Trompeta Evangelizadora
EL MURO
Noviembre 2014
Contenido
EL MURO
Unidad en Alemania
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El acontecimiento histórico hace 25 años tuvo un gran efecto para toda una nación. Del mismo modo, deben caer todos los muros entre los hijos de Dios.
18 Obstáculos auto-producidos
A menudo, las cosas serían mucho más fáciles si no las haríamos complicadas. Enseñanzas bíblicas
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Los muros de Jericó
11 La unidad de los creyentes
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Con mi Dios sobre los muros
14 Me he arriesgado
Algunas cosas en la vida parecen ser un obstáculo insuperable para nosotros. Y realmente tenemos muy poca influencia en muchas circunstancias. Pero nuestro Dios tiene el poder en revertir la situación. Mensaje radial
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Lo que mueve al corazón
Grietas en la mampostería Las grietas y hendiduras en un edificio hablan por sí mismos. ¿Qué demostraría en el sentido espiritual?
Muros de Protección
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Tiempo y eternidad
17 ¡Casi en el hogar! El mundo no es nuestro hogar 26 La brevedad de la vida
El correr de los año nos enseña la verdad, que el tiempo pasa muy rápido y nuestra vida es muy corta. Parece que acaba de empezar - y sin embargo, ya está a punto de terminar.
Editorial ¡Estimado lector! Al mirar retrospectivamente en estas semanas la caída del muro de Berlín, que aconteció hace 25 años, estamos alegres y agradecidos, que este producto de la guerra fría fue eliminado. Yo tenía parientes en el este y también en el oeste de Berlín. En julio de 1989, en nuestro viaje a Alemania, estábamos parados, mi esposa, yo y mis hijos, en la cola de kilómetros de largo de autos para el control en la frontera. ¿Quién se hubiera imaginado, que en pocos meses este impedimento, el muro de separación, se habría derrumbado y quitado sin guerra?
Página juvenil
12 La inmutabilidad de Dios 13 Pregunta y respuesta Página infantil
15 El “Muro de Dios” Semana de oración 2015
24 Temas de oración Enero 2015 27 Pie de imprenta Poesía
28 Nada
Por lo cual nos dejamos estimular en esta edición con el actual tema, publicar algunos artículos acerca de diversas escrituras en la Palabra de Dios. ¿Cuál es el propósito de un muro? Yo mismo he tenido la siguiente experiencia: Cuando fuimos invadidos el 21 de Enero de 1945 en mi ciudad natal por soldados rusos, mi madre, mi abuela, mi hermana y yo hemos buscado refugio con otras familias en un sótano de la ciudad detrás de un muro. Después de tres días fuimos liberados y pudimos huir. Por lo tanto, el propósito de un muro puede tener un significado tanto positivo como negativo. Así también la palabra de Dios nos muestra los diferentes lados de un muro. En el tiempo de Josué, los muros de Jericó debían impedir el acceso al pueblo de Dios. Después de la cautividad en Babilonia, Esdras y Nehemías vinieron a Jerusalén a edificar los muros, para tener una ciudad refugiada de los enemigos, donde construir el templo para poder celebrar nuevamente el servicio a Dios. Pero Dios busca también a siervos y siervas, que le sirvan de corazón, utilizando el cuerpo y alma para ser fuertes como un muro contra la impiedad, la decadencia y el error. Por lo tanto, estimado lector, Dios busca aún hoy héroes en sus filas. ¿No quieren ser también un luchador y estar como un firme muro en defensa de la verdad? H. D. Nimz
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Unidad en Alemania Estuvo 28 años, 2 meses y 27 días - y, gracias a Dios, es historia. Una historia alemana. El 15 de junio de 1961, Walter Ulbricht, Presidente del Consejo de Estado de la RDA (República Democrática Alemana), dijo en una entrevista: “Nadie tiene la intención de construir un muro.” En realidad, la decisión se tomó el 2 de Agosto de 1961 en una reunión en Moscú. En la noche del 12 al 13 de Agosto se comenzó con la construcción del muro de Berlín, que debía ser un límite mortal por todo el país y cerrar por completo a Berlín. Cuando fue levantado el muro, yo recién había aprendido a caminar. Los padres y hermanos de mi padre vivían en la RDA y así crecí en una Alemania dividida. Experimenté los estrictos controles limítrofes, el casi insuperable límite con la franja de la muerte, francotiradores y minas antipersonas. Una y otra vez me parecía una visita a la cárcel. Tantas cosas estaban prohibidas en aquel tiempo en la RDA. Muchas cosas eran peligrosas, y no todo podía decirse. Y luego la gran falta de muchos elementos cotidianos, que para nosotros en el oeste eran normales. En extrema contraposición, la imagen que la propaganda comunista quería dar. El regreso al oeste era también un regresar a la libertad. Y aún así nos habíamos acostumbrado a esta división como a una realidad. Aceptar la división era normal. No puedo recordar haber escuchado por parte de los políticos o en los medios, reclamos por un levantamiento de la división. Más bien, mensajes aislados de políticos mayores me parecían como una protesta sin sentido contra la realidad. Indicadores de un fin de esta época se mostraron recién cuando en Agosto de 1980, trabajadores hicieron paro sobre un astillero de Gdańsk. En aquél entonces seguíamos con gran expectación la lucha por la libertad en Polonia. Tardó varios años y llevó, luego de las
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negociaciones en la „Mesa Redonda“ en Febrero de 1989, a las elecciones democráticas en Polonia. Y entonces escuchamos de los cambios en la Unión Soviética, desde que en 1985, Mijaíl Gorbachov fue Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética. Era un tiempo vertiginoso. En septiembre de 1989 comenzaron en una iglesia de Leipzig, las oraciones de los Lunes y las demostraciones de los Lunes, eventos masivos no organizados, que gradualmente tuvieron lugar en muchas ciudades de la RDA. La lucha de las personas por la libertad, que primero exclamaban una y otra vez: “¡Nosotros somos el pueblo!” - y más tarde “¡Nosotros somos un pueblo!” En octubre, las olas golpeaban cada vez más fuertes. El miedo ante una represión violenta crecía cada vez más. Y de pronto - todavía completamente inesperada - en la noche del 9 de noviembre de 1989, vino la noticia: “¡La frontera está abierta!” Son difíciles de describir, los sentimientos que nos conmovieron al día siguiente camino al trabajo. Y nos encontramos con los Trabbis (automóviles de la RDA) con las personas felices, a las cuáles les parecía como un sueño. ¿Pero quién abrió aquí las puertas y portones? ¿Fue Gorbachov o el gobierno de la RDA? ¿Fueron las pacíficas personas manifestantes en la RDA? ¿Qué puso un fin sorpresivo a toda una época, en la cual el sistema transnacional del comunismo trajo opresión y división a las personas? ¿Quién quebró su poder dominante? También aquí se volvió evidente la palabra profética: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4,6) y Salmos 33,10: “Jehová hace nulo el consejo de las naciones, y frustra las maquinaciones de los pueblos”. Pero los hechos históricos nos ofrecen también una
notable imagen para desarrollos en el área espiritual. El muro fue puesto intencionalmente en medio del pueblo alemán. No eran las personas, que aquí no querían convivir ni estar más relacionados. El muro fue construido por los dirigentes, que separaron despiadadamente hermanos entre sí, que hicieron levantar la pared en medio de ciudades y pueblos. Así también enseña la historia de la iglesia y el pasado cercano, que fueron una y otra vez los dirigentes y responsables, los cuales levantaron paredes de separación. Allí, donde el Señor no puso límites a la iglesia. Ya Pablo preguntó: “¿Acaso está dividido Cristo?” (1. Corintios 1,13). Y dice: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (Verso 10). Con frecuencia, personas lucharon por la verdad con buenas intenciones y no notaron que querían ganar una batalla espritual con armas carnales (2. Corintios 10,3-5). El entendimiento propio fue tomado como medida para la espiritualidad de otro. Pablo ya sabía que nuestro conocimiento y entendimiento es siempre muy limitado y parcial (1. Corintios 13,8-9). La única medida es la palabra de Dios. Jesús prohíbe el juzgar arrogantemente (Mateo 7,1-5), y Pablo da el valioso consejo de que cada uno debe considerarse a sí mismo (Gálatas 6,1-5). La Palabra enseña, que infinitamente importante es un corazón lleno de humildad y gracia, una actitud mansa, con bondad y amor. Esta actitud de Jesús, que sana a los enfermos y los corazones rotos, deja sanar heridas profundas y permite que hermanos se reencuentren. Por ello también murió Cristo, para quitar mediante su muerte en la cruz el límite, la pared de división, el cerco (Efesios 2,14-18). Él oró por la unidad de los hijos de
Dios (Juan 17,20-23). Ésta es su voluntad - y para nosotros mandamiento. Que magnífica es la unión y la comunión de los hijos de Dios. Si ya una nación profundamente conmovida, con lágrimas en los ojos, toma en sus brazos unos a otros, cuánto más agradecerán a Dios, llenos de alegría y agradecimiento, los separados hijos de Dios por la unidad entre los santos. Acaso no cantamos aún todavía la canción del fundamento de la iglesia: “La voz de Dios llama nuevamente a la unidad, que paredes de separación caigan. Alabad a Dios en el Santuario” (de C. W. Naylor). Así pudimos experimentar nosotros también en Alemania, cómo Dios conduce a sus hijos a la comunión. Hace aún pocos años, separados por tristes acontecimientos, podemos hoy servir a Dios nuevamente en unidad con muchos hijos de Dios. Similiar a los acontecimientos en el área política, pudimos experimentar que Dios mismo obró estos avances. Él guía el corazón de las personas como a corrientes de agua. Él oye a los hijos de Dios, que claman a él día y noche. Él prometió no tardar, sino enviar pronto una salvación. Por ello, no nos cansemos de continuar orando también por la unidad del pueblo de Dios. Jamás deberíamos caer ante la propaganda del enemigo y tomar la separación de los hijos de Dios como algo normal, lógico o incluso deseado por Dios. Nuestro Señor espera más bien, que nosotros también hagamos nuestra parte, para promover la unidad - y no estorbarla. Digamos con más frecuencia como José: “Busco a mis hermanos” (Génesis 37,16). Aun si ya fuiste decepcionado con frecuencia, no olvides nunca: son tus hermanos. Y finalmente caminaremos, como José, mediante la gracia de Dios, en amor y armonía por los caminos de Dios. Dios nos lo permita. Hermann Vogt, Gifhorn (DE)
