Trinidad. Tabla de contenido

Trinidad Tabla de contenido Capítulo 1 Resumen de lo que se va a tratar en este libro -Existencia de diversos tipos de seres ......................1 -

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TABLA DE CONTENIDO 1. 2. 2.1. 2.2. 2.3. . 2.3.1 2.3.2. 2.3.3. 2.3.4. 2.3.5. 2.4. 2.5. 2.6. 2.7. 2.7.1. 2.7.2. 2.7.3. 2.7.4. 2.8. 2.8.1. 2.8.2. 2.8.

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Trinidad Tabla de contenido Capítulo 1 Resumen de lo que se va a tratar en este libro -Existencia de diversos tipos de seres ......................1 -Por qué pongo número a los renglones...................4 .

Capítulo 2 Divinidad de Jesucristo -No hace falta demostrar la divinidad de Dios.......................................................................5 -Dios testifica la divinidad de Cristo........................6 -Cristo testifica de su propia divinidad....................7 -El Espíritu Santo testifica que Cristo es un ser divino..........................................................9 -Los ángeles testifican que Cristo es divino.............9 -Los apóstoles testifican que Cristo es un ser divino....................................................11 -San Pablo refuta a los herejes que en Colosas, negaban la divinidad de Cristo............................16 Capítulo 3 Dios es el Creador -Aceptar un error nos conduce a admitir otro error, o al menos a no poder contradecirlo..........18 -El Creador fue Dios, no Cristo................,.............19 -Dios mismo dice que él fue el que crió todas las cosas.....................................................22 -El Señor Jesucristo dice que Dios fue el Creador............................................................23 -Seres celestiales dicen que Dios es el Creador.….23 -Los apóstoles dicen que Dios es el Creador.........26 -San Pablo también declara que Dios es el Creador........................................................27

Capítulo 4 Divinidad del Espíritu Santo -¿Cómo sabemos, bíblicamente, que el Espíritu Santo es un ser divino?......................33 -Cristo manda a bautizarse en el nombre del Espíritu Santo......................................................37 -Dios es superior a Cristo, y Cristo superior al Espíritu Santo......................................................38 -El Espíritu Santo no es algo descubierto por primera vez en el Nuevo Testamento..................40 Capítulo 5 Argumentos en que se basa la hipótesis romana de la Trinidad tradicional -Uso errado de la frase “una cosa somos”..............46 -También Pablo y Apolos son una misma cosa......49 -Cristo no tiene la potestad que sí tiene Dios.........50 -Dios ha sido manifestado en carne........................52 -Cristo confiesa la superioridad de Dios................54 -La verdadera Trinidad bíblica...............................58 Capítulo 6 El Hijo de Dios es una Criatura Divina -Cristo se declara creación de Dios........................68 -Cristo hace lo que viere hacer al Padre y éste le da potestad a Su Hijo ..........................75 .

Capítulo 7 Quién fue el que resucitó a Cristo -Dios fue el que resucitó a Cristo, no fue Cristo quien se resucitó a sí mismo................................77

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Capítulo 1 Resumen de lo que se va a tratar en este libro

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>Existencia de diversos tipos de seres Sabemos por observación, lectura de las Escrituras y raciocinio, que hay diversos tipos de seres. Hay seres divinos, seres angelicales, seres humanos, seres animales y seres vegetales. Dios es el único ser al que todos los demás seres existentes deben adorar, pero él no adora a nadie. Cristo adora a Dios; pero Dios no adora a Cristo. El Espíritu Santo adora a Dios; pero Dios no adora al Espíritu Santo. Nosotros tenemos solamente un Dios, que es aquel ser al que todos adoran, pero Él no adora a nadie. Sin embargo, Dios nos ha revelado que existen otros dos seres que sin ser Dios, son seres divinos, son seres iguales a Dios, los cuales adoran a su Dios, el Padre. Dios es un ser divino. Cristo es un ser divino. El Espíritu Santo es un ser divino. Eso es lo que vamos a tratar en este libro: una aclaración de lo que es la Trinidad. Vamos a tratar este asunto desde el punto de vista de lo que en realidad dice la Biblia, no desde el punto de vista dogmático de la tradición, la cual prohíbe todo análisis bíblico, todo examen, estudio o investigación personal o colectiva sobre este tema. Vamos a analizar lo que el Espíritu Santo ha revelado en las Escrituras a los siervos de Dios, sobre sí mismo, sobre Jesucristo y sobre nuestro Padre Dios. La doctrina católico-romana sobre la Trinidad consiste en afirmar que Dios es un solo ser manifestado en tres personas diferentes. Eso es una

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perogrullada. Eso es parecido a lo que aseguran diciendo que las vírgenes patronas de los diferentes países, son la misma Virgen María pero manifestada en varias vírgenes diferentes. (Luján, la Caridad, Guadalupe, Altagracia, etc..) Muchas personas de buena fe comienzan por aceptar un error doctrinal cualquiera, debido a que se lo enseña alguna autoridad religiosa, pero sin analizarlo exhaustivamente con la Biblia. Luego de aceptar dogmáticamente ese error, empiezan a buscar en la Biblia, versículos y pasajes que parezcan justificar dicho error; y en el peor de los casos también tergiversan aquellos pasajes que se opongan a su dogmático error doctrinal. Otras veces aquellos a quienes han inculcado un error doctrinal, no tienen la posibilidad de indagar sobre el asunto, simplemente lo tragan, y de ahí en adelante se lo enseñan dogmáticamente a las siguientes generaciones. Al cabo de los siglos, ese error doctrinal se ha convertido en un “tabú”, algo que no se debe discutir, algo que es un pecado dudarlo, algo que constituye una falta de fe el tratar de analizarlo a la luz de la Escritura. Eso es exactamente lo que ha sucedido con el concepto anti bíblico de la Trinidad romana. Alguien que no sabía cómo explicarlo mejor enseñó a sus discípulos que había un solo Dios, pero que en realidad no era uno solo, sino eran tres, que a la vez no eran tres, sino uno solo, formando así un galimatías que él mismo no sabía explicar, pero que quería que sus discípulos lo aceptaran dogmáticamente, sin preguntas y sin análisis personal. Otros, influidos por las tinieblas, fingen “explicar” todo este galimatías, negando la divinidad de Cristo y del Espíritu Santo,

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cometiendo así una gravísima blasfemia. Eso es lo que vamos a tratar en este libro, vamos a demostrar que se puede entender la existencia de tres seres divinos, sin por eso tener que decir que los tres en realidad no existen porque son uno solo, ni que hay tres dioses, etc.. El concepto de la Trinidad romana, es errado, y es politeísta. Para evitar ser llamado politeísta se apela a un eufemismo caprichoso: llamar uno a lo que son tres, y decir que eso es un misterio que no se puede explicar; sin que la Biblia diga en ningún lado que haya tal misterio. No hay un solo lugar en la Biblia que diga semejante cosa ni que nos compela a entenderlo así. Aunque errado, ese concepto de la Trinidad se impuso como dogma: si no lo crees vas a parar a la hoguera. Sin embargo, se ha mantenido hasta nuestros días por otros motivos. Veamos. Hay cinco factores que han provocado la estadía de semejante error en la cristiandad a través de siglos, con la mayor buena fe, pero no por ello exenta de error:

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1) la tradición, la autoridad dogmática y la imposición de los que gobiernan las sectas 2) el poco interés del cristiano en leer la Biblia 3) la falta de espíritu crítico y analítico en el humano. 4) la índole religiosa del tema, que coarta al creyente de usar su raciocinio por temor a blasfemar (miedo), y 5) la inercia natural del humano, que le hace preferir el cómodo “statu quo”.

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De todos estos factores me parece que el # 4 es el principal. El hecho de que a veces se digan frases

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como “Yo y el Padre una cosa somos” (Jn 10: 30), queriendo significar la concordia de sus pensamientos y sentimientos con los de Dios, no nos faculta a tomarlo como que los dos son uno, pero a la vez son dos, que en realidad son uno, etc.. No hay que cerrarse en esos errores. Si analizamos lo dicho en I Co 3: 8 veremos que esa expresión que se usa en Jn 10: 30 es allí usada de nuevo en Corintios con el mismo sentido que aquí alego: concordia, unanimidad de sentimientos y de pensamientos. *

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>Por qué pongo número a los renglones Yo considero que todo autor que sostiene una tesis debe estar accesible a la discusión con aquellos que disienten de él en ese tema, y no refugiarse en su “torre de marfil”. Por ese motivo le pongo número a cada renglón, a fin de que el que desee enviarme una objeción sobre algo de lo que aquí digo, tenga la facilidad de señalar el lugar donde está dicho, con sólo mencionar el número de los renglones que abarca. Por ejemplo, esta explicación abarca del renglón 122 al 132. Las enseñanzas falsas de cualquier índole, y más aún las doctrinas heréticas, sólo se mantienen vigentes bajo amenaza, imponiéndolas como dogmas, rechazando la discusión pública. Su método para convencer es el siguiente: si no crees esta doctrina te echo del seminario; si dudas de este dogma y lo expresas te echamos del pastorado; si predicas contra el dogma irás a parar a la hoguera. *

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“La discusión es como la luz, molesta solamente a los que prefieren las tinieblas.”

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Capítulo 2

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Divinidad de Jesucristo

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>No hace falta demostrar la divinidad de Dios Ningún religioso niega la divinidad de Dios, porque si la negaran, no podrían ser religiosos. Por lo tanto, no tenemos que enfrascarnos en demostrar que Dios es un ser divino. Hay personas que niegan la existencia de Dios, pero nadie que considere que Dios existe niega Su divinidad. Por lo tanto, vamos a demostrar cómo la Biblia nos muestra que Jesucristo es un ser divino, exactamente igual que su Padre Dios en todo sentido. Es igual a como el hijo de un hombre es igual en todo a su padre. Eso no quiere decir que son la misma persona, sino que son el mismo tipo de ser. El hecho de que un hijo no sea la misma persona que su padre, no le quita ningún mérito; él es igual que su padre, pero es una persona separada. Esto es fácil entenderlo leyendo la Biblia, porque el mismo Jesucristo dijo a sus apóstoles en Mr 13: 32, cuando hablaba del momento de su Segunda Venida, que ese era un dato que él mismo no sabía, sino solamente lo sabía el Padre Dios. Es lógico pensar que si el Padre sabía algo que Cristo no

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sabía, eso significa que a pesar de que ambos son seres divinos, son diferentes personas. No es aquello de son tres, pero que en realidad no existen tres sino uno solo, pero es un uno que vale por tres y todo ese galimatías.

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“Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.” (Mr 13:32) *

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>Dios testifica la divinidad de Cristo Desde el momento que Dios dice que Cristo es su hijo amado, nos está diciendo que Él lo considera igual a sí mismo, pues a ningún otro ser creado lo pone tan igual y tan cercano a sí mismo.

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“16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. 17 Y he aquí una voz de los Cielos que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento.” (Mt 3:16-17)

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Lo dicho aquí por Dios personalmente, no le ha sido dicho jamás a ninguna criatura. Otro tanto podemos ver en Mr 9:7 cuando durante la transfiguración, Dios ordena a los que lo estaban oyendo, que debían prestar atención y obedecer a lo que Cristo decía.

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“Y vino una nube que les hizo sombra, y una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.” (Mr 9:7)

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También sobre este episodio da testimonio el apóstol Pedro diciendo que la voz que oyeron, había sido enviada desde el Cielo.

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“17 Porque él había recibido de Dios Padre honra y gloria, cuando una tal voz fue a él enviada de la magnífica gloria: Este es el amado Hijo mío, en el cual yo me he agradado. 18 Y nosotros oímos esta voz enviada del Cielo, cuando estábamos juntamente con él en el monte santo.” (II P 1:17-18)

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Cosas como las descritas anteriormente jamás fueron dichas personalmente por Dios a nadie. *

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>Cristo testifica de su propia divinidad En el versículo que más abajo presento, los fariseos acusan a Jesús de blasfemia porque él les muestra que es un ser divino. El hecho de que Jesucristo confirme lo que ellos dicen respecto a que él había dicho que él era divino, nos hace ver que él se consideraba divino.

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“33 Respondiéronle los Judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios. 34 Respondióles Jesús: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, Dioses sois? 35 Si dijo, dioses, a aquellos a los cuales fue

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hecha palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada); 36 ¿A quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? 37 Si no hago obras de mi Padre, no me creáis. 38 Mas si las hago, aunque a mí no creáis, creed a las obras; para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre. 39 Y procuraban otra vez prenderle; mas él se salió de sus manos;” (Jn 10: 33-39)

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Los judíos lo acusaban porque el mismo Cristo, al hablar, dejaba ver claramente que él era un ser divino. Cuando él dijo en Jn 10: 30 la frase “Yo y el Padre una cosa somos”, hizo rabiar a los fariseos, que inmediatamente lo acusaron de blasfemar, debido a que él les estaba diciendo que él era divino. Aún después de ser acusado de blasfemo, Jesús les volvió a afirmar su divinidad cuando dijo en el versículo 36 lo siguiente;

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“¿A quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?” (Jn 10: 36)

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Como vemos, Jesús no se retractó, sino que ratificó lo que había dicho, haciéndoles ver que él era Hijo de Dios, que era un ser divino, y que lo que habían dicho de él, acusándolo de blasfemia por haber dicho que era divino, era cierto, y que no se retractaba de lo dicho. *

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>El Espíritu Santo testifica que Cristo es un ser divino No solamente Dios, Cristo y los ángeles testificaron de la divinidad de Jesucristo, también el Espíritu Santo lo ha hecho a través de los escritores de la Biblia. En el Nuevo Testamento hay muchos pasajes en que los apóstoles, inspirados por el Espíritu Santo, declaran que Cristo es un ser divino. El hecho de que eso esté escrito en la Biblia, nos hace ver que es una verdad autorizada por el Espíritu Santo, pues toda Escritura es inspirada divinamente y los santos hombres de Dios escribieron siendo inspirados del Espíritu Santo, como dicen II Tim 3:16 y II P 1:21.

