparte de las críticas que ya mencioné). Queda por ver cómo se va a desarrollar esta tradición, si seguirá creciendo con el tiempo o tendrá un alcance corto, si finalmente se encontrarán los dos discursos, en un nuevo desarrollo que represente a todos por igual. Resta observar y esperar.
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