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Los Muros de Jericó “Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días” (Hebreos 11,30) La caída de los muros de Jericó es sin duda, conocida por muchos, desde la escuela dominical. Este acontecimiento promueve nuestra fe en Dios y su poder. Dios mostró a Moisés la tierra donde Israel habitaría en el futuro (Deuteronomio 34) y Moisés vio Jericó, la ciudad de las palmeras. Israel logró atravesar con los pies secos el Jordán, por un milagro de Dios. Jericó era la primera ciudad que debían conquistar. Con excavaciones se han descubierto partes de la muralla de la ciudad y del muro de nueve metro de altura, que rodeaba a la ciudad. Con esto, Jericó era una ciudad fuertemente segura y difícil de conquistar. Dios había prometido al pueblo la tierra de Canaán. Debían poseer la tierra, pero Dios nunca dijo que sería sin luchas. Israel luchó y conquistó. El que quiere seguir adelante en la vida espiritual, también debe luchar y triunfar. “Pero gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria en Cristo” escribió Pablo a los corintios. Que este artículo sea de ayuda para pelear la buena batalla con fe y alegría. Quien con fe prosigue hacia delante, siempre tendrá gozo por su victoria. Josué envió a dos espías a reconocer Jericó. Ambos espías dieron informes de la ciudad. También informaron del desaliento y el miedo de los ciudadanos de Jericó. Los pueblos paganos sabían: ¡Dios está con Israel! Mi pregunta a cada lector: ¿Ven las personas a tu alrededor que Dios está contigo? Hermanos, nuestros vecinos deben ver que Dios está con nosotros. El que es un poco religioso y un poco mundano, ¡no puede
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dar un testimonio claro de que es hijo de Dios! Aquí no se puede ver claramente que Dios esté con tal persona. Josué llevó la responsabilidad del pueblo, para él era el primer desafío y la primera batalla con los pueblos enemigos y paganos. Antes tenía Moisés la responsabilidad y Josué era su fiel servidor. En este contexto veremos algunos versículos de Josué 6, y comenzamos con el versículo 1: “Y Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía”. Ante tales situaciones a menudo nos encontramos en la vida. El camino a seguir está totalmente cerrado para nosotros y nos preguntamos “¿Cómo seguirá esto?” En estas circunstancias, los hijos de Dios a menudo experimentan la mejor ayuda de Dios y puede ver grandes maravillas. Acá recordamos a Pedro. Él dormía en la cárcel entre dos guardias y atado con cadenas. La guardia estaba delante de la puerta. Todo parecía seguro y sellado. Pero Dios abrió las cadenas y las puestas, y Pedro salió de la cárcel tan asegurada. ¿Cuál fue la causa de la liberación? La respuesta es: “¡Pero la iglesia oraba sin cesar por él a Dios!” Esta llamada persistente de la iglesia a Dios causó la milagrosa libertad de Pedro. Ante Dios los mejores muros de prisión no tienen significado. La fe de los oradores rompió las cadenas y superó los muros. David dicen en el salmo 18,29: “Contigo desbaraté ejércitos y con mi Dios asaltaré muros.” Solos no somos capaces de saltar altos muros - pero sí con Dios.
Muchos pueden testificar que Dios abre caminos cerrados con su poder y omnipotencia. Entonces no podemos hacer otra cosa que ir a casa a arrodillarnos y dar gracias a Dios de todo corazón. A continuación leemos en Josué 6,2: “Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra.” Josué no decidió sólo y de forma independiente. No corrió y actuó por su cuenta, sino que esperó la guía y la instrucción de Dios. Y con la instrucción, Dios también le dio la promesa de victoria. Josué podría resaltar acá su liderazgo. Pero siguió siendo humilde ante Dios. Era consciente de su dependencia de Dios. Luego en los versículos cuatro y cinco, Dios da instrucciones. El ejército debía marchar una vez alrededor de la ciudad durante seis días. Luego siete sacerdotes debían llevar siete trompetas y tocar las bocinas y el séptimo día debían dar siete vueltas alrededor de la ciudad. Así marcharon el séptimo día, cuatro veces, cinco veces, seis veces alrededor de la ciudad y los muros quedaron firmes. Pero la séptima vez se escuchó el sonido de las trompetas y los gritos, los muros cayeron sobre sí. Algunos piensan que el sonido de las trompetas y los gritos los hicieron caer. Pero la palabra de Dios no enseña esto, sino que dice: “Por la fe cayeron los muros.” Si los muros hubiesen caído por otros medios, estaría explícito en la Biblia. La omnipotencia de Dios derribó los muros y los israelitas conquistaron la ciudad sin baluarte y sin bombardeos. Dios lo ha hecho. Una palabra de su boca fue suficiente para hacerlo. El capitán dijo a Cristo: “Di solamente una palabra y mi criado quedará sano.” Una palabra de la boca de Dios puede cambiar todo. Josué tenía una fe firme en la omnipotente palabra de Dios y todo el pueblo actuó de acuerdo al mandamiento de Dios por fe. Se creía y confiaba plenamente en la palabra de Dios. También hoy necesitamos esa firme fe. Mientras marcharon alrededor de la ciudad, los muros estaban tan firmes como siempre. Sin embargo, la fe ya veía los muros caídos y la victoria sobre la ciudad. Dios exigía obediencia total del pueblo de Israel. Si hubiesen ido solamente seis veces alrededor de la ciudad, no pasaría nada. Josué no fue ni más, ni menos alrededor de la ciudad, sino exactamente como Dios le ha ordenado. Tampoco tomó más ni menos sacerdotes para que soplaran las trompetas. Como siervo de Moisés había aprendido a obedecer al Señor correctamente. Esta obediencia exacta amenaza con perderse más y más actualmente, y con ella las
maravillosas experiencias de fe. Dios espera el cumplimento estricto de sus instrucciones. Tenemos numerosas instrucciones bíblicas, especialmente en el nuevo testamento. ¿Son cumplidas siempre exactamente por todos los que profesan ser cristianos? No. Se busca eludir estas instrucciones y justificar las acciones con excusas. Si no se obedece la palabra de Dios, entonces él tampoco nos puede ayudar como en el caso de los muros de Jericó. Querido lector, tal vez también en tu vida hay uno u otro muro invencible, y te preguntas: ¿Por qué así? Y en el fondo de tu corazón sabes exactamente de la desobediencia ante la palabra de Dios. A lo mejor no te has bautizado todavía, o no das el diezmo como corresponde. Tal vez hoy otras cosas en tu vida en primer lugar y no Cristo. Sé obediente a las instrucciones de Dios y él te ayudará. ¿Quién de los residentes de la ciudad de Jericó, habría pensado que ese alto y fuerte muro caería de repente? Pero la fe del pueblo de Israel provocó esto. En algunos casos, los no redimidos se preguntaban: “¿Cómo puede ser posible que esto haya llegado?” Y nosotros como hijos de nuestro Padre Celestial podemos testificar: “¡Dios lo ha hecho!” En muchas situaciones somos impotentes, pero Dios es todopoderoso. Con saberlo es suficiente. Hubo situaciones que eran como un muro delante de mí. Una vez perdí un juego de llaves y oré fervientemente a Dios, después de unos días pedí a mi hijo, que estaba en la escuela primaria, que preguntara a las maestras si no les fue entregado un juego de llaves. Así fue, y yo recibí mis llaves. Entonces con profunda gratitud di a Dios la honra. Después de culminar la especialidad, mi hija estuvo solo pocos días sin trabajo y rápidamente consiguió un trabajo, conté esto a mi vecina y ella dijo: “tuvo suerte.” Con alegría pude dar testimonio que Dios le había ayudado. Otros muros fueron superados por la fe de muchos hijos de Dios, tales como enfermedades; en la familia o la iglesia; preguntas relacionadas con la crianza de los hijos; nuestra incapacidad de resolver un problema; la pregunta por el cónyuge correcto; el ritmo de la vida cotidiana, etc. Todos estos son muros que caen por medio de la fe. Si, los muros de Jericó cayeron por la fe, pero en ella estaba la completa obediencia a la palabra de Dios y la predisposición para la lucha. Cualquiera sea el muro que está delante de ti, - ¡no te desanimes! Dios ha prometido darnos la victoria siempre. Herbert Kowalski, Hamm (DE)
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EL MURO
Con mi Dios sobre los muros David lo comprobó y experimentó en muchas situaciones difíciles: Dios, con su ayuda todopoderosa, siempre está cerca y dispuesto a intervenir en nuestra . vida.
A veces estamos parados frente a obstáculos que se levantan como muros ante nosotros. Muros que están como barricadas delante nuestro y bloquean el camino previsto. Muros que nos encierran y no vemos la salida. – Muros que caen sobre nosotros y amenazan con aplastarnos. Entonces muchas personas se sienten derrotadas. Están en el suelo, se quejan y lloran, desfallecen por su desesperante situación. David, que tuvo que lidiar con varios muros durante su vida, nos ofrece un buen ejemplo de lo que podemos hacer en tales situaciones. Él se volvió a Dios, y su Dios lo ayudó a sortear los diversos obstáculos. Él pudo testificar: “Y con mi Dios asaltaré muros” (Salmos 18,29). El Dios de David también es nuestro Dios. Él es inmutable, sus fuertes brazos no se volvieron débiles. También puede ayudarte a pasar sobre los diversos muros de la vida. I. “Con mi Dios…” David habla de un Dios muy personal. Él lo conoció personalmente. Tuvo experiencias con Él. Ya en su juventud como pastor de ovejas, mató con la ayuda de Dios un oso y un león. (1.Samuel 17,34). En la fuerza de Dios derribó al gigante Goliat. Dios perdonó sus pecados, que se levantaban como muros entre él y Dios, cuando tomó a la mujer de Urías y luego hizo desaparecer al mismo Urías. David podía mirar retrospectivamente con gratitud, dado que Dios lo había ayudado ante sus enemigos que amenazaban con aplastarle como pared desplomada, como cerca
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derribada (Salmo 62,3). Como un venado que huye de los perros de caza, así huyó de Saúl y su ejército por el desierto y la montaña. Cuando parecía que ya estaba cercado, Dios lo ayudaba a pasar por el muro de sus enemigos. Tú puedes tener este Dios personal en tu vida. Si llegaras a conocerlo en este tiempo de salvación a través de Jesucristo, Él te ayudará. Entonces podrás decir como David: “Con mi Dios puedo saltar muros.” II. ¿Sobre qué muros nos quiere ayudar Dios? 1. Ahí está el muro del pecado. Éste forma una barrera entre Dios y las personas no salvas. Esto ratifica el profeta Isaías: “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios” (59,2). El muro del pecado es un muro que nadie puede traspasar por sus propios medios. David relata del “pozo de desesperación” en el que se encontraba. Sus paredes son demasiado altas como para salir solos. Además el pecador se encuentra con ambos pies en el fango del pecado. El hombre necesita ayuda de lo alto. Esta ayuda nos ofrece Jesucristo. El vino del cielo a esta tierra para sacarnos del foso del pecado. Querido lector: ¿Aún te rodean los muros del pecado? Cristo puede levantarte. 2. Tal vez se ha formado un muro entre ti y tu hermano en el Señor. Lo ha causado un pequeño incidente. Pasan los años pero no mejora, y tú percibes evidentemente esa pared entre ustedes.