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“Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia.” (II Tim 3:16)

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“Porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo.” (II P 1:21) *

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>Los ángeles testifican que Cristo es divino Es evidente la superioridad y señorío de Cristo sobre los ángeles. En este caso es el mismísimo ángel el que le llama “Señor” a Jesús, evidenciando así su superioridad y grandeza. Esto también se ve en otros muchos lugares, como en Mt 26: 53, donde Jesús les dice a los discípulos la grandeza de su autoridad y poder; pero en este pasaje es el mismo ángel el que lo confiesa.

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“No está aquí; porque ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.” (Mt 28: 6)

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Un testimonio parecido a este se da en Lc 2:11. Allí los ángeles le llaman Señor a Jesús. ¡¡Y todavía hay humanos tan atrevidos que no quieren llamarle Señor!!

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“Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.” (Lc 2: 11)

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Al leer Ap 11:8 vemos que el ángel que habla con Juan, le anuncia que al final de la misión de los dos testigos éstos serán asesinados y echados en las plazas de Jerusalem. Al anunciar esto, para identificar a Jerusalem dice la frase “donde Nuestro Señor fue crucificado”, dando así testimonio de que Jesucristo es Señor de los ángeles, o sea, es un ser muy superior a ellos.

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“Y sus cuerpos serán echados en las plazas de la grande ciudad, que espiritualmente es llamada Sodoma y Egipto, donde también Nuestro Señor fue crucificado.” (Ap 11:8)

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Como hemos visto, los ángeles tienen a Cristo por Señor, lo cual nos dice que es un ser superior a los ángeles. El único tipo de ser que es superior al tipo de ser angelical, es el ser divino. *

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>Los apóstoles testifican que Cristo es un ser divino Es evidente que Cristo es el mismo tipo de ser que Dios. Este versículo es elocuente respecto a la consubstancialidad de Dios y Cristo. La frase “la misma imagen de su sustancia”, nos está diciendo que no es algo parecido a la sustancia de que está “formado” Dios, sino exactamente de ese mismo tipo de “sustancia”, porque Dios lo creó así.

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“El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las Alturas” (Heb 1: 3)

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Es bueno parar mientes en las tres palabras principales de esa frase: a) la “misma”; no es parecida, no es un substituto, no es un equivalente, es la misma. b) “Imagen”; no es que se haya usado un pedazo de la sustancia del Padre; es que Él hizo una imagen de esa sustancia; la misma imagen, la sustancia de Dios, creada por Él, para hacer un hijo, alguien igual a Él en todo. c) “Sustancia”; no es como nosotros, que somos imagen de como es Dios, es decir seres que estamos creados por Él, pero no tenemos su misma sustancia, como sí tiene Cristo. El Señor Jesucristo es la misma imagen de la sustancia de que es Dios. Por eso él también es divino, pero eso no quiere decir que son una misma persona, pues Cristo adora a Dios, pero Dios no adora a Cristo. Para concebir esto hay que tener presente lo que pudiéramos decir una “dualidad” que se presenta en

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ese ser que llamamos Dios. La dualidad consiste en que usamos la palabra “Dios” para darle nombre al ser cuyo “oficio” es ser Dios del universo, y usamos esa misma palabra “Dios”, para referirnos al tipo de ser que Él es. Si preguntamos qué significa la palabra “Dios”, podríamos dar dos definiciones diferentes, ambas correctas: 1) Dios es el ser que siempre ha existido y que creó todo lo que existe, un ser al que todos adoran, pero Él no adora a nadie; 2) Dios es un tipo de ser con una “sustancia” diferente a la de los arcángeles, ángeles, querubines, humanos, etc.. De la definición “1” solamente participa Dios Padre; de la definición “2” participan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No quiere esto decir que las definiciones dadas contengan todas las características de esos seres, pero sí son las que más se prestan para dar a comprender el verdadero significado y alcance de la palabra Trinidad. Incuestionablemente, Jesucristo es Dios (acepción “2”), exactamente igual al Padre, y le adoran hasta los seres tipo-ángel. Pero el Padre y Jesús son dos personas diferentes: Cristo adora a Dios, Él es su Dios (acepción “1”); el Padre es el Dios de Cristo. El Padre no adora a Cristo, porque a pesar de que el Hijo es Dios (acepción “2”), no es el Dios (acepción “1”) del Padre. El Padre es el creador del Hijo, éste le adora como a su Creador. El Hijo no es el creador del Padre y éste no tiene porqué adorarle, a pesar de que aquel no deja de ser Dios (acepción “2”). En vez de decir “Dios acepción 2”, debíamos usar la palabra “divino”. Si ahora leemos el versículo siguiente veremos que el apóstol Juan declara que Cristo es un ser divino.

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“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” (Jn 1: 1)

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Al decir que el Verbo era Dios, está declarando que el Verbo, (es a saber Jesucristo), era un ser divino. Es decir, no era un ser tipo humano, ni un ser tipo ángel, sino un ser tipo Dios, un ser igual a Dios, un ser divino. No son solamente estos testimonios anteriores los que nos declaran la divinidad de Cristo. Usando el sentido común vemos que la palabra “unigénito”, que significa “único hijo”, le es aplicada a Cristo. Si del Señor Jesús se dice que es el único hijo de Dios, nos damos cuenta de que él es un ser que es exactamente igual a Dios, o sea, que es divino como su Padre. Es decir, no existe otro ser igual a Cristo, pues él es unigénito. Eso es lo que, aprobado por el Espíritu Santo, dicen los apóstoles. Veamos.

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“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (Jn 1: 14)

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“A Dios nadie le vio jamás, el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró.” (Jn 1:18)

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“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Jn 3:16)

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“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” (I Jn 4:9)

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En otros pasajes San Juan afirma la divinidad de Cristo, sin referirse al hecho de ser unigénito.

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“Empero sabemos que el Hijo de Dios es venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.” (I Jn 5: 20)

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También San Pablo testifica la divinidad de Cristo en varios pasajes, algunos de los cuales vamos a leer más abajo.

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“Cuyos son los padres, y de los cuales es Cristo según la carne, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.” (Ro 9: 5)

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Cristo es Dios, porque el Padre lo creó igual a sí mismo. Aquí se dice, evidentemente, que el Señor Jesucristo es Dios. No quiere esto decir que Dios Padre y Cristo son la misma persona, sino que Cristo es un ser divino igual a Dios.

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“Esperando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo.” (Tit 2: 13

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Para darnos cuenta de que Dios y Cristo no son la misma persona, aunque en esencia sean iguales, aunque sean el mismo tipo de ser, bastará recordar que Cristo adora a Dios, pero Dios no adora a Cristo. También recordemos que hay cosas que Dios sabe que Cristo mismo nos ha dicho que él no la sabe, como es el día y hora de su Segunda Venida, según nos dice Mr 13: 32. San Pedro expresa la misma convicción sobre la divinidad del Señor cuando llama a Jesucristo “nuestro Dios y Salvador”. Pedro expresa aquí lo que ya se ha visto a través del Nuevo Testamento: que Cristo es un ser divino igual que Dios.

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“Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado fe igualmente preciosa con nosotros en la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo.” (II P 1: 1)

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Una de las cosas que le causa confusión a muchos hermanos es la idea de que Cristo no puede ser todo humano y todo divino. Entonces, para poder explicar que sí lo es, dicen que se trata de un “misterio”. Ese es el escape que muchos dan a sus erradas creencias, cuando no pueden explicarlas con lógica desde el punto de vista bíblico, como sucede también con la Trinidad y la predestinación. No hay tal misterio. Cristo es un ser divino que vivía en el Cielo antes de venir a la Tierra. Estando allí era un ser solamente espiritual. Cuando vino a la tierra y se “vistió” con un cuerpo de carne, seguía siendo quien siempre había sido un ser espiritual divino, pero ahora metido en un cuerpo de carne. Por eso no es ningún “misterio” que sea 100 % hombre y 100 % divino. Incluso él

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no quiso abandonar su cuerpo de carne, sino que resucitó en carne, también en carne subió al Cielo, y también en carne está sentado a la diestra de Dios Todopoderoso, de donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. *

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>San Pablo refuta a los herejes que en Colosas, negaban la divinidad de Cristo Al igual que ahora hay sectas religiosas llamadas cristianas, que niegan la divinidad de Cristo, así también en los primeros años del cristianismo había falsos cristianos que se infiltraban en las iglesias, para negar la divinidad del Señor. Hay doctrinas heréticas que, guiadas por espíritus de las tinieblas, tratan de negar la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Eso comenzó desde el mismo inicio del cristianismo, como puede notarse en Col 2:8-9. De lo dicho en ese pasaje se adquiere la sensación de que había personas que se las daban de “filósofos”, los cuales basados en tradiciones, y operando con sutilezas y palabras persuasivas, trataban de introducir la herejía de que Jesús no era un ser divino. Parecen ser los ruselistas de aquella época, predicando en sus revisticas Atalaya y Despertad, en contra de la divinidad de Cristo y del Espíritu Santo. Esta impugnación de Pablo contra tales herejes, comienza en el versículo 4 ya con más claridad, y continúa hasta el 12, pero los dos versículos en que más claramente se nota son el 8 y 9.

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“8 Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las

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tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo. 9 Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente.” (Col 2:8-9)

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Por eso en este pasaje Pablo deja bien claramente expuesto que Jesús era plenamente divino, posiblemente desmintiendo a los herejes que fueron a predicar lo contrario a la ciudad de Colosas. Otro tanto testifica San Pablo en I Co 8:6 como vemos más abajo. La palabra “Dios” puede aplicarse: a) al “oficio” del Padre, b) al tipo de ser que Él es, o c) a ambas cosas. En ese sentido de el tipo de ser, Cristo es Dios; en el sentido del “oficio”, sólo el Padre es Dios.

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“Nosotros empero, no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él; y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él.” (I Co 8: 6)

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En el sentido del “oficio” lo está usando aquí Pablo cuando dice: “Nosotros empero, no tenemos más de un Dios, el Padre....”. Mucha gente, no pudiendo concebir este doble significado de la palabra Dios, ha creído que Jesús toma el “oficio” del Padre. Aquí Pablo bien claramente dice que “.....no tenemos más de un Dios, el Padre.....”. Cristo es divino porque el Padre lo hizo exactamente igual a Sí mismo, como decir, de la misma sustancia, el mismo tipo de ser; pero Cristo no usurpó el puesto del Padre según nos dice el Nuevo Testamento en Fil 2: 6.

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“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios.” (Fil 2: 5-6)

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Nosotros no tenemos más de un Dios. Eso es lo que siempre ha enseñado la Biblia. Eso es lo que aquí ratifica Pablo. Los judíos y los musulmanes, confundidos por la creencia católica de la Trinidad estilo Vaticano, alegan en contra del cristianismo que éste tiene tres Dioses a pesar de que dicen basarse en la Biblia, la cual proclama que existe sólo uno. Son los errores admitidos como dogmas los que provocan esas debilidades dialécticas en el cristianismo. Si el concepto romano de la Trinidad fuera cierto, no iba Pablo a hacer una expresa diferenciación entre las palabras “Dios” y “Señor”, ni tampoco iba a darle un título al Padre y otro a Jesucristo, como hizo en I Co 8: 6.

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Capítulo 3

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Dios es el Creador

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>Aceptar un error nos conduce a admitir otro error, o al menos a no poder contradecirlo Una mentira conduce a otra mentira para poder sostener la primera falsedad. Igualmente admitir un error nos sitúa en una débil posición para defendernos contra un nuevo error.

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Una vez que se estableció el errado dogma de que Cristo era a la vez Dios Padre (en vez de decir que era divino) y que el Espíritu Santo era a la vez Dios Padre (en vez de decir que era divino) entonces tuvieron que lidiar con el galimatías de que son tres que en realidad no son tres sino uno solo, pero que no es uno sino que son tres, etc.. Una vez aceptado el errado concepto de que Cristo es Dios el Padre a la misma vez que es Dios el Hijo, entonces surgió, lógicamente razonada a partir de esa falsa premisa, a partir de esa falsa “verdad”, la nueva falsa “verdad” que predica el catolicismo: Que la Virgen María es la Madre de Dios. Eso es una herejía idolátrica que no puede ser contradicha si primero se acepta la herejía de que Cristo el hijo es a la vez el mismo Dios Padre. Por eso el cristiano tiene que estar muy atento a lo que se le dice y a lo que cree y confrontarlo con la Biblia, y con otros hermanos que disienten de sus creencias. La Virgen María fue la virtuosa mujer que usó Dios para que engendrara el cuerpo en el que iba a venir a habitar su hijo Jesucristo. Pero el Señor ya existía, ya habitaba en el Cielo desde una eternidad pasada. Al igual que una mujer cualquiera es la madre del cuerpo de su hijo, no madre de su alma, así también la Virgen María es la madre del cuerpo en que vive Cristo, no la madre de ese ser divino que existe desde una eternidad pasada. *

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>El Creador fue Dios, no Cristo Uno de los errores que he visto en muchos hermanos es la afirmación de que Cristo fue el que creó todo. Eso es completamente falso. Yo no digo

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que Cristo no pueda crear, porque siendo divino, puede crear. Lo que digo es que él no fue el que creó lo existente. Se puede creer que Cristo estaba con su Padre Dios en el momento de la creación, puesto que en Génesis y en el Evangelio de Juan dice algo que parece confirmarlo, pero no que él fue el Creador. Esos son los errores que surgen por haber aceptado dogmáticamente un error anterior.

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“1 En el principio crió Dios los cielos y la Tierra. 2 Y la Tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas.” (Gn 1:1-2)

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En el pasaje que más arriba leímos, vemos que durante la Creación estaba presente el Espíritu Santo, nada de particular tiene pues, que también estuviera el Hijo.

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“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la Tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra.” (Gn 1:26)

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En este otro pasaje de Génesis vemos que Dios habla en forma colectiva, como quien comenta con otros seres que estaban a su lado. Nos damos cuenta de tal cosa porque usa el verbo en plural: “hagamos”; y el pronombre también en plural: “nuestra”. Todo esto no da la sensación de cooperación o al menos de alguien que comenta lo que está haciendo, con los que lo acompañan.

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“1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho.” (Jn 1:1-3)

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En el caso del evangelio de Juan se habla más específicamente al decir que el “Verbo era con Dios”. Dado que sabemos que el Verbo es Jesucristo, nos damos cuenta de que el Señor estaba con su Padre. Luego, en el versículo 3, dice que todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que es hecho fue hecho. Este es uno de los pasajes que nos hace pensar como si hubiera sido Cristo el que hizo todas las cosas. Son ciertamente pasajes a considerar, pero lo dicho en ellos lo niegan muchos otros pasajes, incluyendo declaraciones del mismo Señor Jesucristo, que nos dice que fue su Padre el Creador. Tal vez lo que quiera decir este pasaje es que el Padre creó todas las cosas para el Hijo. Al decir: “Todas las cosas por él fueron hechas....” o “.....y el mundo fue hecho por él;.....” no creo que quiera decir que fueron hechas por su mano, sino que Dios las hizo por su causa. A pensar así me ayuda Heb 3:4, que dice que Dios hizo el universo algo así como para regalárselo a Cristo, puesto que lo constituyó heredero.

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“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo” (Heb 1: 2)

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Veamos ahora los otros pasajes que aparentan decir que Cristo fue el Creador. Hay a quienes en

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estos versículos les parece ver una prueba de que fue Cristo el que creó al humano, al mundo, etc., como ocurre con Jn 1: 10 y Col 1: 15-16.

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“En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él; y el mundo no le conoció.” (Jn 1:10)

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“16 El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura. 16 Porque por él fueron criadas todas las cosas que están en los Cielos, y que están en la Tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue criado por él y para él.” (Col 1:15-16)

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Veamos ahora los pasajes que niegan lo que aquí parece decir, o sea, que niegan que Cristo sea el Creador, y declaran que Dios fue el Creador. *

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>Dios mismo dice que él fue el que crió todas las cosas En toda la Biblia cuando se menciona al que está sentado en el trono, se refieren a Dios. Ese es el caso, por ejemplo, de Ap 5:1-7 que analizo en la página 24. Pues bien, el que está sentado en el Trono, dice en Ap 21:5, que él hará nuevas todas las cosas. Es lógico por tanto concluir que fue él también el que hizo las cosas que ahora existen.

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“Y el que estaba sentado en el Trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.” (Ap 21: 5)

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>El Señor Jesucristo dice que Dios fue el Creador El mismo Jesucristo, que es el mejor intérprete de las Escrituras, aclara en el versículo siguiente que fue Dios quien creó a Adam y a Eva.

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“Pero al principio de la Creación, varón y hembra los hizo Dios”. (Mr 10:6)

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Fíjense que Cristo dice: “…varón y hembra los hizo Dios”. Él no dice “…varón y hembra los hicimos nosotros…” sino que especifica: “los hizo Dios”. En este otro versículo vemos de nuevo un testimonio personal de Jesucristo, donde nos dice que su Padre Dios fue el autor de la creación.

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“Porque aquellos días serán de aflicción, cual nunca fue desde el principio de la creación que crió Dios, hasta este tiempo, ni será.” (Mr 13: 19)

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Yo prefiero adherirme a la interpretación que Jesús hace, que no a la de los que tratan de interpretar a su manera obscuros pasajes, sin tener en cuenta lo que dice el resto de la Biblia. *

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>Seres celestiales dicen que Dios es el Creador En este pasaje (Ap 4:10-11) está bien claro que el que está sentado en el Trono es Dios Padre. Esto se confirma más adelante cuando en 5: 1 vemos que el

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que está sentado en el Trono tiene un libro en su mano, que sólo el Cordero que fue inmolado (Cristo) podía abrir (5:6). En 5:7 vemos que Cristo toma el libro de la mano de Dios. Por lo tanto el que está sentado en el Trono es Dios y no Cristo. Digo todo esto, para que se vea que no existe la más mínima duda de que el que está sentado en el Trono es Dios Padre; y que no existe la más mínima posibilidad de que el que está sentado en el Trono sea Cristo. Pues bien, es a Dios Padre a quien los 24 ancianos dicen que creó todas las cosas.

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“10 los veinticuatro ancianos se postraban delante del que estaba sentado en el trono, y adoraban al que vive para siempre jamás, y echaban sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Señor, digno eres de recibir gloria y honra y virtud, porque tú criaste todas las cosas, y por tu voluntad tienen ser y fueron criadas.” (Ap 4: 10-11)

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“1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono un libro escrito de dentro y de fuera, sellado con siete sellos....... 6 Y miré; y he aquí en medio del Trono y de los cuatro animales, y en medio de los ancianos, estaba un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados en toda la Tierra. 7 Y él vino, y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.” (Ap 5:1-7 Abreviado)

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“Y oí a toda criatura que está en el Cielo, y sobre la Tierra, y debajo de la Tierra, y que

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está en el mar, y todas las cosas que en ellos están, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás.” (Ap 5: 13)

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Si leemos Ap 10:6 y 14:6-7 veremos que también en estos pasajes se menciona que Dios fue el que creó todas las cosas. En el primer pasaje se detalla todo lo que creó, pero no se menciona directamente a Dios. En el Segundo pasaje se menciona directamente a Dios y además se menciona que creó el Cielo, la Tierra, el mar y las fuentes de aguas. No especifica tanto lo que creó, como el anterior, pero entre los dos, y ambos unidos a 4:11, clarifica perfectamente que Dios es el Creador de todo y no Cristo, como piensan algunos.

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“Y juró por el que vive para siempre jamás, que ha criado el Cielo y las cosas que están en él, y la Tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no será más.” (Ap 10: 6)

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“6 Y vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la Tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, 7 Diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle honra, porque la hora de su juicio es venida; y adorad a aquel que ha hecho el Cielo y la Tierra y el mar y las fuentes de las aguas.” (Ap 14: 6-7) *

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>Los apóstoles dicen que Dios es el Creador Los apóstoles estaban en contacto con la verdadera doctrina, mucho más que todos los teólogos juntos. Ellos habían recibido de Jesucristo, personalmente, todas las enseñanzas necesarias. Al menos las que hasta ese momento estaban reveladas. Pues bien, ellos sabían que el Creador de los Cielos y de la Tierra era Dios, no Cristo. El hecho de que Jesucristo estuviera con Dios en el acto de la creación, no nos indica que él fue el creador. En la época en que los apóstoles escribieron estas cosas ya se conocía la existencia de Cristo, ya se conocía su nombre, por lo tanto, el hecho de no decir que Cristo fue el Creador no se puede atribuir a que no se supiera de su existencia o su nombre. Después de haber comparecido Juan y Pedro delante de los ancianos, los cuales los amenazaron para que no siguieran hablando en el nombre de Jesús, ellos volvieron a los hermanos que estaban reunidos y les contaron lo acontecido. Fue entonces que los apóstoles y demás hermanos dijeron lo contenido en el siguiente versículo.

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“Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Señor, tú eres el Dios que hiciste el Cielo y la Tierra, la mar, y todo lo que en ellos hay” (Hch 4: 24)

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Si los apóstoles decían que Dios había sido el que creó el Cielo y la Tierra y todo lo que en ellos hay, no es lógico que nosotros nos lancemos a usar palabrillas y versiculillos para tratar de apuntalar la errada idea de que Cristo es el creador de todo lo existente. *

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>San Pablo también declara que Dios es el Creador Hay quienes creen que Cristo fue el que creó el mundo y lo que contiene, pero aquí Pablo aclara que fue el Padre.

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“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, éste, como sea Señor del Cielo y de la Tierra, no habita en templos hechos de manos” (Hch 17: 24)

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Aquí se ve que Pablo indica claramente que fue Dios el Padre el que creó, y no Jesucristo. Lo mismo veremos en los siguientes pasajes del libro de Hebreos donde Pablo dice que Dios es el Creador.

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“Porque toda casa es edificada de alguno, mas el que crió todas las cosas es Dios.” (Heb 3: 4)

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En este otro versículo de Hebreos dice que los siglos fueron compuestos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se vía. O sea, está diciendo que todo lo que se ve fue hecho por Dios, no por Cristo, como piensan algunos. Esto lo está diciendo en el Nuevo Testamento, donde ya se había recibido plenamente la revelación de Cristo, y no había un porqué confundirlo con Dios. Por lo tanto, si Pablo dice que lo que se ve fue hecho por Dios, es porque fue hecho por Dios, no por Cristo.

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“Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía.” (Heb 11: 3)

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También en II de Corintios San Pablo habla en forma que nos hace ver que él sabía que Dios era el Creador. En II Co 4: 6 es evidente que Pablo dice que fue Dios Padre el que hizo que de las tinieblas resplandeciese la luz. Si leemos ahora Gn 1:1-31 (que habla de la creación) veremos que el mismo que hizo la luz hizo todo lo demás. Es lógico pues, pensar que si en el versículo de más abajo, Pablo identifica a Dios Padre como el que hizo la luz, también Dios Padre haya hecho el resto. Dado que en el pasaje en cuestión se separan a Dios y a Cristo, este pasaje arroja luz sobre la interpretación del primer capítulo de Génesis, en el que, uno que lo desee, puede decir (aunque sin justificación) que en Génesis a lo mejor al decir “Dios” se refiera a “Cristo”, por ser lo mismo según los que así piensan.

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“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” (II Co 4: 6)

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A la luz de este pasaje de Segunda de Corintios, no hay manera de confundirlos, porque ambas personas divinas están claramente separadas; y si estando separadas y definidas se dice que fue

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Dios el que creó la luz, es porque, evidentemente, no fue Cristo. Hablando en el libro de Hebreos de cómo Dios reposó de sus obras, nos volvemos a dar cuenta de que San Pablo sabía que Dios y no Cristo, había sido el Creador. Los errores se introducen en las sectas, porque no leen toda la Biblia, sino solamente algunas secciones de ella. Otras veces lo que sucede es que al convertirse una persona, lo primero que hace es adoptar las doctrinas de la secta donde se convirtió, antes de leer por sí mismo la Biblia y hacerse un juicio correcto. En ese caso una vez que adoptan las doctrinas, tanto las correctas como las erradas, se ponen a buscar versículos aislados que las respalden, a la vez que omiten o hacen caso omiso de aquellos pasajes que se les oponen. En vez de estudiar ambos a ver a qué conclusión llegan, lo que hacen es fanatizarse con las doctrinas de su secta, sin analizarlas previamente, ni permitir que otros los ayuden a analizarlas. Al decir Pablo aquí, en el Nuevo Testamento, cuando ya se conocía la diferencia entre Dios y Cristo, que Dios reposó de Sus obras, nos hace ver que el que hizo las obras fue Dios y no Cristo. Si hubiera sido Cristo el que hizo las obras, Pablo diría que Cristo reposó de sus obras, no que Dios reposó de sus obras. Si hubieran sido ambos los que hubieran hecho las obras, Pablo hubiera dicho “reposaron de sus obras”.

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“Porque en un cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día.” (Heb 4: 4)

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Otro tanto se puede colegir del versículo 10 de este mismo capítulo, donde vuelve a decir que fue Dios quien reposó de Sus obras.

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“Porque el que ha entrado en su reposo, también él ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.” (Heb 4:10)

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En este próximo pasaje vemos de nuevo que en la estructura mental de Pablo existía el conocimiento de que había sido Dios Padre el que había hecho la creación. Pablo, advirtiendo que la gran apostasía iba a prohibir comer ciertos alimentos permitidos por la ley de Dios, nos declara que esas viandas fueron creadas por Dios, no por Cristo.

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“3 Que prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de las viandas que Dios crió para que con hacimiento de gracias participasen de ellas los fieles, y los que han conocido la verdad. 4 Porque todo lo que Dios crió es bueno, y nada hay que desechar, tomándose con hacimiento de gracias” (I Tim 4: 3-4)

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Vemos más abajo otro inspirado apóstol decir que Dios es el Creador de las almas. No veo razón para agarrarse fieramente a un par de versículos para afirmar que Cristo es el Creador.

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“Y por eso los que son afligidos según la voluntad de Dios, encomiéndenle sus almas, como a fiel Criador, haciendo bien.” (I P 4: 19)

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Volvamos ahora a Heb 1:2, para analizar lo allí dicho. Aquí dice bien claramente que fue Dios el que hizo el universo por causa de Cristo.

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“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo.” (Heb 1:2)

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El mismo hecho de declararlo heredero, nos indica que el universo no era de Cristo por haberlo creado él, sino porque le fue regalado. Si Cristo lo hubiera creado era de él por creación, pero si Dios fue el que lo creó es de Cristo por herencia. La misma idea nos es claramente expuesta en Heb 3:4, el cual ya leímos, en donde dice textualmente que fue Dios el que creó todas las cosas. En Heb 2:10 vemos que dice que Dios fue el que puso en existencia todas las cosas, y que gracias a Él, todas las cosas subsisten. ¿Cómo sabemos que se refiere a Dios? Muy fácilmente, luego de decir “aquel por cuya causa son todas las cosas, y por el cual todas las cosas subsisten”, dice que hizo consumado por aflicciones al autor de la salud de ellos, es decir, a Cristo. Está claro, que si aquel por cuya causa son todas las cosas, fue el que hizo consumado al autor de nuestra salvación, eso significa que Dios es aquel por cuya causa son todas las cosas, es decir, Él fue el creador.