¿Quieres pasar así a la eternidad? No, repite con David: “Con mi Dios asaltaré muros.” Daré el primer paso y Dios ayudará. 3. Los muros de las tentaciones pueden mostrarse en el camino de tu vida. El enemigo pone a cada hijo de Dios ese obstáculo para detenerlo del camino de la felicidad eterna. A menudo sufrimos un obstáculo tras otro. Así también fue con Jesús. Ya al principio de su carrera pública tuvo que pasar por tres tentaciones (Mateo 4,1-11), Satanás no pudo hacer caer a Jesús por el muro de la tentación. El venció apoyándose en la palabra de Dios. Así que ¡hazlo tú también! Piensa especialmente en las palabras de consuelo de Hebreos 2,18: “Pues en cuanto El mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” ¡Su victoria es nuestra victoria! 4 .El muro de la preocupación se eleva temporalmente ante nosotros y quiere detenernos del camino de la vida. Tuviste que endeudarte al comprar una casa. Ahora llegan los espíritus de la preocupación. Te preguntas: “¿podré realizar los pagos? ¿Qué sucederá si pierdo el trabajo, o me enfermo?” Satanás quiere enredarnos con preocupaciones terrenales. Pensemos un momento en la imagen que nos representa Bunyan en su libro “El peregrino”, allí hay un hombre en un penumbroso cuarto, inclinado sobre su rastrillo mientras junta todo tipo de desechos sin valor y las pone en una bolsa. El no tiene tiempo de mirar hacia arriba donde hay un ángel que quiere cambiar su rastrillo por una corona de oro. O pensemos en el ejemplo de Jesús sobre el granjero rico (Lucas 12,15-21), éste se preocupa en la vida solo por lo terrenal, esta era su única preocupación mientras su alma moría. “Necio” le dijo Dios, “esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?” Actualmente, para Dios, también es necio quien vive solo para lo temporal y el bienestar físico y no se prepara para la eternidad. ¿Estás envuelto en cosas terrenales y te rodean los muros de la preocupación? ¡Reconoce tu necesidad! ¡Busca la ayuda de Dios! Empieza a buscar primero el reino de Dios y todo lo demás te será añadido (Mateos 6,33). 5. A veces, el trabajo pendiente se levantan como muro delante nuestro. Para una ama de casa con muchos niños, podrá ser un montón de trastos que necesitan ser lavados, o una montaña de ropa sucia.
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El hombre también en algún momento podrá sentirse envuelto por un muro de trabajo inconcluso. ¡Pero no te rindas! Como el día, así la fuerza. Para las tareas pequeñas como para las grandes podemos solicitar la fuerza y la sabiduría necesaria. 6. Algunas personas solitarias, sienten muy fuerte el muro de la soledad. Aunque se encuentren relativamente saludable, sucede que si durante días no ven a nadie pareciera que nadie los quiere visitar, que nadie se preocupa por ellos. Comienzan a pensar y a auto compadecerse. Eso no es bueno. ¡Sal de las cuatro paredes de tu hogar! ¡Has una visita! ¡Intenta alegrar a alguien! ¡Invita a alguien! No necesitas sentirte amurallado por las cuatro paredes. Exclama con David: “Con mi Dios asaltaré muros” 7. Es más difícil cuando enfrentamos una enfermedad o discapacidad. Pero incluso entonces podemos superar los muros de obstrucción en espíritu. El hermano Otto Sommerfeld, durante años, editor de la Trompeta Evangelizadora, tenía una esposa parapléjica. Algunas personas en esa situación podrían volverse amargadas, gruñonas y abatidas – pero no fue el caso de la hermana Sommmerfeld. Dios le dio poder para mirar más allá de los muros de la discapacidad. Algo similar vivó el hermano Charles Naylor, autor del libro “El secreto de un corazón alegre”, después de trabajar 13 años como pastor, tuvo una lesión que lo paralizó. Un muro apareció repentinamente en su camino. Yo creo que Dios lo puso ahí. ¿Quién sabe si de otro modo hubiera sido de tanta bendición? ¡Cuánta bendición son aún hoy sus artículos y poesías a muchas de las cuales se les puso música! Dios le ayudó a superar la barrera de la discapacidad. Cualquiera sea el muro de obstáculo que se presente en tu vida, di: “Con mi Dios asaltaré los muros.” III. ¿Cómo nos ayuda Dios a superar los diversos muros? 1. No siempre Dios nos quita los muros (obstáculos) David no pide a Dios que aleje los muros, sino que lo alaba por ayudarle a superarlos. Esto también es nuestra experiencia, a menudo el muro sigue estando
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pero Dios nos da fuerzas y alegría para superarlos. No necesitamos desmayar. 2. Nuestro texto habla de capacidad. Con mi Dios “Puedo saltar muros”, habla de fuerza de voluntad. Quien no lo intenta y permanece acostado ante el muro no podrá superarlo. Tu puedes decir: “Con la ayuda de Dios puedo salir del pozo del pecado. Puedo vencer la tentación. Puedo saltar sobre el muro de las preocupaciones. Puedo y quiero, con la ayuda de Dios a pesar de mi discapacidad o enfermedad ser una bendición, aunque la enfermedad haya tocado mi cuerpo quiero conservar un corazón alegre. 3. El segundo paso es saltar. “Con mi Dios [...] asaltaré”, muchas personas quieren superar el obstáculo del muro. Creen que con la ayuda de Dios lo podrán hacer, pero no saltan. Dios te ayudará a superarlo, pero saltar lo tienes que hacer tú mismo. 4. La fe es la fuerza que te eleva. El predicador John Wesley caminaba con un hombre oprimido por las dificultades. Entonces Wesley vio una vaca que miraba por sobre el muro y preguntó al hombre porque la vaca hacía eso. Como no obtuvo respuesta de su acompañante, Wesley dijo: “La vaca mira por sobre el muro, porque no puede ver a través de él”. Eso es lo que tú debes hacer con el muro de tus dificultades. Debes mirar por encima de ellas. Aunque los muros sean como imponentes montañas, tu fe te ayudará no solamente a mirar por encima, sino también a superarlas. Tu Dios es tan poderoso como tu fe. Cuando nuestros niños eran pequeños, muchas veces los senté sobre el muro (por ejemplo en el zoológico), para que puedan ver mejor. Ellos no dudaban de que su padre los pudiera levantar sobre el muro. Así como un pequeño niño cree que tiene un padre fuerte y confía en sus brazos, así debemos hacer nosotros. De vez en cuando se levantarán muros a nuestro alrededor. Eso es normal. ¿Pero qué hacemos con ellos? No nos dejemos detener por ellos en el camino de la vida; sino que digamos con David: “Con mi Dios asaltaré los muros”. Reinhard Roesler, Toronto (CA)
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La unidad de los creyentes ¿Qué es el “cuerpo de Cristo”? En las lecciones previas hemos basado nuestra visión en la relación del hombre con Dios. Hemos demostrado el plan de salvación y su efecto en las personas. En esta lección, queremos considerar la relación mutua entre los que han aceptado la redención. La experiencia que nos lleva a una relación viva con Dios, también nos lleva a una relación viva mutua. El renacimiento que nos hace hijos de Dios, al mismo tiempo nos hace hermanos y hermanas entre nosotros. Todos los redimidos por la sangre del Cordero, ahora tenemos un Señor a quien servimos. Tenemos una fe, que nos hizo salvos. Tenemos un Dios, que es sobre todos, obra en todos y por medio de su Espíritu habita en todos nosotros. Y eso nos hace un solo cuerpo. En la escritura encontramos varios párrafos con la imagen de un cuerpo para describir la unidad de los creyentes: “Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, todos miembros los unos de los otros” (Romanos 12,5). “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean Judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1. Corintios 12,12-13). “Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4,15-16). La representación de un cuerpo cuya cabeza es Cristo, nos proporciona pictóricamente la íntima relación y unidad de los miembros entre sí y con la cabeza. En el cuerpo humano, la armonía y la interacción de los diversos miembros y órganos no se producen desde afuera. Ella es completamente natural. Y así también es en el cuerpo de Cristo la unidad de los miembros algo natural y normal.