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“Porque convenía que aquel por cuya causa son todas las cosas, y por el cual todas las cosas subsisten, habiendo de llevar a la gloria a muchos hijos, hiciese consumado por aflicciones al autor de la salud de ellos.”

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(Heb 2: 10)

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Uno de los pasajes que trae dudas a los hermanos es Ef 3:9. En este versículo que vamos a leer vemos de nuevo que fue Dios el que creó todas las cosas. Pero en algunas traducciones hay añadiduras que le hacen pensar a uno que Dios hizo las cosas con las manos de Cristo. Esa añadidura la ponen al final del versículo, y dice “por Jesucristo”. Es decir que queda diciendo “…en Dios, que crió todas las cosas por Jesucristo.” Se sabe que eso es una añadidura y que no estaba en el original, porque la ponen en letra bastardilla, o entre paréntesis, lo cual significa que la frase no estaba en el original sino que es una interpretación del que imprime la Biblia.

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“Y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que crió todas las cosas.” (Ef 3: 9)

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Otro argumento que ayuda, aunque no es un argumento bíblico, es el tradicional “Credo de los Apóstoles”. Gracias a él nos damos cuenta de que los primeros cristianos tenían el concepto de que Dios había creado todas las cosas. Aunque este credo no fuera en realidad de los apóstoles, al menos sí podemos decir que es antiquísimo, probablemente data del primer siglo. En ese credo se dice que Dios es el Creador. Veamos.

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“Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador de los Cielos y la Tierra...”

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Es decir, que desde siempre, la interpretación más antigua fue que Dios era el que había creado Cielos y Tierra.

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Capítulo 4

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Divinidad del Espíritu Santo

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>¿Cómo sabemos, bíblicamente, que el Espíritu Santo es un ser divino? La palabra “blasfemia” o el verbo “blasfemar” se usa única y exclusivamente para indicar una ofensa o insulto contra un ser divino. Cuando se trata de una persona no divina, no se usa la palabra “blasfemia” sino las palabras “ofensa”, “insulto”, “injuria”, “agravio”, “ultraje”, etc.. Por lo tanto, cuando contra algún ser se usa la palabra “blasfemia”, eso es indicación de que ese ser es divino. Cuando los fariseos acusaban a Jesucristo de echar fuera los demonios mediante Beelzebub, príncipe de los demonios, Cristo les responde que ellos estaban blasfemando al Espíritu Santo. Si el mismo Señor dice que al Espíritu Santo se le blasfema, es señal cierta de que es un ser divino. Y esto lo dice quien más sabe de estas cosas.

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“31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, mas la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada a los hombres. 32 Y cualquiera

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que hablare contra el Hijo del Hombre, le será perdonado, mas cualquiera que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo, ni en el venidero.” (Mt 12: 31-32)

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No es como creen muchos, que la blasfemia contra Dios o Cristo se perdonan, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no se perdona. Lo que sucede es que en época de Cristo nadie se atrevía a blasfemar a Dios pues era apedreado. Por lo tanto, al hablar sobre el asunto de la blasfemia no se estaba considerando la blasfemia contra Dios. En cuanto a la blasfemia contra Cristo, al verlo hecho hombre, podían blasfemarlo por ignorancia creyendo que era sólo un ser humano al cual estaban insultando o calumniando. Además de todo esto, se evidencia con el más simple uso del sentido común que Jesús no se estaba refiriendo a Dios Padre cuando pronunciaba la frase “blasfemia contra el Espíritu Santo”, por la sencilla razón de que los judíos no se atrevían a blasfemar a Dios Padre, y el que lo hiciera era apedreado hasta la muerte. El que Jesús no contaba a Dios entre los blasfemados se nota más claramente en Lc 12: 10 en donde evidentemente sólo se refiere a sí mismo (Cristo) y al Espíritu Santo.

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“Y todo aquel que dice palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; mas al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.” (Lc 12: 10)

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Desde el punto de vista divino la blasfemia contra cualquiera de los tres es pecado, por lo tanto, Cristo

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no estaba considerando una blasfemia menor que otras. Lo que él hacía era perdonar el hecho de que alguien lo creyera meramente un hombre y por ende, lo blasfemara. Así que, descontada la blasfemia contra Dios Padre, por lo del apedreamiento, quedaba la blasfemia contra Cristo y la blasfemia contra el Espíritu Santo. La blasfemia contra Cristo, a quien ellos pudieran calificar de humano, porque lo veían de carne y hueso, no les iba a ser contada por imperdonable, por el mismo hecho de que se podía alegar en su favor el que creían estar ofendiendo a un hombre. Por eso es que Jesús habla en forma que parece como si una blasfemia fuera menor que otra. Sin embargo el blasfemar, contra aquel que a todas luces operaba milagros a través de Cristo, aunque a él lo creyeran un hombre, era evidentemente, blasfemar directamente a alguien divino. Como que ese ser blasfemado no podía ser ni Dios ni Cristo (por las razones antes alegadas; apedreamiento y humanidad de Jesús) tenía que ser, forzosamente, el Espíritu Santo la tercera persona divina. En resumen, lo imperdonable de esta blasfemia de los fariseos era que aún hallándose en presencia de grandes milagros, por tal de negarlos para satisfacer sus conveniencias clericales y denominacionales, le llamaban Beelzebub (versículo 24) al que operaba aquellas grandezas que, por lo que Jesús dice más adelante (versículo 28) se deduce que era el Espíritu Santo. Era incuestionable que el que estuviera detrás de un milagro tenía que ser una persona divina, y por lo tanto, llamarle Beelzebub a sabiendas, constituía una blasfemia imperdonable.

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Este caso en el que los fariseos blasfemaban a quien operaba milagros en respaldo del ministerio de Jesús, sería semejante a si después de su Segunda Venida, y comprobada ya hasta la saciedad la divinidad de Cristo, alguien se atreviera blasfemarlo. En la época pasada en la que él podía ser confundido con un ser humano común y corriente, eso era perdonable, pero en aquella época futura no lo sería. No es como creen muchos, que la blasfemia contra Dios o Cristo se perdonan, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no. Lo que sucede es que en época de Cristo nadie se atrevía a blasfemar a Dios, pues era apedreado. A Cristo, al verlo hecho hombre, podían blasfemarlo por ignorancia creyendo que era sólo un humano. Pero blasfemar a aquel ser evidentemente divino, invisible, espiritual, que hacía milagros a petición de Cristo es como blasfemar a Dios a sabiendas de que existe, de que es quien es, etc.. El que algunas personas hayan blasfemado a cualquiera de los Tres, por ignorancia, sin parar mientes en lo que dicen, no creo yo que constituya el pecado imperdonable. A mi modo de ver este pecado imperdonable se comete cuando a plena conciencia de lo que se está haciendo, y sabiendo perfectamente la grandeza y divinidad de la persona a quien se está insultando, aún así se le blasfema. En resumen, el hecho de que Nuestro Señor Jesucristo considere que ofender al Espíritu Santo es una blasfemia, nos convence de que el Espíritu Santo es un ser divino. *

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>Cristo manda a bautizarse en el nombre del Espíritu Santo En el versículo que más abajo presento se ordena que el bautismo se haga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Este versículo sólo deja lugar a la tesis de que el Espíritu Santo es un ser pensante, unido íntimamente al Padre y al Hijo en forma indubitable, y de tal manera, que se puede considerar sin temor a error o exageración el tercer ser del universo, que es un ser divino.

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“Por tanto, id, y doctrinad a todos los gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” (Mt 28: 19)

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Estos dos hechos incontrovertibles (explicados en la sección anterior y en la presente) nos demuestran sin la más mínima duda, que el Espíritu Santo es un ser sagrado, un ser divino. Ese es el verdadero significado de la palabra “Trinidad”, el expresar que hay tres seres divinos, pero solamente el Padre es Dios. La prueba es que Jesucristo lo considera su Dios. El Padre no considera que Cristo sea su Dios, ni que lo sea el Espíritu Santo, a pesar de que estos dos son seres divinos. Por lo tanto no son iguales, hay una relación jerárquica muy respetada por Jesucristo. El Señor le dijo a los apóstoles: “Voy a mi Padre, a vuestro Padre; a mi Dios, a vuestro Dios”. Jamás verán ustedes que existe igualdad jerárquica entre Dios y Cristo. La igualdad es que son el mismo tipo de ser, no la misma persona, ni un Dios expresado en tres personas diferentes, ni que son tres pero en

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realidad son uno, ni ningún otro tipo de enredo antibíblico o galimatías retórico. *

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>Dios es superior a Cristo, y Cristo superior al Espíritu Santo La palabra “apóstol” significa “enviado”, alguien a quien se envía a alguna misión. Aunque en la versión Reina-Valera se usa la palabra “apóstol”, (correctamente usada), en la versión King James en inglés se usa la palabra “enviado”, que significa lo mismo, pero usando una palabra más común, más accesible al pueblo. Es más que lógico pensar que el que envía es superior al enviado, como ocurre cuando Dios envió a Cristo al mundo. Veamos como Nuestro Señor dice que el que envía es superior al enviado.

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“De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el apóstol es mayor que el que le envió.” (Jn 13:16)

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Pongo primero estos hechos para que luego se pueda hacer un razonamiento lógico de lo que se va a leer. Veamos. Cristo promete enviar al Espíritu Santo. En Juan 16:7 vemos que Cristo habla como teniendo autoridad sobre el Espíritu Santo. Al hablar así nos hace ver que él es Señor del Espíritu Santo, pues si no lo fuera no diría “lo enviaré”, sino que diría algo así como “le pediré que venga”, o “le rogaré que venga”, etc..

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“Empero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo vaya, porque si yo no fuese,

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el Consolador no vendría a vosotros; mas si yo fuere, os le enviaré.” (Jn 16: 7)

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“Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí.” (Jn 15: 26)

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En ambos pasajes se ve la autoridad con que Cristo habla al referirse al Espíritu Santo; no hace lo mismo cuando se refiere a Dios Padre. En ese caso habla de rogar, de pedir. Se evidencia así la diferente relación que hay entre Cristo y Dios; y entre Cristo y el Espíritu Santo.

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“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Jn 14:16)

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Eso de enviar al Espíritu Santo era también una promesa de su Padre, según Cristo mismo dice en Lc 24:49 y Hch 1: 4.

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“Y he aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; mas vosotros asentad en la ciudad de Jerusalem, hasta que seáis investidos de potencia de lo alto.” (Lc 24: 49)

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“Y estando juntos, les mandó que no se fuesen de Jerusalem, sino que esperasen la promesa del Padre, que oísteis, dijo, de mí.” (Hch 1: 4)

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Si el Espíritu Santo es una promesa hecha por ambos, un ser al que ambos envían ¿cómo va a ser

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al mismo tiempo uno de ellos? Más lógico es pensar que se trata de una tercera persona. Nadie se va a enviar a sí mismo. El Espíritu Santo es un ser divino diferente de Cristo y del Padre, pero obediente a ambos. El hecho de que Cristo sea el que envía, y el Espíritu Santo sea el enviado, nos hace ver la superioridad de Jesucristo sobre el Espíritu Santo. *

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>El Espíritu Santo no es algo descubierto por primera vez en el Nuevo Testamento El Espíritu Santo se manifestó en forma asombrosa, multitudinariamente, en el día del Pentecostés, para dirigir a la Iglesia, pero siempre estuvo en la Tierra ayudando e inspirando a los siervos de Dios. Incluso en varias ocasiones se manifestó a muchos individuos juntos en el Antiguo Testamento. Efectivamente, el Espíritu Santo no es algo nuevo que apareció por primera vez en el Nuevo Testamento, puesto que en este versículo el mismo apóstol nos dice que los profetas de la antigüedad tenían el Espíritu Santo. Desde siempre, el Espíritu Santo tenía su función y la llevaba a cabo, como vemos en este testimonio de Pedro sobre los profetas.

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“Porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo.” (II P 1: 21)

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Hay otros casos en el Antiguo Testamento, en los que se ven manifestaciones del Espíritu Santo. Tales son los casos de varios de los jueces, incluyendo a Samsón, el caso de Saúl y Samuel, y también con las inspiraciones de David. Veamos.

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“Y el Espíritu de Jehová fue sobre él, y juzgó a Israel, y salió a batalla, y Jehová entregó en su mano a Chusán-Risataim, rey de Siria, y prevaleció su mano contra Chusán-Risataim.” (Jue 3: 10)

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“Y el Espíritu de Jehová se envistió en Gedeón, y como éste hubo tocado el cuerno, Abiezer se juntó con él.” (Jue 6: 34)

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“Y el Espíritu de Jehová fue sobre Jefté, y pasó por Galaad y Manasés; y de allí pasó a Mizpa de Galaad; y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón.” (Jue 11: 29)

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“Y el Espíritu de Jehová cayó sobre él, y lo despedazó como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; y no dio a entender a su padre ni a su madre lo que había hecho” (Jue 14: 6)

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“9 Y fue que así como tornó él su hombro para partirse de Samuel, le mudó Dios su corazón; y todas estas señales acaecieron en aquel día. 10 Y cuando llegaron allá, al collado, he aquí la compañía de los profetas que venía a encontrarse con él, y el Espíritu de Dios lo arrebató, y profetizó entre ellos.” (I Sam 10: 9-10)

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“1 Estas son las postreras palabras de David. Dijo David hijo de Isaí, dijo aquel varón que fue levantado alto, el ungido del Dios de Jacob, el suave en cánticos de Israel: 2 El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha sido en mi lengua.” (II Sam 23: 1-2)

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“Llegándose entonces Sedecías hijo de Chenaana, hirió a Miqueas en la mejilla, diciendo: ¿Por dónde se fue de mí el Espíritu de Jehová para hablarte a ti?” (I R 22: 24)

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Pudiera presentar muchísimos pasajes más, pero me parece que con estos baste para demostrar que las manifestaciones del Espíritu Santo no son cosas que comenzaron en el Nuevo Testamento, sino que desde siempre ocurrían. La diferencia es que en el Nuevo Testamento hubo un derrame masivo del Espíritu Santo sobre los discípulos de Cristo, tanto a los apóstoles como a los que no lo eran, lo mismo en Jerusalem que en otros lugares del mundo romano. También se diferencia en el hecho de que el Espíritu Santo se manifestó para dirigir la Iglesia, cosa que antes no había hecho. Asimismo, según la profecía de Joel, al final de la época presente, pero antes de la Segunda Venida, ocurrirá un fenómeno similar en el que habrá un derrame masivo del Espíritu Santo sobre los cristianos.

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“28 Y será que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros viejos soñarán sueños, y vuestros mancebos verán visiones. 29 Y aun también sobre los siervos y

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sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. 30 Y daré prodigios en el cielo y en la Tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. 31 El sol se tornará en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová.” (Joel 2:28-31)

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En otras ocasiones anteriores y posteriores se ha manifestado el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento. Veamos la primera que fue en Gn 1:2. Digo que es el Espíritu Santo, porque se le llama Espíritu de Dios. Si es de Dios, no es Dios mismo. Las cosas de Juan no son el mismo Juan, sino que son cosas ajenas a él. Así que concluyo que el Espíritu de Dios, no es Dios mismo, sino el Espíritu Santo.

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“Y la Tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas.” (Gn 1:2)

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Veamos la segunda. Si vamos a Nm 11:25-26, veremos que por lo que aquí se manifiesta, el Espíritu Santo era el que obraba. Me baso para ello en el hecho de que a consecuencia de haber puesto el “espíritu” en los 70 ancianos, estos profetizaron. Algo parecido sucedió a Saúl en I Sam 10: 6-10. Por lo que se ve, el Espíritu Santo obró exactamente igual en dos grandes ocasiones: una en los Hechos, en la época apostólica, derramándose sobre 120, y otra aquí, en época de Moisés y de la ley, derramándose sobre 70. En el caso de la era

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apostólica los puso a hablar en lenguas, en el caso de Moisés, los puso a profetizar.

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“25 Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del Espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y fue que, cuando posó sobre ellos el Espíritu, profetizaron, y no cesaron. 26 Y habían quedado en el campo dos varones, llamado el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el Espíritu; estaban estos entre los escritos, mas no habían salido al tabernáculo; y profetizaron en el campo.” (Nm 11:25-26)

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Compendiando: en cuanto a la divinidad del Espíritu Santo, recordemos, como ya se dijo, que aunque no se revela directamente en ningún lugar de la Escritura (que yo recuerde) se colige por el tratamiento que se le da. Entre otras cosas porque: a) se le junta con Dios y con Cristo cuando se manda a bautizar en sus nombres (Mt 28: 18-19); b) porque se considera gravísima una blasfemia contra él (Mr 3: 29); c) porque el mismo Pedro (Hch 5:1-4), al decirle a Ananías que había mentido al Espíritu Santo, consideraba que había mentido a Dios; d) porque se junta al Espíritu Santo con el Padre y con el Hijo al mencionar a los que dan testimonio en el Cielo (I Jn 5:7) y e) porque creó el cuerpo de Cristo en el vientre de la Virgen María (Mt 1: 18 y 20); sólo su ser divino puede crear materia, sobre todo, materia organizada. Ningún otro ser mencionado en la Biblia tiene a su favor estas razones para considerársele divino.

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“18 Y llegando Jesús, les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el Cielo y en la Tierra. 19 Por tanto, id, y doctrinad a todos los gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” (Mt 28: 18-19)

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“Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, mas está expuesto a eterno juicio.” (Mr 3:29)

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“1 Mas un varón llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una posesión, 2 y defraudó del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. 3 Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón a que mintieses al Espíritu Santo, y defraudases del precio de la heredad? 4 Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu potestad? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.” (Hch 5: 1-4)

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“Porque tres son los que dan testimonio en el Cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.” (I Jn 5: 7)

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“18 Y el nacimiento de Jesucristo fue así: que siendo María su madre desposada con José, antes que se juntasen, se halló haber concebido del Espíritu Santo. 19 Y José su marido, como era justo y no quisiese infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Y

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pensando él en esto, he aquí el ángel del Señor le aparece en sueños, diciendo: José hijo de David, no temas de recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.” (Mt 1: 18-20)

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Capítulo 5 Argumentos en que se basa la hipótesis romana de la Trinidad tradicional

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>Uso errado de la frase “una cosa somos” La estrambótica hipótesis de la forma romana de considerar la Trinidad no tiene la más mínima base bíblica. Sus defensores lo único que han hecho es admitir el dogma “porque todo el mundo lo cree” y “porque famosos teólogos lo dicen”. Luego de admitir dicha errada hipótesis se lanzan a buscar versículos que la respalden. Veamos algunos de los que alegan. Uno de esos argumentos es basarse en que si Cristo dice que él y el Padre una cosa son, eso significa que son uno, pero que a la vez son dos, porque en realidad es uno, y todo ese guirigay retórico que forman. Al decir que ambos son lo mismo, lo que el Señor está diciendo es que piensan, sienten y actúan en igual forma, no el enredo teológico en que están metidos los que adoptaron la forma errada de entender la Trinidad. Veamos cómo se usa en la Biblia la misma frase en otras ocasiones.

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Uno de los pasajes más usados por los defensores del concepto romano de la Trinidad, es el de Jn 10:30 donde Jesús dice: “Yo y el Padre una cosa somos”. Basándose en esto tratan de extender su significado más allá de aquello para lo cual fue dicho, cayendo por ello en el error. En el versículo que le sigue vemos que Jesús, refiriéndose esta vez a los cristianos, también dice: “.....para que sean una cosa, como también nosotros.” En este caso no solamente usa las mismas palabras, sino que eso de “ser una cosa” los cristianos, lo compara con la relación entre Dios y Cristo, de ser una cosa, lo cual dijo en Jn 10:30.

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“Yo y el Padre una cosa somos.” (Jn 10: 30)

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“Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo; y yo a ti vengo. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos por tu nombre, para que sean una cosa, como también nosotros.” (Jn 17: 11)

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Si el ser ambos una cosa (Dios y Cristo) es igual que el ser los cristianos una cosa, es evidente que no se está refiriendo al errado concepto que sobre la Trinidad tienen los que piensan que son dos, que a la vez son uno, pero que son tres que en realidad es uno.....etc., etc.. En realidad se está refiriendo al normal significado de la oración “ser todos uno”, que significa que todos pensamos, sentimos y aún reaccionamos en forma muy parecida. De ninguna manera se podría sacar de esta frase, la conclusión de que los cristianos somos una sola persona humana aunque manifestada en millones de formas diferentes; o su inverso, que los cristianos

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somos millones de seres, pero un solo humano verdadero. Como vemos, la defensa del concepto romano de la Trinidad se basa solamente en retórica y dogma. Los que creen ese dogma tienen temor a razonar sobre el tema, por miedo a ofender a Dios, a Cristo y al Espíritu Santo, y que éstos los castiguen quitándoles la salvación. Es tonto pensar que quien dio a su Hijo, y quien se prestó a sí mismo para sufrir por nosotros, van a quitarnos una salvación que tanto les costó, meramente, porque seamos honestos con nosotros mismos y razonemos, o preguntemos a Dios sobre un asunto de fe, que no entendemos. Pensar así de Dios es reflejar en Él lo que haría el que así piensa, si teniendo el poder que Dios tiene, alguien disintiera honestamente de él. O mejor aún, si alguien, por no entenderlo bien, tratara de preguntarle o de razonar sobre sus palabras. ¿Haría tal cosa un padre a su hijo? ¿Lo echaría de la casa por no haber entendido sus palabras en la misma forma que la entendieron sus hermanos, o se las explicaría de nuevo con paciencia por ser éste hijo menos perspicaz? El tabú dogmático es el refugio de los que no tienen argumentos bíblicos y de los que creen que Dios es igual que lo que ellos son. Lo hasta aquí razonado se puede extender a Jn 17:21-23, con la única diferencia de que de allí los tradicionalistas tendrían que colegir, que también los cristianos llegaríamos a formar una sola persona con la Divinidad; pero con millones de manifestaciones distintas. Es decir, millones de personas divinas, pero una sola persona verdadera.

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“20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. 21 Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 Y yo, la gloria que me diste les he dado; para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa. 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también a mí me has amado.” (Jn 17: 20-23)

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Como vemos agarrar un versículo por el pelo y obligarlo a que respalde una doctrina, no es la mejor manera de servir a Dios ni de enseñar su doctrina. *

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>También Pablo y Apolos son una misma cosa La idea de la Trinidad en la forma en que la concibe la mayoría de las sectas cristianas, es un error que tiene como base solamente el dogma y la tradición. Luego de aceptarla dogmáticamente, se buscan un par de versículos que parezcan respaldar su error, en los cuales apoyarse. En el pasaje que más abajo presento se usa esa misma frase (son una misma cosa) y no por eso vamos a pensar que el que planta y el que riega son la misma persona pero manifestadas en dos cuerpos diferentes, pero que en realidad son uno solo, etc..

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“6 Yo planté, Apolos regó, mas Dios ha dado el crecimiento. 7 Así que, ni el que planta es

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algo, ni el que riega; sino Dios, que da el crecimiento. 8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.” (I Co 3:6-8)

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En este pasaje le damos a la frase “son una misma cosa” el valor real que ella tiene. Si aquí no damos a la frase “son una misma cosa” el significado de que ambos sean la misma persona, tampoco debemos hacerlo cuando se dice que Dios y Cristo son la misma cosa, o son uno mismo. Eso se dice para demostrar que Cristo es un ser divino, al igual que Dios y que el Espíritu Santo; no para demostrar que son la misma persona, pero a la vez son tres personas diferentes, que son un solo Dios, pero que son tres y todo ese galimatías que forman los que tratan de explicar lo que nunca ha dicho la Biblia. *

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>Cristo no tiene la potestad que sí tiene Dios Son muchas las ocasiones en la Biblia, en que Jesús declara que algo le pertenece sólo al Padre, o que algo es sabido sólo por el Padre. En este versículo afirma que el dar que los hijos de Zebedeo se sienten o no a su derecha e izquierda, no es suyo darlo sino del Padre.

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“Y él les dice: A la verdad mi vaso beberéis, y del bautismo de que yo soy bautizado, seréis bautizados; mas el sentaros a mi mano derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está aparejado de mi Padre.” (Mt 20: 23)

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Los que tienen de la Trinidad el estrambótico concepto de que son tres que a la vez son uno, pero son tres manifestaciones de uno mismo, que en realidad no es uno, sino que son tres, etc., debían razonar sobre pasajes como este. En pasajes así se echa de ver claramente que hay cosas que solamente le pertenecen al Padre, y no a Cristo. Por lo tanto, se evidencia que ambos, a pesar de que son el mismo tipo de ser, a pesar de que ambos son divinos, a pesar de que son uno en sentimiento, pensamiento, etc., son diferentes personas. Y son diferentes personas hasta el punto de que en ocasiones, de algo que pertenece a uno no participa el otro. Un ejemplo claro de esto que tratamos, el cual ya vimos, es el de Mr 13:32 donde el mismo Jesús dice que el día y la hora de la Segunda Venida no la sabe él, sino solamente el Padre. En la misma forma en que hay cosas que son de Dios solamente, igualmente hay cosas que ha hecho o hará el Padre, que no son atribuibles a Cristo. No es como muchas personas creen, que en cualquier lugar de la Escritura se puede sustituir la palabra Dios por la palabra Cristo, o viceversa, y la frase resultante sigue siendo cierta. Eso es un error. Cristo adora a Dios; Dios no adora a Cristo. No se pueden sustituir los nombres de ellos sin alterar el significado de lo que se dice. Otra cosa a tener en cuenta para demostrar que no se trata de tres que son uno, y uno que son tres, es el hecho de que Jesucristo se vistió de cuerpo humano, y Dios no. Hoy en día Cristo está en cuerpo humano, y así seguirá; mientras que Dios no tiene cuerpo humano. Cristo está sentado a la diestra de Dios, si está a la diestra no es el mismo Dios.

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Dios, Cristo y el Espíritu Santo son uno en el sentido de que sus sentimientos, sus maneras de ser, proceder y pensar, etc., son las mismas, pero eso no quiere decir que sean la misma persona, ni que sean tres manifestaciones de la misma persona o tres manifestaciones del mismo Dios, etc.. El pensar que Dios, Cristo y el Espíritu Santo, son una sola persona que a la vez son tres personas distintas, pero que en realidad es una sola, o que son tres personas que forman un solo Dios, etc., es un galimatías que no tiene base alguna en la Biblia, sino en la tradición de los que no supieron definir mejor sus creencias en los primeros siglos del catolicismo romano. *

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>Dios ha sido manifestado en carne Este es uno de los versículos en los que se basan los defensores de la Trinidad romana tradicional para asegurar que Dios es el mismo Cristo. Lo que aquí quiere decir Pablo es que Cristo, que es un ser divino, exactamente igual a Dios, ha sido manifestado en carne, etc.. No creo que de aquí pueda sacarse en consecuencia que Dios y Cristo son la misma persona, y son intercambiables, por las razones ya manifestadas anteriormente.