Tal vez te has encontrado con hermanos por primera vez en la vida. Podrían ser de otra parte del mundo, tienen una cultura muy diferente, son significativamente mayores o más jóvenes que tú. Pero luego viene el momento en que entiendes que son hijos de Dios. Entonces experimentas la unidad. Allí está el vínculo. El amor fluye de corazón a corazón. Y sientes como que ya conoces a esa persona desde hace mucho tiempo. Esta es la unidad natural de los fieles. Sin embargo, esta unidad cuenta con un enemigo. Satanás trata de destruir esta unidad por todos los medios. Él trae hermano contra hermano y hermana contra hermana. Se abre una brecha entre los líderes de una iglesia local. Y esto es comprensible. Cuando Jesús oró por la unidad en Juan 17,21 dijo: “[...] que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. La unidad de los creyentes es el fundamento para que el mundo crea que Jesús es el enviado, el Mesías, el Cristo, el Salvador. Y esto, el enemigo quiere destruir. Él ya lo ha hecho en el tiempo de los apóstoles. Y hoy lo puede hacer mejor que antes. Por lo tanto tenemos en la Escritura muchas instrucciones para aferrarnos a la unidad: “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4,3). “Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor” (Filipenses 4,2). “Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa” (Filipenses 2,2). Querido lector, por favor, lee también el pasaje más largo en 1.Corintios 12,12-26. La unidad, el amor mutuo, la paz son los instintos naturales de todos los hijos de Dios. No obstante, todos estamos en peligro de reprimir estos impulsos y dar lugar a la contienda, el desprecio mutuo y la división en nuestros corazones. Y aquí es importante velar y resistir la obra del enemigo. Robert Witt, Gifhorn (DE)
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PÁGINA JUVENIL LA INMUTABILIDAD DE DIOS Toda nuestra vida se ve afectada por los cambios: Ya en los primeros días después del nacimiento de un bebé, los padres se alegran sobre cualquier desarrollo positivo y cambio en su pequeño hijo. Este pequeño ser experimentará constantemente cambios, sin frenos, sin tregua. Apenas los primeros dientes, ya el primer día de clases, crecimiento continuo, luego la pubertad, la adolescencia, la finalización del colegio, la pregunta por una profesión, con el tiempo la boda, la familia propia y los niños, la primera casa propia, ser mayor, hacer carrera, la experiencia cotidiana, disfrutar de la jubilación y, finalmente, la vida ya se ha terminado. Toda nuestra vida se compone de innumerables cambios, por lo que nuestra pequeña mente apenas puede comprender que hay un Dios que es en realidad inmutable. Tal vez también te preguntas, ¿cómo se entiende esto y cómo lo puedo concebir? Intentaré dar una respuesta a estas preguntas. ¿Es Dios realmente inmutable? Imagínate que Dios no fuera inmutable. ¿Cómo podrías entonces apoyarte en Dios? ¿No es exactamente nuestra confianza, que Dios es absolutamente inmutable? Pues solo de este modo sus promesas son sí y amén, e inamovibles. “Porque recta es la palabra de Jehová, y toda su obra es hecha con fidelidad” (Salmos 33,4). La inmutabilidad de Dios significa de principio que Dios no cambia. Él es el mismo hoy, como fue hace mil años. La naturaleza de Dios no cambia, tampoco su amor o sus promesas. Si algo cambia, es mejor, peor, o por lo menos diferente. Pero como Dios es todo, Él no puede ser mejor o más santo. Él no tiene ninguna razón para cambiar, Él es simplemente perfecto. A través del profeta Isaías (capítulo 53) Dios permitió predecir al Mesías y leemos en el Nuevo Testamento que todo aconteció exactamente de acuerdo a la promesa. Si Dios no fuera inmutable, podría cambiar su opinión durante los siglos, y el Mesías tal vez no hubiese venido. Aquí vemos lo que significa para nosotros, que Dios cumple sus promesas. Hay una diferencia vital para nosotros que el Salvador Jesucristo no sólo fue anunciado, sino que en realidad vino, para llevar sobre sí nuestros pecados, de manera que podemos ser redimidos. Así es Dios: Él es y permanece inmutable. En el primer capítulo de la carta de Santiago
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encontramos una pasaje que nos muestra claramente que Dios es inmutable: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1,17). Los hijos de Dios nos aferramos a las promesas de Dios, confiamos en que Él las cumple. ¿De qué nos beneficiarían las promesas como en el Salmo 50,15: “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” si Dios cambiaría constantemente, y no mantendría su promesa? Pero debido a que Él sostiene todo, son precisamente estas palabras de los Salmos un gran estímulo en las horas de opresión, porque podemos poner toda nuestra fe y confianza en estos pasajes bíblicos. Sabemos que Dios es inmutable y lo que Él ha prometido, ¡siempre lo sostiene! Hebreos 13,8 trae al punto: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” Y puesto que Dios es inmutable, podemos poner nuestro dedo en sus promesas y apoyar nuestra vida cotidiana en la Palabra de Dios. Estas son algunas de las promesas: • Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. (Juan 14,13) • El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios. (Salmos 50,23) • Dios dice: Te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. (Génesis 12,2) • Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia; y la fidelidad de Jehová es para siempre. (Salmos 117,2) • Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas. (Joel 2,21) La inmutabilidad de Dios nos da consuelo y seguridad. Dado que sabemos que Dios no cambia, poseemos un ancla que nos sostiene en un mundo cambiante. Si somos arrastrados en diversas direcciones en busca de respuestas, debemos saber que Dios es constante, fiable y leal y nos ayudará si se lo pedimos. Benny Schmitt, Herford (DE)
Preguntas y la búsqueda de respuestas es algo muy natural en la vida de personas jóvenes. Así también en el ámbito espiritual existen muchas preguntas, que mantienen ocupados a los jóvenes actualmente. Preguntas sobre la doctrina y sobre cristianismo práctico. Preguntas, que involucran nuestra época y nuestra generación, que en tiempos anteriores y en generaciones previas no habían surgido. Pero también preguntas, que fueron actuales a través del tiempo. En estas páginas, con la ayuda de Dios queremos dar respuestas a algunas de estas preguntas. Tenemos preguntas que nos fueron dirigidas en conversaciones personales, en reuniones de jóvenes o en eventos con jóvenes (por ej. Días bíblicos juveniles). Igualmente nos alegrará mucho si ustedes nos envían preguntas que los inquietan personalmente a:
[email protected]
PREGUNTA Pablo menciona en 1.Corintios 14 que el hablar en lenguas, en verdad no es importante destacar, sin embargo, dice: “Por tanto, hermanos,... no impidáis el hablar en lenguas” (1.Corintios 14,39). El hablar en lenguas es enumerado entre los dones del Espíritu. ¿Qué era este “hablar en lenguas” y a qué se refiere hoy?
RESPUESTA Si tomamos en cuenta los párrafos en los que se describen el “don de lenguas” y su efecto, y los estudiamos (por ej. en Hechos 2) vemos que era la capacidad de hablar en un idioma que el orador no ha estudiado. O la capacidad de hablar de tal manera que los oyentes de diferentes pueblos entiendan en su propio idioma. Cuando leemos con este entendimiento 1.Corintios 14, son significativas las explicaciones, consejos y advertencias de Pablo. Es un don, que Dios otorgó para llevar el evangelio a pueblos, cuya lengua los apóstoles y ministros de la Iglesia no conocían. Y si alguien que tiene el don, de repente predica u ora durante un culto, en un idioma que ninguno de los asistentes habla y entiende, entonces no sirve para el crecimiento de la iglesia. A menos que haya alguien que traduzca. Yo creo que los dones del Espíritu están disponibles para el pueblo de Dios aún hoy. Y cuando Dios ve
que es necesario, también en nuestros días puede otorgar a las personas el “don de lenguas”. Este don nada tiene que ver con la enseñanza y práctica de otras religiones del " don de lenguas" . Existen diferencias significativas: En 1. Corintios 14,22 leemos: " Asi que, : las . lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profesía, (prédica) no a los incrédulos, sino para los creyentes" . El don de lenguas está dirigido hacia afuera. No para ayudar al creyente, sino para llegar a los incrédulos. El “don de lenguas” de otros movimientos es completamente hacia adentro. Con lo que ningún perdido puede ser alcanzado. Debe ser la conversación del alma con Dios. Así que este " don de lenguas" no es el don de lenguas bíblico. Robert Witt, Gifhorn (DE)
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R EL A T O
Me he arriesgado Todo el día he caminado por las calles de Londres. Luego quería ir a la admirada catedral de San Pablo. En la entrada me detuve involuntariamente. Enormemente grande y lejana esta la cúpula de este imponente edificio. En una gran bóveda de esta catedral de San Pablo, Inglaterra tiene sepultado a los grandes hombres de su reino. Cientos de personas pasan diariamente ante esta lápida sepulcral. Yo también fui con un guía. Aquí estaba sepultado un gran héroe naval inglés. Y allí Wellington, el hombre que esperaba en una gran batalla al comandante Blücher, luego dijo la conocida frase: “Me gustaría que fuera de noche, o que se aproximen los prusianos”. En una placa que se encontraba en el suelo decía: Sir George Williams. ¡Este era un hombre! De joven llegó a la ciudad de Londres, para aprender la profesión de comerciante. Comenzó como un pequeño aprendiz. Su madre le dio esta advertencia para el camino antes de despedirse: “¡No olvides ser fiel a tu Salvador! Y no olvides de llamarlo”. No, esto no quería. Con este propósito entró en los grandes almacenes. En ese entonces, los aprendices y los empleados solteros, vivían y se alimentaban en casa del comerciante. Por la noche, a nuestro pequeño amigo se le asignó un dormitorio grupal. Antes de ir a la cama, se arrodilló a orar. Pero hubo un gran alboroto. Sorprendido, George levantó la vista – de hecho, querían algo de él. En ese momento se encendió una luz. Los otros no podían tolerar que hablara con Dios. “Precisamente ahora”, se dijo a sí mismo. En efecto se