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“Y sin contradicción, grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne; ha sido justificado con el Espíritu; ha sido visto de los ángeles; ha sido predicado a los gentiles; ha sido creído en el mundo; ha sido recibido en gloria.” (I Tim 3:16)

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La razón que me asiste para pensar que no se puede sacar tal conclusión de este versículo, es que si fuéramos a tomar este versículo como referente a Dios Padre, tendríamos que creer que los ángeles nunca habían visto a Dios, cosa que se contradice con el caso de Achab en II Cr 18:18, con lo dicho en Job 1:6, sobre la reunión de los ángeles con Dios, y con el caso del ángel Gabriel, que en Lc 1:19, dice que él se hallaba delante de Dios.

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“Entonces él dijo: Oíd pues palabra de Jehová: Yo he visto a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los Cielos estaba a su mano derecha y a su izquierda.” (II Cr 18:18)

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“Y un día vinieron los hijos de Dios a presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satán.” (Job 1:6)

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“Y respondiendo el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y soy enviado a hablarte, y a darte estas buenas nuevas” (Lc 1:19)

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Vistos estos tres pasajes, se da uno cuenta de que a lo que Pablo se refiere en I Tim 3:16 es solamente a la manifestación en carne de un ser divino igual a Dios como lo es Jesucristo. Lo prueba el hecho de que todo lo que se dice se refiere a Jesucristo ya manifestado en carne, como es el que haya sido predicado a los gentiles, creído en el mundo, etc.. El hecho de decir ahora que ha sido visto de los ángeles nos hace ver que se refiere a Cristo en la carne, pues los ángeles que

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hayan visto a Dios antes de la manifestación en carne de Jesucristo, tienen que haber visto también a Cristo, puesto que Cristo estaba con Dios. Incluso los demonios reconocían a Cristo cuando lo veían. Por lo tanto, el Señor Jesucristo sí había sido visto antes en el Cielo por los ángeles. De la manera que no había sido visto aún era manifestado en carne. Otra cosa que nos hace ver que son dos personas diferentes, es que en este mismo versículo dice que Cristo fue recibido en gloria. Por lógica, quien recibió a Cristo en gloria fue Dios Padre, por lo tanto, si uno recibe y el otro es recibido, son dos personas diferentes, aunque sean de la misma “esencia” y “sustancia”, es decir, aunque sean divinos. *

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>Cristo confiesa la superioridad de Dios Hay personas, que no entendiendo qué es la Trinidad, se definen a Dios como un ser que es a la vez Cristo y el Espíritu Santo. Es decir, que es sólo una persona, pero que a la vez son tres personas. Que es un solo Dios pero a la vez son tres Dioses. Y por último que los tres son iguales, pero a la vez son diferentes, añadiendo otros conceptos tradicionales ninguno de los cuales fueron jamás sacados de la Biblia. Yo no sé cómo pueden coordinar en sus mentes tantas contradicciones.

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“Habéis oído cómo yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amaseis, ciertamente os gozaríais, porque he dicho que voy al Padre, porque el Padre mayor es que yo.” (Jn 14:28)

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Aquí, el mismo Jesucristo declara que el padre es mayor que él. Por lo tanto no son iguales completamente en el sentido que no son la misma persona, existe jerarquización. Son iguales como puede serlo humanamente hablando un padre y su hijo, que ambos son seres humanos, ambos son el mismo tipo de ser; pero no por eso el niño es igual a su padre en todo. Le está subordinado, lo considera más que él mismo, o sea, lo considera superior, etc.. Igualmente Jesús, está “hecho” de la misma “sustancia” que es Dios, pero Jesús adora a Dios, y Dios no adora a Jesús. Jesús es un ser divino, que adora a su Padre Dios. Igualmente el Espíritu Santo es un ser divino. La errada doctrina de la Trinidad tradicional se basa entre otras cosas en pasajes en los que Jesucristo asegura ser una cosa con el Padre, como el que ya vimos en Jn 10:30. Pero eso lo que indica es unidad de sentimientos, pensamientos, etc., no que en realidad sean dos personas que son una sola persona que a la vez son dos personas, pero que son tres, etc.. Esa creencia es simplemente un disparate que ha sido impuesto dogmáticamente.

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“Yo y el Padre una cosa somos.” (Jn 10: 30)

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Si fuéramos a tomar esa frase con el significado que erradamente le dan los que sostienen ese disparate, habría que pensar, como vimos anteriormente, que también Pablo y Apolos eran una sola persona que a la vez eran dos, pero que en realidad era un solo Pablo pero en dos manifestaciones diferentes, etc.. Otro disparate.

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“5 ¿Qué pues es Pablo? ¿y qué es Apolos? Ministros por los cuales habéis creído; y eso según que a cada uno ha concedido el Señor. 6 Yo planté, Apolos regó, mas Dios ha dado el crecimiento. 7 Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, que da el crecimiento. 8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.” (I Co 3: 5-8)

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Como vemos en el pasaje recién leído, Pablo consideraba (6) que él era el que plantaba y Apolos el que regaba. Luego dice Pablo en el 8 que el que planta y el que riega son una misma cosa, es decir, que Apolos y Pablo eran una misma cosa. Aquí Pablo está usando exactamente la misma frase que la usada en Jn 10:30, de donde sacan muchos que Dios y Cristo son la misma persona. Si fuéramos a pensar así, al ver esa misma frase usada aquí, tendríamos que llegar a la conclusión de que Pablo y Apolos eran la misma persona. Por el contrario, si le atribuimos a dicha frase el significado correcto, veremos que en ambos casos significa que entre las dos personas mencionadas hay unanimidad de pensamiento, sentimiento y acción. En resumen. Esto es un error de los que piensan que es la misma persona. Primero, porque vemos que la frase por ellos alegada no significa lo que ellos le atribuyen, y segundo, porque en Jn 14:28 Cristo dice claramente que el Padre es mayor que él. Por lo tanto, no son la misma cosa en el sentido que la gente quiere darle, porque una cosa no puede ser mayor que sí misma. Ambos son iguales porque

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ambos son seres divinos, pero son diferentes personas. *

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Cristo quería que pasara de él aquel vaso, pero Dios deseaba que Cristo lo bebiera El concepto romano tradicional de la Trinidad es que (incluyendo al Espíritu Santo) Dios y Cristo son dos manifestaciones diferentes de la misma persona. Sin embargo, aquí Jesús está deseando que Dios pase de él aquel vaso, aunque aceptaría al final la voluntad de Dios si fuere diferente. Aquí vemos que mientras Jesucristo está queriendo tal cosa, Dios, evidentemente, está queriendo lo contrario. ¿Cómo si son dos manifestaciones de la misma persona están queriendo al mismo tiempo cosas opuestas? ¿Qué quieren decir con eso de que son la misma persona? Defínanme que cosa es ser dos seres, la misma persona; y qué cosa es ser dos seres, diferentes personas. ¿Son Dios y Cristo la misma persona o personas diferentes?

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“35 Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora, 36 y decía: Abba, Padre, todas las cosas son a ti posibles; traspasa de mí este vaso; empero no lo que yo quiero, sino lo que tú.” (Mr 14:35-36)

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Veo en estos conceptos tradicionales mucha insensatez, producto del terror pánico que inspira a los cristianos el razonar sobre dogmas que les han troquelado en sus mentes desde su conversión, o aún desde su niñez. Es como si temieran que Dios los castigara por razonar; o como

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si creyeran que Dios iba permitir que ellos se confundieran, por haber intentado razonar honesta y sinceramente en busca de la verdad sea cual fuere. No comprenden que lo mismo que Dios nos guarda del Maligno para librarnos de la tentación, según se colige del “Padre nuestro”, así también nos guardaría del Maligno para impedir que cayéramos en errores urdidos por los enemigos espirituales, si pusiéramos nuestra voluntad en conocer la verdad y no en aceptar dogmas, por miedo a no aceptarlos. Algo parecido podemos razonar de Mt 27:46, donde Cristo exclama: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. A causa del pecado que fue cargado sobre Jesucristo, Dios lo abandonó. Eso evidencia que no son la misma persona, pues nadie se puede abandonar a sí mismo. Además, el Padre no participaba de nuestro pecado, mientras que Jesucristo los tenía encima de sí mismo. No son pues, la misma persona, aunque sí son el mismo tipo de ser, un ser divino. *

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>La verdadera Trinidad bíblica Yo creo en la existencia de Dios Padre; en la existencia de Cristo, Su hijo unigénito, divino también como su Padre; y en la existencia del Espíritu Santo, divino también al igual que ambos. En ese sentido yo creo en la Trinidad. En lo que yo no creo es en la confusión introducida por la tradición, sin base bíblica alguna; en lo que no creo es en esa hipótesis inexplicada e inexplicable, que nos dice que son tres personas, pero un solo Dios verdadero; y que es uno solamente, pero a la vez son tres, que en realidad no son tres sino uno

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solo, pero con tres manifestaciones; y que el Hijo es el mismo Padre, pero que es diferente, etc., etc.. No creo en esa hipótesis dogmática, porque semejante descripción de la Divinidad no se da en ninguna parte en toda la Biblia, ni se puede deducir de ella. Ese dogma fue algo troquelado en la mente de los cristianos por el romanismo, sin que los cristianos se hayan podido deshacer aún de tal error. Pudiera ser que toda esa confusión fue introducida en el romanismo, tal vez de buena fe, por alguien que no sabía explicarse mejor para defender la divinidad de Cristo, y lógicamente, tal confusión fue apoyada desde las esferas espirituales tenebrosas, por aquellos seres rebelados contra Dios, que desean mantener a los cristianos en un estado de confusión perpetua que les impida razonar basados en la verdad bíblica de la dinámica celestial. Estos seres espirituales rebeldes quieren ver a los cristianos dar palos de ciego; cuyos palos de ciego los cristianos confunden con fe, cuando sólo es dogmatismo, superstición y temor a ofender a Dios si razonan.

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Hay cinco factores que como dije antes, han provocado la estadía de semejante error en la cristiandad a través de siglos, con la mayor buena fe, pero no por ello exenta de error:

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1) la tradición, la autoridad dogmática y la imposición de los que gobiernan las sectas; 2) el poco interés del cristiano en leer la Biblia; 3) la falta de espíritu crítico y analítico en el humano;

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4) la índole religiosa del tema, que coarta al creyente de usar su raciocinio por temor a blasfemar (miedo); y 5) la inercia natural del humano, que le hace preferir el cómodo “statu quo”.

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Cuando el cristiano se apega a lo que por tradición le enseñaron y rehúsa razonar sobre las cosas divinas por temor a ofender a Dios, se sitúa a sí mismo en una débil posición dialéctica de la que se aprovechan los agentes del enemigo para escarnecer la religión, la fe, y a los cristianos. Dios no se siente ofendido ni disgustado con un cristiano sincero que quiera encontrar, sin altanerías intelectuales, la verdad, la lógica de la dinámica celestial. Tampoco se va a sentir disgustado con aquel que, sinceramente equivocado, caiga temporalmente en un error; porque sabe Dios que si es verdaderamente sincero, si en realidad quiere conocer la verdad, y si está dispuesto a leer la Biblia, va a rectificar su error, tarde o temprano. Dios no nos atosiga ni nos apura; pero nosotros debemos ser solícitos y diligentes en buscar la verdad en la Biblia, no en voluminosos libros o revistas que otros seres iguales que nosotros nos sirven en bandeja de plata para que creamos lo que ellos piensan que debemos creer. El día del Juicio Final nadie podrá justificar su error alegando que lo obtuvo de los comentarios del Dr. Sabemuch, las prédicas y tradiciones del párroco Perfectsancti, o de los sermones del Reverendísimo Pastor Pocabiblez; porque le contestarán que su fuente de conocimientos tenía que haber sido la Biblia y sólo la Biblia, no mitad y mitad. Son muchos, muchísimos, los que cuando uno les llama la atención en el sentido de que no dejen la

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lectura personal, diaria, ordenada y sin saltos de la Biblia, por leer los libros y revistas de su secta, o por oír a los mentores de su iglesia, nos alegan que ellos dejan la lectura de la Biblia, porque al fin y al cabo el material que ellos leen lo entienden mejor y está sacado de la Biblia. ¡Magnífico!, diría yo, pero si esos libros y revistas están diciendo lo mismo que dice la Biblia, entonces, ¿para qué perder el tiempo en ese folleto o libro? Lean la Biblia misma. Si analizamos un poco, nos daremos cuenta de que en cierto modo la palabra “Dios” tiene al menos dos acepciones: una de ellas significa, por así decirlo, “el oficio” de ser Dios, el ser el Rey del Universo, un ser al que todos los seres existentes adoran; la otra significa, por decirlo de alguna manera, la “sustancia” de que participa ese ser. Como “oficio”, solamente el Padre Creador es Dios; como “sustancia”, a los tres se les puede decir que son Dios. Más apropiado y más claro sería decir que los tres son divinos. Solamente ellos tres son divinos, ningún otro ser existente es divino, ningún otro ser existente es igual que ellos tres. No obstante sólo el Padre es Dios en el sentido de “oficio”, porque tanto Cristo como el Espíritu Santo lo adoran. El Padre no adora a ninguno de ellos dos. A mi modo de ver Dios Padre existió eternamente. En un momento de la eternidad pasada Dios quiso crear. Porque es Dios y puede hacerlo, quiso crear otro ser exactamente igual a Él en “sustancia”, forma, atributos, etc., y creó al Hijo; y surgió en el Universo el concepto de hijo. Después fue creado el Espíritu Santo, inferior al hijo en dignidad o autoridad, pero de la misma “sustancia”, (por llamarle con algún nombre), con los mismos atributos que tienen el Padre y el Hijo.