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detuvieron – ya sea debido a su valentía, o en su conciencia, eso no se sabe. Él era un diligente y eficiente comerciante, esto sus burladores y enemigos no lo pueden negar. Ahora supera la ofensa. George ora para sus camaradas. Pronto se acerca uno y ora con él. De pronto lo hacen algunos más. Ahora oran por el comerciante. También él sigue al Señor Jesús. Más tarde el pequeño aprendiz de comerciante funda una asociación, donde jóvenes irán a misionar con otros jóvenes. La casa real británica otorgó a George Williams – el aprendiz de comerciante del país – el título de nobleza y lo sepulta entre los grandes hombres de su reino. George Williams escribió estas palabras sobre su vida: “¡Me he arriesgado!” Sí, pero ¿para qué? ¿Para desafiar al otro? ¿Para ser valiente? ¡No!, ¡Se arriesgó para tomar la bandera de Jesús! ¡Se arriesgó a anular lo pasado! ¡Se arriesgó romper con el pecado! ¡Me he arriesgado seguir al Señor, mi Jesús! ¿No sería una consigna que podríamos escribir sobre nuestras vidas: “¡Me he arriesgado!”? En algún momento también dejarás la casa de tus padres para migrar a una tierra extraña. Tal vez también tu madre te pedirá: “¡No te olvides del Salvador!” Si quieres estar firme en el agitado mar de la vida, es muy valioso hacer algo antes: entregar tu vida a Jesús. Y luego deja que tu palabra sea: “¡Me he arriesgado, a seguir a Jesús mi Señor, en la batalla de la vida!” TE
PÁGINA INFANTIL
El “Muro de Dios” Había guerra. En una casita humilde de un pequeño pueblo, yacía un niño paralítico. Ese pueblo estaba junto a la carretera por la cual los soldados enemigos hacían su retirada. Los habitantes estaban aterrorizados y se preparaban para huir, porque sabían que los soldados no perdonarían a nadie. Los que podían huyeron apresurados. En poco tiempo el pueblo estaba completamente abandonado. En la pequeña casa del niño paralítico no se realizó ningún tipo de preparativos. El enfermo no podía salir de la cama. Su madre, una viuda pobre, no tenía amigos que se preocuparan por ellos. ¿Adónde irían, como podría huir con sus pequeñas niñas y su hijo enfermo? Se había hecho de noche. El joven enfermo estaba muy inquieto. Insistía a su madre que lo abandonara y se pusiera a salvo. Al mismo tiempo, temía que ella lo haga. “Todos los vecinos se han ido”, dijo él, “¡No he oído más a nadie. No es justo que yo te retenga aquí, llévate a las niñas y vete! Todavía no es muy tarde. Yo estoy bien acomodado y nadie hará daño a un niño indefenso.” – La madre contestó: “Todos estamos seguros. Dios no nos abandonará aunque todas las personas lo hicieran.” – “¿Qué nos podrá salvar? Preguntó el niño. “¿Quién nos podrá ayudar contra la brutalidad del enemigo? Yo escuché historias terribles sobre ellos. No parecen personas, sino fieras salvajes. ¿Por qué soy tan débil e indefenso que no puedo ayudar? ¡Sin fuerzas para
defenderte y tampoco huir!” “¡Existe una muralla segura para los desamparados!” contestó la madre. “¡Dios construirá un muro alrededor!” – “Madre, tu eres mi única ayuda!”, dijo el niño. “Agradezco a Dios que no me abandonaste. ¡Soy tan débil, me sostengo en ti! ¡Oh, no me dejes! Creo que puedo oír a los crueles soldados. Somos muy pobres para darles algo, por eso se enojarán mucho. ¡Con qué derecho te retengo aquí! ¡Me sentiré peor si te veo sufrir!” “¡Dios es nuestro amparo y fortaleza!” así le consoló la madre. Con palabras dulces y llenas de amor tranquilizó a su hijo, por lo que se quedó dormido tan pronto como sus hermanos. La mañana en que debían llegar los enemigos llegó. La madre y los niños, al abrir los ojos vieron que Dios construyó un muro protector. Durante la noche había caído mucha nieve. El viento había juntado la nieve durante la noche de tal forma que tapó casi totalmente la pequeña casita. Aquel que tiene el tiempo y el viento en sus manos, construyó un muro alrededor de los suyos. Varios días la viuda y sus pequeños estuvieron protegidos de los enemigos por la nieve. Los enemigos llegaron al pueblo en aquellos días y saquearon todas las casas. De los ricos tomaron de su abundancia y de los pobres se llevaron hasta lo esencial. Pero la pequeña casa de la viuda estuvo escondida intacta bajo la nieve. Dios construyó un muro alrededor de los suyos, en cuanto mandó nieve en el silencio de la noche.
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E L M URO
El muro del pecado Hace algunos años, en mi pueblo, un dique fue vaciado completamente. Las grandes reparaciones en el muro obligaron a los especialistas a dar este paso. Ahora se podía ver el gran tamaño del dique. Al observar este gran muro, involuntariamente vino a mi memoria otro muro. Este muro no puede ser visto con los ojos. Este muro no está hecho de ladrillos y cemento. El tampoco no protege de agua, fuego o desastres naturales. No, el muro al que me refiero, es el muro del pecado, es el que está entre cada persona que no pertenece al Señor Jesús, y el santo Dios. Incluso entre dos personas puede levantarse un muro invisible. ¡Tal vez una falta de perdón, levantó un muro entre ti y tu prójimo! Entonces derríbalo. Esto puedes y debes hacerlo tú mismo. ¡Nadie te lo impide! ¿Cuándo debe suceder esto? Levántate ahora, y derriba ese muro que construiste entre ti y tu prójimo. ¡Él o ella se alegrará mucho! Muchos muros invinsibles hay entre las personas y Dios. Durante años e incluso toda una vida, no llegan a un entendimiento ni comunión. No porque Dios lo quiso así, no, y esto es lo devastador, porque el hombre no quiere. Será que tú, querido lector, ¿Probablemente también perteneces a las personas que no quieren tener comunión con el Dios santo? Dios deja dicho al pueblo de Israel a través de Isaías 59,2 donde dice claramente: “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de
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vosotros su rostro para no oír.” Esta palabra es aplicable a todas las personas que aún viven en pecado. ¿Por qué las personas se molestan por separaciones y malentendidos, donde los demás tienen la culpa, mientras ellos mismos todavía están en deuda y separados de Dios? En Gálatas 6,7 expresa las solemnes palabras: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Cuantas personas tienen hoy todavía un muro erigido contra Dios y su hijo Jesucristo. No piensan derribarlo ni en lo más mínimo. Estimado lector, quiero preguntarte seriamente: “¿Quieres seguir permaneciendo indiferente ante el muro que te separa de Dios? Sería un día memorable en tu vida, cuando comiences a derribar este muro de vergüenza. Este sería el día en que la paz de Dios ingrese a tu ser. Esto podría ser hoy. ¿Cómo sucedería esto? Dobla tus rodillas ante el Hijo de Dios, ante Jesucristo y confiésale todos tus pecados. Él, el Salvador del mundo, murió en el calvario también por ti y tus pecados. Ha dejado allí su vida, por la relación destruida y para quitar el muro que había entre Dios y el hombre. Por lo tanto cree ahora en el gozoso mensaje del perdón de tus pecados, a través del sacrificio de Jesucristo. Deja entrar al Salvador en tu corazón y en tu vida. ¡Rompe todos los muros, que hasta ahora te impidieron llevar una vida feliz y gozosa de la mano de Dios!”
T I E MP O Y E TE RN I DA D
¡Casi en el hogar! Durante la segunda guerra mundial, ocurrió algo que no solo es muy triste y lamentable, sino que nos lleva a una sincera reflexión. Veintitrés soldados fueron enviados del exterior a su hogares. Sus familiares fueron notificados que éstos ya estaban seguros en suelo americano y que en pocos días estarían de regreso en sus hogares. Todos estaban esperando llenos de alegría. Padres y mujeres de estos soldados preparaban sus casas para la recepción. Algunos familiares ya estaban en el aeropuerto esperando a que llegara la aeronave que los traía. Y allí, en medio de esa alegre espera, vino como un relámpago del cielo, la triste noticia de que había ocurrido una desgracia y todos los soldados perecieron. ¡Casi en el hogar - sin embargo fallecieron! Uno puede imaginarse, como estaban desbordadas esas familias con la terrible noticia. Si sus seres queridos hubiesen muerto en el campo de batalla, el dolor no hubiera sido tan grande. ¡Y ahora que los creían fuera de peligro - sin embargo estaban
muertos! ¡Casi salvos, pero perdidos! Este es uno de los acontecimientos más tristes en lo espiritual. Algunos no están lejos del Reino de Dios, como Jesús dijo al escriba en Marcos 12,34. Pero no leemos que haya entrado al Reino de Dios. El rey Agripa estuvo “casi convencido” cuando escuchó el mensaje del apóstol Pablo (Hechos 26, 27-28). ¡Pero “casi” no es suficiente! Quien casi es salvo, pero igual se pierde, está igualmente perdido como aquel que nunca estuvo cerca de la salvación por medio de Jesucristo. Incluso, esta seria advertencia es para cada peregrino que está en el camino de la vida. Solo el que persevera hasta el fin, llegará a la meta. El apóstol Pablo pudo testificar: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2. Timoteo 4,7-8). Jacob Greiner
El mundo no es nuestro hogar El evangelista indio Sundar Singh, escribe en su libro “La Realidad de Dios”: “Un naturista trajo unos huevos de ave de una tierra lejana, con la esperanza de que las aves tomaran esta tierra como nativa. Pero cuando los pájaros comenzaron a crecer, comenzaron a volar y después del verano volaron hacia su país natal y jamás regresaron. En un sentido similar, nosotros nacemos en este mundo, pero no estamos destinados para este mundo.”
Del mismo modo Lutero expresa: “Un cristiano debería ver este mundo pasajero con los ojos cerrados. Pero el futuro hogar, la vida eterna debería mirar con los ojos bien abiertos y con una clara luz resplandeciente. Sobre esta tierra debería estar solo con la mano izquierda, y con la mano derecha, su alma y con todo su corazón debería estar en la otra vida, en el cielo, gozoso y con segura esperanza esperar por ella”.
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C . W . N A Y L OR - L O QU E M U E V E AL C O R A Z ÓN
Obstáculos auto producidos Para nosotros sería extraño, si alguien conscientemente bloqueara su camino o pondría obstáculos en su sendero. Pero eso es exactamente lo que mucha gente hace. Ellos quieren lograr algo en sus vidas, hacer algo para el Señor, pero se sienten obstaculizados en sus acciones. Miran retrospectivamente, y se dan cuenta que han hecho muy poco para el Señor. ¡Cuántas veces han anhelado ser tan útiles y capaces como los demás! Pero por alguna razón no fue así. Los mayores obstáculos para lograr el éxito, muchas veces están en nosotros. Construimos muros entre nosotros y nuestras capacidades y luego nos quejamos porque no podemos superarlos. Anhelamos estar del otro lado, pero seguimos poniendo nuevas piedras sobre el muro y lo construimos cada vez más alto. Uno de los mayores obstáculos es: “Yo soy incompetente”, cuantas personas ya han construido alguna vez este muro ante ellos. Ellos ven el trabajo que necesita ser realizado, reconocen todo tipo de oportunidades para servicios utiles, pero dudan de sus capacidades. A veces ni siquiera están dispuestos a cumplir con su deber y construyen de inmediato el muro “no soy capaz” entre ellos y su oportunidad. Oh si, se debe hacer, y lo harían gustosamente, pero el muro se encuentra en el camino. Es muy alto, y así queda el trabajo sin hacer. Esta barrera se construye rápidamente, pero es difícil de superar, porque la persona no está dispuesta a intentarlo. Nadie sabe lo que puede hacer, hasta que lo intenta. “No puedo” anula la ayuda de Dios. La fe no puede ejercer su efecto, y crece la debilidad. Cuanto más a menudo digas “No puedo” te haces más débil. Cuanto más débil te sientes, mas desanimado estarás para
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hacer algo. Una cosa es cierta: no lograremos nada si no nos apresuramos a la acción. Pero tendremos éxito si hacemos la voluntad de Dios. Él dijo: “Bástate mi gracia” ¿ha dicho la verdad? Él dice: “yo te ayudo”, ¿Admite lo que dice? Si es así, entonces no vas a fracasar, siempre y cuando cumplas con tu parte. El problema es, que tú no quieres darle la oportunidad de ayudarte. Cuando llega la oportunidad y el Espíritu Santo te mueve a la acción, tú te escondes detrás de la barrera “Yo no puedo” y no haces nada. ¿Con esto, no te has castigado a ti mismo en varias oportunidades? ¿No has perdido muchas bendiciones a causa de esto? ¿Por este motivo ha quedado el trabajo sin hacer y pasaron oportunidades sin ser utilizadas? Pablo en su vida no tenía lugar para los obstáculos. Él era un hombre de hechos. Creía fielmente, que Dios le ayudaría en todo lo que emprendía. “No soy capaz” no tenía lugar en su vida. Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Deja de decir: “Yo no puedo” y regálale a Dios tu confianza. Rompe la barrera auto producida. No mires tu debilidad, sino fija la vista en la fuerza de Dios. Atrévete a dar el primer paso. Atrévete a actuar, entonces superarás el éxito de tus expectativas. “Tengo miedo “es un muro similar a “No soy capaz.” Muchas personas evaden su obligación diciendo “Tengo miedo de cometer un error.” Este miedo se levanta como una gran pared frente a ellos. Acumulan preocupación sobre preocupación y fortalecen así sus pensamientos. Pronto no se atreven a nada más. ¿Te acuerdas del siervo que dijo: “tuve miedo...”, y fue y escondió en la tierra el talento de su Señor? Lee la historia en Mateo 25,24-30. ¿Cómo reaccionó su Señor ante este comportamiento?
"Los mayores obstáculos para el éxito están a menudo en nosotros mismos."
¿Actúas tú también como este siervo? Si es así, ¿Cuál será el fin de tu caso? El miedo te ata las manos, si tú lo permites, te convertirás en un siervo inútil. La tercer barrera es: “Yo no sé cómo”. ¿Ya te has escondido detrás de ella en tu deber? Cuando Dios te designa una tarea, ¿es ésta tu respuesta? La Biblia dice: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría...” También dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos.” Si Dios te encomienda una tarea, también te dará la sabiduría para que la realices en la forma que Él lo espera. Quizás no sabes cómo debes actuar, pero Dios lo sabe: Él te dará la sabiduría. Si nosotros tuviéramos una respuesta para todo, no necesitaríamos la ayuda de Dios. Tenemos que atrevernos a hacer lo que Él en su sabiduría y fuerza tiene previsto para nosotros, independientemente si vemos o no el resultado. Dios quiere que confiemos en Él y sigamos adelante con su poder. “No estoy seguro.” Es bueno que conozcamos claramente la voluntad de Dios, pero muchas veces las personas quieren una confirmación, y no se dejan convencer con las promesas de Dios. La certeza que Dios le da, no la aceptan, ellos quieren más. La razón y el buen juicio les afirman seguir adelante, pero ellos construyen el muro “No estoy seguro” y se esconden detrás de él ante su deber. No debemos decidir apresuradamente o precipitadamente, pero debemos decidir y actuar conforme a ello. La indecisión puede convertirse en un hábito. De este modo la utilidad de una persona se ve muy afectada y cada decisión se convierte en un tormento. Sería mejor hacer algunos errores que dejar que la indecisión nos abstenga de todas las tareas. “¿Qué pensarán los demás de eso?”
El temor de ser mal interpretado o escuchar comentarios acerca de ellos, es el mayor obstáculo para algunas personas. “Otros pensarán que quiero ocupar el primer plano o que otros podrían ser más apropiados para este propósito.” El miedo de lo que los demás puedan pensar de ellos, los deja mudos y con las manos atadas - una vida sin frutos. Pero lo que realmente nos debe interesar es “¿Qué piensa Dios de nosotros, si no lo hacemos?” Ante él debemos rendir cuentas. Debemos buscar su aprobación. Si Él lo aprueba, lo que otros piensan juega un rol menor. ¿Estamos dispuestos a ser malinterpretados por la voluntad de Jesús? Dejemos de construir muros frente a nosotros. Derribemos lo que hemos construido. Tomemos una postura firme contra los miedos que nos alejan de nuestras obligaciones. Sigamos adelante con la fuerza que Dios nos da. Confiemos más en Dios, que no permitirá que fracasemos. ¿No has leído que el “Hombre de Dios” debe ser completamente preparado para toda buena obra? Si tú le darías mayor atención que a tus miedos, entonces quizás llevarías más frutos. Serías más feliz en esta vida, y posteriormente obtendrás mayor recompensa.
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Mensaje Radial Mensaje de Salvación Friedrich Krebs, Kitchener (CA)
Grietas en la mampostería Los muros dados por Dios son para refugio en el peligro y la necesidad . Pero nosotros tenemos influencias en el estado de estos muros.
Las grietas en las paredes son conocidas. Nosotros como personas mayores hemos visto con más frecuencia en los años de posguerra. Ellas fueron causadas por cañones y ataques de bombas y por los temblores de la tierra. La seguridad de estos muros era frágil. En Ezequiel 22,30 leemos: “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé”. Isaías escribe en el capítulo 30 los versos 12 y 13: “Por tanto, el Santo de Israel dice así: Porque desechasteis esta palabra, y confiasteis en violencia y en iniquidad, y en ello os habéis apoyado; por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente.” Lo que los escritores compartieron acá, no era una buena noticia. Los muros son una fortaleza. Fueron construidos desde hace mucho tiempo con fines de protección y seguridad. Tienen un significado muy especial. Muros fuertes y sólidos se establecían principalmente en las grandes ciudades. Debían servir para defensa del enemigo y protección a los habitantes de la ciudad. Rienecker escribe de cimientos de muros de hasta diez metros de espesor. Estos cimientos se enterraban hondos en la tierra, para que el enemigo no los pudiera escavar. Las ciudades se extendían como bases principales y al mismo tiempo servían como lugares de suministro y refugio a las viviendas de alrededor. Las enormes murallas de estas ciudades eran de hecho la señal de inquebrantables fortalezas.
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En Números 13 leemos de los espías que fueron enviados a explorar la tierra de Canaán. Ellos volvieron e informaron: “La tierra es buena, más el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy fuertes y fortificadas”. Esto provocó miedo y ansiedad y la gran mayoría se negó a seguir adelante. ¡Ellos se atemorizaron ante los grandes muros! Nuestro texto bíblico se refiere a muros en sentido figurado. La “Ciudad de Dios” también tiene muros sólidos. El profeta Isaías escribe: “Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro. Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades” (Isaías 26,1-2). En el Antiguo Testamento la “salvación” era la gracia, el trabajo de benevolencia y la marcada ayuda sanadora de Dios. En el Nuevo Testamento la “salvación” se refiere a la obra hecha por Jesucristo, que cada persona debe experimentar. A través de su sacrificio en la cruz, Jesús ha derrotado el poder del pecado y ofrece la salvación a la humanidad. Experimentar la “salvación” significa, el perdón, la salvación, la absolución, la paz interior y la certeza de la felicidad eterna. Estos términos indican al mismo tiempo el carácter de la “Ciudad de Dios”, que es la iglesia de nuestro Dios. Una persona que ha experimentado la renovación del corazón nuevo testamentario, permanece en la salvación. Está en la justicia y en la verdad de Dios. Vive completamente diferentes elementos de vida, que lo que conocía antes. Jesús dijo que tal persona por fe “ha pasado de muerte a vida” (Juan 5,24). ¡Esta es la salvación divina! “Los
muros y antemuro de esta ciudad están a salvo”. Entre estos muros vive el pueblo de Dios, cuya paz y seguridad está en real estado de salvación. Los primeros textos hablan de “grietas” en el muro de la ciudad de Dios. ¿Hemos estado alguna vez delante de tal muro? Las grietas y decadencia anuncian el desmoronamiento en un muro. Expertos que conocen la situación, en tal caso inmediatamente considerarán la renovación necesaria. Es exactamente lo que el profeta Ezequiel trataba de hacer. Él muestra a Jerusalén como un lugar de absoluta corrupción. El profeta ve las grietas de fe en su pueblo, y vio el implacable fracaso de los jefes y ancianos. Literalmente dice el contexto: “Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre lo inmundo y lo limpio, […] sus profetas [...] adivinándoles mentiras [...] El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso [...]” (22,26-29). ¡Así se ven las grietas! En este estado no pueden quedar. Las grietas se establecieron y advierten un colapso en el muro. El Señor sabía todo y quería salvar y ayudar. “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé”. El fiel Ezequiel aparentemente poco pudo conseguir. “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?” (Salmos 11,3). El juicio de Dios era inevitable. El exilio a Babilonia estaba cerca. Bruns añade aquí: “¿Dónde están los intercesores de nuestro pueblo? ¡Dios los está esperando!" En Génesis 18 Abraham disputa con Dios por los justos en Sodoma. Comenzó con cincuenta y terminó con diez, y el Señor le dijo: “Si hallo diez justos en la ciudad, no la destruiré” aquí podemos ver como Dios está con los justos. La intervención de Abraham no fue en vano, pues ha sido escuchada. ¿Qué podemos hacer nosotros? Dios espera de sus siervos que presten atención al bienestar de la ciudad de Dios. Es la iglesia del Señor, donde habita el pueblo redimido de Dios. La siguiente declaración de Jeremías puede relacionarse con esta ciudad: “Y procurad la paz de la ciudad, y rogad por ella; porque en su paz tendréis vosotros paz”. Esta ciudad es la Jerusalén del Nuevo Testamento, fundada por Cristo. Y Pablo la llama: “Un templo santo, edificado sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. Y añade: “El templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”. La “grieta” en la construcción de este muro debe ser una señal de advertencia para los siervos de Dios, e incitar la reconstrucción del muro alrededor y remediar el eventual daño ocurrido. Sabemos que Jesús lloró una vez por Jerusalén (Lucas 19). Por lo tanto debemos llevar preocupación para que Él no tenga que llorar por su ciudad, la iglesia. Por lo tanto, recordemos que la fe pura no adulterada, la justicia, que es válida ante Dios, la divina gracia, la verdad y santa obediencia en fe, es nuestra única seguridad fiable. En esta ciudad Dios quiere ver a su pueblo, y bendecirlos con bendición espiritual y celestial. Pero todos los que están contra esto, son grietas en el muro, que indican que la seguridad se desintegra. Sin los muros que Dios ha puesto a su pueblo, estamos perdidos. Por lo tanto, debemos tener la intención de David y decir: “¡El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón!” (Salmos 40,8).