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En cuanto a “sustancia”, en cuanto a atributos, los tres son Dios, los tres son exactamente iguales, los tres son divinos; tiene que ser así, porque Dios quiso hacerlo así y Él puede. Pero son tres personas diferentes, tienen distintas experiencias y recuerdos, son tres personas aunque sean uno en el ideal, en los sentimientos, etc.. El Padre es el Dios del Hijo y el Dios del Espíritu Santo. Ellos le adoran. Cristo adora a Dios; pero Dios no adora a Cristo. En ese punto no son iguales. Cuando el Señor Jesucristo adora a Dios es una criatura-Dios adorando a su Creador, Dios y Padre. Lo opuesto jamás ocurre. Si la interpretación errada de la Trinidad fuera correcta, entonces tendríamos el caso de que una parte de Dios (el Hijo) adoraba a la otra parte de Dios (el Padre), que como eran la misma persona, resultaba una auto-adoración que a la vez no lo era, pero sí lo era, etc., etc., toda la confusión que hay que admitir después que se admite el primer error. Dios no es un ser de confusiones. Las cosas de Dios son claras. El hecho de que Cristo haya sido creado por el Padre, no le quita un ápice de divinidad, dignidad, méritos, etc., a Jesús. El hecho de que un ser haya sido creado no le resta automáticamente categoría, calidad, autoridad, etc.. Eso depende de lo que su Creador haya hecho en él. Lo que se la otorga o se la resta es la voluntad del Creador, que le puede comunicar a Su criatura una dignidad, condición, esencia, naturaleza, sustancia, atributos, cualidades, etc., que Él desee. Por lo tanto, Dios puede crear un ser tipo inorgánico, como los minerales; un ser tipo vegetal; un ser tipo animal, un ser tipo humano, un ser tipo angelical, o

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un ser tipo divino, si así es su placer. No es imposible para Dios crear un ser tipo divino. El hecho de que Dios haya creado a los ángeles no quiere decir que éstos tengan que tener la misma categoría que los humanos, a quienes también creó Dios. Los ángeles son muy superiores a nosotros a pesar de haber sido creados también. Una diferencia del mismo estilo, pero de una categoría infinitamente superior es la que existe entre la creación de Jesús y la de los seres tipo ángel. Dios lo creó todo, por eso es Dios. Jesús es Dios por herencia (Heb 1:1-4), por ser hijo de Dios, porque Dios lo hizo así; lo hizo exactamente igual a Sí mismo en todos sus atributos. Otro tanto sucede con el Espíritu Santo. Esa es la verdadera Trinidad, digna, pura, santa, divina, lógica.

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“1 Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo; 3 el cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, 4 hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos.” (Heb 1: 1- 4)

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En cuanto a la divinidad del Espíritu Santo, recordemos, como ya dije, que aunque no se dice directamente en ningún lugar de la Escritura (que yo

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recuerde) se colige por el tratamiento que se le da. Entre otras cosas porque: a) se le junta con Dios y con Cristo cuando se manda a bautizar en sus nombres (Mt 28:18-19); b) porque se considera gravísima una blasfemia contra él como se ve en Mr 3: 29; c) porque el mismo Pedro (Hch 5:1-4), al decirle a Ananías que había mentido al Espíritu Santo, consideraba que este Ananías había mentido a Dios; d) porque se junta al Espíritu Santo con el Padre y con el Hijo al mencionar a los que dan testimonio en el Cielo (I Jn 5:7) y e) porque creó el cuerpo de Cristo en el vientre de la Virgen María (Mt 1:18 y 20); sólo un ser divino puede crear materia, sobre todo, materia organizada. Ningún otro ser mencionado en la Biblia tiene a su favor estas razones para considerársele divino. Al igual que en el Antiguo Testamento no se expresaba directa y claramente la divinidad del Hijo, pero se colegía, así en el Nuevo Testamento no se expresa aún abiertamente la divinidad del Espíritu Santo, pero se colige fácilmente.

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“18 Y llegando Jesús, les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el Cielo y en la Tierra. 19 Por tanto, id, y doctrinad a todos los gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” (Mt 28: 18-19)

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“Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, mas está expuesto a eterno juicio.” (Mr 3:29)

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“1 Mas un varón llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una posesión, 2 y defraudó del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. 3 Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón a que mintieses al Espíritu Santo, y defraudases del precio de la heredad? 4 Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu potestad? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.” (Hch 5: 1- 4)

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“Porque tres son los que dan testimonio en el Cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.” (I Jn 5: 7)

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“18 Y el nacimiento de Jesucristo fue así: que siendo María su madre desposada con José, antes que se juntasen, se halló haber concebido del Espíritu Santo. 19 Y José su marido, como era justo y no quisiese infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Y pensando él en esto, he aquí el ángel del Señor le aparece en sueños, diciendo: José hijo de David, no temas de recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.” (Mt 1: 18-20)

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Por último si la Trinidad fuera tres manifestaciones de un mismo Dios, entonces no hay razón ni lógica para que se diga en Mr 13:32 que el Hijo ignora lo que sí sabe el Padre. Si no fueran personas diferentes, sino tres manifestaciones de una sola persona, esto no podría ser cierto.

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“Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.” (Mr 13:32)

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La Trinidad tradicional al estilo romano no se enseña en la Biblia, ni se razona de ella. Las doctrinas verdaderamente cristianas son enseñadas claramente en la Biblia. La doctrina de la Trinidad estilo tradicional no se enseña en la Biblia, se especula por los humanos. Esa es una doctrina ajena a la Biblia; pero la creen la mayoría de los cristianos. Y para no tener que razonar sobre ella se asegura que es “un misterio”. Tiene que decirse que es “un misterio” para poder seguir diciendo que los cristianos somos monoteístas. El monoteísmo es una doctrina muy clara de la Biblia, que no puede ser negada. Por eso tienen que apelar a decir que son tres Dioses, pero que en realidad es uno solo. De otra manera tendrían que cambiar para el politeísmo. Esta doctrina probablemente se desarrolló cuando la iglesia tuvo que enfrentarse a las herejías que negaban la divinidad de Cristo, y el que quiso defender su divinidad sólo se le ocurrió fabricar este disparate. Por otro lado, Cristo y el Espíritu Santo tienen todos los atributos divinos, y eso compele a mucha gente a decir que son Dios, en vez de decir que son divinos. Dios es aquel a quien todos sin excepción adoran, pero que Él no adora a nadie. Divino es quien sea igual a Dios, como Cristo y el Espíritu Santo. Muchos, por no entender esto, caen en el error y la herejía. Esta es la razón por la cual muchos creyentes dicen que la Trinidad (en la forma tradicional) es un misterio. No saben hacer

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otra cosa para salvar el concepto de que Dios es uno solo, lo cual está revelado claramente en la Biblia, pero seguir manteniendo que Cristo y el Espíritu Santo son seres divinos. Es verdad que hay límite para el raciocinio humano, y por lo tanto, si esa doctrina tradicional se enseñara en la Biblia, si la definición romana que se da de la Trinidad estuviera en la Biblia, yo también la admitiría, y tendría que llegar a la conclusión de que mi finita inteligencia no puede entender lo que Dios afirma. Pero como que no es Dios quien lo afirma, ni tal enseñanza se halla en la Biblia, sino que sólo la afirman personajes con autoridad religiosa humana, no veo la razón para que yo la acepte ni para que en este caso se hable de límites en el raciocinio humano. Si la doctrina la inventó un humano, otro humano puede razonar sobre ella y contradecirla. Si el concepto romano tradicional de la Trinidad hubiera sido revelado por Dios, yo lo aceptaría y pensaría que efectivamente, era un “misterio”, pero ese no es el caso. Quien inventó eso de 3 en 1 violentó el raciocinio sin basarse para ello en la Biblia, y luego de violentarlo inventó una necedad, para sostener la cual tiene que decir que son cosas que no pueden ser razonadas, que no se pueden comprender. Comprendo que el análisis de este tema que por siglos se ha mantenido indiscutido, les tiene que causar estupefacción a los hermanos, dado que jamás había sido analizado, pero si se ora a Dios y se lee la Biblia, se llega a la verdad. Leer mucho la Biblia con ambas posibilidades en mente, es lo indicado para llegar uno a darse cuenta de la realidad.

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Capítulo 6

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El Hijo de Dios es una Criatura Divina

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>Cristo se declara creación de Dios Es algo indiscutible el hecho de que el que dicta las siete cartas del Apocalipsis es el mismo Señor Jesucristo. Por consiguiente, lo dicho en estas cartas es palabra del Señor Jesucristo. Pues bien, Cristo se llama a sí mismo, en este pasaje, “el principio de la creación de Dios”, o sea, el primer resultado obtenido cuando Dios Padre comenzó su etapa de creación. Es decir, Jesús fue la primera criatura hecha por el Creador, el cual hizo una Criatura Divina. La palabra “principio”, en este versículo, significa “comienzo”, pues en inglés también se traduce con la palabra “beginning”, y no “principle”.

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“Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios.” (Ap 3:14)

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Ahora bien la palabra “criatura” no tiene que ser necesariamente la antítesis de la palabra “divino”. Por pensar así es que muchos no comprenden que Jesús puede haber sido creado por Dios Padre, y al mismo tiempo ser divino, es decir ser Dios. Eso no quiere decir que Cristo al mismo tiempo que es Cristo es Dios Padre. Lo que eso

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quiere decir es que Cristo es un ser exactamente igual a Dios Padre, es decir, es un ser tan divino como Dios Padre. No es difícil concebir que un ser Omnipotente pueda crear otro ser igual a Él. Eso fue lo que Dios Padre hizo. Explicaré. ¿Puede Dios Padre crear: a) la materia inanimada, b) un vegetal, c) un animal, d) un ser tipo humano, e) un ser tipo ángel, f) un ser tipo Dios? ¡Claro que puede! Él es Todopoderoso, y no veo razón bíblica ni lógica para pensar que Dios Padre no puede crear un ser divino, un ser tipo Dios. No veo razón para limitar el poder de Dios Padre a la creación de solamente lo mencionado desde la “a” hasta la “e” La diferencia entre un ser tipo vegetal y un ser tipo animal, es obvia. Lo mismo ocurre con un ser tipo animal y un ser tipo humano. Los creyentes también percibimos la diferencia entre un ser tipo humano y un ser tipo ángel; así como la diferencia entre un ser tipo ángel y Dios. Hasta ahí todo es fácil. Lo que les cuesta más trabajo concebir es la existencia, no de Dios Padre, sino de un ser divino, un ser tipo Dios que no es Dios Padre al mismo tiempo. Aclaremos. ¿Cómo le vamos a llamar a Dios Padre? Llamémosle el Creador, o si queremos llamémosle Número Uno, o Dios Padre. El Creador es un ser tipo Dios, Él siempre existió, nadie lo creó, pero Él puede crear lo que desee. Este tipo de ser es evidentemente, e infinitamente, diferente del que más se le parece: los seres tipo ángel. Ese ser que llamamos Número Uno, o el Creador, o Dios Padre, se hallaba solo, pero llegó un momento en la eternidad pasada en que deseó crear otro ser exactamente igual a Él. ¿Creen ustedes que no tenía poder para hacerlo? Él no quiso todavía crear un ser tipo vegetal, tipo animal, tipo humano,

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ni tipo ángel; Él quería crear un ser tipo Dios, un ser igual a Él en todo, absolutamente igual en todo, menos en una cosa: que no había existido antes, como sí había existido Número Uno, Dios Padre. Como que tenía el poder para hacerlo, lo hizo. Creó a Número Dos, Cristo; un ser exactamente del mismo tipo que Número Uno, Dios Padre; no había un ápice de diferencia. Si alguna diferencia había entre Ellos, era que Número Dos, Cristo, era en ese momento de existencia reciente. El nuevo ser que ahora existía era hijo del Primero, de Dios Padre, de Número Uno, del Creador. Había surgido al Universo el concepto de hijo. Ambos eran el mismo tipo de ser; tan igual como un padre y su hijo, sólo que el padre, por definición, siempre existe antes que el hijo. Después de esa primera creación pasó una “eternidad”, por llamar con algún nombre a una cantidad de tiempo cuya medición escapa a nuestra mente. Después, Número Dos, Cristo, creó a Número Tres, el Espíritu Santo, un ser divino, un ser tipo Dios, pero que no es Dios Padre, ni es Cristo. Supongo que haya sido Cristo el que creó al Espíritu Santo porque a Cristo se le llama Hijo Unigénito de Dios. Si se le llama “Unigénito Hijo de Dios”, es porque fue el único de su tipo que Dios creó. Si Dios hubiera creado al Espíritu Santo entonces Cristo no fuera Su Unigénito, porque habría un segundo hijo igual en todo a Dios. El hecho de que Jesucristo sea igual a Dios en todo le concede la posibilidad de crear un ser igual a sí mismo en todo, ese sería el Espíritu Santo. Pudiera ser también que Dios creara al Espíritu Santo, pero sin conferirle el status de Hijo, sino el de un ser

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divino, un ser sin la jerarquía de Cristo, pero me inclino a la hipótesis anterior. Ya habían tres seres divinos, tres seres del mismo tipo: Número Uno, el Creador, Dios Padre; Número Dos, Cristo, el Unigénito de Dios; y Número Tres, el Espíritu Santo. Los tres son Dios en el sentido de que son el mismo tipo de ser, pero tienen diferentes recuerdos. Número Uno, Dios Padre, el Creador, recuerda cuando estaba solo. Número Dos, Cristo, el Unigénito del Padre, recuerda haber visto siempre a Número Uno, Dios Padre; él recuerda también cuando nadie más existía; recuerda la creación de Número Tres, el Espíritu Santo. Este último recuerda haber visto siempre a Número Uno, Dios Padre, el Creador, y a Número Dos, el Unigénito, Jesucristo; y recuerda cuando sólo Ellos tres existían. Y pasó otra eternidad. Después de eso parece que Número Uno, Dios Padre, no quiso crear más seres iguales a Él, sino parecidos. Los próximos seres creados ya no eran del mismo tipo que Número Uno, Dios Padre; sino seres del tipo ángel. Explicado todo esto en la forma que mejor puedo, ¿piensan aún ustedes que si Cristo fue creado por Dios entonces no es divino? Eso depende de qué significado tenga para ustedes la palabra “Dios” en cada momento. Por trasladar uno de los significados de la palabra “Dios”, en un asunto, a otro asunto, se puede crear confusión. Veamos qué significados tiene la palabra “Dios” en la mente de los que conversan sobre estos asuntos:

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a) Dios = Número Uno b) Dios = Creador c) Dios = un tipo de ser

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d) Dios = quien no tenga origen e) Dios = el que hace oficio de Dios gobernando el Universo y siendo obedecido y adorado por todos los demás seres, sin excepción.