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E L M URO
Muros de protección “Sea la paz dentro de tus muros...” (Salmo 122,7)
David se alegraba por aquellos que decían: “¡A la casa de Jehová iremos!” Y entonces, cuando estaba frente a Jerusalén y vio la ciudad de Dios, sus edificios e instalaciones, su corazón se conmovió profundamente. La impresión de lo vivido generó en su alma el deseo de que entre los muros de esta ciudad permaneciera la paz. Por medio de las escrituras, sabemos que alrededor de la ciudad de Jerusalén había un fuerte muro construido. Este servía de protección ante los enemigos y se demostraba una y otra vez a lo largo del tiempo. Aun así, sucedió que el enemigo logró romper el muro. Entonces la ciudad fue destruida y sus habitantes asesinados o llevados cautivos. Israel no podía evitar los ataques del enemigo. Pero debía impedir a cualquier precio, que el enemigo atravesara el muro y tomara la ciudad. También en la actualidad los hijos de Dios son atacados de tanto en tanto por el enemigo del alma. Pero no debemos darle oportunidad alguna de quitarnos la paz. La Palabra de Dios nos da indicaciones de cómo podemos resistir exitosamente al enemigo y conservar la paz. En 2. Crónicas 32, 1-8 se narra: “Después de estas cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib rey de los asirios e invadió a Judá, y acampó contra las ciudades fortificadas, con la intención de conquistarlas. Viendo, pues, Ezequías la venida de Senaquerib, y su intención de combatir a Jerusalén, tuvo consejo con sus príncipes y con sus hombres valientes, para cegar las fuentes de agua que estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron. Entonces se reunió mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes, y el arroyo que corría a traves del territorio, diciendo: ¿Por qué han de hallar los reyes de Asiria muchas aguas cuando vengan? Después con ánimo resuelto edificó Ezequías todos los muros caídos, e hizo alzar las torres, y otro muro por fuera:
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fortificó además a Milo en la ciudad de David, e hizo también muchas espadas y escudos. Y puso capitanes de guerra sobre el pueblo, y los hizo reunir en la plaza de la puerta de la ciudad, y habló al corazón de ellos, diciendo: ʽEsforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él es el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos, y pelear nuestras batallas.ʼ Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá.” De este texto hay que observar lo siguiente: 1.La unidad de sus habitantes y sus gobernantes Ella es un requisito absoluto para una exitosa defensa contra el enemigo. En el texto vemos que el pueblo se reunió unánimemente, para tomar precauciones para la protección de la ciudad. Solamente mediante la unión puede ser conservada la paz en la ciudad de Dios. Por lo tanto, cada hijo de Dios es responsable de buscar y conservar la unidad. “Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Romanos 14,19). 2.Ezequías quitó las provisiones de agua a los enemigos fuera de los muros de la ciudad. Fue un acto muy sabio, mediante el cual permanecer más tiempo delante la ciudad era una circunstancia más difícil para el enemigo. En Efesios 4,27 somos exhortados a no dar lugar al diablo. ¿Hay cosas en nuestra vida que hacen al enemigo confortable? Entonces tendrá éxito en perturbar una y otra vez nuestra paz. Tenemos que cuidar de que “no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12,15).
3.Ezequías se animó. Ezequías no estaba abatido a pesar del fuerte enemigo, sino que halló el valor necesario para oponerse a él. También nosotros tenemos que batallar con el enemigo, quien anda alrededor como un león rugiente. La Palabra de Dios nos enseña a resistir firmes en la fe (1. Pedro 5,9). Justamente en los momentos más difíciles, cuando atravesamos por tentaciones y luchas, necesitamos valor para vencer. En cuanto tomamos una postura firme, también nuestros hermanos serán alentados y fortalecidos (Hebreos 12,12-13). 4.El reconstruyó las partes caídas del muro. Ezequías controló la resistencia de los muros de la ciudad y encontró partes débiles. Él estaba consciente, de que sin falta debían ser mejoradas. También en los hijos de Dios pueden surgir ciertas debilidades, por ejemplo, tendencia a la ira, a una mentalidad terrenal, a las apariencias, etc. Sabemos de Demas, trabajaba con Pablo por el evangelio. Pero más tarde Pablo tuvo que decir: “…Demas me ha desamparado, amando este mundo” (2. Timoteo 4,10). Dios le podría haber ayudado a vencer su amor al mundo, pero el no prestó atención a esta inclinación e incluso la amó. Eso fue fatal para él. Para que no nos ocurra la misma desgracia, no debemos halagar nuestras debilidades, ni encubrirlas. Tenemos que confesarlas sinceramente ante Dios y pedirle por completa victoria. 5.Alzó torres sobre el muro y construyó un muro adicional ante la ciudad. Para Ezequías no era suficiente mejorar las partes débiles. Le era importante que la ciudad fuera segura y fuerte. Tampoco nosotros debemos conformarnos con lo alcanzado, sino continuar creciendo en nuestra vida espiritual. “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo...” (2.Pedro 3,18). Debemos procurar que nuestra edificación sea firme y fuerte. A ello corresponden las torres y muros: de la salvación: “He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí.” (Isaías 12,2) del amor a Dios: “a quien amáis sin haberle visto...” (1. Pedro 1,8) del amor al prójimo: “Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones [...]” (1.Tesalonicenses 3,12-13)
del amor a la palabra de Dios: “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.” (Salmos 119,165) de la oración: “Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.” (Salmos 32,6) de la obediencia: “¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar.” (Isaías 48,18) de santidad: “La santidad conviene a tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre.” (Salmos 93,5) de pureza: “[...] sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, [...] y pureza. ” (1.Timoteo 4,12) de gozo en el Señor: “[…] porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.” (Nehemías 8,10) de la presencia de Dios: “Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor” (Zacarías 2,5) de fe: “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.” (Efesios 6,16) 6.Ezequías contaba con Dios Mediante su confianza en Dios, también fortaleció al pueblo en la fe. Y no fueron avergonzados. Los enemigos tuvieron que irse de la ciudad con grandes pérdidas (Isaías 37,33-37). También nosotros podemos contar con Dios y confiar en él. Esto, sin falta, será de bendición a nosotros y a nuestros hermanos. Ahora hemos visto en la Palabra de Dios, algunos actos de fe de Ezequías - de como había tenido éxito en proteger a la ciudad del enemigo. ¿Pero en qué residía el secreto de este éxito? La Biblia nos relata: “Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés. Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba…” (2.Reyes 18,6-7). Ese es un requisito para conservar la paz, tanto para el alma individual como para la ciudad de Dios. Querido hijo de Dios, ¿buscas tú también lo mejor para la ciudad y estás preocupado por su paz? ¿Ayudas en la construcción del muro de la ciudad o levantas un muro en el lugar equivocado - en lugar de ponerlo ante el enemigo, estás contra tu hermano? ¿Es el muro de tu vida espiritual lo suficientemente firme, para resistir al mundo y lo que le pertenece? Vale la pena servir a Dios con un corazón no dividido. “Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre” (Sal. 91,14). Robert Rotfuß, Neubulach (DE)
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S EMA NA D E O RA C I ÓN 5 – 9 DE E NE RO 20 1 5
Temas de oración Enero 2015 La base genuina del pueblo de Dios en este mundo es Jesucristo, porque “En ningún otro hay salvación [o redención]” (Hechos 4, 12). Dios ama a su pueblo. Conoce sus necesidades y problemas. Sin embargo, Él los quiere ver constantemente en su camino y en obediencia a su voluntad. Los siguientes temas de oración se basan principalmente en la fe y el estado de sufrimiento del pueblo de Dios. Con David queremos orar: “Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad” (Salmo 28,9).
LUNES, 5 DE ENERO 2015
MARTES, 6 DE ENERO 2015
El pueblo de Dios y el propósito de su elevada elección.
El pueblo de Dios y la voluntad de Dios
1. Jesús recordó con claridad a sus discípulos sobre su elección (Juan 15,16). En esto también debemos pensar nosotros, que cada elección encierra un propósito. (Por ej. Efesios 5,9-10). 2. El pueblo de Dios es responsable de expandir el evangelio por medio de literaturas en todo el mundo (Marcos 16,15-16). Jesús y sus discípulos dieron aquí un inolvidable ejemplo (Vea Romanos 15, 18-21; 1.Tesalonicenses 1,8). 3. Otro fundamento de nuestra elección es la expansión de luz en nuestro entorno por medio de la práctica (Mateo 5,13-16). Para esta luz por medio de la firmeza en la fe no existe reemplazo.
1. En Efesios 5,10 leemos: “¡Comprobando lo que es agradable al Señor!” Sería bueno prestar atención a esta instrucción en cada acción. Deberíamos preguntarnos, cuan arraigados y familiarizados estamos nosotros o la iglesia con la voluntad de Dios. Observa por ejemplo, lo que Jesús dice en Juan 5,30. 2. Dios quiere usar a su pueblo para un accionar de ejemplo y avivamiento. Para ello es importante un buen fundamento en la fe y el aprovechamiento del tiempo (1.Tesalonicenses 1,8; Juan 9,4). 3. Dios espera de su pueblo un alejamiento del mundo (2.Corintios 6,14-18).
Oramos: a. Por gracia y fortaleza espiritual para difundir la palabra de Dios por medio de los siervos de Dios. b. Por gracia y conocimiento para conducirnos sabiamente delante de todos, de los que están “adentro” como de lo están “afuera” (Colosenses 4,5). c. Por una influencia espiritual y un despertar de fe de las iglesias en todo el mundo. d. Por ánimo y fuerzas para vencer todas las interrupciones en la expansión de la luz divina.