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Estos cinco significados representados por la sola palabra “Dios”, y no diferenciados en las mentes de los que conversan, son los que provocan confusión. A Número Uno (Dios Padre) se le puede llamar Dios, con todos los cinco significados: a) Número Uno, b) Creador, c) un tipo de ser, d) quien no tenga origen y e) el que ejerce el oficio de ser Dios gobernando el Universo y siendo adorado por todos, sin ninguna excepción. Él es el que corrientemente conocemos como “Dios”, y a veces, más específicamente, como “Dios Padre”. A Número Dos (Cristo) se le puede llamar Dios con el significado b) Creador, porque puede crear y ha creado, y c) un tipo de ser. No se le puede llamar Dios con el significado de a) Número Uno, ni con el significado d) quien no tiene origen, porque aunque el suyo se pierda en la eternidad pasada, es evidente que lo tiene. Tampoco se le puede aplicar el significado “e”, porque es evidente que solamente el Padre realiza el oficio de Dios, y que Jesucristo lo adora y obedece, y no viceversa. Cristo, siendo Dios (c) no hace el oficio de Dios (e). Él es el que corrientemente llamamos Jesucristo o más específicamente, Dios Hijo, o Hijo de Dios. A Número Tres (Espíritu Santo) se le puede llamar Dios con el significado “c”, un tipo de ser. También con el significado “b”, porque creó el cuerpo de Cristo en el Vientre de la Virgen María. Pero no se le puede llamar Dios con los significados “d” y “e”.

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No fue por error, que Pablo en Col 1:15 llama al Señor, el “Primogénito de toda Criatura”. No pretendamos saber más que Cristo y que Pablo. No pretendamos abrazarnos a tradiciones y dogmas que no tienen base en la Biblia. Si Cristo personalmente se llama a sí mismo diáfanamente “el Principio de la Creación de Dios” no vamos a inventar hipótesis, cuentos de hadas y dogmas sin base bíblica, que desmientan lo que él dice, o lo “mejore”. Si Pablo dice al respecto lo mismo que Jesucristo, no anulemos la verdad revelada en honor a humanas tradiciones dogmáticas.

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“12 Dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la suerte de los santos en luz, 13 que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de Su amado Hijo; 14 en el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados; 15 el cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura.” (Col 1: 12-15)

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Fíjense en que cuando se habla de Cristo como de una criatura (divina claro está), se le llama primogénito, es decir el primero; pero cuando se habla de él como de Hijo de Dios, se le llama unigénito, es decir, el único. Si Dios no hubiera creado a Cristo, Pablo no le llamaría a éste el “Primogénito de Toda Criatura”. Le llama así porque fue creado y porque fue el primero en ser creado. Dios creó a Cristo igual a Sí mismo, o sea, lo creó un ser divino. Por eso Jesucristo es divino, porque Dios lo hizo igual a Él. A Cristo no se le puede decir propiamente, “el primogénito de los humanos”, porque ni es humano

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ni fue el primer humano creado. No se le puede decir el primogénito de los ángeles, porque él no es un ser tipo ángel. Sin embargo, Pablo, que sabía del tema más que nosotros, le llama “criatura”, o sea, un ser que fue creado por otro Superior: por el Supremo. Si Pablo le llama “criatura” es porque es una criatura, no hay vuelta que darle al asunto. Lo que le sucede a muchos que rechazan esta idea sin analizarla, es que creen que el calificativo de “criatura de Dios”, menoscaba la personalidad de Jesucristo. No es cierto; lo que menoscabaría al Señor es rebajarle su tipo de ser; decir que no es un ser divino, sino que es un ser humano, o un ser angelical, u otro tipo de ser, pero no el decir que es un ser igual que Dios, exactamente igual, en todo, al que lo creó. Otra cosa que confunde a muchos es la definición que se han hecho a sí mismos de lo que significa la palabra “Dios”, y de las características que le definen. Hay quien piensa que Dios no puede crear otro ser igual que Él. Le ponen límite a Dios, sin base bíblica ni lógica, y de ahí en adelante como que definen a Dios a su antojo, se hallan bloqueados para el razonamiento. Hay quien piensa que si Dios creara otro ser exactamente igual a Él, ese ser creado no puede ser divino, por cuanto fue creado. No comprenden que si Dios lo creó igual a Él, es igual Él, y... punto. En lo único que no es igual es en su “edad”. Usar ese ilógico argumento para impugnar lo dicho sería como decir que el hijo varón de un ser humano no es el mismo tipo de ser que su padre porque no tienen la misma edad. O sería como decir que por no tener el mismo origen, Adam y Abel no son el mismo tipo de ser.

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Yo, basado en la Biblia, digo que Cristo fue creado por Dios. ¿Basados en que lugar de la Biblia dicen lo contrario los que impugnan esta tesis? ¿Basados en qué razonamientos lo hacen? ¿Son las premisas en que basan ellos esos razonamientos, bíblicamente ciertas o ampliamente probadas en la vida secular? Lo aseguran simplemente porque así se lo ha troquelado en sus mentes la tradición. Si alguien tiene algún buen argumento contrario a esta tesis, que yo no haya considerado en este escrito, y por lo cual me halle confundido, que me lo exponga con la misma claridad con que yo trato de exponer los míos a favor. Pero no me traigan sentimientos, supuestas “revelaciones” personales, tradiciones, dogmas, miedos a analizar, etc.. Los argumentos bíblicos son bienvenidos. En ausencia de éstos, acepto razonamientos lógicos cuya base sea la Biblia o verdades seculares ampliamente probadas. A mí no me da miedo ni vergüenza cambiar de opinión, porque cuando lo hago, es porque creo que he encontrado la verdad, o una mayor parte de la verdad, si ésta no es completa. Dios no castiga ni abandona a nadie que proceda en esta forma, con toda sinceridad, y sin ocultar conveniencias o pasiones personales tras su actitud. *

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>Cristo hace lo que viere hacer al Padre y éste le da potestad a Su Hijo Son muchos los que tienen un errado concepto de la Trinidad y piensan que Cristo siempre existió al igual que el Padre Dios. Muchos de los que así piensan creen que admitir otra cosa es quitarle a

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Cristo su divinidad, hacerlo diferente a Dios, o rebajarle su dignidad. No hay tal cosa. Hay pasajes de los que se puede sacar en consecuencia que Cristo fue creado por Dios, haciéndole un ser igual a Sí mismo, o sea, haciéndolo un ser divino. En este pasaje podemos ver que es el mismo Cristo el que con su enseñanza nos hace ver cómo son las cosas. Veamos.

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“Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre; porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente.” (Jn 5:19)

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El versículo 19 nos muestra que Jesús dice: “no puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre.” Sin embargo, no se puede decir lo mismo al revés. Si Jesús aprendió de Dios, es señal de que Éste existió primero. En el versículo 26 nos dice que el Padre tiene vida en sí mismo y que esa misma potestad dio al hijo; por consiguiente, es evidente que uno la tuvo antes que el otro, por lo tanto no pueden haber sido lo mismo eternamente. Uno tiene que haber existido antes que el otro. Uno tiene que haber tenido las facultades divinas cuando el otro no existía aún. Luego que fue creado las tuvo, porque Cristo es absolutamente igual a Dios, puesto que así quiso Dios que fuera.

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“Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así dio también al Hijo que tuviese vida en sí mismo.” (Jn 5: 26)

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En este versículo vemos que el Padre tenía vida en Sí mismo, pero el Hijo tuvo que esperar a que el Padre le diera el que tuviera vida en sí mismo. Otra cosa a razonar es que si Cristo no hubiera tenido origen en el Padre, si siempre hubieran existido conjuntamente, ¿por qué Cristo estaría subordinado al Padre? Serían dos seres iguales en jerarquía. No habría un porqué Cristo fuera obediente al Padre, más bien ambos gobernarían el Universo con la misma autoridad.

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Capítulo 7

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Quién fue el que resucitó a Cristo

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>Dios fue el que resucitó a Cristo, no fue Cristo quien se resucitó a sí mismo Otra confusión que ha salido de la errada hipótesis del concepto tradicional de la Trinidad, es la de que Cristo se resucitó a sí mismo. Para decir tal disparate se basan en la distorsión de Jn 10:17-18.

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“17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, mas yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.” (Jn 10:17-18)

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Es verdad que el que lea este pasaje solamente puede confundirse, pero si lee toda la Biblia no se confundirá, porque muchas otras veces dice que quien resucitó a Jesucristo fue Dios Padre. En realidad en la primera oración el Señor no está diciendo que él se va a resucitar a sí mismo, sino que dice que va a volver a tomar su vida, después de haberla puesto. Esto puede querer decir que la va a tomar de nuevo, porque Dios se la va a dar, dado que él está sin pecado, o porque él mismo la va a tomar. Algo semejante ocurre con la tercera oración, puede entenderse de una manera o de otra. Aunque Cristo por sus propios méritos recibió la absolución y la resurrección, no fue él el que se resucitó a sí mismo, sino que tal cosa la hizo Dios. Si nos guiamos por lo que los apóstoles conocían, tendremos que llegar al la conclusión de que fue Dios Padre el que resucitó a su Hijo Jesucristo, como veremos más adelante en los 21 pasajes que así lo testifican. Son muchos los errores y herejías que se infiltran en el cristianismo, porque algún jerarca religioso lee un pasaje aislado, saca una conclusión errada, y se la contagia a todos los que están en su secta. O si no, funda una nueva secta poniendo un énfasis exagerado en esa supuesta nueva “verdad” que él haya fabricado, a fin de arrastrar discípulos tras sí y poder así sentar más donantes y diezmadores en los bancos de su nueva “iglesia”. Veamos los 21 pasajes que nos demuestran que fue Dios quien resucito a Cristo.

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“Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible ser detenido de ella.” ( Hch 2: 24 )

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“A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.” ( Hch 2: 32 )

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“Y matasteis al Autor de la vida, al cual Dios ha resucitado de los muertos; de lo que nosotros somos testigos.” (Hch 3: 15)

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“A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, le envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.” (Hch 3: 26)

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“Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y Dios le resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.” (Hch 4: 10)

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“El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, al cual vosotros matasteis colgándole de un madero.” (Hch 5: 30)

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“A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que apareciese manifiesto” (Hch 10: 40)

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“Mas Dios le levantó de los muertos.” (Hch 13: 30)

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“La cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como también en el salmo segundo está escrito: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. Y que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, así lo dijo: Os daré las

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misericordias fieles de David.” (Hch 13: 33-34)

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“Empero Dios, habiendo disimulado los tiempos de esta ignorancia, ahora denuncia a todos los hombres en todos los lugares que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al mundo con justicia, por aquel varón al cual determinó; dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” (Hch 17: 30-31)

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“Sino también por nosotros, a quienes será imputado, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús Señor nuestro” (Ro 4: 24)

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“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Cristo Jesús de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” ( Ro 8: 11 )

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“Y Dios que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.” (I Co 6: 14)

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“Y aun somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él haya levantado a Cristo; al cual no levantó, si en verdad los muertos no resucitan.” (I Co 15: 15)

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“Estando ciertos que el que levantó al Señor Jesús, a nosotros también nos levantará por

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Jesús, y nos pondrá con vosotros.” ( II Co 4: 14)

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“Pablo, apóstol, no de los hombres ni por hombre, mas por Jesucristo y por Dios el Padre, que lo resucitó de los muertos” (Ga 1: 1)

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“La cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole a Su diestra en los Cielos” (Efe 1: 20)

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“Sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual también resucitasteis con él, por la fe de la operación de Dios que le levantó de los muertos.” (Col 2: 12)

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“Y esperar a su Hijo de los Cielos, al cual resucitó de los muertos; a Jesús, el cual nos libró de la ira que ha de venir.” (I Tes 1: 10)

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“Y el Dios de paz que sacó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del testamento eterno” (Heb 13: 20)

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“Que por él creéis a Dios, el cual le resucitó de los muertos, y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sea en Dios.” (I P 1: 21)

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Como vemos, en 21 pasajes diferentes se testifica sin lugar a dudas que fue Dios el que resucitó a Jesucristo. Aunque es verdad que el pasaje de Juan puede hacer dudar, es lógico pensar que nuestros

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hermanos los apóstoles sabían mejor que nosotros qué era lo que Jesús había querido decir con ese pasaje, y qué era lo que en verdad había ocurrido en el asunto de la resurrección de Nuestro Señor. Creo pues sensato creer lo que dicen los apóstoles en 21 ocasiones. No alcanzo a comprender por qué algunos dicen que Cristo se resucitó él mismo. No alcanzo a comprender por qué en muchas doctrinas bíblicas hay quienes se aferran fieramente a un pasaje aislado y no quieren creer lo que dice el resto de la Biblia. A muchos les sucede algo parecido con la resurrección de Cristo.

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