Oramos: a. Por una clara y profunda comprensión de la voluntad de Dios bajo el pueblo de Dios. b. ¡Por protección del engaño y confusión, diferentes a la medida bíblica! c. Por gracia, para permanecer firmes en la invariable palabra y voluntad de Dios, a pesar del cambio del tiempo y las circunstancias. David testificó: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado” (Salmo 40,8).
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MIERCOLES, 7 DE ENERO 2015
El pueblo de Dios y el gran significado de su unidad Pablo habló claramente de la “unidad en el Espíritu” (Efesios 4,3). Para esta maravillosa unidad oró Jesús (Juan 17,20ss). ¿Qué hacemos nosotros con el peligro o incluso la interrupción de esta unidad? 1. ¡El requisito más importante para la unidad que quiere Dios, es la unidad personal con Dios! Génesis 17,1 (Versión Palabra de Dios para todos): “Yo soy el Dios Todopoderoso. Vive como a mí me agrada, siéndome completamente fiel”. Los requisitos para esta unidad están establecidos en la palabra de Dios. En Romanos 3,24 escribe Pablo claramente, que la justificación válida ante Dios, nos une con Dios. 2. El verdadero secreto de una relación pura con Dios es la obediencia. Cada desobediencia que se realiza conscientemente, lastima e impide la armónica unidad con Dios y los semejantes. 3. Sin la verdadera unidad, Dios no puede cumplir a su pueblo las prometidas bendiciones. Esto se puede corroborar claramente en la historia de Israel (Isaías 59,1-2). Queramos pensar que dice la unidad (o la impureza) de los cristianos al mundo incrédulo. Oramos: a. Señor, ayúdanos, que nuestra unidad contigo sea realmente de corazón. b. Por un profundo conocimiento de la unidad en el Espíritu y verdad. c. Por un claro conocimiento del gran valor y bendición de esta unidad. JUEVES, 8 DE ENERO 2015
El pueblo de Dios en tribulación y angustia Tiempos de aflicción, angustia y tribulaciones no son ningún secreto en el pueblo de Dios. La Biblia nos muestra claramente esta imagen (Vea Mateo 5,10-12; 24,21-24; Romanos 8,35-39 etc.). 1. Los fieles discípulos tenían que compartir con su Maestro el sufrimiento (Juan 15,18-20). 2. La oscuridad odia la luz, y por ello también odia a los hijos de luz. Pensamos por ejemplo en Abel y Caín; en José y sus hermanos y en las situaciones actuales. 3. Jesús anunció: “La injusticia se multiplicará” (Mateo 24,12-13). Esto es evidente en todo el mundo, y en todos los lugares sufren los inocentes (Vea Salmo 34,19;
2. Timoteo 3,10-12). 4. Existe también el sufrimiento por culpa propia. Y esta situación lamentable puede surgir incluso entre el pueblo de Dios (Vea por ej. Jeremías 2,12-13). Oramos: a. ¡Ayuda Señor, que valoremos el Santo y buen camino y nunca lo abandonemos! b. Señor, recuerda a todos los hijos de Dios que están bajo persecuciones y quédate en medio de ellos por tu gracia (2. Corintios 1,8-11). c. Danos gracia y voluntad de aceptar el sufrimiento de la cruz sobre nosotros. d. Señor, ayuda a los jóvenes, a estar dispuestos a sufrir por causa de Cristo (2. Timoteo 2,3). VIERNES, 9 DE ENERO 2015
Posible decadencia Lo que el pueblo de Dios no debe olvidar bajo ninguna circunstancia: Sabemos que es posible debilitarnos y caer de nuestra responsabilidad, nuestra obediencia, nuestra fe y nuestro amor a Dios. Por eso el Señor nos recuerda de cosas muy importantes que nosotros, como pueblo suyo, debemos recordar siempre y prestar atención. 1. “Israel, no me olvides”, así dice el Señor (Isaías 44,21; Deuteronomio 8,19). 2. “Guardaos, no os olvidéis del pacto de Jehová vuestro Dios” (Deuteronomio 4,23; Salmo 50,5). Note: ¡Olvidar puede ser incluso intencional o premeditado! (Ver Jeremías 2,12ss). 3. El Señor recuerda a su pueblo su salvación, mandamientos y buenas obras (Deuteronomio 6,12; Salmo 103,2ss). 4. El pueblo de Dios no debe olvidar sus prometidas bendiciones, su recompensa y su futura gloria. Jesús dice explícitamente: “Vuestro galardón es grande en los cielos.” Oramos: a. Señor, ayúdanos a pelear la buena batalla de la fe y ser fieles hasta la muerte. b. Que todos podamos ser parte de la multitud que se presenta en Apocalipsis 7,13-17. c. ¡Tener la certeza de la salvación en cualquier circunstancia de la vida y también en la muerte! d. Oramos por el incremento del pueblo de Dios y una influencia de avivamiento en todo el mundo. Friedrich Krebs, Kitchener (CA)
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T I E MP O Y E TE RN I DA D
La brevedad de la vida La mayoría de las personas no piensan acerca de la brevedad de la vida y su final, hasta que ven el rostro de la muerte. A pesar de que Dios advierte constantemente a través de su palabra, su Espíritu, sus ministros y su pueblo. La mayoría de las personas van hacia su final sin estar preparados. Y los afligidos amigos y familiares reclaman la triste realidad de que se fueron a la eternidad sin Dios y sin esperanza. Es terrible caer en manos del Dios Viviente, sin estar preparados. Hasta hace poco una amorosa voz sonaba en nuestros oídos, fieles manos se preocupaban por nuestras necesidades y su presencia era la luz del sol en el hogar. Sin embargo, repentinamente la muerte irrumpió en el hogar. Puso su fría mano sobre ella y dijo: “¡Tú eres mía!” - Su alma partió hacia el Gran Juez, a dar cuenta de como había vivido en la tierra. Si estas almas pudieran hablar a sus supervivientes, tal vez dirían: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”. “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”. La vida es corta David dice en el Salmo 39: “¡Ciertamente vanidad es todo hombre! […] Ciertamente como una sombra es el hombre […].” Una sombra es algo muy fugaz y transitorio. Su existencia depende de la providencia de Dios. Si no hubiera luz, que iluminara un objeto, tampoco habría sombra. Así también es la vida del hombre. Dios tiene que dar forma y aliento de vida. De lo
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contrario la existencia no sería posible. Nuestra vida es gracia de Dios. Si Él retirara su mano aunque sea por un momento, ante nosotros habría un cuerpo sin vida. Job dijo: “Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza” (Job 7,6). Querida alma, ¡Reflexiona por un momento! ¡Piensa en los días pasados de tu vida! Más adelante dice Job en el capítulo 9 versículo 25: “Mis días han sido más ligeros que un corredor; Huyeron, y no vieron el bien”. ¿Has observado alguna vez a un atleta? Él debe utilizar el tiempo disponible lo mejor posible, de lo contrario no llegaría a tiempo a la meta. Apenas observa lo que sucede a su alrededor y se esfuerza solamente para alcanzar la meta final. Lo mismo ocurre en la vida. Nos apresuramos con persistencia hacia la meta para no dejar nada atrás, excepto nuestras huellas marcadas en la arena del tiempo. En pocas horas el día llega a su final, y otro día toma su lugar. Un hombre tras otro llega a la meta de su peregrinación. Querido lector. ¿A dónde te llevan tus pasos? Las personas que nos siguen ¿se dirigen al destino correcto? ¡Quiera Dios ayudarnos a reconocer la seriedad de la vida y aprovechar el tiempo correctamente! ¡La vida no solamente es corta, sino que el final es seguro! Toda vida llega siempre a su final, independientemente de que tan larga sea. Nuestros seres queridos que ya han fallecido, nos confirman esta verdad. “Y de la manera que está establecido
P I E D E I MP RE NT A Año 120 La TROMPETA EVANGELIZADORA es una escritura cristiana que se presenta clara y decididamente para la plena salvación en Cristo, la unidad de los hijos de Dios, y revelar todas las verdades de la Santa Palabra. Publicado en intereses de la Iglesia de Dios. Editor responsable: Hans-Dietrich Nimz (CA) Colaboradores: Sieghard Schulz (CA), Ron Taron (CA), Dieter Jeske (DE), Hermann Vogt (DE) Los editores se reservan el derecho de resumir o no publicar los artículos recibidos. Preguntas o sugerencias pueden ser enviadas a:
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para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9,27). Ningún hombre tiene poder sobre la muerte y nadie puede detener el espíritu. Un día, tal vez cuando no lo esperamos, vamos a tener que mirar de frente a la muerte. Pero, ¿estaremos preparados? Para los malvados la muerte es reina de los espantos. Para los cristianos, es un ángel de misericordia que le saca de este mundo pecador y de sufrimiento, a la ciudad de Dios, en la que Dios enjugará toda lágrima de sus ojos. Y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron (Apocalipsis 21,4). Todos los que en esta vida se rindieron al Señor y vivieron para Él, no necesitan temer, porque la muerte es para ellos la entrada a la gloria. Tal vez has alabado a Dios ante el lecho de muerte de uno de tus seres queridos y prometiste dejar el pecado. ¿Has cumplido tu promesa? Tal vez Dios permitió esa muerte para acercarte a Él. No es la voluntad de Dios que alguien se pierda, sino que todos se arrepientan, lleguen al conocimiento de la verdad y alcancen la salvación. ¿No quieres dejarte advertir y prepararte para el encuentro con tu Dios? Porque la vida es corta y el final llega y es confirmada con cada informe fúnebre. Un día esta verdad será confirmada por tu propia despedida. ¿Estarás preparado? ¿O tus seres queridos tendrán que llorar sobre tu alma, porque se ha perdido para siempre? - ¡Oh, prepárate! E.M.Powell
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Nada Nada más que caminante sombra, nada más que un soplo fugaz somos aquí en esta tierra; ¡dificultades, angustias y malestares tampoco han de faltar! Nada aquí es permanente, Querida alma ¿por qué te preocupas? ¿Te preocupas por lo transitorio, lo moribundo e insuficiente? ¡Déjalo! Suelta lo que te quiere atar; mira, aquí hay frio y oscuridad. Pon la vista hacia el sol, donde de esto podrás escapar ¡Pronto resplandecerá la luz! Pronto vendrá el victorioso Rey, pronto vendrá el tiempo feliz, pronto tus ojos lo saludarán, estando a los pies de Jesús – ¡Considera lo principal! H. v. R.
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